Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIII, nº 795, 5 de septiembre de 2008


FULLAONDO ELORDUI-ZAPATERIETXE, Arkaitz. Inserción y lógica residencial de la inmigración extranjera en la ciudad. El caso de Barcelona. Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Josep Roca i Cladera.[1]

Carlos Marmolejo Duarte
Departamento de Construcciones Arquitectónicas I
Centro de Política de Suelo y Valoraciones[2]


Palabras clave: Inmigración internacional, segregación residencial, vivienda e inmigración

Key words: International migration, social segregation, housing and immigration


La tesis realizada por  el sociólogo  Arkaitz Fullaondo Elordui-Zapaterietxe[3] desarrolla ampliamente, el que quizá, es el tema con mayor eco social  e importancia en el desarrollo de las urbes españolas en los albores del siglo XXI: la inmigración internacional. El Dr. Fullaondo ha realizado este trabajo justo en el momento de mayor explosión del fenómeno inmigratorio, con lo cual ha tenido que realizar el esfuerzo adicional de analizar información muy reciente y de difícil acceso. Puede decirse, que desde la perspectiva del urbanismo, la tesis aporta elementos que permiten  entender las lógicas de la distribución espacial de los diferentes colectivos que integran el fenómeno inmigratorio. Disponer de estos conocimientos no sólo es esencial en el diseño y rediseño  físico de la ciudad y de las políticas urbanísticas, sino también es importante en la implementación de políticas sociales que coadyuven a favorecer una eventual integración con la sociedad de acogida. El compromiso y entusiasmo con el que el autor desarrolla el tema, arroja una obra de gran valía, testigo de importantes reflexiones, que a continuación se revisitan.

La tesis, formada por un único volumen, está desarrollada en 625 páginas. El cuerpo principal posee 506 páginas, las restantes contienen, en detalle, los análisis estadísticos y las entrevistas en profundidad realizadas. Las dos preguntas de investigación que constituyen el principal objetivo de la tesis se exponen en la página 6:

“Por qué diferentes colectivos de población inmigrante extrajera se localizan de forma diferente en la ciudad?

¿Es el contexto urbano estructural de acogida el que determina la localización residencial o lo son por el contrario, las relaciones e interacciones sociales entre los propios inmigrantes y/o con la sociedad de acogida?”

Además se menciona que:

“Interesa conocer cómo se ha producido y se produce la inserción residencial de la inmigración internacional en la ciudad de Barcelona. Pretendemos saber cómo se comporta este nuevo colectivo demandante de vivienda, en tanto que representa una demanda cualitativamente diferente a la general. Nos interesa conocer cuál es su problemática de vivienda, cuáles son sus preferencias, sus problemas, sus limitaciones, etc.” (p. 3)

Para poder contestar a las preguntas anteriores el autor recurre a técnicas cuantitativas y cualitativas. Mientras que la primeras le permiten conocer la relación que existe entre la estructura sociourbana (características del parque residencial combinadas con características socioeconómicas y demográficas de la población de acogida)  y la distribución espacial de la inmigración; las segundas, apoyadas en entrevistas en profundidad, le permiten conocer el papel que  juegan las redes sociales en las lógicas de localización de la población inmigrante.  Se considera así que ambas metodologías resultan complementarias y necesarias para el desarrollo de esta investigación.

Sociología urbana, segregación étnica y proceso de inserción residencial

La obertura de la tesis inicia en el capítulo 1 (55 p.) en el cual se realiza una revisión del marco teórico. La primera sección realiza un recorrido general a través de la evolución del pensamiento sociológico urbano. Si bien se reconocen los albores de la asignatura en el trabajo de Engels sobre “la situación de la clase obrera en Inglaterra”, en realidad la revisión parte de los trabajos realizados por Park y sus colegas de la Escuela de Chicago, pasando por la teoría de la ciudad como sistema social, con sus dos vertientes la weberiana y la marxista,  para llegar a la ciudad como unidad espacial de consumo colectivo de Castells. Tras este apartado, excesivamente  generalista, sigue otro de mayor calado para el desarrollo de la tesis: la segregación étnica en la ciudad. En primera instancia el trabajo de White (1983) permite a Arkaitz distinguir dos tipos de segregación, sobre los cuales desarrollará el resto de la tesis: la geográfica, es decir la que existe cuando algunas áreas están sobrerepresentadas en relación a un grupo poblacional determinado; y la sociológica, que es la que se produce cuando la población alóctona  no interactúa ni se relaciona con la población autóctona. Lo importante es que se aclara que la proximidad física entre los grupos sociales no es una condición suficiente para garantizar su interrelación. Asimismo, sobre la base de  las definiciones de Johnston et al. (1986), van Amersfoort (1980), Clark (1965) y Marcuse (1997)   se sientan  las acepciones que distinguen al gueto del enclave étnico. En general cuando un grupo étnico se concentra en una zona específica de la ciudad, coaccionado por las instituciones fácticas u oficiales, se habla de un gueto; mientras cuando no existe tal imposición se habla de un enclave étnico. Así, la libertad de  albedrío de los inmigrantes en la elección residencial parece ser el factor clave en la distinción de ambos fenómenos. Sin embargo, cuando los recursos con los que cuentan los localizadores son limitados (como en el caso de muchos alóctonos), entonces la desigualdad en las características de las localizaciones residenciales actúa como un agente que limita dicha libertad de albedrío: “En otras palabras, los factores estructurales de desigualdad que definen nuestra sociedad imponen unas dinámicas y realidades a las cuales los sujetos (en este caso los inmigrantes) no pueden hacer frente” (p. 24).

