Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XVI, nº 946, 25 de octubre de 2011

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

POR LLEVAR LA CONTRARIA. UNA NOTA SOBRE JOSÉ MARÍA LÓPEZ PIÑERO Y EL ARTE DE NAVEGAR
EN LA ESPAÑA DEL RENACIMIENTO (1979)


Manuel Lucena Giraldo
Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC

manuel.lucena.giraldo@cchs.csic.es


Recibido: 20 de enero de 2011. Aceptado: 25 de febrero de 2011.


Por llevar la contraria. Una nota sobre José María López Piñero y El arte de navegar en la España del Renacimiento, 1979 (Resumen)

Se relaciona la publicación por José María López Piñero de “El arte de navegar en la España del renacimiento” en 1979 con una visión renovada de las discontinuidades de la historia de la ciencia española.

Palabras clave: España, ciencia, navegación


The publication of José María López Piñero’s The art of navigation in Renaissance Spain, 1979 (Abstract)

The publication of José María López Piñero’s “The art of navigation in Renaissance Spain” in 1979 is related to a new vision of discontinuities in the Spanish History of Science.

Key words: Spain, science, navigation


Nota del Consejo de Redacción: Este artículo es un complemento al número extraordinario de Scripta Nova publicado en homenaje al profesor José María López Piñeiro.

No resulta precisamente novedoso señalar que la relación entre la historia generalista de España y la historia de la ciencia ha sido conflictiva y discontinua. Si en el siglo XVIII el académico e historiador Juan Bautista Muñoz naufragó en la preparación de una historia del Nuevo Mundo que debía ser heroica por imperial, nacional y española, estar basada en hechos y no en fabulaciones, ser bien narrada y verdadera, fue por la imposibilidad de reconciliar dos contrarios que, según los estereotipos culturales procedentes de la leyenda negra y la Ilustración, eran incompatibles. “Ciencia” y “España” debían oponerse, constituían entidades no asimilables de manera progresiva y razonada.

El siglo XIX, con sus aburridos debates esencialistas, dio luego pábulo a la famosa polémica de la ciencia española, en tantas vertientes tan anómala y romántica como la “España que no pudo ser” de nuestros días. El problema quedó sin resolver buena parte de la siguiente centuria y se agravó tras el colapso de la tradición liberal y la guerra civil de 1936-39. La genealogía de la ciencia española quedó en adelante desprovista de horizontes teóricos, entró en colapso. José María López Piñero lo explicó en 2007 de manera impecable, al considerar como obstáculos a su rearticulación “la ideología nacionalista, el etnocentrismo y el presentismo”[1]. Frente a estos viejos fantasmas, su encomiable y valerosa reacción apuntó no sólo hacia el acertado diagnóstico, sino hacia soluciones imaginativas. Entre ellas, el estudio de avances y retrocesos, la definición de la dinámica de las instituciones y el impulso a la investigación sobre la actividad científica española e hispánica en la Edad moderna. Junto a otras importantes decisiones estratégicas cuyo análisis queda al margen de esta nota, deseamos ponderar hasta qué punto fue importante, en especial para quienes nos formamos en la década de 1980, ese intento de hablar del siglo de los descubrimientos y las exploraciones españolas de otro modo.

Hoy señalar que el imperio de los Felipes fue el primero con entidad global, o que la monarquía católica tuvo un carácter político consensual, es un lugar común salvo para atrasados, sectarios e irreductibles. Pero ciertamente había que tener valor, como lo tuvo López Piñero, para colocar a un lado sin acritud en 1979 a Cortés y Pizarro para proponer otros acercamientos a la tradición española. Aunque autores extranjeros como René Taton, Ursula Lamb, Barbara G. Bedall o Thomas F. Glick y muchos otros nacionales, como Horacio Capel, José Luis Peset o Luis García Ballester, apoyaran esta construcción de un nuevo relato, todavía en pleno posfranquismo. Pues de eso se trataba, de escapar del bucle conformado por lo que denominó “apologistas del delirio de persecución y negativistas del nacionalismo masoquista”, a fin de recomponer el punto de vista, la “posición de mundo”[2]. De enterrar discontinuidades e insularidades y enfatizar, por el contrario, evoluciones y continentalidades.

Nada menos que el director del Depósito hidrográfico de la Real Armada, José Espinosa Tello, había propuesto algo similar en 1809, cuando afirmó en sus impresionantes “Memorias sobre las observaciones astronómicas hechas por los navegantes españoles en distintos lugares del globo” que la ocultación de los viajes ultramarinos había impedido el reconocimiento internacional de la comunidad científica española y perjudicado las posiciones políticas que pretendía defender. Sin publicaciones reconocidas ni crédito para exploradores y marinos, no quedaba honor que rescatar ni memoria que recuperar. En este sentido, resulta tan conmovedor como expresivo que López Piñero dedicara “El arte de navegar en la España del Renacimiento” a “la memoria de Martín Fernández de Navarrete (1765-1844), Cesáreo Fernández Duro (1830-1908), Julio Guillén Tato (1897-1972), grandes investigadores de la historia de la náutica en España”[3]. La unión en aquella dedicatoria de aquellos hombres aislados, de diferentes tendencias políticas, sobrepuso a la anécdota la categoría y subrayó lo que en verdad importa.

Que no es, como muestra el índice de este libro crucial, ni el repertorio de glorias ni la recopilación erudita, sino lo social y cultural, lo colectivo. Los fundamentos científicos, los problemas –brújula, latitud, declinación, el padrón real-, las estructuras grandes y pequeñas –la ingeniería naval, la vida cotidiana en un barco- que apuntan la continuidad. En el capítulo octavo, “El arte de navegar, la idea de progreso y España”, José María López Piñero retrata el debate entre la insólita actitud triunfalista y la amarga denuncia por la decadencia de la que no se hace caso como exponente, en un argumento orteguiano, de la falta “de una conexión viva con la tradición española”[4]. Para finalizar el volumen, recoge unas palabras del jesuita padre Gámiz, en prólogo al tratado de náutica de Antonio de Gaztañeta: “Los españoles, que habían descubierto tantos mundos ignorados, satisfecha con esto su curiosidad, no cuidaron de enseñar a los venideros, con puntuales observaciones y reglas prácticas, el arte de la navegación”. Aquellas artes y ciencias que José María López Piñero nos mostró nos han ayudado a reflexionar sobre lo que somos y lo que fuimos.

Notas

[1] López Piñero 2007, p. 16.

[2] López Piñero 2007, p. 16.

[3] López Piñero 1986, p. 7.

[4] López Piñero 1986, p. 268.

 

Bibliografía

LÓPEZ PIÑERO, J. M. Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII tres décadas después. En NAVARRO BROTÓNS, Víctor y EAMON, William. Más allá de la leyenda negra. España y la revolución científica. Valencia: CSIC, 2007.

LÓPEZ PIÑERO, J. M. El arte de navegar en la España del renacimiento. Barcelona: Labor, 1986, 2º ed.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Nara Santos]

 

Ficha bibliográfica:

GIRALDO, Manuel Lucena. Por llevar la contraria. Una nota sobre José María López Piñero y El arte de navegar en la España del Renacimiento (1979). Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de octubre de 2011, Vol. XVI, nº 946. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-946.htm>. [ISSN 1138-9796].