Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. IX, nº 534, 15 de septiembre de 2004

EL PROBLEMA DEL INGLÉS, O DE QUIÉN Y PARA QUÉ LO USA

José A. Gavinha

Texas A & M University, Estados Unidos

Palabras clave: editorial, escuelas geográficas, inglés, revistas internacionales, evaluación científica

Key words: publishing, geographical schools, English language, international journals, scientifical evaluation


El tema de la colonización cultural (y científica) del resto del mundo por los países anglosajones no es nuevo, ni siquiera en geografía, pero sigue siendo un tema actual y problemático, como se señala en dos recientes artículos publicados en Biblio 3W (Capel 2004, Tapiador 2004). En los trabajos se presentan algunas nuevas facetas, identificadas por los autores, tales como las nuevas formas de evaluación del trabajo académico, los efectos de la informática, y la expansión de las empresas editoriales. El objetivo de esta nota no es analizar o sintetizar un tema demasiado amplio y complejo, sino contribuir con algunos comentarios que son resultado de mi experiencia personal, la un académico ibérico que se radicó en Norte América.

Mi argumento principal se basa en que los sistemas institucionales académicos en los países anglosajones y en los ibero-americanos de habla española y portuguesa poseen diferencias fundamentales (y lo mismo se podría decir entre aquellos y los países de habla francesa, alemana, rusa o china, entre otros). Ello dio lugar a estrategias de formación y divulgación específicas, cada una de las cuales tiene sus ventajas y desventajas, y está orientada a sus objetivos particulares.No hay nada malo en ser diferente, siempre que se tengan buenas razones.Lo peligroso puede ocurrir cuando se intentan adaptar a modelos que han tenido éxito en otros contextos, sin el suficiente análisis crítico, creando soluciones híbridas que pueden no ser beneficiosas para nadie.

¿ Colonización cultural o inercia ?

Es un hecho que el modelo de producción científica de los países anglo-americanos sigue demostrando que es extremamente prolífico, y ha creado una industria editorial muy provechosa.Una gran parte de las obras más difundidas y de las revistas consideradas de ámbito internacional son producidas en Estados Unidos e Inglaterra.El número de nuevos libros y publicaciones periódicas, de congresos y reuniones de trabajo es frecuentemente usado como justificación para que se adopten modelos similares en otros lugares.Y el participar de esas publicaciones con frecuencia se está considerando como sinónimo de éxito académico y reconocimiento internacional.

Al mismo tiempo, autores de otros países apuntan la falta de interés, incluso el desconocimiento, que los autores anglosajones tienen de trabajos importantes realizados por colegas de otras partes del mundo.

No se puede negar el obvio desinterés. Por ejemplo, en los dos manuales de historia de la geografía probablemente mas utilizados en las universidades anglosajonas, el The Changing Nature of Physical Geography de Ken J. Gregory (2000) y el Geography and Geographers. Anglo-American Human Geography since 1945 de Ron J. Johnston (1997; primera edición en 1979) prácticamente no se hace mención ni a trabajos de, ni a contactos con otras escuelas de pensamiento geográfico.

La ausencia de referencias a otras escuelas es no solo sorprendente, sino grave; especialmente en el caso de Johnston, si tenemos en cuenta que las dos obras más influyentes de la geografía anglosajona de la posguerra son imposibles de explicar de forma endógena. El influyente libro The Nature of Geography del geógrafo americano Richard Hartshorne (1939) solo se puede entender en le contexto del largo y provechoso paso de su autor por Alemania y Francia, y por la influencia directa que recibió de la geografía que se hacía en esos países. El viaje de Hartshorne es brevemente mencionado por Johnston, casi como si fuera poco más que una salida de campo para recoger datos empíricos y la continuación de trabajos previos al viaje (1997: 45). De la misma manera, el artículo póstumo de Fred Schaeffer (1953) sobre el excepcionalismo en geografía, que el mismo Johnston considera fundamental para la aparición de la geografía cuantitativa en los años 1950, no es presentado como la obra de un geógrafo alemán que huyó de los nazis para refugiarse en Estados Unidos, y que había sido formado en la misma escuela científica de Christaller y Lösch.En ambos casos, el alcance de las contribuciones de la geografía europea continental es ignorado sin ningún análisis.