 La segregación como fenómeno autorganizativo no es, en sí misma, un problema  en tanto tiene aspectos deseables, de la misma manera que tiene otros no deseables. Dentro de los primeros están en desarrollo de redes sociales que permiten suplir, en algunos casos, la falta de políticas sociales destinadas a integrar a los colectivos, puede decirse que esas redes sociales funcionan como una red que suaviza el impacto de la llegada. Asimismo la segregación permite preservar la cultura, los valores del grupo étnico; crear servicios especializados, o acceder más rápidamente a circuitos laborales, financieros, e incluso inmobiliarios, que no por  específicos dejan de ser muchas veces precarios. Desde la perspectiva contraria la segregación contrae un riesgo potencial de exclusión y marginación social. La población segregada tiene menos probabilidades de aprender los códigos de comportamiento, y de conocer los valores, la lengua, las costumbres  y las instituciones del sitio de acogida. Asimismo, la segregación puede conllevar a situaciones de precariedad escolar que a la postre redundan en problemas para acceder al mercado laboral, y por ende, a una inmovilidad social, que perpetua la condición de precariedad inicial. También, el estigma que sobre las zonas de concentración se genera, muchas veces exaltado  por los medios de comunicación, alimenta el imaginario social de la población autóctona, y estigmatiza a los pobladores de esas áreas, lo cual dificulta el acceso a los círculos laborales.  Este apartado permite reflexionar sobre el papel que juega la segregación en el proceso inmigratorio, así, desde una perspectiva teórica, parecería que ésta es un factor positivo en las primeras etapas del proceso; empero si se perpetua, puede resultar negativa en tanto puede imposibilitar la movilidad social ascendente, y de esta manera perpetuar la condición del momento de llegada, y en definitiva la diáspora. En este sentido, la argüida importancia de la segregación en la etapa inicial recae en la existencia de redes sociales. Éstas pueden ser de ayuda, fundadas en relaciones de parentesco o amistad, o redes funcionales basadas en relaciones de patronazgo. De manera que el capital social, expresado a través de la preexistencia de redes sociales de inmigrantes, es un factor decisivo que permite amortiguar  el impacto de la primera etapa migratoria; aunque también constituye un “efecto llamada” que atrae  hacía sí los flujos migratorios. La potenciación de este capital social tendría que ser un elemento a tener en cuenta en el diseño de las políticas de acogida, en tanto, las redes sociales son dinámicas, y así como emergen, pueden desaparecer.

Apoyado en Bayona (2007) el autor sugiere que la segregación es originada por motivos socio-económicos (p.e.: el capital humano y por ende el nivel de renta potencial de cada individuo), demográficos (p.e.: la etapa de la vida del individuo y sus necesidades y posibilidades residenciales) y étnicos (p.e.: la religión, y más generalmente la cultura). “Una vez superadas las diferencias socioeconómicas y demográficas, la dimensión étnica  es el principal condicionante  de la diferenciación social del espacio, en tanto, es motivo de discriminación, lo cual es bastante manifiesto en el proceso de acceso al mercado inmobiliario”. Sobre este planteamiento Sako Musterd (2005) añade la importancia del papel del Estado del Bienestar, así como de la fortaleza y el alcance de los servicios sociales y de las políticas públicas.

Ahora bien, se entiende que frente al proceso de segregación, la población inmigrante cuenta con diferentes recursos: los financieros, los cognitivos (nivel de formación), los políticos (ciudadanía e irregularidad), sociales (acceso a la redes sociales). En este sentido, las características del individuo, más allá de los condicionantes macroeconómicos, son determinantes en la forma en cómo éste interactúa con el entorno de acogida.  Habilidades a las que hay que sumar aquellas intrínsecas como los rasgos sicológicos y su capacidad para resolver situaciones adversas.

Sin embargo, la disertación sugiere la existencia de un proceso de segregación específico en las ciudades del sur de Europa. En este sentido Malheiros (2002, y 2004) apunta que factores como la informalidad en el mercado inmobiliario y laboral producen situaciones de mayor vulnerabilidad de los migrantes en el sur en relación con el norte; asimismo apunta una tendencia de éstos a reproducir su situación en la estructura  social preexistente de la ciudad. A todo esto habría que añadir el escaso papel del Estado como provisor de viviendas sociales, y el actual predominio de la propiedad sobre el alquiler. Factores todos ellos que, sin duda, imponen especificidades en el proceso de inserción socioespacial de la inmigración.

