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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Nº 308, 6 de agosto de 2001

FERNANDES, Nelson da Nóbrega. Festa, cultura e identidade nacional. As escolas de samba do Rio de Janeiro (1928-1949). Tese de Doutoramento, dirigida por Iná Elias de Castro. Instituto de Geociências, Universidade Federal de Rio de Janeiro. Rio de Janeiro, Junho 2001. 376 p.

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Palabras clave: samba / fiesta / identidad / cultura popular / Rio de Janeiro.

Key-words: samba / party / identity / folk culture / Rio de Janeiro (Brazil).


Si se hiciera una investigación sobre la imagen simbólica de Brasil seguramente aparecerían en ella palabras que harían referencia al trópico, al fútbol y a la samba. Algo así se reconocía en una exposición que tuve ocasión de visitar recientemente en el Museu da Imigração de São Paulo, donde se recordaba que esa imagen tiene tres componentes inevitables: el fútbol, la samba y las mulatas. Pues bien, en el breve espacio de una semana he tenido la suerte de poder formar parte del tribual de sendas Tesis doctorales de geografía dedicadas a dos de esos temas: el fútbol (la Tesis de Gilmar Mascarenhas, de la que he dado ya noticias en estas páginas de Biblio 3W) y la samba, a la que se ha referido la de Nelson da Nóbrega Fernandes y que voy a comentar en esta nota informativa.

Se trata un trabajo excelente sobre un tema novedoso, que encaja plenamente en los estudios de geografía humana y que muestra, una vez más, el dinamismo y la originalidad de la geografía brasileña. Ha sido dirigida por Iná Elias de Castro, profesora de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, que está realizando en dicha universidad una importante labor investigadora y un brillante magisterio.

La Tesis consta de cuatro partes. Se inicia con unos capítulos dedicados a la presentación del debate teórico y conceptual sobre la ciudad y la fiesta, al tratamiento de la cultura en los estudios geográficos y al tema de la cultura popular. La segunda parte presenta la evolución del carnaval de Rio de Janeiro desde el siglo XIX, y las transformaciones que se producen a partir de mediados de ese siglo; un carnaval renovado y controlado por los grupos dirigentes de la ciudad y al que se incorporarían a partir de 1928 grupos populares que desfilan bailando la samba. Las dos últimas partes estudian el desarrollo de las escuelas de samba, en el que se distinguen dos etapas: una primera entre 1928 y 1935, en la que se realiza la oficialización de la samba en los desfiles carnavalescos; y una segunda, desde 1928 a 1949, en la que la samba llega a conquistar la representación nacional brasileña.

Tuve ocasión de conocer al autor de esta Tesis durante su estancia en Barcelona, donde pasó varios meses con una beca del CNPq. Nos impartió varias sesiones de seminario, pude debatir con él muchas veces cuestiones relacionadas con el concepto y la difusión de la cultura popular, y aprendí mucho sobre Brasil, sobre la samba y sobre la construcción de las identidades nacionales. Una de las conferencias que impartió en aquella ocasión se publicó luego en forma de artículo en la revista Scripta Nova.

Aún así, me ha sorprendido ver mi nombre citado en la Tesis, lo que me ha hecho pensar en el enorme privilegio del trabajo universitario. Al leer el texto he recordado que efectivamente hablé con el autor sobre la cultura popular, la fiesta, el carnaval, las fallas de Valencia, los moros y cristianos; compartimos lecturas, y tuvimos largas discusiones, con acuerdos y desacuerdos; comentamos diversos libros y artículos de revistas y periódicos; y, como ya he dicho, aprendí mucho de Brasil hablando con él. Si todo aquello no hubiera cristalizado en esta Tesis, tendría simplemente el recuerdo de conversaciones muy agradables e interesantes. Ahora me doy cuenta de que también estábamos aprendiendo y, en el caso de Nelson Fernandes, haciendo avanzar la ciencia social.
 

