Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona, nº 51, 13 de octubre de 1997.

LA APROXIMACIÓN DE LA GEOGRAFÍA A LA GLOBALIZACIÓN: ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO DE LOS ESTUDIOS RESEÑADOS EN GEOGRAPHICAL ABSTRACTS ENTRE 1992 y 1996.

Antonio Algaba Calvo
Clécio Azevedo da Silva


El presente artículo se propone aclarar cual es el uso o los usos que la comunidad geográfica otorga al concepto globalización. Aparecido en nuestro vocabulario recientemente este término, no obstante, ha irrumpido con fuerza, y hoy salpica las páginas de los medios de comunicación y de los artículos especializados que se publican en la denominada prensa científica. En esta misma revista, Biblio 3W, ya se ha dedicado atención a este tema. Nuestro objetivo ha sido responder a una serie de preguntas: ¿de qué hablan los geógrafos cuando hablan de globalización?, ¿desde cuándo utilizan este término?, y ¿en qué publicaciones aparecen los artículos que se ocupan de este tema? Con esta finalidad se han estudiado todos los artículos, informes o libros reseñados en la publicación Geographical Abstracts bajo las palabras claves que hacen referencia a la globalización, durante el periodo comprendido entre enero de1992 y diciembre de 1996. En dicho periodo temporal fueron reseñadas en esta publicación un total de 69 referencias bibliográficas, las cuales corresponden a 5 libros, 2 capítulos en libros, 4 informes de la ONU, 2 informes del Banco Mundial y 56 artículos editados en 46 revistas científicas diferentes. El propósito del presente artículo es ofrecer una primera aproximación al debate geográfico en torno a la globalización, a partir de la lectura de los resúmenes de todas las referencias aparecidas en Geographical Abstracts y de la lectura de alguno de estos artículos, aún siendo conscientes de que nuestro panorama es sesgado, al limitarse a los trabajos referenciados bajo algunas palabras clave en esta publicación.

Es destacable el hecho de que sobre las 46 revistas científicas reseñadas que han publicado artículos sobre algún aspecto de la globalización, tan solo 11 son de carácter esplicitamente geográfico (> 25%), siende el resto de las revistas económicas, de ciencias sociales o de otras materias específicas. No obstante, en las revistas geográficas han sido publicados cerca del 50 por ciento de los artículos reseñados, lo que demuestra el interés con el que se abarca este fenómeno desde la geografía.

En la actualidad, el empleo del vocablo globalización se ha popularizado, siendo de uso corriente en los medios de comunicación de masas. No obstante, su aparición en las revistas científicas es muy reciente; por ejemplo, en Geographical Abstracts hasta el número de mayo de 1992 no aparece "globalización" como palabra clave de acceso a la información bibliográfica que esta publicación ofrece.

Pero ¿qué es la globalización un concepto nuevo que define un proceso nuevo, o un concepto nuevo que renombra y moderniza un proceso con un desarrollo histórico prolongado? La globalización es un término que intenta definir un estructura de relaciones económicas que abarca todo el planeta, en la que las condiciones de vida de una localidad están influenciadas por las relaciones económicas que ésta mantiene con el resto del globo y por las relaciones económicas que se mantienen en el resto del planeta sin la consideración de esta localidad. No obstante, la estructura global de la economía no es un proceso nuevo, hay autores que consideran que existe una economía globalizada desde finales del siglo XIX, cuando todos los territorios del planeta estaban bajo el dominio comercial de las potencias europeas. Mientras que otros autores situan el inicio de la globalización en el Descubrimiento de América. Aunque, también podriamos encontrar ejemplos de economías globalizadas en tiempos pretéritos; el Imperio Romano sería un claro ejemplo, al relacionar económicamente todo el mundo "conocido".

