Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XI, nº 653, 25 de mayo de 2006

DE VOS, George y WAGATSUMA, Hiroshi: Japan’s Invisible Race: Caste in Culture and Personality, London, England, University of California Press Ltd., 1972 (ISBN: 0-520-00306-3)

Raúl Guerrero Plaza
Doctorando en Estudios Humanos y Mediambientales
Universidad de Kioto (Japón)


Japan’s Invisible Race: Caste in Culture and Personality (Abstract)

This is one of the first books in English to analyze in-depth the problem of minority discrimination in Japan from pre modern times to mid 20th century, focusing exclusively on one of the most discriminated minority groups in the country, the Burakumin. Wide in its approach, it contains several articles that engage the problem from a multidisciplinary point of view, including the findings of several field studies conducted in Japan and the US. The editors stress the similarities of Buraku discrimination with the caste system, a phenomenon that also can be seen in other parts of Asia.

Key words: Japan, minority groups, discrimination, burakumin, social history, ethnic studies.

Palabras clave: Japón, minorías, discriminación, burakumin, historia social, estudios étnicos.


La discriminación de los burakumin[1] en Japón es un tema que ha suscitado muchos estudios y artículos, sobre todo en japonés. Esto no quiere decir que no exista interés entre los expertos fuera de Japón, sino todo lo contrario, por lo que no es difícil encontrar diversos estudios y artículos escritos mayoritariamente en inglés. Pero si hablamos de clásicos al respecto, hemos de referirnos a dos autores clave en el campo de los estudios de minorías en Japón; George De Vos y Hiroshi Wagatsuma. El primero, norteamericano de ascendencia belga, fue un destacado profesor de Antropología en la Universidad de California en Berkeley hasta su retiro en 1991. El profesor Wagatsuma fue un miembro muy destacado del departamento de Antropología de la Universidad de California en Los Ángeles, y es considerado como una de las eminencias que mejor ha sabido servir de puente entre estudiantes y académicos de EE.UU. y Japón. Murió en 1985.

El libro se compone, aparte de los artículos aportados por De Vos y Wagatsuma, de colaboraciones de varios expertos norteamericanos y japoneses que ofrecen su perspectiva del problema desde diferentes métodos de investigación en ciencias sociales y disciplinas académicas. Dichos expertos y sus campos de estudio serán brevemente repasados en esta recensión.

De Vos y Wagatsuma no sólo han centrado su interés en los problemas relacionados con la discriminación de los burakumin, sino también en otras minorías discriminadas en Japón, como los ainu[2], los corenos y chinos residentes en el país y sus descendientes, así como la gente de Okinawa, otros temas de sumo interés y gravedad dentro del tan desconocido espectro de los problemas sociales japoneses, sobre todo en el campo de la investigación en habla hispana.

La obra en cuestión se titula Japan’s Invisible Race: Caste in Culture and Personality y probablemente sea la aproximación más completa al tema que se haya escrito hasta el momento en inglés. El libro fue publicado originariamente por la editorial University of California Press en 1966 bajo los auspicios del Center for Japanese and Korean Studies. Existe una edición revisada que data del año 1972, pero desde entonces no se ha reeditado, con lo que lamentablemente se hace cada vez más difícil su acceso incluso en los círculos académicos, perdiéndose así una fuente muy valiosa para introducirse en el tema de la discriminación social en Japón.

En el momento de escribirse el libro se producía, bajo el programa llamado en japonés Dôwa Seisaku, o Política de Integración, puesto en funcionamiento desde instancias gubernativas tras el fin de la II Guerra Mundial, un avance enorme en la situación de las comunidades de burakumin en Japón. Actualmente existen enormes problemas de discriminación, pero la situación ha mejorado muchísimo desde la publicación de Japan’s  Invisible Race. Al leer la obra de De Vos y Wagatsuma, al igual que otros libros editados en japonés sobre la misma época, podemos apreciar las enormes dificultades de integración social y adecuación a los estándares de vida y laborales japoneses que sufrían los casi 3.000.000 de personas pertenecientes a esta comunidad.

De Vos y Wagatsuma ofrecen una comparación que puede ayudar a comprender la situación de los burakumin en Japón; la del sistema de castas. Esto es debido a que, al igual que los parias indios, los burakumin han sido sometidos históricamente a una discriminación social, cultural y religiosa por el mero hecho de pertenecer a dicha comunidad, considerada como la de más baja condición social durante toda la etapa premoderna de la historia japonesa. En teoría, dichas restricciones sociales fueron abolidas en 1871, al inicio de la Restauración Meiji[3], pero la discriminación de los burakumin ha continuado hasta nuestros días de una manera mucho menos flagrante y más solapada. Como hemos mencionado antes, la mejoría palpable de su situación no se produce hasta principios del milagro económico japonés[4], y en especial durante los años 70 y 80 del siglo XX.

