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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

LOS PROBLEMAS PATRIMONIALES DE LA GEOGRAFÍA URBANA Y EL AGOTAMIENTO DEL MODELO DE DESARROLLO Y DEL ESTADO

Rubén Cantú Chapa
CIIEMAD-IPN-México[1]
rcantuch@yahoo.com

Los problemas patrimoniales de la geografía urbana y el agotamiento del modelo de desarrollo y del estado (Resumen)

Los cambios del mundo se manifiestan en el desarrollo de cada ciencia. Sucede con La Geografía y las Ciencias Sociales y también con el urbanismo. La interdisciplinaridad de la economía y la política en la geografía urbana, confluye en la cuestión ambiental y muestran los diversos problemas patrimoniales. La disyuntiva de la destrucción y/o conservación de los patrimonios que están en el marco de presiones de los cambios en el régimen de propiedad, que exige la competencia del la globalización neoliberal, pone al descubierto la in-sustentabilidad de los sistemas nacionales y se exhiben en áreas urbanas específicas de la ciudad. En el Centro Histórico se expresan las cuestiones patrimoniales tanto de índole histórico cultural de identidad nacional como el patrimonio de los bienes nacionales entre los que destacan los recursos naturales y los energéticos. Todo esto como resultado del agotamiento del modelo de desarrollo y de los Estado nacionales.

Palabras clave: Interdisciplinaridad, problemas patrimoniales, centro histórico

The patrimonial problems of the urban geography and the depletion of the model of development and of the state (Abstract)

The changes of the world demonstrate in the development of every science. It happens with The Geography and the Social Sciences and also with the urbanism. The interdiscipli-naridad of the economy and the politics in the urban geography, comes together in the environmental question and they show the diverse patrimonial problems. The dilemma of the destruction y/o conservation of the patrimonies that are in the frame of pressures of the changes in the regime of property, which demands the competition of the globalization neoliberal, it puts to the overdraft the in-sustentabilidad of the national systems and they show themselves in urban specific areas of the city. In the Historical Center they express the patrimonial questions to themselves so much of nature historically culturally of national identity as the patrimony of the national goods between which stand out the natural resources and the energetic ones. All that results of the depletion of the model of development and the National State.

Key words: Interdisciplinaridad, patrimonial problems, historical center

Los espacios patrimoniales de la geografía urbana, relacionados con los valores históricos y con referencias de identidad regional y/o nacional no son ajenos a los cambios presentados en la economía, la política y las prácticas sociales; de estas determinaciones dependen sus existencias, acciones e imágenes citadinas. Tampoco le son extraños estas variables a los bienes patrimoniales nacionales concernientes a los recursos energéticos naturales, del suelo y subsuelo como el petróleo, la minería, el agua y la energía eléctrica, signados de manera categórica como propiedades de la nación, intransferible, inembargables e imprescriptibles en la Constitución Mexicana promulgada en 1917.

Los diversos patrimonios están ante la disyuntiva de la destrucción y/o la conservación, como lo indica la Sección prevista del Coloquio en el que se presenta esta comunicación, a diez años de severos cambios en el mundo, y de los que la geografía y las ciencias sociales dan cuenta una y otra vez. Una complejidad que resulta de la relación entre el Estado y el Derecho, así como la propiedad de los mismos con implicaciones inobjetables en la problemática de la sostenibilidad del medio ambiente, esto es, en el medio circundado por lo urbano y/o la región, y el ambiente determinados por la lógica del mercado por un lado, y por el otro, por la diversidad de los movimientos sociales.

El tema de los bienes patrimoniales de los recursos naturales y energéticos, propiedad de la nación, sería motivo de otros estudios de gran interés, debido a que están en el “ojo del huracán” de los grandes problemas que ahora se debaten en México y también en no pocas naciones del mundo en el ámbito de la severa globalización de la economía, la política y las prácticas sociales. Discusión que no sólo se ventila en las instancias legislativas encargadas de legalizar una u otra acción, sino que su legitimación sólo será factible si las clases y sectores sociales, en una palabra, la sociedad civil, impiden las formas de destrucción o avalan la conservación de los bienes patrimoniales, como en los últimos tiempos se debate en México y en numerosos países del mundo.

 Nos referimos ahora, a los problemas patrimoniales de la geografía urbana en el Centro Histórico de la Ciudad de México, línea de investigación de vastos análisis en el marco del agotamiento del modelo de desarrollo de más de siete décadas, así como a la crisis de legitimación del Estado relacionado con una de las actividades desarrolladas en los últimos años: los problemas económicos y políticos que se expresan en el lugar una y otra vez durante más de tres décadas. No menos importante en la problemática de ese espacio patrimonial es el que resulta de la degradación de los espacios abiertos y cerrados que produce la actividad terciaria de la economía informal en las aceras y calles del Centro Histórico, hechos que producen una depredación en el patrimonio urbano-arquitectónico de numerosos edificios del lugar[2]. Las propuesta alternas de utilizar los edificios históricos patrimoniales para actividades académicas con las instituciones públicas de enseñanza superior, como lo fueron durante décadas y siglos, podría dar mayor movilidad social al área y vida propia, asimismo, aunar la era de la información al espacio urbano arquitectónico del Centro Histórico que protagoniza los grandes problemas sociales del país.

