Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. X, nº 577, 15 de abril de 2005

NAVARRO FLORIA, Pedro (comp). Patagonia. Ciencia y conquista. La mirada de la primera comunidad científica argentina. Centro de Estudios Patagónicos. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Nacional del Comahue. 176 p. [ISBN 987-1154-33-X].
 


Perla Zusman

CONICET/ Universidad de Buenos Aires
 

Palabras clave: Patagonia, relaciones ciencia-política, naturalismo

Key words: Patagonia, science-politics relations, naturalism


La reflexión sobre las prácticas de producción del conocimiento y su vínculo con la política es una tarea que el campo de la historia de la ciencia en América Latina se ha propuesto desarrollar en los últimos 20 años. En este contexto, la relación entre procesos de formación estatal-nacional y producción de un conocimiento científico ad-hoc ha ocupado un espacio clave en este tipo de abordajes. De hecho, este tipo de trabajos han constatado que las prácticas de definición de un territorio de dominación (relevamiento, exploración, cartografía, clasificación de los elementos naturales, conocimiento de las características de la población), requirieron de la mano de la ciencia para su legitimación (Obregón, 1992, Escolar, Quintero Palacios, Reboratti, 1994, Magnoli, 1997, Hevilla, 2001, López Ocón, 2001, Lois, 2002, Lacoste, 2003, Nunes Pereira, 2005, Fernández, 2005). Los estudios llevados adelante en este sentido han permitido observar el papel de las prácticas científicas en la construcción de un modelo de estado liberal ilustrado que, bajo su proyecto nacional, buscó homogeneizar la sociedad y eliminar todo componente social y político que lo pusiera en cuestión.

A la vez, este tipo de prácticas renovó el conocimiento sustantivo y las discusiones en el campo de la ciencia. No es casual que el debate entre darwinistas y antidarwinistas se dé en pleno proceso de expansión colonial y de formación de muchos de los Estados Modernos latinoamericanos. Podemos afirmar, entonces, que estos procesos políticos actuaron como estímulo para conformar el corpus disciplinar de un conjunto de saberes tales como la historia, la geografía y la antropología. Estas dos últimas estuvieron atravesadas por la matriz epistemológica de carácter biológico, garantía del carácter científico de los conocimientos producidos.

Es dentro de esta concepción de la relación entre ciencia y política que podemos situar el texto Patagonia: ciencia y conquista. La mirada de la primera comunidad científica argentina. Este texto coordinado por Pedro Navarro Floria, historiador y director del Centro de Estudios Patagónicos, parte de esta perspectiva para analizar el proceso de construcción del norte patagónico en el contexto de la formación del Estado Nacional Argentino.

A lo largo de más de cuatro siglos y, a partir de sus características físicas y poblacionales, se han construido diversas imágenes geográficas en torno de la Patagonia. Estas van desde aquellas que la presentan como una tierra paradisíaca hasta aquellas otras que la describen como un ámbito hostil para su ocupación. No sólo sus características materiales sino los discursos provenientes de ámbitos tan dispares como el del conocimiento científico, de la escuela, del turismo y del propio estado han convergido en la constitución de un lugar que aún hoy se encuentra envuelto en cierto flaneur de exotismo.

Estos discursos involucran mitos (por ejemplo, la residencia de unos gigantes denominados por Pigaffetta, patagones), representaciones (territorio vacío o desierto) que estimulan la propuesta de cierto tipo de políticas territoriales (colonización, inversiones económicas u ocupación militar) en distintos momentos históricos. Estos discursos han sido producidos por distintos sujetos y en contextos muy diversos. Entre ellos encontramos a los viajeros ingleses que recorrieron áreas de la Patagonia como Thomas Falkner o Charles Darwin, naturalistas extranjeros comprometidos con el proyecto de formación de estado como el alemán Hermann Burmeister, figuras que participaron en la definición de los límites internacionales con Chile como Francisco P. Moreno, o ideólogos de la llamada Campaña del Desierto, como Estanislao Zeballos, entre otros. La Patagonia fue siempre un componente clave de la comunidad imaginada argentina, de manera que la amenaza de la pérdida de algunas de las áreas que conforman este ámbito geográfico (el Beagle, las Malvinas) atentaba contra la supuesta unidad nacional más que las crisis económicas, la represión social o las desigualdades sociales.

