Biblio 3W. Revista bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona, nº.4. 15 de diciembre 1996.


Entorno Urbano. Revista de Historia. México. Vol. 1, nº 1, enero-junio 1995; Vol. 1, nº 2, julio-diciembre 1996.

Horacio Capel




Hemos de saludar la aparición de una revista mexicana de historia urbana, impulsada por un grupo de historiadores agrupados en torno al Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (Plaza Valentín Gómez Farías, nº 12, Col. San Juan Mixcoac, C. P. 03730 México, D.F, México), la Universidad Vercruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa.

La revista tiene como directores a Sonia Pérez Toledo y Carlos Contreras Cruz. La primera trabaja sobre historia social y demografía histórica urbana de la primera mitad del siglo XIX; su tesis doctoral lleva el sugestivo título Los hijos del trabajo. Los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853, y ha colaborado con Herbert S. Klein en alguna investigación, por ejemplo sobre la población de la ciudad de Zacatecas en 1857 (con Herbert S. Klein, publicado en Historia Mexicana, 1992); en la actualidad dirige un proyecto de investigación sobre la población de la ciudad de México a mediados de siglo, a partir de la explotación del Padrón de habitantes de 1842, y sobre diversos grupos sociales, tales como los pobres y vagos en dicha ciudad en la segunda mitad del siglo.

Carlos Contreras, por su parte, ha trabajado sobre Puebla, acerca de la cual ha publicado un estudio de gran interés: La ciudad de Puebla. Estancamiento y modernidad de un perfil urbano en el siglo XIX, (publicado por el Centro de Investigaciones Históricas y Sociales de la Universidad de Puebla, 1986) y ha realizado otros trabajos bibliográficos sobre la misma ciudad (como una bibliografía comentada, 1990, con Nydia Cruz) y estudios sobre ciencia y salud, especialmente la política urbana y el saneamiento en ella (1992).

Entorno Urbano tiene también un Comité editorial mexicano y un Comité Asesor. De éste último forman parte cinco especialistas, cuyos nombres pueden servir de guía de los presupuestos metodológicos de la revista y de las relaciones científicas que apoyan la iniciativa: Hira de Gortari, Herbert S. Klein, Rodney Anderson, Bernard Lepetit, Francisco de Solano y William Taylor. Además de ese comité, los mismos artículos que se contienen en los dos primeros números dan una idea de las influencias intelectuales que están detrás del grupo promotor. El número 1 contiene un artículo de Herbert S. Klein, de la Universidad de Columbia sobre "La estructura demográfica de la ciudad de México en 1811", otro de Alejandra Moreno Toscano, que se había publicado en 1971, sobre "El paisaje rural y las ciudades: dos perspectivas de la geografía histórica", una reseña sobre la bibliografía de la ciudad de México en los siglos XIX-XX (UNAM, 1991) en la que tuvo un papel destacado Hira de Gortari, un artículo de este mismo autor sobre perspectivas para el estudio de las ciudades decimonónicas mexicanas, una entrevista a Bernard Lepetit, y una información sobre la obra de Francisco de Solano, que precisamente dictó un curso en México en septiembre de 1995 y cuyo último libro Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821, (Madrid, CSIC, 1994), es también comentado.

Por lo que se publica en estos números podemos esperar que la revista ayude a impulsar el desarrollo de la historia urbana en México. También que contribuya a debatir un importante dilema con el que ésta se enfrenta a la hora de buscar las orientaciones metodológicas: el de decidir hasta qué punto pueden ser válidos los marcos teóricos y las orientaciones metodológicas elaborados en Europa y en Estados Unidos para el estudio de la realidad urbana en Iberoamérica. A partir del siglo XVI la ciudad iberoamericana se configura con el modelo europeo y es en muchos sentidos una ciudad plenamente europea, pero tiene sin duda rasgos específicos que derivan de la situación de dependencia política y económica de los reinos americanos. Varios de los artículos publicados nos permiten acercarnos de una manera u otra a este problema.