Breves antecedentes

El modelo de desarrollo económico y el pacto político de nación en México fue determinado por la Carta Magna promulgada por los Constituyentes de 1917, situación que duró más de siete décadas y cuyo agotamiento impactó sustancialmente en el patrimonio cultural de identidad nacional del Centro Histórico de la Ciudad de México. También dicha extenuación repercutió en el régimen de propiedad, ahora en debate, de los bienes patrimoniales de la nación mexicana relacionados con los energéticos, hechos que produjo vastas movilizaciones sociales como nunca antes había sucedido en la historia contemporánea del país.

Sin embargo, ambos acontecimientos, la transferencia en la propiedad del patrimonio cultural de numerosas edificios del Centro Histórico como el debate relacionado con la tenencia del patrimonio de los bienes nacionales de los recursos naturales, tienen como escenario el Centro Histórico de la Ciudad de México. Esto es, una vez más y a lo largo de más de tres décadas, el Centro Histórico protagoniza nuevamente los grandes problemas nacionales, como sitio histórico actor de las crisis económicas, políticas y sociales, además de su conversión en espacio crítico, debido a que exhibe la crisis del Estado y la que se presenta de este en su relación con la sociedad.

Puede señalarse que las mayores exhibiciones de crisis del Estado han sido en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En las entidades federativas, de manera similar, se han presentado de manera local sin afectar sustancialmente al resto de la nación, salvo las surgidas en varios Estados del sureste del país de gran repercusión en la República mexicana.[3]

Centro histórico patrimonial crítico

En el vasto espacio patrimonial y cultural del Centro Histórico de la ciudad de México se han presentado diversos acontecimientos en las últimas décadas que llaman la atención por sus significados y trascendencias en la vida de la nación. El lugar público de pertenencia ciudadana, que satisface determinadas necesidades sociales, adquirió diversos valores en común, que van desde lo cultural hasta el económico, pasando por el histórico, el patrimonial, el político y el social, no sin numerosas dificultades inherentes al ambiente sociourbano que generó la crisis de la globalización neoliberales en la que se encuentra inmerso el país. Ahí se desenvuelve un hecho histórico relacionado con la notable impugnación al sistema político y económico del Estado mexicano, mayor que los resultados electorales de 1988 o del 2006, de los que se han argumentado los fraudes cometidos, o de las diversas rebeliones y movimientos sociales aparecidas en el último tercio del siglo XX y lo que va del presente milenio. Aparece un Centro Histórico de carácter crítico en el entorno sociourbano cultural patrimonial de identidad nacional que protagoniza nuevos sucesos en la vida del país y en donde la actividad de la economía informal del sector terciario impacta sobre el patrimonio cultural, como problema social, a semejanza del que se presenta con los demás problemas que tiene tanto la metrópoli como el país mismo.

La problemática de lo que acontece en el Centro Histórico de la Ciudad de México emerge como la crisis urbana en el espacio central más antiguo de la capital del país. Se presenta como el lugar difícil de salvaguardarlo, de restaurarlo y rescatarlo, acorde a las recomendaciones de los organismos nacionales e internacionales, pues los numerosas construcciones patrimoniales e históricos no han tenido la debida atención para preservarlos como obras arquitectónicas de gran valor cultural, salvo la tercera parte de edificios remozados del casi millar y medio de los inmuebles[4]

La crisis patrimonial del Centro Histórico no es la ausencia de su restauración o la imposibilidad de su rescate y la salvaguarda del espacio urbano arquitectónico difícil de realizarlos mediante gestiones llevados con racionalidad. Tampoco el cambio “normal” de depositario de la historia y del pasado cultural de la ciudad y la nación, al surgimiento del ambiente sociourbano que protagoniza los problemas más agudos del país. La crisis del Centro Histórico se presenta al dejar de funcionar como espacio de dominio del Estado, lugar de los tres poderes además del poder económico, para desempeñar la misión crítica del propio Estado que de manera continua lleva más de tres décadas. Una crisis que cuestiona al urbanismo y demás disciplinas del conocimiento asentadas y materializadas en el Centro Histórico.

La cuestión del área central metropolitano se concibe también como el agravamiento de la vivienda histórica y de los edificios patrimoniales de largo período de existencia y limitado mantenimiento en la construcción. También por el desenvolvimiento de la actividad de la economía informal, denominada vendedores ambulantes, que deja en los espacios abiertos y cerrados vastos volúmenes de basura de desechos sólidos y líquidos en detrimento y conservación del patrimonio urbano-arquitectónico. Los problemas de restauración surgieron desde el gran impacto de los sismos de 1985 y por el descuido y desaseo en pleno Centro Histórico, debido a la toma de los espacios de las aceras y calles del lugar por los vendedores ambulantes derivados de la crisis de la economía y también con motivo de usos y costumbres de los habitantes de la ciudad que acuden al área histórica en los períodos de fechas tradicionales.

La imagen urbana que emerge en el Centro Histórico de la Ciudad de México al terminar el siglo, resultado del carácter que asumió recientemente, es la expresión de la crisis de relación entre el Estado mexicano y la sociedad civil y las numerosas formas como se presenta.  Aflora asimismo, la extendida polémica del área histórica de la metrópoli como la contraparte de la modernidad y la globalización económica en paralelo del proceso de urbanización mundializado del que nuestro país no es la excepción.