Es en este marco que se puede comprender la relevancia de revisar las bases epistemológicas que sustentan la construcción del imaginario científico sobre la Patagonia. Este estableció las bases para la definición de las políticas territoriales destinadas a incorporar este ámbito geográfico a los estados chileno y argentino y para naturalizar el desalojo/liquidación de sus habitantes ancestrales: las distintas naciones indígenas.
 

Los capítulos de Patagonia: ciencia y conquista

El análisis de Patagonia: ciencia y conquista. La mirada de la primera comunidad científica argentina se desarrolla en un período considerado clave para poder visualizar la relación señalada entre ciencia y política. Este corresponde al de la formación del estado argentino y la incorporación de la Patagonia a este proyecto político, proceso que se desarrolla entre los años de 1860 y 1880. En esta época, el estado argentino contrata un conjunto de científicos extranjeros para llevar a cabo tareas de exploración del territorio pretendido de dominación, reconocer las potencialidades económicas del mismo, identificar y clasificar las comunidades étnicas. Esta tarea contribuía no sólo a conformar el estado argentino sino a situarlo en el capitalismo mundial. Además, se trataba de un conjunto de actividades que las potencias europeas estaban llevando adelante en las colonias adquiridas en África o Asia. De manera que emular las tareas y protocolos científicos llevados adelante por los países europeos, dentro de sus proyectos políticos imperiales, significaba situar a Argentina en el contexto civilizatorio, esta vez, a partir de los estudios en el campo de la ciencia.

Los cinco capítulos que conforman el texto se ven atravesados por la actuación y producción de uno de estos científicos extranjeros: el alemán Hermann Burmeister, quien “de viajero europeo devino científico instalado y agente estatal de la República, sin dejar nunca de considerarse (…) un enviado del centro a la periferia y un observador de la periferia con los ojos imperiales (…) del centro” (p. 174). Este naturalista llega a Argentina para desarrollar actividades, primero, en la Academia de Ciencias de Córdoba y, posteriormente, en el Museo Público de Buenos Aires. Los distintos capítulos reflejan su postura sobre la historia natural, sobre las potencialidades de la geografía material del país para la producción de recursos valorizados en el mercado mundial y sobre el origen del hombre patagónico. La narrativa del libro hace de este naturalista un punto de partida para comprender el desarrollo de un corpus científico propio que, poco a poco, va dejando de ser elaborado por extranjeros y pasa a ser desarrollado por especialistas argentinos.

El primer capítulo nos introduce a una nueva lectura de la filosofía natural de Hermann Burmeister. La interacción entre la producción de Burmeister y sus interlocutores europeos, nos devela un naturalista menos trascendentalista y providencialista de lo que estamos habituados y más materialista e idealista. En efecto, el análisis de su Historia de la Creación (primera edición de 1843 y última edición corregida de 1867) llevado adelante por Leonardo Salgado y Pedro Navarro Floria trasluce su oposición a la creación desde la nada, para mostrarse más favorable a la génesis asociada a la reproducción de los organismos preexistentes (p. 39). A partir de este planteo general se reformula su idealismo biológico. Así, para este naturalista, todo organismo sería expresión de su idea (o arquetipo) y las modificaciones que se observan respecto a esta idea guardan relación con factores ambientales concebidos como “causas secundarias”. El rechazo del ambiente como motor del cambio (propia del neolamarckismo o del darwinismo), lleva a Burmeister a reconocer una discontinuidad genealógica entre distintos organismos. En relación al origen del hombre, Burmeister adopta una postura poligenista. A pesar de ello, todas las variedades humanas formarían parte del mismo plan ideal. A partir de aquí se definirían especies humanas superiores o inferiores (las que se acercarían al arquetipo serían superiores –la caucásica- y las que se alejan de este inferiores) y aquellas que, siguiendo los preceptos cristianos, deberían conducir los destinos del hombre. La relación entre ciencia y religión que presentan las ideas de Burmeister es entonces mayor de la que generalmente se presenta. Esta filosofía natural conformaría el soporte de las ideas con que discutirán los naturalistas de la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX.