De Vos y Wagatsuma aluden a otro paralelismo, y es que para ellos el fenómeno del racismo y de la discriminación por sistema de castas es el mismo, puesto que la variable “raza” como término definitorio de los grupos sociales ya era algo obsoleto en el momento de publicación de la obra que nos ocupa. Es interesante comprobar que los autores contemplan el grupo como una etnia, como una entidad al menos cultural y socialmente diferenciada del resto de la sociedad japonesa.  Destacamos este punto por el hecho de que los burakumin hasta la actualidad raramente han sido académicamente tratados como lo que llamaríamos minoría étnica. Habitualmente el problema se contempla como un asunto de cariz social con posibilidad de ser aislado del resto de problemas de carácter étnico fuera de Japón. Los expertos japoneses se han mostrado enormemente ajenos a la posibilidad de incluir a los burakumin en el espectro de otros problemas de discriminación étnica del país, donde tradicionalmente son incluidos otros colectivos, tales como los ainu de Hokkaido o los habitantes de Okinawa. Estos dos últimos grupos son a menudo incluidos en libros escritos en japonés acerca de los problemas de discriminación racial junto con el colectivo de coreanos y chinos residentes en Japón y sus descendientes, también antes mencionados en el presente artículo.

Mientras que el colectivo académico japonés aisla el problema de los burakumin como algo endógeno con sus características peculiarísimas, los expertos no japoneses, así como los estudios y estudiosos nipones más estrechamente relacionados con el Movimiento de Liberación del Burakumin[5], tienden a aproximar el problema a otros fenómenos de discriminación fuera de Japón. Obviamente las condiciones sociales, políticas e históricas de Japón son diferentes de las de otros países, pero en la tendencia general observada entre los expertos japoneses se puede entrever esa visión exclusivista de todo fenómeno social y cultural japonés, a menudo extrapolado y contemplado como un fenómeno único sin parangón fuera de las fronteras niponas[6].

De Vos y Wagatsuma, así como autores no japoneses más recientes como Michael Weiner, escogen esta postura y apuntan aspectos comparables con situaciones similares fuera de Japón, empezando por su comparación de la situación japonesa con el sistema de castas, fenómeno que también se puede encontrar en otros países de Asia, como Corea, y aludiendo a la unicidad de este tipo de discriminacion con la llamada racial, idea reelaborada después desde varias perspectivas por muchos autores, sobre todo no japoneses.

El libro se compone de diferentes colaboraciones de varios expertos en el tema, incluídos los propios De Vos y Wagatsuma, que además hacen la labor de edición. Éstos dividen el libro en dos partes, que a su vez se dividen en cuatro y dos secciones respectivamente. La obra concluye con una bibliografía dividida por capítulos y un índice de nombres.

Primera parte: Castas en Japón; un análisis cultural descriptivo

Sección primera: la aproximación histórica

Este es el título traducido al castellano que De Vos y Wagatsuma ponen a los primeros trece capítulos de su obra. La primera parte de esta sección es una aproximación histórica al fenómeno y formación de la comunidad buraku en Japón, con una pequeña introducción al fenómeno de castas en Asia, que servirá para entender el punto de vista del autor del artículo, John Price, en aquel momento profesor de Antropología en la Universidad de California de Los Ángeles, para continuar con un pequeño acercamiento a las diferentes teorías sobre la formación de los eta, los más directos antecedentes históricos (muchos expertos los consideran antepasados de los actuales burakumin) del grupo. El trabajo de Price es fruto de los estudios bibliográficos realizados por él mismo, y una de las fuentes principales de las que se nutre es el artículo de Shigeaki Ninomiya (autor mencionado también por Price) en la Asiatic Society of Japan en 1933, también escrito en inglés, con la misma estructura lineal histórica, pero mucho más prolijo en datos que el de Price. En muchos aspectos es muy similar al artículo de Ninomiya, durante mucho tiempo fuente fundamental para los estudios en inglés de los burakumin, puesto que hasta mediados del s. XX fue uno de los escasos artículos sobre el tema escritos en este idioma.