Si la globalización de la economía no es un proceso nuevo ¿cuáles son entonces los motivos que han propiciado la acuñación de un nuevo vocablo?, ¿por qué aparecen libros y artículos dedicados a esa cuestión?, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de globalización en la década de los noventa? Si bien el proceso de globalización puede remontarse hasta los orígenes de la humanidad sin hallar discontinuidades, también es cierto que desde la Segunda Guerra Mundial y, más especificamente, desde los años ochenta se han producido una serie de innovaciones que han permitido una aceleración de los intercambios comerciales y de información a escala mundial. Se ha producido un salto cualitativo en la globalización del planeta. Una serie de innovaciones tecnológicas han producido cambios en la estructura económica planetaría. El cambio fundamental que ha inducido o posibilitado el resto de innovaciones ha sido la revolución en los transportes. El descenso en los costes de transporte ha permitido la descentralización de la producción, desvinculando por primera vez los mercados de los centros de producción. A este cambio que ha modificado la distribución del empleo sobre el planeta, se deben añadir otras innovaciones importantes, como la explosión de las telecomunicaciones, que permite el intercambio de información al instante o la globalización de los sistemas económicos.

En los medios de comunicación de masas el término globalización no tiene un uso muy específico, es más bien un concepto abstracto que llega emplearse para realzar los titulares. E incluso algunos autores han indicado que su uso tiene una intención propagandística en defensa de las políticas de los gobiernos neoliberales, los cuales aprueban medidas impopulares, como la reducción de las políticas de bienestar social, al amparo de la inevitable llegada de la globalización. Para aproximarnos a su estudio hemos dividido las 69 publicaciones científicas en los siguientes siete categorías: 1) El Nuevo Orden Mundial, 2) la división internacional del trabajo, 3) la globalización y su influencia sobre las políticas de bienestar, 4) globalización e identidad cultural, 5) políticas de desarrollo en un marco de integración global, 6) sistemas financieros, competitividad y estrategias empresariales, y 7) la ciudad global: la competencia por la atracción de capitales; aunque conviene advertir que en un gran número de artículos aparecen más de una de estas materias.

El Nuevo Orden Mundial

Algunos aseguran que la globalización ha impuesto un Nuevo Orden Mundial, por lo tanto es lógico que alguno de los trabajos intenten explicar cuáles son las novedades que presenta esta nueva ordenación del planeta. El descenso de los costes de transporte por debajo de un valor crítico, acontecido durante los años 80, ha propiciado la redistribución del trabajo y de las inversiones a escala mundial y, consecuentemente, se ha incrementado la competitividad entre las diversos lugares por atraer unas inversiones que, a pesar de todo, son limitadas. El descenso de los costes de transporte ha provocado que parte del empleo, de la producción y de los ingresos hayan huido de los paises centrales hacia la periferia en busca de una mano de obra más barata. ¿Pero son estos cambios suficientes para hablar de un Nuevo Orden Mundial? Samir Amin, (1994) no cree que los cambios acontecidos hayan comportado un nuevo orden mundial y, en su artículo explica la estrategía de adaptación a la globalización desarrollada por los paises centrales para poder seguir apropiándose de los beneficios generados en el sistema, los mecanismos del neocolionalismo. En su opinión, los paises centrales tienen garantizada la apropiación de los beneficios del sistema global gracias a poseer el control de lo que denomina los "cinco monopolios": el sistema financiero global, la tecnología, el acceso a los recursos, la comunicación y los mass-media, y las armas o sistemas de destrucción de masas. Este control reduce el problema de la descentralización de las industrias manofactureras a un simple sistema de extracción de beneficios, que desvaloriza el trabajo y el capital invertido en actividades productivas, en beneficio del valor añadido en actividades centrales.

No obstante, otros autores más optimistas, como T.M. Shaw (1994) o P. Krugman y A.J. Venable (1995) se preguntan cuáles son las oportunidades de los paises del Tercer Mundo en el Nuevo Orden Mundial, pues no se puede negar el aumento de inversiones en los paises periféricos; aunque desde éstos la pregunta más formulada es cómo atraer la inversión extranjera en competencia con localizaciones tradicionales que ya cuentan con la ventaja inicial, en contra de la tendencia natural del capital hacia la aglomeración. Paralelamente, G.L. Clarck, (1994) nos presenta la pregunta que preocupa a los paises centrales: cómo mantener sus actuales índices de crecimiento económico y la balanza comercial en valores positivos, cuando la producción industrial se desplaza hacia la periferia. En resumen, ¿cómo substituir la base industrial de sus economías post-industriales y globalizadas?

