Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)

Universidad de Barcelona

ISSN: 1138-9796.
Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XI, nº 678, 30 de septiembre de 2006

UNA PEQUEÑA HISTORIA ALREDEDOR DEL ESPACIO DE HIDRÁULICA Y RIEGOS EN LA ESCUELA DE INGENIEROS AGRÓNOMOS DE MADRID

Alberto Losada Villasante
Leonor Rodríguez Sinobas
Raúl Sánchez Calvo
Luís Juana Sirgado[1]


Una pequeña historia alrededor del espacio de Hidráulica y Riegos en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid (Resumen)

La creación y la supresión de la Escuela Central de Agricultura en Aranjuez son los elementos de referencia para el hilo argumental de esta pequeña historia que arranca con el nacimiento de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid, en 1869, y sigue con el desarrollo de la misma, hasta la fecha, con leves pinceladas sobre sus instalaciones y, en particular, sobre el espacio propio de la formación hidráulica allí impartida. Con el apoyo de ilustraciones y apuntando a veces a interpretaciones poco convencionales, se hace un recorrido en el contexto histórico que se inicia con el Sexenio Revolucionario, sufre diversos impulsos de reconducción borbónica y pasa por el paréntesis de la Segunda República, entre 1931 y 1936. Se presentan con cierto detalle datos que ayudarán a no olvidar actuaciones relacionadas con la Guerra Civil que afectaron profundamente a la Escuela, en el epicentro del frente de la Ciudad Universitaria, y a su personal.

Palabras clave: Historia, Ingenieros Agrónomos, Hidráulica, Madrid, Ciudad Universitaria, Guerra Civil.


A Little History about Hydraulics and Irrigation unit in Higher School of Agricultural Engineers of Madrid(Abstract)

The authors offer a look at circumstances around the Higher School of Agricultural Engineers of Madrid since its birth in1869 up to date, a focus being applied on its facilities and personnel in the field of hydraulics. A retrospective reference is made to its background in Aranjuez, since 1855, and to facts which happened during monarchist periods following the Revolutionary Sexenial Interval which ended with The Coup by General Martínez Campos and, later on, before and after Primo de Rivera and Franco’s dictatorships, throughout 1923-30 and 1939-75 periods, respectively. A door to new unconventional interpretations of those facts is opened, with some specific attention being paid to details about the Civil War (1936-39) which strongly interfered with the academic development during the republican period between 1931 and 1936.

Key words History, Agricultural Engineers, Hydraulics, Madrid, Ciudad Universitaria, Civil War.


Introducción

El comienzo del segundo sesquicentenario de las enseñanzas de Ingeniería Agrícola en España es ocasión apropiada para recordar referencias sobre su génesis y desarrollo. Se dispone ya de información amplia y documentada[2], pero algunos detalles pueden merecer una atención especial y justificar una presentación de carácter histórico como la que se pretende, relativa a hechos que condicionaron la actual Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid (en adelante, Escuela de Ingenieros o, simplemente, Escuela) y el espacio que la formación hidráulica ha venido encontrando en la misma y en la profesión agronómica durante el periodo que termina en 2005. La intención es desbrozar nuevos caminos a la mente e imaginación del lector con el apoyo de leves recordatorios y abundante información gráfica sobre la participación de profesores e instituciones de las que la Escuela ha dependido, abiertos a perspectivas que pueden no ajustarse a los criterios convencionales y merecer otra interpretación que la que suele dársele.

Dos escuelas de Ingenieros

Antecedentes en la posesión La Flamenca

La formación de profesionales en Agricultura ha sido en España una preocupación antigua, muy anterior a la que motivó que el Ministro de Fomento de Isabel II Manuel Alonso Martínez promoviera el primer centro en impartir en España la titulación de Ingeniero Agrónomo, la Escuela Central de Agricultura. Esta escuela fue creada en 1855 por Real Decreto e inaugurada el año 1856 en La Flamenca, finca a corta distancia de Aranjuez. Sobre criterios programáticos de aquella escuela, conviene recordar un texto al que pertenecen las siguientes palabras: “La enseñanza técnica no se puede adquirir sino ejecutando las operaciones penosas del cultivo, para lo cual aprovechan poco los principios sublimes de la ciencia; la casa de labor, considerada como medio, es el verdadero profesor” [3].

La Flamenca era en 1855 un heredamiento de la Corona con tierras próximas al río Tajo, tras su paso por Aranjuez. Seleccionada para albergar a aquella escuela “por medio de un arriendo a plazo largo” fue escenario de las ditirámbicas intervenciones que acompañaron a su inauguración, en las que “declárase PROTECTORA la egregia ISABEL SEGUNDA” (mayúsculas, en el original[4] ). Aquella escuela, la primera de las dos de Ingenieros Agrónomos que ha habido en Madrid, permaneció entre1856 y 1863 en su ubicación de origen, hasta que, ya apagados los ecos de su inauguración, el arriendo sufriría vicisitudes que llegarían a afectar su sostenimiento. “Los incumplimientos del contrato forzaron, en 1863, la rescisión del mismo, obligando a trasladar a la escuela a la población de Aranjuez”, donde resistió hasta 1868.[5]

La creación de la Escuela de Aranjuez y su inauguración“obedecieron sin duda a una idea altamente patriótica: la de formar profesores, capataces y aperadores, de los que cada uno, en su esfera propia y dentro de sus naturales límites difundiesen las doctrinas científicas y las buenas prácticas agrícolas, para que de este modo, en el cultivo de los campos y en el ejercicio de las industrias rurales, fueran sustituyéndose al empirismo y a la rutina los grandes principios de la ciencia moderna.” Así lo reconoció la exposición de motivos del decreto que la suprime, debido a Manuel Ruiz Zorrilla, Ministro de Fomento durante el Sexenio Revolucionario, en Gobierno presidido por Serrano.[6] La apariencia contradictoria de tan drástica decisión, frente a aquel alarde de patriotismo, se pierde porque el mismo decreto sostiene que esas bases racionales habían faltado en la Escuela de Aranjuez ya que, añade, “esta Escuela, que no se estableció en armonía con los buenos principios, no ha correspondido, como no podía corresponder, a las esperanzas que en ella se fundaron”, en el sentido de “que la agricultura progrese; mas para tal empresa la Escuela de Aranjuez era impotente.”

En el contexto de que no existía todavía en la España de aquellas fechas una política de aguas que enmarcase el campo de la que más adelante sería la Hidráulica Agrícola, cobra cierto interés el reconocimiento de que “es preciso aún que el labrador sangre los ríos y dé a beber a sus campos”[7] . Ruiz Zorrilla, consciente sin duda de la antigua tradición ibérica en estas labores del regadío, quiso tal vez destacar que la sed de agua de riego era una necesidad a saciar con la contribución de profesionales cuya formación había que mejorar.

La Escuela en La Florida

La segunda Escuela de Ingenieros se estableció más cerca de Madrid, y mantuvo su emplazamiento desde 1869 hasta hoy, en el espacio de La Florida, en los terrenos que mucho más tarde se destinarían a la actual Ciudad Universitaria, aunque con un corto tránsito, durante los años 1939-1943 de posguerra, por la calle Amor de Dios, en el centro de dicha capital. Referirse a esta segunda escuela como resultado de un simple traslado de la primera no es apropiado, ya que, al margen de sus variadas denominaciones y de ese paso transitorio, se trata de una nueva institución creada porque la Escuela de Aranjuez había sido suprimida, tras haber fracasado. Un siglo después, a la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid siguieron las de Valencia, Córdoba, Lérida y, recientemente, un gran número de otros centros, alimentando polémicas sobre que una política equivocada haya permitido que ese número sea excesivo o que la titulación sufra una crisis de identidad ante profundos cambios en el sector agrario en España y ante la revolución científica y tecnológica que está viviendo la agricultura.

La formación del Real Sitio de La Florida se había llevado a término con compras realizadas entre 1792 y 1803 que atendieron a los deseos del monarca Carlos IV y su esposa para “hacerse con la posesión de todos los terrenos que había desde el Palacio Real hasta El Pardo, “ y “desplazarse (…) sin verse obligados a salir de sus dominios.” Ya reinando Fernando VII, “La Florida fue arrendada a varios colonos” y, en 1814 estaban arrendadas, entre otras huertas, “la de Alba y casa de labor de la Granjilla”. El aspecto topográfico de aquellos terrenos al NO deMadrid cambió poco después que Fernando VII mandara instalar la Fábrica de Loza de La Moncloa que sucedió a la destruida y desaparecida Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, según se observa en el plano militar realizados en 1808 y representado en la figura 1. El edificio de la fábrica, que ahora sería Escuela de Ingenieros, se situó en donde había estado la Granjilla.[8]

Figura 1
Detalles del espacio de La Florida en 1808

Adaptado de Fernández Talaya, p. 22

La planta del edificio aparece en la figura 2 con la denominación de Casa de La China, junto a la de la Casa de Labor. Se representa aquí, además, un plano de la Real Posesión de La Florida que sitúa a ambos edificios y al palacio. Tiene interés comparar este plano con la figura 35, que destaca en dicho espacio la parte de vega del Manzanares que todavía hoy administra la Escuela y que, en aquel entonces, eran huertas y jardines.

Figura 2
Instalaciones previas a la Escuela de Ingenieros, en 1865

(a) Grabado debido a M. Vierge y litografiado por N. González en 1865, reproducido de Fernández Talaya, p. 26.

