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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

CIUDADES DE TERRITORIOS METROPOLITANOS: HACIA UN CATÁLOGO DE PAISAJE DE GETAFE

Casilda Cabrerizo Sanz
Analista de Consultores de Administraciones Públicas-AFI
Doctorando en el Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid
ccabrerizo@afi.es


Ciudades de territorios metropolitanos: hacia un catálogo de paisaje de Getafe (Resumen)

Los entornos urbanos constituyen auténticas constelaciones ciudadanas muy complejas, donde las transformaciones físicas, ambientales, sociales y culturales se producen a ritmos muy rápidos. Este nuevo panorama, obliga a introducir nuevos parámetros a la hora de estudiar la Ciudad - así como en la forma de gestionarla-, incorporando fuentes cualitativas de alcance multidisciplinar y haciendo partícipes a todos los agentes sociales, económicos y administrativos que forman la constelación.

Los Catálogos de Paisaje Urbano, permiten identificar las características internas de los territorios, las dinámicas que los han gestado a lo largo de la historia, su estado actual y los procesos de cambio que les afectan. La aplicación de un modelo metodológico de catalogación en unidades de paisaje urbano en un municipio del sur metropolitano madrileño, Getafe,  ha arrojado interesantes resultados así como la necesidad de seguir profundizando en los nuevos métodos de análisis geográfico.

Palabras clave: Catálogos de paisaje urbano, territorios metropolitanos, gobernanza, participación ciudadana, percepción y prácticas sociales


Cities in metropolitan territories: towards a landscape catalogue of Getafe (Abstract)

Urban environments constitute really complex constellations of citizens, where the physical, environmental, social and cultural transformations take place at very rapid pace. This new panorama forces to introduce new parameters when studying the City - as well as in the methods of management-, incorporating qualitative sources of multidisciplinary scope and making all the social, economic and administrative agents that form the constellation participants.

The Catalogues of Urban Landscape allow to identify the internal characteristics of the territories, the dynamics that have helped them develop along history, their current condition and the processes of change that affect them. The application of a methodological model of cataloguing the territory in urban landscape units in Getafe, a town of the metropolitan south of Madrid, has thrown interesting results, and at the same time it has highlighted the need to continue penetrating the new methods of geographical analysis.

Key works: Catalogues of urban landscape, metropolitan territories, gobernanza, citizens participation, perception and social practices


Los cambios en las estructuras urbanas: renovación del pensamiento y de la praxis de la Geografía Urbana y de la planificación territorial

En el contexto actual de globalización, el territorio se ha convertido en un factor de desarrollo y de competitividad económica. En el ámbito urbano, las profundas transformaciones acaecidas, han situado a las ciudades en los verdaderos centros  de innovación y dinamismo económico, cambios que vienen acompañados de importantes transformaciones en los comportamientos y actitudes sociales. Este nuevo panorama, a abierto un amplio debate social, económico y político  sobre la gestión de los territorios urbanizados, que necesita de la incorporación de nuevas percepciones menos partidistas, así como de estructuras de gobierno más complejas en las que exista una mayor coordinación y cooperación entre los diferentes niveles administrativos y una más amplia participación social en la toma de decisiones, con el objeto de alcanzar modelos urbanos más habitables y acordes con las necesidades de los ciudadanos.

Paralelamente, y desde la academia, los estudios de geografía urbana avanzan desde los presupuestos más tradicionales hacia metodologías que permitan un acercamiento al conocimiento de estos territorios, multidisciplinares y “postmodernas”, incorporando los aspectos socio-culturales y la visión directa de los ciudadanos-usuarios del espacios urbano. El geógrafo así puede posicionarse e implicarse en la búsqueda de nuevos métodos que compatibilicen la “investigación y la acción”,  e introducirse como experto y asesor en los momentos o procesos participativos que buscan transformaciones del espacio urbano.

Los estudios de la ciudad desde la Geografía: nuevas ideas y conceptos

En Geografía, la reconstrucción de las ideas y los conceptos sobre los elementos de continuidad y de cambio ha conducido a una renovación del pensamiento desde los ochenta y a una interdisciplinariedad más profunda. Sigue exigiendo, como señala Ortega1 “comportamientos epistemológicos capaces de movilizar las plurales facultades del sujeto, y además el continuo ejercicio de sus aptitudes perceptivas y creativas”, demandas formativas para un geógrafo con “diversidad de mirada, diversidad de métodos y lenguajes”. Supone también reconocer la importancia de la práctica discursiva, del lenguaje y la narrativa, para incorporar a través de ellos no sólo instrumentos de análisis, y de comprensión de los hechos geográficos, sino también el reconocimiento de la subjetividad y contextualidad del investigador, de la relevancia de los valores estéticos y también de la ética. Y, en particular, ha significado recuperar otros dos elementos: la historia y el paisaje.

