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X Coloquio Internacional de Geocrítica

DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008

Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

LA AGRICULTURA FAMILIAR Y SU FUNCIÓN TRANSFORMADORA:
DIEZ AÑOS DEL REASSENTAMENTO SÃO FRANCISCO, CASCAVEL, PR, BRASIL

Miriam Hermi Zaar
Universidad de Barcelona y
Secretaria de l’Habitatge de Catalunya
miriamzaar@yahoo.es


La agricultura familiar y su función transformadora: Diez años de Reassentamento São Francisco, Cascavel, PR, Brasil (Resumen)

Este artículo tiene como finalidad estudiar la agricultura familiar organizada frente a otros tipos de explotación agraria. La investigación que hemos realizado nos permitió averiguar los avances sociales, medioambientales y económicos de un área a partir de su ocupación por agricultores familiares y mostrar cómo esto ha repercutido en la economía local.

Palabras clave: agricultura familiar, Reassentamento São Francisco, avances socio-ambientales y económicos


The family farming and its transformer function: ten years of Reassentamento São Francisco, Cascavel, PR, Brazil (Abstract)

This paper intends to study agriculture organized by families compared to other kinds of farm. Our research allows us to check the social, environmental and economic advances of an area occupied by family farmers and shows that this situation is reflected in the local economy. 

Key words: family farming; Reassentamento São Francisco; socials, environmental and economics advances


En el momento que celebramos el décimo Coloquio Geocrítica nos proponemos presentar un breve análisis sobre la función de la agricultura familiar a partir de los diez años de existencia del Reassentamento São Francisco, objeto de investigación en nuestra tesis doctoral. Se trata del segundo de dos artículos que hemos elaborado con el objetivo de analizar la importancia de los agricultores familiares y al mismo tiempo estudiar la viabilidad de sus explotaciones.

En el primero de los artículos, publicado en el IX Coloquio Geocrítica analizamos la importancia del trabajo colectivo para los agricultores familiares. Para ello estudiamos la organización de estos agricultores y como ella ha repercutido en la viabilidad de sus explotaciones[1].

Este artículo tiene como objetivo estudiar la importancia de la agricultura familiar en diferentes aspectos. Para esto, a partir de un análisis de los cambios que se produjeron con la formación del Reasentamiento São Francisco hemos elaborado un estudio que pretende comparar la agricultura familiar con otros tipos de explotaciones. Queremos estudiar como se dieron los cambios entre 1995 y 2005 en lo referente al uso del suelo, a la forma de ocupación y a la productividad del área. Para ello utilizamos mapas e imágenes de satélite, además de datos que nos permitieron elaborar un análisis comparativo entre momentos distintos. Creemos que este estudio de caso sirve de ejemplo de cómo la economía familiar organizada puede, por sus características, dinamizar el comercio local y regional, y al mismo tiempo acometer acciones que beneficien el medio ambiente, conservando las cuencas hidrográficas y cultivando productos ecológicos.

Para desarrollar el tema hemos dividido este artículo en cinco apartados. En el primero relataremos las características del lugar antes de la formación del reasentamiento, quienes eran sus moradores, lo que producían y como estaba ocupado. En un segundo apartado ponemos énfasis en el proceso de traslado a las nuevas explotaciones, las dificultades para preparar el suelo y las primeras siembras y mostramos cómo el trabajo colectivo fue fundamental en este proceso. 

A continuación haremos un breve análisis de su organización y de su repercusión en la viabilidad de las explotaciones, para, en un cuarto apartado, tratar de los avances que estos agricultores han tenido en los últimos diez años y de los cambios en el uso de suelo que originaron estos avances.

Finalmente, dedicaremos la última parte a analizar, a partir del caso estudiado, las ventajas sociales, económicas y ambientales de la agricultura familiar frente a la gran explotación y cómo aquella contribuye al desarrollo social, económico y ambiental del municipio y por consecuencia de las regiones en las que predominan.

Reasentamiento São Francisco: su localización y origen

El Reassentamento São Francisco tuvo su origen en un movimiento de resistencia frente a la construcción de la Hidroeléctrica de Salto Caxias, en el Oeste del estado de Paraná. Las comunidades de agricultores familiares que vivían a la orilla del Rio Iguazú, y que por esto fueron afectadas por el proyecto, consiguieron organizarse y participar activamente en el proceso de expropiación.

Las diferentes protestas, la creación de campamentos, las constantes reuniones y el apoyo de diferentes segmentos de la sociedad durante el proceso, que duró varios años originó entre los reasentados lo que Scherer-Warren (1996) denomina ideal básico, que da sustancia a las acciones de los movimientos sociales: la creación de un nuevo sujeto social que redefine el espacio de la ciudadanía. Para la autora “el sentimiento de una triple exclusión relativa - económica, política y cultural/ideológica - siempre presente en la historia brasileña, y que se acentuó considerablemente durante los años más duros del régimen militar, está en el seno de los movimientos que se van organizando”[2].

En el caso que estamos analizando, la exclusión a la que a autora se refiere, no abarca solo las dificultades a las que los reasentados se enfrentan como agricultores familiares, pero incluye las expropiaciones injustas que afectaron a millares de trabajadores agrícolas en todo el país con la construcción de grandes hidroeléctricas durante la dictadura militar (1964-1985)[3].

La resistencia de los afectados obligó a la Compañía Paranaense de Energia Elétrica (COPEL) a comprometerse a través de un acuerdo, a adquirir tierras para la formación de reasentamientos. El Reassentamento São Francisco es uno de los diez creados con la finalidad de fijar a los expropiados. Es el mayor de todos, con 6.500 hectáreas, 238 familias y cerca de 1000 personas y está localizado muy cerca de la ciudad de Cascavel, importante centro comercial del Oeste del estado de Paraná, situado al Sur de Brasil[4].

El área destinada al Reassentamento São Francisco está localizada entre las latitudes 24º 50’ y 24º 58’ Sur y entre las longitudes 53º 16’ y 53º 21’ Oeste. Se encuentra en el municipio de Cascavel, cerca de 10 kilómetros de su zona urbana y cerca de 12 kilómetros del casco urbano del Municipio de Corbélia. Tiene una posición estratégica en el Oeste paranaense ya que se encuentra muy cerca de la confluencia de las dos principales carreteras federales que atraviesan la región: La BR 277 que en el sentido Este/Oeste une Cascavel con Foz do Iguaçu y Cascavel con Curitiba y el puerto de Paranagua; y la BR 369 que une Cascavel con Corbélia, Maringá, Londrina y con el estado de São Paulo (figura 1). 

Figura 1


La superficie destinada al reasentamiento es llana. Las cotas altimétricas están entre 600 y 754 metros de altitud. Al Sur están las mayores altitudes y al Norte las menores. La vegetación nativa es el llamado pino brasileño o araucária angustifolia, que todavía se encuentra en las mesetas de la Región Sur.

Baña el área la cuenca hidrográfica del Rio Sapucaí, afluente de la Bacia Hidrográfica do Rio Piquiri, una de las más importantes del Estado de Paraná. El Rio Sapucaí tiene sus nacientes al Sur del reasentamiento y su principal curso sirve de límite al Este, separando el reasentamiento de otras explotaciones. Su afluente, el Rio Ribeiro nace al Oeste del reasentamiento y juntamente con su afluente el Rio Tesouro, atraviesan respectivamente el Noroeste y el Centro del reasentamiento y bañan una parte importante de las explotaciones (figura 2).

