Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XVII, nº 964, 29 de febrero de
2012
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

Estatuto jurÍdico y urbanismo en la Tingitana (siglos I-VII d.C.). Septem-Septon

 

Lluís Pons Pujol
CEIPAC, Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia, Universitat de Barcelona.- HAR2011-24593.
C/ Montalegre, 6 E-08001 Barcelona
pons@ceipac.ub.edu.

Sanaa Hassab
ANHIMA, UMR 8210, Institut National d’Histoire de l’Art
2, rue Vivienne F-75002 París
sanaa.hassab@gmail.com


Recibido: 30 de noviembre de 2011. Aceptado: 28 de diciembre de 2011. 


Estatuto jurídico y urbanismo en la Tingitana (Siglos I-VII D.C.). Septem-Septon

La ciudad de Ceuta hace su aparición en las fuentes literarias históricas como statio antes de ser citada, en la Antigüedad tardía, como un fuerte vándalo, y después como ciudad bizantina capital de la Mauretania Secunda. Ni las fuentes escritas, ni las fuentes arqueológicas ofrecen datos concluyentes sobre la adopción de un estatuto jurídico romano antes de su etapa bizantina.

Palabras clave: Municipium, colonia, urbanismo romano, Septem Fratres, Septon


Statut juridique et urbanisme en Tingitane (s. I-VIi apr. J.-C.). Septem-Septon

La ville de Ceuta a fait son apparition dans les sources historiques comme station avant d’être citée à l’époque de l’Antiquité tardive comme un fort vandale, puis comme ville byzantine devenue par la suite la capitale de la Mauretania Secunda. Ni les sources écrites ni les données archéologiques n’offrent des données concluantes sur l’adoption d’un statut juridique romain avant de l’époque byzantine.

Mots clés: Municipium, colonia, urbanisme romain, Septem Fratres, Septon


Juridical Status and Urbanism in Tingitana (I-VII c. aC.). Septem-Septon

The city of Ceuta makes its appearance in historical and literary sources as a "statio" before being quoted in late antiquity, as a vandal fort, and then as capital of the Byzantine province Mauretania Secunda. Neither the written sources or archaeological sources provide conclusive data on the adoption of legal status prior to Roman Byzantine period.

Keys Words: Municipium, colonia, roman urbanism, Septem Fratres, Septon


Este artículo es el primero de una serie (Hassab, Pons, 2010, en prensa) que pretende estudiar las ciudades romanas situadas al Norte del río Lucus, en la Mauretania Tingitana, con el objetivo de determinar si puede ser establecida una relación entre la adopción de un estatuto jurídico romano y el momento en que se construyen en esas ciudades edificios propios de la tradición edilicia romana en el periodo s. I-VII d.C. La primera fecha se consigue a través de las fuentes literarias o epigráficas; la segunda depende enteramente de la política de excavaciones llevada a cabo en el área estudiada.

Queremos hacer varias consideraciones preliminares. En primer lugar, entendemos como política municipalizadora la que comporta la adscripción de las entidades locales indígenas dentro de los parámetros legales romanos. Éstos definen el estatuto de una comunidad según su grado jurídico: de ciudad peregrina a municipium y, finalmente, colonia. La progresión de una ciudad dentro de este esquema evolutivo general no se debe necesariamente a su grado de romanización, aunque indudablemente, éste es un factor importante. Hay que considerar la posibilidad de que una ciudad peregrina se convierta en municipium no por su grado de asimilación cultural sino por el interés de la administración romana en potenciar, en aquel área concreta, la romanización de sus habitantes. Este fenómeno se produce, sobre todo, con Augusto y Claudio, cuando el Reino de Mauritania y la posterior provincia Tingitana está libre de municipios romanos.

En segundo lugar, debido al hecho de la expansión colonial de las potencias europeas en el continente africano durante el s. XIX y XX, el tema de la romanización del Norte de África, así como la utilización de la arqueología por parte del Imperio Francés, se ha convertido en una problemática histórica e historiográfica de primer orden[1].

