Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 111, 7 de septiembre de 1998

CORNA-PELLEGRINI, Giacomo. Geografia come desiderio di viaggare e di capire. Milano: Unicopli, 1998. 203 p.

Horacio Capel


La ciencia contemporánea interesada hoy por la génesis de las ideas y por las actitudes y condiciones sociales que favorecen la innovación y su difusión ha prestado creciente atención a las biografías personales. Al mismo tiempo que se desarrollaban estudios colectivos de científicos -lo que se ha conocido como el campo de la prosopografía- sociólogos, historiadores y teóricos de la ciencia han dedicado esfuerzos a reconstruir las biografías de los autores más destacados para conocer las trayectorias personales que permiten entender la interacción de factores personales y sociales que están en la base de la creatividad y de la actitud favorable a la innovación científica.

También en geografía ha surgido un creciente interés por reconstruir las trayectorias biográficas de los científicos más destacados. El desarrollo de la geografía humanista dio gran impulso a esta preocupación por el mundo de la vida, e hizo nacer una preocupación por reconstruir las percepciones que los cultivadores de la disciplina tenían de su propio trabajo, de las influencias recibidas, de las circunstancias en que realizaron sus aportaciones más destacadas.

Tuve la fortuna de asistir a una de las primera presentaciones públicas de esa línea de trabajo. Aunque ya había existido alguna propuesta anterior, fue en el XVIIº Congreso de Historia de la Ciencia celebrado en Edinburgo en agosto de 1977 cuando Anne Buttimer presentó su comunicación On people, paradigms and 'progress" in Geography y propuso explícitamente la recogida sistémática de autobiografías de científicos y la realización de un vasto programa de entrevistas a autores vivos relevantes, considerando que "hay muchos puntos en historia y filosofía de la geografía que podrían ser elucidados a través de una combinación de aproximaciones paradigmáticas y autobiográficas". Al mismo tiempo se ponía en marcha la serie Geographers Biobliographical Studies, impulsada por T. W. Freeman, con la colaboración de Ph. Pinchemel, y que empezó a publicarse en 1977, lo que no era sino otro reflejo del interés por las biografías.

Buttimer ha realizado desde entonces extensas entrevistas a numerosos científicos y se ha interesado por sus contribuciones al conocimiento y al espíritu humano. El libro The practice of geography (Londres: Longmann, 1983) supuso una primera entrega de testimonios personales de geógrafos relevantes, que fueron seguidos por numerosas entrevistas en video y publicaciones. Más tarde otra obra suya, The geography and the human spirit (Baltimore & London: Johns Hopkins University Press, 1993), ha continuado y ampliado esas preocupaciones. El programa de investigación fue seguido en diversos países y ha dado lugar a gran número de vídeos con entrevistas a geógrafos destacados y a libros en los que se transcriben dichas entrevistas, como el editado por María Dolores García Ramón y Joan Nogué y Abel Albet con el título La práctica de la geografía en España (1940-1990). Innovación metodológica y proyectos individuales en la geografía académica española (Barcelona: Oikos Tau, 1992). Pero al mismo tiempo, y de forma independiente, en otros muchos lugares se ha sentido asimismo la necesidad de recoger los testimonios autobiográficos de figuras relevantes de la geografía y de las ciencias sociales, como muestra, a título de ejemplo, la serie de entrevistas realizadas por la revista Geosul de la Universidad de Florianópolis, Brasil (nº 12-13, 1991-92), con participación de Milton Santos, Ignacio de Mourao Rangel y Orlando Valverde, entre otros.

Reconstruir las carreras, las vidas, las motivaciones, aspiraciones, deseos explícitos y ocultos de los científicos -como de cualquier hombre- es siempre algo excitante. Dentro de ese contexto puede entenderse el interés que puede tener una autobiografía científica como la que se realiza en el libro que motiva este comentario. Un libro sorprendente y apasionante, una autobiografía que nos permite conocer al autor y seguir detalladamente la forma como fue descubriendo el mundo con los ojos de la geografía y, antes de ello, con los de la economía.

