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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

EL PATRIMONIO INDUSTRIAL EN UNA SOCIEDAD CAMBIANTE

Meritxell Puig Jodar
Universidad de Barcelona
txellpuig@yahoo.es

El patrimonio industrial en una sociedad cambiante (Resumen)

Los proyectos de rehabilitación y reutilización del patrimonio industrial se suceden. Pero su nueva consideración como valor de cambio en la nueva economía de servicios, altera su funcionalidad y genera divergencias en torno a los criterios de actuación para su conservación. El creciente interés por conservar este nuevo patrimonio, conlleva un elevado componente local. Son los ciudadanos más próximos a él, los que se lo imaginan y apropian como parte integrante de su pasado. El aumento de la movilidad residencial y la llegada de nuevos inmigrantes, modifica la concepción del patrimonio industrial. Que su interés y capacidad de atracción perdure, depende de los nuevos usos con que lo dotemos.

Palabras Clave: Patrimonio Industrial, rehabilitación, inmigración, global-local

Industrial heritage in a changing society (Abstract)

Rehabilitation and reutilization projects of industrial heritage happen. But his new consideration likes value of change in the new economy of services, alters his functionality and generates divergences around his conservation action criteria’s. The growing interest in preserving this new heritage implies an elevated local component. Are the closest citizens to him, who imagine and adapt it as an integrant part of his past. The increase of residential mobility and the arrival of new immigrants modify the industrial heritage conception. That his interest and attraction capacity endures, depends of the new uses with which we endow it.

Key Words: Industrial Heritage, rehabilitation, immigration, global-local

El patrimonio industrial hasta hace poco más de tres décadas, no era reconocido ni de interés, entre los diferentes actores urbanos. La asociación entre patrimonio y longevidad en el tiempo, es una particularidad no implícita entre los restos industriales. Que son para la historia arquitectónica los doscientos años de antigüedad de la industria, frente a los mil que pueden llegar a tener los restos romanos.

Su escasa valoración arquitectónica asociada a la demanda creciente de suelo urbanizable, ha  favorecido que las localizaciones más apreciadas por la inversión privada, sean las correspondientes ha recintos industriales centralizados. Esta nueva localización junto con la obsolescencia estructural y funcional de sus infraestructuras, condiciona negativamente su valoración y protección dentro del entramado urbano. Nuevos procesos y dinámicas urbanas, influyen en su conservación y rehabilitación o en su destrucción y sustitución por nuevas estructuras urbanas, reservando a la sociedad un papel determinante en la resolución final.

Disfuncionalidad industrial y obsolescencia infraestructural

La substitución de la tradicional economía fordista que había acompañado el período de industrialización, por una nueva economía liberal, basada en el consumo y los servicios (Palmer y Neaverson, 2001), ha condicionado el cierre de una proporción muy importante de las antiguas industrias centenarias.

La deslocalización del sistema productivo, la necesidad de mano de obra más asequible, la reducción de los costes de transportes y la elevada competencia, han sido aspectos determinantes en el cierre.

Estas antiguas factorías, localizadas en nuevas áreas de centralidad o en los mismos centros urbanos de las ciudades, con la pérdida de su funcionalidad, restan en un proceso de obsolescencia permanente (Pardo y Olivera, 1991). El crecimiento urbanístico impulsado por el boom inmobiliario, ha transformado hoy las localizaciones industriales periféricas en áreas centrales, donde nuevas funciones i actividades actúan como redes de intercomunicación dentro de la ciudad (Castells, M., 1986; Castells, M. y Hall, P., 1994).

Ante un escenario futuro donde se prevé un agotamiento del suelo urbanizable municipal y un interés cada vez más presente, por localizaciones centrales, los planes estratégicos y urbanísticos se orientan a la remodelación del espacio urbano (Campos Venutti, 1982; Levy, 1987; Evans, 1997). Espacio urbano que principalmente se encuentre sujeto a una pérdida de funcionalidad y avanzado proceso de degradación.