Los estudios sobre la ciudad desde la Geografía Regional a partir de la morfología son un exponente claro de la valoración conceptual de la historia y han producido fructíferas explicaciones sobre el origen y evolución del territorio en su largo proceso de urbanización. Desde la morfología del paisaje la historia adquiere un sentido especialmente valioso, es desde ésta que “sus elementos nos llegan desde el alba de la humanidad y se construye continuamente, se entrega al pensamiento geográfico a que sepa leerla, la descifre”2 y es a través de la historia como ello es posible.

La necesidad de aprehender la cambiante realidad exige buscar continuamente bebiendo de estas fuentes y de aquellas respuestas capacitadas y alternativas, buscando conocer nuevos medios para captar cambios. Es posible, que en el camino se estén cubriendo lagunas del propio pensamiento, y que también puedan producirse colonizaciones que, obviamente, pueden restar autonomía y especificidad a la propia disciplina pero la meta no está en la propia disciplina sino en la valía de su saber y para lograrlo éste debe avanzar y “alcanzar acuerdos a través de comunicación mutua”3

Desde la geografía y desde la morfología del paisaje se entiende la naturaleza de los lugares a partir del paisaje, un fenómeno arquitectónico y de planeamiento a la vez y contextualizado por la sociedad y la tecnología4, que narra cómo el mundo de las ideas ha ido conformando los paisajes modernos5. Supone entender el elemento visual, el paisaje, para reconstruir la historia cultural del territorio, entendiendo a su vez ésta cómo producto de la historia en toda su complejidad, contenedor de las ideas y contextos socio-económicos, de la situación tecnológica y de las estructuras del poder. Los estudios de la morfología y de la imagen de la ciudad6  han caminado cerca, aportándose conceptos y perspectivas mutuamente, pero dentro de análisis separados7. Y aunque el papel del diseño y el dibujo del paisaje, vía relaciones entre la percepción y el medio, han sido analizadas y situadas cómo elementos potenciadores del sentido del lugar, en Geografía, la visión morfológica que trasciende hacia la potenciación del lugar es bastante parca y reciente8. Esta  combinación es demasiado valiosa para avanzar por caminos de síntesis9  entre el análisis de la forma cómo elemento objetivable e historiado y el paisaje cómo contexto visual de la experiencia10.

Dentro de la finalidad del morfólogo de fijar la historia de la ciudad, documentarla11, la narración de la historia de los paisajes urbanos12, incluso de los más recientes y en formación, pasa inevitablemente por trabajar con ésta fuente de identidad que es la imagen urbana junto con otro elemento clave de la formación de identidades, el “lugar”, cómo ámbito de significaciones. El análisis del paisaje urbano es esencial para la comprensión del sentido del lugar. Morfología y percepción son la base de un estudio del paisaje cómo diseño urbano13.

 Paisaje y gobernanza urbana

El territorio es factor de desarrollo y de competitividad económica cuya gestión deben suponer un amplio debate social, económico y político  que incorpore todas las percepciones parciales, es decir, a través de un posicionamiento holístico. Una nueva cultura del territorio, que apueste por la creación de territorios inteligentes, que evite los excesos privados en beneficio de la colectividad y haga prevalecer los valores de la sostenibilidad, la eficiencia funcional y la equidad social14. He aquí la importancia de una acción de gobierno que integre todas las políticas que afectan al territorio, desarrollando nuevos instrumentos para una gestión territorial más amplia que facilite la coordinación vertical entre los distintos ámbitos competenciales de gobierno y entre éstos y los agentes sociales y económicos.

