Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796.
Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XII, nº 762, 25 de noviembre de 2007

DISECCIÓN DE LA INMIGRACIÓN EN ESPAÑA EN BASE AL PADRÓN MUNICIPAL DE 2007

María Eugenia Urdiales Viedma
Departamento de Geografía Humana e Instituto de Desarrollo Regional.
Universidad De Granada
urdiales@ugr.es


Disección de la inmigración en España en base al padrón municipal de 2007 (Resumen)

España se ha convertido en apenas 10 años en uno de los países con una cifra más alta de entradas de extranjeros en términos relativos. Se trata de un fenómeno reciente que se está desarrollando de manera muy intensa, por lo que la inmigración se ha convertido en un tema central del debate político y social interno.

Su dinamismo y su continua adaptación a la coyuntura contextual hace que el acercamiento constante a la realidad de la inmigración, sea uno de los objetivos prioritarios de la investigación social actual. Contribuir a un mejor conocimiento de la sociedad en que vive es un compromiso de los científicos sociales y ello debería constituir una base sobre la que se articulen políticas eficaces para mejorar la realidad., algo que es imposible de conseguir cuando se desconoce ésta.

En base a ese marco, este trabajo pretende diseccionar la realidad española de la inmigración a partir de los resultados provisionales del Padrón Municipal que acaban de hacerse públicos (12/06/2007).

Palabras clave: Inmigración, Padrón municipal, Regularización


Spanish immigration according the Padron Municipal of 2007 (Abstract)

Spain has become in scarcely 10 years in one of the countries with a highest rate of foreigners entries. It is a recent phenomenon which is developing in a very intense manner and as a result immigration has become a core subject in the national politic and social debate.

Its dynamism and continuous adaptation to the context has turned the constant study of its reality a priority for social investigation. Contributing to a better knowledge of the society in which he lives is an essential compromise of a social scientist and it must be the base upon which effective policies can be implemented in order to improve the situation.

According to the exposed, this work intends to analyze the Spanish immigration reality using the provisional results of the census that have recently been published. (6/12/2007).

Key words: immigration, Padrón Municipal, improvering


El Padrón Municipal como fuente

El Padrón municipal es el registro administrativo donde constan los vecinos del municipio. Su formación, mantenimiento, revisión y custodia corresponde a los respectivos ayuntamientos y de su actualización se obtiene la Revisión del Padrón municipal con referencia al 1 de enero de cada año, que es aprobada por el Gobierno a propuesta del INE, tras el informe favorable del Consejo de Empadronamiento. Los datos correspondientes se hacen públicos una vez que se han depurado las variables básicas referidas a lugar de residencia, sexo, edad, nacionalidad y lugar de nacimiento hasta un nivel de desagregación, no sólo municipal, sino también de distrito censal. A diferencia del Censo no aporta información sobre la conexión de la población con la actividad económica.

A través del seguimiento de dichas características demográficas es posible un acercamiento a la inmigración, diferenciando la población extranjera a partir del nacimiento o de la nacionalidad. Entra ambos criterios se ha optado por éste último, ya que recoge mejor los valores cívicos representados por los estados democráticos, definidos por la condición de ciudadanía y no por el origen.

De acuerdo a la legislación vigente, es necesario estar empadronado para que la población inmigrante pueda acceder a la asistencia sanitaria y educativa. Complementariamente, se suele solicitar el certificado de empadronamiento para poder acceder a los procesos de regularización que cada cierto tiempo se van produciendo en España, siguiendo una tendencia similar a la planteada por los diferentes países de inmigración. La puesta en práctica de dicha política resulta obligada para poder sacar a flote parte de la inmigración irregular que está presente en la coyuntura actual en la que convergen factores de diferente índole, muy difíciles de conjugar y hacer converger de forma eficaz. Algunos son de carácter demográfico: envejecimiento demográfico, bajas tasas de crecimiento de la población y falta de mano de obra en los lugares de origen, frente a altas tasas de crecimiento y exceso de oferta laboral en los de destino. Ese aparente encaje de piezas choca frontalmente con el desarrollo de políticas restrictivas a la entrada de inmigrantes, de donde se deriva la existencia de un flujo continuo de entradas de inmigrantes irregulares.

El sistema informático puesto en marcha por el INE en la elaboración del Padrón continuo implica el control de la movilidad interna a partir de la baja automática cuando se produce el alta de la misma persona en otro municipio de residencia. Suponiendo que el cruce de datos de la fuente sea correcto y pueda detectar posibles empadronamientos dobles, dicha depuración es mucho más complicada (en algunos casos imposible) cuando se trata de población extranjera, sobre la que puede ser fácil confundir alguno de sus datos de identificación, por ejemplo una letra del nombre o del lugar de nacimiento. De ello se deriva una relativa sobrevaloración del número de extranjeros asentados en España. A pesar de ello, comparativamente, dicha fuente se ajusta más a la realidad del fenómeno que las estadísticas de inmigrantes regularizados que proporciona el Ministerio del Interior, muy por debajo de las cifras reales, al dejar al margen la inmigración extraoficial.

En definitiva, aunque no se pueda precisar el cálculo exacto de la inmigración irregular, la diferencia entre empadronados y regularizados, refleja una importante bolsa de extranjeros, excluidos de las estadísticas policiales, que se mantiene a lo largo de los años y que, cada cierto tiempo, cualquier política responsable de inmigración debe sacar a la luz, como así ocurre en los sucesivos procesos de regularización, que se van sucediendo en España, de manera similar a lo que ocurre en los demás países de nuestro entorno.

La sobrevaloración en el número de extranjeros que refleja el Padrón no corresponde a todas las procedencias, sino que permite excluir a la de la UE/15, que no trata de aprovechar las ventajas que proporciona el requisito administrativo del empadronamiento y cuya población viene a España en unas condiciones comparativamente mejores a la que proviene del Tercer Mundo. La combinación de ambas situaciones: contabilización por exceso o por defecto según origen, pueden amortiguarse (al menos parcialmente) para dar una cifra bastante real del fenómeno inmigratorio con lo que de nuevo se reivindica el Padrón como fuente para su análisis.

