Menu principal
Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 392, 15 de agosto de 2002

CIUDAD O ASENTAMIENTO HUMANO? CIUDAD PÚBLICA vs. CIUDAD DOMÉSTICA

Josep Oliva i Casas
Arquitecto


Palabras clave: ciudad, urbanismo, arquitectos

Key words: city, urbanistics, architects


Habiendo publicado recientemente un libro sobre urbanismo (1), paso a expresar algunas de las ideas básicas contenidas en él, las cuales pretenden clarificar el panorama referido a dos maneras, muy distintas, de entender y de enfocar la cuestión urbana y, concretamente, la construcción de la ciudad. Mi objetivo principal ha sido, pues, esa clarificación consistente en deslindar la ciudad propiamente dicha (o ciudad pública) de lo que constituye un asentamiento humano (o ciudad doméstica) por bien organizado, urbanizado y equipado que esté. Por lo demás, el hecho de apostar por la primera es un aspecto menor.

En ámbitos muy diversos se habla de modelos, de políticas o de ideologías que expresan el trasfondo teórico que guía las acciones del día a día. Además, en algunos casos, especialmente en temas importantes, se conocen las diferentes opciones de que se dispone, es decir, hay un determinado repertorio de modelos a los cuales adherirse, cada uno de ellos identificado con un nombre.

Así pues, podemos hablar de modelo de partido político, modelo de televisión pública, política de la escuela pública, ideología de un colegio privado, política de empresa. Asociaciones, colegios profesionales o cualquier organismo pueden tener un esquema general de actuación, en definitiva un modelo por sencillo que sea y por el cual se rigen. Cuando existe, se establece una coherencia con la práctica diaria y también un cierto grado de eficacia. Sin modelo o con un modelo confuso, suele haber una actuación errática y se pierde efectividad.

Bien, todo esto nos remite a tener un proyecto que equivale a tener las ideas claras y saber hacia donde nos encaminamos. En la cuestión urbana, que es importante porque están en juego intereses políticos, económicos, de medio ambiente y de calidad de vida de los ciudadanos, también se habla de modelos de ciudad pero sin explicitarlos suficientemente y con el agravante de la ambigüedad y la indefinición semánticas. Últimamente, aparecen los nombres de ciudad compacta y ciudad dispersa o difusa los cuales mezclan modelos urbanos con densidad edificatoria, que no es precisamente lo mismo. Hay un ecólogo que precisa un poco más y habla de ciudad compacta y diversa e, incluso, cita lo de ciudad mediterránea. En el ámbito urbanístico entiendo, pues, que es oportuno preguntarse: -¿qué modelos urbanos hay?, ¿cuáles son las características concretas de cada uno de ellos?. Y en un segundo nivel -¿cuáles son las características que definen un buen plan de urbanismo o cuáles son los elementos de juicio que permiten evaluar su cualidad? - ¿qué significa ciudad compacta? - ¿se considera conveniente la formalización del espacio? - ¿qué papel juega una equilibrada distribución de los volúmenes construidos? (lo que yo llamo el urbanismo de las maquetas) - ¿una buena composición sobre plano (o el urbanismo del diseño gráfico) es, realmente, garantía de buen urbanismo? - Hablando de problemas urbanos, más de una vez se ha dicho que convendría saber qué modelo de ciudad queremos. Es el momento, pues, de presentar los modelos de que disponemos y ver cuál es la filosofía que hay detrás de ellos.

