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Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796]
Nº 230, 12 de mayo de 2000

ARESTE BAGES, Jaume. El crecimiento de Tarragona en el siglo XIX. De la Nueva Población del Puerto al Plan de Ensanche. Tarragona: Publicacions del Col.legi d´Aparelladors i Arquitectes Tècnics de Tarragona i de l´Excm. Ajuntament, 1982. 240 p. [Dep. Legal: T-1.387-82]

Marc Lloret Piñol



Palabras clave: Tarragona - ensanches, siglo XIX - ciudades, siglo XIX - España, ciudades - urbanismo - geografía histórica

Key-words: Tarragona - physical urban growth, XIXth century - cities, XIXth century - Spain, cities - urbanism - historical geography.


Este libro de Jaume Aresté parte de su Tesis de Licenciatura presentada en julio de 1980 en la Cátedra de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona y que fue dirigida por el Dr. Horacio Capel, autor de su prólogo.

El estudio está dividido en dos partes. En la primera el autor hace un repaso histórico de la evolución de Tarragona durante la primera mitad del siglo XIX, el cual tiene como objetivo la presentación de las características con las que llega al momento en que se concreta la parte fundamental del trabajo, expuesta en su segunda parte. En dicha parte, centrada en el periodo que va de 1854 a 1868, se nos muestran las transformaciones urbanísticas de esta época, que es muy significativa por el cambio que se produce del Antiguo Régimen al nuevo sistema liberal y por el impacto producido por la Revolución Industrial, transformaciones caracterizadas, en la mayoría de ciudades españolas y europeas, por la realización de los planes de ensanche y el derribo de las murallas. El estudio de este proceso está estrechamente relacionado con el contexto económico, político y social, a los que se dedican sendos capítulos, para en su parte final mostrar los cambios morfológicos a que dio lugar en Tarragona este proceso, mostrado a través de diversas variables numéricas, y en especial los permisos de obras.

Tarragona, a principios de siglo era, básicamente, un centro eclesiástico y militar, siendo la capital eclesiástica de Cataluña y teniendo la consideración de plaza fuerte. En ese momento, la ciudad presentaba una economía estancada, con una participación escasa en el comercio exterior, a pesar del decreto de libre comercio con Américam, que favoreció especialmente a la Cataluña costera; su crecimiento demográfico era menor al de las demás poblaciones catalanas. Las causas de esta situación pueden encontrarse en la influencia negativa que tuvo para la ciudad la "Guerra del Segadors" y la Guerra de Sucesión y, sobre todo, la estructura estamental de la ciudad, en la que la nobleza y el clero eran los grupos dominantes, marginando de esta manera a la burguesía. Ya a finales del siglo XVIII, se produjo un cierto cambio, con la reconstrucción del puerto y con el ensanche de la Nueva Población de la Marina, que comportó el derribo de la llamada "Muralleta", proyecto elaborado por los ingenieros militares Antonio López Sopeña y Juan Smith, y que fue aprobado en 1806.

Un hecho de gran importancia, que condicionó la evolución posterior de la sociedad española en general, fue la Guerra de la Independencia, que supuso un duro revés para la economía y demografía del país. Cabe destacar, que si bien estos hechos también incidieron de la misma manera en Tarragona, hubo un periodo inicial hasta su sitio en 1811, en que la ciudad se vio favorecida por las diversas circunstancias que propició la guerra, aumentando su comercio marítimo y su población.

En el periodo de la posguerra hasta los años treinta, durante el reinado de Fernando VII, se dio una relativa recuperación económica y demográfica, en un contexto de crisis. En este período se realizaron tareas de reconstrucción urbana de poca importancia; también son destacables las diversas tentativas de ruptura con el Antiguo Régimen llevadas a cabo por la burguesía, que cristalizaron en el llamado Trienio Constitucional de 1820-1823. En esta corta etapa se dio un aumento del grupo de comerciante y de profesiones liberales, se consolidó la idea de la inutilidad de la función de plaza fuerte y se proyectaron grandes objetivos urbanísticos, como la unión entre los dos núcleos de la ciudad, la parte alta amurallada y la parte del puerto; a pesar de no llevarse a cabo, constituirían un valioso precedente para las futuras transformaciones.

A partir de los años 1830, se produce el triunfo del sistema liberal. Esta etapa se caracterizó por la buena coyuntura económica manifestada con el incremento del comercio exterior, en el que el puerto de Tarragona ocupa un papel cada vez más destacado, en detrimento del puerto de Salou, debido a la mejora de las comunicaciones con su vecina y rival Reus y por la inseguridad para el traslado de mercancías, merced a la Guerra Carlista, que propició la instalación de empresas comerciales en Tarragona. Esta situación posibilitó el crecimiento de la ciudad, centrado en la Nueva Población de la Marina. En este sentido, cabe destacar dos hechos: en primer lugar el papel de las desamortizaciones, que permitieron disponer de espacios de titularidad pública, aunque resultarán finalmente insuficientes; en segundo lugar, la división provincial de 1833, por la que Tarragona fue designada capital de su provincia, lo cual comportará la consolidación de su papel dominante, en detrimento de Reus. En efecto, la vieja rivalidad entre estas dos poblaciones, sobre la que el autor hace una constante mención, verá como la tendencia se invierte, adquiriendo progresivamente Tarragona mayor importancia que Reus.

En el momento previo al ensanche, Tarragona se estructura en dos núcleos diferenciados: la Ciudad Alta, que comprende el antiguo recinto medieval; y el ensanche entre la desaparecida "Muralleta" y la muralla de San Juan y la Nueva Población del Puerto, donde se localiza el crecimiento urbanístico y demográfico.

