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Índice de Biblio 3W

Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. VII, nº 430, 25 de febrero de 2003

LA DESCRIPCIÓN DE LAS PROVINCIAS DE CULIACAN SINALOA Y SONORA DEL INGENIERO FRANCISCO DE FERSEN (1770). LAS CONDICIONES ECONÓMICAS Y TERRITORIALES EN TRES PROVINCIAS DE LA NUEVA ESPAÑA

Mercedes Arroyo
Universidad de Barcelona


Palabras clave: Nueva España, recursos naturales, ingenieros militares

Key words: New Spain, natural resources, militar engineers


Las expediciones españolas del siglo XVIII en el continente americano tuvieron como uno de sus objetivos principales obtener un conocimiento completo de las potencialidades y  recursos existentes en los  nuevos territorios que se habían ido descubriendo y anexionando a la Corona española desde mediados del XVI. Una de dichas expediciones, comandada por el visitador José de Gálvez,  llegó hasta el seno de la Baja California, región que por entonces se encontraba en un estado constante de revuelta por parte de los indios originarios y de la que, además, eran conocidas sus posibilidades respecto a su riqueza minera; en especial, de las provincias más orientales, Sinaloa, Culiacán y Sonora. Al potencial de su subsuelo venían a añadirse las posibilidades de otras actividades económicas, como el comercio, derivadas del desplazamiento de contingentes relativamente importantes de población para explotar los yacimientos de plata esencialmente y eventualmente de oro. Al crecimiento de población en esa zona, que se había ido produciendo desde fines del siglo XVII, contribuyó la labor de algunos ingenieros militares, como Francisco de Fersen, que recogió las informaciones necesarias para explotar las posibilidades que ofrecía el subsuelo de la región así como para acometer las obras de infraestructura, esencialmente los caminos, que debían hacer accesibles las comunicaciones entre los diferentes núcleos de población y, en este caso particular, entre las poblaciones que se iban formando a partir de la creación de los Reales de Minas.

El documento que publicamos constituye un informe del que interesan diversas cuestiones: por una parte, el conocimiento de la situación política de aquella zona y, por otra, el conociimiento de la geografía histórica mexicana y de la historia de la geografía en general.
 

Los Reales de Minas

Junto con la villa, la provincia, la misión y el presidio, que eran las instituciones españolas que debían cumplir el objetivo de ocupar primero y unificar después el territorio americano, el real de minas -los yacimientos de minerales que por su valor estratégico fueron pronto objeto preferente de la atención de las autoridades españolas- formaría a su alrededor una completa estructura económica. En ésta se articularían el propio real de minas, algunos centros agrícolas, que aseguraban el aprovisionamiento de alimentos así como ranchos ganaderos dedicados a la cría de ganado vacuno y caballar.  A todo ello, se vinculaban otras estructuras de carácter productivo que debían ser utilizadas como auxiliares de la actividad minera, como salinas y carboneras, mediante la explotación de las cuales se aseguraba la extracción de minerales.  Toda esa estructura económica y territorial relacionaba, por medio de una densa red de caminos, los distintos núcleos de producción y consumo con un importante número de pueblos indios, cuyas poblaciones constituían precisamente la base de la mano de obra necesaria para el trabajo de explotación minera[1].

Los reales de minas estaban vinculados a la Corona como posesión real, y en esos establecimientos, las autoridades españolas ejercían las funciones de gobierno, judiciales, fiscales y militares, además de aplicar las medidas oportunas para incrementar la producción de metales. A ese objeto se habían elaborado unas ordenanzas que los administradores del real de minas debían aplicar con firmeza y sagacidad[2]. Además, y con el objetivo de asegurar una explotación eficiente, las autoridades de la colonia debían facilitar la importación de los alimentos necesarios para los peones y los animales de trabajo, así como asegurar el abastecimiento de agua y de los instrumentos y materiales usados para extraer los minerales, fuesen éstos plata u oro.

En ese contexto, los comerciantes locales tuvieron gran importancia, sobre todo en relación con las cuestiones vinculadas al consumo de los mineros, porque desempeñaban la función de abastecer a la población trabajadora con todos los productos de consumo necesario, como alimentos y ropa, que muchas veces hacían llegar de lugares bastante alejados, como la propia ciudad de México o la de Guadalajara. Se sabe que en numerosas ocasiones dicho abastecimiento fue realizado por los comerciantes a cambio de los futuros hallazgos de los mineros.

El primer real de minas de que se tiene conocimiento se fundó en el noroeste de la provincia de la Nueva España en el siglo XVI, cuando se descubrió la mina de Las Vírgenes en la provincia de Culiacán. Posteriormente, el explorador Francisco de Ibarra fundó otros reales de minas en la provincia de San Sebastián, algo más al norte de la zona que se describe en el texto de Francisco de Fersen, como los reales de minas de Pánuco, Copala, Maloya y San Marcial; pero su rendimiento pronto se mostró escaso, hasta que en el siglo XVII se descubrieron otras minas de mayor importancia, como El Rosario en 1655, Álamos en 1683, y Cosalá.  Este último parece ser que podía corresponder al Real de las Vírgenes, fundado el siglo anterior, al que se habrían aplicado técnicas más especializadas para la extracción de la plata, como utilizar el azogue para separar el mineral. Hubo también en Nueva España otros reales de minas que no alcanzaron la celebridad de los anteriores, como Nuestra Señora de Guadalupe, Charcas y San Bartolomé en la provincia de Copala, y Santa Rita y Plomosas en la provincia de Maloya. Los reales de minas dieron a las provincias de esa parte el carácter de región minera, y su actividad llegó a tener amplia influencia en la estructuración de la economía regional[3].