La división internacional del trabajo

Para la geografía humana es un objeto básico de estudio el análisis de los cambios que la globalización ha provocado sobre la división internacional del trabajo. Para Mittelman (1994), tras la guerra fría, aparecieron nuevas condiciones globales que impusieron una nueva división del trabajo y afirmaron nuevas relaciones sociales de poder. En su estudio, centrado en el Este Asiático, relaciona estos rápidos cambios y el aumento de la competitividad con la profunda reestructuración del trabajo en estos países. El mismo Mittelman, en su artículo de 1995, criticó la terminología "nueva división internacional del trabajo" (NIDL), y propuso la alternativa "división global del trabajo" (GDL) termino que en su opinión permite incluir la reestructuración de las regiones dentro de una interpenetración de los procesos globales, las dinámicas regionales y las condiciones locales. El autor también denuncia en este último trabajo que la reestructuración conlleva una fuerte contradicción entre la clara preferencia por la democracia en las políticas nacionales y las demandas de cambios en políticas económicas y sociales que solicitan las corporaciones empresariales en los mercados mundiales.

Desde una línea neoliberal, Lambert y Caspersz (1995) exponen las diferencias en las políticas de reestructuración del mercado laboral de los paises occidentales, alabando los índices de desregularización alcanzados en Asia, que en su opinión explican el incremento de inversiones realizadas en dicho continente, en los últimos años, en contraste con la crisis de empleo en los países de la OECD. El trabajo analiza también las repercusiones de la argumentación neoliberal en favor del no intervencionismo en cuestiones laborales.

Desde una oposición a las tesis neoliberales, De Wet (1995) explica que la imposición del pacto social es una medida esencial para alcanzar el libre y equilibrado funcionamiento de la economía de mercado. El autor identifica este discurso como constante entre los gobernantes de los países y sus respectivas representaciones industriales, y aclara que para entender la repercusión política y social de los cambios laborales se debe analizar quienes son y el papel que juegan los protagonistas y antagonistas sociales dentro de los propósitos de liberalización económica inducidos por la globalización.

En esta misma línea, Silver y otros (!995) aportan una perspectiva histórica de la relación dinámica entre mercado laboral y capitalismo en el siglo XX. El artículo se centra en el estudio de los vínculos entre la militancia obrera y la evolución del moderno sistema mundial. El trabajo utiliza informaciones compiladas de noticias de periódicos desde 1870 hasta 1990, y para la actual etapa de globalización busca aclarar cual es la participación del movimiento obrero en la generación de esta nueva división internacional del trabajo. En esta misma línea, pero analizando un ejemplo específico, Herod (1995) estudió el caso de los metalúrgicos de West Virginia (Estados Unidos). En él evaluó la capacidad sindical de intervención sobre las políticas laborales en un enfrentamiento histórico contra los intereses de una poderosa transnacional del sector. El autor concluye que la victoria de los trabajadores sobre la empresa transnacional, a la que obligó a firmar un nuevo convenio laboral más favorable, es razón suficiente para despertar una mayor atención de los investigadores sobre la influencia de los movimentos obreros organizados en el proceso de globalización, importantes aún a pesar de ser poco considerados.

La globalización y su influencia sobre las políticas de bienestar

La globalización y la deslocalización de las inversiones han incrementado los niveles de competitividad entre las diversas ciudades, regiones y estados; en este marco algunos autores se realizan dos preguntas: una, ¿cuál es el nuevo papel de estado nacional?; y otra, ¿sí es posible ser competitivo y mantener los actuales niveles de bienestar?

Todos los autores que intervienen en este debate están de acuerdo en la existencia de dos procesos. El primero es la pérdida de autonomía de los gobiernos nacionales, ya que la globalización ha reducido su capacidad histórica para regular la economía y las políticas sociales nacionales, al tiempor que el nivel de independencia económica de los estados se ve restringido por las necesidades del mercado global. El segundo de los procesos es que los Estados se ven obligados a competir por atraer las inversiones de las multinacionales, lo que condiciona a un país, para ser competitivo, a sacrificar sus actuales niveles de cohesión social, independencia, libertad política y bienestar social.

No obstante, existen dos formas diferentes de valorar estos procesos. Los neoliberales, (en nuestra recopilación representados por Fagan y Le Heron) valoran positivamente la reducción del control estatal sobre la economía, puesto que la nación, en su opinión, no es el espacio natural para la circulación monetaria, por lo que la disminución de las trabas estatales representa una clara ventaja. Consecuentemente valoran de manera positiva la desregularización y la privatización de los servicios que en los años 80 impulsó el Estado, ya que aseguran que en manos privadas serán más eficientes. También valoran positivamente el desmantelamiento de los sistemas de protección social, dentro de la línea liberal más tradicional, que considera que las políticas de protección al desempleo impiden la financiación de las políticas activas de empleo, imposibilitando a su vez la generación de puestos de trabajo.