Cuanto menor sea la afectación sobre la ciudadanía y sus servicios, menor será la oposición a los proyectos de remodelación (Serrano, 1961; Ciardini, 1983; Fernández Güell, 1997). Con esta premisa la reordenación de los espacios fabriles parece la más idónea en cualquier caso.

Contemplar la substitución de las infraestructuras fabriles por nuevas edificaciones, a priori se presenta como la opción menos controvertida con la población y más favorable a los intereses de la administración pública y la inversión privada. Una gran extensión de suelo urbano es liberada, la actividad industrial es alejada del nuevo centro urbano, se promueve la creación de nuevos equipamientos y servicios para los ciudadanos y se revitaliza económicamente el entorno.

En esta nueva sociedad postindustrial en que vivimos, donde la producción de bienes materiales en una localización concreta ya no es prioritaria, la desaparición de los recintos fabriles infrautilizados, inicialmente,  no ha restado sujeta a una gran oposición popular. Estos son contemplados como edificios ruinosos, incapaces de adaptar-se a la nuevas estrategias y necesidades urbanas, ni de aportar soluciones a las demandas de la ciudad (Fernando Corell, 1989). Ni tan solo la rehabilitación y reutilización de sus instalaciones para nuevos usos, es una opción prevista por los elevados costes de reconversión.

Algunos de los casos más representativos pueden observarse, en los procesos de renovación urbana impulsados por tres grandes ciudades industriales de la Europa meridional: Barcelona, Bilbao y Turín.

El textil catalán, la siderurgia vasca y el sector automovilístico turinés han sido tres de los grandes perjudicados por la deslocalización del proceso de producción. Como medida de urgencia para la revitalización de los tradicionales barrios industriales, se ha gestado una corriente renovadora entre la administración pública y la inversión privada, que en unos casos ha terminado con la destrucción de casi el 99% del patrimonio industrial existente sin prácticamente oposición (Bilbao y Turín) y en otros, ha sido una lucha constante e individualizada por conservar cada espacio industrial interesante de proteger y conservar (Barcelona).

Estrategias para la conservación del Patrimonio industrial

Continuar con la destrucción indiscriminada de los vestigios industriales, en favor de nuevas construcciones de dudosas características arquitectónicas, es un camino insostenible. Sobre todo en relación a complejos industriales con una localización y unas características arquitectónicas distintivas. Aceptar los complejos fabriles como parte integrante del patrimonio arquitectónico urbano, no ha sido una tesis desarrollada hasta de la década de los años sesenta del siglo XX. Desarrollo sustentado sobre todo en el interés social vertido en diversos complejos industriales desparecidos, contra la voluntad de los ciudadanos.

El desencadenante de todo el proceso es la desaparición en 1962, de la Euston Station, una estación ferroviaria londinense característica por su arquitectura de hierro. A este caso le siguieron muestras como la reconversión museística de Bochum en Alemania y el Valle del Ironbridge en Inglaterra (en la década de 1960), los “ecomusées” franceses como Le Creusot y los parques históricos americanos como Lowell (en la década de 1970), o el proyecto del Grand-Hornu belga (en la década de 1980).

Pero un punto muy importante debe ser asumido, ni todo puede ser conservado, ni todo debe ser destruido. Nuestro principal foco de atención e interés debe orientarse hacia aquellos espacios industriales con unas especificidades distintivas del resto[1].

Catalunya y España no han sido países pioneros en el interés por las estructuras industriales. Otros antes han sentado las bases teóricas y normativas para la protección y recuperación de lo que des de ahora en adelante, reconoceremos como Patrimonio histórico industrial. Países precursores de la industrialización, como Inglaterra, Francia, Bélgica o Alemania, son los primeros en percatarse del interés material e inmaterial de los complejos y elementos industriales de su territorio.

Inducidos por la corriente renovadora promovida en Italia[2], nuevas teorías, intereses y proyectos surgen, del interés e implicación de los gestores urbanos en la reordenación y revitalización del espacio urbano.