El reasentamiento antes de los reasentados

El área que dio origen al Reassentamento São Francisco era denominada Fazenda Flamapec y tenía la infraestructura necesaria para que en ella se pudiera cultivar soja y criar ganado para carne. Debido a esto se encontraba poco poblada. El cultivo mecanizado de la soja y el ganado criado de forma extensiva necesitaba pocos empleados, por esto, el terrateniente solía tener contratadas dos o tres familias de las que realizaban trabajos diversos.

Los puntos centrales de la Fazenda Flamapec eran dos. Uno de ellos, localizado en la parte centro-sur de la hacienda y otro en las proximidades de la BR 369. En el primero, todavía existen vestigios de esta ocupación: son galpones en los que guardaban las máquinas agrícolas utilizadas para la preparación del suelo, para la siembra, para pasar los insecticidas y herbicidas y para cosechar la soja. El segundo se caracterizaba por una pequeña área de frutales, conservada por el agricultor que allí vive. Era, según el entrevistado, la sede de la hacienda. En cada una de estas dos áreas residía uno o dos empleados que tenían como función cuidar de las pertenencias del terrateniente.

A partir de estos dos puntos estratégicos el propietario ayudado por sus empleados controlaba las más de 6.500 hectáreas de tierras. Las vías de circulación eran precarias ya que en ellas transitaban principalmente máquinas agrícolas y camiones que tenían como objetivo transportar la soja al puerto de Paranaguá y el ganado a los mataderos. Ellas atravesaban la hacienda de un lado a otro conectándola a las dos principales carreteras regionales citadas, la BR 277 al Sur y la BR 369 a Oeste.

Con estas características, el suelo se encontraba ocupado principalmente por pasto y matorral, además de una importante área sembrada con soja y otra destinada a bosques. Esto se puede observa en la figura 2. El mapa está basado en informaciones obtenidas a partir de fotografías aéreas y trabajo de campo realizado por técnicos de la COPEL en el momento en que ésta adquirió el área para el reasentamiento. En este mismo mapa podemos observar que antes de 1998 el suelo se destinaba básicamente a cuatro tipos de uso: agricultura, pasto, matorral y bosques.

Había cuatro áreas agrícolas distribuidas por todo el territorio y atravesadas o circundadas por las vías de circulación que acabamos de describir. En ellas se cultivaba la soja y algo de maíz para la comercialización. También tenían mucha importancia las superficies ocupadas con pasto. Como se observa en el mapa (figura 2)  los pastos se distribuían por todo el terreno, acentuándose en la parte Central y Norte.

Una tercera superficie estaba ocupada con matorrales y se encontraba principalmente en las proximidades de las cuencas de los ríos. En nuestro análisis, basado en cartas topográficas de la década de 1970, podemos concluir que se trata de vestigios de lo que fue anteriormente una gran superficie cubierta con bosques. Afirmamos esto porque en el vuelo de 1976, que originó las fotos aéreas y las cartas topográficas, se observa en estas zonas la existencia de bosques y también, en el centro del área que estamos estudiando dos serrerías que demandarían grandes cantidades de árboles provenientes de dentro y de fuera de este territorio.

Las áreas ocupadas con bosques acompañaban parte de los cursos de agua o se situaban en las cuencas de éstos. Existía una importante zona de bosque al Nordeste, en el margen izquierda del Rio Sapucaí, interrumpida por machas de matorral que reflejaba el proceso de tala de árboles ya mencionado. Acompañando este mismo río, más al Sur, observamos que la franja de bosque era mucho más estrecha y que predominaban el matorral y los pastos.

En cuanto al Rio Tesouro, su curso superior se encontraba en 1995 poco protegido, ya que la franja boscosa existente era estrecha o inexistente en gran parte de sus márgenes, en ellas predominaban matorrales y pastos. Su afluente, el Rio Barreiros, estaba en circunstancias similares: márgenes protegidas con bosques y márgenes ocupadas con matorral.

Figura 2


El proceso de formación del reasentamiento

El primero ingreso

Después de elegida la zona por los agricultores expropiados, y tras el acuerdo con la COPEL, se inició el proceso de compra de la superficie destinada al reasentamiento. Sin embargo, el retraso en la finalización de este proceso hizo que durante el año de 1997 estas tierras sufriesen un proceso de “abandono”.

Para resolver este problema, la Comissão Regional dos Atingidos por Barragens do Iguaçu (CRABI) representante de los reasentados, pasó a exigir, en el momento de la homologación de la compra de las tierras, que las mismas fuesen entregadas inmediatamente a los expropiados para que ellos pudiesen explotarlas.

La exigencia fue aceptada, pero la lentitud burocrática, hizo que cuando las tierras fueron traspasadas a CRABI, no hubiese tiempo hábil para la preparación del suelo y la realización del cultivo. Como consecuencia de esto, y debido a que los agricultores todavía se encontraban en las tierras expropiadas, se acordó con el ex-propietario de las nuevas tierras que él realizase los cultivos, puesto que contaba con recursos y máquinas para hacerlo.    

Con esto, mientras los agricultores esperaban la regularización de la adquisición de las tierras y el momento para mudarse (1997/98), se realizó por el ex-propietario y bajo contrato, la “cobertura verde” de invierno con trigo y avena y el cultivo de verano que produjo a los afectados 50 mil sacas de soja, además de una pequeña cantidad de maíz y arroz. El valor obtenido con la venta de estos productos agrícolas fue dividido en partes iguales entre todos los asociados y la ADERABI (Associação de Desenvolvimento dos Produtores e Atingidos pela Usina de Salto Caxias).

Este fue el primer resultado financiero de la organización, de la discusión democrática y de la unión de todos los componentes que participaban en las asociaciones de afectados ya que según los entrevistados “Si hubiésemos estado divididos o no organizados, esta renta había quedado para los ex–propietarios de las tierras”[5].

En muchos casos, estos ingresos significaron para los agricultores con menores posibilidades económicas, la satisfacción de las necesidades básicas y el pago de deudas resultantes de un largo período de tres años en los que no se cultivó la antigua explotación a la espera de la expropiación.

La mudanza, las dificultades  y el trabajo colectivo

Los traslados se produjeron durante en año de 1998 con algunas prioridades de relevancia. Una de ellas fue la “limpieza” de las tierras realizada colectivamente, con el corte del matorral y del brizantão que, como ya comentamos, se encontraba en toda la superficie ocupada con pasto. Esta actividad se hizo esencial para que se pudieran construir las viviendas y comenzar el cultivo. En seguida la preparación del suelo fue imprescindible para el inicio de la siembra de los productos agrícolas y de la avena para alimentar el ganado. La figura 3 nos da una idea de este período. El arado tirado por bueyes era el principal instrumento para preparar el suelo para el cultivo, que debido al abandono que venía sufriendo hasta aquel momento, exigía dispensar mucha fuerza, tanto animal como humana. 

Figura 3
La difícil preparación del suelo en 1998/9


Fuente: Archivo CRABI, 1999.

