Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIII, nº 788, 25 de junio de 2008

UNA APORTACIÓN RECIENTE AL CONOCIMIENTO GEOGRÁFICO DE MÉXICO: EL NUEVO ATLAS NACIONAL DE MÉXICO

COLL-HURTADO, Atlántida (coord.). Nuevo Atlas Nacional de México. México: Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007 [ISBN: 978-970-32-5047-9].


Pere Sunyer Martín
Centro Tecnológico Aragón
FES-Aragón, UNAM


Palabras clave: Atlas Nacionales, Instituto de Geografía de la UNAM, cartografía

Key-words: National Atlas, Instituto de Geografía de la UNAM, cartography


En octubre de 2007 salió a la luz el Nuevo Atlas Nacional de México tras un trabajo de más de cuatro años y bajo la dirección de la Dra. Atlántida Coll-Hurtado. Su elaboración ha supuesto una tarea ingente de coordinación de numerosos especialistas y colaboradores, (142 y 27, respectivamente) procedentes de 26 instituciones y organismos, de las que 17 han sido dependencias de la propia Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)[1].

Los que hemos tenido oportunidad de conocer de cerca a la Dra. Coll-Hurtado sabemos de su capacidad de trabajo, de la responsabilidad con que aborda sus compromisos y de la calidad de los productos que resultan. El Nuevo Atlas Nacional de México es una muestra más.

Geógrafa de formación por la UNAM, en donde cursó los estudios de licenciatura (1965) y doctorado (1981), Atlántida Coll ha desempeñado prácticamente toda su labor profesional en el Instituto de Geografía en la línea de la geografía económica, en particular la geografía agraria y minera, campos en los que se concentra la mayor parte de sus publicaciones y tesis asesoradas. Posee en la actualidad la máxima categoría académica como investigadora en la UNAM y en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).

Años antes, la Dra. Coll había participado activamente en la elaboración del anterior, el Atlas Nacional de México, de 1990-1992. En esa ocasión, bajo la coordinación general de la Dra. Ana García de Fuentes, formó parte del equipo organizador y participó y coordinó varias de sus secciones. En el Nuevo Atlas ha asumido la responsabilidad integral de la dirección y ha coordinado, además, la sección de Sociedad.

Figura 1
Imagen de la portada

Fuente: Instituto de Geografía, UNAM

El Nuevo Atlas Nacional de México es un producto muy interesante que revela al lector atento el México histórico, el actual, y permite aventurar el del futuro. Sin duda, los investigadores y becarios del Instituto de Geografía de la UNAM, junto con los profesores del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma UNAM, han sido los verdaderos artífices de esta obra. Más de la mitad de los participantes pertenecen a esta entidad, lo cual habla muy bien de este centro de investigación y de la institución que lo ampara. Ha quedado demostrado, nuevamente, que en el Instituto de Geografía y en la Universidad Nacional Autónoma de México, a pesar de las constantes reducciones de presupuesto a que se está sometiendo esta institución desde hace ya unos cuantos años, hay investigadores y personal preparados para tareas tan complejas como es, en este caso, un Atlas. A diferencia, en el anterior participaron menos instituciones, y muchas eran ajenas a la propia UNAM.

El Nuevo Atlas no es, como pudiera pensarse, una reedición. Las diferencias con el anterior son sustanciales, empezando desde su misma concepción hasta el procedimiento técnico que ha permitido su edición. Se trataba, como bien explica su responsable, de incorporar los cambios habidos en el país en los últimos veinte años y hacerlo en un formato que permitiera su fácil manejo y consulta. Además, en relación con los datos estadísticos y, en particular, para las secciones de sociedad y economía del atlas anterior, muchos de sus análisis se basaron en el Censo General de Población y Vivienda de 1980 que ha sido puesto en entredicho por su poca fiabilidad. Las estadísticas empleadas para dichos temas en el Nuevo Atlas han sido las más recientes, tanto las procedentes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, el organismo que desde hace más de 20 años se encarga en México del levantamiento estadístico y de la elaboración de la cartografía)[2], como de empresas paraestatales como PEMEX (la compañía de Petróleos Mexicanos), y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y otras instituciones y organismos públicos del país.