Sobre este marco general el autor construye su propio modelo teórico  de inserción y localización residencial de la inmigración en el ámbito urbano. En primera instancia distingue tres etapas en consabido proceso: 1) de llegada, 2) de asentamiento, y 3) de estabilización. Sugiere se trata de in proceso lineal, en donde la duración de cada etapa no se puede definir apriorísticamente.  En la etapa de llegada, se configura el primer mapa territorial de la inmigración, el cual está caracterizado por un conjunto de pautas residenciales provisionales, inestables y cambiantes. Puede decirse que este primer mapa territorial tiene su epicentro en las zonas “puerta de entrada” que concentran a los primeros contingentes. La etapa intermedia es el asentamiento, en esta se dan los primeros conatos de movilidad social y residencial, fruto de la inserción laboral, el mayor conocimiento de las reglas del juego, y sobre todo, la regularización de la estancia. En esta fase el mapa territorial responde más a un esquema socio-étnico. Desde la perspectiva del mercado inmobiliario en esta etapa aparecen nuevos servicios: como los subarriendos, los microespacios, etc.; la nueva demanda, y la inelasticidad de la oferta produce un proceso inflacionario que afecta particularmente al colectivo inmigrante.  Sin embargo, el mapa social también empieza a modificarse; desde la perspectiva de los alóctonos  en virtud del reforzamiento y emergencia de nuevas redes sociales alimentadas por la concatenación de los individuos en pleno proceso de asentamiento; desde la perspectiva de los autóctonos se hacen evidente un cambio en la percepción y actitud frente al proceso migratorio, en definitiva se sientan bases en la construcción del imaginario social. Finalmente arriba la etapa de estabilización en la cual el inmigrante localiza su residencia de una forma estable, con lo que culmina el proceso de inserción. Al final de esta etapa el inmigrante sólo regido por su condición socioeconómica se considera queda perfectamente inserto en el circuito residencial “normal”.

El proceso migratorio, una perspectiva territorial y metropolitana

Una vez expuesta la metodología en el capítulo 2, se realiza una primera aproximación al fenómeno inmigratorio en el capítulo 3. Este acercamiento responde a un análisis a escala de las 7 primeras áreas metropolitanas españolas (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza), delimitadas administrativamente  por el Ministerio de Vivienda (2004).  En primera instancia resalta el hecho que entre el año 2001 y el 2005 en sólo 7 ciudades (reales) llegó el 43,51% de la inmigración extranjera (incluida la no económica); de este total Madrid acaparó el 18,90% mientras que Barcelona el 15,30%. Lo cual ratifica el papel de estas metrópolis como puerta de entrada al territorio estatal de la inmigración en general, y en particular de la no-rural. Sin embargo, los origines difieren; así mientras que Madrid es el destino  de los flujos europeos (16,08% del total estatal), Barcelona está especializada en flujos Africanos (16,93%) y sobre todo Asiáticos (41,92% del total estatal). Por su parte la migración americana, componente principal del flujo reciente, tiende a llegar más a Madrid (23,41%) que no a Barcelona (17,62%). Así, la inmigración se ha convertido en el principal fuelle del crecimiento demográfico de las metrópolis españolas. De manera que en Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza más del 80% del crecimiento poblacional  ha provenido de la inmigración. Mientras que en términos absolutos Sevilla y Bilbao son las zonas en las que los flujos de inmigrantes han sido menos intensos.

Por otra parte la tesis permite conocer, a grandes rasgos, los patrones locativos del colectivo inmigrante. En general, puede decirse que en todos los casos la población alóctona está más centralizada que la población autóctona, excepto en Málaga, dónde la residencia de europeos, en urbanizaciones periféricas revierte esta tendencia general.  Sin embargo, el análisis dinámico de los datos, sugiere un proceso de descentralización, sobre todo, a las periferias obreras de Madrid y Barcelona, una vez ocupadas por inmigrantes rurales desarrolladas en las décadas de 1960 y 1970.  Dentro del contexto general Valencia y Zaragoza son las áreas en dónde la inmigración ha irrumpido más tardíamente.