En este ámbito de la planificación estratégica surge el paisaje como fuente de conocimiento para desarrollar una ordenación sostenible del territorio. En los paisajes se concreta lo natural y lo cultural y permiten identificar los cambios recientes en los territorios. Los paisajes aparecen como la concreción de los espacios singulares que estructuran los territorios pero también como recurso patrimonial. Este doble sentido, implica la preservación de sus valores y la ordenación de sus dinámicas, pero no sólo de aquellos que son bellos sino también de los menos llamativos pues todos ellos son los lugares en donde se desarrolla la vida cotidiana de las personas15. Es por esto que el aspecto patrimonial del paisaje debe superar la concepción más clásica de patrimonio como elemento excepcional o histórico-artístico y acercarse a lo territorial y cultural, donde aparecen los comportamientos y vivencias, las prácticas sociales que le dan sentido. Entra así una de las cualidades más propia de los paisajes y su estudio, y es el de la percepción que cada individuo tiene de ellos y por ello cobran mayor importancia en la nueva forma de acercarse al territorio, tanto desde la academia como desde las políticas de ordenación territorial. Es esta profusión de elementos que congregan los paisajes – elementos territoriales, naturales, culturales y sociales, patrimoniales, visuales y perceptivos – lo que los convierte en unidades de trabajo completas pero también complejas, tanto para su estudio como para su gestión y, por tanto, implica también política complejas y metodologías participativas a construir, de todos los agentes sociales. Es lo que se denomina gobernanza y tiene, en este ámbito, una buena oportunidad de verdadera realización, no sólo para conservar o mejorar los paisajes existentes, también para crear los paisajes futuros, espacios de calidad para el uso y disfrute de las personas.

 La participación ciudadana en el urbanismo

El espacio posee cualidades sociales. Buena parte de la cotidianidad de las personas son las prácticas que desarrollan sobre el territorio, los usos sociales que hacen del espacio. El concepto de ciudadanía, se compone de “ser” y “estar”, y ambas nociones se expresan en un lugar, donde surge la idea de pertenencia identitaria y la de relación. Pero además, la ciudadanía no se entiende sin el derecho a tomar parte de las decisiones que le afectan, es decir, la participación en los asuntos públicos16. Si la participación política plena sólo se puede desarrollar en una realidad social vinculada a un espacio concreto, no cabe duda sobre la legitimidad de hacer partícipe a la ciudadanía de los procesos de planificación urbana, aunque para ello, hay que superar primero las trabas que bloquean la participación.

Los procesos de participación ciudadana son complejos, especialmente en el ámbito del urbanismo. Sin embargo es esa complejidad lo que los hace interesante, al igual que la diversidad social con toda su complejidad enriquece a las agrupaciones sociales. Alcanzar la ciudadanía plena supone tener la oportunidad de participar activamente para lograr satisfacer las propias necesidades como ciudadanos. Hoy día, parece asumida la importancia de la participación, y es algo compartido por todos los actores involucrados. Esto se debe a las presiones desde las instituciones supranacionales y a las nuevas orientaciones que valorizan cuestiones como la descentralización, la democratización, la gobernanza, la participación y la concertación. Es importante destacar que, todos los documentos básicos sobre políticas urbanas elaborados en las últimas décadas, señalan la necesidad de impulsar la participación ciudadana en la búsqueda de un urbanismo más sostenible. Sin embargo, la realidad sigue siendo otra. Para la mayoría de los políticos son un escollo, pues suelen buscar la ejecución de sus acciones de la manera rápida y simple sin interferencias externas. Incluso, cuando abren sus puertas a la ciudadanía, es sólo para lograr la mayor legitimidad a sus actuaciones.

La participación ciudadana en asuntos urbanos es importante, no sólo busca la transformación del territorio sino conseguir modelos urbanos alternativos a los actuales modelos insostenibles17. Los ciudadanos participan sin tener intereses económicos o especulativos, lo hacen para lograr espacios donde poder desarrollar sus prácticas y su cotidianidad de una forma cómoda y que les permita vivir mejor y con más calidad. Una idea básica es que nadie conoce mejor acerca de su ciudad o su entorno que el que la vive. Por lo tanto, un planeamiento que recoja información de abajo a arriba, tiene más posibilidades de acercarse a una realidad urbana más acorde con las necesidades de los ciudadanos.