Para poder evaluar hasta qué punto el Padrón Municipal recoge fidedignamente el alcance de la inmigración, sería también conveniente conocer mejor la movilidad media del inmigrante. Se trata de un tema aún bastante desconocido, sobre el que los primeros indicios parecen apuntar a la existencia de significativos desajustes entre fuente y realidad de la inmigración y que inducen a pensar que, cuando los datos del padrón se hacen públicos, algunos (o puede que muchos) de los inmigrantes allí recogidos ya se encuentran en otro municipio de España o de cualquier otro país europeo, aprovechando la facilidad de movimientos por el territorio de la UE que la legislación comunitaria reconoce. Así lo indican las primeras conclusiones de una exhaustiva investigación sobre los movimientos de marroquíes en Andalucía que se está llevando a cabo dentro de un convenio firmado entre el Instituto de Estadística de Andalucía y la Universidad de Granada. A través de un sistema de encuestas se ha podido hacer un seguimiento de las trayectorias vitales de los inmigrantes marroquíes establecidos en los municipios cordobeses de Lucena y Aguilar de la Frontera (figura 1). A través de ellas se ha podido observar la intensa movilidad de la población extranjera que se desplaza con facilidad por Europa, en función de las expectativas que les genera su círculo de amistades o el mercado de trabajo de otros países europeos.

Figura 1
Movilidad de inmigrantes en territorio europeo


Fuente: Capote el al. V Congreso sobre inmigración en España, Valencia, 2007

La falta de concordancia entre realidad y padrón respecto a inmigración se pretende amortiguar con la Reforma de la Ley de Extranjería de 2003, que ha entrado en vigor en diciembre de 2005. La medida reglamentaria correspondiente obliga a la población extranjera a renovar la inscripción patronal cada dos años, por lo que desaparecen de la fuente quienes no han solicitado su permanencia. Su incidencia es perceptible en el Padrón de 2006, en el que no se han contabilizado casi medio millón de personas (en concreto 492.962), que no han cumplido el requisito administrativo de la renovación legal en el Padrón Municipal.

Al ser el Padrón un documento público y abierto que recoge los cambios de residencia y algunas características de la población establecida en España, constituye una de las principales fuentes a tener en cuenta en el análisis de la inmigración. También se han apuntado algunas deficiencias y limitaciones, que siempre están presentes en el acercamiento estadístico a los fenómenos sociales, cuya complejidad no permite el encasillamiento en el estrecho corsé de unos datos estadísticos por muy bien que éstos estén planteados y elaborados.

Alcance numérico de la inmigración

El volumen total de la población española según el Padrón del 2007 superaba ligeramente los 45 millones de personas (45.116.894), de los cuales el 9,9 por ciento correspondía a extranjeros (4.482.568). Desde el 1 de enero de 2006 el aumento neto para la población de nacionalidad española ha sido de 0,17 por ciento (equivalente a 70.000 personas) y de 8,17 por ciento para la extranjera (338.000).

El crecimiento de extranjeros en los últimos quince años ha sido exponencial, ya que el Censo de 1991 contabilizaba a 346.553 personas que representaban únicamente el 0,9 por ciento del total de la población en España (figura 2). Desde entonces los efectivos se han multiplicado aproximadamente por 11 hasta conseguir un 8,8 por ciento de la población total, correspondiente a casi 4 millones de personas en 2006 (en concreto 3.884.573). El crecimiento medio anual a lo largo de este periodo no ha sido homogéneo, sino que en cada año las entradas van creciendo a un ritmo superior al precedente, lo que da idea de que la intensidad del flujo, lejos de decaer, se autoimpulsa, dibujando una trayectoria en aumento que alcanza hasta casi dos millones (1.997.946) en el Padrón de 2002 y a más de 2 millones y medio (2.664.168) a 1 de enero de 2003 (Ferrer y Urdiales, 2003). La intensidad del proceso en los últimos años se sigue manteniendo, aunque la comparación de las cifras de 2005 y 2006 no lo evidencie aparentemente. En efecto, el incremento en el número de inmigrantes empadronados entre ambos años ha sido mínimo en relación a años precedentes (154.600), debido a la entrada en vigor en diciembre de 2005 de la Reforma de la Ley de Extranjería de 2003, que obliga a renovar la inscripción padronal para los extranjeros cada dos años.

Figura 2
Extranjeros en España

Fuente: INE y Ministerio del Interior

Hasta aquí el seguimiento de la inmigración se ha realizado en base al Padrón Municipal de Habitantes. Si por el contrario se analiza la información suministrada por el Ministerio del Interior, que recoge la evolución de los extranjeros con permiso de residencia, se puede apreciar, sobre las cifras anteriores, la evaluación muy a la baja con valores que van desde 1.109.060 en 1991 a algo más de tres millones a 31 de diciembre de 2006 (en concreto 3.021.808). La diferencia entre ambas cifras permite una estimación aproximada de la inmigración irregular, en gran medida reflejo de las variaciones administrativas que se producen de un año a otro. En efecto, la enorme afluencia de extranjeros no refleja exclusivamente las entradas reales en el país cada año, sino que, las estadísticas disponibles recogen también a significativos colectivos de población (imposibles de cuantificar de manera precisa), ya asentados, que han ido aflorando a partir de los procesos de regularización, que han tenido lugar en diferentes fechas en España desde 1986.

El último proceso de regularización (mayo del 2005) ha resultado comparativamente más positivo para los inmigrantes procedentes de Latinoamérica y del Magreb, ya que a ellos les ha resultado menos complicado (que a la población de origen subsahariano) cumplir con los requisitos administrativos necesarios para acceder a la regularización. El objetivo de este último proceso ha sido el de regularizar a unos 800.000 inmigrantes, activos laboralmente e integrados en el mercado laboral español, aunque en la economía sumergida. Requisitos legales para solicitar la regularización han sido (además del contrato de trabajo), el empadronamiento con anterioridad a agosto del 2004, así como un certificado de penales de su país de origen. Ante las reiteradas quejas de diferentes colectivos que no cumplían el requisito administrativo del empadronamiento, a pesar de estar residiendo y trabajando en España, se ha permitido acceder al empadronamiento por omisión, para lo que se ha requerido que el interesado presente en el ayuntamiento en que se vaya a empadronar, alguno de los siguientes documentos: la solicitud no resuelta de empadronamiento, la solicitud de tarjeta sanitaria, de asilo o de escolarización, el alta laboral en la Seguridad Social, certificado de percepción de ayudas sociales o alguna orden de expulsión.