Tras esta aproximación general, el análisis desciende a un estudio detallado de tres colectivos (ecuatoriano, marroquí y argentino)  para el  Área Metropolitana de Barcelona (27 municipios, 3,1.000lones de personas en el 2005, de las cuales un 10,7 por ciento de  nacionalidad extracomunitaria). En esta parte surge una de las principales conclusiones que se irá ratificando a lo largo de la tesis: los marroquíes presentan el mayor grado de segregación, característica propia de los grupos árabes [musulmanes, en realidad si luego se quiere extrapolar la generalidad al colectivo paquistaní], mientras que los argentinos tienen una mayor dispersión propia de los grupos mejor posicionados socialmente gracias a su nivel educacional y formativo. Así el colectivo argentino no sólo se localiza en el Ensanche (uno de los distritos centrales de Barcelona), sino en otros municipios de clase media como Castelldefels y Gavà, por tanto su patrón sigue a lo que el autor llama “barrios socialmente bien posicionados” (pág. 160). Por su parte el colectivo ecuatoriano, el más grande de esta metrópoli (59.000 de los 322.000 extracomunitarios), se localiza en los municipios obreros, históricamente señalados como ciudades dormitorio, tales como L’Hospitalet, Cornellà y Ciutat Meridiana (en Barcelona). Mientras que el colectivo marroquí, el segundo en importancia (41.000 de los 322.000) se ubica en el corazón histórico de la capital, en las barriadas del Raval y Sant Pere, y en otras ciudades obreras como Santa Coloma y Badalona.  Desde la perspectiva dinámica la tesis apunta tres tendencias: a) un aumento de la representación inmigrante en las periferias obreras, b) una acentuación de la concentración el casco histórico de Barcelona y c) una concentración del colectivo marroquí en los municipios más periféricos.  De esta manera la tesis sugiere que “al igual que a escala territorial las metrópolis son la puerta de entrada de la inmigración, a escala metropolitana lo es el centro. Sin embargo, a medida que la inserción residencial y laboral se afianza, los patrones tienden a descentralizar a este colectivo hacia las antiguas periferias obreras”.

Patrones de segregación y de distribución espacial de la población inmigrante

Los resultados del análisis descriptivo de la sección anterior sugieren que, al estar concentrada en unas pocas áreas de la metrópoli, la inmigración podría presentar pautas de segregación geográfica. Para testar esta hipótesis el autor echa mano, en el Capítulo 4, de diferentes índices especializados en la segregación geográfica, ampliamente difundidos en nuestro entorno más cercano por los profesores  Carles Martori y Karen Hoberg (2004, 2008)[4].  En concreto utiliza el Índice de Segregación (de Duncan y Ducan de 1965), el Índice de Centralidad (según un algoritmo diseñado por él mismo), la Medida de Proximidad Media (de White de 1986)  y el Índice de Agrupamiento Absoluto (de Dacey de 1968). Mientras que el primero es un índice de similitud, el segundo es de localización, y los últimos de agrupamiento.

Por otra parte para analizar la geografía de los patrones locativos utiliza el Coeficiente de Localización y las Zonas de Concentración (de Musterd y Deurloo de 1998).  La principal novedad que realiza la tesis  es el cruce cartesiano de los índices de segregación con los de agrupamiento (clustering), para detectar a los colectivos que posiblemente forman guetos o enclaves étnicos.  

Estos índices son aplicados a los 10 grupos de inmigrantes más importantes en el municipio de Barcelona (ecuatoriano, peruano, marroquí, colombiano, paquistaní, argentino, chino, boliviano, dominicano y filipino). Esta información proviene del Padrón Continuo a escala de sección censal, para el 2001 y el 2006. Mediante un análisis factorial, tomando las nacionalidades de las personas y su nivel educativo, se logran distinguir grupos en función del capital humano de la inmigración. Así, el grupo de menor capital humano estaría formado por los colectivos no-latinos de: marroquíes, pakistaníes, chinos, y en menor medida filipinos; en todos excepto en el último el porcentaje de personas con estudios superiores es de menos del 7 por cien.  En relación a los colectivos de filiación latina ecuatorianos, dominicanos y bolivianos tienen menor capital humano que colombianos y peruanos. Los argentinos destacan por ser el colectivo inmigrante con mayor capital humano, un 36,6% tenía estudios superiores.

Según el índice de segregación a mayor capital humano menor segregación geográfica. Así los inmigrantes no-latinos son los más segregados (49,46) seguidos por los latinos de menor capital humano (33,32) y en último lugar los latinos de mayor capital humano (22,35). De los 10 colectivos analizados, el argentino y colombiano, es el menos segregado (30,09 y 29,43 respectivamente). Mientras que el filipino y el paquistaní (76 y 74) son los más segregados.  Empero puede que no sólo las diferencias entre el capital social definan el proceso de segregación, la distancia cultural entre la sociedad de acogida y la inmigrante puede tener una injerencia en este proceso según entiende el autor:

“La categorización de las nacionalidades sobre la base de su origen y capital humano por lo tanto, muestra de forma clara como la distancia cultural del inmigrante con la sociedad de acogida y su capital humano y social son elementos explicativos del grado de segregación… Aquellas nacionalidades que en mayor medida se diferencian cultural, lingüística y religiosamente de la sociedad de acogida, son aquellas que más se segregan en el espacio urbano, al igual que aquellas nacionalidades con menor capital humano” (p. 263 y 264).

