Menú principal                                                                                                                           Índice de Biblio 3W
 
Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796] 
Nº 256, 21 de octubre de 2000 

MAPAS  Y EPÍSTOLAS
A propósito del libro Contemplar un territorio. Los mapas de España en el Theatrum de Ortelius (Agustín Hernando y Centro Nacional de Información Geográfica).

Antonio T. Reguera Rodríguez
Profesor Titular de Geografía Humana
Universidad de León



Palabras clave: historia de la cartografía/mapas de España/Theatrum Orbis Terrarum/Ortelio, Abraham

Key words: history of cartography/maps of Spain/Theatrum Orbis Terrarum/Ortelio, Abraham


Un reducido número de libros, entre los que debemos incluir el titulado Contemplar un territorio. Los mapas de España en el Theatrum de Ortelius, tienen la capacidad de suscitar en el lector un doble efecto: el del placer visual y el debido a su interés científico. Desde el año 1570 en el que se publicó la primera edición del Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelio, decenas de ediciones de esta colecta de mapas se distribuyeron en las principales Bibliotecas europeas y entre una élite de privilegiados. El coste de la obra y razones inherentes a su propio contenido y al funcionamiento del mercado de libros de la época explican su enrarecimiento, cuestión cualitativa que no podía obviarse con una multiplicación de las ediciones. En la actualidad, muy pocas Bibliotecas en España pueden exhibir entre sus fondos ejemplares de varias ediciones del Theatrum. Los facsímiles, como el más reciente que conocemos, el de la edición latina hecha en Amberes en 1595 (Firenze, Giunti, 1991), no logran paliar este déficit. Y de los editores especializados en la actualidad en esta clase de obras sólo podemos esperar que incrementen su prestigio exasperando la escasez. Su contribución a la difusión del conocimiento es cuantitativamente despreciable. En consecuencia, la iniciativa editorial del Centro Nacional de Información Geográfica y el trabajo de preparación y estudio de los mapas realizado por Agustín Hernando debe ser motivo de un especial agradecimiento para los cartófilos.

Pero el interés no es menor para el geógrafo con memoria y para el historiador de la ciencia. Nos referimos al interés científico. Como sabemos, una cuestión científica de fondo, el conocimiento geográfico del mundo, impulsa la colecta, impresión y difusión de los mapas que forman el Theatrum. Si en ese escenario España ocupaba, durante la segunda mitad del siglo XVI, una posición política dominante, parece fuera de toda duda el interés que en la Corte de Madrid debió suscitar la gran empresa cartográfica. Efectivamente así fue, pero los cosmógrafos y cartógrafos del rey se encuentran con un dilema: el conocimiento del mundo, a la vez que favorece su dominio, fomenta la competencia. La limitada presencia de la cartografía ibérica en el Theatrum debemos entenderla como una consecuencia de dicho dilema.

