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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 369, 25 de abril de 2002

LA ISLA DE IBIZA Y SUS FORTIFICACIONES A FINALES DEL SIGLO XVIII.
UN INFORME DEL INGENIERO MILITAR BARTOLOMÉ REYNAUD

Elisenda Cartañà Marquès
Licenciatura en historia
Universidad de Barcelona


Palabras clave: ingenieros militares, Ibiza, siglo XVIII, defensa

Key words: military engineers, Ibiza, XVIIIth Century, defense


Los ingenieros militares, tuvieron un papel fundamental en el desarrollo técnico y científico en la España del siglo XVIII1. Esta corporación profesional, amparada por la monarquía borbónica, además de las tareas específicas de carácter militar y defensivo inherentes a su profesión, desarrolló también una gran actividad de carácter civil, al tener que suplir la ausencia de un cuerpo profesional de ingenieros civiles, que no se constituiría hasta bien entrado el siglo XIX2, con el régimen liberal.

En el informe que aquí se transcribe, realizado por el ingeniero militar Bartolomé Reynaud en 1798, se describe y analiza el estado en que se encontraban las defensas de la isla de Ibiza a finales del siglo XVIII, y en particular, la principal fortificación defensiva llamada de la Real Fuerza. Reynaud elaboró una serie de propuestas encaminadas a la adaptación de esta fortaleza a las nuevas exigencias militares de la España de los Borbones.
 

La fortificación3 de Ibiza

La isla de Ibiza, por su situación en el Mediterráneo, ha sido a lo largo de la historia un importante enclave comercial y militar. Las fortificaciones más antiguas que se conocen de la isla son romanas, corresponden a la época de Augusto. Más tarde, y gracias a las crónicas de la expedición pisano–catalana de 1114, se sabe de la construcción de un triple recinto amurallado, típico del sistema defensivo árabe, del cual daría testimonio en el siglo XVI el arquitecto italiano Juan Bautista Calvi cuando trazó los planos para la construcción de una nueva fortaleza militar con baluartes a la que se denominó Real Fuerza4. Su realización se integró en el proyecto impulsado por Felipe II para la renovación de los sistemas defensivos de la costa mediterránea, que habían quedado obsoletos ante el uso generalizado de la artillería. Frente a las incursiones turcas y de otros estados enemigos, las defensas de las costas españolas y en particular las de las islas Baleares5, se habían mostrado insuficientes. Así, en 1554, el príncipe Felipe, futuro Felipe II, ordenó la construcción de esta nueva fortaleza en la ciudad de Ibiza6. El proyecto original de Calvi fue revisado años más tarde por el ingeniero italiano Fratín y hasta el siglo XVIII permaneció sin cambios importantes7.

El incremento demográfico de la isla y los inconvenientes de vivir dentro de un recinto amurallado, favorecieron el crecimiento de los arrabales fuera de la muralla, produciéndose una disminución de la capacidad defensiva de la ciudad8, lo que preocupó a los militares encargados de la defensa de la plaza, como indica Reynaud en su informe.

En 1738, el ingeniero Carlos Berenguer levantó un plano del frente del Arrabal, y junto con Juan Ballester propusieron al conde de Montemar9, ministro de la Guerra, algunas reformas como la demolición de las viviendas adosadas a la muralla que estorbaban la función defensiva de la plaza y la construcción de un reducto sobre la altura de los Molinos, cercana a las murallas, para retrasar a mayor distancia el inicio de los posibles ataques de los enemigos. Las propuestas solo fueron llevadas a la práctica de forma parcial y fueron recogidas en 1798 en el informe que aquí tratamos.

Paralelamente a la actividad defensiva, los ingenieros militares participaron a finales del siglo XVIII en numerosos proyectos de carácter civil10. Debido a la intensa actividad corsaria a favor de la corona española, se incrementó notablemente la construcción naval así como la actividad comercial. Este hecho impulsó la realización de numerosos proyectos técnicos para la mejora del puerto y de las poblaciones así como la capacidad defensiva de la isla11. Estos proyectos fueron recogidos en un Plan político y económico, cuya ejecución, según consta en la Real Orden del 15 de septiembre de 1789, fue encargada por Carlos IV a Miguel Cayetano Soler12, comisario regio de las Baleares y que llegó a ser ministro de Hacienda durante el periodo de 1798 a1808. Por su coincidencia en el tiempo, es posible que el informe de Bartolomé Reynaud se enmarcase en este proyecto.