En lo relativo al formato, se quiso, en primer lugar, obtener un tamaño más manejable que el anterior, de tres volúmenes de 60 x 47 cm y unas dimensiones de hojas considerablemente grandes, 67 x 91 cm. Segundo, se debía conseguir que la escala base de los mapas fuera adecuada para representar sin merma de información, lo que los autores quisieran reflejar en ellos. Así, la que se consideró más acorde a las necesidades de representación para el conjunto de las secciones, y que ha servido de base para la edición actual, ha sido la de 1: 8 millones; y si bien no ha sido la más utilizada (23,5 por ciento) representa, sin embargo, prácticamente la mitad de las 332 hojas volumen, teniendo en cuenta de que cada mapa a esta escala ocupaba una hoja. Esta escala ha dado, también, las dimensiones del libro (35,5 x 50,5 cm).

En total se han realizado 656 mapas a escalas estándar y 70 en escalas atípicas, agrupados en 332 hojas; algunos más que en el anterior atlas, que tenía 600 mapas, además de numerosas tablas y gráficas[3]. Hay que hacer constar que la ansiada manejabilidad del volumen queda supeditada a los algo más de 6 kilogramos de peso del ejemplar y que una vez abierto, se extiende sobre la mesa a lo largo de un metro de ancho. No estaría de más que el Instituto de Geografía junto con la Secretaría de Educación Pública (el Ministerio de Educación de México) pensaran en hacer una versión escolar del mismo en coedición lo que facilitaría la divulgación de su contenido entre los escolares de México y el público en general.

La reducción de 1: 4 millones, la escala base en el Atlas de 1990- 1992, a 1: 8 millones ha supuesto un mayor grado de generalización de los datos representados. Cabe anotar un detalle referido a la encuadernación del Nuevo Atlas y a las hojas a escala 1: 4 millones. Lo voluminoso del Atlas y el sistema utilizado para anexar las hojas a esa escala no ayuda a desplegarlas sin riesgo de rasgarlas, con el consiguiente deterioro del ejemplar.

Un aspecto positivo ha sido el de acompañar las series de mapas con textos que permite una mayor comprensión de lo que se está representando, una práctica no muy frecuente dada la sobreentendida autoexplicabilidad de la cartografía. Detalles históricos, metodológicos y técnicos se despliegan como un texto de geografía de México paralelo a lo que aportan los mapas; un acierto, desde mi punto de vista, que no siempre suele encontrarse en los atlas, que da más cuerpo a las investigaciones que soportan los mapas y que acercan al lego en lectura cartográfica a la información que se está presentando. No obstante, como explicaré más adelante, los resultados de su uso han sido desiguales entre los autores.

El empleo de tecnología informática ha sido una de las diferencias sustanciales con la versión de 1990- 1992. Desde la elaboración de los mapas originales, para los cuales los autores, en muchos casos, se ayudaron de programas de cartografía automatizada (por ejemplo, SIG en sus utilidades cartográficas); hasta el proceso de integración y edición final, para los que se empleó un programa de diseño gráfico (Corel Draw 11), han permitido que los procesos técnicos de edición del Nuevo Atlas se hayan realizado íntegramente en el Instituto de Geografía de la UNAM. El resultado ha sido, por lo general, unos mapas mucho más límpidos, claros, que en el anterior atlas a lo que ha ayudado también la calidad de papel empleado. Un mérito que se debe de reconocer en gran medida al coordinador de la parte técnica José María Casado, geógrafo del Instituto.

Los mapas elaborados, la gran mayoría, son de nueva factura al punto de poder decirse que se complementan con los publicados hace más de quince años. Como se ha dicho, de los más de 600 mapas de la versión anterior, se repiten escasos temas que han sido actualizados a los datos estadísticos y a la luz las aportaciones de investigaciones más recientes o de nuevos enfoques. En este sentido, es más encomiable el esfuerzo realizado.

Finalmente, en cuanto a la estructura temática, y en relación con la versión de 1990-1992, se mantienen cuatro secciones, a saber, Mapas generales (3 hojas, a saber, “Hipsometría y batimetría”, “Topografía” y “División política-administrativa de los Estados Unidos Mexicanos”), Historia (53 hojas), Sociedad (78), y Economía (142); las secciones de Naturaleza y Medio ambiente del atlas anterior se integran en una sola (Naturaleza y ambiente) con un número similar al del Atlas anterior (59 frente a 56 hojas), pero con menos mapas; y Relaciones internacionales desaparece y únicamente se dedican tres hojas de Comercio exterior al final de la sección de economía. La organización del propio Instituto de Geografía conformada por tres áreas (Geografía social, Geografía económica y Geografía física) ha permitido asumir lógicamente las diversas secciones del Atlas, con el añadido de que los investigadores dedicados a la Geografía histórica y a la historia de la geografía forman parte del área de Geografía social.

