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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XII, nº 739, 30 de julio de 2007 

EL CONTROL DE LAS MIGRACIONES INTERNACIONALES Y EL MEMORIAL DE INMIGRANTES EN SÂO PAULO, BRASIL

 

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Palabras clave: movimientos migratorios, control de poblaciones desplazadas, Hotel de Inmigrantes

Key words: migrations, control of displaced populations, Immigrant hostel


Los movimientos migratorios internacionales han adquirido en las últimas décadas unas dimensiones y características que no tienen precedentes. Tres rasgos diferenciales pueden destacarse: el volumen del movimiento internacional alcanza unas cifras sin parangón en el pasado, ya que casi 200 millones de personas están hoy fuera de sus países de origen; por otra parte, se trata de una migración cada vez menos controlada, que en parte se realiza de forma irregular, con el paso clandestino de las fronteras o siendo registrada como turistas; finalmente, se encuentra en relación cotidiana con sus lugares y sociedades de origen, constituyendo redes transnacionales que pueden tener fuerte movilidad.

Todo esto no ocurría en el pasado, cuando el movimiento migratorio internacional se hacía para periodos de tiempo más largo, que obligaban a una adaptación a las condiciones de las áreas receptoras, y cuando, además los gobiernos de los países que recibían la inmigración controlaban una parte esencial del flujo inmigratorio. El caso de la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo, convertido hoy en Memorial y Museo de la Inmigración, puede permitirnos reflexionar sobre todo ello.

Este artículo, suscitado por la segunda visita que hice a este centro a comienzos de junio de 2007, presenta las características de la inmigración al estado de Sâo Paulo, a través de la información conservada en dicho Museo y muestra algunos rasgos de dicha inmigración internacional. En las conclusiones abordamos la comparación de esos movimientos migratorios y los actuales.

El control de la inmigración en el siglo XIX

El movimiento migratorio adquirió en el siglo XIX y hasta 1930 unas dimensiones nuevas, sin precedentes hasta ese momento. Durante dicho siglo aparecieron en América naciones independientes que, de hecho, consolidaban las nuevas Europas que se habían ido constituyendo en ese continente a partir del siglo XVI. Al mismo tiempo también en Oceanía se configuraban nuevas Europas (Australia y Nueva Zelanda), que intentaban asimismo crearse en otros continentes a través de la colonización europea (como en Argelia y en África del Sur). Entre 1800 y 1930 el número de europeos que abandonaron este continente como emigrantes ascendió a unos 40 millones de personas[1].

Se trata de una emigración que, en general, estaba bastante controlada, sobre todo en lo que se refiere a los movimientos ultramarinos desde Europa a América o a Oceanía. La misma dificultad de las comunicaciones, y el hecho de que el transporte se realizara en barcos que salían y llegaban a puertos concretos facilitaban ese control. Además, para la salida y la entrada al país de destino se exigían con mucha frecuencia certificados de buena conducta, que debían mostrarse tanto al embarcar como al llegar al país. Los controles eran normales y aceptados tanto en los puertos de partida, como en los puertos de llegada.

Es una situación que se daba ya desde el siglo XVI en la migración que partía de España hacia las Indias y en las que se realizaron luego entre Inglaterra, Francia y otros países europeos hacia América. Las listas de pasajeros conservadas en el Archivo de Indias de Sevilla permiten conocer una parte esencial de los pobladores que colonizaron los distintos virreinatos americanos durante los tres siglos de la edad moderna, y que partieron esencialmente de Sevilla, hasta el siglo XVIII, y de Cádiz hasta 1776, cuando un decreto amplió a otros puertos españoles posibilidad de comerciar con América hispana[2]. De manera similar, se intentó controlar también, aunque no tan eficazmente por la multiplicidad de puertos de embarque, el movimiento hacia las otras áreas de poblamiento europeo en América.

A ello hemos de añadir el desplazamiento forzado de mano de obra esclava, que se prolongó hasta mediados del siglo XIX y que estuvo siempre muy controlado por los negreros, con la benevolencia o supervisión de los mismos gobiernos de las naciones coloniales.

Cuando los países americanos independientes quisieron aumentar la población de sus territorios con personas procedentes de Europa esos controles en el embarque fueron comunes durante todo el siglo XIX. También existieron en lo que se refiere a la llegada. Muchos países, empezando por Estados Unidos establecieron dichos controles, a través de los lugares de acceso. Las listas de pasajeros embarcados y desembarcados en los diferentes puertos han permitido realizar numerosas investigaciones a los estudiosos de estos fenómenos[3] y son utilizadas hoy abiertamente por los nacionales de esos países americanos para conocer datos fundamentales de su historia.

