IX Coloquio Internacional de Geocrítica

LOS PROBLEMAS DEL MUNDO ACTUAL
SOLUCIONES Y ALTERNATIVAS DESDE LA GEOGRAFÍA
Y LAS CIENCIAS SOCIALES

Porto Alegre, 28 de mayo - 1 de junio de 2007
Universidade Federal do Rio Grande do Sul

 

UTOPÍAS EN LA SELVA TROPICAL URBANIZADA
AMAZONIA BRASILEÑA, DEL CATASTROFISMO A LA ESPERANZA

Luciana de Castro Souza Pinto
Doctoranda[1] en Geografía Humana, Universidad de Barcelona
luci_pinto@yahoo.com.br


Utopías en la selva tropical urbanizada. Amazonia brasileña, del catastrofismo a la esperanza (Resumen)

En las últimas décadas la Amazonia brasileña está sufriendo profundos cambios en su estructura territorial. Los nuevos ejes de poblamiento han contribuido en el proceso de consolidación de una precaria red urbana que rompe con los antiguos patrones de organización espacial y reproduce la matriz de la urbanización subdesarrollada, caracterizada por graves problemas de desigualdad social y degradación ambiental. La frontera de urbanización es un espacio potencialmente alternativo abierto a nuevas posibilidades. Más allá de las visiones catastrofistas, se enfatiza los aspectos esperanzadores de las manifestaciones del fenómeno urbano en la selva tropical y en la capacidad imaginativa del ser humano para proyectar escenarios futuros. Como espacio no plenamente estructurado y potencialmente generador de nuevas realidades, la Amazonia es un territorio fértil para el rescate del sentido de la Utopía. Hay razones suficientes para creer que con optimismo y creatividad es oportuno y necesario asumir la responsabilidad individual y colectiva en la construcción de un futuro urbano posible en la Amazonia brasileña.

Palabras-clave: urbanización, Amazonia brasileña, utopía.


Utopia in the urbanized rainforest. Brazilian Amazon, from catastrophism to hope (Abstract)

In the last decades the Brazilian Amazon is undergoing deep changes in its territorial structure. New settlement axes have contributed in the process of consolidation of a precarious urban network that breaks with the former spatial organisation patterns; and reproduces the matrix of the underdeveloped urbanization, characterised by serious problems of social inequality and environmental degradation. The urbanization frontier is a potentially alternative space opened to new possibilities. Beyond catastrophic visions, this paper focus on the positive aspects of urban manifestations in the tropical rainforest and on the imaginative capacity of human beings to project future scenes. As a not totally structured space and, therefore potentially generator of new realities, the Amazonia is a very fertile territory for the rescue of Utopian sense. There are sufficient reasons to believe that with optimism and creativity it is opportune and necessary to assume the individual and collective responsibility on building a possible in the construction of a possible urban future in the Brazilian Amazon.

Key-words: urbanization, Brazilian Amazon, utopia.


Utopias na floresta urbanizada. Amazônia brasileira, do catastrofismo à esperança (Resumo)

Nas últimas décadas a Amazônia brasileira tem sofrido profundas mudanças na sua estrutura territorial. Os novos eixos de povoamento contribuíram para a consolidação de uma rede urbana precária que rompe com os antigos padrões de organização espacial e reproduz a matriz da urbanização subdesenvolvida, marcada por graves problemas de desigualdade social e degradação ambiental. A fronteira de urbanização é um espaço potencialmente alternativo aberto a novas possibilidades. Para além das visões catastróficas, se procura enfatizar o aspecto promissor das manifestações do fenômeno urbano na floresta e a capacidade imaginativa do ser humano para projetar cenários futuros. Como espaço não plenamente estruturado e potencialmente gerador de novas realidades, a Amazônia é um território fértil para o resgate do sentido da Utopia. Com otimismo e criatividade é oportuno e necessário assumir a responsabilidade coletiva e individual na construção de um futuro urbano possível na Amazônia.

Palabras-chave: urbanização, Amazônia brasileira, utopia.



Un mapamundi que no incluye Utopía no vale la pena mirarlo siquiera.

Oscar Wilde[2]

Los discursos catastrofistas[3] sobre la destrucción de la selva amazónica están al orden del día en la agenda internacional de debates sobre los efectos del calentamiento global y la preservación de la biodiversidad. Por otro lado, en contraposición, el pragmatismo desarrollista utiliza argumentos nacionalistas para defender el derecho de explotación de los recursos naturales y el uso del territorio en beneficio del crecimiento económico ‘nacional’, concretamente el relacionado con el sector agroindustrial en la Amazonia. El debate entre corrientes neopositivistas y neorrománticas no es nuevo y se fundamenta en diferentes concepciones de la Naturaleza, cuyas posturas condicionan las prácticas y las retóricas contemporáneas en lo que respecta a las relaciones entre el ser humano y el medio. Si por un lado el cientificismo antropocéntrico a menudo legitima las intervenciones humanas en el territorio a partir de la visión de la naturaleza como un objeto, un bien común a disposición de la humanidad, por otro, la visión romántica conservadurista, al observar la naturaleza como “un ser místico”, casi “pedagogo del alma humana”[4], justifica con frecuencia una retórica alarmista de inminente catástrofe medioambiental, colocando el ser humano en una posición de no-pertenencia a la naturaleza, e incluso como su opositor.

En medio de este antagonismo hay de forma evidente, entre un extremo y otro, muchos matices que son relegados a un segundo plano. El proceso de urbanización del territorio amazónico, que se viene intensificando en las últimas cuatro décadas, es uno de estos aspectos relevantes todavía poco abordados tanto en el medio científico como en el gubernamental. En relación con el biosistema amazónico es cierto que, en las últimas décadas, las corrientes postmodernas han hecho una crítica de los discursos totalizadores y han atraído la atención sobre las diferencias, minorías, coexistencia de innumerables posibilidades y nuevos enfoques a la cuestión de la preservación ambiental compatible con el desarrollo social. En los ámbitos académico y político, se ha realizado un enorme esfuerzo de superación de estos discursos ideológicos radicales y un intento de construir prácticas de desarrollo local respetuoso con la diversidad ecológica y cultural[5]. Sin embargo, todas estas diferentes propuestas sucumbieron bajo el mismo concepto ambiguo, y cada vez más vacío de sentido, del desarrollo sostenible. Son discusiones que en la mayoría de las ocasiones se adentran de forma superficial en las cuestiones propiamente urbanas.