La revista se abre, como he dicho, con un artículo de H.S. Klein sobre "la estructura demográfica de la ciudad de México en 1811", en el momento en que se realiza el último gran censo colonial, que dio un total de 113.000 personas y cuando la capital de la Nueva España era, sin duda, la urbe mas dinámica de toda América. Se trataba, en esencia, de una ciudad española, es decir, europea, en donde la población de origen español representaba el 57 por ciento de la población, los indios el 26 por ciento, y las castas el 17. Un cierto número de los rasgos demográficos que se identifican en el artículo aparecen también en las ciudades europeas de la época: los grupos sociales de mayores rentas y prestigio, en este caso los blancos de origen español, vivían en los barrios centrales; el índice de masculinidad era bajo, es decir, había mas mujeres que hombres (76 hombres por cada 100 mujeres); había mas solteros que mujeres y mas viudas que viudos; la ciudad tenía un gran contingente de inmigrantes (el 42 % de la muestra estudiada había nacido fuera de la ciudad) y eran en promedio ocho años mayores que la población urbana nacida en ella; los nacidos en la ciudad tenían una pirámide de edades mas normal que los inmigrantes, donde dominaban las edades laborales de 15 a 34 años; la inmigración de españoles era predominantemente masculina; en todas las razas las mujeres contraían matrimonio a una edad mas temprana que los hombres, con un matiz destacable: "el descubrimiento de que los hombres españoles se casaban a una edad mas tardía y las mujeres a una edad mas temprana, apoya la idea de que la riqueza y el estaus eran lo mas importante entre este grupo".

Un trabajo de Reinhard Liehr, de la Universidad Libre de Berlín, sobre "la jurisdicción ordinaria de primera instancia en la ciudad de Puebla, 1750-1810" (vol. 1, nº 2, 22- 46), pone énfasis en el hecho de que durante la dominación española convivían en cada ciudad la "república de los españoles" y la "república de los indios". En Puebla existían tres tribunales de justicia: los dos de los alcaldes ordinarios del Ayuntamiento y la del alcalde mayor, sucedido luego por el gobernador político y militar, siendo éste el único que podía ver en las causas de indígenas. El autor considera que "el mundo hispano criollo poblano era muy similar a la situación social de la capital de México (...) y bastante diferente a la de los pueblos y barrios en que predominaban indígenas y campesinos (...) Los grandes gastos de los pleitos, sobre todo los que se presentaron ante los alcaldes ordinarios, no dejan la menor duda que el acceso a los tribunales de justicia ordinaria fue mucho mas fácil para hispano-criollos y no indígenas pudientes y sumamente difícil para criollos y "castas" no pudientes y sobre todo indígenas". El estudio de 181 causas pone también de manifesto la pequeña proporción de causas con partes indígenas, que se explica "por la posibilidad de acceso directo al Juzgado General de Indios y al Tribunal de la Acordada de México".

Esa sociedad urbana tenía diversiones peculiares, como las peleas de gallos, a las que se dedica un artículo de Regina Hernández Franyuti: "un espacio de diversión en Nueva España: el palenque de gallos" (vol. 1, n§ 2, 47- 64). La autora muestra que aunque dichas peleas fueron prohibidas por las autoridades a fines del siglo XVII, no pudieron ser erradicadas, ya que se convirtieron en una diversión clandestina, hasta que en 1727 fueron nuevamente autorizadas.

El comentario de dos investigaciones recientes sobre el artesanado mexicano en el siglo XIX (la de Sonia Pérez Toledo, ya citada, y la Carlos Illades: Hacia la República del Trabajo. Artesanos y mutualismo en la ciudad de México, 1853-1876. Mexico: El Colegio de México, 1993.), plantea el problema de la validez de la perspectiva teórica elaborada en relación con la evolución del artesanado en las ciudades europeas (por ejemplo, en los trabajos de William H. Sewell Jr. Trabajo y Revolución. El lenguaje del trabajo en el Antiguo Régimen en Francia hasta 1848, trad. cast. Madrid: Taurus, 1991): "el peligro -escribe Manuel Miño Grijalva- es ver en la ciudad de México, como en las ciudades y pueblos franceses, gremios y corporaciones en todas partes, dejando de lado en nuestro caso miles de trabajadores indígenas y castas que estuvieron fuera y lejos del sistema corporativista y cerrado de los gremios novohispanos" (1, p. 74).