El área central de la ciudad no sólo protagoniza los grandes problemas nacionales y metropolitanos, su naturaleza se presenta como el renacimiento del Centro Histórico con el carácter crítico de la vida citadina de la capital del país, ante el agotamiento del modelo de desarrollo económico y político. Lo fue durante la Guerra de la Independencia de 1810, la Guerra de la Reforma de 1857, la Revolución Mexicana de 1910 y la consolidación del Estado mexicano durante la expropiación petrolera de 1938. Es también el resultado del resurgimiento de la sociedad civil que se manifiesta en el lugar una y otra vez, durante más de un tercio de siglo y aun continúa expresándose. A ello se le unen las cuestiones urbanas y regionales del país ante los problemas habitacionales, los servicios urbanos y el equipamiento metropolitano.

Desde el último tercio del siglo XX, el Centro Histórico de la Ciudad de México se ha caracterizado por ser el espacio urbano actor de la capital de las demandas sociales más sentidas, tanto de la metrópoli como de las diversas entidades federativas y de la nación. Ahí se ejerce el uso público de la razón, la legitimidad de los movimientos sociales y la crítica al orden establecido, como la mayor expresión local del ambiente sociourbano del lugar y la contraparte al deterioro del medio ambiente global que trajo consigo el neoliberalismo del sistema mundial.

En el sitio depositario de la historia, de gran valor patrimonial y cultural se han manifestado las vastas dificultades de la economía y la política. Es ahora y desde hace más de tres décadas, el Centro Histórico patrimonial donde surgió el ambiente crítico que enfrenta e impugna al sistema imperante. Así lo muestran los incesantes conflictos sociales ahí expuestos aunados al ambiente sociourbano, aparecido poco antes de terminar el milenio. El carácter de ambiente contestatario se revela como en ningún otro lugar de la ciudad, con singular impulso en épocas de crisis, por la historia que representa el espacio urbano de mayor identidad nacional, que estimula a la vez tanto la identidad de organización social como la política solidaria en los diversos movimientos sociales.

El carácter del ambiente patrimonial crítico forjado por las actividades reivindicativas y contestatarias en ascenso de la sociedad civil, extendió su impugnación a los diversos poderes de la nación; lo mismo al Poder Ejecutivo, como al Legislativo y al Judicial. La esencia protagónica del espacio patrimonial de las demandas sociales, de manera inédita, es un acontecimiento que forma parte de la historia y es el juicio censor permanente que las clases y sectores de la población hacen al Estado por más de tres décadas, pues no sólo describe la realidad, también la crea y la expresa, y a la vez la objeta. El escenario urbano arquitectónico testigo de la historia, es el lugar donde se realiza la vasta oposición e impugnación a las políticas de la administración pública cada vez más alejadas de la sociedad.

El Centro Histórico patrimonial recientemente de naturaleza contestaría puso al descubierto la in-sustentabilidad del sistema y la ineficiencia de la macroeconomía así como el deterioro de las políticas públicas del Estado mexicano. Su mayor protagonismo fue la exhibición de la carencia de legitimidad del Estado, pues los diversos poderes se alejan cada vez más de sus representados. Es, el Centro Histórico en los últimos tiempos, la revelación más grande de la crisis del Estado que raya en la ausencia de legitimidad, pues esta se expone en cada acto de protesta, en cada marcha y manifestación de ideas por las avenidas y calles de la ciudad. Ahí se expresó los resultados sociales derivados de la desregulación de la economía y la privatización de la mayor parte de las empresas estatales y la disminución sustancial del gasto social en sanidad y educación. Es el resultado del proyecto neoliberal de “reducir el Estado y privilegiar el mercado” e incrementar la dependencia del exterior, confiando en la inversión privada y en una globalización que desmanteló las instituciones públicas […] que resultó en una caída permanente de la tasa de crecimiento y del empleo[5].

El escenario más antiguo de la ciudad de México, se ha consagrado además como el espacio de valor ético al criticar las políticas económicas de marginación social, de desempleo y subempleo crónico, que obliga a millones de mexicanos a emigrar al país vecino de los Estados Unidos. La carga moral de idealismo que llevan las manifestaciones sociales muestra la relación de la ética con la política y el carácter político de las concentraciones sociales que asume el hecho histórico de expresión social[6]. La actividad social y política permanente durante más de tres décadas se sostiene en el principio de identidad nacional que posee el Centro Histórico aunado a las demandas sociales del empleo, seguridad pública y privada, servicios urbanos y vivienda.

El éxodo a la ciudad o a las grandes metrópolis ya no es la solución a la pobreza del campo, cada vez más generalizada en el país, es también la expresión de su crisis. Tampoco lo es la emigración al vecino país del norte, resabio de la crisis permanente del sistema y en las últimas décadas, acelerada con la globalización neoliberal. Menos aun resuelven los problemas nacionales la tolerancia de los monopolios privados que evaden el pago de impuestos mientras se multiplica la pobreza en el campo y en la ciudad. Los ambientes sociourbanos que generan las dificultades de la economía y la política en los espacios de resistencia social, que tiene como escudo la historia, el patrimonio cultural y la identidad nacional del lugar, son las condiciones necesarias que configuran los Centros Históricos críticos como sucede en la Ciudad de México en el último tercio del siglo XX y lo que va del presente siglo.

La naturaleza del Centro Histórico va más allá de la contemplación y el predomino de la paz de la sociedad en la ciudad. Es, de reciente creación, el lugar de lucha social de protestas y demandas de solución a los grandes problemas del desempleo, contra la carestía de la vida y el derecho a la ciudad, así como la necesidad de forjar la ciudad del derecho. Ahí se ejerce, no sin numerosas batallas sociales, el uso público de la razón, la legitimidad de los movimientos sociales y la crítica al orden establecido. Cada vez más es el ágora pública del Zócalo del Centro Histórico de opinión y discusión, pues la reflexión está inspirada en la tradición de las luchas sociales y en la memoria histórica de la sociedad, a pesar de las décadas de aparente pasividad. Es también, el Centro Histórico, más que la otra cruzada o campaña cívica, el proyecto urbano pocas veces concebido entre la sociedad civil y su entorno metropolitano de autogobierno citadino en perspectiva de proyección nacional.

