Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796] 
Nº 168, 9 de septiembre de 1999 

GARCÍA-BELLIDO, Javier. Coranomía. Los universales de la urbanística. Estudio sobre las estructuras generativas en las ciencias del territorio. Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Luis Moya González, Madrid: Universidad Politécnica de Madrid, 1999. 1163 p.

Horacio Capel


La Tesis que ha presentado el arquitecto-urbanista Javier García-Bellido es un trabajo de un carácter excepcional. Su ambición es extraordinaria, ya que trata nada menos que de proponer los fundamentos de una nueva ciencia transdisciplinaria a la que denomina Coranomía, desde su perspectiva propia de la Urbanística.

La investigación ha sido elaborada en el Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, dirigida por el Dr. Luis Moya González, y se presenta en un volumen de 1163 páginas de apretada grafía en formato UNE A4: unas 60 líneas por 90 espacios, es decir 5.400 caracteres por página, lo que supone en realidad una extensión muy superior (más del doble) con los tipos y formatos de libro más habituales.

Más que una tesis doctoral es una obra intelectual de una gran madurez, elaborada depués de una gran experiencia, de profundas reflexiones y de inmensas lecturas, de las que una parte se citan en la amplia y pertinente bibliografía.

El autor viene redactando esta obra desde hace más de diez años. Quizás iniciara sus reflexiones ya en 1974 con su primer artículo sobre el Plan General de Elche que había dirigido, o en 1975 al publicar un segundo artículo sobre la Community Land Act británica de ese año, a los que han seguido luego más de una centena de trabajos sobre temas urbanísticos, de algunos de los cuales damos la referencia en la bibliografía final de esta nota. Sin duda a lo largo de esos diez años ha tenido ocasión de madurar ampliamente su trabajo y de hacerlo cada vez más ambicioso. Lo que seguramente tiene que ver, además de con otros factores de los que no dejaré de hablar, con su larga actividad como Director del Centro de Estudios Urbanos en el Instituto de Estudios de Administración Local y, desde hace unos siete años, con su función de director de la revista Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, la fusión que él mismo condujo de dos revistas anteriormente existentes (Ciudad y Territorio, editada antes por el I.E.A.L. y Estudios Territoriales) publicada por el Ministerio de Obras Públicas. Sin necesidad de esgrimir las páginas que Robin Williams y Alvin Gouldner dedicaron a los profesores de Harvard que, como Parsons, se sentían impulsados a hacer una obra muy ambiciosa por el solo hecho de ser docentes en ella -lo que el sociólogo nortemericano denominó el 'complejo de Olimpo' (Gouldner, 1970, pág. 164)- , puede uno entender fácilmente que un arquitecto-urbanista madrileño con una larga trayectoria en el urbanismo público y dirigiendo la más importante revista española sobre temas urbanos y territoriales se sienta llevado a redactar una obra tan ambiciosa como la que comento.

El autor estima que el arte de construir ciudades, que se hace disciplina científica a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se encuentra todavía desde el punto de vista teórico en un nivel precientífico. La urbanística según el autor está en la protohistoria, es una ciencia embrionaria, entre el arte y la técnica, una disciplina pragmática, poco reflexiva, carente de teoría. La urbanística se encuentra aún desmembrada, repartida entre diferentes ciencias, "es todavía deudora, dependiente o derivada de las diversas disciplinas que la nutren", y no es respetable por no ser una ciencia madura (p. 11-12)

El propósito de la Tesis es doblemente ambicioso, ya que, por un lado, trata de precisar los conceptos de esa aún inmadura ciencia de la Urbanística, definiendo sus fundamentos teóricos y diferenciándola de la Geografía Humana (lo que hace esencialmente en el apartado 2.2.4); por otro, intenta establecer los fundamentos de una nueva ciencia transdisciplinaria a la que bautiza con el nombre de Coranomía.

La estructura de la Tesis

A lo largo de todo el trabajo el autor procede con una metodología rigurosa. El modelo de las ciencias naturales y formales está continuamente presente en esa tarea de fundamentación teórica de ambas ciencias, y decididamente el proyecto se dirige a configurarlas como ciencias de carácter nomotético.

Los dos primeros capítulos tratan de establecer el estatuto epistemológico de la Urbanística y la Coranomía. Para ello el autor realiza, ante todo (capítulo 1, "Hacia una demarcación disciplinar de la urbanística"), un amplio debate sobre las características del método científico, utilizando esencialmente el punto de vista de autores neopositivistas, como Mario Bunge, y las ideas del filófoso Gustavo Bueno sobre el cierre categorial; a continuación (capítulo 2, "Ensayo de interpretación de las ciencias el espacio territorial o Coranomía"), efectúa un análisis de las ciencias que estudian el espacio terrestre y especialmente de la geografía y la ecología que, junto con la urbanística, constituyen las disciplinas básicas a partir de las cuales se configura la Coranomía.

En la segunda parte (capítulos 3 y 4) aborda las relaciones entre naturaleza y cultura, y presenta los presupuestos sociobiológicos del orden espacial debatiendo los orígenes de las formas más elementales de asentamiento humano y los de la ciudad, y trata de llegar a una eco-sociobiología del territorio y de la evolución cultural.

Las partes tercera y cuarta constituyen el núcleo de su fundamentación de la Coranomía. La tercera (capítulos 5 y 6) está dedicada a las estructuras y elementos y operadores básicos, así como a sus relaciones y operaciones transformativas; y la cuarta (capítulos 7 al 9) a las reglas operatorias básicas, transformacionales y fenoménicas de la morfogénesis urbana.

La última parte (capítulos 10 y 11) constituyen un esfuerzo para mostrar la validez de los principios previamente establecidos, realizando dos aplicaciones sobre la morfogénesis y transformación de las celdas elementales identificadas, o coranemas, y de la morfogénesis de la ciudad islámica.

En esta nota informativa voy a presentar, ante todo, las aportaciones básicas que tratan de fundamentar esa nueva ciencia de la coranomía, dejando para el final el comentario de los dos primeros capítulos, en los que aborda las relaciones entre esa ciencia y las otras disciplinas existentes, en particular la geografía humana.

Orígenes sociobiológicos y orden socio-espacial

La fundamentación de la coranomía se inicia con un sugestivo capítulo en el que se presentan las estructuras sociobiológicas que están en la base de los procesos de territorialización y de elección de los primeros abrigos por parte de los grupos humanos, comparándolos con los de otros grupos animales que tienen comportamientos sociales, y en particular los póngidos.

Resultan verdaderamente sugestivas esas páginas en las que el autor indaga sobre los mecanismos de las prácticas de nidificación en diferentes especies animales, desde insectos sociales como las termitas, cuyos hormigueros se ha documentado que permanecen en el mismo lugar durante decenios y en algún caso durante siglos, a los póngidos; y sobre la parte que corresponde a los caracteres hereditarios propios de la especie y a los componentes culturales y de aprendizaje. Las formas de delimitación del territorio, de dominación y jerarquía territorial, de uso del espacio y de localización de asentamiento presentan algunas analogías, que son cuidadosamente analizadas. El propósito de esta indagación es la búsqueda de las bases más elementales de la localización humana y de la construcción de un abrigo, para llegar a partir de ahí a la cuestión básica de las fuerzas que parecen haber dado lugar a la aparición de las ciudades en diversos puntos del globo por innovación plurinuclear y endógena, mediante un proceso de poligénesis o poliphylesis.

Dado que -según muestra apoyándose en los trabajos de arqueólogos, antropólogos y lingüistas- esas creaciones en lugares diferentes no pueden explicarse por transmisión cultural de la "idea de ciudad" desde un foco originario, es preciso preguntarse sobre los comportamientos innatos o las formas naturales específicas que poseen los grupos humanos y que originan dichas estructuras. La hipótesis central de este capítulo es que "la única explicación plausible de la emergencia polifilética y plurilineal convergente de las culturas urbanas en las sociedades humanas es la preexistencia de una capacidad o facultad humana innata de transmisión hereditaria, que solo puede desarrollar el hombre en el caldo de cultivo de su convivencia y selección natural en grupos sociales crecientemente territorializados". En concreto, "cuando se han ido produciendo encadenadas las condiciones selectivas internas y externas determinantes de la aparición del campamento o el hogar base en un territorio -al término de procesos genésicos no azarosos sino de selección cultural imperiosa obviamente como resultado de la interacción cultural socialmente cultivada, acumulada y transmitida- dicha generación de la ciudad deviene necesaria e inevitable" (pág. 135).