Samba y control social

Se ha podido interpretar el desarrollo de la samba en Brasil como una estratagema de la clase dominante para controlar y 'domesticar' a la clase obrera y afirmar el mito de la democracia racial en Brasil. Según ese punto de vista, habrían sido las elites cultas del Estado, y concretamente de su capital, las que eligieron unos bienes culturales y simbólicos (el carnaval y la samba) para representar a la nación y construir símbolos que se extendieron y fueron reconocidos en todo el país.

Frente a ello Nelson Fernandes defiende un punto de vista diferente. Estima que las clases populares poseen una autonomía respecto a las iniciativas que proceden de arriba. Cree que los grupos dominados pueen "reelaborar y proyectar nuevos sentidos para los valores y las ideologías que les son impuestos". Y también que la escena festiva de una sociedad es muy compleja y difícilmente "puede ser resumida en una mezcla de manipulación política, alienación e irracionalismo del pueblo, pues siempre depende de esfuerzos colectivos y competencias muy concretas para atraer la adhesión del público y construir un 'clima de fiesta'" (pág. 6).

Según él, lo que ocurrió realmente es que los grupos populares, que habían sido expulsados del centro de Rio con las reformas urbanas, consiguieron ganar legitimidad política y cultural para su práctica festiva. El autor estima, correctamente, que "lugares y personas capaces de inventar, reproducir y perfeccionar un espectáculo de tan gran complejidad deben ser de interés para la geografía urbana, histórica y cultural de Rio de Janeiro", y para la geografía en general. Estamos, pues, ante un trabajo de geografía urbana de Rio de Janeiro, especialmente "en la faceta simbólica y política de la segregacion espacial entre las clases y los grupos sociales".

Sin duda se puede estar de acuerdo con todas esas tesis. Pero necesitamos seguir discutiendo algunos puntos. Entre otros, y de manera fundamental, éste: ¿hasta qué punto la autonomía de lo popular?, ¿hasta qué punto la autonomía de la samba?.

El mismo autor reconoce que desde 1933 existieron campañas de diversos periódicos sobre las escuelas de samba (págs. 207-208), que en 1934 el municipio de Rio de Janeiro mostró "su intención de profundizar su compromiso con las escuelas de samba" (pág. 216), lo que lleva a preguntarnos qué había detrás de todo ello, y hasta qué punto pudo existir un interés de los grupos dominantes sobre la difusión de la samba.

Hemos de tener en cuenta, además que en 1933 se inició también la samba-enredo, en la que se representaban escenas, generalmente en este caso escenas de tipo nacional. En 1934 la recién fundada União das Escolas de Samba decidió que en el carnaval éstas deberían sacar grupos de bahianas, utilizar instrumentos de percusión y de cuerda, con proscripción total de los de viento, y que los enredos representarían temas nacionales. El autor insiste en la importancia de este acuerdo para defender que no se trató de una imposición del gobierno, sino algo libremente acordado por los sambistas; pero hay que tener en cuenta también que ya desde años atrás el gobierno intentaba introducir los temas nacionales y que había un cansancio ante los motivos históricos y operísticos que hasta entonces se habían venido representando.Con la medida adoptada en 1933 la Unió de las Escuelas de Samba se adelantó a una disposición que el gobierno del presidente Dutra adoptaría en 1947, cuando obligó a que todas las escuelas de samba que actuaran en el carnaval carioca interpetaran solamente temas nacionales.

Creo que a veces la Tesis presenta una visión un tanto idílica de los sambistas, de su capacidad para negociar con las autoridades. Nelson Fernandes estima que las medidas de 1934, y la oficialización que ellas permitieron, significaban "un mayor control político sobre las escuelas de samba", pero estima que para los sambistas "tal proceso avanzaba en la consolidación de las garantías políticas de su derecho de expresión". Puede ser, pero es claro que el tema necesita de mayor investigación.