El autor es uno de los maestros más importantes y respetados de la actual geografía italiana, una autor que ha producido una vastísima obra cuya simple enumeración resulta impresionante. El lector puede tener una idea general del alcance de dicha producción intelectual en el artículo publicado en esta misma revista (Bibliografía principal de Giacomo Corna-Pellegrini. Biblio 3W, nº21, 1997) dedicado precisamente a él. Y hay que tener en cuenta que en dicho artículo solo se presentan los trabajos propiamente geográficos, ya que el autor ha escrito también numerosos artículos sobre economía y política en revistas científicas y en periódicos generales, que suponen varios centenares de títulos. A todo ello hay que añadir su importante papel como impulsor y promotor de reuniones científicas dedicadas a temas novedosos y su participación, solo o en colaboración, en la edición de diversos libros colectivos sobre cuestiones diversas.

La organización de este libro tiene que ver con los grandes temas que el autor ha cultivado. Y su amplitud resulta sorprendente: la geografía del turismo (capítulo 1 "Geografía de un tempo più libero"), la geografía urbana (2, "Capire la città"), los problemas de la geografía política (3, "La politica cambia la geografía"), los desarrollos novedosos de la geografía humanística (4, "Per una geografía umanistica"), las discusiones sobre la representación cartográfica del mundo (5, "La cartografia e il mito della caverna"), la didáctica de la geografía ("Aiutare a leggere il mondo", las investigaciones y los viajes que ha realizado en Italia (7 "Un stravagante bel paese"), Asia (8, "Cercando di decifrare l'Oriente estremo"), Iberoamérica (9, "Fiori e pietre in America Latina"), y otras áreas (10, "Viaggiando per il Mondo" y 11, "Esplorare la Terra é un modo di amarla"). El libro acaba con un capítulo sobre su participación en la comunidad de geógrafos, con una amplia y completa bibliografía del autor, que incluye más de un centenar de publicaciones geográficas, numerosos trabajos económicos y unos 300 artículos periodísticos.

El libro permite conocer las líneas de investigación, los itinerarios por los que éstas han transcurrido, los motivos que le han llevado a ocuparse de temas tan variados como los que ha cultivado y las actividades tan diferentes a que se ha dedicado a lo largo de su fecunda vida. Permite asimismo reintegrar una lista de publicaciones de un curriculum extenso en el contexto en que se produjeron, haciendo posible redescubrir la coherencia y la articulación de unas y otras en relación con viajes, descubrimientos, reflexiones personales, encargos, luchas políticas o programas de investigación. Reinserta los libros y artículos en una línea de desarrollo, los aproxima, relaciona y contrapone, y de esa forma los hace más inteligibles.

Leyéndolo se entiende un poco más -aunque siempre falten claves- el porqué de sus publicaciones sobre China o Corea, su interés sobre ciertos temas específicos de la geografía italiana, las motivaciones de sus artículos sobre Japón y sobre los suburbios de Bahía, o el sentido de tantas iniciativas editoriales o académicas. Y ante la diversidad de motivaciones e intereses y su capacidad para abordar cuestiones tan variadas, nos resulta comprensible que haya llegado también a escribir relatos y cuentos geográficos, como ha hecho en su pequeño libro titulado Geograficheria. Piccola bottega di racconti geografici (1993).

En el libro se aprovechan en varias ocasiones páginas ya publicadas de carácter general o metodológico. Lo que tiene la ventaja de que ahora aparecen integradas en una trayectoria vital e intelectual, así como en un balance realizado en plena madurez y en relación con otros temas sobre los que también ha trabajado. Las conexiones entre los distintos textos están en general bien hechas, aunque a veces se caiga en algunas repeticiones. De todas maneras, es verdaderamente sugestivo recorrer esas páginas en las que se realizan justificaciones del trabajo realizado, se señalan los límites existentes, las conexiones con otros problemas abordados, las publicaciones o coloquios a que han dado lugar y las circunstancias que las generaron.

El título del libro que comentamos es por sí mismo una muestra de la apasionada dedicación a la geografía de Giacomo Corna-Pellegrini así como de sus vocación de viajar y comprender. Es un libro dedicado "a todos los que aman la geografía, el descubrimiento del mundo y los viajes".

Los recuerdos sobre la forma como él mismo fue descubriendo los paisajes en su juventud le facilitan ahora el esfuerzo de mirar el paisaje con los ojos de sus estudiantes, lo que le impone "el realismo de la actualidad y la atención de pensar el futuro". A partir de los recuerdos de sus propias excursiones, de las que ha realizao con sus maestros y con sus estudiantes pasa, en el capítulo 1, a una reflexión sobre el tiempo libre hoy, sobre la geografía del tiempo libre en una sociedad que con los viajes organizados descubre cada vez más los paisajes de la Tierra pero consume esos desplazamientos de forma masiva y simplemente turística, es decir pasivamente, sin penetrar realmente en los ambientes que se recorren.