No se puede negar la ausencia de interés por trabajos extranjeros, e incluso el no reconocimiento de contribuciones externas en muchas obras angloamericanas. Pero ese aspecto tiene muy poco que ver con un ambiente favorable a la difusión de obras anglosajonas en el exterior. Tiene razón Horacio Capel (2004) cuando escribe que hay autores que voluntariamente omiten (aunque conozcan) bibliografía de sus países cuando publican en inglés -hay quien considera que citar a demasiadas obras no anglosajonas pesa negativamente en el proceso de selección de revistas en inglés.

Yo diría más. Creo que hay también bastantes geógrafos ibero-americanos que en sus clases y en sus escritos dan prioridad a presentar bibliografía extranjera como una prueba de estar al día, ignorando con frecuencia la cita y discusión de la (mucha o poca) producción en su propia lengua.Aunque fuera verdad que se escribe bastante menos y que circulan menos obras en los países ibero-americanos, eso no sería razón para ignorar la producción existente, analizarla y, mas aun, para no incrementarla.

Sin duda que hay una fascinación por el inglés, tantas veces entendido como sinónimo de sofisticación científica, y más acentuada en la nueva era de la informática. Pero cabría preguntar ¿ hasta que punto la colonización cultural puede estar ocurriendo debido a una actitud expansionista de los investigadores anglosajones? ¿o se deberá, mas bien, a la ineficacia y receptividad de los geógrafos ibero-americanos ? Los anglosajones hicieron su parte, publicar y divulgar entre ellos. En Ibero-América no pocas veces se ha imitado en lugar de buscar y crear.

Promociones, salarios y trabajo académico

Una de las grandes diferencias entre el mundo académico anglosajón y el de sus colegas latinos tiene que ver con la forma como se progresa en la carrera.En los países anglosajones raramente hay un número fijo de plazas de cada categoría por departamento, u oposiciones para ocupar plazas vacantes.Por ejemplo, en Estados Unidos teóricamente es posible que un departamento con cinco plazas pueda tener cinco catedráticos.

Cada profesor universitario sube de categoría en función de su tiempo de trabajo en el departamento, pero sobre todo en función de lo que hace: publicar, conseguir fondos de investigación, y atraer a estudiantes de calidad, en este orden.Cada caso es evaluado individualmente por los jefes de departamento y los decanos, y es independiente de la situación en la carrera de sus colegas.Los salarios son confidenciales, negociados caso a caso y en sigilo, actualizados periódicamente, y justificados en función del trabajo realizado por cada uno. De esta manera, se minimiza una de las frecuentes fuentes de conflictos dentro de los departamentos -la competición por la plaza vacante.Cada académico sabe que está por su cuenta, y si no produce no ganará más e incluso podrá llegar a perder su empleo.

La progresión de categoría en la carrera, sobre todo en Estados Unidos, se hace presentandose a plazas en otras universidades más que a través de promociones internas (que pueden darse, pero tardarían mucho más tiempo).El incentivo a la movilidad también existe al nivel de estudiantes, y hoy por hoy la mayoría de alumnos de doctorado o maestría obtuvieron su diploma anterior en otra universidad. La razón para esta práctica se basa en la convicción de que una persona que ha podido tener éxito en más que un lugar tiene una experiencia más amplia y muestra tener más ambición que una que se queda en el mismo lugar. Y como para conseguir una plaza mejor en otra universidad los criterios son los mismos, se refuerza aun más el papel de las publicaciones. Los artículos son mucho más valorados, al ser considerados como el medio más rápido para comunicar innovaciones, en oposición a los libros que son vistos más como una reflexión sobre temas conocidos.

Una frase que se escucha con frecuencia en ambientes académicos es "publicar o morir". La búsqueda de fondos de investigación es la mejor manera de conseguir publicar, pues permite costear la compra de materiales, la recogida de datos, la contratación de personal para investigación, e incluso la ausencia de funciones docentes. Un profesor puede pasar fondos de investigación a su departamento para que contrate a alguien que lo substituya durante algún tiempo y él pueda escribir. Y, lógicamente, la atracción de estudiantes de postgrado también sigue esa lógica -la mayoría de ellos es financiada por los mismos fondos, y son ellos quienes realizan una buena parte de las tareas más largas y trabajosas. Esos estudiantes serán también quienes escribirán una buena parte de las primeras versiones de los artículos, empezando así su carrera publicando como segundos y terceros autores.