La Florida, cuyos terrenos terminarían destinándose a Ciudad Universitaria, dejó de ser propiedad de la Corona en 1866, con ocasión de una operación de ingeniería financiera que mereció un artículo que llevó a Castelar, su autor, a ser separado de su cátedra, lo que motivó revueltas estudiantiles, con muertos. El rasgo, según lo tituló, vino a significar la cesión de los terrenos de la Moncloa por Isabel II al Estado. Tuñón la resume como sigue: “al empezar la primavera de 1865, la reina, para cubrir el déficit del Tesoro público, “cedió” bienes del patrimonio real que fueron vendidos por los 600 millones que la Hacienda precisaba. El gobierno completó la operación ampliando la venta de bienes desamortizables con el exclusivo objeto de resarcir a la reina, cediéndole el 25 por 100 del producto de esta venta.“[9] Quedó así abierta la puerta para que, por el decreto de 1869 arriba citado, sus terrenos, inmediatos a Madrid, pudieran ser destinados a instalaciones de una nueva Escuela de Ingenieros, una vez desahuciada y suprimida aquella primera de La Flamenca.

Consecuente con los criterios que habían motivado la supresión de la Escuela en Aranjuez, el mismo Ministerio de Ruiz Zorrilla planteó la creación de la nueva Escuela [general] de Agricultura[10] , de forma “que no deje huérfana una enseñanza que tantos beneficios ha de reportar al país. Cedida para este objeto al Ministerio de Fomento la magnífica posesión que fue del Patrimonio de la corona, denominada La Florida” procede su pronta y completa organización hacia “que la enseñanza agrícola sea una verdad, y a que, sin perder de vista los principios científicos, una práctica ilustrada y racional los sirva de necesario complemento.” En consecuencia, “trata de organizar una explotación modelo en donde se ensaye toda suerte de cultivos sin más limitaciones que las que proceden del clima”. El artº. 1º del decreto establece “Una Escuela general de Agriculturaen (…) La Florida.” El 2º demuestra ser sensible al antagonismo nunca debidamente digerido en las doctrinas y actuaciones de los responsables de la formación agrícola en España, superando el dominio del empirismo más brutal, cuando dispone que la enseñanza que se dará en ella tiene por objeto: ”Estudiar la ciencia en toda su extensión, formando agricultores aptos (…) e ingenieros agrónomos hábiles para el profesorado.” Además, se destina a la formación de peritos agrícolas y a la educación de agentes subalternos que sirvan para desempeñar las funciones de capataces, mayorales y obreros. Entre ocho profesores de la Escuela, uno impartirá la nueva materia “Hidráulica agrícola y Construcciones rurales.”

La nueva Escuela encontraría pues espacio propio en los terrenos de La Florida y La Moncloa, que ya no eran posesión de la Corona (ver figura 3). Pero, en el contexto de su decreto de creación y de las condiciones presumibles en las instalaciones que podían esperarse, a la vista de las figuras 2 y 3, no debe extrañar que la inauguración de esta segunda escuela ya no fuera acompañada por la retórica y la lírica que endulzaron a la de la primera, en Aranjuez. Esa recuperación de géneros literarios en el entorno de la Escuela quedaría reservada, aunque con tonos más épicos y dramáticos, para la [re]inauguración, en 1943, de lo que habría sido rehabilitado a raíz de la guerra civil, como se verá más adelante.

Figura 3
La Escuela de Ingenieros de fines del XIX vista desde poniente
.

Grabado reproducido de Botija, 1880, citado por Cartañà, p. 122

Después de la Restauración borbónica, impuesta en 1874 por el General Martínez Campos, la “Escuela General de Agricultura” cambió su nombre en 1876 por el de “Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos”, para luego recuperar en 1878 el de “Escuela General de Agricultura”. Tras cambiarlo de nuevo en 1880 al integrarse en el complejo “Instituto Agrícola de Alfonso XII, Escuela General de Agricultura”, se adoptó para el mismo, ya en 1881, la denominación de “Instituto Agrícola de Alfonso XII”[11] . En realidad, la “Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos” sólo sería una sección de aquel complejo, junto a la Profesional de Peritos Agrícolas. La vista en la figura 4, tomada probablemente durante el primer cuarto del siglo XX, muestra la fachada sur de la misma. La escuela conservó dicho nombre en 1931, cuando el instituto pasó a llamarse Instituto Nacional Agronómico, y tomó el definitivo de “Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos” en 1957, saliendo ahora de su edificio la “Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola”, antigua de peritos. Según se comentará, también sería más adelante objeto de traslado, pero ya fuera de La Florida, el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, la organización que heredó las funciones de la sección investigadora del Instituto Nacional Agronómico, en el Ministerio de Agricultura[12] .

Figura 4
Vista de la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos
..

Reproducida de postal de origen desconocido

El plano representado en la figura 5 es quizás una copia de un original del primer cuarto del siglo XX, puesto que aún no aparece el primer pabellón a naciente del futuro edificio de la Escuela, proyectado en 1913 e inaugurado en 1925. Tampoco hay nada todavía de la Casa de Velázquez, cuya primera piedra se puso en 1920 en los primeros terrenos que se enajenarían a la Escuela, habiendo comenzado la construcción en 1922 y tenido lugar su primera inauguración en 1928[13] . Uno y otro edificio son pues los primeros que se abrieron en lo que, a partir de 1929, sería la Ciudad Universitaria.

Figura 5
El espacio de la Escuela General de Agricultura, hacia 1910

Plano en la Dirección de la Escuela

La figura 6 detalla el espacio de la vieja Escuela de Ingenieros cuando todavía se encontraban junto a ella el Campo de Riegos y la Estación de Ensayo de Máquinas del Instituto Agrícola de Alfonso XII, que fueron proyectados y dirigidos, al tiempo de su creación en 1891 y 1908, respectivamente, por José de Arce y Jurado, profesor de Hidráulica Aplicada y Construcciones Agrícolas de la Escuela, de la que también había sido su Director, en 1886, hasta 1892. Se aprecia, por otra parte, la funcionalidad que para la vieja escuela aun tenía la distribución de sus espacios inmediatos agrupando el de su propio edificio y el de esas instalaciones, que conviene comparar con los de la escuela actual. En aquellas fechas, sólo la Casa de Velázquez quedaba fuera de las funciones agrícolas propias del Instituto.

Figura 6
El entorno de la Escuela a principios del siglo XX

Según Plano en Subdirección de la Escuela

El Prof. Giménez Girón, en la semblanza que le dedica, expone su pesar por la resolución del Prof. Arce al ordenar en una cláusula testamentaria que todos sus “manuscritos (…) sean repasados y destruidos por el fuego. (…) No creo pecar de ligero al suponer [añade] que entre los malogrados manuscritos se encontraba el original de su tratado de Hidráulica Agrícola.”[14]

Como una prueba de la sensibilidad del Prof. Arce para la experimentación agrícola queda el recuerdo de su Campo de Riegos (ver figura 7).

Figura 7
Estructura del Campo de Riegos (1891 a 1929)
.

Plano reproducido de Arce, 1953

La figura 8 muestra otros recuerdos: la torre para pruebas de bombeo, junto a los azulejos de Daniel Zuloaga que adornaban la fachada de la Estación de Ensayo, uno con los ángeles que hacen el trabajo de San Isidro y el otro con símbolos menos místicos, ambos hoy instalados en el edificio que ocupa el Departamento de Ingeniería Rural.

Figura 8
La Estación de Ensayo de Máquinas Agrícolas (1908-1929), otra creación del Prof. Arce

Reproducido de Arce, 1910

La torre de ensayo de bombas de aquella primera estación aun se dejó ver el 15 de mayo de 1925, durante la visita de Alfonso XIII (ver figura 9), antes de ser desmontada para su traslado a los terrenos al N de la Escuela (ver figura 28), junto a la que ahora sería llamada Estación de Mecánica Agrícola y donde, ya después de la transición democrática, se procedió a su derribo definitivo.

Figura 9
La visita real a la instalación para ensayo de bombas hidráulicas

De los fondos fotográficos de la Escuela

De diversos aspectos sociales de la visita mencionada quedó constancia en la prensa periódica[15]; pero ésta dejó sin registrar un hecho, confirmado por diversas fuentes independientes que lo vivieron de cerca, protagonizado, por una parte, por personajes de la época como el general Primo de Rivera, Presidente del Directorio Militar, y, por otra, por el aún simple Presidente de la Asociación de Estudiantes de Agrónomos, Antoni María Sbert: cuando éste, como representante, insistió en intervenir ante el Rey de manera directa y, por tanto, fuera del procedimiento reglamentario recordado por el dictador Primo, este último tuvo un comportamiento autoritario que derivó en la respuesta de apoyo al primero casi unánime por parte de sus compañeros representados: abandonar el acto y declararse en huelga. Sbert fue objeto de una orden de persecución para ser deportado, asumida personalmente por el dictador y por su Ministro de Gobernación Martínez Anido, famoso por aplicar la Ley de Fugas (ver figura 10).

Figura 10
Confidencias en la Dirección General de Seguridad

Un recuerdo de la promoción de Sbert


El texto comentado, repartido entre compañeros de curso del estudiante Sbert con ocasión de celebrar un aniversario de la promoción de la que el nombrado no pudo formar parte, muestra que el dictador Primo tuvo conocimiento rápido de lo que habían hecho los estudiantes el día diecinueve de mayo de 1925, cuatro días después de los sucesos acaecidos en la Escuela durante la visita del rey. La diligencia con que el dictador reaccionó, al rubricar el mismo día diecinueve la nota marginal con la orden de tomar unas medidas fulminantes, la primera de ellas a cumplimentar por la Escuela, fue respondida con rapidez por el receptor de la nota, pues ya al día siguiente fue dirigido un oficio al Director del Instituto Alfonso XII “ordenando que se apliquen las sanciones reglamentarias”. Acompañado de la correspondiente copia en anexo, el expediente debió haber pasado su primer trámite en el ministerio de Gobernación, antes de su tramitación a Fomento. El destinatario del oficio fue pues el director de la Escuela, Clarió, que aparece en la figura 11, en el laboratorio de electrotecnia del centro, a la izquierda del rey Alfonso XIII. También en primer término, al otro lado del rey, el dictador.


