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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona
ISSN: 1138-9796.
Depósito Legal: B. 21.742-98
Vol. XIII, nº 780, 5 de abril de 2008

El XVII CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO Y EL INICIO DE LA SUCESIÓN DE HU JINTAO:
PREPARANDO LA QUINTA GENERACIÓN DE DIRIGENTES COMUNISTAS

Daniel Gomà
Profesor del Master de Estudios de Asia-Pacífico
Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona /
Visiting Scholar – Weatherhead East Asian Institute – Columbia University
(Nueva York – EE.UU.)*
dgoma@ub.edu  /  dg2395@columbia.edu


El XVII Congreso del Partido Comunista Chino y el inicio de la sucesión de Hu Jintao: Preparando la quinta generación de dirigentes comunistas (Resumen)

Este artículo analiza el XVII Congreso del Partido Comunista Chino y sus consecuencias. La más relevante es la designación de dos posibles sucesores que deberán reemplazar a Hu Jintao en 2012. La Quinta Generación de líderes comunistas chinos está liderada por Xi Jinping y Li Keqiang y está llamada a tomar las riendas del poder en la segunda década del siglo XXI.

Palabras clave: XVII Congreso, Partido Comunista Chino, Hu Jintao, Quinta Generación, Xi Jinping, Li Keqiang


The 17th Party Congress of the Chinese Communist Party and the Succession of Hu Jintao: The Rise of the Fifth Generation (Abstract)

This article analyzes the 17th Congress of Chinese Communist Party and its consequences. The most visible one has been the designation of two possible successors that will replace Hu Jintao in 2012. The Fifth Generation of Chinese communist leaders is leaded by Xi Jinping and Li Keqiang and is expected to take power in the second decade of the 21st Century.

Key words: 17th Party Congress, Chinese Communist Party, Hu Jintao, Fifth Generation, Xi Jinping, Li Keqiang


El pasado octubre el escenario político de la República Popular China (RPCh) estuvo marcado por la celebración del XVII Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh).[1] De manera intermitente durante el primer medio siglo de vida del PCCh, desde 1977 este tipo de congresos tienen lugar cada cinco años y son considerados el acontecimiento público más relevante de la política china.[2] En primer lugar, los delegados del congreso deben aprobar el informe de su secretario general que recoge el trabajo realizado desde el anterior congreso y fija las directrices a seguir para el nuevo período político. En segundo lugar, deben elegir un nuevo Comité Central, organismo que tendrá la autoridad de actuar en nombre del congreso hasta la celebración del siguiente.[3] En caso necesario, el congreso también puede decretar un cambio en la Constitución del Partido.

Un día después de la clausura del congreso, el nuevo Comité Central se reúne en su primer pleno y designa al nuevo Politburó (Buró Político) y a su Comité Permanente, los verdaderos órganos de poder y decisión del Partido y, por tanto, del régimen comunista chino, cuyos integrantes son la cúpula del poder político.[4] Asimismo, se encarga de nombrar al nuevo secretario general (o renovar en el cargo al actual), el Secretariado (que supervisa la coordinación y el cumplimiento de las decisiones que toma la cúpula dirigente), la Comisión de Inspección Disciplinaria y la Comisión Militar Central (CMC, organismo supremo de decisión en lo que se refiere a asuntos militares), así como a las diferentes secretarías y departamentos del Partido.[5]

La importancia de los congresos, sin embargo, no radica únicamente en la asegurar el funcionamiento del régimen comunista mediante el nombramiento de sus responsables sino también en el hecho de que en muchas ocasiones permiten observar los cambios en la cúpula dirigente china y las nuevas orientaciones en política nacional e internacional. Son, por tanto, una herramienta fundamental para determinar quienes ocuparán los cargos de mayor responsabilidad en la RPCh en un futuro cercano. Y ello se aprecia en las nuevas caras que entran a formar parte de los organismos superiores del Partido. Estos cambios, al mismo tiempo, son útiles porque suelen señalar la fuerza de los líderes políticos y de sus aliados, así como la fortaleza o debilidad de aquellos grupos que dentro del Partido abogan por políticas diferentes.

Un congreso diseñado para asegurar la estabilidad y la renovación política interna

Los delegados del congreso eligieron a un XVII Comité Central del PCCh integrado por 371 miembros, 204 de ellos miembros regulares (también llamados de pleno derecho) y los 167 restantes suplentes.[6] La principal característica de este Comité Central ha sido la amplia renovación que ha tenido lugar ya que el 62,5 por ciento de sus miembros (esto es, 232) son nuevos en sus cargos.[7] El Comité Central ha sido el encargado de elegir a los organismos que dirigen el Partido. Aquí los cambios también han sido importantes. En el Politburó, compuesto por las veinticinco personalidades más importantes del régimen comunista, han sido designados diez nuevos miembros, en total el 40 por ciento.[8] El Comité Permanente del Politburó, que integra a la cúpula suprema del régimen, también ha sido renovado con la jubilación de tres de sus nueve miembros designados en el anterior congreso en 2002 y el ingreso de cuatro nuevos miembros, esto es, el 44,4 por ciento. [9]Por último, en el Secretariado, integrado por seis personas, han entrado cuatro caras nuevas (el 66,7 por ciento).

Politburó del Comité Central

(XVII Congreso del PCCh)

     Hu Jintao              He Guoqiang           Hui Liangyu           Zhang Gaoli*         

     Wu Bangguo         Zhou Yongkang       Liu Qi                   Zhang Dejiang

      Wen Jiabao          Wang Gang*             Liu Yunshan*       Yu Zhengsheng

      Jia Qinglin            Wang Lequan          Liu Yandong (m)*  Xu Caihou*

      Li Changchun       Wang Zhaoguo         Li Yuanchao*       Guo Boxiong

      Xi Jinping*           Wang Qishan*          Wang Yang*         Bo Xilai*

      Li Keqiang*

* Nuevos miembros
 En negrita los miembros del Comité Permanente del Politburó (en orden jerárquico)

La amplia renovación se ha basado en dos grandes ejes. El primero ha sido el de la edad, donde todos los miembros de los diferentes organismos del Partido nacidos antes de 1940 han sido jubilados de sus cargos aunque algunos continuarán durante algún tiempo ejerciendo aquellas responsabilidades que tuvieran dentro del gobierno. El segundo eje ha sido el cumplimiento a rajatabla del límite de dos mandatos (en total diez años) en un mismo cargo de responsabilidad dentro del Partido.[10] El resultado ha sido un rejuvenecimiento del Comité Central y de los órganos de dirección del Partido. Así, por ejemplo, en el Politburó la edad media se sitúa ahora en 61,5 años.

El XVII Congreso del 15-21 de octubre ha supuesto una revalidación del actual líder supremo de China, el presidente de la RPCh y secretario general del PCCh Hu Jintao. Reelegido para un segundo y último mandato al frente del Partido (lo que incluye tanto la secretaría general como la presidencia de la CMC), el poder de Hu ha salido reforzado. No ha habido batallas encarnizadas y el consenso ha sido la tónica general en torno a las cuestiones tratadas: la necesidad de luchar contra la desigualdad social y de prestar mayor atención hacia el medio ambiente a la vez que se intensifica la reforma económica. Así, se ha consolidado en este congreso la doctrina del “desarrollo científico” (kexue fazhanguan) del actual grupo dirigente frente a la que podríamos llamar “desarrollo a cualquier precio” dominante en la generación anterior. [11]Dicha doctrina se fundamenta en la idea de que el desarrollo de China no debe tener en cuenta sólo el crecimiento económico sino también comprender las consecuencias sociales, culturales y ecológicas del mismo. Todo ello para ir acorde con el concepto de alcanzar una “sociedad armoniosa” (xiaokang shehui), defendido por Hu por primera vez en su discurso de febrero de 2004 en la Escuela Central del Partido y adoptado como guía en el Sexto Pleno del XVI Comité Central de octubre de 2006.[12] En otras palabras, el congreso ha reiterado la necesidad de que el desarrollo se oriente en primer lugar hacia el pueblo y sus necesidades.

Por otro lado, contrariamente a ciertas ideas expresadas en la prensa internacional y entre algunos analistas extranjeros, el triunfo de Hu ha sido incontestable y podemos afirmar que el actual dirigente ha asestado durante este congreso el último y mortal golpe al llamado “Grupo de Shanghai” (Shanghai bang), facción que dominó la escena política china durante el período de Jiang Zemin (1992-2002). Desde su llegada al poder en 2002, el actual presidente chino ha ido eliminando los apoyos de Jiang dentro del aparato del Partido y del gobierno, así como en su centro de poder, Shanghai, donde se ha purgado a importantes colaboradores del anterior dirigente mediante campañas de lucha contra la corrupción. La suspensión y la posterior expulsión del Partido (julio de 2007) de Chen Liangyu, hasta entonces secretario general del PCCh en Shanghai y miembro del Politburó, bajo la acusación de corrupción ha salpicado a Jiang, intocable por su condición de antiguo máximo dirigente, y ha dañado su ya de por sí mala imagen entre la mayoría del pueblo chino.[13]

