Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales  Universidad de Barcelona. [ISSN 1138-9796]  Nº 102, 13 de julio de 1998 

 
MANYER, Josep. Quan l’Islam truca a la porta. Per a una aproximació cultural als musulmans de Catalunya. Barcelona: Fundació Serveis de Cultura Popular, Editorial Alta Fulla. Primera edición: septiembre de 1992; segunda edición: septiembre de 1996. 127 pp.

Marta Casas Castañé



Las olas de inmigración económica procedentes del norte de África han supuesto el contacto con una población que se define, muchas veces, a través de su religión. El islam (1), el viejo enemigo del cristianismo (no debemos olvidar los prejuicios y las valoraciones negativas que, históricamente, ha creado nuestra cultura sobre los "infieles" y la religión de Mahoma y que se recogen en todo el folklore popular, como comenta Joan Soler Amigó en la introducción), se presenta en "nuestra casa" como un peligro, una amenaza a nuestro reciente laicismo.

Por qué asusta tanto el islam? Por qué se valora tan negativamente el chador (2), las carnicerías halal, el Ramadán (3)? Cuál es el peligro que esconde esta religión? Creo que todas estas cuestiones tienen una sola causa: la ignorancia del islam; y desde una posición de conocimiento mínimo de esta religión, no se me ocurre ninguna respuesta a estas preguntas.

Josep Manyer ha conseguido escribir un libro que da claves precisas para la comprensión del islam, una obra de divulgación que ya se venía haciendo necesaria. Pero no se limita a la simple descripción de conceptos, sino que asume el riesgo de una interpretación personal y de la sugerencia de posibles soluciones al conflicto que se plantea por el contacto del islam con nuestra cultura occidental.

En la primera parte del libro, Els fonaments teològics i jurídics de l’islam, Josep Manyer da una visión muy correcta del islam: su origen, su contexto, sus puntos bàsicos, su dogma y su ley. El islam no es una religión como el cristianismo; Jesús de Nazaret dijo: "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". En el islam no existe esta separación entre el poder temporal y el poder espiritual; ni tan siquiera existe una palabra árabe para referirse al concepto de secularidad y han tenido que crearse neologismos aproximativos: la-diní (no religioso), ‘alamaní (mundano), ‘ilmaní (científico). El hecho de que una lengua tan compleja y rica como el árabe no tenga ninguna palabra para referirse a un concepto que, desde una óptica occidental, nos parece tan básico (en él basamos nuestros estados), refleja hasta que punto la religión forma parte de la vida cotidiana de los musulmanes.

El islam, derivado del verbo árabe aslama (abandonarse, librarse uno mismo), significa abandono de uno mismo a Dios. En este punto, considero necesaria una aclaración: contrariamente a lo que se ha creído muchas veces Alá (al·lah) no es el nombre propio del dios del islam, sinó la palabra árabe para el concepto "dios", en este caso con artículo definido: "el dios". Los cristianos árabes, cuando rezan a su dios cristiano tambien le llaman en árabe Alá, com los ingleses le llaman God y los franceses Dieux. Éste es precisamente un elemento clave: el islam es una religión que se plantea como la continuación (de hecho, la culminación) de las predicaciones anteriores recibidas por judíos y cristianos.

Mahoma (Muhammad), un mercader árabe de la Meca, muy buen negociante, es considerado por los musulmanes el último profeta. En el año 610 de nuestra era, Yibril, el mismo arcángel Gabriel del cristianismo (el Corán recoge las creencias en ángeles, demonios y genios -yinn-), muestra a Mahoma el gran libro celestial, la Madre de los Libros (umm al-kitab), de donde extrae las últimas rebelaciones que culminan las de los antiguos profetas (entre ellos, Jesús). En los orígenes del islam, los puntos de contacto con el judaísmo y el cristianismo son evidentes. Pero Mahoma, a diferencia de Jesús de Nazaret, no tiene ninguna facultad divina; no es hijo de Dios, es un simple advertidor, un profeta (nabí), un enviado (rassul), Guia de la Comunidad de Creyentes y Sello de Profetas.