En la Parte I, titulada "La contribución del Theatrum de Ortelius al conocimiento geográfico de España", Agustín Hernando lamenta que la experiencia dirigida desde Amberes no suscitara emulaciones en España: "no sirvió para contar entre sus páginas mapas procedentes de los disponibles por los monarcas. Tampoco sirvió de estímulo para que los estadistas hispanos emprendieran iniciativas parangonables y contar con mejores representaciones de las diversas regiones españolas, como sí sucedió en Francia e Inglaterra" (p.13). Califica de conformismo el que "no se llevara a cabo la idea de disponer de un atlas similar, pero limitado a los dominios peninsulares" (p.13). Es discutible este punto de vista. Parece exagerado pensar que la Corte española se sintiera estimulada a variar su política cartográfica tras la primera edición del Theatrum, perdiendo así el privilegio informativo sobre gran parte del mundo que le otorgaba el Padrón Real. En este punto la tendencia era justamente la contraria, pues Felipe II había extremado los controles sobre la cartografía con relación a la mayor tolerancia de su padre, que incluso había remitido copias del Padrón Real a varias Cortes europeas y al Vaticano con motivo del arbitraje ejercido por el Papa en varios litigios sobre límites y tratados de demarcación (1). En cuanto al estímulo que debería haber ejercido el Theatrum para emprender iniciativas similares para un mejor conocimiento de las regiones españolas, cabe decir que la Corte española, mucho antes de que A. Ortelio iniciara su colecta de mapas para la primera edición de 1570, ya había recibido y aceptado un estímulo superior. Superior porque la obra de A. Ortelio, con toda su brillantez formal, es fundamentalmente un trabajo de descripción geográfica, compuesta basándose en mapas y textos. Y el estímulo del que hablamos pertenece a un ámbito científico superior, el de la geografía matemática. Fueron obras, como la Cosmografía de Pedro Apiano (2) y la puesta a punto de los métodos de triangulación geodésica por J. Regiomontano, con sus tratados DeTriangulis (3), y por Gemma Frisius, con su Libellus de locorum (4), los que estimularon y fundamentaron el ambicioso plan de medición geodésica, levantamiento cartográfico y descripción geográfica encomendado por Felipe II al matemático de la Universidad de Alcalá, Pedro de Esquivel. Con las mismas precauciones que expresa Agustín Hernando en otra de sus obras, El Mapa de España (5), podemos incluir el Atlas de El Escorial entre los escasos resultados hoy conocidos de aquella magna y pionera empresa geográfica y cartográfica. Por lo tanto, al mismo tiempo que A. Ortelio hace divulgación geográfica, en España, los matemáticos de la Corte -Pedro de Esquivel, Diego Guevara, Juan de Herrera- están dirigiendo los primeros pasos de la geodesia moderna, y los cosmógrafos del rey, poniendo a punto el plan de las Relaciones Topográficas. Así las cosas, el Theatrum se recibe en España, o para ser más precisos, en los círculos cortesanos, después de la primera edición de 1570, como un obsequio que desde fuera se pretende que fomente las buenas relaciones entre la Corte y los círculos intelectuales hispano-flamencos, representados por tres personalidades de primer orden: C. Plantino, el impresor, A. Ortelio y B. Arias Montano (6). Desde dentro no se pierde de vista que el Theatrum es un libro editado fuera de España y por lo tanto intelectualmente estigmatizado. Las prevenciones frente a los tipógrafos eran muy fuertes y por ello, recordándoles su responsabilidad frente a los lectores católicos, se hace público en 1570 el denominado "Edicto de los Impresores" (7). El rey recibe a principios de 1572 el primer ejemplar -creemos- del Theatrum que entra en España, formando parte de un conjunto de libros que tenían como remitente, y por lo tanto como revisor, a B. Arias Montano. La respuesta del monarca se ajusta al protocolo no escrito; a la deferencia de A. Ortelio responde remitiéndole a Amberes el título de "Geógrafo de su Majestad".

En esta situación en la que el interés geográfico aparece subyugado a la alta política hay que matizar el papel más complejo desempeñado por un personaje clave, Benito Arias Montano. La complejidad radica en su aspiración a hacer compatibles las funciones como comisionado real y el deseo de alcanzar una cierta independencia intelectual. Las primeras le situaban en los engranajes del poder real; la segunda llamó la atención de la Inquisición. En la práctica hubo de expurgar la Cosmographía de Sebastián Münster, para el Índice de 1571; a la vez que recomienda ante el duque de Alba a destacados intelectuales de su círculo de amistad en Amberes para ocupar cátedras en la Universidad de Lovaina, como Gemma Frisius, Gerard Mercátor o Walter Arsenius. En esta tesitura, la geografía no sólo no podía pasar desapercibida, sino que se sitúa en un primer plano. Las sucesivas ediciones y revisiones del Theatrum fomentan entre B. Arias Montano y A. Ortelio una intensa relación epistolar y una prolongada amistad, desde 1568 hasta 1598, año en el que mueren ambos. A través de estas cartas se pone de manifiesto que B. Arias Montano se siente en efecto estimulado por la gran empresa cartográfica emprendida por su amigo; y para ello no necesita grandes esfuerzos, ya que en su "Alabanza de la Geografía", hecha en los RhetoricorumLibri Quattor (8), había dejado constancia de la importancia que daba al conocimiento del territorio y a los estudios geográficos. Aunque B. Arias Montano sabe que las cartas geográficas son un instrumento de alta política, sin embargo hace todo lo que está en sus manos, movilizando a sus amigos más influyentes, como el Secretario de Estado Gabriel de Zayas, o el presidente del Consejo de Indias Juan de Ovando, para proporcionar mapas actualizados de España y de sus dominios a A. Ortelio. En un arrebato de impotencia que deja traslucirse un cierto sentimentalismo geográfico, comunica a Juan de Ovando en carta fechada en 20 de enero de 1573 -cuando aún en el Theatrum no había representaciones corográficas españolas- lo siguiente: "Abraham Ortelio añade algunas tablas al su TheatrumOrbis que le han enviado de Alemania y de otras partes. Yo deseo y he deseado que hubiera alguna buena de nuestra Extremadura particularmente, y si me hallara por allá, yo la anduviera toda para la describir. Suplico a V.S., si ha visto por allá algún semejante ejemplo, nos envíe una copia dél con el nombre del autor, para que se ponga en este libro; y si V.S. tiene alguna particular de alguna parte ultramarina que se pueda lícitamente publicar ad communem usum studiosorum. Yo deseo mucho ver acrescentar estas buenas discóphoras" (9). Creemos que este texto hace un diagnóstico muy acertado de la situación. Había regiones no representadas, había cartas que no era "lícito" publicar, había cartas que se podían publicar con fines de estudio, había personas y ámbitos intelectuales -Salamanca, Sevilla, Alcalá...- con interés y estímulo hacia los estudios geográficos y la elaboración de mapas. Las conclusiones a las que llega Agustín Hernando en este punto no quedan invalidadas, pero tampoco son indiscutibles. A poco que fijemos nuestra atención, bullen los matices y aparece la complejidad, que es tanto como decir las dudas.

