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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XV, nº 862, 5 de marzo de 2010

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]


DIRECCIONES EN GEOGRAFÍA APLICADA Y PROFESIONAL.
UNA REVISIÓN DESDE LA DOCENCIA UNIVERSITARIA Y LA CONSULTORÍA EN ESPAÑA


Lorenzo López Trigal
Departamento de Geografía y Geología, Universidad de León
l.trigal@unileon.es 




Direcciones en Geografía aplicada y profesional. Una revisión desde la docencia universitaria y la consultoría en España (Resumen)

 

Un balance de los itinerarios y direcciones que ha seguido la aplicación de la Geografía desde los años 1940 en Europa y 1960 en España, así como los esfuerzos de profesionalización del geógrafo, potenciado en el caso español por la expansión de las consultorías y la creación del Colegio de Geógrafos. A este fin, se hace una revisión del debate habido en este campo en el seno de las escuelas geográficas, particularmente francesa, de la incorporación de la subdisciplina Geografía aplicada a la docencia universitaria española con la sucesiva revisión de planes docentes, de los dominios y campos de estudio, y del análisis del desarrollo y futuro de la práctica profesional en el mundo de la consultoría en España.

 

Palabras clave: Debate, dominios, empresas consultoras, Geografía aplicada,  Geografía profesional

 


Directions in applied and professional Geography. A balance from the viewpoint of the university teaching and consulting in Spain (Abstract)

An approach of the paths and the ways of applied Geography from 1940 in Europe and since 1960 in Spain is studied in our contribution.  We also analyze the professionalization process of geographers, favoured -in the case of Spain- by the expansion of consulting and by the creation of the Geographers College.  For this purpose, we made a review on the discussions occurred in this area within schools and departments of Geography, particularly in France. We reflect about the incorporation of the sub-discipline named Geography and its appliccation to the Spanish university by the successive revisions of teaching plannigns, and about the domains and fields of study of Geography. We are thinking, also, about the development and the future of professional practice for the consulting in Spain.

Keywords: Discussion, domains, consulting, applied Geography, professional Geography


 En el curso 1970-1971 se impartía por primera vez la docencia de la asignatura “Geografía aplicada” en la universidad española. Esto fue en la Licenciatura de Geografía e Historia, subsección de Geografía, de la Universidad Complutense de Madrid, y era encargado de ella el profesor José María Sanz, quien hubo de ingeniárselas para mantener la atención a lo largo del curso para quienes éramos sus alumnos, contando para ello con su experiencia y unas determinadas lecturas como la excelente monografía de Jean Labasse (1966 a). Mientras tanto, quien pasaba por ser pionero en este campo en España, el profesor José Manuel Casas Torres, por entonces director del ‘Instituto de Geografía Aplicada’, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, era docente en la misma Facultad de la Universidad Complutense de Madrid de asignaturas meramente descriptivas como la titulada “Geografía de España”. Ello se puede interpretar como reflejo de la desorientación que embargaba al respecto entre el profesorado de esta Licenciatura, en cuanto hacer reconocible el inicio de la Geografía aplicada en la formación universitaria. En mi criterio, se perdió por entonces una oportunidad de acercar la práctica de la geografía en la universidad española, hasta que pasados los años se produjera una aproximación relativa a partir de la reforma de planes de estudios universitarios. 

En efecto, la reforma del sistema universitario español desarrollada a lo largo de los años 1980 y 1990 tendrá como consecuencia la adscripción de tres áreas de conocimiento (Geografía Física, Geografía Humana y Análisis Geográfico Regional) a la nueva Titulación de Geografía, donde a la vez saldrá reforzada la nueva tendencia de la aplicación, con tres asignaturas troncales -“Geografía Física Aplicada”, “Geografía Humana Aplicada” y “Ordenación del Territorio”-, que posteriormente cada Universidad en su plan de estudios puede denominar de diferente manera, siendo habitual que se sustituya por denominaciones diversas y con contenidos, en cada caso, muy distintos debido a la desorientación temática que permanecía por entonces en el contexto español. En efecto, en esta situación, las nuevas asignaturas de Geografía Aplicada o de Ordenación del Territorio, revelan aún carencias de una estructura coherente y donde las bases de un contenido teórico central o un corpus de técnicas en que sustentarse son aún endebles. Entre tanto, se deja la elección de sus contenidos a la experiencia del propio profesor en cada caso, pues más bien “este subcampo se ha caracterizado por unas aproximaciones ad hoc a los problemas planteados, sirviéndose de las técnicas y la información percibidas como pertinentes” (Johnston. 2000, p. 247), constatación, como se ve, todavía generalizada en diferentes ámbitos.

 

Se intentaba por esta vía dar respuesta a la demanda de formación para atender a una nueva realidad social y profesional en España, pues se estima en “6.500 titulados de los que la mitad ejercen profesionalmente como tales”, según la Exposición de Motivos de la Ley 16/1999 de creación del Colegio de Geógrafos (B.O.E. 5 de mayo de 1999, p. 16.562). El mundo académico y el mundo profesional de la geografía española se asocian ante las nuevas demandas habidas por parte de la sociedad, las empresas y las administraciones públicas. Asimismo, se plantea también en el momento actual una adaptación de las titulaciones universitarias al modelo de sistema europeo para el año 2010, que en el caso que nos atañe se encamina a una nueva propuesta en la mayor parte de las Universidades en la Titulación de “Geografía y Ordenación del Territorio” o en otros casos más particulares de “Geografía”, pero por ahora sin acometer la innovación de un grado compartido del tipo de “Geografía y Turismo”, por ejemplo.

 

Pues bien, en la presente aportación trato de perfilar y reflexionar acerca de qué hacemos y para qué servimos los geógrafos, en particular los geógrafos españoles, en nuestra respectiva sociedad y entorno en cuanto a aplicabilidad de las distintas subdisciplinas geográficas, desde la geodemografía a la geopolítica, el planeamiento y la ordenación territorial. Para ello se hace una revisión minuciosa de la abundante bibliografía así como de cierta documentación académica e informes que han venido apareciendo en las últimas décadas, con el fin de dar respuesta a la doble cuestión planteada explícitamente “para qué sirve la Geografía y para qué sirve el geógrafo”, inmerso en la sociedad de su tiempo así como cada vez más en la práctica profesional y el mundo de las oficinas técnicas y empresas de consultoría.

 

 Como es evidente, en nuestra propia historia de vida académica y/o profesional, cada cual puede hacer un balance de su experiencia de aplicación y práctica. Por mi parte, desde esta doble visión, paso a analizar la cuestión planteada, después de tres décadas de actividad en paralelo a la docencia, en lo que me ha permitido el tiempo no reglado y el contexto de una ciudad media en la que he vivido todos estos años, con una participación parcial en la vida administrativa y política, sucesivamente como concejal con dedicación al urbanismo, transporte y patrimonio, representante en la Comisión provincial de Urbanismo y parlamentario regional, así como una dedicación intermitente como geógrafo en estudios de diagnóstico, informes de asistencia técnica, evaluación de programas en diversos campos del Urbanismo, la Ordenación del Territorio, el análisis de transportes o la cooperación transfronteriza, en relación con Administraciones y empresas de consultoría españolas y portuguesas, incluida la experiencia de haber contribuido a crear una consultoría local. Todo ello, sumado a haber sido profesor responsable durante una década de la docencia de Geografía Aplicada en mi universidad de León, con un programa teórico-práctico bastante denso de contenidos y revisado sucesivamente a lo largo de este tiempo.

 

El debate y reconocimiento gremial de la Geografía aplicada

           

De entrada se puede afirmar que en un contexto cercano a la planificación y la ordenación territorial, al igual que ha ocurrido en la evolución de otras disciplinas, como la Economía y la Sociología que han derivado en la Economía aplicada o la Sociología aplicada, se va a insertar también esta subdisciplina de Geografía aplicada, que ha pasado por distintos avatares hasta llegar a ser reconocida como tal hacia 1960, si bien existen precedentes mucho tiempo antes en que ya se venía utilizando el término “geografía aplicada”. Así, un precedente lejano está en una conferencia impartida por Hebertson en 1899 en la ‘Sociedad Geográfica de Manchester’, quien la define como “una visión, un estudio y un enfoque especializado de la Geografía” (citado por Pacione, ed. 1999, p. 3).

 

En el ámbito académico, resalta el debate de mediado el siglo XX sobre la existencia de la Geografía aplicada que se produce en diversas escuelas geográficas nacionales y cuya deliberación va a oscilar entre la voluntad de crecimiento y la necesidad de planificar, siguiendo ciertos referentes y modelos de la Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos e Israel…. En el caso particular de la escuela francesa el debate es vivo: “¿los geógrafos están preparados para jugar un papel, aportando recomendaciones, emitiendo críticas o proponiendo soluciones a los problemas?” (Claval. 2000, p. 225). Con anterioridad, es exponente de ello la posición de Tricart (1958), quien reconoce en ella un enriquecimiento de la geografía y un complemento que le faltaba, al igual que Labasse (1966 a, 1966 b), partidario de una geographie volontaire, mientras es reticente George (1961), dudando de la fortaleza del geógrafo en este campo y defendiendo la denominación de geographie active. Alguien cercano a la escuela francesa, el geógrafo español Juan Vilá Valentí, buen conocedor de este entorno académico, estaba convencido de que “la discusión respecto a la licitud y vigencia de la geografía aplicada no constituye, por lo menos en determinados casos, un simple juego intelectual y especulativo”, y en el debate se pueden entender cinco actitudes fundamentales que surgen ante el problema considerado (de la posibilidad de existencia y de la efectividad en un plano pragmático de la geografía aplicada): - sólo existe la geografía pura, - se admite en determinadas condiciones un valor pragmático, - cabe una geografía aplicada, pero se duda de su valor utilitario, - es necesaria una geografía aplicada que permita la formación de profesionales, - la geografía aplicada es imprescindible y es base insoslayable de todas aquellas decisiones que afecten al espacio (Vilá Valentí. 1968, p. 43, 52-53).