Una de las motivaciones para ese control a la llegada tiene que ver con el riesgo de epidemias, que se multiplicó durante el XIX. La prevención de epidemias había hecho que las potencias marítimas pusieran a punto desde el Renacimiento un sistema de lazaretos para confinar en un espacio concreto a pasajeros y mercancías con el fin de que pasaran en ellos un periodo antes de ser autorizados a desembarcar[4]. Ese fue sin duda el modelo que se aplicaría en el ochocientos para el control, clasificación e higienización de los inmigrantes. Sin duda este mismo sistema inspiró la cuarentena y clasificación de los pasajeros llegados a los nuevos países americanos independientes, a partir de algún momento del siglo XIX.

Los datos existentes sobre la inmigración a Estados Unidos indican que entre 1820 y 1914 entraron en ese país más de 30 millones de personas, Las cifras son muy superiores a las recibidas por cualquier otro país americano en el mismo periodo (5,6 millones en Canadá, 4,6 en Argentina y 3,3 en Brasil)[5]. El momento de máxima inmigración fue en todos los casos, el periodo 1880  hasta la primera guerra mundial;  las cifras entre 1881-1914 en los distintos países antes citados son las siguientes: 21,8 millones en Estados Unidos, 4,1 en Canadá, 4,2 en Argentina y 2,8 en Brasil.

Algunos países independientes de América iniciaron poco después de su independencia políticas poblacionistas. Territorios extensos y a veces muy poco poblados requerían trabajadores para su explotación. Las dificultades crecientes para la trata de esclavos durante el siglo XIX y el miedo los peligros que representaba tener una numerosa población negra, ampliamente conocidos por la situación de Haití, así como el menosprecio general de las oligarquías americanas hacia la población indígena, hicieron que se pensara ante todo en los colonos europeos para ampliar la población de los nuevos países. Frente a la población indígena, que a veces era abundante, se prefirieron, ante todo europeos, hombres adultos en plena capacidad para producir, a ser posible con conocimientos y experiencia laboral que mejorara el cultivo de las nuevas tierras, acompañados de sus familias para que se arraigaran en las áreas de acogida.

Las hospederías de inmigrantes en los países americanos

El intento de controlar y orientar todo ese flujo migratorio está en la base de la creación de las hospederías de inmigrantes. Ante todo, trataban de evitar los riesgos que la llegada masiva de personas creaba para la salud[6]. A ello se unió el control de la mendicidad, que preocupó también a los gobiernos de Europa y América, y el propósito de dirigir a los inmigrantes hacia las áreas que necesitaban mano de obra.

Los países que más inmigración recibieron fueron los que primeramente trataron de controlar el movimiento migratorio. En el caso de Estados Unidos la primera estación federal para el control de los inmigrantes fue el establecimiento creado en la Isla de Ellis, en Nueva York, abierto el 1 de enero de 1892 y operó hasta 1954. Por ella pasaron más de 12 millones de inmigrantes[7].

En América del Sur los grandes países receptores como Argentina, Chile y Brasil se encuentran entre los que más activa y tempranamente actuaron también en el mismo sentido.

Al igual que había hecho la corona española en sus proyectos de colonización del siglo XVIII, las naciones independientes americanas prefirieron, ante todo, alemanes y, luego, colonos procedentes de países nórdicos. Brasil inició bien pronto esa política de atracción, fundando en 1818 la población de Nueva Friburgo y poco después otras para inmigrantes germanos. También Chile adoptó esa política de atracción. Pero consolidada la independencia y asentado lo que Tulio Halperin Donghi ha llamado “el nuevo orden neocolonial”[8], la especialización de varias naciones sudamericanas en la provisión de alimentos y materias primas para los países que estaban realizando la Revolución industrial, hizo aumentar la demanda, que se extendió a otras nacionalidades europeas, y del Mediterráneo Oriental, Próximo Oriente y Asia. A partir de 1880 y hasta la crisis de 1930 se produjo un verdadero alud inmigratorio hacia algunos países, con variaciones que se relacionan con la coyuntura económica y política nacional e internacional[9].

En Argentina desde 1876 la Ley de Inmigración y Colonización reguló la llegada de inmigrantes extranjeros así como la atención que debía prestárseles, para evitar la mendicidad, atenderlos en sus primeras necesidades y orientarlos, o dirigirlos forzosamente hacia los lugares donde se necesitaba mano de obra. Se crearon los centros de acogida, designados como ‘albergues’, ‘asilos’ y ‘hoteles de inmigrantes’. Tenían derecho a cinco días de estancia gratuita, asistencia médica y conducción hacia otros lugares.

