Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XI, nº 635,  25 de febrero de 2006

Jesús  Revaque Garea (1896-1983): un maestro renovador preocupado por los niños  de las escuelas  de balde

REVAQUE GAREA, J. Periodismo educativo de un maestro republicano (1922-1936). Estudio preliminar de Vicente González Rucandio. Santander: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2005. 209 p. [ISBN: -8102-399-X]

Alberto Luis Gómez
Jesús Romero Morante

Universidad de Cantabria


Palabras clave: cultura, cambio social, escuela

Key words: culture, social change, school


Volumen aparecido en la colección Cantabria 4 estaciones en el que se pone de relieve la labor periodística desarrollada por Jesús Revaque Garea, un maestro republicano nacido en la vallisoletana villa de Serrada en 1896 y fallecido en México D. F. en 1983 tras haber sido durante muchísimos años director de un centro, el Colegio Madrid, al que asistían los hijos de republicanos españoles exiliados. La obra está articulada en dos grandes bloques: un estudio preliminar firmado por Vicente González Rucandio -págs. 11-73- y una selección de medio centenar de artículos agrupados en tres bloques temáticos dedicados a la escuela (págs. 77-116), al maestro (116-196) y al niño (196-209).

Leyendo la primera parte nos enteramos de que, con brillantísimas calificaciones, J. Revaque obtuvo en 1913 el título de Maestro de Primera Enseñanza Superior en la Escuela Normal de Valladolid. Llegó a Rascón-Ampuero en 1918 y, tras estar en Santoña, acabó en Santander siendo maestro y director de varias escuelas graduadas y del Grupo Escolar Menéndez Pelayo. Preocupado también por la formación permanente participó en los años veinte de la pasada centuria  en varias actividades promovidas por un dinámico inspector, V. Valls; igualmente, si bien ya en época republicana, estuvo implicado en tareas desarrolladas por los Centros de Colaboración Pedagógica. Pensionado por la J.A.E., viajó a Francia y Bélgica en el verano de 1924; tres años más tarde, y con otra financiación, formó parte de un grupo de 13 maestros montañeses que, acompañados por dos inspectores, visitó centros escolares suizos, belgas y franceses. Al igual que otras personas preocupadas por la renovación de la escuela, J. Revaque utilizó sus colaboraciones en la prensa entre 1922 y 1936 para exponer todos los viernes a dos columnas y en la primera página de El Cantábrico -aquí publicó desde 1927 388 de sus 466 artículos- sus críticos puntos de vista sobre los variados y profundos males que, en distintos ámbitos, aquejaban a nuestra enseñanza primaria:  falta de escuelas, formación inicial y permanente de los maestros, metodología didáctica, instituciones circum-escolares, Misiones Pedagógicas, Asociaciones de Maestros y Sindicatos, etc.  Desde su aparición en 1934, y al lado de V. Valls, Rosa Sensat, María Zambrano, … fue redactor de la revista Escuelas de España. Un par de años más tarde, como ya se ha apuntado, tuvo que exiliarse.

Agrupados en torno a los tres temas ya citados, y con una secuencia no claramente explicitada por el compilador, en la segunda parte del libro se incluye una selección de sus trabajos periodísticos.

En los primeros catorce -La escuela- J. Revaque, en la línea de Luis Bello, clama en la página 80 contra la escandalosa falta de escuelas en una provincia y ciudad con altas cifras de analfabetismo (pero muy por debajo de las de otras zonas españolas); hay también reflexiones de interés sobre el laicismo (pág. 82), la escuela y la paz (pág. 99), el uso que hacía el fascismo italiano de la escuela a través de los batallones infantiles (pág. 101), la  influencia del medio en la escuela y la necesidad de que, siguiendo las ideas de un pedagogo al que admiraba profundamente, O. Decroly, se llevasen las clases a la naturaleza/entorno/medio en el que se ubicaba la escuela (págs. 104-105). Además, y esto es muy relevante, J. Revaque defendió en varios trabajos la necesidad de fomentar Oficinas de Orientación Profesional -véase lo que se dice sobre el Instituto madrileño en la página 111- en las que, sin olvidar la opinión de los padres, se ayudase a los alumnos a elegir su futura profesión siguiendo no solamente criterios económicos o vocacionales sino, también, las pautas suministradas por la fisiología y la psicología; orientación que, entre otros, estaba desarrollando J. Mallart Cutó con la publicación desde 1925 de obras -La educación activa, La escuela del trabajo, La escuela productiva, etc.- a las que no se les ha prestado todavía la atención que merecen.

