Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. 
Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XII, nº 742, 15 de agosto de 2007


LA ARTESANÍA CREATIVA EN ESPAÑA:
UNA VUELTA DEL ARTE A LA MATERIA

Manuel Blas García Ávila
Artista plástico y artesano
manuelblas@yahoo.es


La artesanía creativa en España: Una vuelta del arte a la materia (Resumen)

A partir de un planteamiento formal y estético, se hace una distinción entre arte, artesanía tradicional y artesanía creativa, considerando a esta última como una forma contemporánea de expresión artística, contando con la aportación conceptual de artesanos encuestados. Se plantea también la validez de la materia como soporte para la creatividad, y la utilidad como un valor añadido característico. Se expone la indivisibilidad del trabajo de creación artesanal, defendiendo la integridad del proceso de elaboración, como modo de integridad del individuo.

Palabras-clave: arte, artesanía, materia, contemporánea.


Creative craftwork in Spain: Art goes back to matter (Abstract)

From a formal and aesthetic approach, a distinction between art, traditional crafts and creative crafts is made, considering the latter as a contemporary form of artistic expression and counting on the conceptual contribution of surveyed artisans. The validity of matter as a medium for creativity is also posed, as well as usefulness as a characteristic added value. The indivisibility of the work of artisan creativity is expounded, defending the integrity of the process of elaboration as a way of integrity of the individual.

Key words: art, crafts, matter, contemporary



“Deseo que mi obra surja de la materia”
Emil Nolde

Sobre el arte y la artesanía                

Seria estéril pretender dar una definición de arte clásico o contemporáneo, para contrastarla  con  otra que daríamos sobre  artesanía tradicional o creativa, así, apriorísticamente y acabar en dos líneas. Simplificar de esta manera no conduce a nada, porque muchas veces – por ser una actividad viva – sus “componentes” se truecan, cambian de lugar y de valor, dependiendo tanto de características propias como exógenas. Quizá primero sea más provechoso verlas por separado, considerando sus particularidades e intentando hacerlo con objetividad.

Vamos a entrar en el arte – considerando solo una parte de éste, las artes plásticas o visuales – de la mano de Ortega y Gasset, con su espléndido trabajo sobre la filosofía del arte titulado: La deshumanización del Arte y otros ensayos de estética. Él no protesta por lo que a primera vista podríamos pensar como la maldad de la deshumanización artística, sino que al contrario aboga por ella, por considerar que la “carga humana” desvirtúa el conocimiento y la expresividad plástica, que son la verdad en el arte.

Naturalmente el filósofo no reclama un arte “inhumano” en la acepción habitual del término; lo que pretende comunicarnos es que la expresión artística debe ser limpia de elementos efectistas, superfluos y ajenos a ella, como la sensiblería, lo abigarrado y lo tópico, tan característicos de los movimientos románticos. Ortega escribe este ensayo en 1924-1925, consciente de que sería polémico y más aun en esa época y en España, donde no había muchos expertos conocedores de la materia.

Para entrar en este tan trillado, pero poco aclarado, asunto de la dilucidación sobre semejanzas y diferencias entre la artesanía y el arte, es saludable remitirse al pensamiento de nuestros viejos sabios de la antigua  Grecia, cuna de racionalidad, desde donde Aristóteles  hace una observación de una claridad sorprendente, que nos puede ayudar hoy a ser certeros en nuestro planteamiento, cuando dice: “Las cosas diferentes se diferencian en lo que se asemejan, es decir, en algo que es común a ambas. Porque todos los cuerpos tienen color, advertimos que los unos tienen color diferente de los otros”[1]. Es imprescindible que entre el arte y la artesanía existan elementos comunes – como, de hecho, así es - para discernir lo que de diferente y de semejante existe entre ambos.

Ortega nos explica que la obra de arte no es algo real, como un paisaje bucólico, con sus flores, sus montes o sus nubes grandiosas, sino que, por ser artificio, cualquier obra de arte antigua o moderna es una irrealidad cuando nos dice: “El pintor tradicional que hace un retrato, pretende haberse apoderado de la realidad de la persona cuando, en verdad y a lo sumo, ha dejado en el lienzo una esquemática selección caprichosamente decidida por su mente, de la infinitud que integra la persona real. ¿Qué tal si, en lugar de querer pintar a ésta, el pintor se resolviese a pintar su idea, su esquema de la persona? Entonces el cuadro sería la verdad misma y no sobrevendría el fracaso inevitable. El cuadro, renunciando a emular la realidad, se convertiría en lo que auténticamente es: un cuadro – una irrealidad[2].

El artista, por el solo hecho de considerarse como tal, ha de saber que goza - en una situación sociopolítica normal, para entendernos, trabajando en una democracia burguesa convencional, como la nuestra - de una libertad completa para expresarse. Fundamentalmente, un artista entiende por libertad de expresión  aquella que le permite hacer un planteamiento verdadero. Si es el caso de un pintor, haciendo un trabajo plástico, con características analíticas o imaginativas o automáticas, pero plásticas, en la concepción y la realización de su obra.

Formalmente una relación con ella “verdadera” (según esta acertada teoría de Ortega y Gasset), es la que no hace concesiones a la realidad. Su trabajo creativo, comenzará con la captación de imágenes provenientes del exterior natural, o de su interior mental. Transformándolas con imaginación, expresividad, y conocimiento, abstrayéndolas de la realidad.

La abstracción es ineludible, está implícita en la realización artística, del género que sea: existe tanto en la novela, como en la música, como en las artes espaciales, o visuales o plásticas, como se quieran denominar. Y tanto en el arte “abstracto”, como en el figurativo, porque la abstracción, que es el lugar donde vive el concepto, existe igual en la obra decididamente figurativa o realista de   Antonio López García, de una forma sutil, pero latente, como en la del expresionista abstracto norteamericano Jackson Pollock de una forma brutal.