 

El empuje final a la recepción y aceptación de la geografía aplicada será dado por una obra reconocida de Michel Philipponneau (1960) a partir de su experiencia en la región francesa de Bretaña, “que viene a ser el manifiesto de la nueva generación (si bien) el libro vale más por las convicciones planteadas y por el testimonio que aporta sobre ciertas experiencias que como tratamiento metodológico del tema” (Claval. 2000, p. 285). En efecto, en esos años irá generalizándose su defensa e interés y centro de las preocupaciones, aunque hay algunos geógrafos que persisten en la crítica, así es el caso de Pierre George, el cual, receloso, como decíamos, con la geografía aplicada, pasa a ver posteriormente la utilidad de la misma, señalando que “se deben afrontar dos tipos de problemas, el primero concierne a los límites de su competencia y las formas de su asociación con otras disciplinas… el segundo es el de la parte de responsabilidad del geógrafo en los trabajos” (George. 1976, p. 60). Al final del largo debate, será aceptada desde fines de los años 1960 como tal geografía aplicada, aun con otros apelativos posteriores de geografía implicada (Fremont) o de geografía ciudadana (Retaillé), fruto de la transformación del oficio de geógrafo y las nuevas formas de análisis y diagnóstico en materias muy diversas (Claval. 2000, p. 359).

 

En el presente, no hay ya desacuerdo sobre la licitud y necesidad de la geografía aplicada. Lo que resta es, en cambio, un distanciamiento y falta de operatividad en parte de los geógrafos académicos por tratar e investigar los temas bajo el prisma de la aplicación y el planeamiento. Mientras que son cada vez más los jóvenes geógrafos que no tienen otras miras y objetivos que la aplicación y la actividad profesional. De ahí que se haya producido, a la vez, una disociación entre la formación universitaria y la futura actividad de la mayor parte de los graduados y “un reforzamiento importante de la orientación aplicada de la geografía humana y que el panorama actual de nuestra ciencia, sin ser en exceso brillante, tiene elementos suficientes que estimulan a afrontar el futuro con cierto grado de optimismo” (Troitiño. 1992, p. 59-60). Es más, se puede coincidir con los objetivos marcados por este geógrafo español en cuanto a perseguir una “perspectiva integradora con el territorio como problema central… enraizada con la tradición geográfica… para plasmar, en la medida de lo posible, los resultados de una experiencia personal de geógrafo… para contribuir a reforzar la dimensión utilitaria y la función social de nuestra disciplina… y para independizar y profesionalizar, sobre nuevos pilares, los estudios de geografía” (Troitiño. 1992, p. 62-63).

 

De igual modo, en ciertos casos, profesores universitarios europeos de distintas generaciones muestran perfiles de geógrafos implicados o militantes en la aplicación. Entre otros, los británicos Dudley Stamp, Alan Williams, los belgas Omer Tulippe, José Sporck, los franceses Jean-François Gravier, Jean Gottmann, Michel Philipponneau, Jean Labasse, Roger Brunet o el portugués Jorge Gaspar. Todos ellos, y otros más, han liderado en sus propios países y universidades no sólo la vertiente de aplicación y profesionalización del geógrafo sino que también han contribuido a la formación de consultorías y/o equipos de geografía aplicada, con un reconocimiento y renombre internacional. La monografía de Stamp (1960) es un buen testimonio de la introspección planteada al final de su carrera a partir de sus propias actividades e intereses, en materia de usos del suelo que estimulará a muchos jóvenes geógrafos al acercamiento a través de la integración con el medio ambiente, los mapas y el planeamiento (Sant. 1982, p. 8-9).

 

De otro lado, podemos observar el avance de aplicación, en primer lugar,  recogiendo una muestra puntual de la diversa actividad de aplicación de la geografía - clasificada como consultancy - a nivel de departamentos universitarios, en el caso del grupo SEGEFA de la Universidad de Lieja, tanto en el plano docente como investigador; en ciertos laboratorios o centros de aplicación (Binard, Devillet, Erpicum. 2003) o en la misma institución universitaria, como la Universidad de Gloucestershire, con un área de consultoría GEMRU, especializada en investigación y gestión de proyectos en las áreas de desarrollo comunitario –usos del suelo, salud, vivienda-, medio ambiente, planeamiento transporte sostenible, teniendo como clientes, entre otros, la Agencia británica de ferrocarriles, el Ayuntamiento y el Hospital Real de Gloucester.

 

En segundo lugar, en la presencia en algunas universidades de títulos de Master y Postgrado impartidos en Institutos o Centros de investigación de Geografía Aplicada: en Latinoamérica (Universidad Nacional de San Juan, en Argentina o Pontificia Universidad Católica del Perú…), Canadá (Ryerson Politechnic University, Laurentian University, Université de Montreal…), Estados Unidos (North Dakota State, State of New York at Buffalo, Montgomery College…), Reino Unido (Cambridge, Salford-Manchester…), por ejemplo, entre otros países, con tratamiento de subcampos diversos de gestión ambiental, SIG, teledetección y cartografía, planeamiento y usos del suelo, análisis locacional, modelos espaciales, planeamiento de transportes, impacto ambiental u otros adaptados a las salidas profesionales en cada caso.

 

En tercer lugar, es cada vez más frecuente en universidades europeas y norteamericanas la incorporación al currículo escolar de prácticas estudiantiles en empresas e instituciones alternando con cursos de “geografía, empleo y salidas profesionales” donde se revisan las pautas de comportamiento en este campo, la experiencia de geógrafos en el mercado laboral y el acompañamiento en la búsqueda y preparación de empleo o de estudio de postgrado.

 

En el momento presente, algunos de los hitos y estudios publicados por los geógrafos (Cuadro 1) muestran un recorrido dilatado de labor en este campo, que se inicia con la obra plenamente aplicada de Stamp sobre los usos del suelo en Gran Bretaña (1946) y de Gravier sobre la política territorial y urbana francesa bajo el título sugerente de “París y el desierto francés” (1947), que supone la entrada de la figura del experto-geógrafo en la política territorial en Francia, avalada en monografías como la de Gottmann (1952) sobre la ordenación territorial o la tesis doctoral de Philipponneau (1956). Tal proceso iniciático culmina en dos obras ya clásicas en este campo de Stamp y de Philipponneau (1960), que tratan de sistematizar por separado este tipo de conocimientos en el ámbito de sus respectivos países y más adelante en la reflexión colectiva de un grupo de geógrafos norteamericanos (Kenzer. ed. 1989).

 

En el último medio siglo, la difusión de la geografía aplicada ha estado marcada a través de Coloquios Nacionales sobre la materia, como el celebrado en Estrasburgo (Colloque. 1962) que consiguió reunir a sesenta geógrafos franceses, académicos en su mayoría y unos veinte geógrafos extranjeros, representativos de diferentes escuelas geográficas, entre ellos, Stamp, Sporck, Tulippe, Santos, Illeris, Hartke, Kosinski, Guerasimov, Ackerman. Más adelante, desde la Comisión – más tarde Grupo de Trabajo desde el Congreso de Seúl del año 2000- de Geografía Aplicada de la Unión Geográfica Internacional (UGI), aparecerán varios volúmenes de avance en los nuevos campos y sistematización de la misma subdisciplina (Pacione, ed. 1999; Philipponneau, 1999; Bailly y Gibson, eds. 2004; Bailly, Gibson, Haynes, eds. 2008). Estas dos últimas publicaciones presentan los avances epistemológicos y elaboran una perspectiva mundial de la Geografía aplicada a partir de las contribuciones del Grupo de trabajo correspondiente de la UGI. Siendo de resaltar, también, la relevancia adquirida en esta línea por parte de los geógrafos estadounidenses, realzada por la constitución del Applied Geography Speciality Group de la Asociación de Geógrafos Americanos, cuyos objetivos son, entre otros, la potenciación de la Geografía aplicada en el medio profesional y entre la población y la promoción y reconocimiento de la excelencia en la investigación en este campo.

 

Cuadro 1.

Hitos cronológicos de la Geografía aplicada y profesional internacional y española

- 1946 STAMP, The Land of Britain and How is Used 

- 1947 GRAVIER, Paris et le désert français

- 1949 Revista  The Professional Geographer (Association of American Geographers)

- 1952 GOTTMANN, L'aménagement de l'espace

- 1956 Centre de Geographie Appliquée (TRICART)

- 1960 Congreso de la UGI en Estocolmo con una Sección de Geografía Aplicada

- 1960 PHILIPPONNEAU, Géographie et action

- 1960 STAMP, Applied Geography

- 1961 Colloque National de Géographie Appliquée (C.N.R.S., Francia)

- 1961 Enseñanza de Geografía Aplicada en la Universidad de Lieja

- 1965 UGI, Comisión de Geografía Aplicada (Primera Reunión en Praga)

- 1965 Cátedra de Geografía Aplicada en la Universidad Técnica de Munich (GEIPEL)     

- 1966 LABASSE, L'organisation de l'espace. Éléments de géographie volontaire

- 1967 Instituto de Geografía Aplicada, C.S.I.C, Madrid (CASAS TORRES, dir.)

- 1970 Enseñanza de Geografía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid

- 1981 Grupo de Investigación RECLUS (BRUNET, dir.)