A pesar de estas concomitancias, el capítulo elaborado por Price es una excelente aproximación y destaca los puntos principales con abundantes notas y explicaciones de términos y situaciones sociales e históricas sobre Japón que pudieren resultar ajenas para los neófitos, incluyendo especificaciones acerca de los grupos sociales considerados de bajo estatus y que no se incluían dentro del grupo que formaban los senmin[7], palabra curiosamente traducida por “paria” en el Diccionario Japonés-Español de la editorial Hakusuisha, el grupo social más bajo y que tras la emancipación de 1871 pasaría a ser conocido como burakumin (tras pasar varias etapas y cambiar su nomenclatura oficial y social varias veces). La introducción histórica de Price llega hasta la época de Edo[8], con ciertas referencias a la emancipación de 1871, sancionada por el gobierno Meiji.

Sección segunda: la aproximación política, religiosa y educativa

Tras el capítulo de Price, encontramos un artículo conjuntamente escrito por Hiroshi Wagatsuma y George Totten, en aquel momento profesor de Ciencias Políticas en la University of Southern California, de cuyos estudios de campo sobre política japonesa también se nutre este artículo. Aquí se revisa todo el movimiento buraku desde su liberación en 1871 desde una perspectiva inevitablemente política. Si bien la influencia política fue definitoria del estatus del burakumin hasta su emancipación, no fue ni mucho menos crucial hasta la Época Meiji, debido al férreo orden militar que el shogunato mantenía y que impedía o castigaba por la fuerza cualquier intento de cambio social o político. Es a partir de la democratización[9] de Japón cuando grupos, dentro y fuera del círculo de los burakumin, empiezan a ejercer presión política para conseguir la efectiva emancipación sólo sancionada sobre el papel en la Kaihôrei (Ley de Liberación) de 1871. Totten y Wagatsuma explican somera pero claramente las influencias socialistas importadas de Occidente, con enorme impacto en el Movimiento de Liberación del Burakumin[10], así como las formaciones políticas y de apoyo que se formaron dentro de la comunidad burakumin, la influencia en la concienciación de los políticos de los disturbios que produjeron la hambruna de 1918[11] y la posterior formación de Suiheisha[12] en 1922, la primera organización de apoyo político al burakumin formada a nivel nacional, que bebía de la filosofía marxista que muchos de sus líderes defendían.La militarización y radicalización de Japón desde la época Meiji hasta la víspera de la entrada del país en la II Guerra Mundial[13] llevó a la ilegalización de este tipo de agrupación política y, como Totten y Wagatsuma apuntan, Suiheisha fue disuelta en 1940.

Hiroshi Wagatsuma coge las riendas en solitario en el tercer capítulo para seguir con la perspectiva política en la descripción del Movimiento de Liberación del Burakumin después de la II Guerra Mundial, apuntando tanto la trayectoria política como la económica y social del grupo, haciendo más hincapié en las primeras denuncias públicas de los actos o escritos discriminatorios dirigidos contra la comunidad burakumin.

En definitiva, estos segundo y tercer capítulos son una aproximación histórico-política a los inicios del activismo de la comunidad burakumin, puesto que es precisamente este activismo el que marcará su trayectoria durante todo el s. XX.

Wagatsuma es también el autor del cuarto capítulo, que deja los acercamientos políticos para abordar la influencia de la religión y la educación en la situación de discriminación del grupo, también desde el punto de vista de la investigación bibliográfica de abundante material en japonés. Aquí se tratan aspectos tales como la influencia del budismo y el cristianismo, centrándose más en las tendencias de apoyo dentro de estas religiones que en las influencias negativas que éstas han ejercido en la formación de la discriminación del burakumin, influencias combinadas con la que en su momento también ejerció el sintoísmo, aunque sin dejar de lado las sombras que también han oscurecido la trayectoria de estas dos religiones con respecto al tema que nos ocupa. Tras esta escueta aproximación al fenómeno religioso, Wagatsuma se centra en explicar la formación de lo que ya en el s. XX se convertiría en la Dôwa Kyôiku[14], o la Educación para la Asimilación, cuyo embrión aparecía en 1873 bajo el nombre de Yûwa Kyôiku, o Educación para la Concordia. Wagatsuma comenta algo interesante respecto al espíritu de la Dôwa Kyôiku, y es el hecho de que se pasa de una política de integración a una política de asimilación en tiempos de preguerra para crear en el pueblo japonés una idea de unidad y solidaridad de la nación japonesa ante el enemigo[15].