En Argentina el primer albergue para inmigrantes se instaló en Buenos Aires en la calle Corrientes, nº 8-10, con capacidad para 300 personas, que llegó a atender hasta el 20 por ciento de la inmigración contabilizada en Argentina entre 1857 y 1874, y que se cerró tras las epidemias de fiebre amarilla de 1871 y cólera morbo de 1873[10].

A partir de 1880 se construyeron otros alojamientos para inmigrantes y se previeron algunos que no llegaron a edificarse por la oposición popular. En 1888 se levantó la Rotonda de Retiro, de tres plantas, con luz, agua corriente y centro de información; llegó a recibir hasta 5.000 inmigrantes en un solo día, y durante 1908 acogió a un total de 129.304 inmigrantes. En 1911 se levantó una nueva instalación a orillas del Río de la Plata, con Hotel de Inmigrantes, desembarcadero, hospital y oficinas, con 15.000 plazas, y que funcionaría hasta 1953[11]. Entre 1910 y 1913 las estadísticas oficiales argentinas registran la llegada de 1.100.000 inmigrantes a Argentina.

También se instalaron en otros países. Por ejemplo, en Chile se creó la Hospedería de Vergara en Valparaíso, la Hospedería de Talca, y otras.

La inmigración brasileña en la época contemporánea

Entre 1820 y 1935 entraron en Brasil unos 4.600.00 inmigrantes de diversas procedencias: 1,5 millones de italianos, 1,4 de portugueses, 600.000 españoles, 215.000 alemanes, 105.000 austrohúngaros y 160.000 rusos, entre otros[12]. Una parte importante de esa inmigración (un 60 por ciento) llegó al estado de Sâo Paulo, atraída por el intenso desarrollo de las plantaciones de café y, más tarde, por el crecimiento de la capital del estado. Desde 1820 a 1961 entraron en el estado de Sâo Paulo un total de 2.910.496 inmigrantes extranjeros, y 2.665.969 nacionales, lo que da un total de 5.576.465 inmigrantes durante todo el periodo[13]. Aunque la inmigración extranjera se inició ya en la primera mitad del XIX, el periodo de máxima intensidad se dio a partir de 1880; desde 1886 a 1915 entraron en el estado paulista 2,8 millones de inmigrantes, con máximos en el primero y tercer decenios de este periodo[14].

Al igual que en otros países, para controlar y dirigir este flujo migratorio se pusieron a punto lugares para la recepción, registro y control de los pasajeros que llegaban en barco. En Brasil existieron instalaciones de este tipo en varias ciudades portuarias, como Rio de Janeiro, Rio Grande y algunas otras. Edificios diversos tuvieron la función de hospederías de inmigrantes, para las funciones ya señaladas y, además, para alojamiento de estos trabajadores que muchas veces estaban en tránsito hacia otros destinos y carecían de lugares donde residir temporalmente.

El puerto principal de entrada de los inmigrantes que se dirigían al estado de Sâo Paulo fue el de Santos, donde se habilitó como hospedería el Arsenal de Marina, que funcionó hasta 1860. El desembarque en el puerto de Santos se intensificó a partir de 1880 y a comienzos del nuevo siglo: entre 1908 y 1936, se registran en dicho puerto un total de 1.221.282 entradas (y 667.080 salidas) con 174.928 familias[15].

Una vez llegados a Santos los inmigrantes tomaban el tren que circulaba por la línea construida por la Sâo Paulo Railway Cº Ltd. Desde Santos hacia Sâo Paulo y Jundiaí. La construcción iniciada en 1860 fue difícil ya que para ascender al altiplano había que salvar el gran desnivel de la Serra do Mar, lo que se hizo con un sistema de cremallera. La  línea empezó a funcionar en 1867 y llegaba en Sâo Paulo a la estación del barrio de Luz.

Las cifras de inmigración se intensificaron con el aumento del cultivo del café y, luego, con el crecimiento económico de la capital paulista. Entre 1870 y 1939, las cifras de inmigrantes en el estado de Säo Paulo ascendieron en algunos años a más de 100.000 entradas; el año que más se recibieron fue 1895, con 139.998 entradas, seguido de 1913, con 116.640.

