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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Nº 294, 1 de junio de 2001

CAZORLA, Liliana. Presencia de inmigrantes sirios y libaneses en el desarrollo industrial argentino (primera parte) Buenos Aires: Fundación "Los Cedros", sin fecha.

Graciela Sarrible


Palabras clave: inmigrantes/ Argentina/ desarrollo industrial

Key Words: migrants/ Argentina/ industrial development



Las revistas europeas sobre migraciones están plagadas de artículos donde se analiza sistemáticamente a la comunidad musulmana, ver árabe en general. Los países, que en el siglo XIX y parte del XX expulsaron población hacia los llamados "nuevos territorios", como América y Australia, y en menor medida Asia o África, reciben ahora población desde fuera de su entorno. En estos momentos, tienen planteada la cuestión no resuelta, de la asimilación o al menos, de la convivencia de todas las comunidades que residen. De sociedades de emigración pasan a serlo mixtas, gente suya se ha ido y otras diferentes llegan. De sociedades homogéneas se han convertido en lo que se ha dado en llamar "pluriculturales".

Las razones para presentar este libro son múltiples. El texto aporta no sólo testimonios originales, sino el relato de una historia muy precisa y particular que vale la pena conocer. Merece ser tenida en cuenta para analizar y contrastar con otras experiencias más próximas. La historia de la llegada de los primeros sirio-libaneses, a finales del siglo XIX a la Argentina, su instalación en el país, su tejido de asociaciones culturales y su forma de mantener los vínculos con las personas que dejaron atrás, aparece narrada en este ensayo.

Uno de los objetivos empíricos de esta investigación reside en su carácter documental. El inventario de las familias que llegaron a constituir un patrimonio industrial próspero, durante décadas en el país, aunque no necesariamente en la actualidad constituye una fuente de consulta y un reflejo de la forma en que se ve la comunidad a sí misma. Estas familias y su éxito relativo en algún momento, son los ejemplos que la comunidad quiere mostrar, no sólo de triunfo empresarial, sino de atención a sus miembros y de cumplimientos de los preceptos religiosos, cualquiera fuera su adscripción y la religión que practicaran. Y esto es importante, porque las migraciones sirio-libanesas a la Argentina no permiten una identificación entre las personas de origen árabe y la religión musulmana, como se señalaba al inicio de este comentario y que sucede hoy día. Muy lejos de este estereotipo se encuentran estas comunidades con mayoría cristiana.

Existen ensayos y estudios sobre comunidades árabes, provenientes del antiguo Imperio Otomano, sobre todo de los actuales estados de Siria y el Líbano que migraron a otros continentes. Por ejemplo, el libro de Michael Humprey sobre los libaneses en Australia (Islam, Multiculturalism and Transntionalism: From the Lebanese Diaspora. London and New York: Center for Lebaneses Studies, 1998).

El que ahora nos ocupa se distingue porque lejos de todos los tópicos actuales y de las modas conceptuales que encasillan y generalizan los casos hasta hacerlos reemplazables unos por otros, recoge testimonios, constituye una fuente de la historia oral y cuenta experiencias que difieren de las últimas, de las vividas en Europa, que quizás se parecen entre sí pero que se distinguen de las anteriores, no sólo por los valores culturales o el referente de los migrantes sino también por las sociedades de acogidas, viejas, nuevas, homogéneas o diversas.

Una de los mejores aportes del libro de Liliana Cazorla radica en las historias orales recogidas. Además de todo el material bibliográfico, fotográfico y documental, estos relatos de personas de mas de 80 años, constituyen el mejor testimonio de la historia de la migración sirio y libanesa a la Argentina, que, gracias a la autora, no se perderán.

El libro tiene la misma línea que el título: claro y sin ambages, dice lo que contiene. No es otra cosa que la que pretende: una crónica documentada de las aportaciones que las personas de esos orígenes hicieron en la sociedad de acogida y en algunos casos, también en la de partida. La formación de la persona que investiga, como historiadora, marca la pauta de su contenido y de sus fuentes. Se trata de un documento, de una crónica de un período y de unas personas que atesoraron una experiencia particular que ahora ya no se perderá.

El contenido, acorde con la cronología de la historia real, comienza con la descripción de la situación a finales del siglo XIX en el Imperio Otomano, del cual partieron los habitantes de esas regiones que posteriormente a la independencia serían los actuales Estados de Siria y Líbano. Reúne datos de las comunidades religiosas que integran estas nacionalidades de origen. Al contrario que las actuales migraciones árabes hacia España, las comunidades sirias y libanesas que llegaron a la Argentina de fines del siglo XIX, según precisa la autora, eran fundamentalmente cristianas y la mayoría católica maronita. La Iglesia Latina está centrada en sí misma y pocos referentes o datos nos llegan de la Iglesia de Oriente, que reúne comunidades con la misma fe católica, pero con ritos diferentes.