Sin embargo las dificultades que caracterizaron este período no eran solamente éstas. Cuando preguntamos sobre este primer período de estancia en la nueva finca, uno de los entrevistados nos respondió así:

“Foi difícil. Água tinha 400 metros longe. Nós tinha que buscar nas costas pra lavar louça, tomar banho, era muito difícil. O “brisantão” (capim alto com mais ou menos 2 metros de altura) era um mato muito alto, a gente tinha que passar por meio de este brisantão a noite, as vezes e aqui tinha muita cobra cascavel. Foi matado muita cobra ... aqui era puro mato, não era destocado, nada... E, a gente tinha também o gado pra cuidar. Não tinha casa e tivemos que fazer uma casa provisoria, um barraco. Moramos 7 meses sem água, sem luz....Depois construimos a casa definitiva e a água e a luz demorou mais um ano prá vim. A gente sofreu prá carambra, a gente não tinha muita condição, as crianças pequenas e morando em barraco..... A gente tinha que fazer as coisas porque a gente tinha o gado, aí começamos a tirar leite das novilhas, tinha as novilhas holandesas, não tinha resfriador para resfriar o leite porque não tinha luz. A gente tinha leite prá vender e não tinha prá quem vender. No começo foi muito difícil mesmo....”[6].

El relato del  agricultor define el primero año como de condiciones difíciles para gran parte de los nuevos vecinos. A las dificultades con la vivienda, en este caso la “casa provisional” que el agricultor define como “barraco”, a la tardanza en instalar equipamientos para el suministro de agua y electricidad se añadieron la dificultad en eliminar el matorral alto y denso, y la existencia de serpientes cascabel. Estos y la dificultad de comercializar productos, como la leche por ejemplo, caracterizaron este período difícil.

En este momento la vida en comunidad y la ayuda de los vecinos fue fundamental para que los agricultores superasen estos problemas. La cooperación entre ellos para la construcción de las viviendas fue el primer paso de ayuda solidaria, que tuvo continuidad poco tiempo después con la construcción de los almacenes.

Las dificultades iniciales hicieron que en el momento de realizar la primera siembra, cerca del 40 por ciento de las tierras aún no se encontrasen aptas, lo que imposibilitaba a una parte de los reasentados cualquier tipo de actividad. Debido a esto, y para evitar que los agricultores que aún no tenían sus tierras preparadas para la siembra fuesen perjudicados, y perdieran por ello el entusiasmo por la nueva explotación, se decidió cultivar de forma colectiva las tierras ya preparadas.

A pesar de que esta cosecha estuvo por debajo de las expectativas, debido a las malas condiciones del suelo, todavía pobre, como reflejo del largo período en que estuvo cubierto por pasto y matorral, todos los reasentados pudieron participar en el proceso y después en la comercialización de la producción y obtener una parte de los beneficios, que fueron divididos en partes iguales entre todos los reasentados.

La organización de los reasentados

El asociacionismo, un proceso que se amplió en todo el territorio nacional desde la década de 1980, debido al momento político vivido en Brasil, fue fundamental para los reasentados.

Después de haber conseguido elegir las fincas, como fruto del proceso de agrupación de los expropiados y a partir de otras preocupaciones comunes, como la obtención de crédito agrícola y la mejora de las condiciones de producción y de comercialización, era imprescindible crear nuevas formas de participación y de organización[7].

Estas se materializaron  en un eslabón de unión entre ellos, ya que a partir de ellas consiguieron fundar a priori la Cooperativa de Asistencia Técnica (COOATER), para la prestación de asistencia técnica y la Associação de Desenvolvimento dos Produtores e Atingidos pela Usina Hidroelétrica de Salto Caxias  (ADERABI) con el objetivo de representarlos. A posteriori la fundación de una unidad de la Cooperativa de Crédito Rural con Interação Solidária (CRESOL) les facilitó la obtención de estos. La Cooperativa de Producción Comercialización e Industrialización de la Agricultura Familiar (COOPCAF) fundada por los agricultores ecológicos y la Cooperativa de Leche de la Agricultura Familiar creada recientemente también han desarrollado un papel relevante. No nos detendremos en presentar sus características y explicar su funcionamiento porque ya lo hicimos en otro momento[8]. Trataremos ahora de los resultados obtenidos a partir de esta organización.

La organización social

Este reasentamiento está formado por cinco comunidades, que, en la mayoría de los casos, mantienen el nombre y los mismos miembros que tenían en las áreas anegadas por la Hidroeléctrica de Salto Caxias. La organización en comunidades tiene como  principal finalidad  promover la vida social de los agricultores. Para esto, cuentan con un centro comunitario, instalaciones deportivas y una iglesia. Las reuniones, las comidas festivas, los bailes, los partidos de fútbol son frecuentes en los fines de semana y promueven, además de la integración entre los vecinos de una misma comunidad, la relación con otras comunidades.

A nivel de infraestructura educacional y sanitaria es importante mencionar que en una de las comunidades, la de Vargem Grande-São Lucas, existe una escuela que atiende a los hijos de todos los agricultores del Reasentamiento que tienen entre 4 y 17 años, y un centro de salud con médico, enfermeras y dentista. 

Esta infraestructura fue exigida por los reasentados como forma de resarcirles de los daños causados por la expropiación de las tierras y la consecuente destrucción de un territorio pleno de valores simbólicos ligados a lo cotidiano y que Ilse Scherer-Warren define como “partes fundamentales de sus proyectos de vida, al lado del valor atribuido a la tierra”. Según la investigadora, se trata de elementos simbólicos difíciles (o imposibles) de medir económicamente, por su fragmentación debida a una migración forzada[9].

La importancia de la organización económica

Además de la organización en comunidades, los agricultores formaron ocho asociaciones: Associação Vargem Bonita, Associação São Lucas, Associação Pinheirinho, Associação Santa Luzia, Associação Renascer, Associação Aliança do Oeste, Associação Nova Fazendinha y Associação Alto Alegre (figura 4). Cada una de ellas tiene entre 18 y 32 familias afiliadas, dependiendo del número de vecinos. La afiliación es, de hecho, total entre los agricultores.

Dichas asociaciones representan la estructura económica de los asociados. A través de ellas, como comentaremos a continuación, los agricultores piden préstamos, compran insumos, semillas, máquinas agrícolas y venden parte de su producción.

Para los préstamos utilizan el sistema “aval solidário” adoptado por el Sistema de Cooperativas de Crédito Rural com Interação Solidária (CRESOL) y de la que son afiliados. La particularidad de este sistema es la formación de grupos constituidos por seis, ocho o diez agricultores vecinos, que en el momento de la toma de un préstamo individual se convierten mutuamente en avalistas. Esto evita que los agricultores garanticen los préstamos con sus cosechas o parte de su propiedad[10].

Partiendo del concepto de que “el carbono es la principal fuente de energía para los microorganismos edáficos y es esencial si se quiere mantener un suelo bióticamente activo”[11], la substitución del abono químico por el estiércol se convirtió en una práctica habitual entre  los agricultores reasentados. Las asociaciones adquieren grandes cantidades de abono de aves que son repartidas entre todas las fincas que lo desean. Los agricultores ecológicos utilizan hoy principalmente excrementos de bovinos y de porcinos producidos en la explotación. Esto es así porque, cuanto más se produce en la finca, en un sistema cerrado, menos se compra.  La meta final es que la producción se realice en un sistema lo más cerrado posible, para que elementos externos que no sean biológicos no interfieran en la  producción ecológica de la finca.