Es por tanto necesario, encontrar metodologías para el estudio y la gestión del territorio urbano en las que la toma de decisiones no corresponda solamente a los planificadores y técnicos sino que sea una trabajo compartido entre los expertos y los ciudadanos que viven y crean dicho territorio. Las políticas de planificación territorial, al incorporar la participación ciudadana promueven un desarrollo más sostenible de ese territorio, facilita la disminución de los conflictos mediante  la “planificación mediante el debate”, favorece la educación territorial y medioambiental pero también la cívica,  ayudan a consolidar el sentido de ciudadanía y pertenencia a un territorio, impulsa iniciativas que dinamizan la economía y la vida social y, en definitiva, profundizan en la equidad social y natural de ese territorio y en su democratización

En este sentido, los catálogos de paisajes se confirman como instrumentos para la participación ciudadana. Reflejar las practicas sociales y percepciones de los ciudadanos que viven y experimentan estos espacios, para proponer intervenciones acordes con las expectativas de los usuarios de estos lugares, y para ello, es necesario hacerles partícipes en su creación. En metodologías participativas como los catálogos de paisaje, los presupuestos participativos o la elaboración de mapas verdes, la comprensión del espacio y del territorio es fundamental, surgiendo una buena relación entre conocimiento y acción18.  En ellos, se abre un amplio campo para la investigación en la geografía urbana, tomando parte activa en las distintas fases de ejecución de dichos proyectos, tanto en las de diagnóstico territorial y generación de cartografía, como en la transmisión de conocimientos y asesoramiento a los participantes. Las experiencias de la geografía ligadas al espacio subjetivo y a la geografía de la percepción, pueden también ayudar a que la participación ciudadana se convierta en un instrumento técnico de gran relevancia en los procesos de toma de decisiones19.

Las áreas metropolitanas: espacios ejemplares para la acción y la propuesta. El paisaje urbano de Getafe, propuesta metodológica y resumen de resultados (éxitos y  fracasos de su aplicación)

La metamorfosis urbana sigue renovando, indistintamente, las áreas consolidadas cómo los tejidos inconclusos y heterogéneos, cada vez más extensos, de la periferia, sin embargo, en las nuevas coordenadas espacio-temporales en las que se desenvuelve la ciudad contemporánea el protagonismo recae en esos dilatados bordes urbanos y su permanente y continuada conquista del territorio. La ciudad difusa se concreta en estos territorios urbanizados de las periferias, individualizándose por sus laxas ocupaciones dispersas, aisladas y en general poco densas, pero también se concentran paisajes y dinámicas propias de espacios periféricos que van madurando su configuración urbana densificándose por centralidad20.

La elevada complejidad de estos espacios metropolitanos, afectados por fuertes dinámicas físicas, sociales y políticas, requieren de una nueva planificación estratégica y de instrumentos útiles que incorporen parámetros más cualitativos que ayuden a comprender los cambios socio-culturales y económicos que, a  escala global, se están produciendo, y que tienen su reflejo más inmediato en las ciudades y en las formas de vida que en ellas se dan. A su vez, dificulta la búsqueda de metodologías de clasificación paisajística, un hecho que se confirma por la ausencia de las mismas dentro de las líneas de investigación y los actuales trabajos desarrollados en el campo del paisaje. Revisar las características y tipos de paisajes urbanos de las periferias de ciudades metropolitanas supone abordar uno de los exponentes más completos de las transformaciones sociales y territoriales generadas por las dinámicas de difusión urbana y de movilidad dominantes en la sociedad actual. Resulta un crisol de formas urbanas y paisajes en construcción que en estos tiempos vienen marcados por la estandarización con la uniformización de arquitecturas y paisajes que explicitan la normalización de modelos, modos de gestión y de vida de procesos y patrones internacionales21.

La elección de Getafe, una ciudad situada en la corona sur del área metropolitana de Madrid, para la puesta en marcha de una experiencia piloto de catalogación paisajística, responde a esa necesidad de enfrentarse a los espacios urbanos más complejos y cambiantes. Se trata de un territorio urbano muy dinámico, en continua transformación, que presenta importantes problemas de articulación territorial como consecuencia de unos procesos de crecimiento rápidos y poco planificados, y de unos rasgos funcionales que han marcado su configuración desde momentos históricos tempranos.   Nos encontramos ante un territorio fracturado por una serie de grandes ejes de comunicación viaria y férrea que no permiten la continuidad espacial, así como con unos elementos de carácter económico-funcional que, desde las primeras décadas del siglo XX, han condicionado las pautas de crecimiento urbano, reforzando la desarticulación. Las acciones políticas más actuales en el ámbito del urbanismo, no han podido, en la mayoría de los casos, minimizar este problema de discontinuidad territorial, muy al contrario, lo han intensificado, como queda patente al recorrer su término municipal y en la información obtenida a través de encuesta ciudadana, parte metodológica clave  en el proceso de elaboración del catálogo de paisaje urbano de Getafe. 