Los datos que se exponen en el libro parten de la misma comunidad, por eso las cifras pueden considerarse como estimaciones propias. Sin embargo, los acontecimientos que describen y el papel de los líderes espirituales permiten reconstruir la historia de lo que fue una de las primeras formas de asociación y vinculación de estas comunidades en la sociedad de acogida. Si bien los cristianos podrían realizar sus ritos en otras iglesias existentes, el hecho de tener parroquia propia, les permitió recuperar los ritos particulares que los distinguen y afianzarse como comunidad. En este caso, la identificación religiosa, aunque diferente de la mayoría, no constituye un motivo de rechazo, al pertenecer a la misma iglesia. Son particularidades que se aceptan. El hecho de que pudieran utilizar otros templos, en el inicio, da idea de las facilidades que le dieron otras comunidades.

Se destaca en el texto, el hecho de que los líderes espirituales siguieran a los inmigrantes a los destinos por ellos elegidos y asistieran a la comunidad, amparándola y manteniendo las costumbres y ritos de origen. Como señala la autora, la "colonia ortodoxa se sintió conmovida cuando escuchó la celebración de la misa en árabe". Esa primera vez, la misa contó con un diácono ruso. Las ayudas que se prestan las distintas comunidades muy pocas veces resultan explicitadas en la actualidad o parecen un hecho de excepción. Quizás, debido al enfoque del multicultaralismo se tiende a destacar la particularidad de cada una, en vez de la comunicación entre semejantes y la ayuda que se suelen prestar, cuando falta consolidar la situación en un lugar diferente.

Esta investigación también nos recuerda que muchos árabes son cristianos y sus ritos, pertenecientes a la Iglesia Oriental, difieren de los nuestros, aunque sean igualmente católicos. Los árabes que llegan y residen en España en la actualidad, difieren de los descriptos en este texto, por ejemplo, por su adscripción religiosa. Pero también difieren el tiempo y el espacio. Las sociedades americanas del Siglo XIX eran nuevas y se nutrían de personas diferentes, venidas de más de un continente. La llegada a Europa de personas de otros continentes plantea un reto.

Las actitudes de los que llegan y de los que están, resultan diferentes de las sociedades que se nutrían de migrantes, en tan alto número y de forma tan diversa. Pero algunos paralelos resultan ineludibles, porque antes y ahora, las comunidades se resguardan de lo nuevo, ponen reparos a los recién llegados, aunque terminen aceptándolos por un precio no siempre reducido. Según se especifica en el libro, los líderes religiosos de estas comunidades en la Argentina, debieron luchar contra una "imagen despectiva"que la sociedad receptora tenía hacia el inmigrante de ese origen.

Uno de los mayores logros del libro reside en los datos originales y en la documentación que aporta. De manera descriptiva y a partir de las entrevistas realizadas, muestra el agradecimiento de las personas que lograron formar un capital, así como de los líderes de la comunidad hacia la sociedad de acogida. De la sociedad de partida, a la de llegada, la segunda parte representa el triunfo de las expectativas en destino. La historia de las familias que lograron consolidar una cierta fortuna o que alcanzaron una posición destacada en la Argentina aparece relacionada a la industria, al comercio y a los lugares donde se instalaron.

La reconstrucción de las sagas familiares permite la consulta de cuestiones tan variadas como el origen de las personas, sus anhelos, la forma de organización de la empresa, los retornos, las nuevas generaciones y todos los aspectos relacionados con las expectativas que los llevaron a cambiar de sociedad y de forma de vida.

Es el primer capítulo el que por su contenido se presenta como el más interesante. Desearía resaltar el carácter testimonial del trabajo de investigación de la autora. Entre las causas de emigración que consigna figura una que ahora nos puede parecer anacrónica, pero que en su momento debió de resultar crucial en la decisión de migrar: la necesidad de evitar el alistamiento en el ejército del Imperio Otomano. El que ahora se denomina "efecto llamada", constituía un poderoso aliciente, en esa época. El testimonio de una persona que les cuenta que "en la Argentina levantan el oro con la pala" suena igual que la actual propaganda del Estado del Bienestar, la riqueza y la libertad de Occidente que parece tener el mismo efecto en las personas con ambiciones, anhelos y algo de recursos que viven en sociedades donde no tienen las mismas oportunidades.

Respecto a la composición religiosa de las personas que partieron de Siria y del Líbano, cabe mencionar que eran católicos maronitas de la Iglesia de Oriente, ortodoxos, musulmanes y drusos. Los recuentos de los líderes religiosos de sus fieles deben entenderse como estimaciones y no como datos puntuales, como ya se ha señalado. De los 700 mil maronitas, pasamos a los 200 mil musulmanes, 60 mil ortodoxos y 20 mil drusos; lo que hace un total cercano al millón de personas de origen sirio-libanés, algo nada despreciable en un país de unos 36 millones de habitantes.

