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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 387, 20 de julio de 2002

PERSPECTIVAS ACTUALES DE LA TRANSICIÓN AMBIENTAL.
APORTACIONES Y COMENTARIOS A LA LUZ DEL ENCUENTRO INTERNACIONAL MEDIO AMBIENTE SIGLO XXI

Mª Àngels Alió
Departament de Geografia Humana
Universitat de Barcelona


Palabras clave: medio ambiente, transición ambiental, Conferencia MASXXI

Key words: environment, environmental transition, MASXXI Conference


Como en otros procesos de transformación que, en épocas pasadas, comportaron cambios fundamentales del sistema social y que han recibido el nombre de transiciones, el nombre de transición también viene utilizándose para referirse a un fenómeno largo y complejo que afecta a un amplio conjunto de relaciones que se producen actualmente en las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, con amplias consecuencias en el ámbito de la economía, la cultura, la tecnología y el territorio. Existen, sin embargo, numerosas diferencias entre ésta y las otras transiciones, siendo quizás la más evidente que, en comparación con las otras transiciones, el concepto de la transición ambiental se esté aplicando para designar una serie de fenómenos enraizados en el presente sobre los que, además, existen serias dudas sobre su capacidad real de transformación de los sistemas económico y productivo.

En este artículo no nos hemos propuesto, sin embargo, profundizar en la idea de la transición (1). Pero, en cambio, intentamos utilizar esta idea como referente general a la hora de presentar los contenidos y planteamientos que nos parecieron más interesantes de la Conferencia Científica Internacional Medio Ambiente Siglo XXI (MASXXI). El MASXXI, un congreso celebrado recientemente en la Universidad Marta Abreu de las Villas (Cuba), puede ayudar a mostrar de manera bastante clara algunas de las interpretaciones que se están dando actualmente sobre los distintos procesos y actuaciones que se considera que se encuentran implicados en esta supuesta transición ambiental.
 

La hipòtesis de la transición ambiental

Hemos empezado hablando de la transición ambiental de manera que puede ser conveniente presentar, ni que sea, de manera muy resumida, qué es lo que se entiende por transición ambiental.

La idea de la transición ambiental tiene una larga tradición. Entre los primeros autores que se refirieron a ella cabe destacar, especialmente, a L. Mumford el cual, en los años 1930, planteaba la hipótesis de la substitución de la sociedad industrial paleotécnica por la futura sociedad neotécnica en el marco de un proceso de cambio impulsado por la aparición de tecnologías industriales, capaces de generar menores impactos ambientales y también por la mejora del sistema educativo (2). En esta concepción, se entiende que el cambio de las relaciones con el medio ambiente debe producirse en el marco de un proceso en el que se integran transformaciones culturales y tecnológicas, con implicaciones en los sistemas productivo e industrial, y ha ido apareciendo de distinta manera desde entonces. Así, por ejemplo, el célebre químico B. Commoner reformuló dicha idea resituándola en el marco de lo que se puede denominar como paradigma de la prevención (3). Otro ejemplo del paso que se está produciendo actualmente para la consolidación de la idea de la transición ambiental puede encontrarse en el seno de las corrientes historiográficas y teóricas que apuntan que la problemática ambiental es una de las dimensiones fundamentales de la crisis de civilización de la sociedad occidental.

Vemos así, que desde los tiempos de Mumford hasta nuestros dias se ha ido forjando una idea sobre la transición ambiental respecto a la cual, en un intento de simplificación, podria afirmarse que existen tres tipos de versiones (4)

Entre éstas, cabe distinguir, en primer lugar, el conjunto de versiones que sostienen que la transición ambiental es posible, debiendo diferenciarse dos enfoques distintos que dependen de la concepción del proceso de cambio. Frente a estos dos enfoques, se situa otra tercera versión, cuya rago principal consiste precisamente en el rechazo de la idea de la transición ambiental afirmándose, en consecuencia, que las innovaciones ambientales que se están produciendo actualmente no suponen en realidad más que reajustes sin mayores consecuencias en el sistema socio-productivo.

En lo que atañe a los dos enfoques que tienen la transición ambiental como referencia tenemos que distinguir, en primer lugar, la versión de quienes sostienen la idea de que para que se produzca la transición ambiental, es imprescindible que el sistema económico sea modificado en profundidad en su base tecnológica a fin de conseguir que todas, o la mayor parte, de las pràcticas económicas incorporen estrategias de prevención en el origen de los problemas ambientales. B. Commoner (5) y otros autores que influyeron notablemente en el desarrollo de la cultura ecologista desarrollaron especialmente este planteamiento poniéndolo en relación con las necesidades de cambio de la tecnologia industrial; pero insistiendo, también, en que el cambio tecnológico no debe ser contemplado como un proceso que pueda abordarse independientemente de otros cambios de la sociedad. Concretamente, B. Commoner sostiene que el proceso hacia la prevención requiere el desarrollo de tres procesos de transformación que, aunque son diferentes, se complementan entre sí: el cambio tecnológico propiamente dicho, el cambio cultural y el cambio político. Según este autor, se requiere, por tanto, que la substitución en profundidad de las tecnologías contaminantes y la modificación masiva de los sistemas industrial, agrícola, energético y de transporte, junto a la prohibición de la utilización o de substitución de materias especialmente tóxicas y de escasa utilidad social, se vea reforzada por un compromiso social amplio y fuerte, de donde se deriva la importancia de las decisiones culturales y políticas.

Entre éstas, y en el terreno de lo cultural, se entiende especialmente los cambios relacionados con las creencias y con las convicciones personales, en tanto que las personas son los únicos seres vivos capaces de cambiar voluntaria y conscientemente sus conductas. El choque entre estos cambios culturales y los objetivos de maximización de beneficios a corto plazo hacen imprescindible la intervención de mecanismos políticos destinados a implantar medidas que atraigan el interés de los agentes económicos hacia la mejora de la calidad ambiental y que aseguren que el desarrollo hacia la nueva cultura ambiental contribuya a la reducción de las diferencias económicas entre paises ricos y pobres.