Cita el autor la existencia de tres versiones en castellano del Theatrum Orbis Terrarum, las publicadas en los años 1588, 1602 y 1612. En todas ellas se incluye ya una relación creciente de mapas regionales. Cinco en la de 1588: Carpetania, Guipúzcoa, Bahía de Cádiz, Baja Andalucía y Reino de Valencia, además de Portugal y el general de la Península Ibérica. En la de 1612 se añaden a los anteriores el del Reino de Galicia y el del Principado de Cataluña. Sobre este último mapa haremos algunas observaciones adicionales más adelante, suscitadas por afirmaciones a nuestro juicio muy discutibles de Agustín Hernando. De momento quisiera dejar constancia de un dato que pudiera tener algún interés. El autor afirma que el mapa de Cataluña se incluye en las ediciones del Theatrum posteriores a 1603 (p. 36), con lo que en las ediciones en castellano referidas sólo pudo aparecer en la de 1612. La Biblioteca General de la Universidad de Salamanca, depositaria de varios Theatra, dispone de una edición del Theatrum, fichada como de 1602, en la que se incluye el mapa de Cataluña, titulado Cataloniae Principatus novissima et accurata descriptio; es decir, el mismo que se publica en la de 1612. Pero hay dudas de que esta edición esté correctamente fichada, pues a falta de portada, el bibliotecario debió anotar la fecha de 1602 por la de la dedicatoria a Felipe II, lo que no nos saca de dudas, pues esta dedicatoria, con esta fecha, se reproduce en la edición de 1612. Dicho ejemplar pudiera pertenecer a cualquiera de las dos ediciones, según este indicador cronológico. Sin embargo, un nuevo detalle nos inclina a pensar que realmente se trata de la edición de 1602. En la edición de 1612 se incluye como ya hemos dicho el mapa de Cataluña y su correspondiente referencia en el Índice o Tabla de mapas. En la que creemos de 1602 se incluye el mismo mapa, pero no aparece en la relación del Índice. ¿Se trataría de una inclusión de última hora sin que el tipógrafo tomara la precaución de modificar el Índice?.

Referente al número de ediciones en castellano, las tres citadas, llamamos la atención sobre la posible existencia de una cuarta de características y formato un tanto extraños. Esta cuarta edición en ningún caso puede ser la que cita Felipe Picatoste, realizada en Amberes, en castellano y fechada en 1568 (10). Evidentemente se trata de un error y la edición que pretende citar no es otra que la de 1588. Nos referimos a un ejemplar de la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca que, constituyendo una única pieza, está formado por dos obras de A. Ortelio, el Theatrum y el Parergon, ambas en castellano y editadas en Amberes por el sucesor de C. Plantino, Baltasar Moretus, en 1624. En una portada que conserva en latín leemos el siguiente título: Abrahami Ortelii, Theatri Orbis Terrarum Parergon, sive veteris geographiae tabulae. El sentido dado a este título aparece explicado en la Approbatio cuando es definido el Parergon como "tomum secundum Theatri Orbis Terrarum". Se considera por tanto en esta nueva presentación que el tomo primero es un Theatrum, y el segundo un Parergon. Pero este Theatrum de 1624 es idéntico al de 1612, por lo que suscita dudas sobre que se trate de una nueva edición. Más bien deberíamos hablar de una reimpresión o de un texto remitido. Aclarar estas dudas significaría profundizar en el conocimiento de esta gran obra, y en el de su contribución al conocimiento geográfico de España.