Las máquinas agrícolas de mayor precio generalmente son adquiridas por las asociaciones. A excepción de la compra de una clasificadora de semillas adquirida por agricultores de cinco de las ocho asociaciones existentes, la adquisición de ensiladeras para hacer silagen (pienso de maíz para los animales, en especial para las vacas lecheras) es común en todas las asociaciones.

Además, a menudo, ocho, diez o doce familias de la misma asociación o de asociaciones diferentes, se reúnen para comprar tractores, “batidores” (que separa el grano del fríjol de la paja), dispersores de abono y otros aperos agrícolas como sembradora, pulverizador, grade niveladora, subsoladora pé de pato y grade de arrastre.

Las asociaciones también se movilizan cuando el objetivo es la infraestructura. Es lo que sucedió con el proyecto “agua animal”. El proyecto consistió en construir una red de tuberías de más de 10.000 metros de longitud para conducir el agua proveniente de un depósito (en realidad, una laguna formada por las aguas represadas del Río Tesouro) a todas las explotaciones para el consumo animal (básicamente las vacas lecheras). Su coste fue dividido entre todos los asociados y actualmente proporciona agua abundante a todas las fincas para el uso antes mencionado.

También estas representan los intereses de los agricultores ante el ayuntamiento, tanto para la mejora de las vías de circulación del reasentamiento, como para los trabajos de terraplenado en las fincas.

Figura 4


Una década de cambios en la productividad y la producción

La mayor parte de los agricultores tienen en la agricultura y en la leche sus principales actividades y como consecuencia, también la mayor parte de sus ingresos. Lo más usual es que destinen entre un 60 por ciento de su explotación al cultivo y un 30 por ciento al pasto, pues las demás actividades desarrolladas, generalmente ocupan pequeños espacios y son pocos los agricultores que tienen su fuente de ingresos basada exclusivamente en la producción de la leche. La importancia de las dos actividades principales está reflejada en el mapa de uso del suelo de 2002 que se basa en una imagen de satélite de octubre de 2002 (figura 5).

La importancia de la vaca lechera

La cría de vacas lecheras adquirió importancia a partir de puesta en marcha, por los técnicos de la CRABI, del Proyecto de Desarrollo Rural que tuvo como meta la mejora genética del ganado. La participación de técnicos y agricultores en cursos de inseminación artificial, ofrecidos por las empresas que producen el semen, posibilitó la difusión de nuevas técnicas, que produjeron mejoras en el rebaño de ganado y el incremento de la producción lechera.

La adquisición de animales de alto rendimiento, la compra de equipamientos como ordeñadoras eléctricas, frigoríficos para la conservación de la leche y la construcción de establos fueron también fundamentales y se transformaron en un hecho en las explotaciones.

El resultado de este empeño puede ser observado en la evolución de la cantidad de litros de leche obtenidos diariamente en el Reasentamientos São Francisco. Los 18.000 litros diarios producidos en el año 2000, representaron en el 2005, 27.000 litros/día, un incremento del más de 60 por ciento en cinco años (cuadro 1).

Esta ampliación no se dio solo con el aumento de cabezas de ganado, que por los datos obtenidos, se mantiene en este reasentamiento alrededor de la cifra de 2.500, sino principalmente por el aumento de la media de litros diarios producidos por animal: de 7 litros diarios en 2000, se pasó a 12 litros/día en 2005, con un crecimiento regular continuado.

Un aumento de un 58 ciento como consecuencia del avance técnico posibilitado por la mejora de razas, de pastos y del entorno de la actividad, y que uno de los técnicos entrevistados destaca orgullosamente comparándolo con la media nacional:


“Devido ao incentivo e a melhoría genética do gado leiteiro nos últimos anos,  estamos com uma media por animal superior a media nacional que é de 7 litros/dia. Os 10 litros diarios que estamos obtendo por animal é o resultado de um trabalho que procura melhorar as condições do agricultor reasentado[12].”

Con estos resultados la actividad lechera se ha transformado en una importante opción de trabajo y de ingresos, permitiendo aprovechar incluso la mano de obra de los hijos mayores, disponible durante ciertos períodos. A ejemplo de lo que sucedía hace décadas “la agricultura no es una forma de actividad que exija siempre la misma fuerza humana de trabajo; (...) en tiempo de labranza y sobre todo durante la recolección es cuando reclama muchos brazos, que apenas utiliza en otras épocas”[13].

Cuando preguntamos sobre los motivos que los llevaron a optar por esta actividad, uno de los entrevistados dio una respuesta que refleja la opinión de la mayoría de los agricultores que se dedican a esta actividad:

“A gente optó pelas vacas de leite porque todos os anos a gente tem que fazer um investimento alto prá semente, adubo, maquinario, prepara a terra e plantar. E você corre o risco que ocorre qualquer coisa e acaba ficado elas por elas. E... o gado de leite, vocè não precisa comprar todo o ano. Você colhe todo o dia, todo o mês você tem o dinheiro. Então um pouco mais o um pouco menos mas ele está te dando retorno todo o dia. Você tem uma criação prá vender. O leite é todo o dia. Tem época que o preço está melhor, tem épocas que está mais ruim, mas você vai levando e compensa...”[14].

Por lo expuesto en la entrevista, la elección de la actividad lechera está basada en dos puntos fundamentales. De un lado, se trata de una alternativa a las altas inversiones realizadas con la compra de abonos y semillas, el riesgo de pérdida de cosechas debido a los problemas climáticos y a la baja de los precios en la época de la cosecha cuando hay mayor oferta que demanda. De otro lado, la que nos parece ser la razón principal de la elección, se basa en la fuente mensual de  ingresos que permite a los agricultores cubrir gastos cotidianos sin depender de la cosecha de productos agrícolas. Esto, hace posible plantear mejor los gastos de la explotación y, consecuentemente, les da una cierta tranquilidad financiera.

La soja y el maíz: cambios de productividad y de producción

Algunos productos son fundamentales en el mantenimiento de las explotaciones. Es el caso de la soja y del maíz aunque otros tienen un papel relevante para la subsistencia.

La soja es cultivada por el 85 por ciento de los agricultores entrevistados, y aunque sus precios dependen fundamentalmente del mercado internacional representa una parte importante de los beneficios de los agricultores.

Su producción varía cada año en función del clima, ya que se trata de un cultivo de secano, pero también de la motivación de agricultor condicionada principalmente por el precio y de las inversiones realizadas. En el año agrícola 2004-2005 (entre octubre y marzo) la producción entre todos los agricultores entrevistados (9,28% del total de reasentados) alcanzó 11.793 sacos de soja. Una media de casi 513 sacos (entre 50 y 60 sacos de 60 kilos por hectárea) y más de 15.500 reales de ingresos para cada agricultor (cuadro 1)[15].