Dicho planteamiento se diferencia, pues, del segundo enfoque en que en éste se sostiene que las condiciones para la transformación tecnológica consisten, fundamentalmente, en cambios de tipo cultural, que empiezan siendo fundamentalmente decisiones racionales sobre la necesidad de impulsar cambios en la explotación de los recursos; pero con una capacidad amplia para ser asumidas posteriormente en los distintos ámbitos de la vida social. En ese sentido, este planteamiento es quizás el que más se asemeja a los modelos convencionales de la transición demográfica e industrial.

En comparación con la primera versión, los autores que propugnan este planteamiento se hallan más vinculados a las organizaciones institucionales que promueven el cambio ambiental. Entre éstos, destaca, esencialmente, el trabajo desarrollado por el equipo de E.H. y D. Meadows (6) para el Club de Roma, a quienes se debe la formulación más clara y sistemática de las bases teóricas, analíticas y de proyección de todas las propuestas. Dentro del mismo marco de trabajos del Club de Roma, E.U.von Weizsacker ha impulsado recientemente los aspectos tecnológicos aplicados a la estructura industrial (7). De manera resumida, podría decirse que este tipo de planteamientos sistematiza de manera muy clara un modelo sobre la transición de corte cultural-tecnológico, en la línea de la escuela cibernética de segunda generación, por la que se afirma que las modificaciones de la sociedad hacia un sistema sostenible requieren modificaciones estructurales importantes que pueden ser abordadas en tanto que estrategias de cambio en los mecanismos de distribución de la información. En este contexto, la cultura y la tecnología son los factores clave de este tipo de formulaciones: la cultura, porque establece el marco estructural de distribución de la información sobre los cambios necesarios para la mejora ambiental; y la tecnología, en tanto que constituye mecanismos concretos para la transformación del sistema económico. En dicho modelo, no se trata, por consiguiente, tanto de cambiar a las personas o a las instituciones como de inducir dichos cambios a partir de decisiones que deberán ser tomadas por los mismos sujetos a partir de la información recibida.

A mediados de los noventa, empezaron a aparecer, sin embargo, otras formulaciones que en comparación con estos dos primeros modelos, se interesaban, sobre todo, en mostrar las dificultades y obstáculos, a veces insalvables a corto plazo, que impedían la transformación hacia la sostenibilidad de las estructuras tecnológicas y productivas. Se afirmaba así, muy especialmente, que dichas dificultades conllevaban que el cambio quedase restringido a algunos pocos paises industrializados ricos, donde la población había desarrollado durante las últimas décadas una especial sensibilidad ambiental. Contemplando el fenòmeno desde una perspectiva mundial, pareceria por tanto que, y en contra de las expectativas que abrió la declaración de Rio en 1992, se está asistiendo en estos momentos a una especie de bloqueo de la transición. La idea del bloqueo del proceso hacia la sostenibilidad, está siendo considerada recientemente con más atención por toda una amplia franja del movimiento ciudadano y ecologista, en un momento en que los recientes acuerdos internacionales que facilitan la globalización económica propician que los grandes grupos económicos continuen apropiándose de las plusvalías ambientales, sobre todo en los paises pobres, y se esté perdiendo la esperanza de que puedan implantarse mecanismos políticos de corrección que, según B. Commoner, eran los únicos que podían ayudar a compensar los obastáculos existentes, incluída la desigual estructura económica mundial.

J. O'Bryan ha desarrollado esta idea en el seno de la comunidad de geógrafos, y también ha expresado explícitamente la idea del bloqueo. Bloqueo que, según él, está produciéndose en un momento en que se produce la connivencia entre las elites económicas y de la administración de los países en vías de industrialización -que persiguen la máxima rentabilidad en el plazo de tiempo más corto posible- y las estrategias de los grandes grupos económicos transnacionales, interesados no sólo en deslocalizar las fases más contaminantes de los procesos industriales hacia los países y regiones más pobres, sino también en instaurar un orden tecnológico-industrial mundial que traspase y domine todos los sectores de la producción. (8)

Sin embargo, la realidad es más compleja de lo que se resume en estos tres planteamientos. Ello se constata, por ejemplo, cuando se aborda el tema de las movilizaciones populares o ciudadanas, que se producen actualmente en distintas partes del mundo con objetivos relacionados con la calidad ambiental y con la explotación sostenible de los recursos naturales. En la línea de reconocimiento de la confluencia ambiental de distintas realidades socioculturales, cabe recordar que la cultura de la sostenibilidad no es sólo un principio oficial de la Conferencia de Río de Janeiro sino que también forma parte, desde hace ya tiempo, de distintos círculos sociales, incluidos tanto los ecologistas occidentales como los de las colectividades populares de países especialmente pobres, donde tienen que luchar contra regímenes políticos al servicio de la expoliación del medio ambiente.

Si se considera en términos mundiales, la hipótesis de la transición ambiental debería ayudar a formular una serie de preguntas claras y metodologicamente eficaces desde el punto de vista del conocimiento de lo que está ocurriendo realmente en el mundo. Por ejemplo, debería integrar, entre otros supuestos, el hecho de que existen actualmente fuerzas antagónicas respecto de las expectativas abiertas por la proclamación de la sostenibilidad como principio oficial de las políticas económicas. De la misma manera, también se debería subrayar que buena parte de las estructuras políticas y de poder tienden, al menos por el momento, a primar estrategias de no sostenibilidad. Cabría, también, preguntarse por el papel de la cultura ambiental como imaginario manipulado por los grandes grupos de poder al servicio de la confusión y del conformismo. Complementariamente, debería considerarse igualmente el riesgo de que, si dicha situación no cambia, la transición ambiental, quede circunscrita a las regiones más ricas, que es donde se concentran más de las tres cuartas partes de los procesos industriales contaminantes; aunque también son aquellas donde los altos niveles económicos y de bienestar están ayudando a impulsar la transformación hacia tecnologías limpias. Aunque todo ello no quiera decir que la hipótesis de la transición deba considerar irrelevante, el papel de los grupos de población empeñados en la transformación de las relaciones entre la economía y el medio ambiente, los cuales, como ya se ha dicho, se hallan presentes y adquieren progresivamente un protagonismo más importante, tanto en los países occidentales como en las distintas periferias industriales y del tercer mundo, que es donde, precisamente, se mantiene todavía una considerable riqueza en términos de biodivesidad y de recursos naturales.