El registro policial de las agrupaciones carnavalescas existió desde finales del siglo XIX. El autor reconoce que "siempre hubo intervención del Estado en el carnaval brasileño", y que desde la misma época colonial se intentó manipular esta fiesta. También reconoce que aunque en algún momento algunas determinadas de samba se alinearon con el Partido comunista, eso no significa que entre los sambistas "no existieran aquellos que hicieran alianzas con políticos y con las políticas populistas, que las escuelas de samba fueran inmunes a las redes clientelistas de sutentación de políticos conservadores o que no hubiera ambigüedades y contradicciones en el desarrollo del proceso" (pág. 242).

Todo lo cual lleva a la necesidad de estudiar la estructura real de poder en las escuelas de samba, a analizar con cuidado quienes eran sus líderes, sus objetivos, su deseo de liderazgo social o de ostentación.

En todo caso, a partir de esta Tesis quedan claras las dos posiciones sobre la autonomía o no de la samba como cultura popular y de las escuelas de samba como generadoras de la misma, y se tiene una argumentación sólida en favor de la primera, defendida coherente y brillantemente por el autor. Para avanzar se necesitaría investigar en profundidad en los archivos de la policía, analizar sus informes y percepciones, lo que tal vez será posible realizar en el futuro.

Pero independientemente del resultado de esa nueva investigación, en la Tesis también queda claro que la samba dio cohesión a los grupos populares que organizaron las escuelas. Como dice el autor, "la primera hazaña de la samba y de las escuelas fue promover la cooperación y una identidad para los grupos ignorados por la ciudad" (pág. 206), esos grupos que habitaban en las favelas populares de las que surgió el nuevo baile. Y también que éstos pudieron acometer luchas populares; por ejemplo la que iniciaron en 1934 los habitantes del morro de Salgueiro hasta conseguir paralizar el intento de expulsión por parte de un promotor.
 

La ciudad y la fiesta

El autor insiste en la importancia de la fiesta para la ciudad, incluso como germen de la ciudad en cuanto que ésta fue muchas veces en su origen un punto de celebración ceremonial. La fiesta sería un importante elemento de identidad y de encuentro entre todos los grupos sociales que viven en la ciudad. Por eso es un elemento esencial para la integración social.

La fiesta es también importante por la alteración de la vida cotidiana, porque permite la "transgresión de los significados corrientes de lenguaje y comportamiento" -como ha escrito Antonio Ariño Villarroya, y cita Nelson Fernandes (pág. 17). La obra de Mickhail Bakhtin sobre La cultura popular en la edad media y el Renacimiento es un hito importante en el estudio de la fiesta, que Nelson utiliza ampliamente. Hoy existe un gran interés por la fiesta por parte de antropólogos e historiadores, a partir sobre todo de los estudios de historia de las mentalidades; y, aunque el tema no ha sido muy corriente entre los geógrafos, la Tesis de Nelson Ferndes abre una vía interesante que deberá ser objeto de cuidadosa atención, en el marco de los estudios de geografía cultural.

La inversión social que es muy común en la fiesta tradicional aparece también en el carnaval desde sus mismos orígenes, con las máscaras y la alteración de los papeles. En ese sentido la transfiguración que hacen los grupos populares de sambistas en Rio de Janeiro, disfrazándose de nobles o de personajes diversos, forma parte sin duda de una antigua tradicion.

Me parecen muy sugestivas las interpretaciones que relacionan la Reforma protestante y el puritanismo con la represión de la fiesta, y el catolicismo con su valoración y mantenimiento. Pero creo que debería reflexionarse más sobre el tema, ya que también los países donde triunfó la Reforma protestante tienen el sentido de la fiesta, con participación popular, bandas de música, bailes, y festivales gastronómicos. En lo que se refiere a las fiestas de los países ibéricos, tal vez haya en ellas más espontaneidad y mayor participación (aunque momentánea, ya que el asociacionismo ha sido generalmente poco cultivado en nuestros países), a la vez que más ruido e indisciplina, en una mezcla sugestiva de imaginacion, generosidad y mala educación.