El paso siguiente del autor consiste en ampliar la reflexión sobre el orden socio-espacial a partir del análisis de algunas obras significativas que pueden considerarse antecedentes de su propia reflexión, lo que hace en la primera parte del capítulo 4 ("Orden socioespacial y estructura coranómica). Especial interés tiene el análisis de la obra de Ildefonso Cerdá, que García-Bellido estima que es el primero que con su Teoría de la construcción de las ciudades (1859) realiza un cambio decisivo en la forma de aproximarse metodológicamente a los problemas de la fundación y crecimiento de las ciudades; y el de la obra de Bill Hillier y Julienne Hanson The Social Logic of Space (1984), cuyas tesis retoma y discute también en otras partes de la Tesis.

Las partes siguientes de este capítulo 4 se dedican a presentar los conocimientos básicos de algunas disciplinas formales que contribuyen a la fundamentación teórica de la Coranomía. Conceptos de la geometría, de la teoría general de sistemas, de la biología (orden y caos, diversidad, organización y complejidad, entropía y evolución) son cuidadosamente presentados para apoyar la fundamentación de la Coranomía en relación con las teorías más recientes sobre los procesos de transformación y cambio de los sistemas naturales y culturales.

A partir de ahí se pasa al orden social y al orden morfológico espacial, una sección en la que se trata de identificar las categorías fundamentales que estructuran el sistema coranómico, de forma que puedan entenderse las estructuras profundas universales y subyacentes de los sistemas adaptativos espaciales complejos. El objetivo es el análisis de las relaciones entre el orden social, en sentido amplio, es decir, socio-económico y político, y la formas espaciales, desde la más elemental (la casa) a las más complejas de la escala nacional, continental e incluso planetaria.

Se trata de un programa ambicioso (presentado en las páginas 340-345) que trata de integrar el orden social, el orden formal, las lógicas locales y globales y la planificación, y en donde el orden espacial aparece naturalmente como una expresión del orden social, a las diferentes escalas que se consideran. Trata de mostrar la existencia de lógicas de transformación que llama locales y globales, y la interacción entre unas y otras. También las relaciones entre la morfología y el sistema sociopolítico:

"La tesis que se quiere sustentar se basa en que las relaciones entre el subsistema morfológico urbano y el subistema político-social -en la hipótesis de partida de que sean claramente discernibles- están regidas por conexiones continua y recíprocamente interactivas, de acción-reacción y retroalimentación entre los dos sistemas abiertos; pero que la capacidad de acción-reacción de uno sobre otro depende de ciertas variables condicionantes de orden político e ideológico que deben estar presentes y encadenarse para poder generar el cambio adaptativo" (pág. 437).

Aspecto fundamental es el problema de cómo se pasa internamente de los que llama pparadigmas de las morfologías irregulares o aleatorias a morfologías regulares. Se pueden generar internamente si se cumplen diversas condiciones (págs. 437-38), y una vez tomada la decisión pueden realizarse las correcciones por prueba y error, que dan lugar a la aparición del orden regular.

Esas condiciones se refieren a los problemas, las causas de los mismos, los objetivos que se perciben, el poder político existente (legítimo o no, próximo o lejano), la capacidad de intervención y la consolidación de unas prácticas de manera que puedan aprenderse y transmitirse.

También es interesante, dice el autor, saber porqué en algunos sistemas políticos no se ha producido ese proceso hacia el orden regular (por ejemplo, en las ciudades altomedievales). El análisis de este punto se complementa con la exposición de algunos ejemplos ilustrativos de la inercia del orden local ante el cambio coactivo de un nuevo orden global. Poseen un gran interés los ejemplos que discute en relación con los esfuerzos -fracasados- de transformación de un plano irregular en otro más ordenado por el poder real (en Londres y Nápoles durante el siglo XVI), y los intentos que se realizaron desde el interior del poder local para establecer un orden urbano, con éxito en algunos casos (como en la Bolonia medieval) y fracaso en otros (como en Circleville, Ohio, siglo XIX).

No cabe duda del enorme interés del programa del profesor García-Bellido. Estamos ante un importante esfuerzo de utilización de conceptos económicos, sociológicos, antropológicos y geográficos, con resultados interesantes. Por ejemplo, en la discusión sobre orden social y orden espacial (págs. 412-13). El autor es desde luego prudente y establece "categorizaciones provisionales o meramente indiciarias" que, como explícitamente indica, exigen nuevos trabajos a diferentes especialistas (pág. 420, categorización provisional de un paradigma coranómico). Pero al lector le quedan dudas de que la descripcion de un proceso histórico como el que se discute pueda reducirse a las relaciones lógicas simplificadas que se utilizan y, en general, queda más convencido con las propuestas morfológicas que con el análisis histórico que se realiza.

La gramática coranómica

Las partes tercera y cuarta constituyen el núcleo doctrinal de la Tesis, ya que en ellas se presentan, por un lado, las estructuras, los elementos y los operadores de la Coranomía (capítulos 5 y 6) y, por otro, las reglas operatorias transformacionales de lo que denomina la "gramática coranómica" (capítulos 7 al 9). Efectivamente, se trata de una gramática inspirada en la lingüistica transformacional o generativa que procura establecer los términos más simples y universales y determinar las reglas básicas que organizan "la estructura profunda común o invariante universal, sobre la que la aplicación de ciertas reglas transformacionales permita generar un ilimitado número e estructuras superficiales y éstas, mediante reglas morfológicas y socio-económicas, llegar a formlizar las representaciones fenoménicas de los ilimitados Urbanismos formalmente discernibles" (pág. 457).

Es imposible intentar resumir en una reseña como ésta el contenido de estos cinco capítulos (págs 455-792), muy formalizados y extraordinariamente densos. Me limitaré a señalar algunos rasgos fundamentales.

El autor parte de las celdas básicas de ocupación del espacio, organizadas por sujetos sociales que las preconfiguran como objetos-cosas vinculadas por relaciones jurídico-económicas. Esos objetos-cosas pueden ser virtuales (ideas, proyectos, figuras) y materiales (suelo, vuelo construído, morfología).

Los términos elementales e invariantes coranómicos de todo espacio socioculturalmente connotado son: el suelo (soporte y objeto) denominado corionema; y el vuelo-subsuelo (o aprovechamiento potencial, que parte de una idea o prefiguración), al que se denomina ecosema (págs. 484-85).

El autor procede rigurosamente y parte de la primera operación espacial socialmente transformadora, que es la localización de un centro nuclear (nodo, núcleo, cabaña, locus en general) en el que se delimitan lo interior y lo exterior con un límite y una entrada. Luego establece rigurosamente las reglas que le permiten pasar del alfabeto, con las únidades mínimas (celdas unitarias), a las palabras (parcela+casa) y posteriormente a las oraciones (manzana, caserío), al discurso (aldea, ciudad), y a las relaciones sintácticas que se establecen entre ellas.

Las cuatro variables fundamentales del coranema son: la parcela (a la que designa corioma), la tenencia (ectema), la construcción (tecnema) y el valor de uso (econema).

Las seis operaciones transformativas de la coranomía son las de demarcación o delimitación territorial, clasificación o diferenciación categorial interna, especialización estructural-funcional o diferenciación socioeconómica, adscripción posesoria, representación formal de la ordenación espacial-territorial, y expresión formal de la edificación-construcción (pág. 503).

Los operadores y operaciones coranómicas constituyen el objeto del capítulo 6. Los operadores universales son esencialmente cuatro: el factor 'activador' o 'asignador', al que denomina cresema, que es el operador socioeconómico primario que controla las transformaciones de la estructura; el factor 'ocupador' o 'adquisidor', uno de los dos operadores socio-económico secundarios, que controla el modo de tenencia o posesión del suelo o soporte de las actividades (ectesema); el factor 'valorador' o plus-valorador, segundo operador socio-económico secundario definidor de las transformaciones necesarias para terminar de generar la estructura superficial mediante los valores añadidos del trabajo y el capital (timema); y el factor 'formante', factor operador terciario expresivo de las representaciones que regularán las formas espaciales y las soluciones formales adoptadas (morfema).

A partir de esas definiciones de los términos categoriales y de los operadores categoriales se llega a la aplicación de las reglas operativas coranómicas (capítulo 7). El problema básico está claramente formulado: "¿Bajo qué principios y con qué reglas se articulan internamente los cambios y transformaciones de todo coranema para generar otros coranemas en una enorme multiplicidad de apariencias y organizaciones complejas?, ¿son cambios aleatorios, al azar, u operan con lógicas internas limitadas?, ¿cuales serían las reglas universales que gobernarían dichas transformaciones que permitan generar sistemas territoriales complejos (aldeas, ciudades, metrópolis) a partir de celdas elementales (coranemas)?".

De manera más general: "¿Se pueden establecer reglas universales que expliquen con su propia lógica interna la evolución de la casa a la ciudad como un proceso lineal generativo dentro del mismo 'grupo de simetría', o se producen bifurcaciones no-lineales o saltos de fase o grupo y, por ende, de sus reglas de gobierno?" (pág. 623).