En el bloque principal, dedicado a asuntos básicos desde la perspectiva de un agente de cambio tan importante como el maestro, J. Revaque abordó temas relacionados con la consideración social del enseñante en una escuela educadora y no simplemente instructora; con la formación permanente del docente -mencionándose en la página 119 la meritoria tarea que se hacía en los Centros de Colaboración Pedagógica: Santoña, Gama, San Vicente de la Barquera y Torrelavega-; con la necesidad de tener presente experiencias extranjeras -belgas, especialmente- en las que, en el contexto orientaciones educativas progresivas, se otorgaba un enorme peso a actividades escolares realizadas en el marco de instituciones circum y postescolares (págs. 121, 162); con la conveniencia, de cara a una educación para la paz y la comprensión internacional, de fomentar relaciones epistolares entre niños de diversos países -véase en la página 154 sus comentarios sobre intercambios hispano-suizos, suizo-japoneses, etc.-; con el gran papel que podían desempeñar dentro de la escuela los modernos medios de comunicación -radio, prensa y cinematógrafo, sobre todo en escuelas rurales como la de Molledo en la que se desarrollaban experiencias muy interesantes, págs. 160-161-; con las ventajas de realizar excursiones escolares en la línea defendida por la Institución Libre de Enseñanza para, entre otras cosas, vitalizar la escuela tal y como se apunta usando el ejemplo de un viaje hecho en 1934 por niños torrelaveguenses que visitaron varias provincias limítrofes; con las Misiones pedagógicas y su papel difusor cultural en áreas tan deprimidas como la de Valderredible a las que se llegaba “… conduciendo unos burros cargados con cajas extrañas, que llevan “electricidad en conserva”, unos libros y unos gramófonos …” gracias a los cuales, se decía en la página 178,  los aldeanos podían deleitarse oyendo variada música popular española y hasta “… obras maestras como “Tannhäuser”, …”, si bien hay que tener presente que, en algunas ocasiones -el ejemplo es de San Martín de Castañeda, pág. 180-, la Misión debía comenzar con labores más elementales barriendo “… los techos, suelos y paredes de la escuela, regándolos con zotal …” ; finalmente, y por su gran trascendencia, se han incluido aquí varias colaboraciones -entre 1925 y 1936- dedicadas a plantear a la opinión pública y al gremio la función social y relevancia  de las Asociaciones y Sindicatos de Maestros.

La media docena de artículos dedicados al niño acusan recibo de la Declaración de Ginebra de 1924. Como es notorio, sus cinco principios básicos para la protección y bienestar de la infancia constituyeron la primera declaración de los derechos del niño en el plano internacional, iniciando un proceso que continuaría la ONU en 1959 y, más adelante, en 1989 con la conocida Convención, que introdujo como novedad la consideración del menor no meramente como objeto de protección sino también como sujeto copartícipe de la vida social. Justamente por ello, y haciendo hincapié en que esos derechos debían ser “… algo más que reconocimiento de los mismos”  (pág. 202), J. Revaque resaltaba en un artículo de 1928 la gran labor desarrollada por la Inspección médico-escolar en lo relacionado con la mejora de la salud tan deteriorada que tenían muchos de los alumnos que asistían de modo muy irregular a las escuelas de balde (págs. 198-199). En un contexto de crisis económica y de falta de trabajo, el absentismo escolar alcanzaba elevadas cotas en unos hogares en los que se vivían situaciones de penuria.

De ahí que agradeciese el nuevo impulso dado por el ayuntamiento de Santander en 1933 a las colonias de vacaciones, ya que no solamente mejoraba la del Hipódromo junto al mar en la Magdalena sino que, además y mediante convenios de intercambio con Ávila, Segovia y Soria, ampliaba  su oferta con colonias de altura. Un año antes, se decía en otra colaboración periodística, el mismo ayuntamiento había concedido diez mil pesetas para cantinas escolares “…sin un matiz de caridad a la vieja usanza …” con las que se ayudaba realmente a los niños pues “brindar menús intelectuales a los que se sentían mortificados por el hambre, no era, ciertamente, la mejor manera de hacer agradable la vida escolar” (págs. 206-207). Paralelamente, los Amigos del Niño de Santander volvían a ofertar el “Desayuno escolar” y en zonas occidentales como las de San Román de la Llanilla y la Albericia se trabajaba bien en este mismo sentido.

Con la edición de este trabajo el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria refuerza un campo de estudio escasamente representado en su catálogo, a pesar de que -también en esta colección menor- todos recordamos la presentación firmada por M. Suárez Cortina en 1998 de unos Escritos sobre ciencia y sociedad de E. D. Madrazo (1884-1964), un médico regeneracionista que deseaba construir la sociedad sobre dos pilares básicos: la ciencia para la  mejora de la raza a la búsqueda de una sociedad eugénica y una educación/escuela -única, graduada, coeducadora, obligatoria, cíclica y estatal – entendida como fábrica de conciencias.