Por su parte, Korten (1995) atribuye la emergencia de un sistema global a una convergencia ideológica, política y tecnológica que favorece intereses sociales sin compromiso con el bienestar colectivo; ésta sería la razón principal del fracaso del Estado del Bienestar, que no puede rearticularse a partir de este nuevo ordenamiento de la economía mundial. Según el autor, las alternativas a un sistema económico y político de este siglo - capitalismo y comunismo - no se centran hoy en la búsqueda de bienestar y mayor calidad de vida para la humanidad. Y considera que las políticas de bienestar son un artificio historico para el mantenimiento de la estabilidad de un sistema que, hoy por hoy, concentra suficiente poder para mantenerse sin ellas.

A su vez, la organización ANON (1995), aún manteniendo las tesis liberales dominantes en estas instituciones, afirmó que es fundamental recrear políticas de bienestar con el avance de la globalización. Para eso, propone medir los efectos sociales de este proceso por medio de una identificación de los ganadores y los perdedores en la reestructuración económica e investigar como cada uno de estos responde a las nuevas circunstancias. Solamente así, dice el autor, se puede proceder a la planificación de una acción local, nacional e internacional hacia unas propuestas de políticas de bienestar coherentes con la nueva realidad.

Paralelamente, existen otros autores que denuncian que las políticas de bienestar han sido muy afectadas por los ajustes fiscales de los Estados nacionales. Miller (1995), alerta en su investigación que la retirada de políticas de bienestar está produciendo un incremento de los niveles de pobreza en todo el mundo y una creciente polarización social entre ricos y pobres. Su artículo aboga para que el sistema político mundial actúe sobre las condiciones necesarias para el crecimiento económico global con equidad a través de un espacio de discusión global de los rumbos del desarrollo, como en su momento fue la Conferencia de Bretton Woods. Para el autor, ésta sería una fórmula eficaz para establecer unas condiciones sociales previas a la globalización de las economías.
Más radical es la crítica efectuada por Diskin y Koechlin, para quienes la globalización es únicamente una parte del discurso justificativo neoliberal con el fin de convencer de la imperiosa necesidad de desregularizar la economía para mantener la competitividad de los distintos estados; pero, en último término, para imponer todas las concesiones que solicitan las grupos de presión que determinan la economía global. En esta línea Hirst y Thompson aseguran la continuidad del Estado-nación en el seno de la economía global, ya que éste ha demostrado su capacidad para ejercer el poder sobre la sociedad, un poder que sería ingestionable a escala mundial.

Por otra parte, R. Dahrendorf (1995) denuncia que en los paises desarrollados se están produciendo unas tasas de desempleo del 5-10 por ciento (que en España alcanza el 20%) a pesar de la aplicación de las políticas neoliberales. En estos paises crece una clase desfavorecida excluida del sistema, pero incapaz de producir un conflicto social que se manifieste de otra forma distinta al "conflicto individual", ya que los mecanismos de control social en estas sociedades han alcanzado unos niveles de elaboración que impide las fisuras. De todas formas, advierte el autor, que existen diferentes grados de conflictividad, siendo la población asiática más estable que la europea.

Globalización e identidad cultural

El impacto de la globalización sobre las identidades culturales locales ha despertado un gran interés tanto en la geografia humana como en otras ciencias sociales. El núcleo central de la cuestión sería el estudio del impacto que sobre las culturas posee el avance imparable de la cultura de mercado; lo que implica discutir las relaciones causales entre la dinámica capitalista y la superestructura social.

E. Berner y R. Korff (1995) parten del supuesto que la globalización no es la extensión global de una cultura o sociedad particular, sino la selectiva transnacionalización de diversas partes de las diferentes culturas. Estos autores afirman que caracterizar la globalización como un fenómeno de "norteamericanización" es despreciar la cultura local como elemento de la producción-reproducción de una sociedad. En su investigación acerca de las ciudades de Bangok y Manilla, observan que es en las relaciones locales donde las sociedades actúan de manera resistente a la globalización, ya que los individuos tienen una conducta que no es heredada ni inducida por la globalización; sino que son las sociedades locales quienes producen su própio universo de relaciones y un patrón de conducta ajeno a la transnacionalización de las culturas, que se manifiesta "hacia fuera" de cada local, y no "hacia dentro". El tipo de relaciones que tienen los vecinos en Bankgok y de Manila, con sus lazos de solidaridad y sus redes sociales locales es un ejemplo de una cultura que se mantiene a pesar de la globalización y que no se transforma de acuerdo a ella.