No es cierto que haya desacuerdo entre fiesta y modernidad, como parecen creer algunos empresarios. Las fiestas permiten realizar mejor el trabajo y la práctica de la vida cotidiana. Seguramente los empresarios se equivocan cuando intentan reducir el número de fiestas, ya que éstas permiten generalmente enfrentarse al trabajo con una mejor disposición. En todo caso, la idea de menos fiesta y más trabajo, que está tan asumida por políticos y empresarios resulta sorprendente hoy, cuando el trabajo es escaso y se habla de la necesidad de introducir la semana de 35 horas semanales.

Pero además la fiesta como momento de inversión de costumbres, de escape de la cotidianeiad, de encuentro colectivo y comunitario, es algo esencial en la vida social. Sin duda existe toda una gradación de fiestas: desde las más controladas (con desfiles, competiciones deportivas y diversiones organizadas) hasta las más espontáneas, o de carácter dionisíaco, entre las cuales los carnavales o esas fiestas en las que los participantes se arrojan toda clase de materias (como el entrudo brasileño, o la fiesta de la tomatina de Buñol); o desde las fiestas de toda la ciudad (la fiesta mayor) a la del barrio o la calle. Las tipologías de las fiestas son muchas; y por eso tiene razón Nelson Fernandes cuando, siguiendo a Ariño Villarroya, recuerda que no hay "una esencia invariable que trascienda a todas las manifestaciones festivas", y que es necesario partir de la descripción y estudio de las fiestas concretas para entender bien su características diversas y sus funciones.

La transformación de la fiesta puede formar parte del proceso de modernizción de la ciudad. Así estima Nelson Fernandes que ocurre con el carnaval carioca, especialmente con las reformas que se emprendieron en él a mediados del siglo XIX por iniciativa de grupos de la elite ciudadana: frente a las formas más bárbaras y populares (el entrudo, en el que los participantes se arrojaban harina y agua) se pasa a la organización de desfiles con el protagonismo de grandes sociedades, lo que significaba "ocupar una escena pública antes dominada por las clases populares" (pág. 10). Entre mediados del XIX y la primera postguerra mundial el carnaval carioca fue dominado por los grupos de la elite, pero a partir de los años 1930 serían de nuevo los grupos populares los que pasaron a adquirir protagonismo. Lo adquirieron incorporándose al desfile ya establecido y reorientándolo en una nueva dirección, con lo que obtuvieron no solo un reconocimiento local, sino también nacional e internacional, consiguiendo convertir el carnaval y sus danzas en un símbolo de la nacionalidad brasileña.
 

La cultura popular

La Tesis de Nelson Fernandes aborda el importante tema de la cultura popular y conduce a plantear el problema de su creación. Dos posiciones extremas pueden detectarse: una, la que defiende que es una creación popular que finalmente resulta reconocida por los grupos cultos; y otra, la que considera que es una creación culta vulgarizada y difundida hacia abajo.

Muchos son los argumentos en favor de esta segunda posición. Especialmente en lo que se refiere a la cultura popular en tanto que creencias sobre la estructura física de la naturaleza terrestre. Encontramos aquí con gran frecuencia ideas vulgarizadas procedentes de Aristóteles, de Plinio o de otros autores clásicos y modernos. El caso de las ideas sobre volcanes y terremotos, que yo mismo he tenido ocasión de discutir en otro lugar, sería, me parece, un buen ejemplo de ello. Pero podrían añadirse fácilmente otros muchos casos, incluyendo los refranes y dichos populares. No hay más que recordar aquellos versos de Góngora:

Que acuda a tiempo un galán
con un dicho o un refrán,
bien puede ser;
mas que entendamos por ello
que en Floresta no está impreso,
no puede ser;
en donde está muy clara la alusión a libros como la Floresta de varia poesía (Valencia 1562) del doctor Diego Ramírez Pagan, o la Floresta española de apotegmas, o sentencias sabia y graciosamente dichos de algunos españoles, colegidos por Melchor de Santa Cruz de Dueñas (Zaragoza 1646) o aún la Silva de varia lección (1550) de Pedro de Mexia, de donde procederían muchos decires y donaires que los galanes utilizaban en el siglo XVII y que pasaron luego al saber popular.