La búsqueda de la metodología, ha constituido una labor que ha requerido un gran  esfuerzo de reflexión y síntesis, para poder alcanzar los objetivos y requisitos que el catálogo, como instrumento para el conocimiento y la planificación urbana estratégica, debe contemplar. El catálogo debe ser un documento que conjugue información relevante sobre las características físicas del medio urbano, pero también sobre los procesos que lo han conformado históricamente y que le afectan en la actualidad. Además, debe incorporar información cualitativa sobre  percepciones y prácticas sociales de las personas que viven y usan ese territorio. La información contenida en él debe permitir la puesta en marcha de políticas sectoriales y de carácter más amplio, por lo que el acercamiento al territorio y la presentación de los datos debe realizarse a diferentes escalas, llamando la atención sobre las diferentes problemáticas detectadas. El proceso en su conjunto ha constado de tres fases, dos de ellas con un protagonismo casi completo del experto geógrafo y su acercamiento al territorio, y una tercera en la que el ciudadano-usuario ha jugado el papel clave aportando información sobre su percepción de los lugares que vive y las practicas que desarrolla en ellos, lo que ha permitido contrastar las conclusiones registradas por el geógrafo en las dos primeras fases.

La primera fase o FASE A, ha consistido en la identificación y caracterización de áreas con cierta coherencia interna y carácter propio, un proceso que crea piezas espaciales básicas (ámbitos territoriales), mediante un análisis interno de cada una y su comparación con las otras. Para ello, se han determinado elementos naturales, socio-culturales y visuales. Siempre que ha sido posible, se han usado atalayas que permiten panorámicas para la perfecta identificación de los elementos estructurales del paisaje.

En esta fase, se han identificado las tres grandes áreas que estructuran el territorio urbano de Getafe globalmente, la Ciudad, el Borde y el Entorno urbano, atendiendo a un criterio de relaciones funcionales. Para esta primera catalogación del territorio se ha seleccionado la escala 1:50.000 permitiendo la comprensión del espacio urbano de Getafe dentro de su marco territorial amplio, con el que existen fuertes relaciones y flujos continuos. Esta división en tres grandes ámbitos territoriales, ha generado un Mapa de Ámbitos Territoriales de Getafe.

El interés que ha suscitado el Borde urbano de Getafe, como la pieza básica a estudiar en territorios urbanizados de las grandes áreas metropolitanas, ha requerido su división en unidades territoriales, con vistas a permitir políticas de ordenación territorial local y supramunicipales, y dejar patente las debilidades (o fortalezas) de este gran espacio urbano. Se trata de un espacio que por su carácter periférico, construido o no, mal articulado y a menudo con funciones poco nítidas, plantea importantes problemáticas que necesariamente deben ser tenidas en cuenta a la hora de diseñar propuestas de actuación en el ámbito de la  planificación estratégica del territorio y de una correcta gestión ambiental de la ciudad.   La escala utilizada para esta propuesta de clasificación de los ámbitos territoriales del Borde urbano, ha sido 1:10.000, y el criterio que ha permitido su definición ha sido el uso del suelo. El producto cartográfico resultante de esta fase, es el Mapa de Unidades Territoriales de Getafe.

La segunda fase o FASE B permite, mediante la ampliación de la escala, identificar y describir porciones del territorio (unidades de paisaje) mediante su diferenciación o semejanza con otros paisajes. La identidad de una unidad de paisaje requiere el tratamiento de una serie de indicadores objetivos y subjetivos, que permitan un conocimiento completo de las formas y contenidos visuales y valorativos de cada porción de territorio, tales como los elementos estructurantes, la función y lo visual, los procesos de incidencia histórica y actual, sus valores y recursos y los espacios singulares y principales recorridos para la percepción. Se trata por tanto de un análisis interno pero que incorpora el método comparado para identificar semejanzas y diferencias con los paisajes adyacentes, y así poder marcar los límites de cada unidad. Esta tarea de delimitar se vuelve compleja en la ciudad, especialmente en aquellas con fuertes dinámicas y abundantes sustituciones, como es el caso que nos ocupa.

