Biblio 3w. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona, nº 52. 10 de noviembre de 1997.


GAVIRA, C: Miradas desde la ingeniería. Redes e infraestructuras en Madrid, Madrid, Celeste Ediciones, 1996.

Joaquim Bonastra


El reciente interés que suscitan en el campo de la investigación científica las redes técnicas, en sus diversas escalas, sirve de hilo conductor en este compendio de ensayos. Tomando Madrid como escenario, su autora, Carmen Gavira, las analiza con especial sensibilidad desde una óptica holística, que abarca disciplinas como la Historia de la Tecnología, la Sociología, la Planificación Urbanística y Regional y la Ingeniería Civil, que han ayudado a conformar este nuevo objeto de investigación.

Esta profesora de urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid, se plantea en el primero de los ensayos cuál es, en estos últimos años del siglo, el nuevo papel de la ingeniería en la ciudad, así como el nexo que puede propiciar una gestión unitaria de esta serie de infraestructuras (alcantarillado, tendido eléctrico, telefonía) por parte de los técnicos. El punto de partida de esta reflexión es la aparición de un hecho urbano reciente que se materializa en una no ciudad, fruto de las profundas transformaciones acaecidas tras la generalización de las nuevas técnicas de comunicación y la informática.

La apropiación del territorio por las antiguas civilizaciones se realizaba a través de la fijación de lugares de avituallamiento estacionales, que mas tarde se convertían en puntos estables, creándose así la ciudad-almacén, vertebradora de una primera malla territorial. Pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX, con la metamorfosis que provocó la industrialización en la ciudad, cuando nacieron las redes urbanas. Éstas fueron concebidas en un principio como líneas, como máquinas que servían para hacer circular cosas, pero con la superación de ciertos problemas técnicos (conexiones) estas líneas se convirtieron en redes, cambiando el concepto de circulación por el de comunicación. La teoría de los lugares centrales de Christaller (1933), demuestra la importancia concedida a los nudos a partir de la Revolución Industrial, pero también que a partir de los años cincuenta éstos son suplantados por las redes, lo que se ejemplifica con la teoría de la información de Shannon. Es indispensable, pues, la formulación de una teoría de las redes para el Urbanismo y la Ordenación del Territorio.

La autora quiere resaltar que el funcionamiento de estas redes depende de la adecuación de las redes sociales a las sucesivas transformaciones de las redes técnicas, lo contrario equivaldrá al fracaso del uso social del nuevo espacio urbano.

El segundo de los escritos se dedica al análisis de la topografía madrileña como definitoria de su forma urbana a lo largo de la historia, a la vez que condicionante de su asentamiento y encauzadora de su expansión. Utiliza como punto de partida la denominación de las calles de la capital que, en un principio, presentaba un mimetismo con los accidentes en que se emplazaban (cañada, vaguada), siendo mas tarde un reflejo de las propias características de la calle (callejón, angosta) y en la última etapa preindustrial del espacio construido en ellas (puente, puerta). A partir de mediados del ochocientos, la técnica permite salvar los obstáculos topográficos y el territorio se convierto en mero soporte y será la figura de urbanización o la técnica de construcción la que conformará su nombre (avenida, boulevard...).

Analiza también el impacto que sobre la estructura urbana tuvo la muralla, que en primer lugar diferenció dos ciudades, la interior y la exterior. Más adelante, incidió en la dirección y secuencia de las calles, así como en el precio del suelo, el tipo de parcelación y edificación, de actividad y, finalmente, de solución viaria adoptada en las calles afectadas por su desaparición. Las puertas no se pueden disociar de la muralla a la que pertenecen, ni del camino al que obedecen; son puntos de confluencia, ruptura y difusión, según si el análisis se realiza desde dentro o desde fuera. Aquellas condicionan dentro de la ciudad el largo, el ancho y la dirección de la calle, se convierten en difusoras de la red viaria y en enlace entre la urbe y los núcleos exteriores. Finalmente estudia la calle y su apropiación del terreno según las necesidades planteadas en cada época, así como las diferentes soluciones viarias derivadas de la topografía, muralla, puertas, caminos y propiedad del suelo.