La “ceguera” selectiva que ignora la problemática urbana en la Amazonia no resulta sorprendente considerando la “invisibilidad” de la realidad regional y las distorsiones interpretativas de la mirada históricamente exógena que construye respecto a la Amazonia imágenes tan dispares e irreales como El Dorado, el Infierno Verde o la “ultima frontera ecológica”. Ante esto, se hace patente la necesidad de desmitificar algunas ideas simplificadoras acerca del espacio regional, especialmente la idea de que se trata de una  “región natural unitaria y homogénea”[6]. Otros clichés como el “vacío demográfico”, o la idea del “pulmón del mundo”, o incluso “eterna frontera agrícola”, también perjudican el entendimiento de la actual configuración espacial, que es decididamente urbana[7].


El proceso de urbanización de la Amazonia brasileña

La dimensión urbana como especificidad de la frontera de poblamiento amazónica no se caracteriza únicamente por la urbanización de la población. El incremento de la población que habita en ciudades es indudable: la región amazónica ha sido la región brasileña que presentó las tasas más altas de crecimiento urbano en las últimas décadas del siglo XX: en 1970 apenas 3,5% del total de la población era urbana, en 1980 pasa a 44,6%, 61% en 1996, llegando a los 69,07% en el año 2000. También se caracteriza por la urbanización del espacio[8], entendido aquí como el medio técnico-científico-informacional y el conjunto de valores de la modernidad que se difunden por el territorio. De la variedad de procesos político-económicos ocurridos a lo largo de la historia reciente de la región, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, resulta el actual sistema urbano irregular y polimorfo[9] compuesto por subregiones bastante diferenciadas desde el punto de vista de la distribución del fenómeno urbano y de la variedad formal de asentamientos humanos.

 Lo que sí parece ser una constante en el proceso de poblamiento de la región amazónica es el hecho de haberse desarrollado en oleadas vinculadas a demandas externas, seguidas de grandes períodos de estancamiento y decadencia. Si bien la génesis de lo urbano en la región se debe atribuir a la economía del caucho a partir de mediados del siglo XIX, la fundación de Belém en 1616 marca el inicio de la conquista del territorio amazónico. Belém, portal del Amazonas, junto a Manaus, se consolidará como gran centro regional y metropolitano en la actualidad. Las dos ciudades encabezan dos sistemas urbanos específicos. El primer brote de desarrollo de la vida urbana regional ocurre a partir del impulso económico resultante de la creación de la Compañía General del Gran Pará y Marañón, entre 1750 y 1780, hecho aislado entre dos períodos de relativo estancamiento[10].

Entre mediados del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, se da una expansión de la ocupación del territorio a través de la construcción de fortalezas militares y la creación de aldeas misioneras dispersas por la región. Sin embargo, “la autosuficiencia de las propiedades agrícolas, la dificultad de comunicación, la baja disponibilidad de mano de obra y la inexistencia de complementariedad productiva entre los subespacios regionales” no favorecían el crecimiento de ciudades. La formación proto-urbana a partir de la economía del caucho se define por una red de poblados y pequeñas ciudades en la margen de los grandes ríos, a través de los cuales se estructura la circulación de la producción y funciona el sistema económico que caracteriza esta naciente dinámica urbana[11]. Es durante este ciclo extractivista[12], que se extiende desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el final de la Primera Guerra Mundial, que Belém y Manaus pasan por una significativa expansión y mejora urbana y se consolidan como centros de los sistemas macrocefalicos de la Amazonia Oriental y Occidental respectivamente, modelo que se mantuvo como patrón de desarrollo urbano hasta la década de 1980.

El colapso de la economía de exportación del caucho en la década de 1920 marca un período de estancamiento urbano que durará hasta la década de 1960. En los años cuarenta, sin embargo, este período de letargo empieza a cambiar y surgen las primeras señales de “ocupación” estatal deliberada con los proyectos de colonización del sudoeste amazónico en el ámbito de la “Marcha para el Oeste” del gobierno de Getúlio Vargas. Dando continuidad al proyecto de “modernización” del país impulsado por Vargas, el gobierno de Juscelino Kubitschek inaugura una estrategia para “viabilizar la movilización de capitales y de migrantes para los nuevos frentes de poblamiento”[13] a través de la implementación de una malla programada[14], especialmente a partir de 1966, con la política de integración nacional del gobierno militar. Estas estrategias de ocupación espacial se constituyen de redes de carreteras, proyectos de colonización dirigida, polos de desarrollo económico, infraestructuras de telecomunicación y energéticas.

El proceso intenso de cambio económico y político que se desarrolla durante las cuatro últimas décadas del siglo XX en la región amazónica provoca una profunda reestructuración urbana y regional. Los primeros 20 años de esta etapa, hasta mediados de la década de 1980, coincidiendo con la duración del régimen militar, se caracterizan, según Machado, por dos procesos paralelos que conforman el sistema de poblamiento regional; uno intencional – producto de las acciones colonizadoras gubernamentales o privadas y de apoyo a los polos de desarrollo – y otro espontáneo, “producido por el mercado, por las acciones de las estructuras sociales colectivas y por los individuos”[15]. Esta intensificación del proceso de urbanización está directamente asociada al proyecto nacional de rápida modernización e industrialización de la sociedad brasileña bajo el comando estatal.