Precisamente en dicha región minera se encontraba la zona del río Yaqui, uno de los territorios que se descubrieron bastante pronto pero que se mantendría escasamente conocido hasta la época de la misión que llevaría a cabo José de Gálvez, y en la que coincidirían Francisco de Fersen y otro militar ilustre, Miguel Constanzó, de lo que se hablará después. En fecha tan temprana como 1533, el explorador Diego de Guzmán llegó al río Yaqui; y pocos años más tarde, en 1565,  el ya citado Francisco de Ibarra, por entonces Capitán General de la Nueva Vizcaya, mantuvo algunos encuentros de carácter amistoso con los pobladores de dicha zona, los yaquis. Sin embargo, en 1608, algunos pueblos yaquis iniciaron una serie de rebeliones a los que se añadieron pueblos mayos, rebeliones que cesaron, al menos temporalmente, a partir de un tratado de paz dos años más tarde, en 1610, entre, por una parte, yaquis y mayos y, por otra, el capitán Diego Martínez de Hurdaide como representante de las fuerzas españolas.

De hecho, los pueblos yaquis y mayos nunca se mantuvieron inactivos en la defensa de su territorio, y la vigilancia de sus movimientos es una de las razones que explica la fundación de numerosos presidios en esa zona. En 1696, se produjo una sublevación de yaquis, zuaques y ocoronis en la villa de San Sebastián y en 1740 se produjo la última gran sublevación de los yaquis que finalizó con el fusilamiento de los jefes de dicha etnia, Muni y Bernabé. Algo más tarde, en 1760, la visita de José de Gálvez a los pueblos y presidios de esa zona supuso la reforma de todo el sistema defensivo español y un plan de ocupación a base de misioneros y soldados[4].  Cuando se elaboró el documento que transcribimos, la población yaqui había disminuido de manera alarmante por dos razones, por una parte, las enfermedades contagiosas habían hecho estragos en la población; por otra, tuvo una importancia decisiva la hambruna que se produjo a partir de 1645 cuya consecuencia fue la emigración masiva de la población yaqui hacia las minas en busca de trabajo.  Despoblada la región por esas dos causas, se iniciaron algunos  intentos por parte del gobierno colonial para  repartir entre colonos españoles las tierras del Yaqui justamente en 1769, por la misma época en que Francisco de Fersen redactó su informe.

A pesar del éxodo de yaquis, los territorios de Sinaloa y Sonora estaban ocupados por otros pueblos, como los pimas y seris[5], cuyas relaciones con las autoridades españolas se habían ido deteriorando de forma importante, de tal manera que en 1766, se llegó a la conclusión de que era necesario enviar la misión de pacificación ya señalada en la que coincidieron Francisco de Fersen y Miguel Constanzó[6]. Aprovechando dicha expedición, el Marqués de Croix, por entonces virrey de la Nueva España, efectuaría diversos encargos a los ingenieros que acompañaban a José de Gálvez, entre ellos Francisco de Fersen, que quedaría encomendado de realizar un reconocimiento de aquellas provincias, sobre todo, para conocer con seguridad sus posibilidades territoriales, tanto respecto a las potenciales riquezas de su subsuelo como a las posibilidades de creación de nuevas poblaciones de colonos españoles.

Además de las relaciones alternativamente de carácter punitivo y diplomáticas, otra estrategia que utilizaron las autoridades españolas para la pacificación de las tribus originarias de la región fue, como ya se ha indicado, y ya era habitual, la evangelización, que se inició en 1617, con la fundación de las misiones de Rahum, Pótam, Tórim, Vícam, Bácum y Cocorit.  Pocos años más tarde, y si se ha de creer los registros de los jesuítas, la totalidad de los indígenas yaquis habían sido ya bautizados. En 1640, se inició el poblamiento colonial de la zona norte del río Yaqui  y poco después se fundaron algunos Reales de Minas, en Cananea, Santa Bárbara, San Francisco del Yaqui y San Miguel, que fueron seguidas, entre 1687 y 1700, por las fundaciones de nuevas misiones de jesuítas, entre ellas, las de Nuestra Señora de los Dolores, Tumacori y San Javier Bac[7], de que también da noticia el documento de Francisco de Fersen.
 

El estado de la minería en la Nueva España

La península de la Baja California y la parte más occidental de la Nueva España fueron en los años posteriores a su descubrimiento consideradas una privilegiada región en la que se encontraban tesoros fabulosos que sólo esperaban a quien se atreviese a llegar hasta allí para recogerlos. Desde el comienzo de la colonización española, parece ser que en esa zona se encontraron pequeñas cantidades de oro en forma de pepitas y joyas, lo que hizo disparar las expectativas de los conquistadores y la búsqueda de yacimientos de metales preciosos. Ya desde los comienzos de la colonización, las noticias sobre la provincia de Sonora la presentaban como un emporio de extraordinaria riqueza en oro y plata y parece ser que el propio nombre de la provincia correspondía al sonido de dichos metales[8]. Como se ha dicho, los Reales de Minas fueron puestos en explotación entre 1560 y 1600 y en la mayoría de ellos predominó "el beneficio de la plata por azogue". De hecho, el oro tenazmente buscado se recogió en bastante menor cantidad que la plata.