Por último, no entraremos a considerar y valorar en este artículo el proceso general de municipalización y colonización del Norte de África y de la Tingitana durante el Alto Imperio y la Antigüedad Tardía[2]; así como tampoco los elementos fundamentales de lo que se considera la evolución urbanística propia de los parámetros “romanos” (foro, capitolio, murallas, teatro, anfiteatro, circo, mercados, acueductos, baños, etc.).

Hemos escogido iniciar estos artículos siguiendo un eje litoral Este-Oeste, antes de tratar las ciudades del interior de Tingitana al Norte del río Lucus.

 

El estatuto jurídico y la evolución urbana de Septem en el Alto Imperio/Primera era provincial (40-285 d.C.)

El estatuto jurídico

Ni las fuentes clásicas, ni la epigrafía han proporcionado ninguna información determinante sobre el estatuto jurídico de Septem[3] en época altoimperial. Solamente el Itinerario Antonino alude a la statio Ad Septem Fratres y a la Ad Abilem en la región ceutí (I, 2, 2). Se ha planteado, a nuestro parecer sin fundamento, que Augusto le hubiera otorgado el rango de colonia[4] y que hubiera recibido en época trajanea o adrianea el estatuto municipal[5]. Recientemente, Bernal se reafirma en su postura sobre este tema[6].

La investigación[7] se ha manifestado en contra de esta hipótesis. Gozalbes (1990, p. 138-140) opina que Septem no fue integrada en una categoría administrativa cívica romana debido al hecho de haber tomado partido por Aedemón en la guerra de conquista. Villada e Hita (1994, p. 1218, 1223-1224) también se manifiestan en contra: según ellos, con los datos de que se disponen, ni tan siquiera pudiera afirmarse que se tratara de un núcleo urbano. Villaverde (2001, p. 206) considera improbable el otorgamiento a Ceuta de un estatuto jurídico romano porque, en primer lugar, se basa en una inscripción con una datación paleográfica imprecisa y que podría tratarse de un epitafio; en segundo lugar, se trataría de la única promoción imperial conocida durante los antoninos; en tercer lugar, los restos arqueológicos no permiten suponer que allí hubiera una ciudad altoimperial; y en cuarto lugar, el Itinerario Antonino (9. 3) solamente cita a Septem Fratres como estación costera[8].

En nuestra opinión, el fragmento lapídeo hallado[9], en efecto, contiene una cadena de letras que podría formar el texto ordo, pero solamente con esta palabra no puede afirmarse la existencia del ordo [decurionum] de Septem y, por tanto de un municipium. Además, creemos que la datación paleográfica de ese texto de solamente cuatro letras debe ser valorada con extrema prudencia. Por tanto, la existencia de un municipium en Septem debe permanecer, por el momento, en el terreno de las hipótesis. Además, nada permite afirmar que la statio citada por el Itinerario Antonio pertenezca a una aglomeración de tipo urbano o rural, ni estaba dotada de alguno de los monumentos representativos de una ciudad romana.

La evolución urbana

Durante el siglo II y I a.C., Septem Frates y el Reino de Mauritana, como el resto del Norte de África, se integró progresivamente en las estructuras económicas y políticas de la República Romana, proceso que culminó con el advenimiento al trono de Juba II (25 a.C.). Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz varias industrias de salazones cuyo inicio se data a finales del s. I a.C., siendo uno de los principales recursos de la ciudad en la antigüedad, junto con la pesca. La expansión en Septem de las actividades salazoneras en este momento coincidió también con el mismo fenómeno en la orilla hispana del Estrecho.

Se conocen varios conjuntos de piletas de salazones (cetariae), que conformarían seguramente cinco factorías de salazones[10]. El denominado “conjunto 1” se encuentran en la actual plaza de África y bajo el Hotel La Muralla, siendo el que ha proporcionado la documentación más antigua, de finales del s. I a.C. Se hallaron además otras piletas en la Gran Vía, en la C/Gómez Marcelo, bajo el Hotel Meliá, en la C/ Queipo de Llano y en el Paseo de las Palmeras.