- 1981 Revista Applied Geography

- 1982 FRAZIER, Applied Geography: Selected Perspectives

- 1989 KENZER, Applied Geography: Issues, Questions and Concerns

- 1990' Creación de Consultoras por parte de geógrafos españoles

- 1999 PACIONE, Applied Geography: Principles and Practice

- 1999 PHILIPPONNEAU, La Géographie Appliquée

- 1999 Colegio de Geógrafos (España)

- 2008 BAILLY, GIBSON, HAYNES, Applied Geography and the Entrepreneurial University

Fuente: Elaboración propia

 

 

El hilo conductor de la cuestión, con todo, es que los geógrafos se han ido orientando hacia la aplicación y han trabajado en áreas de planificación principalmente, convencidos en muchos casos de que la geografía sirve para prever el futuro. Aunque el ciclo recurrente de aplicación de la geografía lo habían iniciado ya con anterioridad los geógrafos alemanes en el último tercio del siglo XIX, al ponerse al servicio del Estado prusiano, siguiendo más adelante en un segundo periodo de entreguerras los soviéticos o estadounidenses y británicos en tareas de planning y land-use, para alcanzar en los últimos años un tercer periodo de aplicación, con la extensión del concepto de investigación útil en nuevas áreas en relación con la resolución de los problemas sociales, económicos y ambientales (Pacione, ed. 1999, pp. 3 y 8), años en los que se incrementaron las presiones sobre los geógrafos que más se implicaban en investigaciones aplicadas… y las demandas políticas sobre las universidades y otras instituciones de educación superior, con el fin de que aumentaran sus contribuciones para afrontar los problemas de la sociedad (Johnston, Sidaway. 2004).

 

En fin, la misma denominación Geografía aplicada, se ha ido generalizando en paralelo al desarrollo y sistematización de los estudios de esta subdisciplina, denominada Geografia applicata, applied Geography, Géographie appliquée, Prikladnaja Geografia, Angewandte Geografie, Geografia Stosowana…, “en lo que concierne a la participación de geógrafos universitarios en estudios de aplicación territorial, poniendo así la disciplina al servicio de una demanda social que se afirma cada vez más” (Broggio. 1997, p. 299). E igualmente en cada escuela geográfica nacional se asiste también al reconocimiento como tal de la Geografía aplicada, hasta el punto que hoy se asume ésta como uno de los cuatro polos en los saberes geográficos junto a la geografía científica, la geografía escolar y la geografía popular o del público, y en este contexto del campo de la geografía, la geografía aplicada está asociada evidentemente a la geografía universitaria y contribuye a la evolución de las problemáticas a pesar de su carácter secreto y de su débil difusión fuera de los círculos de usuarios, los técnicos de ciertas empresas y administraciones (Chevalier. 2007).

 

 

Subdisciplina basada en la relevancia de los estudios aplicados y su contribución a la práctica profesional

 

La Geografía aplicada es vista así como subdisciplina académica que aporta sus conocimientos y destrezas a la resolución de los problemas sociales, económicos y ambientales del territorio, de la sociedad y del uso de los recursos. Esto es, pretende “utilizar la teoría y la metodología geográfica para resolver problemas humanos que tienen una dimensión geográfica”, en frase recogida en el encabezamiento del número inicial de la revista Applied Geography en 1981. Como tal, ha sido recogida en numerosos planes de estudio de las Titulaciones de Geografía en todo el mundo e incluso con esta misma denominación se han creado cátedras universitarias.

 

Del mismo modo es asumida esta nueva subdisciplina en el ámbito académico español, donde en el descriptor de la asignatura troncal de Geografía Aplicada de los planes de estudio de la Titulación de Geografía, a principio de los años 1990, es definida como “estudio de los métodos y técnicas que permiten articular y dar sentido aplicado a los contenidos de las distintas disciplinas de la Geografía”. Mientras que difiere, con tendencia a lo técnico-instrumental, el descriptor existente de la asignatura Geografía Aplicada en la Titulación de Ingeniero en Geodesia y Cartografía, con un programa de “técnicas y tecnología de cuantificación, previsión e inferencia en Biogeografía y Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y aplicación del análisis cartográfico”.

 

Sin embargo, no termina ahí esta diferenciación de contenidos descritos, a la vista de los programas de la asignatura Geografía Aplicada en las distintas universidades, en el caso de su presencia escolar como Geografía Humana Aplicada se repiten, de un lado, contenidos acerca del planeamiento urbano y la ordenación del espacio rural, de consonancia con una definición aceptable de la misma como el “conocimiento de las relaciones entre población, medio ambiente, espacio y distancia”, y de otro, denominaciones como “Geografía urbana y sus aplicaciones”, “Geografía rural y sus aplicaciones”, “Geografía aplicada I. Población y asentamientos”, “Geografía aplicada II. Ciudad y planificación urbana”…, además de otras asignaturas de tipo obligatorio u optativo según los planes de estudios de cada universidad.

 

Por su parte, como  Geografía Física Aplicada  mantiene una cierta imprecisión, tal como se puede observar en los programas en las diferentes universidades españolas, primando las temáticas de Geomorfología, Climatología o Biogeografía, dependiendo del profesor responsable y generalmente con una aplicación a las técnicas de análisis, indicadores y modelos cuantitativos con un manejo de fuentes cartográficas e instrumentos de laboratorio y de campo, como bien se muestra en un nuevo manual-guía docente para la elaboración de estudios relacionados con el medio físico, con una incidencia especial en los aspectos hidrológicos (Ruiz Sinoga y Reyes Peralta. 2005).

 

La aplicación de los Planes de Estudio en los años 1990 de la Titulación de Geografía en cada una de las treinta Licenciaturas existentes en España ha derivado en nominaciones diferentes, programas bien dispares y en carga de créditos docentes distinta en cada caso. Así, como tal Geografía Humana Aplicada aparece en seis titulaciones, mientras “en nueve Planes de Estudio los créditos de Geografía Humana Aplicada se reparten entre aspectos urbanos y rurales…los programas o los descriptores muestran que en ocasiones se entiende también la realización de prácticas o el aprendizaje de técnicas especializadas de alguna de las ramas de la geografía humana…(lo que) no implica un tratamiento sectorializado o un aprendizaje de técnicas, sino un análisis y/o planificación de la problemática de espacios completos, de dominante urbana o rural…y por otro lado, son frecuentes las universidades que ofrecen asignaturas que se orientan hacia la planificación… territorial o sectorial o al desarrollo local y territorial” (Burriel. 2004, p. 63-64).

 

Digamos también que hay una aceptación generalizada hacia esas variantes en su definición, en cuanto que la “aplicación” se une con la “utilidad” y una orientación más pragmática de la geografía, pasando por un acercamiento de ésta a la sociedad, fuera de la propia Universidad e identificada con los problemas del mundo real y con las necesidades de las empresas y de las administraciones públicas, en definitiva. Se trata, pues, de aplicar la geografía con todos los conocimientos disponibles y a la vez que sea eficaz en el empeño, ya sea en una posición de experto individual, ya de equipo de trabajo interdisciplinar, lo que supone un avance metodológico y además una mayor implicación del geógrafo en la resolución de problemas, que, en cada caso, habrá tomado partido por alguna de las teorías y enfoques de la geografía contemporánea, unidos a su vez a una determinada ideología -conservadora, liberal y socialista- (Johnston. 1988) o a una filosofía del pragmatismo (Frazier. 1981) cuando no al eclecticismo en boga.  

 

En este punto, es preciso recordar el debate surgido en España durante el periodo de información de la Ponencia para la Reforma de las Enseñanzas Universitarias. Título: Licenciado en Geografía (Consejo de Universidades. 1988), donde, de una parte, el Informe Técnico para la elaboración de las Directrices generales propias de este título no recogía como materias troncales la Geografía Aplicada y la Ordenación del Territorio, a pesar de entenderse en el perfil de las enseñanzas la necesidad de permitir “una adecuada capacitación en los tres ámbitos preferentes de aplicación profesional, enseñanza, investigación y análisis geográfico regional”. De otra parte, entre las propuestas a la Ponencia, están las de distintos departamentos y profesores y otro tipo de entidades, entre las que sobresale la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), creada en 1975 e interesada en especial en la defensa de la práctica profesional. La AGE liderará la propuesta de incluir asignaturas troncales con la misma denominación de las tres áreas de conocimiento reconocidas (Análisis Geográfico Regional, Geografía Física, Geografía Humana) y la adición de Ordenación del Territorio. Una directriz posterior aprobada por el Consejo de Universidades recogerá exactamente la propuesta del Departamento de la Universidad de Zaragoza con una ligera variante, de tres asignaturas troncales de segundo ciclo denominadas “Geografía Física Aplicada”, “Geografía Humana Aplicada”, “Ordenación del Territorio”, la cual, con buen criterio, se asigna a las tres áreas de conocimiento. 

 

La interrelación docencia y práctica de la Geografía en España se puede ejemplificar también a través de una pesquisa basada en entrevistas a algunos geógrafos, entre los que sobresale, en alguno de ellos una trayectoria aplicada, caso de los profesores Casas Torres, Tulla, Calvo García-Tornel y Zoido, llegando sus autores a la conclusión de que “sólo después de 1978 la práctica profesional de la geografía y la institucionalización académica de dicha disciplina siguen un camino paralelo, adquiriendo ambos fenómenos un peso específico cada vez más equiparable” (García Ramón, Nogué y Albet. 1992, p. 208). Sin embargo, está a la vista que las dificultades mayores para dar el paso a la aplicación por parte de los geógrafos del estamento profesoral universitario no han estado tanto en la concienciación de ser útiles a la sociedad cuanto en la presencia o ausencia de instrumentos institucionales apropiados (Institutos universitarios, contratos y convenios con consultoras e instituciones en materia de planeamiento y ordenación territorial).