Si los demás agricultores siguen tónicas parecidas, estos números nos permiten estimar que la producción total de soja en el Reassentamento São Francisco puede haber sido, en el año agrícola 2004-2005 de cerca de 370.000 sacos y los ingresos brutos obtenidos cerca de 11.100.000 reales.

Aunque no tengamos datos para comparar con años anteriores, podemos decir que son cifras que no tienen nada que ver con lo que se producía antes de la formación del reasentamiento. Esto puede ser comprobado si comparamos los suelos destinados a la agricultura en 1995 y en 2002. También  difieren mucho de los primeros ingresos provenientes de este producto en el año agrícola 1997/98 en que lograron cosechar solo 50.000 sacas; y tampoco con el año siguiente cuando consiguieron preparar para el cultivo solo la mitad de las tierras, que, por las pobres condiciones del suelo produjeron una cosecha que estuvo por debajo de las expectativas.

A diferencia de la soja, que tiene como destino solamente la venta, el maíz, se destina en gran parte al consumo animal interno. Se cultiva en rotación con la soja y con plantas forrajeras. Todos los agricultores lo cultivan y lo consumen en la finca, ya que, como media, algo más del 50 por ciento de lo cosechado se destina principalmente a la producción de leche y de carne porcina.

La productividad, si no ocurre un largo período de sequía, suele estar por encima de los 100 sacos por hectárea. Hemos calculado la producción de maíz, a partir de los informes de los agricultores: fueron casi 13.000 (12.924) sacos; considerando su precio de mercado de 15 reales de media, el saco, representó 193.860 reales para los 27 agricultores entrevistados, pero si involucramos a los 291 agricultores del reasentamiento puede haber llegado a 139.267 sacos y 2.089.005 reales. Números que claramente difieren de las cosechas realizadas por el terrateniente hasta 1996 y con las primeras cosechas obtenidas en el reasentamiento, que se reducían a algunos miles de sacos (cuadro 1) ya que este explotaba de forma intensiva básicamente las áreas más llanas y favorables a la agricultura mecanizada.

La inserción de otros productos como opción a la rotación, a la comercialización y al consumo interno

Al contrario de lo que se sucedía cuando la tierra estaba en manos del terrateniente, el Reassentamento São Francisco hoy tiene como una de sus características la diversidad de los productos agrícolas. Se siembran cultivos como fríjoles, arroz, yuca e incluso el tabaco. Algunos, como el caso del tabaco, exclusivamente para la comercialización y otros, como el fríjoles, el arroz y la yuca, además del consumo interno, dependiendo de la cantidad cosechada, tienen como destino la comercialización.  

Así, por ejemplo, en 2005 el 20 por ciento de los entrevistados cosecharon en total 1.628 sacos de fríjoles, y un 11 por ciento produjeron juntos casi 9.000 (8.900) kilos de tabaco. En cuanto a la yuca, la producción fue de 140 toneladas y en mayor o menor cantidad todos produjeron algo.

Con la principal función de alimentar a la familia se sembraron 4,9 hectáreas de arroz de secano, lo hicieron un 50 por ciento de los agricultores y según las entrevistas se produjo cerca de 70 sacos, con un 15 por ciento destinado a la venta dentro del propio reasentamiento o intercambiado por otros productos.

Además de éstos, otros productos cultivados por algunos agricultores tienen como objetivo el consumo, con la posibilidad de vender o intercambiar el excedente, además de diversificar las actividades. Es el caso del maíz de palomita, del cacahuete, de la caña de azúcar transformada en aguardiente, de la miel y del própolis.

La avena y el azevén son los productos forrajeros más cultivados. Son sembrados por todos los agricultores a excepción de tres que siembran milheto (una especie de maíz enano), “triticale” (una especie de trigo con reducido valor comercial). Tanto uno como otro, además de alimentar el ganado durante el invierno, entran en el sistema de rotación de cultivos, sirviendo como cobertura del suelo durante un período en que se siembra muy poco debido a las pérdidas que suelen provocar las heladas.

Todo esto significa un cambio radical si comparamos con los años anteriores a la formación de reasentamiento. En aquella ocasión el ganado para carne se alimentaba de hierbas y de matorral, que los agricultores denominan como “brizantão”.

Además de la vaca lechera, observamos durante las visitas a las fincas que otros animales tienen asimismo importancia para la comercialización y para la subsistencia de los agricultores. Los cerdos, las cabras, las gallinas y pollos, además de la cría del gusano, demuestran la diversidad de las fincas y  cómo su economía dinamiza los intercambios y las ventas dentro del reasentamiento favoreciendo el mantenimiento de las familias. Sin embargo, es en el momento de las ventas en las cooperativas regionales, en los supermercados, en las centrales lecheras, en los mercados o en las ferias de alimentación donde podemos observar el papel que estos agricultores desempeñan en el mercado local y regional, vendiendo tanto sus productos comerciales, como la soja y el maíz, como los productos considerados de subsistencia, aunque parcialmente se destinan a la venta, como se sucede con la yuca, el arroz el fríjoles y el maíz, entre otros.

La preservación del ecosistema

Durante el proceso de formación del reasentamiento y la consecuente división de la superficie en 238 fincas, se decidió, obedeciendo el artículo 16 de la Ley Federal 4771, que cada explotación mantendría el equivalente al 20 por ciento de su superficie como área de preservación permanente, pero que tendría un efecto mejor sobre el ecosistema agrupar las parcelas destinadas a esta finalidad. Para ello eligieron las áreas boscosas ya existentes y a ellas añadieron otras para repoblar[16].

En la elección de las áreas a repoblar, se tuvieron en consideración principalmente la pendiente del terreno y su proximidad a los cursos de agua, ya que su preservación es obligatoria, como está explicito en la legislación correspondiente[17].

En el mapa de uso del suelo de 2002 (figura 5) se aprecia el resultado de esta actitud, observamos áreas significativas cubiertas con bosques en proceso de recuperación. Entre ellas destacan principalmente las orillas de los principales ríos que atraviesan o que limitan con el Reassentamento São Francisco, que en 1995 tenían los bosques de ribera parcialmente destruidos. En su lugar existían matorrales y pastos, y ocasionalmente agricultura, lo que aumentaba el proceso de erosión en los períodos de lluvias.

Si comparamos las figuras 2 y 5 observamos que en 2002 los bosques de ribera, además de encontrarse en recuperación, se transformaron en espacios protegidos considerados como áreas de preservação ambiental, lo que significa que allí no se puede realizar cualquier tipo de actividad. Al contrario, de acuerdo con la ley vigente, estos suelos deben ser mantenidos intactos para evitar la erosión del suelo hacia los cursos de agua.

Además, fueron recuperadas otras superficies que habían pasado por el proceso de tala. Uno es el caso del curso medio del Rio Sapucaí, situado al Este-Nordeste del reasentamiento. La importante área de bosque en la margen izquierda del mencionado río, que en el período anterior a la formación del reasentamiento estaba interrumpida por manchas de matorral, se encuentra ahora en franca recuperación (figuras 2 y 5).

Las otras áreas recuperadas son menores pero tienen una importancia fundamental en la preservación de las nacientes del Rio Tesouro (al Sur), de los afluentes de la margen derecha del  Rio Barreiro (a Oeste y Sudoeste), y a lo largo de todo el curso de ambos ríos.  