¿ Es un sistema mejor o peor? Se puede decir que también tiene desventajas importantes, ya que lleva a demasiada movilidad de profesores, y a menos interés por la enseñanza y por los alumnos.Las universidades de segundo o tercer nivel no consiguen mantener sus mejores profesores, ni crear un cuerpo docente estable.Los alumnos con frecuencia se quejan de clases poco interesantes y no siempre muy bien preparadas, y sobre todo de la simplificación de las evaluaciones. Es muy común el uso de procesos de corrección automática (formularios de respuesta escaneables) o la contratación de estudiantes para que corrijan a trabajos y exámenes.

Hay también señales de que el sistema empieza a presentar síntomas de ruptura.Es significativo que, después de una reciente medida del gobierno federal norteamericano para dificultar la concesión de visados de estudiante, resultado de preocupaciones con la seguridad después de los atentados del 11 de septiembre, hubo una fuerte presión de las principales universidades para que la medida fuera modificada.Es que sin los estudiantes extranjeros, con frecuencia más de la tercera parte de los alumnos de postgrado, no habría suficientes candidatos norteamericanos de calidad para los puestos de investigación y de orientación de clases prácticas necesarios.

Quizá las condiciones cada vez más favorables para la aceptación de buenos estudiantes extranjeros sean, más que las políticas editoriales, el principal medio de colonización cultural anglosajona.

Lógicas editoriales y tipos de publicaciones

En su artículo para Biblio 3W Francisco Tapiador (2004) discute con claridad la importancia de estrategias editoriales para soporte del trabajo académico. Es ciertamente un factor importante.

El mundo editorial anglosajón es amplio, pero está lejos de ser homogéneo.Hay diferencias fundamentales entre los planteamientos norteamericanos y británicos, que quedan perfectamente ilustradas por la preferencia que en el primero se da a la producción en revistas, y en el segundo a la de libros.En ambos casos, lo que se sigue es una simple lógica de mercado, aunque dirigida hacia objetivos diferentes (y en algunos puntos complementarios).

Una de las grandes diferencias que encontré entre la enseñanza universitaria de la geografía en países iberoamericanos y anglosajones reside en el uso de libros oficiales o colecciones de textos. Me acuerdo que en mis estudios de licenciatura en Portugal, en todas las 17 asignaturas de geografía que frecuenté se daban a los estudiantes voluminosas selecciones de textos de fuentes muy diversas. Los estudiantes nos organizábamos para fotocopiarlas con tiempo para poder acompañar las clases y poder leerlas antes de los exámenes. Y como profesor hice lo mismo. Me acuerdo también del comentario de algún colega diciendo que solo profesores perezosos y que no estaban al día podrían considerar el uso de un libro de texto.

No fue nada de eso lo que encontré en Norte América. Lo normal es que para cada curso de graduación haya un libro de texto, y para los cursos de postgrado varios libros. Y se espera que los estudiantes los compren. Sin detenerme en las ventajas o desventajas de ese sistema, lo que cabe aquí subrayar es que esta práctica ha creado un gran mercado editorial, y que es considerado como positivo tanto por profesores como por alumnos.Para los primeros permite ingresos adicionales importantes, un reconocimiento más generalizado, y un contacto regular con las empresas editoriales con más recursos; para los segundos, crea economías de escala que permiten bajar el costo de los libros, y lleva a contenidos más homogéneos y producidos específicamente para sus necesidades.

Hay diferencias significativas entre los mercados editoriales norteamericano e inglés, que se deben mencionar.En el primero, por ser mucho mayor, se da prioridad a la producción de libros para los cursos de graduación (de bachiller y licenciado), pues son los que tienen más estudiantes y permiten mayores ganancias. Clásicos como el Geography. Regions and Concepts de Harm De Blij y Peter Muller (2001; ya con 10 ediciones y frecuentes reediciones) o el Geosytems. An Introduction to Physical Geography de Robert Christopherson (2003; en su 5ª. edición) proporcionan enormes beneficios a las editoriales y a sus autores.Su carácter descriptivo y general (la geografía de los climas, montañas y países) les permite alcanzar el mayor público posible.Obras similares han sido creadas para ramas específicamente populares como la geografía humana, rural, del medio ambiente, o del turismo.