Se identifican ocho escalas o entidades, con grados crecientes de complejidad: 1) habitación elemental, 2) coranema, 3) campamento-caserío-manzana, 4) aldea-barrio, 5) villa-ciudad, 6) metrópolis-ciudad/región, 7) país-nación y, finalmente, 8) la globalidad terráquea. Esos niveles de complejidad creciente se comparan con otros existentes en el mundo biológico o cultural.

Para el análisis de las transformaciones que se producen diacrónicamente el autor se propone tener en cuenta ("como una incitadora aproximación") tres primeros principios y tres segundos, más dos corolarios. Los primeros son: 1º, de sociabilidad o de integración social, 2º, de regulación colectiva, 3º, de dominancia o prevalencia; los segundos principos, que relacionan términos con sus funciones, serían: 4º, de polietismo espacial o de diferenciación distributiva del espacio (o planificación); 5º, de competitividad entre funciones y clases sociales por el mismo espacio; y 6º, de morfostasis o inercia/resitencia al cambio de función. Los dos corolarios serían éstos: 7º de autolimitación o adaptación al territorio disponible, y 8º de jerarquía funcional y social.

En el capítulo 8 se presentan las reglas operatorias básicas y transformacionales. Las preguntas básicas son éstas:

"Supuesto un grupo social humano migratorio, ante la eventualidad de ocupar por vez primera un espacio natural virginal, ¿cuales serían las primarias y más elementales transformaciones que aplicaría a dicho territorio con el objeto de asentarse temporalmente en él?, ¿qué suerte de decisiones básicas adoptaría para acomodar tal espacio a sus necesidades grupales, ordenarlo para satisfacer sus requisitos de defensa de su hábitat, de explotación de sus recursos, alimentación, cobijo, culto de sus creencias, producción de bienes, intercambio con otros grupos, etc?" (pág. 699).

Para contestar a ello trata de identificar las reglas operatorias básicas (o numénicas) que articulan las acciones de respuesta social ante esos problemas. Las cuatro reglas básicas son las de inserción o instalación, la de deleción o destrucción, la de substitución y la de desplazamiento. Dichas reglas permiten articular operaciones transformativas. A su vez, las reglas operativas transformacionales que se proponen son las de adición, fragmentación, desactivación, supresión, replicación, diferenciación y catalización.

El capítulo 9 desarrolla las reglas operatorias fenoménicas que permiten articular las operaciones de transformación más detallada para la configuración de los objetos y relaciones en el espacio. Se trata de doce reglas que tienen en cuenta las posibles articulaciones de los objetos por su posición (reglas de nodalidad, unicidad jurisdiccional, conectividad y excluividad), por su intensidad (reglas de expansión-saturación, de fracconamiento, de aprovechamiento máximo y de apropiación) y por su forma (reglas de adaptación morfológica o de ordenación formal, de especificidad, de eficiencia coste-función, y de singularidad o representatividad) (págs. 778 y ss).

El apretado y denso resumen que acabo de hacer ha tratado de dar una idea de la riqueza y complejidad de las propuestas que realiza el profesor García-Bellido en estas dos partes fundamentales de su obra. Nadie dudará de que se trata de un objetivo extraordinariamente ambiciosos y de un esfuerzo de clarificación y sistematización extraordinariamente valioso, y bien fundamentado en el conocimiento prolongado de las prácticas urbanísticas.

La morfogénesis coranómica

La quinta y última parte, con el título de "Morfogénesis coranómica", constituye una aplicación sistemática de las reglas previamente establecidas. Se trata de dos capítulos fundamentales que permiten comprobar la validez del marco teórico desarrollado.

El capítulo 10, "Morfogénesis de la celda elemental o coranema", muestra la aparición y desarrollo de las tipologías y morfologías fundamentales, desde la más elemental, la casa, hasta el conjunto de la ciudad. Se trata de mostrar que "es la naturaleza profunda de los poblemas espaciales la que selecciona las respuestas". El autor intenta identificar las variables explicativas o universales, inferir las restricciones y explicar las transformaciones internas.

La tesis de de Javier García-Bellido, apoyada en datos arquelógicos y argumentos arquitectónicos consiste en que la forma más primitiva y elemental de todas las culturas es -tras una primera fase de pruebas en la construcción de abrigos- la casa-choza circular o redondeada, de origen vegetal. De ésta se evoluciona a la casa rectangular o cuadrada. Lo que tiene que ver con las fuerzas internas y, en particular, con los problemas técnicos en la construcción de muros y, sobre todo, la cubierta cónica; y con las fuerzas externas que obligan a transformaciones para su compactación y adosamiento en conjuntos densos.

Su punto de vista es decididamente polifilético, es decir que "tanto las formas redondas como las cuadrangulares han podido surgir en regiones y culturas distintas y por separado"; pero siempre la evolución ha sido la misma: desde las formas iniciales redondas a las cuadradas, en un proceso que no tiene retorno y que ya desde épocas antiguas condujo al predominio de la casa cuadrangular.

Su tesis está claramente formulada y vale la pena repetirla aquí con sus propias palabras:

"La propuesta morfogenética y evolutiva que se quiere desarrollar someramente es que:

1) mientras las culturas fueran nómadas, semipermanentes o estacionales de caza y recolección, la clavazón en planta de forma rectangular de cuatro postes inclinados (tienda) o rectos con palos adintelados y cubiertos con ramas pudo ser anterior e intuitivamente más probable que la forma redonda, más 'culta' (sería aceptable que conviviesen simultáneamente para fines distintos, habitación redonda, almacenes rectangulares);

2) pero que la inestabilidad y deformabilidad constructivas, inherentes a las estructuras cuadrangulares o adinteladas simplemente apoyadas (por mucho que se atasen sus enlaces), condujo a utilizar dominantemente formas circulares autorresistentes (dómicas o cónicas), más estables y también fácilmente montables y desmontables;

3) cuando las formas sedentarias de poblamiento se impusieran con la agricultura y ganadería -según el momento de cada cultura y medios naturales disponibles en el entorno-, la cabaña redonda se consolida y se hace más sólida y permamente, tendiendo a utilizar en ella materiales moldeables de barro pisado o adobes con cimentación pétrea y finalmente muros íntegramente pétreos o cerámicos;

4) mas, cuando la presión interna del crecimiento, la escasez de espacio, la densidad y los nuevos materiales y tecnologías constructivas lo permiten, se va imponiendo la forma cuadrangular adintelada de forma irreversible en todas las culturas urbanas, construidas desde con simples adobes o tapial, hasta con sillares de una sofisticada estereotomía para su mapostería y aparejo; pudiendo darse simultáneamente ambas formas en convivencia transicional perfectamente estable durante un corto período" (pág. 821).

En unas interesantes páginas el autor argumenta ampliamente las posibilidades que existieron de paso desde el hábitat troglodítico prehistórico a la cabaña al aire libre, y muestra los problemas constructivos de la choza adintelada frente a la choza redonda (estabilidad o deformación de las paredes ante presiones laterales, tipos de cubiertas), concluyendo que todo ello daría efectivamente ventaja a las estructuras circulares en domo o tronco cónicas. Su conclusión es que "todo ello hace pensar que la adopción de la choza circular u oblonga, sea en domo, cónica o cilíndrica con cubierta cónica -y siempre pensando en su estructura de postes resistentes de madera, ramas de relleno y hojas, pajas, pieles o barro de cubrición- serían las formas más primitivas capaces de ser autorresistentes, efímeras y temporales o recuperables, transportables y más duraderas, dándose en culturas de base cazadora-recolectora y agraria (nómadas y sedentarios), en poblamientos de baja densidad y tamaño" (pág. 831)

Las casas redondas serían las dominantes en poblados neolíticos y están documentadas en el Cercano Oriente entre el -16.000 y el -8.000, en Egipto hacia el -4.700, y en la cuenca del Mediterráneo occidental en épocas más recientes. Posteriormente quedarían como formas relictas.

La transformación morfogenética de la casa redonda hacia la retangular es objeto de un documentado estudio, en el que se ponen de manifiesto los efectos de las adaptaciones tecnológicas y de su posición e intensidad relativa (pág. 835), la morfogénesis en el crecimiento por extensión-expansión, y el proceso progresivo de rectangularización, en el que los problemas y soluciones tecnológicas serán esenciales:

"los problemas y soluciones tecnológicas o constructivas van a ser la clave para el abandono definitivo de la casa circular, lo mismo que pudieron haber sido sus ventajas de la forma cerrada y autorresistente las que superaron a la cabaña rectangular que acabaran desechándola en sus orígenes por carencia de medios técnicos para superar su deformabilidad" (838)

El proceso de petrificación de las cabañas redondas está también bien documentado arqueológica y antropológicamente; en un determinado momento empiezan a incorporar parcialmente muros de adobe o pétreos, con lo que surgen problemas constructivos que, finalmente, solo podrán ser resueltos con el paso a paredes de otro tipo de materiales: mampostería irregular de lajas o ripio, muros rectos de piedras irregulares talladas in situ, adobe, tapial, ladrillo con cemento para su unión (puzolanas o cementos naturales); éste último se utilizaría primeramente en Mesopotamia, no antes del 4ª milenio.