Las predicaciones de Mahoma se recogen en el Corán (al-qur’an), reflejo terrenal del Umm al-kitab, el gran libro celestial. El Corán es la esencia misma del islam, de donde se recogen el dogma, las prescripciones y enseñanzas del profeta. El dogma del islam se caracteriza por su sencillez, que se recoge en la profesión de fe (chahada): "No hay más dios que El Dios (Alá) y Mahoma es su enviado" (7,158). El islam es la religión monoteista por excelencia, que tilda al cristianismo de politeísta por la aceptación de la trinidad de Dios. Alá es el dios único, que tiene múltiples atributos: la unicidad, la inmensa majestad, la eternidad y la transcendencia, la libertad soberana, la clemencia y la misericordia, etc.

Ya he comentado que el islam regula todos los aspectos de la vida de los fieles, y no lo hace solamente a través del Corán, sino de la charia. La charia es la ley musulmana, la vía a través de la cual el fiel debe someterse a la voluntad de Dios. Evidentemente, está basada, en primer lugar, en el Corán y sus prescripciones, juntamente con la Sunna, la tradición constituïda por el conjunto de parabras, hechos y gestos de Mahoma (recogida a partir de los hadiz, sentencias del Profeta reconocidas a través de una cadena estricta de transmisores), que interpretan y completan de una manera divina la Rebelación coránica. El fiqh es la interpretación de la charia hecha por los juristas musulmanes. Existen varias escuelas jurídicas y por lo tanto varias y diversas interpretaciones; pero cualquier interpretación se basa en tres procedimientos básicos: la analogía con el Corán y la Sunna (quiyás), el consenso de los ulemas (4) (ichmá) y la opinión personal del jurista (ráy).

Como puntos fundamentales de la ley islámica, el Corán establece cinco "pilares" del islam, recogidos por Manyer:

- Chahada: acto de fe o síntesis dogmática del islam, según la fórmula comentada.

- Salat: oración ritual, que debe realizarse cinco veces al día (aunque en origen eran tres), despues de las abluciones rituales para estar en estado de pureza. Algunas de ellas deben realizarse en la mezquita.

- Al-zakat: limosna legal; una especie de impuesto religioso. Tambien son aconsejables la limosna privada o las donaciones con finalidad benéfica, pero no son obligatorias.

- Ramadán: ayuno anual; durante el mes lunar de Ramadán, los musulmanes no pueden ingerir nada ni mantener relaciones sexuales (nada puede entrar en su cuerpo) durante las horas de luz.

- Al-hach: peregrinación a la Meca que debe hacerse al menos una vez en la vida si se disponen de los medios necesarios y de buena salud.

Josep Manyer comenta que algunos musulmanes incluyen tambien en esta lista Al-yihad, que define como Guerra Santa. En este punto, discrepo ligeramente del autor: el significado bélico de al-yihad es sólo una de las acepciones del término. Es cierto que, desde las cruzadas, se ha utilizado en este sentido, pero "Guerra Santa" es un concepto cristiano. Aunque en el Corán hay varias referencias al sentido bélico del término (5), la traducción literal de yihad es "esfuerzo"; cualquier esfuerzo para la protección y la expansión del Islam (6). De todas maneras, no es extraña la confusión; en los últimos años hemos tenido la oportunidad de observar que, para la mayoría de países islámicos, la concepción belicista es la única acepción que parece recordarse del término inicial.

Más allá de las prescripciones del Corán, como ya he comentado, la Charia se encarga de regular la vida social de todo musulmán y establece una serie de prescripciones referentes a la familia, el matrimonio, el adulterio, el velo (hiyab o chador), la clitoridectomía (que se practica sólo en algunas zonas), la posición de la mujer y otras prescripciones y prohibiciones de la ley (apostasía, robo, prohibiciones alimenticias, bebidas alcohólicas). Y no solamente actúa como un código legal, sinó que tambien es un código de urbanidad para el buen musulmán.