Esta abstracción es lo que las irrealiza. Aplicando una técnica apropiada, el creador plasmará estas imágenes irreales en el soporte, adecuado, que obviamente y dependiendo de las características de su actividad, será de piedra, barro, lienzo, papel etc. El artista tiene que poner en práctica toda su habilidad, cuidar de que su obra sea coherente, con proporciones justas y armónicas, porque el resultado final es producto de su mente consciente.

Por esta característica de intencionalidad consciente, en el ambiente artístico cotidiano y distendido - para desmitificar esta actividad y descargarla de ese encantamiento de musas y demás literatura superficial, que en nada ayuda a la comprensión del laborioso trabajo creativo -, se suele decir con mucha ironía que el resultado es producto de un noventa por ciento de “transpiración” y un diez por ciento de inspiración. Hasta aquí hablamos del arte, de lo que le es propio y de la característica que nos importa en su realización, que en definitiva es el modo.

Haciendo un breve repaso histórico, y  como comenté en un artículo anterior, el modo como el artesano y el artista realizaban su obra, hasta que irrumpe el Renacimiento italiano era unívoco, ambos eran una misma persona[3]. El artista en este tiempo del Renacimiento, concibe que hay leyes que gobiernan la belleza, es una persona culta, por ejemplo Leonardo da Vinci posee una gran biblioteca. Los talleres tomaron una importancia inusitada y se producía entre ellos una gran rivalidad. Pero lo más importante fue la aportación que hizo el humanismo al arte: reconocer la cualidad creadora del individuo.

En esta situación de esplendor, se produce la escala de las categorías, la verticalización  profesional: el maestro, el artesano, el aprendiz. El artesano concretamente, quedó relegado a un segundo plano, hacía un trabajo “artístico” pero de apoyo; muy meritorio, fundamental para la realización técnica de los acabados preciosos y virtuosísimos en esta época, también en la barroca y en las corrientes artísticas sucesivas hasta el Modernismo, pero en definitiva un trabajo subalterno.

La suya, ha sido una actitud profesional  diferente a la del artista, él nunca firmaba su trabajo, ni era autónomo en su concepción - salvo aquellos “menores” que le encargaban directamente la iglesia o la aristocracia - este artesano por circunstancias personales de diversa índole, estuvo abocado a realizar una obra menos trascendente. La principal característica de la creación el modo, le venía dada, impuesta, él solo sabía que había de esmerarse, hacerlo maravilloso. Pero solo eso.             

Hasta la irrupción de la industria, con su producción impersonal y masiva, el artesanado elaboraba   también todos los bienes de uso común para el resto de la población, en una versión que conocemos como artesano tradicional. No está en nuestro cometido presente hablar de cómo en la actualidad, en muchos países subdesarrollados de todo el globo, pero principalmente del Sudeste Asiático - lo vemos si viajamos o en numerosos reportajes - sigue habiendo multitud de talleres, donde también multitud de personas pobres trabajan manualmente confeccionando productos artesanales, en condiciones penosas. Esta deplorable situación es aprovechada frecuentemente por empresas occidentales para beneficiarse de los bajos salarios que perciben dichos artesanos que trabajan por cuenta ajena.

El artesano tradicional, que trabaja hoy en un país desarrollado, es testimonial e independiente, un personaje atractivo, pintoresco, con un posicionamiento en la vida y en el trabajo que le convierten – paradójicamente -  en una referencia, al no aceptar en su modo de producción la división del trabajo, característica alienante, habitual en los modos de producción capitalistas. Su actividad la realiza generalmente solo, en pequeños talleres, o en familia. El artesano tradicional no es “humanista”, es humano, y no se plantea arreglar el mundo, él respeta el ecosistema. 

Hablamos de nuevo del modo, que anteriormente lo consideramos definitorio del arte, porque lo que trasciende en cualquier actividad humana no es que haces sino “como” lo haces.

 Sin pretender etiquetar el trabajo, o peor aun a las personas, con planteamientos rígidos, porque hay artesanos tradicionales mucho mas creativos que otros “que van de geniales”, tenemos que entender que, genéricamente, el artesano tradicional tanto histórica como actualmente, por utilizar solo la memoria en la captación y en la realización de las cosas, renuncia de hecho a la voluntad de estilo, y sigue dócilmente la forma establecida. Su obra es un producto real muy apegado a la tradición, que acepta sus cánones - los cánones tradicionales - y actúa miméticamente, aunque humanice su trabajo con el calor de sus manos.

 Así, considerando la creación artística como tesis, encontramos el producto que hoy hace en cualquier entorno el artesano tradicional en las antípodas de ésta, por lo que, si las comparamos, situaríamos a la artesanía tradicional como su antítesis. De la misma manera que las artesanías perdieron su función en la vorágine industrial, así se puede comprender la crítica situación que atraviesan las artes plásticas en el nuevo milenio. Como ha escrito Gillo Dorfles:

"La nuestra es una época rica de impulsos artísticos (o, mejor dicho, “creativos”), no menos que las que la precedieron. El hecho de que estos impulsos no siempre estén coordinados, y no se hallen regulados por un principio unitario no debe sorprender: nuestra sociedad está condicionada por una situación totalmente particular, debida, por un lado, al advenimiento de la máquina y a la situación consumística que desciende de ella. Añádese a ello la presencia, en nuestra época, más que en cualquier precedente civilización, de la comercialización de algunos valores, que actúa a veces de manera positiva, pero la mayoría de las veces de una manera totalmente negativa, dando fuerza y vigor a experimentos epidérmicos y veleidosos y no permitiendo un desarrollo autónomo de experiencias vitales, desvinculadas del elemento económico y comercial”[4]

El artista visual, nombre por el que también es conocido el artista plástico actual, ya que su plástica característica está, salvo excepciones honrosas, “desaparecida en combate” primero, a partir de la pérdida de sus funciones sociales como la representación y segundo, por sus planteamientos puristas, como los que pregona Mathieu cuando dice: “La introducción de la rapidez en la estética occidental, me parece un fenómeno de capital importancia. Naturalmente se deriva del hecho de que la pintura se libera siempre de las referencias: referencias a la naturaleza, a los cánones de la belleza, a un esbozo preliminar. La rapidez significa, por consiguiente, abandono definitivo de los métodos artesanos de la pintura a favor de métodos de creación pura”[5]. De esta manera, al confundir servilismo, con función o utilidad, el artista se está sumergiendo en las profundidades abismales del concepto.