El poder y la influencia del anterior máximo dirigente chino han quedado muy debilitados tras este congreso.[14] La mayoría de sus partidarios han sido apartados de aquellos cargos de responsabilidad que todavía ocupaban en los órganos de dirección del Partido, especialmente en el Politburó y en menor medida en su Comité Permanente. La renovación ha reducido al mínimo los partidarios de Jiang mientras que entre los nuevos miembros unos son fieles seguidores de Hu y el resto no le son hostiles. En el Comité Permanente han sido jubilados Zeng Qinghong, Wu Guanzheng y Luo Gan. Este último era el último representante que quedaba en pie de la ya extinguida camarilla del antiguo primer ministro Li Peng, mientras que Wu es un hombre de aparato sin afinidades claras. Pero la salida de Zeng del Comité Permanente del Politburó ha eliminado el último gran vínculo que unía a Jiang con el máximo órgano de poder en China y es, sin duda junto con la desaparición por fallecimiento de Huang Ju en junio de 2007, el ejemplo más visible de esta pérdida irremediable de poder del antiguo presidente de la RPCh y secretario general del PCCh. Es cierto que todavía permanecen Jia Qinglin y Li Changchun, ambos con carreras políticas vinculadas a Jiang, pero no suponen una amenaza para Hu. El primero de ellos, cuarto en la jerarquía del régimen, se ha salvado por tres meses de no ser jubilado en este congreso (nació en marzo de 1940) y carece de un poder verdaderamente efectivo ya que, aparte de ser miembro del Comité Permanente del Politburó, ostenta la presidencia de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), un cargo prestigioso pero vacío políticamente.[15] Li Changchun, por su parte, ha ascendido del octavo puesto al quinto pero es el único miembro del Comité Permanente del Politburó que no ostenta un cargo específico en el gobierno y en el Partido. Por último, Wu Bangguo, el número dos del régimen, ha sido considerado un miembro del Grupo de Shanghai porque ha hecho gran parte de su carrera política en esta ciudad y fue auspiciado al Comité Permanente del Politburó por Jiang pero, en la práctica, Wu ha demostrado ser un independiente desde que a finales de los noventa su vida política se ha asentado en Pekín y ha colaborado activamente con Hu desde 2002.[16] De los nuevos miembros, Xi Jinping y Li Keqiang carecen de vínculos con Jiang mientras que He Guoqiang (protegido de Zeng Qinghong) y en menor medida Zhou Yongkang sí se encuentran en la órbita del Grupo de Shanghai pero no está tan claro que se inclinen por este último, en claro declive, ahora que han entrado a formar del Politburó.

Este aspecto tiene que quedar claro. Aunque a primera vista parezca que Jiang ha logrado preservar parte de su poder, en la práctica no es así porque sus partidarios son una clara minoría en el conjunto del Politburó y la mayoría de ellos perderán los cargos que ostentan en el gobierno en los próximos meses. El éxito de Hu se ha de entender en un contexto a medio y largo plazo. Aunque en principio los pocos partidarios de Jiang mantendrán sus posiciones en el Partido, no está tan claro que todos ellos lo puedan hacer hasta el congreso de 2012, momento en que serán jubilados por superar los 70 años de edad. Jia Qinglin, por ejemplo, está envuelto en sospechas de prácticas de corrupción en el sur del país, mientras que Wu Bangguo tiene problemas de salud.

Si la consolidación del poder de Hu ha sido oficialmente el hecho más destacado, desde el punto de vista político la verdadera importancia del XVII Congreso radica en que ha sentado las bases para la futura sustitución de la actual generación de dirigentes comunistas, la cuarta, una vez que a partir de 2012 (cuando previsiblemente tendrá lugar el XVIII Congreso) Hu Jintao, el primer ministro Wen Jiabao y otras personalidades con responsabilidades importantes en la actualidad en el aparato del Estado y del PCCh tengan que dejar sus puestos tal y como establecen la Constitución de la RPCh y las normas internas del Partido.

Este hecho es claramente perceptible a raíz de los cambios que han tenido lugar en el XVII Congreso. De los 371 miembros del nuevo Comité Central, 158 (el 42,6 por ciento) son nacidos en la década de 1940 y son considerados de la cuarta generación (disidai) mientras que 185, es decir la mitad (el 49,9 por ciento), pertenecen al decenio posterior (aquellos que se encuentran ya en la cincuentena o están a punto de entrar en ella) y son considerados, por tanto, miembros de la llamada “quinta generación” (diwudai) de dirigentes comunistas de la RPCh. El restante 6,7 por ciento forman el grupo más joven (nacieron en los años sesenta) y serían, si el proceso sigue su cauce natural, integrantes de la que será la sexta generación (liusidai).

Los cambios que han tenido lugar con motivo del XVII Congreso del PCCh son de especial importancia. No en vano, las nuevas figuras que han entrado en sus organismos de dirección, principalmente el Politburó y su Comité Permanente, son las personalidades emergentes de la próxima generación de dirigentes comunistas chinos, la quinta desde el triunfo de la revolución hace ya casi sesenta años, y liderarán China a partir de 2012-2013.

La Quinta Generación: dos grupos de poder dentro del Partido

El XVII Congreso del PCCh será recordado principalmente por haber puesto en marcha el proceso de sucesión de Hu Jintao, esto es, la transición de la Cuarta a la Quinta Generación de dirigentes comunistas en la RPCh. Los diwudai se encuentran actualmente en la cincuentena, es decir, son una década más joven que la generación de Hu. Una característica común a todos ellos es que son férreos defensores del poder del PCCh pero también se muestran extremadamente hostiles hacia el maoísmo. Su referente político es Deng Xiaoping. Ello no tiene nada de extraño pues, nacidos en los años cincuenta, buena parte de los diwudai pertenecen a la llamada “generación perdida” de China. Se trata de aquellos jóvenes que perdieron la posibilidad de una buena educación debido a la Revolución Cultural, muchos de los cuáles fueron enviados a trabajar al campo para, en palabras de Mao Zedong, “aprender de los campesinos”. Ello conllevó que se educaran a una edad tardía y entraran en la universidad ya entrados en la veintena. De los 371 miembros del XVII Comité Central hay 118 miembros (el 32 por ciento) que pertenecen a esta “generación perdida”.

Las diferencias entre los diwudai y las dos generaciones anteriores son especialmente importantes en el ámbito de la educación. Mientras que los dirigentes de la Tercera (disandai) y Cuarta Generación están integrados en su mayoría por tecnócratas con una formación en ingenierías, los futuros dirigentes de China tienen estudios especialmente en el ámbito de las ciencias sociales (derecho, económicas, ciencias políticas, etc.). El declive de los tecnócratas es evidente con el cambio generacional tras haber alcanzado su cenit en los años noventa. Así, si en el Politburó del XVI Comité Central representaban el 75 por ciento de sus miembros, en este último representan el 40 por ciento, y esta situación es aplicable igualmente a la dirección otros organismos del partido y la dirección de ministerios y gobiernos provinciales, donde el número de tecnócratas ha ido claramente en descenso desde 2002.

Otra diferencia no menos significativa es que aquellos disandai y disidai con formación en el extranjero, lo habían hecho en la Unión Soviética y unos pocos en la Europa del Este y ninguno había alcanzado un grado superior al de master. En cambio, los de la Quinta Generación cuentan con numerosos miembros que han ampliado su formación en el extranjero pero en Occidente, principalmente en EE.UU. Asimismo,  no son pocos los que ostentan el grado de doctor de universidad y la mayoría tienen masters y postgraduados. Entre los diwudai, por ejemplo, sobresale la legendaria “Promoción de 1982”, la primera tanda de licenciados que accedieron a la universidad china tras la reimplantación del sistema nacional de exámenes de ingreso por Deng Xiaoping en 1978.[17] En el actual Comité Central hay 86 miembros (el 23 por ciento) que pertenecen a esta promoción, algunos de ellos en el Politburó. Destacan entre estos últimos Li Keqiang (que estudió en Beida, la Universidad de Pekín), Bo Xilai y Li Yuanchao (ambos estudiantes de la Universidad Fudan de Shanghai).

La gran mayoría de los diwudai tienen experiencia política y en el liderazgo obtenida de su paso por la dirección de las provincias, ya sea como gobernadores o como jefes del Partido (secretarios provinciales). La formación en cargos provinciales es una tendencia al alza desde comienzos de los noventa ante la necesidad de formar cuadros con experiencia de gobierno mediante una formación previa en la dirección de provincias y grandes municipios. Esto se refleja claramente en el aumento de antiguos gobernadores y jefes del Partido provinciales en el Comité Central y en especial en el Politburó. Así, si en el Politburó del XIV Comité Central el 50 por ciento de sus miembros tenían una experiencia de este tipo, en el siguiente ya representaban el 59,1 por ciento, mientras que cinco años más tarde su porcentaje ascendía ya al 66,7 por ciento. En el XVII Congreso el número es de 76,0 por ciento.

Los diwudai poseen, asimismo, una mejor preparación en política internacional y conocer mejor los cambios acontecidos en el contexto mundial de la última década. Han viajado más al extranjero y algunos incluso han vivido en Occidente y en otros países asiático, ya sea como estudiantes, investigadores o por motivos laborales. Cuentan, además, con la experiencia de tratar con académicos y empresarios occidentales desde hace tiempo y no son pocos los que poseen un dominio del inglés.[18] En este sentido, son más pragmáticos y están mejor preparados que las generaciones anteriores de dirigentes.[19]

A pesar de los numerosos puntos en común, los diwudai no forman un grupo unido dentro del PCCh, lo que no tiene nada de raro en esta formación política. Históricamente, el PCCh ha sido un partido donde la unidad interna ha sido por lo general escasa. Desde su fundación en 1921, esta formación política ha estado sujeta a enfrentamientos entre las diferentes corrientes, poniendo de relieve el famoso “faccionalismo”, esto es, la existencia de diversos grupos o facciones que luchan por hacerse con su control. Ejemplos de ello son los 28 Bolcheviques, la línea Li Lisan o el enfrentamiento entre Mao Zedong y Zhang Guotao antes del triunfo comunista. La fundación de la RPCh en 1949, pese a consolidar definitivamente el poder maoísta, no cambió el panorama y las luchas internas continuaron, siendo su crepúsculo la Revolución Cultural (1966-1976). Incluso el período de reformas impulsado a partir de 1978 no supuso la unidad del Partido que quedó dividido entre izquierdistas (o conservadores) contra reformistas en los años ochenta y, en la siguiente década, con la rivalidad entre el Grupo de Shanghai y el sector populista o conservador.

