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REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XV, nº 895 (11), 5 de noviembre de 2010

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

EL “MODELO BARCELONA” Y EL “MARKETING” DE LAS OLIMPIADAS DE RÍO DE JANEIRO

 

Manuel Herce
Exdirector de la Vila Olímpica de Barcelona
Profesor de la Universitat Oberta de Catalunya


Recibido: 20 de mayo de 2010. Aceptado: 17 de junio de 2010.


El “modelo Barcelona” y el “marketing” de las olimpiadas de Río de Janeiro (Resumen)

En el artículo se pretende poner de relieve las inconsistencias y consecuencias del actual Proyecto Olímpico de río de Janeiro, animando, por otra parte al Instituto de Arquitectos de la ciudad a proseguir su ejemplar tarea y a Prefeitura a tomar las riendas y ejercer del protagonismo en una oportunidad tan importante para la mejora de la ciudad y de su futuro.

Palabras clave: oportunidades de renovación urbana, proyecto olímpico


Las Olimpiadas de la era moderna habían sido siempre un acontecimiento de orden secundario desde el punto de vista mediático y social. Incluso la manipulación ideológica que Hitler realizó de las de 1936 las tiñó de un aire oficialista que lastro su aceptación social por mucho tiempo; la represión al movimiento estudiantil y popular (Plaza de Las Tres Culturas, en Tlatelolco) que precedió a las Olimpiadas de Méjico de 1968, el uso de las de Munich de 1972 como plataforma de lanzamiento del movimiento armado árabe, o el boicot a las de Moscu de 1980 por motivos políticos, y la análoga respuesta del bloque soviético a la de Los Ángeles de 1984, no hicieron más que acentuar ese carácter.

Samaranch, elegido presidente del COI en 1980, abrió las olimpiadas al mundo del deporte profesional, lo que quiere decir dos cosas: apertura a la “sponsorización” del negocio de prendas deportivas y al interés comercial de las grandes cadenas de televisión. El nuevo modelo fue ensayado en Seul-1988, pero todavía estaba lejos de la resonancia social de otros acontecimientos deportivos, como los Campeonatos Mundiales de futbol.

España organizó los Mundiales de futbol de 1982, y Barcelona comprobó el gran éxito comercial y de imagen de una ciudad que estaba pasando una profunda crisis económica. Ello animó al gobierno de la ciudad a presentar la candidatura de la Olimpiada de 1992.

Se ha escrito mucho sobre ella, y siempre destacándole hecho de que, posiblemente por vez primera, se sabía que objetivo urbanístico tendrían los juegos. El magistral hacer de la alcaldía de la ciudad logró dos hechos sin precedentes: ubicar las instalaciones olímpicas en puntos “calientes” de la ciudad (contra las iniciales reticencias del COI, por vez primera la Vila Olímpica era parte de la reforma de barrios deteriorados de la ciudad) y arrastrar al Estado a inversiones de “apoyo al proyecto olímpico” (rondas, casco antiguo, plan de saneamiento de aguas, recuperación de la costa, etc.) cuyos efectos transformarían la ciudad.

No es de extrañar la resonancia social y popular que tuvieron esas obras, y por ende los acontecimientos olímpicos de Barcelona. Desde entonces, han sido muchas las ciudades que, con mayor o menor éxito, han recurrido a la aplicación de ese modelo de reforma de la ciudad aprovechando la financiación de grandes acontecimientos.

En ese mismo año de 1992 alcanzó la prefeitura (alcaldía) de Río de Janeiro el economista Cesar Maia, que recurrió al arquitecto Luiz Paulo Conde como Secretario (concejal) de urbanismo. Conde era amplio conocedor de las políticas urbanas que venían practicándose en Barcelona, ciudad que visitaba anualmente desde muchos años atrás, y dejó claras sus preferencias por la aplicación de ese modelo a su ciudad cuando lanzó en 1993 el Programa Rio Cidade, que cambió la urbanización de calles y plazas de su ciudad en una cuantía desconocida hasta entonces, y después, en ninguna otra ciudad del mundo.

Ese programa, conjuntamente con el Favela-Bairro, que mejoró las condiciones de vida de más de 600.000 habitantes de barrios informales de la ciudad, constituyen posiblemente la más acertada combinación de políticas urbanísticas que se han aplicado en las muchas décadas en America Latina.