Desde hace años, pues, detecto confusión en el campo del urbanismo y, probablemente, está más extendida en el área mediterránea a causa de su mayor tradición urbana (supongo que en el mundo anglosajón preocupa menos este tema si no es por los problemas derivados de la inseguridad urbana la cual, desgraciadamente, también nos está llegando). Y es que, este substrato y esta realidad de ciudad se vieron fuertemente cuestionados por el advenimiento de la modernidad que, en nuestra disciplina, llegó en dos oleadas. La primera corresponde a las ideas urbanísticas del Movimiento Moderno, es decir, la ciudad racionalista. Es evidente que, ante el importante punto de inflexión que, en todos los órdenes, representó la Revolución Industrial, era necesario replantearse la ciudad: a) se estaba produciendo un importante cambio de escala, b) aparecían medios mecánicos de transporte y c) uno de los problemas más virulentos eran las deplorables condiciones de habitabilidad que sufría la emergente clase obrera. Y, todo ello, no lo olvidemos, enmarcado en la entrada en la nueva era de la modernidad. Pues bien, entiendo que el Movimiento Moderno, con un claro trasfondo de mentalidad anglosajona y nórdica, más que dar unarespuesta global a la cuestión urbana, que incluye aspectos intangibles, reaccionó en la línea de poner el acento en el tema higienista, de incorporar (de una determinada manera) la naturaleza en la ciudad y sobre todo, de analizar solamente los componentes de funcionalidad directa y primaria. Quisiera llamar la atención sobre la gran diferencia que hay entre dar respuesta a un problema general y reaccionar ante disfunciones puntuales. La ciudad moderna es, más bien, fruto de una reacción a problemas muy concretos y la consecuencia, "lógicamente simplificada, de haber hecho un análisis reduccionista del fenómeno urbano". Pensemos que el concepto de "zoning" es profundamente antiurbano. La segunda oleada, de origen totalmente diferente, desprovista de cualquier tipo de reflexión teórica, viene representada por una serie de intervenciones urbanas de tipo consumista que son producto de una determinada mentalidad pero también de una visión economicista de la ciudad (en realidad de una clara incidencia de la iniciativa privada que interfiere en el hecho urbano y se apropia de trozos de ciudad para sus fines particulares) que ha ido adquiriendo especial relevancia durante las últimas décadas. Pero, una y otra, dejan un importante flanco por cubrir el cual, hasta principios del siglo XX, había resuelto la ciudad clásica como lugar de encuentro y de intercambio y con espacios no solamente complejos sino también susceptibles de adquirir connotaciones diversas, incluidas las simbólicas.

Ante esta situación y con el ejemplo de las ciudades históricas poseedoras de importantes valores pero, a la vez, con disfunciones, debido a las circunstancias y a los requerimientos del mundo actual, nos volvemos a preguntar (o, por lo menos, me lo pregunto yo): ¿qué modelos hay y hacia donde lleva cada uno de ellos? - ¿qué modelo convendría adoptar?.

Para intentar aclarar la terminología e identificar los modelos de ciudad que conviven en la actualidad, parto de la clasificación hecha por el arquitecto y urbanista madrileño Fernando Chueca Goitia (2) en su libro "Breve historia del urbanismo". Dice que hay tres tipos de ciudad: 1) la ciudad pública del mundo clásico, la civitas romana, la ciudad por antonomasia, 2) la ciudad doméstica y campestre de la civilización nórdica y, después, añade la ciudad privada y religiosa del Islam. He utilizado, pues, los dos primeros nombres y he procedido a su interpretación y desarrollo. Considero que los calificativos de pública y doméstica son muy acertados porque contienen la idea profunda que hay detrás de cada modelo. Quedan así configuradas dos maneras bien distintas de entender el hecho urbano. En el fondo, la auténtica ciudad solamente es la primera y sus características esenciales son las que se identifican con el concepto urbano que siempre hemos tenido y representa lo que se entiende por cultura urbana.

Ya he dicho que en el libro me refiero únicamente al mundo occidental y establezco las características de cada modelo. La ciudad pública es el hilo conductor que reúne los diferentes tipos de ciudad que se han producido a lo largo de la historia, tanto las de estructura orgánica (ciudad antigua) como las geometrizadas (Ensanches del siglo XIX y otras). Analizando las características esenciales, por ejemplo es lo mismo Ciutat Vella en Barcelona (o el Madrid antiguo) que el Ensanche Cerdà (o el barrio de Salamanca en Madrid). Después, es necesario proceder a su actualización que se concreta, por una parte, en la previsión del vehículo privado. Por otra parte, especialmente en las grandes ciudades y en las áreas metropolitanas, propongo la creación de un doble sistema formado por la yuxtaposición de edificación y espacios abiertos. Se trata de reforzar y resaltar la artificialidad de la ciudad y, al mismo tiempo, disponer de un conjunto de parques, zonas verdes y grandes espacios más o menos urbanizados que estarían intercomunicados por paseos urbanos con el objetivo de que cada ciudadano pueda escoger fácilmente entre: a) sumergirse en un entorno plenamente urbano o b) adentrarse en un ambiente de vegetación o, simplemente, abierto y "natural". Con la existencia de ese doble sistema sería posible, y creo que convendría, aplicar densidades edificatorias medianas y altas. Por lo tanto, abogo por crear esos dos ámbitos (para entendernos sería el equivalente a hacer presente la dualidad ciudad / campo) cada uno de ellos tratado con cierta radicalidad y perfectamente delimitados. Como imágenes aproximativas citaría un archipiélago formado por muchas islas, algunas de ellas pequeñas o bien un queso gruyere muy agujereado, en los cuales las islas o los agujeros podrían corresponder al sistema abierto.

