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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 394, 25 de agosto de 2002

MINISTERIO DE FOMENTO. Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en 1856. Madrid: Centro de Publicaciones. Secretaría General Técnica del Ministerio de Fomento, 2001. Edición facsimilar del original impreso en Madrid, por la Imprenta Nacional, en 1856. 554 páginas y dos mapas.

Rafael Alcaide González
Geógrafo


Palabras clave: España siglo XIX, obras públicas, ministerio de Fomento

Key words: Spain 19th century, public works, ministry of Fomento


Con motivo de cumplirse el 150 aniversario, el día 20 de octubre de 2001, de la creación del ministerio de Fomento, se programaron una serie de iniciativas destinadas a la celebración de dicho acontecimiento, entre las que figuraba el dar a conocer al público en general y de manera especial a los investigadores y estudiosos de las Obras Públicas en España, algunas publicaciones históricas relacionadas con el tema, a través del Programa Editorial de dicho ministerio.

Fruto de esta iniciativa cultural ha sido la publicación, en edición facsimilar, de la Memoria elaborada en 1856 por el Director general de Obras Públicas D. Cipriano Segundo Montesino, que fue publicada originalmente en el mismo año, siendo titular del ministerio de Fomento Francisco de Luxan, personalidad científica de la época que fue profesor de Isabel II y de su hermana, la infanta Luisa Fernanda. El funcionamiento de las obras públicas en España fue administrado desde el ministerio de Gobernación del Reino, y más concretamente desde la Dirección general de Obras Públicas hasta el 28 de enero de 1847, fecha en que se creó el nuevo ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, del cual pasó a formar parte dicha Dirección general. Posteriormente, por RD de 20 de octubre de 1851, dicho ministerio pasó a denominarse de Fomento, sufriendo diferentes cambios en su denominación, hasta la actualidad en que vuelve a llamarse de la misma manera.

Respecto a la Memoria, su publicación original en tiempos del Bienio progresista (1854-1856) fue fruto —según su autor—, de la necesidad de crear una estadística de las obras públicas con la finalidad de que "el país sepa la inversión que reciben y fruto que se saca de las sumas crecientes, si bien no de gran consideración aún, dedicadas a este ramo (1)."

La documentación que incluye la Memoria es, en gran parte, el resultado de la recopilación de datos llevada a cabo a partir de la publicación periódica del Boletín Oficial del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, publicación que vio la luz el 6 de enero de 1848 y que, con motivo del cambio de denominación del ministerio, se tituló Boletín Oficial del Ministerio de Fomento, desde enero de 1852. Algunos años más tarde, en 1862, el Boletín se escindió en dos nuevas publicaciones: El Boletín Oficial del Ministerio de Fomento que desde esa fecha incorporó únicamente la Sección Oficial con la colección legislativa, y la Revista Científica del Ministerio de Fomento que incorporó la Sección no Oficial en la que tuvieron expresión todas aquellas materias relativas a Agricultura, Industria, Comercio, Instrucción y Obras Públicas, "o sea todos los ramos del Ministerio de Fomento", y "cuantos datos y noticias puedan por su naturaleza llamar la atención o contribuir a la instrucción de las personas ilustradas y celosas por el adelanto intelectual y material del país (2)"

Portadas de las dos revistas en que se escindió el Boletín Oficial del Ministerio de Fomento

La Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en 1856, consta de dos grandes apartados. El primero se divide en siete extensos capítulos dedicados, por este orden, a: caminos ordinarios, ferrocarriles, aprovechamiento de aguas, puertos, faros, boyas y balizas, telégrafos y organización de las obras públicas. El segundo apartado está destinado a la inclusión de un total de noventa y cuatro apéndices en relación con el contenido de los capítulos del apartado anterior.