 

Pero aún en el caso de una buena disposición para la aplicación, tanto entre los profesores como entre los profesionales de la geografía en España como en otros países, entre ellos los latinoamericanos, es ciertamente notable la dificultad “para conectar análisis, diagnóstico, propuesta y gestión… pues el geógrafo fácilmente se sentirá más cómodo, por las características de su formación, en los terrenos del análisis, pero si no se implica en todo el proceso planificador y conoce bien todas las reglas de juego que regulan los conflictos territoriales, difícilmente logrará consolidar(se) la dimensión aplicada de la geografía” (Troitiño. 1992, p. 66). En esta línea (Pacione, ed. 1999, p. 11) se aporta un procedimiento singular en la traslación del análisis de la geografía aplicada a los problemas sociales, económicos y ambientales, siguiendo las fases description – explanation – evaluation – prescription – implementation - monitoring. De manera que, hoy día, el geógrafo ha de prepararse para ser analista y diagnosticador, programador, evaluador y gestor, como cualquier otro profesional que compitiera en el mismo ámbito territorial y socioeconómico.

 

La elaboración del Libro Blanco de la Titulación de Geografía y Ordenación del Territorio (Tulla Pujol, coord. 2004), elaborado por un Comité de Enlace de los Departamentos de Geografía, la Asociación de Geógrafos Españoles y el Colegio de Geógrafos, en el momento del proceso de adaptación de los Títulos de Grado y Postgrado a las directrices del ‘Espacio Europeo de Educación Superior’, ha servido de punto de arranque de una nueva etapa académica de la Geografía en España, traducido en un esfuerzo considerable por adecuar las enseñanzas universitarias a las nuevas demandas laborales y acrecentar la dimensión práctica y aplicada de la Geografía. A partir de 2008, con la aprobación por parte de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) y la tramitación por cada Universidad que opte por el nuevo Grado de Geografía (o en su caso de Geografía y Ordenación del Territorio -iniciado de modo pionero en la Universidad de Lleida-), se abre el camino de la formación en planificación y gestión territorial, lo que “supone un cambio esencial en la formación del geógrafo, que encauza su programa formativo hacia unos fines concretos y conocidos, que además serán los que dotarán de una especificidad reconocida y reconocible en el ámbito profesional y social” (Benavent. 2005).      

 

Este es el reto actual, una vez superada la incertidumbre de la aplicación de la geografía: no limitarse los geógrafos a ser meros redactores de memorias de análisis o de diagnóstico de los problemas, pues no caben más cortapisas que las propias de su formación y área de conocimiento particular para que los geógrafos sean de hecho  ingenieros del territorio y expertos de los conflictos y problemas territoriales. Y en estas condiciones “la geografía aplicada cumpliría una misión social de enorme valor si fuera capaz de centrar sus esfuerzos en una dirección (de compromiso)…desprenderse un ápice de la dependencia de las empresas y la Administración y hacer compatible su actividad profesional con otros colectivos sociales menos privilegiados” (Segrelles. 2002, p. 170). Comentario este que se hace necesario subrayar, habida cuenta de aunar en el planteamiento a la vez una visión ética y una visión útil del modo de empleo de la geografía y continuar trabajando en el ámbito de una geografía aplicada, aunque ningún investigador está obligado a ello y nadie le puede objetar de limitarse a la investigación pura. En fin, como hemos señalado, más de sesenta años de evolución respaldan la nueva tendencia aplicada y profesional y dan respuesta a la pregunta inicial del texto o ¿para qué sirve la Geografía?

 

           

En la búsqueda de unos dominios temáticos comunes en la Geografía aplicada

 

En relación a la necesidad de hacer frente a la dispersión temática y particular de cada programa docente que antes quedó constatada a través de unos ámbitos temáticos similares, dentro de la interdisciplinariedad que debe ejercerse tanto en las materias de Geografía Física y de Geografía Humana aplicadas, podemos advertir toda una serie de praxis que se han ido conformando, así como una preocupación por el desarrollo metodológico, especialmente la modelización, el desarrollo de nuevas técnicas e indicadores, y la actitud prospectiva como dimensión esencial de la geografía aplicada (Broggio. 1997, p. 300-301).

 

 Para una presentación de estos dominios, podemos ajustarnos a los estudios realizados por Philipponneau (1960 y 1999), Labasse (1966), Pacione (1999), si bien cada uno de ellos presenta distintos criterios a la hora de elegir y comentar los campos. Así, Philipponneau revisa a fondo la formación y la práctica especializada de la geografía en las instituciones científicas francesas, en relación al medio ambiente y paisaje, los sistemas de información geográfica y la teledetección, las diferentes actividades de comercio y servicios, de transporte, de negocios, de localización industrial, de turismo y ocio junto al planeamiento regional y local y la ordenación territorial en los ámbitos rural y urbano. Mientras que en el volumen editado por Pacione se hace referencia a múltiples tipos de prácticas geográficas, presentando las dimensiones, características y conflictos del problema analizado, de los que extrae diferentes casos de resolución. Por otro lado, en alguna de estas publicaciones se pone en evidencia el desequilibrio existente entre ciertas enseñanzas específicas y el empleo limitado de geógrafos profesionales, concretamente en geografía de la población, de la industria, del comercio y de los servicios (Philipponneau. 2001, p. 175).

 

Diferentes contenidos de aplicaciones se dan entre los propios geógrafos académicos y sus asociaciones. En el caso de España, el ‘Informe de la Comisión de la AGE’ (diciembre de 1991) para el estudio de contenidos de las asignaturas de Geografía Aplicada y Ordenación del Territorio, recoge esencialmente la realización de cartografía temática; la preparación, evaluación y gestión de programas europeos; los estudios e informes de desarrollo local y regional; la redacción de planeamiento regional y local, planeamiento estratégico territorial; la evaluación de impactos ambientales, de recursos, de equipamientos; el tratamiento de conservación y valoración de paisajes; proyecciones demográficas.

 

Revisemos a continuación los distintos campos posibles de aplicación en Geografía Humana, desde un contexto generalizado y no sólo español:

 

En el campo de la Geodemografía y la Geografía social, las aplicaciones posibles han ido extendiéndose y se dirigen a materias de análisis demográfico, informes sobre población y recursos, análisis del empleo regional o local, elaboración de proyecciones demográficas, evaluación de la integración/exclusión de la población inmigrante en las áreas residenciales y en las escuelas, la problemática derivada del envejecimiento de las poblaciones, análisis de la extensión y variaciones en la pobreza y la privación urbana, evaluación de variaciones socioespaciales en materia de salud, la concentración del crimen en áreas urbanas. Estos y otros cometidos aparecen ya entre las tareas de equipos universitarios, de empresas consultoras, de ONGs y de oficinas técnicas administrativas donde se ubican geógrafos, contando con que “en la mayor parte de los trabajos requeridos al geógrafo profesional figuran los problemas de la población” y en ello hay una cierta responsabilidad ya que “las cuestiones demográficas están en la base de todos los problemas… (y) análisis demasiado superficiales, que no tienen en cuenta las perspectivas de evolución (demográfica), suelen ser el origen de importantes errores” (Philipponneau. 2001, p. 176-177), como en este caso es frecuente comprobar, por ejemplo, en la redacción de planes generales de ordenación urbana.

 

En la Geografía económica ha destacado en un principio la “dominante hidráulica” o el problema de la escasez de agua, pues “se trate de países desarrollados o menos desarrollados, la ordenación hidráulica es hoy por todas partes prioritaria…Ningún otro aspecto de la organización del espacio pone tan a prueba la sagacidad y cualificación de los planificadores” (Labasse. 1971, p. 76). Cuestiones como el abastecimiento y calidad del agua, pero también el regadío y su futura expansión. Relacionados con el mismo problema se encuentran aplicaciones en materia de desertificación, deforestación o mantenimiento de la biodiversidad. Por otro lado, están las aplicaciones a la mejoras de las explotaciones agrarias, la accesibilidad en el transporte colectivo en áreas rurales, el análisis sobre nuevas implantaciones industriales, la articulación de las áreas logísticas con los espacios productivos, la reconversión de cuencas mineras, las potencialidades de los vacíos industriales y del patrimonio industrial, planes de viabilidad y ordenación del turismo sostenible en sus diferentes escalas y la localización de establecimientos hoteleros y espacios de ocio.

 

Dentro de la Geografía urbana, el diagnóstico de impactos y conflictos en cuanto a usos del suelo en el medio urbano o en los entornos de las ciudades, problemas urbanos y gobernabilidad de la ciudad, planes de movilidad, tráfico y transporte urbano, o el diagnóstico del urbanismo comercial, entre otros muchos aspectos.

 

Otros campos disciplinares como la renovada Geografía política mantienen aplicaciones en materia de demarcaciones administrativas y de organización territorial del Estado, la resolución de disputas fronterizas y de límites o la misma cooperación transfronteriza son también dominios atractivos y singulares para los geógrafos.

 

En cualquier caso, el desarrollo de la Geografía aplicada en los distintos países en las últimas décadas muestra, evidentemente, una desigual presencia y capacidad, de acuerdo con el grado de madurez y aplicación de las enseñanzas y el nivel de formación adquirido en las titulaciones de Geografía así como la cantidad de geógrafos y de recursos disponibles. En todo caso, siguiendo el croquis de la evolución marcada por Pacione (1999) entre los sucesivos periodos alternativos de una geografía pura y de una geografía aplicada, no sorprende que aún “perdure una cierta tensión entre el compromiso con el mundo y la torre de marfil” (Philipponneau. 2001, p. 235).