Lo cual le permite luego abordar el tema de los viajes como cultivo del tiempo libre en la sociedad del bienestar, a la vez que presentar sus propias investigaciones sobre ese tema y sobre la geografía del turismo en Italia; investigaciones que se refieren a escalas diversas, que van desde el análisis general del fenómeno al de casos específicos de regiones turísticas y a la elaboración de planes de desarrollo turístico. Los citados planes han tratado de potenciar estructuras recreativas, deportivas y culturales utilizables no solo por los turistas exteriores sino también por la propia población local, intentando conseguir a través de ese uso compartido el encuentro y la relación de unos y otros. El autor pone énfasis en el turismo como encuentro de personas de diferentes sociedades y aboga por una aproximación turística que trate de entender a los otros y permita el descubrimiento de otras culturas en sus más varadas dimensiones. Un turismo de diálogo con las gentes de las áreas que se visitan y que escape a las mediaciones impuestas por las agencias turísticas con sus recorridos estereotipados. Aunque al mismo tiempo reconoce el importante papel que desempeñan esos operadores, especie de "preceptores" de los viajeros, y por tanto la decisiva importancia de la formación de los mismos y de los guías turísticos en general.

Los viajes realizados por Giacomo Corna-Pellegrini desde su juventud por Europa, cuando como él mismo recuerda el punto de llegada eran siempre ciudades en unos países que se reconstruían tras la guerra y en los que las migraciones campo-ciudad alcanzaban a grandes masas de población, le llevaron a interesarse por la ciudad, y al estudio de las tipologías urbanas, de la difusión de la urbanización, de las áreas de transición ente la vida rural y la urbana en la Lombardía, en donde se estaba constituyendo en los años 1960 lo que ya entonces él y otros consideraron una ciudad-región.

Diversas circunstancias le condujeron asimismo a prestar atención al proceso de urbanización en ciudades nuevas y de rápido crecimiento, tanto en Africa (Hassi Messaud) como en América, donde dedicó atención a las áreas periféricas de las ciudades brasileñas (en Bahía, barrio de Bom Juà, 1978), y en otros países. Su interés por los problemas de la construcción de los espacios urbanos, de la conservación de los restos históricos, de la legibilidad de los paisajes se ha ido plasmando también en diferentes trabajos que abrieron vías renovadoras en la geografía urbana italiana.

Una y otra vez declara su fe en la ciudad como lugar de disfrute de espacios públicos colectivos, de libertad de elección, de posibilidades económicas, y de respeto a su pasado histórico como señal de identidad y de riqueza cultural; pero al mismo tiempo la necesidad de una ciudad adaptada a los cambios que se producen en la tecnología y con formas dinámicas de organización social y política.

La dedicación de Corna-Pellegrini a la actividad política y administrativa en los años 1950 y 60 explica su temprano interés por el problema del poder y por las cuestiones referentes al ejercicio de la democracia. A ello dedicó gran número de artículos periodísticos, unos 300 como ya he dicho, y algunos otros trabajos académicos en la fase que él mismo califica de pregeográfica, antes de dedicarse a la enseñanza universitaria de la geografía, lo que ocurrió en el año 1967.

No sabemos de las razones reales de esa conversión. Solo se nos dice esto:

"A la universidad yo había retornado como a un territorio seguro donde volver a trabajar serenamente y donde tratar de entender mejor el mundo, después de muchos empeños profesionales y después de batallas, probablemente inútiles, experimentadas en la política; entender mejor también cuales serían las direcciones justas hacia las cuales orientar mi vida y mi compromiso civil" (pág. 69). Sabemos cuales fueron los maestros que tuvo una vez que se decidió por el campo de la geografía (Giuseppe Nangeroni y Cesare Saibene, especialmente), a los que recuerda con respeto y afecto. Pero queda por conocer porqué precisamente la geografía, de qué forma influyó en ello su interés por los viajes, el sentido de la oportunidad profesional, o el ejemplo de un primo de su madre, Antonio Renato Toniolo, un renombrado geógrafo italiano que fue durante muchos años profesor de la Universidad de Bolonia.