Por todos estos motivos, al realizar esta reseña sobre la Conferencia MASXXI, nos ha parecido que ésta podría ayudar a comprender muchas de las cuestiones que allí se trataron y que creemos que pueden ser de especial interés. Hay dos razones importantes que justifican el interés que puede derivarse de una conferencia de las características del MASXXI. Una es de tipo temático, ya que el MASXXI fue planteado especialmente como un congreso plural e interdisciplinar, lo que propició una heterogeneidad de temas y planteamientos que contribuyeron a mostrar de manera especialmente clara la complejidad de situaciones y materias que quedan implicadas en el cambio ambiental. En segundo lugar están las condiciones geográficas del mismo evento, situado en un país realmente especial por las condiciones sociales y económicas que se derivan de sus circunstancias geopolíticas; y que permitió tanto la afluencia de especialistas latinoamericanos como de expertos procedentes de algunos de los países occidentales que habían colaborado en la organización de la conferencia. Unos y otros pudieron, pues, mostrar sus experiencias desde realidades territoriales especialmente diferenciadas tanto en el marco de las estructuras de la globalización como de las expectativas que esperan poder alcanzar.
 

La Conferencia MASXXI

La 2ª Conferencia Científica Internacional Medio Ambiente Siglo XXI (MASXXI), se celebró en la Universidad Central Marta Abreu de las Villas, en la ciudad de Santa Clara (Cuba) del 20 al 23 de noviembre del 2001. El MASXXI como vienen llamándole sus organizadores, tiene su origen en una primera conferencia celebrada hace dos años en el marco de una colaboración cubano-catalana (9) ampliándose de este modo la posibilidad de que el conjunto formado por los expertos cubanos y catalanes conformaran un núcleo organizador suficientemente complejo tanto por su interdisciplinariedad como porqué representaban a dos contextos territoriales muy diferentes en relación con las posibilidades y problemas que deben afrontar en el proceso de cambio ambiental. A ello debería añadirse, además, la nutrida asistencia latinoamericana, que contó con representantes de todos los países de dicha área geográfica.

En particular, el desarrollo de la Conferencia fue asumido por un Comité Organizador en el que estaban presentes representantes cubanos y catalanes, quedando la responsabilidad de la gestión y recepción bajo la responsabilidad de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. El evento se estructuró, básicamente, en torno a tres ponencias temáticas simultáneas, a las que habría que añadir la celebración de una serie de actos simultáneos, tales como la Reunión Latinoamericana de Vigilancia Ambiental, un Taller sobre Manejo de Cuencas Hidrográficas y un Curso de Postgrado sobre Externalidades y Desarrollo Sostenible. Los temas de las tres ponencias fueron: 1) Empresa y Medio Ambiente; 2) Desarrollo Sostenible y Biodiversidad y 3) Sociedad y Medio Ambiente. El planteamiento genérico subyacente a estos tres títulos permitió, por tanto, una amplia y heterogénea participación, que se tradujo en algo más de 200 inscritos, 97 comunicaciones y 69 posters a los que habría que añadir, además, la programación de una mesa redonda sobre educación ambiental, una excursión y cuatro conferencias, una para cada una de los temas de las ponencias y una cuarta sobre calentamiento global.
 

La dimensión tecnológica de las relaciones entre la economía y el medio ambiente

Decíamos anteriormente que el camino de las tecnologías limpias constituye uno de los factores principales en torno a los que giran dos de los grandes enfoques sobre la transición ambiental. Ello es así hasta el punto que desde la perspectiva exclusivamente industrial se considera que existen ya suficientes tecnologías limpias probadas que permitirían reducir a la mitad la generación de residuos y el consumo de materiales y de energía sin tener que reducir los niveles actuales de bienes y servicios. Parece, por tanto, que los problemas no consisten solo en si existen o no dichas tecnologías, sino en la manera como se pueden superar las barreras a que debe hacer frente su implantación. Entre dichas barreras es común referirse a la pobreza y al atraso tecnológico de muchos países en vías de desarrollo, en lo que podría interpretarse como un signo más de la hipótesis que sostiene que la transición ambiental no tiene demasiadas posibilidades de progresar más allá de los grandes espacios centrales del sistema económico mundial.

Frente a esta interpretación, una de las cuestiones que sobresalieron en el MASXXI fue que el interés por las tecnologías limpias está uniformemente difundido, independientemente del nivel económico o del grado de desarrollo de cada país, y que existe, además, una sólida madurez de pensamiento respecto a los problemas y posibilidades que conlleva su aplicación. Cabe señalar, en este sentido, que todas las intervenciones que se presentaron a las sesiones sobre Empresa y Medio Ambiente se centraron, única y exclusivamente, en la substitución tecnológica, quedando al margen cualquier otra consideración sobre las estructuras empresariales y el sistema industrial en general.

La Conferencia de apertura de dicha sesión, impartida por P.Kazmierczyk (10), que puso sobre la mesa los dos aspectos que para él eran más importantes de las actuaciones en torno a la implantación de las tecnologías limpias. El primero de ellos, que la definición de tecnologías limpias debe orientarse, fundamentalmente, a la prevención de los impactos durante los procesos productivos, lo que significa que dichas tecnologías deben ser entendidas como la aplicación continuada de estrategias integradas de prevención ambiental dentro de las empresas aplicadas a procesos, productos y servicios, dirigidos a aumentar la ecoeficiencia y reducir en origen los riesgos a la salud humana y al medio ambiente. El segundo, que la difusión de las actuaciones que promueven las tecnologías limpias se encuentra actualmente presente en la mayoría de países latinoamericanos. Si se considera que el planteamiento sobre el papel de las tecnologías limpias en el desarrollo de la prevención cuenta tan sólo con una historia de poco más de una década puede constatarse la rapidez con la que se ha difundido dentro de determinados colectivos técnicos, incluidos los cuadros institucionales e universitarios.

Dicha argumentación estuvo, además, respaldada por una serie de comunicaciones y posters en los que mostraba una preocupación muy importante por dicho tema. Efectivamente, la explicación de experiencias e innovaciones destinadas a reducir los impactos de un amplio abanico de procesos industriales concentraron buena parte del interés de los ponentes, mereciendo especial interés las que se centraban en el sector industrial de la transformación azucarera en clara correspondencia, sin duda, con la especialidad industrial de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Santa Clara así como por la especialización económica azucarera de la región de Santa Clara.