 

Un esquema del panorama de la aplicación según diferentes escuelas geográficas, nos advierte de entrada de los cambios ocurridos en los últimos tiempos, como consecuencia de factores políticos y económicos, caso de los geógrafos situados en países de anterior régimen comunista, donde se planteaba la Geografía aplicada como instrumento del poder y la ideología hasta 1990. Valga como referencia el caso de la Unión Soviética y otros países de Europa Oriental años atrás, en los que había una formación especial y dilatada con abundantes recursos de por medio en cuanto a la formación en las Facultades de Geografía y desde equipos de investigación y aplicación en las respectivas secciones de las Academias de Ciencias, en materia de planificación económica y ambiental, mientras que en el presente ha habido un trasvase de estos expertos y profesionales hacia las empresas privadas con un giro consiguiente en el enfoque de las aplicaciones.

 

Entre los países desarrollados destacan, por cantidad de centros universitarios con formación en Geografía aplicada y recursos humanos y técnicos, Estados Unidos, Canadá, parte de Europa, más Japón y Australia, donde en general hay no solo presencia de titulaciones universitarias de ciencias geográficas sino también, en mayor o menor medida, una formación para la aplicación en materia de planificación, de desarrollo y de medio ambiente. En otro caso, según cada gremio nacional de geógrafos, se tratará de una dedicación mayor o menor a los distintos campos de aplicación, mientras que es endeble la formación, cuanto menos la aplicación de la geografía, en los países menos desarrollados, con excepciones significativas en ciertos países, por ejemplo, Brasil (Varios Autores. 1995) y Argentina (Reboratti. 2001).

 

En el caso de España, la trayectoria, identidad y campos de actividad entre los geógrafos profesionales (Troitiño. 2001) enraíza en la tradición utilitaria en la escuela geográfica española y su progresiva consolidación con la institucionalización desde 1992 de la Licenciatura de Geografía y la oferta de cursos de postgrado profesionalizados, con una marcada innovación y especialización como se puede apreciar en una consulta a las páginas Web de ciertas universidades (Oviedo, Alcalá de Henares, Valencia, Zaragoza, Granada, entre otras), así como en la defensa y actividad gremial por parte de la Asociación de Geógrafos Españoles y del Colegio de Geógrafos.

 

 

Geografía y capacitación profesional, un reto actual en la docencia universitaria

 

Una vez situado el debate sobre la existencia, posibilidades de aplicación y utilidad de la Geografía, se plantea en el tiempo más reciente también ¿para qué sirve un geógrafo? y se cuestiona su oficio (Santos. 1971), pues la asunción del estatuto de la geografía profesional, una vez que se asume en todas sus consecuencias la geografía aplicada, no lo es tanto en realidad, pues ello dependerá de la diferenciación e identidad del geógrafo, de su saber hacer, entre los distintos gremios profesionales que conectan con los geógrafos en múltiples líneas de actuación, aunque demos por supuesto la masiva o menos masiva entrada en la actividad profesional de los geógrafos y el reconocimiento de su labor, con hitos tan destacados, entre otros, como el Grupo RECLUS, dirigido por Roger Brunet y especializado en análisis y estrategias y dinámicas territoriales y urbanas en Francia y en la Unión Europea, la actividad de consultoría de geógrafos, o asimismo la creación por ley del Colegio de Geógrafos en España, como “instrumento necesario para la regulación y ordenación de la profesión y para su mejor disposición al servicio de la sociedad, así como para la defensa de los intereses profesionales en igualdad de condiciones con otros titulados universitarios” (Boletín Oficial del Estado, 5 mayo 1999, p. 16.563).

 

En este contexto podemos coincidir que “ya no se trata de una discrepancia terminológica… como la que oponía la geografía activa a la geografía aplicada. Actualmente se trata de la aplicación de la geografía en campos que se han ampliado progresivamente” (Broggio, Philipponneau. 2001, p. 104), pues “la geografía profesional se refiere a las actividades ejercidas por los geógrafos de formación, que no son profesores y pertenecen a estructuras de empleo muy diversificadas, en las diferentes estructuras profesionales y para actividades muy diversas (ordenación rural, urbanismo, transportes, turismo, medio ambiente, función pública, gabinetes de estudio, etc.)” (Broggio. 1997, p. 299). De hecho, sería más exacto hablar de “geografía aplicada practicada por geógrafos profesionales”. Constatación que se puede aceptar si se amplía el ejercicio de la profesión a los mismos profesores, bien entendiendo que estos puedan dedicarse a tiempo parcial a la geografía profesional y, de paso, ampliar su experiencia e investigación, o bien que en las distintas salidas profesionales se ubiquen entre ellas la educación y la investigación, como parece que es la opinión común de los que nos dedicamos al servicio de la sociedad desde el papel que nos corresponde de docentes, abarcando además trabajos contratados o informes de expertos, que se relacionan con la investigación y con la formación misma de los geógrafos.

 

En este sentido, la Comisión de Geografía Aplicada de la ‘Asociación de Geógrafos Franceses’ ha promovido en 1998 uno de los debates profesionales patrocinados por el mismo Senado francés (Varios Autores. 1999) sobre el geógrafo como agente político y sus campos de intervención, con ejemplos de prácticas de la geografía, todo ello avalado por el dato relevante de la existencia de diputados, senadores y ministros o secretarios de Estado de formación o profesión geográfica en aquel momento. Allí se constataron ciertos tipos de intervención en relación con problemas de transportes, experiencias de desarrollo local en zonas rurales, urbanismo comercial, ordenación del territorio, instalación de campus universitarios, problemas de reafectación de vacíos industriales, reconversión de cuencas mineras, problemas urbanos, espacios periurbanos y coordinación supramunicipal e interurbana.

 

 En estos términos y en diferentes contextos, la capacidad profesional que se presume en el geógrafo viene avalada por su formación generalista y específica para acceder a cometidos muy diversificados: Así, aparecen repertorios de campos seleccionados en materia de educación geográfica, estudios ambientales, aplicación de cartografía, SIG y teledetección, geografía humana y cultural, geografía económica, geografía física, geografía regional, planeamiento urbano y regional (Asociación de Geógrafos Americanos); en materia de consultoría y servicios a las empresas, la banca y los seguros, las ONG, la energía, vivienda y urbanismo, hidrología, periodismo, aplicación de sistemas de información geográfica y cartografía, el turismo, el transporte (Asociación Geográfica Británica); o las tecnologías de la información territorial –cartografía y SIG-, el medio ambiente, ordenación y desarrollo de la ciudad y el territorio, la sociedad del conocimiento, según la Associació de geògrafs professionals de Catalunya (1999), adoptado posteriormente como guía de un directorio profesional por el Colegio de Geógrafos y la propia AGE en cuanto especialidades o perfiles profesionales.

 

El desafío está en superar los obstáculos en el desarrollo de la geografía y la falta de salidas profesionales para los graduados. Ello está unido a la existencia de dos interpretaciones de la geografía, la académica, relacionada con la disciplina universitaria, y la vernácula o popular, a menudo muy distantes, por lo que es común que por ese desconocimiento no haya, de un lado, suficiente número de estudiantes que afluyan a las titulaciones de Geografía y, de otro lado, explica que los empleadores y la Administración nos planteen el consabido para qué o ¿cuál es el oficio de geógrafo? En todo caso, situaciones locales diferentes han generado variaciones en la naturaleza de la práctica geográfica, tal como se puede observar en algunos países, donde se han dado a conocer análisis de las oportunidades de empleo para geógrafos.

 

Así, en el Reino Unido ha sido estudiada la relación entre educación geográfica y empleo  (Lawton. 1980), país en el que “a partir de los años 1970 tiene lugar un aumento del número de geógrafos que trabajan como planificadores territoriales y en los siguientes, como consultores e investigadores para diversos organismos y han demostrado su capacidad, aunque algunos pierden rápidamente su identidad como geógrafos” (Townsend. 2001, p. 57). Asimismo, en Estados Unidos, con el mayor número de profesionales de Geografía en el mundo occidental y el mayor número de afiliados a las diversas Sociedades Geográficas o también el de posgraduados en materias y técnicas complementarias (Kenzer. 1989; Gober et al. 1995; Monk. 2001). En Francia, donde después de 1970 se extienden cada vez más entre las promociones de licenciados en Geografía las salidas profesionales no educacionales, en especial en materia de urbanismo y de desarrollo local, una vez formados en cursos especializados (Broggio y Philipponneau. 2001; Philipponneau. 1999). En Bélgica, donde se comprueba un acentuado incremento de los empleos fuera de la educación hasta alcanzar porcentajes en torno al setenta por ciento a partir de finales de los años 1980 (Kesteloot, Thomas, de Turck. 2001). O en Argentina, donde la Geografía profesional se va instalando en los sectores de la planificación territorial y sectorial, la aplicación de los SIG y la participación en estudios de impacto ambiental (Reboratti. 2001).