El menor interés en Estados Unidos por el mercado de postgrado permitió que las editoriales inglesas empezaran a desarrollar un provechoso nicho volcado hacia todo el mercado angloamericano. Aun en la actualidad la mayoría de los libros de síntesis y las colectáneas de textos para el mundo anglosajón se sigue haciendo en Inglaterra.

El número de programas de postgrado en geografía en Estados Unidos es considerable, y viene pasando por una importante revitalización.En este país, los recientes desarrollos en sistemas de información geográficos y detección remota permitieron invertir una larga tendencia de decadencia y cierre de departamentos (de los que el caso del histórico departamento de Chicago es el ejemplo más significativo). Hoy, de las 253 instituciones con programas en geografía, 132 ofrecen programas de maestría y 60 de doctorado (AAG 2004). El crecimiento del número de estos programas, en gran parte alimentado por el creciente número de estudiantes extranjeros, ha empezado ya a provocar cambios en el mundo editorial; primero con la creación de filiales de las grandes editoriales inglesas en América del Norte, y más recientemente con la transferencia de responsabilidades editoriales hacia ellas.Muchas de las últimas publicaciones de compañías como Blackwell, Oxford University Press o Routledge ya se publican simultáneamente en los dos lados del Atlántico.

La internacionalización del cuerpo de alumnos también provocó la del cuerpo docente. Ya son raros los departamentos de geografía sin algún profesor chino, hindú o hasta brasileño.De la misma manera, los acuerdos de colaboración o proyectos de investigación entre universidades norteamericanas y congéneres de Asia o Latino América siguen aumentando. En relación a Europa, la cooperación ha sido históricamente con universidades inglesas, ellas también más volcadas hacia Estados Unidos que hacia el resto de su continente. Como consecuencia, los contactos con la producción geográfica de Europa continental han sido, y siguen siendo, reducidos. Pero las recientes traducciones de algunas obras no anglosajonas, como la Introducción a la Geografía Regional de Paul Claval (1998), pueden estar señalando un cambio de dirección. Lo más probable es que la asociación entre empresas editoriales de varios países y continentes que estamos presenciando conlleve a un aumento del intercambio y de las traducciones.

Publicación y lenguas francas

El tono de los artículos ya referidos de Horacio Capel y Francisco Tapiador deja claro que la gran cuestión es el porqué de la sub-valuación de la producción geográfica ibero-americana, y consecuentemente de cómo se podrá explicar su relativa ineficacia en ser reconocida y acceder a publicaciones del exterior.La importancia de esta cuestión se ha visto aumentada por la introducción de la publicación en obras internacionales como un factor más en la evaluación de investigadores académicos.Nadie puede discutir que publicar es extremamente importante, pero me pregunto si el aumentar la presión para publicar en el extranjero es la solución para problemas como las desigualdades de acceso a publicaciones internacionales, y en términos más generales la calidad de la producción científica de cada país.

Después de más de veinte años de periplos por tres continentes, no puedo decir que encontré a mejores profesores, ni mucho menos a mejores alumnos en las universidades de Norte América.Aquellos que conocí en lugares como Lisboa, São Paulo o Barcelona en nada les quedan por detrás.Sin la menor duda, la gran diferencia no está en las personas, sino en los medios y las condiciones de trabajo. Los presupuestos, los laboratorios, las computadoras o las bibliotecas tienen mucho más que ver con lo que puede (o no puede) hacerse, y de esa manera con el éxxito en los contactos con el mundo exterior.La superioridad de la enseñanza en los países anglosajones es un mito, y los mitos los propagan quien los crea sin cuestionarlos.

No se deben quitarle méritos al éxito del modelo anglosajón.Creó una respuesta adecuada a sus problemas específicos, y usó el mercado como refuerzo de la insuficiente financiación pública. Es un modelo que puede ser adaptado, hasta copiado, en otros lugares; pero eso debe hacerse de una forma crítica, con conocimiento de sus especificidades y de sus insuficiencias. A seguir ese camino, debe tenerse en cuenta que el mercado ibero-americano, tal como el latino, tiene dimensiones suficientes para desarrollar una industria editorial propia, y para acoger un número elevado de publicaciones científicas internacionales.Un incentivo exagerado para dirigir la producción hacia publicaciones anglosajonas no hará más que retrasar la concretización de su potencial. Y al dejar los criterios de selección en manos de editoriales extranjeras equivale a no menos que renunciar a tener agendas y prioridades de investigación propias.