Ahora bien, la profundidad, expectativas y también las contradicciones de la aplicación de las tecnologías limpias recibieron asimismo especial atención de la mano de otras aportaciones, que fueron más allá de la escueta explicación de los aspectos mecánicos de dichas tecnologías. En lo que respecta a éstas últimos se presentaron una serie de comunicaciones y posters sobre valorización de residuos que sugerían que, al igual que en los países más industrializados, también en los países en vías de desarrollo existe a veces la tendencia a confundir el concepto de tecnologías limpias y el de la reutilización energética de los residuos, cosa que, en determinadas circunstancias está motivando, precisamente, a que las tecnologías de la reutilizacion no se apliquen a la prevención, y se dé paso, de hecho, a una tergiversación del mismo concepto de las mismas tecnologías limpias. Esta interpretación sesgada de la reconversión tecnológica no hizo disminuir, sin embargo, el interés por otras comunicaciones en las que se podia ver claramente la preocupación por utilizar las tecnologías limpias como instrumento de la prevención. Dentro de este conjunto se incluyeron unas interesantes aportaciones sobre su reciente proceso de introducción en algunos de los países más pobres de Latinoamérica, Nicaragua en particular, así como también un pequeño grupo de comunicaciones que explicaron unas pocas pero muy interesantes aportaciones sobre el posible desarrollo de técnicas artesanales que pueden ser utilizadas con especial provecho en los programas de difusión de tecnologías limpias entre el tejido industrial de las pequeñas empresas y el artesanado latinoamericano. Valga como ejemplo de este tipo de planteamientos una comunicación sobre la utilización de la cascarilla de arroz en la fabricación de ladrillos que forma parte de un programa específico para los colectivos de la albañilería artesana del norte del Perú (11).

Podría resumirse, en fin, que tal como ya se ha apuntado antes, la búsqueda de tecnologías limpias para procesos industriales, es también una preocupación importante en Latinoamérica. Y en este sentido, tanto la conferencia inaugural como algunas comunicaciones explicaron la presencia de programas públicos de introducción de las mismas en países como Brasil, México, Costa Rica, El Salvador o Nicaragua desde mediados de los noventa, y también del inicio de actuaciones en Colombia, Honduras y Perú. A la luz de lo que allí se escuchó podría aventurarse que la mayoría de estas iniciativas están siendo protagonizadas especialmente por pequeñas y medianas empresas, especializadas en productos de primera necesidad, tales como la alimentación o la manipulación artesanal, como es el caso de la ya mencionada experiencia ladrillera en Perú. Si nos atenemos, por tanto, a los ejemplos que se expusieron, podríamos constatar la paradoja de que son precisamente los sectores más débiles de la estructura productiva los que proporcionaron la mayor parte de casos de estudio, en contraste en cambio, con las grandes empresas, particularmente las multinacionales, en las que se supone, mayores posibilidades para aplicar los avances tecnológicos pero que, en cambio, no merecieron ninguna consideración. Esta idea fue tratada, sin embargo, con mucha claridad en uno de los debates que siguió a la presentación de las comunicaciones apuntándose, además, la incongruencia de que actualmente, cuando se habla de la introducción de tecnologías limpias en las grandes empresas de lo que se está hablando en realidad es de cómo prevenir impactos en procesos de producción destinados a fabricar artículos que, en la práctica, son muchas veces prescindibles.
 

Las implicaciones económicas del modelo actual de explotación de los recursos

Ya decíamos al principio que el cambio tecnológico, aún siendo imprescindible, necesita también de otros cambios estrechamente relacionados con la dimensión social. Una parte importante de las aportaciones presentadas a los otros dos ejes temáticos del MASXXI -la sesión sobre Desarrollo Sostenible y Biodiversidad y la sesión sobre Sociedad y Medio Ambiente- permitieron profundizar en algunos de los problemas y enfoques que plantea el estudio de las múltiples dimensiones sociales de los procesos tecnológicos. Entre el considerable número de aportaciones que trataron esta cuestión,vamos a centrarnos tan sólo en dos temas especialmente relevantes: Uno, la deuda ecológica y su relación con la deuda externa y, el otro la inconmensurabilidad monetaria de los recursos naturales y de los impactos que conlleva su explotación.
 

La deuda ecológica

Hace ya tiempo que distintos movimientos sociales vienen reclamando la abolición de la deuda externa de los países pobres basándose en que ésta está sobradamente compensada por la deuda ecológica que los países ricos han venido contrayendo a cuenta de las actividades de exportación mal pagada de recursos cuyos precios no incluían ni los costes sociales ni los costes ambientales -locales y globales- de la explotación de sus recursos naturales. Actualmente, la anulación de la deuda externa forma parte del conjunto de las reivindicaciones ecologistas y ciudadanas, habiendose incorporado en el marco científico de distintas corrientes científicas, tales como son las que se situan en el marco de lo la ciencia postnormal (12) y de la ecología política.

En el MASXXI, el enfoque de la deuda externa fue defendido en la comunicación presentada por la química N. Vidal de Llobatera, perteneciente también al comité organizador. El punto de partida de su aportación consistía en señalar que la deuda ecológica consiste en la responsabilidad que tienen los países industriales por la destrucción paulatina del planeta debida a las formas de producción y consumo, características del actual modelo de desarrollo. Ello incluye tanto los impactos ambientales globales, incluido el efecto invernadero, como el saqueo y usufructo de bienes naturales: petróleo, minería, biodiversidad, bienes marinos, forestales, etc. Concretamente, el objetivo de su comunicación consistió en explicar la materialización de esta deuda en un caso concreto, el Ecuador, un país con elevada deuda externa pero que posee, en cambio, una gran riqueza ecológica, tal como queda expresada tanto en términos de biodiversidad como de recursos naturales. Llegados a este punto, y ante la posibilidad esgrimida por algunas instituciones internacionales de compensar la deuda externa con el valor económico de dichos bienes naturales, esta autora sostiene que no sólo dicha deuda ya ha sido sobradamente pagada con la expoliación del medio ambiente sino que, además, es imposible calcular cuantitativa y monetariamente dicha deuda ecológica de manera objetiva. Lo que sí es posible, en cambio, es ir analizando de manera pormenorizada los impactos que su historia de explotación ha conllevado al país. La comunicación se proponía, por tanto, repasar sistemáticamente los principales impactos que fueron surgiendo en una serie de momentos históricos y segmentos clave de la economía ecuatoriana: por ejemplo, la explotación del petróleo en la selva amazónica, la minería del cobre y, también más recientemente, la dinámica agrícola desde la aplicación de los últimos acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (13).
 