En franca oposición a esta perspectiva, D. Ghai y C. Hewit (1994) argumentan que los cambios en la cultura acompañan una desintegración social, hecho que está ocurriendo bajo un contexto de un colapso económico global. Afirman estos autores que la crisis estructural en la sociedad capitalista está produciendo nuevas formas de organización y control social. En este caso, la globalización afectaría a las distintas formaciones culturales sin que éstas posean la capacidad para deslocalizar el proceso de su eje director, ya que desempeñarían un papel pasivo en la reestructuración de los mecanismos de poder. En su opinión, este proceso tiene lugar no sólo en el mundo de la organización sociopolítica y en las expresiones macrosociales de la ideología y la cultura, sino sobre todo en los núcleos familiares y en las relaciones personales, considerando que las sociedades son crecientemente multi-étnicas y desagregadas desde un punto de vista de lo coletivo.

P. Sparr (1995) aporta al debate el tema de las relaciones de género como cuestión seriamente afectada por los cambios culturales fomentados por la globalización. El autor analiza la evolución de las políticas sociales en el estado capitalista desarrollado, y estima que en éste la reestrucuturación económica global ha tenido un profundo impacto sobre el trabajo feminino y en la pobreza, y que el paradigma neoliberal ha provocado graves consecuencias para la mujer. Analizando el caso de los Estados Unidos, propone que se estudien con mayor amplitud los cambios acerca de la relación entre la perspectiva social de la mujer y sus nuevos espacios en tiempos de reestructuración económica.

Para finalizar, Gunn (1994) aborda la relación entre historia y ciencia, y entre herencia y proceso, rescatando una relación de causalidad entre cultura y medio físico que hoy es condenada por las ciencias sociales en general. La globalización, en su tendencia homogeneizadora, levantaría el supuesto velo de las diferenciaciones culturales como fenómeno intrínsicamente social. Esta visión ahistórica, aparentemente una crítica posmoderna a la geografía humana, propone un examen global de los efectos de las mudanzas climáticas en las culturas regionales, buscando maneras de correlacionar fenómenos como "El Niño", el vulcanismo, la inestabilidad de las temperaturas globales, etc., con comportamentos sociales colectivos y desarrollo culturales.

Políticas de desarrollo en un marco de integración global

El concepto de región puede referirse a diferentes escalas territoriales, desde una región metropolitana hasta una región supranacional. La importancia de los estudios sobre globalización y desarrollo regional está, justamente, en articular estas distintas escalas con un proceso sostenido por redes globales en el espacio geoeconómico. Así, J. Robertson (1994), afirma que las estructuras económicas nacional y supranacional condicionan las expectativas, oportunidades y límites de las decisiones y actividades económicas locales. Su idea se basa en que en los dos últimos siglos ha habido una gran dependencia de las economías locales y regionales dentro del proceso de industrialización de los países. Tradicionalmente, las políticas económicas se centraron en la escala nacional, lo que las ha hecho poco flexibles. El autor defiende la necesidad de un control más flexible del sistema económico como un punto clave para el futuro. Esta necesidad nace de la internacionalización de las economías, que están siendo obligadas a establecer marcos de planificación no coincidentes con los niveles nacionales. Como ejemplos, la integración europea y las iniciativas plurinacionales para fomentar el desarrollo sostenible, por una lado, y la descentralización de las funciones económicas hacia las regiones subnacionales y las localidades, por otro.

Más pesimista con respecto al impacto de la globalización en el desarrollo regional, O'Hearn (1993) cuestiona la integración europea como medio para reducir las desigualdades dentro de Europa. Para el autor, la competición global forzará a las empresas europeas y a los Estados a buscar estrategias de desarrollo local ajenas a la equidad regional.

