Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIX, nº 1099, 25 de noviembre de
2014
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

JUAN DE SANTA CRUZ BERTRAND (GERONA, C. 1729-TARRAGONA, 1785),
INGENIERO RENOVADOR DEL URBANISMO EN TARRAGONA

Anna Isabel Serra Masdeu
Universitat Rovira i Virgili. Tarragona

Recibido: 24 de enero de 2014; devuelto para revisión: 13 de marzo de 2014; aceptado: 22 de octubre de 2014

 


Juan de Santa Cruz Bertrand (Gerona, c. 1729-Tarragona, 1785), ingeniero renovador del urbanismo en Tarragona (Resumen)

En este artículo se quiere presentar el importante papel que tuvo el ingeniero militar Juan de Santa Cruz en el desarrollo de muchas de las obras civiles que eran impescindibles en la ciudad de Tarragona a finales del siglo XVIII. La ciudad necesitaba de nuevas transformaciones urbanas para salir de su silencio económico y social existente desde décadas atrás, Santa Cruz impulsaría esta nueva mirada urbana.

Palabras clave: Juan de Santa Cruz, ingeniero militar, s. XVIII, urbanismo, Tarragona

 


Juan de Santa Cruz Bertrand (Girona, c. 1729-Tarragona, 1785),  engineer renovator of the urban planning in Tarragona (Abstract)

The aim of this research is to show the importante of military engineer, Juan de Santa Cruz, in the development of numerous civil Works which were essential in the city of Tarragona in the late 18th Century. The city needed urban transformation in order to rise from its economic and social stillness prevailing the past decades. Santa Cruz would boost this new urban look.

Key words: Juan de Santa Cruz, military engineer, 18th Century, urban planning. Tarragona

 


 

Juan de Santa Cruz fue uno de los ingenieros militares que trabajó en la ciudad de Tarragona a finales del siglo XVIII y que ayudó a definir, entre otros importantes trabajos, una de sus principales arterias, la Rambla de San Carlos (actual Rambla Vella). A él se le debe su dedicación para mejorar las condiciones urbanas y constructivas de la capital que además era plaza fuerte[1].

Los retos económicos que ofrecía este punto del litoral se hacían evidentes en la necesidad de disponer de una aduana, fundamental desde la aprobación del libre comercio con América o la creación de la carretera de unión con Reus y la construcción de los cuarteles no tan solo de Tarragona sino los de Reus, Valls y Vilafranca del Penedés. Santa Cruz tuvo, como siempre, el respaldo de los otros ingenieros que circulaban por el Corregimiento o la complicidad laboral de un viejo conocido, que trabajaba en la Tarragona en los últimos decenios del siglo XVIII, el arquitecto académico Josep Prat Delorta a quién no dudaría en ofrecerle obras que él no podría llevar a cabo o que creía conveniente que las ejecutase un hombre de reconocido talento.

La formación del ingeniero

Juan de Santa Cruz Bertrand, nació en Gerona en 1729[2], hijo también del militar José de Santa Cruz, teniente coronel del Regimiento de Zamora y de Clara Luisa Bertrand[3]. Su primera entrada en la carrera militar, siguiendo la profesión paterna, se registra el 26 de enero de 1745 al alistarse como cadete de infantería[4]. Continuaría con su formación académica hasta convertirse siete años después en alférez, posteriormente en teniente extraordinario el 10 de setiembre de 1757 y el 16 de abril de 1776 conseguía una nueva condecoración,  la de capitán ordinario[5]. Su expediente indica que sirvió en el Regimiento de Infantería de Zamora hasta lograr su condecoración como subteniente, hasta llegar a ser teniente destinándolo esta vez a Valencia, Orán y Cataluña[6].

Otras noticias conocidas de su actividad laboral corroboran  su  participación en la Campaña de Portugal y la de Almeida levantando un plano de este último punto y un mapa de la provincia de Simacoa siguiendo el río Duero[7]. De su expediente se desprende que estudió matemáticas, posiblemente en la Academia Militar de Matemáticas de la ciudad condal.

En Madrid se examinaría como ingeniero extraordinario destinado a Cataluña especializado en la construcción de caminos, en la dirección de obras y reparaciones en el Departamento de Tarragona[8]. Uno de los últimos trabajos del ingeniero antes de llegar a Tarragona se fecha entre 1767-1770 en el que actuó como jefe de detall de las obras que se ejecutaban en la carretera de Barcelona a Valencia. Santa Cruz certificaba las altísimas partidas gastadas en las obras de mampostería, sillería, bóvedas, excavaciones de muros correspondientes a los puentes, empedrados, alcantarillas y otras inversiones  imprescindibles para dejar bien sólida esta obra[9]. A Santa Cruz también se le reconoce una colaboración laboral en las obras del castillo de Figueres, de hecho, fue enviado a esta destinación en los últimos años de su vida[10].

El 11 de enero de 1771 se detalla que Santa Cruz, ya como ingeniero extraordinario, se trasladase a Tarragona para cuidar de las reparaciones de aquel Departamento. A 20 de enero escribe al ingeniero Miguel Moreno comentándole que él y su familia ya se hallaban en la ciudad costera para cumplir con sus nuevas obligaciones aunque sus bagajes llegarían días después en barco[11].

En cuanto al plano personal algunos documentos recogidos en las actas municipales hablan de sus relaciones con algunos tarraconenses que no eran de su oficio y que él defendió en aspectos profesionales de estos conocidos[12].

Sus aportaciones en arquitectura religiosa fueron bastantes menores; en 1772 practicó un reconocimiento del término de Tamarit para dibujar allí una iglesia parroquial que finalmente no se realizaría debido a la especial orografía del lugar[13]. Este trabajo lo delegaría en el arquitecto Josep Prat quién sí que levantaría los planos[14]. En realidad, Santa Cruz tuvo que renunciar a esta obra puesto que el 20 de mayo de 1772 se le indica que no debe hacer la obra ya que no era un edificio militar. Para este tipo de encargos, la carta precisa que los dibujarían los arquitectos que se hallaban en cada Corregimiento[15].

