Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XII, nº 728, 10 de junio de 2007

PILLET CAPDEPÓN, Félix y PLAZA TABASCO, Julio. El espacio geográfico del Quijote en Castilla-La Mancha . Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2006. 283 p. ISBN: 84-8427-424-1.

Cayetano Espejo Marín
Universidad de Murcia


Palabras clave : Miguel de Cervantes, Don Quijote, La Mancha, paisaje.

Key words : Miguel de Cervantes, Don Quijote, La Mancha, landscape.


El interés de los geógrafos por el estudio de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha se remonta a comienzos del siglo XX, cuando coincidiendo con el tercer centenario de su publicación la Real Sociedad Geográfica le dedica el tomo de 1905. No obstante, hasta finales del siglo pasado y sobre todo a comienzos del actual no se vuelve a analizar El Quijote desde una vertiente geográfica, justificada por la celebración del cuarto aniversario de la publicación de la magna obra, a pesar de la magnitud, antigüedad e importancia de la magistral obra de la literatura española. A finales de los años noventa se editan dos publicaciones que inician una nueva linea de investigación definida por dos características: el análisis de la vertiente territorial del Quijote , y dada la amplitud de la misma, el interés por parte de los geógrafos y profesionales de otros ámbitos de investigación por abordar esta obra literaria desde esta perspectiva.

Pioneros en el análisis geográfico reciente del Quijote son Joaquín Saúl García Marchante y María Cristina Fernández Fernández, autores del libro El espacio del Quijote: El paisaje de la Mancha (2000) . En el señalan que en el territorio comprendido por el conjunto de términos municipales, espacio de las aventuras de Don Quijote , como características comunes destacan dos elementos naturales, la llanura y el agua, rasgos de identidad que permitieron a los diversos viajeros que lo visitaron después de la lectura de la novela universal, identificar el escenario y sus gentes en cualquiera de sus rincones.

De Miguel Panadero Moya son los artículos publicados en 2004: “La ruta literaria del don Quijote por tierras albacetenses” y “El espacio geográfico del Quijote ”.

Felix Pillet Capdepón es autor del artículo “De la ficción a la percepción. Del Quijote a la Mancha literaria” (2002). Mientras elabora el estudio de los paisajes sobreentendidos que aparecen en el Quijote , se detiene en la percepción literaria que desde la obra han mostrado los viajeros, narradores y poetas sobre la gran llanura manchega, percibida como un paisaje dual, donde lo inhóspito se convierte en gran belleza, en olvido o añoranza según la poesía actual.

A la celebración del cuarto centenario de la publicación del Quijote se adhiere el Boletín de la Real Sociedad Geográfica , que le dedica el tomo CXLI correspondiente al año 2005. En reconocimiento a aquellos geógrafos que abrieron esta línea de estudio y a los que han continuado y continúan ahora, reflexionando y escribiendo sobre la geografía cervantina (Bosque y Díaz, 2005) . La obra de Cervantes es susceptible de una lectura geográfica que se puede realizar desde diversos puntos de vista. Los diez artículos recogidos en este número monográfico son una muestra de ello y se relacionan en la bibliografía.

Con motivo del cuarto centenario de la publicación de la magistral obra de Cervantes, la Universidad de Castilla-La Mancha, dentro de su programación de los cursos de verano, organizó uno dedicado a El espacio geográfico del Quijote en Castilla-La Mancha . Se celebró en 2005 en el rehabilitado convento de Santa Clara en Alcázar de San Juan, con la colaboración de la Dirección General de Patrimonio y Museos de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha, la Empresa Pública don Quijote de La Mancha 2005, y el Ayuntamiento de la localidad.

El año siguiente se publica el libro objeto de esta reseña, donde se recopilan todos los contenidos expuestos en el citado curso. Se estructura en cuatro bloques temáticos dedicados a la literatura como fuente de conocimiento del paisaje geográfico, el territorio en tiempos de Cervantes, el Quijote desde planteamientos sistémicos y humanísticos, y en cuarto lugar se analizan los valores patrimoniales que se pueden articular a través de la Ruta de don Quijote .