Durante los siglos I y II d.C. aumentó el número de factorías de salazones, pero este es el período menos conocido de su funcionamiento ya que se tienen muchos datos de tipo anfórico pero disponemos de pocos datos relativos a las factorías propiamente dichas. Otras factorías de salazones pudieran haber sido instaladas fuera del núcleo de población, situado probablemente en el istmo, quizás en la desaparecida Playa de la Sangre (o de la Estación) o en la Ensenada de San Amaro, de las que no tenemos más indicios que los pecios hallados en la bahía Norte.

Parece ser que desde finales del s. II d.C., se produce un aumento constante y regular de factorías en la zona comprendida entre la Plaza de África y la Almina, pudiendo haber ocupado esta actividad una superficie de entre 1,5 y 2 Ha. De éstas, la mejor conocida es la que se hallaba bajo el actual Paseo de las Palmeras, construida a mediados del s. II d.C. y que pervivió hasta el s. V d.C., ocupando una superficie de aproximadamente 80 x 70 m.[11]. Queremos destacar que durante el s. III d.C., cuando las instalaciones salazoneras tingitanas sufren una importante crisis, las factorías septenses no decaen[12]. Ha llegado incluso a relacionarse el hallazgo de un grupo homogéneo de unos veinte ejemplares de ánforas Almagro 51 (Keay XIXb)[13] con este momento de auge, proponiendo que se trataba del contenedor con que se exportaban las salazones ceutíes[14].

En el cambio de Era, los restos arqueológicos de los que se tienen evidencia se extienden desde la Plaza de África hasta un punto cercano a las calles Teniente Pacheco y Teniente Arrabal. Lo que desconocemos es si se trataba de un todo unitario, con lo que nos encontraríamos ya ante una verdadera ciudad, o bien, se trataría de dos conjuntos aislados: por un lado, el de la Plaza de África y alrededores, donde se concentrarían las industrias de salazones y por otro, un poblado de reducidas dimensiones. Según Gozalbes ésta segunda opción, la de que Ceuta fuera un poblado portuario, resulta más prudente, avalando esta hipótesis la inexistencia de documentación arqueológica en los puntos intermedios[15].

En este poblado mauritano se detectaron diversos estratos de destrucción que Posac[16] relacionó con la conquista romana. Posteriormente se ha demostrado que estos niveles estaban vinculados con las actividades de las factorías de salazones[17].

Durante el s. I d.C. el lugar se desarrolló considerablemente, hipótesis que se justifica por la aparición en número creciente de sigillatas sudgálicas, monedas, etc., en cronologías posteriores a la conquista romana. Grosso modo la aglomeración se extendería unitariamente por la zona del Istmo y la Almina, es decir, desde la Plaza de África hasta las calles Teniente Pacheco y Teniente Arrabal.

Quizás fue ahora cuando la ciudad se podría haber dotado de dos elementos propios de una ciudad romana. Por un lado, se podría haber dotado de un acueducto[18], del que en la actualidad tan solo resta un pilar del tramo de arcuationes que describieron y fotografiaron Posac[19], Villaverde[20] y Bernal[21], habiendo sido destruido recientemente por la presión urbanística. Su cronología es indeterminada, pero en opinión de Pons y Lagóstena[22] y basándose solamente en las fotografías publicadas, es romano altoimperial. Otra cuestión a dirimir es la de si el acueducto abastecía a la población de Septem[23], opinión que compartimos en la actualidad[24]; o si, por el contrario, abastecía a una factoría de salazones[25]. Por otro lado, se ha propuesto que sería ahora cuando la ciudad se podría haber dotado de una muralla “romana”[26]; aunque otros consideran que los restos hallados en la C/Queipo de Llano se datarían de manera imprecisa desde mediados del s. I d.C. hasta inicios del s. IV d.C.[27].