 

Figura 1. Problemas patrimoniales del Centro Histórico derivados de los problemas de la economía: el desempleo y subempleo. Foto del Zócalo del Centro Histórico

Cortesía del Periódico Excelsior al autor en 1988.

 

Desde la aparición del Centro Histórico como tal, dio muestras de su carácter como espacio urbano crítico y se explayó en todas las formaciones sociales existentes, pues llevó implícito el lugar de las contradicciones sociales y del propio Estado. A cada avance de la historia de la sociedad el sitio histórico central protagonizaba nuevos hechos al matizar el lugar más que la armonía sociedad-territorio, el conflicto en sus múltiples y variadas formas.

El sistema imperante que dejó de atender a los sectores y clases sociales mayoritarias del país, para abrir más la brecha a las grandes desigualdades en la población, es ahora negado en el espacio de gran valor patrimonial, cultural y depositario de la historia, el Centro Histórico. Este espacio atestigua su carácter crítico al objetarse ahí las políticas económicas y las prácticas políticas desde el último tercio del siglo XX.

La crisis de la ciudad de México y la función crítica del Centro Histórico es también la crisis del trabajo[7]; es también el agotamiento del modelo de desarrollo de un sistema productivo que opera con grandes dificultades de sobreproducción que al abarrotar el mercado sin la salida correspondiente en el consumo, surge una reducción de la ganancia de las empresas que repercute en la extensión del desempleo y subempleo del que se desencadena múltiples efectos, cuyo escenario es la ciudad ampliado al campo y la región. El deterioro del sistema es el deterioro de las relaciones productivas en el que la parte más débil, el trabajo, es el que sucumbe antes que el capital, no sin mostrar en los espacios productivos, de consumo y circulación la irregularidad del sistema, de su medio natural, el medio urbano y el ambiente social en problemas.

El Centro Histórico de la Ciudad de México ha sido el espacio urbano crítico de los actos y actitudes antidemocráticas de los órganos del Estado, de todas las campañas negras y guerras sucias promovidas en las décadas pasadas y presentes. Ha protagonizado todas las luchas sociales de la historia de México. Ha reivindicado las demandas sociales más sentidas de la población del país y ha escrito en sus páginas los problemas nacionales más amplios.

La contradicción del proceso colectivo de gestión del consumo y el carácter privado de esos medios de consumo y sus agentes, está presente en el carácter crítico del espacio urbano y particularmente en el Centro Histórico. La crisis de ciudad se expresa con los diversos movimientos sociales urbanos[8]. Las principales contradicciones del desarrollo urbano van en detrimento de los sectores sociales desprotegidos y mayoritarios tienen como resultado la aparición del medio ambiente sociourbano crítico, hecho que se desenvuelve con mayor incidencia en el centro Histórico de la Ciudad de México. Estas contradicciones tienen su origen en el carácter de las inversiones del capital, pues se realizan en pro de la rentabilidad y no de las necesidades sociales, además de la competencia anárquica de los agentes urbanos.

La respuesta a la apropiación privada del suelo urbano en contraposición al uso colectivo que demanda la sociedad urbana es la apropiación colectiva de los espacios abiertos en el medio ambiente histórico del espacio patrimonial del centro de la ciudad. La reproducción de las fuerzas productivas, la fuerza de trabajo en particular, que ya no garantiza la ciudad del capital, es la demanda central de los movimientos sociales urbanos en el Centro Histórico. Todo parece indicar que en la medida que aumenta la composición orgánica del capital, como una necesidad de las formas de acumulación en los espacios abiertos críticos de la ciudad, se incrementa también el medio ambiente sociourbano crítico.

Las condiciones de vida de los habitantes de la Ciudad de México, van desmejorando de manera acelerada, aunado al proceso de deterioro de ocupación del espacio citadino hace improductiva a la metrópoli. Por otro lado, la ciudad se paraliza con frecuencia y las obras de ingeniera urbana no logran rebasar ni menos superar la situación de estancamiento. El medio natural del Valle de México se redujo a su mínima expresión mientras el ambiente social sufre alteraciones hacia una mayor descomposición.

La dicotomía social y urbana en ascenso en la metrópoli y el país mismo, debido a las desigualdades regionales y citadinas es la contradictoria relación sociedad-territorio. En tanto la sociedad no se organice, tampoco se logra regular y ordenar el espacio urbano y regional. Es el quebranto de la existencia ciudadana, del sujeto urbano más que del objeto civil. Se expresa en el vasto desempleo y los bajos salarios de los que se derivan la inseguridad pública y privada y la preocupante disgregación social en ascenso. Se muestra en los problemas del transporte y la vialidad que complica el proceso productivo; en el alto índice de corrupción en la administración pública y privada y en una democracia que nunca logra consolidarse a pesar de los diversos medios de gestión y las numerosas formas de participación social.