Gabriela Mistral entiende que:

“La máquina ha substituido el pulmón del hombre, no su mente, ni siquiera su dedo, a veces. El hombre dicta a la máquina los modelos; la máquina le ha reemplazado los tendones y el sudor sin arrebatarle ni una de sus prerrogativas para dar gusto a su pasión de forma o de color. Sería infame un trabajo en el que la voluntad de crear no pudiera ejercerse nunca y sería estúpida la delegación del hombre completo en la usina”[6].

Esta poética defensa de los oficios artísticos, nos lleva a las dos vertientes, o a las dos orillas por las que se encauza la corriente creadora actual. De un lado la postura del funcionalismo, de la mano de la Bauhaus fundada e idealizada por Walter Gropius  en 1919 en Weimar. En esta “Academia del Arte”, nombre con el que fue conocida popularmente, actuaron entre otros Klee, Kandinsky, Moli-Nagy y más tarde Mies van der Rohe y otros artistas plásticos procedentes de la “vanguardia rusa”. Como Malevitch, proclamaban que no hay ninguna diferencia esencial entre el artista y el artesano”[7]. Pintores y arquitectos básicamente, se pusieron al servicio de la utilidad y  de la función social del arte impartiendo, como profesores, el conocimiento de los materiales y sus técnicas de manipulación. Esta es una  magnífica opción al servicio del diseño en un sentido amplio y completamente vigente en la actualidad.

De otro lado tenemos la postura de los artistas románticos, individualistas, con su expresividad y su verdad, ejerciendo sobre una realidad tradicional, junto a los artesanos creativos, (figura 1) configurando lo que actualmente entendemos como una nueva alternativa. Un compañero de los más creadores que conozco en la escultura artesanal, de forma divertida y exagerando la situación, nos comentaba que “a estas alturas de la película solo quedamos vivos IKEA y nosotros”.


Figura 1
Cocinero

Realizado por “Taller Jaleo”. Colección y foto de Manuel-Blas García.

El planteamiento formal de la artesanía creativa se hace claramente desde las ideas a la realidad (la materia, el objeto o la memoria de este). Se suele decir que una persona está en la realidad porque “tiene los pies en el suelo”, el artesano tiene las manos en el suelo, toca la materia, tiene, no una noción, sino un conocimiento físico, olido, palpado, ama el medio natural, para el la materia es un soporte natural, y a él incorpora su imaginación. “Este proceso en la realización de la obra, antónimo al del pintor, está permitiendo al artesano desarrollar sus ideas desde la materia, sin cuestionar ésta, pensando que es un vehículo y no un lastre para la creación plástica”[8].

¿Porqué decimos que este proceso es antónimo, o sea contrario al del artista contemporáneo? Se trata de que el artista utiliza un método opuesto al del artesano. Haciendo un planteamiento de principio, realizamos un análisis del modo de trabajar de un artista, llegando a la conclusión de que éste, primero capta la realidad y la somete a su concepto, con lo que produciría la irrealidad de que nos habla Ortega y Gasset. Pero el arte actualmente, buscando la pureza total, esta convirtiéndose en un fundamentalista de las ideas, de lo conceptual y está desestimando la materia, llegando incluso prescindir de ella, como de hecho está ocurriendo.

El artesano creativo capta las ideas y las somete a la realidad, somete sus conceptos plásticos a la materia, transformándola, manipulándola y especulando sobre ella, con lo que resulta una idealización, o lo que tendríamos que llamar una “idealidad” (término que reclamaremos como invento nuestro). Como el artesano somete sus ideas a la materia, está dándole prioridad a esta, convirtiéndola en algo fundamental e imprescindible en su creación (figura 2).

Por esto, el artesano creativo tiene en su trabajo una finalidad útil, y esta utilidad no delimita su libertad creativa. Pero no estamos solos en esta utilidad social del arte; por ejemplo, la arquitectura, con su fundamental aportación creativa a través de la historia y en la actualidad, no se concibe fuera de su utilidad. “Cuando la obra de arte también es, como en la arquitectura, una obra destinada a un fin utilitario, la forma del arte se verá afectada por su función; no obstante, el fin funcional no delimita la libertad creadora del artista” ha escrito Herbert Read [9]. Al fin, el artesano como el arquitecto, desarrollan su creatividad con una vertiente funcional y otra artística en una simbiosis de la que resultará un producto más cercano y fácil de valorar porque las ideas estéticas están incorporadas al producto, integradas en él y en ningún caso ellas – las ideas – son el producto.

Pensemos que la obra de un artesano creativo, por su concepción o su realización, o por ambas cualidades, es  - como, de hecho, así ocurre en infinidad de ocasiones – una obra de arte en el sentido más estricto. Y también puede naturalmente ocurrir lo opuesto, encontrar alguna realización artesanal con muchas “pretensiones” artísticas y ser algo de un gusto dudoso, para decirlo educadamente, lo que negaría objetivamente su condición de artesano y más aun, la de creativo. Pero esto es tan frecuente en todas las actividades creadoras, que solemos decir: Están los artistas y los que van de artistas, los que se ponen la etiqueta y los verdaderos.

Algunos artesanos – o artesanas, siempre me refiero a ambos – del núcleo de los más creadores, al verse rodeados, en ocasiones, por compañeros con una producción de peor gusto o de peor acierto, o con menor preocupación estética, manifiestan de una forma clara o solapada, su incomodidad dentro del colectivo. Por lo general el artesano cuando está satisfecho con su trabajo, se siente orgulloso, y tolera la supuesta mediocridad de un semejante, sabe que cada cual tiene sus limitaciones, o su enfoque de la profesión o del “negocio”.