En la Parte II, dedicada al estudio del mapa de Hispania en el Theatrum, Agustín Hernando se interesa, además de por aspectos formales y de contenido, por el origen del mismo. Como A. Ortelio no especifica la fuente de la que obtiene el mapa, ni siquiera con el genérico "Ex conatibus Geographicis Abrah. Ortelii" –como aparece en otro mapa de la Península, el titulado Hispaniae veteris descriptio-, se abre otro gran capítulo para la indagación y el debate. Agustín Hernando resuelve la cuestión de la autoría recurriendo al Catalogus, en el que A. Ortelio reconoce las fuentes de sus mapas. La respuesta es aparentemente correcta, pero en lo que tiene de reconstrucción de una génesis es a nuestro juicio insatisfactoria, y lo que es más discutible, puede inducir conclusiones erróneas sobre el desarrollo de la cartografía peninsular. En la Parte VI, que completa en relación con las fuentes de los mapas la Parte II, Agustín Hernando cita a varios cartógrafos extranjeros implicados en diferente grado en la elaboración del mapa de Hispania publicado por A. Ortelio, todos ellos relacionados en el Catalogus: Iacobus Castaldus, Vincentius Corsulensis, Carolus Clusius, Thomas Geminus y Henricus Coqus. La conclusión que saca es la siguiente: "ante la ausencia de citas específicas pertenecientes a autores españoles, la conclusión es que fueron extranjeros los únicos que se ocuparon de la estampación de mapas de la Península" (p. 49). Esto es lo que hemos calificado como respuesta aparentemente correcta, pero insatisfactoria. En efecto, el hecho de que las fuentes de A. Ortelio para el mapa de Hispania fueran autores extranjeros, no autoriza en modo alguno a afirmar que éstos fueron los únicos que se ocuparon de la estampación de mapas de la Península. Estos autores se interesaron por la cartografía peninsular, buscaron mapas, los editaron y en algún caso recorrieron parte del territorio en cuestión con fines de comprobación y rectificación; pero no operan en el vacío. La imagen de la Península que reelaboran o que sólo difunden y que por su intermediación pasa al Theatrum de A. Ortelio en la segunda mitad del siglo XVI es heredera de la que se venía rectificando durante más de un siglo dentro de la Península, o por autores españoles. El mapa de la Península más antiguo de los citados sería el de Ia. Castaldus, fechado en 1544. Unos años antes había aparecido la edición de la Geografía de Ptolomeo preparada por Miguel Servet en 1535 (11), en la que aparece una Tabula Nova Hispaniae que implica una notable rectificación del perfil geográfico tipo de la Península difundido en los manuscritos ptolemaicos, y de la denominada por los cronistas del siglo XVI –Ambrosio de Morales- "la mala escuadría de España", refiriéndose a los contornos peninsulares descritos en las obras de Poseidonio y Estrabón. Debemos poner en duda al menos la pretendida despreocupación de los autores españoles por la estampación de mapas de la Península, y hacernos la siguiente pregunta: los autores extranjeros citados desconocían este mapa de la Península introducido como novedad cartográfica por M. Servet en la edición citada ? Un segundo ejemplo añade interés a estos antecedentes porque los retrotrae casi un siglo, lo que nos permite enlazar con la tradición cartográfica bajomedieval sin que exista ruptura en los progresos de una cartografía científica de filiación hispana. Nos referimos en concreto a los códices de la Geografía de Ptolomeo difundidos en el siglo XV. Uno de ellos, que pudo pertenecer a la biblioteca del obispo gerundense Joan Margarit i Pau, fechado en 1456 (12), incluye junto al mapa tipo ptolemaico una representación de la Península notablemente corregida siguiendo los modelos de los portulanos. Textualmente se trata de una revisión "ex carta navigantium" (13). No es posible a nuestro juicio desconectar estos dos ejemplos de representación de Hispania, el de 1456 y el de 1535, de los que se manejan en el ámbito del Theatrum, el que se incluye desde la primera edición del mismo en 1570 y el que edita H. Coqus en 1581, ambos presentes en el libro que reseñamos ( p. 50 y reproducciones facsimilares, pp. 67 y ss.). Creemos, en suma, que sería preciso una mayor prudencia cuando se trata de obtener conclusiones sobre el desarrollo de la cartografía peninsular a partir de las fuentes citadas por A. Ortelio en la colecta de sus mapas. Si en el solo ámbito científico la cuestión es ya de por sí muy compleja, la presión y el control político que pesaba sobre la elaboración y la difusión de mapas en la España de la segunda mitad del siglo XVI nos obligan a extremar la precaución en nuestras conclusiones.

En la Parte III Agustín Hernando estudia el que denomina "discurso geográfico de los textos". Se refiere a la información textual que A. Ortelio introduce en el dorso de los mapas. Tratándose de Atlas, los textos tienen un carácter complementario, no tanto por su extensión, como por su contenido. El núcleo de la composición de tales discursos procede por transcripción de las viejas descripciones corográficas de Estrabón, Pomponio Mela y Plinio, principalmente. Cuando el viejo extracto queda a merced de un cronista contemporáneo, se abre un amplio abanico de posibilidades en su proyección: la alabanza, la exageración, el tópico, la propaganda, el particularismo, etc.