Cuando los datos se analizan desde la perspectiva dinámica, los resultados sugieren una reducción de la segregación. Estos resultados son coherentes con las conclusiones del apartado anterior, y fundan su explicación en el hecho de que en una segunda etapa los barrios obreros de la ciudad, ubicados en su periferia, han empezado a ganar protagonismo al consolidarse como zonas de inmigración. Lo cual además es, por demás, lógico en tanto la capacidad de acogida de la ciudad central es muy limitada ante el enorme contingente que ha llegado en estos años, con lo cual la dispersión aludida es esperable.

Tras haber calculado el resto de índices, el autor procede a encontrar “patrones comunes” de localización a través de un análisis de conglomerados jerárquicos aplicado directamente sobre los índices. De esta manera llega a concluir que, en el espacio municipal barcelonés, existen 4 modelos de segregación:

1) dispersión periférica (ecuatorianos, argentinos, colombianos y peruanos),

2) segregación no agrupada (bolivianos, dominicanos, marroquíes y chinos),

3) segregación agrupada y fragmentada (paquistaníes), y

4) segregación agrupada y centralizada (filipinos).

Efectos de la estructura socio-residencial sobre las  pautas de localización de los inmigrantes

Con el objeto de conocer la relación entre los determinismos impuestos por la estructura social y residencial de la ciudad y las lógicas de localización de la población inmigrante, el capítulo 5 y 6 ofrecen un análisis exploratorio de la relación que existe entre ambas dimensiones.

La estrategia ha consistido en segmentar la ciudad en 7 zonas (capítulo 5). El proceso ha consistido en reducir, mediante un análisis de componentes principales, la información de 42 covariables afiliadas a la dimensión “urbana” (p.e.: estado de la vivienda, antigüedad, etc.), al nivel de renta de la población (utilizando como proxy  la estructura socioprofesional) y demográfica (p.e.: nivel de estudios, tipo de hogar, grupos etarios). Una vez extraídos 6 componentes principales (que sintetizan el 74 por ciento de la información original) se ha realizado un clúster de k-medias, que ha permitido agrupar las secciones censales en función de su similitud socio-residencial. Así, las zonas definidas son:

 1) antiguo, alquiler, malas condiciones (p.e. La Ciutat Vella),

2) vivienda 90s, hogares jóvenes (p.e.: La Villa Olímpica),

3) clases medias (p.e.: buena parte del Ensanche),

4) clases altas (p.e.: Pedralbes),

5) obreros pre-60s, ancianos (p.e.: Sant Martí), 6) obreros 60s-70s (p.e.: Nou Barris) y

7) clases medias bajas, jóvenes. (p.e.: Sant Andreu).

Una vez segmentada la ciudad en clústeres, se analizan las zonas de concentración y concentración aguda por zona (capítulo 6).  Los análisis sugieren que el 50% de la población con nacionalidad española reside en zonas de clases medias, mientras que el 50% de la población extracomunitaria lo hace, en cambio,  en barrios obreros (25%) y en zonas marginales (25%). En concreto los colectivos de filiación latina con mayor capital humano residen en zonas con un perfil socioresidencial muy similar al de la población autóctona. Por el contrario, los grupos latinos con menor capital humano residen más en zonas de tipo obrero. Mientras que los no-latinos tienen pautas sideralmente alejadas al residir en zonas de bajo perfil socioeconómico, como las zonas marginales de la ciudad.  Tras este análisis descriptivo, se ofrece en el mismo capítulo un interesante análisis relacional, que tiene por objeto conocer en qué medida los diferentes componentes principales (que sintetizan las 42 covariables socio-urbanas originales) son capaces de explicar la estructura de la distribución espacial de la inmigración. Así, mediante un análisis econométrico en el cual la variable a explicar es el coeficiente de localización de cada uno de los 10 colectivos principales y las covariables son los 6 componentes principales se llega a las siguientes conclusiones. En primera instancia, la estructura socio-residencial es capaz de explicar el 54 por ciento de la estructura de la localización de extracomunitarios, y a medida que avanza el tiempo, esta estructura tiene una mayor capacidad explicativa, por lo que se refuerza el determinismo histórico de la ciudad sobre el patrón locativo inmigrante.

· En el caso de los latinos con menor capital humano, la regresión múltiple sugiere que, los factores explicativo son: las zonas de bajas categorías socioeconómicas, luego las áreas envejecidas de la ciudad, y finalmente las zonas de vivienda antigua y en alquiler. En el análisis dinámico, parece que los factores relacionados con la vivienda pierden peso a favor de los sociales y demográficos.

· En el caso de los latinos con mayor capital humano, entra primero las zonas centrales con vivienda antigua y en alquiler, luego las zonas de clase media y finalmente las áreas envejecidas de la ciudad. Sin embargo, de todos los colectivos, éste es el menos explicado por el análisis de regresión (R2= 0,24), lo cual sugiere una mayor libertad efectiva de albedrío en la decisión locativa, o una menor determinación de la estructura heredada sobre sus pautas locativas.