Santa Cruz si que vivió muy de cerca las obras de ampliación de la capilla de Sant Magí (de Tarragona, 1779) que quedaba pequeña para sus fieles. Además, por sus manos tenían que pasar los correspondientes permisos para derribar un pedazo de la muralla romana ya que la capilla limitaba con ella[16]. También realizaría una relación de los emplazamientos fortificados de Tarragona[17]. Santa Cruz pertenecería a la administración de la capilla de Sant Magí pudiendo justificar este vínculo el 22 de febrero de 1778[18]. Ese día él, junto a otro encargado de la iglesia, Ignacio Martí, pidieron permiso para realizar la primera misa en este templo para el día 24 de febrero, capilla que había dirigido, curiosamente, un ingeniero, Bartolomé Reynaud.

En Tarragona nacerían como mínimo cinco de sus hijos aunque su hijo José (quizás el primogénito) no aparece en los registros de nacimientos de la catedral de Tarragona  que sería también ingeniero militar y que posiblemente nació en su anterior estancia en Girona. En 1779 se hallaba enfermo y pidió al ingeniero Francisco Llobet un permiso, que se le concedió, para ir a Barcelona para cambiar de aires y recuperarse.

En 1781 se le cambia de nuevo de destinación, esta vez le trasladan a Menorca junto con Manuel Llobet y Antonio Vago. Antes de irse, tal como le recordaban sus superiores, debía enviar todos los planos que pudiese tener correspondientes a la plaza, a su dependencia y a encargos de particulares para archivarlos. A pesar de que el día 12 de septiembre de 1781 indica que se marcharía al día siguiente, lo cierto es que el 12 de mayo de 1782 se hallaba todavía en Tarragona debido a que su familia había tenido graves problemas de salud. Un poco más tarde se confirma su estancia en Menorca ya que a su vuelta de la isla se dió cuenta de que el clima de Tarragona no le era favorable y pidió que le enviasen a otro destino más favorable para restablecerse de alguna enfermedad que no manifiestan los documentos[19].

Él y su familia, con su mujer entonces embarazada, se hallarían en febrero de 1783 en San Fernando de Figueres. Un mes después el rey le destinó a Orán aunque parece que no realizó este viaje. Entretanto, el ayuntamiento de Tarragona pediría que volviese Santa Cruz a la ciudad ya que había iniciado el derrumbe de la muralla de San Carlos y las obras debían continuar con él al frente de esa operación. Félix O’neill denegaría esta solicitud indicando que allí se hallaba el ingeniero Bartolomé Reynaud y, por lo tanto, Santa Cruz no era imprescindible. Parece que Santa Cruz relevaría a Reynaud en octubre de 1784. Su salud no era muy buena puesto que en 18 de noviembre de 1783 pide una licencia de seis meses para recuperarse en Barcelona, traslado que se le concedió. El 22 de marzo de 1784 se le indicó que se quedase en el Principado y que no se desplazase a Orán seguramente debido a sus problemas de salud. El 29 de marzo de 1785 moría en Tarragona; su ayudante Josep Raimundi haría un inventario con sus papeles. No pudo disfrutar de su nuevo ascenso, esta vez como ingeniero en segundo, ya que moriría antes de notificárselo[20].

Parece que su entierro no pasó en absoluto desapercibido en cuanto a ostentación se refiere[21]: “le terme “cathédrale” est employé pour la sépulture de Juan Miguel de Santa Cruz a Tarragonne”.

La documentación conservada sobre su vida privada desentraña numerosos problemas económicos a lo largo de su vida de soltero y casado. Posiblemente se casó en 1766 sin pedir el permiso correspondiente, tal como apuntan algunos autores, decisión que le traería ciertos problemas[22]. En las hojas de su expediente de servicio se indica que Santa Cruz tenía diversas deudas que llegarían a sus superiores. Para resolver estos impagados y otros asuntos no especificados el ingeniero pidió unos días de permiso para ir o a Barcelona o a Madrid[23]. Tampoco pueden pasar desapercibidos sus vínculos familiares con otros poderosos ingenieros coetáneos. Así, en una relación para evaluar si era conveniente rehacer el puerto romano de Tarragona o reconstruir el de Salou se comenta que Miguel Sánchez Taramás no podía desplazarse a la zona ya que tenía más de ochenta años y por eso delegaba en la opinión de su cuñado Juan de Santa Cruz. Este vínculo familiar fue motivo de queja por parte de los dirigentes reusenses que preferían  reformar el puerto de Salou frente al viejo puerto romano de Tarragona[24]. La unión con este familiar vuelve a aparecer en un documento en el cual pide a su jefe Francisco Llobet permiso para ir a Barcelona a despedirse de su cuñado pues éste se iba con su regimiento (no se especifica el destino)[25].

La obra de los cuarteles como prioridad militar

Parece ser que una de las primeras veces que se desplazó al Corregimiento de Tarragona se debió al avance de las incipientes obras de los cuarteles del ejército iniciados en Reus. En la actual capital del Baix Camp, Reus, su intervención se registra ya en 1765[26]. La construcción de los cuarteles ocupó abundante mano de obra especializada; por ellos pasaron diversos ingenieros destinados a ese Corregimiento. El proyecto de los cuarteles de Reus nació en 1751, en abril de ese mismo año se autorizaron las obras; nueve años después se acabaron los edificios destinados a la tropa y en 1778 se alzaba el último pabellón para uso de los oficiales[27]. Los protocolos notariales certifican un crecido número de acuerdos y pequeños contratos de obras entre los principales maestros de casas de la ciudad y su compromiso para levantar los pabellones militares (derrumbados desgraciadamente en el siglo pasado). En realidad, Santa Cruz debía resolver cualquier problema surgido en los cuarteles de los principales enclaves militares tarraconenses. En 1775 su nombre todavía aparece en los registros de los gastos de la fábrica del cuartel y pabellones de Reus, tal como lo confirma un listado de materiales redactado para finalizar los trabajos pendientes[28]. En 1776 también aparece en una relación de las intervenciones llevadas a cabo por Alonso González de Villamar y Quirós y se le cita como ingeniero ordinario de las obras de los cuarteles reusenses[29].