Bartolomé Reynaud desempeñó, a lo largo de su vida, diversas tareas como ingeniero militar que le confirman como uno de los más destacados de su tiempo. Dio los primeros pasos como ingeniero delineante en la ciudad de Figueres, donde llegó en 1768, pasando dos años más tarde a ser ayudante de ingeniero. En 1783 fue destinado a Tarragona, donde permaneció escasamente un año, aunque desempeñó una intensa actividad profesional. Levantó planos y perfiles del cuartel de la villa de Reus, de la plataforma de San Juan y de la capilla del Glorioso San Magín de Tarragona. En 1784 ascendió a ingeniero ordinario y se le ordenó ocuparse del reconocimiento anual de las fortificaciones de Lérida. Cinco años más tarde fue destinado a la Seu d’Urgell donde realizó diversos planos de su castillo. En 1796 se le dio el mando de la plaza lo que representaba poder ser, el comandante de las obras de fortificación y edificios militares. Este mismo año, después de una breve estancia en Barcelona, fue trasladado a Mallorca, donde realizó el informe aquí transcrito13.
 

Sobre el documento

Este manuscrito de Bartolomé Reynaud14 es un ejemplo típico de la literatura ilustrada de su tiempo y sus propuestas quedan claramente enmarcadas en la política reformista de la monarquía borbónica de la segunda mitad del setecientos.

Ante el estado de dejadez que se encontraba la ciudadela y su defensa, y el hecho de que "se reconocen en él algunos defectos", elabora una serie de propuestas técnicas para su modernización, adaptando su defensa a las características del terreno y a las innovaciones militares de los últimos años.

Determina también el número y organización del personal militar que debe ser destinado a la isla, y que estima en 800 hombres. Reynaud consideraba necesaria una dotación humana más profesionalizada que disminuyese la presión a la que estaban sometidos los habitantes de la isla para que estos "puedan dedicarse con menos inquietudes al cultivo del terreno".

Reynaud, como persona con una amplia formación como correspondía a los ilustrados de la época, introduce en el informe datos y comentarios de carácter geográfico no relacionados directamente con la ciencia militar. Describe y analiza la geografía física y la orografía de las costas de la isla de Ibiza y aporta algunas informaciones valiosas sobre la población de la capital y el número de embarcaciones.

Posiblemente conocedor de las ideas higienistas que se estaban elaborando en aquellos momentos, finalmente se preocupa por la escasa higiene que padecen los habitantes del arrabal de la Marina debido a la falta de ventilación de las casas y a la proximidad de terrenos pantanosos. Cree que la demolición del arrabal no solo habrá de ser útil para la defensa de la Real Fuerza, sino también "en beneficio de la salud pública de los habitantes del referido arrabal"15.


Descripción de la Isla de Iviza [Ibiza], actual estado de la fortificación llamada la Real Fuerza, plan de su defensa y detalle de sus tropas

Por Bartolomé Reynaud

Las ventajas del puerto de la isla, situado en la inmediación de la Real Fuerza que le defiende, son tan considerables, que con poco auxilio del arte se le podría hacer servir para los más importantes objetos de la navegación y comercio; pero el descuido, con que se ha mirado hasta ahora, le ha hecho perder la mayor parte de su fondo, ocasionando de las arenas, que introducen unas acequias que desaguan en él, y que sin el mayor gasto podrían desviarse: Parece que no conviniendo en el día, ni a la navegación ni al comercio del Estado, el aprovecharse de las utilidades que proporcionaría este puerto solo debe cuidarse de entretener su fondo, para el regular tráfico de la Isla, reducido a la extracción de las sales que hacen los extranjeros, único fruto de consideración que produce, lo que se conseguiría estableciendo en él un pontón, que podría mantenerse sin especial gravamen del erario, aumentando el corto derecho que a este fin se exige de las embarcaciones que entran en él.

