Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona
Nº 59, 15 de enero de 1998

Quaderns d'Història de l'Enginyeria Barcelona, Escola Tècnica Superior d'Enginyers Industrials de Barcelona. número 1, diciembre de 1996; número 2, diciembre de 1997.

Mercedes Arroyo



Quaderns d'Història de l'Enginyeria.es una revista de periodicidad anual que se inició en noviembre de 1995, está editada por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona y constituye, en palabras de su mismo director, "un medio de comunicación dirigido a la comunidad investigadora" en el ámbito de la historia de la ciencia y de la técnica. En sus páginas tienen cabida los trabajos que se enmarquen en el contexto de la historiografía actual para ese campo del conocimiento, del cual uno de los rasgos más notables es el de utilizar el método comparativo para los diferentes estudios particulares.

La revista está nucleada en principio en torno del programa de investigación "Ciència, tècnica i industrialització a la Catalunya contemporània (1851-1957)" núcleo que cuenta como una de sus mejores garantías con el impulso del profesor titular del Departamento de Matemática Aplicada de la Universitat Politècnica de Catalunya, Guillermo Lusa Monforte, cuya ya extensa bibliografía sobre la historia de la ciencia y de los científicos así como sobre la educación técnica en los siglos XIX y XX, avala la seriedad y el rigor científico de la publicación que nos ocupa.

El primer número, aparecido a finales de 1996, está dedicado casi con exclusividad a la historia de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, fundada en 1851 y la única de todas las españolas que ha permanecido en actividad sin interrupción desde entonces. Este primer volumen está compuesto, después de una interesante Presentación sobre los objetivos de la revista, por seis artículos monográficos y una sección dedicada a recensiones. Se incluye también, un apartado de resúmenes y el índice de autores que han colaborado en el mismo.

Con la calidad a que nos tiene acostumbrados, el profesor Guillermo Lusa Monforte analiza en el primer artículo (p.1-51) los antecedentes y las circunstancias que incidieron en los planes de estudios de las modernas enseñanzas técnicas en nuestro país a raíz del Decreto de septiembre de 1850, así como la creación de la Escuela Industrial de Barcelona, del siguiente año. A pesar de sus prometedores inicios, las dificultades de un crecimiento industrial desigual provocaron un estado de crisis económica que obligó al cierre de la mayoría de escuelas industriales españolas, crisis que sólo resistiría la de Barcelona.

Le sigue un sustancioso artículo (p. 53-81), cuyo autor es el profesor André Grelon, Mâitre de Conferénces de l'École d'Hautes Études en Sciences Sociales e investigador del CNRS, que explica la creación de l'Ecole Centrale des Arts et Manufactures en 1829 y analiza el modelo de enseñanza tendente a la formación de ingenieros con conocimientos lo suficientemente amplios para dar respuesta a las crecientes necesidades de la industria francesa en pleno desarrollo.

El siguiente artículo (p. 83-126) firmado por Francesc X. Barca Salom, examina detenidamente los programas de diferentes cursos de la cátedra de Matemáticas de la Escuela de Matemáticas de la Juna de Comercio de Barcelona, desde sus inicios, en 1819, cuyo primer profesor sería Onofre Jaume Novellas. A través de un cuidadoso análisis de los exámenes anuales, detecta las influencias a que fue sometida dicha cátedra, por una parte, de origen francés, y de otra, polaca, a través de la filosofía de la matemática del matemático de esa procedencia, Wronski.

El cuarto artículo (p.127-196) cuyo autor es Carles Puig-Pla, nos muestra los precedentes, los profesores y los alumnos iniciales de los cursos de Mecánica de la Escuela de Ingenieros Industriales en el bienio 1851-52 en el que nos muestra el claro predominio que ejerció el modelo francés, detectado a partir de diversos textos utilizados en las instituciones académicas del país vecino. Una útil subdivisión de los apartados permite la fácil consulta de los primeros profesores y alumnos de la Escuela. Cierran el artículo dos anexos con los inventarios de las máquinas, modelos, muebles y dibujos con que contaba el Gabinete de Máquinas en 1820-21 que constituyen una interesante fuente para conocer el estado de la Mecánica en esa época.

El quinto artículo (p.197-240) está dedicado a estudiar la recepción en Cataluña de la "cultura de laboratorio", que constituyó un reto para las autoridades académicas de las primeras décadas del siglo XX. Su autor, Antoni Roca Rosell, introduce la expresión Ingeniería de laboratorio para denominar un nuevo concepto de ingeniería que debía "dar soporte y coordinación" al mundo industrial. En Barcelona, la Escuela Industrial recogería la tradición de los laboratorios de Química de la Junta de Comercio, con la creación, en 1922, del Laboratorio General de Ensayos y Acondicionamientos, que sería financiado por la Diputación de Barcelona y la Mancomunitat de Cataluña. Sin embargo, su escasa repercusión en el tejido industrial sería sobrepasada muy pronto por el Instituto Químico de Sarrià, que gozaría del soporte económico de los industriales del país.