En 1782 se le pagan cinco meses en concepto de ingeniero y “visor” de la obra, servicios que equivalían a 28 libras[30]. Un año después desarrollaría este trabajo su sucesor el ingeniero Bartolomé Reynaud puesto que Santa Cruz tenía ya un nuevo destino laboral.

Su buen conocimiento o clara especialización sobre la construcción de edificios destinados a resguardo de tropas y de caballerías hizo también que Santa Cruz plantease nuevas reformas, en 1780, en el cuartel de Valls (Tarragona). Este edificio se inició en 1 de enero de 1752 y finalizó en 1764. El trabajo propuesto no se llevó a cabo[31]; el 5 de diciembre de 1779 el ingeniero explicaba en una de sus cartas que no pudo acabar los planos del cuartel de Valls puesto que estaba enfermo[32].

La continua dedicación que exigían estos edificios militares no debió ser un trabajo nada gratificante para Santa Cruz. La documentación retrata salas, cocinas o establos de estos monumentos conservados de manera muy deficiente. En 1770 el maestro de casas Lluís Guinovart sería el asentista de las Reales Obras de los cuarteles de la plaza. Éste presentó una factura de ciento cincuenta y una libras, siete sueldos y ocho dineros por las obras realizadas en 1769[33]. El 6 de julio de 1770 era el propio Marqués de Mena Hermosa quien pedía que se recompusiese una madera de la escalera del cuartel de la calle Mayor y otro al cuartel del Patriarca que servía para sacar agua de la cisterna. En enero de 1771 urgían unos remiendos del lugar donde habitaba la Compañía de Dragones de Lucitanea[34].

Los documentos conservados indican que Santa Cruz cobraba diversas cantidades por su gestión como director de la construcción del cuartel. Para el año 1771, según se dice, por todos los meses del año sesenta y siete libras y cuatro sueldos[35]. El coste total de algunas facturas desorientaba al ayuntamiento de Tarragona quién se veía incapaz de pagarlas ya que le llegaban una vez ejecutadas diversas obras sin que éstas pasasen por una convocatoria pública. En vista de lo que el ayuntamiento debía pagar al maestro Luis Guinovart, el 6 de marzo de 1771, 1675 reales y 23 reales de ardites. La carta la firmaba el ingeniero de Juan de Santa Cruz, el comisario de guerra Antonio Zeldrán y Antonio Moreno. Además al maestro carpintero Antonio Thomasino se le debían ciento sesenta y dos libras, once sueldos y once dineros. Para evitar esta situación, que era intermitente, los regidores no aceptarían que no se harían otras obras sin que se anunciasen en subasta pública y no se pagarían sin la intervención de comisionados; era una manera de ordenar las frágiles cuentas del ayuntamiento[36].  Finalmente el Marqués de Mena Hermosa respaldó la decisión del ayuntamiento en cuanto todas las obras y reformas militares se costeasen por cuenta de los propios  y se pusiesen en oferta pública y con intervención de los ingenieros[37].

En noviembre de 1773 Santa Cruz firmó una relación de las reparaciones, precios y otras intervenciones que se debían practicar en los cuarteles de la plaza tarraconense[38]. Poco después se daba la conformidad para que el ayuntamiento hiciese las obras correspondientes aunque, como siempre, los regidores indicaban la falta de fondos de la casa del común. Cualquier intervención que implicaba a los cuarteles de la ciudad Santa Cruz debía dictaminar qué era lo que más convenía a estos edificios. Por ejemplo, en la reunión del ayuntamiento de 24 de mayo de 1776, gracias a una carta del gobernador, se advertía de la entrada del  Batallón de Reales Guardias españolas que había salido de Madrid. Los cuarteles de la capital necesitaban de una visura, para eso los maestros carpinteros de la ciudad fueron a ver qué era lo más urgente enviados por el ingeniero de la plaza y se ofrecían los desechos de los cuerpos de guardia de las puertas demolidas, en la zona de San Francisco del Portalet. El albañil Carlos Morera llevaría a cabo las obras previstas[39].

Siguiendo las continuas valoraciones conservadas en las actas municipales del ayuntamiento de Tarragona, el 29 de octubre de 1777 Santa Cruz redacta una relación de las intervenciones necesarias para el cuartel del Patriarca (derribado durante los ataques acontecidos en la Guerra del Francés). Para el cuerpo de guardia número dos se debía revisar el tejado; en la cocina (número 3) la puerta, en la cuadra número siete, las dos ventanas y en la cuadra número once el tejado[40]. Por este listado de intervenciones guardadas minuciosamente al final del libro de las actas municipales se deduce que los edificios precisaban de pequeños y continuos reparos por delante de costosas y graves reformas. Estos pequeños problemas eran agotadores para los presupuestos municipales.

En 1778 había cuatro cuarteles en la ciudad que conjuntamente con los cuerpos de guardia y puertas de la misma exigían una suma muy alta para el ayuntamiento destinadas sólo a reparaciones[41]. El 22 de junio de 1778 el corregidor de Tarragona, Agustín de Iraola envió al ayuntamiento de la ciudad otra relación de reformas que había ordenado el ingeniero Juan de Santa Cruz sobre algunos cambios imprescindibles en los cuarteles[42]. El cuartel del Patriarca necesitaba de una rápida reparación de la barandilla de madera y 32 libras, 15 sueldos y 6 dineros para pagar al maestro albañil y carpintero para hacer frente a los arreglos más necesarios[43].

