Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XVIII, nº 1019, 30 de marzo de
2013
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

UNA NUEVA HISTORIA CULTURAL DE LA MIRADA PSIQUIÁTRICA

HUERTAS, Rafael. Historia cultural de la psiquiatría. Madrid: Los Libros de la Catarata, Colección Psicología, 2012, 221 p.  [ISBN: 9788483196953]

Raimundo Cuesta
Miembro de Fedicaria
IES Fray Luis de León de Salamanca.

Recibido: 12 de noviembre de 2012; Devuelto para correcciones: 3 de diciembre de 2012; Aceptado: 8 de enero de 2013


Una nueva historia cultural de la mirada psiquiátrica (Resumen)

En este artículo presentamos, analizamos y acotamos las aportaciones de la nueva historia cultural de la psiquiatría ofrecidas por el profesor Rafael Huertas en su libro publicado en 2012, y las situamos dentro de los debates y la evolución de la historiografía general y la historia de las disciplinas científicas en los últimos años. Destacamos el interés de integrar la historia de la ciencia en el marco de la historia social, el giro cultural y la historia de los conceptos.

Palabras clave: Historia de la locura, historia cultural, psiquiatría, historia social, historia conceptual.


A new cultural history of psychiatric regard (Abstract)

In this paper we present, analyze and delimit the contributions of the new cultural history of psychiatry offered by Professor Rafael Huertas in his book published in 2012, and we place them within the debates and developments in the general historiography and history of scientific disciplines in recent years. We emphasize the importance of integrating the history of science in the context of the social history, the cultural turn and the history of concepts.

Keywords: History of madness, cultural history, psychiatry, social history, conceptual history.


"Qué es la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en una palabra, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su imagen y que ahora ya no se consideran como  monedas, sino como metal" [1].

La historia apellidada cultural se ha apoderado, a decir verdad, desde hace algo más de un par de décadas del territorio historiográfico, aunque algunos, como Geof Elley (2008) apuestan por una suerte de regreso e hibridación de lo mejor de la historia social de los años sesenta con las perspectivas culturales más recientes. Lo cierto y verdad es que la semántica histórica del adjetivo "cultural" plasma uno de los fenómenos más enrevesados del complejo universo de vocablos con los que pretendemos designar una determinada realidad, cuyo significado a menudo se escurre como el agua entre las manos. En cualquier caso, nuestro autor [2] ha optado por incluir tal rótulo a modo de identificación metodológica. Pero, llegados al interior del libro, comprobamos que, como propone y demanda su colega Elley, lo social y lo cultural más que excluirse se benefician de una deseable simbiosis.

Rafael Huertas García-Alejo es profesor de investigación en el Instituto de Historia-Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Prosigue con su obra una  fecunda tradición que se remonta a la historia de la Medicina practicada por Laín Entralgo y que ha gozado de muy estimable grupo de cultivadores, entre otros J. L. Peset, a buen seguro conocido, entre otros, por los historiadores de la educación. El profesor Huertas acredita una larga y fructífera tarea de indagación en el campo de la historia de la Salud Pública y de la Psiquiatría. Además como director de la Revista  Asclepio y presidente de la Sociedad Española de Historia de la Medicina ha prestado notables servicios a la expansión de su campo profesional en nuestro país. Pero por encima de sus indudables méritos científicos, aquí nos interesa recalcar el manifiesto impulso crítico que le lleva a considerar la historia del conocimiento como una tarea de desmitificación de verdades eternas y de prejuicios consolidados. De modo que su reflexión en torno a la manera de decir y curar la locura se inscribe en su afán de "desarrollar un pensamiento crítico y comprometido. Crítico con una sociedad alienante, y comprometido con la realidad asistencial y con las personas que sufren el estigma de la "enfermedad" mental" [3]. Con estas palabras concluye un libro que, desde sus comienzos, trata de afrontar el reto de ofrecer al lector o lectora los rudimentos (dada la relativa brevedad del texto nada más ni menos se puede esperar) teóricos y metodológicos de "otra historia de la psiquiatría" al servicio de otra práctica psiquiátrica.

La obra se compone de siete capítulos de breve tamaño, lo que contrasta con el extenso pero diminuto (tipográficamente hablando) anexo de notas que acompaña a cada uno de ellos. En la suma de esos anexos y la amplia bibliografía final (mejorable si las entradas se hubieran acompañado de la versión en español de cada título) se compendia el aparato crítico, que pretende sostener y dar más rigor al discurso aderezado en el texto. Por otro lado, se echa en falta un índice onomástico, tan beneficioso en este tipo de libros.