El Punto IV lo dedica Agustín Hernando al estudio de los mapas regionales reproducidos en las ediciones del Theatrum. Es el capítulo más extenso del libro, explicado principalmente –entendemos- por la necesidad de tratar con un mínimo detalle cada una de las cinco unidades regionales que se incluyen. Pero también es una cuestión de calidad la aparición durante el último cuarto del siglo XVI de lo que podemos denominar "regionalismo cartográfico". Tras el desarrollo de los niveles cosmográfico y geográfico, en los que la geografía se ocupaba de la forma y dimensiones de la Tierra; es decir, de su redondez, siguiendo la metodología de Pedro Apiano, se llega a los niveles corográficos y topográficos, en los que la geografía se convierte en "ciencia de los lugares". Aparte de una cuestión de método en el acceso al conocimiento geográfico, el regionalismo cartográfico podría tener algo que ver con la asunción de alternativas políticas que empiezan a reaccionar frente a un centralismo extenuante. Tan extenuante en el interior, como ambicioso en el exterior con la pretendida aspiración a una Monarquía Universal. Andalucía, Galicia, Cataluña y Valencia a través de sus mapas contribuyen a reforzar una personalidad que en conjunto alienta el fenómeno político del periferismo. No es una casualidad, por tanto, que desde la centralidad cortesana se empiece a difundir la imagen geopolítica de la "Castilla sitiada" a principios del siglo XVII (14).

Todo hace suponer que el desconocimiento de algunos datos básicos de identificación de estos mapas, como la fecha, el autor, el promotor, las condiciones del levantamiento, según los casos, refuerza la hipótesis de una cartografía descentralizada. El mapa de la Baja Andalucía resulta de un ejercicio de geografía diocesana, al recibir Jerónimo de Chaves el encargo de su levantamiento por el Obispado hispalense. Los de Guipúzcoa, Reino de Valencia y Principado de Cataluña carecen de autor conocido, muy posiblemente protegido por los poderes locales que promueven el levantamiento. En el titulado Descripción del Reino de Galicia figura su autor, Fernando de Ojea, explicándonos Agustín Hernando las motivaciones que alentaron este levantamiento: "la paupérrima información disponible de Galicia, que como finis terrae o confín de la Península, exhibe el mapa de la Península editado por Ortelius". Ciertamente el mapa de Hispania que utiliza A. Ortelio presenta un notable "vacío" en el ángulo noroeste, pero tal vez se deba a la falta de actualización, transcurridas ya varias décadas desde su primera elaboración. En el año 1583 se publica en Leiden un Atlas del Atlántico Norte con veintitrés cartas de navegación en el que se representan las costas gallegas; y en 1595 se publica un mapa de Galicia, en Colonia, en el Atlas Hispania Tabulis Aeneis Expressa, por Johan Metellus. Estas y otras representaciones han dado pie para manifestar que "Galicia fue muy cartografiada porque estratégicamente era una región muy importante...Junto con Cataluña y Cádiz fue una de las zonas más cartografiadas de España" (15). Las dudas que sugiere Agustín Hernando sobre el escaso tiempo del que dispuso su autor, que regresa de México en 1601 y el mapa en el Theatrum se publica en 1603, podrían quedar despejadas –si a la vez no se suscitaran otras- si admitimos que la fecha de este mapa de Galicia pudiera ser la de 1598, tal y como se consigna en el Catálogo de la Colección Cartografía de Galicia 1522-1900 (16).

El mapa de Cataluña ofrece varios puntos de interés. Ya señalamos la muy posible presencia del mapa en la edición del Theatrum en castellano de 1602, cuando Agustín Hernando afirma su inclusión en el mismo en ediciones posteriores a 1603. La proclamación de desconocimiento respecto a las circunstancias de la creación de este mapa (p. 37) comporta algún tipo de contradicción con la afirmación de que el autor del mismo recorre todo el territorio para su elaboración (p. 36); y por supuesto, con la afirmación, que por su importancia debería estar acompañada de mayores avales documentales, de que el mapa de Cataluña (fue) "sin duda el primero elaborado con la metodología geométrica" (p. 13). Con todo, las afirmaciones más controvertidas que hace Agustín Hernando en relación con el mapa de Cataluña tienen como protagonista a José Pellicer y a la copia que del mismo hizo en 1643. A nuestro juicio se hace de forma precipitada una descalificación de la obra y de la persona de J. Pellicer de manera injustificada. Es cierto que J. Pellicer hace una copia que da como resultado un mapa de Cataluña fechado en 1643 de una evidente inferior calidad. En una nota da algunas explicaciones, como la siguiente: "he juzgado por útil esta Tabla con algunos reparos y adiciones a la que compuso Gerardo Mercátor...". Es decir, J. Pellicer nos comunica que la fuente de donde copia es G. Mercátor. ¿ Por qué no hemos de creerle? No conocemos las razones que pueda tener Agustín Hernando para hacer el siguiente comentario a propósito: "sorprende la alusión explícita que hace a su fuente, indicando que ha sido la obra de Mercátor y no la de Ortelius, la que ha manejado. Dicho error acredita su escasa familiarización con los atlas disponibles" (p. 38).