Quien se arriesga en la creación de algo personal y meritorio, sabe que su actitud aporta unas características propias a su vida. Esto sí, hagamos un ejercicio de modestia – entre creativos puede ser complicado, pero intentémoslo – las definiciones, o autodefiniciones de “artista juguetero” o “artista joyero” o “artista textil”, no nos parecen acertadas porque el artista históricamente, no se define por los materiales que transforma, - lo hemos repetido – sino por como los transforma. Las características de su estilo, la corriente estética en que su trabajo se inserta, son los elementos que lo definen. No es importante la etiqueta, sino el producto; ¿cuántas veces hemos visto etiquetas equivocadas?       


Figura 2
Ilustración de tres actitudes

Elaboración propia.


Una encuesta sobre la definición

Tras conversar con numerosos compañeros sobre las posibles definiciones que podríamos dar a nuestra actividad, la artesanía de creación, que hacemos aportando cada cual nuestro grano de arena artístico, encontramos tal variedad de enfoques – dentro de una idea genérica común – que pensamos realizar a modo de cuestionario, una serie de preguntas fundamentalmente de carácter formal o estético.

Esta encuesta fue posible, por nuestra participación en diferentes ferias de artesanía, en varias ciudades de España,  lo que también supone una limitación  por el hecho de que aquellas ferias a las que asistimos, y donde solicitamos  la colaboración de los compañeros eran las que nos convenían para comercializar nuestros productos. En cualquier caso, la consideramos suficientemente representativa por dos aspectos: uno, el gran nivel de las que participamos, como las de Semana Santa en Segovia, la de Getxo,  Burgos,  Artegijón, la de Cuenca en agosto, Arteavila, Artesanal en Pontevedra o la de Nadal en Sabadell entre otras. Y el otro, que aunque no abarca todo el ámbito nacional, tenemos que convenir que igual que nosotros la mayoría de artesanos hacen rotación y es frecuente encontrarnos en las ferias más significativas.        

Posteriormente, vimos que podíamos aprovechar la ocasión y hacer una encuesta más completa, tocando aspectos, que van desde la producción y el modo de ésta, hasta las diferentes maneras de sacar el producto al mercado. Para ello confeccionamos un cuestionario que consta de cuatro bloques de preguntas, el primero incide en lo creativo o estético, el segundo en lo referente a la producción, taller, procesos, etc. El tercero sobre la comercialización y el cuarto sobre la motivación.

Como el artículo presente se ciñe a la realidad del artesano en su taller, a su forma de idear y de producir, dentro de un contexto artístico-plástico general, hemos considerado únicamente las respuestas recogidas de los compañeros, que amablemente han querido darnos, respecto a la primera pregunta: ¿Qué entiendes por artesanía creativa? La calidad de estas nos ha inclinado a incluirlas en este artículo, por lo que las reproducimos a continuación.

Hicimos una selección entre todas las respuestas que fuimos recibiendo, procurando  únicamente evitar la reiteración de las definiciones, porque lo interesante es la variedad en el enfoque de la pregunta y obtener un resultado amplio en las definiciones. Nos congratula que ningún compañero nos haya dado una respuesta absoluta y definitiva, pero sí contestaciones inteligentes y veraces, lo que deja en buen lugar al colectivo.

Como veréis a continuación, las hemos ordenado en cuatro grupos, considerando la orientación de estas, desde la creación y la tradición, de las definiciones del primer grupo, hasta las que hacen hincapié en lo personal y en la realización integral de la obra, pasando por los que valoran principalmente la técnica y el diseño, o aquellos que plantean la visión contemporánea de la artesanía como su norte.  

En siguientes artículos seguiremos desgranando la encuesta. Queremos – porque es de bien nacidos ser agradecidos – enviar un saludo a aquellos colegas que dedicaron unos minutos de su tiempo a colaborar con este trabajo. Las encuestas son anónimas, por lo que no consta el nombre del autor, aunque este se reconocerá en ellas, porque está respetada totalmente la definición  que nos dio.   

Se señala en primer lugar la definición sobre la artesanía creativa, luego en cursiva la materia que utiliza, y a continuación el producto final obtenido.


Creación y tradición

“La actividad de creación de diversos objetos, cuya característica principal es la transformación sustancial de los materiales empleados”. Arcilla blanca, esmaltes, óxidos. Figuras de cerámica.

“Pensada y realizada por el artesano, no copiada de otra”. Pieles naturales, tintes, herrajes. Artículos de cuero.

“Todas las piezas que se realizan a partir de una idea propia y original”. Pieles de curtidor, vegetales. Estampados sobre piel. 

“La capaz de crear objetos, no a partir de modelos tradicionales, sino de la creatividad de su autor”. Barro, escayola, cartón fallero, estuco, pintura. Objetos de papel maché.

“La que parte de una idea propia y modifica con ella objetos tradicionales, adecuándolos, conservando el encanto de la artesanía  tradicional”. Madera, resortes  musicales, pintura. Juguetes con movimiento.

“A partir de oficios artesanos tradicionales, crear piezas con la función del saber tradicional y nuevas técnicas e ideas propias”. Maderas (pino y haya) lanas. Juguetes.

“La realizada por el artesano vocacional, que rescata las características propias del material y las combina con sus sentimientos en su interpretación del objeto”. Madera. Cajas, cuadros.

“Aquella que, siempre, aun de forma inconsciente, incorpora algo nuevo”. Madera. Utensilios. 

“Transforman un estado emocional en un elemento material, que refleja la energía que lo creó”. Seda natural y pigmentos de colores. Chales, pañuelos, fulares etc.

“Innovar piezas clásicas y crear piezas nuevas”. Seda natural. Pañuelos.