Como sucedió en el pasado, el actual PCCh no es monolítico y en él conviven diferentes sensibilidades aunque no todos los grupos son igual de fuertes. En los últimos años se han ido erigiendo dos grandes coaliciones a la espera de sustituir a la actual generación de líderes comunistas, acontecimiento previsto en 2012 con la celebración del XVIII Congreso. Ambas se caracterizan por tener unos apoyos sociopolíticos y geográficos muy diferentes. Más o menos igual de poderosas en estos momentos, las dos coaliciones han reforzado desde octubre de 2007 sus posiciones en el organigrama político chino y en especial en los tres grandes organismos dirigentes del PCCh: el Comité Central, el Politburó y el Comité Permanente del Politburó.

La llamada Coalición Populista sería en origen la facción liderada por Hu Jintao y Wen Jiabao y ahora encabezada por estrechos colaboradores suyos, más jóvenes,  que aspiran a reemplazar a sus jefes a partir de 2012. Su apoyo principal son los tuanpai, término que designa a dirigentes del Partido surgidos de las filas de la Liga de las Juventudes Comunistas (LJC) y en concreto de su dirección nacional, y que de la mano del propio Hu, antiguo dirigente de esta organización y por tanto también un tuanpai, han ido extendiéndose en las principales instituciones del Partido, el aparato del Estado (gobierno, poder judicial, etc.) y los gobiernos provinciales desde hace un lustro.[20] Los tuanpai han entrado con fuerza en la dirección del partido con motivo del XVII Congreso. Si en el anterior XVI Comité Central su número era de 50 (18 de ellos miembros regulares o de pleno derecho y el resto suplentes), en el actual su número se ha incrementado hasta 86, de los que 42 son de pleno derecho. Una situación parecida sucede en el Politburó, donde 8 de los 25 miembros son tuanpai (esto es, un tercio del total, el doble que en el anterior Politburó), dos de los cuales, Hu Jintao y Li Keqiang, forman parte incluso del Comité Permanente.[21] Su poder dentro del Partido es notable ya que controlan una cuarta parte de los departamentos, entre ellos el de Organización, dirigido por Li Yuanchao. Pero su influencia se extiende más allá del PCCh pues están al frente de un tercio de los gobiernos provinciales (ya sea como gobernadores o jefes del Partido) y de una cuarta parte de los ministerios del Consejo de Estado (gobierno).

Asimismo, los populistas cuentan con el respaldo de un buen número de funcionarios del Partido, especialmente de aquellos que trabajan en los departamentos de propaganda. Otra base de apoyo son los intelectuales agrupados en lo que se llama la “nueva izquierda”, crítica con la transición económica y en especial con las consecuencias de las reformas económicas de las últimas tres décadas (desigualdades sociales, desarrollo desigual entre las ciudades y el campo, etc. Este grupo muestra importantes reservas frente a la globalización y a su discurso no son ajenas importantes capas de la población.

Por último, el poder de los populistas viene reforzado por el respaldo de los líderes rurales y los dirigentes de las provincias del interior de la RPCh. Los primeros son  hostiles a los grupos más liberales y urbanos, a los que acusan de haber preferido el desarrollo de las ciudades antes que el del campo especialmente durante la era de Jiang Zemin (1992-2002), rompiendo así la tradicional simpatía del PCCh por los campesinos. Ello se une al enfrentamiento latente entre los líderes provinciales del interior y del nordeste, las llamadas “provincias rojas”, y los de la zona costera, “las provincias azules”.[22] Las primeras son las menos desarrolladas y más conservadoras pero han visto cómo la política de Hu y sus partidarios desde 2002 ha buscado impulsar su desarrollo económico y equilibrar de esta manera las diferencias entre el dinamismo de de las regiones costeras y el atraso de las interiores. Muchos de los tuanpai han ejercido responsabilidades políticas en estas últimas y no es extraño, por tanto, que sus líderes apoyen a la Coalición Populista.

La Coalición Elitista es la otra corriente dominante en el PCCh. Asociada erróneamente al Grupo de Shanghai por algunos analistas,[23] los principales dirigentes de la coalición son conocidos como “príncipes” (taizi) debido a que son hijos de altos cargos del Partido del período maoísta y comienzos de la época de Deng. El ascenso de Xi Jinping, miembro del Comité Permanente del Politburó desde octubre de 2007, muestra el creciente poder de los “príncipes” que tienen a siete de sus miembros en el Politburó, a diferencia del anterior donde sólo había tres.[24] En el Comité Central el número de “príncipes” ha pasado de 25 (21 de ellos regulares) en el anterior congreso a 32 (25 de pleno derecho) en el último. A diferencia de los tuanpai, forman un grupo menos cohesionado pero tienen la ventaja de adaptarse mejor a las realidades del Partido y alcanzar acuerdos con otros grupos. Por otro lado, aunque son minoría respecto a los tuanpai, tienen la ventaja de tener una mejor formación económica y de gestión. La mayoría de “príncipes” han progresado en sus carreras como dirigentes gubernamentales o del Partido en las provincias costeras, y, por tanto, más prósperas, (las llamadas “provincias azules”) y cuentan con el apoyo de sus dirigentes provinciales. En ellas se han caracterizado por impulsar el desarrollo económico, especialmente mediante la expansión del sector privado, y los lazos con los mercados mundiales. No es de extrañar, por tanto, que entre sus partidarios se encuentre en primer lugar la potente comunidad de empresarios. Admitidos por primera vez en el Partido en 2002, su influencia no es menospreciable ya que han pasado de ser 9 en el Comité Central del anterior congreso a ser 18 en este último.

Otros apoyos importantes de los elitistas proceden de la cada vez mayor clase media urbana. Destacado también es el respaldo de los llamados “regresados” (haiguipai), es decir, aquellos estudiantes que desde 1978 han marchado a estudiar en el extranjero, principalmente a EE.UU. y en menor mediada a otros países occidentales y asiáticos, y que vuelven a China después de completar sus estudios.[25] Su preparación les ha conducido a ser cada vez más importantes en el ámbito educativo, centros de investigación, el sector bancario y de finanzas, el mundo empresarial tanto público como privado, etc.[26] Su formación en el extranjero les ha convertido en una fuente de talento y capital humano imprescindible para el desarrollo de China y este hecho no escapa al Partido. El propio Hu ha buscado promover a “regresados” para puestos de dirección en el Partido y en especial en el gobierno y las demás instituciones del Estado.

Prueba de su importancia es que su número ha pasado de 20 en el Comité Central del XVI Congreso a 36 en el actual. Entre los “regresados” la figura política más relevante es Wang Huning, miembro del Secretariado, que estudió en Iowa y Berkeley.

Dos candidatos para un único “trono”

La principal característica del XVII Congreso del PCCh ha sido no cerrar la cuestión de la sucesión de Hu Jintao. Las dos coaliciones se han consolidado en el liderazgo político del Partido desde octubre de 2007 y del evento han salido reforzados dos candidatos para suceder a Hu Jintao a partir de 2012 y que representan a cada una de las coaliciones. Aparte de formar parte de los diwudai, ambos tienen la particularidad de haber entrado a formar parte del Comité Permanente del Politburó directamente desde el Comité Central sin haber ocupado previamente un puesto en el Politburó y han pasado a ocupar cargos de mayor responsabilidad en el Partido, lo que demuestra la importancia de sus respectivos ascensos. Por otro lado, los dos tienen una experiencia política al menos a nivel de dirección de provincias, tanto como de gobernador como de jefe (secretarios) del Partido.

El primero de los candidatos es Li Keqiang, quien ocupa el puesto número 7 del Comité Permanente del Politburó desde el XVII Congreso y es considerado el líder de la Coalición Populista. Originario de Dingyuan (Anhui), donde nació en 1955, e hijo de un funcionario de bajo rango, tiene una sólida formación con doctorados en derecho y económicas por la prestigiosa Universidad de Pekín y pertenece a la mítica “Promoción de 1982”.

Enviado durante su juventud a trabajar en un área rural de Anhui, su carrera política se inicia con su ascenso a la cúpula dirigente de la Liga de las Juventudes Comunistas (LJC) en 1982, donde conoció a Hu Jintao, de quien ha sido un estrecho colaborador en los últimos veinticinco años. Ello le confiere, al menos en teoría, el apoyo del actual líder chino, lo que en la lucha por el poder supone sin duda una ventaja sobre sus rivales. En los años ochenta su vinculación se centró en las organizaciones estudiantiles (como la Federación de Estudiantes de China, de la que fue su presidente) Li, el representante más genuino del grupo de los tuanpai, pasó una década y media en la dirección central de la LJC y fue su primer secretario entre 1993 y 1998.

Li posee una gran experiencia política. Su currículum incluye el nombramiento como gobernador de la provincia de Henan (1998-2003), lo que le convirtió en el gobernador más joven nombrado hasta la fecha. Entre 2002 y 2003 pasó a ocupar también el cargo de secretario del PCCh en esta provincia y el de presidente del Congreso Popular de Henan. Más tarde, fue nombrado jefe del Partido en Liaoning (2004) y poco después presidente del Congreso Popular de esta provincia del noroeste, cargos que ha ocupado hasta su designación para el Comité Permanente del Politburó. En ambos lugares ha destacado por su política de desarrollo económico pero ha sido en Henan donde ha obtenido los resultados más espectaculares convirtiendo a esta provincia del interior del país en una zona atractiva para la inversión.

Sus credenciales políticas están fuera de toda duda. Aparte de su experiencia a nivel provincial, tiene el prestigio de ser uno de los miembros de mayor antigüedad del Comité Central, siendo elegido desde el XV Congreso (1997) con un gran número votos. Además, es viceprimer ministro ejecutivo en funciones desde la muerte de Huang Ju. Por último, cuenta con las simpatías de las bases del Partido por haber ascendido, como Hu, desde los escalafones más bajos gracias a su esfuerzo, lo que le permitido, por otro lado, conocer bien el funcionamiento interno del PCCh y crear de este modo una extensa red de contactos (y, por tanto, de apoyos) en el interior del mismo.