 

 

El desarrollo de la práctica profesional entre los geógrafos españoles

 

La evolución del geógrafo profesional español podemos seguirla a partir de textos publicados en revistas como el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, que desde su número inicial en 1984 ha adoptado como tema de debate, en su primera época, el de la práctica profesional del geógrafo, contrastando en sucesivos boletines las aportaciones de “profesores de geografía y, además, geógrafos” (Troitiño Vinuesa, Valenzuela Rubio, Rullán) con otras realizadas por “geógrafos profesionales” (Oliva Espallardo, Benavent), en donde se advierte la aproximación en los enfoques de ambas posiciones y la unanimidad en llevar a las aulas universitarias ajustes más acordes con las salidas profesionales no docentes. En este sentido, López Palomeque et al. (1986) plantean un cambio de actitud y una mayor atención a las materias ambientales, al análisis espacial y a las asignaturas instrumentales en los planes de estudio. También Zoido (1998), profesor con una opinión cualificada en este caso por haber sido Director General de Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, se refiere a una mayor relación entre las funciones educativas e investigadoras y de aplicación de los conocimientos geográficos, pues la separación actual entre profesores y profesionales de la geografía no tiene justificación en la actualidad. Desde otro ángulo, se puede resaltar aquí la revisión del panorama español realizada con un enfoque crítico por José Antonio Segrelles (1998) al trasladar su preocupación por que la actividad profesional realizada sea demasiado utilitarista y para ello propone acercar también los resultados de la investigación geográfica a otros usuarios diferentes a las empresas y las administraciones como son los colectivos sociales y asociaciones ciudadanas.

 

En cualquier caso, en los años 1990 existe un propósito general en hacer firme la propuesta de creación de un Colegio profesional, que tomarán como bandera las distintas Asociaciones, desde las más veteranas a las más recientes (Real Sociedad Geográfica, Asociación de Geógrafos Españoles, Asociaciones de Geógrafos Profesionales de Andalucía, de Cataluña y de Baleares, entre otras). Los objetivos planteados años atrás por Oliva (1984), con el ánimo de consolidar la función práctica de la geografía, sobre la necesidad de un debate interno, la perentoriedad de un Colegio profesional y la revisión de los Planes de Estudio, se han plasmado así en los últimos tiempos, si bien queda por comprobar a estas alturas la evolución del Colegio de Geógrafos y de los nuevos planes docentes de Geografía y observar el desarrollo de disciplinas como la Ordenación del Territorio y el Urbanismo y la oferta del mercado de trabajo para el número, relativamente escaso, de nuevos graduados.  

 

El rumbo que tome esta evolución en la década presente va ser decisivo para la formación ya que en el último tiempo se puede advertir en la situación española que “al geógrafo no se lo rifan los empleadores”, pues en cada caso trata de llamar a las puertas de los posibles empleos en busca de una ocupación que se adapte en mayor o menor grado a su formación y expectativas propias, para darse de frente, lo más a menudo, con la cuestión reincidente de ¿para qué sirve? Quien más o quien menos tenemos experiencias al respecto: Era el año 1973, tras dos años de experiencia docente en colegios privados, que me dirigía por carta y por medio de entrevista a buscar un puesto de trabajo en alguna de las empresas de consultoría con oficina en Madrid que me parecía más ajustada a mis posibilidades. En una de ellas, IBERPLAN, uno de sus socios, el economista Gonzalo Sáenz de Buruaga me hizo la pregunta de referencia, y entiendo ahora mejor que, a pesar de mis esfuerzos en una contestación plausible, no sirviera para incluirme en su empresa. Por aquel tiempo, nos reconocimos también muchos colegas españoles en el artículo de Pablo Morata “¿Para qué sirve un geógrafo?” (revista Triunfo, nº 625, 21 de septiembre 1974, p. 20), al expresar que “en España contamos con geógrafos –la mayoría de ellos historiadores que decantaron hacia la Geografía- que compaginan sus actividades docentes con esporádicos trabajos aplicados… en estudios de gran interés social, pero de difícil puesta en práctica por su desvinculación con los responsables de la planificación”. Éramos, por entonces, la primera avanzadilla de geógrafos españoles que intentábamos alternativas profesionales diferentes a la de la docencia.

 

Años después, se ha avanzado al respecto de modo significativo, estimándose ya en “apenas un 10 por ciento de los licenciados en Geografía (más exactamente en Geografía e Historia, especialidad de Geografía) que trabaja fuera de la enseñanza (como profesionales) con capacidad de síntesis y formación integral para ajustar socialmente las interacciones entre el hombre y el espacio” (Lucía Argos, El País, 12 de diciembre 1989). Hoy día, la transformación dentro del campo profesional en la sociedad de la información, de un lado, y la madurez institucional académica (varias promociones de licenciados de geografía) y gremial (Colegio de Geógrafos y Asociaciones profesionales) plantea nuevas posibilidades, aunque aún con cierto desconocimiento por parte de empresas y de Administraciones, para la práctica profesional del geógrafo en España.

 

En cualquier caso, se van rompiendo lanzas en un mundo muy competitivo, como es el caso de la inserción del geógrafo en el ámbito profesional del urbanismo. Sin embargo, la realidad es dura: de entre los nuevos graduados en Geografía ¿cuántos están trabajando de geógrafos?... Las nuevas promociones, al paso del tiempo y con mucho esfuerzo, van encontrando su hueco, pero a menudo no un encaje directo con su formación y ello implica, de una parte, una crisis de los planes de estudio, siempre en trance de revisión y de adaptación a las salidas profesionales y, de otra parte, que el incremento de geógrafos profesionales en el mercado laboral irá mejorando paulatinamente esa introducción deseada, aunque sólo sea por mera presión demográfica de nuevos titulados y por presión de costes, en cuanto que los geógrafos son más baratos para realizar trabajos generales, memorias e informes que muchos otros profesionales.

 

Sobre la temática de nuevas oportunidades profesionales para la geografía fue debatido en el seno de la Associació de Geògrafs Professionals de Catalunya en el curso 2001-2002, en un debate que se centró sobre las prácticas en  múltiples campos de aplicación (medio ambiente y sostenibilidad, cartografía y tecnologías de la información, geografía y programas de cooperación, movilidad y transporte, turismo, demografía), participando geógrafos profesionales con actividad en empresas y administraciones públicas además de profesores. Por parte de algunos de los participantes se expusieron ciertas oportunidades que aporta el geógrafo por su formación, como son el análisis de SIG y cartografía, una perspectiva general y cierta dimensión social, ciertos retos como el conocimiento de legislación, de técnicas, de economía, de idiomas, para hacer frente a las limitaciones de formación, la incorporación a trabajos en equipo y sobre todo en ámbitos dominados por otros profesionales. Esta misma asociación profesional, a la que se ha sumado posteriormente el Colegio de Geógrafos, la AGE y la generalidad de los Departamentos de Geografía de las universidades españolas a través del Libro Blanco (Tulla Pujol, coord. 2004), han  asumido como “perfiles” o grandes temas de trabajo del geógrafo profesional: 1º) la investigación, educación y divulgación geográficas, 2º) las técnicas de información geográfica, 3º) la ordenación del territorio y planificación, 4º) el desarrollo socioeconómico territorial, 5º) los recursos y el medio ambiente. En la misma fuente se puede observar las respuestas obtenidas a una encuesta realizada en 2003 a los miembros del Colegio profesional sobre una amplia lista de líneas de trabajo, destacando en ella las de Sistemas de Información Geográfica, Planes de ordenación territorial, Urbanismo, Estudios de impacto ambiental, Planificación estratégica y Cartografía, además de Educación.

 

La preocupación por mejorar el nivel de inserción profesional, analizar el entorno profesional y las fuerzas y debilidades propias, ha sido objeto también de algún documento interno de Departamentos de geografía, tal como se puede observar en un concienzudo Plan Estratégico realizado por colegas de la Universidad de Valencia (Bernabé, dir. 1998), donde a través de cuestionarios, memorias y bases estadísticas elaboran para el entorno de esta universidad algunos resultados interesantes para ser mínimamente comentados (Cuadro 2).

 

Cuadro 2
Principales aplicaciones con más demanda y situación del mercado

 

 

A

B

C

1

Estudios de impacto ambiental

X

 

 

2

Planes de prevención de riesgos naturales

 

 

X

3

Planes de ordenación de recursos naturales

 

X

 

4

Planificación turística

 

X

 

5

Estudios de localización de actividades e infraestructuras y planes territoriales

 

 

X

6

Gestión planes de desarrollo rural

 

X

 

7

Desarrollo local

 

 

X

8

Aplicación de sistemas de información geográfica

 

 

X

 

A mercado con oferta bien establecida y demanda que no crece

B mercado creciente pero muy competitivo

C mercado creciente sin competidores establecidos ni productos desarrollados

 

Fuente: J. M. Bernabé, dir. 1998 

 

En este estudio, elaborado a partir de un cuestionario cruzado dirigido a empresas e instituciones, se jerarquiza por demanda una serie de actividades preferentes, en primer lugar de tipo ambiental (Evaluación de impacto, Planes de riesgos y Planes de Ordenación de Recursos Naturales), en segundo lugar la planificación, en tercer lugar el desarrollo local y en cuarto lugar las aplicaciones instrumentales. Mientras que las principales dificultades que se observan en las aplicaciones anteriores varían entre las que exigen conocimientos legales y administrativos (especialmente las que se refieren a planificación, desarrollo y medio ambiente), las que exigen conocimientos especializados (las aplicaciones de SIG y las de medio ambiente), o de otro tipo, como el manejo de SIG, la organización de equipos, una buena red de contactos, la disposición de bases de datos especializados o el manejo de métodos de marketing. Asimismo, en la encuesta realizada a ayuntamientos urbanos se resalta que las demandas de trabajo más previsibles son las de desarrollo local y de medio ambiente, es decir, empleos como agentes de desarrollo, técnicos de medio ambiente y ordenación del territorio, técnicos generalistas de políticas locales y técnicos en servicios sociales y en programas europeos.