En este punto, el autor finaliza la exposición de la evolución histórica de la ciudad hasta el proyecto de ensanche, para así poder comprender mejor las condiciones en que se produce éste. En la segunda parte se hace un análisis más pormenorizado de los aspectos económicos, demográficos, políticos y sociales de Tarragona, en un enfoque que interrelaciona estas variables con las transformaciones urbanísticas que se producen.

Jaume Aresté presenta el contexto en que se da la unión de las dos poblaciones, mostrando la etapa alcista de la economía y demografía española y tarraconense que va desde los años 1850 hasta 1864. En dichos años se produjo un aumento de las exportaciones, en las que destaca el papel del vino exportado hacia América, lo que se vio favorecido por la plaga del oídium, que provocó el aumento de su precio, permitiendo la acumulación de capital para la inversión en otros sectores, con la consiguiente consolidación del capitalismo comercial.

Hay que resaltar que en este periodo, la burguesía ya había desplazado a la nobleza y al clero, adquiriendo un estatus dominante en el conjunto de la sociedad y que en Tarragona, debido a su escaso desarrollo industrial, dicha burguesía tenía un marcado acento mercantil.

En el caso de Tarragona fueron de especial importancia la mejora de la red de carreteras, la ampliación del puerto y los nuevos trazados ferroviarios. Esta coyuntura permitió el aumento de la población, concentrada en la Nueva Población del Puerto.

En el ámbito político, son de especial importancia los dos períodos revolucionarios de 1854-1856 y 1868-1874, en los que se dan las condiciones propicias para la realización de reformas urbanísticas, debido a la ruptura de los intereses creados en la etapa anterior. De esta manera, en el primer periodo se acometió la destrucción de la muralla de San Juan y el ensanche, objeto este trabajo, y en el segundo se dejó de considerar a Tarragona como plaza fuerte, posibilitando el derribo total del recinto fortificado. Este contexto de bonanza económica y demográfica se vio truncado a mediados de los años 1860, con la crisis financiera de 1866 y las epidemias de cólera de 1863 y 1865, lo que se pone en relación con la dinámica urbanística de la ciudad durante el ensanche en los dos capítulos finales del libro, que constituyen seguramente la aportación fundamental de Jaume Aresté y de gran interés para el lector.

En este sentido, del proceso de ensanche, el autor destaca esta transformación de carácter generalizado que aparece en un contexto socio-político marcado por el fortalecimiento de la burguesía y por la implantación del liberalismo, ligado al crecimiento de la población y a la pérdida de importancia de las fortificaciones. En Tarragona, el derribo de la muralla de San Juan comenzó en 1854, y se desarrolló de forma intermitente por la escasez de recursos del Ayuntamiento, ya que los gastos corrían de su cuenta a pesar de que se estableció la propiedad estatal de los solares.

El proyecto de ensanche dio lugar a una fuerte polémica sobre su elección, aprobándose en 1857 el proyecto del Comandante de Ingenieros Angel del Romero, el cual era una modificación del proyecto ganador del concurso de 1854 de José Criviller, verdadero artífice del elemento más destacado del ensanche, la Rambla Nueva de San Juan, de 45 metros de anchura, como nexo de unión entre los dos núcleos. Jaume Aresté destaca la similitud entre los dos proyectos de ensanche de 1775 y de 1857, por tratarse de ensanches parciales, llevados a cabo intramuros y por la urbanización de dos grandes paseos como la Rambla de San Carlos y la Rambla Nueva de San Juan, respectivamente.

Finalmente, el autor establece la mencionada relación entre el contexto histórico y las transformaciones urbanas que se dieron, destacando una serie de factores que influyeron de manera decisiva como las normas de edificación, frecuentemente incumplidas y desfasadas en el caso de Tarragona; las condiciones topográficas, harto dificultosas en el caso tarraconés; las preferencias residenciales de la burguesía y los conflictos de intereses entre los diversos grupos sociales, los cuales se observan en las peticiones de ensanche hacia el río Francolí por parte de la burguesía y la oposición que suscitó entre las clases pudientes de la Ciudad Alta. También resalta el importante papel de las Juntas de Ensanche, creadas para fomentar la edificación. Así pues el panorama que nos ofrece Aresté sobre Tarragona muestra como el periodo de 1850-1864, caracterizado por la buena coyuntura económica y demográfica, impulsó la urbanización, concentrada preferentemente en la Nueva Población del Puerto, mientras que en el ensanche los progresos fueron escasos. Por otra parte, durante el periodo de 1864-1868, en el que la crisis se hace patente, se produjo una fase de estancamiento de la urbanización.

En definitiva, el trabajo de Jaume Aresté es de un enorme interés para el conocimiento de las dinámicas urbanísticas del siglo XIX, caracterizadas por la destrucción de las murallas y la realización de los planes de ensanche, y su relación con los aspectos económicos, sociales y políticos, de los que trata separadamente en diversos capítulos. De esta manera nos presenta un enfoque en el que, en sus propias palabras, hace "un análisis de la historia urbana en sus dos dimensiones principales: la socio-económica y la espacial-arquitectónica." No podemos dejar de mencionar, por su gran valor, el extenso apéndice documental, que nos ofrece de primera mano el conocimiento de los procesos llevados a cabo, así como también el destacado material gráfico con numerosos planos sobre Tarragona, tanto de finales del siglo XVIII y principios del XIX, como los relativos al proceso de ensanche de 1857.
 

© Copyright: Marc Lloret Piñol, 2000.
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