La experiencia administrativa y los estudios realizados en esa fase pregeográfica son reseñados y comentados en el capítulo 7 (págs. 83 ss) tratando de mostrar como enlazan luego con ellas sus investigaciones propiamente geográficas.

En todo caso, es fácil entender que llegado a la geografía se interesara también por la geografía política y que desde una aceptación de la concepción regional y paisajística, entonces dominante, se preguntara por las dimensiones políticas que existen tras los paisajes de la Tierra: "mis investigaciones geográficas regionales han partido siempre de la observación de un panorama", escribe; y en el proceso de decodificación de las imágenes espaciales la dimensión política le ha parecido siempre esencial. Por ejemplo, los poderes políticos fuertes se reflejarían en la monumentalidad y geometría de las intervenciones en el territorio, en la presencia de las infraestructuras, en el paisaje, mientras que los poderes débiles y desorganizados darían lugar a la intervención de agentes con menos poder y a paisajes más complejos y variados.

Su atención al paisaje le ha conducido también a la defensa del mismo por su valor histórico y artístico y por la importancia de conservar la memoria histórica de la humanidad, en sus realizaciones grandes o pequeñas pero que son esenciales para comprender la evolución histórica y que deben ser disfrutadas por todos: "tutelar el paisaje es competencia máxima de los políticos. Comprenderlo y extraer íntima emoción es posibilidad de todos" (pág. 45).

En los años 1970 Corna-Pellegrini experimentó el impacto de la geografía humanística, con el descubrimiento de todo el vasto campo de la dimensión subjetiva y de la percepción, del sentido del lugar, del mundo de la vida. "Hacer historia, geografía humana, sociología o crítica literaria prescindiendo de la sensibilidad o de las opciones personales del investigador es casi imposible", escribe (pág. 46). Lo que le valió la acusación de estar saliendo de la geografía, cosa que recordamos muy bien los que en aquellos mismos años hacíamos en España parecidos descubrimientos.

La geografía vivida por los habitantes, las diferencias entre percepción y realidad, el interés por las relaciones con el arte y la literatura, la decodificación de los lenguajes de cada uno, la geografía del comportamiento, la vertiente humana del cambio ambiental global fueron los temas a los que fue dedicando atención a la vez que estimulaba investigaciones sobre los mismos y organizaba varios coloquios sobre esos nuevos campos de la geografía. Todo ello le permitió ahondar en su preocupación por la diversidad cultura de la Tierra y las percepciones que de la misma se tienen. Textos literarios y testimonios de viaje pueden ser utilizados en sus trabajos como protocolos de investigación geográfica. Al mismo tiempo aborda la realización de obras en las que la subjetividad de los observadores se pone en relación con las informaciones científicas sobre el ambiente. Un interesante libro reciente, In Australia con Pepita (1997), trata de mostrar la percepción de los paisajes australianos a través de los ojos de un estudiante en un viaje de 6.000 km por el continente. Al mismo tiempo varias obras reflejan el resultado de sus reflexiones sobre la percepción de la diversidad cultural de la Tierra: Pianeta blu. Paesaggi e atmosfere nel mondo (1996) y a Il mosaico del mondo. Esperimento di Geografia culturale (1997) en donde pone en confrontación más de un centenar de áreas culturales del mundo, interpretadas a través de las características de cultura material esperando que ello "ayudará a comprender un poco la variedad cultural del mundo e inducirá a respetarla" (55).

Corna-Pellegrini es plenamente consciente de la importancia de la cartografía y de las imágenes para los geógrafos. "Realizar un mapa o consultar una carta geográfica es uno de los grandes placeres del geógrafo", y desde luego confiesa que lo es de él mismo (pág. 63). Naturalmente, por lo que hemos dicho, se ha interesado también por los mapas mentales, la cartografía subjetiva. Y por supuesto por la cartografía en general. Como reitera en varias ocasiones, las relaciones entre cartografía y geografía son íntimas. El mapa es la fotografía de un momento dado, aunque también puede cartografiarse lo efímero, lo cambiante. Instrumento esencial para la actuación en el territorio, garantía jurídica de la propiedad, la cartografía da también al geógrafo la posibilidad de establecer correlaciones entre formas espaciales diversas.