Figura 11
Otro recuerdo de la visita real

Foto de archivo de la Escuela

Las tribulaciones de Sbert se agravaron cuando el claustro del centro acató la orden del dictador[16] . Los sucesos mencionados tuvieron una resonancia pública que ha sido relacionada con consecuencias políticas que contribuyeron a que madurase la conciencia republicana de todo el país[17] . Más tarde, Sbert llegaría a ser diputado de la Segunda República y, más adelante, el único que rompió la unidad estudiantil y se abstuvo de respaldarle llegaría a ostentar cargos en la Escuela y su apellido, Aranda, daría nombre a un premio.

El espacio de la Escuela en la nueva Ciudad Universitaria

El edificio

El emplazamiento y la orientación de la antigua fábrica de loza fueron referencias respetadas por el arquitecto del nuevo edificio de la Escuela, Gato Soldevilla, como lo apunta el pabellón oriental de la ya denominada Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos, que asoma en la figura 12, a la derecha.

Figura 12
La última etapa del Instituto Agrícola, en foto tomada hacia 1925

Del archivo de la Escuela

Según confirman estas imágenes y, en particular, la figura 13, el primer pabellón del nuevo edificio, que se inauguró el 16 de febrero de 1925, fue también una referencia para el ordenamiento urbanístico de la futura Ciudad Universitaria.

Figura 13
El primer pabellón del nuevo edificio

Del archivo de la Escuela

El espacio de despachos que hoy ocupa el profesorado de Hidráulica y Riegos, en la mitad del edificio que la guerra civil no arrasó, estaba destinado a Máquinas, mientras que el del actual Laboratorio de Hidráulica es sólo una parte del que se le señaló en planos de un primer proyecto de reconstrucción, cuyo Arquitecto Sánchez Lozano procuró respetar la estructura y estética del edificio.

La distribución de la parte que quedó en pie sí sería alterada, y el bar no ocupó hasta muy recientemente, en el pabellón central en fase de construcción hacia 1925, el lugar de privilegio que la Escuela le concede hoy, pero que hasta los años sesenta fue destinado a Motores y Máquinas (ver figura 14).

Figura 14
El espacio destinado a Motores y Máquinas, hacia 1925

Según foto del archivo fotográfico de la Escuela

La figura 15 muestra que la estética de la Escuela también ha evolucionado, cuando se compara su edificio hasta 1929 con el actual. Éste es el resultado del proyecto de terminación del arquitecto Barroso Guerra, con una parte nueva o reconstruida y otra, la del ángulo sur-occidental, que respetó el edificio previo de Gato, por cuanto no modificó su estructura interna, aunque la recubrió con una máscara de ladrillo que, a partir de 1960, daría unidad a un aspecto exterior de toda la Escuela que no tendría ya nada que ver con el del edificio original[18] .

Figura 15
Construcción del ala inacabada del nuevo edificio

Foto de archivo de la Escuela

Hasta entrada la década de los sesenta, parte de la responsabilidad para impartir las clases recaía sobre los alumnos, tal como registrala imagen en la figura 16, de 1929.

Figura 16
Clase de máquinas hidráulicas, dirigida por el Prof. Carmelo Benaiges

Foto de archivo de la Escuela.

Campos y jardines

Aparte de las enseñanzas de hidráulica, en aquella época se impartían las de riego con una referencia teórica, en el tratado de Llauradó[19] , y otra práctica, en el Campo de Riegos. La figura 17 representa una clase práctica en el mismo.

Figura 17
Actividades de campo en la materia de riegos

Del archivo fotográfico de la Escuela

De izquierda a derecha, aparecen en la foto, según fueron identificados en 1984 por el Ing. Agrónomo don Cándido del Pozo: José García Fernández; José Plaza Izquierdo; Angel García Villalba; Cándido del Pozo Pelayo; Julio Alonso Merás; Isidoro Aguado Smolinski; Gabriel Bornás Urcullu; Manuel Madueño Box; Rafael Bohórquez Domínguez; Prof. Benaiges; Enrique Feduchi Mariño; Fco. Jordán de Urríes; Manuel Batanero Maseda; Antonio Rueda Muñiz; Ramón Beneyto Sanchís; Andrés Abásolo; Antonio Lavín Magaña; Agustín Alfaro Moreno; Luís Miranda Niveiro y José Vergara Doncel.

Mucho se ha escrito, y con intenciones diversas, sobre la “decadencia” de los jardines del antiguo palacete de La Moncloa, y puede tener interés comparar las figuras 1 y 35. La interpretación no exenta de malicia de que“el horticultor sustituyó al arquitecto”[20] puede estar en correspondencia con que, en “1868, cuando toda la propiedad pasó al Estado, fue destinada a granja avícola y escuela de agricultura, quedando los jardines bajo la dirección de este centro. Esto fue, desde luego, el principio de la decadencia”[21] . Por otra parte: “Los diseños de los jardines de La Florida y La Moncloa en todo el siglo XIX estaban íntimamente unidos a la horticultura; por eso, las huertas formaban parte de ellos como un elemento decorativo más”.[22]

Es posible que la dirección del Instituto Agronómico haya incurrido en fallos de ordenación del territorio ajardinado inmediato a la Ciudad Universitaria, o antes de la creación de la misma, pero es obligado reconocer que sus actuaciones fueron compatibles con el mantenimiento de una entrañable atmósfera en su entorno, y que éste sufriría más tarde cambios estructurales que la dirección de aquel centro no pudo evitar. En todo caso, cabe pensar que hubo un difícil pero razonable equilibrio entre jardines e instalaciones agrarias diversas, ya reconocido en 1925: “terminados de rehabilitar todos los jardines [del palacete, el Instituto Agrícola de Alfonso XII vendría a significar una síntesis donde ] (…) sus nuevas instalaciones para ganado lo hacen un lugar ejemplar entre los de su estilo” [con] “jardines de amable esparcimiento”[23] .

Tiene interés añadir un par de citas de quienes, sin ser expertos jardineros, manifestaron respetadas opiniones sobre los jardines de La Moncloa de aquella época. La primera, con unos comentarios del autor de El jardín de los frailes, Manuel Azaña, al recordar una visita a las obras de la Ciudad Universitaria con el Dr. Negrín, en 1931: “al final de la calle Princesa me he encontrado con la desolación de La Moncloa destruida. De aquel punto arrancaba un paseo de pinos viejos, tortuosos y rústicos, hasta la escuela antigua de ingenieros.- Toda esta parte de La Moncloa, con el paisaje hasta el río, era bellísima, dulce, elegante; (…) Si Madrid fuese un pueblo artista no se hubiera dejado quitar La Moncloa (…) Y los que no la han conocido no sabrán nunca lo que Madrid ha perdido”[24] . La segunda, para mencionar que aquellos lugares también inspiraron emociones con nostalgia y poesía compartidas por alguien, como Antonio Machado, de quien tampoco puede dudarse en cuanto a sensibilidad a los jardines[25] :“cerca del ‘palacete’ (…) había un jardín”, en el que está “La Fuente del Amor” con el surtidor del que “el agua, saltando, llora”. Ésta respuesta oculta lo que ni Guiomar, la autora de la poesía, ni D. Antonio quisieron contar.

Pero luego sobrevinieron los cambios que resultaron de obras que merecieron grandes elogios, pero que también fueron objeto de lamentaciones, si no de graves críticas: las de la Ciudad Universitaria. Y, a renglón seguido, se añadirían sus circunstancias, a partir de 1936. El Campo de Riegos había desaparecido ya en 1929, con ocasión de la apertura de la Avenida Complutense y la construcción de la Facultad de Medicina (ver figura 18). El trazado de la carretera a La Coruña motivó el traslado de la antigua Estación de Ensayo a la que sería llamada Estación de Mecánica Agrícola, cuya construcción terminó antes de 1936.

Figura 18
La despedida del Campo de Riegos, el 22 de abril de 1929

Del archivo fotográfico de la Escuela

La Escuela durante la Guerra Civil

El tiempo trascurrido desde que La Ciudad Universitaria dio sus primeros pasos enfrió las ambiciones con que la monarquía de Alfonso XIII alimentó a su gestación[26] . Los hechos son tenaces, y las pautas de destrucción / construcción tanto para amplios sectores de la Ciudad Universitaria que sufrieron los estragos de la Guerra Civil como, en particular, para la Escuela de Ingenieros se revelarían capaces de desvirtuar totalmente la concepción original del Campus, que, a su vez, había ya desvirtuado la de la vieja Escuela, después de que la construcción de la Casa de Velásquez iniciara el proceso.

Los daños materiales en la Escuela

Aunque las máquinas que iniciaron los trabajos propios de la que hoy es la Ciudad Universitaria ya habían llegado en 1929, el desencadenamiento de la guerra civil interrumpió el funcionamiento y desarrollo de todas las instalaciones entonces existentes.

Cuando el general Franco se unió a la rebelión que le convirtió en dictador estaban ya terminados el ala de naciente del nuevo edificio de la Escuela de Ingenieros, el pabellón central y el primer tramo del ala occidental (ver figura 19). El ángulo SO, con su torreón y el pabellón central, sería respetado por las minas durante la guerra y por las obras de rehabilitación inauguradas en 1943.