Es cierto que la inmigración constituye actualmente un flujo imparable, dada la confluencia de las variables económicas y demográficas que la determinan tanto en los lugares de origen como de destino. Paralelamente, la imposibilidad de hacerla compatible con las políticas restrictivas llevadas a cabo por España y los países de su entorno, hace que la entrada de inmigrantes, al margen de los circuitos oficiales, sea una constante, frente a la cual se van desarrollando políticas bilaterales para control de la inmigración en los países de origen. No obstante, se trata de un problema muy complejo y de difícil resolución, ya que cualquier programa de repatriación suele ser mal acogido en los países originarios de la inmigración, los cuales han de hacer frente a altas tasas de desempleo, bajo dinamismo económico, lagunas en la estructura del estado y falta de medios para hacerle frente. Ello se percibe en la aplicación de la política de reagrupación familiar, incluida en el Reglamento que desarrolla la Ley de Extranjería, y dirigida a los extranjeros residentes en España por al menos un año y aplicable tanto al cónyuge, así como a los descendientes menores o ascendientes dependientes.

Significativas deficiencias en la documentación que se aporta para justificar el parentesco requerido (especialmente desde algunos países subsaharianos como Gambia o Guinea-Bissau) está haciendo que el Ministerio de Asuntos Exteriores esté planeando realizar pruebas de ADN para asegurarse de la personalidad de los solicitantes y por tanto su inclusión en los presupuestos legales establecidos. La comparación de los datos proporcionados por el Ministerio del Interior y el Padrón municipal permite deducir la disminución de la inmigración irregular, resultado en parte del proceso de regularización del 2005 y de otras medidas complementarias. Aunque es imposible establecer con precisión su significación real, en alguna medida ha debido de influir la disminución de las entradas de inmigrantes a través de las vías convencionales (aeropuertos, ferrocarriles o carreteras) o las vías extraordinarias (cayucos o pateras). Comparativamente éstas últimas son menos numerosas, pero tremendamente nefastas por las deficientes condiciones de navegación y las muertes frecuentes que en ellas se producen. La incorporación de nuevas tecnologías para el control de entradas, por ejemplo a través del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) o los propios acuerdos bilaterales con los países de origen está posibilitando que se vaya reduciendo esta forma de penetración de personas en territorio español. Así por ejemplo, hasta junio de 2007 han llegado a Canarias un total de 3.399 individuos, mientras que un año antes y en el mismo periodo, el volumen de entradas ascendió a 9.239 personas por el mismo procedimiento. No obstante los flujos de inmigración son tan intensos y tan cambiantes, que dicha situación puede verse alterada en cualquier momento, al igual que lo ha sido el trayecto que ha pasado de ser, sobre todo, a través del Mediterráneo a ser fundamentalmente atlántico

La inmigración en España en relación a los países de su entorno

Un primer rasgo a destacar es que la proporción de extranjeros ha crecido en la mayoría de los estados europeos, siguiendo una tendencia general de incremento de la movilidad de la población en todo el mundo. El incremento más significativo entre 1990 y 2004/2005 se observa especialmente en Irlanda y España, países que hasta hace poco eran origen de emigración. Por el contrario, apenas ha crecido la proporción de extranjeros en los países clásicos de inmigración europea como Suecia y Holanda (figura 3). El diferente ritmo de entrada de inmigrantes a los distintos países europeos ha tendido hacia una cierta homogeneización, que oscila mayoritariamente entre el 5 y el 10 por ciento del total de la propia población. Incluso la significación es menor en alguno de los países ya incorporados hace tiempo a la UE (Italia o Finlandia) y en las recientes incorporaciones del Este (Lituania, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia y Hungría). Los datos anteriores ponen de manifiesto que todavía la presencia de extranjeros en Europa no es muy alta, aunque la tendencia evolutiva tiende claramente hacia la conformación de sociedades multiculturales, variable fundamental que se deben tener en cuenta en los sucesivos procesos de planificación política en los diferentes países europeos. En consecuencia, aunque se partiera de una situación bastante distinta entre los diferentes países europeos, la tendencia evolutiva de los últimos años en los diferentes estados lleva hacia una clara convergencia de realidades y a que la inmigración se vaya convirtiendo en cuestión clave de discusión en las instituciones europeas.

Figura 3
Población extranjera en la UE  

La entrada masiva de inmigrantes ha hecho que, a principios del siglo XXI, España ocupe uno de las primeras posiciones por entradas de extranjeros en números absolutos, sólo por detrás de EE UU, a pesar de que cuenta con un volumen de población aproximadamente siete veces por debajo del norteamericano. Incluso el volumen de entradas se sitúa por encima de Alemania, país que con holgura duplica el total de población en España, según el informe que la OCDE ha publicado sobre las Perspectivas de las migraciones internacionales, (figura 4). La posición en cabeza de España es mucho más evidente si en vez de números absolutos, se evalúa el flujo de entradas en relación a la población de cada país (figura 5). La comparación entre los diferentes estados vuelve a poner de manifiesto la intensidad de las entradas de extranjeros, lo que individualiza a España respecto a los otros nueve principales receptores de extranjeros dentro de la OCDE. En este aspecto concreto tampoco son estrictamente equiparables los datos de EE UU en comparación a cualquiera de los países europeos que se encuentran en cabeza como receptores de extranjeros, caso de España o Austria. La razón primordial es que en el primer caso los inmigrantes pretenden quedarse en EE.UU, mientras que la entrada a alguno de los países de la UE significa sólo el pasaporte para circular por su interior, más allá de las fronteras del país de entrada.

Figura 4
Principales receptores de inmigrantes en los países de la OCDE

Fuente: División de Población de las Naciones Unidas.
Trends in Migration Stock, Revisión 2005

Figura 5
Países principales por entrada de inmigrantes en la OCDE, 2004

La rápida y muy intensa transformación de la sociedad española en un espacio multicultural, implica la necesidad de establecer políticas de integración que, con cierta dificultad, se van poniendo en funcionamiento a remolque de las necesidades reales de la población. Una manera indirecta de evaluar dicha política se puede realizar a partir del seguimiento de los fondos estatales disponibles para dicho fin que pasaron de 7,5 millones de Euros en 2004 a 186 en 2005. Ya en 2006 y con validez hasta 2009 se ha puesto en funcionamiento un ambicioso Plan Estratégico de Ciudadanía y de Integración, que arranca con un presupuesto de 2.000 millones de Euros, para reforzar los servicios sociales de apoyo a la población inmigrante. Su esfera de actuación es bastante amplia ya que recoge empleo, vivienda, infancia y juventud, igualdad de trato, mujer, participación, sensibilización y desarrollo. A todo este amplio abanico de servicios sociales, se une la educación, principal destinataria de dichos fondos (42 por ciento del total).