Pero la cartografía, advierte, puede ser asimismo engañadora. A los mapas no se les puede pedir todo, sino solamente lo justo. Oportunamente insiste en la necesidad de ser consciente de que no hay un solo mapa de la superficie de la Tierras, sino millares posibles. Y por tanto "cualquier mapa geográfico muestra más la elección de su cartógrafo (y el objetivo para el que éste lo dibujó) que la misma superficie terrestre que es representada" (pág. 59).

En su itinerario intelectual Corna-Pellegrini ha prestado también atención a la enseñanza de la geografía. Considera que el papel de ésta en la escuela es vital, ya que facilita a los alumnos las modalidades más eficaces y apropiadas de conocer y 'leer' el mundo. El objetivo del capítulo 6 es mostrar de qué forma la geografía ayuda efectivamente en esa tarea, el valor de la metodología clásica regional y de las nuevas metodologías que se han ido incorporando con el desarrollo reciente de la disciplina. En todo caso, su idea es que "una correcta 'lectura' geográfica de los más diversos ambientes humanos distribuidos en la faz de la Tierra es un medio precioso para educar en el respeto a la diversidad" (pág. 67).

El autor ha dedicado atención tanto a la enseñanza universitaria, para lo que cuenta con su propia experiencia, como a la primaria y secundaria. En lo que se refiere a su propia experiencia como profesor confiesa que al acceder a la universidad valoraba sobre todo las investigaciones, aunque luego ha llegado a estimar crecientemente la importancia de la docencia. Su amplia experiencia de profesor universitario y su talante crítico y renovador hace que sus reflexiones sobre este tema sean muy interesantes. Ante todo, ponen de manifiesto su dedicación y nos hacen sospechar que debe de ser un excelente profesor, dedicado ampliamente a atender a los estudiantes, con los que hace frecuentes excursiones por Italia y en otros países. He tenido ocasión de recibirlos a él y a sus estudiantes en Barcelona y soy testigo de su completa dedicación al grupo no solo durante el recorrido del itinerario, sino también al final del día cuando se realizan seminarios de síntesis.

En el libro expone el desarrollo de los cursos, sus objetivos y temores, sus relaciones con los alumnos. Son muy interesantes las páginas que dedica a la forma como realiza los exámenes (pág. 72) con exposición pública de materia por los estudiante, y sus relaciones con los que le piden dirigir una tesis de licenciatura (Tesi di laurea). Expresa su confianza en la utilidad de estos trabajos, algo en lo que coincido plenamente; es verdaderamente lamentable que las tesinas no se mantengan en la universidad española, donde se suprimieron en los años 1970 debido esencialmente a la masificación estudiantil y a la complicidad de profesores y alumnos. Se perdió con ello uno de los instrumentos de formación intelectual más importantes para los estudiantes.

En lo que se refiere a la presencia de la geografía en las enseñanza básicas Corna-Pellegrini llama la atención sobre la contradicción entre la desvalorización de la materia en la escuela y el éxito de las revistas de divulgación 'geográficas' y cree que ello tiene que ver con la inadecuada organización de los cursos escolares, con énfasis en la información y en los datos estadísticos. En lugar de ello estima que habría que dedicar el tiempo a estimular a los estudiantes con la presentación de algunos casos significativos que muestren las profundas interrelaciones e imbricaciones de los fenómenos diversos en la superficie de la Tierra.

Cree que no se debe intentar que los alumnos aprendan toda la geografía del mundo sino que al contrario se les debe "presentar para cada territorio considerado solo un número limitado de 'cuadros ambientales' es decir los más significativos: enseñando sobre todo el método con el cual estudiarlos o si se quiere las lentes adecuadas con los que mirar, leer y comprender los variados paisajes físicos y humanos en los cuales éstos se expresan" (pág. 77).

En las edades jóvenes no se debe tener miedo de "fabular la realidad y si es posible reconocerla, vivirla"; en las edades más maduras se pueden situar los acontecimientos históricos y actuales, incluyendo el deporte, o prefigurar las etapas de un viaje. Afirma su confianza en la eficacia de métodos didácticos activos, entre los cuales cita e ilustra los siguientes: construir un atlas histórico de la propia familia; dibujar de memoria un mapa geográfica del lugar en que han pasado sus últimas vacaciones, de un barrio, o de la comarca en que viven; describir un lugar lejano no conocido por experiencia directa para comprobar la influencia de los medios de comunicación de masas; reflexionar sobre textos literarios que tienen referencias geográficas explícitas; describir un fenómeno físico particularmente llamativo. Para alumnos más maduros -aunque en ningún caso precisa las edades- se pueden proponer ejercicios sobre problemas de organización urbana presentes en su territorio. La conclusión sobre la enseñanza, es que "aprender un método de investigación y aplicarlo bien a pocos casos es seguramente más importante que adquirir informaciones geográficas generales, fácilmente olvidables" (pág. 81)