Figura 19
Fachada de la Escuela, mostrando en semisótano el espacio del laboratorio de Hidráulica

Archivo fotográfico de la Escuela

Así mismo, la Estación de Mecánica Agrícola ya había sido construida, en sustitución de la antigua Estación de Ensayo, y el Laboratorio de Hidráulica estaba terminado, aunque no llegó a verlo inaugurado su creador, el Prof. Benaiges, que tuvo a su cargo la Hidráulica de la Escuela durante la Segunda República. Una premonición pudo motivar la oportunidad de la foto en la figura 20, tomada precisamente el 18 de julio de 1936, cuatro meses antes de que la guerra civil iniciara la demolición de las instalaciones que se muestran allí todavía sin estrenar.

Figura 20
Interior del espacio de Hidráulica

Foto del archivo de la Escuela

Las hemerotecas contribuyen a explicar el destrozo acumulado sobre las instalaciones de la Escuela de Ingenieros y, a tal efecto, pueden servir diversas reseñas en el ABC de Madrid, un “diario republicano de izquierdas”, durante la contienda. En él quedaron registrados “Partes Oficiales de Guerra”. Entre ellos, los del Frente del Centro solían recoger comentarios del siguiente tenor[27] :

- “En diversos sectores del frente de Madrid, (…) voladuras, con excelente resultado, ya que [la Escuela] ha quedado sepultada entre los escombros”.Sobre el hecho de guerra anterior, se vería en huecograbado una foto sobre el pie “Escuela de Ingenieros Agrónomos, antes y después de hacer explosión”.

- Bajo el titular “La jornada de ayer” se describe la explosión de minas bajo las defensas de “algún otro edificio de la Ciudad Universitaria”, [la Escuela], noticia que fue completada con una foto sobre el siguiente pie: “La Escuela de Ingenieros Agrónomos (…) después de la voladura”.

-“Parte oficial del ministerio de defensa” que especifica: “Los de anoche / Ejército de tierra /Voladura de minas en La Moncloa (…) Centro / Nuestras tropas han volado una mina en el edificio de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, de las proximidades de Madrid, causando bastantes daños. A esta explosión sucedió la de varias minas enemigas”.Sobre el hecho de guerra anterior: foto en portada sobre el pie “nos anticipamos a ellos haciendo estallar una contramina que dejó la Escuela de Ingenieros Agrónomos en este estado”.

- “Parte oficial del Ministerio de Defensa / Ejército de Tierra (…) Centro: El enemigo voló una contramina que derrumbó parte del ala E del edificio de la Escuela de Ingenieros Agrónomos (Ciudad Universitaria) ocupado por fuerzas facciosas. En nuestras posiciones no se produjeron desperfectos ni bajas.”

- “Nuestras fuerzas hicieron volar una mina, que produjo el hundimiento de una parte de la Escuela de Ingenieros Agrónomos (Ciudad Universitaria) ocasionando destrozos y víctimas a los rebeldes.”

-Entre los edificios de la Escuela de Ingenieros Agrónomos y Odontología (Ciudad Universitaria) el enemigo voló una mina que no causó bajas ni daño en nuestras filas”.

- Aún el 26-02-38, contiene un Parte que registra más destrucción, ahora por la voladura de “una mina propia en el edificio de Ingenieros Agrónomos (Ciudad Universitaria)“.

En algún momento durante tan laboriosa faena, el aspecto de la Escuela fue el representado en la figura 21.

Figura 21
El vacío en el sector del torreón NE, con el torreón SE todavía en pie

Según foto de los fondos de la Escuela

Una información tan detallada se debió sin duda al lugar “de privilegio” considerado, no muy distante de la Puerta del Sol, o centro de Madrid, y con una línea de frente ininterrumpida desde que los rebeldes la alcanzaron, en noviembre de 1937, y no desbordaron ni abandonaron, durante toda la contienda, hasta marzo de 1939. La Escuela, punta de lanza rebelde a 90 m del edificio de Odontología, al otro lado de la Avenida Complutense, tuvo su abastecimiento a través del río Manzanares en la llamada “pasarela de la muerte”[28] . La figura 22 muestra parte del frente de guerra desde 1936 a 1939.

Figura 22
Trincheras, donde hubo surcos

Detalle de “La Ciudad Universitaria a su liberación /
Plano formado por el Gabinete Técnico de la Junta Constructora con datos de organismos militares”

Sin perjuicio de otra mejor interpretación que expertos militares justifiquen, puede buscarse un punto de explicación a la casi increíble realidad de que alguna parte del edificio de Ingenieros, como también del de enfrente, de Odontología, no fuera totalmente destruida, en contra de lo afirmado por algunas fuentes. Aun teniendo tan a su alcance el objetivo de Odontología, del lado republicano, desde el cercano cerro Garabitas, en la vecina Casa de Campo, las baterías franquistas de Asensio le destinarían poca artillería pesada mientras Agrónomos siguiera ocupada por sus compañeros rebeldes (ver figura 23).

Tampoco en Odontología podían tener interés en barrer totalmente a Agrónomos sin que antes hubieran sido silenciadas las baterías de Garabitas, lo que no fue nunca el caso. Por tanto, ni republicanos ni rebeldes estarían suficientemente motivados para romper el equilibrio local y, lógicamente, la guerra de minas descrita por los partes, animada con disparos de armas ligeras para las que los fondos de la biblioteca llegaron a servir de parapeto protector, habría de sustituir a la de bombardeos masivos. En relación con lo ocurrido el 18 de marzo de 1937, el periódico ABC glosa “La primera gloriosa etapa de la Ciudad Universitaria” haciendo referencia a “la primera mina que pusieron los rojos como la iniciación del más terrible de los sistemas de guerra.”[29]

Figura 23
Vista aérea actual del espacio entre la Escuela y el cerro de Garabitas, en la Casa de Campo

Adaptado de GOOGLE

En todo caso, el resultado no fue otro que el que pudo ser visto desde el aire, con “sólo” medio edificio volado, según se representa en la figura 24.

Figura 24
El campo de… batalla en 1938

Según foto aérea del Ministerio de Defensa, del archivo de Cuatro Vientos

Aquel no estrenado Laboratorio de Hidráulica no pasó al olvido total porque se salvó su fotografía, representada en la figura 20. El nuevo laboratorio no ha encontrado aún el espacio que le falta. En cuanto a los restos de las instalaciones para ensayo de bombas hidráulicas, terminarían desapareciendo entre los cimientos del nuevo aulario al N de la Escuela, perdida su razón de ser junto a un edificio que ya no alberga la Estación de Mecánica Agrícola, sino dependencias del actual Departamento de Ingeniería Rural. La figura 25 da una idea del estado de la Escuela en 1939.

Figura 25
La Escuela tras la Guerra Civil, vista desde el espacio donde había estado el antiguo Campo de Riegos

Del archivo fotográfico de la Escuela

Daños personales y morales

Los vencedores pudieron dar por terminada la guerra civil el 1 de abril de 1939, tras la toma de Madrid por el ejército rebelde, pero entonces se asentó la dictadura del general Franco, que duró hasta 1975.A los efectos materiales de la labor guerrera hay pues que añadir daños académicos y morales con la secuela de la paz que ahora estalló, que dejó huellas imborrables en procedimientos de separación y depuración.

Por una parte, ya Jesús Hernández Tomás, Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes del Gobierno de Largo Caballero, había resuelto declarar “preventivamente separado de su destino a todo el personal afecto a la Sección de Enseñanza del Instituto Nacional Agronómico”[30] Por otra, entre las tareas que la dictadura de Franco consideró prioritarias, no fue la menos importante la depuración de funcionarios que durante la contienda hubieran estado, aunque sólo fuera físicamente, del lado rojo, calificativo que suele aún ser usado como sinónimo de republicano por quienes generalizan el espacio geográfico o político de la izquierda dando su color a todo lo que se mantuvo fiel a la República. El personal de la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos de Madrid, que era en 1936 un centro dependiente de aquel Ministerio en el que se formaban los funcionarios facultativos técnicos superiores de Agricultura, pudo así sufrir por partida doble algunos impactos de la Guerra Civil.

Tal vez porque "al iniciarse el alzamiento nacional del Ejército", es decir, “el 18 de julio de 1936 desempeñaba los cargos de Profesor de Hidráulica General y Agrícola de la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos y el de Director del Instituto Nacional Agronómico”, el Prof. Benaiges hubo de responder al interrogatorio en la declaración jurada que debería tramitar la Oficina Técnico-Administrativa de Depuración de Personal. Lo suscribió el 12 de febrero de 1939 en Barcelona, su lugar de residencia en dicha fecha. Haciendo constar tales extremos en escrito de remisión con data en “Barcelona, 14 de febrero de 1939.- III Año Triunfal”, el Prof. Benaiges expone “Que con motivo de la depuración iniciada por el gobierno rojo en 31 de Julio de 1936 fue separado del cargo de Director y perseguido, como detalla en la declaración jurada que acompaña.- Por todo lo cual, ruega y espera [que se le reponga] en sus citados cargos.”

El expediente promovido por el Prof. Benaiges al que corresponden las citas que preceden obra entre los fondos que conserva la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA), y de él es parte el escrito de remisión con data en Madrid 23 de marzo de 1939 (sic) por el que el Jefe de la “Oficina Técnico-Administrativa de Depuración del Personal” del Ministerio de Educación Nacional envía al “Sr. Juez Instructor de expedientes de depuración de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid (…) instancia y declaración jurada de Don Carmelo Benaiges Aris, Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Especial Ingenieros Agrónomos.”[31]

Por una parte, el nuevo Director de la Escuela después de la guerra sería el Prof. Juan Marcilla Arrazola, el cual sufrió su propio expediente de depuración, al solicitar su reintegro al cargo de profesor con fecha 14 de abril de 1939. Su declaración jurada contiene las alegaciones que siguen: “-El 26 de abril de 1937 se le suspendió de empleo y sueldo por negarse a trasladarse a Valencia con el Gobierno rojo y en junio del mismo año fue dejado Cesante como desafecto al régimen, con pérdida de todos sus derechos activos y pasivos.- Al iniciarse el movimiento en 1936 se formó un comité que se incautó de la Escuela [de la que] por entonces fue nombrado Director (…) el Ingeniero Sr. Montesoro. Sólo un día me atreví a bajar a la Escuela (…) no puedo dar detalles de la vandálica actuación de dicho comité que precintó Cátedras y Laboratorios y forzó nuestras mesas y cajones.”