El proceso del beneficio de la plata por azogue vino a proporcionar ventajas importantes para la minería novohispana.  El nuevo procedimiento permitió aprovechar minerales con bajos contenidos de plata que hasta entonces habían sido considerados como de escaso interés. En síntesis, el proceso se desarrollaba en cuatro fases: una primera estaba constituída por la molienda de la mena,  es decir, el mineral en bruto.  La segunda fase era la de amasado en que la masa resultante de la molienda era agitada junto a cantidades determinadas de sal y mercurio.  La masa resultante, la amalgama, pasaba en una tercera fase por un proceso de lavado y, por último, la cuarta fase estaba constituída por el desazogado,  es decir, la separación de la plata y del mercurio[9].

La producción minera en Sinaloa vivió una etapa de auge que se inició en 1771 y alcanzó su máximo nivel de desarrollo en 1794 para posteriormente entrar a fines de siglo en una recesión que parecía podría ser superada a inicios del siglo XIX. Se sabe que entre los años 1803 y 1807, sólo el partido de Cosalá, en las cercanías de Sinaloa, presentó el mayor dinamismo, debido a la extracción de oro y plata que proporcionaron a la Corona española las mayores cifras de ganancias[10].  Para 1804, en el partido de Culiacán existían cinco reales de minas que producían anualmente 15.000 marcos de plata y durante el mismo año, en el partido de Sinaloa se trabajaban cuatro minas de plata cuya producción en cuatro meses fue de 1.500 marcos, cantidad insignificante comparada con la riqueza de las minas. En el partido de  Copala se contaba con cinco reales de minas: Copala, Pánuco, Santa Rosa, Jocoixtita y Guadalupe, explotándose en esos reales un total de 25 minas de plata.

En términos generales, la situación de la minería en esta provincia se  caracterizó por la extracción de metales preciosos, principalmente plata, existiendo un total de 59 minas (algunas de oro y plata), tres minas de oro de muy baja ley y algunos placeres de oro de poca importancia. La producción de metales para 1804 fue la siguiente: 2.373 marcos de oro y 156.029 marcos de plata, de los cuales el mayor monto provenía de Cosalá[11].  Antes de llegar a esa situación, se debía obtener una detallada descripción del alcance real de los territorios recientemente incorporados a la Corona española y sus posibilidades económicas.

Eso explica la formación de expediciones de reconocimiento en las que se procuraba obtener una detallada descripción de partes concretas de dichos territorios. Sobre todo, preocupaban los ataques que se pudiesen producir por parte de los habitantes de aquellas tierras, que no por desconocidos dejaban de percibirse como amenazantes para las actividades de la población española que iniciaba los asentamientos. Pero también preocupaba a las autoridades de la metrópoli la posibilidad de que en los territorios de la Baja California, en los que la presencia española era escasa, se iniciasen asentamientos por parte de otros colonizadores, principalmente rusos, como se rumoreaba en España que estaba sucediendo en la costa norte del Pacífico de la misma forma en que se había producido a principios del XVIII en la Alta California. En esa región, se produjo por entonces la expansión española, con el objetivo prioritario de responder a la penetración rusa e inglesa, procedentes del estrecho de Behring, en el primer caso, y de Alaska, los Grandes Lagos y Ohio, en el segundo[12].  De hecho, los nombres que se pueden leer en algunas cartas geográficas ("establecimientos rusos" y "Nueva Albión") a zonas limítrofes entre la Nueva Galicia y la Nueva Cantabria -en la cornisa más oriental del seno de California[13]- son bien significativos y debían de inquietar a las autoridades españolas y explica la atención puesta en ocupar el territorio de una forma unitaria por medio de una red de comunicaciones que debían vincular directamente las posiciones españolas.

El hecho de poder contar con una buena red de comunicaciones entre los distintos poblados fue importante, además, ya que favorecía el comercio y, en consecuencia, el crecimiento de dichos asentamientos que, a partir de una estructura de poblaciones dispersas, iniciaban un proceso de concentración urbana esencialmente de carácter agrícola.  En lo que se conoció como la "faja de plata", desde Zacatecas a Chihuahua, el desarrollo de la agricultura y de la ganadería siguió las pautas que marcaban las diferentes fluctuaciones en la producción de ese mineral, de manera que la ocupación de la tierra se fue haciendo más compacta[14], lo cual favorecía, también, la protección de la población y la defensa del territorio circundante[15]. Para toda la minería del norte novohispano resultó de vital importancia el establecimiento del Camino Real de Tierra Adentro, tanto para transportar la sal necesaria para "poner en corriente los beneficios de azogue", como para hacer llegar los productos de primera necesidad a las poblaciones que se concentraban cerca de los centros de producción de plata.

Hemos señalado ya que la Baja California era considerada una región privilegiada del Nuevo Mundo, no sólo por la plata que había sido objeto de extracciones anteriores, sino por la razón de que se esperaba también encontrar oro en cantidades suficientes que permitiesen resarcir a la Hacienda española de los inmensos gastos que suponía el mantenimiento de una estructura administrativa y militar de la envergadura de la que existía en el continente americano.  De hecho, la situación económica de la metrópoli fue una de las razones, si no la principal de que los Borbones diesen un fuerte impulso a la minería novohispana con la creación de los Reales de Minas, primero, y con la introducción de innovaciones en el campo de la metalurgia, después, ya que, todo comercio y en particular a finales del siglo XVIII, el envío de metales preciosos a la Península era primordial[16]. Ese era el reto principal en aquella época y explica el interés de las autoridades españolas por obtener informaciones de primera mano de un ingeniero militar, Francisco de Fersen, especialmente preparado para esa función, y explica por sí solo el interés del texto que se ha transcrito.