“Geografía y Literatura. El descubrimiento literario del paisaje geográfico en España” es el título del primer capítulo, elaborado por Nicolás Ortega Cantero. Para quien las relaciones entre la Geografía tienen en el paisaje el aspecto que mejor expresa el interés y el alcance de las mismas. En primer lugar expone algunas consideraciones sobre el valor geográfico de las representaciones literarias del paisaje, y sobre la atención que se ha prestado a las mismas en la tradición geográfica moderna. Después ofrece una muestra concreta de ese tipo de imágenes, y se refiere al descubrimiento literario moderno, iniciado por el romanticismo del paisaje geográfico español.

Alexander von Humboldt se refirió con detenimiento en el tomo segundo del Cosmos , publicado a mediados del siglo XIX, al interés que tenían para el geógrafo las imágenes literarias del paisaje, interés que se ha mantenido vivo desde entonces. Se han realizado diversos estudios en esa línea, y se ha comprobado el valor geográfico de tales imágenes del paisaje. Antonio López Ontiveros (2001, 2002) es de los autores pioneros en nuestro país en el estudio de las imágenes literarias del paisaje, considera que las relaciones entre el ámbito literario y el geográfico son “no sólo posibles sino también fructíferas”.

Según Nicolás Ortega, con las imágenes ofrecidas a lo largo del siglo XIX y el primer tercio del XX, fue como se configuró el mapa literario del paisaje en España. Tras la Guerra Civil, a partir de los años cuarenta, decae en la literatura española, en general, la dedicación al paisaje. A pesar del afán de algunos escritores, no se da nada parecido a la amplia y decidida inclinación paisajística de la literatura moderna anterior, las claves de la imagen literaria del paisaje en España, los trazos más destacados de su mapa literario, proceden de los escritores que se sucedieron entre el romanticismo y la generación del veintisiete, desde comienzos del siglo XIX hasta la Guerra Civil del XX. Sus puntos de vista, sus modos de acercarse al mundo anterior, su forma de percibirlo y de valorarlo, han conformado los rasgos esenciales de la imagen literaria moderna del paisaje español (Ortega, 1999, 2003).

Félix Pillet Capdepón trata en el segundo capítulo “La imagen literaria de La Mancha desde la publicación del Quijote ”. En primer lugar establece la relación existente entre Cervantes y la llanura manchega, y a continuación analiza como La Mancha ha sido percibida como tierra de paso por la literatura de viajes a lo largo de cuatro siglos, tanto por los viajeros extranjeros, como por los narradores e investigadores que la visitaron.

A la percepción se unieron después las aportaciones recogidas desde el tercer centenario desde la narración y el sentimiento poético, desde la referencia literaria y el espacio vivido. Tal y como afirma Félix Pillet, toda esta corriente literaria en torno al Quijote y a La Mancha han estrechado más los vínculos entre la obra y el paisaje (Pillet, 2002).

Comienza la segunda parte del libro con el capítulo de Fernando Arroyo Ilera “La Mancha: la tierra y los hombres en los tiempos del Quijote ”. Utiliza como fuente las Relaciones Topográficas del Felipe II (1575), de las que tiene buen cocimiento y manejo (Arroyo, 1986, 1991, 1998). Para ello diferencia los territorios existentes: La Mancha, el Campo de Calatrava y el Campo de Montiel, territorio éste último cuyos límites aparecen perfectamente cartografiados. La llanura manchega, tanto la occidental como la oriental o Mancha de Aragón, la estudia contemplando los siguientes aspectos: la cuenca del Guadiana, la lucha frente al medio natural y la organización del terrazgo, las infraestructuras de la sociedad campesina (casas, caminos y molinos) y por último la sociedad y economía en La Mancha del Quijote .

Para Fernando Arroyo el interés geográfico del Quijote no se acaba ni con las rutas ni con su patria. Toda la obra está plagada de referencias paisajísticas, aunque muchas de ellas estén implícitas junto con noticias sobre el poblamiento, las explotaciones rurales, las comunicaciones de La Mancha y de otras comarcas españolas del siglo XVI, que Cervantes conocía muy bien por experiencia propia, dada su “pericia geográfica”. Además el autor del capítulo considera que es una suerte disponer de las opiniones que nos han llegado a través de las Relaciones Topográficas, fuente que considera nunca suficientemente ponderada para esta finalidad. Y ello es así básicamente por tres razones: primero por su época prácticamente coetánea al Quijote ; segundo por las respuestas, puesto que reflejan la cualificada percepción de las propias gentes de la tierra; y, tercero por las preguntas, que inquieren directamente sobre el tema tratado.