· Finalmente en el caso de los no latinos, los factores son: las zonas centrales con vivienda antigua y en alquiler, seguido por las zonas de bajas categorías socioeconómicas e infravivienda, y finalmente las zonas con población envejecida. No es de extrañar que sobre este grupo, formado por paquistaníes, chinos, filipinos y marroquíes, la estructura de la ciudad imponga una severa determinación de su localización, en este caso la bondad de ajuste se maximiza (R2 =0,43)

En el capítulo 7 se analizan las 11 entrevistas en profundidad no estructuradas que se han realizado: 4 a ecuatorianos, 4 argentinos, 2 magrebíes, y 1 paquistaní, todas esta personas vivían, durante el momento de la encuesta en el continuo urbano de Barcelona, y además tenían, al menos, 5 años de residencia en España, por lo que  presumiblemente habían “llegado a la fase de estabilización” (p. 129) del modelo teórico propuesto por el autor.

Un fenómeno nuevo de gran complejidad que requiere un mayor análisis, una visión más amplia  y una reflexión más dilatada

Como se ve la reseña anterior da muestra de un gran esfuerzo de sistematización y análisis de la información, que permite extraer un conocimiento muy oportuno  de cara a desmitificar   algunos aspectos de este nuevo proceso urbano, y poderlo afrontar científicamente con más herramientas.

Sin embargo un proceso como este, de una enorme complejidad, en tanto la diversidad de procedencias es muy grande, seguramente requiere de aproximaciones paralelas que permitan comprender, en toda su magnitud, el proceso a través del cual los diferentes colectivos se insertan en los tejidos urbanos.

En general se echa en falta un desarrollo teórico más profundo. Sobre todo en lo que respecta a un análisis más detallado de todos los elementos que conforman el proceso de elección residencial. Más allá de las necesidades y especificidades de la demanda existen rigideces e imperfecciones en el mercado que condicionan la localización residencial; muy poca atención se ha prestado al papel que juega la política de vivienda en este proceso, que no por pequeño, es menos importante, y sobre todo, puede llegar a ser muy importante a la vista de las nuevas legislaciones estatales y autonómicas que se están desarrollando en este país, y del giro que tendrá, con la actual crisis inmobiliaria, el tipo de viviendas producidas por los promotores privados. El rol que tiene la financiación de la vivienda como elemento neurálgico en el acceso a la vivienda en este país, y además prácticamente inexistente en los países de origen, es otro de los grandes temas ausentes en la tesis. No está del todo claro que la elección de comprar o alquilar siga las mismas lógicas patrimonialistas que parecen regir en el comportamiento de los autóctonos, en tanto, las perspectivas de permanencia en el país de acogida son, en un inicio, inciertas en tanto existe el “mito del retorno”. Muy ligado a esto está el importante papel de las remesas y de la inversión, mobiliaria e inmobiliaria,  en el propio país de procedencia. La exportación de capital hacia las geografías de procedencia juega un papel muy importante en tanto modifica los hábitos de consumo, las costumbres e incluso las tipologías residenciales, sobre todo en las áreas rurales de los países de procedencia. Todo esto restringe, la intrínsecamente limitada, capacidad  de ahorro, y en ese sentido en ciertos proyectos migratorios reduce las probabilidades de compra; o hace aparecer nuevas formas de financiación como el alquiler de habitaciones en la vivienda habitada por el titular del crédito hipotecario.  En esta tesis hubiese sido de gran utilidad una revisión más extensa de las experiencias similares procedentes de otros países europeos con procesos de inmigratorios más antiguos.

En relación al “modelo de inserción residencial” propuesto, el autor ha sido muy audaz en proponer un esquema en apariencia complejo, pero que con el análisis empírico (cuantitativo y cualitativo) al que se llega en la tesis no se alcanza a corroborar del todo.

Pero, más allá de la falta de comprobación empírica el modelo es, en sí mismo, muy polémico por dos situaciones. En primera instancia se indica que se trata de un proceso lineal, sin embargo a pesar de que se advierte que no se pueden establecer, a priori, plazos temporales para cada una de las tres etapas, la tesis sugiere, en su apartado cualitativo, que el proceso se completa en un lapso relativamente corto de tiempo.

En segundo lugar el modelo resulta muy polémico al reducir la complejidad del proceso de inserción residencial en la última etapa. Las tres etapas que lo conforman, como se ha dicho antes, son: la llegada, el asentamiento y la estabilización. Es decir, que según el “modelo”  al finalizar este, relativamente corto, proceso la primera generación de inmigrantes está plenamente inserta en el mercado residencial, lo cual a juzgar por la propia definición de “estabilización” propuesta por el autor, es dudoso que ocurra incluso en la segunda o tercera generación de inmigrantes:

“En cierto sentido, esta etapa [estabilización]  supone la integración residencial del inmigrante, entendida ésta, como cambio de su comportamiento y posibilidades dentro del mercado residencial, que ahora se equipara al de la población autóctona. Esta integración residencial supone que, a partir de ahora, su comportamiento en el mercado inmobiliario se encontrará condicionado por su posicionamiento en la estructura de la sociedad de la que forma parte, es decir, serán sus recursos económicos (tanto salariales como la capacidad de endeudamiento) los que condicionarán su movilidad residencial, al igual que en el caso de la población autóctona. Así, su comportamiento residencial pasará de ser un proceso de inserción residencial a un comportamiento normal.” (p. 57, las cursivas son originales)