La primera hospedería creada por el gobierno fue la Hospederia de Santa Ana, que se instaló en 1878 y funcionó hasta 1880. Al año siguiente se creó la Hospederia del Bon Retiro, que tenía 230 camas, pero que podía alojar a un mayor número de personas, con colchones en el suelo. En 1885, durante el gobierno de Antonio de Queiroz Telles, barón de Parnaíba, se autorizó a construir una nueva hospedería de inmigrantes “en las proximidades de las líneas férreas del Norte e Inglesa”, iniciándose las obras del nuevo edificio en el barrio de Bras, que se puso en funcionamiento en 1887, antes incluso de ser inaugurado (en 1888). La administración de la Hospedería estuvo a cargo de la Sociedade Promotora da Imigraçâo, que representaba los intereses de los grandes propietarios de café paulistas[16]. En 1892 pasó a depender de la Secretaría de Agricultura, Comercio y Obras Públicas, y más concretamente (desde 1905) del Departamento de Tierras, Colonización e Inmigración. En 1968 pasó a depender de la Secretaría de Promoción Social.

La Hospedería de Inmigrantes del barrio de Bras constituyó un gran complejo que tuvo algunas ampliaciones o modificaciones posteriores, incluyendo la construcción de una fachada neoclásica en 1936. Hacia los años 1920 el complejo de la Hospedería, rodeado de una cerca y con acceso por una gran puerta incluía el edificio central con la administración y los dormitorios (figura  ), detrás del cual se situaba paralelamente otro con la cocina y comedor. Al final del recinto, separados de las anteriores instalaciones, se situaban en edificios diferentes y separados la enfermería, el hospital, el depósito de frutas y alimentos, y los sanitarios. En otros edificios separados situados en la parte delantera estaban el centro de inspección médica, la agencia postal, telegráfica y de cambio, y la Agencia Oficial de Colocación, que se encargaba de ofrecer contratos y distribuir a los inmigrantes hacia los lugares en los que se necesitaba mano de obra (figuras 1 a 6).

Figura 1
Maqueta del edificio de la Hospedería, conservada en el museo
;
en el lateral derecho (en primer término en la foto) la vía del tren y la estación de ferrocarril

.
Foto Horacio Capel

Figura 2
Fachada principal desde la puerta de acceso al recinto. En la inscripción situada sobre la puerta principal se lee:
"Autorisado e construido sob a Presidencia do Exmo Snr. Conde do Parnahybo 1886-1888"
 
Foto Horacio Capel

Figura 3
La entrada a la Hospedería y el patio delantero, vistos desde la fachada

Foto Horacio Capel

Figura 4
Fachada lateral de la Hospedería, frente a la cual se halla la estación del ferrocarril

Foto Horacio Capel

Figura 5
Corredor de la fachada con el busto del Conde Rodolfo Crespi (realizada en bronce y mármol, 1924)

Foto Horacio Capel

Figura 6
Interior de la Hospedería de Inmigrantes
 

Foto Horacio Capel


En un lateral de ese complejo estaba la estación de ferrocarril que facilitaba la llegada y salida de los inmigrantes (figuras 7 y 8). Una réplica de dicha estación puede verse todavía hoy con trenes de los años 1920 que permiten un recorrido turístico por los alrededores. En ella existe también un museo ferroviario, con interesantes informaciones.

Figura 7
Vista de conjunto de la estación de ferrocarril situada junto a la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo.
La original fue destruida en la década de 1950, pero ha sido reconstruida con fidelidad para mantener
su recuerdo, aunque el edificio original tenía una sola planta
 
Foto Horacio Capel.

Figura 8
Trenes de la década de 1920 mantienen el ambiente de la época de más intensa actividad de
la línea férrea y de la Hospedería, y permiten un recorrido que recrea ese momento

Foto Horacio Capel

Los inmigrantes podían permanecer en la Hospedería durante una semana de forma gratuita. Al principio había grandes salas como dormitorios colectivos, separando hombre y mujeres con niños. Hacia 1908 se crearon cubículos cerrados para mujeres y niños, frente a los cuales dormían los maridos. El complejo permitía alojar y atender durante una semana hasta tres mil personas, pero con frecuencia esa cifra era rebasada y pudo llegar a albergar hasta 8.000 personas al mismo tiempo[17].

Desde 1930 la Hospedaria de Imigrantes de Sâo Paulo atendió también el movimiento migratorio interno de Brasil. Un total de 1.970.966 trabajadores transitaron por ella entre 1935 y 1959, con cifras máximas de más de 100.000 personas anuales entre 1949 y 1953 y en 1958-59, en su mayor parte procedentes de otros estados de Brasil[18]. Eventualmente las instalaciones pudieron servir también de prisión, lugar de acogida de afectados por alguna catástrofe (por ejemplo, la enchente de 1929), de lugar para reclusión de alemanes y japoneses expulsados de las áreas litorales durante la Segunda Guerra Mundial y Escuela militar.

Desde el momento de su entrada en funcionamiento en 1887 hasta su clausura pasaron por la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo cerca de tres millones de personas[19]. Setenta nacionalidades están representadas en esa inmigración.