Figura 5


Esta es la gran diferencia existente respecto a la preservación ambiental considerando dos períodos distintos, antes de la formación del Reassentamento São Francisco y después: el terrateniente no cumplía las leyes ambientales y los agricultores familiares las cumplen.

Sin embargo la preocupación de estos agricultores no se limita a la preservación de los bosques. Tratándose del ecosistema, contribuir al mantenimiento de la biodiversidad es otro factor fundamental.  Desde la creación del Reasentamiento los técnicos de la COOATER se empeñaron en realizar un trabajo de concienciación, que trajo como resultado la adhesión a la agricultura ecológica. Una parte significativa de los reasentados transformaron sus fincas en un “sistema cerrado” ya que utilizan abonos y semillas propios, insecticidas y herbicidas naturales.

Otra parte, aunque se considere ecológicamente insuficiente, adoptan el sistema convencional para los productos cultivados en mayor escala, como la soja, el maíz y el fríjoles cuando es el caso, y el sistema biológico para los productos destinados al consumo de la familia, al intercambio con parientes y vecinos, y para la venta en supermercados, mercados y ferias alimenticias. Esto se produce, según los entrevistados, debido a la falta de mano de obra para eliminar las malas hierbas manualmente, aunque esperan que esta práctica sea resuelta cuando se consiga poner a la venta herbicidas e insecticidas ecológicos eficientes y de bajo coste.

Cuadro 1
Los cambios en la ocupación del suelo

Producto

Antes de 1997

Entre 1998 y 2000

2005/2006 (Considerando los entrevistados)

Producción de leche 

Inexistente

10.000 litros/día

27.000 litros/día (todo reasentamiento)

Área sembrada con forrajeros para pasto

Inexistente. Pasto  sin sembrar compuesto de matorrales.

Toda la existente. Cerca de un 40% menor que en 2005/06.

Ocupa entre un 30 y un 40% de las explotaciones. Juntos 100% de los entrevistados ocupan 114 hectáreas.

Cría de cerdos, ovejas, gallinas y pollos

Inexistente

En pequeña cantidad y para la subsistencia.

En mayores cantidades y con mejoramiento genético, parte la comercialización

Superficie destinada a la agricultura

Monocultivo (soja y maíz)

Policultivo

Policultivo (100% de los entrevistados)

Producción y área aproximada sembrada con soja

Gran parte de la superficie destinada a la agricultura.

Sin datos, área un 50% menor que en 2005/06.

11.793 sacos en 174 hectáreas (85% de los entrevistados)

Producción y área sembrada con maíz

Desconocida

Sin datos, área un 50% menor que en 2005/06.

13.000 mil sacos en 186 hectáreas (100% de los entrevistados)

Producción y área sembrada con fríjoles

Ninguna

Datos inexistentes, probablemente mucho menos que en 2005/06.

1.628 sacos en 52 hectáreas (22% de los entrevistados)

Producción y área sembrada con arroz

Ninguna

Menos que en 2005/06

70 sacos en 5 hectáreas (50% de los entrevistados)

Producción y área sembrada con tabaco

Ninguna

No había

8.900 kilos en 5 hectáreas (11% de los entrevistados)

Producción y área ocupada con yuca

Ninguna

Superficie equivalente

7,4 toneladas en 13 hectáreas (todos entrevistados)

Superficie destinada al huerto y frutales

Área de frutales,
Inexistencia de huertos.

Formación de los huertos e inicio del proceso de plantío de árboles

Toda la ensaladas, verduras legumbres y frutas consumidos por el 100% de los entrevistados proviene del propio reasentamiento.

Industrias artesanales

Ninguna

Inicio de los proyectos

Producción de miel, própolis, agua ardiente, panadería, proyecto de un matadero.

Factores que

desequilibran

el ecosistema

Sistema convencional:
Monocultivo;
Utilización de agrotóxicos;

Destrucción de parte de los bosques.

Intenso trabajo de concienciación

Parte de los agricultores, aunque utilicen abonos naturales, utilizan igualmente  agrotóxicos en pequeñas cantidades en los productos comercializados en larga escala como la soja.

Factores que contribuyen a la preservación del ecosistema

Sin datos

Limitación del área y repoblación forestal de las cuencas hidrográficas según legislación federal;

Incentivo a la agricultura ecológica.

Diversidad de actividades;
Insumos naturales (100% de los entrevistados);
Agricultura ecológica (30% de los entrevistados);
Aumento dos bosques de ribera;
Aumento de la masa boscosa en general.

Elaborado por la autora a partir de las informaciones obtenidas en las entrevistas, mapas e imágenes de satélite.

Las ventajas de la agricultura familiar frente a la gran explotación

Durante la elaboración del análisis comparativo que tuvo como objetivo estudiar las diferentes formas de ocupación del suelo donde actualmente se sitúa el Reassentamento São Francisco, hemos tenido la oportunidad de llegar a algunas conclusiones, que en parte ya habíamos desarrollado durante nuestra tesis doctoral.

Son conclusiones que comparan tanto los aspectos sociales como los económicos y ambientales y que nos permiten a reflexionar sobre el papel de los agricultores familiares en sus respectivos municipios, regiones y el conjunto de sus países.

España y Brasil son países en que en términos de agricultura familiar tienen ciertas semejanzas. En España el 95 por ciento de las explotaciones totales son familiares y concentran el 60 por ciento de la producción agropecuaria del país.

En Brasil los agricultores familiares ocupan 84 por ciento de las explotaciones, representan casi un diez por ciento de la población total, son 4,2 millones de familias (cerca de 15 millones de personas) ocupando 70 por ciento de los empleos generados en el campo. Como consecuencia son responsables de la producción de una parte importante de la alimentación consumida por los brasileños, “el equivalente a 40 por ciento del Producto Interno Bruto de la producción agropecuaria brasileña, distribuidos así: 84 por ciento de la yuca, 67 por ciento del fríjol, 58 por ciento del rebaño porcino, 54 por ciento de las vacas lecheras, 49 por ciento del maíz, 40 por ciento de las aves y huevos, 32 por ciento de la soja, entre otros”[18].

Por este motivo creemos que, aunque el análisis que hemos elaborado abarca un caso específico del Oeste de Paraná, su proceso de organización y los resultados conseguidos pueden servir como ejemplo a muchos otros agricultores familiares brasileños o no.

Nuestra meta aquí ha sido la de comparar la forma de actuación de dos tipos de explotación agrícolas antagónicos y, a partir de ella, resaltar los aspectos que consideramos de fundamental interés para la sociedad. Entendemos que comparar los aspectos sociales, ambientales y económicos de un área cuando ella ocupada por un terrateniente o cuando lo está ocupada por centenas de pequeñas explotaciones asociadas puede ser un buen ejemplo para discutir la cuestión. Debido a su importancia, comenzaremos por los aspectos sociales.

Los avances sociales 

Sin entrar en la cuestión del valor social de la tierra, defendemos la idea que la explotación familiar es socialmente más justa que la empresa agropecuaria y, por supuesto, que el latifundio, más aún cuando hablamos de posibilidades de supervivencia y de mantenimiento de decenas o de centenas de familias.