A su vez, Robinson (1994) admite que los cambios globales implican fuertes sistemas interactivos y fuertes diferenciaciones regionales. Según el autor, es difícil modelar un "cambio global" a nivel regional, particularmente para las áreas ex-comunistas de la Europa central y el Este europeo. Afirma que los modelos existentes no pueden ser adaptados para articular el desarrollo de estas regiones, fuera de su papel subordinado.

Por su parte, C. Cooper (1994), buscando incorporar los cambios técnicos como elementos dinámicos de la transformación de los territorios, analiza las cambios recientes en las políticas tecnológicas de los países en desarrollo. El autor explica, que ha pesar de la esportación de los procesos industriales desde los paises centrales hacia los países en desarrollo, no es seguro que estos últimos puedan alcanzar los niveles de bienestar de los primeros, ni tampoco determina cuales serán las condiciones que definirán su inserción en el contexto internacional.

En la misma línea, A. Reddy y J. Sigurdson (1994) afirman que desde la mitad de los años 80 las corporaciones transnacionales que desarrollaban I + D, empezaron a traspasar parte de sus investigaciones a sus sedes en los países en desarrollo. Este cambio fue posible gracias a la disponibilidad en estos paises de grupos de trabajo técnicamente cualificados. Produciéndose la misma tendencia que se da en las inversiones industriales con el objeto de reducir los costes e innovar para un mercado regional. Para los autores, las condiciones de partida de estos países dentro de un marco globlal serían en gran medida dictadas por las estrategias internas de las empresas transnacionales.

A su vez, M. Wegener (1993) estima que la globalización impone cambios acelerados en los países industrializados. Desde el incremente de las infraestructuras regionales al desarrollo de sistemas logísticos, como la subcontractación o los procesos "just-in-time" que constituyen importantes transformaciones que atañen principalmente al sector de los transportes.

El trabajo de H. Kreutzmann (1995) se ocupa de la interrelación entre el medio ambiente y la economía. El trabajo defiende que un análisis de los conflictos de intereses, modelos de cambio y disparidades regionales es fundamental para el entendimiento del proceso de desarrollo presente en las regiones montañosas del tercer mundo, lo que les confiere una inserción desigual en el proceso de globalización y con muchos matices internos.

Finalmente, un capítulo aparte formarían los trabajos que se ocupan del análisis del sistema agroalimentario y de las políticas que lo gestionan. Centrado en este particular encontramos la aportación de T. Marsden y K. Arce (1995), quienes opinan que la globalización de los espacios productivos rurales no comporta la estandarización de la produción agraria; lo cual es debido a que se están desarrollando nuevas formas de relación entre la industria alimentaria y los consumidores, lo que sumado a importantes cambios en la estructura de las unidades de producción, dirigidos a una mayor rentabilidad por parcela, ha provocado una mayor oferta de bienes y servicios (incluyendo la proteción ambiental), intentado la explotación de lo particular o lo ecológico. Dicen los autores que es necesario examinar los cambios agrarios y agroalimentarios desde una perspeciva multidisciplinaria, asociándolos a la construción del valor social y del significado político del alimento. Son muchas las contradiciones generadas en la esfera política, ante la existencia de intereses con peso distinto en las varias escalas de planificación, desde lo local a lo nacional; la globalización de las relaciones producción-consumo induce a una reorganización de las relaciones de poder. La creciente complejidad de la política agrícola y rural se produce por las diferentes estrategias globales de las agroindustrias frente a los circuitos económicos y financieros, reduciendo la capacidad de maniobra de los actores locales.

Paralelamente, C.G. Davis y M.R. Langham (1995) se ocupan de la conservación de los recursos naturales, óptica que debe generar nuevas políticas de explotación que creen nuevos parámetros de desarrollo para los territorios rurales, la agricultura y los agentes involucrados en estos procesos. En la misma línea ecológica, pero desde una óptica malthusiana H.W. Kendall y D. Pimentel (1994) han realizado proyecciones sobre las posibilidades de incremento de la producción de alimentos para el año de 2.050, cuando esperan que la población se haya doblado. El balance que nos facilitan es pesimista y presenta pérdidas ecológicas crecientes, alteraciones climáticas globales en el planeta y una oferta menor de alimentos. Aunque también intentan facilitar las directrices necesarias para evitar estos graves problemas futuros.