El hilo conductor del discurso implica una explicación previa y una  confrontación con las tradiciones que han ido tejiendo una mirada teórica y clínica acerca de la locura. Es, por tanto, un libro que pertenece por derecho propio a la historia de las ideas científicas y a las prácticas terapéuticas sobre la psiquiatría, un conocimiento en el que se cruzan disciplinas de diverso género. Ahora bien, en esta inicial interrogación acerca de las escuelas teóricas que definieron y construyeron una imagen de la locura destaca, como no podía ser de otro modo, la reflexión a propósito del insoslayable hito que en 1961 supuso la obra de Michel Foucault, La folie l'age classique [4], un clásico par excellence de una manera fundadora de percibir el otro lado de la razón. Para Rafael Huertas, la gran aportación foucaultiana se inscribe dentro de la perspectiva de control social, es decir, dentro de un marco interpretativo que tiende a hipervalorar la locura como problema político y  el manicomio como laboratorio social. Un punto de vista transitado también en 1961 y complementado, en el nivel interaccionista, por Asylums de Erving Goffman [5], donde se exponen sus célebres tesis acerca de las instituciones totales y los mecanismos de exteriorización e interiorización de la situación de exclusión social (el estigma  y el etiquetado). Así, dentro de este marco teórico, brota la forja de una imagen del loco como una víctima propiciatoria de un sistema de poder disciplinario que encierra y de unas prácticas psiquiátricas que etiquetan/diagnostican y, en suma, que domestican al sujeto. Y todo ello como parte y tributo al servicio de la defensa de un orden social  injusto, lo que promovió, en el seno del pensamiento crítico de los años sesenta, la aparición de movimientos contrarios al encierro hospitalario y a las prácticas psiquiátricas convencionales.

Pasada esa coyuntura antipsiquiátrica, plenamente explicable en el contexto de los años sesenta y  setenta, el doctor Huertas propone "ampliar y superar la perspectiva del control social" y mirar hacia el interior de la enfermedad mental y de las prácticas terapéuticas no sólo como factores de control, sino también como experiencias clínicas creadoras de conocimiento y potencialmente beneficiosas para los pacientes. A tal fin, sería preciso, en su opinión, superar las concepciones simplistas que asimilan y reducen las instituciones hospitalarias a aparatos de control  y las ciencias médicas a regímenes de verdad para el sometimiento de los enfermos. No obstante, estas juiciosas consideraciones y las consiguientes distancias acerca del paradigma de "control social", no empecen, pensamos, dialogar con la fase postrera del trabajo de Foucault cuando su teoría del poder gira desde la disciplina a la biopolítica y la subjetividad.  El arsenal conceptual de este Foucault atento al biopoder y las tecnologías del yo contiene, a nuestro parecer, un potencial heurístico que se elude y no se aprovecha en este excelente trabajo del profesor Huertas.

Por lo demás, ir más allá del supuesto de "control social" implica revisar la idea de cómo se ha pensado históricamente la locura y la psiquiatría, cuáles han sido las coordenadas en las que se inscribió el discurso psiquiátrico y la actuación clínica, lo que se dispone a verificar en los siguientes capítulos del libro. En términos generales, el autor dibuja las grandes dicotomías explicativas que situaban la etiología de la enfermedad mental entre dos orillas: el biologismo y el culturalismo, la Medicina y la Filosofía. En cualquier caso, sea uno u otro polo el dominante, la pluma de Huertas nos muestra los mecanismos, a veces muy sutiles, de construcción e invención cultural de los distintos repertorios de trastornos mentales en las distintas épocas hasta llegar a nuestro célebre  y denostado DSM (Disease Statistical Manual), que, comparado con las nosografías de otras épocas anteriores, ilustra perfectamente el carácter móvil, efímero y coyuntural de las definiciones y clasificaciones de la enfermedad. Y ello porque, como bien apunta, la enfermedad mental es, además de un acontecimiento biológico, una construcción verbal vinculada a las condiciones de posibilidad discursiva de  cada época. Así, haciendo un recorrido por la historia de la psiquiatría, aparecen diversos paradigmas y nomenclaturas (por ejemplo, de la monomanía se pasa al degeneracionismo), que a su vez responden a factores explicativos internos (la lógica evolutiva del propio saber psiquiátrico) y externos (las causas socioinstitucionales). El mismo origen y evolución de la esquizofrenia, enfermedad clave de nuestro tiempo, marcaría ese carácter histórico-cultural, construido, de las patologías y nos llevaría, añadimos nosotros, al peliagudo asunto de las razones de la razón, a la trastienda de toda verdad admitida como natural y estática.