Figura 2
Asentamientos humanos históricos

Fuente: Instituto de Geografía, UNAM

Los elogios hasta ahora dispendiados, no son óbice para que no se puedan mejorar algunos aspectos del Nuevo Atlas, en particular, los dos elementos que lo forman, los mapas y los textos que los acompañan.

La calidad del diseño y de la impresión final, así como de las investigaciones que respaldan los mapas y sus textos, no indican que la información y los datos que los acompañan se hayan representado y expuesto de la mejor forma posible. Esto ha sido una tarea que cada autor ha asumido como propia, no siempre con el éxito deseado, desde mi punto de vista, en la que los dictaminadores deberían haber hecho hincapié y que difícilmente la coordinación podía resolver.

Con referencia a los textos, se aprecia así una gran disparidad entre autores en la estructura, el contenido y su claridad, y lo mismo ha sucedido con algunos de los mapas representados. Ha habido un cierto descuido, en este sentido, por parte de los propios autores en la claridad del mensaje que deseaban transmitir en uno u otro lenguaje. Abundan los sobreentendidos conceptuales, metodológicos y gráficos, no aceptable en una obra dirigida a un amplio público. Como es sabido, ser buen investigador no siempre va a la par de dotes para la buena comunicación, en todas sus formas. Asimismo, hubiera sido deseable una mayor cohesión entre las diferentes secciones y entre los autores de las mismas secciones a fin de lograr del Nuevo Atlas una obra única y no un conjunto de mapas únicos, aislados. Da la impresión que ha imperado, desafortunadamente, la labor individual sobre la colectiva, una actitud que está haciendo mella en los departamentos universitarios y que no por conocido deja de ser menos desalentador. En su descarga conviene decir que para fines académicos no es buen aliciente la productividad por la productividad, que se ha ido imponiendo de un tiempo a esta parte, y que hay que volver a dar tiempo académico y no administrativo a las investigaciones y proyectos que así lo requieren.

Las secciones y sus temas

Un análisis detallado de cada una de las secciones nos permite ver las aportaciones del Nuevo Atlas Nacional de México.

Sección de historia

Destaca el número de hojas que dedica esta sección al atlas; 53 de 332, casi tantas como la sección de Naturaleza y ambiente (56) y muchas más que en el atlas de 1990-1992, lo cual permite equilibrarlo con el resto de las secciones. Su coordinador, Héctor Mendoza Vargas, lo justifica a partir de la necesidad de abordar desde el Nuevo Atlas el “giro espacial de las ciencias sociales”, esto es, la consideración del espacio geográfico en los análisis realizados por otras disciplinas de las ciencias sociales y en el que la representación cartográfica cumple un papel fundamental ya como documento histórico y como instrumento técnico; por lo primero, deviene fuente de conocimiento del medio espacial y cultural en el que se desenvuelven los grupos humanos; por lo segundo, permite profundizar en algunos de los análisis espaciales realizados desde las ciencias sociales.

De este modo, encabeza la sección el apartado titulado “Fuentes para la geografía y la historia mexicanas”. En él se presentan varios mapas en los que se señalan los fondos en los que se encuentran los mapas históricos existentes, desde los mapas de tradición indígena a los elaborados por la Comisión Geográfico-Exploradora, a fines del siglo XIX, y el ámbito geográfico que abarcan. Siguen luego, tres series de mapas que recorren el amplio período que va desde la época previa a la ocupación española hasta mediados del siglo XX (“El mundo Mesoamericano y Nueva España, siglo XVI”; “Nueva España, siglos XVII y XVIII”; y “México moderno y contemporáneo”). A pesar de esta división temporal de carácter formal, se han tratado de representar hechos que la superan –de larga duración, en la terminología de Braudel—, de manera que pudiera tenerse una visión lo más continua y completa posible de los cambios acontecidos en el territorio que hoy llamamos México. Así, por ejemplo, la población que habitaba y fue habitando este territorio (“el recuento de asentamientos y su jerarquía no habían sido reunidos a la fecha”); las epidemias que lo asolaron en tiempos de la colonización española; lo que denomina Mendoza Vargas “Herencias territoriales” y “Cambios y continuidades” para cada uno de los períodos; así como el proceso de integración del territorio en las diferentes situaciones políticas que dominaron ese espacio, son algunos de los temas que se tratan. Todo ello a partir de diversas fuentes entre las que se destaca las inestimables investigaciones de Peter Gerhard y las de Bernardo García Martínez, autores a los que se hace alusión de forma repetida.