“Crear una obra única, realizarla  individualmente, donde interviene mayormente el trabajo manual”. Madera, resinas, papel, pinturas etc. Bisutería.

“Piezas únicas realizadas con técnicas artesanales en su mayor parte, que además destacan por aunar originalidad y creatividad”. Seda, madera, plata. Pinturas.

“Aquella, cuyos productos son lo mas atrayentes para el público, originalidad dentro del concepto “artesanía”, capacidad de inventar”. Pinturas acrílicas de elaboración propia. Pinturas s/ lienzo.

“Oficio y tradición, con una importante dimensión cultural. Creando diseños propios”. Plata y metales no ferrosos. Joyería y orfebrería.   

“Hacer esculturas de forja, con técnicas tradicionales y con ideas propias”. Hierro maleable blando. Forja.

“Conociendo la tradición y los oficios, con los mismos materiales y técnicas, uso mi imaginación”.  Reciclaje, desecho y derribo. Escultura.


Técnica y diseño

“La combinación de técnicas tradicionales con las nuevas tecnologías y diseño. Mismos materiales con resultados muy diferentes de los obtenidos  en épocas anteriores”. Esmaltes, óxidos, colorantes, pastas. Cerámica.

“Artesanía creativa es la que se entiende por la elaboración de un producto, desde la idea principal o diseño, hasta el proceso y acabado final”. Piel, caucho, goma. Zapatos.

“Buscar formas y técnicas nuevas, aplicando técnicas tradicionales, con nuevos materiales”. Papel de periódico, cola. Bandejas, cestas y figuras.

“Artesanía con diseños propios y evolucionados por el artesano”. Papel, pintura al óleo, aguarrás, cartón, tela de encuadernar etc. Libretas, archivadores, carpetas, libros, álbumes etc.

“Técnica artesana aplicada a piezas únicas, o series cortas”. Maderas autóctonas. Cuencos de madera.

“Productos fabricados en series limitadas y con estilo propio”. Básicamente madera. Cajas decoradas.

“Partiendo de la  artesanía tradicional, con un estudio en profundidad de las técnicas, innovar”. Telas naturales, sedas organizas. Flores de tela.

“Todo producto hecho a mano, con un diseño detrás”. Seda y pintura. Seda decorada.

“La artesanía creativa, no se limita a la confección manual con un concepto práctico y hace más hincapié en conceptos como belleza y diseño”. Telas, lacas y pigmentos. Ropa.

“Artesanía es el arte popular, le ponemos imaginación, diseño, basándonos en oficios de siempre, en definitiva, creamos belleza”. Lana, alpaca, seda, algodón, lino etc. Ropa, bufandas.

“Dar una lectura en consonancia con el diseño actual a oficios y materiales tradicionales”. Madera y cerámica. Azulejos de gres.


Visión contemporánea

“Aquella que aporta una visión y sensibilidad actualizada y contemporánea”. Barro. Cerámica.

“Una combinación de oficios tradicionales o un oficio, aportando elementos contemporáneos”. Pasta de papel reciclado (molido).

“Todo proceso artesanal, con innovaciones y aportaciones del que lo ejecuta”. Azabache con otros materiales. Bisutería.

“Trabajo manual de la materia prima, dándole un nuevo sentido, un nuevo uso o bien, potenciando sus valores estéticos”. Pasta de papel,  y elementos naturales, semillas y otros. Bisutería.

“La que evoluciona bien”. Plata y otros metales. Joyería, adornos y pequeñas esculturas.

“Realización de piezas con  “alma” (sean  materiales o diseños tradicionales o no, pero con  algo de energía)” Madera, pintura acrílica, y materiales reciclados. Pintura  s/ tabla.

“Aquella que investiga y busca nuevas formas de creación”. Pigmentos, aglutinantes, etc. Pintura s/ cartón.

“La realización de artículos con un significado: innovación”. Hierro. Forja

“Hacer algo que no existe. Algo nuevo”. Latón, cobre, placas solares. Barcos autopropulsados de juguete.

“No se basa en cosas anteriores, crea productos totalmente originales, si bien puede utilizar objetos anteriores  para su desarrollo, culminan en un producto totalmente nuevo”. Botes de cristal, alambre, acetato, etc. Lámparas insecto.

“La que llena en parte el hueco que deja el arte contemporáneo”. Piedra. Escultor

“Creo que ha de ser innovadora”. Madera y pergamino. Lámparas.


Personal e integral

“Partiendo desde útiles que se han usado desde siempre, artesanales, intentar añadir la huella propia e intransferible. También innovar a partir de útiles ya existentes o no. Siempre el artesano tiene que trabajar la pieza durante todo el proceso”. Arcilla (para alta y baja temperatura) óxidos. Cerámica.

“Hecha con amor, dando un toque personal”. Cuero de ternera y caucho reciclado. Zapatos.

“Siempre que haces una cosa nueva, diferente, poniéndole tu sello personal, aunque sea en esencia una pieza tradicional”. Papel, cartón, tela, piel, cola. Encuadernación.

La elaboración de objetos decorativo/artísticos, que poseen el sello personal del autor”. Cartón y papel maché. Papel maché.

“La que investiga con el material de trabajo, introduciendo innovaciones en las técnicas que utiliza. También cuida todo el proceso de elaboración hasta el resultado final”. Papel reciclado. Objetos decorativos de papel  maché.

“Algo laborioso, que vas investigando. Algo difícil de realizar”. Plata y oro. Joyería.

“La cualidad que tiene el artesano, para crear objetos a través de su capacidad imaginativa, sin tener ningún modelo de referencia”. Plata. Joyas.

 
La materia y el arte

El primer pensamiento que me viene a la cabeza, como pintor y artesano creativo, es que al artista virtual, ¡perdón! Visual, le cuesta utilizar la materia con soltura – por todo lo que hemos comentado anteriormente – y, del mismo modo, al artesano creativo le cuesta exponer en su obra las ideas con limpieza, porque a veces la materia “pesa” demasiado.