El resultado alcanzado en esta fase, es la generación de una capa cartográfica en la que se identifican y catalogan unidades de paisaje diferenciado que expresan las formas predominantes, los valores, las actividades y procesos que surgen de la organización del espacio urbano. La estrategia empleada es la del método comparativo que permite vislumbrar las semejanzas y diferencias entre los espacios que forman la estructura urbana global, introduciendo a la Historia como elemento explicativo de los fenómenos constituyentes. Como expresa Choay22, es realizar “un inventario de patrimonio territorial, representado y analizado en su dinámica histórica”, entendiendo el patrimonio territorial como el cultural (o construido) y natural de los lugares que forman parte de las actividades y los comportamientos que le dan sentido.

Para esta segunda catalogación del territorio urbano de Getafe, se ha seleccionado la escala 1:10.000, y los criterios que han permitido la identificación de las distintas unidades de paisaje urbano son históricos, morfológicos, funcionales, visuales, simbólicos, valorativos y prospectivos. Por tanto, se conjugan elementos objetivables que facilitan el conocimiento de la diversidad formal del patrimonio construido, y elementos subjetivables, que permiten la comprensión de los procesos, pasados, presentes y futuros, y de los valores del paisaje urbano de Getafe, de cara a su gestión y puesta en valor.

El procedimiento para la identificación y catalogación del territorio en unidades de paisaje urbano ha consistido en la descripción de cada una de las porciones, especificándose:

Las características internas;

El estado actual;

Las dinámicas que la han construido y que la transforman.

Para ello, se diseña una ficha lo suficientemente flexible para incorporar sin dificultad los aspectos más cualitativos que caracterizan a cada unidad. La ficha de unidad de paisaje incluye, en primer lugar, el nombre y la localización de la unidad dentro del conjunto urbano, su conectividad con el resto de la ciudad, y algunas características de la población que la habita.

A continuación, se abren cuatro apartados que contienen los aspectos descriptivos y organizadores del paisaje urbano.  En el primero de ellos, se tratan la estructura, la función y las características visuales de la unidad de paisaje, atendiendo a cuestiones como la trama urbana, los usos del suelo, las tipologías y volúmenes, y la amplitud visual. El segundo bloque, describe las actividades y procesos de incidencia histórica y actual que explican su conformación como unidad espacial urbana, y las dinámicas y tendencias que lo transforman. En el tercer apartado, se describen los valores y recursos detectados en la unidad, tanto los de relevancia patrimonial como de practicas sociales, las posibles afecciones urbanísticas, el nivel de equipamientos y la calidad ambiental. El último apartado describe espacios singulares y recorridos principales para su percepción.

La información reflejada en las fichas, debe servir para la realización de propuestas de actuación, bien dirigidas a la conservación, bien a su transformación, tendente a la mejora de la calidad paisajística y, por tanto de vida de los ciudadanos que habitan en ese espacio urbano. El producto cartográfico resultante de esta fase, es el Mapa de Unidades de Paisaje Urbano de Getafe, en el que se muestra la clasificación del territorio de Getafe en unidades de paisaje urbano agrupadas en base a un criterio cronológico que marca la evolución  histórica de crecimiento de la ciudad de Getafe.

La tercera fase o FASE C es el momento participativo, desarrollado a través de encuesta ciudadana. Tiene cierto carácter transversal, pues los datos obtenidos en esta fase deben servir para concretar los resultados de las fases previas, confrontando los datos recogidos por el experto con las aportaciones ciudadanas. La recogida de información ha sido realizada en los Centros Cívicos, y a pesar de que la muestra obtenida es reducida, en torno a las cuarenta encuestas, y siendo este estudio una primera aproximación epistemológica y metodológica a una catalogación en unidades de paisaje urbano de Getafe, este breve momento participativo no sólo aporta información cualitativa relevante y muy valiosa a los resultados, sino que confirma la necesidad de incorporar al ciudadano-usuario en la creación de nuevos instrumentos para la planificación estratégica territorial.