Sección tercera: la aproximación etnográfica:

Ésta es la parte del libro más obsoleta, aunque no por ello menos interesante, pues aparte de completar el marco histórico y político de las dos primeras secciones, sirve como documento de los estudios sobre el tema realizados por científicos tanto japoneses como norteamericanos en un momento en el que este tipo de investigaciones comenzaban, sobre todo fuera de Japón. También es posiblemente la de más interés geográfico, pues aporta datos de la población burakumin a nivel nacional. Si bien estos datos pueden haber variado con el tiempo, los números generales siguen siendo similares cuarenta años después, hecho que puede ser debido al cada vez menor interés gubernativo por hacer público este tipo de información, en parte también por la presión ejercida desde el movimiento de liberación del buraku, que no desea que se den a conocer entre la población japonesa datos exactos de localización precisamente por el temor justificado a que la discriminación se dirija a los residentes de las zonas consignadas como Dôwa Chiku, o Áreas de Integración.

El primer capítulo de esta sección, que ya es el quinto del libro, está escrito por Hiroshi Wagatsuma and George De Vos basándose en sus investigaciones de campo en Japón realizadas a principios de la década de 1960. Aquí nos hablan de la distribución de burakumin en Japón por distritos y prefecturas desde los primeros censos que se hicieron para reflejar su población en los años 20 del siglo XX. De Vos y Wagatsuma siempre avisan de la dificultad que supone acceder a datos fiables en cuanto a población, y apuntan que la tendencia es a aumentar en lugar de disminuir, aunque ha sido así la tendencia poblacional de Japón hasta ahora, que es cuando se están registrando los primeros descensos poblacionales tras el fin de la II Guerra Mundial.

De Vos y Wagatsuma también hacen un estudio de las ocupaciones y oficios tradicionalmente realizados por los burakumin, basándose en datos de las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX recopilados tanto por instancias oficiales como por investigadores independientes. También hablan someramente de la pobreza que afecta al sector y de los programas de ayuda (la Dôwa Seisaku), y también apuntan que el acceso de las familias a este tipo de ayuda era muy limitado en un momento en el que su situación era más que precaria[16].

Después de repasar datos generales que afectan a toda la comunidad burakumin del país, en el capítulo sexto, escrito por Yuzuru Sasaki, en aquel momento agente al cargo de la vigilancia de personas en libertad provisional en la ciudad de Osaka, y George De Vos, se examinan comunidades específicas y las diferencias existentes, en este caso en la ciudad de Kioto, entre una zona buraku transicional o de nueva creación y una zona tradicionalmente de población mayoritariamente burakumin. También aluden a la distribución poblacional y por zonas de los burakumin residentes en Kioto a principios de los años sesenta del s. XX, basándose tanto en datos oficiales como en sus investigaciones de campo realizadas también a principios de la década de 1960. También aportan información acerca de peculiaridades específicas en cuanto a hábitos alimentarios, en el vestido, en el comportamiento y en el habla. En este artículo encontramos fotografías de población y barrios buraku, que por aquel entonces presentaban unas características muy similares a las zonas deprimidas de cualquier núcleo urbano fuera de Japón donde usualmente se concentran los sectores poblacionales más desfavorecidos social y económicamente. Para ser más gráfico, las fotografias de Sasaki y De Vos recuerdan inevitablemente a cualquier barrio chabolista que aún hoy abundan en las ciudades españolas. Volvemos a apuntar que la situación de los burakumin en la actualidad en cuanto a vivienda, salubridad de los barrios en los que viven y educación ha mejorado muchísimo, siendo en la actualidad el rechazo social por parte de la comunidad no burakumin el principal problema, más que la situación de pobreza o analfabetismo que antes les afectaba de manera más contundente.

John Donoghue, en aquel momento profesor de Antropología de la Michigan State University, en el séptimo capítulo resume un trabajo de campo realizado en la misma época que los anteriores sobre los factores que contribuyen a la prersistencia social de una comunidad buraku situada en la ciudad de Toyoda[17], al noreste del país. A Donoghue le interesaba descubrir las razones de por qué, a pesar de que todas las restricciones sociales y políticas contra la comunidad han desaparecido oficialmente, aún persiste la diferenciación social y espacial entre burakumin y no burakumin, y para explicar el fenómeno se centra especialmente en las relaciones intergrupales e interpersonales. El autor concluye que, entre otras cosas, la persistencia de mitos y supersticiones entre los no burakumin de Toyoda contribuyen enormemente a la discriminación. Otro aspecto que apunta Donoghue es el hecho de que los burakumin de Toyoda mantienen unas relaciones con el exterior que tienden a esconder las características físicas y sociales de la comunidad. Observó una enorme cohesión social dentro del grupo, así como la existencia de una identidad propia.