La ciudad pública es, pues, la superposición de la histórica, los ensanches y su actualización en la cual el doble sistema artificialidad y espacio abierto juega un papel importante. Su objetivo va más allá del cumplimiento de las funciones estrictas, incorporando el valor añadido del goce de la propia ciudad. Este hecho implica tratar de generar vida urbana en el más alto grado posible en cada sector, creando espacios urbanísticos calificados mediante un marco físico espacial perceptualmente claro y, a la vez, lleno de estímulos visuales. Así se consiguen unos entornos complejos (verdaderos escenarios urbanos), capaces de atraer ciudadanos al espacio público el cual, por otra parte, es el único agente estructurador y vehiculador de acceso a cualquier unidad. Para conseguir esto se requieren unos determinados ingredientes perfectamente identificables si se analiza el funcionamiento de las ciudades, y entre esos ingredientes hay componentes formales pero también sociológicos. La ciudad ha de verse como una estructura física a la cual se le suma el elemento humano. Es una mezcla de espacios, de arquitectura y de tejido social y el resultado ha de tener un valor añadido que cristaliza y da lugar a los espacios públicos de los que podemos disfrutar y apropiarnos. Es ver la ciudad como obra de arte, aparte de los componentes puramente funcionales que necesita cualquier asentamiento humano. Es una ciudad bien estructurada, cohesionada físicamente y, hasta cierto punto, también socialmente. Ahora bien, este modelo presupone tener detrás un tipo de sociedad urbana mínimamente estructurada y con voluntad de querer "vivir la ciudad". También implica tener buen clima. Aunque parezca una redundancia, es la ciudad del urbanismo y en la cual la arquitectura le queda subordinada. Se adapta perfectamente a lo que escribió Ortega y Gasset: "se edifica la casa para estar en ella y se funda la ciudad para salir de casa y reunirse con otros que también han salido de su casa". Es hacer realidad la acertada frase de un radiofonista barcelonés el cual, hace años, decía; "la ciudad es un millón de cosas". Podemos ejemplificarla hablando de "ciudadanos" de Barcelona.

Dentro de la ciudad doméstica incluyo, muy conscientemente, tanto la ciudad racionalista basada en las teorías del Movimiento Moderno como las tendencias más recientes, básicamente importadas de los Estados Unidos, tipo grupos residenciales segregados, centros comerciales y grandes superficies, parques temáticos, centros lúdicos e, incluso, las viviendas unifamiliares en hilera con jardín delantero. En el fondo, responde a una cultura suburbana que no pretende otra cosa que resolver la funcionalidad primaria referida a servicios, infraestructuras viarias, viviendas, industrias y toda clase de equipamientos. Es de tipo mosaico, compuesto de piezas cada una de las cuales es internamente homogénea. Es doméstica porque concibe la vivienda como santuario de la familia y minusvalora, o incluso ignora, la dimensión ciudad. No es una ciudad propiamente dicha sino un asentamiento humano aunque esté bien dotada de servicios y bien equipada con toda suerte de edificios no residenciales. En ella prevale la arquitectura y está más enfocada de cara al coche que al peatón. Es típica la separación de usos, el famoso zoning, y es que todo está clasificado y ordenado. Podemos ejemplificarla hablando de "residentes" en Los Angeles.