El trabajo de Alejandra Moreno Toscano sobre "El paisaje rural y las ciudades: dos perspectivas de la geografía histórica" (vol.1, nº 1, 29-55) sigue teniendo interés veinticinco años después de su publicación como inventario de temas a investigar en las ciudades mexicanas y en su inmediato entorno rural, con indicaciones muy sugestivas para el siglo XIX. La verdad es que leyendo el estado de la cuestión y los problemas que plantea, encontramos otra vez que muchas de las cuestiones suscitadas admiten sugestivas comparaciones con las ciudades europeas -y especialmente españolas- y norteamericanas. Nos limitaremos a citar dos. El impacto de las leyes mexicanas de desamortización en la evolución del centro de la ciudad (el barrio de la Merced): "el cambio de valor de la tierra, la modificación tanto en su tenencia como en su uso, acabarán haciendo de los antiguos conventos y edificios públicos coloniales de esta zona habitaciones colectivas, vecindades o edificios invadidos por casas comerciales"; se inicia así un proceso de popularización y deterioro del antiguo centro, mientras que los barrios elegantes irán desplazándose hacia el oeste, siguiendo el camino de la Alameda y del paseo de Bucareli. Posteriormente las parcelaciones, o fraccionamientos, permitirán a partir de la década de 1880 y hasta 1908 la primera gran expansión dee la ciudad de México, con intervención de capital financiero mexicano y norteamericano.

La revista apuesta por los estudios de carácter comparado, aunque, como advierte Hira de Gortari en su "Itnerarios en el estudio de las ciudades decimonónicas mexicanas" (vol. 1, nº 2, 7-22) ello no deja de plantear problemas, sobre los elementos a comparar y sobre las dificultades que surgen de los diversos enfoques utilizados en los trabajos que se realizan.

La revista informa también sobre programas de investigación en marcha, que se orientan en direcciones muy diversas: desde el estudio del censo de la población de Guadalajara, de 1821 hasta el análisis de las instituciones de la ciudad de México en 1857-1929, a partir de la clasificación y estudio de aproximadamente 18.000 bandos municipales y gubernamentales depositados en la Biblioteca del Museo de la ciudad de México. También da cuenta de archivos mexicanos donde pueden encontrarse fuentes fundamentales para la historia urbana: como el archivo municipal de Puebla, que conserva con continuidad documentos de mas de 550 años de historia de la ciudad, por ejemplo, los libros del Cabildo desde 1533 en 177 tomos (hasta 1910), y los libros de cuentas de propios y rentas, de los que hay 133 tomos referentes al siglo XIX; el Archivo Histórico del Agua, que reune toda la documentación sobre este tema de los ministerios sucesivos de Fomento, Agricultura y Fomento, Recursos Hidráulicos y Agricultura y Recursos Hidráulicos, especialmente valioso en lo que se refiere a abastecimiento de agua potable y alcantarillado; o el fondo Fincas Urbanas del Archivo Histórico de la ciudad de México, que posee mas de 3.000 volúmenes para el período 1898-1913, y que es esencial para el estudio de la evolución de la propiedad urbana y de la construcción.

La revista contiene también en sus dos números publicados una selección de bibliografía sobre historia urbana, que puede ser muy útil para tener un primer panorama de los avances en este campo historiográfico.

La aparición de Entorno Urbano tiene un gran significado porque es un reflejo del creciente interés que existe entre los historiadores mexicanos por la historia de la ciudad. Otro reflejo de lo mismo es la existencia de diversas investigaciones sobre esas cuestiones apoyadas por el CONACyT y la celebración de reuniones especializadas sobre temas de historia urbana. Una de especial interés acaba de celebrarse en Guanajuato durante los días 6 al 8 de noviembre de 1996, organizado precisamente por los mismo grupos que están detrás de la revista Entorno Urbano, a saber: el Instituto Mora, la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, y dedicado al tema "Estructura interna, sociedad y población. Las ciudades mexicanas en la colonia y el siglo XIX". En dicho coloquio se presentaron 35 comunicaciones, la mitad de las cuales referentes a historia urbana del siglo XIX.

Confiamos que los próximos números, en donde tal vez se publiquen las comunicaciones presentadas a este Coloquio o se dé noticia de las mismas, contribuirán a consolidar a esta revista como un órgano científico de referencia en el campo de la historia urbana iberoamericana.



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