La población extranjera en España según origen

A principios del siglo XXI España se ha erigido como uno de los países especialmente caracterizados por el envejecimiento demográfico y la baja fecundidad, de modo que su crecimiento real está siendo sobre todo resultado de la entrada de extranjeros, más que del crecimiento natural. La procedencia de este flujo inmigratorio tan intenso se ha ido modificando con el paso del tiempo, al igual que España ha ido adaptando su función político-económica en el contexto internacional. En efecto, el país ha pasado de ser el refugio de importantes contingentes de jubilados europeos que se desplazaban a las costas mediterráneas buscando el sol y los buenos precios, a convertirse en un faro de esperanza en un contexto globalizado en el que se agudizan las desigualdades ínter territoriales (incluso en el propio continente europeo), a la vez que la pobreza y la miseria sigue afectando a importantes porcentajes de la población de Asia, Latinoamérica y África. En base a estas premisas, el origen territorial de la inmigración refleja la bifurcación entre áreas desarrolladas y de Tercer Mundo, o lo que es lo mismo entre emigración para mejorar las condiciones de vida o para sobrevivir.

En una primera aproximación al análisis de la inmigración procedente de los países europeos se ha desagregado la información en función del nivel de desarrollo de los lugares de origen Es por ello que se ha separado por una parte la Unión Europea/ 15, los tres países de la EFTA residual que participan en el EEE y disfrutan de acuerdos especiales con la EU (también respecto a la movilidad de personas) y en tercer puesto se ha contabilizado a los otros países europeos, que incluyen las incorporaciones recientes acaecidas en 2004 y 2007.

Este último grupo incluye a los países en proceso de transición político-económica desde el socialismo al capitalismo y del régimen de partido único al modelo político basado en democracias pluripartidistas. Complementariamente, al análisis por grandes áreas originarias de extranjeros, se yuxtapone una aproximación numérica a los estados mejor representados (figuras 6 y 7).

Figura 6
Empadronados de nacionalidad extranjera

Fuente: Padrones municipales

Figura 7
Principales países de procedencia en 2007

Fuente: Padrón Municipal

Comparando los datos del 2000 con los del 2007 se puede apreciar que ha habido un aumento importante en valores absolutos de la población originaria de las diferentes procedencias, siguiendo una tendencia generalizada de incremento en el número de migrantes a escala internacional. A la vez que ha crecido con notable intensidad el volumen de la población extranjera residente en España, su significación en números relativos, y según origen, también ha variado considerablemente. Mientras que en el año 2000 el 38 por ciento del colectivo de inmigrantes procedía de países desarrollados, básicamente de la Comunidad Europea, EFTA residual y de América del Norte, su proporción se ha visto reducida considerablemente en 2007 (en torno al 25 por ciento). A escala estatal, los países mejor representados son Reino Unido y Alemania, ocupando Italia una tercera posición dentro de la Europa/15, pero sin embargo retrocediendo al puesto noveno, si se tienen en cuenta todas las procedencias. De entre los ciudadanos comunitarios, son los ingleses los que siguen viniendo a España en mayor medida. Sólo entre 2006 y 2007 ha aumentado su número en 39.376, o lo que es lo mismo (el 14 por ciento más que el año anterior).

Realmente el número de residentes comunitarios es bastante superior a lo que indican las cifras, dado que parte de este colectivo no considera necesario la inscripción o empadronamiento en España y se mantienen “invisibles” a la policía como inmigrantes tras el disfraz de turistas (Arango Vila-Belda, 2002 y García Castaño, 2002). No obstante dicha situación es previsible que se modifique por la entrada en vigor de una nueva normativa, según la cual todos los ciudadanos de la UE y del EEE deberán inscribirse en el Registro Central de Extranjería.

Paralelamente, los colectivos de países correspondientes al denominado Tercer Mundo han pasado a ocupar las primeras posiciones por importancia numérica en el Padrón municipal español. A principios del 2007 eran algo más de un millón los extranjeros que procedían de la Unión Europea/15, EFTA y América del Norte, mientras que más de 3 millones lo eran del Tercer Mundo o de los Países del Este europeo. La presencia de africanos durante estos mismos años se ha multiplicado por 3,5 en valores absolutos, si bien su proporción en números relativos ha decrecido algo. Tradicionalmente, ha sido África el continente de mayor presencia en la inmigración española, estando constituido fundamentalmente por población de origen magrebí, marroquí sobre todo, que sigue ocupando la primera posición si la cuantificación se hace por países, si bien seguida muy de cerca por los rumanos o los ecuatorianos, cuya presencia está aumentando a mayor ritmo.

La misma tendencia (aunque con un volumen comparativamente menor) han seguido los asiáticos que han reducido su significación porcentual (del 5,6 al 4,7 por ciento), aunque el total de su población haya pasado de algo más de 50.000 a superar las 200.000 personas entre 2000 y 2007.

A partir de 2005, una vez que España ha restablecido con Marruecos una política coordinada en materia de inmigración, la entrada a Europa desde el continente africano se ha desplazado al Oeste y la salida desde África (que incluye también algunos inmigrantes asiáticos) se realiza prioritariamente desde la costa atlántica, aprovechando la corriente marina del Norte hacia Canarias, que se ha convertido en una de las principales entradas europeas a la inmigración, desplazando a Andalucía a una posición secundaria. Los inmigrantes proceden fundamentalmente de Mauritania, Senegal, Sierra Leona, Guinea Ecuatorial, Guinea Conakry y Malí. Otros países europeos se ven afectados por el mismo problema: principalmente Malta, Grecia e Italia (a través de Sicilia y Lampedusa). La dramática realidad de los desplazamientos en embarcaciones muy deficientes (pateras o cayucos) y la pérdida de vidas humanas en ellos, ha llevado a la Unión Europea a crear dentro de la Agencia de Control de Fronteras (FRONTEX) un nuevo servicio de control marítimo para impedir o al menos obstaculizar dichos movimientos. A partir de aquí, el problema de esta inmigración clandestina se extiende por toda la UE en base a la circulación libre de personas en su interior, al amparo de los acuerdos de Schengen.