No obstante, Li cuenta también con varios puntos en contra. Es considerado una simple copia de Hu Jintao pero con la diferencia de que carece del carácter y la tenacidad de este último, especialmente a la hora de tomar decisiones importantes. Además, acarrea el sambenito de la mala suerte en lo que se refiere a su gestión en Henan y Liaoning pese a los éxitos conseguidos en estos lugares, especialmente en el ámbito económico. En la  primera de ellas, por ejemplo, fue objeto de críticas por no hacer frente a tiempo a una epidemia de sida en varios distritos[27] y durante su mandato se produjeron varios accidentes mineros.[28] Por otro lado, pese a su formación en económicas, carece de credenciales en materia económica, especialmente en el área del comercio internacional, lo que sin duda juega en su contra ante la importancia creciente de China en la economía mundial. No menos importante es la ausencia de contactos relevantes con la cúpula de las fuerzas armadas.

El otro candidato en liza, Xi Jinping, ocupa el puesto número seis del Comité Permanente del Politburó desde el XVII Congreso y es el líder de la Coalición Elitista. Nacido en 1953, originario de Fuping (provincia de Shaanxi) pero criado en Pekín, durante su juventud fue enviado a trabajar al campo como consecuencia de la Revolución Cultural, concretamente a una comuna del distrito de Yanchuan, en Shaanxi, donde se convirtió con el tiempo en el secretario local del Partido. De regreso a Pekín a mediados de los setenta, estudió ingeniería química en la Universidad de Qinghua.

Su formación política es extensa. Dirigente de distrito en Hebei a comienzos de los ochenta, a mediados de esa década fue ascendido a vicealcalde de la ciudad de Xiamen, la costera provincia de Fujian. Este nombramiento, que marcó el despegue de su carrera política, es importante porque le situó en la dirección de unas de las cuatro Zonas Económicas Especiales (ZEE) creadas por Deng a finales de los setenta como uno de los ejes de la apertura económica. Durante la mayor parte de los noventa ocupó cargos de responsabilidad en organismos de gobierno y del Partido en Fujian y en 1997 fue designado miembro suplente del Comité Central en el XV Congreso. En 1999 fue nombrado gobernador en funciones de esta provincia y un año más tarde gobernador de pleno derecho. Este trabajo lo combinó entre 1998 y 2002 con un postgraduado en Qinghua, donde se doctoró en derecho. En 2002, el mismo en el que entró a formar parte como miembro del pleno derecho del Comité Central como resultado del XVI Congreso, dejó Fujian y se trasladó a la vecina Zhejiang donde fue nombrado gobernador en funciones hasta 2003. En ese año pasó a ser el secretario del Partido en esa provincia. En ambas provincias destacó por su lucha contra la corrupción y por defender el desarrollo económico local mediante la expansión del sector privado. En marzo de 2007 fue designado jefe del Partido en Shanghai tras la destitución de Chen Liangyu, lo que le acabaría de catapultar al Politburó seis meses más tarde.

Aunque sus posibilidades de suceder a Hu Jintao están más o menos igualadas que las de Li Keqiang, Xi tiene la ventaja de ser percibido desde hace un tiempo como el supuesto heredero de Hu, como el número uno entre los dawudai. Además, a diferencia de su rival potencial, también tiene a su favor el hecho de proceder de una familia vinculada estrechamente al PCCh desde los años veinte, lo que le confiere un prestigio político difícilmente superable. Su padre, Xi Zhongxun, militó desde muy joven en el movimiento comunista y estuvo con Mao durante la época de Yan’an (1935-1946) y más tarde sirvió en el régimen comunista alcanzando el cargo de viceprimer ministro entre finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta. Purgado durante la Revolución Cultural fue rehabilitado más tarde y fue miembro del Politburó durante los años 80.

Li es, en este sentido, el más exitoso hasta el momento de todos los “príncipes”. Más simbólico pero políticamente útil es el hecho de estar casado con Peng Liyuan, popular cantante folclórica y quien no hace mucho era más conocida que su marido. Casados desde más de veinte años y con una hija en común, Peng es mayor del ejército chino y está asignada a su Departamento General de Música y Danza. La fama de su esposa, junto con su ascenso político y su facilidad para autopromocionarse en público, le otorga una publicidad inmejorable y la consecuente popularidad entre el pueblo.[29]

Aparte de su linaje y su situación matrimonial, Xi cuenta con el importantísimo apoyo de las zonas costeras, entre ellas la poderosa Guangdong, donde su padre todavía es recordado como gobernador provincial (1979-1981) en el momento de la apertura de las ZEE, siendo uno de los principales impulsores de la de Shenzhen. Pero ha sido sobre todo la labor de Xi en Fujian y Zhejiang, donde ha buscado impulsar una economía libre de mercado y un mayor desarrollo del sector privado, lo que le ha permitido obtener el apoyo de los influyentes grupos económicos y políticos de las regiones más dinámicas. Por otro lado, ha buscado atraer inversiones de Taiwán, aspecto este último que no está exento de implicaciones políticas y que demuestran su habilidad a la hora de tratar uno de los asuntos más espinosos de la política china.

Su defensa de la liberalización económica, además, ha ido acompañada de una política de mano dura contra la corrupción, especialmente relevante en Zhejiang donde se mostró implacable con los funcionarios corruptos, lo que le ha granjeado un nombre en la escena nacional y llamó rápidamente la atención de los principales líderes chinos. No menos duro se mostró en la represión contra toda actividad contraria a la autoridad del Partido en Zhejiang y ha reprimido sin contemplaciones toda manifestación crítica contra el régimen, manteniendo las líneas diseñadas por este último.

Otro aspecto a su favor es su buen conocimiento de las relaciones internacionales, especialmente en el ámbito económico, y ha tratado con importantes representantes económicos y políticos occidentales. Más importante todavía son los buenos contactos que mantiene con altos mandos del Ejército Popular de Liberación (las fuerzas armadas chinas) desde que entre 1979 y 1982 trabajó como secretario personal del general Geng Biao en la Oficina General de la Comisión Militar Central del Partido, lo que le aporta una sólida formación en el ámbito de las relaciones Partido-ejército.

Su nombramiento en marzo de 2007 como secretario del Partido en Shanghai, probablemente el cargo de dirección provincial más importante del país, demuestra que goza de la absoluta confianza de Hu Jintao. Por último, el hecho de ser el miembro de los diwutai mejor situado en la jerarquía (está justo delante de Li Keqiang en el Politburó), así como su nombramiento como principal dirigente del Secretariado del Partido,[30] le sitúan en una muy buena posición para erigirse en el sucesor de Hu.

No obstante, como en el caso de Li, Xi Jinping también tiene varios débiles. En su currículum político destaca el hecho de haber sido el menos votado de los 151 miembros suplentes del Comité Central elegidos en el XV Congreso de 1997, reputación que todavía le acompaña hoy día. Ello es característico de los “príncipes” y también juega en su contra ya que éstos no cuentan con muchos apoyos entre las bases del Partido, que suelen calificarlos con el despectivo término de “helicópteros” por la rapidez de sus ascensos gracias a sus conexiones políticas y no tanto a su preparación. En el caso de Xi esto es más notorio todavía pues sólo ha pasado medio año (marzo-octubre de 2007) en la dirección del Partido en Shanghai y ya ha sido ascendido directamente al Comité Permanente del Politburó, lo que supone una violación clara de las normas no escritas de la política del Partido. La hostilidad hacia los “príncipes” es trasladable también a la opinión pública, que no ve con buenos ojos que los hijos de antiguos dirigentes en puestos de responsabilidad y a los que considera en muchas ocasiones como aprovechados y corruptos que se han enriquecido gracias a su linaje político. Por ello, muchos “príncipes” han mantenido un perfil bajo al menos públicamente con el fin de evitar dañar sus carreras políticas.

Por otro lado, pese ha haber ejercido sólo seis meses en Shanghai y a que su labor allí está fuera de toda sospecha, este hecho puede volverse en su contra porque Xi, aunque no forma parte y no tiene vínculos, debe en la medida de lo posible evitar que se le asocie con el Grupo de Shanghai. Otro punto en contra es su ausencia de experiencia en las provincias del interior.

Por otro lado, su nivel educativo es claramente inferior al de otros dawudai. A diferencia de Li, Xi entró en la universidad a  mediados de los setenta y forma parte del grupo llamado “trabajador-campesino-soldado-estudiante”, es decir, aquellos jóvenes que entraron en la universidad por su currículum revolucionario y sin pasar un examen de ingreso a la universidad. Su doctorado en derecho es lo que se conoce en China como “doctorado a tiempo parcial” por la facilidad con que se puede conseguir, especialmente si uno es dirigente del Partido, y por la escasez de formación que aporta en realidad.

Un proceso de sucesión en una era de incertidumbres políticas y sociales

Como señalábamos anteriormente, la principal característica del XVII es la aparición de un modelo dual de sucesión inédito hasta ahora en la RPCh. Desde 1949 la política china ha tendido a designar con tiempo a un posible sucesor del líder supremo: Lin Biao y Hua Guofeng en el caso de Mao, Hu Yaobang, Zhang Ziyang y Jiang Zemin en el de Deng Xiaoping. Esta práctica ha buscado por lo general asegurar la estabilidad política en el proceso de transición tras la retirada o desaparición física del principal dirigente y evitar así una lucha por el poder, aunque durante los primeros cuarenta años de la RPCh la realidad fue totalmente la contraria. Así, si analizamos la historia política de la China comunista veremos que el sucesor designado nunca fue la primera elección ni el proceso de sucesión fue especialmente tranquilo. Por ejemplo, Lin Biao acabó rebelándose contra su jefe y murió durante su huida a la Unión Soviética. Hua Guofeng, por su parte, no fue la primera elección de Mao y a la larga resultó un fracaso pues no tardó en ser apartado por Deng. Éste, pese a ser la autoridad principal dentro del Partido después de 1978, tuvo que hacer frente a las demandas de los sectores más conservadores y acabó sacrificando a sus dos principales delfines, Hu Yaobang primero y Zhao Ziyang durante la crisis de Tian’anmen (1989). Jiang Zemin tampoco fue la primera elección de Deng pero, a diferencia de Hua, su designación resultó un éxito. En la práctica, Mao y Deng tuvieron que escoger aquello que consideraron mejor en aquél momento. En este sentido, la ausencia de un sucesor oficial no sería una mala elección ya que, como sucedió en el pasado, la designación de un sucesor tiene sus riesgos en caso de que este último fracase en su intento de dotarse del apoyo mayoritario dentro del Partido (como sucedió con Hua, Hu y Zhao). Esto conllevaría una fuerte crisis política.