La isla de Iviza situada en el Mediterráneo, a los 39 grados de latitud y 19 de longitud, dista de la de Mallorca hacia el Norte 16 Leguas, y otras tantas del continente de España hacia el sudoeste, su mayor longitud es de 7 leguas, y la anchura de 4, su costa que compone de 24, está alternativamente dividida entre parajes accesibles, y ásperos; la del este ofrece las dos bahías de Talamanca y Sta. Eulalia, cómodas para los desembarcos, pudiéndose hacer inútil con facilidad cualquier tentativa en esta última, por la irregularidad del terreno de sus inmediaciones: Siguiendo la costa hay parajes accesibles, y las embarcaciones no tienen lugar seguro hasta la Cala de los Marinos en donde hay fondo y aguada16 para embarcaciones de mediano porte.

La del Norte o es inaccesible, o sumamente difícil para permitir desembarcos, por estar circuida de elevados montes, y muy expuesta a los vientos; contiene la cala de Portinache [Portinatx], y puerto de Balanzat, ambos reducidos, [pero el] último tiene bellísima aguada.

La del oeste es fragosa, y de difícil acceso, en ella se halla el Puerto de San Antonio muy capaz, y cómodo, el cual se introduce legua y media dentro de tierra, y a su embocadura se presenta una bahía que da lugar seguro para ancorar los navíos, y aun que por algunas partes tiene perdido el fondo, conviniendo pudiera aumentárselo con facilidad, también contiene la cala Badella [Vedella] con fondeadero para pocos jabeques17, pero se puede hacer aguada en ella.

La del sur ofrece varios parajes cómodos para cualquier desembarco, siendo las más notables la bahía llamada del Codolar situada entre los cabos Jondal y Falcó, que aun que expuesta a los vientos sur y sudoeste pueden anclar los navíos con alguna seguridad por la buena calidad de su fondo, y favorecen un desembarco, siendo la costa muy proporcionada para facilitar esta operación: Otro lugar se proporciona entre el cabo Falcó, y la punta de las Portas con aguada, pero las embarcaciones no están muy seguras con los vientos del oeste, sudoeste, sur y sudeste; en esta costa esta el Cargador de Poniente, que es uno de los 3 parajes donde se embarcan las sales que producen las dos salinas de la Isla; a su frente como una legua, se halla la Isla de Formentera, y entre estas dos, la del Espalmador, en donde hay un puerto muy seguro para todo tiempo pero solo admite embarcaciones menores, y la entrada a él requiere alguna práctica.

Para la defensa del canal que producen estas islas con suficiente fondo para todo género de embarcaciones, se construyeron dos torres, una en el Espalmador, y la otra en la Punta de las Portas, que con tres cañones cada una, son muy útiles para el fin, de esta Punta a la plaza que dista una legua, se encuentra una bahía de buen fondo, entre el paraje llamado el Cargador Rosa y la punta de la Mata, donde se puede desembarcar cómodamente, porque los navíos pueden anclar con seguridad y acercarse a la costa, cuyo terreno interior es bastante llano: En esta costa se hallan los otros dos parajes donde se embarcan las sales, llamados el Cargador de Levante, y el Cargador de la Sal Rosa.

Estas son las más notables particularidades de la naturaleza, y disposición de todas las costas de la Isla, con las proporciones de sus puertos, bahías y calas principales; y aunque hay otras de menor consecuencia, se deduce de lo explicado, que siendo el terreno interior de la isla todo cubierto entretejido de montañas, irregularidades, desfiladeros, y pocas llanuras, cuando se recelara alguna invasión, se habría de aplicar el mayor cuidado del resguardo de la bahía del Codolar, de la que hay entre el paraje llamado el Cargador Rosa, y la Punta de la Mata, y al de la playa de Talamanca, comprendidas todas estas en la extensión de legua y media a uno y otro lado de la plaza, sin olvidar sin embargo los demás puertos, particularmente el de San Antonio, pues aun que en aquellos parajes de la costa más expuestos a los insultos18 de los argelinos se construyeron cinco torres en los años de 1762 y 63, es lastimoso decir que las 4 de ellas, se hallan sin dotación de torreros, ni artillería expuestas al derrumbo natural , y los habitadores de la isla sin el auxilio de su defensa, siendo justo procurarles a poco coste alguna seguridad, para que puedan dedicarse con menos inquietudes al cultivo de un terreno que corresponde bien a su trabajo.
 