La inconmensurabilidad monetaria de los impactos ambientales

Las dificultades para la contabilización monetaria de los impactos y la degradación ambiental son tan enormes que parecen fuera del alcance de los métodos estadísticos usuales que se proponen actualmente como los únicos susceptibles de ser utilizados de manera objetiva y eficaz. Es ésta una línea de interpretación sobre la que la economía ecológica ha venido abriendo en los últimos años una brecha epistemológica que ha contribuido a que los errores y contradicciones de los actuales intentos de la economía convencional para calcular monetariamente la degradación del medio y sus impactos pudieran aflorar a la luz de la discusión científica contemporánea.

En este orden de consideraciones cabe reseñar las dos comunicaciones aportadas por dos miembros de la representación catalana, los economistas J.Roca y J. Pascual, los cuales presentaron algunos de los aspectos metodológicos que se manejan actualmente dentro de este planteamiento. En concreto, J. Roca (14) se centró en las dificultades para incluir variables económicas relacionadas con los costes ambientales dentro de los PIB y los PIN de las contabilidades de los estados. Según dicho economista, la sistematización de dichas dificultados se organiza en torno a tres ejes interpretativos: 1) la depreciación del capital natural, 2) la contabilización de la degradación ambiental y 3) la sustracción de los gastos defensivos.

Frente a dichas dificultades se explicó que actualmente empieza a vislumbrarse una serie de propuestas de cálculo alternativo, como los indicadores de Producto Interior "Verde" o Renta Nacional sostenible, aún cuando, por el momento, la discusión está todavía lejos de verse resuelta. Por no hablar del poco interés para aumentar la voluntad política de pasar a elaborar estadísticas generales de desarrollo estatal con nuevos y diferentes valores.

En la misma dirección, aunque centrándose en otro aspecto del problema, J.Pascual (15) presentó un intento de abordar los problemas de contabilidad que plantea el concepto de la sostenibilidad desde la perspectiva de las generaciones futuras. De hecho, el tema de las generaciones futuras forma parte de una corriente de opinión que considera que los cálculos y la toma de decisiones están sobremanera condicionadas por la valoración exclusiva de las personas como ciudadanos actualmente adultos y productivamente activos, lo que lleva a minusvalorar el papel de los niños, jóvenes, viejos y también, muchas veces, de las mujeres. Piénsese, por tanto, en la dificultad sobreañadida de la consideración de las generaciones futuras dentro de las contabilidades económicas, tema éste respecto al cual en economía empiezan a intentarse algunos ensayos.
 

De lo global a lo local: la insostenibilidad urbana y la gestión ambiental de las ciudades

En realidad, lo que preocupaba especialmente a la mayoría de los asistentes a las sesiones a las que tuve la oportunidad de asistir durante las sesiones sobre Desarrollo Sostenible y Biodiversidad y la sesión sobre Sociedad y Medio Ambiente era la dimensión local de las problemáticas ambientales. Ello no debe extrañar, puesto que, aún bajo la consideración de la dimensión global de la degradación ambiental, los primeros síntomas y consecuencias siempre son percibidos desde espacios locales, lo que supone, de hecho, la percepción de las poblaciones enraizadas en un entorno que ya se ha visto afectado.

Podría aventurarse que las aportaciones que se formularon en el MASXXI sobre este tipo de situaciones siguieron, preferentemente, tres líneas de interpretación: La primera, y con el mayor número de aportaciones, constituida por las contribuciones que se centraron en torno al tema de los impactos; la segunda línea, integrada por las comunicaciones que hacían hincapié en la dimensión ambiental de los procesos locales de urbanización; y, finalmente, la tercera, formada por las aportaciones que se ocuparon de la manera en que las administraciones locales afrontan la política ambiental
 

Aportaciones en torno a los impactos ambientales

Las comunicaciones que tenían como objetivo el estudio de impactos ambientales pueden diferenciarse según tratasen los aspectos metodológicos de dichos estudios o bien abordasen directamente el tema de sus consecuencias ambientales y sociales. En relación con este segundo tipo de comunicaciones, cabe reseñar que el impacto de las actividades turísticas, particularmente en el área del Caribe, fue uno de los temas que mereció más interés. La industria turística -porque como tal puede considerarse si se atiende los volúmenes financieros y de recursos que moviliza y que se complementan con una implantación uniforme y extensiva de sus estructuras constructivas- origina impactos de diferentes tipo y escala, entre los que se planteó, especialmente, el impacto sobre los ecosistemas de manglares con las consiguientes repercusiones en las cadenas alimentarias de la población autóctona. Como es evidente, se trata de una incidencia especialmente grave, por cuanto tiene que ver con el uso de los recursos naturales por parte de dicha población y que sobrepasa, por tanto, la dimensión paisajística -incluso teniendo en cuenta la importancia del paisaje-recurso en una actividad que va destruyendo este mismo recurso al ritmo de su misma implantación. En esta línea se aportaron interesantes perspectivas desde las experiencias mexicana y cubana. Cabe destacar, entre éstas, la de los arquitectos M. Martínez y A. Álvarez, que explicaron la necesidad de substituir la concepción habitual del turista por otra en la que se favorezca la idea de alguien que viaja porque existe un interés en experimentar y aprender conocimientos distintos a los que ya se poseen. En dicha comunicación, se explicó que la lógica actual del negocio turístico -que se basa en el diseño y construcción de espacios turísticos iguales en todas partes- debería cambiar a favor de la construcción de toda una serie de instrumentos arquitectónicos y culturales, siempre diferentes en función de las especificidades locales, que posibilitarían el desarrollo del diálogo entre el turista y el medio-espacio visitado (16).