Pese al surgimiento de nuevos núcleos urbanos, y el consecuente aumento de la heterogeneidad de la estructura jerárquica de las redes de ciudades, la primacía de las grandes aglomeraciones sigue inalterada, configurando una urbanización concentrada[16] que se refleja en la explosión metropolitana de Belém y Manaus, primero, y Cuiabá y Sao Luiz, después. A partir de la década de 1980, el ‘abandono’ por parte del Estado y las nuevas dinámicas productivas contribuyen a consolidar importantes especificidades subregionales.

Si en la Amazonia Occidental la urbanización se presenta fuertemente concentrada en su área metropolitana, con absoluto dominio de la ciudad de Manaus en una región de baja urbanización territorial, en la Amazonia Oriental hay otros procesos simultáneos. Si bien la primacía de la región metropolitana de Belém se reafirma, se observa paralelamente un movimiento de urbanización extensiva[17] que, entre otras características, manifiesta la importancia que ganan las pequeñas y medianas ciudades como centros de dinamismo económico. Al definirla desde la década de 1980 como “selva urbanizada”, Becker enfatiza la nueva realidad regional de la antigua frontera móvil, que se distingue de otras fronteras de ocupación en grandes territorios porque en este caso surge como urbana. Lo urbano se anticipa a la propia actividad productiva, y los nuevos núcleos urbanos funcionan como foco de atracción y polarización del contingente migratorio y como zona de organización del mercado de trabajo[18].

Entendiendo el tejido urbano de manera más amplia que el simple dominio edificado en las ciudades, como lo define Lefevbre como el “conjunto de las manifestaciones de la ciudad sobre el campo[19], se puede decir que en la Amazonia el tejido urbano tuvo origen en la política territorial a la vez concentradora e integradora de los gobiernos militares. Esta urbanización extensiva se basa en la asociación del capital internacional a las industrias nacionales de la construcción civil, a la concentración de la propiedad de la tierra y al agronegocio. A través de este ‘tejido urbano expandido’, es decir, esta malla funcional compuesta del aparato administrativo estatal, las redes de comunicación, transporte  y energía y los servicios urbanos y sociales, se han consolidado en la frontera económica las condiciones urbano-industriales de producción y reproducción, la praxis urbana, el sentido de modernidad y de ciudadanía. Esta condición dispersa, que caracteriza el siglo XX[20], se extiende por el territorio amazónico mucho más allá de las ciudades consolidadas, integrando espacios rurales y regionales al espacio urbano-industrial. En la Amazonia esta urbanización extensiva ha seguido l espacio urbano-industrial, administrativo estatal, las redes de comunicación y los ejes viarios y redes de comunicación y de servicios.

A pesar de nacer ya urbana la frontera económica, muchos autores llaman la atención sobre el hecho de que el fenómeno urbano no siempre se manifiesta en la Amazonia como dominio de la ciudad en el paisaje, sino por su preeminente presencia como estilo de vida, en el que, a través de la introducción de valores de urbanización, sus habitantes adquieren una mentalidad ciudadana[21]. La óptica dualista que intenta establecer límites fijos entre lo rural y lo urbano perjudica, a menudo, la correcta visualización del fenómeno urbano en regiones donde el paisaje todavía no ha dejado de ser en gran medida “natural”. Sin embargo, no es superfluo recordar que la propia noción de “rural” es eminentemente urbana, y por lo tanto susceptible de superación y eliminación, especialmente cuando advertimos que en la Amazonia el espacio rural sigue siendo “el lugar de ejecución de las decisiones tomadas en el interior del espacio urbano”; así, en este sentido, la oposición campo-ciudad deja de existir debido al triunfo de la ciudad[22].

Procesos dirigidos y espontáneos han generado una realidad urbana multiforme en el territorio amazónico. La frontera móvil de los años 1970 es hoy un territorio heterogéneo compuesto por: áreas de poblamiento consolidado; áreas de urbanización elevada sin grandes diferenciaciones jerárquicas internas; y áreas de baja ocupación urbana[23]. En el arco de poblamiento consolidado, área que rebordea el bioma amazónico, se manifiesta un patrón lineal de ocupación urbana concentrada a lo largo de las carreteras; en la parte oriental alrededor de la carretera Belém-Brasília, y en la meridional en torno a la Cuiabá-Porto Velho. Estas carreteras funcionan tanto como grandes ejes de penetración regional como en tanto que troncales desde donde partirán carreteras secundarias y se estructurará los diferentes sub-sistemas urbanos. En el escenario de áreas de poblamiento consolidado el fenómeno urbano refleja una característica fundamental de la ciudad contemporánea: el fragmento. La ciudad no nace de una continuidad histórica, no crece paso a paso, aparece instantánea sobre el territorio como un sello de un fragmento aleatorio de una típica periferia de las grandes ciudades brasileñas. En estos espacios, además de la metamorfosis del paisaje, ya se ha dado el cambio decisivo en el pensamiento, gracias a la difusión de los medios de comunicación que contribuyen a actualizar las pautas de comportamientos, extendiendo la homogeneización de los modos de vida.

La urbanización del territorio, la reestructuración de la red urbana y los nuevos papeles asumidos por la ciudad en la Amazonia revelan los cambios en la base productiva regional y en las nuevas dinámicas del mercado de trabajo, marcando la ruptura con los antiguos patrones de organización espacial. Estos cambios en la red de ciudades se deben especialmente a la inserción de la región Amazónica en el proceso de globalización. En el momento actual existen señales que apuntan a la diversificación productiva de la región, lo que sugiere una consolidación de redes urbanas cada vez más complejas y significativas. La diferencia con las últimas décadas es que ahora hay una nueva estrategia de desarrollo, que ya no es resultante de las determinaciones del mercado interno, sino que sigue formas de integración de la base productiva en un mercado globalizado, como es el caso de la soja, con todas las nuevas dinámicas urbanas que esta actividad conlleva.