 

Las orientaciones laborales preferentes, en el ámbito español al menos, parecen coincidir con las pesquisas realizadas en Valencia, que vienen a resumirse en técnicos generalistas o especialistas del territorio que sean capaces de manejarse en las diferentes escalas y con habilidades y destrezas en informática, estadística, cartografía y SIG (se ha llegado a decir, por ejemplo, que “un geógrafo que maneje ArcInfo, se coloca sin apenas problemas”). Sólo así los empleadores y otros profesionales nos reconocerán e identificarán con un cierto perfil, en campos como el desarrollo local y rural, el desarrollo urbano y territorial en general, la información geográfica y cartografía, la evaluación y planificación ambiental y de riesgos o la ordenación del territorio. Esto es lo que mejor podemos ofrecer, en una coyuntura no tan negativa, pues hay ahora una demanda mayor del territorio, incluso se afirma en alguno de los debates que hay una nueva cultura del territorio que está en el centro de atención.

 

La respuesta está en la capacidad y oficio del geógrafo como “generalista del territorio”, ante cualquier demanda que se ajuste a su formación. Para ello se debe incrementar el nivel de preparación en estos campos aplicados, la capacidad de trabajo en equipo interdisciplinar y en las sucesivas fases de información, diagnóstico, programación y gestión, tanto en empresas de consultoría como en la Administración. Si el análisis y el diagnóstico anteceden a la programación y planificación, y los geógrafos son capaces de una lectura transversal y abierta a la hora de analizar y diagnosticar, por qué no contar con los geógrafos a la hora de programar y gestionar, nos preguntamos. Muestras de este progreso son la incorporación de geógrafos en Consorcios de integración del ferrocarril en ciudades españolas o en Oficinas técnicas municipales, provinciales o regionales de planificación. La práctica profesional no docente del geógrafo se asocia así, principalmente, a la actividad en el ámbito de las Administraciones públicas y ciertas Empresas consultoras de estudios especializados y asistencia técnica.

 

Se trata, pues, de ocupaciones laborales como técnico (funcionario o contratado) en la Administración estatal, regional o local, como agente (contratado) al servicio de una Asociación, por ejemplo, de desarrollo, o como técnico (socio o contratado) de consultorías, gabinetes de estudio u oficinas de proyectos. Su función, en cualquiera de los supuestos de actividad, está relacionada sobre todo con la realización de estudios, memorias e informes a incluir en documentos de análisis y proyectos, además de otro tipo de actividad derivada de la gestión, evaluación e inventariado, relacionado con el territorio, la sociedad o las actividades económicas. En todo caso, las tareas a realizar se relacionan estrechamente con equipos de profesionales (de ahí la valoración del trabajo e inserción de la actividad en equipos competitivos y eficaces) en los que pueden variar las tareas y asunción de responsabilidades, incluso en cada uno de los trabajos o proyectos, particularmente en el mundo de la empresa privada de consultoría. Las consultoras y gabinetes, las agencias de desarrollo, y las oficinas técnicas de las Administraciones son, pues, los destinos ocupacionales de los geógrafos que no se dediquen a la docencia e investigación en el ámbito universitario o en otros campos similares. Es oportuna, en este caso, la sistematización realizada a partir de un análisis DAFO (Reques. 2004, pp. 386-388) de la que se extraen como debilidades, la escasa y débil implantación a nivel profesional; su desdibujado perfil derivado de la dispersión de tareas y funciones; su escasa presencia en la Administración Central del Estado así como en las grandes y medianas empresas privadas; el desajuste que presenta entre lo que se enseña en la Universidad y lo que se exige para el desempeño de la profesión; o el escaso nivel de especialización. Las principales amenazas a las que se enfrenta son: la apropiación de las funciones propias del geógrafo por otros profesionales con menos sensibilidad por cuestiones territoriales o ambientales; el peligro de caer en los conocimientos generalistas. Entre las fortalezas la consolidación progresiva en campos como la Ordenación del Territorio, los Sistemas de Información Geográfica y la cartografía temática, la gestión ambiental o el desarrollo local; y su capacidad para integrarse en equipos multidisciplinares. Y entre las oportunidades, cabe citar, la importancia estratégica de la información geográfica a todas las escalas; la importancia clave de las cuestiones territoriales desde la perspectiva ambiental, social, económica, funcional y política; junto al desarrollo de las nuevas tecnologías de información y de comunicación.

 

En relación a este diagnóstico y la apertura de nuevos campos profesionales, se hace necesario adoptar una postura menos categórica de la que exponen algunos responsables de Asociaciones Profesionales, cuando llegan a afirmar “la buena salud de la Geografía en España, por cómo está abriéndose un hueco en el mercado laboral en base a su saber hacer y a su especialización” (Mongil y Tarroja. 2004, p. 371). Más bien este proceso lo podemos denominar de “consolidación inicial” del gremio de geógrafos profesionales en España, lo cual muestra un avance muy considerable con relación a pocos años atrás, pero, a la vez, plantea la necesidad de estar implicados los geógrafos en nuevos campos de aplicación y gestión, lo que conlleva dificultades que se deben superar, sobre todo cierto enfoque de aplicación que choca con los condicionantes puestos por las empresas y las instituciones a la hora de ejercer el oficio. Una oportunidad de innovación y apertura de nuevos caminos en la geografía española, en este sentido, se abre ante nosotros con la puesta a punto de la formación de Grado y Postgrado, dependiendo de cada Universidad y de su correspondiente equipo académico. Sin embargo, queda la incertidumbre de si este proceso de adaptación no será un ajuste más del sistema docente que un nuevo escenario de integración académico-profesional, tal como se conoce hasta ahora por los programas presentados.

 

 

Las empresas de consultoría e ingeniería y la actividad del geógrafo en España

 

Las empresas consultoras españolas surgieron hace sólo medio siglo. Las primeras en 1956 (EPTISA, SENER) y 1957 (IDOM), como “empresas de ingeniería civil”, en paralelo a filiales de consultoras internacionales que se hacían cargo, igualmente, de proyectos de infraestructuras viarias, transporte, urbanismo, industriales o ambientales e hidrológicas. En plena época de los planes de desarrollo en los años 1960 y 1970, se cuenta ya con consultoras como EYSER y TYPSA, empresas de ingeniería españolas asociadas en su origen a empresas constructoras y bancos, u otras filiales internacionales como  DOXIADIS IBÉRICA y HARRIS BOSCH. Otro tipo de consultoras surgen en torno a empresas públicas, caso de INECO en 1968 en relación con Renfe y especializada en transporte y tráfico, o, años después, INYPSA, asociada a la empresa energética FECSA, y TINSA, desde la Confederación de Cajas de Ahorros.

 

En los últimos años, la progresión de este tipo de empresas de ingeniería civil y consultoras, de todo tamaño y especialización, ha sido vertiginosa y nos enfrentamos a una atomización del sector, que se puede concebir como resultado de la llegada al mercado laboral de nuevos profesionales, como los geógrafos,  que optan por esta vía de ocupación como asalariado, como autónomo o socio, bien como “un síntoma de la vitalidad del sector (y) un mercado potencial que está estimulando la creación de empresas” o más bien “un índice de su inmadurez (que) hace sospechar la existencia de (todo tipo de situaciones conflictivas) y en los que anidan algunas pseudo-organizaciones con poco presente e incierto futuro, que se crean por oportunismo…” (Rui-Wamba. 1999, p. 65). Ante un mercado muy competitivo y una presencia numerosa de microempresas consultoras se aboga porque “los servicios profesionales eficientes tienen que ser realizados por firmas o agrupación de firmas con equipos multidisciplinares, experimentados, con medios adecuados, recursos económicos proporcionados, eficazmente organizados e independientes” (Rui-Wamba. 1999, p. 66). De hecho, las uniones temporales de empresas (UTEs) son la salida a menudo a este tipo de problemas, a la hora de iniciar trabajos de estudios y proyectos, incorporando a entidades variopintas y de escalas diferentes.

 

La Ley 13/1995 de Contratos de las Administraciones Públicas considera a los consultores como “asistentes” de los funcionarios públicos, quienes figuran como supervisores, usurpando a veces la autoría de proyectos. En efecto, en su concepto “son contratos de consultoría y asistencia aquellos que tengan por objeto: a) estudiar y elaborar informes, estudios, planes, anteproyectos, proyectos de carácter técnico, organizativo, económico o social…b) llevar a cabo, en colaboración con la Administración y bajo su supervisión, las prestaciones de - toma de datos, investigación y estudios para la realización de cualquier trabajo técnico, - asesoramiento para la gestión de bienes públicos y organización de servicios, - estudio y asistencia en la redacción de proyectos, anteproyecto, modificación de unos y otros, dirección…” (artículo 197).  Los proyectos, en cualquier caso (como es de aplicación en el sector privado) sólo pueden ser asignados a un profesional debidamente colegiado, en vez de a una persona jurídica como la consultora, lo que supone un grave problema de fondo, que necesitará ser reconsiderado por el legislador. Mientras tanto, los Colegios profesionales, enraizados sólidamente en la base del sistema (colegiación, visado profesional, etc.) dan preponderancia al “técnico colegiado” respecto de la empresa consultora.