A inicios de enero de 1778 en la cuadra de la caballería del cuartel del Rey eran imprescindibles componer y rebozar las cuadras y empedrar algunas porciones del pavimento de la caballeriza; hacía falta media ventana en la cuadra, revisar la puerta principal poniendo dos ventanas para respiración de la caballeriza y estacas para colgar las sillas. En la cuadra se necesitaba colocar una separación para poner la paja, enladrillar el pavimento, poner un guarda ropa, unos hornillos para que la tropa pudiese guisar y la cisterna precisaba de un cubo, soga y polea[44].  Para el cuartel de artillería se habían levantado diferentes porciones del pavimento de la cuadra de los soldados, sargento y cocina. Se necesitaba revisar el tejado, y arreglar las paredes ya que tenían chinches[45]. Como resulta evidente estos edificios eran una continua inversión sin fondo ni final.

Santa Cruz debía acomodar a los soldados y a sus caballos. Por ejemplo, en marzo de 1780 llegarían a Tarragona 80 o 90 caballos del regimiento de Dragones, acuartelados en Reus. El ingeniero revisaba los parajes destinados para alojar estos caballos y disponer de las obras precisas para la comodidad de la tropa[46]. En la reunión del 26 de enero de 1781 Santa Cruz pedía a los regidores su ayuda para resolver algunos de los problemas de las estancias destinadas a alojamiento de la tropa[47].

El futuro urbano de  la ciudad

La creación de una nueva arteria de la ciudad nacería, en realidad, el 18 de junio de 1775 cuando el ministro Conde de Ricla autorizó el derrumbe y la abertura de dos puertas, una a cada límite de la actual Rambla Vella de Tarragona y la fabricación de casas en el espacio abierto[48]. Al principio esta  decisión creó una fuerte polémica entre los dueños de estos terrenos, el poder real y el religioso. El rey y el arzobispo se reservarían el dominio alodial de los terrenos según lo que pedía la Real Cédula de 28 de septiembre de 1752 no sin antes repartirse lo que le tocaba a cada uno. El plano de la urbanización de esta zona lo dibujaría Santa Cruz ayudado por el oficial Miguel Moreno[49]. La necesidad de romper la muralla la había solicitado el gobierno a finales de 1774.

El 19 de diciembre de 1774 llegaba la orden del general dirigida al ingeniero para formar el plano del “lienzo” de la muralla[50]. El lugar escogido era la “Muralleta” o muralla de la Rambla y la muralla de San Juan preparando así la urbanización de la Rambla de San Carlos. Se abrirían dos puertas, la de San Francisco y la de Santa Clara (en los extremos de la nueva vía), se distribuirían nuevas calles y se entregaría los terrenos al ayuntamiento para costear las mejoras. Este cambio permitiría que la población pudiese salir del núcleo cerrado por las murallas[51].

En 30 de enero de 1775 el ingeniero ya había presentado el plano para realizar esta demolición[52]. El 30 de enero de 1775, por Real Gracia, se justificaba el derribo de la muralla. El 10 de enero de 1776 Santa Cruz se reunió con el ayuntamiento para tratar sobre la delimitación del terreno afectado[53]. En ese trazado el ingeniero dotó a la calle de sesenta palmos de ancho en línea recta[54]. Evaluarían el terreno el arquitecto Josep Prat y al carpintero Francisco Bover[55].

En la reunión del 26 de septiembre de 1776 el ayuntamiento tarraconense aprobó los planos per la nueva fábrica de las casas de la Rambla, las puertas que se debían construir y el cálculo que realizó el arquitecto Josep Prat. Ambos técnicos hicieron el siguiente trabajo[56]: “han hecho presente en Ayuntamiento los planes y elevaciones del terreno de la Rambla y porción de la Muralla, calles que han de quedar, terrenos para aprovechar en fábrica de casas perspectiva de estas y de las Puertas de la ciudad que han de construhirse en las dos testeras de la dicha Rambla, con el cálculo prudencial del costo de éstas, y porción de murallas unidas, que es de seis mil ducientas libras cada una puerta y correspondiente porción de muralla de los terrenos que han de restablecerse a saber los que hacen frente en la calle principal de la rambla hasta sesenta palmos de fondo a razón de un real de vellón y el restante terreno a diez y seis dineros de ardites el palmo superficial.”

Prat quedaba como segundo hombre de confianza del proyecto y se aceptaba su opinión y criterio después del de Santa Cruz[57]. Según E. Ortueta ese mismo año Prat presentó, supuestamente, la propuesta de puertas y frentes de las casas. Aunque la idea no se aplicó dada la lentitud de las obras de ese tramo de vía. En esa muralla se abrirían dos puertas (útiles para la conexión de la parte antigua de la ciudad y el incipiente nuevo barrio del puerto)  pero se perderían dos más, la del Rastrillo y la del Milagro.

En 1789 el baluarte de Carlos V ya tenía un ángulo demolido[58]. A parte, se destruían la muralla interior quedando una calle bastante ancha según había señalado el ingeniero Juan de Santa Cruz y posteriormente el ingeniero Francisco Gil, que envió expresamente el Conde de Lacy para supervisar este tema[59]. En el terreno ganado a la muralla se habían señalado cuarenta y tres patios para estas mismas casas que ya se estaban fabricando. Prat tendría dos de estos patios que intentó vender aunque tuvo problemas con el ayuntamiento. Como dice E. Ortueta la ocupación de los mismos fue lenta debido a la falta de entendimiento entre la administración y el ramo de la guerra[60]. La Iglesia se quedó con dos o tres solares cuyos alquileres fueron dedicados a una escuela gratuita de primeras letras. La piedra que se sacó de la muralla se revirtió, entre otros lugares, en las obras de los cuarteles[61].