Los ingenieros militares destacados en el Nuevo Mundo desepeñaron en numerosas ocasiones el papel de nuevos descubridores, sobre todo, para ofrecer informaciones desde un punto de vista especializado que permitiese conocer las posibilidades reales de un territorio escasamente conocido. La labor de Francisco de Fersen y de los numerosos ingenieros militares que se desplazaron por largas temporadas a Iberoamérica suponía, en consecuencia, una opinión a tener en cuenta por parte de las autoridades españolas y coloniales.
 

La labor de los ingenieros militares en la Nueva España

En el siglo XVIII, las posesiones de España en el continente americano llegaron a su máxima expansión; pero a dicha expansión correspondía un elevado grado de indefensión ante potenciales enemigos extranjeros y ante las constantes sublevaciones de numerosos pueblos oriundos, que no aceptarían el dominio impuesto por la Metrópoli. En ese contexto de inseguridad, la labor de los ingenieros militares coincidió en bastantes ocasiones con las expediciones pacificadoras del ejército.

Las estribaciones de la Sierra Madre al este y el mar de Cortés al oeste, formaban un terreno virgen, de vegetación exuberante como se encarga de señalar el autor del informe, de morfología muy distinta de lo que era habitual en Europa, con numerosos y caudalosos ríos y con una costa escasamente explorada. Las comunicaciones entre los diferentes núcleos de población eran numerosas pero difíciles, ya que en algunos casos podían quedar cortadas por diversos motivos, desde emboscadas por parte de los indígenas a la impracticabilidad de muchos pasos de montaña por cambios súbitos debido a desprendimientos de tierras o a bruscas crecidas de los ríos, ya habitualmente caudalosos, como se ocuparon de señalar los ingenieros militares enviados por España, entre ellos, Francisco de Fersen.

La labor de los ingenieros militares debía centrarse en el conocimiento y cuantificación de los recursos naturales; del carácter y morfología de las costas marítimas y del territorio, así como el régimen de los ríos y otras vías de comunicación; se ocuparon, también, del estado de las fortificaciones existentes y de realizar previsiones sobre las necesidades de nuevas construcciones de carácter civil y militar. Otros conocimientos que también se mostraron necesarios y que los ingenieros militares consignaron en sucesivos informes fueron el del tipo de clima de dichos lugares, las relaciones sociales entre los distintos asentamientos de población autóctona así como sus vínculos de carácter económico, todo lo cual se vio a menudo acompañado por el levantamiento de planos y mapas.  En la época en que fue realizado el informe que transcribimos, todavía no se había realizado la reforma algo posterior (1774) que debía dividir a los ingenieros militares en tres importantes ramas: la de "Plazas y Fortificaciones", la de "Academias Militares de Matemáticas de Barcelona, Orán, Ceuta y demás que se ofrezcan"; y la de "Caminos, Puentes, Edificios de Arquitectura Civil y Canales de Riego y Navegación"[17].  Eso significa que el esfuerzo a realizar para ofrecer un informe en el que se incluyesen todas las informaciones necesarias para el buen funcionamiento de las provincias ultramarinas debía ser mayor, debido a la necesidad de abarcar multitud de conocimientos que más tarde serían subdivididos en las tres disciplinas señaladas.
 

El autor del informe

Una parte importante del servicio activo del militar Francisco de Fersen transcurrió en las colonias españolas del continente americano. Nacido en París en 1740, fue destinado en 1763, a Nueva España como subteniente ingeniero delegado y participó en diversas obras. A poco de llegar al virreinato, su primer trabajo conocido fue el de delinear los planos para la construcción del Castillo de San Juan de Ulúa [18]. Poco tiempo después, sería agregado a la expedición de José de Gálvez en la que también participó Miguel Constanzó a que ya hemos aludido.  El informe que presentamos debía servir para conocer algunos datos básicos sobre  un territorio recientemente incorporado a la corona española que se encontraba escasamente explorado y cuyas riquezas naturales se consideraban de un alcance ilimitado.

Particularmente, se debía conocer el número de habitantes de la zona, el tipo de poblamiento, el estado de los caminos que unían los distintos núcleos de población así como la procedencia de los bienes de consumo de dichas poblaciones, que son los aspectos que centran el interés del ingeniero militar.

Más tarde, el ingeniero Fersen realizaría numerosos reconocimientos de diferentes asentamientos en el continente americano, como en la ciudad de La Antigua, que después de un terremoto había quedado fuertemente afectada y realizó el mapa de fondeo de la Barra de Alvarado. En la década de los ochenta, realizó un plan y el correspondiente presupuesto para edificar una casa de convalecencia para la tropa y poco después se le destinó a La Habana.  En 1778 sería ascendido a Ingeniero extraordinario y se sabe que se encontraba en Cartagena de Indias donde permaneció hasta marzo de 1790, en que sería sustituido en su cargo por el también ingeniero Dayguillon[19].

Después de casi treinta años de servicio en el Nuevo Mundo, volvería a España para dedicarse a proyectar algunas baterías sobre la línea de costa española y parece ser que una de esas fue la de Barcelona. Seguramente, en 1794 trabajó también en Lérida y se le atribuye los planos de fortificación de dicha plaza [20]. Dos años más tarde, en 1796, fue nombrado Ingeniero Jefe de Cataluña y pasó a inspector general siendo destinado al mando de las obras de fortificación que por entonces se realizaban en buena parte del territorio catalán. Se sabe, también, que Francisco de Fersen falleció en la guerra contra Portugal en 1804.
 