Como resultado del procedimiento, el Prof. Marcilla fue admitido por OM [orden ministerial] de 15 de julio de 1939, “sin sanción, en el ejercicio de su cargo”, aunque otro expediente que promovió para cobrar cantidades de cuando estuvo separado de empleo no tuvo el mismo éxito[32] . En cuanto a la plaza de profesor de Hidráulica General y Agrícola, también es un hecho que pasó a ser desempeñada por Luís Cavanillas Rodríguez, según consta en oficio de 23/07/1940 dirigido al subsecretario del Ministerio de Educación Nacional por el que el entonces Ingeniero Director accidental, el Prof. Marcilla, comunica que “con fecha primero de los corrientes [D. Luis Cavanillas] ha tomado posesión del cargo de profesor provisional por el presente curso de las asignaturas de “Hidráulica General y Agrícola” e “Ingeniería Sanitaria” (Cátedra que ha venido desarrollando por acumulación, hasta el día 30 de junio, el Ingeniero profesor de esta Escuela D. Enrique Giménez Girón) y para el que ha sido nombrado por OM de ese departamento de 6 de abril último”[33] .

La Gaceta había publicado, con fecha 16 de octubre de 1936, la disposición del Ministerio de Instrucción Pública, sobre el Instituto Nacional Agronómico, del “cese como Ingeniero Director de dicho instituto D. Carmelo Benaiges Aris”; pero no parece probable que alguna disposición administrativa similar a ese cese afectase todavía al Prof. Benaiges en cuanto a su condición de Profesor en la Escuela de Agrónomos. Por una parte, está claro que ni él mismo ni ningún otro profesor del centro hubieran podido desempeñar allí una función de este tipo durante el tiempo que la Ciudad Universitaria permaneció bajo la amenaza del ejército rebelde pues, como se vio más arriba, el frente se estabilizó entre dicha escuela (del lado rebelde) y el edificio de Odontología (del lado republicano), separados menos de 100 m, sin que se moviera desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1939. Y, por otra parte, la declaración jurada del Prof. Benaiges es coherente con esta idea de que la Escuela no pudo desarrollar entonces actividad académica alguna bajo el gobierno legal republicano, lo que se aprecia en el impreso correspondiente, que cumplimenta de su puño y letra, estructurado con 17 alegaciones a otras tantas preguntas muy concretas.

A la cuestión 10.ª, “¿Trabajó siempre en Madrid durante el periodo rojo, o por el contrario salió de dicha Capital alguna vez con ocasión de asuntos especiales?”, la respuesta del Prof. Benaiges fue que, “trasladado a Valencia trabajó en Ordenación de Cultivos; pasando a Barcelona, con el Ministerio, el 4 de Noviembre de 1937”. Había pues el Prof. Benaiges interrumpido, por fuerza mayor, su actividad como profesor; pero sí había cumplido la orden de trabajar en su destino de Valencia mientras los rebeldes asediaban Madrid.

La cuestión 17.ª y última de la declaración jurada está planteada en los siguientes términos: Indique cuanto sepa del periodo revolucionario, principalmente en lo relacionado con el desenvolvimiento público y administrativo del Ministerio e indique asimismo la actuación que conozca de sus compañeros. El Prof. Benaiges la respondió haciendo referencia a una incautación “de las Escuelas que constituyen el Instituto Nacional Agronómico [que] fue dirigida por el Perito Agrícola y ex-diputado socialista Esteban Martínez Hervás”. Terminó como sigue: “Hecha una exposición del atropello al Ministro Jesús Hernández, dispuso designar como Responsable del Instituto, al Ingeniero Profesor de la Escuela de Peritos D. Eduardo García Montesoro. Poco tiempo después, apareció en la Gaceta el nombramiento de nuevo Director-Comisario a favor de D. Pascual Carrión y Carrión, Profesor de la Escuela.”

En efecto, como medida complementaria a la del cese del Prof. Benaiges, el Gobierno había dispuesto “nombrar, con carácter interino, Comisario del Instituto Nacional Agronómico, al Profesor de la Escuela de Ingenieros Agrónomos D. Pascual Carrión y Carrión”[34] . Rescatado este texto ya iniciado el siglo XXI, se está preparando un retrato oficial del Prof. Carrión que rellene el vacío de la galería de retratos de la Escuela entre los profesores Benaiges (1931-36) y Marcilla (1939-50), en el que aún no se ha encontrado la oportunidad de incluir el del Prof. Carrión (ver figura 26).

Figura 26
El espacio de la galería de retratos de directores de la Escuela entre los de los Profs. Benaiges y Marcilla

El complicado via crucis del profesor Benaiges fue utilizado para enfocar a más personas. Así, al responder a la citada pregunta inquisitoria sobre actuaciones que conozca, Aranda evita cualquier identificación personal en su declaración jurada como Profesor de la Escuela, pero apunta de forma no determinada, a quienes trataron“sañudamente” al profesor Benaiges[35] . Aún hoy no es posible precisar en quiénes estaba pensando el mencionado profesor, ni las consecuencias de hipotéticas indagaciones o expedientes a raíz de su velada insinuación. En cualquier caso, aunque no se conocen los detalles del resultado del expediente de depuración del Prof. Benaiges, sí es un hecho que la solicitud de este último no recibió la respuesta deseada. Y cabe así interpretar que la medida administrativa que significó para el Prof. Benaiges la pérdida de su condición de profesor no resultara de alguna actuación del Gobierno de la República sino, ya después de la guerra, de su depuración por la dictadura de Franco, por no haber incumplido, como el Prof. Marcilla, lo ordenado por sus superiores.

No pudiendo Carmelo Benaiges volver a la Escuela como profesor, menos aún cabría esperar, en el contexto que antecede, que lo hiciera como Director. También las aspiraciones del Profesor Carrión para volver a la Cátedra resultaron fallidas, mientras que el Profesor Marcilla sí fue admitido con tiempo para ser nombrado Director de la Escuela y, además, Juez Depurador de personal de la misma. En efecto, el Jefe del Servicio Nacional de Enseñanza Profesional y Técnica (sección de Ingenieros Civiles del Ministerio de Educación Nacional) informó al Profesor Juan Marcilla que “ha sido nombrado Juez depurador (…) del citado personal que aún resta de emitir informe (…) a fin de que se lleve a la total depuración del personal del citado centro docente”[36] .

La cuestión de la Dirección de la Escuela quedó consolidada por la dictadura de Franco al hacer recaer el cargo de Director en la posguerra en el profesorMarcilla, con carácter definitivo.El Subsecretario del Ministerio de Educación Nacional la sentenció así: “Vacante el cargo de director, lo viene desempeñando con carácter interino el Prof. Marcilla y este Ministerio ha dispuesto que el citado profesor lo continúe desempeñando con carácter definitivo.”[37] Así lo hizo hasta su fallecimiento, el 16 de agosto de 1950, acontecido muy poco después de que, en uno de sus últimos actos oficiales como Director, recibiera en la Escuela al dictador Franco con ocasión de la celebración del I Congreso de Ingeniería Agronómica (ver figura 27).

Figura 27
Inauguración del Congreso de Ingeniería Agronómica, en 1950. Aparece en la foto el Director de la Escuela, Sr. Marcilla, en un segundo plano tras el caudillo Franco y su ministro de Agricultura Rein

Del archivo fotográfico de la Escuela

Otros daños

Aparte de los daños materiales y personales que produjo, de muy difícil cuantificación, la guerra tendría secuelas que el deterioro mental de los mismos actores dejó al descubierto, a veces, con sorprendente candor. Así, hablando de la producción de abonos, el dictador Franco leyó lo que sigue, al satisfacer el deseo de celebrar un congreso como el citado “en el que pueda exteriorizarse y depurarse el resultado de los estudios técnicos verificados y experiencias realizadas en el campo de la economía agrícola”[38] : "me parecen todavía pequeños los objetivos que marcáis (…) Y os digo: esto está bien, pero no estaría para volver a la base de partida, a la de 1935. (...) ¿Es que vamos a conformarnos con llegar a aquello y no superarlo y multiplicarlo?"[39]

La Escuela recibió una segunda visita del dictador Franco con ocasión del centenario de la carrera, evento que también sería precedido por Decreto del propio caudillo, que le dio así “carácter oficial”. De aquella visita quedó registro fotográfico en el que aparecen el Ministro Joaquín Ruiz-Jiménez, el Director de la Escuela Juan José Fernández Uzquiza y, junto al caudillo, el Profesor Eladio Aranda Heredia (ver figura 28).

Figura 28
La instalación de bombeo, aún superviviente en 1955

Fondos fotográficos de la Escuela

El inicialmente llamado "Arco de la Victoria" ostenta todavía las leyendas que culminaron la horca caudina bajo la que se entra en la Ciudad Universitaria, que traen a la memoria la distinción de Unamuno entre vencer y convencer (ver figura 29):

"Fundada por la magnificencia regia y restaurada por el Caudillo de los españoles, la sede de los sabedores de Madrid florece ante la mirada de Dios". "A las armas que han vencido aquí, la mente que vencerá siempre ha dedicado como regalo este monumento".