Es conveniente recordar el protagonismo de Le Corbusier en la formulación de la ciudad racionalista, sus propuestas urbanas y su estrecha vinculación con los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna), en uno de cuyas reuniones se redactó la Carta de Atenas que consagró la separación de funciones. Pues bien, hace más de treinta años que el sociólogo urbano Mario Gaviria (3) la tildaba de nefasta. Es verdad que ya hubo revisiones anteriores y opiniones críticas en lo que concierne al urbanismo moderno (por ejemplo Lewis Munford y otros) pero parece que hayan caído en el olvido. Hace unos cinco años se ha producido otra crítica, en este caso feroz, sobre Le Corbusier en su calidad de urbanista y proviene del geógrafo inglés Peter Hall (4). No me resisto a citar algunas frases de su libro "Ciudades del mañana": "El daño que hizo Le Corbusier le ha sobrevivido" o " los resultados (de sus ideas) han sido discutibles en el mejor de los casos y, en el peor, catastróficos. ¿Por qué los arquitectos no podemos desmitificar de una vez las propuestas urbanas del gran arquitecto Le Corbusier y, en general, el urbanismo llamado moderno?. Más adelante, Hall señala que L.C. era un arquitecto suizo y que los suizos son un pueblo obsesionado por el orden. Pues bien, con una mentalidad así no se puede enfocar el planteamiento de un organismo tan complejo como es la ciudad. Querer ordenarla de la manera como lo hace él, va en contra del espíritu y la esencia de lo urbano y queda reflejada en el concepto de zoning o separación de funciones. Las ideas urbanísticas del Movimiento Moderno se han querido constituir en la ortodoxia del urbanismo. Pues, francamente, me siento muy a gusto instalado en la heterodoxia. Justamente la creación de vida urbana reclama y exige todo lo contrario: mezcla, mezcla y mezcla de todo tipo y de todas clases, es decir, de edificios, de usos y de personas hasta donde sea posible.

Por lo tanto se produce una similitud, por lo menos a efectos prácticos y que resulta curiosa, entre la ciudad moderna y aparentemente progresista del Movimiento Moderno y los planteamientos urbanos (más bien no urbanos) del liberalismo americano de finales del siglo XX que se irradian por todo el mundo. La ciudad se convierte en una suma de guetos, de manera que la segregación es una característica importante que define este modelo.

Dejadme que añada una excelente y condensada definición de ciudad doméstica expresada por una ciudadana. Hace aproximadamente un año, en la contraportada de un periódico barcelonés aparecía la entrevista con una señora de Málaga que tiene un hijo que vive en Estados Unidos donde gana mucho dinero. Le preguntan porque no se va a vivir allá. Textualmente contesta: " De ninguna manera, allí la gente vive metida en casa y todo está lejos". Estoy hablando de la madre de Antonio Banderas.

Hay un punto sobre el cual vale la pena fijarse: los dos modelos están formados por los mismos ingredientes y es, solamente, la manera de disponerlos lo que da lugar a que el resultado sea una ciudad o un asentamiento humano. Focalizaré dos aspectos para explicarlo mejor: la ciudad pública mezcla usos y personas pero separa edificios y espacios verdes, en cambio, la ciudad doméstica separa los usos y también las personas pero mezcla construcciones y vegetación.

Insisto en tener muy presente que la ciudad está formada por estructures físicas y tejido social. Esquemáticamente, hay dos grandes bloques de técnicos que intervienen en el urbanismo: los arquitectos e ingenieros que somos los ejecutores y el resto son sociólogos, antropólogos, geógrafos, ecólogos, abogados y otros. Pues bien, los primeros podemos sufrir deformación profesional y es que, a veces, nos dejamos llevar por la estética del dibujo sobre el plano y, por lo tanto, olvidamos la vertiente social. Los segundos se mueven en un plano teórico pero son ajenos a la concreción física. El resultado es que el urbanismo no traduce la globalidad de los componentes que entran en juego. Quiero señalar que, últimamente, los ecólogos urbanos parecen situarse en las filas de la pública y la consideran como camino de futuro.

En el libro se describen nueve características de la ciudad pública: artificialidad / continuidad / formalización del espacio / mezcla de usos / espacio público / fachada a la calle / carácter difuso / prioridad al peatón / actitud de la arquitectura /. Con referencia al otro modelo, queda definido por la negación de esas mismas características, aparte de enumerar ocho factores que explican su implantación y difusión: / Revolución Industrial / Movimiento Moderno / identificación con la modernidad / sistema de vida / simplicidad constructiva / deformación profesional / relación urbe-vegetación / cuestión higienista/. Se trata de tener claros los dos modelos y poder discernir cual de los dos caminos queremos seguir. Pero no se ha de perder de vista que cada modelo remite a un tipo de sociedad. Este es el motivo por el cual la ciudad pública pierde razón de ser (y también eficacia) cuando la población pertenece a la cultura suburbana o está fragmentada. Añado que el binomio formado por modelo-de-ciudad y sociedad está sujeto a retroalimentación mutua de tal manera que la acción de uno de los elementos puede ir modificando lentamente el otro.