El documento

La Descripción de las Provincias de Culiacán, Sinaloa y Sonora refleja todas las características que hemos señalado más arriba y refleja, también, los intereses que primaban para la elaboración de los informes de carácter parcial sobre un vasto territorio que era imperioso conocer de la forma más detallada posible.

En cierta manera podría decirse que en las tres provincias, estaba prácticamente todo por hacer, desde la seguridad de los caminos hasta la explotación de los tesoros mineros que se suponía existían y cuyo bajo rendimiento se achacaba a una mala práctica como consecuencia de unos conocimientos escasos sobre la extracción de minerales.

Puede observarse el cuidado que pone el autor en señalar exactamente las coordenadas de los lugares de que hablará, los distintos tipos de clima -de "temperamento"- que consignó en su viaje de exploración, así como el nombre y situación de los pueblos originarios del país. Asimismo, se debe observar en este documento el completo inventario que realiza de las posibilidades económicas de la región, tanto por lo que respecta a la ya señalada posibilidad de explotar los yacimientos de minerales como por lo que se suponía se podía utilizar para el sustento tanto de tropas y exploradores españoles como de los trabajadores de las minas.  De esta manera, efectúa interesantes observaciones sobre los cultivos de cereales, frutales y ganadería disponibles, ya que este conocimiento implicaba conocer las posibilidades que ofrecía la región. Otra importante fuente de riqueza estaba constituída por la cantidad inmensa de "hermosísimas maderas" que abundaban en la región, fácilmente transportables a las ciudades mayores -México, Puebla y Guadalajara, y algo más tarde la propia capital de la región, Culiacan- donde se edificarían las viviendas de las numerosas autoridades civiles y militares desplazadas al Nuevo Mundo.

En el informe también se debaten las posibilidades de una incipiente industria procedente de la utilización de productos del país; nos referimos al algodón, que daba lugar a la posibilidad de proporcionar vestido a las tropas, y a la sal, que debía ser utilizada en la fabricación de azogue, necesario tanto para la separación del mineral de plata, como ya se ha explicado, así como para su utilización como materia prima para fabricar espejos.

Del documento, además de lo que hemos señalado, cabe subrayar su estilo, conciso y detallado al mismo tiempo, y sin embargo no exento de una cierta elegancia natural que lo hace de fácil lectura. Para esta transcripción hemos optado por respetar la ortografía original aunque hemos desarrollado las abreviaturas que se encuentran en el documento con el objetivo de facilitar su comprensión.


DESCRIPCION DE LAS PROVINCIAS DE CULIACAN SINALOA Y SONORA
por el Ingeniero Militar Francisco de Fersen
(Original en el Servicio Histórico Militar de España 5-3-9-(141) y Q-5-197)

 El territorio hasta hora conocido con el nombre de Gobierno de Sonora y Sinaloa se extiende del Sueste, al Norueste entre el ramo occidental de la Sierra Madre y la Costa del Mar correspondiente. Comienza en el Rio de acaponeta quelo divide de la Nueva Galicia y a caba en el presidio de Tubac; y la mision de San Xavier del Bac frontera de los Gentiles Jumas, Tepocas y otras naciones vecinas de la cercanas del Rio Gila. Por el Nordeste linda con el Reino de la Nueva Galicia, y por el Surueste con el Mar vermejo de Cortes, ó seno de California. Su vasta extencion, que pasa de 300 leguas geograficas de largo; y desde 80,, hasta 120,, de ancho comprehende diferentes calidades de terrenos, con distintos temperamentos del aire, pero puede tenerse por rregla general que todos los lugares de la Costa son calientes mucho mas que Mexico, los que estan en la Sierra en extremo frios; y los de mediania de un vello temple. Los muchos Rios perennes y caudalosos que rriegan todo aquel pais, lo hacen generalmente fertil en Ganado, Semillas, fructos, y en todo lo necesario para la vida natural, principamente en la vegas y Riveras que es por donde en lo ordinario estan las mejores poblaciones. A distancia de los Rios, el terreno suele ser esteril, y mucho mas en las cercanias de la Playa del Mar. No se ve en estas Provincias ninguna manifactura de Ropas ordinarias de Lana ó Algodon.

Escasan los Artesanos aun de las Artes mas sensillas, y necesarias y todo lo que se necesita en una vida commoda y Civil, se transporta de Mexico y Guadalaxara á Lomo de Mulas con exesivos costos y peligros. Toda la tierra hasta el Rio de Yaqui es pasifica, reducida, y Segura de muchos años, sin que aia en ella nada que temer mas que uno ú otro motin pequeño de los indios mansos á que nunca da ocasion el buen gobierno, y sirven de suficiente freno las Poblaciones españolas. Pero desde alli el Pais es algo espuesto a los Insultos de los Gentiles, y mucho mas peligroso en las ultimos terminos de la Sonora, no tanto pr las Naciones originarias, como por los apaches bagabundos. El Gefe del territorio es un Governador de quien dependen en lo militar los Capitanes de los poresidios; y en lo politico los Tenientes y Justicias mayores de los Partidos. Por lo Eclesiastico perteneze al obispado de Durango, ó Guadiana, y se administraran los Sacramentos que Curas Clerigos en lo bien reducido, y Misioneros rregulares, en lo qe toda via no lo esta tanto. Dividese este Gobierno en quatro provincias principales. La primera es la de Culiacan, á que se agrega la pequeña provincia de Maloya. Sus limítes son por el Sueste el Rio de acaponeta, por el Norueste el Rio de Mocorito, por el Nordeste y Surueste, la Sierra Madre y la Costa del Seno de la California comunes terminos de todo aquel territorio. Su Capital es la antigua villa de Culiacan, lugar de mediana población, situado en la orilla del Rio de su nombre, que  es bien caudaloso, y casi yguales distancias entre el Mar y la Sierra. Tiene amas de esto las Pequeñas villas de San Sevastian, San Xavier, y San Ygnacio y algunos otros Pueblos de españoles, y muchos de indios, Ranchos de labor, y estancias de Cría de Ganado Bacuno. Escasean las obejas y el trigo pero produce mucho mas y otros granos, fruttas y hermosisimas maderas: y la cercania del Mar la hace muy abundante en pesca y buena Sal.

