RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Román Xeografía, entre cultura e profesión territorial. Vigo: Editorial Ir Indo, Colección A Fraga Universitaria,  2004. 199 p. [ISBN: 84-7680-506-3]

Luis Alfonso Escudero Gómez
Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio
Universidad de Castilla-La Mancha

Palabras clave: geografía, ordenación del Ttrritorio, profesionalización de la geografía.

Key words: geography, territorial management, professionalization of geography

La Geografía, quizás como excepción identificatoria, o más bien en un lugar común a todas las ciencias sociales y humanas, se debate consigo misma en los tiempos actuales, tal vez se nos permita denominarlos postmodernos. ¿Práctica o académica? o ¿Por qué no ambas?. Y si la globalización ha introducido el máximo beneficio del mercado a escala planetaria no sería la utilidad práctica la única válida para nuestra desorientada ciencia, y abandonar a cambio su siglo y medio de sentido cultural, educativo y formativo, el cual, al fin y al cabo, desemboca en la actual crisis. Pero, este posicionamiento, pragmático, no supone a su vez la renuncia de los valores humanos y sociales que el pensamiento geográfico nos aporta, por encima de tal o cual herramienta o de su practicidad.

El debate, muy tramposa y parcialmente planteado así por mi parte, está abierto, y los sentimientos contradictorios que al lector le hayan podido surgir con  nuestras aventuradas afirmaciones lo demuestran. Es ahora el momento de recomendar el último libro de Román Rodríguez para una profundización calmada, racional, bien documentada y atractivamente concluyente acerca de como entender a la Geografía, entre cultura e profesión territorial. Esta reciente obra, publicada por la Editorial Ir Indo y escrita en una lengua gallega abierta para cualquier lector de lengua materna latina, nos transmitirá el consenso posible entre las dimensiones prácticas, centradas estas en una simbiosis con la ordenación del territorio (entendida en sentido amplio y como principal garante de una labor profesional no docente para el geógrafo en la actualidad), y las docentes-científicas de nuestra disciplina.

Una posibilidad de acercamiento que se fundamenta en la condición particular del autor, profesor universitario, introducido en la rama docente de la Geografía; en sus orientaciones profesionales anteriores, ha trabajado directamente en la ordenación del territorio de la comarca gallega del Deza como Gerente de la Fundación para el Desarrollo de la misma, y posee tambien vinculaciones investigadoras y de gestión: diversas publicaciones sobre el desarrollo local, los procesos de urbanización y la ordenación y planificación territorial y Coordinador del Curso de Postgrado de Ordenación e Desenvolvemento Territorial organizado por el Departamento de Geografía de la Universidad de Santiago de Compostela.

El propio origen de la monografía se inserta en esa unión real de las modalidades prácticas y docentes de nuestra disciplina, pues la misma tiene su origen en la Memoria Docente realizada por el autor para el acceso a la plaza de Profesor Titular de Universidad. De un fin académico surge una notable reflexión sobre la necesidad de que la Geografía tenga también una clara orientación no docente, de sentido práctico, social y económico en el mundo actual dentro del marco de la ordenación del territorio.

La  geografía es el trabajo desarrollado por los geógrafos, empieza afirmando Rodríguez en su libro. Pero este trabajo ha divergido en un saber cultural y educativo, en un mecanismo de formación ideológica y en una práctica profesional. Así lo desarrolla en tres capítulos, del segundo al cuarto, donde repasa someramente la historiografía de nuestra disciplina, centrándose, frente a los usos más tradicionales, en las tres orientaciones indicadas. De tal forma que la geografía discurriría por tres historias paralelas, si bien es cierto, como nos señala el autor, que en cada etapa predominaría una u otra. Básicamente antes de la constitución académica de la geografía como ciencia lo harían la finalidad ideológica y útil, y desde finales del siglo XIX hasta el polémico punto actual la orientación  cultural y educativa.