Las aportaciones sobre metodología de los estudios de impactos ambientales fueron menos numerosas, aunque no por ello menos interesantes. Entre éstas, destacaron, en especial la que aportó E. Pol (17) sobre la incorporación de los factores sociales dentro de los estudios de impacto ambiental, y también la de F. Castells y X. Grau (18) sobre el análisis de impactos desde la perspectiva del cálculo de los ciclos de vida de los productos. La evaluación de los impactos a partir del ciclo de vida de los productos procede de la ingeniería industrial en su interés por evaluar las consecuencias ambientales de la fabricación, distribución y uso de los productos, habiéndose venido utilizando hasta la actualidad para comparar productos semejantes en función de su mayor o menor agresividad ambiental. Dichos estudios, que son un requisito previo al etiquetaje de los ecoproductos, están experimentando un gran auge a causa de la necesidad de evaluar la aportación de CO2 y de los demás gases de efecto invernadero, especialmente después de la Cumbre de Kioto. La aportación presentada por estos dos autores constituyó un paso más allá de la escueta comparación de productos semejantes puesto que proponía una modelización de los distintos ciclos de vida correspondientes a todos los sectores económicos implicados en la economía de una comarca o de un lugar. Se pretendía con ello abrir una vía cuantitativa de predicción de impactos -locales y globales- según un método muy diferente de los que vienen siendo utilizados habitualmente.
 

La dimensión ambiental de las ciudades

Si en la comunicación antes citada se dejaba ya ver el interés por poner de manifiesto la dimensión global de los impactos de la actividad económica, cabe señalar, como grupo aparte, un pequeño conjunto de aportaciones que tenían el objetivo específico de poner de relieve las fuertes implicaciones globales de los espacios urbanos. Entre éstas, merecieron especial interés dos comunicaciones en las que se presentaron sendas experiencias de aplicación del método de cálculo de la huella ecológica: en el caso de la comunicación de E. Tello (19) se trataba de la aplicación de dicha metodología para el caso de la ciudad de Barcelona, mientras que la de L. Sayas (20) explicaba los resultados de su estudio para el conjunto de Cantabria.

Concretamente, el método de la huella ecológica permite calcular el área verde y agrícola necesaria para las personas en función de los regímenes alimenticios de cada lugar, así como también del espacio que se precisa como sumidero de la contaminación generada por habitante. En general, todos los cálculos obtenidos hasta el momento concluyen sobre la insostenibilidad ecológica de los países y, en particular, de los países más ricos, donde se consumen más recursos y donde se genera más contaminación.
 

La política municipal sobre el medio ambiente

Queda, finalmente, por comentar el conjunto de aportaciones que se centraron en las políticas medioambientales locales. Al respecto, podría decirse que las propuestas y planteamientos que fueron aflorando a lo largo del congreso sobre las políticas locales de resolución de problemas ambientales tendían a situarse dentro de dos marcos o modelos distintos: De una parte, el modelo más o menos formalizado de las Agendas 21 Local, tendente a establecer un programa a largo plazo de múltiples intervenciones locales que deberían entrelazarse entre sí, y en torno al cual se debaten los intentos actuales de organización de la política ambiental municipal europea, y que se sostuvo desde la delegación catalana. De otra las aportaciones, procedentes en su mayoría de países latinoamericanos, que estaban más interesadas en la resolución de impactos o problemáticas concretas, vinculadas generalmente a la degradación de espacios naturales y al uso de los mismos por parte de la población.

Independientemente del interés de cada uno de los casos que ejemplificaron ambos planteamientos, quizás lo más sugerente fue la insistencia con que todas las comunicaciones plantearon la necesidad de implicar a la población afectada en el proceso de la gestión ambiental de sus barrios y ciudades, lo que lleva a hablar de la necesidad y también de las contradicciones del supuesto de la participación ciudadana dentro de las políticas ambientales. Aún a riesgo de equivocarnos, nos atrevemos a decir que cada uno de los dos modelos planteaba la cuestión de diferente manera: una visión más regularizada, o pretendidamente homogeneizable en el caso de Cataluña; una visión más diversificada en el conjunto latinoamericano, aunque en este segundo grupo se vislumbrase una cierta tendencia a insistir en la necesidad de vincular la participación con la educación ambiental. Concretamente, en el coloquio que siguió a una de estas sesiones, se discutieron las distintas concepciones existentes sobre los conceptos de consenso, participación e implicación ciudadana, quedando en evidencia que muchas veces parecen significar algo así como adoctrinamiento para decisiones que ya han sido tomadas con anterioridad. Dicho debate ayudó, pues, a suscitar algunas intervenciones que expresaron concepciones más abiertas y alternativas de la política y las decisiones ambientales, lo que nos llevaría a considerar de manera especialmente crítica el papel de ciertas instancias administrativas cuando se trata de aplicar el principio de la participación ciudadana y, en general, el de la sostenibilidad (21). Como puede deducirse, se trataba de un tema difícil de desarrollar en el marco de un congreso que había sido organizado pensando más en la difusión de conocimientos técnicos -piénsese en lo que hemos explicado antes sobre las tecnologías limpias- y no tanto de las dimensiones sociales y políticas del cambio ambiental.
 

La dimensión social y política de la educación ambiental

Y sin embargo, estos aspectos sociales y políticos salieron claramente a relucir en la mesa redonda dedicada a la educación ambiental. A nuestro entender, y de manera sucinta, podría decirse que en dicha sesión -que contó con la presencia de destacados miembros de las instancias educativas de los gobiernos cubano y venezolano- se expresaron con toda claridad tres ideas básicas: La primera, que la educación ambiental debe ser una estrategia política imprescindible para la difusión de conocimientos relacionados con el cambio hacia la sostenibilidad. La segunda, la necesidad de que la educación ambiental incorpore una serie de conocimientos y planteamientos que proceden de colectivos al margen de las estructuras educativas e institucionales Y finalmente, la tercera, que la ausencia o la debilidad del conocimiento y la implicación ambientales entre gran parte de la población no eximen a las instancias públicas de cumplir con sus obligaciones de salvaguarda del medio ambiente y la salud pública.