El antropólogo y por aquel entonces profesor de la Univerdad de Texas John Cornell en el siguiente capítulo, el octavo, basado también en investigaciones de campo realizadas entre 1957 y 1958 en Japón, sigue los pasos de Donoghue y también observa las relaciones y las actitudes de los burakumin, esta vez en el contexto de una zona rural, concluyendo que cada comunidad de burakumin en Japón tiene su forma de adaptarse a su estatus de paria social y de afrontar el problema de la emancipación/liberación de manera distinta.

En el capítulo noveno, el antropólogo y profesor de la Rice University en Texas en el momento de publicación de la obra que nos ocupa Edward Norbeck, también desde el punto de vista de la antropología y basándose en estudios bibliográficos, hace una breve referencia a otros grupos minoritarios en Japón aún menos conocidos que los burakumin y no pertenecientes a la antigua clase social de los eta. Es interesante observar que Norbeck divide estos grupos por ocupaciones laborales, cosa que no sorprende en absoluto, puesto que uno de los orígenes de la discriminación social en Japón es la adscripción a oficios usualmente no relacionados con la agricultura, como pudieran ser, aparte de los clásicos oficios atribuidos a los burakumin, pescadores, trabajadores de la madera y el acero, o cazadores. Los datos ofrecidos son de la primera mitad del s. XX, con lo que la situación actual de las comunidades descritas por Norbeck nos es desconocida, y según datos oficiales, muchas de las formas de vida contempladas en el capítulo, con la excepción de las comunidades ebune, o de pescadores, abundantes en el Mar Interior de Japón, son históricas.

Hiroshi Ito, en aquel momento técnico de la Aerospace Corporation de California, en el capítulo décimo dedica su artículo a los burakumin y sus descendientes en EE.UU. basándose en sus estudios de campo realizados a principios de 1960. Ito observó, con contadas excepciones, el rechazo inicial a hablar o admitir los posibles orígenes buraku, incluso en las segundas generaciones ya nacidas en EE.UU. También ofrece una descripción de las tendencias de aculturación dentro de la sociedad estadounidense, los oficios de los japoneses descendientes de burakumin en EE.UU. y su comparación con la persistencia de elementos culturales japoneses en segundas y primeras generaciones. Asimismo, la comparación con los burakumin en Japón es inevitable, e Ito concluye que, mientras que el activismo político es casi inexistente entre los burakumin estadounidenses, la cohesión intergrupal es más fuerte que entre los grupos de japoneses no burakumin residentes o nacidos en EE.UU.

Sección cuarta: perspectivas psicológicas

Los tres últimos capítulos de esta primera parte del libro, el decimoprimero, decimosegundo y decimotercero, están escritos por George De Vos y Hiroshi Wagatsuma, y se centran en las consecuencias psicológicas generales y específicas observadas en el individuo en la situación del burakumin, cuya asimilación social se ve impedida por un fuerte prejucio social. Los artículos están basados en los estudios de campo realizados en Japón por los autores.

El primer capítulo de esta sección se ocupa de los procesos de socialización, la autopercepción y el estatus del burakumin. De Vos y Wagatsuma observaron que los burakumin eran considerados dentro de la sociedad japonesa como más impulsivos y volubles que el resto de la población, e incluso agresivos en sus relaciones con gentes no pertenecientes a su comunidad. También apuntan aspectos como la desinhibición sexual en comparación con el resto de la población del país.

La autopercepción del estatus social del burakumin ha sido siempre objeto de diferentes discusiones, y durante mucho tiempo dentro de la comunidad se ha discutido la necesidad de esconder o comunicar abiertamente a los hijos la pertenencia al grupo. De Vos y Wagatsuma explican la complicada situación en la que se hallan muchos niños y jóvenes cuando se encuentran ante situaciones de discriminación cuya causa desconocen. En muchos casos tampoco se les ofrece ningún tipo de explicación en casa, lo que constituye un motivo más para la confusión y a veces hasta la vergüenza por pertenecer a esta comunidad. Ésta es una situación que data de épocas de preguerra, pero estudios actuales también ofrecen este tipo de autopercepciones duales de identidad social, sobre todo entre los jóvenes. Por el trabajo de De Vos y Wagatsuma podemos observar la existencia de burakumin que permanecen dentro de su comunidad, pero que al mismo tiempo en su vida laboral y pública prefieren mantener en secreto su identidad, ya sea por vergüenza o por las posibles desventajas sociales que supone que en un contexto de relaciones sociales se sepa su origen familiar.