Esa petrificación de los muros plantea problemas respecto a la cubierta, los cuales se resolverán, según las condiciones ambientales, con cubiertas planas o con cubiertas a dos aguas (sobre cerchas o con elevación triangular del muro frontal para soportar la cubierta).

A estos procesos internos de transformación de la casa circular a cuadrangular se unirán también -como ya se ha señalado- las fuerzas procedentes de la agregación espacial de las viviendas, que favorecen asimismo la estructura cuadrada o rectangular como la más eficiente entre varias otras figuras geométricas posibles, entre ella la hexagonal.

El análisis se profundiza con el estudio de la evolución de la casa monocameral a la policameral rectangular, con análisis especial de la formación del megaron prehelénico; y con el estudio de la evolución desde la casa redonda a la rectangular en castros y citanias prerromanos de la Península ibérica, para lo que, por cierto, fueron fundamentales las investigaciones del arqueólogo Antonio García Bellido, padre del autor.

La necesidad de agrupación de las viviendas en el poblado conduce, como decimos, al dominio de la casa cuadrada y a la existencia de la calle. Pero el autor se ve obligado a discutir ampliamente un caso que parece contradecir la necesidad de ésta última, el de Çatal Höyuk en Anatolia (cuyos niveles mejor excavados pertenecen al -6.500 a -5.700). En este poblado dominaban efectivamente edificaciones cuadradas, pero a ellas se accedía a través de escaleras móviles desde los techos o terrado, que actuaban así como espacio de relación.

Javier García-Bellido debate ampliamente las interpretaciones que se han dado a esta forma de agrupamiento por su descubridor y excavador James Mellaart, interpretaciones que ponen énfasis en las ventajas defensivas de esta forma de agrupamiento compacto. Impugna de forma convincente dicha interpretación, presentando y debatiendo dos hipótesis alternativas. Una, la de que constituye una forma de poblamiento de grupos que pasan de la cueva a la llanura:

"Su costumbre ancestral de caminar sobre las casas subterráneas y entrar en ellas por el techo no sería alterada en absoluto por el nuevo hábitat. Siendo la única novedad el tener que construir la casas no excavándolas de arriba abajo (como las hubieran venido haciendo en las cuevas semisubterráneas), sino construyéndolas , elevándolas de abajo arriba, por acumulación constructiva de materiales blandos o pétreos y sistemas adintelados elementales de madera" (pág. 871).

La otra hipótesis que también explora es la de que en realidad el agrupamiento de edificios pudiera constituir un centro sagrado para el culto a los muertos, lo que vendría avalado por los centenares de tumbas que se encuentran en el suelo de los habitáculoss, y por el hecho de que la circulación interna en éstos es muy difícil. Çatal Höyuk sería así no un poblado sino un centro mortuorio.

Confieso que las páginas resultan apasionantes, por la detenido análisis que realiza y lo sugestivo de las hipótesis. El autor se mueve con soltura y autoridad en el debate arqueológico, lo que sin duda muestra una buena formación en ese sentido, que probablemente le viene de la tradición familiar que antes he citado.

Dedica también atención a la morfogénesis de la casa-patio, como resultado de una densificación y saturación del espacio, que obligaría a buscar espacios internos para la luz y la ventilación. Y explora la génesis de diferentes tipologías y tramas urbanas compactas a través de simulaciones en la que establece diferentes condiciones de partida. Finalmente, estudia el desarrollo y evolución de diversas tipologías edificatorias con procesos de expansión y saturación, analizando el ejemplo de barrios populares madrileños y de áreas de ciudad jardín británicas.

El capítulo siguiente, el 12 y último, se dedica a "Una interpretación generativa de la morfogénesis de la ciudad islámica". Es un capítulo también básico como demostración de la validez del método coranómico, y de un enorme interés para los lectores, ya que aborda de una forma novedosa el problema de las características de la ciudad islámica que, como el autor muestra, ha sido planteado frecuentemente, incluso por especialistas muy destacados, con un enfoque sesgadamente eurocéntrico. El autor ha realizado un esfuerzo muy encomiable de lectura y sistematización de obras sobre el tema y una reflexión profundamente original y clarificadora, que, además pone de manifiesto las virtudes de su método.

Trata de mostrar que con la aplicación de sus reglas coranómicas se pueden explicar tanto la aldea neolítica como Nueva York, y lo mismo la ciudad occidental como la producida en otras culturas. La elección de la ciudad islámica es oportuna porque posee rasgos que la identifican de forma clara y aparentemente muy diferenciada de la occidental, porque se extiende en ámbitos muy diversos y porque tiene una gran continuidad a lo largo de doce siglos.

García-Bellido abre el capítulo con un crítica rigurosa de las interpretaciones dominantes sobre la ciudad islámica, que ponen énfasis en los aspectos morfológicos relacionados con la irregularidad de las calles y los callejones sin salida, y que, en ocasiones, relacionan este hecho con la inexistencia de normas públicas claras y la carencia de una organización municipal como la europea.

Su punto de vista -que ha sido expuesto ya parcialmente en alguna publicación a la que remitimos (García-Bellido, 1998)- es que para entender la ciudad islámica es preciso partir de los principios jurídicos del derecho musulman, la justicia práctica religiosa de carácter jurisprudencial que se basa: en el Corán, en la tradición derivada de los hechos del profeta, en la revelación indirecta y en el consenso de la comunidad de los creyentes. Se trata de reglas religioso-civiles que gobiernan desde la dimensión puramente religiosa y espiritual de los creyentes a las relaciones civiles y los comportamientos económicos y materiales. En lo que se refiere a la ciudad estas reglas de conducta se basan en los principios fundamentales de respeto al derecho del vecino y de cohesión de la comunidad, siendo el sáhib al-suq o señor del mercado (el zabazoque de la terminología castellana, o también almotacen) el encargado de interpretarlas y aplicarlas en lo que se refiere a los asuntos internos de la ciudad.

Las reglas coranómicas permiten explicar tanto la formación de ciudades nuevas como las transformación de las existentes en el momento de la expansión islámica, esto es las ciudades helenístico-romanas. Se trata de dar cuenta de una serie de transformaciones morfológicas de la ciudad islámica, como son las siguientes:

"1) el estrechamiento de las calles de la ciudad romana preexistente;

2) la privatización de uso de las calles, con puertas de cierre de las mismas y la apropiación de adarbes y callejones sin salida;

3) la curvatura o quebrado arbitrario de las calles preexistentes;

4) La cubrición y ocupación de los vuelos de la calle por invasión de su espacio público sobre la misma;

5) El cegamiento de muros y fachadas exteriores a dichas calles concomintante con su apertura a los patios interiores de la vivienda y con las revueltas y quiebros en las entradas o zaguanes de las viviendas;

6) La oclusión de vías y áreas urbnas anteriores y su entera desaparición o la apertura de nuevas vías a través de espacios edificaos preexistentes, que desfiguran por completo las tramas heredadas;

7) La formación generativa, proceso de nacimiento, crecimiento y desarrollo tanto de una sección de un barrio como de la trama urbana entera y ex nihilo (...) que reproduzca o explique, también y precisamente, todas esas características anteriores" (págs. 955-956).

Las ciudades nuevas islámicas no son racionalistas y regulares como serían muchas de las cristianas, sino que, excepto unas primeras experiencias, pronto se abandonó ese camino y se adoptaron otras reglas, que tienen la casa como elemento fundamental y parten de ella.

Los principios genrales que se examinan y que son básicos para entender la génesis de la morfología de la ciudad islámica son los cinco siguientes.

- Ante todo, la socialidad o integración social, se decir, la libre disponibilidad de los bienes patrimoniales, siempre que no se cause daño a los hermanos musulmanes, y en general la tolerancia hacia el vecino.

- En segundo lugar, el respeto a los bienes comunes (bienes generales, de la administración pública, comunales, bienes habices para los pobres o el beneficio público).

- El principio de expansión de la vivienda o de ciertos uso sobre la propiedad libre común, sobre la que el propietario posee uso privilegiado (para atar sus animales, carga, instalar toldos...)

- El principio de respeto al hogar, aislamiento y cierre al exterior, que conduce a la nucleación en torno al patio nodal de la vivienda que da luz y aire, y restricción de vistas desde el exterior, con un acodamiento el zaguán para preservar la intimidad de la casa; las paredes exteriores pueden ser cerradas o incluso medianeras y adosadas a otras casas. Es posible a partir de ahí elaborar una teoría de la articulación de la casa y la calle: ésta no es la fuente de luz, sino simplemente el paso y acceso a la vivienda.