Figura 29
“Venceréis, …” es la idea asociada al arco bajo el que se puede entrar en la Ciudad Universitaria, desde los años 60

Foto del archivo fotográfico de la Escuela

Hacia una recuperación en la posguerra

En suma, al helar el trabajo y la convivencia en la Escuela, la última dictadura acabó con sus realidades y proyectos de la época de la segunda república, hasta el punto de no haberse sanado todavía algunas de sus heridas.

La Escuela, de vuelta a la Ciudad Universitaria

La disponibilidad del palacio del Marqués de Molins, en el número dos de la calle Amor de Dios de Madrid, dio pie a una docencia que suavizó la transición hasta el retorno a la Ciudad Universitaria. Después de alojar provisionalmente a la Escuela entre 1940 y 1943, forma hoy parte de la sede de la Academia de la Historia (ver figura 30).

Figura 30
El palacio del marqués de Molins


El desarrollo de la Ciudad Universitaria consolidaría durante la segunda mitad del siglo XX una realidad muy distante de sus proyectos iniciales, que el tiempo ya ha juzgado como demasiado ambiciosos[40] . La [re]inauguración el año 1943 de la parte reconstruida de la Escuela acompañó a la de otros diversos centros y, al margen de que el evento fuese una ocasión más para discursos y retórica[41] , allí pudo apreciarse la iniciación de un proceso urbanístico cuya “materialización, dependiente de organismos varios (…) que escapaban del control del Gabinete Técnico, conseguiría rápidamente la pérdida de unidad del recinto universitario”[42]

A la rehabilitación de aquella parte de la Escuela, conforme al proyecto de Sánchez Lozano, seguiría la terminación del edificio completo, ya en los años sesenta, según proyecto de Barroso. Y, entre ambas fechas, tendría lugar la construcción del vecino Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, sobre la Casa de Labor de La Florida: “al lado del reconstruido y nuevo palacete de la Moncloa, (…) fuera de las directrices de la Junta de la Ciudad Universitaria, el arquitecto José Aspiroz durante los años cincuenta levantó este edificio de carácter setecentesco”[43] que, al transformarse más tarde en sede de la Presidencia del Gobierno, señaló el destino definitivo de los terrenos de la antigua Granja de Castilla, muy diferente del que en su día se había pretendido para la Escuela General de Agricultura.

Por lo que respecta a la Escuela, su retorno desde la casa-palacio del marqués de Molins al espacio rehabilitado tras la guerra no pudo encontrar sino una calidad académica muy limitada por la escasez de medios materiales y personales. Es un hecho recordado que, desde aquella [re]inauguración hasta finales de los cincuenta, la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos dispuso de unas reducidas instalaciones que compartió con la Escuela Profesional de Peritos Agrícolas, casi sin laboratorios, ni gabinetes de trabajo ni despachos para profesores, cuyo pluriempleo reclamaba su presencia en otros lugares.

Como se ve en la imagen de la figura 31, la parte rehabilitada de la Escuela muestra todavía en 1955 el aspecto con que se proyectó y que mantuvo durante la primera fase de su construcción, hasta 1936, aunque ya se le ha puesto ante la fachada una escalinata de acceso para responder al notable desmonte que dejó al descubierto todo el piso bajo. Se observa que estaban pendientes de terminación las ventanas correspondientes al laboratorio de hidráulica, aún no operativo.

Figura 31
La Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos en 1956

Fondos fotográficos de la Escuela

También se ve en la figura 31 que no había sido aún abierto el estanque en el área ajardinada inmediata a la Escuela. A poco más que a este pequeño recinto que rodea a la Escuela irían quedando reducidos los espaciosos jardines con los que un día pudo contar el viejo complejo agrícola de fines del siglo XIX. En efecto, el paso del tiempo reservaría algunos campos, pero cada vez menos y, aunque no debe aceptarse sin reservas que “en 1880-81 (…) quedaron acabadas las instalaciones de La Florida y La Moncloa y pudo desarrollarse plenamente la enseñanza en las 500 ha disponibles”, sí es un hecho que “el espacio de los campos de prácticas se fue reduciendo”[44] ; pero desde antes que, en 1929, se iniciaran las obras de la Ciudad Universitaria, pues ya fueron cedidos para la Casa de Velázquez sus terrenos inmediatos a la Escuela. Es un efecto más del proceso irreversible, para la Escuela y su entorno, que quizás no ha terminado todavía, en aquel espacio que llegaba hasta las fértiles tierras de la vega del río Manzanares y que Winthuysen “consideraba el verdadero parque de Madrid”[45] .

Como resultado del despojo, han quedado enajenados los inmediatos Campos de Prácticas del antiguo Instituto Nacional Agronómico, luego Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas y ahora Presidencia del Gobierno. Así mismo, otros relacionados con la Casa de Labor, que debió alojar diversas instalaciones de granja del Instituto y de la Escuela, al menos hasta el primer cuarto del siglo XX. En definitiva, y ya bajo presiones de la Presidencia del Gobierno, los terrenos adscritos a la Escuela se verían limitados a los pequeños “Campos de Prácticas de La Vega” actuales, con una superficie total de 16 ha, en la que aun se siguen construyendo edificios y montando instalaciones (ver figura 35).

La Unidad de Hidráulica y Riegos

De la calidad de la formación impartida en Amor de Dios hay poca constancia, pero de alguno de sus criterios para abordarla da fe el que hubiera materias que se impartieron “por acumulación” y, entre ellas, como quedó escrito más arriba, las de Hidráulica. Quizás deba relacionarse con esto el toque de humor de los ingenieros agrónomos de la época, que gastaban bromas a los titulados “por amor de Dios”.

El marco en cuanto a condición, número y dedicación del profesorado de la Escuela y los espacios que se le destinan ha evolucionado de conformidad con la política de personal y equipamiento asumida por los órganos administrativos encargados de atender a sucesivos planes de estudios. La actividad académica de post-guerra consistió, en la práctica, en la docencia de un solo profesor con competencia y responsabilidad para impartir unas tres horas semanales, conforme a una dedicación que era llamada normal. Como se indicó más arriba, se hizo entonces cargo de la disciplina el Prof. Luis Cavanillas (ver figura 32).

Figura 32
El Profesor Cavanillas (1893-1973)

Fotografiado por el entonces alumno J. A. Ortiz, durante una clase

Dirigida por el Prof. Cavanillas, se inició en la posguerra la recuperación del Laboratorio de Hidráulica en la Escuela, con el montaje de diversas instalaciones como una de red de tuberías, un canal basculante y máquinas hidráulicas (ver figura 33). De esa forma, entre 1955 y 1963, dejó en condiciones de funcionar las instalaciones básicas para prácticas en redes forzadas, corrientes libres y bombas y turbinas hidráulicas. Las enseñanzas de laboratorio tuvieron complemento en las notas que preparó para facilitar el seguimiento de sus clases, que deben ser valoradas en el contexto de escasez de material didáctico en la época[46] .

Figura 33
Máquinas hidráulicas, canal basculante y banco de tuberías, instalados bajo la dirección del Prof. Cavanillas, entre 1959 y 1963

Durante su periodo de docencia en la materia de Hidráulica Agrícola (1940-63), el Prof. Cavanillas también dirigió unos experimentos en la Estación de Lisímetros instalada en 1946 en los terrenos de Campos de Prácticas del Instituto Nacional Agronómico (ver figura 34). La Estación fue desmantelada hasta terminar destinándose dichos terrenos a Museo del Traje, pero los resultados de los trabajos que dirigió fueron publicados[47] .

Figura 34
La Estación de lisímetros y la Escuela, en un segundo plano, vista desde el SO

Del archivo fotográfico de la Escuela

Aquella formas exteriores antiguas del Laboratorio de Hidráulica están hoy ocultas por una cobertura de ladrillos, y su espacio interior, que se mantiene como hace unos ochenta años, va siendo adaptado con instalaciones que habrán de responder a trabajos sobre control del agua en modernos sistemas de riego.

En términos relativos con la atención prestada por la Escuela a otras materias, la pérdida de peso que ha venido afectando a la hidráulica es evidente, pero la justificación no es aparente. Paradójicamente, pudo ser una causa de ello la hiper-ocupación durante los planes de desarrollo, en cuyos años se llegó a pasar a contar con un cuadro docente formado por un catedrático y un adjunto numerarios, acompañados de cinco profesores encargados de curso, todos ellos con una actividad exclusivamente docente que también pudo llamarse "normal". Fue ésta, desde 1963 a 1983, la del Prof. Faustino García Lozano, que encontró la forma de compatibilizar esa dedicación como catedrático, simultáneamente, con otras diferentes responsabilidades como jefe de servicio, en el Centro de Estudios Hidrográficos (Dirección General de Obras Hidráulicas), en el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas y en el Laboratorio de Física e Hidrodinámica de Suelos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuando era Secretario General del mismo el Prof. J. M. Albareda, Catedrático de Edafología de la Facultad de Farmacia, miembro del Opus Dei, como el profesor citado.

La Unidad de Hidráulica y Riegos cuenta en el momento actual con cuatro profesores funcionarios, uno catedrático y tres titulares, así como con un profesor asociado, todos con dedicación a tiempo completo en actividades docentes e investigadoras. Además, con la participación de dos becarios.