Creemos que no hay tal error, por lo tanto nada acredita su falta. ¿Por qué supone Agustín Hernando que si J. Pellicer copia de Ortelio va a proclamarse deudor de Mercátor por error, por desconocimiento o por falta de rigor? O "por el prestigio que Mercátor goza en la sociedad española"? (p. 40). José Pellicer, además de cronista real, dedicado a escribir la Historia del reinado de Felipe III y a preparar la redacción de unos Anales de España, se preocupó casi en la misma medida por el cultivo de la geografía, como acredita su obra manuscrita que hoy podemos conocer. Formando parte de la misma podemos encontrar los siguientes títulos, generalmente de trabajos no concluidos: Fundamento de la descripción de la superficie del globo terrestre, una Corographía oriental, fechada en Barcelona en 1638, en la que sigue los niveles de análisis fijados por Pedro Apiano: el cosmográfico, el corográfico y el topográfico; una Corographía sagrada o Descripción de la Tierra Santa, y un Diccionario geográfico de pueblos de la España antigua (incompleto, de la A a la F) (17). No parece creíble la explicación de la "escasa familiarización con los atlas disponibles" de un autor con amplias inquietudes geográficas. Si cita a Mercátor es porque copia de Mercátor. Agustín Hernando desconoce o no tiene en cuenta que el mapa de Cataluña, a la vez que se publica en el Theatrum se está publicando en el Atlas de G. Mercátor; o para ser más exactos, en el nuevo Atlas de Mercátor-Hondius notablemente enriquecido que publica Jodocus Hondius a partir de 1606, tras adquirir de los herederos de Mercátor las planchas de la versión originaria publicada en 1595. Conocemos ambas reproducciones del mapa de Cataluña, en la edición del Theatrum de 1612 y en la edición del Atlas de 1613 –la cuarta desde 1606-. La copia de J. Pellicer podría proceder de cualquiera de las dos fuentes o de las dos a la vez, pero si el autor cita a Mercátor ¿qué hemos de suponer?. Por supuesto la copia podría proceder de ediciones anteriores o posteriores a las señaladas, pero tal posibilidad sería a los efectos irrelevante. Sí pudiera tener interés dejar constancia de un pequeño detalle, que fácilmente puede pasar desapercibido, pero que pudiera tener valor como marcador cronológico. En el Atlas el mapa de Cataluña lleva por título Cataloniae principatus descriptio nova, el mismo título del mapa mural de donde procede por reducción el mapa de Cataluña, y en el Theatrum el mismo mapa se reconoce como Cataloniae principtus novissima et accurata descriptio. Entre nova y novissima hay una diferencia de grado que implica tiempo, por lo que podría verificarse la hipótesis de que J.B. Vrints, responsable de las ediciones del Theatrum desde 1600, haya reproducido el mapa de Cataluña a partir de la copia del Atlas. Además, aun tratándose del mismo documento, la copia del Atlas es de superior calidad en los trazados, delineación, grafías y detalles.

Agustín Hernando dedica la Parte V de su estudio al "Epistolario recibido por Ortelius". Es un gran acierto. No sólo es conveniente, sino hasta imprescindible la indagación epistolar si se pretende llegar hasta las motivaciones últimas de muchos fenómenos con un fuerte protagonismo personal. En la Bibliografía cita el fondo epistolar que tiene a A. Ortelio como receptor, editado por Joannes Henricus Hessels en 1887 y reimpreso en 1969. Se obtienen informaciones valiosas relativas al trabajo de los colaboradores de A. Ortelio que le proporcionan materiales de las diferentes regiones europeas, y entre ellos los que se refieren a España. No podían faltar las frecuentes referencias a B. Arias Montano, dada la estrecha amistad existente entre el teólogo y el cartógrafo, y en menor medida la presencia de cartas, como las remitidas por Gabriel de Zayas, el Secretario de Estado, a través de las cuales se materializa la relación protocolaria entre Felipe II y A. Ortelio.