Estos nuevos intereses y la nueva figura de protección patrimonial reconocida, parar la consideración de cualquier bien industrial, actúan como precursores del nuevo camino emprendido en la búsqueda de nuevas estrategias para la conservación, de lo que consideraremos como Patrimonio industrial.

Des de la creación en 1959 del National Survey of Industrial Monuments[3], mucho se ha avanzado en su consideración, rehabilitación y revitalización industrial en el ámbito internacional. Con el nacimiento en 1971 de la Sociedad para la Arqueología Industrial (S.I.A.)[4] y en 1978, del Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH)[5], se sientan las bases para el inventariado, catalogación, protección y reconocimiento del patrimonio industrial, como parte integrante de la cultura de la sociedad global. Camino impulsado en nuestro país por el INCUNA[6], la Escuela taller del patrimonio[7] de la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona y el Ministerio de Cultura español[8]. Pero aun hoy, no se puede afirmar que verdaderamente que el patrimonio industrial es reconocido jerárquicamente, al mismo nivel que el patrimonio natural, artístico, cultural o arquitectónico.

Esta desvalorización es la que dificulta la toma en consideración de los proyectos de rehabilitación y reconversión del patrimonio industrial, para nuevos usos.

Teniendo en cuenta que desde la crisis económica de los años setenta del siglo XX (Nadal, 1988-1944; Germán, Llopis, Maluquer de Motes y Zapata, 2001), la inversión en la conservación de las infraestructuras industriales, se ha limitado a casos particulares o muy representativos, hoy la gran mayoría de complejos fabriles que no han desparecido, se encuentran sujetos a una creciente degradación y obsolescencia de sus instalaciones (Ferrando Corell, 1989; Abad Licera, 2003; Juaristi, 2004).

Aun así, el patrimonio industrial gana en visibilidad y representatividad, tanto en la vida pública como en los mass media. ¿Que ha propiciado hoy este creciente interés, las acciones realizadas por las instituciones antes citadas, la administración pública, los inversores privados?

La realidad es que ninguno de ellos. Los logros acaecidos se los debemos a los ciudadanos y su movilización, en contra, tanto de decisiones públicas como privadas.La juventud del patrimonio industrial en este caso, en lugar de jugar en contra en su valoración, ha mantenido viva la conciencia fabril en el imaginario de la sociedad. Es fácil encontrar hoy a antiguos trabajadores de estas industrias y familiares, que han visto en la desaparición del pasado industrial, un ataque a su historia y modo de vida.  Así han surgido gran número de asociaciones y colectivos dedicados a la protección de determinados complejos o elementos fabriles, movidos por el interés en proteger su pasado y historia local[9].

El consenso entre estas asociaciones, la administración pública, los propietarios y los inversores privados nunca es fácil de encontrar, pero es necesario para no inducir la homogeneización urbanística apreciada en las ciudades, en la última década de boom inmobiliario. La apropiación que se haga del patrimonio como eje estructural de la ciudad y de su historia más reciente, depende en este caso siempre, del beneplácito que entre todos ellos se establezca en el momento de su valoración (Troitiño, 1998), incidiendo siempre, en la necesidad de su permanencia en el paisaje urbano de las ciudades del siglo XXI.

La localización estratégica lograda por los recintos industriales, los presenta como espacios  muy atractivos como nuevas áreas de centralidad. Su rehabilitación y reutilización para nuevos usos, les debe proporcionar una nueva funcionalidad compatible con su condición de patrimonio histórico y atractiva tanto para la inversión privada como para la población.

Obviando el sobrecoste inducido por la ejecución de un proyecto de rehabilitación y reconversión de un complejo fabril patrimonial, frente a la rentabilidad económica de sus substitución por una nueva edificación, uno de los principales problemas que se nos plantean, es la divergencia de criterios e intereses entre agentes urbanos por las nuevas funcionalidades a incorporar.