La crisis también se manifiesta en el insuficiente equipamiento urbano relacionado con la educación, particularmente en la educación media y superior y en las deficiencias de la salud pública y los altos costos de la medicina privada, que repercuten todo ello en los términos de productividad de una metrópoli. El marco de la crisis lo completa, en rigor, la mutación del empleo que hace al hombre superfluo como nunca antes, fenómeno que se presenta desde hace más de dos décadas en nuestro país y en casi todas las naciones del mundo incluyendo la mayoría de las más desarrolladas[9].

La crisis del trabajo es agravado por la existencia de un sindicalismo deteriorado o corporatizado como acta de defunción del propio empleo. Es también lo que se refleja en el rompimiento metropolitano con la vasta segmentación y falto de funcionalidad del territorio de la urbe, como la misma segregación social que la constituye. El ambiente social-urbano motiva a la sociedad civil asumir su carácter contestatario que da cuenta de la situación en los espacios públicos y centrales de la ciudad, una y otra vez, en las últimas décadas del siglo pasado y continúa en el presente. Es luego, el surgimiento y permanencia ya, de un medio ambiente sociourbano crítico que tiene como sustento real en el protagonismo del Centro Histórico de la Ciudad de México, lugar de historia viva que registra y testimonia los problemas pasados y actuales de la nación. Las demás localidades del país, grandes y medianas hasta las más pequeñas, padecen en mayor o menor grado dificultades similares en la degradación del trabajo.

El protagonismo del Centro Histórico de la Ciudad de México durante varias décadas, desde el último tercio del siglo XX, transformó la función de objeto urbano historicista y esteticista a la misión y expresión de actor social de los grandes problemas del país y de la metrópoli[10]. Aparece cuando se enlazan la sociedad civil contestataria con el espacio urbano histórico, lugar donde se asienta gran parte del patrimonio histórico y donde se ubican las raíces culturales de identidad nacional. La conjunción de las acciones colectivas ciudadanas de los sectores y clases sociales damnificados del capitalismo con el Centro Histórico, hacen protagónico a este espacio de la ciudad como actor sociourbano en la vida política, económica y cultural de la metrópoli. Estamos ante la historia del centro histórico que es también la historia de las luchas sociales, esto es, de la lucha de clases, parafraseando a los clásicos de la crítica a la economía política del siglo XIX.

No se concibe la consumación de La Independencia en 1821, ni las Leyes de la Reforma en 1857 para el surgimiento de la República, o La Revolución Mexicana mediante la promulgación de la Carta Magna en 1917 que consolida la nacionalidad, sin los espacios urbanos de los Centros Históricos de la Ciudad de México y demás metrópolis del país donde fueron proclamados los grandes cambios. Tampoco se entienden los diversos movimientos sociales contestatarios o los actos de soberanía nacional como la Expropiación del Petróleo o la Nacionalización de las compañías de Luz y Fuerza Motriz, sin los espacios urbanos donde se llevaron a cabo. Todas esas grandes epopeyas de la historia de la vida nacional no existían antes del Centro Histórico y este inicia su historia con la defensa del espacio creado por los aztecas en la antigua Tenochtitlán. Su origen es de lucha y así lo es durante toda la historia de la nación mexicana hasta nuestros días.

La utilización intensiva de la ciudad por parte del capital en incesante competencia sin racionalidad social trae como resultado un incremento en las contradicciones de la vida urbana, máxime cuando la administración urbana se somete a los intereses de aquel. Un estado que aparece como gestor responsable del equipamiento colectivo y ubicado su administración política en el Centro Histórico o aledaño a este, obliga a los sectores y clases sociales a demandar en ese espacio la solución de las demandas sociales.

La problemática ambiental crítica

No se comprende el Centro Histórico sin el ambiente sociopolítico y urbano que creó el movimiento estudiantil popular de 1968. Tampoco de las grandes y permanentes marchas y mítines a partir de las décadas de los ochentas a la fecha. O de la ruptura del partido de Estado en 1988 y su desplazamiento del poder político en el año 2000 a pesar de continuar durante los años del nuevo siglo con las políticas neoliberales. Menos aún se concibe el espacio central de la ciudad, en su carácter y ambiente crítico, al subrayar las manifestaciones de la sociedad civil en el sitio, la pérdida de legitimidad del estado de Derecho y de los organismos que lo respaldan como resultado de las elecciones del 2006[11]. El Centro Histórico es malogrado por la realidad y las políticas públicas. Sin embargo, crea una realidad paralela medioambiental socio urbano mediante el protagonismo político y social derivado de la crisis que lleva varias décadas.

De manera similar se puede parafrasear del concepto Medio Ambiente, puesto que es depredado por la realidad neoliberal y las políticas públicas. Se creó una realidad paralela a la que concibe el Estado etc. El problema ambiental va desde el impacto del maquinismo y las nuevas tecnologías sobre el medio natural y lo construido por el hombre hasta el deterioro y agravamiento de las condiciones de vida de la sociedad, la segregación de las clases sociales y la destrucción masiva  de las sociedades superfluas. La destrucción ambiental es la misma que hubo con la destrucción social que produjo el modelo económico contemporáneo[12]