Tres capítulos de este libro se dedican a sus trabajos sobre Italia, Asia e Iberoamérica. Especialmente interesante es el capítulo sobre Italia en donde sitúa su propia trayectoria académica en la de la historia económica y política italiana, de la que ha sido testigo desde los años 1950 y 60 y de la que nos ha dejado abundantes crónicas periodísticas, reunidas luego en un libro de conjunto. El autor se extiende ampliamente sobre los problemas del desarrollo regional de Italia, los profundos cambios que se han producido, que valora positivamente tanto en lo que se refiere a actividad económica como a la vida social y política, que ha permitido mantener un sistema democrático de libertad.

Aunque no por ello olvida los aspectos negativos. Según afirma, basándose en su propia experiencia y recuerdos, hasta los años 1950 la dedicación a la política se había considerado como un acto de servicio, y se refiere tanto al partido del gobierno, la democracia cristiana, como a la oposición. Fue a mitad de los años 1960 cuando empezó a emerger "la utilización privada de lo público, formalmente justificada, a media voz, por la exigencia de alimentar la propagnda de un partido con fondos sustraidos a las finanzas públicas". Pero ello tuvo consecuencias funestas, ya que finalmente "la corruptibilidad del mundo político acabó por entrelazar estrechamente sus circunstancias a los grupos privados a los que, teóricamente, habrían debido controlar en interés general de la comunidad" (pág. 94). A todo lo cual se unieron graves errores y descuidos en el control del desarrollo territorial, que permitieron el triunfo de la especulación inmobiliaria.

Ya se ve por todo lo que he ido diciendo que se trata de un libro singular y de gran interés. En el transcurso de las diferentes exposiciones y relatos el autor introduce continuamente episodios de su vida personal, de sus viajes, y experiencias propias, para ilustrar lo que dice. Una forma de distanciamiento y, a la vez, de justificación.

El libro es, al mismo tiempo, una presentación de los cambios profundos que ha experimentado la ciencia geográfica desde los años 1960 y, en especial, de los cambios de la geografía italiana, en los cuales el profesor Corna-Pellegrini ha desempeñado un papel fundamental.

El autor hace también explícitas declaraciones de interés desde el punto de vista metodológico. En particular, defiende decididamente la pluralidad de aproximaciones a la compresión y el estudio del mundo: "la complejidad del mundo a explorar y su continua renovación dejan espacio a las capacidades y a las metodologías más diversas de investigación y de conocimiento, que todos los hombres pueden contribuir a crear".

Se trasluce en todo el libro que detrás de su obra hay siempre una curiosidad universal y una enorme capacidad para convertir en problemáticas las experiencias y las percepciones. La definición que hace de sí mismo es significativa: "viajero por elección, geógrafo por profesión, apasionado del mundo, curioso de descubrir sus muchos cambios, sus diversos paisajes, sus más variadas gentes". "Viajar por el mundo es tratar de comprender el mundo, entrar en su innumerable diversidad" (pág. 65). El libro ofrece rasgos sutiles de observación; como cuando percibe la semejanza entre los niños de todos los países y culturas y en cambio las diferencias profundas y crecientes en la edad adulta y la vejez (pág 98) como resultado del proceso de inserción en un ámbito cultural.

Pero con ser todo esto mucho, el libro es también algo más. En él se descubre que detrás de esa vocación por los viajes hay más que simple curiosidad. No es solo una búsqueda o necesidad de emociones; es también "una necesidad del propio crecimiento interior a través de un mejor conocimiento del mundo externo" (pág. 65). El viaje sería una exigencia vital para todos los hombres, y desde luego lo ha sido para él.

Geografia come desiderio permite descubrir las trayectorias intelectuales del autor. Pero, como él mismo dice hay otros motivos que explican también el impulso para escribirlo. No se trata solo de volver a mirar sobre la obra realizada, sino asimismo, como él mismo escribe "tal vez de hacer más evidente a mí mismo el sentido del itinerario de una vida" (pág. 9).