En el capítulo decimosegundo, los autores examinan la solidaridad de grupo y la movilidad individual que se dan dentro de las comunidades de burakumin, presentando las diferentes opciones que tenían los miembros de la comunidad en el momento en que los artículos fueron escritos; mantener una actitud abierta en la que no se esconde su pertenencia al grupo, esconder su identidad de burakumin en su vida laboral para poder tener esa movilidad que le permita acceder a puestos de trabajo fuera del espectro tradicional de su comunidad, o por último renunciar completamente a su pasado y lazos con su familia y ambiente para así conseguir un mayor grado de aceptación fuera de su comunidad. De Vos y Wagatsuma analizan estos aspectos y también los problemas relacionados con los matrimonios con miembros no burakumin y los retos que plantea el futuro de la asimilación del burakumin en la sociedad japonesa.

El decimotercer capítulo es el último de esta sección, y está dedicado a las actitudes que presentan los burakumin hacia la autoridad, en este caso administrativa y gubernativa. En anteriores capítulos se explicaba la tendencia al rechazo y hostilidad que en ocasiones también es algo habitual en las comunidades de burakumin, y en este capítulo De Vos y Wagatsuma ofrecen una explicación más exhaustiva al respecto acerca de la situación educativa, el absentismo escolar y el índice de delincuencia de los jóvenes de la comunidad, índices que son ostensiblemente más altos entre los burakumin, de acuerdo con los datos ofrecidos por De Vos y Wagatsuma.
 

Segunda parte: un análisis estructural comparativo

Esta segunda parte ofrece con más detalle los motivos anteriormente apuntados que llevaron a los autores del libro y a sus colaboradores a equiparar la situación de los burakumin con el sistema de castas que aparece, como ya se ha mencionado, no sólo en la India, sino también en otros países de Asia. Se compone de dos secciones, la quinta y la sexta, la primera desarrollada por Gerald Berreman, profesor de Antropología de la Universidad de California en Berkeley en el momento de publicación de la obra, y la segunda a cargo de George De Vos.

Sección quinta: casta desde una perspectiva intercultural y sus componentes estructurales

Gerald Berreman dedica sus textos (los capítulos 14 y 15) a explicar qué es una casta y cuáles son sus componentes (adhesión por nacimiento, fuerte jerarquización, etc...) y características basando sus conclusiones en varios grupos de parias observados en países de todo el mundo. Las principales referencias al fenomeno de castas (que, como muy bien explica Berreman, no hacen referencia exclusiva a los parias, pues también los estratos sociales más altos en la India, por ejemplo, son denominados de esta forma)se producen en relación con los países objeto de estudio por parte de este Japan’s  Invisible Race, que son Japón y EE.UU. Si bien esta última parte ofrece escasas referencias a los burakumin, las comparaciones con la situación de los Afroamericanos son abundantes.

Sección sexta: componentes motivacionales de la casta:

George De Vos es el autor de los capítulos 16 y 17, y continúa en la línea de Berreman explicando con profusión los elementos esenciales del sistema de castas así como el comportamiento de este sistema y las causas simbólicas de la exclusión del paria, incluidas las razones por las que en muchos casos son considerados como chivos expiatorios sociales.

Estas características de formación y manifestación del sistema de castas en muchas sociedades y sus concomitancias con la realidad japonesa del momento llevan a los autores a relacionar desde los primeros capítulos del libro la discriminación de los burakumin con la dinámica que se descubre tras un examen más exhaustivo del fenómeno de las castas.
 

Una valoración personal

Estamos ante un volumen antiguo, pero de enorme utilidad para aquellos interesados en ahondar en la realidad de los problemas sociales de Japón, estereotípicamente considerado como un país con escasos o nulos problemas de este tipo. Es especialmente interesante como introducción para la comunidad de investigación hispanohablante, puesto que el caso de estudio que presenta es uno con el que, con escasísimas y honrosas excepciones, se ha lidiado en castellano. La información acerca de la discriminación y problemas que tiene aún hoy día que afrontar la comunidad burakumin es abundante, y las contextualizaciones y aclaraciones sobre la historia, la sociedad y la política de Japón resultan muy útiles, tanto para los expertos en la materia como para aquellos menos iniciados.

De especial interés geográfico es la aproximación etnográfica (parte primera, sección tercera), pues en los artículos que la componen, además de aportar múltiple información espacial y poblacional de los habitantes burakumin en el país, también ofrece tablas y fuentes de información oficiales, así como textos de investigación útiles no sólo para la indagación sobre el tema de la presente obra, sino también para estudios sobre otros aspectos relacionados con Japón.