Completa el segundo bloque del libro la aportación “La ciudad de Toledo en la época del Quijote ”, de Enrique Lorente Toledo y Alfonso Vázquez González. Autores que analizan la situación de la ciudad imperial tras la marcha de la Corte a partir de los años sesenta del siglo XVI, los intentos de mejora urbanística durante las dos décadas siguientes y la definitiva sensación de no poder dar respuesta a las necesidades de la “ciudad moderna” que demandaba el Estado. Todo este proceso ayuda a comprender los cambios morfológicos de una ciudad que Cervantes recogía en sus obras ( La Galatea y El Quijote ), cuando ya se encontraba en el comienzo de su decadencia urbana.

Tras el análisis de la percepción de Toledo por Miguel de Cervantes, el paisaje neohistórico de Toledo en la época de Cervantes y las transformaciones de la ciudad, los autores llegan a la conclusión de que Toledo se desarrollaba en el tránsito del siglo XVI al XVII en el seno de una gran paradoja. Al compás de su vitalidad económica de la segunda mitad del siglo XVI, Toledo introdujo modernas formas artísticas y llevó a cabo una renovación urbanística para convertirse en una atractiva sede de la Corte. Sin embargo, su sociedad perdía progresivamente su carácter cosmopolita y vital, replegándose en torno a la vida religiosa y conventual que dominaba en todos los ambientes urbanos. Y, paralelamente, en la vida toledana iba creciendo especialmente esa intolerancia generalizada en el país, que llevó consigo el miedo a la libertad de expresión y el rechazo intelectual, que sustituyeron a la convivencia cultural que había sido seña de identidad de Toledo en los siglos medievales.

El tercer bloque temático del libro está dedicado a El Quijote desde planteamientos sistémicos y humanísticos. En primer lugar, Francisco Parra, a través de una investigación multidisciplinar y sistemática, parte de once hipótesis de trabajo, más sus fases operativas que suponen un total de diecisiete pasos metodológicos, con el fin de demostrar que “el lugar de la Mancha” se localiza en el Campo de Montiel. Para ello tiene en cuenta los municipios históricos de dicha demarcación, más los municipios de Argamasilla de Alba (La Mancha) y Esquivias (La Sagra) por sus connotaciones quijotescas o cervantinas, respectivamente. Los autores llegan a la conclusión, tras la hipótesis basada en un método sistémico, de que Villanueva de los Infantes es “el lugar de la Mancha”.

Miguel Panadero Moya aporta la segunda contribución del tercer bloque, con el título “Elementos de Geografía del Quijote ”, desglosada en seis detalladas partes: a) espacio y tiempo en el Quijote, b) los caminos de La Mancha en el siglo XVI, escenario de la aventura, c) Itinerarios de la ruta de don Quijote . Propuestas históricas, d) Las rutas del Quijote en el IV Centenario, Don Quijote por La Mancha de Aragón, recurso para el turismo cultural), y e) Una nueva lectura geográfica del Quijote .

Para este autor, caminos y lugares constituyen el escenario de las distintas aventuras y son los senderos e hitos que dan soporte con sus etapas y estancias a las conocidas rutas del Quijote . De ahí que se plantee un estudio comparado de sus más afamadas propuestas históricas y también de algunas manifestaciones de la pervivencia de esta práctica en la actualidad. Los comentarios que realiza sobre la formulación de rutas del Quijote más conocidas e interesantes van precedidos del análisis de las redes de caminos de su tiempo, unos itinerarios que pudieron proporcionar al autor de la novela el necesario referente del deambular de sus personajes.

Miguel Panadero considera que las muchas reflexiones acerca de las contradicciones advertidas por no pocos lectores del Quijote , en cuanto a las coordenadas temporal y espacial de la novela cervantina, alimentan el interminable debate, y por tanto conviene insistir en nuestro entorno en una aproximación a la lectura del Quijote con un enfoque geográfico renovado, “tarea que produce no pocas satisfacciones a quienes sin prisa en ella se entretienen”.

La cuarta y última parte del libro contiene cinco aportaciones dentro del capítulo titulado patrimonio y espacio geográfico en la Ruta de Don Quijote .

María Lourdes Campos Romero aporta “La explotación de la figura literaria del Quite como recurso turístico: La Ruta de Don Quijote ”. Para esta autora Castilla-La Mancha hoy está de moda y es punto de referencia para los turistas, tanto españoles como extranjeros, gracias al genial escritor Miguel de Cervantes y a su novela el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha.