Reproducción de la matriz de la urbanización subdesarrollada

El reciente sistema de poblamiento reproduce la dicotomía del proceso de desarrollo que define históricamente la sociedad brasileña: un proceso de industrialización que no acaba de superar las relaciones arcaicas de poder basadas en la propiedad de la tierra. En este sentido los núcleos urbanos amazónicos reproducen la matriz de la urbanización subdesarrollada caracterizada por la repetición del grave desequilibrio entre las áreas de concentración de pobreza y la concentración de agentes y actividades de alta calificación y renta, integrados en los circuitos globalizados de acumulación. La evolución del uso y la ocupación del suelo asumen una forma ambientalmente predatoria y socialmente discriminatoria – con segregación espacial de la pobreza y con los derechos ciudadanos restringidos a un sector minoritario de la población.

La urbanización precaria sigue una pauta de ilegalidad urbanística virtualmente absoluta, marcada por la ausencia de legislación respecto al uso y ocupación del suelo, de código de obras, de financiación pública, de políticas de vivienda y de recursos técnicos. El déficit tecnológico condiciona las formas arquitectónicas y, especialmente, las formas de asentamiento. Sin alternativas, la población se instala como puede con sus escasos recursos y conocimiento, reproduciendo así una tipología urbana ya conocida en las grandes ciudades latinoamericanas, donde reina la precariedad, la injusticia social, la segregación espacial y la degradación ambiental. La ciudad nace ya precaria, sin redes de servicios básicos y sin una estructura formal definida.

Los asentamientos humanos en la Amazonia ponen en evidencia importantes temas relacionados con la pobreza y la preservación ambiental en el contexto de la selva tropical. La rapidez y escala espacial del proceso de urbanización del territorio amazónico revelan el no menos rápido y vasto cambio de la estructura productiva, dentro de la cual los sectores más dinámicos son la industria maderera, la minería, el agro-negocio, la siderurgia y la construcción civil. Estos sectores están íntimamente relacionados con la economía política de las ciudades, pero además determinan fundamentalmente la economía política de la urbanización, es decir, “la división social del trabajo que, juntamente con la división territorial, definen la repartición territorial de los instrumentos de trabajo, del empleo y de las personas en un determinado espacio”[24].

Nos guste o no, el futuro que se vislumbra para la Amazonia es definitivamente urbano, no expandido homogéneamente por todo el territorio, pero sí en una superficie significativa de la región y con un impacto ambiental considerablemente elevado. En la Amazonia la tendencia mundial de urbanización tiene relaciones espacio-temporales bastante sorprendentes, y sería como mínimo irresponsable dejar el desarrollo de los sistemas urbanos a merced de los intereses económicos, principalmente los inmobiliarios, sin dirección y control público. Aunque sea necesario pensar en instrumentos públicos de gestión para racionalizar la ocupación del territorio y la organización de las ciudades, lo más urgente es definir una visión valiente de futuro urbano para la región, que debe ayudar a la construcción del presente.


La frontera como espacio de esperanza

Resulta estimulante apreciar el sentido de frontera como lo define Becker, “como un espacio no plenamente estructurado y por eso mismo potencialmente generador de nuevas realidades”[25]. La frontera amazónica presenta una condición histórico-geográfica actualmente singular en el planeta. Además de su particularidad socio-ecológica y sus dimensiones continentales únicas como frontera activa, la génesis y la evolución de sistemas urbanos observables de primera mano abren una oportunidad exclusiva para plantearse cómo podría darse más razonablemente la ocupación humana en la región. Si la especificidad de la frontera amazónica es su virtualidad histórica, la Amazonia es, por lo tanto, el territorio por definir, “la última pagina del Génesis por ser escrita”, en las palabras de Euclides da Cunha[26]. La hoja de papel donde se puede ensayar un nuevo modelo urbano que no niegue ni el aspecto pragmático que piensa la selva como reserva de valor para el desarrollo material de la vida humana, ni tampoco pierda de vista la dimensión sagrada de la naturaleza en su estado más exuberante, rico y enigmático existente hoy.

Maturana sostiene que “nada ocurre en el curso de la historia porque sea necesario que ocurra, (…) el curso que sigue la historia es el curso de los deseos”[27], es decir, el futuro es consecuencia directa de los deseos humanos, que empiezan siempre en la imaginación. La Amazonia es, en este contexto, la gran posibilidad histórica de construir un futuro urbano diferente de los patrones del llamado mundo desarrollado. ¿Pero según qué pautas se podría forjar un proyecto de ocupación urbana en la Amazonia? Ante la cuestión, Harvey sugiere que quizá la revitalización de la tradición utopista nos podría brindar nuevos caminos para crear alternativas posibles[28]. La tradición del urbanismo utópico ya lleva demasiado tiempo en estado de hibernación, después de que tras la Segunda Guerra Mundial el urbanismo se institucionalizara convirtiéndose en planificación global del uso del suelo[29]. El territorio amazónico podría ser considerado un enorme laboratorio en el cual experimentar técnicas innovadoras, resucitando y dando nuevo sentido al pensamiento utopista. 

Es necesario inventar una realidad urbana específica y coherente al trópico húmedo y no plagiar soluciones forasteras. La tarea es hercúlea, dado que la fuerza de producción y reproducción del sistema capitalista es tremenda, pero no hay que olvidarse de que la sabiduría autóctona es una fuente de conocimiento a ser consultada. Los pueblos tradicionales tienen conocimientos seculares de cómo adaptarse al medio respetando la selva. Por otra parte, sus escalas de transporte y producción podrían ser inagotables fuentes de inspiración para un proyecto colectivo de nuevo urbano. La recuperación de la utopía supone el nacimiento de nuevos sujetos sociales, algo que de hecho ya esta ocurriendo en la Amazonia: basta observar la creciente fuerza de los movimientos sociales amazónicos en los últimos años, las movilizaciones de las poblaciones tradicionales y de las nuevas poblaciones urbanas. Así se presenta la posibilidad histórica, si no de forjar un nuevo modelo urbano, por lo menos de no repetir ciegamente las nefastas fórmulas de ocupación difundidas en las ciudades brasileñas.