Contiene tambien los Reales de Minas siguientes: el Rosario, Panuco Copala, Plomozas, Cozala, Palo blanco, Guadalupe y el Cajon y otros muchos al contorno de los referidos pequeños y de poca consideración. El Real del Rosario es el Lugar mas considerable despues de Guadalaxara para en toda esta parte de la tierra dentro. Su primera opulencia le atrajo una crecida vecindad, que afabor de su buena situacion y Comercio se ha mantenido sin enbargo de la desterioridad de sus Minas. Dista de Mexico doscientas y quarenta leguas comunes y de buen camino. Ciento y quince de Guadalaxara, y ochenta de Durango atravesando la sierra por veredas fragosas y precipitadas. Esta situado a la orilla del Rio de su nombre al pie de la Sierra Madre, y aquince leguas del Mar: por consiguiente es un paso presiso del camino Real de la Sonora. El lugar esta en plano bien formado en quatro calles derechas de buenas Casas, como de seiscientas varas de largo y otras sinco de atravesia de cosa de Docientas y sincuenta varas fuera de los arravales que les rodean. Tiene como quarenta tiendas grandes de Ropa y mayor numero de las de comestibles y podra mantener de quatro a sinco mil havitantes. Los Mercaderes del Rosario son los que auxiliaban atodos los mineros de la provincia de Culiacan y los que les rescatan sin plata y oro y asi áunque este Real no produzca anualmente por simismo mas que veinte mil marcos de plata; y cosa de mil onzas deoro atrahe por rrazon de su Comercio casi toda la plata y oro de esta y aun de las otras provincias interiores. A quince leguas al Nordeste del Rosario se hallas las Reales Minas de Panuco y Copala que producen annualmente quarenta mil marcos de plata á mrced del bueno y creciente trabajo de las minas de Don Xavier de Viscarra, Marques de Panuco, natural del Rosario, donde acaba de edificarse una magnifica Yglesia. Los demas Reales arriba expresados son de mucho menor continente; pero no dejande producir vastante plata y oro; y en todos ellos se exercita la Mineria con poca diferencia, como en las Cercanias de Mexico, sacandose casi toda la plata por medio del Azogue. En el Rio de Mocorito comienza la provincia de Sinaloa, y se termina el Rio Mayo.

Es mas llana, mas amplia y de temperamento mas sano que la antecedente; pero no de tanta amenidad, y de mucho menos trafico y gentio.

Abunda en granos principalmente en Maiz que es el de mejor calidad y mas varato que el de todas esas Regiones; de suerte que la misma medida es un sinquenta por ciento mas crecida que en la provincia de Culiacan, y nueba Galicia. Tambien abunda en Reses y Cavallos, y en otras especies de Ganados. Su Capital es la Villa de Sinaloa, de mediana poblacion muy mal ordenada y de jente muy pobre de Ropa y sin ningun Comercio: siendo una de las causas de sus Cadencias el haver dejado de ser Caveza de todo aquel Gobierno como lo hera en otro tiempo. A veinti sinco leguas al Norueste de Sinaloa se halla la villa de Caderoita ó montes Claros y toda via mas bien conocida por la villa del Fuerte sobre un brabo Rio que lleba el mismo nombre. Es lugar considerable de población española, de la que ay tambien uno ó otro pueblo como Bairaguato y muchos mas lugars de Yndios Ranchos y Estancias de gente miserable.

El principal de los Reales de Minas de esta provincia es el de los Alamos, y distante sinquenta leguas comunes de sinaloa, nobenta de Culiacan, y como siento y sesenta del Rosario. Es lugar principal razonablemente poblado a un que muy dispersas y disipadas las Casas, y su Comercio se compone de seis o ocho tiendas de Mercaderias. Su situacion muy baja y al pie de Montes altísimos es la causa dequesea poco saludable su temperamento, aque tanbien contribuye la falta de Agua de Vever que se padece en el tiempo queno es de lluvias, necesitandose entonces atomar de posos. En sus cercanias se hallan los Reales de Minas de la Aduana, la Quintera, el Cerro colorado y otros pequeños; pero a veinte y ocho de los Alamos al Sueste esta el Real de Siribijoa de mediana poblacion muy constante en la Saca de Mettales de plata de muy buenas Leyes.