La encuesta se estructura en tres partes. La primera recoge datos personales del encuestado, con información sobre la edad, el lugar de nacimiento, el domicilio o el nivel de cualificación educativa, cuestiones todas ellas relevantes para la caracterización socio-demográfica de la muestra y para comprender las pautas de comportamiento. El segundo grupo de preguntas, se refiere a la percepción paisajística y de calidad de vida que los encuestados tienen sobre la ciudad y su entorno. Y el tercer bloque, va enfocado a obtener información sobre la percepción de los encuestados sobre la zona en la que vive y sobre sus prácticas sociales. En total dieciséis preguntas que nos acercan a la realidad urbana de Getafe y sus habitantes.

El diseño de encuesta elegido, ha permitido obtener datos sobre la percepción de los ciudadanos acerca del territorio y de algunas prácticas sociales, que corroboran la catalogación propuesta en la Fase A, es decir, los Ámbitos estructurantes y las Unidades Territoriales del Borde urbano. Sin embargo, no ha podido reflejar datos sobre los imaginarios y la valoración de los paisajes, lo que lleva a plantearse un rediseño de la misma, con el fin de obtener la máxima explotación de las señas de identidad y facilitar la definición de las unidades de paisaje. En este sentido, el diseño futuro de la encuesta, debe incorporar un mayor número de preguntas, tanto semi-estructuradas como abiertas, sobre lugares y sobre la propia unidad de paisaje, que permita enriquecer la cuestión de los imaginarios y facilite el reconocimiento del territorio en su conjunto. Del mismo modo, la incorporación de imágenes en la encuesta, ayudaría a la identificación de elementos simbólicos y la valoración paisajística de los encuestados. Así mismo, no se descarta la sustitución o complementación de la encuesta por la entrevista personal, mucho más rica en sus resultados.

A pesar de todo, los resultados son satisfactorios, y han permitido constatar aspectos muy relevantes sobre el territorio de Getafe, tales como el carácter efímero de los paisajes, el desconocimiento que los ciudadanos tiene de buena parte del territorio, la percepción de vivir en un espacio con graves problemas de articulación y conectividad que se refleja en cuestiones de identidad  y pertenencia al lugar, o las preferencias acerca de las tipologías urbanas, que dividen a la población entre los que se decantan por la ciudad dispersa y “clorofílica”, y los que prefieren la ciudad compacta, con servicios y comercios accesibles.

El lugar elegido para la realización de las encuestas ha sido el Centro Cívico, espacios sociales de gran significación en la Ciudad de Getafe. En Getafe existe un total de ocho Centros Cívicos, uno por barrio excepto en los Barrios de Centro y San Isidro que lo comparten. Los Centros Cívicos son equipamientos de proximidad, es decir, espacios polivalentes que prestan servicios integrados de carácter educativo, cultural, social, deportivos, de atención al ciudadano y de participación, que llevan funcionando en la Ciudad más de 20 años, durante los cuales, han ido aumentando sus funciones hasta convertirse en lugares clave para la vida de muchos ciudadanos, siendo referentes a nivel nacional en lo que a espacios urbanos de proximidad se refiere. La amplia gama de actividades y procesos de participación que se desarrollan en ellos, se integran en tres grandes programas, que son Formación Cívico Vecinal, Acción Cultural en Barrios y Promoción de la Participación, dirigidos por personal administrativo y un elevado número de voluntarios que prestan su colaboración al desarrollo de los diferentes programas. Son diez las Delegaciones municipales, más algunos Servicios y Departamentos, que aproximan sus programas a los barrios a través de los Centros Cívicos, entre ellos Acción en Barrios, Presupuesto Participativo y Participación Ciudadana, haciendo de estos lugares verdaderos centros para el encuentro y la participación social de los getafenses.  Desde que se desarrolla el proceso de Presupuesto participativo en Getafe, los Centros Cívicos son los lugares donde se celebran las Asambleas de Barrio, así como las sesiones de votación de las propuestas. Además, en el marco de las políticas de proximidad del Gobierno municipal, en los Centros Cívicos de los barrios de Bercial, Getafe Norte, Sector III y Perales del Río, se ha habilitado un Servicio de Atención al Ciudadano, con el objeto de acercar y facilitar gestiones y trámites administrativos. Los Centro Cívicos son también sede de muchas de las asociaciones vecinales y sectoriales de Getafe.