- Finalmente, el principio de jerarquía funcional y conectividad de las vías, con dos tipos básicos: la calle pública general (nafid), abierta por sus dos extremos, bien común de uso y dominio público; y la calle cerrada por uno de sus extremos (darb, zuqaq), de uso casi privado o mancomunado por la comunidad (grupo tribal, clan, congregación artesana...).

A partir de esos principios, y con las reglas operatorias previamente establecidas en la tercera y cuarta parte de la Tesis, se analizan la generación de la calle islámica frente a la romana, por posibilidades de invasión y privatización de la calle helenístico-romana (p. 972 ss), y fraccionamiento interno de las manzanas, proceso éste que se puede observar también en la cultura occidental moderna cuando se trata de dar acceso a parcelas interiores de grandes manzanas.

El fraccionamiento interno de la gran manzana exige siempre de la creación de accesos a las parcelas interiores, lo que lleva a la creación de pasajes o callejones sin salida, cuya disposición depende de la estructura de la propiedad de dichas parcelas (figs. 11-9.3 y 11-9.4). Algunos principios jurídicos permiten la elevación de la vivenda y la invasión frontal de la calle con balcones y voladizos, siempre que ello respete la intimidad interior de las viviendas próximas, que imponen siempre servidumbres colaterles y transverssles a las próximas. Otros principios que tienen asimismo incidencia en la morfología tienen que ver con las diferencias de consideración de los muros limítrofes, que en el derecho islámico pueden ser compartidos como muros de apoyo -al contrario que en el derecho romano-, y los de aprovechamiento económico del suelo.

Todo ello permite entender las transformaciones de la ciudad helenístico-romana y la generación de una trama intrincada a partir del trazado regular de las mismas. En la fundación de ciudades nuevas también aparecen morfologías similares; y ello a pesar de que la escala no es ahora la de la agregación de casas individuales, sino la disposición de barrios y equipamientos.

El autor insiste en que en el mundo islámico no se siguió un modelo geométrico de ciudad, sino que el principio básico fue dejar a la voluntad de los ocupantes la configuración pormenorizada del interior de la ciudad. La autoridad, que podía ser lejana y descentralizada, disponía a lo sumo los grandes espacios, pero no el detalle del trazado material. Desde luego, las geometrías ordenadas intentaron aplicarse en algunos casos, pero con frecuencia el poder no pudo o no quiso controlar toda su ejecución, especialmente en períodos de rápido crecimiento.

En la fundación de ciudades nuevas el emir se inhibía de los detalles, y se limitaba a determinar los puntos y líneas básicos (págs. 1003-04 y fig. 11-12), sin entrar en los detalles, que se dejaban a la iniciativa de las tribuos o familias. La diferencia con las ciudades cristianas radica esencialmente no tanto en los principios generales organizadores, sino en el trazado detallado de calles y en la repartición de parcelas que se realiza en éstas (pág. 1006).

La parcelación y ocupación de la ciudad musulmana se hizo concediendo grandes áreas a cada unidad tribal o clan, unidades de procedencia o afinidad (clientelas, tribus, comercio..) . Los barrios se conciben como unidades comunitarias integradas. Estos barrios y comunidades podían tener un único acceso clausurable, y en su interior se instalaban las familias concretas y, a veces, algunos equipamientos comunes, desde la mezquita al horno y al baño..

El espacio urbano se iría ocupando en oleadas sucesivas a partir de puntos concretos (mequita, alcázar...), de líneas (calles) o de barreras (murallas, ríos...). Esa ocupación se realizaría en función de los espacios libres que quedaran, prefiriendo los de mejor accesibilidad y adosándose (por la servidumbre de medianería) a las viviendas ya construidas dentro del mismo barrio. Al mismo tiempo, se producirían efectos de diferenciación social, debido al mayor valor de las localizaciones más cercanas a los puntos de mayor centralidad, es decir, esencialmente la mezquita mayor y el alcázar.

Se analizan con detalle dos modalidades de crecimiento urbano, el compacto confinado entre murallas, y el disperso, mostrando la forma en que a partir de ambos se genera un tejido morfológico semejante. De manera similar se analiza, con ejemplos concretos como el de Damasco, la forma en que se configuran barrios con calles de trazado irregular a partir de ciudades helenístico-romanas de trazado ortogonal, proceso en el que es esencial la pérdida total o parcial del trazado anterior, y de la "memoria parcelaria", debido a la decadencia de la ciudad.

La última parte de este sugestivo capítulo se dedica al análisis comparativo intercultural del desarrollo de la ciudad islámica y de las ciudades heleno-romanas y cristianas europeas. Estas páginas muestran de forma convincente que una parte esencial de las reglas que han actuado en la ciudad islámica han actuado igualmente en ciudades de esos otros ámbitos culturales, facilitandose en la Tesis numerosos ejemplos de expansión invasión de calles, y de fraccionamiento del parcelario. Precisamente la reiteración de las medidas contra dicha ocupación, desde la época romana, muestra la amplitud de esa práctica, a lo que cabe añadir la misma historia urbana de tantas ciudades romanas del occidente europeo cuya trama regular desapareció tras la decadencia tardoimperial y altomedieval.

La universalidad del proceso que da lugar al desarrollo de una trama viaria irregular conduce a plantear una pregunta diferente, la de porqué en algunos momentos ha surgido el impulso hacia la regularización del tejido urbano. Concretamente: "¿qué nuevos valores aportaban los gobiernos locales municipales, que fueron haciéndose autónomos desde el siglo XII para que el 'decoro urbano' y la recuperación del espcio de uso público se erigiese en símbolo del poder y del dominio colectivo recién logrado con sangre, volcando en ello un esfuerzo normativo y coercitivo sin parangon durante varios siglos (s. XII-XV) hasta que las normas globales se llegan a asumir e incorporan a la cultura urbana normalizada, acabndopor convertido en una empresa simbólica legitimadora de su poder, estética y racionalidad colectivas?" (pág. 1044). Ello conduce al autor a un amplio debate sobre las estructuras de poder y las estructuras sociales diferenciadas en la ciudad islámica y la europea, que no podemos resumir aquí sin riesgo de que acabemos haciendo lo mismo que Pierre Menard, el personaje de Borges que reescribió el Quijote.

Geografía, urbanística y coranomía

La examen de la tesis de García-Bellido en la parte que dedica a fundamentar la Urbanística y la Coranomía y a diferenciarlas de la geografía humana es especialmente interesante. Ante todo, por el esfuerzo de lectura e interpretación que ha realizado. Pero también porque me parece que muestra una exposición del actual deslinde disciplinario que ha estado ampliamente influida por los intereses corporativos -al igual de las que similarmente han realizado los geógrafos, y otros especialista, en ocasiones parecidas.

En realidad, el autor está profundamente deslumbrado por la geografía actual. Lo que pretende hacer es una ciencia como pueda serlo la geografía humana en los países nórdicos, lo que -dice- sería aquí la urbanística. El autor lo afirma explícitamente en varias ocasiones. Por ejemplo, con motivo del problema de la definición del campo disciplinar frente a las disciplinas competidoras. Dos textos reveladores. Uno:

"La posición de la urbanística en esta subregión confusa de las 'disciplinas interisciplinares' contenidas entre varias regiones metodológicamente tan diferenciadas como las ciencias naturales y las culturales, incluido el componente técnico artístico de su región de producción de artefactos, plantea la esquizofrenia de su propia estructura disciplinar como sistema semiautónomo, oscilando entre los confines de las disciplinas sectoriales que la atraviesan y buscando donde situar su núcleo esencial más resistente a la invasión de las disciplinas competidoras en su propia región de conocimientos, es decir donde reside el carácter identificador de la disciplina como tal, su valor como campo científico propio excluyente de otras perspectivas disciplinares potencialmente confluyentes (por ejemplo, la geografía humana en otras culturas noreuropeas aborda los mismos campos que en los países mediterráneos quedan reservados a lo que llámase urbanismo o urbanística)" (p. 68)

Otro:

"En la cultura anglosajona lo que aquí estamos denominando como Urbanística queda casi plenamente ocupado por la Human Geography y en especial la Urban Geography". Lo único que no tendría esa ciencia y sí la urbanística sería el planeamiento: "El salto de la ciencia geográfica básica o aplicada a las técnica de desarrollo y gestión o development control (control urbanístico) se produce con el planning que es, como tal, estrictamente el conjunto de los procesos de planeamiento físico, diseño y toma de decisiones espaciales fundamentalmente, casi coincidente con lo que llamamos los latinos Urbanismo" (p. 103).

La diferencia entre geografía humana y la urbanística radicaría en que "los aspectos prescriptivo-deónticos del espacio no son abordados desde la geografía humana y constituyen, por contra, el núcleo de la urbanística aquí preconizada".