En mi opinión, esta sección debería haberse apoyado en unos textos más elaborados, que permitiría justificar tanto el peso que se le ha otorgado a la sección de historia en el conjunto del Nuevo Atlas Nacional de México, en relación con el de 1990- 1992, como sus aportaciones al conocimiento de la geografía histórica del país.


Secciones de sociedad y economía

Trato conjuntamente ambas secciones por su relación intrínseca y porque constituyen el bloque más homogéneo del atlas. Los cambios habidos en el país en los últimos veinte años han sido de suficiente relieve para que los temas tradicionalmente abordados por las secciones de Sociedad y Economía hayan sido trabajados con mayor profundidad, si cabe, que en el atlas anterior. Lo relevante no es tanto los posibles enfoques novedosos que se pudieran realizar en ambas secciones como la actualización de esos temas tradicionales con los datos más recientes.

La sección de Sociedad consta de trece apartados, 78 hojas, coordinados por Atlántida Coll-Hurtado. En ellos se describe la población en toda su dimensión: su dinámica, estructura y movilidad, así como aquellos aspectos que van a incidir en el futuro próximo del país y en las condiciones de vida de las presentes y próximas generaciones, desde el nivel educativo y su situación, pasando por los aspectos de sanidad y salubridad (se incluyen como aspectos específicos, en grupo aparte, los problemas de la desnutrición y la discapacidad), y la situación de la vivienda, que incide en la calidad de vida de la población. De destacar, desde mi punto de vista, es la representación de los datos a escala municipal, pues ofrece una visión más clara de la complejidad geográfica, social, económica y cultural del país.

Finaliza la sección con dos apartados, el dedicado a “Rezago socioeconómico” y el de “Aglomeraciones urbanas multi-escala”. El primero puede entenderse como un colofón al conjunto de los anteriores apartados de la sección de Sociedad. Se incluyen en él tres mapas, el “Índice de rezago socioeconómico”, el “Índice medio de educación”, y el “Índice medio de salud”, todos muy interesantes por su capacidad descriptiva de la realidad social del país, aunque escuetos en el modo de construirse tales índices y los criterios seguidos. Finalmente, el último apartado, el de “Aglomeraciones urbanas”, dedica únicamente dos mapas a uno de los problemas que caracterizan primordialmente a México como país. El tema de los asentamientos humanos necesariamente debe de complementarse, por ejemplo, con el tratamiento que se le otorgó en el atlas de 1990- 1992, pues en el Nuevo Atlas aparece completamente desligado del resto de los que conforman esta sección y, sobre todo, de los del conjunto del Atlas. La importancia actual en México de las áreas metropolitanas, el peso de la población que en ellas vive (cerca del 50 por ciento de la población total del país), su evolución histórica, su relevancia económica, así como los graves problemas que tiene desde el punto de vista del medio ambiente hace de estas dos únicas hojas un pobre compendio y caricatura de las áreas metropolitanas mexicanas.

La sección de economía la conforman 142 hojas en catorce apartados, cada uno de ellos dedicado a las diferentes actividades económicas, a saber: agricultura, ganadería, actividad forestal, producción energética, minería, industria manufacturera y artesanal, el sector de servicios, el transporte y las comunicaciones, el comercio y el turismo y, finalmente, el comercio exterior. Coordinada por Ma. Teresa Sánchez-Salazar, quizás es esta la parte más acabada y mejor pensada del Nuevo Atlas, tanto en la calidad de los textos que acompañan los mapas como los propios mapas en sí, no en vano no parece haberse perseguido tratamientos innovadores de los datos; más bien, presentarlos de la forma más clara y comprensible posible, lo cual de por sí posee un gran valor. Su problema principal radica en el defecto principal que adolece el conjunto del Atlas, la edición de los propios textos, con errores fácilmente enmendables (errores tipográficos, párrafos repetidos, heterogeneidad en la presentación de la bibliografía, entre otros). En mi opinión los apartados más débiles de esta sección correspondan a la industria manufacturera y artesanal, que se le concede un peso mayor que el que realmente tiene, y el de transportes y comunicaciones que, pese a su extensión, su tratamiento no creo que contribuya a un mayor conocimiento al sector, ni de su influencia en la economía mexicana, ni en los ámbitos metropolitanos.