La polémica deriva porque el autor reduce a los recursos económicos el hecho que los inmigrantes formen parte de un circuito normal plenamente equiparable al grupo socioeconómico de la estructura de acogida. Con lo cual se entiende que los aspectos culturales, y más concretamente los étnicos, religiosos y de percepción del espacio no tienen un protagonismo en la inserción residencial “estable”. ¿Debemos entender que con “un cambio de su comportamiento” el autor se está refiriendo a un pleno proceso de aculturización alcanzado en menos de una década? Más en el fondo aún, ¿debemos entender que, salvadas las condiciones económicas, las diferencias culturales no inducen a procesos de discriminación, perjuicio y fractura étnica con repercusiones en las prácticas inmobiliarias? ¿Puede la proximidad social simplificarse a una proximidad económica? Todo esto no sólo contradice al sentido común, sino que resulta antitético a las aportaciones realizadas por otros investigadores  revisadas, algunas de ellas,  en el Capítulo 1. Diversos autores han probado como, aún cuando se controle el estrato socioeconómico, la segregación de los inmigrantes persiste, e incluso para algunos grupos puede crecer a lo largo del tiempo, a pesar de la mejora económica o de su capacidad de endeudamiento (White, et al., 2005).[5]

Por su parte, el apartado empírico adolece de una aproximación socio-multidimensional. Si bien, a través de diferentes indicadores se describen las pautas de la distribución espacial de cada uno de los diez principales  colectivos inmigrantes, poco o nada se dice de la coincidencia espacial de ellos y de su proximidad espacial, en definitiva del nivel de segregación geográfica entre ellos; ¿Cuál es la proximidad espacial de las nacionalidades diferentes con religiones similares? ¿Conviven en los barrios  nacionalidades diferentes con lenguas similares? ¿Los grupos con más años en Barcelona, como los paquistaníes, están en términos de segregación alejados de lo que ocurre con las nuevas generaciones de ellos? Esta carencia  es especialmente  relevante en esta tesis en dónde se arguye la supuesta existencia de redes sociales. Un análisis de escalamiento multidimensional, construido a partir de la matriz bivariada de indicadores de segregación por pares de nacionalidades, podría haber servido para subsanar esto, tal como lo han sugerido White et al. (op. cit.). Este análisis habría venido a complementar el ya realizado por Bayona (2006) a escala de zonas estadísticas grandes para el propio municipio de Barcelona. Por otra parte,  desde los  primeros trabajos de White (1986)[6] se insiste  en el hecho de que el análisis de la  segregación (especialización del espacio) debe ser  necesariamente complementado por otro de homogeneidad  (diversidad en el espacio). El trabajo de Sabatini et al. (2001)[7], que analiza la segregación de la población por estratos socioeconómicos, ha demostrado  cómo el sólo análisis de los indicadores de segregación puede conllevar a resultados espurios: en tanto existen zonas de concentración de un colectivo determinado que a la vez son diversas; mientras que otras son más homogéneas, y por tanto, son verdaderos enclaves socioeconómicos, o étnicos. Todos estos son temas que la tesis deja pendientes.

Quizá el aspecto más preocupante de este trabajo es el excesivo protagonismo que tiene la vivienda en el proceso de inserción residencial. La magnificación del papel de ésta  ha ido en detrimento de ni siquiera reconocer el hecho que, en el residir, la vivienda sólo es un aspecto particular (aunque relevante), de un proceso más complejo: vivir en la ciudad. De manera que todo el resto de atributos que componen la ciudad (y que influyen en las decisiones locativas), como los espacios de trabajo y su proximidad, la movilidad y el transporte, los espacios públicos, los equipamientos (como los religiosos),  las tipologías edificatorias, etc.,  han sido frívolamente obviados tanto en el apartado teórico como en el empírico. La preservación de los tejidos históricos de nuestras ciudades  ofrece enclaves geográficos muy diversos, de características urbanísticas sideralmente  alejadas entre sí, que más allá de la vivienda, ofrecen posibilidades diferentes a cada colectivo inmigrante. Seguramente que algunos tejidos resultan más familiares, a ciertos colectivos, porque  brindan la posibilidad de utilizar intensivamente el espacio público en tanto cuanto sus vías de comunicación son estrechas y han sido peatonalizadas. De la misma manera que ciertos tejidos, por su densidad demográfica y nivel de accesibilidad, ofrecen la posibilidad de instaurar actividades económicas propias relacionadas con la prestación de servicios y distribución de productos específicos. Así la posibilidad de extender las actividades sociales a la vía pública o autoemplearse seguramente, permite recrear,  los hábitos urbanísticos que originalmente se tenían en la sociedad emisora. Y esto podría tener un  papel muy importante en la inserción residencial de los inmigrantes, más allá de las redes sociales y de las necesidades de vivienda y de las posibilidades para acceder a ella.