Esos razonamientos aparecen una y otra vez, con matices interesantes, por lo que se me permitirá reproducir aquí sus argumentos con sus propias palabras.

Como la geografía y la urbanística se refieren al mismo espacio físico es preciso profundizar en las diferencias entre una y otra. Entre ellas habría "una superposición mas no formal". Su esfuerzo se dirige a distinguir geografía y urbanística de forma que no se produzca "una pérdida de perspectivas ontológicas si una disciplina pretendiese barrer para sí todo lo cognoscible sobre el espacio territorial"; una pretensión que por lo dicho hasta ese momento solo podría tener la geografía.

Se trata de diferenciar una y otra disciplina "tal como son entendidas hoy día en la práctica disciplinar; sin pretender que la vis expansiva del objeto material común del conocimiento (el espacio geográfico territorial) predetermine y uniformice el campo disciplinar de todas ellas en una sola disciplina, 'ciencia unitaria del espacio', cual quieren llegar a ser las geografía con sus múltiples adjetivaciones" (p. 104).

La clave residiría en una "radical y diferente perspectiva". Lo cual implica, por un lado, el enfoque propio de la geografía humana: "plantearse los problemas espaciales desde su examen objetual y causal como objetos y causas holísticas que justifiquen y expliquen los fenómenos dados, en tanto que fenómenos ya producidos en un territorio espacialmente diferenciado y condicionado"; por otro, el enfoque de la urbanística: "que los fenómenos se estudien no como objetos depositados en un espacio diferenciado, sino en cuanto problemas y sus causas susceptibles de ser modificadas desde su génesis misma, desde los mecanismos operatorios que produjeron aquellos fenómenos que se trata de transformar o reconducir, en su caso"

García Bellido parte de una idea a priori de la urbanística (enunciada en 1.30), y estima que ésta tiene elementos comunes con las tres galaxias regionales del plano fenomenológico" formado por diversas disciplinas, situándose "en alguna amplia zona común e intermedia del entorno de las ciencias físicas (geografía física, geología, mecánica), de las biofísica (ecología, antropología, etología, etnología) y de las demofísicas (hstoria de las culturas, economía, derecho, artes y técnicas constructivas, etc.) conjuntamente con la necesaria participación de las metodologías y técnicas analítico-deductivas".

A partir de ahí el núcleo esencial de la urbanística estaría:

"En el estudio de los elementos, relaciones y operaciones transformadoras que actúan en la formación y reproducción (histórica y proyectiva) de los espacios materialmente construidos (opera hominis), de los asentamientos y artefactos inmuebles producidos por la acción del homo faber (desde las casas, aldeas y ciudades, hasta las regiones urbanizadas y desde sus sendas, caminos y conducciones hasta sus infraestructuras de intercambio). Quedarían, por ende, fuera de su núcleo esencial -mas no de su región, campo disciplinar o ámbito cognoscitivo- los espacios geográfico-ecológicos transformados, los espacios no directamente vividos por el hombre (cultivos, bosques, naturaleza original, masas de agua, etc) que si bien son usados o transformadospara el aprovechamiento humano (o protegidas de sus acciones depredadoras) son comprendidos en su significado propio por la ecología y la geografía"

Pero las restricciones que en esta caracterización existen desaparecen en otras ocasiones, cuando todo ese mismo espacio se integra también en el contenido de la urbanística. Por ejemplo, cuando en otro lugar, pretende que la urbanística no se refiere exclusivamente a la ciudad y los procesos estrictamente urbanos, sino que debe "abrirse a los territorios en que la ciudad se explica, disuelve y a los que reestructura (y obviamente, no solo a su ámbito más inmediato o hinterland dependiente, sino a regiones, países y continentes enteros donde las ciudades y sus economías se desparraman y someten)" (p. 23).

Por si hiciera falta, la pretensión imperialista de la urbanística aparece en otras caracterizaciones de esa disciplina, que convierten a la geografía y a la ecología en una ciencias auxiliares. Como cuando señala que

"la urbanística tendría la característica de ser la ciencia teorizadora de las prácticas políticas deónticas y prescriptivas de la producción social del espacio territorial, a diferencia de la geografía humana que, entre otros campos teoréticos más amplios, reduciría su pragmática a la descripción y explicación de los procesos y políticas e incluso predicción o prognósis de los efectos de determinadas políticas sobre el territorio. La urbanística en tanto que disciplina teórica sería la que estudia, analiza, sintetiza y propone leyes nomotéticas universales en todos los ámbitos sociales y culturales, capaces de realimentar el conocimiento y testar la gestión posterior de sus propuestas, al unísono con la geografía y la ecología que estudiarían los territorios y sus ecosistemas 'como ellos son' para inferir como devendrían si se producen determinadas acciones desequilibradoras" (pág. 107)

La urbanística

"pretende proyectarse en cada momento histórico social y conocer el contexto determinante (social, político, militar, económico, ecológico, simbólico, etc.) que condiciona la producción del territorio, respondiendo, más o menos, a las preguntas del donde, por qué, para qué y para quien, el significado cultural, económico y social del espacio.

Pero las herramientas tecnico-sociales con las que efectivamente se controla su producción y desarrollo, el contexto determinado de las reglas sintácticas y genéticas de la formación del mismo responden a las de su estructura, del cómo general un espacio, con qué medios (técnicos, políticos y formales, con qué reglas prescriptivas para su control continuo por el grupo (normas económicas y de convivencia social) se producen y reproducen o transforman los espacios urbanísticos" (pág. 110, cursivas en el original).

Las pretensiones imperialistas de ese proyecto quedan más de manifiesto cuando recordamos que estamos hablando simplemente de la urbanística, una ciencia que queda englobada y superada por la coranomía, que se trata también de fundamentar en la Tesis.

La coranomía seria una ciencia transdisciplinaria que participaría de las tres galaxias epistemológicas de la geografía, la ecología, y la urbanística (pág. 83-84).

Se trata de una ciencia con objetivos verdaderamente ambiciosos. En efecto, la coranomía estudiaría

"no solo el espacio pretérito (las llamadas por los geógrafos ciencias corológicas) sino también el espacio futuro o por venir, el espacio terráqueo socialmente transformable en virtud de las leyes o normas tanto locales como universales que lo gobiernan (...). Faltaba una disciplina que estudiase cada topos espacial y el espacio terráqueo con todas sus interacciones pasadas, actuales y proyectadas, análogamente a como la historia estudia el tiempo. Lo que la historia es al tiempo la coranomía lo es al espacio; o dicho inversamente: el estudio del tiempo es a la historia como el del espacio es a la coranomía" (pág. 83).

Por si quedara algún cabo suelto por atar, por el campo de la sociología, al autor le conviene también ampliarla por ese lado: "al fin y al cabo, lo que abarca la coranomía sería como una ecología humana espacializada en su sentido sociológico-naturalístico, de los procesos culturales y políticamente determinados" (pág. 83).

Los objetivos de esa ciencia superan así a la geografía, la ecología y la urbanística. Y alcanzan al estudio de las interrelaciones que geografía y ecología realizan:

"La urbanística por su naturaleza prescriptiva tiende a desequilibrar el mantenimiento del equilibrio de los mismos: su interacción interna es la clave de la pretendida coranomía" (pág. 107)

Realmente es sorprendente. Siglos de tradición que afirman que la geografía es la ciencia del espacio terrestre quedan aquí invalidados de un plumazo. Y dos siglos de declaraciones teóricas de la comunidad de geógrafos -que el autor conoce muy bien- quedan olvidados e esa afirmación de que es la coranomía la ciencia que surge para estudiarlos, aunque no lo haga de la misma manera que lo hace la geografía humana.

Estudiarlos, bien entendido, en el seno de las facultades de Arquitectura, y para la formación de arquitectos que de esta manera mantendrán y acrecentarán su poder y se reforzarán en el violento conflicto que les opone a los ingenieros por el control del campo del planeamiento territorial. Porque ésta es, en realidad, la cuestión fundamental.

A este planteamiento de García Bellido pueden hacerse dos matizaciones.

Una, que esa ciencia que pretende desarrollar parece ser ya la geografía (o si no es así no tienen sentido los debates abstractos y generales sobre la racionalidad científica y sobre la delimitación disciplinaria, que se realiza en general, sin introducir ningún tipo de matiz para diferenciar niveles de cientificidad según los países).

Otra, que hay un aspecto esencial que está ausente en el debate, el de los aspectos legales y corporativos: la capacidad que tienen arquitectos e ingenieros, y solo ellos, para firmar los planes de urbanismo, en detrimento de otros especialistas (por ejemplo los geógrafos o los economistas regionales) que podían hacerlo tan bien como ellos, tanto a la escala urbana como, especialmente, a la regional.