 

Por todo ello, podemos advertir que en España las consultoras están ya reguladas, pero en situación de precariedad respecto a las tendencias y estándares dominantes en las sociedades más avanzadas por cuestiones como: a) La masiva dedicación del sector hacia las Administraciones Públicas como cliente fundamental –y a veces único (monocultivo empresarial)- que se explica en la “juventud” de este sector en España y el papel dominante de las Administraciones Públicas respecto de la “compra” de servicios de consultoría técnica. Riesgo que encierra también una dependencia respecto de la alternancia política -factor que se incrementa exponencialmente con la creciente descentralización administrativa, que obliga a dotar a los servicios centrales de las empresas consultoras de un coste de estructura de gestión, la mayor parte de las veces imposible desde una óptica del rendimiento empresarial. b) La excesiva atomización del sector, sin dimensiones capaces, salvo las más grandes, para competir con éxito y ofrecer servicios avanzados y de calidad en el cada vez más complejo sistema de contratación pública en España. Del total de unas dos mil empresas de consultoría existentes en España antes de la última crisis económica, un 10 por ciento están integradas en la “Asociación Española de Empresas de Ingeniería, Consultoría y Servicios Tecnológicos”, creada a partir de una fusión habida en 2002 con el nombre de TECNIBERIA–ASINCE, que conforman el 80 por ciento del sector en España en cuanto a empleados/facturación. Este dato da buena idea de la “atomización” empresarial. Finalmente, c) la propia génesis del sector, nacido a la sombra principalmente del funcionariado de  la Administración Pública y desde el soporte –en la mayoría de los casos- de recursos empresariales incipientes, a los que en décadas posteriores se han ido sumando estructuras empresariales de menor tamaño y más acordes con el ámbito “profesional”. Así, hoy coexiste una nítida separación entre consultoras “independientes” (conformadas a través de la suma de profesionales) y con una visión de independencia en el desarrollo de la actividad, frente a consultoras “integradas” en estructuras de holding empresarial y que se sitúan a veces en el margen mismo de la deontología profesional. Además, en España y como herencia de un pasado todavía no tan lejano respecto de una economía dirigista, también perduran y compiten en un mercado libre, estructuras de consultoría estatales o para-estatales.

 

Podría resumirse que, en general, las consultoras técnicas españolas disponen, respecto del sector en Europa de estructuras más pequeñas, excesivamente dominadas por la disciplina de la ingeniería civil,  poco diversificadas en cuanto a su oferta (exceso de oferta en materia de obras lineales +90% del sector y déficit en disciplinas de planeamiento y/o consultoría de ordenamiento territorial, por ejemplo), poco dotadas de cuadros directivos profesionalizados (el rol ingeniero-empresario es el predominante), escasamente evolucionadas respecto de su génesis como “despachos de proyectistas” y mal posicionadas respecto a roles más modernos como “gestores de inversiones”,  excesivamente sometidas a los vaivenes de la inversión pública, y escasamente posicionadas en los mercados internacionales, salvo ciertas excepciones.

 

Cuadro 3
Selección de consultoras ibéricas de distinto tamaño, orientadas a geógrafos
(denominación, web, sede, dominios)

ALATEC, www.alatec.es/ (Las Rozas, Madrid: Urbanismo y Ordenación de territorio)

ARENAL GRUPO CONSULTOR, www.arenalgc.es/ (Sevilla: Programas de inversión de carácter territorial, urbanístico, sectorial y empresarial)

AURENSA,  www.geoscopio.net/ (Madrid: Teledetección e Ingeniería medioambiental)

CEDRU,  www.cedru.com/ (Lisboa: Ambiente y Ordenación del Territorio, Urbanismo, Planeamiento estratégico, turístico, regional, Estudios sectoriales y Evaluaciones)

CONSULTRANS, www.consultrans.es/ (Madrid: Redes de transporte y Logística, Gestión y Políticas de I+D+i, Investigación de mercados)

COTESA, www.grupotecopy.es/cotesa/ (Madrid y Valladolid: Planificación urbana y territorial, SIG, Medio Ambiente y Riesgos, Transporte, Teledetección)

EPTISA,  www.eptisa.es/  (Madrid: Transporte, Medio Ambiente, Agua)

GAAT, www.gaat.es/ (Palma de Mallorca: SIG, Producción cartográfica, Ordenación territorial y Urbanismo, Medio ambiente y sostenibilidad)

IDOM, www.idom.es/ (Bilbao: Medio ambiente, Ingeniería de transporte, Desarrollo urbano, Territorio y ciudad)

INECO, www.ineco.es/ (Madrid: Transportes, Medio ambiente, Urbanismo)

INYPSA, www.inypsa.es/ (Madrid: Ordenación del Territorio, Urbanismo, Desarrollo, Catastro, Hidráulica, Infraestructura de transportes, Medio ambiente)

PROINTEC, www.prointec.es/ (Madrid: Sistema viario y transportes, Hidráulica, Medio ambiente, Desarrollo urbano, Infraestructuras)

QUASAR, www.quasarconsultores.com/  (Madrid: Planificación regional y urbana, Evaluación proyectos, Medio ambiente e infraestructuras, Demografía y sociedad)

QUATERNAIRE PORTUGAL, www.quaternaire.pt/ (Porto: Planeamiento estratégico, regional y urbano, Ordenación del territorio y ambiental, Desarrollo)

TAU, www.taupla.com/  (Madrid: Programas comunitarios, Desarrollo territorial, Planeamiento urbano, Medio ambiente)

TIS,  www.tis.pt/ (Lisboa: Transportes, Innovación y Sistemas)

TRAGSATEC,  www.tragsa.es/ (Madrid: Medio ambiente e Infraestructuras rurales)

TYPSA, www.typsa.es/ (Madrid: Ingeniería de transportes, Hidráulica, Medio ambiente, Ordenación del territorio y Desarrollo urbano, Turismo y Desarrollo rural)

 Fuente: Elaboración propia.

 

Esta selección sucinta de consultoras españolas y portuguesas nos presenta una concentración de empresas en las dos capitales estatales y una actividad en múltiples áreas de trabajo, en materia de ingeniería civil e industrial y de infraestructuras sobre todo, y en aquellas otras donde se posibilita la intervención del geógrafo profesional de modo destacado, como se puede observar en catálogos y webs de consultoras, en los campos siguientes:

 

1. Urbanismo (planes urbanísticos, urbanismo comercial)

2. Ordenación del territorio (planes y directrices territoriales)

3. Planificación sectorial (localización de actividades, hidráulica, transportes,   sistema viario, planes turísticos)

4. Planificación y gestión ambiental y sostenibilidad (diagnósticos y evaluación de impacto ambiental)

5. Desarrollo regional y local (evaluación territorial de políticas públicas y programas europeos, planes de cooperación al desarrollo rural y urbano)

6. Aplicaciones en SIG, cartografía y teledetección y explotación de bases estadísticas

7. Sociedad y demografía

8. Evaluación de programas y proyectos, inventarios, catastro

 

Hasta fechas recientes, la denominada consultoría técnica o consultoría de infraestructuras ha sido asunto mayormente en España de los ingenieros de caminos. Posteriormente, con la mayor participación de las consultoras en los programas de acción europea, ha ido apareciendo una serie de “subgéneros” hacia los que las consultoras han ido entrando más por afán de ganar cuota de mercado y/o como movimiento defensivo, que por vocación. Así, ha ido apareciendo toda una nueva batería de necesidades que “los técnicos” han pasado de ver como meros trámites para cubrir el expediente administrativo a convertirse en una parte integrante y, a veces, integradora de los propios proyectos (aunque sigan recibiendo la coletilla de “anejos al proyecto”): planeamiento, declaración de impacto ambiental, estudios socio-económicos, estudios de rentabilidad económica… disciplinas todas ellas de soft consultancy en la que especialistas como los geógrafos han ido desplazando al “ingeniero” como único interlocutor válido.

 

Se puede concluir así que la Geografía “ha desbordado ya ampliamente el marco profesional de la enseñanza, y esta circunstancia se ha producido, en gran medida, gracias al empeño de profesores e investigadores en ampliar los campos de conocimiento abordados… y por el esfuerzo autodidacta de muchos licenciados” (Zoido. 2001, p. 39). Lo particular del caso español es, entre otros aspectos, que las ocupaciones profesionales de los geógrafos han procedido sobre todo de la Administración Regional, más en concreto de algunas Comunidades Autónomas, y, en menor grado, del resto de Administraciones públicas, siendo en los últimos años los destinos en consultorías y empresas de aplicaciones técnicas donde se incrementa más la actividad. Precisamente, en áreas donde el geógrafo puede tener su campo para desarrollarse e integrarse en la labor de consultoría. Aspectos tales como: manejo de SIG (primera demanda de empleo), cartografía y catastro; teledetección; estudios ambientales; estudios del territorio; cooperación al desarrollo; planeamiento…en todas ellas, el geógrafo ya viene demostrando su capacidad competitiva en el sector.

 

Sin embargo, en opinión de los propios geógrafos, hay todo un mundo a explorar en relación con diversas cuestiones socio-económicas, la cooperación exterior, cuestiones de género, los problemas urbanos y aspectos relacionados con la sostenibilidad. Posiblemente, en temas más ligados a las disciplinas sociales y económicas que a las técnicas, en las que el geógrafo puede desempeñar un rol muy interesante si sabe apostar por una mayor vocación de internacionalización y preparación en idiomas, cuestiones donde, al igual que el ingeniero del ámbito civil en España –sin que sirva ello de consuelo-, presenta un nivel de cualificación discreto. En cualquier caso, en el momento actual se acorta para los geógrafos más veteranos en estas lides el momento del relevo y todo conduce a que, ahora sí, se nos reconozca de entrada a los geógrafos españoles (o portugueses) en un propio ámbito profesional y capacitados para el trabajo de equipo en buena parte de las empresas de consultoría.

 

 

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© Lorenzo López Trigal, 2010
© Biblio3W, 2010

 

Ficha bibliográfica:

LÓPEZ TRIGAL, Lorenzo. Direcciones en geografía aplicada y profesional. Una revisión desde la docencia universitaria y la consultoría en España. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XV, nº 862, 5 de marzo de 2010. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-862.htm>. [ISSN 1138-9796].


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