Las fotografías conservadas permiten tener una imagen viva de los inmigrantes que pasaron por la Hospedería. En ella, además de ser alojados, eran examinados médicamente, vacunados, y atendidos. Las fotografías muestran la vida de los inmigrantes y el cuidado de la atención que se les dispensaba. Pero la repetición de algunas personas en las distintas fotografías y la disposición de los que aparecen en ellas parece indicar que se trata de sesiones realizadas para propaganda  (figuras 9-17)

Figura 9
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes de la entrada principal.
La sala está presidida por el busto del conde de Parnaiba

Foto Horacio Capel

Figura 10
Inmigrantes alojados en la Hospedería y fotografiados ante la fachada principal, después de 1936

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 11
Inmigrantes llegando a la Hospedería, con sus pertenencias personales
l
Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

 Figura 12
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes
de la entrada principal. La comida

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 13
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes
de la entrada principal. Atención médica

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 14
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en
las paredes de la entrada principal. La higiene familiar

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 15
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes
de la entrada principal. Madres e hijas en el dormitorio


Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 16
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes
de la entrada principal. Salas colectivas de dormitorio para hombres, con literas

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

Figura 17
Fotografías conservadas en la Hospederia y expuestas en las paredes de la entrada principal.
Vista general de los alojados en un momento dado

Foto Horacio Capel a partir de la documentación original expuesta en la Hospedería

El Museo de la Inmigración

Desde 1982 la antigua Hospedería fue preservada como bien patrimonial y en 1986 se creó en ella el Centro Històrico del Inmigrante,y en 1992 el Museo da Imigraçâo, dependiente de la Secretaría de Cultura. En 1998 finalmente se creó el Memorial do Imigrante. La directora del Memorial Ana María Costa Leitâo Vieira , y el resto del personal que trabaja en la institución, ha realizado una valiosa labor para mantener la documentación, ampliarla y hacerla disponible a través de sistemas digitales.

El conjunto existente en la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo es de gran interés para la historia social.  El centro ha podido reunir un amplio conjunto documental que comprende el fondo propio de la Hospedería de inmigrantes, con documentos sobre política brasileña de mano de obra, política de tierras y colonización, listas de pasajeros llegados a los puertos, registro de inmigrantes alojados y atendidos en la Hospedería de Bom Retiro y en la Hospedería de Bras, registro de extranjeros, certificados de cualificación profesional, pasaportes, cartas de llamada y otros documentos, libros y revistas. A ello se une un conjunto documental de archivos de la memoria oral, videos temáticos, fotografías, mapas y planos, así como una serie de máquinas, instrumentos, muebles, utensilios que muestran la cultura material del mundo de la inmigración en Brasil[20].

Figura 18
Instalaciones de la enfermería, conservadas en el Museo

Foto Horacio Capel

En la sección del Museo de la Hospedería dedicada a “El inmigrante y sus oficios” se recuerda que tras la abolición de la esclavitud en 1889 el trabajo del café requirió trabajadores libres y atrajo fuertes cifras de europeos. La crisis de fines del siglo XIX hizo que muchos se instalaran en Sâo Paulo, donde se dedicaron a actividades muy variadas, y donde introdujeron destrezas e innovaciones que contribuyeron al desarrollo de la industria (de la confección, maquinaria, madera..) y de los servicios (figuras 19-21).

Figura 19
Sección del Museo de la Hospedería dedicada a El inmigrante y sus oficios.
Utensilios para el trabajo de la madera

Foto Horacio Capel

Figura 20
Sección del Museo de la Hospedería dedicada a El inmigrante y sus oficios. Imprenta

Foto Horacio Capel

Figura 21
Sección del Museo de la Hospedería dedicada a “El inmigrante y sus oficios”.
Trabajo de confección y, al fondo, la barbería

Foto Horacio Capel

La información reunida en los libros de registro se ha pasado a una base digital que está accesible a los visitantes. La hospedería se ha convertido también en un centro de documentación para la población brasileña de origen extranjera.

Los ordenadores disponibles libremente permiten acceder a las bases de datos existentes. Una pantalla muestra los países de origen de los inmigrantes, y a partir de ella se puede acceder a listas nominales y por años de llegada. La consulta es intensa. Familias enteras acuden a visitar el museo y a consultar las bases documentales (figuras 22 y 23)

Figura 22
Pantalla de ordenador con la indicación de las nacionalidades
a las que se tiene acceso en la base de datos nominal de inmigrantes

Foto Horacio Capel

Figura 23
Familias consultando las bases de datos personales de la Hospedería de Inmigrantes,
un día de la primera semana de junio de 2007

Foto Horacio Capel

El archivo de la memoria reúne testimonios orales que tienen un gran valor para conocer las condiciones en que se realizó la inmigración, las impresiones que tuvieron los inmigrantes al llegar a América, las dificultades de la adaptación etc. Algunos de eso testimonios presentados públicamente en el Museo son muy significativos.