 Conclusiones

De la metodología descrita y aplicada en Getafe, se extraen tres aportaciones relevantes. En primer lugar, la acertada identificación del Entorno urbano de Getafe como el gran ámbito metropolitano en el que se inserta, y con el que tiene fuertes flujos y relaciones. Esta catalogación, permite llamar la atención sobre la necesidad de políticas coordinadas entre los diferentes gobiernos locales que constituyen la gran conurbación madrileña, y entre los distintos niveles de poder, con el fin de lograr una ordenación coherente y coordinada de este gran ámbito territorial.

Por otro lado, la propuesta de clasificación descrita en este estudio, ha permitido destacar la importancia de los espacios periféricos y de borde, tanto los construidos como los libres,  como las piezas básicas a estudiar en los territorios metropolitanos. Es en ellos, donde los responsables de la planificación territorial tienen la oportunidad de desarrollar acciones dirigidas a minimizar los males que afectan a estos espacios metropolitanos y de gran dinamismo, y así lograr la creación de ciudades más sostenibles y acordes con las necesidades de las personas que las habitan. Es un espacio propicio para la propuesta y la gobernanza, es decir, un lugar para la entrada a la participación ciudadana real. En este sentido, la puesta en práctica en este estudio de un momento de participación ciudadana, no sólo ha arrojado interesantes resultados de cara a la confirmación de la clasificación en unidades de paisaje propuesta por el investigador, sino que corrobora la necesaria incorporación de la ciudadanía en los estudios urbanos y en las políticas de planificación territorial. El método utilizado, ha sido la encuesta. El nivel de satisfacción de sus resultados, es alto. Sin embargo, su diseño ha dejado sin resolver cuestiones tan revelantes en un catálogo de paisaje urbano como los imaginarios de los ciudadanos, es decir, sus gustos e ideales, o un mayor reconocimiento de las propias unidades de paisaje urbano identificadas por el investigador. A partir de éstas se ha de recabar y cotejar la ciudad imaginaria y las aspiraciones de la colectividad para avanzar en el diseño de un proyecto de territorio y de ciudad. De este modo, la identificación y caracterización de los paisajes de cada ámbito territorial crea unidades de paisaje, piezas básicas para una nueva política sostenible.

No obstante, han permitido constatar aspectos significativos del territorio de Getafe, como su fragmentación, percepciones sobre los paisajes urbanos más característicos de la ciudad y modos de vida ligados a ellos, y señas de identidad. Su carácter experimental y como prueba piloto, señala la pertinencia del rediseño de la encuesta, así como la consideración de incorporar métodos más eficientes como son las entrevistas personales o mesas de trabajo ciudadanas.

Y en tercer lugar, el Catálogo de paisaje de Getafe confirma la necesidad de contemplar la perspectiva social y cultural para enfrentar los cambios territoriales que la contemporaneidad depara. Los cambios en el modelo territorial y urbano obligan a plantear en nuevos términos la ciudad anteponiendo la perspectiva social y cultural al afrontar los grandes temas que conforman su evolución reciente, conservación- protección frente a renovación, concentración (modelo de la ciudad europea) frente a dispersión (modelo de la ciudad norteamericana), multifuncionalidad frente a especialización y segregación frente a integración. En este contexto,  es necesario  acercarse al análisis de la ciudad con una perspectiva diferente que suelde una visión única del territorio. Una cultura del territorio para todo el territorio, tramas viejas, maduras y emergentes. El reto de la sociedad actual es identificar y clasificar su patrimonio heredado incluidas las manifestaciones de las nuevas tendencias que se apuntan, como formas de habitar que en estos tiempos demandan parámetros nuevos de estudio, dónde insertar la riqueza de la tradición local que en cada territorio responde a soluciones innovadoras23.

Notas

1 Ortega, 1987

2 Pinchemel, 1988

3 Gómez Mendoza, 1986

4 Relph 1976

5 Rodríguez, 2005

6 Carter, 1981

7 Lynch, 1972

8 Price, 1964

9 Vilagrasa, 1990

10 Lowenthal, 1975

11 Conzen, 1978

12 Relph 1976

13 Rodríguez Chumillas, 2005

14 Manifiesto por una Nueva Cultura del Territorio, VVAA

15 Mata y Fernández, 2003

16 Alguacil, 2004

17 Martínez López, 2003

18 Martínez López, 2002

19 Vicent Boira, 2000

20 Rodríguez Chumillas, 2007 (a)

21 Rodríguez Chumillas, 2007 (a)

22 Choay, 2007

23 Rodríguez Chumillas, 2007 (b)

Bibliografía

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