Con lo anterior no quiero decir ni que no se deba publicar en inglés, ni que sean fundamentales los contactos con la geografía anglosajona.Esta sigue siendo una de las escuelas más activas e innovadoras, y el estar al tanto de lo que se publica ahí será siempre muy útil.Pero también se debería estar al corriente de lo se hace en países como Francia, Alemania, China o Japón.Esto lleva al tema de la lengua franca, o de lo que debe ser una lengua franca.

Con la cantidad de idiomas que tenemos y nuestra limitada capacidad de aprender solo unos cuantos, resulta claro que hay que tener prioridades. Por eso decidí aprender el inglés antes que el hindi, independientemente del respecto que tengo por ese idioma y de mi interés (real) en la India. Las lenguas francas tienen que ser consideradas como un instrumento de maximización de la comunicación, lo que es siempre bueno, y no como una amenaza imperial. En el mundo ibero-americano el castellano funciona como lengua franca, y por eso se considera importante saberlo en Brasil; en el Oriente el chino está asumiendo un papel comparable.Pero esto no quiere decir que una lengua franca sea una amenaza al futuro de otros idiomas -como lo probaron catalanes, vascos y gallegos después de varios siglos de lengua única en España. Como ejemplo adicional, puedo referir que el creciente contacto con Hispano-América está haciendo aumentar el número de profesores y estudiantes norteamericanos que decide aprender el castellano.

Un problema distinto serán los neologismos o, peor aun, la substitución de palabras existentes por híbridos importados. Se pueden crear exigencias al nivel de publicaciones, pero eso no es suficiente. Este es un problema que desborda a la comunidad académica y requiere discusión y soluciones a escala de toda la sociedad, con implicaciones directas en las políticas de educación y los medios de comunicación públicos.

Prioridades políticas y internacionalización

Uno de los problemas fundamentales que las entidades ibero-americanas tendrán que clarificar más tarde o más temprano es lo que deben ser las prioridades de su sistema académico, para aplicarlas después a la evaluación de la producción de sus miembros.Y una de ellas es la existencia de publicaciones propias.

Sin ninguna duda, los Annals of the Association of American Geographers, las Transactions of the Institute of British Geographers y sus equivalentes en Canadá, Australia o Nueva Zelanda son publicaciones prestigiosas, y hay que tener mérito para conseguir publicar en ellas.Pero se debe subrayar que cualquier una de ellas no es más que la revista de la asociación de geógrafos de su país, y que por razones particulares puede aceptar el trabajo de geógrafos extranjeros.En otras palabras, el hecho de publicar en los Annals, por ejemplo, solo prueba que un académico desarrolló investigación de un nivel comparable al de sus colegas norteamericanos.Pero no necesariamente prueba que cumple todos los requisitos (no hablo de capacidad) para trabajar fuera de Estados Unidos.

Planteando el mismo problema de otra manera: para los gobiernos nacionales, universidades públicas o agencias nacionales de evaluación ¿que debe ser más importante para progresar en una carrera dentro de ese país, que la persona conozca y acreciente a la geografía que se hace afuera o a la que se hace dentro?¿Será que un brasileño (y lo mismo daría para un español, un mejicano o un portugués) que solo publicó en inglés y citó a autores anglosajones dio suficientes pruebas de estar preparado para ocupar una plaza académica en Brasil ? Puede haber dudas. Y ¿ será que su investigación debe ser financiada por entidades brasileñas, aun cuando ese investigador no ha intentado integrar su trabajo con trabajos en el mismo campo que se hicieron en Brasil? Aquí entramos en un caso mucho más complicado.

También me parece legítimo plantear el problema inverso. Un geógrafo nacional que se limita a leer y citar obras nacionales no está haciendo más que lo mínimo de los mínimos para justificar su puesto.Y no hay duda de que para estar al corriente de producción extranjera el dominio de una lengua franca es de enorme valía.

Publicar en otras lenguas, sea inglés o cualquier otra, debería ser alentado, siempre y cuando aporte algo a la producción científica de un país y represente un puente entre ésta y lo que se hace en el resto del mundo. Esta integración hace necesario integrar la bibliografía nacional y la internacional en un todo coherente.Si es natural que quien quiere publicar en inglés debe estar al corriente de la bibliografía anglosajona esencial, también me lo parece que deba referir la obra producida en su propio país, si la hay.En completo acuerdo con Horacio Capel, también creo que la producción de un autor que solo consigue referir a obras de una escuela no debe ser considerada internacional.Son dos cosas completamente distintas: el publicar en una lengua extranjera como el inglés, lo que debe ser incentivado, y solo mencionar bibliografía de autores anglosajones, que debe ser criticado si se hace desde otros países.