El interior de la ciudad también se ordenaba a partir de los cambios generados en la muralla. Así, el de 11 marzo de 1779, los maestros de casas Josep Gil y Josep Martí piden a Josep Prat y a Santa Cruz la piedra del derribo de la pared, del portal y catorce  libras catalanas y algunas piedras que se hallaban en la Rambla para reaprovecharlas, material que se les concedería[62]: “Joseph Gil[63] maestro albañil y Joseph Martí carpintero, vecinos de esta ciudad han presentado a este ayuntamiento un papel firmado de entrambos, obligándose a demoler la pared y portal de la baxada de la Pescadería nueva, llamada del Santo Christo, desviar las aguas que pasan por dicho Portal, por medio de un aqueducto que desguasará en el trabajador de los sogueros, echar las ruhinas, o tierra bajo la muralla imediata a dicha pared y portal, y con ellas terraplenar aquel paso, permitiéndoseles que las piedras del derribo de dicha pared y portal las coloquen delante de las cuevas de la susodicha baxada: Asimismo que desviarán las aguas de la Rambla, y para el efecto se les concedan algunas piedras que necesiten y se hallan en dicha Rambla...”.

Otro de los trabajos en los que tuvo que intervenir Santa Cruz consistiría en la vigilancia del correcto emplazamiento de unas casas que quería construir Ginés Boix de Buen Día. Santa Cruz acompañado por el maestro carpintero, José Marrás, menor, acudieron a la plaza del Cós del Bou que limitaba en el siglo XVIII con la Bajada del Santo Cristo para marcar y delinear el terreno en el cual Boix quería levantar diversas casas[64].

En 1776 Santa Cruz dirigió las obras de la parte del muro correspondientes al paseo de Santa Clara, al lado del convento de los franciscanos[65], obras relacionadas seguramente con el derribo de la muralla de la Rambla de San Carlos. El 5 de noviembre de 1779 el ingeniero aprovechó los despojos de la piedra al lado del estudio literario de la ciudad para un nuevo cuerpo de guardia situado en la puerta de San Simeón[66]: “y haviendo visto las libretas  del ingeniero de la plaza, y que  parte de aquella obra la construyó el Rey aunque en parte la construyó la ciudad, siguiéndose como se sigue el beneficio que la ciudad había de gastar en la construcción del nuevo cuerpo de guardia, parece puede dicimularse el que dicho Ingeniero gaste aquellos despojos para el dicho efecto de la construcción de dicho nuevo cuerpo de guardia una vez, que se logra la utilidad que la ciudad ahorra el gasto del nuevo cuerpo de guardia y se sigue el beneficio al Rey de tenerle obrado”.

El litoral portuario como valor en alza

Santa Cruz tuvo que elaborar también estrategias adecuadas para la protección y desarrollo de dos puertos tan cercanos como eran el de Tarragona y el de Salou. En fecha 18 de febrero de 1777 el ingeniero Miguel Sánchez Taramás aparece citado en un informe para recoger información sobre el proyecto enviado des de Tarragona a Madrid. Se trataba de valorar el estado de los puertos ya citados así como sus posibilidades y ventajas. En la capital del Corregimiento sería atendido por otro ingeniero, Francisco Llovet, quien avisó a Santa Cruz para ayudar en todo lo que fuese posible a Sánchez Taramás[67].

Parece que a pesar de la avanzada edad del teniente coronel ordinario Miguel Sánchez Taramás hizo, en mayo de 1777, una visita al puerto de Tarragona para elaborar un informe sobre su estado[68]. En realidad Santa Cruz aparece como testimonio conjuntamente con el arquitecto Josep Prat. De esa visita los dos colaboradores debieron certificar la encuesta que se hizo a veintidós patrones, personas con una opinión vinculante en la sociedad tarraconense de finales del s. XVIII debido a su diverso rango social[69].  De estos trabajos se conocen diversos planos del puerto de Tarragona fechados en 1780[70].

Figura 1. Puerto de Tarragona, su rada, arraval, batería, muralla arruinada y la proyectada. Juan de Santa Cruz, 2 octubre 1780
Fuente: Arxiu Històric Port de Tarragona

El tráfico del puerto de la capital aumentaba paulatinamente al menos eso indica la solicitud de un particular Juan Ferrer para construir un almacén en la playa. De hecho la llegada de más barcos a la ciudad hacía que varasen en la playa inmediata al lado del puerto frente a la puerta llamada de San Carlos. Allí faltaban almacenes y boticas que pudiesen almacenar pertrechos y los géneros para cargar y descargar. Se concedería, con la supervisión de Santa Cruz, un permiso a Juan Ferrer que levantar un almacén en la playa de 48 palmos y 80 de largo[71].

No se sabe si, después de recibir el encargo, Santa Cruz realizaría, en 1778, una supervisión en el puerto de los Alfaques, cerca de Tortosa; la documentación firmada por el ingeniero Francisco Llobet no lo aclara[72]. El 16 de agosto de 1778 debía ir a declarar si el puerto de Hospitalet (seguramente Hospitalet de l’Infant) era fortificación real aunque lo dudaba porque era  propiedad del Duque de Medinaceli[73].

Uno de los temas más conflictivos entre la ciudad de Reus y Tarragona, a parte de la colaboración en las obras del puerto, fue el del trazado para la nueva carretera de Reus a Salou[74], construida entre 1774 y 1780[75].

Los ingenieros que se enviaban a la costa tarraconense tenían una misión común y frecuente, la de fortificar y crear baterías de defensa cerca de la misma. Así ocurrió en el municipio costero de Salou, en 1771, lugar de dónde dibujó un plano de las torres y baterías de del municipio marítimo de Salou[76].

Figura 2. Perfil y elevación de la puerta, rastel y almacén proyectados en la muralla del puerto. Juan de Santa Cruz, octubre 1780
Fuente: Arxiu Històric Port de Tarragona

Otra de las obligaciones laborales del ingeniero consistía en desarrollar una serie de obras civiles para fortalecer la ciudad a nivel económico, social, y defensivo. La ciudad de Tarragona ofrecía, a finales del siglo XVIII, según los ojos de los viajeros que llegaban a ella, un atraso y un cierto aire de abandono que resultaba desalentador para el comercio. Cierto era que se tenía que luchar para crear infraestructuras necesarias para “ordenar” la entrada y salida de los productos que se comercializaban por mar. Así Santa Cruz debería empujar la construcción de la aduana en el puerto y el nuevo lugar del Cuerpo de Guardia, situado cerca de la aduana.