A través de esta correspondencia se podría evaluar la difusión y la valoración de la obra en los ámbitos cortesanos e intelectuales europeos. Como es lógico a Agustín Hernando le interesa en especial la recepción de la obra en la sociedad española. A nuestro juicio algunas de sus conclusiones se apoyan en una sobreinterpretación, siendo cuando menos discutibles. Afirma que "la obra no logró suscitar reacciones entre los eruditos –en España- como indica la falta de indicios epistolares" (p. 44). De indicios epistolares, se entiende, contenidos en el único fondo citado, el editado por J. H. Hessels: Abrahami Ortelii Epistulae. Una conclusión de esta importancia debe quedar supeditada a la consulta de otros fondos epistolares, siendo imprescindibles los que dan fe del intenso cruce de comunicaciones entre B. Arias Montano, A. Ortelio y C. Plantino; entre B. Arias Montano y la Corte -Felipe II y el Secretario Zayas-; y entre B. Arias Montano y "otros sugetos", entre los que destacan Juan de Ovando, el "Grupo de Sevilla" y los "amigos" de la Universidad de Alcalá (18). Por ejemplo, las circunstancias que rodearon la aparición de la primera edición en castellano, en 1588, difícilmente se pueden conocer a través del fondo epistolar de A. Ortelio, cuando éste había dado la autorización a C. Plantino para que se encargara de su preparación. Las claves se encuentran por tanto en la Correspondance de Christophe Plantin, como hemos puesto de manifiesto en nuestro trabajo (19). Por este fondo conocemos algunos detalles, relativos a dicha edición, que no autorizan a concluir sobre el desinterés de la sociedad española por los estudios geográficos y la cartografía.

Tomada la decisión, entre A. Ortelio y C. Plantino, de iniciar las ediciones en lenguas vernáculas, la cuestión de la edición en castellano la aborda C. Plantino como un asunto muy especial por varias razones, pero en ningún caso porque intuya una falta de mercado en una sociedad como la española desinteresada por los mapas. En primer lugar C. Plantino no puede ignorar la prohibición expresa y rigurosa de que cualquier libro impreso en castellano fuera de la Península no podía entrar en ella. Se dedica en consecuencia, antes de asumir los elevados costes de la edición, a realizar múltiples consultas que le garanticen el placet de la Corte. Pero la fase preparatoria se dilata porque C. Plantino está negociando con la Corte algo más. Pensaba que si Felipe II había patrocinado ediciones del Theatrum en latín, con más motivo podía el rey asumir los costes de la edición en castellano, que además iría dedicada al Príncipe, con el significativo propósito de que aprendiera geografía, pues aunque estaba estudiando latín sus progresos en esta lengua no le permitían al parecer (20) penetrar en el fondo de los Theatra. No quedaba aquí el envite de C. Plantino, pues más allá del coste de la edición, pretende del rey las ayudas necesarias para sanear su negocio, que pasa por una profunda crisis, levantando así las hipotecas que le oprimen y transmitiendo a sus herederos un negocio sin cargas. Consideraba que no valían menos los servicios prestados como tipógrafo real. Estas son algunas de las circunstancias que rodean la edición en castellano del Theatrum en 1588. Suficientes, entendemos, para no precipitar conclusiones sobre la sociedad española en su conjunto, ni siquiera sobre las élites intelectuales y el núcleo cortesano, respecto al interés por la geografía y la cartografía. ¿En qué otra región de Europa se había desarrollado el interés por los mapas hasta el punto de haber iniciado, con la promoción real, un levantamiento cartográfico de su territorio cuyo responsable, Pedro de Esquivel, había comenzado los preparativos y puesto a punto los instrumentos para medir una base geodésica y practicado los primeros reconocimientos topográficos? Que sepamos, nada similar, a una escala regional, fue emprendido en Europa hasta que se hicieron públicos en 1617 los trabajos de W. Snellius para fijar la red de triangulación de Holanda (21).

Las precedentes observaciones y comentarios son tan sólo una modesta expresión de la lucha diaria que mantenemos con nosotros mismos y con nuestro entorno por incrementar el nivel de certidumbre que tenemos sobre las cosas. Situados en un campo de juego en el que no caben verdades reveladas, cualquier avance en nuestros conocimientos requiere de estímulos con capacidad de implicarnos en el estudio y la investigación. La invitación que nos hace Agustín Hernando a contemplar un territorio es mucho más que una cortesía; es un poderoso estímulo para adentrarnos en un momento clave de la historia de la cartografía y de la historia de España. A él y a la institución que realiza la edición les debemos de agradecer el instrumento de aprendizaje y el regalo para la vista que ponen en nuestras manos.
 

Notas
 

1. Véase a propósito CASADO SOTO, José Luis. La cartografía hispánica en el siglo XVI. In Felipe II. Un monarca y su época. Las tierras y los hombres del rey. Madrid: Sociedad Estatal para la conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V y Museo Nacional de Escultura, 1998, p. 47-55.

2. APIANO, Pedro. Libro de la Cosmografía. Enveres: Gregorio Bontio, 1548.

3. MUELLER, Joannis (Regiomontano). De triangulis omnimodis libri quinque. Norimbergae, 1533; y De triangulis planis et sphaericis libri quinque, Basileae, 1561.