Nelson afirma acertadamente que "no hay una cultura popular homogénea, pues la heterogeneidad y la diferenciación están presentes en los grupos populares" (pág. 8). Se trata de un tema que merece mayor investigación, ya que posee múltiples implicaciones. Si la heterogeneidad es una característica de la ciudad y de la sociedad urbana, también es cierto que hay una homogeneidad que se define respecto a lo no urbano, al campo. Lo cual plantea el problema de cómo se construye esa homogeneidad frente a la heterogeneidad inicial, la que le dan los grupos de inmigrantes que llegan a las ciudades con sus propias culturas e identidades, que permanecen mucho tiempo enquistadas, tal como numerosos antropólogos han podido mostrar una y otra vez. Seguramente la fiesta y la participación en la fiesta contribuye también de forma importante a crear esa matriz homogeneizadora, lo que la hace digna de mayor atención.

No es fácil crear las fiestas. A veces son creaciones del pueblo. Pero sin duda siempre hacen falta, como reconoce Nelson Fernandes, "individuos e instituciones populares que cumplan las funciones de organizarlas, vigilar sus reglas, establecer intercambios e innovaciones y liderar sus manifestaciones". Es decir que pueden nacer espontánemente, pero su reproducción, conservación y desarrollo exigen siempre líderes y organización.

En relación con ello resulta asimismo interesante la idea de Nelson Fernándes de que no es fácil ganar el protagonismo en las fiestas de una ciudad. Como recuerda el autor, "nunca el escenario está vacío". Normalmente hay grupos sociales que ya han establecido sus tradiciones festivas, por lo que introducir otra nueva significa siempre una reorientación. La cual es, sin duda, más fácil en caso de cambios sociales y políticos importantes, pero más difícil en situaciones de estabilidad y continuidad. El Brasil de finales del siglo XIX y de los años 1930 conoció cambios políticos y sociales considerables, y seguramente ellos permiten entender el éxito de los grupos populares en el carnaval carioca. Seguramente sería posible llegar a elaborar un modelo de las posibilidades de crear nuevas fiestas en situaciones políticas diferentes, de continuidad y de cambio. Tal vez se pueda formular la hipótesis de que no es posible introducir nuevas fiestas en situaciones de continuidad y que la aparición y triunfo de nuevas prácticas festivas tiene que ver con cambios sociales y políticos destacados. Lo que, por cierto, queda bien demostrado en el caso de la transición política española, cuando proliferaron multitud de nuevas fiestas, promovidas por los grupos políticos y por los ayuntamientos democráticos.

Las fiestas populares suponen generalmente formas de organización y de participación. Las jerarquías sociales se mantienen en ellas muy rígidamente, a pesar de la apariencia de organización espontánea. No hay más que examinar la forma como se organizan las cofradías de Semana Santa, las fallas, las fiestas de moros y cristianos y tantas otras que se realizan en España. Siempre hay en ellas jerarquías, personas o grupos que tienen el poder y que adoptan las decisiones. Las fiestas implican también generalmente la práctica de formas de ostentación. Eso ocurre incluso en las procesiones de Semana Santa, e incluso entre los penitentes. No hay más que recordar la salida de la Regenta como penitente en la famosa novela de Clarín, o lo que significa para los costaleros de los pasos de Semana Santa el estar situado en una fila exterior o interior del trono que portan en aparente escenificación de la penitencia, pero en realidad es una práctica medio masoquista y medio afectada de ostentación, jactancia y presunción.