De la Real Fuerza de la plaza de Iviza

Esta fortificación consiste en un recinto de figura irregular sin foso, ni obras exteriores, compuesto de 7 baluartes y 2 caballeros19 de construcción de cantería bastante sólida; fue establecida en tiempos del señor Carlos Quinto y como el arte moderno de fortificar, estaba entonces en sus principios, se reconocen en él algunos defectos; los baluartes son muy pequeños, y cada uno tiene dos plazas vacías de donde resulta carecer de extensión las golas20 y terraplenes. Los dos frentes entre los baluartes de Sta. Tecla y San Jorge están situados en lo alto de una montaña y los restantes abrazan el pendiente de la misma, y lo más inferior de ella hasta muy cerca del nivel del mar, con cuya disposición quedan al descubierto de la campaña, y muy expuestos a la enfilada21 los terraplenes de las cortinas22 entre el baluarte citado de San Jorge, y el de la Puerta Nueva, las más sujetas al ataque. El remedio de éste y otros inconvenientes, no parece se reputó en su ejecución de tanta consecuencia, como el ceñir con el recinto un mediano espacio, que sirviese de asilo a los naturales en las frecuentes invasiones de los moros a que estaban expuestos, pues con esta consideración, debió construirse de otra forma para aprovechar mejor las ventajas del terreno; consistiendo el defecto más notable en que el enemigo puede acercarse a la plaza a favor de las alturas de los Molinos, situadas entre el sudeste y oeste de ella, que aunque no la dominan ofrecen comodidad para que establezca sus baterías en la mar en una isla, que solo dista 390 varas de la plaza.

Al norte de la plaza se halla el puerto principal de ella, y entre este y el frente que le domina, que es el más regular, y proporcionado para su defensa está el arrabal llamado de la Marina cuyo establecimiento se ha formado de un siglo a esta parte por una tolerancia perjudicial a la buena defensa del mismo frente y sin embargo, que desde el año de 1737 a esta parte se han repetido varias órdenes para demoler las que se hallaran a distancia de 46 varas y 2 pies, correspondientes a 20 toesas de los ángulos flanqueados de aquellos baluartes, y rebajar las restantes a un solo piso, ocupadas por solo los matriculados23, no se ha conseguido la Real intención, ante al aumento de algunas, hasta que en 1769 fue publicada la nueva Real Ordenanza; siendo así que con esta providencia se lograría restaurar la población de la plaza, en cuya mitad, no se ven sino ruinas, que acreditan que la hubo en otro tiempo, según manifiesta el mismo plano; pudiendo recelarse que sin ella acabe de quedar desierta, la cual no solo es útil para el desembarco de la defensa, si también en beneficio de la salud pública de los habitantes del referido arrabal, por la estrechez a que se hallan reducidos, no tienen sus casas aquel desahogo necesario para la ventilación, cuando por otra parte hay en sus inmediaciones un terreno pantanoso, cuyos malos efectos experimentan con frecuentes enfermedades, especialmente en tiempo de verano.

Para libertar este arrabal de las invasiones por la parte de la campaña le cercaron posteriormente con una baja tapia y foso, pero uno, y otro, se halla tan inútil, que sin embargo se penetran por toda su distancia, sin que el remedio sea solo el repararla, pues habiéndose retirado mucho el mar por su extremo a causa de las arenas introducidas, se puede entrar en el sin recelos de aquel obstáculo.