4. FRISIUS, Gemma. Libritto de la manera de descrivir o situar los lugares y de hallar las distancias de aquellos, nunca vista hasta agora, apud P. APIANO. Libro de la Cosmografía, cit. en nota 2.

5. HERNANDO, Agustín. El mapa de España. Madrid: Centro Nacional de Información Geográfica, 1995, p. 86.

6. Hemos estudiado algunos aspectos de estas relaciones en nuestro trabajo Benito Arias Montano y Abraham Ortelio. Humanismo y geografía en los círculos intelectuales hispano-flamencos. In III Jornadas sobre el Humanismo Extremeño, Badajoz, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 2000, p. 345-362.

7. Literalmente se trataba de la Ordenance, statut et edict provisional du Roy nostre Sire, sur le faict et conduyte des imprimeurs, libraires et maistres d’escolle, publicada por la Oficina de Plantino en 1570.

8. PÉREZ CUSTODIO, M. Violeta. Los ‘Rhetoricorum Libri Quattor’ de Benito Arias Montano. Badajoz: Diputación Provincial de Badajoz y Universidad de Cádiz, 1994, Libro III, p. 416-435.

9. Correspondencia del Doctor Benito Arias Montano con el Licenciado Juan de Ovando. Boletín de la Real Academia de la Historia, 1891, p. 497.

10. PICATOSTE, Felipe. Apuntes para una Biblioteca científica española del siglo XVI. Barcelona: Ollero & Ramos Editores, 1999, p. 230.

11. Claudii Ptolemaei alexandrini geographici enarrationis. Libri octo. Lugduni: Ex Officina Melchioris et Casparis Trechsel Fratrum, 1535.

12. Claudii Ptolomaei Cosmosgraphiae, Biblioteca General de la Universidad de Salamanca, Ms. 2586.

13. TATE, Robert B. Joan Margarit i Pau, cardenal i bisbe de Girona. La seva vida i les seves obres. Barcelona: Curial Edicions Catalanes, 1976, p. 240.

14. Como podemos comprobar, por ejemplo, en el discurso de Razón de Corte que elaboran Joan de Xerez y Lope de Deza para justificar la continuidad de la Corte en Madrid ante su inminente traslado a Valladolid en 1601. Se refieren a una Castilla "en medio de todos los reinos españoles, cercada y perseguida de todos, de Navarra, de Aragón, de Portugal, de Granada,…" (Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 6549, f. 42v.).

15. Según Carmelo Puertas, propietario de la Colección Puertas-Mosquera de mapas presentados en la Exposición "Cartografía de Galicia. Siglos XVI al XIX", Centro Cultural Caixavigo (Faro de Vigo, 6 de julio de 2000).

16. Cartografía de Galicia, 1522-1900. Bicentenario de Domingo Fontán, 1788-1988. Madrid: Instituto Geográfico Nacional, 1988, Catálogo, nº 3.

17. PELLICER, José. Obras varias (varios tomos), Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 2236, 2237 y 2239.

18. Se deberían tener en cuenta, al menos, además del Epistolario editado por J.H. Hessels, los siguientes:- Correspondance de Christophe Plantin (Publiée par M. Rooses et J. Denuce), Vol. I-IX, Antwerpen 1911-1918, Frans Reprint Nendeln, Liechtenstein, 1968.- "Correspondencia del Doctor Benito Arias Montano con Felipe II, el secretario Zayas y otros sugetos, desde 1568 hasta 1580", en Colección de documentos inéditos para la Historia de España, Tomo XLI, Madrid: Imprenta de la Viuda de Calero, 1862, pp. 127-418. - "Correspondencia del Doctor Benito Arias Montano con el Licenciado Juan de Ovando" (Publicada por Marcos Jiménez de la Espada). Boletín de laReal Academia de la Historia, 1891, pp. 476-498.- REKERS, Ben: Arias Montano. Madrid: Taurus Ediciones, 1973, Apéndice Epistolar.- VOET, Leon: The golden compasses. A history and evaluation of the printing and publishing activities of the Officina Plantiniana at Antwerp in two volumes, Amsterdam, Vangendt & Co., 1972.

19. Citado en nota 6.

20. Véase el Ms. 1451 de la Biblioteca Nacional de Madrid, en el que aparecen los "Ejercicios escolares de gramática latina, autógrafos del rey Felipe III siendo Príncipe, San Lorenzo del Escorial, año 1588".

21. En su obra Eratosthenus Batavus. De Terrae ambitos vera quantitate. Vid. POULS, H.C. Meux vaut voir que courir 2. In Cartes et Figures de la Terre. Paris: Centre George Pompidou, 1980, pp. 250-251.
 

© Copyright  Antonio T. Reguera Rodríguez, 2000
© Copyright Biblio 3W, 2000



Volver al índice de Biblio3W

Menú principal