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Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 226,  10 de abril de 2000

MARTÍ ARÍS, Carlos (Editor). Santiago de Compostela: la ciudad histórica como presente. Barcelona: Ediciones del Serbal, 1995.

José Ángel Sanz Esquide
Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio
Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès
Universidad Politécnica de Cataluña


En este libro de pastas duras, las bellísimas imágenes fotográficas, muchas de Juan Rodriguez, son mayoritariamente grisáceas y trasmiten una tristeza lejana. No estamos, sin embargo, en Londres a principios de siglo, ni siquiera en los sesenta. La primera imagen, una fotografía aérea de Santiago de Compostela a doble página, de la célebre serie Paisajes Españoles, nos muestra desde el norte todo el caserío construído y al propio tiempo los rueiros, los huertos y los campos. Ahí está una de las tesis más fecundas que se mantiene a lo largo del libro como singularidad de esta ciudad: la estrecha relación de contacto y familiaridad que Santiago ha tenido con el campo. Inmediatamente después encontramos la corta pero esclarecedora introducción de Xavier Estévez, arquitecto y a la sazón Alcalde, donde subraya que Santiago de Compostela no es únicamente uno de los lugares más hermosos del mundo sino una ciudad que tras el proceso de cambio operado en los últimos años es "moderna y competitiva con grandes infraestructuras de acceso y equipamientos, una urbe socialmente equilibrada en la que la habitabilidad está bien repartida y la confirmación entre tradición y modernidad, campo y ciudad o historia y futuro es un hecho tangible".

Así lo que en principio se debió pensar como una publicación donde se recogiese el cambio operado con las últimas realizaciones, se convirtió, gracias, supongo, a la elección del arquitecto y profesor Carlos Martí como editor, en un volumen coral, muy bien dosificado, entre el pasado y el presente, entre el texto y la imagen, donde sin obviar el punto de partida éste dio lugar a dos partes claramente diferenciadas; una, más analítica, de estudios sobre la ciudad, y otra de intervenciones actuales.

La primera parte del libro se divide en cinco ensayos a cargo de otros tantos autores. El primero, que es el más extenso, del propio Carlos Martí, está dividido en tres epígrafes y una reflexión. El primer epígrafe es una consideración general sobre el tema y aspira a fijar alguno de sus rasgos más definitorios. El propio nombre "La ciudad histórica como presente"que forma parte también del título del libro, subraya este concepto de "ciudad histórica" frente a otros, como "casco antiguo" o "centro histórico", a fin de mostrar que la estructura formal de Santiago de Compostela no la constituye únicamente la almendra central o el antiguo recinto fortificado sino que ésta está formado por el conjunto de la almendra y los rueiros o arrabales, formaciones de tipo lineal que se disponen radialmente con respecto al casco antiguo y que penetran en el territorio rural. Por tanto, el concepto de ciudad histórica abarca los rueiros, los huertos y los campos que, tradicionalmente, nos dice el autor que han sido parte integrante de la ciudad. Baste observar, nos sugiere Carlos Martí, el bello plano de la ciudad de Santiago de Compostela de Juan López Freire de 1796, para corroborarlo.

Otra característica que el autor se encarga de destacar en Santiago es la dimensión coral de la ciudad, que no significa uniformidad sino, por el contrario, contrastes, acentos e inflexiones importantes. Todo ello debido a un ritmo pausado en la construcción que, según el autor, es el elemento fundamental en la configuración de la ciudad de Santiago.

Después de una reflexión sobre el locus de Santiago y sobre su doble condición de santuario y mercado, otra característica, señalada en el apartado dedicado a las estructuras claustrales, es la sensación de densidad y reciedumbre arquitectónica que trasmite la forma de Santiago. Y en el sucesivo desgranar que el autor va haciendo a través de los diversos apartados, cuando se refiere a los caminos y el parcelario, destaca como los gruesos muros de mampostería constituyen el soporte material hasta convertirse en una permanencia de la forma urbana.

El último apartado de este primer epígrafe, titulado "Sedimentos y Piezas", es la presentación a los dos siguientes: y si los sedimentos aluden a la condición de estratificación y de superposición de la ciudad, que la glosa moderna y posmoderna ha calificado quizás abusivamente de palimpsesto,con las piezas se evoca la posibilidad del análisis sintáctico de la ciudad existente. De cualquier forma, ambas subrayan el interés del estudio de la ciudad entendida como artefacto, esto es, como construcción arquitectónica, tanto desde el punto de vista diacrónico como desde el sincrónico.