Un tema importante es el de la fiesta y la inmigración. Afirma Nelson da N. Fernandes que la memoria les es inútil a los inmigrantes.(pág. 54). Sin duda esto puede ser cierto en lo que se refiere a las capacidades rurales que tenían y que no sirven para el medio rural. Lo cual aparece ya en el modelo de Burgess y en otros autores de la escuela de Chicago. Pero conviene recordar que no todos los inmigrantes urbanos son de origen rural. Muchos llegan desde la ciudad, y tienen ya habilidades y destrezas urbanas. Algunos son además profundamente innovadores e introducen innovaciones y cambios en la vida social y económica, como muestra bien, entre otros, el reciente artículo de Paulo Rodriges Soares sobre los 'inmigrantes burgueses' en la ciudad de Pelotas. Por otra parte, la fiesta puede ser importante para la identidad de esos inmigrantes. No hay más que recordar la celebración de la feria de abril y el Rocio en Cataluña, el mantenimiento de la devoción y las fiestas a los santos patronos del lugar original (como la de los santos patronos de Húescar por parte de los barceloneses originarios de esa localidad, estudiada por Josefina Roma o la fiestas de María de los inmigrantes portugueses en Canadá).
 

De nuevo la dimensión política

Tal vez una carencia de esta magnífica Tesis es que no se pone suficientemente en relación la evolución del Carnaval de Rio con la evolución política y económica de Brasil en general y de la capital en particular.

La afirmación no es del todo cierta, ya que en la obra no deja de hablarse de la reforma urbana de Rio de Janeiro, en concreto de la Reforma Passos y de la expulsión de los grupos populares del centro de la ciudad. Pero pienso que se necesitan todavía más datos en esa dirección.

Según se señala en la Tesis, el carnaval carioca se afirmó y adoptó nuevas formas tras la separación de Portugal, y especialmente en los años 1850, cuando el país se había ya consolidado como nación independiente.

La llegada de la República en 1889 supuso el acceso de nuevos grupos sociales a la arena política. La abolición de la esclavitud permitió también una mayor presencia de los negros. Todo ello se comprueba con el desarrollo de celebraciones como la Fiesta de la Penha, en la que podía darse la participación de más de 100.000 personas.

Los años finales del siglo XIX y comienzos del XX fueron también años en que -al igual que en muchos países europeos tras los estallidos revolucionarios de la década de 1870- se acentuó el proceso de recristianización. La difusión del neogótico, la construcción de estatuas monumentales del Corazón de Jesús, como la del Corcovado en Rio, la represión de las sectas afrobrasileñas forman parte de la misma estrategia recristianizadora. En la Tesis se habla de la represión policial de la Festa da Penha y de la actitud de los padres redentoristas que "pretendían impedir la participación y el dominio que los grupos populares tenían sobre la mayor fiesta del país" (pág. 113). Pero el proceso solo tuvo un éxito parcial.

A partir de 1894 los grupos que participaban en el carnaval carioca empezaron a ser recibidos por el presidente de la República, a la vez que ranchos y cordões (agrupaciones que tenían modalidades distintas de música y presentación) conseguían licencias policiales para el desfile, y empezaron a efectuarse concursos públicos para premiar a los mejores. Todo ello muestra claramente que había en aquellos años una estrategia para incorporar los grupos de las clases medias y populares a la vida política y social, lo que sin duda era posible por la nueva situación abierta tras la llegada de la República. Sin duda el ascenso de las escuelas de samba unos años después sería una culminación del proceso iniciado en aquellos años.

Hay que tener en cuenta, además, que en 1930 se produce otro cambio político importante en Brasil, con la llegada de una nueva clase política al poder y algo más tarde, la implantación del Estado Novo, populista y nacionalista. Es precisamente en ese momento cuando se intensifica la presencia de nuevos grupos populares en el Carnaval de Rio de Janeiro.