Competitividad y estrategías empresariales

La globalización es un concepto vinculado al ámbito económico más que a cualquier otro. Pero, ¿cuál es la influencia de la globalización en la economía? ¿qué cambios ha producido la globalización en los mercados? ¿cuáles han sido las adaptaciones de las empresas a estos cambios? Algunos de los artículos reseñados en Geographical Abstracts están dedicados a explicar estas cuestiones, bien desde una óptica general, bien desde el estudio de un caso particular.

En materia económica dos son los aspectos fundamentales que justifican la literatura actual sobre la globalización. El primero hace referencia a la deslocalización de la producción propiciada por la caida de los costes de transporte; proceso que ha propiciado la aparición de las corporaciones transnacionales. Éstos se caracterizan por producir y comercializar sus productos en varios mercados como las multinacionales, pero cuyo capital, a diferencia de éstas, no está participado por inversores de una sola nación, sino que poseen unas relaciones de capital repartidas (entre inversores apatridas) lo que disminuye el marcado carácter extractivo que poseen las multinacionales sobre los beneficios. El segundo de los aspectos es la liberalización del sistema financiero, y la consiguiente reducción de las trabas a la libre circulación de capitales propiciadas por los acuerdos del GATT; aunque sobre este particular B.J. Cohen (1996) nos advierte que esta mayor apertura de las fronteras a los capitales extranjeros no debe entenderse como una innovación, sino como una resurrección de las tésis más liberales dentro del ciclo económico de proteccionismo- librecambismo.

Ante estos dos aspectos fundamentales las opiniones de los autores aquí reseñados se dividen entre las de los que alaban los cambios propiciados por el liberalismo y las de los que se muestran cautos ante esta situación. La oposición a la globalización no está basada en la internacionalización de la economía, sino en los efectos que ésta produce sobre la pérdida de autonomía en las política económicas de los gobiernos nacionales o sobre el desmantelamiento del Estado del Bienestar.

La globalización ha incrementado el poder de intervención de las corporaciones trasnacionales sobre las políticas económicas estatales. Un ejemplo de este fenómeno nos lo facilita A. P. D'Costa (1995), quien nos explica en su artículo que la intervención del capital japonés en la industria automovilística hindú provocó la modificación de leyes económicas en este país. Aunque otros autores observan efectos posítivos en la intervención de las transnacionales en los paises en vías de desarrollo. Así, el informe anual de la ANON de 1993 alababa los efectos de la inversión extranjera en los países periféricos, debido a que las plantas industriales generadas con estas inversiones actuaron como polos de desarrollo, permitiendo la transferencia de tecnología, de know-how y el acceso a nuevos mercados; de este modo este organismo de la ONU revisaba la idea tradicional de que la inversión extranjera es unicamente extractiva. No obstante, este mismo organismo en informes de años posteriores matizó las posibilidades de crecimiento de los paises en desarrollo en competencia con aquellos que ya poseen la ventaja inicial, lo que como asegura J. Taylor sigue siendo el primer factor de localización valorado en las inversiones de las empresas.

Finalmente, algunos estudios han analizado las estrategías de adaptación de las empresas al mercado global. En este campo D.W. Edgington (1993) ha estudiado las estrategias de globalización de las corporaciones industriales niponas, distinguiendo un crecimiento en tres fases: en la primera se establece una relación lineal entre un mercado y Japón, en la fase media la empresa japonesa afronta una especialización internacional y construye una organización en malla para, en la fase final, establecer una estrategia mundial.

Otra estrategia de notable adaptación empresarial a la globalización ha sido protagonizada por algunas compañías publicitarias. Éstas, como explica D.A. Leslie, han pasado a basar sus campañas en las marcas, en detrimento de los productos, pues estos últimos han de adaptarse a cada uno de los mercados nacionales, siendo en cambio la marca única en todo el planeta. La trasnacionalización de las agencias de publicidad desempeña un papel importante en la constitución geográfica del mercado, dentro de la internacionalización de una cultura del consumo. Esta reorganización de las agencias está comportando una concentración del control del mercado en las grandes compañías que crecen fuera de los espacios regionales o nacionales. La globalización hace referencia a la interrelación entre diferentes lugares en el mundo, pero no hay sentido para una cultura global sino es como un proceso de producción de una cultura transnacional. Las agencias de publicidad serían parte de las "terceras culturas" y desempeñarían un papel trascendente en la mediación entre diferentes culturas nacionales. Estas agencias contribuyen a que muchos segmentos de mercado se repitan en todo el mundo, con categorías comunes de productos.