Así, Carlos Martí organiza y divide en cinco períodos principales la construcción de la ciudad hasta 1908. Inicia esta parte con un capítulo obligado sobre la "Fundación del locus (800-1075)" donde pone en juego todo tipo de estudios realizados, con un lenguaje que combina la elegancia, que está tambíen presente en todo el escrito, con pequeñas dosis de ironía. Con el inicio de las obras de la catedral románica, edificio sobre el que ha venido gravitando hasta nuestros días la estructura urbana de Compostela, el autor comienza la parte dedicada a la ciudad medieval (1075-1500). De ella nos dice: "La población se apiña en el interior del cerco amurallado y se desparrama en el campo a través de arrabales que parten de las ocho puertas del recinto. Los arrabales, con frecuencia potenciados por la presencia de las nuevas instalaciones monasteriales, se convierten en partes activas de la estructura urbana y favorecen la intensa relación entre la ciudad y las huertas y los campos circundantes, afirmando la idea, tan permanente, de Santiago como ciudad campesina". Posteriormente manifiesta: "Si el período renacentista (1500-1650) empezó a romper la densa maraña de la ciudad medieval, abriendo en ella espacios que procurasen respiro a sus potentes edificios, la época barroca (1650-1780) introduce la noción de teatralidad convirtiendo la ciudad en escenario. Para ello se acentúa el claroscuro, es enfatizan las perspectivas, se persiguen efectos sorprendentes de luz y movimiento. La escena urbana se concibe como secuencia continua y se propone como experiencia perceptiva basada en la articulación dinámica de los espacios públicos de la ciudad". Y finalmente, al referirse a las transformaciones neoclásicas y ochocentistas (1780-1908), el autor subraya dos aspectos: la renovación de la fachada residencial de la ciudad y la mejora sustancial de las infraestructuras urbanas, tanto con la pavimentación a base de grandes losas de piedra -que otorga a Santiago ese clima o cualidad especial debido a la homogeneidad con que el material pétreo forma tanto sus fachadas como sus suelos- como con la urbanización de la Alameda y la construcción del Mercado de Abastos.

El tercer y último epígrafe es un análisis sintáctico de la ciudad histórica de Santiago, que engloba bajo el título de "Las piezas", y donde Carlos Martí da especial relevancia al espacio público. Lo estructura en "el conjunto monumental", con las plazas y las ruas, "el barrio del Pinario", "el sector del Mercado" y "los arrabales de la ciudad histórica".

Hay finalmente una reflexión sobre la intervención de la arquitectura actual en la ciudad de Santiago, que quizá sea el apartado menos brillante ya que el autor no sobrepasa lo que podíamos llamar unas "buenas intenciones" -si se me permite parafrasear el título del último libro de Colin Rowe-. Este tema, sin embargo, es tan difícil y problemático de tratar en términos generales que el esfuerzo de síntesis realizado por el autor es muy honesto.

Después de un conjunto de planos de las calles de la ciudad histórica, donde se nos muestra la maestría del diseñador gráfico Yves Zimmerman, encontramos los sucesivos y diligentes artículos de: Fernando López Alsina sobre el "Valor simbólico del espacio urbano medieval"; Carlos Almuiña Díaz, sobre las "Estructuras claustrales: los espacios ocultos de Compostela" -magnificamente ilustrado, repitámoslo, con las fotografías de Juan Rodriguez-; Alfredo Vigo Trasancos sobre "Santiago 1600-1700. La metamorfosis barroca de un santuario de peregrinación" y finalmente el extenso y pormenorizado ensayo de Julián Moreno Aydillo sobre "La ciudad reconstruida en el siglo XIX".