Diversas son las opciones de reconversión funcional para los espacios industriales patrimoniales (Checa Artasu, 2007). La iniciativa escogida solo depende del organismo o agente urbano impulsor del proyecto y de los objetivos y expectativas preestablecidas de antemano. Mientras la administración pública opta mayoritariamente por favorecer la implantación de nuevos equipamientos y espacios artísticos o de creación, entre los inversores privados prevalece el interés por la creación de nuevos espacios residenciales o la implantación de actividades económicas como el comercio, económicamente mucho más rentables en los beneficios obtenidos.

Un caso particular converge en su transformación como nueva área funcional para la industria del conocimiento. O lo que es lo mismo, su transformación en oficinas y laboratorios empresariales de elevado valor añadido[10] (Garriga Mas, 1997), opción considerada por ambos como complemento, ala ejercer como polo de atracción de nuevas actividades. 

La aceptación de los nuevos usos implantados en los espacios industriales catalogados como Patrimonio Industrial, aun así, resta sujeto a la apropiación, uso y representatividad que los ciudadanos le confieran.

Apropiación patrimonial y sentido del lugar

Presentar el Patrimonio Industrial como un patrimonio de componente local, es necesario para entender los cambios a que puede encontrarse sujeto en un futuro.

Los complejos y elementos fabriles son parte de nuestro patrimonio cultural, pero este no puede ser valorado globalmente. No porque su valía no pueda ser reconocida por cualquiera, sino porque su significación no adquiere la misma representatividad al traspasar de la escala local a la global.

Como patrimonio cultural tangible que es, resta sujeto a su permanencia en el imaginario cultural de sus más inmediatos valedores. Aquellos que conocen su historia, conviven y sufren sus obsoletas instalaciones, o hacen uso de su nueva funcionalidad adquirida, en caso de reutilización. Es parte de su identidad colectiva y actúa como valor simbólico en su diferenciación del otro.

El Patrimonio natural y el Patrimonio arqueológico en cambio si han traspasado la dualidad local-global. Su alteridad temporal y exclusividad locacional, le confiere una singularidad particular difícil de contextualizar para el patrimonio industrial, por su amplia difusión en los países desarrollados. Entender esta consideración es fácil observando la lista de sitios considerados como parte integrante del Patrimonio de la Humanidad. De entre los 40 sitios reconocidos dentro del estado español, solo uno corresponde a un elemento del Patrimonio industrial, el Puente Colgante de Vizcaya (reconocido como Patrimonio de la Humanidad en 2006)[11].

Los cambios sociales acaecidos en el último decenio en las ciudades catalanas, justifica el interés por intuir cual es el futuro del Patrimonio industrial dentro del espacio urbano del siglo XXI. ¿Es perenne este interés de los ciudadanos por la conservación de las instalaciones fabriles patrimoniales, o acabará por agotar el beneplácito obtenido hasta el momento por los gestores urbanos, perdiendo su capacidad de atracción y movilización?

El aumento de la movilidad de residencial y la llegada de nuevos inmigrantes procedentes sobre todo del Magreb, América del Sur y la Europa del Este, me obliga a poner-lo en duda.

En los municipios de la provincia de Barcelona, la movilidad residencial fomentada por el aumento del precio de la vivienda y el deseo de independizarse o buscar una mejor calidad de vida, ha promovido que hoy el 23% de la población de estos municipios sea foránea a él y que de este porcentaje, un 40%  proceda de fuera de Catalunya[12]. Este fenómeno es sobretodo destacable en la ciudad de Barcelona y su Área Metropolitana. Territorio en el que el proceso de industrialización a medianos del siglo XVIII eclosionó con fuerza (Nadal, 1988). Primero ocupando los terrenos periféricos extramurallas de la ciudad de Barcelona, para posteriormente extenderse a los municipios colindantes del entorno metropolitano y los márgenes de los dos grades ejes fluviales del Llobregat y el Ter (Dorel-Ferre, 1992).

En estos municipios donde hoy se producen estos cambios en la estructura social, es donde los vestigios industriales conviven hoy con el resto del parque inmobiliario y patrimonio arquitectónico. Para estos nuevos residentes, la consideración de los restos industriales como parte integrante del patrimonio urbano, puede ser concebida de manera desigual. Ya sea por falta de representatividad, por desconocimiento de su valor arquitectónico y funcional, o por desinterés.