En este punto quiero comentar un tema. El autor describe la clitoridectomía como "unas prácticas inhumanas que, aunque no figuran en la charia, buena parte del Islam ha adoptado y la tradición ha conservado sin que hayan estada nunca explícitamente condenadas por los jurisconsultos" (p. 68). Las diferentes formas de clitoridectomía son prácticas muy arraigadas en amplias zonas de África y que no tienen, en principio, ninguna conexión con el islam; en todo caso, la existencia de estas prácticas se debería a una tradición cultural anterior. Por lo tanto, considero poco prudente la asociación de la critoridectomía al islam, puesto que puede provocar errores y malentendidos. Por otro lado, ha habido muchos debates sobre esta práctica que se juzga inhumana y aberrante, pero normalmente se habla de ella sin tener en cuenta su contexto cultural, su sentido y su valor social. No quiero decir con esto que excuse tales prácticas, ni mucho menos; simplemente planteo la necesidad de considerarlas como un "síntoma" de determinadas concepciones del mundo y del ser humano; el problema es mucho más profundo y no se resuelve simplemente condenando o evitando la clitoridectomía sino que hace falta un análisis más estricto antes de juzgar con nuestra habitual suficiencia.

La segunda parte del libro, Integració i Xara, es una valiosa aportación del autor a cómo se pueden integrar el islam en los países receptores de inmigración musulmana, puesto que lo considera una necesidad básica. En primer lugar, el autor analiza el papel de la familia musulmana, regulada por la charia, como una de los elementos que impide la integración. Por otro lado, apunta tambien un posible desinterés de los inmigrantes musulmanes por integrarse en unas sociedades que implican el abandono de su religión y su tradición. Considera básico el papel de la escuela y el instituto como espacios en que es posible la liberación de la mujer musulmana y la integración de las generaciones jóvenes.

El autor cree que debe evitarse una nueva situación del millet (7) dentro de nuestros estados y apuesta por una solución que permita la integración de los musulmanes a la sociedad occidental sin tener que renunciar a su religión y a sus valores: la creación de una variante europea de la charia, reabrir la "puerta del esfuerzo de interpretación" (p. 84) cerrada desde el siglo XI. Una reforma que permita, sin dejar de ser musulmán, el respeto de las leyes civiles del país de acogida (teniendo en cuenta los derechos universales de la persona humana), y liberarse, en cierto modo, del yugo de la religión.

Josep Manyer insiste en las diferentes aplicaciones de la ley islámica y las diferentes situaciones de los países árabes. Este es un tema especialmente interesante, teniendo en cuenta que desde nuestra sociedad occidental tenemos una pésima tendencia a homogenizar el Mundo Árabe y a considerar a todos los países musulmanes como una misma cosa. Nada más lejos; considerar peligroso Marruecos a causa de los integristas de Afganistán es como considerar peligrosa la costa dorada a causa de los conflictos de Kosovo. No existe un sólo concepto de islam ni una sóla aplicación de la charia; no todas las mujeres musulmanas están oprimidas ni todos los musulmanes son fundamentalistas.

Finalmente, en la tercera parte, Islamisme i arabisme, Josep Manyer aporta informaciones de interés sobre el tema. En el primer capítulo (Islam o islams?), da un interesante repaso a las ramas más importantes del islam: sunnitas, jariyitas y chiítas; a las tendencias modernas del islamismo reformador (wajabismo y reformismo salafiyya) y al islamismo radical desde los Hermanos Musulmanes hasta el Hesbolá.