Las imágenes previas que se tenían de Brasil podían ser muy negativas, y las impresiones recibidas unas veces lo confirmaban y otras las desmentían. Un polaco que llegó en 1927 alude a la impresión que le causó ver a un negro por primera vez en su vida, y lo que pensó: “debe de ser una tierra muy caliente para estar tan quemado por el sol”. Una holandesa (llegada en 1930) recuerda que antes de partir hacia Brasil se decía que era un país muy salvaje, y que había serpientes en las calles, aunque luego no vio ninguna. Un austriaco (llegado en 1920) afirma que muchos pensaban que no encontrarían nada en Brasil y que cargaban en el equipaje escopetas y libros, por ejemplo sobre como criar gallinas o vacas. Una rumana (llegada en 1921) rememora los guetos judíos que había en las ciudades europeas y el deseo intenso de ir a un país donde no existiera el riesgo de progroms y donde hubiera sol.

Al mismo tiempo, con la documentación almacenada en el Centro, se pueden dar certificados de llegada, que pueden ser útiles para reclamaciones en los países de origen.

 Cara y cruz de las hospederías de inmigrantes

Para evitar los controles de entrada a los puertos, las compañías navieras desembarcaban a veces a los pasajeros en otros puertos distintos a los de destino. Por ejemplo, los que se dirigían a Buenos Aires podían ser desembarcados en Montevideo. En ocasiones algunos pasajeros podían desembarcar de forma equivocada, con consecuencias para todo el resto de su vida. He tenido personalmente el testimonio de un geógrafo brasileño sobre una familia de emigrantes alemanes que se dirigían a un puerto sudamericano sabiendo el número de la escala que representaba, pero que debido a una escala no prevista, desembarcaron en el puerto anterior al de su destino y se quedaron allí.

La publicidad que se difundió en los países europeos para orientar el flujo migratorio hacia los países americanos que requerían inmigrantes fue muy amplia. La competencia de las navieras para embarcar pasajeros era grande, pero las condiciones del viaje frecuentemente no eran buenas para los pasajeros de la clase inferior[21]. Aunque existieron las llamadas “migraciones golondrina”, de trabajadores agrícolas que aprovechaban las estaciones diferentes en el hemisferio norte y sur, la mayor parte de los emigrantes emprendían el para una larga duración. Con mucha frecuencia la separación era para siempre. El testimonio de un inmigrante sirio, expuesto en el Museo, es terrible, y expresa un sentimiento muy común de los que partían para tierras lejanas.

“Mi madre vio a su madre llorando. ‘De aquí a un año, o un año y medio, estaré de vuelta’, le decía. Entonces mi abuelo, que era muy comprensivo y tenía una visión muy amplia, dijo: ‘Hija mía, esto es una despedida eterna. No te veré más, ni tampoco me verás a mi. Nos estamos separando para siempre. Yo moriré aquí y tu morirás allí’. Y partimos”

Las condiciones del viaje podían ser muy duras incluso en los años 1930. El testimonio de una japonesa llegada a Brasil en 1934, y conservado en la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo, alude a la travesía marítima en la que se acabó el agua potable, lo que les obligó a lavarse con agua del mar, al brote de sarampión y al recuerdo de los niños muertos y echados al mar de noche, casi a escondidas y sin ceremonia.

Los abusos que se cometían en los lugares de llegada dieron lugar también desde comienzos del siglo XX a la creación de asociaciones internacionales para la protección legal de los inmigrantes. Puede citarse en ese sentido la Sociedad Española de la Asociación Internacional para la Protección Legal de los Trabajadores que realizó publicaciones destinadas a informar a los emigrantes[22].

En los lugares de llegada las hospederías de inmigrantes tenían rigurosos reglamentos de régimen interior. Aunque la propaganda oficial de cada país valoraba las construcciones como muestra de la actitud filantrópica de los gobiernos, la realidad percibida por los inmigrantes era a veces muy diferente. Debido a su saturación podían ser considerados inmundos, como especie de pocilgas indignas para las personas. Baste en este sentido con el testimonio de un periodista de Logroño sobre el albergue de La Rotonda de Buenos Aires, al que nos hemos referido antes, publicado en el periódico La Rioja de Logroño en 1909:

“Aquí está el hotel. ¡Sarcasmo de los hombres! ¿por qué habíamos de darle tan presuntuoso nombre a lo que es tan mísero y desgraciado? Llamar hotel a esta pocilga es un ultraje o una broma cruel. Esto es un caserón hediondo, una barraca somera y no un hotel.  Situado en un desmonte, junto a las estaciones del ferrocarril de Retiro, este hotel de inmigrantes tiene un prodigioso parecido con las plazas de toros de España; hasta los edificios o barracones adyacentes contribuyen a la semejanza, pues hacen las veces de chiqueros.. Un olor pestilente nos saldrá al encuentro; olor a rebaño, olor a multitud, olor a miseria de personas juntas. ¿qué mal huele la humanidad cuando se apelotona! … Terrible padecimiento de la mirada; aquí tenemos un patio circular; grandes puertas dejan ver el interior de las zahúrdas; y en cada zahúrda hay un montón de literas acopladas y superpuestas, como en los trasatlánticos. La misma escena de los trasatlánticos se reproduce en tierra firme. El mismo olor pestilente y sudoroso, el mismo hacinamiento, idéntico aspecto de hospital o de cuartel. Ropas sucias tendidas en desorden, mujeres tumbadas como fardos, hombres que fuman en silencio, un viejo que mordisquea un pan, un niño que juega, otro que chilla. Mezcolanza de naciones y lenguas, gentes abrumadas por la incertidumbre del mañana, disciplina cuartelera a la hora del rancho, salida hacia el interior de la república en cuadrillas, desbandada posterior y cada uno podrá hacer su vida: el hotel de inmigrantes”[23]

Otros testimonios reflejan también valoraciones diferentes realizadas por los inmigrantes temporalmente acogidos a esas instalaciones. Así en lo que se refiere a la Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo los relatos de historia oral recogidos y otros documentos muestran el sentimiento de enclaustramiento que tenían mujeres y niños y  la terrible situación que a veces se vivían, con gran congestión, grupos que “eran descargados como si fueran ganado”. Junto a ellos podemos encontrar asimismo otros testimonios que destacan la atención médica, el cuidado y el hecho de que algunos inmigrantes llegados de áreas rurales de Brasil conocían por primera vez en esas hospederías la ducha y otros servicios higiénicos[24].

 La migración internacional ayer y hoy

Hemos dicho que las cifras de movimiento migratorio internacional alcanzaron en el siglo  XIX y durante el primer tercio del siglo XX niveles que no tenían precedentes hasta entonces, y que entre 1800 y 1930 unos 40 millones de europeos abandonaron el continente. Pero las migraciones internacionales han adquirido en las últimas décadas un volumen que supera todo lo que sucedió en el pasado. Si la proporción de esos migrantes respecto a la población total es aproximadamente similar a la que existía a principios del siglo XX (un 3 % aproximadamente), las cifras totales no tienen comparación: en estos momentos, según los estudios de las Naciones Unidas, de los que se ha hecho portavoz su secretario general, unos 191 millones de migrantes internacionales han abandonado recientemente sus países de origen[25].  Las consecuencias pueden ser bastante  diferentes para los países de acogida.  Tanto más cuanto que en estos momentos las nuevas tecnologías permiten a los inmigrantes estar en contacto permanente con sus países y se crean redes transnacionales efectivas.

El aumento de la migración incontrolada es en ese contexto un hecho digno de considerar. Frente a las regulaciones que existieron en el siglo XIX y comienzos del XX, y que afectaron a una buena parte del movimiento migratorio internacional, una parte de esa migración internacional se realiza hoy de forma irregular. Sin duda, como se ha repetido en el Forum Mundial sobre la Migración y el Desarrollo, que se ha celebrado durante el mes de julio pasado en Bruselas, la migración es un derecho humano que ha de ser reconocido, y que tiene efectos positivos económicos para los países más pobres: no solo puede disminuir la presión laboral en ellos sino que -al igual que ocurrió en el pasado en otros países emigrantes, entre los cuales España- las remesas de divisas pueden ser un capital importante para promover el desarrollo: en 2006 los emigrantes mandaron a sus países de origen 264.000 millones de dólares, el triple de toda la asistencia internacional combinada[26].

Pero la rapidez con que se realiza es movimiento, el volumen de población a la que afecta y las relaciones transnacionales que se mantienen con los lugares de origen suponen retos muy importantes y totalmente nuevos para los países receptores. Sin duda, la llegada de inmigrantes es un factor de dinamismo económico y cultural, como muestran los ejemplos del impacto de la inmigración a América. El Museo y Archivo de la antigua Hospedería de Inmigrantes de Sâo Paulo y gran cantidad de estudios existentes permite tener una clara conciencia de ello[27]. Pero no se trata de un proceso que esté ausente de conflictos. El rápido crecimiento de las tasas anuales de inmigrantes extranjeros en algunos países, la concentración de esa población en áreas concretas, y el descontrol existente en relación con esa población inmigrante puede dar lugar a problemas graves en el futuro.