Proceder de un municipio, una región o un país, donde la tradición industrial se haya desarrollado tardíamente o no haya sido un sector económicamente dominante y representativo para el desarrollo urbano, implica que la apropiación, consideración y movilización de los nuevos residentes por una fábrica urbana, no alcanzará igual magnitud, que en un residente, donde esta forme parte de su itinerario de vida.

¿Es posible prever y actuar a favor de la consideración del patrimonio industrial de un municipio, sin restar sujetos a los cambios sociales y generacionales de sus ciudadanos?

Es y debe ser posible.

Teniendo en cuenta la componente local del patrimonio industrial, es necesario integrarlo en todos los procesos y dinámicas urbanas generadas en su entorno más inmediato. ¿Cómo? Gestionando los nuevos usos y funciones en el establecidos como herramientas de renovación y reutilización de sus infraestructuras. De entre las posibilidades anteriormente mencionadas, no todas serán integradoras con los diferentes colectivos sociales.

La solidez de sus instalaciones, sus grandes dimensiones, su versatilidad por acoger cualquier tipo de nuevo uso y su integración en la trama urbana, no distinguen ni dirigen necesariamente en un único sentido su rehabilitación (Badia, Badia y Flos, 1991; Capel 1996). Tanto las oficinas y laboratorios de investigación, como las nuevas residencias de lujo (los lofts), los equipamientos, los espacios de creación artística o el comercio son susceptibles de ser tomados en consideración.

¿Pero cuál de ellos podemos considerar como el más integrador para con los ciudadanos? Ciudadanos que son y serán los que en el presente y futuro deben forjar su relación e interés por el patrimonio industrial y su representatividad en el imaginario colectivo. Todos no podemos hacer uso de las oficinas, laboratorios y residencias, al contrario son opciones que quedan restringidas a unos pocos privilegiados que pagan por ello

En contraposición la posibilidad de su reutilización como nuevos espacios destinados a equipamientos, la cultura y la creación, la interacción establecida entre el patrimonio industrial y la sociedad crecerá con la interrelación y actividades ofrecidas a la colectividad.

Planificar por lo tanto, la rehabilitación y posterior reutilización de los espacios industriales patrimoniales, para usos destinados al bien e interés del colectivo social, como los equipamientos, los espacios culturales y de creación, es el camino más adecuado para garantizar que hoy y en un futuro todos los ciudadanos se sientan representados en él, al apropiarse sus nuevos usos como comunes a sus actividades diarias.

Introducir entre todas estas opciones la actividad comercial, tanto a pequeña como a gran escala (pequeñas tiendas – centros comerciales), induce la posibilidad de incorporar una actividad económica autosuficiente y generadora de centralidad.

Conclusión

Es necesario que las políticas de planificación urbana avancen en la protección del patrimonio industrial. Favorecer indiscriminadamente el proceso de destrucción de los restos industriales, en favor de la inversión privada y la construcción de nuevas construcciones arquitectónicamente homogéneas, modifica el paisaje histórico urbano, sin contemplar las posibilidades implícitas de su conservación, rehabilitación y reutilización.

La movilización social por su conservación, ha conllevado la inclusión de políticas proteccionistas en los nuevos planes de renovación urbana iniciados en el último decenio por grandes ciudades industriales. Pero como se ha podido comprobar a posteriori, no todos ellos generan iguales efectos sobre el espacio urbano más inmediato y sus potenciales usuarios.

Con la diversificación de orígenes de los tradicionales residentes de los barrios y ciudades de tradición industrial, contemplar cómo estos afectarán la reinterpretación del patrimonio industrial se hace necesario, par mantener su presencia dentro de la trama urbana. El objetivo principal reside en transformar los nuevos usos y funcionalidad de los recintos industriales patrimoniales, en atractivos a las actividades diarias de todos los colectivos sociales.