No obstante, este modelo dual de sucesión resulta especialmente sorprendente si lo miramos desde el punto de vista de la estabilidad política existente desde 1990 y en especial si analizamos el caso de Hu Jintao, quien fue el último gran dirigente en ser designado “a dedo”. No debemos olvidar que Hu fue ascendido al Comité Permanente del Politburó en 1992 por orden de Deng Xiaoping, quien le señaló como el candidato potencial para liderar el Partido tras la prevista retirada de Jiang Zemin un decenio más tarde, esto es, con el ascenso de la cuarta generación de dirigentes comunistas. Ello impidió que Jiang se deshiciera de Hu ya que, al igual que éste, su poder venía otorgado por Deng y cuestionar la decisión de este último en el caso de Hu significaba abrir la puerta para que otros dentro del Partido cuestionaran su propia autoridad. La muerte del gran dirigente en 1997 no alteró esta situación y, añadido al hecho de que Hu no cometió error político alguno durante estos años, hizo que la decisión de Deng fuera respetada a regañadientes por Jiang. El actual presidente de la RPCh pasó diez años en el Comité Permanente del Politburó antes de convertirse en el secretario general del PCCh en 2002, lo que le permitió adquirir una gran experiencia política. Indudablemente, la ausencia de un sucesor designado antes del XVIII Congreso de 2012 entraña unos riesgos porque, aparte de las luchas internas que puede desencadenar (aparición del famoso faccionalismo), esta decisión puede impedir un período de formación absolutamente necesario para el futuro líder supremo y acarrear tensiones en la cúpula del poder chino en la lucha por el poder, lo que va en contra de la política general defendida por los anteriores dirigentes en las últimas tres décadas.

El régimen chino, por tanto, nunca se ha enfrentado hasta ahora a una situación de este tipo en la cúpula del poder político, con dos grupos dominantes en el PCCh que poseen una unas prioridades en sus agendas políticas y una filosofía muy diferentes a la hora de afrontar los retos de futuro. La Coalición Populista defiende unas políticas preferentemente de tipo social y supone un cambio con las políticas de la época de Deng y en especial de Jiang, percibidos como los representantes de los ricos y poderosos. Entre ellas está la defensa del empleo y la promoción de un problema creciente en China, el acceso a la vivienda ante el incremento cada vez mayor del precio del suelo especialmente en las zonas urbanas.[31] Otro objetivo es una mejor atención sanitaria para el conjunto de la población. La finalidad es reducir las diferencias entre las diversas regiones del país e impulsar el desarrollo de aquellas menos favorecidas por la transición económica y equilibrar en la medida de lo posible la riqueza de las zonas costeras con las del interior. Asimismo, defienden el desarrollo rural mediante la protección de la tierra cultivable, el refuerzo de las infraestructuras en el campo, la mecanización del mismo y la prevención de enfermedades de origen animal con el objetivo de reducir la brecha entre las zonas urbanas y las rurales, estas últimas menos desarrolladas. Conviene señalar, no obstante, que los populistas están a favor de continuar con las reformas económicas pero prefieren ir más lentamente y reformar el sistema fiscal y financiero para mejorar el acceso a los servicios básicos (sanidad, educación), alcanzando así los objetivos de la “sociedad armoniosa” de Hu. Otra iniciativa suya es el establecimiento de una zona de libre comercio en Asia del Nordeste.

Los elitistas, en cambio, tienen unas políticas fundamentadas principalmente en el desarrollo económico. En primer lugar, promoviendo la expansión del sector privado y la iniciativa empresarial como ejes del crecimiento. Por otro lado, eliminando las barreras institucionales con el fin de favorecer el desarrollo del mercado. Con una defensa férrea de la liberalización económica, los objetivos son incrementar la eficiencia económica y continuar con el alto ritmo de crecimiento del Producto Interior Bruto de la última década. Por último, está la mayor integración de China en la economía mundial.

Muchos analistas de la política china, especialmente en el extranjero, han tendido a señalar como causa de este sistema dual de sucesión la débil capacidad de Hu Jintao para designar a su sucesor debido al poder de otros grupos o facciones dentro del Partido. Este análisis, sin embargo, es equivocado y se fundamenta en la existencia de fuertes divisiones dentro del régimen. Es cierto que el líder supremo de China ya no tiene la potestad absoluta que tenían Mao y en menor medida Deng para designar “a dedo” a su sucesor. Pero no es menos cierto que Hu no es más débil que Jiang, aunque algunos insisten todavía hoy en afirmarlo. De hecho, Hu heredó del anterior líder un poder plenamente asentado tras poner fin Jiang a la oposición interna a la entrada de China en la organización Mundial del Comercio y someter definitivamente a la cúpula militar a su autoridad.

La decisión de Hu, por tanto, obedece a motivos más profundos que la simple y obvia razón de que los actuales dirigentes de la RPCh carecen de la autoridad suficiente para imponer su candidato sin más. En primer lugar, la política china tiende a parecerse cada vez más a la política de otros países, con políticos con sus intereses personales, con aliados más o menos estables (pero sin el poder de romper el consenso general) y necesitados de pactos para poder sobrevivir políticamente. En este sentido, conviene señalar que pese a sus diferencias programáticas, el nuevo liderazgo que está emergiendo dentro del régimen parece más unido que los anteriores y no se aprecian divisiones importantes. Ninguno de los dos grupos principales apuesta por el enfrentamiento directo con el fin de evitar el debilitamiento del Partido. De hecho, pese competir entre ellos, populistas y elitistas dan muestras de cooperación en algunos ámbitos, demostrando que pueden trabajar juntos, y se complementan en términos de capacidad de liderazgo y en experiencia política.[32] El lema actual “un Partido, dos Coaliciones” resume bien el sentimiento en el seno del PCCh.[33] Por otro lado, este último ha abandonado sus políticas más radicales y ha experimentado grandes transformaciones en las últimas tres décadas, dejando de ser un partido revolucionario y personalista para convertirse en un partido de gobierno. Se ha pasado de un “gobierno del hombre” a un “gobierno de la ley”. La consolidación de las instituciones tanto del Partido como del gobierno ha llevado a una mayor identificación entre el PCCh y el Estado. Y en este proceso de cambio institucional que experimenta el Partido, los grupos de poder en su interior no tienen tanta importancia como la preparación de sus líderes, quienes deben tener en cuenta hoy día para ascender la opinión de la sociedad, es decir, demostrar que están preparados para dirigir el país.

Este hecho no se le escapa a Hu Jintao. Aunque el XVII Congreso ha reiterado el monopolio del poder político del PCCh, Hu y otros dirigentes son conscientes de la necesidad de introducir cambios y de abrirse más a la sociedad. En su discurso inaugural el secretario general reconoció el “entusiasmo creciente del pueblo por participar en los asuntos políticos”.[34] La opinión pública es cada vez más crítica con la el gobierno del Partido y los líderes políticos son conscientes de la necesidad de una mayor transparencia en la forma de gobernar y en el proceso de toma de decisiones. En su discurso, Hu llegó a pronunciar la palabra “democracia” más de sesenta veces. El PCCh debe volverse más plural y dotar al régimen de una mejor administración. El concepto de “capacidad gubernamental” (zhizheng nengli) ha adquirido mucha importancia en el seno del liderazgo desde su proclamación oficial en el Cuarto Pleno del XVI Comité Central (otoño de 2004) y se basa en la defensa de una administración de gobierno basada en la ley, el fin de la incoherencia ideológica, la eliminación de la corrupción y el reclutamiento de un cuerpo funcionarial y de cuadros más preparados. Así, se lograría una disminución de la burocracia del gobierno y una mejora de los servicios públicos, en otras palabras, una administración más pequeña pero mejor.[35]

Por todo ello, la elección de un dirigente “a dedo” es ir a contracorriente de lo que demanda la sociedad (muy crítica con la forma tradicional de elección personalista) y lo que defiende en teoría el Partido, empezando por la propia retórica de Hu. Al designar a dos candidatos, Hu responde a estas expectativas ya que ambos contendientes deberán ganarse en estos cinco años el apoyo de la opinión pública y, en el caso del Partido, le da la oportunidad de escoger entre dos candidatos extendiendo la democracia interna dentro del mismo. De paso, al seleccionar a Xi como un posible sucesor, Hu extiende su propia red de apoyos dentro del Partido y al mismo tiempo corta de raíz cualquier crítica de favoritismo hacia los tuanpai.

La elección de dos candidatos a sucederle es, por tanto, un jugada inteligente por parte de Hu. En este sentido, disfruta de una libertad de decisión mayor que la tuvo Jiang, que tuvo a aceptar a Hu como sucesor pese a la escasa sintonía entre ambos. Tampoco tiene deudas con los anteriores líderes chinos (Jiang, Li Peng) porque su carrera política no ha dependido de ellos. Aunque tiene sus riesgos, políticamente esta decisión también tiene sus ventajas. En primer lugar, evita caer en errores como los ocurridos en el pasado como, por ejemplo, el de Mao al elegir a Lin Biao y el  Deng al hacer lo propio con Zhao Ziyang. Así, al tener dos posibles sucesores, es más fácil apartar a uno en el camino si se comprueba que no está a la altura de las circunstancias. Por otro lado, permite evitar problemas como la crisis política que originaría, por ejemplo, la desaparición física del escenario político (ya sea por fallecimiento o por incapacidad física permanente) de un único sucesor designado.