En la introducción, Cipriano Segundo Montesino destaca la importancia de las obras públicas y la conveniencia del conocimiento de su historia como materia muy interesante y de provechosa enseñanza para el porvenir, y apunta la necesidad de que tanto la organización, instrucciones y disposiciones, como las operaciones relativas a las obras públicas en las posesiones españolas de Ultramar, se centralicen en la Dirección general del ramo.

El capítulo primero de la Memoria está dedicado a la descripción de los Caminos ordinarios y se divide en cuatro partes. La primera parte, trata de la descripción de las carreteras de España y, a su vez, se divide en cinco apartados: época anterior a 1749; época de 1749 a 1799; época de 1799 a 1814; época de 1814 a 1834 y época de 1834 a 1856 (que incluye varias subdivisiones internas). En dichos apartados se van enumerando cronológicamente los sucesos históricos acaecidos en las diversas épocas, así como las múltiples vicisitudes relativas al estado y al desarrollo de la construcción de nuevos tramos de carreteras en la España del ochocientos, con especial incidencia en la creación, en 1799, de la Inspección General de Correos, Postas, Caminos y Posadas, y el nombramiento como Inspector general de la misma del ingeniero canario Agustín de Bethencourt y Molina, uno de los mas destacados especialistas en matemáticas, física y mecánica del elenco científico español del momento, a quien se debe la fundación, en 1802, de la Escuela de Ingenieros Civiles, institución destinada a formar a los futuros ingenieros que habrían de componer el recién creado Cuerpo de Ingenieros de Caminos y Canales del Reino (3).

La segunda parte del primer capítulo, trata de los portazgos, sus servicios y la imposibilidad de sustituir dicho sistema de tributación, a pesar de sus muchos inconvenientes, por otro que podría estar basado en el cobro de un impuesto sobre los vehículos destinados al acarreo y las bestias que lo efectúan. En la tercera parte, Segundo Montesino incorpora algunas comparaciones del estado de las carreteras entre España y otras naciones como Francia, Bélgica e Inglaterra, comparaciones que se complementan en la cuarta parte del capítulo, dedicada a las causas y obstáculos que se oponen al desarrollo de las carreteras y de las obras públicas en general, y a las medidas necesarias para reformar el sistema de contabilidad e inspección de las obras públicas como mejora indispensable junto a la creación del Cuerpo de ingenieros antes mencionada.

El segundo capítulo de la Memoria trata de los ferrocarriles, y se divide en cuatro partes dedicadas a otros tantos períodos, a saber: primer período de 1830 a 1844; segundo período de 1844 a 1851; tercer período de 1851 a 1854 y cuarto período de 1854 hasta 1856. A lo largo de estas cuatro épocas, Segundo Montesino desgrana los primeros tiempos de la historia ferroviaria española con especial atención el estado de las concesiones ferroviarias efectuadas y las líneas construidas, a la aprobación de la RO de 31 de diciembre 1844, —primer documento legal, no exento de polémica, que sirve como punto de partida para la adjudicación de las nuevas concesiones de líneas de ferrocarril—, y al desarrollo de los diversos planes y proyectos para la elaboración de una ley de ferrocarriles que determinaría el trazado del mapa ferroviario español. Planes que fueron elaborados por los sucesivos ministros de Comercio, Instrucción y Obras públicas (desde 1851 de Fomento) Juan Bravo Murillo (1848); Seijas Lozano (1850); Mariano Miguel de Reinoso (1851); Agustín Esteban Collantes (1853) y Francisco de Luxan (1854), y que desembocaron en la aprobación, tras un largo debate parlamentario, de la que habría de ser la primera Ley general de ferrocarriles española, firmada por el ministro Luxan y sancionada por Isabel II el 3 de junio de 1855.