Hay una escala de calidades en el arte, no una jerarquía de géneros, que equivaldría a una jerarquía de oficios en el terreno de la artesanía. A priori, de la misma forma que un retrato no tiene mas mérito, ni conceptual ni técnicamente que un paisaje,- puede parecer a personas ajenas al oficio lo contrario, pero es así – la obra de un orfebre, tampoco tiene más dificultad que la de un ebanista. No  podemos medir la dificultad del arte basándonos en horas de trabajo, ni tampoco comparando la técnica de ambos, como se dice habitualmente, el resultado final es lo que cuenta. Solo este es comparable y así y todo no siempre (figura 3).


Figura 3
Barco de vapor (juguete)

Realizado por “Nuestro Taller”. Colección y foto de Manuel-Blas García.


Queremos decir que cada cual enfrenta los problemas técnicos y formales a su modo y que ésto no es consustancial con el acierto o desacierto. Si el proceso es más abrupto o más virtuoso, si el resultado es más refinado o más popular, no tienen mayor importancia. En resumen, no son comparables las diferentes formas de hacer arte, ni los variados oficios, o las personalísimas maneras de trabajar y crear en artesanía. El trabajo artístico se valora  más – debe ser así - por su acierto funcional y estético, que por la dificultad técnica a la que se enfrentó su autor para resolverlo. Lo que sudes o padezcas, lo que disfrutes o goces trabajando y creando es algo propio e íntimo del artista y no debe ni puede salir del taller. No lo expliques, nadie te entenderá.     

De igual manera, el origen no altera el valor plástico o artístico. Ni el hecho de exponerse en un museo. Una cariátide de la Grecia de Pericles, no se convierte en obra de arte por estar en un museo arqueológico, sobre un pedestal, si no lo era antes. La antigüedad le añade importancia por su rareza, por sus características históricas o pedagógicas, que pueden llevar a una especulación económica entre coleccionistas o museos, pero no le dará mas calidad formal. Los museos al exhibir una obra, están reconociendo su mérito, pero solo eso.

El mérito en la creación está implícito en el grado de perfección o de consecución del producto resultante, que puede ser magnífico o puede no serlo tanto. La vara de medir la calidad, posiblemente sea mas objetiva en la valoración de la artesanía, por la condición física, que es dominante en la obra, que en el arte, donde el concepto tiene mayor relevancia y se presta a especulaciones sin límite.

También se presta a sarcasmos como el que Arcadi Espada escribe en su Blog: “Pues sí, las cosas son de este modo. Ya les sucedió a los pintores, llega Tapies, se encuentra unos cartones en la basura, los raya un poco en plan “voy-y-me-expreso”, añade un par de manazas grasientas, firma y a cobrar. Pero ojo al dato: el mensaje es el medio y el que sobra es Tàpies, según dicen. Unos cartones los encuentra cualquiera (¡eso lo hago yo!, gritaba uno del Vendrell muy cabreado, y tenía razón) y rayarlos tampoco provoca surmènage, cualquier cuchillo de cocina vale, incluso un atornillador mellón. No es eso, que se me va la idea. Lo suyo es que, con el cartonajo, Tàpies aspira a ser consecuente y parece decir: “el Arte es cosa de todos, muera el artista”. Pero el no se muere, sigue cobrando como un pepe. Incluso más que al principio”[10].

Trabajando en el taller, escuchamos el siguiente comentario en Radio 5 de RNE, una emisora con una interesante vertiente cultural, el 5 de septiembre de 2006 a las 19 horas, (tomé nota porque me pareció una joya, pero no recuerdo quien lo firmaba), decía así: “Marcel Duchamp niega el arte y niega los artistas. Arte puede ser cualquier cosa que se eleve a la condición de tal. Cualquiera puede ser artista por consecuencia. El creador del “readymade” desprecia el trabajo manual y la técnica. Para él vale solo la idea. Marcel Duchamp vive del dinero que le da su familia y del que les saca a sus novias ricas. Muy ingenioso, por su conceptualismo fue muy valorado por la intelectualidad por su capacidad rupturista”. Duchamp formó parte del movimiento Dadá, de un nihilismo sin parangón en la historia, no solo negaban el pasado, también el futuro. En verdad, pretendían  escapar de la realidad. Nosotros entendemos que de una forma positiva, el artista como tal, siempre tiene a su alcance los medios para escapar de esta.

La materia y los objetos son el punto de partida del creador artesano, sobre los que llueven las ideas, que lo harían así antitético al artista, que parte de ellas. Al artesano no lo levantan por los aires esas corrientes, mejor dicho, borrascas filosófico-puristas características del arte en el último siglo. Diferentes de las que fueron muy fértiles y muy fructíferas a través de la historia del arte, y con las que hoy es difícil la convivencia, quizá porque no producen las irrealidades de que nos habla Ortega y Gasset, sino – perdonen mi atrevimiento - el vacío.

 El artesano tiene en la materia la solidez que proporciona lo físico, lo natural. Los materiales que utiliza son estables. El hierro o la madera, los tejidos o el papel, el cuero o la piedra, son elementos con peso, con temperatura; suenan, vibran, huelen, tienen una forma natural característica, son ciertos, verdaderos (figura 4).  Sobre lo cierto se puede fantasear, se pueden idear mil historias, se puede cantar, se puede reír, se puede llorar. Y siempre sabrás si estas llorando, o riendo, o cantando, porque la realidad te lo reflejará.  


Figura  4
Esquema integral del artesano creativo


Con este esquema queremos representar gráficamente el proceso completo del trabajo que el artesano desarrolla, desde el proyecto mental hasta el resultado físico de este y su llegada al mercado, e indicando su recorrido total. Este artículo no abarca esta totalidad, remitiéndose a considerar al artesano y su proceso creativo en el taller. Posteriormente, podremos encarar el segundo aspecto, concerniente a su comercialización, convertida la pieza artesana en un bien de consumo y cumpliendo su último cometido como obra artística, la comunicación.     