La samba moderna nació como evolución de otros bailes anteriores, como un ritmo que permitiía desfilar bailando en el Carnaval. Un ritmo diferente de los que estaban presentes en los desfiles carnavalescos, donde dominaban bandas y orquestas, con fuerte presencia de los instrumentos de viento. Como explicó uno de los creadores de la danza, y cita Nelson Fernandes (pág. 132):

"La samba de la época no permitía a los grupos populares caminar por la calle de la forma como se ve hoy. El estilo no permitía caminar y bailar la samba. Yo comencé a notar que eso pasaba. La samba era así; 'tan tan tantan tan tan tantan'. No servía. ¿Como es que un grupo iba a poder andar por la calle de esa forma?. Entonces empezamos a hacer una samba así: 'bum bum poticubumprogurundum'".

Fue sin duda una innovación importante e hizo renacer los desfiles del carnaval. Se reintrodujeron también los instrumentos de percusión, que habían sido expulsados por el éxito de las músicas que se habían incorporado en años anteriores.

Los primeros sambistas fueron jóvenes pobres del barrio de Estacio, en 1928. Tuvieron tanto éxito que pronto fueron superados por otros. Al año siguiente la samba se incorporó al cortejo y produjo una gran impresión, que aseguró su popularidad.

Nelson Fernandes insiste con razón en la continuidad y reinvención de tradiciones en la fiesta. Eso es lo que ocurrió con la introducción de la samba en el Carnaval de Rio. Se considera grupo de samba a un conjunto capaz de desfilar al ritmo de la samba, con instrumentos de percusión nuevos o no usados antes en el carnaval (como el surdo y la cuica), y con presencia de un grupo de bahianas danzantes. Se trata de rasgos nuevos que se superponen a otros heredados del periodo anterior, como la representación de un tema (o enredo), el maestresala, el portabandera, las alegorías y la comisión organizadora. Algunos de esos rasgos (característicos de los llamados ranchos), proceden a su vez de la festividad de los Reyes Magos (6 de enero), en las que hacia 1911 habían empezado a incorporarse grupos populares que luego decidieron desfilar en el carnaval (febrero). El mismo autor señala que "la deslocalización y relocalización de antiguas fiestas y manifestaciones en el calendario es una recurencia en la historia de las fiestas"; recuerda que los cristianos habían cambiado y recristianizado numerosas fiestas paganas en los primeros siglos de nuestra era y que, de manera similar, "los africanos se apropiaron del calendario cristiano para continuar practicando los rituales de sus dioses en Brasil" (pág. 94).

La primera escuela de samba fue Deixa Falar. Según Nelson Fernandes lo revolucionario fue que los más pobres de la ciudad, los negros y los mestizos, irrumpieron en la fiesta y se hicieron dueños de ella. En un momento, recuerda el autor, en que negros y mestizos podían ser considerados todavía como razas inferiores con las que no podía construirse una nación moderna y civilizada (pág. 136).

En la Tesis se estudia la creación de las escuelas de samba en los morros de Serrinha, Osvaldo Cruz y Mangueira, la evolución de los primeros grupos, el apoyo que recibieron de parte de algunos periódicos, y principalmente del diario Mundo Deportivo, que organizó el primer concurso de escuelas de samba del carnaval de 1932, en el que participaron ya 19 grupos.

También se analizan el papel de la radio y de la industria fonográfica en la popularización de este baile, así como la incorporación a la naciente industria cinematográfica, todo lo cual contribuyó a su difusión. Especial importancia tuvo el apoyo de la industria cinematográfica norteamericana en los años 1940, en el contexto de los intentos de incorporar a Brasil a la alianza contra el Eje, y que culminó con las realizaciones de Walt Disney y la creación de la figura del sambista José Carioca.