Reivindico, pues, la ciudad pública, es decir, las características esenciales de la ciudad histórica aunque algunas de sus cualidades no sean ahora aplicables, defiendo el sistema dual artificialidad/espacios abiertos en el doble nivel urbano y metropolitano y, finalmente, rechazo el "zoning", que da lugar, por ejemplo, a los centros comerciales y otros falsos progresismos. La superioridad de la ciudad pública radica en su mayor complejidad fruto de unos objetivos más ambiciosos y, además, resulta que se adapta mejor al concepto de sostenibilidad.

Quisiera introducir un tema entre los urbanistas. Creo que sería bueno revisar algunos autores que publicaron en la década de los sesenta. Pienso concretamente en dos que pertenecen a niveles diferentes. Uno es H. Lefebvre (5) y su derecho a la ciudad. Aunque no hablara de modelos, la invocación repetida que hace de "lo urbano" solamente puede referirse a la ciudad pública y también cuando cita el concepto de "obra" y aplica el valor de uso a los espacios ciudadanos haciendo la contraposición con "producto" y valor de cambio, ideas marxistas perfectamente aplicables al análisis de la ciudad. El otro es Jane Jacobs (6), la periodista americana convertida en socióloga urbana que analiza y valora el papel de las aceras, de las tiendas de barrio y de las calles en general, de las cuales hace una apología. También Richard Sennett (7)y su crítica de los grupos segregados de viviendas, entre otras cuestiones que ha tratado relacionadas con aspectos urbanos. Especialmente Jacob y Sennett tendrían que ser leídos por los partidarios de la "modernidad" que nos está llegando cuando ellos ya la han padecido desde hace años en Estados Unidos.

Introduciré una digresión pero que está relacionada con lo que he dicho acerca de la enorme influencia americana en todos los campos y también en la cuestión urbana. Me refiero a un artículo de Vicente Verdú (8) que lleva por título: "La sociedad americana, ¿sociedad del futuro?". Citaré algunas notas:

 "la sociedad americana está en el centro y el mundo se americaniza en la medida en que se moderniza y se globaliza"

 "nunca un fenómeno de colonización tan intenso y cruel, tan absoluto y devastador ha recibido menos oposición... opera con la refinada estrategia de la seducción... el imperialismo no sojuzga sino que subyuga... no se trata de explotar sino modernizar"

 "Estados Unidos ha hecho de sí mismo una referencia, la medida de la contemporaneidad... se está al día o retrasado en función de la mimesis con Estados Unidos"

 "la influencia de la cultura americana ha llegado a este punto que ya no es efectivamente norteamericana sino parte de nuestra propia vida"

"preeminencia del hogar sobre la calle, de lo privado sobre lo público, del individualismo utilitario y la comunicación distante... todo eso es genuinamente norteamericano"

"lo posmoderno es una nueva fase del capitalismo... ejercido a través de una auténtica seducción cultural.
 

Poniendo un ejemplo banal, podríamos preguntarnos: ¿preferimos el fast food a la cocina mediterránea?

Volveré a citar a Chueca porque vale la pena de acabar de aclarar conceptos. Dice que las ciudades de la civilización anglosajona, calladas y reservadas, tienen de vida doméstica lo que les falta de vida civil. Añade que la distinción entre domésticas y públicas es más profunda de lo que parece y que la una es ciudad de puertas adentro y la otra de puertas afuera. Explica que en un viaje a los Estados Unidos se encontró delante de una civilización sin ciudades. La consecuencia directa que se me ocurre es hacer la siguiente consideración y pregunta: si tenemos ciudades de vida exteriorizada y civil, ¿nos conviene copiar un modelo que nos conduce a la no ciudad?.

Bien, planteo este marco general en el cual quedan clarificados dos modelos definidos de ciudad, los cuales siguen caminos diversos y llevan a destinos diferentes. Doy un paso adelante y digo que el subtítulo del libro puede quedar desfasado y sería necesario substituirlo por otro. En vez de "ciudad pública vs ciudad doméstica" tal vez habría que preguntar ¿queremos "hacer" ciudad o preferimos "construir" un asentamiento humano? Y en cada caso escoger conscientemente uno de los términos. Tenemos, pues, dos bloques. En el primero se identifican los nombres de ciudad a secas/cultura y sociedad urbana/ciudad pública y en el segundo está el trío formado asentamiento humano/cultura y sociedad suburbana/ciudad doméstica.

