Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XV, nº 895 (6), 5 de noviembre de 2010

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

SEGURIDAD OLÍMPICA Y SEGURIDAD CIUDADANA EN LOS JUEGOS DE 1992

 

Jesús Requena
Licenciado en Geografía y en Sociología (Universidad de Barcelona)
Inspector de los Mossos d’Esquadra (Policía de la Generalitat)


Recibido: 13 de mayo de 2010. Aceptado: 17 de julio de 2010.


Seguridad olímpica y seguridad ciudadana en los Juegos de 1992 (Resumen)

La experiencia de Barcelona 92 puede ser provechosa para la organización de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. También en materia de seguridad. En Barcelona se demostró que las exigencias de un dispositivo riguroso y eficaz no tienen que suponer un retroceso de la calidad del espacio público y de las condiciones de vida de la población. Las principales claves del éxito fueron el carácter público de la dirección de la seguridad y la tecnología de planificación diseñada y puesta en marcha. Como en otros ámbitos, la organización de los Juegos Olímpicos de 1992 también contribuyó a la mejora de la seguridad en España y Cataluña a partir de entonces.

Palabras clave: Juegos Olímpicos, Barcelona, Río de Janeiro, seguridad pública, planificación


Olympic security and public safety at the Games in 1992 (Abstract)

The experience of Barcelona 92 may be useful for the organization of the Olympic Games in Rio de Janeiro . Also in public safety. In Barcelona it was shown that the demands of a rigorous and effective device need not be a decline in the quality of public space and living conditions of the population. The main keys to success were the public nature of security management and technology planning, design and implementation. As in other areas, the organization of the Olympic Games in 1992 also contributed to the improvement of security in Spain and Catalonia thereafter.

Key words: Olympic Games, Barcelona , Rio de Janeiro , public safety, planning


La organización de los Juegos Olímpicos es uno de los acontecimientos más complejos en los que puede verse envuelta una ciudad y, al mismo tiempo, una grandísima oportunidad para su proyección internacional y para la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Por eso desde que recibió el encargo de hacerlo, Río de Janeiro mira a Barcelona.

Hasta la década de 1980, Barcelona estuvo afectada por una importante crisis económica que se saldó con el deterioro de su centro urbano y el empobrecimiento y la degradación de muchas áreas periféricas. La apuesta olímpica vino a coincidir con el cambio de estrategia económica en la ciudad, que quería dejar atrás su pasado industrial para constituirse en un centro financiero y de servicios a nivel europeo. Los Juegos habían de servir para revitalizar el puerto y conectarlo con el resto de la ciudad, para incrementar el parque de viviendas y mejorar el transporte y los servicios, además de para proyectar su imagen y atraer la inversión extranjera. Y en buena parte así fue, gracias a la orientación de los organizadores que, pensando en la ciudad, localizaron los Juegos en su área central. Se construyeron nuevos espacios residenciales y comerciales, y se adecuaron antiguos vecindarios. Se crearon 12 “áreas de nuevas centralidad”, localizaciones intermedias relativamente alejadas del centro de la ciudad pero situadas dentro de ésta, y cinco de ellas (Montjuic, Diagonal, Vall d’ Hebron, Poble Nou y la Villa Olímpica) acogieron desarrollos olímpicos.

También en materia de seguridad, la experiencia de Barcelona 92 puede ser una referencia para los organizadores de los Juegos de Río y para los habitantes de esa gran ciudad: Barcelona fue igualmente una experiencia exitosa en este ámbito.

En Barcelona 92, el máximo responsable en temas de seguridad fue el Ministerio del Interior. La planificación, la ejecución, la coordinación y la dirección de la seguridad fueron competencia de la Comisión Superior de Seguridad Olímpica, un órgano creado expresamente para tal fin. El dispositivo general de seguridad fue diseñado en torno a tres ejes: seguridad en las sedes y residencias, facilitada por la ya mencionada concentración en la propia ciudad; seguridad en las infraestructuras de transporte; y seguridad tecnológica, centrada en las comunicaciones y en el sistema informático.