En el tercer capítulo, relativo al aprovechamiento de las aguas, se incluyen cuatro apartados: abastecimiento de poblaciones, navegación fluvial, riegos e industrias. Respecto al abastecimiento de las poblaciones se hace especial referencia las obras en curso del Canal de Isabel II, por el que se desviarán las aguas del curso natural del río Lozoya, situado a doce leguas de Madrid, para abastecimiento de la capital. El apartado de la navegación fluvial repasa extensamente el estado de las obras y marcha de los proyectos, en los ríos españoles: Guadalquivir (obras de dragado y regularización de márgenes en su tramo final); Tajo y Duero (estudio y reconocimientos de posibles tramos navegables desde la frontera portuguesa); Ebro (canalizaciones de los tramos del río comprendidos entre Mequinenza y Cherta y esta última población y el mar, Canal de San Carlos, y acequias adyacentes de regadío y alimentación); Segre y Cinca (estudios de navegabilidad), para terminar con el Canal Imperial de Aragón y el Canal de Castilla. Respecto a los riegos, se hace mención de diversas canalizaciones en curso de construcción, así como de las concesiones que para el aprovechamiento o creación de saltos de agua por medio del arte, se han de llevar a cabo para la implantación de diferentes industrias.

El capítulo cuarto trata de los puertos de mar y en él se describe el estado general de los trabajos de ejecución de obras nuevas y conservación y reparación de las existentes, así como la contabilidad de los gastos de personal y materiales invertidos en dichas obras, en cada uno de los doce distritos marítimos españoles, que comprenden un total de cuarenta y cinco puertos. En relación con este capítulo se halla el contenido del siguiente, el quinto, dedicado a los faros, boyas y balizas, donde se hace mención de las sumas invertidas en la construcción, sostenimiento, conservación y mejora de los mismos que, en número de cincuenta y cuatro, se hallan repartidos en todos los distritos marítimos excepto en el de las Islas Canarias. Se recoge también en este quinto capítulo de la Memoria, el Plan general de Faros aprobado por RD de 13 de septiembre de 1847 y el Reglamento de servicio de los Faros aprobado por RO de 21 de mayo de 1851, en virtud del cual se creó en la Coruña la Escuela práctica de faros, destinada a impartir la enseñanza necesaria para el buen servicio del alumbrado marítimo; servicio prestado por el Cuerpo de torreros, dependiente del de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

En el capitulo sexto, Cipriano Segundo Montesino introduce toda la información referente a los telégrafos ópticos y eléctricos, con una breve explicación del desarrollo alcanzado por este medio de comunicación en diversos países del mundo, desde la inauguración de la primera línea telegráfica entre Washington y Baltimore en 1838. A dicha explicación se añade el comentario sobre las líneas submarinas de telégrafo existentes. En lo que a España se refiere, el autor de la Memoria apunta el desarrollo de las líneas telegráficas a partir de la construcción de las líneas de ferrocarril y comenta el Proyecto de Ley autorizando al Gobierno para plantear un sistema completo de líneas electro-telegráficas de 15 de enero de 1855, aprobado por las Cortes y sancionado por Isabel II el 20 de abril del mismo año, mediante el cual se dio luz verde a la construcción de la red telegráfica española —que hasta 1855 había dependido del ministerio de Gobernación— y que había de comunicar con Madrid todas las capitales de provincia y departamentos marítimos así como con las fronteras de Francia y Portugal.

El capítulo séptimo y último de los que conforman esta primera parte de la Memoria, está dedicado a la organización general de las obras públicas en España y al estudio de una de las instituciones más relacionadas con la Dirección de Obras Públicas, como es el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. En dicho estudio se describen, de manera minuciosa, los diferentes trabajos (consultas, proyectos, construcción, conservación, explotación e inspección) que dicho Cuerpo lleva a cabo respecto a las obras públicas y el sistema para el desempeño de los mismos que incluye, además de un examen comparativo de los que se hace en otros países europeos (Francia, Bélgica, etc), una mención detallada de los cometidos de la Escuela de Ingenieros, al igual que de la organización servicio y régimen disciplinario del personal facultativo subalterno del Cuerpo de Ingenieros (ayudantes, auxiliares y sobrestantes).