Por lo que se refiere a las prácticas de campo, el Departamento de Hidráulica no encontró en las tierras de La Vega condiciones idóneas para la continuación y, menos aun, para avanzar con los trabajos de riego iniciados por el Prof. Cavanillas en la Estación de Lisímetros. A comienzos de la década de los ochenta, el estado de abandono de aquellos campos hizo obligada la búsqueda de otros predios lejos del Manzanares, hasta encontrarlos en El Palomar, finca en la vega del río Henares que entonces estaba adscrita al Servicio de Extensión Agraria y que hoy alberga al Centro Nacional de Tecnología de Regadíos, institución dependiente del Ministerio de Agricultura. Es allí donde, desde aquellas fechas, la Unidad de Hidráulica y Riegos de la ETSIA ha venido realizando prácticas y trabajos de campo en materia de riegos. Esta solución en precario debe analizarse en el contexto de que la ordenación actual de la vega del Manzanares hace temer un futuro con interrogantes poco tranquilizadores para su uso como Campos de Prácticas de la ETSIA. Después de recorrer tan fatigosa odisea desde las instalaciones originales en la Granja hasta ocupar en la actualidad tan reducido espacio de tierras en La Vega, no parece que aquellos campos hayan terminado sus vicisitudes, frente a vecinos rivales tan poderosos como la infraestructura vial inmediata a Madrid y el propio complejo de la Presidencia del Gobierno (ver figura 35).

Figura 35
Entorno de Campo de Prácticas de la ETSIA y detalle, en la actualidad

Adaptados de GOOGLE

Inercia en antiguas escuelas en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

La hidráulica en la administración y en las escuelas de funcionarios

España es un país de antigua tradición agrícola, y también lo es la preocupación de agrónomos ilustres que procuraron en su suelo la formación de profesionales en agricultura. Merecen ser recordadas las palabras que siguen: “La agricultura debe considerarse no ya como un arte u oficio penoso, sino como una ciencia complicadísima, la cual abraza una porción muy considerable de las nociones de otras muchas, y que para manejarlas con acierto (…) y en suma para adelantar en el cultivo, es necesario conocer la relación que tienen entre sí unas y otras (…) los conocimientos de la parte teórica o científica deben adquirirlos precisamente los que se dedican a este estudio por profesión”.[48] Pronunciadas muchos años antes de que comenzasen los hechos que se han venido tratando, dichas palabras manifiestan una necesidad que los continuos avances en la ciencia y tecnología agrícolas mantienen viva: la de relacionar con acierto conocimiento científico y profesión.

Desde su nacimiento en el siglo XIX, hasta la segunda mitad del siglo XX, las escuelas [especiales] de ingeniería en España fueron centros para formar profesionales y, sobre todo, funcionarios. Conforme a esa tradición, la Escuela de Agrónomos de Madrid mantuvo una rama de ingeniería más cerca de la tradición de les grandes écoles (en su caso, la del Génie Rural francés) que de objetivos académicos como los que podrían ser atendidos cuando se modernizara como centro universitario. Con el tiempo, se constituyeron unos colegios profesionales, y el de los ingenieros agrónomos se creó en fecha tan temprana como 1879.

En el contexto de sus diversos cuerpos facultativos, la formación y el oficio de los ingenieros fueron condicionados por la distribución de responsabilidades que la legislación les asignaba. Un efecto negativo fue pronto, y lo sigue siendo, que los ingenieros se vean implicados en conflictos entre sus correspondientes fuerzas corporativas, con consecuencias que aun tienden a frenar el desarrollo académico de algunas áreas de conocimiento de la propia Universidad. Una de estas áreas sería la Ingeniería Hidráulica.

Es de interés señalar que el desarrollo de la profesión del ingeniero agrónomo se inició dentro de un pequeño mundo de pocos pero poderosos terratenientes, en una España atrasada y con una economía que fue básicamente agraria hasta bien avanzado el siglo XX. La cuestión de cómo su cuerpo facultativo quedó inmerso en aquellas viejas luchas corporativistas es compleja, y no debe ser planteada sin un detalle que merece mejor ocasión y más espacio, fuera de los límites de este trabajo. Pero, al tratar de aspectos propios de la formación hidráulica de sus profesionales, conviene destacar que el desarrollo de la legislación que afecta a sus campos de competencias condicionó también las actividades académicas previstas en los programas de formación correspondientes. A título ilustrativo, tiene interés recordar un viejo decreto-ley, promulgado bajo el Directorio Militar de Primo de Rivera, cuyo contenido deja transparentar una gestación con aquel carácter corporativo[49] . Y conviene analizarlo a la luz de un segundo decreto-ley, ya elaborado durante el Directorio Civil, cuya componente corporativa fue quizás una respuesta a la del anterior[50] .

Fue, en efecto, transparente el climax que llegaron a provocar camarillas próximas al Rey Alfonso XIII hasta conseguir en 1924 el primero de los decretos referenciados, que disponía una organización de servicios de Agricultura con la creación de un Servicio Hidrológico Agrícola al que asignaba competencias para regular la administración de aguas para el riego. Con más voluntad que acierto, su redacción adolece de imprevisiones que dejan entender las dificultades con las que tropezó su aplicación, pues su operatividad exigía unos medios que desbordaban la capacidad de que disponían los servicios agronómicos que habían de asumir aquellas competencias.

También es transparente la presión corporativa que vino a significar el segundo decreto, que machacó al anterior, con la creación en 1926 de organismos tan prometedores como las confederaciones hidrográficas. Con el paso del tiempo, sus previsiones terminarían conformando los actuales organismos de cuenca, con la correspondiente asignación de competencias hidráulicas y, en su marco, también las de riegos. La perspectiva de los años transcurridos deja ver que esas previsiones se quedarían cortas en cuanto a la capacidad para gestionar recursos hídricos, pues su marco hidrológico sería desbordado; pero, en cuanto a su capacidad para regular una eficaz política de obras hidráulicas, ésta sí quedó probada durante la dictadura de Franco, a partir de los años cuarenta, y aún pudo serlo antes, de haberse ultimado la labor planificadora iniciada por la Segunda República[51] .

Como un ejemplo más de aquellos viejos contenciosos corporativos que siguen hoy afectando a la organización académica de las escuelas en materia hidráulica, también deben recordarse los laberintos de competencias en que se enredarían, todavía durante la administración franquista, en los años sesenta, el Instituto Nacional de Colonización (INC), por parte del Ministerio de Agricultura, y la Dirección General de Obras Hidráulicas, por parte del Ministerio de Obras Públicas, organismos ambos a los que se encomendaron grandes transformaciones en regadío durante aquellas fechas[52] .

Sin que los problemas mencionados se hubieran resuelto, la profesionalidad del Ingeniero Agrónomo en materia de riegos pareció perder parte de la imagen que llegó a adquirir en el Instituto Nacional de Colonización. Esta impresión tomó impulso a partir de las llamadas aceleraciones, eufemismo que se aplicó a la respuesta que la administración del Estado dio al problema de escasez de titulados técnicos para integrarlos en planes de desarrollo de los años sesenta con sistemas de riego que, en parte, serían ahora encomendados al Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario, cuando pasó a sustituir al extinto INC. A la pérdida de imagen apuntada contribuyó la docilidad con que la ETSIA asumió responsabilidades que la desbordaban. Así, de la misma manera que, durante muchos años, la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos había creído responder a la necesidad de formar buenos ingenieros sin contar con laboratorios, destrozados éstos por la guerra, ahora, dócilmente de nuevo, su sucesora la ETSIA se prestaría a resolver el problema de titular demasiados ingenieros en tiempo demasiado escaso. Por supuesto, actuaciones de ese tipo conllevan el reconocimiento implícito de que la base experimental o el tiempo de maduración para formar ingenieros agrónomos no recibía la atención necesaria: podría multiplicarse el número de promociones de nuevos titulados por año y hacer valer una supuesta elasticidad de la programación docente. O, lo que es lo mismo, podrían comprimirse los tiempos para la formación de ingenieros. En definitiva, a impulsos de urgencia impuestos por la política agraria, la escuela podría vomitar lo que no había digerido en sus laboratorios o en sus aulas: ingenieros titulados para responder a las necesidades del desarrollo.

Límites al espacio hidráulico en la Escuela de Ingenieros Agrónomos

Los comentarios que anteceden pueden ayudar al lector a interpretar cómo antiguas relaciones entre cuerpos facultativos y fuerzas económicas tienden todavía a influir sobre un mundo académico que hoy ya no se centra en formar profesionales o funcionarios de los cuerpos tradicionales. En la actualidad, la preparación de los Ingenieros Agrónomos se enmarca en una realidad en la que modernas tecnologías relacionadas con la agricultura del riego, como las de sistemas automáticos a presión para riegos localizados a cultivos intensivos, por ejemplo, han cambiado las circunstancias que determinaron el desarrollo de aquella profesión durante el pasado siglo.

En el futuro, los ingenieros tendrán que desarrollar, fuera de los antiguos patrones, su potencial ante la creciente incapacidad de respuesta de la administración a problemas de gestión de recursos hídricos, siempre esenciales y cada vez más limitados y, en particular, a los de la gestión del agua de riego en el campo, el sector con mayor consumo. Pero los argumentos para introducir cambios tropiezan con aquellas circunstancias que se resisten a desaparecer. Y es un hecho que su inercia se impone al inducir respuestas que aún se dan hoy al planteamiento de nuevas formas de actividad académica en materia de ingeniería de riegos. Al menos, tal como aún se viene planteando en la UPM, donde el área de conocimiento de la Ingeniería Hidráulica ha de soportar la inercia corporativa que mantiene una estructura académica compartimentada con criterios demasiado profesionalistas. Pudo esto comprobarse en el propio ámbito interno de la Escuela de Agrónomos cuando se formó el Departamento de Ingeniería Rural con campos académicos muy diversos pero protegidos por el adjetivo agrícola. Tiene en efecto una fuerte componente corporativa el que en la Escuela de Ingenieros Agrónomos se aplique a la hidráulica el apellido “agrícola” no sólo para destacar su carácter de ciencia aplicada a riegos y avenamientos, algo esencial en agricultura, sino también para marcarle un coto protegido. A este mismo planteamiento corresponde la variedad de contenidos que cabe en sólo un área de conocimiento: la Ingeniería Agro-forestal[53] .

