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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 352, 5 de marzo de 2002

BUISSERET, D. (ed.) Envisioning the City. Six Studies in Urban Cartography. Chicago: The University of Chicago Press, 1998. 181 p. [ISBN 0-226-07993-7]

Joan Capdevila i Subirana


Palabras clave: cartografía, cartografía urbana, diseño urbano

Key words: cartography, urban cartography, urban design



La presente obra es una recopilación de seis ensayos sobre historia de la cartografía urbana. David Buisseret, profesor de historia en la Universidad de Texas y editor de varias obras sobre historia de la cartografía, destaca en su introducción la poca atención que se ha prestado a la cartografía urbana como género cartográfico y menos a su evolución histórica, cosa que se percibe en el poco número de publicaciones existentes. Esta carencia aún puede extrañar más si consideramos la variedad de formas de representar la ciudad y la complejidad y cantidad de información que un mapa de una ciudad puede contener. Buisseret describe tres formas de representación: los planos verticales, las vistas ("Bird’s-Eye Views") y los perfiles, además de la construcción de maquetas a escala. En la elección de los ensayos que componen el volumen se puede observar un esfuerzo para diversificar los temas, abarcando diferentes épocas, diferentes zonas geográficas y diferentes técnicas de representación.

"Mapping the Chinese City: The Image and the Reality" es el título del primer trabajo, firmado por Nancy Shatzman Steinhard, profesora de arte asiático en la Universidad de Pensilvania. Tal como reza el título, el ensayo versa sobre la cartografía urbana de la antigua China. La idea principal gira en torno al hecho de que la cartografía, al igual que otras artes tales como la poesia o la caligrafía, era una actividad cortesana que se ponía al servicio de propósitos más elevados que los de meramente representar la realidad. La cartografía era realizada por artistas que seguían unas reglas ancestrales inamovibles (las encontramos ya en textos del siglo III d.C.) y, en el caso de la cartografía urbana, representaban la Ciudad Real construida según una planificación ya establecida en los Rituales de Zhou, dinastía del primer milenio antes de Cristo. La ciudad de los gobernantes está formada por un Palacio, una ciudad en si, dentro de murallas, que se halla incluida en la Ciudad Imperial, con sus propias murallas, que a su vez está rodeada por la Ciudad Exterior, también entre murallas. El trono se halla en el centro de la ciudad mirando hacia el sur. Así pues, con estas premisas el artista o el erudito no necesitaban ver la ciudad para dibujarla, ya sabían como era (o como debiera ser), por lo que la gran mayoría de planos urbanos hallados son parecidos: recintos concéntricos, ciudad amurallada y rodeada por agua, montañas al norte, y dos calles principales, en la direcciones norte-sur y este-oeste, que se cruzan en el centro. Debido a esta concepción de la cartografía, se detectan importantes discrepancias entre planos antiguos y restos arqueológicos. Según los textos, el uso de mapas es muy antiguo en China y muy apreciado por los gobernantes. Cabe distinguir entre los de uso militar, con una exactitud mayor, de los de uso no militar, más descriptivos y que incluyen vistas de la ciudad. Los más antiguos se han hallado en tumbas de personajes importantes en forma de grabados sobre bronce (siglo IV a.C.), dibujo sobre madera (239 a.C.), en papel (179 a.C., es el registro más antiguo sobre papel chino) o en seda (168 a.C.). Destaca en muchos casos la composición caligráfica y el uso de la cuadrícula de fondo, tradicional en el arte chino, ordenadora de la composición. La autora comenta algunos planos que se salen de la norma, como por ejemplo el de Chang’an, capital de la dinastía Han, donde se representa con cierta fidelidad la forma irregular de la muralla.

En "Mapping the City: Ptolemy’s Geography in the Remaissance", Naomi Miller, profesora de historia del arte en la Universidad de Boston, estudia la colección de mapas de ciudades que acompaña una de las ediciones que se elaboraron de la Geographia de Tolomeo en Florencia a mediados del siglo XV, concretamente del manuscrito catalogado como Vat. Urb. lat. 277, impreso en 1472, de la Biblioteca Vaticana y conocido como el Códice Urbino, que incorpora los mapas de 10 ciudades realizados por Pietro del Massaio. La autora describe la colección de mapas como una obra dentro de la tradición medieval pero con algunas innovaciones donde despuntan técnicas que luego serán características del Renacimiento. Miller plantea varias hipótesis sobre el origen de la obra, desde la consideración de las nuevas corrientes artísticas y de pensamiento que florecían en el norte de la Península Itálica en esa época hasta una supuesta preparación de una nueva cruzada, pasando por el aumento de la demanda de mapas para viajeros y comerciantes. Los mapas son vistas de ciudades relacionadas con los itinerarios de las peregrinaciones a Tierra Sagrada y centros de comercio y poder militar. Aunque comparten bastantes elementos, las vistas presentan importantes diferencias: Milán es la vista más próxima al ideal medieval de una ciudad dentro de una muralla circular; en Venecia se aprecia un marcado interés por ubicar las islas y destacar la navegabilidad; Florencia es la vista más coherente y correcta con respecto a la posición relativa e importancia de los edificios; en Roma resaltan sobre todo los edificios de origen romano y la Santa Sede, aunque la presencia de iglesias es escasa; Jerusalén es lo más parecido a una guía de los monumentos sagrados; Constantinopla está claramente inspirada en un mapa previo de Buondelmonte; en Alejandría y el Cairo aparecen como destacados elementos mitológicos y orientales y el mapa de Damasco es el que tiene mayor carácter paisajístico. Más tarde se añadió el mapa de Volterra, ciudad tomada por las tropas florentinas, lo cual explica el detalle topográfico de los alrededores de la ciudad y la precisión en la posición de edificios.