En 2005 la conmemoración del IV Centenario de la edición de la primera parte de la inmortal obra brinda la oportunidad de dar a conocer Castilla-La Mancha, no sólo en el aspecto cultural o literario, sino también en otros tales como los económicos, comerciales, industriales y turísticos. Para alcanzar estos fines, el Gobierno Regional aprueba la Ley 16/2002, de 11 de julio, del IV Centenario de la publicación del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Al amparo de esta Ley se crea la empresa pública “Don Quijote de La Mancha”.

La campaña de promoción turística de la Junta de Comunidades “Castilla-La Mancha: Descubre el espíritu de Don Quijote ” tiene un gran éxito refrendado con varios premios de asociaciones profesionales. El compromiso y colaboración del Gobierno de la Nación en la preparación de los actos conmemorativos a nivel nacional, haciendo suyo también el logotipo diseñado por el Gobierno Regional para tal acontecimiento, ha supuesto un espaldarazo importante para Castilla-La Mancha.

Según esta autora, de entre todas las actividades programadas destaca como el proyecto más importante y ambicioso “La ruta de Don Quijote ”, el producto estrella de este Centenario. Las diferentes rutas que hacen referencia a La Mancha y a Don Quijote han sido diseñadas por varias instituciones: ayuntamientos, diputaciones y Dirección General de Turismo de la Junta de Comunidades.

Con la Ruta de Don Quijote , Castilla-La Mancha pretende convertirse en un gigantesco parque turístico sobre la figura del Quijote . Por sus características nace con la vocación de transformarse en uno de los itinerarios ecoturísticos y culturales más extensos e importantes de España y Europa. Esta Ruta aspira a ser catalogada por sus valores culturales y medioambientales como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su recorrido vertebra el corazón de La Mancha y vincula la geografía regional a las andanzas del caballero. Como los 2.500 kilómetros se comprende que son absolutamente imposibles de recorrer de un “tirón”, la Ruta se ha dividido en diez tramos diferenciados y en cincuenta y seis etapas (http//:www.donquijotedelamancha.com).

María Lourdes Campos en las conclusiones de este capítulo hace un llamamiento para que este renacimiento del interés turístico que despierta Castilla-La Mancha en el año de la conmemoración, no sea algo pasajero sino por el contrario suponga un despegue definitivo del mismo.

El turismo rural en Castilla-La Mancha toma impulso en los años noventa (Pillet, 1997, Cebrián, 2001). En la actualidad cuenta con abundantes recursos, y equipamientos de calidad, para una clientela cada vez más exigente, tal y como queda magníficamente recopilado en el Atlas de turismo rural de Castilla-La Mancha , editado en 2004, bajo la dirección de José Sancho Comins y Miguel Panadero Moya.

“Paisaje y patrimonio potencialidades de la ruta de Don Quijote ” es el título de la aportación de Joaquín Saúl García Marchante. Para este autor, el análisis del paisaje y del patrimonio en el espacio geográfico del Quijote en Castilla-La Mancha debe contemplar aquellos elementos que en él intervienen, que estuvieron presentes en la novela universal en el momento de su redacción y que forman parte de los paisajes humanizados actuales, cuando se celebra el cuarto centenario de la publicación de su primera parte.

Dos elementos naturales, la llanura y el agua, están presentes en la novela y cuatro siglos después siguen siendo parte indisoluble de este paisaje, mucho más humanizado en la actualidad. La topografía y el roquedo son los elementos abióticos que configuran con carácter más preciso las diversas aventuras del Ingenioso Hidalgo y su escudero en Sierra Morena, Montiel, Los Montes de Toledo, Ruidera, La Mancha, y tantos otros parajes del escenario literario.

Las formaciones vegetales de monte bajo acompañan a los elementos antes citados, y aunque en la novela se citan algunas especies que no forman parte de la vegetación natural de este territorio, el arbolado característico de La Mancha (encinar, pinares, robledares, sabinares y choperas) sigue presente en el paisaje, aunque en un estado muy diferente al de hace cuatros siglos.