En el pórtico de esta reseña Nietzsche equipara a la verdad con "un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en una palabra, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias: las verdades son ilusionesÉ". Sin llegar a esos extremos, la condición lingŸística y verbalmente construida de cualquier ciencia, y también de la psiquiatría, lleva al profesor Huertas, a fin de evitar un relativismo estéril, a reclamar, como componente necesario de una nueva historia la dimensión conceptual de la psiquiatría. De ahí que su obra se nutra e inserte en el giro metodológico del grupo de trabajo creado en Cambridge por el profesor peruano Germán Berrios, que abandera un estilo de investigación de la historia de la psiquiatría centrado en la historia de los conceptos, muy deudora de la teoría de Austin sobre los actos de habla. Empero Rafael Huertas podría aludir algo más y mejor al giro contextual propuesto por la llamada Escuela de Cambridge, especialmente por Quentin Skinner, para el estudio histórico del discurso político [6]. Se nos antoja que la lectura contextual de los textos psiquiátricos del pasado (las obras doctrinales y los expedientes clínicos), evitando el anacronismo, pueda revestir una gran fuerza heurística. Por lo demás, Skinner ha señalado dos mitos adheridos a la práctica de la historia de las ideas, que viene a cuento recordar aquí: el mito de la coherencia y el mito de la prolepsis, estos es, la supuesta sistematicidad de la obra de cada autor y la invención retrospectiva de lo que cada  uno "quiso" decir. En fin, esa confusión de ver en las obras de pensamiento un destino, un telos dentro de un recorrido "necesario" y de un trayecto propio conduce a lo que R. Huertas califica acertadamente de "interpretación Whig" de la historia.  Por otro lado, tampoco creemos que dejar a un lado la tradición alemana de historia conceptual (la Begriffsgeschichte), con R. Kosselleck a la cabeza, sea una buena idea, pues su empleo seguramente ayudaría a mejor enmarcar y relacionar los conceptos psiquiátricos con el universo de cambios conceptuales y de aceleración, el Sattelzeit acaecido entre 1750 y 1850, del que brotaría la modernidad. La psiquiatría es precisamente una ciencia nacida de y a partir de la revolución conceptual, que conllevó la desaparición del Ancienne Régime y que comportó la introducción de una nueva gramática ideológica de la modernidad [7].

Este viraje hacia los conceptos que edifican la historia de las ideas y prácticas psiquiátricas constituye una faceta muy sugerente, en la medida que, como se describe en el libro, la vida y muerte de los conceptos, la historia semántica de las palabras que forjan las definiciones y clasificaciones psicopatológicas, posee un valor estratégico para explicar el devenir de la psiquiatría y el uso de herramientas perceptivas en la práctica clínica. Por otro lado, como señala nuestro autor, el conocimiento de la historia de esta mutabilidad semántica por los profesionales, tanto de la historia como de la práctica psiquiátrica, podría servir de rica palanca de formación tanto en la historiografía como en el quehacer médico. De ahí que proponga una nueva relación de obligada reciprocidad entre investigación histórica y práctica psiquiátrica, algo que sería también muy recomendable en el terreno de la historia de la educación y de la pedagogía. Del mismo modo que Durkheim decía que la mejor pedagogía era una historia de la pedagogía, la mejor psiquiatría consistiría en aquella que reivindica un conocimiento sociogenético de la construcción de los propios conceptos que se manejan para definir y diagnosticar las patologías. Al decir el profesor Huertas, la "historia conceptual de los síntomas" de la enfermedad mental devendría además en precondición para superar, en la clínica y en la formación de los psiquiatras, los vicios ancestrales de este campo: el estrecho reduccionismo biologista, el pertinaz ahistoricismo  y el  reiterado ateoricismo.