Sin embargo el tema adquiere todavía mayor importancia cuando nos referimos a un área de 6.500 hectáreas, con suelos fértiles, localizada en las cercanías de un importante centro de consumo y de industrias alimentarias y, por lo tanto, con óptimas condiciones para siembra y comercialización. Resulta inaceptable que dicha área se mantenga parcialmente desaprovechada por su único propietario, que emplea para las tareas que realiza dos o tres familias de empleados.

Hemos comentado las características generales y de infraestructura existente en este período y que tenía como objetivo único el monocultivo de la soja y la cría de ganado para carne; pero más importante que esto es analizar los cambios por los que pasó esta superficie con la llegada de las 238 familias de agricultores expropiados de sus tierras por la construcción de una presa.

La ocupación de estas familias revitalizó este espacio en diferentes aspectos. Ante todo lo poblaron, construyendo sus casas y sus almacenes lo que conllevó la necesidad de mejorar su infraestructura, como por ejemplo las vías de circulación, la construcción de escuelas, centro de salud, iglesias, centros comunitarios y un huerto comunitario, entre otros. Hubo un aprovechamiento total de las tierras, antes mal utilizadas o parcialmente improductivas. 

La tierra pasó a ser cultivaba con el objetivo de mantener las familias y sus miembros, al contrario de lo que sucedía en el período anterior cuando el único beneficiario era el terrateniente.

Los cambios económicos y su importancia para el mercado regional

Como hemos podido observar comparando el apartado 2 y el 4, económicamente la superficie pasó por un cambio significativo. De grandes extensiones ocupadas por matorral y pasto autóctono se pasó a la ocupación intensiva de las tierras. Del monocultivo de la soja y de la cría extensiva de ganado para carne se pasó a la diversificación de cultivos y a la cría de la vaca lechera, además de otras actividades relacionadas con la agropecuaria.

Para que esto fuera posible, fue fundamental la organización social y económica de los agricultores, con la creación de la ADERABI y de la CRESOL. A partir de una forma de organización en la que predomina un “equilibrio” entre la cooperación y la autonomía que cada agricultor tiene con relación a su finca, consiguieron, a través de las asociaciones, de la disponibilidad de crédito y de la asistencia técnica, diversificar sus fincas, mejorar la calidad de sus productos y aumentar su productividad.  Esto les ha dado posibilidad de realizar dos tipos diferentes de ventas.

Una a grandes grupos que controlan la cadena agroalimentaria hacia atrás o corriente arriba, y que son cada vez más exigentes con relación a los productos. En este caso, para obtener mejores resultados buscan vender colectivamente productos como la leche y la soja orgánica. Esto les permite ofrecer una mayor cantidad del producto y con esto, obtener precios mejores que si lo hubiesen hecho individualmente.

Otra está relacionada con la principal característica de la agricultura familiar, la diversificación de los cultivos y de las actividades. Por esto, generalmente las actividades agrícolas son desempeñadas conjuntamente con las actividades relacionadas con la cría de animales. Una actitud totalmente diferente del gran propietario que se especializa en una actividad sola, fuertemente basada en la producción a gran escala.

¿Cuales son las consecuencias? Son muchas, aunque aquí trataremos de dos que consideramos principales. En primer lugar el pequeño agricultor cultiva tanto para abastecer el mercado regional como productos para su subsistencia. Para él los dos tipos de cultivos son fundamentales. El primero le provee de ingresos que le permite adquirir productos de consumo que no produce y además le posibilita comprar semillas, abonos, etc. para garantizar las próximas siembras. En los municipios o regiones donde la economía se basa en la agricultura se observa como los ingresos de los agricultores familiares obtenidos en los momentos de venta de la cosecha dinamizan las economías locales y regionales. El aumento de las ventas en los supermercados, tiendas de todos los tipos, así como de coches y de máquinas agrícolas es notorio.

Sin embargo, los productos de subsistencia proveen a los agricultores de alimentos para el consumo de la familia y de los animales, favorece el intercambio entre los agricultores y además les da la posibilidad de vender el excedente. De esta forma el productor familiar evita comprar en el mercado determinados productos, lo que le haría todavía más dependiente del mismo.

Estas dos escalas de comercialización les abren la posibilidad y la necesidad de buscar compradores diferentes para sus productos no elaborados o semielaborados. Por esto, además de las ventas a las cooperativas, empresas exportadoras y grandes industrias, los supermercados, los mercados locales, y las ferias alimenticias ecológicas o no, se transforman en sus puestos de venta directa o indirecta.

Creemos que son razones más que suficiente para que el agricultor familiar no separe el cultivo para comercialización del cultivo para el consumo en la explotación; al contrario, al plantear su siembra lo hace de modo que los dos tipos de cultivo tengan igual importancia para el mantenimiento de la explotación. 

Sin embargo, hay que señalar que esta forma de plantear la explotación tiene otra connotación intrínseca a la anterior. El agricultor también busca diversificar su explotación debido la fluctuación de los precios de los productos agrícolas, generalmente más bajos en el período de la venta, debido el aumento de la oferta. Una reacción diferente a la del empresario agrícola, que por tener como única meta el beneficio, siembra un producto y vende toda la producción a empresas que en la mayoría de las veces lo exportan.

En este contexto el agricultor familiar interacciona con la ciudad y la región en que vive. Al plantear su mantenimiento provee el mercado local de una diversidad de productos y al comprar lo que necesita contribuye a dinamizar la economía del municipio y de la región de la que forma parte.

El cuidado con el ecosistema

Todos sabemos que en un mundo competitivo y adaptado a la globalización agroalimentaria tienen una responsabilidad fundamental los empresarios agrícolas que se dedican básicamente al monocultivo mecanizado en grandes áreas. Esta práctica asociada a las fuertes inversiones para aumentar la productividad y conseguir productos homogéneos lleva a serios riesgos para el ecosistema.

Sin embargo, las principales funciones inherentes a la agricultura familiar, producción, consumo y acumulación de patrimonio se sitúan en otro razonamiento, totalmente diferente a la de la empresa capitalista. Para esta rama de la agricultura, la lógica producción/reproducción nos conduce a un planteamiento del proceso productivo que tiene como meta el equilibrio de la familia, por esto la diversificación de actividades puede presentar el locus ideal para el desarrollo de una agricultura ambientalmente sostenible. 

Las características de las fincas familiares que acabamos de comentar, y en las que el trabajo y la propiedad están íntimamente relacionados se encuentran en estas circunstancias.

Sus actitudes alteraron el enfoque productivo y consecuentemente la relación entre el suelo, las plantas y las plagas. La diversificación de la finca y la utilización de insumos biológicos o de abonos naturales, así como la siembra de diferentes cultivos que facilitan la rotación y con ella la mejora del suelo y por lo tanto de su fertilidad fueron factores fundamentales. Además los controles biológicos naturales favorecen el equilibrio del sistema y disminuyen el riesgo de una reproducción acelerada de plagas e insectos.

Si la agricultura practicada es la llamada “ecológica”, como sucede con diferentes agricultores que entrevistamos, las consecuencias son todavía más importantes ya que la preocupación con el ecosistema y la producción de alimentos ecológicos y de calidad son su meta.  Ellos representan una alternativa a la producción en alta escala, e igualmente una nueva forma de vivir, de producir alimentos y de comercializar, por esto deben ser estimulados y apoyados en sus proyectos. 