En el segundo capítulo sobre el arabismo (L’arabisme: història d’una utopia), distingue muy correctamente entre árabe y musulmán. Esta es una cuestión muy interesante y que algunos autores olvidan: ni todos los árabes son musulmanes (hay árabes cristianos), ni todos los musulmanes son árabes (hay musulmanes en la mayoría de países de Europa, América y Asia; según datos del autor, sólo 1/6 parte de los musulmanes del mundo son árabes). A continuación da una breve pero correcta visión histórica de qué fue el arabismo, qué consiguió y cuáles fueron sus dificultades (el conflicto árabe-israelí, el imperialismo económico). Manyer habla tambien sobre el "victimismo" árabe: el autor insta al mundo árabe a abandonar su papel de víctima, a desmitificar sus sueños y aceptar la cruda realidad, para así poder solucionar sus problemas.

En el último capítulo, Els dominis d’Al·là, describe el oriente (al-machreq) y el occidente (al-magreb) árabes desde distintas ópticas y algunas de sus principales características. El libro tambien incluye un interesante anexo con datos sobre los principales países del Islam

Considero Quan l’Islam truca a la porta una obra de máximo interés y actualidad. Para quienes quieran conocer y comprender mínimamente el islam, es muy recomendable la primera parte del libro, que da una visión estricta y clara de esta religión vecina. Pero tambien es de interés el resto de el libro; podemos estar o no de acuerdo con la visión que Josep Manyer tiene sobre la necesidad de integración de los musulmanes en la sociedad occidental y las soluciones que propone. Pero en cualquier caso, es uno de los pocos autores que se atreven a presentar propuestas y se ve que la suya es fruto de una reflexión profunda.

Creo que este libro puede y debería convertirse en una referencia básica para todas aquellas personas que trabajen, estén en contacto o simplemente se sientan interesadas en la creciente población musulmana que convive con nosotros. Para conseguir, mediante el conocimiento del islam, prescindir de los viejos prejuicios hacia los "moros"; porque como dice Josep Manyer:

"Tanmateix, tornem a tenir els magribins entre nosaltres, i cada cop hi seran més nombrosos. Han vingut amb l’esperança de trobar-hi tot allò que el seu país natal, assolellat i bell, no els ha volgut -o no els ha pogut- donar: feina, benestar, llibertat, democràcia… Amb la seva arribada, l’Islam truca, dicretament, la nostra porta. Hauríem de ser prou sensibles a la seva trucada per obrir-los els batents del cor i de l’esperit, amb ànim i voluntat de redescobrir-ne la història, la civilització, la teologia, la llengua." (p. 84)

Notas

1. Distingo islam, en minúscula, cuando hablo de la religión predicada por el profeta Mahoma, e Islam, en mayúscula, para referirme a la cutura derivada, al imperio islámico y su expansión.

2. Las transcripciones que utilizo no son las mismas que utiliza Josep Manyer en su libro, que recoge parte del sistena de transcripción habitual en catalán. He intentado adaptar los términos árabes al español utilizando fonemas muy aproximativos. Ésta es una importante limitación que tenemos para el uso de términos árabes, ya que si bien existe un sistema de transliteración adaptado por Miguel Asín Palacios (Crestomatía del árabe literal), se constituye en ocasiones de símbolos fonéticos de difícil comprensión para el lector no especializado.

3. Chador: paññuelo con que se cubren la cabeza algunas mujeres. Halal: permitido por la religión: puro. Ramadán: mes del calendario musulmán en que se cumple el ayuno prescriptivo.

4. Ulemas: expertos en religión (en el islam).

5. En el corán hay varios versículos con un sentido claramente belicista: (2, 216), (2, 217), 3, 157-158), (3, 169), (8, 39), (8, 17), (8, 41), (8, 67), (8, 69), (9, 5), (9, 29), (9, 41), (9, 111), (9, 123), (47, 35), (59, 8).

6. Un ejemplo claro sería el yihad proclamado en Túnez por el presidente Bourguiba, en 1956, que tiene como objetivo sacar al país de su subdesarrollo después del proceso de independencia. En este caso no tiene ningún tipo de implicación bélica.

7. Millet: comunidades religiosas no islámicas que pudieron conservar su organización civil, jurídica y religiosa dentro del Estado Musulmán sin perder su carácter marginal.

  © Copyright: Marta Casas Castañé, 1998
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