Esa dimensión corporativa aparece también en el autor cuando divide los papeles entre geógrafos y urbanistas.

"La diferencia entre el urbanista y el geógrafo es similar a la diferencia existente entre un cineasta y un crítico de arte". Por si no quedara claro: "El primero realiza su obra en su contexto cultural, tecnológico, económico, social, empresarial, financiero, incluso político etc. y solo desde sus experiencias, ensayos y errores puede progresar en los procesos de la producción de sus obras y en la mejora de las calidades técnicas y de lenguaje. El crítico de arte contempla las obras ya realizadas y las incardina globalmente en su contexto cultural, técnico o político e incluso le explica al director de cine los marcos de referencia generales de lo que ha hecho sin él saberlo; pero él no crea cine, no produce cine, ni está en el proceso de gestación, ni dirige las películas, no penetra en sus procesos genético constructivos. El geógrafo es como el crítico de arte y el urbanista es como el cineasta" (pág. 109).

La pregunta pertinente en este caso es la de porqué el geógrafo no produce ni está en el proceso de gestación. ¿No será simplemente por la existencia de unas trabas legales defendidas con uñas y dientes por los colegios de arquitectos y de ingenieros -que en otros aspectos defienden el mercado libre, pero en esto son claramente dirigistas- . Si el geógrafo, u otro especialista, tuviera la posibilidad de realizar "ensayos y errores" no sería capaz igualmente de "progresar en los proceso de producción de sus obras y en la merjora de las calidades técnicas y de lenguaje", como parece que hace el arquitecto?.

Y la presión de los colegios profesionales de ingenieros y arquitectos (enfrentados, a su vez, entre sí por el control de ese campo profesional del urbanismo) para evitar que otros especialistas entren realmente en el campo del planeamiento.

En la Tesis la propuesta de la nueva ciencia de la Coranomía va acompañada de otra propuesta concreta de una coranomía aplicada, como "ciencia orientada a los estudios teóricos o expermientales de la práctica socio-política de la ecología, la geografía y la urbanística, integradas en la coranomía". Naturalmente en esa triada la urbanística es "la disciplina básica de la coranomía" (pág. 113).

A partir de ahí se enumeran y caracterizan las disciplinas que conforman el núcleo de la coranomía aplicada, y que deben contribuir a los estudios coranómicos: se trata de disciplinas que abodan el sistema económico espacial (economía espacial, con sus numerosas variantes: regional urbana, financiera...), el sistema normativo institucional espacial (derecho político, administrativo, fiscal, penal...), el sistema geométrico espacial (la geometría espacial). Con todas ellas y con las técnicas de la planficación y ordenación espacial se constituirían los saberes de esa nueva ciencia aplicada que correspondería a la nueva fase exigida por los problemas espaciales y por el desarrollo disciplinar, con crecientes escalas de comprensión eco-geográfica: su nivel mínimo arquitectónico espacial (la casa y el saber arquitectónico) constituiría la forma de intervención dominante desde el comienzo de la historia hasta mediados del siglo XIX; desde ese momento el desarrollo del urbanismo permite una primera globalidad espacial con la planificación urbanística (ciudad); una nueva fase de desarrollo aparecería a mediados del siglo XX con la toma de conciencia de la importancia de la región y la aparición de la planificación u ordenación; finalmente se habría llegado a la necesidad de la planificación ecológica como tercera globalización a escala continental y mundial, que exige el conocimiento del conjunto de la Tierra; a ello correspondería la aparición de la Coranomía "en un futuro próximo, necesariamente cercano" (págs. 130-131)

Hay que valorar muy positivamente el esfuerzo que realiza Javier García-Bellido, bien fundamentado, lógicamente trabado y con fuertes apoyos empíricos. Es cierto que la terminología resulta algo compleja y difícil de aprender, más aún cuando se pasa a las operaciones entre elementos de la matriz operatoria de los términos categoriales (corioma ectema, tecnema y econema) y los operadores categoriales (corioma, ectesema. timema y morfema), con sus notaciones correspondientes (fig. 6.4, pág. 567), en una dimensión que, además, puede ser sincrónica o diacrónica.

Pero la eficacia y capacidad de convicción no dependen solo de su coherencia y su fuerza intelectual. Los problemas corporativos no son irrelevantes. Al igual que ha ocurrido en otros casos, la capacidad de un autor para imponer sus ideas -en este caso la concepción de la Coranomía- no depende solo de la validez de las mismas, sino de la fuerza académica que posea para imponerlas, lo que supone claramente una dimensión social. Ya hace años que Alvin Gouldner obsevó con referencia a la difusión de las ideas del sociólogo norteamericano Talcott Parsons que éste ejerció su influencia no solo a través de su obra personal sino asimismo a través de sus discípulos; y que su obra tan abstracta pudo imponerse en los años 1930, es decir en la época de la Gran Depresión, debido a ciertas características que presentaba la teoría pearsoniana, y en un contexto en el que los académicos vivían relativamente aislados de los conflictos sociales, protegidos por la estructura corporativa de la gran universidad privada norteamericana, y en concreto de Harvard, donde se realizó su obra. Pero además por "el poderoso control social por parte de un claustro de ciencias sociales sobre sus estudiantes".

La tesis de Gouldner es que "durante la Gran Depresión las posibilidades de ocupación eran escasas en todos los terrenos. Lo que esto implicaba para el control del claustro sobre los estudiantes dependía, principalmente, de la medida en que un claustro determinado podía ofrecerles ocupación. Un claustro que no estaba en condiciones de ayudar a los estudiantes tenía menos control sobre ellos (...) Y, a la inversa, en una época de prosperidad general, cuando el mercado de mano de obra académica es muy favorable a los vendedores, un claustro de ciencias sociales ejerce menos influencia a este respecto" (Gouldner, 1970, págs. 161-163).

Podemos imaginar lo que la obra de Cerdá podría haber representado en el mundo científico europeo de haber contado su autor con una posición académica influyente en una gran universidad, y especialmente, si dicha posición hubiera sido determinante en las carreras profesionales de los alumnos. De manera semejante resulta sugestivo fabular desde ahora sobre el impacto que un esfuerzo como el que ha realizado el profesor García Bellido podrá tener en el futuro, no ya tanto en relación con su valor científico -que, como hemos visto, es enorme- sino también en relación con esos otros aspectos sociológicos a que me estoy refiriendo.

Una aportación destacada a la urbanística

La Tesis de Javier García-Bellido es un trabajo de una profunda originalidad, que sin duda ha de marcar un hito importante en el desarrollo de la urbanística española. Se trata de una investigación de una ambición poco habitual, exigente, rigurosa, muy bien construida y cuya repercusión excede ampliamente el campo del urbanismo, para alcanzar a otras disciplinas interesadas en la organización del espacio terrestre y en el conocimiento del proceso de humanización y de la construcción de ciudades.

No solo es una obra que en conjunto está muy bien trabada, coherente y de enorme ambición. Además, durante su lectura vamos encontrando en ella pequeños tratados válidos autónomamente, y que tendrían interés si se publicaran separadamente: el debate sobre las diversas ciencias que constituyen la coranomía; la presentación de las teorías sociobiológicas acerca de las formas de localización y abrigo más primitivas; la discusión sobre la aportación de Cerdá al desarrollo de la teoría urbanística; los apuntes para una interpretación generativa del dominio público y privado (cap. 6.3, págs. 595-619); los debates sobre la evolución de la vivienda; la argumentación sobre el desarrollo de la ciudad islámica, y tantos otros que han quedado apuntados en las páginas anteriores.

Es seguramente imposible contestar en una sola obra y simultáneamente a todas las preguntas que el autor formula en su Tesis. Solo con ver los temas tratados nos damos cuenta de la desmesura del programa, que le lleva a diseñar tareas no solo para urbanistas, sino también para antropólogos, sociólogos, geógrafos y otros especialistas (pág. 353).

Hay que reconocer que, para empezar, el autor sabe definir de forma sugestiva los problemas básicos en lo que se refiere a los fundamentos teóricos de su propuesta, para la que se ve obligado a discutir sobre cuestiones tan diversas como: paradigmas, modelos y niveles estructurales; modelos culturales e ideológicos simbólicos; cambio social y sus transformaciones evolutivas, con el estudio de la organización social e institucional; el problema del crecimiento del grado de complejidad del orden social y otros.

Quedan desde luego numerosos problemas, o cuestiones que exigen mayor debate, aunque hay que decir que ese debate resulta favorecido por la síntesis que ha realizado y las tomas de posición del autor.