El pensamiento utópico en este caso consiste en la superación de las dicotomías ideológicas paralizadoras. Finalmente, no se trata de calificar si es saludable o nociva la ocupación urbana del territorio amazónico, ya que esto conduciría forzosamente a la polarización entre posturas “apocalípticas o integradas”. El ambientalismo distorsionado, que no consigue percibir los aspectos positivos de las desastrosas intervenciones gubernamentales de las últimas décadas es, desde mi punto de vista, tan estéril como el materialismo deformado que no alcanza a discernir que el valor de la selva “en pie” es potencialmente mucho más elevado que la tierra vacía o con actividades de baja productividad. En el caso de los cambios estructurales de finales del siglo XX, es importante resaltar que, a pesar de todos los impactos que pueden ser considerados negativos, es verdad que han generado elementos sobre los cuales la región puede hoy desarrollarse, como la conectividad regional (telecomunicaciones), el paso de una economía exclusivamente extractivista hacia una industrialización (explotación mineral o la Zona Franca de Manaus por ejemplo) y por supuesto los grandes cambios en el sistema de poblamiento regional[30].

El desarrollo “sostenible” – pese a la inconsistencia y vaguedad del término – de la Amazonia es un de los mayores desafíos actuales de la sociedad brasileña. Por lo tanto, en lugar de detenerse entre rigideces ideológicas, sería definitivamente más edificante enfocar los esfuerzos en torno a la realidad urbana tal cual es para lograr acciones que den como fruto inspiraciones de como prever y conciliar la dinámica de la ocupación humana y su interacción con los ecosistemas de la región. El territorio, como objeto de una construcción, como una clase de artefacto, no es un dato, sino el resultado de diversos procesos. Entre estos procesos, la misma construcción imaginativa es una parte constitutiva de la realidad. “No hay territorio sin imaginario del territorio” diría Corboz[31], sosteniendo de otra manera lo que dice Unger sobre el poder imaginativo en la construcción de las realidades: “Si las sociedades son construidas e imaginadas, entonces, tenemos que aceptar que pueden ser re-construidas y re-imaginadas”[32].


Utopías en la floresta urbanizada

Si la frontera es el lugar por excelencia para la proyección del futuro, que es siempre potencialmente alternativo, ¿podría ser que una revitalización de la tradición utópica nos proporcionase formas de pensar la posibilidad de alternativas reales? Y si es así, ¿qué tipo de utopías servirían para el siglo XXI, el siglo de la urbanización?

Harvey apuesta por la superación de experiencias pasadas de utopías de forma-espacial, como las idealizadas por Moore, Bacon, Howard o Le Corbusier, así como de las utopías de proceso social, es decir, las utopías que prescinden del espacio como en Marx o Hegel. Harvey defiende la construcción de un utopismo espacio-temporal que busque la totalidad de los fenómenos, fundamentado en la aceptación de tres aspectos de la realidad contemporánea: los procesos a través de los cuales el capital crea paisajes, es decir, aceptar la realidad de los cambios en la estructura territorial en la Amazonia y ser creativo a partir de ellos; las ciudades como lugares por excelencia en los que ocurren los conflictos socio-políticos, o la utopía no como superación de los conflictos de intereses, sino como acuerdo y aceptación para lidiar con las diferentes fuerzas sociales; y los habitantes como arquitectos del futuro, la población local asumiendo la responsabilidad histórica del cambio a través de los debidos espacios democráticos y la lucha por su conquista[33].

Suponiendo la capacidad creativa y el poder de la mente humana de concebir ideas propositivas, el pensamiento utópico podría empezar por no menospreciar la posibilidad de darle la vuelta a la cuestión de la urbanización del territorio amazónico y, en lugar de verlo como un eventual problema, transformarlo en una oportunidad. El concepto de utopía aquí no significa lo irrealizable, ni siquiera la aspiración ideal. Lo que se reivindica es “una utopía que es denuncia u anuncio; denuncia de lo condenable y anuncio de lo deseable”[34]. El utopismo dialéctico propuesto por Harvey es una alternativa “enraizada en nuestras posibilidades presentes y que al mismo tiempo apunte hacia diferentes trayectorias para los desarrollos geográficos humanos desiguales”[35]. En un mundo material y psíquico en perpetua metamorfosis, lo más esperanzador de la labor de construcción deliberada del futuro es la dimensión dialéctica de este proceso: al cambiar la actitud frente a la realidad se cambia el mundo y al cambiar el mundo nos cambiamos a nosotros mismos.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que la utopía como ilusión romántica es estéril e incluso contraproducente, como sugiere José Saramago al decir que utopía sería la primera palabra que borraría del diccionario. Con esta provocación, Saramago condena el sentido quimérico del utopismo, el que invita a la no acción, a la “pereza intelectual”, al esperar sentado que las cosas sean mejores en el futuro sin comprometerse con los procesos de cambio y, especialmente, al victimismo crónico y perverso tan de moda últimamente. Reacio a estos aspectos negativos del utopismo, Saramago defiende la importancia de mantener la claridad de visión, la capacidad de mirar la realidad con coraje, implicación y responsabilidad individual. Para él, el “mañana” es la dimensión utópica posible, lo que necesariamente demanda un alto grado de realismo y comprometimiento individual y colectivo[36].

La frontera de urbanización amazónica como “espacio potencialmente generador de nuevas realidades”[37] es un territorio idóneo para la puesta en práctica de esta oportunidad histórica de investigar la pluralidad de alternativas posibles. Si es cierta la capacidad humana de imaginar y proyectar su futuro, las cuestiones fundamentales parecen ser ¿qué hacer? y ¿por dónde empezar?