La población que, comparativamente más ha crecido, ha sido la procedente de Europa oriental y Latinoamérica. Ésta última ha alcanzado en 2007 el 36 por ciento, mientras que en el 2000 sólo constituía el 19 por ciento del total de extranjeros empadronados en España. A modo de ejemplo, la fuerza de esta corriente se puede medir de modo indirecto, a partir del análisis de las entradas y salidas de turistas de Latinoamérica que fueron respectivamente de 860.000 y 550.000 en el año 2002 (Urdiales y Ferrer, 2005). Por nacionalidades el caso más llamativo fue el de Ecuador con 101.000 entradas frente a sólo 874 salidas.

Parecido fue el caso de Argentina de donde se contabilizaron 128.312 entradas y 18.742 salidas. El desfase de las cifras es enorme, aunque hay que tener en cuenta que no todo ese volumen de personas se habrá quedado en España, y algunas habrán aprovechado la movilidad que permite el espacio europeo de Schengen, para desplazarse a otros países. Inversamente se genera una corriente similar de población procedente de países terceros, que recalan en España por la misma vía desde otros aeropuertos europeos, también utilizados como puertos de entrada a la Europa, en la que rige la libre circulación de personas. Los datos anteriores reflejan en líneas generales, no sólo la intensidad de los flujos, sino también la fuerza de crecimiento de la inmigración irregular, a la vez que la necesidad de poner en práctica una política común de inmigración en el seno (al menos) de la Europa Schengen.

A escala estatal la significación es también enorme, hasta el punto de que entre las 10 principales nacionalidades presentes en España se encuentran los ecuatorianos, colombianos, argentinos y bolivianos. En el último año ha crecido enormemente (42 por ciento) la presencia de ciudadanos bolivianos que han pasado de 58.968 a 198.770. Esta afluencia masiva trataba de evitar la aplicación de una modificación administrativa que exige a los bolivianos un visado para la entrada en la Unión Europea desde el 1 de abril de 2007. Paralelamente, la comparación de las cifras de los dos últimos padrones pone de manifiesto que ha decrecido la inscripción patronal de ecuatorianos (39.926), argentinos (10.541) y colombianos (6.415) y que cabría pensar tiene mucho que ver con la modalidad administrativa en vigor desde 2005, que obliga a la renovación patronal cada dos años para la población extranjera.

La fuerza de la corriente inmigratoria latinoamericana es explicable por los lazos culturales, que históricamente han unido los dos lados del Atlántico y la utilización de una lengua común, que facilita la integración de la población foránea. Su significación se deja traslucir en las diferentes esferas de actividad económica y social y no sólo en la sociedad de acogida, sino también en la de procedencia. En este último aspecto las remesas monetarias que envían los emigrantes juegan un importante papel como factor de negocio bancario y dinamizador económico en los países de origen. Una primera consecuencia de su percepción es la contribución al aumento del consumo de las familias de los emigrantes, lo que redunda en una subida general de la demanda, a la vez que favorece una cierta reactivación de la actividad económica. Un análisis más detallado de ese flujo económico de retorno arroja determinados puntos negros o, al menos, discutibles, ya que con frecuencia arrastra sólo un aumento del consumo, pero realmente no incide en la reactivación económica interior. El volumen de esta corriente monetaria está en continuo ascenso, habiendo alcanzado la cifra de 4.614 millones de euros en 2005, aproximadamente un 10,4 por ciento más que en 2004, según ha dado a conocer el Banco de España. Aproximadamente un 70 por ciento de este caudal financiero se canaliza hacia Latinoamérica, constituyendo un capítulo muy significativo en la economía estatal, en torno al 6 por ciento del PIB de Bolivia, el 3 por ciento del de Ecuador y en torno al 1 por ciento en Colombia y la República Dominicana .

Siguiendo una tendencia ya perceptible en la década de los 90 (Urdiales y Ferrer, 2005) la inmigración latinoamericana ha pasado a convertirse en la procedencia continental más numerosa, de modo que ha sobrepasado al grupo de población inmigrante procedente de Europa oriental, que, aunque sigue creciendo, lo hace a un ritmo comparativamente menor, a la vez que va modificando su procedencia estatal. Desde la caída del Muro de Berlín se ha venido produciendo un continuo flujo de entradas a la Unión Europea procedente de aquellos países que contaban con mayores posibilidades de salida o con especiales problemas en su proceso de transformación desde el socialismo. Ello ha supuesto que primero fueran los polacos y actualmente sean los rumanos los principales representados en el Padrón Municipal. De hecho, la nacionalidad rumana se ha convertido en la tercera mejor representada en el 2007, y ya que su tendencia sigue en aumento es previsible que siga avanzando posiciones, en detrimento de las nacionalidad marroquí y ecuatoriana, situadas en primer y segundo lugar respectivamnte. La reflexión sobre las circunstancias y características de esta emigración permiten establecer algunas conclusiones. Una de las más significativas es que se trata de una corriente temporal que tiende a remitir según se va recuperando el tejido productivo y se va asentando el Estado de Derecho en el nuevo marco de las democracias pluripartidistas que se están desarrollando. En el plano económico se está produciendo la deslocalización industrial hacia estos países en los que una parte significativa de la población potencialmente activa a su vez está emigrando. Naturalmente esa situación no se puede mantener por mucho tiempo, y de hecho, ya se está empezando a generar una significativa corriente de retorno de activos a Polonia, a la vez que Rumania está empezando a recibir inmigrantes chinos, que tratan de ocupar los puestos que han dejado los rumanos que a su vez emigran a la Unión Europea, aprovechando su condición de nuevos socios comunitarios.

Las premisas que acaban de señalarse constituyen la base de la política de inmigración que se está siguiendo en los procesos específicos de adhesión de cada uno de los estados. Así, la libre circulación de personas se ha visto parcialmente restringida a raíz de las nuevas incorporaciones de estados a la UE en 2004 y en 2007. Para todos ellos se ha fijado un régimen transitorio que finaliza formalmente el 30 de abril del 2011. Desde un primer momento, Reino Unido, Irlanda y Suecia habían renunciado a restringir la libre circulación de los nuevos socios incorporados en 2004. A ellos se han sumado, desde mayo de 2006, España, Finlandia, Grecia y Portugal. Dicha política de apertura es compartida parcialmente (para algunos sectores económicos) por Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Dinamarca, mientras que Alemania y Austria mantienen sus restricciones particulares. La apertura a la entrada de personas procedentes de los 10 países recientemente incorporados refleja la falta de necesidad de controlar por ley un flujo, que de manera natural se va autorregulando.