Este apretado resumen de la Tesis de Nelson Fernandes no agota todos los temas en ella abordados, pero creo que basta para dar una idea de su valor. Y del interés que posee no solo desde la perspectiva de la antropología, la sociología, o la historia social, sino también para la geografía. Como el autor señala acertadamente, los estudios de geografía urbana han puesto énfasis generalmente en la dimensión material, pero tal vez ha llegado el momento de incorporar también otras dimensiones no materiales, entre ellas todas aquellas que contribuyen a la creación de una cultura popular, que facilitan elementos de identidad, y que organizan inmaterialmente el espacio a través de la agrupación y la colaboración personal.

La calidad de la geografía brasileña se ha puesto otra vez de manifiesto en esta investigación, así como la imaginación de los geógrafos en lo que se refiere a los temas abordados. Debería ser un estímulo para otros geógrafos, que podrían empezar a considerar la posibilidad de abordar temas nuevos como el fútbol, la ciudad en la música, la ciudad de los ciegos, el ciberespacio, y tantos otros que la evolución de la sociedad actual nos va exigiendo.

Todo ello supone nuevos rumbos para la geografía, y la necesidad de pensar de forma imaginativa. También de no preocuparse por los campos disciplinarios. Debemos partir de los problemas y mirarlos desde los puntos de vista y las tradiciones de una disciplina, en este caso la geografía, pero sin olvidar los de otras, si resulta necesario. Y debemos tener una gran apertura hacia las restantes disciplinas sociales y, de manera fundamental, hacia la historia. Algo que no es seguro que los estudiantes actuales -obsesionados por ciertas técnicas cartográficas que, finalmente, son habilidades propias de la formación profesional de segundo grado- olvidan frecuentemente, obsesionados como están por convertirse en ingenieros de dos perras gordas.

La Tesis se defendió el día 22 de junio de 2001 en la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) ante un tribunal presidido por la Dra. Iná Elias de Castro, profesora del Instituto de Geociências de la misma, y compuesto por los Drs. Horacio Capel Sáez, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, Carlos Lessa, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UFRJ, Rui Moreira, profesor de Geografía Humana de la Universidade Federal Fluminense, y Mauricio Almeida Abreu, profesor de Geografía de la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Fue aprobada por unanimidad, y se recomendó vivamente su publicación, lo que parece que se realizará próximamente por el Arquivo Geral de Rio de Janeiro.
 

Bibliografía complementaria

ARIÑO VILLARROYA, Antonio. La ciudad ritual. La fiesta de las fallas. Barcelona: Anthropos; Ministerio de Cultura, 1992.

BAKHTIN, Mikhail. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Barcelona: Barral Editores, 1971.

FERNANDES, Nelson da Nóbrega. La ciudad y la fiesta. Orígenes, desarrollo y significado de las 'escolas de samba' de Rio de Janeiro (1928-1941). Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 1 de julio 1998, nº 24 (http://www.ub.es/geocrit/sn-24.htm)

HOBSBAWN, E. História social do jazz. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1990.

HUIZINGA, J. Homo ludens. Madrid: Alianza, 1972.

MELLO, João B.F. O Rio de Janeiro dos compositores da musica popular brasileira, 1928-1991. Uma introdução à geografia humanística. Dissertação de Mestrado, Programa de Pos-graduação, Universidade Federal do Rio de Janeiro, 1991.

MESQUITA, Zilá. A geografia social na música do Prata. Espaço e Sociedade, Rio de Janeiro, nº 3, EERJ/NEPEC, p. 33-41.

ROMA, Josefina. La 'okupación' del espacio sagrado: las santas de los inmigrantes en Cornellá. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 1 de agosto 2001, vol. VI, nº 94 (http://www.ub.es/geocrit/sn-94-105.htm)

SOARES, Paulo Rodrigues. 'Burgueses inmigrantes' y el crecimiento urbano en el extremo sur de Brasil. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 1 de agosto 2001, vol. VI, nº 94 (http://www.ub.es/geocrit/sn-94-78.htm)
 

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