Un aspecto crucial fue la incorporación al plan general de seguridad de la cooperación internacional y el hecho de que estuviese dirigida por servicios de inteligencia e información.

El reto que se planteó a los organizadores desde la Ciudad - esto es desde su ayuntamiento - fue diseñar un dispositivo de seguridad eficaz que fuese compatible con la proyección y la imagen exterior de la ciudad. Las exigencias de seguridad no debían imponer que Barcelona dejara de ser una ciudad amable, acogedora y abierta. Todos debían disfrutar de la Barcelona olímpica, y sus habitantes también. Y ello en un momento en el que el recuerdo de lo ocurrido en los Juegos Olímpicos de Munich (1972), y la amenaza de ETA estaban muy presentes, junto a la de otros grupos no nacionales menos conocidos.

La improvisación debía reducirse a la mínima expresión y la reacción ante cualquier contingencia debía formar parte de la misma planificación, hasta el punto que preguntas como “¿Ahora qué hacemos?” solo podían plantearse para decidir sobre la eventual suspensión de un acto o una competición, y ello a los más altos niveles. Lo cierto es que pudo desarrollarse una tecnología de planificación avanzadísima, que preveía un tratamiento homogéneo para todos y cada uno de los ámbitos de riesgo, con un lenguaje común para todos los operadores, con un glosario creado a propósito para asegurar que conceptos como planificación, supervisión y evaluación significaran lo mismo para todos. Se crearon una quincena de programas de seguridad (p. ej.,  de seguridad en las villas olímpicas), que a su vez contenían diversos proyectos de seguridad, la base para planes operativos específicos. Cada operador constituía su propia Oficina Olímpica de Seguridad, responsable de sus planes operativos, y el Comité Olímpico Organizador de Barcelona, como titular del riesgo, se constituía en una especie de operador transversal, con participación en todos los programas.

Sin duda, otra clave del éxito fue el carácter público de la dirección de la seguridad. Si bien el COOB contrató seguridad privada – entre ellos, oficiales del Ejército – y contaba con la inestimable y decisiva participación del voluntariado, la responsabilidad última de la política que debía garantizar el desarrollo de los Juegos era del Estado. No había otra opción si el contexto en el que debía tomar significado el dispositivo de seguridad olímpica debía adecuar sus registros al proyecto de hacer de Barcelona una ciudad en la que los espacios públicos y la vida ciudadana no retrocediesen por las exigencias de seguridad: la seguridad debía garantizar que Barcelona, sus habitantes y sus invitados pudiesen vivir con tranquilidad y en toda su plenitud la fiesta olímpica.

Muchas de las realizaciones de la política pública de seguridad diseñada y puesta en marcha durante los Juegos Olímpicos de Barcelona continúan hoy formando parte del servicio público de seguridad. Los esfuerzos de las personas que trabajaron en ello no fueron en vano, a pesar de que no puedan leerse en la trama urbana y de que haya también claroscuros en el balance. Nos queda la prueba de que la planificación, la cooperación y la coordinación son indispensables para gestionar la complejidad del mundo contemporáneo, y de que la contingencia inherente a las relaciones sociales en la ciudad es una dimensión más de la gestión de la seguridad, no un afuera; el convencimiento de que sólo el Estado puede garantizar que las políticas de seguridad son pensadas, diseñadas y ejecutadas en beneficio de la ciudadanía y de sus intereses; la prueba de que es posible ser eficaces en la organización de dispositivos de seguridad para grandes eventos sin tener que sacrificar las condiciones de vida en la ciudad y de que los logros en seguridad deben ser valorados si, y sólo si, contribuyen a mejorar esas condiciones de vida cuando la llama olímpica deja de arder en el pebetero y la ciudad empieza a pensar en nuevos retos de futuro.

 

[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]



© Copyright Jesús Requena, 2010
© Copyright Biblio3W, 2010


Ficha bibliográfica:

REQUENA, Jesús. Seguridad olímpica y seguridad ciudadana en los Juegos de 1992. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XV, nº 895 (6), 5 de noviembre de 2010. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-895/b3w-895-6.htm>. [ISSN 1138-9796].