No es ese (por ahora) el caso de los inmigrantes búlgaros y sobre todo rumanos. Estos últimos (y por tercer año consecutivo) han constituido uno de los grupos que más ha crecido, aprovechando la entrada en la UE, que los exime de solicitar el certificado de residencia. Por las mismas razones ha crecido también (aunque en menor medida) el empadronamiento de población procedente de Bulgaria. Las características y sobre todo la intensidad de los flujos originarios de éstos dos países hace que la política de apertura hacia ellos de los distintos países de la Europa a 25 difiere de la analizada anteriormente. Se siguen manteniendo los propios acuerdos bilaterales, de tipo restrictivo, aunque amparados por los principios generales de la legislación comunitaria.

Localización de la población extranjera por comunidades autónomas y provincias

El principal rasgo relevante es la concentración regional en nueve Comunidades Autónomas con un porcentaje de extranjeros (calculado sobre la población empadronada) igual o superior a la media de España (9,9 por ciento). Baleares es la comunidad que ocupa la primera posición con el 18,4 por ciento, valor muy en consonancia con los países europeos de inmigración alta. Le siguen en importancia decreciente Madrid (14,1 por ciento), Murcia (14,4 por ciento), Comunidad Valenciana (14,9 por ciento), Cataluña (13,4 por ciento), Canarias (12,3 por ciento), La Rioja (11,9 por ciento), Navarra (9,2 por ciento) y Aragón (9,9 por ciento) (figura 8). Estas dos últimas comunidades autónomas se acaban de incorporar en 2007 al grupo de regiones con una proporción de extranjeros (calculada respecto a la población propia) igual o superior a la media del país. La tendencia seguida en los últimos años pone de manifiesto la concentración en aquellas regiones, especialmente localizadas en la parte oriental de la Península y los dos ámbitos insulares.

Figura 8
Extranjeros respecto a la población española en cada Comunidad Autónoma, 2007

Fuente: Padrón Municipal

Una evaluación diferente del fenómeno es la que relaciona el volumen de inmigrantes por comunidades autónomas respecto al total de éstos. Ésta otra perspectiva complementaria es interesante, entre otros motivos, por la capacidad de atracción que ejerce la población inmigrante asentada en un territorio, de acuerdo a una de las leyes más clásicas del análisis demográfico, ya establecidas por Ravenstein a finales del siglo XIX, época en la que tuvo lugar otra etapa crucial en la Historia de las migraciones y origen del modelo de localización espacial, actualmente vigente. En este segundo caso, el nivel de concentración es aún mayor ya que sólo cuatro comunidades (Cataluña, Madrid, C. Valenciana y Andalucía) agrupan a más de los dos tercios de los inmigrantes (68,4 por ciento) (figura 9).

Figura 9
Localización de extranjeros por CC AA en 2007


Fuente: Padrón

Por otra parte, la convergencia de resultados según uno y otro procedimiento, ponen de manifiesto la conveniencia de ascender hasta la escala provincial para analizar comparativamente la proporción de extranjeros en cada una de estas unidades territoriales (figura 10). Ésta otra aproximación permite el acercamiento a la realidad de algunas comunidades autónomas, por ejemplo Andalucía, donde las diferencias interprovinciales, especialmente entre la costa y el interior son bastante acusadas.

Figura 10
Localización de extranjeros por provincias
(respecto al total de población de cada una)

Fuente: Padrón Municipal, 2007


La distribución de la inmigración por provincias y en comparación a la ya analizada por comunidades autónomas pone de manifiesto que la concentración territorial es aún mayor en la mitad oriental del país, especialmente en las provincias costeras en las que se yuxtapone a la inmigración clásica de los jubilados europeos, la más reciente que procede fundamentalmente del Tercer Mundo. Ello ocurre en las provincias insulares de Baleares y Canarias, Málaga, Almería, Alicante y Gerona. En todas ellas la proporción de ciudadanos comunitarios supera a la media del país, situándose por encima de la mitad de los extranjeros en málaga, Alicante y Santa Cruz de Tenerife. En las restantes provincias costeras mediterráneas y algunas otras del interior peninsular (caso de Madrid, Guadalajara y la Rioja) la proporción de extranjeros se sitúa también por encima de la media del país, aunque en estos casos es más bien reflejo de la presencia de inmigrantes procedentes de los antiguos países socialistas europeos, de Latinoamérica o del continente africano.

Tanto en la Rioja como en Madrid reflejan una actividad económica relativamente autónoma, a diferencia de la provincia de Guadalajara que más bien funciona como un apéndice demográfico y económico de la gran metrópoli madrileña.

La polarización espacial en determinadas áreas geográficas es consecuencia directa del alto nivel de concentración de los inmigrantes en determinadas ramas de producción, que actúan como polos de atracción demográfica. Destacan claramente la ocupación en el sector de la construcción y la dedicación a la agricultura intensiva, ya sea ligada a los invernaderos, a los cultivos hortofrutícolas. Dentro del sector servicios, el turismo y el servicio doméstico son las ramas de ocupación más significativas.

Estructura de la población por sexo y edad

Dentro de cada uno de los colectivos que se han definido por el origen o el destino se pueden diferenciar algunas características internas bastante significativas, por lo que es conveniente realizar un análisis pormenorizado, que diseccione el fenómeno de la inmigración, para entresacar sus rasgos estructurales. Entre ellos destacan los enormes desequilibrios entre sexos, especialmente extremos para algunas nacionalidades. Ello se refleja en la concentración de la población en unos determinados grupos de población con una mayoría de hombres o mujeres según el caso. Los ciudadanos procedentes de la Unión Europea (15 Estados) muestran una distribución bastante equilibrada con índice de masculinidad, ligeramente superior a 100, reflejo de una importante presencia de familias y matrimonios jubilados. Como ejemplos de esta situación se pueden citar los casos de Alemania y Reino Unido, países con una larga tradición de inmigración a España, con índices de 102 y 103 respectivamente.