Las obras de la aduana, ganadas en subasta por su colega Josep Prat, acabaron en un escándalo a los ojos de los maestros de obras de la ciudad. Si bien inicialmente la futura construcción debía ser una garantía de éxito al ser firmada por el insigne Prat,  que entonces estaba levantando diversas construcciones en la ciudad y alrededores, acabó siendo un fracaso debido a la aparición de numerosas grietas que hicieron peligrar la estructura de lo construido[77]. A la ciudad llegaron algunos de los profesionales más prestigiosos del momento para subsanar el problema de las grietas. En todo este caso, a pesar de las múltiples discrepancias surgidas entre maestros de obras y arquitectos del lugar, Santa Cruz defendió siempre a Prat tal como lo avalan los siguientes informes. El 5 de febrero de 1772 se pide una supervisión de los expertos Luis Bonet (maestro carpintero), Josep Prat (arquitecto), Josep Carafí y Lluís Guinovart, maestros albañiles[78]. Un año después Santa Cruz emite un certificado que acompaña un memorial de Josep Prat sobre la aduana para que se le pagase la última tercia[79]. A 4 de septiembre de 1775 Juan de Santa Cruz elaboró un informe de la aduana ya que como era el ingeniero de la plaza debía forzosamente preocuparse de ella[80], aunque como siempre, unos días después, él redactaría una actuación muy positiva del trabajo hecho por el contratista de esa obra, Josep Prat[81]. Santa Cruz no traicionó la amistad que le unía con Prat a pesar de las múltiples quejas que suscitó esa obra.

Santa Cruz informó a los regidores del Ayuntamiento de Tarragona que era imprescindible levantar el cuerpo de guardia de la ciudad, antes que la aduana que ya se estaba construyendo dentro de las murallas de ese puerto[82]. El día de San Juan de 1772 tendría lugar la subasta para encontrar un buen candidato para empezar las obras del cuerpo de guardia, derrumbar los restos del edificio anterior y adelantar esta obra para continuar la fábrica de la aduana que ocupaba parte del cuerpo de guardia proyectado[83]. Dos días más tarde el ayuntamiento aprobaba el diseño del nuevo edificio[84]. Un año después aparece en las actas el cuerpo de guardia del Portal de San Juan al que le practicarían reformas indicadas por el ingeniero Miguel Moreno[85]. Por este problema y por otros defectos que presentaba este edificio el ayuntamiento avisó que no era un tema competencia de la ciudad y no se hallaba en su reglamento de dotación[86].

Conclusiones

Santa Cruz fue un artífice y a la vez espectador privilegiado de todo aquello que acontecía en materia de urbanismo en la ciudad. El ingeniero cumplía estrictamente las directrices que recibía de sus superiores y que caminaban en una única dirección, la de abrir la ciudad a los planteamientos  ilustrados que movilizaban a sus dirigentes a crear una sociedad más equitativa. Tarragona tenía que resolver, usando la arquitectura, muchas deudas con su pasado para mirar de una manera clave hacia su futuro; debía mejorar el estado de su puerto (por lo visto en un estado ruinoso) si lo deseaba competitivo o ampliar el núcleo antiguo de la ciudad que no podía acoger a más ciudadanos que ya no cabían dentro del perímetro medieval de la ciudad. A parte, su trabajo inicial era el de mantener en buen estado de uso las infraestructuras destinadas a la defensa de la ciudad como sus cuarteles, necesitados de continuas reparaciones que él controlaba con el beneplácito de sus superiores y de los regidores del ayuntamiento quienes sacaban, si es que podían, de las arcas de la ciudad las sumas de los reparaciones. Santa Cruz no fue un hombre dedicado a la construcción religiosa, como practicaron algunos de sus colegas ingenieros militares, sino plenamente absorbido por la práctica de obras civiles: aduana, carreteras, puertos, cuerpos de guardia, trazado urbano, resolución de conflictos derivados de la construcción de algunas viviendas particulares, etc.

 

Notas

[1] Quiero agradecer cordialmente  la ayuda y consejos recibidos por parte del Dr. José Ignacio Muro y el Dr. Horacio Capel.

[2] En una carta de 1763 se anota que Santa Cruz era natural de Gerona, se hallaba soltero y tenía entonces 34 años.

[3] AGS (Archivo General de Simancas). Leg. 3793. Este dato aparece reflejado en el cuadro dedicado a los ingenieros del siglo XVIII que acabarían dedicándose al mismo oficio que sus padres y en los que aparece Juan de Santa Cruz. Capel et al, 1988, p. 306-307

[4] La figura del ingeniero se abordó en el libro dirigido por Horacio Capel et al. Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial. Universidad de Barcelona, Barcelona, 1983, p. 437-438. También Manuel Arranz sintetizó la obra de este militar en Manuel Arranz. Mestres d’Obres i Fusters. La construcció a Barcelona en el segle XVIII. Col·legi d’Aparelladors i Arquitectes Tècnics, Barcelona, 1991, p. 432-433. 

[5] AHT (Archivo Histórico de Tarragona). Actas Municipales, 1773, señal 4. En 1773 se presenta como teniente e ingeniero extraordinario de los Reales Ejércitos del rey.

[6] Santa Cruz sirvió durante 7 años, 7 meses y 25 días como cadete; como subteniente 4 años, 11 meses y 19 días; con el título de teniente 5 años, 10 meses y 3 días. En total había servido a julio de 1763 18 años, 5 meses y 17 días. (ACA. Legajo 148, s/f.).

[7] Capel et al., 1983, p. 437.

[8] AGS. Legajo  3793.

[9] BC (Biblioteca de Catalunya). Renart XXV, 1, 1765-1774, s/f.

[10] Montaner, 1990, p. 191.