Figura 3
Tipos de vegetación

Fuente: Instituto de Geografía, UNAM

Sección Naturaleza y ambiente

La última sección la conforman las 56 hojas dedicadas a Naturaleza y ambiente y ha sido coordinada por Rosalía Vidal Zepeda e Irasema Alcántara Ayala. El potencial que tiene este tema es muchísimo mayor que el peso que se le ha dado en el conjunto del Nuevo Atlas. Así, se tratan de forma correcta, tanto en los textos como cartográficamente, los temas clásicos de la decripción física del país, lo que entenderíamos con el término naturaleza (geología y geomorfología, clima, hidrografía, suelos, vegetación y áreas naturales protegidas) pero se ahonda poco en la riqueza de los análisis integradores que puede ofrecer el punto de vista ambiental, que permitiría entender el territorio de México en su complejidad. El resultado es una sección poco integrada con el resto de la publicación en la que se frustra, sobre todo, la capacidad de síntesis que podría ofrecer del conjunto del atlas, dejándose al lector la lectura entrelíneas de la interpretación de los mapas y la combinación de los diferentes datos representados en todas sus hojas. Solamente cuatro de los capítulos de esta sección son realmente ambientales, a saber, “Oceanografía química”, “Aguas subterráneas”, “Población, atmósfera y cambio climático” y “Peligros, riesgos y desastres”. En este sentido, la sección del Atlas de 1990-1991 titulada Medio ambiente cumplía con mayores expectativas y mayor resolución muchos aspectos relativos a este tema, a los que dedicaba 19 hojas que incorporaban muchísimos más mapas que la versión actual.

Para acabar, hay que decir que pese a algunos defectos que pueden encontrarse, el Nuevo Atlas Nacional de México es una obra extraordinaria y de gran interés, si tenemos en cuenta las dificultades que está atravesando la universidad pública actual en México, en particular, pero también en otras partes del mundo. Un trabajo que será de utilidad para investigadores, estudiantes y todas aquellas personas que quieran tener una visión completa, seria y académica del México actual. Finalmente, y a modo de reto, ¿por qué no ir pensando en otro modelo de atlas y en otras escalas de trabajo que superen el ámbito nacional o, más bien, los límites administrativos (estatales, nacionales) y que traten de abordar problemas territoriales conjuntos, como por ejemplo, la frontera México- Estados Unidos o la zona metropolitana del Valle de México?


Notas

[1] Utilizo las cifras oficiales amablemente suministradas por el responsable técnico de la edición Dr. José Mª Casado. En el texto, en el prólogo a la edición, se indican unas cifras autores y colaboradores, y de instituciones participantes desacordes con las que se poseen oficialmente. Agradezco a la Dra. Atlántida Coll y al Dr. José Mª. Casado el haberme proporcionado las imágenes que ilustran ete artículo.

[2] Responsable de los censos de población y vivienda (quinquenal), del agrícola y ganadero, del Sistema de cuentas nacionales, entre otras.

[3] Escalas de 1: 4 millones (7 hojas desplegables); 1: 16 millones (330 mapas, 82 hojas); y 1: 24 millones (128 mapas, 16 hojas). Vemos pues, que por número de mapas realizados, la que más se empleó fue la de 1: 16 milllones (45.5 por ciento). No obstante, por número de hojas, es la de 1: 8 millones la que más volumen del libro ocupa: 171 mapas, son 171 hojas (Datos facilitados por Dr. José María Casado Izquierdo del Instituto de Geografía).

©Pere Sunyer Martín, 2008
© Biblio3W, 2008

Ficha bibliográfica:

SUNYER MARTÍN, Pere. Una aportación reciente al conocimiento geográfico de México: el Nuevo Atlas Nacional de México. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales , Universidad de Barcelona, Vol. XIII, nº 788, 25 de junio de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-788.htm>. [ISSN 1138-9796].


Volver al menú principal

Volver al índice de Biblio 3W