La ciudad global: La competencia por la atracción de capitales

El tema que se repite reflejado en casi la totalidad de los artículos que hacen referencia a la ciudad global, es la competencia entre las distintas ciudades por atraer el capital móvil en manos de inversores multinacionales. Esta temática es la que posee una tradición más prolongada de los hasta ahora presentados. Tanto los urbanistas como los gestores urbanos han tenido que ocuparse de la competencia interurbana desde la crisis industrial de los años setenta. Durante todo el siglo XX en la ciudad se había producido un crecimiento continuado promovido por el aumento del consumo de bienes industriales. Pero, la crisis de 1973 modificó esta tendencia: la industria abandonó las ciudades y muchas de éstas entraron en crisis. Los gestores urbanos que hasta ese momento se habían dedicado a gestionar un crecimiento urbano tuvieron que enfrentarse al estancamiento. Su principal preocupación fue recuperar el nivel de ingresos de la ciudad. Sustituir el dinero que habían dejado de recaudar por la crisis industrial, buscando nuevas fuentes de ingresos: los servicios, las finanzas y el turismo. Desde ese momento, las políticas de marketing urbano y desarrollo local marginaron a las políticas sociales o de vivienda en el seno de los presupuestos.

Los urbanistas, pues, llevan más de dos décadas aproximándose a la ciudad en el seno de un marco global y competitivo. Como nos indica K.R. Cox la lógica central de las New Urban Politics es que cada ciudad o comunidad está inmersa en una fuerte competencia por captar el capital móvil en circulación. Los ayuntamientos y las comunidades entran en competencia entre sí para captar la localización de centros comerciales, centros de convenciones, sedes de corporaciones o sedes de organismo oficiales. E inmersas en esta competición han de someterse a las exigencias de grandes y no tan grandes empresas, conscientes de su poder, ofreciéndoles incentivos de diverso tipo, desde exención de impuestos hasta la construcción de infraestructuras. Asímismo, las ciudades han entrado en una competencia por la imagen, básica tanto para la captación de inversiones como para la atracción del turismo, una de sus principales fuentes de ingresos. Esta competición ha impulsado la recuperación de los centros históricos y, también, la gentryficación de todos aquellos sectores de la ciudad con capacidad para atraer al turista.

En esta competición, en opinión de K.R. Cox, las corporaciones locales no están solas. El dinero público es respaldado por el dinero privado en manos de los agentes urbanos, también interesados en el éxito internacional de la ciudad que alberga sus inversiones. Entre estos agentes se destaca el papel de las Cámaras de Comercio.

Por otra parte, Pryke y Lee opinan que aunque la globalización y el cambio tecnológico han incrementado la competitividad entre y dentro de los centros financieros por la atracción de capitales, la singularidad de las diversas ciudades y la ventaja inicial de los centros urbanos consolidados implica que cada localidad pueda explotar su singular definición. Las ciudades que cuentan ya con una presencia internacional y unas economías de escala consolidadas poseen una ventaja inicial determinante en esta competición. Ante esta situación así definida, Knox y Taylor se preguntan cual es el papel de las ciudades del Tercer Mundo en este sistema de ciudades globales. Y en su artículo Gilbert enumera las recetas que deben seguir estas ciudades para potenciar su presencia a nivel internacional: desregularizar el mercado de trabajo y empresarial, privatizar, modernizar el estado y estabilizar la economía. En resumen, la receta liberal aplicable a todo mal.

Para Konvitz las megaciudades que ofrecen economías de escala, facilidad de accesos financieros, mejores oportunidades de empleo son las que están asociadas con el crecimiento de la economía mundial. Pero el tamaño no es el único factor que determina la importancia económica, sino la capacidad de captar parte de la demanda internacional de servicios y negocios. Mientras para M. Castells (1993) los centros de negocios nacionales-internacionales, los servicios urbanos y las áreas de oficinas son los motores de la economía global.

Finalmente, entre todas las aportaciones aquí reseñadas sobre la ciudad global, es necesario destacar la voz discrepante de Budd, quien se cuestiona la existencia de una economía globalizada, debido a los impulsos estatales para formar alianzas entre los mercados de las grandes ciudades.

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