Sobre el diseño en la artesanía

Un compañero, envió a “Nexo”, la lista del correo electrónico de los artesanos, un e-mail en el que comenta como Luis Buñuel, en su libro Mi último suspiro, expresa que “para librarse de los pesados que le insistían con lo de la originalidad decía, (tomando una frase de Eugenio D’ors que figura escrita bajo la cornisa del Cason del Buen Retiro de Madrid), “¡¡Todo lo que no es tradición, es plagio!!”[11]. Muy claro lo tenía el anticonvencional cineasta aragonés porque sabía que la originalidad se afirma en el conocimiento del arte realizado a través de la historia. Seguro que Luis Buñuel conocía a más de un “genio suelto” que no tenía idea de donde venía, ni de lo que se traía entre manos.

Un diseñador, ni por definición ni por cometido es un artesano, pero este último por ser creativo, sin duda, ha de poseer una preocupación estética. Un vendedor, evidentemente por mucho que venda tampoco es un artesano; ni un operario, por muy técnico, eficiente o riguroso que sea, El artesano creativo del que estamos hablando, reúne características de cada uno de ellos - en una proporción variable, dependiendo de las facultades y la versatilidad de cada cual - y esta diversidad,integra su misma definición. No es un superhombre de tres cabezas, una de artista, otra de técnico y otra de comerciante. En una simbiosis posible, el artesano de creación tiene en su oficio una actividad integral.

De igual modo que un artista plástico, el artesano suele proceder de bellas artes, u otra escuela donde aprendió un oficio o técnicas específicas, esto es frecuente. Aunque lo es igualmente,  recordando el origen profesional de quien escribe este artículo, la formación básicamente autodidacta. Recuerdo que en los años setenta, cuando me lancé al río del arte, “casi sin ropa”, estaban mal vistos en nuestro ambiente hippie-contestatario, aquellos que estudiaban en escuelas tradicionales, a los que tachábamos de pequeño-burgueses. Claro está que es deseable en esta compleja actividad, con múltiples vertientes, de diferentes características  y con algunos oficios muy técnicos tener un sólido conocimiento en la actividad concreta que desarrollas. Naturalmente no se trataría solo de una especialidad tecnológica, sino de un enfoque personal y por lo tanto original (figura 5).

Volvemos al diseño, tan fundamental para nosotros que estamos tratándolo monográficamente en este apartado. Otro artesano, y otro correo electrónico; este es tornero de madera de oficio, y lo envió a “nexo”, con estas consideraciones, “La presencia visual y táctil de un buen pedazo de madera, impresiona hasta al diseñador/a  mas vanguardista. Pero como apenas saben la cantidad de trabajo y tiempo necesario para hacer de ese pedazo una buena obra, cuando se lo explicas te miran con ojos de sorpresa...y claro, ya no se puede ejecutar el maravilloso proyecto de modelos reproducibles rápidamente. Había que partir de eso, y no de un esquema ideal que luego fracasa. Pero de lo que se trata es de asemejarse a la industria, y no de defender la sustancia definitoria de las artesanías”[12].

Entre los compañeros hay una cierta animadversión, hacia la figura del diseñador. Se dice de él, que no tiene idea de las técnicas que utilizamos en la elaboración de nuestras obras, y también que desconoce los materiales que utilizamos. Esto puede ser porque el diseñador tiene un enfoque  de su actividad claramente funcional e industrial y quizá este sea un planteamiento antitético al del artesano creativo, por los principios que estamos exponiendo desde el comienzo.

No alcanzamos a comprender que incluso entre los cargos de la administración pública, que deberían conocer el amplio panorama, y la opción legítima que tenemos los  artesanos que nos dedicamos a la creación, hay una percepción de la artesanía tradicional y convencional, por lo que parecen sentirse incómodos con nuestra obra. Nosotros, los nuevos artesanos, muchos tenemos mínimas o nulas raíces en la tradición y realizamos nuestro trabajo como un todo. En algunos casos, somos auténticos inventores de nuestro trabajo y por lo tanto, concebimos el arte como un invento estético.

Esto viene a colación porque en la actualidad parece que se nos quiere decir, que por nuestra propia naturaleza – en una interpretación mas reaccionaria que convencional - seguimos necesitando unos guías “de estilo” que en una versión  actualizada serían los diseñadores. Y el problema viene por un doble error en el planteamiento.

El primero, es que se nos dice que debe haber una alianza entre artesanos y diseñadores porque el artesano “sabe hacer” y el diseñador “sabe que hacer”. Saber hacer algo, implica lógicamente saber como hacerlo, el “como”, estamos repitiéndolo desde el principio, es la sustancia formal. Así, saber que hacer se convierte en algo secundario, subordinado. Por otro lado, no veo yo al diseñador en este papel secundario. Segundo, un artesano, de las características que sea, tanto si se dedica a actividades tradicionales como  artísticas, no debe permitir la división del trabajo, esta es su baza social  y ética. Si lo hace - y es legal hacerlo- estaremos hablando de otra cosa.

Hablando de otra cosa, en una empresa de artesanía industrial, o si se quiere, industria artesanal, da igual como queramos denominarla, cabe todo, y esto ocurre porque lo que produce es una pseudo artesanía, camuflada, viciada y falsa, esto sí, con un acabado perfecto. Perfecto por impersonal, “blando”; blando de estilo, porque carece de él,  blando de forma y de carácter por lo mismo, por ser un producto básicamente de las máquinas.

Uno de tantos ejemplos lo tenemos en nuestra ciudad, Barcelona, donde estamos aburridos de ver como los turistas que la visitan, y son varios millones anualmente, alucinan con las reproducciones en miniatura, de obras o fragmentos de estas, del genial arquitecto-artesano Antonio Gaudí, (gaudir en catalán, significa disfrutar) hechas por miles y camufladas como artesanía, utilizando el prestigio de ambos -del arquitecto y de la artesanía-  para hacer negocio.