Los originarios de otros países de Europa (aún no en la UE, o incorporados a ella con posterioridad a 2004) o del continente asiático presentan un claro predominio de varones (114 y 149 en los índices respectivos), debido a la convergencia de razones económicas que explican su llegada a España y a las peculiaridades culturales de sus lugares de origen (Ferrer y Urdiales, 2003). A modo de ejemplo de este segundo grupo y con datos de 2007 Rumania puede considerarse como prototipo de inmigración reciente y con un todavía elevado índice de masculinidad (111). No obstante, la pertenencia del país a la UE y la acomodación a las políticas de reagrupación familiar previsiblemente hará que baje dicho índice, que tenderá a acomodarse a los valores medios del país.

La mayor presencia de varones sobre mujeres se acentúa aún más para la población procedente de África con una proporción de 65 por ciento de varones sobre sólo un 35 por ciento de mujeres, alcanzando a algunos colectivos como los procedentes de Ghana, Guinea Bissau, Malí, Mauritania y Senegal, porcentajes superiores al 80 por ciento de población masculina. Ese enorme desequilibrio por sexos arroja un índice de masculinidad muy elevado para estas procedencias, que ayuda a entender los enormes problemas de desarraigo y de soledad en que transcurre la vida de esta población inmigrante. Incluso cuando se trata de alguna procedencia africana ya muy consolidada temporalmente en España (caso de Marruecos) la relación varones/mujeres sigue siendo muy desequilibrada con un índice de masculinidad de 180.

Por el contrario, la inmigración procedente de América Latina tiene un claro predominio femenino, de donde se deriva que los índices de masculinidad siempre son inferiores a 100, concretándose espacialmente de la siguiente forma: 68 si el origen de los inmigrantes corresponde a América Central y 86 si es América del Sur, siguiendo una tendencia ya perceptible en años anteriores (Urdiales y Ferrer, 2005). Este valor medio por grandes regiones no permite detectar las diferencias internas, especialmente significativas entre algunos países. Así por ejemplo, frente a la estructura bastante equilibrada de Argentina (índice de masculinidad de 102), Colombia presenta una aguda feminización de la población (índice de masculinidad de 77), mientras que Ecuador presenta una posición más equilibrada (94) y cercana a la media española (97).

En general, el desequilibrio por sexos es comparativamente bastante acusado en toda la población procedente de países del Tercer Mundo, lo que se explica en gran medida por la severidad de las leyes de inmigración y la conexión con la actividad laboral que la población inmigrante va a desarrollar en España. Complementariamente afectan las tradiciones culturales de los lugares de origen, .

El análisis de la estructura demográfica del colectivo de extranjeros confirma el desequilibrio entre hombres y mujeres, pero además permite observar la concentración en edades medias, lo que implica una notable diferencia con la media nacional española, mucho más envejecida desde el punto de vista demográfico (cuadro 1). Como corresponde a una inmigración todavía joven y con pocos años de historia las diferencias más significativas corresponden a la población con edad superior a los 65 años, todavía apenas representada en la población extranjera.

Cuadro 1

Población empadronada por grandes grupos de edad

 

 

Españoles

 

Extranjeros

 

Años

N. absolutos

%

N. absolutos

%

Hasta 15

6.212.587

15,3

669.709

14,9

16 a 44

17.018.693

41,9

2.863.178

63,9

45 a 64

10.095.182

24,8

727.666

16,2

A partir de 65

7.307.864

18,0

220.015

4,9

Fuente: Padrón municipal, 2007

Algunas de las diferencias ya destacadas en la estructura por sexos y grandes grupos de edad se hacen aún más explícitas, si el análisis se efectúa por grupos quinquenales, diferenciando entre la población española y extranjera (figuras 11 y12). La representación de la pirámide correspondiente a la población española tiene una imagen característica de urna, con un notable abultamiento en los grupos de población adulta y anciana, característica de una población bastante envejecida. Las diferencias son bastante significativas, si comparamos la anterior con la pirámide de la población extranjera, en la que es muy claro el desequilibrio entre hombres y mujeres (favorable a los primeros), así como entre las edades en que la población es potencialmente activa, muy bien representadas, y las dependientes, especialmente en la cúspide de la pirámide casi sin efectivos demográficos.

Figura 11
Total de Población

Figura 12
Población extranjera por edad y sexo

Fuente: Padrón Municipal, 2007


La estructura por sexos, comparativamente también más desequilibrada que la española, se observa especialmente en las edades potencialmente activas tanto para desarrollar una actividad económica como para procrear. En este aspecto, referido a la reproducción, cabe destacar la mayor fecundidad de los inmigrantes en comparación a la media nacional, lo que ayuda a delimitar el perfil poblacional y socioeconómico actual de España. En efecto, en el campo demográfico, ha ayudado a paralizar el crecimiento natural negativo, a iniciar una nueva tendencia de ascenso y a evitar que se acentúe el déficit de nacimientos de la balanza demográfica española. No obstante, conviene tener en cuenta que el rejuvenecimiento de la pirámide de población por la base (que realiza la población inmigrante) es sólo un fenómeno coyuntural en la historia demográfica de un país, apreciable sólo en la primera generación, ya que, con el paso del tiempo, la población inmigrante va adquiriendo paulatinamente los usos y costumbres que, sobre reproducción, tiene la sociedad de acogida. Incluso dicha recuperación, incluso en el corto plazo, puede verse de nuevo reducida debido a la migración de retorno.

El vértice de la pirámide se corresponde con un fuerte estrechamiento, más equilibrado entre hombres y mujeres, integrado sobre todo por pensionistas procedentes de la Europa más rica, que se han establecido de manera permanente o semipermanente en las provincias costeras españolas, aprovechando el clima más suave y los precios comparativamente más bajos que en sus respectivos países de origen.

Dado que la inmigración española es bastante heterogénea en sus características básicas, su análisis por principales procedencias ofrece algunas particularidades respecto al modelo general analizado. Así por ejemplo, la mayor presencia de mujeres es especialmente acusada en las poblaciones originarias de Ecuador y también de Colombia y en los tres grupos de edad que van de los 20 a los 35 años (figuras 13 y 14). Paralelamente, no hay apenas en ellas niños menores de 5 años y aún menos hay empadronadas personas con más de 65 años.