Por otra parte, los últimos capítulos proponen una nueva hermenéutica de los síntomas situando al sujeto, al loco y su subjetividad, en el centro de una "historia de la medicina desde la perspectiva del paciente", lo que significaría "escuchar al loco y leer su delirio", de modo que se ejercitara una suerte de "semiología de la subjetividad". Todo lo cual, naturalmente, tiene que ver con esta perspectiva o giro cultural que trata de convertir al enfermo en tanto que tradicional objeto de observación del psiquiatra en sujeto de su propio discurso. La relación entre la historia de la psiquiatría  y la historia de la subjetividad de los individuos en la modernidad constituirían así un vínculo inseparable. Esta reclamación del papel del sujeto (y, añadiríamos nosotros, de las técnicas de construcción del yo) estaría en la base de esa demanda central del libro: "otra historia para otra psiquiatría". En ella la historia de los conceptos y del mismo proceso de subjetivación de los sujetos se integra dentro de lo que llama "una  historia en el presente", una especie de enfoque genealógico de la disciplina que pone el conocimiento histórico al servicio de problemas que nos afectan en la actualidad y que, en cierto modo, constituye una suerte de teoría de y para la práctica. Aspecto este último, más que complejo y resbaladizo, que el autor, siguiendo a Bourdieu, sólo toca como apunte apenas esbozado. Quizás la faceta de Bourdieu que más luz habría dado a esta obra, dimensión totalmente ignorada por el autor, habría sido su teoría de los campos. Aunque el profesor Huertas no deja de señalar la importancia de los intereses gremiales y las relaciones de poder en el devenir de la historia de la psiquiatría, su equipaje teórico aquí parece, comparado con otros aspectos, más  bien deficitario.

En suma, la lectura de este sugerente e interesante libro es muy aconsejable para los profesionales de la psiquiatría, pero también para quienes permanecemos ajenos a ese territorio. Y ello por lo que su contenido metodológico tiene de transdisciplinar y de reflexión sobre el horizonte de preocupaciones teóricas y prácticas de quienes reclamamos el valor social del conocimiento histórico para la mejora de nuestro mundo presente. Además porque, al fin  y a la postre, también la verdad de la psiquiatría tiene su historia.

Notas

[1]Nietzsche, 2009, p. 193-194.

[2] Huertas, 2012.

[3] Huertas, 2012, p. 196.

[4] Foucault, 1967.

[5] Goffman, 2011.

[6]  Sobre todo el volumen 1 que aborda los aspectos metodológicos aportados por Q. Skinner, 2002.  Y en castellano muy útil resulta la compilación reunida por E. Bocardo (ed.), 2007.

[7] En España durante la última década comparece una historiografía conceptual del pensamiento filosófico y político, que ya ha dado frutos muy interesantes, especialmente en el estudio de la sociogéneis de los conceptos políticos. Entre otras, la revista Ayer, véase Fernández Sebastián y Fuentes, 2004, se ha hecho eco de este fenómeno que en España apenas se remonta a la última década. En el campo de la historia de la educación la incidencia ha sido menor a pesar de que algunos historiadores de esa especialidad han insistido en su valor. C. Vilanou ha realizado algunas incursiones en ese territorio (por ejemplo, Vilanou, 2004 y 2006). Por mi parte, desde una perspectiva crítica utilizo la historia conceptual en mi investigación en curso "La venganza de la memoria y las paradojas de la historia".


Bibliografía

BOCARDO, Enrique. (ed.). El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin Skinner y seis comentarios.Madrid: Tecnos, 2007, 421 p. 

ELLEY, Geof. Una línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad. Valencia: PUV, 2008, 318 p.

FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier y FUENTES, Juan Francisco (eds.). Historia de los conceptos. Dossier. Ayer, nº 53, 2004, 249 p.

FOUCAULT, Michel. Historia de la locura en la época clásica. México: F.C.E., 1967, 273 p.

GOFFMAN, Erwin. Internados. Ensayo sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires: Amorrortu, 2011, 378 p.

NIETZSCHE, Friedrich. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. En Nietzsche I. Madrid: Gredos, 2009, p. 187-201.

SKINNER, Quentin. Visions of Politics. Volume I.  Regarding Method. Cambridge University Press, 2002, 209 p.

VILANOU, Conrad. El retorno de la Historia de la Pedagogía. Hacia una hermenéutica conceptual y cultural. En M. Ferraz Lorenzo (ed.). Repensar la historia de la educación. Nuevos desafíos, nuevas propuestas. Madrid: Biblioteca Nueva, 2004, p. 239-281.

VILANOU, Conrad. Historia conceptual e historia intelectual. Ars Brevis, nº 12, 2006, p. 165-190.  Disponible en www.raco.cat/index. php/ArsBrevis/article/view/65855/70078


© Copyright Raimundo Cuesta, 2013.
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[Edición electrónica del texto realizada por Ferran Ayala]

 

Ficha bibliográfica:

CUESTA, Raimundo. Una nueva historia cultural de la mirada psiquiátrica. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 30 de marzo de 2013, Vol. XVIII, nº 1019. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1019.htm>. [ISSN 1138-9796].


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