El artesano y el artista, la seriación

El artesano realiza su trabajo habitualmente en series, ya que esta es su forma natural de producción, aunque al tratarse de una actividad cuyo rasgo característico es la diversidad de oficios,  no se puede hacer una generalización de la forma en que estas series se realizan. Intervienen también la materia prima utilizada y obviamente la técnica. Si en el trabajo entra una importante componente creativa, es posible que no podamos denominarlo seriado en un sentido convencional. Realmente, muchos productos son más coherentes con el planteamiento creativo, cuando su autor no evita las diferencias entre las piezas seriadas. Son preferibles incluso ciertas “imperfecciones” que le dan carácter al trabajo artístico y que son como su “certificado de garantía”. Hay que constatar también, que en bastantes casos la cantidad de obra única  realizada por el artesano es significativa.


Figura 5
Tiovivo (juguete)

Diseño original y foto del autor.

Vamos a recordar, para completar el cuadro y porque es perfectamente comparable el modo de seriar habitual en los artistas plásticos tradicionales, como los pintores y los escultores. Estos últimos, cuando realizan un trabajo y de este no derivan otras piezas lo denominan “pieza única”, cuando hacen hasta seis u ocho reproducciones de esta (o alguna mas, depende del autor) las denominan “originales”. También realizan lo que llaman “obra múltiple”, frecuentemente en bronce, son series cuyas cantidades también varían, dependiendo de cada artista, pero que suelen oscilar entre veinte y cuarenta ejemplares - por los casos que conocemos -, es lógico que no sea así siempre, ya que es notoria la disparidad de criterio existente entre ellos, -también- en esta cuestión .

A partir de la obra única y a veces con independencia de ella, también es conocida de todos, la llamada “obra gráfica”, que realizan principalmente los pintores, con procedimientos mecánicos y muchas veces automatizados, en talleres especializados en esta producción: Litografías, grabados de diferentes tipos, serigrafías, todas ellas normalmente firmadas y numeradas por estos, y las series pueden llegar, dependiendo de lo introducido que esté el autor en el mercado, hasta las trescientas reproducciones.

Este es un procedimiento utilizado principalmente por artistas consagrados - mediante el cual  podemos adquirir “una firma” por un precio módico -  para llegar al gran público, y que mueve mucho dinero. Conocido es de todos el turbio asunto de la producción y la comercialización de la obra gráfica de Salvador Dalí. El descontrol de la producción y su dudosa autoría hicieron intervenir a la justicia. Estas “movidas” especulativas desconciertan y desaniman a los consumidores y amantes  del arte.

Para concluir, pensemos que la difusión y la posibilidad del disfrute masivos, son características del arte actual, del arte que emergió a partir de la revolución industrial global. El artesano contemporáneo no ha necesitado modificar - ni ampliar - su modo de producción, para llegar a la sociedad, puesto que, ya lo dijimos antes, la producción seriada es una de sus características. Su puesta al día, ha sido cualitativa, no cuantitativa. Sencillamente, el artesano ha hecho una “elevación” de su planteamiento y por consecuencia de su producto, convirtiéndose en un artesano creativo, en un artista.


Notas

[1] José Ortega y Gasset, 1998, p. 62.

[2] José Ortega  y Gasset, 1998, p 78 y 79.

[3] Manuel Blas García Ávila, 2005, p. 2, 3 y 4.

[4] Gillo Dorfles, 1976, p. 187.

[5] Gillo Dorfles, 1976, p. 196

[6] Gabriela Mistral, 1979.

[7] Ursula Hatje, 1985, p. 235.

[8] Manuel Blas García Ávila, 2005, p. 10.

[9] Herbert Read, 1973, p. 188.

[10] Arcadi Espada,  2006, escrito en su blog.

[11] José Martín Merino, 2007

[12] Javier Martín, 2007


Bibliografía

BUÑUEL, Luis. Mi último suspiro. Barcelona: Editorial De bolsillo. 2003. Citado por José Martín Merino en: Una modesta reflexión. Escrito enviado a nexo@elistas.net el 19 de enero de 2007. [14 de febrero de 2007].

DORFLES, Gillo. Últimas tendencias del arte de hoy. Editorial Labor, 1976.

ESPADA Arcadi. El crítico constante. Escrito en su blog. Citado por Miguel Rodríguez en el escrito titulado Más o menos, enviado a nexo@elistas.net  el 15 de noviembre de 2006. [14 de febrero de 2007]

GARCÍA ÁVILA, Manuel Blas. Arte-artesanía, interacción histórica. Biblio 3W, Revista de Geografía y Ciencias Sociales [En línea]. Universidad de Barcelona. Volumen X, n° 599, 5 de agosto de 2005. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-599.htm>.   [12 de febrero de 2007]. ISSN: 1138-9796

HATJE, Ursula. Historia de los estilos artísticos. Traducción Antón Dieterich, Madrid: Editora Istmo, 1985.

MARTÍN, Javier. De pequeño me reía con los payasos...ahora quieren que haga tonterías. Escrito enviado a  nexo@elistas.net  el 17 de enero de 2007. [14 de febrero de 2007].

MISTRAL, Gabriela. Grandeza de los oficios. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello. 1979.

ORTEGA Y GASSET, José. La deshumanización del arte. Madrid: Editorial Optima. 1998, 6ª edición.

READ, Herbert. Arte y sociedad. Barcelona: Ediciones Península, 1973.

© Manuel Blas Garcia Avila, 2007
© Biblio3W, 2007

Ficha bibliográfica:

GARCÍA, M. B. La artesanía creativa en España: una vuelta a la materia. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales , Universidad de Barcelona, Vol. XII, nº 742, 15 de agosto de 2007. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-742.htm>. [ISSN 1138-9796].


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