Figura 13
Ecuador

 

Figura 14
Colombia

Diametralmente opuesta a la anterior es la estructura demográfica de la población marroquí empadronada en España (figura 15). La superioridad numérica de los varones sobre las mujeres se aprecia en dicha pirámide prácticamente en todos los grupos de edad, aunque especialmente se aprecie entre los 20 y los 44 años en que llega a triplicarse las diferencias entre uno y otro sexo, por la especial dedicación de las mujeres latinoamericanas al cuidado de personas mayores.

Figura 15
Marruecos


En una situación intermedia entre ambas está Rumania con menores diferencias entre la base y el cuerpo central de la pirámide (figura 16). Similares características ofrece Polonia, aunque con algún rasgo particular (como es la mayor presencia de mujeres) que la acerca a la población ecuatoriana o colombiana, aunque en este último caso la dedicación predominante es la agricultura o el sector de la hostelería (figura 17).

Figura 16
Rumania

Figura 17
Polonia


De características similares a las de la población española, aunque más acusadas por el mayor envejecimiento son las de los ingleses y alemanes empadronados en España (figuras 18 y 19). Llama la atención especialmente que el grupo de edad estadísticamente mejor representado sea el de 60 a 65 años en el primer caso y entre 65 y 70 en el segundo, mientras que en España se sitúa entre los 30 y 35 años.

Figura 18
Reino Unido

Figura 19
Alemania


En resumen, la poca presencia de población inmigrante en las edades dependientes por la base y la cúspide, así como el abultamiento correspondiente a las edades medias, marca una estrecha relación de este colectivo demográfico con la actividad económica, a la que su presencia está especialmente ligada.

La reciente llegada de inmigrantes a España y su concentración en las edades potencialmente activas está tirando al alza de una tasa de actividad que en España viene siendo tradicionalmente baja, pero que está remontando. De acuerdo a una tendencia sostenida, el volumen de activos ha ido creciendo en España en los últimos años (algo más de cinco millones de personas entre 1996 y 2007), lo que en parte es resultado de la incorporación de mano de obra foránea, que alcanza al 13,8 por ciento del total de activos, de acuerdo a la EPA en el primer trimestre del 2007 .. La rápida e intensa incorporación de mano de obra foránea al mercado laboral español se pone también de manifiesto al analizar las tasas de actividad muy superior en la población extranjera (76,3 por ciento) respecto a la correspondiente a la población española (58,6 por ciento). Prácticamente para la misma fecha (mayo de 2007) el total de personas en Alta en la Seguridad Social ascendía a casi 20 millones de personas (19.303.189), de las que un 10 por ciento correspondía a población extranjera, de origen fundamentalmente extracomunitario.

Conviene también destacar que el enorme aumento de personas dispuestas a trabajar se combina en la economía española con la alta presencia del trabajo precario, bastante significativo en el total español, aunque especialmente presente en la población inmigrante activa. Ello implica que las tasas de ocupación sean comparativamente inferiores en la población inmigrante, con tasas de paro realmente superiores (12,6 por ciento) frente al 8,5 por ciento en la población española.

La contribución y/o utilización por parte de la población inmigrante de los servicios que ofrece el estado del Bienestar es otro de los temas recurrentes al analizar el tema desde una perspectiva económica, que no debe verse de manera aislada, sino con su complemento social. En este aspecto, y al amparo de la declaración universal de los derechos humanos, la legislación internacional incorpora el concepto de ciudadanía social, que reconoce para cualquier ser humano los derechos sociales, independientemente de la ciudadanía que ostente . La aplicación de ese principio de justicia social implica el aumento de demanda de los servicios disponibles en un estado social de derecho, lo que, lógicamente, ha supuesto en España el aumento del gasto, consecuencia de la intensidad del proceso de inmigración. Ahora bien, de la inmigración también se derivan consecuencias socioeconómicas positivas para el país receptor, ya que además de ayudar al aumento del PIB, los inmigrantes colaboran en la financiación del estado del bienestar, bastante necesitado en España de mayores tasas de ocupación y por tanto de una disminución de la relación entre población ocupada y dependiente. De hecho, desde 1996 viene incrementándose la relación afiliados/`pensionistas hasta alcanzar una proporción de 2,7 en mayo del 2007. Ello está en consonancia con la fuerte concentración de los inmigrantes en edades medias, comparativamente más alejadas del riesgo de enfermedades, implica una mayor contribución al ingreso que al gasto en servicios, según se ha analizado desde diferentes perspectivas.

Esta contribución neta positiva aparece mucho más clara en la coyuntura actual de la inmigración española (todavía muy reciente), con alto nivel de ocupación, especialmente compuesta por población activa potencial y real, con baja representación de edades dependientes por la base de la pirámide de edad o por la cúspide, como se ha podido apreciar en la estructura por edad y sexo de los extranjeros. Paralelamente, es necesario disminuir en lo posible la bolsa de inmigrantes en situación irregular, para que se integren en la financiación de los programas sociales, piezas fundamentales de cohesión en un Estado Democrático y Social de Derecho.

Complementariamente, la emigración también surte un efecto económico positivo en las regiones de origen de los inmigrantes a través de las remesas económicas. Una primera consecuencia de su percepción es la contribución al aumento del consumo de las familias de los emigrantes, lo que redunda en una subida general de la demanda, a la vez que favorece una cierta reactivación de la actividad económica. Un análisis más detallado de ese flujo económico de retorno arroja determinados puntos negros o, al menos, discutibles, ya que con frecuencia arrastra sólo un aumento del consumo, pero realmente no incide en la reactivación económica. El volumen de esta corriente monetaria está en continuo ascenso, habiendo alcanzado la cifra de 4.614 millones de euros en 2005, aproximadamente un 10,4 por ciento más que en 2004, según ha dado a conocer el Banco de España. Aproximadamente un 70 por ciento de este caudal financiero se canaliza hacia Latinoamérica, constituyendo un capítulo muy significativo en la economía estatal, en torno al 6 por ciento del PIB de Bolivia, el 3 por ciento del de Ecuador y en torno al 1 por ciento en Colombia, República Dominicana y Senegal.

Bibliografía

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Ficha bibliográfica

URDIALES, Mª E. Disección de la inmigración en España en base al padrón municipal de 2007. Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol.XII, nº 762, 25 de noviembre de 2007. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-762.htm]. [ISSN 1138-9796].


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