El tercer capítulo, "Urbs and Civitas in Sixteenth- and Seventeenth-Century Spain", firmado por Richard L. Kagan, profesor de historia en la Universidad Johns Hopkins, describe la cartografía urbana en la España de los siglos XVI y XVII, organizándola según dos modelos explicativos: las vistas corográficas y las vistas comunicéntricas (communicentric view), en función del mayor o menor interés del cartógrafo en hacer una representación fiel del aspecto físico de la ciudad, la urbs, o resaltar algún carácter de la comunidad, la civitas, fundamentalmente religioso. En las vistas corográficas se comenta el plano de Aranda de Duero (1503), vista Fuenterrabía y San Sebastián (1540) de Francisco de Holanda, representaciones de la ciudad de Pedro de Medina, los dibujos de Hoefnagel para el Civitates Orbis Terrarum, la obra de Van de Wyngaerde, la serie de ciudades canarias de Leonardo Torriani, el plano de Valencia (1608) de Antonio Manceli, la Topographia de Madrid (1656) de Pedro Teixeira, la vista de Santander de Buenaventura Peeters y la vista de Zaragoza (1647) de Martínez de Mazo. Dentro del capítulo de vistas comunicéntricas destaca la de Orihuela (1578), la de Burriana (1563), la de Toro (1573), la vista de Toledo (1610) pintada por El Greco, la Plantaforma de Granada (1612) de Vico y el plano de Andújar (1640). Además considera el uso de elementos arquitectónicos como símbolo de la ciudad en muchas representaciones pictóricas, habitualmente de carácter religioso, como es el caso de la Giralda en Sevilla o el Acueducto en Salamanca. En los dos tipos de vistas se percibe el interés de la monarquía por la representación de sus ciudades, desde los encargos de Felipe II para mostrar el poder de la corona hasta la pretensión de los Habsburgo de dar una imagen de España como paladín de la cristiandad, borrando toda huella del pasado musulmán. Tanto la monarquía como la iglesia eran los principales demandantes de cartografía, lo que explica, según Kagan, que durante los siglos XVI y XVII hubiera realmente pocos cartógrafos españoles realizando vistas corográficas, ya que su interés no residía tanto en una representación fiel de la ciudad como urbs sino más bien conferirles una aura de santidad asociada al poder del rey. En este caso, el papel del cartógrafo sería sustituido por el del artista.

El mismo Kagan ha realizado una obra más amplia sobre la obra de Van den Wyngaerde, traducida al castellano en KAGAN, R.L. Ciudades del siglo de oro: las vistas españolas de Anton Van den Wyngaerde. Madrid: El Viso, cop. 1986. 427 p. Sobre el mismo autor conviene señalar que existe un excelente trabajo de catalogación llevado a cabo por Montserrat Galera (GALERA, M. Antoon van den Wijngaerde, pintor de ciutades y de hechos de armas en la Europa del Quinientos: cartobibliografía razonada de los dibujos y grabados y ensayo de reconstrucción documental de la obra pictórica. Barcelona: Institut Cartogràfic de Catalunya; Madrid: Fundación Carlos de Amberes, 1998. 270 p.)