Cierra el volumen una interesante nota de investigación (p. 243-255) cuyo autor es el profesor del Departamento de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Barcelona, Angel Calvo Calvo, sobre el tema de la transferencia de tecnología a nuestro país. El caso que ocupa su atención es el teléfono, uno de los inventos que más rápidamente se adoptó en nuestro país, y la observación a que fue sometido por parte de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona a través de un órgano de expresión dirigido e impulsado por ingenieros: la revista El Porvenir de la Industria.

El segundo volumen, correspondiente a 1997, incluye como una de sus novedades la formación de un comité científico compuesto por personalidades que deben garantizar la calidad científica de la revista. La estructura de ese segundo número es, quizás, menos monográfica que el anterior, ya que el contenido de sus cuatro artículos muestra la variedad de objetos de estudio que pueden tener cabida en sus páginas, pero, en cambio, son precisamente su mayor virtud. Los dos primeros están dedicados esencialmente a los inicios de dos procesos industriales de diferente entidad, pero ambos con características interesantes: la destilación del vino y la producción de álcalis, el tercero analiza los enfrentamientos que se sucedieron entre la ciencia y la tecnología en la época del franquismo y el cuarto explica las reacciones que se produjeron ante el rumor de trasladar la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona a Madrid. Damos a continuación algunas notas de lectura sobre esos cuatro artículos.

El primero (p. 9-42), cuyo autor es Agustín Nieto Galán, se ocupa, como hemos señalado, del proceso de introducción de la tecnología del vino y de la destilación en la Cataluña de transición entre los siglos XVIII y XIX, proceso que el mismo autor califica de "protoingeniería" que, en definitiva, pondría "las bases de la síntesis entre la química y la mecánica de la futura profesión de ingeniero químico". Se analizan, así, las bases del sistema técnico vinícola del 1800 y el contexto catalán. Un nutrido número de ilustraciones de aparatos de destilación, rectificación y medición enriquecen esta interesante exposición. Un aspecto destacable está constituido por las relaciones que se crearon entre diferentes científicos de la época, lo que llevó a la adopción en nuestro país de técnicas y teorías foráneas así como a los inicios del espionaje industrial.

El artículo Industria química y cambio tecnológico: El proceso electrolítico Solvay en Torrelavega, (p. 43-76) cuyo autor es Angel Toca Otero, analiza a través de la industria electrolítica, la entrada en España de tecnología química de la mano de una de las industrias pioneras europeas en ese campo, la empresa belga Solvay. Se analizan sucesivamente el primer desarrollo de la producción de álcalis en España y el resultado de la competencia tecnológica entre dos métodos de producción electrolítica de sosa cáustica: el método Leblanc y el método Solvay, competencia que refleja, también "la forma de actuar y de entender las relaciones industriales de una gran compañía".

En el tercer artículo, cuyos autores son Santiago López García y Luis Sanz Menéndez (p. 77-118), se muestran los resultados de la investigación que han llevado a cabo sobre el proceso de reestructuración del sistema español de I+D en los años posteriores a la Guerra Civil de 1936-39 y se describen las relaciones entre la investigación científica, la tecnología y el franquismo sociológico en su evolución desde la autarquía a la política tecnológica del desarrollismo. La Guerra Civil supuso "la liquidación física de la incipiente comunidad científica" que se había ido articulando desde los años veinte alrededor de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE). A ésta sucedió el CSIC, que en sus inicios constituyó "un ejercicio de propaganda, pura fachada". Los autores concluyen que sin comunidades científicas fuertes, y el recelo de las empresas privadas a invertir en Investigación y Desarrollo, dejaron a España en uno de los países que mayor atraso tecnológico arrastraría.

El último artículo, de Guillermo Lusa Monforte (p. 119-190), muestra las raíces de un conflicto de larga historia: el dualismo entre Madrid, centro sin industria y núcleo burocrático y rentista y Barcelona, ciudad industrial con una burguesía a la que se hacía imprescindible el proteccionismo arancelario. La reacción ante la tentativa del presidente de la Asociación Central de Ingenieros Industriales, Gumersindo de Vicuña, para reabrir la Escuela Central de Madrid a costa de tomar los profesores necesarios de la de Barcelona, fue un episodio que sirvió en opinión del autor para reflexionar sobre algunas cuestiones importantes. Las relaciones de las burguesías catalana e industrial con el poder central; las repercusiones que se experimentaron en Madrid y Barcelona ante las reformas del sistema político de la Restauración; el debate centralismo-provincialismo y la cuestión del catalanismo político y, paradójicamente, el episodio sirvió también para la consolidación de una escuela y unos profesionales cuyos inicios no fueron fáciles. El artículo incluye, además, un importante anexo documental en el que se muestran las comunicaciones que se produjeron entre algunas autoridades académicas y políticas de Madrid y Barcelona.

Este segundo volumen cuenta, también, con un extenso apartado dedicado a recensiones de algunas publicaciones recientes vinculadas a la historia de la tecnología y a algunos recientes cambios tecnológicos y finaliza con la crónica de la constitución del Centre de Recerca per a la Història de la Tècnica "Francesc Santponç i Roca" el 18 de julio de 1997.

Deberemos estar atentos a los próximos números de Quaderns d'Història de l'Enginyeria, revista de la que esperamos poder continuar conociendo nuestro pasado industrial más inmediato.



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