[11] En los Libros de Óbitos de la Catedral de Tarragona aparecen como mínimo cinco hijos bautizados del ingeniero. Son: Maria Francisca de Paula, Juana, Celestina (Libro Bautismos 1770-1777, fol. 71r, bautizada el 8 de abril de 1772); Emanuel María, Juan, Ramon ( Libro Bautismos 1770-1777, fol. 111r. bautizado el 7 de julio de 1773); Genoveva María Engracia  Dámasa (Libro Bautismos 1770-1777, fol. 197r, bautizada el 13 diciembre de 1775); Maria Joaquina, Francisca, Bonaventura, Policarpa (Libro Bautismos 1777 a 1786, fol. 42v, bautizada el 19 de febrero de 1778); María Clara, ? (Libro Bautismos 1777 a 1786, fol. 158r. bautizada el 4 de enero de 1781).

[12] AHT. Actas Municipales, 16 octubre 1771, fol. 124r. Por ejemplo, y de manera anecdótica, Santa Cruz firmó en 1771 una relación junto con Ramon Rufiñat, proveedor del pan de munición de la tropa, para la justificación que detallaba el trato habido con Matías Fayes, peluquero de esta ciudad sobre la adobería situada en el puerto.También defendió a un cortador de carne de la ciudad, Ramon Foxench, cuando se presentaba para este trabajo. (AHT. Actas Municipales, 19 abril 1779, fol. 29r-v.).

[13] Serra, 2010, p. 306.

[14] Arranz, 1991, p. 432.

[15] ACA (Archivo Corona de Aragón). Ingenieros Legajo 148, s/f.

[16] Prenafeta, 2004, p. 33 y 47.

[17] Bertran, 2000, p. 100 y ss.

[18] AHAT (Archivo Histórico Archidiocesano de Tarragona). Actas Capitulares, 22 febrero 1778, s/f. Su sucesor en el cargo, el ingeniero Reynaud, llegaría a Tarragona el 1783 (Para esta referencia me remito a: Cartañà, C, 2002.

[19] ACA. Ingenieros. Legajo 148, 23 junio 1782.

[20] ACA. Ingenieros. Legajo 148, 29 marzo 1785.

[21] Galland, 2008, p. 345.

[22] Galland, 2008,  p. 256: “Mais la possibilité d’obtenir le pardon royal et de bénéficier des pensions du mont-de-piéte allait s’évanouir après l’instauration de cet organisme d’assistance. En juillet 1766, le pardon du roi fut accordé à cinq ingénieurs qui avaient pris femme entre 1758 et 1765." Información detallada también en CAPEL, 1998, p. 298.

[23] ACA. Ingenieros. Legajo 148, 7 noviembre 1771, 10 septiembre 1772, 8 septiembre 1773. Por ejemplo en 29 de diciembre de 1764 una carta del sastre Juan Anguera, de Madrid, le exige 753 reales de vellón por su uniforme.  Otra carta firmada esta vez por Pedro Martín Cermeño, el 17 de diciembre de 1770, le pedía explicaciones de por qué no había pagado al tejedor Josep Busquets al que le debía 124 libras, 16 sueldos y 3 monedas de ardites de los cuales solo le había devuelto 44 libras.

[24] ACBC (Archivo Comarcal del Baix Camp).  Caserna i Pabellons. Construcció 1753-1811,  s/f.

[25] ACA. Ingenieros. Legajo 148, 9 octubre 1777.

[26] AHT. MN 4941, 22 septiembre 1765, fols. 77r-82r.

[27] Anguera, 2003, p. 396.

[28] ACBC. .Nota de lo que falta al quartel y pavellons de Reus hasta su total conclusión. Núm. 14. Para entender en qué estado se hallaban los cuarteles de la zona catalana  hay que consultar la siguiente referencia: Cortada, 1998, p. 175-207.

[29] Capel, 1983, p. 219.

[30] ACBC. Caserna 1741-1795, núm. 23.

[31] Murillo, 2003, p. 8.

[32] Capel, 1983, p. 218. A partir de 1763 el ingeniero encargado del Departamento de Tarragona para realizar las obras de los cuarteles correspondientes a Reus, Valls, Vilafranca del Penedès y Vilanova (y la Geltrú), Universidad de Cervera y pabellones de Igualada era el ingeniero Alonso González de Villamar y Quirós.

[33] AHT. Actas Municipales, 9 mayo 1770, fol. 28r.

[34] AHT. Actas Municipales, 18 enero 1771, fol. 9r.

[35] ACBC. Sumas empleadas… s/f.

[36] AHT. Actas Municipales,  6 marzo 1771, fol. 34r-v.

[37] AHT. Actas Municipales, 12 julio 1771, fol. 85v.

[38] AHT. Actas Municipales, 2 noviembre 1773, señal 126,  fol. 228r.

[39] AHT. Actas Municipales, 24 mayo 1776, fol. 60r.

[40] AHT. Actas Municipales, 29 octubre 1777, señal 155, fol. 339r.

[41] AHT. Actas Municipales, 14 enero 1778, fol. 109r.

[42] AHT. Actas Municipales, 22 junio 1778, señal 51.

[43] AHT. Actas Municipales, 22 junio 1778, fols. 54v-55r.

[44] AHT. Actas Municipales, 9 enero 1778, fol. 111r.

[45] AHT. Actas Municipales, 17 agosto 1778, fol. 245r.

[46] AHT. Actas Municipales, 10 marzo 1780, fols. 18v-19r. y señal 34.