El valor de las ciudades

En primer lugar, parece importante abolir la idea simplificadora que vincula la ciudad a una condición de ‘anormalidad’, de elemento necesariamente amenazante a la preservación de la naturaleza, en este caso de la selva tropical. Considerando que el futuro del género humano ahora reside, por primera vez en todos los tiempos, en áreas urbanas, se debe concluir que la calidad de vida urbana en el siglo XXI determinará la calidad de vida de la propia civilización, y esto no excluye la Amazonia. Tampoco se debe olvidar que junto a las valoraciones pesimistas sobre la ciudad, como nos recuerda Capel, existan también interpretaciones positivas acerca de ella: “en éstas la ciudad aparece como lugar de progreso, de creatividad y de la innovación, de la vida intelectual intensa, de la ciencia y de la cultura, de la libertad, de la educación, de la mayor capacidad de interacción, de la movilidad social y posibilidad de mejorar las condiciones de vida”[38]. Si hoy asistimos la explosión de núcleos urbanos, el aumento del éxodo rural hacia las periferias de las ciudades medianas y grandes, y la urbanización extensiva del territorio amazónico, eso se debe a que los grupos populares tienen entendido que la ciudad les ofrece mejores oportunidades que el campo. Pese a todas las limitaciones reales de esta idealización del medio urbano, la verdad es que potencialmente las ciudades ofrecen mejores posibilidades de igualdad de derechos y de oportunidades.

Así, está claro que si la preservación de una parte significativa del bioma amazónico y el desarrollo regional dependen de la fuerza científica y tecnológica en la región, como sostienen diversos autores, será en las ciudades amazónicas donde estas actividades tendrán lugar. La utopía de aplicar los avances tecnológicos en beneficio del buen uso del patrimonio ecológico y de la mejora de la condición de vida de los habitantes de esta región pasa, necesariamente, por la aceptación y la consolidación de lo urbano.

Ciencia y Tecnología

“La vuelta a una cultura de la selva es una quimera, sin embargo, el conocimiento ya nos permite estar seguros de que destruirla es una estupidez”; con estas consideraciones, el periodista Lúcio Flávio Pinto, importante voz activa y profundo conocedor de la Amazonia, hace un llamamiento al utopismo tecno-científico como modo de ocupación oportuno. “Donde existe la selva tropical densa, la mejor inversión es mantenerla, lo que no significa inmovilizarla”[39]. Los errores que se han cometido en el pasado pueden ser atribuidos a la ignorancia humana; sin embargo, hoy hay conocimiento suficiente para saber que hay que tratar los recursos naturales con más respeto e inteligencia. Para Becker la Ciencia y la Tecnología pueden contribuir en tres líneas fundamentales: según el nuevo significado geopolítico de la Amazonia en ámbito global como grande frontera del capital natural; el nuevo papel de la Amazonia en Brasil; y la urgencia de una nueva política de desarrollo y de estrategias básicas para implementarla[40].

Las visiones obsoletas y distorsionadas de la región amazónica dificultan la elaboración de políticas públicas adecuadas a su desarrollo. Para fundamentar la elaboración de estas políticas es necesario generar un conocimiento más profundo de su realidad urbana. En este sentido, cabe aquí un ideal de desarrollo científico que integre moradores en las investigaciones, como consultores remunerados y mano de obra cualificada. Habría que tornar el conocimiento en actividad productiva, especialmente para aquellos que hoy sólo tienen como alternativa las actividades destructivas de la selva, como la minería, el desforestamiento, la agroindustria o la ganadería. La inversión en personas y equipamientos para producir información operativa, de intervención y participación, no sólo abriría nuevos frentes de trabajo para una significativa parte de las poblaciones urbanas, mejorando sus condiciones de vida, sino que jugaría a favor de la preservación del ecosistema, además de posibilitar una enorme producción de conocimiento.

Así mismo, la ciencia y la tecnología tendrán papeles fundamentales para el desarrollo humano – en el sentido expandido del término, material y espiritual – siempre y cuando esté en función del ‘corazón’, del deseo sincero de que todos los seres humanos tengan condiciones de vivir dignamente. Los escenarios utópicos sirven como ejercicio colectivo de visualización de lo deseable como resultado de acciones reales.

Razón y Emoción

Como se ha visto, el sistema de poblamiento del territorio amazónico es producto de dos tipos de orden complementarias, una intencional y otra espontánea. En tanto este es un sistema evolutivo complejo, la coexistencia de estos principios de determinación e indeterminación se manifiesta, en la dimensión urbana, como una pluralidad de redes de interacción espacial y múltiples microdecisiones individuales, algunas inspiradas principalmente por motivaciones racionales, y no tan racionales[41]. “Si bien es verdad que la razón produce a veces monstruos”, como el impacto ambiental subseguiente de las grandes obras de infraestructura en la selva, “también es verdad que muchos más monstruos produce la irracionalidad”[42], de la cual precariedad urbana de los asentamientos ‘espontáneos’ son una prueba contundente. Así, no se trata aquí de desestimar el papel de la ‘razón’ como base fundamental para el utopismo humanista que se propone, sino de enriquecer la propuesta valorando la importancia de la naturaleza de la ‘motivación’ humana al llevar a cabo sus acciones en el mundo.  

En el inicio del siglo XXI parece ser que si, por un lado, los principios de racionalidad se extienden por todo el espacio geográfico, por otro, la indefinición es el gran denominador común del mundo globalizado. Si este estado de indeterminación puede ser visto como señal de una confusión paralizadora, también es verdad que puede ser percibido como la voz de la oportunidad transformadora[43]. Es en este contexto, conjugando la razón y la emoción, que Harvey propone fundar una “sensibilidad científica humanizada y políticamente consciente”; en medio de un delirio utópico, él evidencia que para eso hace falta la unión entre “las dos fuerzas más poderosas de las que están dotados los seres humanos, la de los compromisos espirituales y la de la investigación científica”[44]. Razón y emoción son principios necesarios y no excluyentes para establecer relaciones completas y satisfactorias con la realidad, satisfacer las aspiraciones humanas y alcanzar la vida plena.