Por ejemplo, problemas en lo que se refiere a las relaciones que continuamente establece el autor entre los campos de las ciencias de la naturaleza (química, biología...) y las ciencias sociales, lo sin duda cual es válido desde la perspectiva neopositivista en que muchas veces se sitúa, pero seguramente discutible desde la historicista que también menciona, debido a las rupturas epistemológicas entre lo natural y lo humano. Podría argumentarse que no se trata de relaciones esenciales, sino de simples metáforas o de analogías útiles. Pero ese argumento no sería aquí aceptable, ya que el mismo autor ha escrito en esta obra palabras muy firmes contra las analogías y metáforas, afirmando que no son aceptables en la ciencia (pág. 302-03) -afirmación ésta que, sin duda, puede ser discutida.

Creo que el autor tiene, en cierta manera, una visión reduccionista de la historia de la ciencia, excesivamente apegada a los planteamientos neopositivistas. Por ejemplo, en el caso de la biología estima que aparece como ciencia madura "solo cuando se deslinda experimentalmente el concepto de, por ejemplo, la clase de las células" (pág. 7), y que antes sería simplemente taxonomía, jardinería o veterinaria. Aunque es un punto de vista que autores como Mario Bunge han expuesto reiteradamente, puede cuestionarse desde el reconocimiento de lo que ha sido históricamente el desarrollo de la reflexión cientifica. En cierta manera podría decirse que el autor utiliza esa concepción para realizar una operación similar a la que realizaron otros que antes que él tuvieron la misma pretensión de crear una ciencia nueva -como, por ejemplo Lyell cuando escribió sus Principios de Geología-; la de presentar una protohistoria sesgada y autojustificativa de una ciencia que no habría pasado de su situación embrionaria y protocientífica hasta la llegada de su propia obra.

En algún caso, el autor va utilizando autores diversos, epistemólogos generales y de las diferentes ciencias, aplicándolos al caso que le interesa, lo que resulta perfectamente lícito. Pero pueden surgir problemas cuando, a veces, se trata de autores que resultan en cierta manera contradictorios entre sí; como podría ser el caso de, por ejemplo, Mario Bunge y Habermas.

Las comparaciones entre disciplinas diversas son a veces confusas. El autor pone énfasis correctamente en la importancia del debate entre entre la definición idiográfica y nomotética de la ciencia. Pero desde una posición que, en general, es decididamente nomotética, deja de señalar algo de gran importancia, que en muchas ciencias ha existido el predominio sucesivo de una y otra posición, lo que obliga a incorporar ambas como igualmente lícitas en el desarrollo científico.

Falta, además, en la obra la perspectiva de la sociología de la ciencia, la dimensión práctica del urbanismo, los sistemas de enseñanza en las Escuelas de Arquitectura e Ingeniería, y a la que el autor se limita a aludir como de forma muy rápida.

Un último problema que puede suscitarse para el debate es el que se refiere a la validez de los principios coranómicos en las distintas escalas espaciales. Si sus argumentaciones sobre la casa y la agregación de casas en el barrio resultan convincentes, queda por ver lo que ocurre cuando se pasa a la escala metropolitana y a la regional o, más aún, a la continental o global, que sería uno de los objetivos esenciales de la Coranomía. Será sugestivo ver en el futuro la aplicación de estos mismos principios a esas escalas, y la integración en el trabajo de las dimensiones sociales y económicas cada vez más complejas que existen en ellas.

Para acabar quiero destacar que esta obra -repito, mucho más que un Tesis- tiene un rasgo esencial: la claridad extraordinaria en la presentación, que simplemente refleja la claridad del programa científico del que deriva. La obra se inicia con un esquema global, que da una clara idea del conjunto, y cada capítulo está precedido por un riguroso resumen de su contenido, que sitúa al lector ante las ideas esenciales del mismo. La pronta publicación de esas páginas introductorias contribuiría ampliamente al conocimiento y debate de las Tesis que se defienden, aunque se habrá de esperar a la publicación extensa de la obra para tener una idea cabal de la riqueza de su contenido.

Quiero valorar también la importancia de la parte gráfica, con numerosas ilustraciones, todas originales y elaboradas por el autor, resueltas de forma excelente, de gran expresividad y valor didáctico. Cumple plenamente las reglas de la semiótica en cuanto a concisión, claridad, pertinencia de los rasgos seleccionados. Las figuras están perfectamente integradas en el texto y aclaran o complementan siempre los argumentos desarrollados en el mismo.

La bibliografía para fundamentar una propuesta como la que se hace incluye teóricamente todas las obras publicadas sobre urbanismo y geografía urbana. El autor ha realizado, además, amplias lecturas, antropológicas, filosóficas, históricas, geográficas, sociológicas, políticas, jurídicas y artísticas. Es naturalmente imposible que todo eso se trate con la misma solvencia y autoridad, pero hay que decir que el esfuerzo ha sido enorme, y el resultado siempre brillante. Su capacidad para integrar todas esas lecturas es asombrosa. Y su aportación al debate sobre la morfología y el orden espacial es desde ahora una referencia ineludible.

En la bibliografía final del trabajo el autor ha optado, sin duda -lógicamente- por una selección de las que le parecen significativas, selección que da lugar, de todas formas, a una amplísima bibliografía. No tiene ningún sentido señalar ausencias. Pero sí se puede mostrar la curiosidad por el hecho de que no aparezcan algunas que, desde otras perspectivas, han tratado de seguir un camino parecido al suyo. Por ejemplo, las obras de Saverio Muratori, Gianfranco Caniglia o Gian Luigi Maffei, y de aquellos autores que como Manuel Solá-Morales y otros del LUB han venido desde hace años tratando de establecer las bases para una disciplina del urbanismo no idiográfica.

El programa general de investigación que está en la base de esta Tesis es verdaderamente ambicioso (presentado en págs. 344-45). Solo una verdadera pasión intelectual, sostenida durante más de un cuarto de siglo permite entender que su autor haya tenido fuerzas para plantearlo y desarrollarlo. Y cabe preguntarse hasta qué punto esa pasión está también socialmente configurada, en el sentido de que pueda ser impulsada no solamente por la personalidad de su autor, sino también por el entorno social e incluso familiar en que se realiza. Del primero ya hemos dicho algo al iniciar esta nota, al aludir a lo que Gouldner ha llamado el 'complejo de Olimpo', que actuaría en este caso sobre un conocido urbanista que es, además, director de una importante revista de urbanismo. Pero es posible, además, que hayamos de tener en cuenta asimismo el entorno familiar, con un padre autor de una gran obra de historia urbana y un hermano que es también un científico ampliamente conocido en el campo de la genética. En todo caso, es claro que solo una pasión sin límites y una ambición intelectual gigantesca permite explicar una obra como la que comento. Una pasión que ha sido seguida sin desmayo durante un cuarto de siglo y que ha supuesto sin dua un esfuerzo ímprobo. Lo que seguramente permite explicar que en su última página la Tesis haya sido firmada en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, donde el autor esperaba a ser operado de una grave dolencia de la que está ya recuperado.

El tribunal que juzgó esta Tesis el día 8 de septiembre de 1999 estuvo constituido por los profesores Antonio Fernández Alba, Catedrático Emérito Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid, como presidente; y como vocales Horacio Capel Sáez, Catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, Luciano Parejo Alfonso, Catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y Juríicas, Universidad Carlos III de Madrid, Jesús Leal Maldonado, Catedrático de Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid, y Fernando Roch Peña, Profesor Titular de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid.  Concedió a la Tesis la máxima calificación de Sobresaliente cum laude por unanimidad.
 

Bibliografía complementaria

GARCÍA-BELLIDO, Javier. Gran Bretaña: Community Land Act 1975. ¿Hacia una socialización del suelo?. Ciudad y Territorio, Madrid, 4, 1975, p. 81-94.

GARCÍA-BELLIDO, Javier. Inicios del lenguaje de la disciplina urbanística en Europa y difusión internacional de la 'urbanización' de Cerdá. In Homenaje al Profesor Antonio Bonet Correa. Tiempo y espacio en el arte. Madrid: Universidad Complutense, 1994, vol. I, p. 1003-44.

GARCÍA-BELLIDO, Javier. La Coranomía: propuesta de integración transdisciplinar de las ciencias del territorio. Ciudad y Territori. Estudios Territoriales, Madrid, II. vol. 100-101, 1994, p. 265-291.

GARCÍA-BELLIDOO, Javier. Principios y reglas morfogenéticas de la ciudad islámica. Qurtuba, 2, 1997, p. 59-86.

GARCÍA-BELLIDO, Javier. La excepcional estructura del urbanismo español en el contexto europeo. Documentación Administrativa, Instituto Nacional de la Administración Pública, Madrid, 252-253, septiembre 1998-abril 1999, p. 11-85.

GARCÍA y BELLIDO, Antonio. Urbanística de las grandes ciudades del Mundo antiguo. 2ª edición ampliada. Madrid: Instituto Español de Arqueología, CSIC, 1980.

GOULDNER: La crisis de la sociología occidental. Buenos Aires: Amorrortu, 1970.

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