El medio de disminuir los defectos de la plaza, para dilatar su defensa más de lo que permite la actual simplicidad de sus obras sería establecer un reducto, y una batería avanzada en la altura de los Molinos, cuyas obras defendidas de los baluartes de San Jorge, Santiago [San Jaime] y del caballero de Santa Barbara, obligarían al enemigo a empezar sus ataques desde mayor distancia en terreno dominado ventajosamente por las referidas alturas, y obras de la plaza, poco proporcionado por su calidad para abrir trincheras. Se puede también aumentar mucho la fuerza de la plaza continuando la cortina empezada a la izquierda del baluarte de Santa Tecla, hasta unirla con la de Santiago dejándole flanco correspondiente, y colocando en medio de esta distancia una plataforma, que con la disposición ventajosa del terreno haría la plaza respetable por esta parte; y siéndolo ya por su naturaleza por todos los frentes que miran hacia la mar, se le ofrecian al enemigo considerables obstáculos para poder efectuar su conquista: Sería también absolutamente necesario para la mejor defensa del arrabal, en lugar de la tapia que hoy le cubre construir una muralla con su terraplén, y proporcionada altura, prolongándola hasta cortar con el mar su comunicación con la campaña, o bien mudar su dirección actual desde el tercio de la cara derecha del baluarte de San Juan hasta el muelle, y aun que para semejante disposición se necesitaría demoler algunas casas, este perjuicio no debe reputarse de consideración, supuesto que así se proporcionaría mayor seguridad a las restantes, las cuales convendría también circuir con un parapeto por la parte del puerto, a fin de libertarlas de un golpe de mano.

Los edificios militares que incluye la plaza son proporcionados a la corta entidad de sus fortificaciones: para la tropa hay establecidos cuarteles, en que pueden acomodarse 400 hombres según la disposición del Real Decreto de 4 de Octubre de 1766, y con el aumento de un piso que se ha hecho encima de estos se podrán colocar hasta unos 500 con pabellones correspondientes a 8 oficiales: Asimismo hay algunas bóvedas subterráneas a prueba, en donde también pueden acomodarse unos 400 hombres en los casos de urgencia: Para las municiones de guerra24, y boca25, hay un almacén de pólvora a prueba bastante capaz, de que solo se hace uso en tiempo de sitio, pues para libertar la plaza de todo accidente hay establecido otro ligero en sus inmediaciones: Una sala de armas muy proporcionada y debajo de esta, su almacén correspondiente para víveres. Los baluartes tienen sus repuestos para las municiones de su consumo y como dentro de la plaza no hay agua viva, se establecieron cisternas de suficiente contención para contener la que necesita la guarnición; pero podría recelarse que faltase a los vecinos en la urgencia de un sitio por la corta capacidad de las suyas.

El entretenimiento de todos estos edificios militares, y de la casa destinada al Gobernador corre de cuenta de la Real Hacienda, a excepción de los cuarteles, pabellones, cisternas, almacén ligero, y algunos cuerpos de guardia que están a cargo del Común de la villa.

El número de familias que incluye el recinto asciende a 170, y el del arrabal 420, según el reconocimiento hecho en el año 1773, cuya mayor parte está empleada en el ejercicio de la navegación, manteniendo para ella un cuerpo de 500 a 600 marineros, que con más de 32 jabeques de 30 hasta 100 toneladas, construidos de la madera que producen los montes de la isla, trafican en las costas de España, Francia, y presidios de Africa, adquiriendo ni a más de aquellos frutos que les proporciona su aplicación, una destreza, y conocimiento que los hace ser estimados particularmente en el servicio de la Armada.
 

De su defensa

Con respecto a todo lo explicado, en que se ha demostrado que la situación de la Real Fuerza de Iviza en anfiteatro, ofrece al enemigo lugar para dirigir sin estorbo, y a su arbitrio los tiros de su artillería, sin permitir, que la guarnición de un baluarte se transfiera a otro, sin exponerse a sufrir el fuego del enemigo, y no poderse reservar en el paso (como lo practicaría, si no tuviese este defecto) se sigue, es necesario mantener en cada uno de los baluartes del frente atacado, la guarnición correspondiente a su defensa, colocándola en las plazas bajas que hay en ellos, con respecto a su capacidad, que regulo, sería para 200 hombres en cada baluarte; y suponiendo que el frente atacado comprendiese dos de estos con sus cortinas, quedarían empleadas así para hacer fuego, como para los trabajos que ocurriesen hasta 400 hombres; que debiéndose reemplazar esta gente lo menos con un día de descanso ascenderá su número total a 800 para el servicio de la plaza destinándola con variedad a los puntos que más se necesite.