La presencia del hombre en el territorio ha tenido incidencia clara en la permanencia de aquel paisaje primitivo que Miguel de Cervantes recorriera durante sus estancias en el territorio. Vinculado a la tierra y dependiendo enteramente de ella era pastor y agricultor, y los resultados de su duro trabajo, en ocasiones se veía mermado por las escasas cosechas que recogía debido a las heladas tardías de primavera o por la pronta llegada del calor. Elaborador de quesos, de los que da buena cuenta El Quijote : “los quesos puestos como ladrillos enrejalados, formaban una muralla…”, antecedentes del actual queso con Denominación de Origen “Queso Manchego”, producto de referencia a nivel mundial (Espejo, 2001).

Sobre el paisaje se daban una serie de construcciones de fábrica muy tosca que servían para cobijar al ganado y al hombre. Los chozos con fragmentos de roca, obtenidos de las primeras rotaciones de las tierras, llegaron a constituir un variado repertorio con idéntica técnica constructiva.

Los cultivos de huerta, próximos a los núcleos de población, tienen en la noria su elemento imprescindible para la obtención del agua, con la fuerza del asno que giraba alrededor del eje.

El molino de viento, procedente de Flandes, supone la gran alternativa para resolver el problema de la molienda en los molinos hidráulicos que por falta de caudal de los ríos no estaban activos. Instalados en los afloramientos rocosos que aparecen en el paisaje manchego, en la actualidad perviven en las localidades de Consuegra, Mota del Cuervo, Alcázar de San Juan y Campo de Criptana.

El viento que durante siglos ha permitido moler y obtener alimento para tantos manchegos y gentes de otros lugares, en la actualidad es un recurso que permite la producción de abundante electricidad renovable. Es la actualidad Castilla-La Mancha de una de las regiones del Planeta que más electricidad produce de origen eólico (Espejo, 2006).

Elementos del paisaje manchego son también las quinterías, agrupaciones de viviendas alejadas de los núcleos de población. Más o menos numerosas, sus viviendas eran ocupadas por las familias de los labriegos. Junto a estas, otras construcciones estaban reservadas para la ganadería de labor, los rebaños de ovejas y cabras, y el almacén de los productos de las cosechas. Como edificio singular, el palomar podía destacar en el conjunto, de los que se conservan excelentes ejemplares. Todas estas dependencias se organizaban alrededor de un gran patio flanqueado por un enorme portón por donde salían y entraban carros, galeras y carruajes que recalaban en ellas.

Con el paso del tiempo, y debido a los cambios en los usos del suelo y de los sucesivos procesos de mecanización de las actividades agrarias, muchos de estos conjuntos han sido abandonados y presentan en la actualidad un avanzado estado de ruina. En parecidas condiciones se encuentran la mayoría de las numerosas ventas a las que profusamente se refiere la novela y donde se desarrollan gran parte de las aventuras de mayor carácter costumbrista, evidenciando imágenes de las gentes manchegas.

No se puede olvidar el vino, producto clave en la economía de La Mancha y tan presente en la obra de Cervantes, con referencias muy detalladas que son testimonio de su importancia en ese momento histórico.

El viñedo es el elemento característico del paisaje manchego, aunque su gran desarrollo se produce a finales del siglo XIX. Su incidencia queda bien relejada en el patrimonio etnográfico visible en las abundantes bodegas y en los utensilios con los que han contado para la elaboración de vino: tinajas, cubas de madera, herrajes y otros útiles, todos ellos muy valorados cultural y artesanalmente.

Tal y como sucede con el queso, el sector vitivinícola de Castilla-La Mancha durante las últimas décadas ha experimentado grandes transformaciones destinas a satisfacer las nuevas demandas de los mercados nacionales e internacionales (Arroyo, 1993).

Julio Plaza Tabasco aporta el capítulo “El agua en el Quijote : ficción o realidad del paisaje manchego”. Para este autor, el agua tiene una importancia tan fundamental para el ser humano, que es imposible evitar la referencia a la misma cuando se analiza cualquier manifestación artística desde una perspectiva geográfica. De ahí su propósito de buscar referencias en el Quijote sobre el agua en La Mancha, para demostrar que los actuales diseños de rutas culturales sobre los espacios quijotescos cervantinos no pueden olvidar el agua en sus concepciones, ni limitarse a ser únicamente un elemento natural de los espacios naturales protegidos de Castilla-La Mancha.

El agua es tan vital en la actualidad como lo fue en la época en la que se escribió el Quijote (Pillet, 1989; Salas, 1998; Campesino, 1999; Juárez, 2004). En la novela abundan momentos en los que el agua es el elemento sustancial de aventuras, paisajes, leyendas, comentarios y refranes.