Alejado de ese radicalismo positivista y darwinista, el entendimiento de la escuela por parte de J. Revaque tiene puntos en común con los del gran benefactor montañés a quien conoce y cita.  Junto con otros muchos maestros y maestras, y en un contexto en el que desde la administración se pretendía reformar a fondo el sistema educativo, nuestro autor es un maestro renovador fuertemente influido por ideas regeneracionistas que seguía fielmente los postulados de las orientaciones progresivas para cambiar la sociedad usando como palanca a la educación; tarea  a la que, en el momento que nos ocupa, contribuyó poderosamente una Inspección -los interesados por este asunto pueden consultar un librito de Virgilio Pérez y Hernández sobre Los centros de colaboración Pedagógica publicado en 1934 y en el que, tomando ejemplos de la provincia santanderina, se comentan los efectos positivos de estas instituciones en el campo de la formación permanente del profesorado- que, ya desde finales de 1907, pero sobre todo a partir de su reorganización en diciembre de 1932, desempeñará un importantísimo papel como agente de concreción curricular.

La primera preocupación de J. Revaque fue exigir al Estado que garantizase la presencia de una escuela pública para todos y, de manera especial, para los muchos niños y niñas que no encontraban plaza o la obtenían en algún grupo que, como el de la calle Numancia (pág. 78), era un auténtico “almacén de piedra”. Justamente porque el niño era ya entendido como objeto de derecho y constructor de sus propios aprendizajes, este tipo de centros tenía que reunir varios requisitos en dos grandes campos: uno externo o material -emplazamiento, arquitectura y amueblamiento de los edificios escolares siguiendo pautas higiénicas- y otro interno relacionado con orientaciones progresivas -discursivas y prácticas- defendidas por autores que formaban parte del amplio y variopinto movimiento conocido como escuela activa –especialmente O. Decroly, ese “… santo laico …” y verdadera joya de la Pedagogía contemporánea (págs. 145 y 163); respecto al Congreso de Educación Nueva celebrado en Niza en julio de 1932 y a la simpatía que nuestro maestro sentía por la obra de John Dewey, véase lo que se dice a partir de la página 125– cuyas semillas, de creer lo que se decía en un artículo de 1932, habían prendido ya en la Normal santanderina aprovechando las charlas que impartía en la capital montañesa una discípula del estudioso belga: la señorita Julia Degand.

Metodológicamente, debido a la importancia concedida al niño como sujeto activo en la construcción de sus aprendizajes interactuando constantemente con el entorno circundante,  J. Revaque organizaba los contenidos de la enseñanza en torno a variados centros de interés despertando el entusiasmo de sus alumnos -en este caso de la Escuela Graduada del Este en Puerto Chico- y del inspector Víctor de la Serna.  Todas estas innovaciones se hacían, claro está, desde una perspectiva esencialista tanto en lo que se refiere a la concepción del sujeto discente como al entendimiento del conocimiento escolar a impartir -del todo enciclopédico- y de un currículum entendido como hecho en la línea ya apuntada por J. Romero y A. Luis en el XII Coloquio Nacional de Historia de la Educación, Etnohistoria de la escuela que la SEDHE celebró en Burgos en el mes de junio de 2003.

Resumiendo: cambio y continuidad en la obra de un maestro inquieto que, lejos de conformarse con la lamentable -y casi natural- situación de la escuela primaria española reclamaba que el Estado atendiese dignamente las necesidades de todos los niños proponiendo una especie de pedagogía para las escuelas de balde. Los interesados por la escuela y el currículum sabemos que, afortunadamente, J. Revaque no era el único que usaba la prensa para despertar en la sociedad la necesidad de desarrollar una Pedagogía para Gente de Galeón, puesto que ya en 1928 lo decía muy vivamente L. Bello en un artículo incluido en una extraordinaria reedición de sus viajes por las escuelas andaluzas. Y es que, tanto para el viajante de escuelas como para J. Revaque, las cosas, por muy mal que estuviesen, podían -y debían- cambiarse; ya que una cosa eran los atunes y sus costumbres y otra, y muy distinta, la organización social que se daban los seres humanos. Aunque solamente fuese para recordarnos este asunto tan relevante, y a pesar de que echamos en falta un listado completo de todos los artículos publicados por J. Revaque, la lectura de este libro compilado por Vicente González Rucandio ya merecería la pena.
 
 

© Alberto Luis Gómez y Jesús Romero Morante, 2006

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Ficha bibliográfica

LUIS GÓMEZ, A. ROMERO MORANTE, J.Revaque Garea, J. Periodismo educativo de un maestro republicano (1922-1936). Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XI, nº 635, 25 de febrero de 2006. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-635.htm]. [ISSN 1138-9796].


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