El segundo capítulo se centra en el análisis del relato de Viaje por los Estados del Plata (1857) de Hermann Burmeister en relación con otras dos narrativas producidas por extranjeros: el Viaje de un naturalista alrededor del mundo en el H.M.S Beagle (1833-1834) de Charles Darwin y el Viaje de dos mil millas a caballo por las provincias argentinas (1847) de William Mac Cann. Estos tres relatos, producidos en momentos anteriores a la formación del estado, tendrían como común denominador el de demostrar las limitaciones de la Patagonia para incorporarse al capitalismo. El carácter inhóspito de la geografía y su dominio por poblaciones bárbaras fundamentan las argumentaciones tejidas desde miradas europeas. Sin embargo, el análisis comparativo de estas narrativas permite rastrear el pasaje de la conceptualización de la Patagonia como “tierra maldita” (Darwin), poblada por sociedades incapaces de desarrollar trabajo productivo (Mac Cann) a una representación de la misma como “tierras no del todo inútiles” que, en manos migrantes del viejo mundo, se convertirían en una importante fuente económica del país (Burmeister). Cabe destacar que la sustitución de población indígena por población europea será una de los proyectos claves que orientarán la propuesta de construcción del estado nación y que, como vemos, ya es planteada en el texto del naturalista alemán.

Este tipo de ideas también se ponen en juego en la producción de las primeras descripciones geográficas discutidas en el capítulo tercero. En el mismo se contrastan las visiones de dos geografías de la Argentina publicadas en el año 1876, la Description physique de la République Argentine de Hermann Burmeister y La República Argentina de Ricardo Napp. Si bien ambas descripciones son presentadas como las primeras geografías regionales de la Argentina, Pedro Navarro Floria y Alejandro Mc Caskill  afirman que sus públicos de referencia son diferentes. Mientras que el texto de Burmeister se orienta a la comunidad científica europea, buscando situar a Argentina -y al autor mismo- en el contexto académico de este continente, la descripción de Napp se da a conocer entre audiencias que pueden contribuir a atraer capitales e inmigrantes. Esta orientación se observa en el imaginario tejido en torno a la Pampa. Mientras que para Burmeister ella sólo era apta para el pastoreo, según Napp, la región presentaba potencialidades para la agricultura. Para Napp, la presencia de sociedades indígenas que cultivan en estos terrenos era evidencia de esto. Sin duda Burmeister no consideraría que la presencia indígena garantizaría la incorporación de la Pampa a la economía del país, sino, por el contrario, ella reforzaría su visión respecto a las limitaciones de estas llanuras.

Hemos enfatizado anteriormente el interés de Burmeister por situar el conocimiento producido en Argentina en la arena de la discusión científica internacional. Es en este contexto que podemos situar la construcción antropológica del “patagón antiguo”. Esta discusión es presentada en el capítulo cuarto del libro. En el mismo se da cuenta de los esfuerzos científicos de Hermann Burmeister, Francisco Moreno y Estanislao Zeballos por mostrar, a través de los estudios de cráneos recogidos por Moreno, la antigüedad del habitante patagónico. Los esfuerzos científicos se orientaron a constatar que este sería tan antiguo como el primer hombre europeo. Además, se buscaba establecer una ligazón directa entre este primer habitante patagónico y el estado en gestación. Sin embargo, la dificultad de establecer una relación genealógica entre estos ancestros y las actuales poblaciones indígenas, invisibilizadas y desapropiadas de sus tierras, llevó a Moreno a escribir un texto sobre el origen del hombre patagónico. Se trata de una narrativa que presenta a este primer habitante de las tierras australes como un migrante que llega a  Oriente y que da origen a culturas como las del Antiguo Egipto o de Caldea. Estos primeros habitantes, ahora convertidos en migrantes europeos, volverían a sus tierras originarias –la Patagonia- esta vez, trayendo la “civilización”.