En el primer caso, se trata de un enfoque que está siendo progresivamente asumido por las distintas instancias educativas y sobre las que los dos representantes de la corporación universitaria cubana ofrecieron detalladas explicaciones, así como sobre las directrices y actuaciones que se estaban impulsando en su país en el marco de los planes de estudios universitarios. En relación con ello se suscitaron dos temas que no por ser ya conocidos dejan de merecer especial atención: Uno, el hecho de que la educación ambiental genera un conflicto importante de estructuración docente, por cuanto se trata de una educación que en gran parte es transversal a todas las enseñanzas y especialidades. Y el otro, la forma en que la educación ambiental está siendo introducida en los planes de estudio universitarios y de las carreras técnicas con el objetivo de subsanar los errores de una enseñanza que ha venido prescindiendo sistemáticamente de la consideración de los impactos generados por los ingenios mecánicos y las estrategias de planificación que son objeto de los mismos planes.

La segunda idea nos sitúa ante un planteamiento que viene siendo defendido cada vez con más fuerza por quienes piensan que el modelo de la sostenibilidad no procede tanto de una formulación institucional como de las experiencias y reivindicaciones de toda una serie de colectivos, organizados en las distintas regiones de todo el mundo, en el que junto a los ecologistas del mundo occidental se destaca el protagonismo de colectivos indígenas y de otros grupos de ciudadanos del tercer mundo que han ido viendo que en los últimos años se les arrebataba cualquier posibilidad de desarrollo en el contexto de la globalización del capital. En el marco, pues, de estos colectivos la educación ambiental no se entiende sólo como una pedagogía destinada a transmitir enseñanzas que proceden de las altas directrices oficiales, sino, también, de una educación popular cuyos contenidos proceden igualmente de la praxis y de la cultura de una ciudadanía que, muchas veces, ha ido generando nuevos conocimientos al mismo tiempo que ejercía sus reivindicaciones ambientales.

La aceptación de estas dos realidades que conforman un panorama de la educación ambiental especialmente rico y complejo, explica que cobren especial relevancia las afirmaciones de quienes creen que la administración pública tiene una gran responsabilidad en el proceso de cambio de las mentalidades ambientales. Pero, por otra parte, a menudo la insistencia en hablar de la educación ambiental parece más una cortina de humo tendente a trasladar las responsabilidades hacia la población, excusándose así frente a aquellos colectivos que le reclaman cambios en la política ambiental, más acordes con la prevención de la contaminación y la sostenibilidad en general. Particularmente interesante en este sentido fue la aportación de la representante venezolana Azucena Martínez F (22) al explicar que la realidad de la política ambiental está condicionada a menudo por intereses privados -como por ejemplo, las grandes empresas y las multinacionales que se había echado en falta en otras sesiones- de cuyas actuaciones deriva la necesidad de que los organismos públicos protejan el derecho ciudadano a organizarse y a participar en el desarrollo de actuaciones que, de otro modo, seria imposible llevar a cabo.

La mesa redonda fue una sesión que cumplió muy bien sus funciones como instrumento para la reflexión y el debate entre los asistentes. En resumen, se puede afirmar que de ella salió reforzada la idea de una educación ambiental destinada a difundir conocimientos que pongan en evidencia la necesidad de cambiar las relaciones con el medio y que ayuden a desarrollar aptitudes que faciliten y propongan los principios éticos que las orientan. La educación ambiental no debe restringirse, pues, a proporcionar información y conocimientos sobre el medio ambiente, aunque esto también sea necesario, sino que también debe ayudar a la sociedad -incluidas las empresas y la administración- a analizar las consecuencias de sus actos, individuales y colectivos.
 

Conclusión: las distintas facetas de la transición ambiental

Quisiéramos finalmente, y a modo de conclusión, terminar este artículo sobre el MAS XXI destacando algunas de sus enseñanzas sobre la transición ambiental, tanto en el caso de la explicación de lo que está ocurriendo realmente en algunos países como en el de las versiones o planteamientos que se ofrecen al respecto.

Quizás una de las cuestiones que debemos subrayar en primer lugar es la que se refiere al nítido dominio de los planteamientos tecnológicos, lo que confirma que la idea de las tecnologías limpias ha superado ya la estricta localización en los países más ricos y está siendo difundida actualmente no sólo en los países en vías de desarrollo sino también en algunos especialmente pobres, donde pueden ser aplicadas en el marco de las necesidades más humildes de las economías artesanales. Tal es el caso, por ejemplo, de la comunicación presentada sobre la utilización de la cascarilla de arroz, que puede ayudar a replantear algunas ideas actualmente vigentes sobre el papel de la tecnología y los impactos ambientales en el marco de los procesos de desarrollo. De lo que se deriva, desde un punto de vista menos paternalista y más cercano a la realidad, que los países menos industrializados no tengan que seguir necesariamente las mismas fases de desarrollo que los ricos, ni que sus procesos de transición ambiental tengan que ser idénticos.

Otra cuestión más compleja, cuyo análisis más en detalle nos llevaría a plantear un articulo de características muy distintas al que nos hemos planteado aquí, es la que se refiere a las diferentes lecturas y planteamientos que se hicieron respecto de los aspectos sociales y políticos que, de alguna manera, también se reconoció que están implicados en el cambio ambiental. La ya citada mesa redonda sobre educación ambiental o algunos de los planteamientos que se discutieron en la sesión sobre la política ambiental local son una muestra de lo que queremos decir. Y ello fue así debido a que los objetivos de la mayoría de comunicaciones iban por unos derroteros temáticos que las alejaban de la consideración de los obstáculos de la transición ambiental, así como debido a que, de hecho, la mayoría de los asistentes partían de puntos de vista que los situaba fuera del modelo del bloqueo al que nos hemos referido al principio.

Ello no fue obstáculo, sin embargo, para que algunas voces, procedentes en su mayoría, de Cataluña, plantearan algunas de las reflexiones más críticas al respecto. En su conferencia, Martí Boada, por ejemplo, admitió la contradicción existente entre, por una parte, las expectativas que genera el aumento de la sensibilidad ambiental y, de la otra, las crecientes demandas de bienes de consumo y de energía. Otras aportaciones que se situaban también próximas a la idea del bloqueo fueron las que plantearon el modelo de la huella ecológica y permitieron abrir la discusión hacia el terreno de los límites físicos del modelo actual de urbanización, considerado todavía por muchos como el único modelo posible de organización territorial. De la misma manera, aunque refiriéndose a los obstáculos de tipo económico en el marco de los procesos de formación de las grandes estructuras capitalistas mundiales, podría considerarse la comunicación que presentó las conexiones entre la deuda ecológica de los países más ricos y la necesidad de la abolición de la deuda externa, y que ya hemos visto que se trató para el caso del Ecuador, un claro ejemplo de país que ya ha pagado mucho a cambio de muy poco.