La construcción de una utopía urbana espacio-temporal en la Amazonia pasa por una renovación del humanismo. Para crear una relación razonable y amorosa con el mundo y con los seres humanos se torna necesario, según Erich Fromm, recordar la importancia del fundamento espiritual de nuestra cultura occidental renovando las puras raíces de las tradiciones greco-romanas y judeocristianas del humanismo[45]. Aunque las acciones involucren conocimientos científicos, lo fundamental es que el quehacer no sea racional, sino emocional. La motivación es igual a emoción, intención, propósito, deseo, preocupación por el ámbito humano del cual uno se encuentra.

Alianzas x Conflictos

La utopía, en este caso,  no consiste en la superación de los conflictos, la integración de todas las partes, sin en que, a partir de la aceptación de la existencia de las divergencias de intereses, sea posible el desarrollo de una capacidad negociadora. La utopía no consiste en trascender la realidad, es decir, ignorar la naturaleza humana e inexorable de la existencia de conflictos de intereses. Es importante aceptar y entender la dinámica regional a partir del análisis de estas formas conflictivas, asumir su existencia y a partir de ahí encontrar formas, estas sí ideales, de negociación, convergencia y respecto a las diferencias. La utopía urbana en la selva tropical reside en alcanzar una sociedad urbana respetuosa con el medio ambiente, y capaz de entender las  contradicciones internas como materia prima para el cultivo de alternativas.

Como ‘arquitectos’ de nuestro futuro, los seres humanos tenemos la obligación de resolver en la imaginación y a través de debates discursivos nuestras responsabilidades colectivas no sólo hacia nosotros mismos sino también hacia todo los demás ‘otros’ comprendidos en aquello a lo que normalmente nos referimos como naturaleza ‘externa’. La vía alternativa es, por lo tanto, el fomento de más espacios de diálogo, debates de propuestas, socialización de los conocimientos para poder nivelar este debate; garantizar espacios democráticos donde las diferentes voces se puedan manifestar y conquistar una verdadera participación ciudadana en los procesos de definición de políticas públicas. Con una dinámica regional propia, la Amazonia, con sus 20 millones de habitantes, reivindica un plan de desarrollo social y cuidado ecológico hecho por y para su población.

Ética socio-ambiental

El desarrollo sostenible es un concepto demasiado limitado en la medida en que se origina en la noción tradicional de desarrollo industrial, que es eminentemente materialista. Es fruto de una visión pragmática de los recursos naturales, que enfatiza el valor de cambio de la naturaleza en detrimento de su valor de uso. No se trata de considerar este nivel de recursos materiales como superfluo, ya que hay millones de seres humanos que no tienen las mínimas condiciones de supervivencia, y se debería ante todo tener como objetivo la democratización del acceso a la abundancia que el planeta, con la ayuda de la tecnología, ofrece. Sin embargo, es importante no perder de vista que este modelo de desarrollo es extremadamente limitado y ambiguo. La felicidad de los seres humanos, como todos sabemos,  no depende únicamente de los beneficios materiales, así que el concepto de desarrollo humano que deberíamos buscar – y en esto consiste la utopía dialéctica propuesta por Harvey, en que un mundo mejor depende directamente de la capacidad humana de hacerse mejor – es el de la recuperación de la necesidad de una relación entre hombre y naturaleza más respetuosa. En este sentido, la naturaleza, es decir, el territorio ocupado por un grupo humano, sus relaciones con el medio ambiente y el estrato ecológico existente, ganan dimensiones transcendentales en la Amazonia.

No importa qué camino, racional o emocional, se llegue a la inteligente conclusión de que la mejor actitud con relación a las reservas de recursos del planeta es su uso comedido y responsable; lo que sí es fundamental es consolidar a partir de ahí un conocimiento de cómo administrar este patrimonio común. Hay razones suficientes para pensar que, más que legislaciones y normativas que intenten ‘preservar’ el patrimonio natural y cultural amazónicos, es decir la ‘moral’, se hace urgente consolidar una ética socioambiental. “Hay siempre una diferencia entre la norma y la intención del resultado que se busca con ellos. La conducta es moral cuando se adecua a la norma, y la conducta es ética cuando se adecua a la intención”[46]

Responsabilidad individual y colectiva

Ante el catastrofismo, y más de acuerdo a “las mejores ideas ambientales”, Harvey sugiere que sería mejor ser más conscientes de que estamos “insertos en un flujo continuo de procesos vivos que pueden ser afectados por nuestras acciones individuales o colectivas”[47].

En la realidad amazónica, así como en cualquier otra dimensión de la existencia humana en la Tierra, es necesario asumir la responsabilidad individual de todo lo que ocurre. Posicionarse como oprimidos ante el opresor es una trampa peligrosa en la medida en que el que se siente víctima se lava las manos como si no tomara parte en el juego de fuerzas. Harvey invita al ejercicio continuo de pasar de la microescala del cuerpo, de lo personal, a la macroescala de la política económica global. Esto es para él implicarse en el cambio efectivo de la realidad, activando así la relación metabólica entre los seres sensibles que somos al mundo de nuestro alrededor. De esta manera, el pensamiento utopista debería considerar la noción de interdependencia de todos los fenómenos como base para la ética socioambiental y para la responsabilidad de todo y cada uno en los procesos y resultados.

Valor de uso y  valor de cambio

En la ciudad contemporánea el valor de uso del espacio urbano está subordinado al valor de cambio. En relación con este tema, una posibilidad de actuación pragmática que puede ser desarrollada a partir de la matriz del pensamiento utópico es la cuestión de la propiedad de la tierra. La especulación con la tierra es, en la Amazonia, una de las principales causas de la desforestación, de la pérdida de la biodiversidad, de la violencia y de la segregación espacial urbana. Si bien la planificación tiene límites, dado que no hace mucho más que modificar algunos de los parámetros del proceso de explotación del suelo, sin ser capaz de cambiar su lógica intrínseca, y, por lo tanto, sin eliminar la contradicción que hay entre acumulación privada y acción colectiva, también es cierto que hay mucho por explorar creativamente en este campo.