Pero dicha decisión obedece también a otras necesidades. Aunque no existe una oposición organizada y menos políticamente,[36] el PCCh es cada vez más impopular y buena parte de la población considera que está alejado de los problemas de la vida cotidiana. Precisamente, uno de los principales problemas que debe resolver el Partido es la corrupción, porque crea un enorme resentimiento en la sociedad. Las corruptelas tienen lugar tanto en la escala superior como media pero es especialmente grave a escala local donde cuadros del Partido sin escrúpulos se aprovechan de los ciudadanos, especialmente en las áreas rurales, donde el PCCh ha tenido históricamente su principal fuente de apoyo. El propio Hu lo señaló en su discurso al afirma que los escándalos de corrupción que han salpicado al PCCh en los último años “son una amenaza a la supervivencia del Partido”.[37] Entre el XVI y el XVII Congreso han sido castigados más de 518.000 miembros del Partido por motivos de corrupción.[38] Para acabar con esta plaga, aparte de la lucha implacable contra ella, los actuales dirigentes abogan por una mayor competencia de los cuadros mediante la mejora en los sistemas de formación, reclutamiento, nombramiento y evaluación.

Los líderes políticos chinos también reconocen que el actual sistema político se está volviendo cada vez más inadecuado para resolver los problemas cotidianos. Las reformas también han comportado multitud de problemas a los que habrá que hacer frente de manera urgente en la próxima década. Los desafíos son grandes: la estabilidad social, el medio ambiente, los recursos energéticos, el crecimiento económico, etc. y todo ello en un contexto donde las relaciones internacionales juegan un papel cada vez más importante.

Para ello, los nuevos dirigentes del Partido tendrán que unir sus fuerzas si no quieren que el poder que ejercen actualmente corra el riesgo de desaparecer. Hu y otros líderes de su generación son conscientes de ello porque se están enfrentando a estos problemas desde hace tiempo. Y la idea clave es la unidad. Hu ha impuesto desde 2002 un tipo de liderazgo diferente al de Jiang mediante la extensión de la red de apoyos dentro del Partido y ha tendido puentes hacia grupos en principio no tan afines como, por ejemplo, los “príncipes”, a los que ha promovido a cargos de responsabilidad dentro del PCCh, el gobierno y el ejército. Al unir a los diferentes grupos, Hu busca evitar mayores divisiones entre las dos coaliciones, entre los “príncipes” y los tuanpai, entre las regiones costeras y las del interior y entre los sectores económicos y los sectores sociales. [39] El objetivo final de este proceso parece ser la consolidación de un auténtico liderazgo colectivo.[40] El objetivo no es que se repartan entre diferentes personas los tres cargos más importantes del régimen chino (secretario general del PCCh, presidente de la RPCh y presidente de la CMC), actualmente en manos de una sola (Hu Jintao),[41] sino que el régimen tienda a ser menos personalista y donde el líder principal sea un verdadero primus inter pares, que ejerza de mandatario supremo pero siempre en coordinación y colaboración con otros dirigentes igual de poderosos. Ello permite que las decisiones se tomen de común acuerdo, lo que elimina la posibilidad de estar sujeto a las arbitrariedades de un solo líder, y las posibilidades de acierto aumenten.

Los diwudai, en este sentido, son más partidarios de la necesidad de reformas profundas, incluidas en el ámbito político, porque conocen bien los problemas que afectan a China gracias a sus experiencias personales y sus mejores conocimientos de la realidad. La unión de tuanpai y “príncipes” permitiría resolver mejor estos problemas porque combinaría la atención hacia los problemas sociales causados por el desarrollo económico a la vez que aseguraría este último. Y no debemos olvidar el peso de una situación internacional compleja. No se esperan grandes cambios en la política exterior china, salvo tal vez una mayor implicación en la economía mundial en caso de ser Xi Jinping el sucesor de Hu. No obstante, los futuros dirigentes de la Quinta Generación tendrán que hacer frente a cuestiones de tanta importancia como la espinosa cuestión de Taiwán, la delicada situación en la península coreana o la compleja relación con EE.UU.

¿Xi o Li?

Una última cuestión importante es determinar quien sustituirá a Hu Jintao al frente del régimen a partir de 2012. Por primera vez dos candidatos van a competir en una carrera cuyo ganador se convertirá en el futuro gran dirigente de China. A ambos se les ha dado la oportunidad de adquirir experiencia en el liderazgo y capital político. Anteriormente, señalábamos que tanto Li Keqiang como Xi Jinping estaban más o menos igualados y todo dependerá de su actuación hasta el XVIII Congreso en el otoño de 2012. Cualquiera que cometa un error muy grave será descartado, lo que impide en teoría decantarse todavía por uno u otro.

Sin embargo, si analizamos detenidamente los resultados del XVII Congreso y la personalidad de los líderes veremos que, en la práctica, Xi Jinping parte con ventaja y es en realidad el candidato con más posibilidades. En primer lugar, ocupa la sexta posición en la jerarquía china y está situado un puesto por delante de Li Keqiang, lo que le convierte en el diwudai con mayor rango en estos momentos. Aunque no es absolutamente decisivo en una carrera sucesoria a cinco años, no deja de ser un indicio muy claro porque parece demostrar que Hu considera a Xi mejor preparado pese a ser Li el candidato teóricamente preferido por aquél.[42] Pero hay otro indicio no menos importante. Xi es el dirigente ejecutivo del Secretariado y ello le pone a cargo de los asuntos del Partido. Esto nos permite pensar este cargo no es sino la antesala de uno más importante. Formándose en la dirección del Secretariado, familiarizándose con los asuntos y el funcionamiento del Partido, la finalidad última parece ser su designación como secretario general del PCCh en el XVIII Congreso de 2012. Por último, Xi Jinping fue designado a finales de 2007 como nuevo presidente de la Escuela Central del Partido en sustitución de Zeng Qinghong, lo que refuerza definitivamente sus posibilidades de hacerse con el control del PCCh dentro de unos años.[43]

Por otro lado, partiendo del hecho de que desde hace una década y media el líder supremo de China no es sólo el secretario general del PCCh sino también el presidente de la RPCh, observamos que Xi parece también en este caso el candidato con más posibilidades. En el último congreso, Li ha sido confirmado como viceprimer ministro ejecutivo en funciones a la espera de una designación oficial en este cargo, lo que le sitúa en una posición inmejorable para suceder a Wen Jiabao cuando éste se retire pero a la vez limita, por no decir impide, sus posibilidades de alcanzar la presidencia de la RPCh.[44] Dicho de otro modo, a Xi se le está preparando para la dirección del Partido mientras que a Li se le está formando para la dirección del gobierno.

Este escenario se clarificará sin duda a partir del XI Congreso Nacional Popular que tendrá lugar en marzo de 2008 con una segunda oleada de cambios que afectarán principalmente al Consejo de Estado (gobierno) y a la presidencia de la República.[45] Tanto el cargo de viceprimer ministro ejecutivo como el de vicepresidente de la RPCh tienen que decidirse en este evento. Si, como es previsible, Li es designado viceprimer ministro ejecutivo, será designado oficialmente para suceder a Wen Jiabao dentro de cuatro años. La otra gran decisión será saber quien sucederá a Zeng Qinghong, el vicepresidente de la RPCh, cuyo mandato expira oficialmente en dicho congreso. Zeng, en realidad, ha mantenido un perfil bajo como vicepresidente pues era sabido que nunca alcanzaría la presidencia de la RPCh salvo en caso de accidente (fallecimiento o incapacidad física de Hu Jintao) pero ahora la urgencia es mayor porque en 2013 Hu finalizará su segundo y último mandato como jefe del Estado tal y como establece la Constitución de 1982. Por este motivo, es especialmente importante elegir al candidato idóneo. Y de los dos posibles, Xi Jinping es sin duda el favorito. Con un Li Keqiang oficialmente en el cargo de viceprimer ministro ejecutivo, se despejaría su camino a la vicepresidencia. Sin duda, está más preparado que Li para el puesto. No hemos de olvidar que la presidencia disfruta de una amplia autonomía en política exterior y Xi tiene mejor formación en este terreno y sobre todo es más conocido fuera de China que Li. Si en marzo Xi se alza con la vicepresidencia de la RPCh estará en una posición inmejorable de suceder a Hu Jintao.

Tan relevante como la designación del futuro vicepresidente del la RPCh está el nombramiento del vicepresidente civil de la todopoderosa Comisión Militar Central del Comité Central.[46] Hu Jintao ha ido reforzando sus posiciones en la cúpula militar, un ámbito donde el poder de Jiang era muy fuerte, lo que le permitirá designar seguramente a un candidato de consenso elegido por él mismo. El XVII Congreso anunció la composición de la nueva CMC, formada por once miembros. Como era de esperar, Hu Jintao, como líder del Partido, se mantuvo como presidente de la CMC pero desde 2002 este organismo carece de un vicepresidente civil. Los dos actuales vicepresidentes son militares y ello les excluye de la presidencia de la CMC ya que desde su creación en los años treinta ésta ha estado en manos de un civil. Aquél que sea designado para el puesto de vicepresidente civil sucederá a Hu cuando éste decida abandonar el cargo, probablemente en el año 2013. Y aquí de nuevo Xi Jinping es el candidato mejor situado. A diferencia de Li, tiene buenos contactos con los militares y este aspecto es muy importante pues el EPL forma, junto con el PCCh y el aparato del Estado, uno de los ejes sobre las que se asienta el régimen comunista chino. Además, pese a no ejercer una responsabilidad política directa, los militares tienen una cuota de poder dentro del Comité Central que no es en absoluto despreciable y que han sabido mantener desde hace una década y media. Así, por ejemplo, 66 miembros del XVI Comité Central eran militares (43 de ellos de pleno derecho y el resto suplentes), en el XVII su número es de 64 (41 de ellos regulares), esto es, el 17 por ciento.[47]

En resumen, Xi Jinping cuenta con todos los números para hacerse con el control del Partido, del aparato del Estado y de las fuerzas armadas, lo que le convierte por ahora en el heredero de facto de Hu Jintao. Su poder, sin embargo, no será absoluto en caso de llegar al poder y, desde luego, difícilmente será más fuerte políticamente que Hu Jintao. El objetivo a la larga, y este parece ser el plan de Hu, es la consolidación de un poder bipersonal donde Xi sucedería a Hu como secretario general del PCCh, presidente de la RPCh y presidente de la CMC en 2012-2013, mientras que Li Keqiang se alzaría con la jefatura del Consejo de Estado reemplazando a Wen Jiabao como primer ministro y convirtiéndose así en el número dos del régimen.