Notas

[1] Reinhard y Armengaud 1961, p.295.

[2]El total de las licencias de pasajeros a América concedidas durante todo el periodo virreinal (siglos XVI a comienzos del XIX) no debe exceder las 150.000, Vicens Vives (Dir) 1957, ed. 1972, vol. III, p. 442.

[3] Por ejemplo, en lo que se refiere a los embarques en el puerto de Barcelona hacia América, por Yañez Gallardo 1996.

[4] Véase Capel 2005, cap. 8 y, sobre todo, la Tesis doctoral de Quim Bonastra (2006) y otros trabajos de este autor han mostrado de forma convincente la importancia de la política de prevención de epidemias y la organización, en el Mediterráneo y en todo el mundo, de un sistema de cuarentena, con el confinamiento en un espacio concreto de pasajeros y mercancías para la vigilancia y clasificación.

[5] Paiva 2004, p. 18.

[6] Sobre epidemias de fiebre amarilla y cólera en los países americanos durante el XIX Sánchez Albornoz 1973, p.197 ss.

[7] Pueden consultarse diversos sitios web con información sobre ese establecimiento norteamericano: www.nps.vo./ellis y http://www.ellisilandrecords.org/ El establecimiento se convirtió en Museo desde el 10 de septiembre de 1990, y conserva datos de inmigrantes, pasajeros, y tripulaciones. Incluye el American Family Immigrant History Center, con datos de más de 22 millones de inmigrantes. La web existente indica que el 40 por ciento de la población norteamericana puede buscar sus antepasados a través de la información de esta isla.

[8] Halperin Donghi

[9] Sánchez Albornoz 1973, cap. 5 (“Gobernar es poblar”).

[10] Todos los datos de Gurría García y Lázaro Ruiz, 2002, cap. 6.

[11] Datos de Swirdeski y Farjat 1999, citados por Gurría García y Lázaro Ruiz 2002, p. 115. En 1985 se creó en Buenos Aires el Museo Nacional de la Inmigración, en el edificio del Hotel de
los inmigrantes (construido en 1906, con su propio desembarcadero); posee archivo histórico, biblioteca especializada y una colección excelente de fotos, algunas de las cuales están disponibles en internet, en esta dirección www.mininterior.gov.ar/migraciones/museo/museo_el_hotel.htm

[12] Reinhard y Armengaud 1961, p. 332-335. Las cifras del periodo 1820 1914 asciende a 3,354.829 (de los cuales 2.897.645 entre 1881 y 1914), según Paiva 2004, p. 18.

[13] Paiva 2004, cuadro 3, p. 54.

[14] Paiva 2004, cuadro 2, p. 16.

[15] www.memorialdoimigrante.sp.gov.br/

[16] Todos los datos referentes a la historia de la Hospedería proceden de Paiva 2004.

[17] Paiva 2004, p. 15.

[18] Paiva 2004, cuadro 1, p. 52.

[19] Según el folleto Get to know a little more about the Memorial do Imigrante, “entre 1882 y 1978 pasaron por la Hospedería aproximadanete 2,5 millones de personas, que representan a más de 70 nacionalidades”.

[20] Inventario de todo ello en Paiva 2000.

[21] Sobre la competencia de las navieras para embarcar pasajeros, la propaganda y las condiciones del viaje trasatlántico véase Gurría García y Lázaro Ruiz 2002, p. 88 y ss

[22] Noticias útiles para el emigrante a la República Argentina, editada en Madrid en 1908 por. Dicha publicación incluye el Reglamento de Desembarco de 1882 y la Ley de Residencia de 1902, con mención de los documentos necesarios para salir de España, sedes de las representaciones consulares españolas, centros y sociedades españolas de socorros mutuos en Buenos Aires y otras ciudades.

[23] La Rioja, Logroño ¿, año XXI, nº 6512, 30 de diciembre 1909, p. 2; cit. por Guría García y Lázaro Ruiz 2002, p. 115-116.

[24] Testimonios en Paiva 2004, y en otros trabajos de esta autora.

[25] Ki-Moon 2007.

[26] Ki-Moon 2007.

[27] Véase Capel 1997, 2000 y 2002.

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© Horacio Capel, 2007
© Biblio3W, 2007

Ficha bibliográfica:

CAPEL, H. El control de las migraciones internacionales y el Memorial de Inmigrantes en São Paulo, Brasil. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. XII, nº 739, 30 de julio de 2007. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-739.htm>


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