[47] AHT. Actas Municipales, 26 enero 1781, fol. 15r. Esta vez los problemas se centraban en los siguientes puntos: en el cuartel del Reus, hacía falta recomponer los pesebres y ventana de las caballerizas. En el cuerpo de guardia del patio había una puerta arrancada y hacía falta una llave para la puerta del calabozo. En el común, el tejado no estaba en condiciones, tampoco buena parte del pavimento y de los asientos. En la caballería de la Rambla hacía falta rehacer un batiente y el empedrado. El suelo de la caballeriza era preciso levantarlo y volverlo a colocar para que tuviese un desnivel para dar salida a los orines de los caballos, se pedía también abrir ventanas para su ventilación, recomponer los pesebres y poner cinco anillas que faltaban. En la cocina había que hacer la campana, alzar las chimeneas, recomponer hornillos, hacer una ventana y terraplenar el pavimento. La cuadra de los soldados exigía un marco para poner un encerado en la ventana, y colocar cuatro tablas en la escalera. En el cuartel de la artillería no estaban en buenas condiciones tanto el pavimento de la cocina como el piso y los hornillos. La puerta del común de la cocina carecía de pestillos y el tejado tenía goteras.  En fecha 20 de octubre de 1779 el asentista de las obras del rey, Juan Antonio Campaña pidió al ingeniero parte de la madera del que fuera cuartel situado en la universidad tarraconense y que actuaba como almacén de la paja[47]. Santa Cruz había demolido la cocina, la letrina y el cuerpo de guardia que allí existía llevándose la madera y despojos.

[48] AHT. Actas Municipales, 18 junio  1775, señal 55.

[49] Adserà, 2005, p. 227.

[50] AHCT. P4501.

[51] Aresté,  1982, p. 11-12.

[52] En el AGS se halla un “Plano que manifiesta el frente de la parte del mar de la plaza de Tarragona, demostración de su muralla interior antigua y edificios contiguos de la Rambla… Juan de Santa Cruz, Francisco Llorente”. 16.2.1775

[53] AHCT. P4501.

[54] AHT. Actas Municipales, 10 enero 1776, fol. 4v.

[55] AHCT. P6234.

[56] AHT. Actas Municipales, 26 febrero 1776, fol. 29r.

[57] AHT. Actas Municipales, 26 febrero 1776, fols. 29r-29v.

[58] Palma de Mallorca, 1956, p. 75.

[59] Palma de Mallorca, 1956, p. 76.

[60] Ortueta, 2006, p. 19.

[61] Ortueta, 2006, p. 19.

[62] AHT. Actas Municipales, 11 marzo 1779, fol. 16r-v.

[63] AHT. Actas Municipales, 11 marzo 1779, señales 25 y 26.

[64] AHT. Actas Municipales 1773, 14 julio 1773, fol. 70r-v. “(...) Un Almazén grande pegado en la referida muralla el que sirve para resguardo de pertrechos de artilleria: se executó dicha demarcación y delineación de terreno por el nombrado Josep Marras tirando sus cordeles y mediolas, y fixando Piquetes en esta forma es a saber. Se clavó un piquete en el frente que mira linea recta a la calle del Juego de la Pelota y intermedio de un callejón que deve quedar entre las casas de Francisco Bover y las que se fabricaren de nuevo, y desde dicho piquete hasta otro que se clavó para la entrada de dicho Almazén, medido el terreno se halló tener de frente ciento y sesenta palmos de longitud, y dexando la citada calle intermedia a treinta y seis palmos de latitud, se fijaron dos piquetes desde dicha calle hasta el extremo contigua a Hermita del Sant Christo, cuyo terreno se halló tener noventa y quatro palmos; y el fondo de todo el terreno establecido, hasta dexar en la parte de detrás diez y ocho palmos de intervalo entre las murallas y los edificios que se fabricaren según lo convenido con el citado Yngeniero (...)”.

[65] Bertran/Gramunt, 2000, p. 109. Perteneciente a E. Morera. Tarragona Cristiana. Tarragona, 1959,  p. 170.

[66] AHT. Actas Municipales, 5 noviembre 1779, fol. 121r-v.

[67] Sánchez, 1995, p. 193.

[68] Sánchez, 1995, p. 195-214.

[69] Sánchez, 1994, p. 214 y p. 193.

[70] “Plano del puerto de Tarragona su playa, arraval, Batería, Muralla, arruïnada y la proyectada”. Dibujo hecho a pluma con tintas de color sobre papel. Acuarelado. Dispone de otra fecha, a bajo izquierda 18 octubre 1780. Ministerio de Defensa. Madrid. Instituto de Historia y Cultura Militar. Núm. 47-3/9025. Ver también: S.H.M. 9025-042/373/373.

Existe otro plano firmado el 2 de octubre de 1780 dedicado, en este caso, al estudio de edificios existentes en el puerto de la ciudad: “Plano de la Puerta, Rastrillo y Almazenes, proyectados en la Muralla del Puerto de la Ciudad de Tarragona”. Ministerio de Defensa. Madrid. Instituto de Historia y Cultura Militar. Núm. 9051.

[71] AHT. Actas Municipales, 3 abril 1780, señal 45.

[72] IHCM. 3-1-4-12.

[73] ACA. Ingenieros. Legajo 148.

[74] Arranz, 1991, p. 432.

[75] Arauzo, 1998, p. 192-193.

[76] Arranz, 1991, p. 432.

[77] Serra, 2011, p. 297-314.

[78] AHT. Actas Municipales, 5 febrero 1772, fol. 10r.

[79] AHT. Actas Municipales, señal 4, fol. 5r-v.

[80] AHT. Actas Municipales, 4 septiembre 1775, señal 92.

[81] AHT. Actas Municipales, 11 octubre 1775,  fol. 82r-v.

[82] AHT. Actas Municipales, 6 abril 1772, señal 61, fol. 171r-v.

[83] AHT. Actas Municipales, 15 junio 1772, fols. 58v-59r.

[84] AHT. Actas Municipales, 26 junio 1772, fol. 64v.

[85] AHT. Actas Municipales, 1775, señal 5.

[86] AHT. Actas Municipales, señal 6, fol. 12r-v.

 

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Ficha bibliográfica:

SERRA MASDEU, Anna Isabel. Juan de Santa Cruz Bertrand (Gerona, c. 1729-Tarragona, 1785), ingeniero renovador del urbanismo en Tarragona. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de noviembre de 2014, Vol. XIX, nº 1099 <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1099.htm>[ISSN 1138-9796].