Uno de los problemas que podríamos encontrar en esta obra, pionera en los estudios sobre minorías en Japón no escrita en japonés, es su desfase temporal, pues los datos poblacionales y de distribución de los grupos y comunidades observadas ofrecen luz acerca de la situación del grupo a mediados del siglo XX. No obstante, lo que a primera vista parece ser un problema, puede resultar también una ventaja, ya que es de las pocas fuentes en inglés donde podemos encontrar datos tan controvertidos como localizaciones de comunidades burakumin, pues dada la sensibilidad del tema, es muy complicado encontrar fuentes al respecto. Aún hoy, y dada la tradicional falta de interés que se ha dado en Japón, lo máximo a lo que, tanto investigadores como instancias oficiales, pueden aspirar son datos aproximados. Japan’s Invisible Race ofrece pues una inestimable fuente en un idioma muchísimo más accesible que el japonés.

Otro problema que observamos es quizá la falta de profundidad en la explicación acerca de por qué los burakumin pueden ser considerados como minoría. Si bien es cierto que los autores aportan abundante información acerca de su percepción del grupo como parias, queda el problema de cómo explicar el fenómeno en una sociedad como la japonesa donde ese sistema de castas es, si existe, residual. Investigaciones más recientes demuestran la eficacia de los estudios étnicos que tímidamente asoman en el libro compilado por De Vos y Wagatsuma, y que pueden ser enormemente útiles a la hora de explicar fenómenos como éste de la discriminación de los burakumin, la cual posee muchos puntos en común con la discrminación a la que otras minorías dentro y fuera de Japón están sometidas. Si bien la consideración de los burakumin como parias es una aproximación plausible, no es suficiente a la hora de entender el porqué de su situación social. La teoría de De Vos y Wagatsuma ha de ser completada con otros estudios sobre el tema, que lo enlazan mucho más directamente con los problemas de discriminación étnica.

A pesar de estas carencias, éste es un libro imprescindible para poder entender con mayor precisión uno de los problemas sociales históricos y actuales de la sociedad japonesa como es la discriminación de las minorías que viven en este país.
 
 

Notas

[1] La palabra burakumin (literalmente, “habitante de aldehuela”) hace referencia al grupo social que vive en determinadas zonas (generalmente las más desfavorecidas económica y geográficamente) y que históricamente ha venido sufriendo rechazo y discriminación por causa de su estatus social, estrechamente ligado a sus ocupaciones laborales, tales como las de carnicero, enterrador o trabajador del cuero entre otras. No se diferencian ni física ni apenas culturalmente del resto de japoneses, pero aun así su discriminación sigue vigente incluso hoy, más de cien años después de su liberación oficial. Debido a esta situación (discriminación no basada en ninguna diferencia física o cultural) muchos expertos han definido a los burakumin como parias, puesto que su caso puede ser equiparable al de los miembros de castas inferiores en países como la India. Sin embargo, la tendencia actual, principalmente liderada por expertos no japoneses, aunque hay muchos estudiosos de este país que apoyan esta clasificación, es la incluir la situación del burakumin en el ámbito de los estudios étnicos y equiparar su discriminación con la que sufren otros grupos sí considerados como etnias minoritarias en Japón. Es importante señalar que la palabra burakumin es ofensiva, aunque es frecuentemente utilizada por los expertos no japoneses a falta de una más adecuada. En japonés la expresión Hisabetsu Buraku ( literalmente, “buraku víctima de la discriminación”) es más recomendable.

 
[2] La palabra ainu significa “ser humano” y actualmente viven en Hokkaido, la isla más septentrional de Japón, aunque originariamente su área de influencia se extendía también por Honshu, la isla principal del archipiélago japonés y situada al sur de Hokkaido. Son considerados como los habitantes originarios de Japón y sus raíces raciales no son mongoloides sino caucásicas, aunque actualmente su mestizaje con el pueblo japonés ha difuminado sus rasgos físicos originales. Históricamente han sido conquistados y oprimidos por el resto de los japoneses hasta épocas muy recientes. Actualmente sus asentamientos, así como su cultura y costumbres están legalmente protegidos y, aunque la discriminación hacia ellos ha disminuido considerablemente, aún son otro de los grupos minoritarios con problemas de integración social en Japón.
 