Las políticas urbanas necesariamente tienen que cambiar de rumbo o los riesgos de existencia no sólo serían para el “hombre superfluo” del sistema capitalista, sino para el sistema mismo. La crisis del trabajo es el mayor fundamento de todos los problemas de la vida urbana. Es la que se expresa con los altos costos en la atención de la salud, la educación, el transporte y demás servicios citadinos, la que ha convertido al ser social en el hombre superfluo[13].  Creó un medio ambiente acrecentado más allá de las cuestiones de la contaminación, del deterioro y agravamiento de la vivienda y el equipamiento urbano, del quebranto del patrimonio cultural urbano arquitectónico de los centros históricos de la metrópoli y las delegaciones y municipios conurbados a la Ciudad de México. Esto es, un medio ambiente sociourbano que tiene su expresión crítica en determinados sitios y espacios de la ciudad como el que se exterioriza social y políticamente con las marchas y manifestaciones en el Centro Histórico de la capital del país, o en el ámbito de la economía con el comercio ambulante. La imagen urbana de hace más de dos décadas hacen de este Centro patrimonial el espacio urbano crítico como los propios sectores y clases sociales que ahí se asienten. Es un espacio central metropolitano censor por el carácter protagónico que adquirió como escenario de los grandes problemas sociales, políticos y económicos del país, mediante manifestaciones y lugar del subempleo y de vendedores ambulantes, que muestra su naturaleza de actor de los problemas nacionales. Que además de museo urbano arquitectónico habitado, que lo mantiene vivo, protagoniza el impacto social de las crisis económicas, sociales y políticas como los grandes acontecimientos derivados de las contiendas electorales y pos-electorales.

El deterioro medio ambiental socio urbano tiene su origen en la otra cara del desarrollo capital relacionado con alto incremento de la productividad que genera la plusvalía relativa que reduce la jornada de trabajo que padece la sociedad: el derivado de los problemas del trabajo en el marco general del proceso productivo. La subordinación del trabajo al capital desde el surgimiento de este como sistema en la historia contemporánea, es la que se expresa en la ciudad. Una sumisión que no desaparece pero que tampoco la pueden suprimir, pues la condición de existencia del capital, necesariamente es la presencia y permanencia de su contraparte el trabajo. En determinadas circunstancias de organización gremial, el trabajo está en posición de reivindicar su hegemonía, no sin una lucha previa de independencia.

El mayor testimonio y escenario de esa lucha constante por su emancipación es el Centro Histórico. La consideración sobre el Centro Histórico llevó a criterios mercantiles con elogios propios que contrastan con la realidad del lugar. La relación entre el hombre y el espacio y la organización social que en torno a él se construyó está en serias dificultades con antagonismos constantes al límite de la ruptura.

La realidad de la ciudad de México es la existencia de una metrópoli crítica, particularmente el Centro Histórico, como problemas patrimoniales de la geografía urbana. Aquí se expresa el medio ambiente sociourbano en crisis, que en realidad es la crisis del trabajo debido al medio ambiente contestatario que ahí surgió y producto del proceso laboral. Es el problema de la desigual e irracional apropiación del producto social del trabajo, un producto que tiene un valor de uso pero sin correspondencia con el valor de cambio.

 

Figura 2. Problemas patrimoniales del Centro Histórico derivados de los problemas políticos. Cuestionamientos a las elecciones de 2006

Fuente: www.amlo.org.mx

 

La crisis del medio ambiente es la crisis en la relación entre el hombre y la naturaleza. Es la crisis del trabajo. Es la dificultad en el vínculo entre el hombre con el que entra en dificultad durante el valor de cambio. La crisis del medio ambiente, la del trabajo, se expresa tanto en la fase inicial de producción como en la final del consumo en el marco del proceso productivo general.

Desde su creación y posterior desenvolvimiento, el Centro Histórico reflejó las contradicciones de su entorno urbano y la de sus propios creadores. Una ciudad que creció mediante el sometimiento del campo y su extensión territorial la hizo sobre las diversas formas de propiedad del suelo agrario para no regresar jamás a la actividad primaria de producción como forma de existencia fundamental. Terminó con el paisaje rural y las formas naturales de circulación y almacenamiento del agua, las que fueron cubiertas por las avenidas donde habrían de transitar tanto los automotores como el habitante de la ciudad. A cada propuesta de cambio o modificación del territorio para atender el crecimiento y las nuevas necesidades de la población aparecía el cuestionamiento a los forjadores anteriores.

La ciudad de México surgió como espacio fiscalizador de lo que había en el Valle de Anáhuac y su crecimiento modificó el medio ambiente por períodos variados de tiempo de los sectores y clases sociales que lo habitaron. Su esencia crítica lo ha sido con el medio natural como con el ambiente social, político y económico de la vida urbana. Sin embargo, no todos los lugares de la ciudad tuvieron similares medio ambiente crítico en la relación sociedad territorio. Fue indistinto, pero se condensó el carácter crítico o censor, en las superficies de producción, circulación y consumo, destacando por su juicio y quehacer protagónico en lugares como el Centro Histórico.

El Centro Histórico y el medio ambiente sociourbano ahí creado, dan cuenta del juicio que en el lugar la sociedad expresa y del protagonismo que adquirió desde el último tercio del siglo XX, particularmente de las dos últimas décadas. La propia existencia de este espacio central de la ciudad le permitió ser el testimonio histórico así como de las transformaciones que ocurren en la sociedad y en el Estado.

La genuina misión social que asumió el Centro Histórico al finalizar el siglo pasado y continuar en el XXI, radicó en su conversión de espacio urbano donde asienta la mayor parte de su patrimonio cultural e histórico, a espacio protagónico de los grandes problemas económicos y políticos del país. El sitio de la ciudad de mayores referencias de identidad nacional urbano arquitectónicos, tomó la función de ser el lugar donde se ejerce la crítica a lo establecido. Asimismo, el Centro Histórico testifica lo que sucede en la nación y donde los sectores y clases sociales manifiestan una y otra vez su decisión de no renuncien a su condición de clase. Ahí se reafirma la historicidad del lugar con la historia propia de la sociedad actual en constante movilidad y movilización. Es además, un espacio crítico donde la sociedad civil expresa las reflexiones contestatarias y el análisis de juicio a las contradictorias relaciones sociales.