Es el momento de contestar algunas preguntas que he formulado antes. Si realmente queremos hacer ciudad, el urbanismo de las maquetas y el del diseño gráfico no sirven y son formalismos vacíos de contenido. En cambio, si lo que queremos ir por el camino de construir un simple asentamiento humano, entonces son perfectamente válidos y admisibles pero tengamos claro que en el primer caso estamos jugando en primera división y en el segundo jugamos en segunda. ¿En qué equipo deseamos jugar?. O, ¿de qué partido preferimos ser espectadores? Si se acepta este análisis y este planteamiento, las consecuencias que se derivan son diversas.

Una serie de factores que se van manteniendo a lo largo de décadas unidos al neoliberalismo imperante en el mundo actual, confluyen en la dirección de impulsar decididamente el modelo de ciudad doméstica. Frente a esa realidad, solamente algún sector parece inclinarse hacia el otro modelo y aquí hay que citar a ecólogos urbanos, por ejemplo Salvador Rueda (9), los cuales, de la mano del concepto de sostenibilidad, abogan por una ciudad con muchas concomitancias con la ciudad pública. Es novedoso, pero sobretodo interesante y útil, considerar la ciudad como gran consumidora de recursos (terreno, agua, materiales y energía) y, a la vez, gran productora de residuos, es decir, insostenible.

No soy tan ingenuo para no saber que la construcción de la ciudad está sometida a muchas presiones de tipo político y económico. No obstante, siempre queda un margen de maniobra para que los técnicos (con el permiso de los políticos) puedan influir en favor del interés general de los ciudadanos.
 

Teléfono: 34 93-209.73.45
e.mail: arquijoc@coac.es
 

Notas

1 OLIVA I CASAS, J. La confusió de l'urbanisme. Ciutat pública vs ciutat domèstica. Barcelona: Editorial Pòrtic, 2001. [ISBN: 84-7306-717-7 - Dipòsit Legal: B. 32.514-2001]

2 CHUECA GOITIA, Fernando. Breve historia del urbanismo. Madrid: Alianza Editorial.

3 Mario Gaviria, sociólogo urbano autor de Análisis del Gran San Blas. Separata de la revista Arquitectura. Madrid, mayo-junio, 1968. Campo, urbe y espacio del ocio. Madrid: Siglo XXI de España editores, 1971

4 HALL, Peter. Ciudades del Mañana. Barcelona: Ediciones del Serbal, 1996

5 LEFEVRE, Henri. El derecho a la ciudad. Barcelona: Ediciones Península, 1969
La vida cotidiana en el mundo moderno. Madrid: Alianza Editorial, 1972
La revolución urbana. Madrid: Alianza Editorial, 1972
De lo rural a lo urbano. Barcelona: Ediciones Península, 1971
Espacio y política. Barcelona: Ediciones Península, 1976

6 JACOBS, Jane. Muerte y vida de las grandes ciudades. Barcelona: Ediciones Península, 1967
La economía de las ciudades. Barcelona: Ediciones Península, 1971
Las ciudades y la riqueza de las naciones. Barcelona; Editorial Ariel, 1986

7 SENNETT, Richard.Vida urbana e identidad personal. Barcelona: Ediciones Península, 1975
El declive del hombre público. Barcelona: Ediciones Península, 1978

8 VERDÚ, Vicente. La sociedad americana ¿sociedad del futuro? In Ciudad para la sociedad del siglo XXI.Valencia:  ICARO, Colegio territorial de arquitectos de Valencia, 2001

9 RUEDA, Salvador. Ecologia urbana. Barcelona: Beta Editorial, 1995
Diversas colaboraciones en revistas
 

© Copyright: Josep Oliva i Casas, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.

Ficha bibliográfica

OLIVA i CASAS, J. Ciudad o asentamiento humano?.  Ciudad pública vs ciudad doméstica. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 392, 15 de agosto de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-392.htm [ISSN 1138-9796]



Volver al índice de Biblio3W

Menú principal