Un problema serio cuando se trata de evaluar el mérito de publicaciones es el uso (y abuso) de la palabra internacional.Cada vez está menos claro lo que se debe considerar como obra internacional en un campo científico. Si un geógrafo argentino publica en una revista de Guatemala, ¿convierte eso a dicho número de la revista en internacional ?¿ Y si fuera un geógrafo iberoamericano que publica en inglés ?Con la proliferación de publicaciones. es frecuente que se intenten simplificar criterios al usar indicadores como las lenguas o los lugares referidos.Esto es una opción con muchos peligros, y puede llevar a la substitución de la coherencia de contenidos por una política de colorines -cuanto más pintado más lindo. En mi opinión, da lo mismo que un autor inglés cite un artículo en castellano de un geógrafo español que cite la traducción inglesa del mismo artículo. La diversidad de contenido debía ser la prioridad.

Dentro del tema de los indicadores, hay que decir que el uso que a veces se hace de catálogos de publicaciones como el Geographic Abstract o el Science Citation Index me parece incorrecto.La lógica editorial discutida por Francisco Javier Tapiador también se aplica aquí.Se trata de publicaciones privadas, que buscan beneficios a través de subscriciones, y cuyo mercado prioritario es el anglosajón -fue precisamente para ese mercado que fueron creadas. Mantener una relación completa e exhaustiva de publicaciones extranjeras tiene costes bastante altos, y sería un suicidio económico intentar una cobertura de las publicaciones del resto del mundo comparable a la que se hace del inglés.Hay que ser realistas, estamos en el mundo de la empresa privada y el resto del mundo no genera suficientes subscripciones.La necesidad de un catálogo ibero-americano de publicaciones nunca fue más urgente, por muy difícil que resulte coordinarlo y financiarlo.

Algunas consideraciones finales

El uso del inglés, lengua franca o no, creo que tiene muchos aspectos positivos.El mayor de ellos es que publicar o traducir obras ibero-americanas al inglés permite una difusión mucho mayor más allá del mundo anglosajón.El problema no esta en trabajar en inglés, sino en cuando y para qué se usa éste.

A veces hay que hacer en inglés lo que no se puede hacer en su propia lengua.El número de revistas y conferencias en el mundo ibero-americano es insuficiente, y aumentar su número y proyección debían ser una prioridad de primera línea. También para poder atraer a ellas profesionales de otras partes del mundo.

Una buena parte de la falta de interés que los anglosajones tienen en la producción de otras escuelas geográficas tiene que ver con la insuficiencia de contactos e intercambios, sobre todo con Estados Unidos. La mayor cantidad de profesores y estudiantes extranjeros y de contactos con América Latina han creado una receptividad que debe ser aprovechada. Hay que incentivar el que estudiantes, profesores e investigadores salgan al extranjero, para que puedan llevar y traer conocimientos.Y, quizá hasta más importante (porque resulta mucho más barato), hay que traer a geógrafos anglosajones de primera línea a Ibero-América, para que impartan seminarios, cursos, conferencias, pero también para que vean lo que se hace allí.Cuando uno no es conocido, tiene que darse a conocer.

Para que se pueda difundir debidamente la geografía ibero-americana es necesario tener un conocimiento sólido de lo que está haciendo en esos países.Y eso debe ser valorado en las políticas de apoyo público.Un geógrafo que presenta o publica en un contexto internacional es un embajador de la geografía de su país; por eso lo mínimo que se puede exigirle es que la conozca y la difunda bien, independientemente de la lengua.
 

Bibliografía

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TAPIADOR, Francisco Javier. Sobre el inglés y la promoción internacional de las ciencias sociales españolas. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, 20 de abril de 2004, vol. IX, nº 505 <http://www.ub.es/geocrit/b3w-505.htm>
 
 

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Ficha bibliográfica

GAVINHA, J. A. El problema del inglés, o de quién y para qué lo usa. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. IX, nº 534, 15 de septiembre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-534.htm]. [ISSN 1138-9796].



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