Este tándem Xi-Li sustituiría al formado por Hu y Wen desde 2002 y buscaría equilibrar los intereses de los diferentes grupos dentro del Partido y de los diversos sectores sociales. El actual equipo dirigente ha acercado las políticas del PCCh a las comunidades dejadas de lado durante las reformas de los años 90 (campesinos, trabajadores que emigran a las ciudades en busca de empleo, etc.), es decir, los más de 200 millones de pobres que sobre viven con menos de un dólar al día. Pero al mismo tiempo ha recibido ciertas críticas de los sectores económicos por no prestar tanta importancia a la intensificación del crecimiento económico. La designación de Li Keqiang garantizaría la continuidad de sus políticas pues, no en vano, los populistas defienden las mismas ideas de la “sociedad armoniosa” y el “desarrollo científico” (defensa de las políticas de empleo, mejora de la sanidad y la educación, el uso de energías renovables y la protección del medio ambiente) reiteradas por Hu en el discurso inaugural del XVII Congreso. El nombramiento de Xi Jinping, por su parte, sería un signo de confianza hacia aquellos que temen un freno en el proceso de reformas y de liberalización económica.

Durante los cuatro años que faltan para el XVIII Congreso los dos candidatos serán observados con lupa por Hu y deberán demostrar que son capaces de cooperar en lugar de pelearse. En este tiempo, los dos candidatos deberán conseguir el apoyo de la opinión pública, del Partido y de los actuales dirigentes. Seguramente, el vencedor será conocido antes del congreso y consagrado en el mismo, Sin duda, Hu Jintao y, por ende, el Partido, están haciendo una apuesta no exenta de riesgos y, lo más importante, es una apuesta que no se pueden permitir perder. La dirección política y económica de China en los próximos lustros dependerá en gran medida del resultado final de esta apuesta.

* El autor quiere agradecer a Andrew J. Nathan (Columbia University) y a Cheng Li (Brookings Institution) sus comentarios y consejos durante la elaboración de este artículo.

Notas

[1] Para una información oficial del XVII Congreso Nacional del PCCh (15-21 de octubre de 2007) véase la web del congreso: http://www.chinaview.cn/17thcpc/ (Accedido el 20 de diciembre de 2007).

[2] La reforma de la Constitución del PCCh en 1982 (fecha del XI Congreso) establece que los congresos nacionales deben celebrarse cada cinco años.

[3] Los delegados designados representan las 34 divisiones territoriales que componen China (23 provincias, cinco regiones autónomas, cuatro municipalidades dependientes del poder central y dos regiones administrativas especiales), el Consejo de Estado (el gobierno), el Comité Central nombrado en el anterior congreso, el Congreso Nacional Popular, las fuerzas armadas y líderes de empresas y organismos dependientes del Estado.

[4] Aunque se busca dar una imagen de que son los delegados que acuden al congreso los que escogen a los miembros de los diferentes organismos del Partido, el resultado final no deja de ser en realidad una decisión acordada con anterioridad por el reducido grupo de máximos dirigentes del régimen. Los congresos del PCCh, en la práctica, se limitan a ratificar las decisiones de los líderes como una forma de demostrar la existencia de una verdadera “democracia” y la unidad absoluta dentro del régimen. Y no debemos olvidar el hecho de que los delegados al congreso son elegidos de manera muy cuidadosa.

[5] El Comité Central, que según la ley del Partido debe reunirse al menos una vez al año, tiene la autoridad de cambiar las directrices aprobadas en el congreso a lo largo de los cinco años mediante la celebración de sesiones plenarias (los plenums). Asimismo, tiene capacidad para designar a nuevos dirigentes de los diferentes organismos ante la posibilidad de fallecimiento, renuncia, etc. de sus anteriores responsables.

[6] El número total de delegados del XVII Congreso fue de 2270. De ellos, 2213 eran miembros regulares y 57 de ellos miembros invitados. Entre estos últimos figuraban Jiang Zemin, el antiguo primer ministro Zhu Rongji e incluso el olvidado primer sucesor de Mao, Hua Guofeng. Aunque en este último congreso los miembros invitados tuvieron derecho de voto, está prevista en un futuro cercano una reforma que limitará su número y les privará del derecho de voto en las sesiones congresuales. Por otro lado, conviene señalar que 35 de los 2270 delegados no pudieron participar por razones de salud u otras causas, lo que explica que el número total de sufragios en las votaciones fuera de 2235.

[7] Conviene explicar estas cifras detenidamente. Éstas incluyen a aquellos miembros suplentes del anterior Comité Central que han pasado a ser regulares o de pleno derecho en el actual. Si lo miramos desde el punto de vista de aquellos que forman parte del actual Comité Central por primera vez, veremos que la cifra es de 185, es decir la mitad. Por otra parte, la amplia renovación del Comité Central ha sido una característica de los congresos de los últimos 25 años. En el XII Congreso (1982) el 60 por ciento de los miembros del CC eran nuevos miembros, en el XIII (1987) el 68 por ciento, en el XIV (1992) el 57 por ciento, en el XV (1997) el 63 por ciento y en el XVI (2002) el 61 por ciento.

[8] En la práctica, el número de nuevos miembros sería en realidad de 9 ya que Wang Gang fue designado el único miembro suplente del Politburó en el XVI Congreso, adquiriendo en el este último la categoría de miembro de pleno derecho. No hay miembros suplentes en el Politburó surgido del XVII Congreso.

[9] Uno de los miembros del anterior Comité Permanente del Politburó, el viceprimer ministro Huang Ju, falleció en junio de 2007 y la designación de su sustituto no tuvo lugar hasta el XVII Congreso. No obstante, conviene señalar que estaba previsto su retiro oficial en este último congreso.

[10] A diferencia de la Constitución de la RPCh, que establece por ley el límite de dos mandatos de cinco años cada uno para todo dirigente al frente del gobierno y la presidencia, la Constitución del PCCh carece de todo límite de tiempo en el mandato tanto del secretario general como del presidente de la CMC. No obstante, existe la norma no escrita de que los miembros del Partido no estén en cargos de responsabilidad más allá de dos mandatos.

[11] La doctrina del “desarrollo científico” fue consagrada como enmienda en la Constitución del PCCh mediante votación de los delegados en la sesión de clausura del XVII Congreso.

[12] Para un estudio de las decisiones del Sexto Pleno del XVI Comité Central véase A. Miller, “Hu Jintao and the Sixth Plenum”, China Leadership Monitor, nº 20, Stanford: Hoover Institution on War, Revolution, and Peace, Stanford University, invierno 2006-2007.

[13] Chen está pendiente de juicio en uno de los procesos contra la corrupción política y económica más importantes que tendrán lugar en China y que está vinculado a los fondos de la seguridad social en Shanghai.

[14] Las malas lenguas aseguran que la mejor prueba del declive político de Jiang fue en realidad el quedarse dormido durante el discurso de apertura del congreso realizado por Hu. Más evidente es, sin embargo, el hecho de que no pudiera incluir a su propio hijo Jiang Mianheng entre los más de dos mil delegados asistentes al congreso. En realidad, Jiang se ha hecho cada vez menos visible a nivel público, especialmente en los últimos tres años, lo que evidencia que su importancia ha decrecido notablemente.

[15] La Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino data de 1946 y surgió durante la Guerra Civil china (1946-1949) para albergar a aquellos grupos, que sin ser miembros, simpatizaban con el PCCh. Después de la fundación de la RPCh se convirtió en un organismo de asesoramiento del Consejo de Estado (gobierno). Su poder político es prácticamente nulo.

[16] Nathan y Gilley, p. 106.

[17] Esta promoción se hizo famosa por ser la diversidad de sus miembros porque entraron en la universidad mediante un proceso de admisión fundamentado en exámenes y no en la lealtad política, la pureza ideológica o un origen revolucionario o proletario, requisitos necesarios durante el periodo de la Revolución Cultural. Muchos de ellos han alcanzado puestos de relevancia en el Partido, el gobierno y la sociedad. Parte de ellos han estudiado en el extranjero e imparten clases en universidades de prestigio de todo el mundo y algunos incluso participaron en las protestas de Tian’anmen de 1989.

[18] Lam, p. 284.

[19] Una última particularidad es el claro dominio masculino, lo que no tiene nada de raro en un Partido donde la cúpula dirigente ha sido históricamente cosa de hombres con la excepción del periodo de la revolución Cultural donde la mujer de Mao, Jiang Qing, jugó una papel político muy importante. Entre los representantes más destacados de la Quinta Generación sólo sobresale una mujer, Liu Yandong, la única fémina en todo el Politburó.

[20] Para un análisis del ascenso de los tuanpai en el seno del régimen chino desde 2002 véase Ch. Li, “Hu’s Policy Shift and Tuanpai’s Coming-of-Age”, China Leadership Monitor, nº 15, Stanford: Hoover Institution on War, Revolution, and Peace, Stanford University, verano de 2005.