Y es que otra cuestión que se hizo patente fue que el cambio hacia la sostenibilidad, en el supuesto de que se produzca, tiene una doble dimensión. Una dimensión global, en la que pueden seguirse los circuitos de la articulación entre la economía y la ecología, y una dimensión local, que es donde se manifiestan principalmente los problemas sociales y los impactos concretos de dicha articulación económico-ecológica. Las distintas maneras en que se producen dichos impactos, así como las distintas sociedades afectadas, confirman la necesidad de continuar profundizando en las diferencias entre países y regiones en el contexto de un mundo global pero económicamente desigual. En consecuencia, no se puede hablar de la transición y del cambio ambiental como si en todas partes pasase lo mismo o, peor aún, como si en todo el mundo se dieran las mismas circunstancias que en los países más ricos, que también son los que generan el máximo de problemas ambientales. No parece verdad, por tanto, que unos países hayan avanzado más que otros niveles más elevados de transición ambiental. Antes bien podría pensarse que, aún con muchas dificultades, se está abriendo paso en el mundo la posibilidad de distintas modalidades de transición ambiental que podrían ir asociadas a distintas concepciones sobre el desarrollo.
 

Notas

1 Actualmente estamos desarrollando esta idea en otro artículo más extenso que esperamos publicar proximamente.

2 MUMFORD, L. Técnica y Civilización. Madrid: Alianza Editorial, 1979. (1ª edición 1934)

3 COMMONER, B. En paz con el planeta. Barcelona: Ed. Drakontos, 1992.

4 Recogemos aquí la idea que ya expresamos inicialmente en 1999 en el Congreso de la Asociación de Géografos celebrado en Alicante. Véase en particular: ALIÓ, Mª A. Tendencias y protagonistas de las políticas ambientales: Aportaciones a la teoría del cambio hacia la prevención de los residuos. In Industria y Medio Ambiente. Alicante: Universidad de Alicante - Asociación de Geografos Españoles, 2000. 299-313.

5 Entre las numerosas obras de este autor puede consultarse la ya citada en la nota 3

6 MEADOWS, D.H. (et al): Más allá de los límites del crecimiento. Madrid: El País-Aguilar, 1994.

7 WEIZSÄCKER, E.U. Von. Factor four: Doublig Wealth - Halving Resource Use. In Sostenible. Congrés Internacional Tecnologia, Desenvolupament Sostenible i Desequilibris. Barcelona: Icaria - Generalitat de Catalunya, 1997. 31-42.

8 BRYANT, J.O. Beyond the impasse: The power of political ecology in Third World Environmental Research. Area, 1997, 29,1, 5-19.

9 En particular con la Universidad Autónoma de Barcelona (Cataluña-España) y el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Catalán. Esta colaboración interatlántica fue ampliada en esta segunda edición con la presencia de otras entidades administrativas y universidades, entre ellas la Universitat Central, la Universitat Rovira Virgila y la Diputación de Barcelona. Las actas del congreso fueron editadas y distribuidas en formato CD.

10 Pawel Kazmierczyk es consultor industrial del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial y presentó una conferencia sobre Políticas de Producción más límpias en Centroamérica.

11 SANCHEZ, S.; RAMIREZ, T. Uso de la cascarilla de arroz como fuente energética en ladrillos. Una experiencia piloto desrollada por ITDG-Perú. (Actas del Congreso MASXXI).

12 La formulación del concepto de ciencia postnormal fue desarrollada por S. Funtowicz a finales de los años ochenta habiendose constituido en la actualidad en un planteamiento especialmente interesante desde el punto de vista de la incorporación de las incertidumbres y de los enfoques éticos y ciudadanos en muchos trabajos científicos interesados por la dimensión social de los problemas ambientales. De manera sintética puede consultarse la interesante entrevista que se le realizó en la revista Ecología Politica. Véase al respecto: Gestión de riesgos ecológicos y la noción de ciencia postnormal. Entrevista a S. Funtowicz Ecología Política, 1990, vol 4, 41-46.

13 VIDAL de LLOBATERA, N. Deuda ecológica vs. Deuda externa. El caso el Ecuador. (Actas del Congreso MASXXI).

14 ROCA JUSMET, J. Contabilidad macroeconómica y problemática ecológica. (Actas del Congreso MASXXI).

15 PASCUAL, J.; SOUTO, G. Recursos naturales y externalidades intergeneracionales. (Actas del Congreso MASXXI).

16 MARTINEZ, M.; ALVAREZ, A. Solución para un turismo de naturaleza. (Actas del Congreso MASXXI).

17 La comunicación de E. Pol sobre los impactos sociales de las actuaciones ambientales no fue incluida en el CD de edición de las actas del MASXXI.

18 La comunicación de F.Castells i X. Grau sobre su propuesta de evaluación de impactos ambientales mediante la metodologia de los ciclos de vida tampoco fue incluida en dicho CD.

19 TELLO, E. Ciudades sostenibles: huellas y deudas ecológicas. (Actas del Congreso MASXXI).

20 SAYAS, L. La huella ecológica de Cantabria. España. (Actas del Congreso MASXXI).

21 Por nuestra parte, en la sesión de posters presentamos un resumen de la investigación realizada por nuestro equipo durante los años 1998-2000 sobre la realidad de las prácticas participativas em los muncipios del área de Barcelona. Existe una publicación resumida de esta investigación en: ALIO, M.A.; GALLEGO, A.; RALEIGH, K. In search of new knowledge in urban areas. The potential of citizen participation in the implementation of the Local Agendas 21 In Transdiciplinarity: Joint Problem-Solving among Science, Technology and Society. Zurich: Swiss National Science Foundation, 2000, p. 246-249

22 A. MARTINEZ presentó también una comunicación. Véase: MARTINEZ, A. Mejorando la calidad de vida a través de la educación ambiental popular. (Actas del Congreso MASXXI).
 

© Copyright: Mª Àngels Alió, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.

Ficha bibliográfica

ALIÓ, Mª A. Perspectivas actuales de la Transición Ambiental.  Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 387, 20 de julio de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-387.htm [ISSN 1138-9796]



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