En cuanto al río Guadiana, para Julio Plaza, la descripción que hace Don Quijote del encantamiento del escudero Guadiana no puede ser más real de lo que fue este río en régimen natural hasta hace unos cuarenta años, cuando las aguas infiltradas del Alto Guadiana volvían a brotar en los Ojos del Guadiana, concluyendo así la tradicional leyenda de este río que se perdía entre Argamasilla de Alba y las aldeas de Alameda de Cervera y Villacentenos, en el término de Alcázar de San Juan.

Julio Plaza llega a la conclusión de que La Mancha recoge uno de los paisajes del agua más diversos y extraordinarios: los que surgen de las aguas subterráneas. Salvo en el caso de Ruidera, es posible que Miguel de Cervantes no reparase en ellos, los observara como lo más normal y cotidiano. Sin embargo, la presencia del agua es consustancial al espacio manchego y a sus paisajes, cuestión que hoy parece haberse olvidado frente al ímpetu de la tecnología y el interés a corto plazo, dejando a un lado las esperanzas y recursos de las generaciones futuras. Por tanto es preciso recuperar el agua y su cultura en La Mancha, tanto para mantener la vida biológica como para iniciar una nueva vía de desarrollo más humana dentro de la sociedad global. Para Julio Plaza, “las citas del Quijote nos han recordado los valores que depositamos en este elemento natural y único”.

“Los molinos de viento en el paisaje: la puesta en valor del patrimonio territorial” es el título del capítulo elaborado por María del Carmen Cañizares Ruiz.

Los molinos de viento manchegos, internacionalmente conocidos a partir de la primera parte de la obra el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha, a comienzos del siglo XVII eran artefactos destinados a moler el trigo para obtener harina, finalidad que se había conseguido anteriormente con el molino de agua o hidráulico.

La primera referencia escrita sobre los molinos de viento en el espacio geográfico manchego data del siglo XIV, concretamente del año 1368, en que se fecha un documento por el cual don Juan Manuel otorga al Concejo de Chinchilla (de Montearagón) Licencia para hacer Molinos de Viento . En el siglo XVI, a través de las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575) se conocen los de Campo de Criptana, Belmonte, Las Mesas, El Pedernoso, Villaescusa de Haro. Con posterioridad se tiene referencia de los de Mota del Cuervo y El Toboso a través de las respuestas contenidas en los Libros de Visitas (1603) (Jiménez, 2001). A lo largo de la Edad Moderna proliferan debido al incremento de la demanda de harina, y porque sustituyen a los de agua.

La propiedad de los molinos es variada, desde los que pertenecen a la Corona (de propiedad real), a los nobles (de propiedad nobiliaria), a las Órdenes Militares, de personas e instituciones afines a la iglesia, de propiedad municipal y de propiedad particular, más frecuentes después de la desamortización del siglo XIX. En la actualidad los que subsisten, son mayoritariamente de propiedad municipal y/o privada. Se han convertido en recurso que se debe calificar dentro de un patrimonio territorial específico, el patrimonio industrial (Cañizares, 2005).

Actualmente los conjuntos más representativos son: los molinos de viento de Campo de Criptana (Ciudad Real), en desuso desde mediados del siglo XX y declarados Monumento de Interés Histórico-Artístico en 1978; los molinos de viento de Consuegra (Toledo), ubicados en el Cerro Calderico junto al castillo, sede de la Orden de San Juan en el siglo XII; los molinos de viento de Mota del Cuervo (Cuenca) en la actualidad incorporados a una ruta turística de arqueología industrial. Otros conjuntos con importantes potencialidades se encuentran en Alcázar de San Juan, Herencia, Puerto Lápice y Los Yébenes. De forma dispersa algunos perviven en las zonas elevadas de la llanura manchega.

Para la autora de este capítulo, en general se cumple a la perfección la afirmación contenida en el preámbulo de la Ley 16/1985, de 25 de mayo, de Patrimonio Histórico Español, donde se recoge respecto a los bienes integrantes del patrimonio histórico que “su valor lo proporciona la estima que, como elemento de identidad cultural, merece la sensibilidad de los ciudadanos por lo que los bienes que la integran se han convertido en patrimoniales debido exclusivamente a la acción social que cumplen, directamente derivada del aprecio con que los mismos ciudadanos los han ido revalorizando”.