La segunda parte de la Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en 1856, se compone de noventa y cuatro apéndices, relativos a los siete temas que conforman el contenido de la primera parte. Esta documentación, en su conjunto, constituye una excelente colección tanto de disposiciones legales, relaciones presupuestarias, de créditos y concesiones, como de itinerarios y estados generales comparativos y particulares relativos a las obras públicas en general, difícilmente igualable por la cantidad, calidad y variedad de sus contenidos.

Entre dichos apéndices, cabe destacar el primero, en el que se contiene la Memoria de la Comisión de Caminos, Canales y Puertos, elaborada en 1820, que trata sobre las comunicaciones generales de la península con especial atención a los canales, e incluye una breve relación histórica de las obras públicas en España y el Plan razonado de enseñanza de la Escuela de Ingenieros Civiles y de Caminos y Canales, que se redactó con motivo de la reanudación de la actividad académica en la Escuela durante el Trienio Liberal (1820-1823).

El resto de apéndices se corresponde con los temas que conforman la primera parte de la Memoria de la siguiente manera: Portazgos (apéndices 2 a 31); Carreteras (32-42); Meteorología (43-44) (4); Ferrocarriles (45-61); Puertos y alumbrado marítimo (62-65); Telégrafos (66-72); Escuela de Ingenieros (73-75). Por último, los apéndices números 76 a 94 constituyen una colección de todos los temas tratados anteriormente, pero con referencia al año de 1856.

En definitiva, la Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en 1856, constituye un documento único y valioso que se ha convertido, con el paso del tiempo, en uno de los más dignos precedentes escritos en lo que a voluntad política en la transparencia de la gestión de los asuntos públicos se refiere. Un documento al que su autor, Cipriano Segundo Montesino, consiguió infundir, a partir de un excelente rigor profesional y documental, el espíritu progresista de una de las épocas más difíciles, convulsas y apasionantes de la historia de España.

Hay que felicitar, por último, a los responsables editoriales del ministerio de Fomento y a todos los Organismos públicos que han colaborado en ella, por la magnífica iniciativa de reeditar la Memoria, con motivo del sesquicentenario de la creación del ministerio de Fomento. Una iniciativa cultural cuya contribución va más allá de su inestimable valor documental, en el loable intento de aproximar a los ciudadanos al complejo mundo de la administración del Estado en una de sus vertientes mas destacadas. Enhorabuena
 

Notas

(1) Las frases entrecomilladas de las que no se cita la procedencia, pertenecen al contenido de la Memoria que venimos analizando. (Nota del Autor)

(2) Revista Científica del Ministerio de Fomento, Tomo I, 1862, VIII).

(3) Sobre este tema y el de los ferrocarriles véase ALCAIDE GONZÁLEZ, R. El ferrocarril en España (1829-1844): las primeras concesiones, el marco legal y la presencia de la geografía en las Memorias de los anteproyectos de construcción de las líneas férreas. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, nº 190, 3 de diciembre de 1999.  [http://www.ub.es/geocrit/b3w-190.htm]

(4) En los apéndices números 43 y 44 titulados Cantidad de lluvia y número de días en el N y S de la divisoria entre Tajo y Duero y en la Costa Cantábrica se presentan el número de días de lluvia y las cantidades de precipitación recogidas en el período de agosto a diciembre en ambas zonas geográficas y sus zonas de influencia, destacando las observaciones para la ciudad de Madrid llevadas a cabo desde 1737, según se muestra en la tabla correspondiente.
 

© Copyright: Rafael Alcaide González, 2002.
© Copyright: Biblio 3W, 2002.

Ficha bibliográfica

ALCAIDE GONZÁLEZ, Rafael. MINISTERIO DE FOMENTO. Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en 1856. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 394, 25 de agosto de 2002.  http://www.ub.es/geocrit/b3w-394.htm [ISSN 1138-9796]



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