Las costas de estas islas deberían también guarnecerse en los puertos de mas peligro, cuales son, Calapada en el cuartón de Santa Eulalia, y en el puerto de San Antonio, en el de Pormañi [Portmany], en cuyos puertos hay una torre dotada de artillería sobre la iglesia de cada uno; por cuyo motivo, hallo por conveniente hubiese en cada una un destacamento de 50 hombres de tropa veterana, y otra de milicias urbanas, para oponerse a cualquiera invasión, que con poca gente intentase hacer por otros puertos el enemigo; pero en caso de reconocerse fuerzas superiores, retiraría a otra torre, en que cabrán hasta unos 100 hombres, y con el auxilio de su fuego oponerse a su invasión, en caso que no fuere tanta la superioridad de las fuerzas enemigas, que fuesen obligados por último recurso a retirarse a la plaza. Por lo que considero el número total de tropa veterana, de que es capaz aquella isla, y puede remitirse para su defensa, son los 300 hombres expresados.

No es de omitir manifestar la fuerza, de que se componían el cuerpo de milicias urbanas de esta isla en el año de 1787, que ascendían a 2.400 hombres con sus correspondientes capitanes y demás jefes, los mismos que considero en el día existentes, cuyo espíritu, y braveza, como de los demás naturales de la isla, es bastante notorio; igualmente que la destreza, y firmeza para el manejo del fusil y demás armas, circunstancias que suplen la falta de tropa, que de fuerza se les destine.

Palma 2 de Diciembre de 1798
Bartolomé Reynaud
 

Notas

1 Todas las referencias a la política del silo XVIII están documentadas en Lynch, 1991.

2 Capel, 1988.

3 En esta revista se han publicado otros artículos sobre fortificaciones. Cámara, 1993; Capel, 1996; Lloret, 2001.

4 Costa Ramón, 1996.

5 Ver en esta revista Lloret, Marc. La defensa de la isla de Mallorca en un informe del ingeniero militar Miguel Gerz, 1774.

6 Costa Ramón, 1996.

7 Vallés Costa, 1993.

8 Costa Ramón, 1996.

9 Ver Bellester y Zafra y Laferrière en: Capel y otros, 1983.

10 Capel y otros, 1988.

11 Costa Ramón, 1996.

12 Macabich, 1966; Planells, 1999.

13 Ver Reynaud Bartolomé en Capel, H.  y otros 1983.

14 Documento conservado en el servicio histórico de Madrid número 7.31 3410 2110, 1798 Reynaud. Costa de 4 folios. En la transcripción del documento se ha modernizado la ortografía excepto para los topónimos que se han mantenido en su denominación original, indicando entre claudátors la denominación actual.

15 Reynaud, 1798, p.13

16 Lugar de la costa donde hay agua potable para surtir a los buques.

17 Embarcación de tres palos con velas latinas, muy usadas en las costas Mediterráneas.

18 Asaltos o agresiones.

19 Obra interior levantada sobre el terraplén de la plaza para defensa de una parte de la fortificación.

20 Línea recta que une los dos flancos en una obre de defensa.

21 A ser batidos desde el flanco.

22 Lienzos de muralla entre baluartes.

23 Se dice de los marineros alistados oficialmente.

24 Son los víveres y forrajes para el sustento de hombres i caballerías.

25 En este caso se refiere a toneladas de arqueo o morson, unidad de capacidad de los barcos equivalente a 2’83m3(Nueva Enciclopedia Sopena. Barcelona: editorial Ramón Sopena, 1957)
 

Bibliografía

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VALLÈS COSTA, Rosa. Dalt Vila. Ciutat de Eivissa. Estudi de geografía humana. Eivissa: Consell Insular d’Eivissa i Formentera, 1993. 203 p
 

© Copyright: Elisenda Cartañà Marquès, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.
 

Ficha bibliográfica

CARTAÑÀ, E. La isla de Ibiza y sus fortificaciones a finales del siglo  XVIII. Un informe del ingeniero militar Bartolomé Reynaud.  Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 369, 25 de abril de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-369.htm [ISSN 1138-9796]


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