Finaliza el libro con el capítulo de Carmen García Martínez titulado “Luz, color y horizonte: imagen del paisaje de La Mancha en la pintura”. Como bien señala esta autora La Mancha como lugar, es decir como espacio vivido, ha sido interpretada, sentida y valorada de diferentes formas. Las distintas manifestaciones artísticas permiten un acercamiento a esos valores. La representación pictórica se puede considerar como una de las fuentes que nos acercan a su comprensión. Si la literatura ha dejado algunas descripciones sobre las emociones que ha despertado en quienes la han recorrido o instalado en ella, probablemente la pintura es la fórmula artística que mejor puede captar la singularidad de este paisaje.

De los pintores que han plasmado en su obra la tierra manchega, Carmen García elige a Antonio López Torres, tío del universalmente conocido Antonio López García, para analizar a través de su obra algunas de las características del paisaje de La Mancha.

Para el crítico de arte Fernando Huici, “antes que en la obra y en los rasgos específicos de su lenguaje, el valor referencial de López Torres se sitúa como modelo ético que determina, en términos generales, un cierto tipo de actitud ante la práctica de la pintura y, al tiempo, un determinado carácter. Y ello conlleva, en el límite, si no exactamente una mística de la sinceridad, sí al menos una apasionada curiosidad hacia aquellos juegos que se enfrentan sin reservas, pero también un talante dado a la contención pudorosa en el terreno de las pasiones” (Huici, 1994).

López Torres (1902-1987) nació y murió en Tomelloso. En su obra destaca el interés por representar los elementos que caracterizan el espacio manchego. En su pintura están presentes los componentes del paisaje de La Mancha, con imágenes nítidas en los primeros planos mostrando los elementos que animan el paisaje, y siempre etéreas, difuminadas, en la lejanía del horizonte.

Sus cuadros dedican también una mirada cercana a las escenas cotidianas, casi siempre captando un determinado momento, que incluye personas y también animales. Otras veces sus objetos inanimados reciben un tratamiento minucioso: carro, pozo, aperos, o hasta las rocas arrancadas. En ocasiones las plantas ocupan los primeros planos.

En síntesis como señala A. Bonet “su obra pretende hacer duraderas las sensaciones de corporeidad y textura de los objetos y los seres tal y como los percibimos en nuestro contacto cotidiano” (Bonet, 2002).

Para Carmen García, lo que puede que contribuya más a captar el ambiente es el tratamiento del horizonte, de la lejanía, tan característica en la llanura manchega. Iluminada suavemente por colores delicados (que no matizaba), contribuye a crear una sensación de atmósfera minuciosamente buscada. Es en esos horizontes, que los habitantes de La Mancha conocen tan bien, donde se producen algunos de los efectos más característicos de la zona. Consiguiendo gracias a su gran maestría artística y a que siempre pintaba del natural, de ahí su enorme capacidad para captar la naturaleza e interpretarla sobre su obra pictórica.

Este estudio tan bien realizado debería animar a la autora a analizar la vertiente geográfica de la obra del artista de Barrax (Albacete) Bejamín Palencia, y de otras obras muy significativas, como el cuadro de Isabel Quintanilla “Nocturno en La Mancha”, óleo sobre tabla de 60 x 62 cm. pintado en 1968, expuesto y catalogado con motivo de la exposición que la Galería Leandro Navarro de Madrid le dedica a esta artista (Nieva, 1996).

Si la lectura del El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha provoca todo tipo de reacciones, siempre positivas y atractivas, la lectura del libro objeto de esta reseña permite profundizar en el conocimiento de la magistral obra literaria como fuente para el estudio del territorio manchego. Un trabajo de esta envergadura solo es posible cuando se agrupan un variado grupo de profesionales, en su mayoría geógrafos, con la capacidad y el interés necesarios para el análisis de cada aspecto planteado.

Cabe felicitar a los coordinadores del libro, a los autores de cada capítulo, y a quienes desde el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha han hecho posible la edición del libro. En el mismo se recoge los frutos de un interesante curso de verano, del que sólo habrían podido conocer sus contenidos quienes asistieron al mismo.

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Ficha bibliográfica

ESPEJO MARÍN, C. Pillet Capdepon, Félix y Plaza Tabasco, Julio. El espacio geográfico del Quijote en Castilla-La Mancha. Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol.XII, nº 728, 10 de junio de 2007. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-728.htm]. [ISSN 1138-9796].


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