Si no se consigue que todos los ciudadanos se sientan representados en las necesidades colectivas y posteriores soluciones, su capacidad de movilización y atracción para su conservación se perderá por desinterés (si el nuevo uso introducido en un espacio de patrimonio industrial no puede ser utilizado por todos; todos no se movilizarán en un futuro por conservarlo).

Si se consigue que el patrimonio industrial posea de nuevo un valor de uso y deje de ser un valor de cambio entre agentes urbanos, este perdurará en el futuro dentro del espacio urbano.

 

Notas

[1] Unos valores arquitectónicos, históricos, sociales y funcionales intrínsecos, que actúen como referencia a la memoria histórica de la colectividad.

[2] Teorías como las que se impulsan desde la Escuela de Bolonia, en la década de los años sesenta y setenta del siglo XX, dentro de la nueva Cultura de la Recuperación, siguiendo las ideas de arquitectos y urbanistas como Campos Venutti, Aymonimo, Rossi, Benévolo,…

[3] Centro de investigación creado en Gran Bretaña por el Council for British Archaeology, una organización educativa sin ánimo de lucro, que trabaja en el Reino Unido promoviendo que la población se involucre en la difusión del reconocimiento y valor de los espacios históricos, en beneficio de las generaciones futuras.

[4] Organización con más de  1800 miembros repartidos por todo el mundo,  interesada en preservar, interpretar y documentar el pasado industrial. Con anterioridad a su creación, en el año 1968, ya se asentaron las bases de la arqueología industrial en el ámbito local, con la creación de la Greater London Industrial Archaeology Society (GLIAS), con el objetivo de mantener vivo el pasado industrial de la ciudad de Londres.

[5] El TICCIH es hoy uno de los asesores del ICOMOS (International Council of Monuments and Sites), en la declaración de los lugares del mundo incluidos en la lista de espacios patrimoniales.

[6] Asociación de Arqueología industrial, Patrimonio cultural y natural de España. Se encarga de dar a conocer los diferentes proyectos existentes, de patrimonio industrial, tanto a nivel local, como nacional e internacional, y a poner en conocimiento de los ciudadanos los criterios de protección fijados por el Plan Nacional de Patrimonio Industrial

[7] Uno de los proyectos más importantes promovidos en los años noventa del siglo XX, es la realización del Inventario del Patrimonio Contemporáneo del Área Metropolitana de Barcelona. Patrimonio entre el cual se recogen por primera vez los vestigios industriales más distintivos.

[8] En el año 2000, aprobará el Plan de Patrimonio Industrial Español. Este es gestionado a través  del Instituto de Patrimonio Histórico Español por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales.

[9] Caso como el del “Grup de Patrimoni del Fórum Ribera-Besós”, formado por vecinos y especialistas en diversos ámbitos (geógrafos, arquitectos, historiadores, docentes,…), constituido para dar a conocer el Patrimonio Industrial del Poblenou y actuar en contra de su desaparición.

[10] Como ejemplo podemos tomar el caso del Poblenou barcelonés, uno de los barrios industriales más importantes del estado español e inmerso hoy en un amplio proceso de transformación bajo el proyecto del 22@.

En él, muchas de las antiguas fábricas han sido rehabilitadas como nuevos espacios para las oficinas y los laboratorios de I+D de empresas económicamente punteras en el mercado (Fotoprix S.A.; Retevisión S.A.; ECOTECNIA; Grupo Antonio Miró)

[11] Escasa representación del patrimonio industrial, si se tiene en cuenta que dentro del Plan de Patrimonio Industrial aprobado en el año 2000, por el Instituto de Patrimonio Histórico Español,  las comunidades autónomas españolas han reconocido la excepcionalidad de hasta 45 sitios de carácter  industrial.

[12] Datos extraídos de la Encuesta de condiciones de vida y hábitos de la población de Cataluña, realizada por el Instituto de Estadística de Cataluña y el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (ERMB).

 

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Referencia bibliográfica:

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