[21] Los otros seis son Wang Lequan (jefe del Partido en Xinjiang), Wang Zhaoguo, (vicepresidente del Congreso Nacional Popular), Liu Yunshan (director del Departamento de Propaganda del Partido y miembro del Secretariado), Liu Yandong (directora del Departamento del Frente Unido del Partido), Li Yuanchao (director del Departamento de Organización del Partido) y Wang Yang (secretario del Partido en Chongqing).

[22] Esta designación de “provincias rojas” y “provincias azules” ha sido adoptada de la política norteamericana. En EE.UU. se suele designar como “estados rojos” a aquellos más conservadores y que apoyan al Partido Republicano en las elecciones, mientras que los “estados azules” son los más liberales y partidarios del Partido Demócrata.

[23] Se tiende a considerar incluso a la Coalición Elitista como heredera del Grupo de Shanghai, lo que es absolutamente equivocado. Ello es debido principalmente al hecho de que el hijo de Jiang Zemin, Jiang Mianheng, ha sido incluido en ocasiones en el grupo de “príncipe” pero también a ciertas manifestaciones de simpatía del viejo Jiang y de Zeng Qinghong hacia ellos. Indudablemente, los antiguos dirigentes de la tercera generación prefieren a los elitistas, principalmente porque tienen en común la defensa a ultranza del desarrollo económico como base de la acción de gobierno.

[24] Aparte de Xi Jinping, se encuentran Zhou Yongkang (ministro de Seguridad Pública y miembro del Comité Permanente), Wang Qishan (alcalde de Pekín), Liu Qi (secretario del Partido en Pekín), Bo Xilai (ministro de Comercio) y Yu Zhengsheng (secretario del Partido en Hubei). Asimismo, son también “príncipes” Li Yuanchao y Liu Yandong, que forman parte al mismo tiempo de los tuanpai.

[25] Más de 825.000 chinos han marchado a estudiar en el extranjero desde 1978. De ellos, más de 200.000 han vuelto a su país de origen, mientras que la mayor parte de los que permanecen fuera siguen su formación en centro académicos extranjeros (la mayoría haciendo masters y doctorados o como investigadores visitantes y en menor medida como estudiantes). Para un estudio del creciente papel de los “regresados” en la política china véase Ch. Li, “The Status and Characteristics of Foreign-Educated Returnees in the Chinese Leadership”, China Leadership Monitor, nº 16, Stanford: Hoover Institution on War, Revolution, and Peace, Stanford University, otoño de 2005.

[26] Sólo en Shangai, donde se calcula que hay unos 70.000 “regresados”, éstos habían creado hasta comienzos de 2005 unas 3000 empresas. Véase Jiefang Ribao [Liberation Daily], 1 de enero de 2005.

[27] El origen del problema es anterior al nombramiento  de Li al frente de esta provincia pero los efectos se cebaron en él. La epidemia de sida se produjo debido al material de transfusión deficiente utilizado para obtener sangre de campesinos pobres que buscaban ganar un dinero donando su sangre.

[28] En Laioning, sólo dos meses después de su designación como jefe del Partido, hubo una de las mayores catástrofes mineras en la historia de la provincia, que dejaron un saldo de 214 mineros muertos.

[29] Un aspecto que puede afectar a la carrera de Xi Jinping es su fama de mujeriego, que arrastra desde su paso por Fujian y Zhejiang y que podría explicar porqué su mujer no solía aparecer con él en los últimos años. No obstante, no está claro que este hecho sea negativo para su carrera política.

[30] Aparte de Xi, el Secretariado surgido del XVII Congreso lo integran Liu Yunshan, Li Yuanchao, He Yong, Ling Jihua y Wang Huning.

[31] Estas políticas de vivienda fueron aplicadas con éxito por Li Keqiang durante su etapa en Liaoning y ahora busca exportarlas al resto de China.

[32] La división entre “príncipes” y tuanpai no es tan clara como en principio puede parecer pues hay que tener en cuenta que algunos tuanpai son hijos de antiguos responsables del Partido y, por tanto, podrían ser considerados también como “príncipes”. Este el caso, por ejemplo, de Li Yuanchao y Liu Yandong.

[33] Toma el nombre a partir del famoso aforismo de Deng Xiaoping de “un país, dos sistemas”.

[34] “Hu Jintao’s Report at the 17th Party Congress”, 15 de octubre de 2007.

[35] Lam, p. 283.

[36] En la última década una media de 20 millones han solicitado anualmente entrar en el PCCh y de ellos sólo han sido admitidos cada año dos millones. El PCCh cuenta desde el XVII Congreso con más de 73 millones de miembros, aproximadamente el 5 por ciento de la población de la RPCh.

[37] “Hu Jintao’s Report at the 17th Party Congress”, 15 de octubre de 2007.

[38] Aparte de Chen Liangyu, el caso más famoso es el del director de la Administración de Alimentos y Medicinas del gobierno Zheng Xiaoyu, acusado de apropiarse de 850.000 dólares en sobornos y que fue ejecutado en julio de 2007.

[39] Ello explica porque Hu ocasionalmente ha designado a algunos tuanpai como gobernadores o jefes de Partido de regiones costeras, mientras que algunos “príncipes” han ejercido funciones similares en provincias del interior.

[40] En realidad, dicho liderazgo colectivo ha existido siempre en la RPCh, a diferencia, por ejemplo, de Corea del Norte. Ya en los tiempos de Mao el reparto de responsabilidades era la tónica general. Ello obedecía, sin embargo, al hecho de que se trataba de un conjunto de líderes históricos (los de la Larga Marcha y la revolución) más o menos iguales en importancia. Lo que sucede es durante las primeras cuatro décadas y media siempre hubo un líder (Mao primero y Deng después) que determinó el rumbo político del régimen chino.

[41] La concentración de poderes en una misma persona es un fenómeno relativamente reciente ya que data de comienzos de los años noventa, aplicándose únicamente a Jiang Zemin y Hu Jintao. Ello obedece al hecho de que ambos son líderes más débiles que Mao y Deng y necesitan controlar los organismos supremos de dirección del Partido, el Estado y las fuerzas armadas para asegurar su autoridad.

[42] No se puede descartar, en este sentido, que la decisión de designar a Xi Jinping por delante de Li Keqiang sea debida en parte a las dudas de Hu sobre la capacidad de liderazgo de su protegido, con el lleva un cuarto de siglo trabajando y al que conoce probablemente mejor que nadie dentro del Partido.

[43] La Escuela Central del Partido es un centro de formación de cuadros de niveles intermedios que servirán después en el Partido y en ella se imparten cursos de filosofía, economía, relaciones internacionales, historia y funcionamiento del PCCh y teoría comunista. Es también un centro de investigación y de formulación de ideas para la cúpula dirigente. Hu Jintao fue su presidente entre 1993 y 2002.

[44] Aunque no es el único viceprimer ministro, el viceprimer ministro ejecutivo es de hecho el número dos del gobierno, sólo superado por el primer ministro.

[45] La institución de la Presidencia de la República está formada por dos personas: el presidente y el vicepresidente. En la época de Mao era uno de los principales cargos políticos pero desapareció durante la Revolución Cultural. Restablecida en 1982, su poder era básicamente simbólico y el Jefe del Estado tenía sólo un poder representativo. Sin embargo, desde 1992 ha adquirido un poder mayor y es hoy día uno de los más importantes del aparato del Estado.

[46] También conocida como Comisión de Asuntos Militares, sus miembros son elegidos por el Comité Central y su función principal es ejercer la autoridad sobre EPL controlando todos los asuntos relacionadas con la política militar y la dirección del ejército. Desde 1982 existe también una CMC a nivel gubernamental pero conviene señalar que la composición de la misma suele ser similar o idéntica a la del Partido. Sin embargo, esta última, al estar vinculada estrechamente al Comité Central, es la que ostenta la verdadera autoridad sobre el EPL. La actual CMC, surgida del XVII Congreso, se compone de Hu Jintao (presidente) y de los generales Guo Boxiong y Xu Caihou (ambos vicepresidentes y miembros también del Politburó) mientras que el resto de miembros son los generales Liang Guanglie, Chen Bingde, Li Jinai, Liao Xilong, Chang Wanquan, Ping Zhiyuan, el almirante Wu Shengli y el general de aviación Xu Qiliang.

[47] Aunque no está claro, es posible que el XI Congreso Nacional Popular decida también el nombramiento del nuevo vicepresidente de la CMC del gobierno. Si esto es así, sólo será cuestión de tiempo que el elegido sea nombrado vicepresidente de la CMC del PCCh, probablemente en uno de los plenums que tendrá lugar de aquí al XVIII Congreso.

Bibliografía

CHU, Y.-H.; LO, CH.-CH.; MYERS, R.H. (ed.) The New Chinese Leadership: Challenges and Opportunities after the 16th Party Congress. Cambridge: Cambridge University Press, 2004.

LI, Ch. “New Provincial Chiefs: Hu’s Groundwork for the 17th Party Congress”, China Leadership Monitor, nº 13, Stanford: Hoover Institution on War, Revolution, and Peace, Stanford University, invierno 2004-2005.

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LAM, W. W.-L., Chinese Politics in the Hu Jintao Era: New Leaders, New Challenges. Armonk: M.E. Sharpe, 2006.

MILLER, A. “Hu Jintao and the Sixth Plenum”, China Leadership Monitor, nº 20, Stanford: Hoover Institution on War, Revolution, and Peace, Stanford University, invierno 2006-2007.

NATHAN, A.J.; GILLEY, B., China’s New Rulers: The Secret Files. Nueva York: New York Review Books, 2003.

 

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Ficha bibliográfica

GOMÀ, D. El XVII Congreso del Partido Comunista Chino y el inicio de la sucesión de Hu Jintao: Preparando la quinta generación de dirigentes comunistas. Biblio 3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol.XIII, nº 780, 5 de abril de 2008. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-780.htm]. [ISSN 1138-9796].


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