Una idea de gran interés para su estudio y desarrollo es la separación de la remuneración por la explotación del recurso forestal de la propiedad de la tierra. En la región amazónica esto corresponde a una antigua tradición de la población indígena y de los extractivistas, en que el valor de uso prevalece al valor de cambio. En el ámbito urbano, siguiendo esta lógica, el Estatuto de la Ciudad presenta hoy a la sociedad brasileña nuevas herramientas para la concesión del uso colectivo de la tierra urbana, abriendo precedentes para nuevas soluciones legales. Aunque hoy esta lógica siga pareciendo utópica, en esta sociedad actual de la propiedad privada, parece ser que abre todo un camino de nuevas posibilidades respecto a vincular al hombre a la tierra; basta observar las también innovadoras figuras legales como las concesiones forestales o las reservas extractivistas.


Consideraciones finales

Si la utopía posible empieza mañana, debemos primero desmitificar la región amazónica conociendo y aceptando los profundos cambios territoriales por los cuales está pasando desde hace cuatro décadas, y entender que hoy existe una significativa parte de la población urbana brasileña que habita ciudades y pueblos extremadamente precarios, y que hay evidencias suficientes que señalan en un futuro próximo la consolidación de un sistema urbano cada vez más complejo. Ultrapasando la resistencia de los discursos totalitaristas, la actitud más lúcida parece ser la de intentar comprender la totalidad de los fenómenos, incluso lo urbano, comprendiendo la coexistencia de los intereses más diversos, y proponiendo políticas públicas no muy diferentes de las que se espera para cualquier área urbana brasileña: la creación masiva de viviendas y equipamientos y la organización justa de la ciudad. Habrá que facilitar la urbanización, es decir, hay que favorecer el desarrollo urbano, en lugar de ignorarlo. Hemos de pensar imaginativamente en las nuevas áreas urbanas que se edifiquen en el futuro. Contagiados por el optimismo que aún existe en algunos pensadores podemos darnos el lujo de imaginar la Amazonia urbana del año 2050 y decidir si queremos un remedo de favelas o un futuro urbano diferente y alternativo.


Notas


[1] Con el apoyo del Programa Alßan – Programa de becas de alto nivel de la Unión Europea para la América Latina – beca nº E05D060108BR.

[2] Wilde, 1891. Fragmento original: “A map of the world that does not include Utopia is not worth even glancing at”.

[3] Aquí coexisten tanto intereses ambientalistas legítimos como intereses económicos y geopolíticos.

[4] Corboz apud Martín, 2004.

[5] Como por ejemplo el PPG7 – Programa Piloto Internacional para la Conservación de la Selvas Tropicales Brasileñas – que consistía en el apoyo económico y técnico de los países del G-7 al Gobierno brasileño para la reorganización de los modelos de desarrollo regional para la Amazonia. Sigue 4 líneas de acción: experimentación y demostración, conservación, fortalecimiento institucional e investigación científica; y consiste en un conjunto de proyectos que deben contribuir para el uso sostenible de los recursos naturales y para la sustancial reducción de las tasas de desforestamiento.

[6] Machado, 1999.

[7] Becker, 1990.

[8] Trindade Jr, 2003.

[9] Browder; Godfrey, 1997.

[10] Machado, 1989.

[11] Corrêa, 1987; Machado, 1989 y 1999.

[12] El término portugués “extrativista” se refiere a la extracción de los PSNM (productos silvícolas no madereros), para clasificar la producción de la extracción vegetal obtenidos del aprovechamiento de los bosques nativos.

[13] Machado, 1999: p.116.

[14] Trindade Jr. 1998. Utilizamos aquí el concepto más amplío de malla programada, según Trindade Jr “Esta estrategia consiste en la construcción de grandes redes de integración espacial, jurisdicción federal del territorio, subsidios al flujo de capital para inversión privada e incentivos a la migración para ocupar la tierra y formar un mercado regional de mano de obra”.

[15] Machado. 1999: p. 121.

[16] Corrêa. 1987: p. 59.

[17] Monte-Mór, 1999.         

[18] Becker, 1990.  

[19] Levebvre apud Monte-Mór, 1999: p. 17.

[20] Secchi apud Martín, 2004. 

[21] Aldemir apud Trindade Jr, 2003; Becker, 2005.

[22] André Corboz dfiende que salienta el antagonismo campo-ciudad es “un problema nacido del desarrollo urbano del siglo XVII y convertido en clasico desde el advenimiento de la civilización industrial”.

[23] Becker , 2004.

[24] Trindade Jr, 2003.

[25] Becker, 1990.

[26] Euclides da Cunha apud Brandao.

[27] Maturana, 2007.

[28] Harvey, 2004.

[29] Hall, 1988: p. 334.

[30] Becker, 2005.

[31] Corboz apud Martín, 2004.

[32] Unger, 2001.

[33] Harvey, 2003: p.183.

[34] Isla, 1996, p. 3.

[35] Harvey, 2003, p.226.

[36] Entrevista concedida por José Saramago en 26 de octubre de 2005 en Buenos Aires. [En línea]. <http://axxon.com.ar/not/155/c-1550273.htm>. [5 de diciembre de 2006].

[37] Becker, 1990.

[38] Capel, 2001.

[39] Pinto, 2006.

[40] Becker, 2005.

[41] Machado, 2001.

[42] Capel, 1999.

[43] Unger, 2001.

[44] Harvey, 2003: 298.

[45] Fromm, 1962.

[46] Maturana, 2007.

[47] Harvey, 2003, p.250.


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