Paralelamente a ello, ese mismo año, el Prefeito contrató el Plan Estratégico de la ciudad a un equipo dirigido por los barceloneses Jordi Borja y Manuel de Forn; y, poco más tarde, Conde encargo el proyecto de reforma del frente marítimo de la Plaza XV a Oriol Bohigas y de la Avenida Brasil al firmante de este artículo. Esta presencia “catalana” se reforzó cuando en 1996 se encargó a un equipo dirigido por Lluis Millet preparar la candidatura olímpica de la ciudad para el 2004.

No es este el lugar para explicar el “divorcio” Maia-Conde, que dio fin a este fecundo periodo. Como sea, tras los fracasos del 2004 y 2008, Río ha conseguido la nominación como sede olímpica para el 2016.

El “marketing” oficial de la ciudad dice ser heredero de ese “espíritu Barcelona”, incluso hace unos meses el nuevo alcalde de la ciudad organizó un seminario en Río con participación de Pascual Maragall y muchos de los técnicos citados. Sin embargo, es otro el espíritu que se deduce de su proyecto olímpico.

Las instalaciones deportivas del proyecto olímpico actual de Río de Janeiro se sitúan en los cuatro vértices de la ciudad, como en Barcelona con la diferencia de que en este caso distaban 4 kilómetros, a lo sumo, entre ellas y en el caso de Río de Janeiro esa distancia es de alrededor de 15 a 20 km (figura 1). Esta diferencia de distancia es importante, máxime cuando las áreas olímpicas no están interligadas por potentes sistemas de transporte público, salvo quizás los vértices orientales del cuadro hipotético que forman (Copacabana y Maracaná).

 

Map A Concept

Figura 1. Áreas olímpicas de Río de Janeiro.
Fuente: Dossier de la Candidatura. Octubre de 2009.

 

No ocurre así con el vértice noroccidental de ese cuadrado, ubicado en el área de barrios pobres existentes en torno a la estación de tren de Deodoro, solo unida con el resto de la ciudad por una línea férrea antigua, de funcionamiento casi tercermundista, y por una vieja autopista congestionada, la avenida Brasil, en la que pasan desordenadamente casi 10.000 autobuses y 120.000 coches al día.

El último de los vértices del cuadrado olímpico (el que se situa en posición suroccidental) será el más importante en cuanto a instalaciones olímpicas de competición y residencia temporal de participantes (Villas Olímpicas de atletas, árbitros y periodistas) y es sin duda el más alejado de la ciudad y el peor conectado por transporte público. Se sitúa al fondo de los barrios de Barra de Tijuca, sobre los bordes de la laguna de Jacarepaguá, a 29 kilómetros del centro de la ciudad a la que está unida por una congestionada autopista por la costa y por otra de peaje por el interior (figura 2).

 

C:\Documents and Settings\andre\Ambiente de trabalho\porto barra.jpg,Cuadro de texto: 29 Km
Figura 2. Distancia del Área Olímpica de Barra al centro de la ciudad y al Puerto.
Fuente: Elaboración propia.

 

Para el que conoce la historia del desarrollo urbano de Río de Janeiro, Barra de Tijuca simboliza, y concreta, el continuado proceso de abandono de la ciudad construida para ir a especular a barrios cada vez más distantes. Es un área hoy por hoy poco poblada, pero que concentra las rentas más altas de la ciudad: Son barrios organizados con tipos de edificación en bloque aislado, que nunca crean fachada continua de calle, organizados en condominios privados cercados; ciudad privatizada dependiente del automóvil que está bien lejos del modelo de ciudad densa, concentrada y de espacios públicos equitativos que caracteriza a la ciudad europea y también a gran parte de los otros barrios “formales” de la ciudad de Río de Janeiro.

Pues bien, en sobre ese espacio alejado de la ciudad, en el que habitan medio millón de los siete que tiene la ciudad (en realidad 300.000 personas si se descuentan las favelas de Jacarepaguá) sobre el que se pretende el mayor esfuerzo inversor de la ciudad para la Olimpiada. Todo ello según un modelo de espacio segregado como el que se muestra en la imagen, a la usanza de tantos otros acontecimientos olímpicos, no precisamente los que oficialmente se sostiene que se imita.

Si el croquis anterior no resulta suficientemente expresivo al respecto, quizás ayude a entender de qué modelo se está hablando la perspectiva de la Villa olímpica contenida en el dossier que ayudó a ganar la nominación (figuras 3 y 4).