Un aspecto que coincide con muchos mensajes de personas que migraron y residen en Estados Unidos de América, radica en el agradecimiento que las personas expresan, no sólo hacia la sociedad de acogida que les brindó esa oportunidad que han aprovechado, sino también a la sociedad de partida y a aquellos que han permanecido y a los que están todavía unidos. En el segundo capítulo del libro que trata sobre las familias y su aportación a la Industria Argentina, cabe señalar el deseo de los migrantes que trabajaron desde pequeños, de que sus hijos fueran universitarios. Más de uno lo expresa y lo reconoce. Según consta en el primer capítulo, cuando se refiere al perfil o la historia personal de los presidentes de las asociaciones, los estudios representan la culminación del esfuerzo de sus padres y la concreción de sus más elevadas aspiraciones.

Ese reconocimiento por los valores que pueden fomentarse en la escuela y por lo que significa el privilegio de recibir una educación en las primeras edades, se vio materializado, en muchos casos, por donaciones de escuelas y colegios a las comunidades de adopción, con el nombre del progenitor o de las primeras personas de la familia que se sacrificaron por los demás, en un esfuerzo por transmitir el privilegio que implica el poder acudir a estos centros y recibir una enseñanza que a ellos les fue escatimada.

El último aspecto que merece la pena ser mencionado en este comentario recae en el reportaje fotográfico, reproducciones de aquellas fotos originales que las familias guardan de grandes acontecimientos de su vida o que retratan a los miembros ilustres de las asociaciones. Lo que más me llamó la atención ha sido el hecho de que no exista ningún signo o forma exterior que las pueda diferenciar de una foto de cualquier otra familia. Las señoras, con sus collares de perlas, impulsores de asociaciones de damas; las fotos de conjunto, iguales a todas las demás de la misma época.

A pesar de esta similitud, la autora reconoce un cierto comportamiento excluyente en las asociaciones, al expulsar a la mujer viuda que se volvía a casar con alguien que no fuera miembro de su comunidad. Señala, como descargo, que lo mismo ocurría con otras comunidades. El mismo paralelo podría establecerse entre las presidencias masculinas de las comunidades sirio-libanesas y las otras. En esos momentos, los mandatos femeninos, salvo que se tratara de asociaciones exclusivas de mujeres, no cabían en la mentalidad de la época.

Estas, como otras comunidades que también han sido estudiadas, se organizaban a través de sociedades donde primaba la ayuda y el apoyo a las personas que provenían del mismo sitio. Resultaban excluyentes, respecto del resto de migrantes, al menos durante las primeras etapas de constitución y consolidación. Lo que unía a estas personas no era el hecho de ser migrante, sino el venir de un mismo sitio. En el pasado, la cuestión de la identidad fue fundamental. En el presente, también lo es, de ahí que demandar a las personas que su unan más allá de sus diferencias y exclusivamente por su situación en destino, puede ser pedir algo que va más allá de las propias expectativas o deseos. Los europeos, en Argentina y otros sitios, se unieron por región, antes que por país de origen. La identidad resulta ser la más próxima.

Documentos de carácter histórico como éste, sirven para saber que no hay dos experiencia iguales, pero también, que se puede aprender de todas. Este texto no es un sitio donde buscar aportaciones teóricas, ni discusiones conceptuales. Su logro reside en el estudio y análisis de una situación particular y en el rescato de las historias de las personas y de todos los documentos que se refieren a la organización de esas comunidades, a sus asociaciones y a la expresión y opinión de aquellos que fueron sus líderes.

Mirar las migraciones internacionales con la proyección de los años que han pasado desde la arribada de los primeros sirio-libaneses que fueron a la Argentina, a finales del siglo pasado, significa tener conciencia de un proceso de asimilación elegido, sin renunciar a la adscripción religiosa, ni a los ritos particulares. La gran diferencia no reside tan sólo en el tiempo transcurrido y en que nos encontramos en una sociedad diferente. La gran diferencia es que Argentina o Australia, en el otro caso mencionado, se han construido, como sociedades nuevas, con aportación del exterior, renovadas y cambiadas en cada etapa, con cada nuevo flujo. Además, considero que son conscientes de su deuda con esas personas que llegaron y ayudaron a levantar la sociedad de hoy. Ese reconocimiento, consustancial con la historia de esas sociedades, resulta opuesto a la situación de las sociedades europeas, homogéneas, antiguas, iguales. La sociedad europea actual puede tener o no conciencia de la necesidad de migraciones del exterior. Si la posee, se basa en meros cálculos de ventajas económicas, de mano de obra barata, de rejuvenecimiento de una pirámide envejecida, olvidándonos que se trata de recibir personas, de la manera en que otras sociedades acogieron a los europeos que partieron antes.
 

© Copyright: Graciela Sarrible, 2001
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