Finalmente, en los análisis cuantitativos se echa en falta la inclusión de variables como el precio de la vivienda (especialmente cuando la tesis ha sido realizada en el  Centro de Política de Suelo y Valoraciones) o indicadores  espaciales  de renta directos como el realizado por el Dr. Tomas Aluja para el Ajuntament de Barcelona[8]. Por último indicar que el análisis de localización de los inmigrantes basado en el coeficiente de localización, por una parte, y por la otra  en la detección de zonas de concentración y de concentración aguda basadas en la desviación estándar del porcentaje de inmigrantes de cada zona en relación a la media de la ciudad, es completamente redundante. Debido a que el  coeficiente de localización es una función lineal del porcentaje de inmigrantes de cada zona. En cambio se echa a faltar un indicador que de cuenta no de la estructura, sino de la intensidad con la que los inmigrantes se asientan en la ciudad. Estructura y masa son dos dimensiones complementarias e indispensables  en los análisis de geografía urbana y territorial.

Las observaciones anteriores no desmeritan, en absoluto, el loable esfuerzo realizado por el Dr. Fullaondo; sino que revisitan  sus fundamentos, para en el futuro poder emprender nuevos proyectos de investigación que conduzcan a conocer con mayor profundidad, reflexión y detenimiento, el proceso a través del cual la inmigración se incorpora en los circuitos urbanos de nuestras ciudades, y más específicamente, en los residenciales.


Notas

[1] Departamento de Construcciones Arquitectónicas I, Universidad Politécnica de Cataluña, 2008, 1 tomo en 1 volumen. 625 pp. La tesis ha sido desarrollada  en el marco del programa de doctorado, y a partir de ahora programa de máster oficial + línea de doctorado, que dirige el profesor doctor Josep Roca i Cladera. Este tema, junto con otros también de cariz sociológico, consolida una línea de investigación en materia de acceso al mercado residencial por parte de grupos sociales desfavorecidos. Dentro de esta línea la Dra. Pilar García Almirall, dirige un proyecto auspiciado por el Ministerio de Educación y Ciencia en materia de Inmigración y Vivienda.  

[2] Jordi Girona S/N, Campus Nord UPC, Centro La CUP, 08034 Barcelona. carlos.marmolejo@upc.edu

[3] La defensa pública de la Tesis se celebró en el Aula Pi Calleja de la Escuela Superior Técnica de Arquitectura de Barcelona de la UPC el día 17 de junio de 2008. El tribunal estuvo constituido como sigue: Presidente, Dr. Jesús Leal Maldonado, Secretaria Dra. Pilar García Almirall, Vocales Dr. Jorge Malheiros, Dr. Jon Leonardo Aurtenetxe, Dra. Anna Alabart. Tras la correspondiente deliberación el tribunal otorgó al trabajo la calificación de Sobresaliente, la mención de cum laude y de Dr. Europeo.

[4] Martori, Joan Carles y Hoberg, Karen. Indicadores cuantitativos de segregación residencial. El caso de la población inmigrante en Barcelona. Geo Crítica. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. 2004. Barcelona: Universitat de Barcelona, 15/07/2004, vol. VIII, nº 169. http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-169.htm. Martori, J. C. y Hoberg, K. Nuevas técnicas de estadística espacial para la detección de clusters residenciales de población inmigrante. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de abril de 2008, vol. XII, núm. 261 http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-263.htm [ISSN: 1138-9788].

[5] White, M.J.; Kim, A. & Glick, J.E. (2005). Mapping Social Distance: ethnic residential segregation in multiethnic metro. Sociological Methods & Research, Vol. 34, No. 2, pp. 173-203.

[6] White, J.M. (1986) Segregation and Diversity measures in population distribution. Population Index 52 (2). 1986, pp. 198-221.

[7] Sabatini, F; Cáceres, G. y Cerda, J. (2001) Segregación residencial en las principales ciudades chilenas: tendencias de las tres últimas décadas y posibles cursos de acción. Revista Eure (Vol. XXVII, Núm. 82) pp. 21-42.

[8] Aluja Banet, Tomás; Rius Carrasco, Roser; Ventura Estalella, Anna; Càrcel Ferrer, Cristina. (1999). Índex de capacitat econòmica familiar a la ciutat de Barcelona ii. 1 ed. Barcelona: Ajuntament de Barcelona. Gabinet Tècnic de Programació. 157 p. ISBN: 84-7609-870-7


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Ficha bibliográfica:

MARMOLEJO DUARTE, C. Fullaondo Elordui-Zapaterietxe, Arkaitz. Inserción y lógica residencial de la inmigración extranjera en la ciudad. El caso de Barcelona. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XIII, nº 795, 5 de septiembre de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-795.htm>. [ISSN 1138-9796].


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