La subordinación de la ciencia a los fines políticos que permeó los acápites anteriores, se desarrolla en forma más detenida en el capítulo quinto. A partir de los diarios de las Cámara de Diputados y de Senadores de la época, Pedro Navarro Floria analiza la utilización de las posturas y argumentaciones del campo de la ciencia para justificar diversas acciones territoriales. Los autores destacan que la utilidad para la promoción de estas acciones se erigía como criterio que validaba la producción del campo científico por encima del debate entre creacionismo, materialismo, monogenismo, poligenismo evolucionismo sociocultural o biológico. Esta subordinación se observa particularmente en las descripciones geográficas o en las interpretaciones historiográficas y en la forma en que ellas construyen el imaginario sobre los territorios del norte de la Patagonia, “un territorio (…) que se pretendía argentino desde siempre -generando así el mandato de ocuparlo- y unas relaciones fronterizas que se imaginaban en términos de guerra permanente –originando la necesidad de una campaña definitiva” (p. 167), destinada a apropiarse de los ámbitos geográficos hasta entonces en posesión de grupos indígenas.

En síntesis, Patagonia, ciencia y conquista trabaja la confluencia entre la construcción política (material y representativa) del norte patagónico dentro de un proyecto de construcción de Estado y la definición de una comunidad científica argentina que se va configurando a sí misma a partir de la producción de conocimientos sobre este ámbito geográfico. Llevar adelante el proyecto político de inventar la nación del Estado Argentino requería entonces inventar también la Patagonia. Con este fin se produjeron distintas narrativas –históricas, geográficas o antropológicas-. En el mismo sentido en que se buscó demostrar la antigüedad del hombre patagónico y la continuidad entre este primer habitante con el habitante actual, también se persiguió mostrar la antigüedad de la contigüidad entre el área patagónica y el territorio de dominación del Estado Argentino. A partir de esta narrativa, construida cartográficamente, se diferenciaron mapas correctos y mapas equívocos. En este último grupo entraban aquellos que situaban a la Patagonia fuera del ámbito de dominación de los estados argentino y chileno. Patagonia: ciencia y conquista alude a un conjunto de geografías (la Descripción de Martin de Moussy, la Geografía Universal de Malte Brun, para mencionar sólo dos de ellas) que no incorporan a la Patagonia en el territorio del estado argentino. En realidad estos textos estarían expresando el hecho de que la Patagonia hasta el momento de la “Campaña del Desierto” no era un ámbito efectivamente apropiado por los distintos estados que antecedieron a la conformación del Estado Argentino (Provincias Unidas del Río de la Plata, Confederación Argentina) o Chileno, sino que era área de dominio de distintas sociedades indígenas. Este ha sido un aspecto poco profundizado en el texto en discusión. A la vez que se ha inventado el hombre patagónico, también se inventó un territorio patagónico incorporado al propio Virreinato del Río de la Plata y por lo tanto naturalmente heredado por el Estado Argentino. Esta narrativa geográfica/cartográfica, históricamente sostenida y defendida por los estudios de la geografía, la política, la historia y la literatura, comienza a ser cuestionada en la actualidad. Ello requiere despojarse de la imagen del país ideada por sus fundadores y analizar la documentación cartográfica de los períodos previos a la construcción del estado a la luz de los procesos políticos y sociales de cada época.
 

Bibliografía citada

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Ficha bibliográfica

ZUSMAN, P. Navarro Floria, Pedro (comp). Patagonia. Ciencia y conquista. La mirada de la primera comunidad científica. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. X, nº 577, 15 de abril de 2005. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-577.htm]. [ISSN 1138-9796].



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