Tambien pertenecen a esta provincia los Minerales de oro de Tanaran el Satac, y Bacaipoa y los de Plata con oro del Zapote, San Juan Nepomuceno, Arizona, dedonde años pasados se saco un peñasco de plata virgen y se disputo si hera Thesoro; San Josef de las Cruces; Tenoriba, Monserrate, Los Tajos, el Agua caliente, los Molinos, los Cercanos y Surutado. La mayor parte de estos Minerales esta decierta y sin corriente, no por que aian faltado sus venas de buena Ley, sino porque mal trabajadas al principio se inposibilitaron por las ruinas de sus obras; ó porque inundadas necesitan tiros y otras labores á Cierto Costo no vastan las pocas fuerzas de aquellas Gentes, siendo digno de advertirse, que desde esta provincia comienza a ignorarse el buen Arte de trabajar las Minas, y de beneficiar sus Metales. Los Placeres de Bacubirito diez leguas al S.E. de Sinaloa, se han hecho celebres en estos ultimos años por la muy considerable cantidad de oro que han producido. Ay asi mismo algunos otros placeres, entre los Reales de Minas de oro de las Cercanias del Fuerte como los de Bamicori, Lecorato, el Agua Caliente y otros.

La provincia de Ostinuri es el terreno comprehendido entre los dos Rios Maio y Hiaqui, que la hazen todavia mas fecunda que la antecedente, siendo en todo lo demas muy semejantes. Su Poblacion consiste en Pueblos de Yndios que ocupan las orillas de los Rios y en los Reales de Minas de la Sierra. El de Ostinuri que en otro tiempo ledio el nombre, es oy el de menos importancia y se tiene por el lugar principal el Real de Minas de la Trinidad. Son tambien considerables en esta provincia el del Rio chico, y el de Baioxeca que estan bien poblados, y en corriente. Los demas que le pertenezen son la Concepcion, Guadalupe, San Antonio, la Candelaria del Sobia, el Potrero, Jacupeto, Guimanasorra y Milpillas y los Placeres de oro de palo blanco, el Potrerillo y otros.

Estos tienen poco ó ningun corriente por las razones arriba dichas; pero sus metales son de crecidas Leyes, especialmente en aquellos Minerales que se acercan a la Tauramana, parte de la Sierra, mal conocida por su aspereza y despueble. Sin embargo de la reputacion que en todos tiempos ha tenido de sus riquezas.

En el Rio de Hiaqui comenzaba la provincia que especialmente se conoce con el nombre de Sonora, y es sin duda la mas grande, la mas fertil y la mas rricade todas las que componen este Govierno. Es de temperamento mui sano como que al mismo tiempo se rretira del Mar y de la Sierra. Sus producciones son las mas felizes, particularmente el trigo, la Lana y los Caballos; cuias especies se cree son las mejores de nuestra America. Esto se verifica á las orillas de los Rios perennes y en los valles capazes de recivir su rriego porque á distancia de ellos y en las cercanias del Mar tiene algunos trechos esteriles y escasos de Aguajes.

Dividese en diferentes valles, que forman los ultimos ramales de la Sierra, á los que dan nombre de Lugares de Españoles fundados en ellos como en Valle de Sonora, el de Santa Anna, el de Tepache y el de Ruipa donde tambien se alla un competente numero de Pueblos de Indios que hasta hora poco tiempo fueron Misioneros. El Governador reside en el presidio de San Miguel de Orcasitas, y fuera de esto contiene la Sonora dentro de sus terminos, el de San Carlos de Buenavista sobre el Rio Yiaqui, el del Altar, el de Tubac, el de Terrenate y el de Frontera, antiguamente conocido con el nombre de Corodehuachi. El Real de San Antonio de la Huerta o de las Arenas es el lugar mas distinguido de la Sonora por rrazon de su Comercio. Esta fundado sobre la orilla occidental del Hiaqui, en buen plano con poblacion unida, y es razonablemente formada. Mantiene como veinte y sinco tiendas grandes de Ropas y otras Mercaderias y le entran annualmente de quatrocientas a quinientas mulas cargadas de Efectos de Europa, Mexico, Puebla y Guadalaxara. Su situación que es en lo mas fertil mejor ocupado y menos espuesto de la provincia le proporciona todas las commodidades que pueden en ella gozarse; y de consiguiente es el Lugar donde acuden los Mineros á feriar su plata y oro por los efectos que necesitan; y la gente del campo á vender sus granos y otros efectos. Los demas Reales de Minas hasta ahora conocidos en la Sonora son la Ventana, San Miguel, San Francisco, el Carrizal, Nacatabori, Tonibavi, Bacuachi, Jacombavi, Nacosari, Chinapa, Basochupa, Bacanuchi, Baticanora, Motepore, Matape, Opodepe, Nacameri, San Josef de Gracia, Sanacachi, el Aguaje y aigani: cuias distancias y situaciones se representan en la Carta geografica que acompaña á esta descripcion. Los Placeres de oro son casi tan frecuentes, como las venas Metalicas, y el de la Cieneguilla que esta á lo ultimo de la Sonora puede servir de argumento para hacerse concepto de los demas.

Pero la mayor parte de estos Minerales está al presente sin trabajarse y los que se trabajan no tienen el corriente que devieran. La causa general es la falta de fomento y población y en algunos el justo temor de los Ynsultos que suelen cometer los Apaches.