Por lo que se refiere a otros ámbitos de la misma UPM, también pudo percibirse la presión profesionalista cuando otro departamento de la misma universidad desestimó solicitudes de admisión de profesores del área de conocimiento Ingeniería Hidráulica, con la siguiente respuesta: “Las razones que llevan a esta negativa son consecuencia de las características específicas de nuestro Departamento”[54] . Sin duda, este tipo de planteamientos dificulta la creación y estabilidad de unidades interfacultativas más especializadas que puedan contribuir a mejor resolver problemas de dispersión científica en el marco de los recursos humanos, excesivamente limitados, de la UPM.

Los escollos apuntados, algo más que burocráticos, van siendo sorteados, hasta cierto punto, y se ha llegado en la actualidad a que el mencionado Departamento de Ingeniería Rural acoja a los profesores de Ingeniería Hidráulica, con sus programas docentes y proyectos de investigación. Pero, por una parte, éstos se apoyan en un Laboratorio de Hidráulica cuyo espacio físico ocupa sólo una parte del que le fue inicialmente destinado al iniciarse la rehabilitación de la Escuela. Y, por otra, en el ámbito de la UPM, las actividades en el campo de la ingeniería hidráulica siguen respondiendo al mosaico profesional de sus titulados, impuesto por aquella legislación del pasado siglo que induce aún a que la formación académica propia de sus diferentes ciclos vaya tardando en encontrar su espacio científico. En efecto, frena el proceso distribuyendo dichas actividades en centros que las mantienen en compartimentos estancos prácticamente determinados por aquellos campos de competencias profesionales dentro de un complejo entresijo de intereses claramente extra-universitario si no anticientífico. De acuerdo con criterios más modernos, compatibles con la legislación universitaria vigente desde los años ochenta, la UPM deberá plantearse su futuro hidráulico en términos menos rancios y enrarecidos, más científicos y abiertos.

Figura 36
Un espacio por abrir, el de los laboratorios de ingeniería hidráulica de la UPM
.

Agradecimientos

Junto a las referencias que se citan, el estudio se sustenta en ilustraciones de las obras e instalaciones que se comentan, como planos de La Florida, fotos y documentos gráficos varios. Una gran parte de las mismas obra en los fondos de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (ETSIA), y los autores desean hacer constar su agradecimiento al equipo de Dirección y al personal de administración, por las facilidades que les han prestado para consultar sus bibliotecas y archivos. Así mismo,desean agradecer la excelente disposiciónque han apreciado por parte delpersonal de otras instituciones, comoel Archivo General de la Administración (AGA), la Academia de la Historia y la Casa de Velázquez. Sirvan también estas palabras finales para animar a todos a mejorar la información presentada y completarla con la relativa a los otros espacios agrícolas que comparten el solar de la Escuela y sus viejos cimientos.

Notas

[1]Profesores de la ETSI Agrónomos, Universidad Politécnica de Madrid, alberto.losada@upm.es, Ciudad Universitaria s/n, 28040 Madrid.

[2] Cartañà y Pan-Montojo.

[3] Memoria suscrita, entre otros, por Pascual Asensio, primer Director de la Escuela. En Sierra, p. 71.

[4] Documentos de la inauguración en Sierra, p. 86 a 102.

[5] Cartañà, p. 114.

[6] Decreto promulgado el 3 de noviembre de 1868 en la Gaceta de Madrid, publicación equivalente a la que, desde 1936, sería el Boletín Oficial del Estado en España.

[7] La ortografía original ha sido modernizada aquí y en todas las citas del texto, cuando su comprensión se facilita y no se afecta a lo que se dice.

[8] Fernández Talaya, p. 16, 304, 299 y 363.

[9] Tuñón de Lara, La España del siglo XIX, Vol. I, p. 252-253. Emilio Castelar y Ripoll fue catedrático en la Universidad de Madrid y, posteriormente, en 1873-74, el cuarto y último presidente de la Primera República Española.

[10] Decreto de 30 de enero de 1869.

[11] Cartañà, cuadro 5.1, p. 122.

[12] BOE 17 de febrero de 1940

[13] Delaunay, p. 184.

[14] Giménez Girón, E., en prólogo a Arce, 1953, p. 14. La Escuela de Ingenieros ha querido recordar al Prof. Arce con una fundación y un premio que llevan su nombre.

[15] El periódico monárquico ABC del 16 de mayo le dedicó amplio espacio.

[16] Pan-Montojo, p. 223-224

[17] Tuñón de Lara, La España del siglo XX, Vol. I, p. 166. El propio Sbert recordaría este sonado episodio en sus Notes manuscrites esmentades, glosado a su vez por Massot, p. 19-21, donde se describen escenas con colores tan vivos que el lector cree perfilar la personalidad de los actores. Ver también Pan-Montojo, p. 223-224.

[18] El edificio de la escuela de Gato fue pues parcialmente reconstruido, lo que contradice otras versiones.

[19] El Tratado de aguas y riegos, de A. Llauradó mereció la consideración de texto avanzado, por comparación con los de su época.

[20] Fernández Talaya, p. 347.

[21] Ibid. p. 343.

[22] Ibid. p. 367.

[23]Ibid. p. 352.

[24] Azaña, p. 274.

[25] Gibson, p. 425.

[26] Giménez Serrano, Carmen, La Monarquía y la Ciudad Universitaria, en C.O.A.M., UCM, 1988, p. 31.

[27] ABC, 12-03-37, p. 7; 14-03-37, p. 6; 19-03-37, p. 8; 20-03-37, p. 3; 21-09-37, p. 3; 25-09-37, portada; 27-10-37, p. 3; 28-10-37, p. 3; 23-11-37, p. 3; 26-02-38. Hemeroteca Nacional.

[28] Muñoz de Laborde, C. y Álvarez Núñez, M., p. 58-64.

[29] ABC, 11-04-39, p. 11 a 13. Hemeroteca Nacional.

[30] Decreto en la Gaceta de Madrid del 20 de setiembre de 1936, suscrito por el ministro mencionado y por el Presidente del Gobierno, Manuel Azaña.

[31] Conviene observar que los escritos originales citados no muestran la deseable coherencia entre lugares, fechas, sellos y membretes. Tampoco consta en ellos el registro de entrada. Por otra parte, los autores no han encontrado documentación sobre dicho expediente en el Archivo General de la Administración (AGA).

[32] AGA.

[33] AGA.

[34] Gaceta de 16 de octubre de 1936.

[35] AGA

[36] Oficio de 11/08/1939, en AGA.

[37] Oficio de 08/08/1941, en AGA.

[38] Decreto de 22 de junio de 1948 autorizando el Congreso, preparado por el ministro REIN y suscrito por el caudillo Franco.

[39] Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos, I Congreso Nacional de Ingeniería Agronómica, p. 62.

[40] Chias Navarro, Pilar, p. 257, y FERNÁNDEZ ALBA, Antonio, Profecía y memoria o el expolio de la arquitectura del presente. Ciudad Universitaria de Madrid, 1927-1987, en C.O.A.M., UCM, p. 160.

[41] Diéguez Patao, Sofía, Destrucción, reconstrucción y nuevo carácter de la Ciudad Universitaria. Años cuarenta, en C.O.A.M., UCM, 1988, p.58.

[42] Chias Navarro, Pilar, La génesis urbanística de la Ciudad Universitaria, en C.O.A.M., UCM, p. 203.

[43] Bonet Correa, Antonio, La Ciudad Universitaria de Madrid: Realidad y utopía de un proyecto para la modernización cultura, En C.O.A.M., UCM, p. 20.

[44] Fernández Talaya, p. 332, 334.

[45] Winthuysen, citado por Fernández Talaya, p. 352.

[46] Cavanillas, 1957.

[47] Cavanillas, 1968.

[48] Arias y Costa, A. S. de, Discurso pronunciado en la apertura del curso público de agricultura del Real Jardín Botánico de Madrid, el día 8 de Febrero de 1817, por su catedrático Antonio Sandalio de Arias Costa, en Semanario de obras inéditas, nº 41-43. 1819. Citado por Pan-Montojo, 2005, p. 36.

[49] Real Decreto Ley de 20 de junio de 1924, durante el Directorio Militar de Primo de Rivera, y reglamento de los estudios de ingeniero agrónomo en cumplimiento de lo allí dispuesto, en reales decretos de 10 de diciembre y 24 de septiembre del mismo año.

[50] Real Decreto Ley de 6 de marzo de 1926.

[51] Losada Villasante, A., Comentarios al estudio agronómico del plan de obras hidráulicas de 1933, en Lorenzo Pardo, p. LXVII - LXXVII.

[52] Martín-Retortillo, Sebastián, p. 105-109.

[53] El 23-1-1989 se acordó “No solicitar la inclusión del Área de Conocimiento de “Ingeniería Hidráulica” en el Departamento de Ingeniería Rural.”

[54] Oficio de respuesta del departamento de Ingeniería Civil: Hidráulica y Energética, UPM, de 16-12-87, a varios profesores del área de conocimiento de Ingeniería Hidráulica, en la misma UPM, que solicitaban integrarse al mismo.

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© Copyright Alberto Losada Villasante, Leonor Rodríguez Sinobas, Raúl Sánchez Calvo, Luís Juana Sirgado, 2006
© Copyright: Biblio 3W, 2006

Ficha bibliográfica

LOSADA, A. et. al. Una pequeña historia alrededor del espacio de Hidráulica y Riegos en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XI, nº 678, 30 de septiembre de 2006. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-678.htm>. [ISSN 1138-9796].