El Centro Histórico y el espacio metropolitano que lo rodea, son también criticadas por las dimensiones adquiridas y las formas de existencia y expresiones sociales, así como por la configuración físico espacial que alcanzaron desde su creación. A la vez, centro y entorno metropolitano muestran y lanzan la crítica porque su esencia es contradictoria y así se desenvuelven permanentemente.

El Centro Histórico no es independiente de la sociedad, es la sociedad misma y es su expresión y dimensión material histórica. Protagoniza el proceso histórico en el ámbito territorial que le corresponde y como espacio urbano, lo es con la sociedad y/o lo que el Estado le asigne. El urbanismo no es la meta última de la realidad citadina. Es sólo un medio para el ordenamiento y la existencia social en la ciudad.

Conclusiones

Los problemas patrimoniales de la geografía urbana están relacionados con las dificultades del Estado, cuyo agotamiento data desde el último tercio del siglo XX con cambios correspondientes a los producidos en la economía, las prácticas políticas y sociales . Esto es desde la gran crisis del liberalismo presentados en numerosos países de los cuales el nuestro no fue la excepción. Esa crisis fue la del año 1968 y exhibida tanto en México como en la ciudad de París, Praga entre otros.

El espacio patrimonial del Centro Histórico reafirma su carácter histórico al adquirir la connotación protagónica de los grandes problemas sociales del país y al asumir la función de señalar y advertir al Estado que ahí ha sido cuestionado desde la crisis de los años 1968-1971 y que deberá asumir su papel de vanguardia de los intereses nacionales e impulsar el real desarrollo que incluya a los sectores sociales más afectados por los cambios en el rumbo fijado por los Constituyentes de 1917.

Los patrimonios de la geografía urbana del Centro Histórico como el patrimonio de los bienes propiedad de la nación están ligados de manera natural como natural ha sido su demandas en el espacio corazón y cerebro de la nación del propio Centro Histórico de la Ciudad de México.

 

Notas

[1] Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD-IPN-MÉXICO).

[2] En la Ciudad de México se generan alrededor de 12,500 toneladas diarias de basura de las cuales el Centro Histórico contribuye con 1,452 toneladas diarias, con lo cual se podría llenar una cancha de futbol.  Mas de 350,000 vehículos transitan diariamente por el Centro Histórico, aunque 125,000 lo tienen como destino. Datos proporcionados por Ana Lilia Cepeda de León, directora general del Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México. http://www.protocolo.com.mx/articulos.php?id_sec=2&id_art=921&id_ejemplar=14.              

[3] El levantamiento de insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a mediados de la década de los años 90s, de gran influencia nacional e internacional, fue quizá una de las mayores crisis que tuvo el Estado Mexicano del que todavía no existe solución alguna, pues las demandas sociales, particularmente del Estado de Chiapas aun siguen latentes. Aunada a esta crisis, hubo las surgidas con motivo de las elecciones presidenciales de los años 1988 y recientemente en el año 2006, última crisis política no resuelta, que junto con el problema de la reforma energética y otras de los sistemas de seguridad social, tienen al país en condiciones de mayor agotamiento del Estado, todas ellas relacionadas con los diversos patrimonios en procesos de destrucción y/o difícil conservación.

[4] Inmuebles con valor artístico o histórico: mil 436.  Fuente: Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico y Análisis de Uso de Suelo de la colonia Centro.

[5] “Recuérdese que Carlos Salina, ex - presidente de la República (1988-1994) , adoptó el proyecto neoliberal de reducir el Estado y privilegiar el mercado; siguió las políticas del Consenso de Washington; suscribió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y aseguró el uso fiscal de la renta petrolera fraccionando a Pemex en cuatro organismos subsidiarios, con objeto de concentrar su operación en la exploración y producción de crudo y de suspender los proyectos industriales destinados a satisfacer las crecientes necesidades de refinados y petroquímicos del mercado interno. Los objetivos de toda la política económica cambiaron en aras de la “estabilidad” de precios y del tipo de cambio, confiando en la inversión privada y en una globalización que desmanteló las instituciones públicas de fomento agrícola e industrial y consintió la extranjerización del sector financiero de la banca y el crédito.

La apertura de la economía, sin un proyecto nacional de desarrollo y sin instituciones de Estado, resultó en una caída permanente de la tasa de crecimiento y del empleo; en un empeoramiento de la distribución del ingreso (con un aparatoso enriquecimiento de algunos empresarios y funcionarios) y en un preocupante aumento de la emigración”. Martínez, Ifigenia. El Estado y la industria petrolera. El Universal, 1 de marzo de 2008.