Esta compendiosa descripsion que se ha formado sobre las Memorias originales y mas resientes de esas provincias y con las Noticias que yo procuré adquirirme en sus Cercanias de  Personas practicas, y bien instruidas: desde luego demuestra que por la naturaleza tienen los mejores disposiciones, para que la industria y trabajo las puedan hazer las mas felizes. Sus riquezas siempre incontestables; pero las mas vezes mal entendidas, son subterraneas, y asi necesitan para conseguirse la aplicasion de los medios que todas las de este genero; bien que estan sean mas frecuentes, y de mayor opulencia. Si se mira con atencion el trecho occidental de montañas que llaman Sierra Madres y es un Ramo de la gran cordillera (la mayor del mundo) que arma el terreno de las dos Americas: se advertira que extendiendose por trescientas Leguas desde Bolaños hasta el presidio de Fronteras, esta todo senbrado de Minerales; cuyo descubrimento se ha devido menos á la solicitud que á el Caso. Lo han verificado pocos Hombres sin inteligencia, sin fomento entre mil dificultades y peligros. Que seria si pudiese tratarse como los Minerales de estas contornos?. Supuesto que este es el objeto aque se dirigen las sabias intenciones de Govierno, mirando como uno de los medios que por haora pueden aplicarse, el establesimento de nuevas Casas Reales en lugares menos distantes de los Reales de Minas, y por consiguiente mas commodos á los Mineros para el finde manifestar sus Metales y proveer y proveerse de azogues; y al mismo tiempo mas bien dispuestos para obviar ó impedir el extravio: en este concepto parece que los que se ofrecen mas bien proporcionados Son el Real del Rosario para todos los Reales de Minas de las tres primeras provincias, y el de San Antonio de la Huerta para los de la Sonora. La puntual descripsion que [de] ellos se acaba de hazer y la inspeccion de su lugar geografico hazen ver claramente que no puede pensarse de otra manera, sin encontrarlos inconvenientes de hazer retroceder las Platas de su presiso viaje y destino á esta Ciudad.

Es copia del original. Pitic, 2 de enero de 1770.

De Fersen

Este papel Hize en virtud de orden del Exmo Sr Marques de Croix Virrey que fue en Nueva España y se lo remiti con el mapa correspondiente en el mismo mes y año.
 

Notas

1 Florescano, 1969.
2 http://lectura.ilce.edu.mx:3000/sites/estados/libros/sinaloa/htm/sec_42.htm
3 Datos extraídos de la dirección citada en nota 2.
4 Florescano, 1969, p. 53 y ss.
5 Hernández Sánchez-Barba describe con extraordinario detalle las numerosas vicisitudes por las que se desarrolló la historia de la última ocupación del territorio americano por parte de los españoles.  Aquí, sólo resumimos algunos hitos históricos que nos parecen importantes para entender algunos de los objetivos del documento que transcribimos y las circunstancias que rodearon su elaboración.Ver, también,el sitios Web citado en nota 7.
6 Sobre el ingeniero militar Miguel Constanzó y la expedición a la Nueva España ver  Moncada, O. 1994, p. 123 y ss.
7 Ver la cronología incluída en la dirección siguiente: <http://www.geocities.com/pueblosnativos/etnografias/cronyaqui.htm>. La estrategia de fundar nuevas misiones permitía, además, controlar sobre todo en Sinaloa, Sonora, California y Arizona, la entrada de otros conquistadores, como franceses, ingleses y rusos, que estaban ocupando avanzadas en los dos extremos de las posesiones españolas (Florescano, 1969, p. 51).
8 Hernández Sánchez Barba, 1957, p. 61 y ss.
9 El sistema de amalgamación venía a sustituir el procedimiento de fundición del mineral de la plata utilizado en la Península. Ver sobre la cuestión del enfrentamiento entre procedimientos metalúrgicos diferentes y las consecuencias económicas para el laboreo de metales en la Nueva España, Capel, H. 1987.  Los diferentes pasos del procedimiento del azogado se explican en Ramírez Ramos, Antonio, 1998a.  Una interesante aportación que permite entender el valor estratégico de algunos materiales, en este caso el mercurio para el azogue, se encuentra en el artículo de Mª del Carmen Navarro Abrines, 1997, en que se muestra el intenso proceso de modernización del beneficio de la plata impulsado por las autoridades coloniales en el siglo XVIII precisamente en el Virreinato de la Nueva España.
10 Ramírez Ramos, A.1998b.
11 La tesorería de Cosalá ingresó por concepto de oro y plata casi 7.5 millones de pesos del 1 de Enero de 1803 a Diciembre de 1807, que corresponden a 11 565 marcos de oro puro y 685 457 marcos de plata, dando un promedio de 1 493 900 pesos, cantidad muy superior a la de cualquier otro distrito. (Historia y Geografía de Sinaloa Portal ISEPyC [http://www.sepyc.gob.mx/histsinaloa/unidad06/6_24.html]
12  Ver Florescano, 1969. Este último autor afirma que la colonización de la península de California fue una empresa de los misioneros jesuítas. Ver, también, Moncada, O. 1994, p. 138.
13 El mapa realizado entre 1790 y 1794 y que recoge Hernández Sánchez-Barba (p. 288) es bien significativo de la situación creada.
14 Sobre la "faja de plata" ver Florescano, 1969, p. 66.
15 Moncada, O. 1994, p. 121-126.
16 María Teresa Alvarez Icaza sostiene esta tesis en su recensión del libro de Eduardo Flores Clair El lado oscuro de la plata en los reales mineros novohispanos a finales del siglo XVIII. Recensión en  Anuario de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, 1997, p. 89-106. [Reproducido en http://www.ejournal.unam.mx/historia_novo/ehn18/EHN01813.pdf
17 Capel, H. , 1994.
18 Moncada, O. 1993, p. 90-91.
19 Moncada, O. 1993, p. 90-91.
20 Capel, H. 1983, p. 183.
 

Bibliografía

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Ficha bibliográfica

ARROYO, M. La descripción de las provincias de Culiacán, Sinaloa y Sonora del ingeniero Francisco de Fersen (1770). Biblio 3W, Revista  Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad  de Barcelona, Vol. VII, nº 430, 25 de febrero de 2003. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-430.htm> [ISSN 1138-9796]


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