La producción de alimentos sanos pasa ineludiblemente por el fomento de la agricultura familiar, ya que por sus actividades diversificadas, con características agroecológicas y basada en la integración de los sistemas, puede abastecer el mercado local y regional con productos de alta calidad acordes con la alimentación autóctona y con la realidad cultural.

Se trata de las características de un “nuevo rural” en el que, además de la diversidad de las formas de producción y del trabajo familiar, base de la agricultura familiar, aparecen una serie de actividades alternativas como la siembra de nuevos productos y la creación de nuevos mercados; la opción por una agricultura de pocos insumos externos, lo que deriva hacia una reconexión entre la agricultura y la naturaleza y, el (re)descubrimiento de nuevas formas de organización y cooperación, lo que lleva, según Jan Douwe Van der Ploeg, a una reintroducción de la artesanalidade, que lleva a una unidad orgánica entre trabajo intelectual y manual, que permite un control directo y afinado del proceso de producción[19].

Esta realidad nos hace pensar en los agricultores familiares como principales agentes de transformación hacia un mundo rural mejor, socialmente más justo y ecológicamente más correcto.

Notas

[1] La economía solidaria como solución a la sostenibilidad de la agricultura familiar: el caso del Reassentamento São Francisco, Cascavel, PR, Brasil. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona.  Número extraordinario dedicado al IX Coloquio Internacional de Geocrítica <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24549.htm>

[2] Scherer-Warren, 1996, p. 54.

[3] Un resumo de los problemas enfrentados por los afectados por la formación de embalses en las diferentes regiones brasileños puede ser encontrado en la obra Terra sim, barragens não! Elaborada en el 1º Encontro Nacional de Trabalhadores Atingidos por Barragens, 1989. Bajo el título “O efeito das tecnologías sobre as comunidades rurais: o caso das grandes barragens, Lygia Sigaud, 1992, hace una comparación de lo que se produjo cuando de la construcción de las principales hidroeléctricas brasileñas: Sobradinho, Tucuruí, Itá y Machadinho. Informaciones específicas sobre la formación del embalse de Sobradinho en el Rio São Francisco se pueden obtener en dos artigos. Uno, “Barragem de Sobradinho Interminable Via-sacra” de Ruben Alfredo de Siqueira. Tempo e presença, nº 257 y otro “Barragem de Sobradinho: o desencontro cultural entre camponeses e técnicos do estado”, de Ana Luiza Martins Costa.  Hidrelétricas, ecologia e progresso. Rio de janeiro: CEDI, 1990, pp. 55-68.  Además, en la Revista Proposta, el número 46, 1990 está dedicado al tema Barragens: questão ambiental e luta pela terra. En se tratando de la Biancional de Itaipu se destacan las obras de Guimar Germani Os expropiados de Itaipu. O conflito: Itaipu x colonos, 1982 y de Juvencio Mazzarolo A taipa da injustiça, 1980. En el caso de los expropiados por la Hidroeléctrica de Salto Caxias el trabajo sociológico realizado por Eder Menezes, A luta pela terra contra as forças das águas:a ação dos atingidos pela construção da Barragem de Salto Caxias, tesis de maestria defendida en 2004 en la UFF.

[4] Realizamos un estudio detallado del proceso de expropiación que pode ser consultado en el capítulo 7 de nuestra tesis doctoral: “Las políticas energéticas, la construcción de la Hidroeléctrica Salto Caxias y la formación del Reasentamiento São Francisco”, p. 287-331.

[5] Cheiro de Terra n°1 de junio de 1997.

[6] Entrevista realizada a un agricultor que vive en el Reasentamiento São Fracisco de Assis, en agosto de 2002.

[7] El artículo de Diógenes Pinheiro, 1999, hace un breve relato sobre el proceso de formación y de ampliación del “nuevo” asociacionismo basado en la mayor participación comunitaria y en la disminución de la descentralización político-administrativa. Para esto analiza el papel que desempeñaron sus principales agentes: técnicos de extensión rural,  sindicalistas y asesores pertenecientes a  la Pastoral da Terra.

[8] La viabilidad de la agricultura familiar asociada: El caso del reasentamiento São Francisco, Cascavel, PR, Brasil, capítulos 8 y 9 (p. 334-398), o ver una síntesis de estos en <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24549.htm>

[9] Ilse Scherer-Warren, en Redes de Movimentos Sociais, 1996, p. 75-76.

[10] Para mayores detalles sobre este proceso ver nuestra Tesis Doctoral, capítulo nueve, titulado “La creación del sistema CRESOL como forma alternativa a obtención de créditos a la agricultura familiar” y una síntesis de este en <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24549.htm>

[11] Según N. Lampkin, 2001, p. 41.

[12] Entrevista concedida en 2003 por uno de los coordinadores de la Cooperativa de Asistencia Técnica (COOATER), el ingeniero agrónomo Sérgio Ferrazo.

[13] K. Kautsky (1970), p. 18.

[14] Entrevista a unos de los reasentados que tiene en la actividad lechera su principal fuente de ingresos.

[15] En el período analizado para comprarse 1 dólar eran necesarios cerca de 2,50 reales.

[16] Para mayores detalles de la Ley Federal n° 4.771 de 15 de septiembre de 1965, denominada de Código Forestal y mejorada por la Ley nº 7.803 de 18 de julio de 1989 consultar <http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/Leis/L4771.htm>

[17] La Ley Federal n° 4.771 de 15 de septiembre de 1965, denominada de Código Forestal y mejorada por la Ley nº 7.803 de 18 de julio de 1989 <http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/Leis/L4771.htm>, considera como área de preservación permanente, las florestas situadas en las nacientes, aunque intermitentes, y en los llamados “ojos de agua” cualquiera que sea la situación topográfica, en un radio de cincuenta metros de ancho. También fija como área de preservación permanente, las florestas y demás formas de vegetación natural, situadas a lo largo de los ríos y de cualquier curso de agua, desde su nivel más alto en una faja marginal cuya anchura mínima debe ser:

a- de 30 metros para los cursos de agua de menos de 10 metros de anchura;
b- de 50 metros para los cursos de agua que tengan entre 10 y 50 metros de anchura;
c- de 100 metros para los cursos de agua que tengan entre 50 y 200 metros de anchura;
d- de 200 metros para los cursos de agua que tengan entre 200 y 600 metros de anchura;
e- de 500 metros para los cursos de agua que tengan anchura superior a 600 metros.

Además la Ley Federal n° 7754 de 14 de abril de 1989 <http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/Leis/L7754.htm> establece medidas para protección de las florestas existentes en las nacientes de los ríos, estableciendo que en las mismas está prohibido el talado de árboles y cualquier forma de desmonte, y que el local deberá ser protegido con foresta en forma de paralelogramo, con dimensiones fijadas en reglamento, llevando en consideración el largo y el ancho de los ríos cuyas nacientes deben ser protegidas.

[18] Datos disponibles en la página Web del Ministerio de Desenvolvimento Agrário  <http://www.mda.gov.br/saf>

[19] Jan Douwe Van der Ploeg,  2006, pp. 13-54.

 

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Referencia bibliográfica

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