[6] Fernández Buey, Fco. Ética y Política en la Obra de Antonio Gramsci.  www.geocities.com/cátedragramsci/textos/S_Etica_y_política_en_la_obra_de_antonio.gramsci.htm

[7] Los informes de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) muestran el desmantelamiento del empleo de un modelo económico que no logra corresponder con la sociedad: 6.1 millones de personas que terminaron la licenciatura o una carrera tecnológica no tienen empleo. Esto exhibe la gravedad de la vida urbana y la forma como el problema cuestiona la ciudad, impugna la organización del territorio urbano para la vida social, económica, política y cultural. De los 36´563,000 que integran la Población Económicamente Activa (PEA) en el país, 10´786,000 de personas están desocupada o subempleada, es decir, casi el 30% de la PEA. El desempleo abierto crece en un promedio de 22,495 personas diariamente. A la vez, según datos del secretario de Desarrollo Económico del DF, Héctor Flores Santana (en pág. web) el desempleo abierto en la Ciudad de México asciende a 5.3%, lo que significa que 150,000 habitantes buscan empleo sin encontrarlo. Los de ocupación parcial y desocupación, es decir, con trabajo de menos de 35 hrs a la semana, son el 23.5%. Por otro lado el cetemista, Juan S. Millán Lizárraga, planteó que entre 1976 y 1994 la participación de los salarios en el PIB disminuyó de 45 a 24%, mientras que las utilidades crecieron de 46 a 51%. ¿Cómo puede haber mercado interno con la reducción de los sueldos y salarios?

[8] Borja, Jordi, Movimientos Sociales Urbanos, Buenos Aires, Argentina, Siap-Planteos, 1975, pág 16-17,

[9] Forrester, Viviane, Una extraña dictadura, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, págs. 9-10.

[10] Con los informes de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal, en el periódico La Jornada apareció el día 11 de febrero de 2008 la siguiente noticia: “Más de 12 millones de personas se manifestaron en el DF durante 2007”. Realizaron 2 mil 932 movilizaciones: 892 fueron de ámbito local, mil 582, federal, y 458 de otro tipo.  (8.03 movilizaciones diarias). http://www.jornada.unam.mx/2008/02/11/index.php?section=capital&article=038n1cap

Datos de años anteriores muestran la magnitud del protagonismo del Centro Histórico. Las marchas de protesta nos explica la situación. En 1996 la cantidad de actos en el DF fueron de 3790 marchas, con 10.4 promedio diarias[10]. El año pasado, 2004, hubo 5 marchas diarias y se manifestaron 6.5 millones de personas que equivale a los 2/3 de la población del DF. El promedio fue de 17,800 manifestantes por día con destino final al Centro Histórico.

En los cuatro años de los gobiernos local y federal hubo 7 mil 530 eventos en vía pública, con una participación total de 34 millones 621 mil 314 personas. Fue un promedio de 5.2 marchas diarias con 23,700 manifestantes cada una. Sólo el 27 de junio, para reclamar seguridad a los habitantes de DF y de otros lugares del país, salieron a la calle 350 mil ciudadanos. El 29 de agosto del 2004 caminaron al Zócalo 100 mil ciudadanos contra el desafuero de Andrés Manuel López Obrador[10]. Y el 7 de abril del 2005 se manifestaron más de un millón de personas por lo mismo, contra el desafuero de AMLO.

[11] Lo anterior se menciona a semejanza de las palabras del escritor Carlos Fuentes cuando señala la realidad que crea el escritor con los personajes de la literatura, o en su defecto la derrota del mismo (Los personajes como “Hamlet” y “Don Quijote” -dice C. Fuentes-, no existían antes del escritor británico Shakespeare y de Cervantes). Fuentes descartó, por otra parte, que la participación política sea necesaria para un escritor, porque "los regímenes totalitarios persiguen a los artistas. El escritor, en general, es derrotado por la realidad o en el mejor de los casos crea una realidad paralela". Recordó, en ese sentido, que "`Hamlet' no existía antes de (el escritor británico William) Shakespeare y `Don Quijote' no existía antes de (del español Miguel de) Cervantes. Pero hoy ya no podemos concebir un mundo sin ellos (los personajes)".

El literato, cuya traducción al portugués de "Este es mi credo" acaba de ser lanzado al mercado brasileño, manifestó desde Londres, la capital británica, que su nueva obra se asocia "a la religión de quien no tiene fe. Dios es el mundo".  "Soy mexicano, pertenezco a una cultura sacra y no necesariamente católica, porque antes de la llegada de los españoles ya existía en los pueblos nativos ese sentimiento sacro del mundo", añadió el autor de "La muerte de Artemio Cruz" y "Terra nostra".  Subrayó que "en mis libros intento expresar la idea de que algunas cosas son sagradas, aún en un mundo profano. El amor y la libertad son sagrados, pero no religiosos". Del Universal, México, 22 de octubre de 2006

[12] Parafraseando a Francois Houtart, La Jornada, 10/XII/06 pág 33.

[13] Forrester, Viviane, El horror económico, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 10ª impresión, 1997, pág.19.

 

Bibliografía

BORJA, Jordi, Movimientos Sociales Urbanos. Buenos Aires: Siap-Planteos, 1975.

FERNÁNDEZ BUEY, F. Ética y Política en la Obra de Antonio Gramsci. [En línea]. Buenos Aires: Cátedra Libre Antonio Gramsci. <www.geocities.com/cátedragramsci/textos/S_Etica_y_política_en_la_obra_de_antonio.gramsci.htm>.  

FORRESTER, Viviane. Una extraña dictadura. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.

FORRESTER, Viviane. El horror económico. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1997.

MARTÍNEZ, Ifigenia. El Estado y la industria petrolera. El Universal, 1 de marzo de 2008.

Parafraseando a Francois Houtart. La Jornada, 10/XII/06.

 

Referencia bibliográfica:

CANTÚ CHAPA, Rubén. Los problemas patrimoniales de la geografía urbana y el agotamiento del modelo de desarrollo y del estado. Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de mayo de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/-xcol/384.htm>

 

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