Una serie gráfica confrontando el plano de 1908 y un fotoplano de 1992, que muestra una vez más el papel del editor y el estupendo trabajo del diseñador, separa la parte analítica de una segunda, que viene a ocupar el mismo espacio, bajo el encabezamiento de "Intervenciones en la ciudad histórica". Aquí se recogen desde las reflexiones del arquitecto Josef Paul Kleihues sobre el concepto utilizado por él mismo de "reconstrucción crítica" en la redacción del Plan de Santiago, hasta los proyectos de Alvaro Siza del Centro Gallego de Arte Contemporáneo y del Parque de Santo Domingo de Bonaval, el proyecto también de Kleihues del Polideportivo de San Clemente, el de la escuela pública en el Carmen de Abaixo de Giorgio Grassi, el acondicionamiento de la ribera del Sarela, obra del arquitecto José Luis Pérez Franco, el Parque de Belvís también de Kleihues, el proyecto de edificios botánicos en el parque de Belvís de John Hejduk, los proyectos de Manuel Gallego y de los arquitectos Helio Piñon y Albert Viaplana para el Concurso de reestructuración de la Avenida Juan XXIII, así como el importante artículo de los arquitectos Juan Luis Dalda y Anxel Viña sobre la trasformación urbanística de la ciudad histórica de Santiago.

Finalmente varios apéndices que van desde una bibliografía básica hasta un índice onomástico pasando por la versión inglesa del libro y un desplegable encartado con un levantamiento tipológico de la ciudad histórica de Santiago.

He aquí un libro impecable, hecho con mimo, tanto desde el punto de vista iconográfico como desde la tradición académica en la que se inscribe. Diría incluso que la obra supera el modelo propuesto por esta escuela. Es un hecho sabido que actualmente hay un elenco de libros que han analizado la construcción de la ciudad. Por un lado, están los clásicos de los años veinte, dedicados al análisis de las más importantes ciudades europeas; por el otro, los conocidos estudios sobre la historia de la ciudad, de naturaleza didáctica, que tienen lugar en la Italia de los años sesenta y en la universidad, su ámbito más fecundo. No es el momento de entrar en las razones de la existencia de los primeros, sí lo es para subrayar que los segundos dieron origen a algunos libros, también corales, memorables, entre ellos: La cittá di Padova (1970). Lo que trataba el trabajo dirigido por el arquitecto Carlo Aymonimo era contribuir al estudio de la ciudad y de la arquitectura mediante los instrumentos de análisis de los fenómenos urbanos, para superar la genérica interpretación histórica que de estos últimos venía dada. Lo que auguraba el autor con este libro era "el inicio de una serie de estudios de carácter científico tendentes a comprender las leyes del constituirse físico de la ciudad: en definitiva de la arquitectura como fenómeno urbano".

Es indudable que el libro sobre Santiago tiene como modelo La cittá di Padova. Pero pienso que los condicionantes del encargo, como la necesaria publicitación de las intervenciones más recientes, sin entrar ahora en las cualidades de cada una de ellas, suponen más un enriquecimiento que un lastre dado, claro está, su tratamiento. La obra española mejora el punto y espejo de partida, que visto desde hoy, y por decirlo llanamente, me parece un estudio sobre la ciudad excesivamente encorsetado y académico.

Por otra parte, el papel que cumplen las imágenes fotográficas en el libro sobre Santiago -por cierto, inexistentes en el italiano- o los comentarios nacidos de la observación directa de la ciudad -y no únicamente de la cartografía- realizados por Carlos Martí, llegan a evocar "la atmósfera de la ciudad" de Santiago que, sin embargo, los estudios de carácter científico tienden a obviar.

La incorporación de estudiosos en el libro -no únicamente arquitectos-, que se ciernen en sus ensayos sobre aspectos singulares de la memoria de la ciudad, de sus leyendas, de la cultura y de la vida, es otro de los aspectos que influye, a mi forma de ver, muy positivamente en el resultado final. En efecto, creo que Carlos Martí ha actuado como los buenos directores de cine, seleccionando, dirigiendo, pero dando juego y libertad no sólo a los ensayistas sino al fotógrafo, al diseñador gráfico, etc., haciendo un verdadero trabajo de creación y de amor a la ciudad, el mismo que declaró el holandés Cees Noteboom en su novela El camino de Santiago.

Sin embargo, una pregunta me surge al terminar este importante y ambicioso libro: ¿Hasta cuándo vamos a seguir manteniendo la ficción, de una u otra forma, que del análisis y del estudio de la ciudad se deduce la calidad de las intervenciones, como si la creación tuviera, por fuerza, que derivarse únicamente del análisis urbano?.

© Copyright: José Angel Sanz Esquide, 2000.
© Copyright: Biblio 3W, 2000.



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