Aunque el autor repase de manera bastante neutral la historia de la disciplina en función de sus objetivos principales, una máxima se nos señala tautológicamente como fundamental: La geografía es un saber necesario y útil. Por supuesto lo es, afirma el autor, como conocimiento elemental para la formación del individuo (ya que el ser humano necesita conocer unos hechos geográficos esenciales para su desarrollo personal). Pero al concretar los ámbitos en los que la geografía puede generar conocimientos útiles para la sociedad en la actualidad, coincide con los analistas interesados en la vertiente práctica en que la ordenación del territorio es el campo que oferta una mayor cantidad de posibilidades, al mostrar en ella la disciplina las dos cualidades que Rodríguez considera más primordiales, el sentido de síntesis y el de espacio.

En base a esta idea principal, el libro da un giro y pasa a abordar una segunda parte dedicada a la ordenación del territorio. Aparecen así capítulos referidos al significado de la ordenación del territorio, a su historia reciente, a las escalas y espacios para la ordenación y, finalmente, a la progresiva aproximación entre la geografía española y la ordenación del territorio. En ellos el autor demuestra su profundo conocimiento de la cuestión, derivado tanto de su labor profesional anterior como de su preocupación investigadora y docente actual. Estamos ante un análisis de esta temática producto de una larga experiencia.

Conocida es, y así nos la especifica suficientemente el autor, la relevancia que tiene la ordenación del territorio en nuestra sociedad como política de intervención, integrando la planificación física, económica y ambiental de un determinado espacio (en concreto, la región, la comarca y el ámbito local y sus fórmulas de ordenación son estudiados en el libro). Rodríguez nos señala que el compendio de actividades y técnicas de trabajo relacionadas con la actividad ordinaria del geógrafo presenta un amplio potencial de ser empleadas como soporte fundamental en las tareas de planificación y ordenación de territorio. Al tener la ordenación una dimensión espacial tan clara y evidente, el análisis geográfico se convierte en indispensable para la planificación, y quién mejor que el geógrafo profesional para llevarlo a cabo. Premisa sencilla de entender pero no tan fácil de aplicar pues, como denuncia el autor, por intromisión de otras disciplinas y, sobre todo, por dejadez propia hemos menospreciado en décadas pasadas esta orientación práctica de nuestra ciencia, de tal manera que la demanda planificadora ha sido cubierta por otros profesionales. Se da así la paradoja de que el geógrafo se ve excluido para desarrollar su propia labor.

Sin  embargo, esta tendencia ha cambiado en los últimos años en España. Incluso desde el marco académico la relación de la geografía con la ordenación del territorio es cada vez más estrecha, cuanto más en su vertiente aplicada. En esta última línea un ejemplo que nos resalta Rodríguez es la reciente puesta en marcha del Colegio de Geógrafos como plataforma de promoción y defensa de los intereses profesionales más allá del mundo educativo. Fuera del ámbito docente, las administraciones, en un contexto de territorialización como el establecido por el Estado de las Autonomías en España (donde la ordenación del territorio es una competencia fundamental de las Comunidades Autónomas), en todos su niveles son hoy las principales demandantes del aporte profesional de nuestro colectivo. Aunque es interesante señalar, como hace el autor, que en numerosas ocasiones el papel de pionero en el establecimiento de relación profesional parte de los departamentos e institutos universitarios que establecen convenios o contratos con instituciones u organismos públicos.

Es en este tipo asociación de las funciones académicas, culturales y educativas con las prácticas donde el autor se sitúa en el último capítulo del libro, cuando se pregunta por la geografía del siglo XXI. A esta conclusión de simbiosis fundamental, Rodríguez añade otra no menos importante. Reconociendo la validez profesional de los geógrafos dentro de la ordenación territorial, reclama una notable demanda, que nuestra disciplina no se quede solamente en una herramienta administradora de información, para que otros profesionales desarrollen el resto de los pasos del ejercicio ordenador. No hay que repetir errores pasados y hay que establecer ya un compromiso más fuerte entre la geografía y la ordenación y la planificación del territorio.
 
 

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