La relación entre la ciencia militar y la cartografía urbana en los siglos XVI y XVII es el tema del artículo "Military Architecture and Cartography in the Design of the Early Modern City", firmado por Martha Pollack, profesora de historia del arte en la Universidad de Ilinois en Chicago. Para entenderla, la autora empieza por describir la relación entre planeamiento urbano y la arquitectura militar defendida por Cataneo, en I quattro primi libri (1554), cosa que ya se estaba llevando a la práctica desde finales del siglo XV. Las innovaciones en la maquinaria bélica y las nuevas ideas en pintura y arquitectura hacen que la fortaleza geométrica, concretamenta la de forma pentagonal, acabe añadiéndose primero y dominando posteriormente la imagen de la ciudad. Pollack revisa los numerosos tratados sobre arquitectura militar de la época, desde Durero y Vauban hasta Marolois. Una importante componente de los tratados es la cartografía de las fortificaciones, definida ya con propiedad por Dögen en 1648. La importancia que se concede al plano abstracto y a la precisión del levantamiento topográfico provoca que sean los ingenieros y arquitectos militares los que más contribuyan al perfeccionamiento de estas técnicas durante el siglo XVII. Las historias de arquitectura militar de finales del XVII son un género cartográfico por si mismas, como por ejemplo las de Nicolas de Fer (1695), Daniel Bodenehr (1708) o Galeazzo Gualdo Priorato (1673). Como ejemplo de este género, la autora comenta el mapa de Génova de Pierre Mortier, de finales del siglo XVII.

David Buisseret, editor de la obra, repasa la historia de la construcción de maquetas de ciudades en el trabajo titulado "Modeling Cities in Early Modern Europe". Se tiene conocimiento de la construcción de maquetas de edificios ya en la Edad Media por parte de los constructores de catedrales. Siguiendo esta línea, los arquitectos militares del siglo XVI utilizaron maquetas para mostrar las últimas novedades en fortificaciones, para preparar asedios, para reconstruir defensas, para aleccionar a artilleros o para, simplemente, mostrar el poderío militar real (o papal), como es el caso de la maqueta de Montmélian, hecha en 1691 después de ser tomada por los franceses, donde se muestran las defensas, y buena parte de la ciudad, destruidas. La construcción de maquetas se llevó a cabo en todas las cortes donde se desarrolló la cartografía, fue alabada desde Felipe II hasta Napoleon y Eisenhower, quienes coincidieron al decir que "no hay mejor mapa que estas maquetas en relieve". Sus detractores abundaron a partir de mediados del siglo XVIII, cuando se introdujeron las curvas de nivel en la cartografía. Vauban opinaba que se trataba de un gasto inútil de energía. Pero hasta después de la Segunda Guerra Mundial hubo especialistas en su confección en los principales ejércitos. En este trabajo, Buisseret comenta el método de construcción, que no varió demasiado a lo largo de los años, y destaca la precisión del modelo, permitiendo reconocer numerosos edificios aislados, cultivos, instalaciones industriales e, incluso, hileras de árboles. Las colecciones que se conservan, como la del Musée de Plans-Reliefs del Musée des Invalides en París, son magníficas fuentes para la reconstrucción histórica de ciudades y aledaños.

El último artículo, "The Plan of Chicago by Daniel H. Burnham and Edward H. Bennet: Cartographic and Historical Perspectives", escrito por Gerald A. Danzer, profesor de historia en la Universidad de Ilinois, es un extenso comentario de la componente gráfica del plan urbanístico de Chicago de 1909 y de su autor, Daniel H. Burnham, a quien el Commercial Club de la ciudad le encargó el estudio en 1906. Danzer pretende estudiar la obra a partir de la biografía de Burnham, a la cual dedica dos capítulos del trabajo, especificando como se formó el grupo de artistas que crearon las imágenes del Plan, y mediante el análisis secuencial de las 142 láminas del mismo tal como aparecen en la obra, estudiando su tamaño, su ubicación e interrelación con el resto, su planteamiento y su contenido. La componente gráfica del Plan fue realizada por Jules Guerin y Fernand Janin bajo la coordinación de Burnham, quien eligió los planos, mapas, vistas y diagramas. A medio camino entre un trabajo técnico y uno artístico, el Plan of Chicago es considerado como un texto ilustrativo de la corriente urbanística llamada "Ciudad Bella" (City Beautiful) y un claro ejemplo de como apoyar un proyecto con una cuidadosa y escogida colección cartográfica. En este caso, las láminas fueron expuestas al público antes de confeccionar el libro, por lo que de hecho se trata de la componente más importante de la obra, cosa que hace que Danzer considere con frecuencia el libro como un atlas.

Esta recopilación de artículos muestra la riqueza formal y metodológica empleada de la representación cartográfica de la ciudad a lo largo de la historia. Se aprecia el interés del compilador por mostrar trabajos focalizados en diferentes épocas, culturas y usos de la cartografía urbana, lo que permite al lector obtener una idea de la amplitud de los temas relacionados con su evolución.
 

© Copyright: Joan Capdevila i Subirana, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.
 

Ficha bibliográfica

CAPDEVILA i SUBIRANA, J. Buisseret, D. (ed.) Envisioning the City. Six Studies in Urban Cartography. Chicago: The University of Chicago Press, 1998. 181 p.  Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 352, 5 de marzo de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-352.htm [ISSN 1138-9796]



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