En el libro se traslucen muchas desilusiones sobre la vida política, y se hace una rotunda afirmación sobre la necesidad de estudiar y reflexionar. Según la percepción que él mismo tiene de su trayectoria política, en los años 1950 y sesenta se interesó primeramente por los temas económicos, primero, y por los políticos, después, hasta ser atraído, finalmente, por la reflexión acerca de las consecuencias perversas de una dedicación profesional a la política, de la política como oficio, y a una meditación sobre las desilusiones del idealismo de la postguerra (pág. 95). A partir de ahí se entiende también su abandono de la política y su dedicación al estudio y a la vida universitaria, algo de lo que confiesa no haberse nunca arrepentido (pág. 96). Y su interés por temas diversos como los del desarrollo y subdesarrollo, los desequilibrios territoriales, la geografía política, los cambios en el mapa geopolítico del mundo, y tantos otros a los que antes he aludido. Y se entiende igualmente que una y otra vez reafirme su fe en el estudio, como aparece en este texto con el que acaba el capítulo dedicado a la evolución social y política italiana, que es al mismo tiempo la de su propia trayectoria política:

"Una vez más: es importante estudiar y no cesar de hacerlo, incluso mientras se actúa políticamente. Estudiar significa entonces también meditar sobre cuanto se va haciendo, ejercitando una necesaria autocrítica y tal vez también una oportuna autoironía. Es hermoso estudiar para comprender. Es necesario estudiar para obrar. Es divertido estudiar para sonreir, acaso de sí mismo y de la propia pequeña manía de que las experiencias del pasado puedan servir para el futuro" (pág. 96).

Pero, en mi opinión, lo más impresionante de esta obra viene en el capítulo final (capítulo 12, "Verso e dalla geografía") en el que describe de forma explícitamente autobiográfica su trayectoria vital e intelectual a través de la política y la economía, su apartamiento de la vida política, y las causas de ello, así como su inserción en la ciencia geográfica. Es una trayectoria comprometida con la transformación de la sociedad, y al rememorarla nos habla de su desengaño de la política, su dedicación a la vida universitaria, su llegada a la universidad, y los hitos fundamentales de su aprendizaje, de su actividad investigadora y de su magisterio. Se trata de una narración ordenada de los años de juventud, y "algunas previsiones sobre la vejez que se aproxima". Lo que resulta impresionante es precisamene esa reflexión final sobre la vejez, ese prepararse para la vejez de un científico que tiene hoy 67 años y una impresionante carrera a sus espaldas, que es profesor de la Universidad de Milán, que goza de amplio prestigio e influencia y dirige colecciones editoriales de amplia difusión europea.

En las últimas páginas de esa autobiografía confiesa otra vez que después de treinta años de investigaciones y enseñanza universitaria continúa apasionándole el tema de las fatigas, utiles o inútiles, por cambiar el mundo, aunque tal vez eso le parezca ahora menos importante. En cambio le sigue pareciendo esencial conocer el mundo y tratar de comprenderlo. Asegura que siempre ha pensado que las cosas importantes deben prepararse con tiempo, y que entre las más importantes se encuentra la preparación de la propia vejez, la justa conclusión de la vida. "Alejarse del poder -escribe- es una empresa entre las más difíciles, especialmente si el poder ha sido ejercido sin discusión e impugnación". Y cree que "amar y apreciar la propia libertad, más que el poder, es quizás el modo justo para emprender el nuevo camino". Un camino en el que estima que lo esencial es renunciar progresivamente a enseñar y predicar, una forma indirecta de ejercicio del poder, y en cambio aprender a escuchar.

Emocionan sus lúcidas palabras finales: "prepararse a una mutación de los papeles desempeñados y a su conclusión me parece muy importante, tan importante como toda la vida precedente", sobre todo porque se trata de combatir contra el último enemigo, el más cruel de todos, la vejez. Leyendo esas páginas uno tiene de pronto la intuición de que Giacomo Corna-Pellegrini es un hombre cabal que podría seguramente reconcerse en estos bellos y emocionantes versos que Antonio Machado escribió de sí mismo y que quiero recordar ahora porque expresan como pocos el orgullo de la obra bien hecha y el sentimiento de despego ante la vida:


Y al cabo nada os debo; debéisme cuanto he escrito
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el dia del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.



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