El siguiente artículo trata las redes urbanas como soporte técnico y administrativo de la ciudad. Su estructura a partir del siglo diecinueve era el resultado de la actividad urbanizadora concebida como la previsión, el diseño, la gestión y los conflictos de competencia del trazado de los grandes ejes de comunicación y transporte. Esto generó un particular entramado de fronteras y límites administrativos que sirvió para el control y la gestión del municipio. Los instrumentos que permitieron tal división del territorio fueron la cartografía y la estadística.

Son varios, y cambiantes en el tiempo, los objetivos de esta división administrativa de la ciudad, así como los obstáculos que debe salvar y los elementos en que se apoya. Así pues, encontramos en el Madrid de los Austrias una voluntad de control y gestión del municipio que tenía como puntales el río y las murallas, pero que debía salvar las caprichosas formas topográficas. A lo largo del capítulo va desgranando estos objetivos y sus vicisitudes en el transcurso de los siglos, hasta llegar al intento de equilibrio demográfico-espacial de cada zona, así como de descentralización, desconcentración y democratización municipal que representa la división de Juan Barranco a finales de los ochenta de nuestra centuria.

La superposición del entramado administrativo con el entramado técnico, nos mostrará las líneas de persistencia, que nos indican la capacidad del espacio para actuar como obstáculo, como fuerza, como apoyo o como receptor de redes. Las formas del relieve han acogido las vías como ejes de comunicación o como fronteras, pero han servido, a la vez, como cauces técnicos en los que se han instalado las diferentes redes. Es por eso que la comprensión de estas redes nos permitirá entender, en muchos casos, la morfología de la ciudad.

La percepción y la representación del agua en la cartografía madrileña sirve a la autora, en el cuarto capítulo, para reflexionar sobre la evolución de la cartografía en general. En un primer estadio fue tratada como arte, pero a partir del siglo pasado, el plano se transformó en el instrumento técnico por excelencia para el control y la gestión de la planificación urbana. Su carácter análógico va perdiendo fuerza en nuestra época frente a la abstracta imagen simbólica hacia la que ha derivado la representación de las redes. Ya no es importante la plasmación de la totalidad, lo que se busca es mostrar la parte de este todo que se requiere para ejecutar una determinada tarea. De nuevo encontramos el concepto de comunicación en detrimento del de circulación. Los instrumentos que permiten esta nueva aproximación formal serán los SIG (Sistemas de Información Geográfica), que "almacenan, registran, tratan y gestionan diferentes tipos de objetos y entidades empleando su referenciación geográfica como parte integradora de la información". Esto representa una nueva constitución formal de las redes y del espacio, a la par que una nueva concepción de la ciudad y del territorio. A la vista de todo ello, la autora se cuestiona el sentido de seguir hablando de cartografía hidráulica, dudando si sería mejor hablar de redes de comunicación.

El quinto de los ensayos se dedica al análisis de la implantación del tendido eléctrico en Madrid. Insiste Carmen Gavira en que la red eléctrica no puede disociarse del resto de redes urbanas (gas, carretera, telégrafo), puesto que, como éstas, obedece a una lógica de red, entendiéndola, además de como una infraestructura, como una noción global que describe una determinada forma de distribución, de producción y de organización. Explica en el texto la evolución desde una fase de tramos y líneas a una fase de desarrollo acelerado, así como su posterior estabilización, siendo posteriormente, dada su saturación, de declive. Asimismo trata el paso de la concepción de una red rígida a una red flexible, de la misma manera, al ocuparse de su organización y gestión, nos habla de la transición de una situación dialéctica con otras redes a una de cooperación e integración. Analiza finalmente la interrelación entre sociedad y red eléctrica, así como el impacto que tuvo en el cambio de mentalidad de la población, que estuvo ligado a las ideas de progreso, modernidad o solidaridad.
Como artículo final encontramos un estudio de la obra de Pedro Núñez Granés, personaje que encarna el nuevo tipo de técnico que surge en el panorama español desde finales del ochocientos, que, poniendo su confianza en la fuerza del progreso y de la técnica, simboliza un empuje progresista en el campo de la ciencia de la urbanización.

Con esta serie de textos la autora reclama la superación de las lecturas parciales de la ciudad que nos ofrecen la historia o la arquitectura. Su discurso implica la comprensión global de las infraestructuras y las redes como creadoras, y a la vez sistema nervioso, del espacio urbano, una realidad que con el paso del tiempo aumenta a pasos de gigante en complejidad.


© Joaquim Bonastra
© Biblio 3W, 1997.


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