[3] Aún hoy, en Japón se distinguen los períodos históricos por el tiempo de reinado de los emperadores. La época del Emperador Meiji, que supuso también la restauración del poder político a la Casa Imperial, poder hasta entonces en manos del shogún, se extiende desde 1868 hasta 1912.
 
[4] La expresión hace referencia al espectacular avance económico de Japón que se incia en 1960 y que se prolongará durante 10 años aproximadamente. En 1968 Japón pasará a ocupar el segundo puesto en cuanto a producto nacional bruto se refiere, situándose en el segundo lugar de la clasificación mundial, tras EE.UU. Es en este período donde la producción de automóviles, barcos y productos electrónicos entre otros situará a empresas como Sony, Honda o Toyota al nivel de multinacionales. En japonés este milagro económico es llamado Kôdo Keizai Seichô, o “rápido desarrollo económico”, y fue un fenómeno propiciado en gran medida por las reformas económicas y sociales acometidas en Japón durante la ocupación norteamericana del país tras el fin de la II Guerra Mundial.
 
[5] En japonés, Buraku Kaihô Undô.
 
[6]Es justo, de todas maneras, mencionar el trabajo de Midori Kurokawa y de Yasuko Takezawa al respecto, expertas que tienden a relacionar el fenómeno buraku con los estudios étnicos.
 
[7] La clase social más baja en el Japón premoderno.

[8] En este caso, el nombre del período no se refiere al título del emperador (aunque esta época se subdivide a su vez en diferentes períodos), sino que Edo,el antiguo nombre de Tokio y capital del país durante toda esta etapa, es el que da el nombre a esta época de la historia de Japón, que empieza en 1600 y acaba con el inicio de la Restauración Meiji en 1868.

 
[9] Recordemos que dicha democratización no fue promovida por la revolución burguesa al uso frecuente en los países occidentales, sino orquestada por las clases sociales y políticas más altas en un intento de evitar que Japón se convirtiese en colonia de las potencias occidentales en un momento en que muchas regiones del Sudeste Asiático, incluida China, estaban ya en manos de diversas potencias coloniales. Por ello la democratización de Japón, aunque en muchos aspectos próxima a las democracias burguesas del momento, tenía sus particularidades que influyeron en la militarización del país ya en el s. XX.
 
[10]Formado gradualmente desde finales del s.XIX y que dura hasta nuestros días.
 
[11]La inflación de ese año produjo un aumento exorbitado en el precio del arroz, lo que llevo a muchos sectores de la población, principalmente obreros y agricultores, a atacar almacenes, tiendas de arroz, a la nobleza y a la policía para exigir que el arroz se vendiera más barato. En estos disturbios también participaron burakumin, con lo que al final acabaron siendo los chivos expiatorios tanto políticos como sociales. Al mismo tiempo,estos desórdenes también sirvieron para hacer ver a las clases políticas que hacía falta una reforma social importante.
 
[12]Literalmente, “Asociación de los Comuneros”, en referencia a los levantamientos ocurridos en Inglaterra en su etapa premoderna también con objetivos de emancipación social.
 
[13] Desde diciembre de 1941, cuando se produce el ataque a Pearl Harbor hasta la derrota de Japón en agosto de 1945, momento en que se realizan los ataques con bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
 
[14]Este programa educativo, principalmente desarrollado tras la II Guerra Mundial, es una de las políticas del gobierno japonés para concienciar a los jóvenes japoneses de la existencia del problema, y aún se llevan a cabo seminarios y cursos en colegios y universidades del país.
 
[15]Curiosamente, si bien este tipo de beligerancia ya no está sino residualmente presente en la sociedad japonesa (facción representada por la extrema derecha), el nombre no ha sido cambiado, y actualmente el programa educativo destinado a la eliminación del prejuicio contra los burakumin sigue llamándose Dôwa Kyôiku.
 
[16]Otras publicaciones en japonés, incluso en la actualidad, hacen constantes alusiones a la corrupción y la falta de transparencia que afecta a estos programas de ayuda.
 
[17] Donoghue advierte que todos los topónimos aparecidos en su artículo han sido cambiados, puesto que “la naturaleza de la comunidad y su relación con la sociedad mayoritaria hace esto necesario”. Esta cita textual nos ayuda a comprender más claramente la situación de enorme rechazo en la que vivían las comunidades de burakumin en aquel momento.

 

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Ficha bibliográfica

GUERRERO PLAZA, R.De Vos, George y Wagatsuma, Hiroshi: Japan’s Invisible Race: Caste in Culture and Personality.  Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XI, nº 653, 25  de mayo de 2006. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-653.htm]. [ISSN 1138-9796].



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