 

Figura 3. Croquis de ordenación del Área Olímpica de Barra.
Fuente: Dossier de la candidatura. 2009

 

 

Figura 4. Croquis de ordenación de la Villa Olímpica.
Fuente: Dossier de la candidatura. 2009

 

¿Olimpiadas para mejorar la ciudad existente o ciudad al servicio de las olimpiadas?; el viejo dilema no expresa bien las consecuencias de lo que parecer pretenderse, y que apunta al reforzamiento de un continuado modelo de expansión de la ciudad hacia el sur, cada vez más lejos del centro, al servicio de la dicotomía ricos al sur-pobres al norte.

Para reforzar el crecimiento inmobiliario de ese territorio todavía no ocupado de Barra de Tijuca, y con la excusa de mejorar la conectividad de las instalaciones olímpicas con la ciudad, se prevé construir tres conexiones de transporte colectivo con el resto de la ciudad. La primera consiste en la prolongación del metro desde Ipanema hasta Barra de Tijuca, en un recorrido de más de 15 km. que, a tenor del ritmo de extensión que el metro ha seguido hasta ahora, no estará terminado para las olimpiadas, pero si en construcción, garantizado la puesta en valor de ese territorio.

Las otras dos consisten en crear sendas líneas de autobús-express en banda reservada (BRT) desde los barrios populares del norte hasta la zona en cuestión. De la poca fiabilidad e interés en su construcción dan fe dos hechos: el primero que para su realización se precise de la expropiación de casi 4.000 viviendas populares; el segundo que la Prefeitura haya recurrido a un concurso manejado por el Instituto de arquitectos, lo que obviamente atrasa la redacción de proyectos ejecutivos.

La verdad es que parece como si la Prefeitura (el Ayuntamiento) haya estado hasta ahora bastante al margen del proyecto olímpico, manejado de hecho por el Comité Olímpico Brasileño (que incluso es la entidad que ha sacado a concurso el diseño de la Villa Olímpica este verano).

El Instituto de Arquitectos de la ciudad está llevando a cabo una ejemplar tarea de denuncia tanto de la aparente “privatización” del proyecto como del dispendio que supone no aprovechar la enorme inversión olímpica para mejorar el abandonado centro de la ciudad.

Como consecuencia, ha logrado negociar con la Prefeitura el desplazamiento de parte de la Villa Olímpica (la que corresponde a las residencias de árbitros y periodistas) al área del puerto de la ciudad, tan central, lo que apoya el proceso de renovación de esa área conocido con el nombre de Porto Maravilha y que es la apuesta urbanística mayor que en la actualidad se plantea el Prefeito Eduardo Paes.

A tal efecto el Instituto de Arquitectos ha lanzado un concurso de diseño de esa Villa Olimpica parcial apoyado por la Prefeitura. Es una gran conquista, pero insuficiente; poca fuerza y agilidad tiene ese Instituto (al que hay que reconocer un enorme mérito) para pilotar un proceso de renovación urbana tan profundo que en Barcelona precisó de la creación de un Órgano Especial de Gestión (luego transformado en Sociedad Publica) en el seno del Ayuntamiento, con sus propios medios financieros y de gestión.

Barcelona mostró como un Ayuntamiento que tiene claro el objetivo toma las riendas de los procesos de transformación, incluso de la gestión de la totalidad de las cuantiosas inversiones públicas realizadas, como lo hizo en menor medida Seúl y lo ha amplificado Londres. Si no es así, mucho es de temer que la combinación de escasez de tiempo, los intereses creados y la falta de referentes urbanísticos del gobierno que dirige el país, jueguen en su contra.

El riesgo, bastante probable, es que se dilapiden al servicio de unos pocos alrededor de 50.000 millones de inversión pública (que solo se da una vez en décadas) y que los 3,5 millones de habitantes de las zonas norte de la ciudad vean pasar el evento como una oportunidad perdida, una tarta de la que no les tocó ni las migajas, y se contenten con verlos desde televisores conectados, muchas veces, de forma clandestina a precarias redes eléctricas. Y al degradado centro de la ciudad, objeto de grandilocuentes planes oficiales de reforma, escasamente le llegue un 1% de la inversión total prevista.

Ni modelo Barcelona, ni tampoco modelo Londres, que aprovecha la Olimpiada para regenerar barrios populares a cinco kilómetros del centro. Hay que seguir de cerca el proceso para evitar que no acabe siendo el de reiteración de un modelo de expolio, de apropiación de lo público y de desprecio por las clases populares, que se creía que ya estaba en declive en la América Latina actual.

 

[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]



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Ficha bibliográfica:

HERCE, Manuel. El “modelo Barcelona” y el “marketing” de las olimpiadas de Río de Janeiro. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XV, nº 895 (11), 5 de noviembre de 2010. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-895/b3w-895-11.htm>. [ISSN 1138-9796].