En contra de la ocupación de la zona del Istmo para viviendas en el siglo I d.C. están Villada e Hita[28], para los que no se ocupó realmente hasta la segunda mitad del siglo II d.C. Sí aceptan, parcialmente, la hipótesis de Posac[29], del progresivo desplazamiento desde la Plaza de África hacia el Este de los conjuntos de salazones.

Bien pudiéramos considerar a la zona ístmica una verdadera ciudad, bien la consideráramos solamente un conjunto de factorías de salazones, el hecho es que solamente se conocen en Ceuta restos de época romana en esa zona (fig. 1). La carta arqueológica terrestre de la Ciudad Autónoma de Ceuta, realizada en 2001 halló un centenar de nuevos yacimientos en el Monte Hacho y el Campo Exterior, aunque ninguno de ellos fechado en época romana[30].

De manera que nos hallamos ante dos visiones de la Ceuta altoimperial: Gozalbes supone la existencia de viviendas al lado de las instalaciones de salazones; y Villada e Hita[31], junto con otros, como Villaverde[32], consideran que no hay datos suficientes para afirmar esto. Villada e Hita no dudan de la importancia de la Ceuta altoimperial y proponen otras ubicaciones para su población (en el continente o en la zona Almina-Hacho).

Villaverde[33] no cree que fuese una ciudad de importancia hasta el siglo III d.C.: se trataba de un conjunto de instalaciones salazoneras con una población flotante, esencialmente estival. Solamente hacia el siglo III d.C. podría considerarse la consolidación de esta localidad industrial como pequeña ciuitas, dado que fue entonces cuando la ciudad progresó económicamente mientras el resto de la provincia inició una grave crisis. Lo justifica con estos datos: entre 230 - 250 d.C., la población septense consumía productos que no se hallaban en el resto de la provincia; por otro lado, entre 260 - 275 d.C. se importó de Roma un sarcófago esculturado con el único tema pagano localizado hasta hoy en toda Tingitana.

Para Bernal[34] se trataría de una ciudad de dimensiones medianas: de unas aproximadamente 12 ha, que deberían ser ampliadas a unas 20 ha. si se incluyeran en esta propuesta las áreas cementeriales[35].

Quisiéramos añadir solamente a esta reflexión el dato siguiente. Todos los edificios de época antigua y medieval fueron, según Al-Ansâri (1983) destruidos por los portugueses. Por lo que resulta comprensible que las estructuras antiguas hayan sido prácticamente arrasadas, pudiendo detectarse solamente en la actualidad los restos de las piletas de salazones que se encontraban a nivel del suelo.

 

Figura 1.- Hallazgos romanos en el istmo de Ceuta.
Fuente: Bernal, 2009, p. 159.

 

El estatuto jurídico y la evolución urbana de Septem en el Bajo Imperio/Segunda era provincial (285-429 d.C.)

El estatuto jurídico

Ninguna fuente literaria o epigráfica de la Segunda era provincial alude a Septem/Septon como civitas[36]. Con todo, diversos datos deben ser considerados: en primer lugar, en el s. IV d.C. el geógrafo de Ravena sí deja entrever la existencia de una ciudad en el lugar llamado Septem Fratres (III, 9). La sitúa entre las ciudades de la Mauritania Gaditana que no son otras que las del Norte de Tingitana: “Tingi colonia, Zilil (…) Septem Fratres” (III, 11), tratándose de la primera vez en que se cita a Septem como ciudad, aunque no precisara su estatuto urbano. En segundo lugar, la apelación Septon apareció por primera vez en el siglo VI d.C., en el código de Justiniano (I, xxvii, 2, 2), indicando que la ciudad disponía de una guarnición militar bizantina al mando de un tribuno. Y finalmente, indicar que Procopio aludió a esta ciudad como plaza fuerte de los vándalos (II, V, 6). En concreto, Procopio expone que Belisario envió a un soldado de su guardia personal, es decir a uno de sus lugartenientes, hasta el Estrecho de Gibraltar para tomar posesión de la plaza fuerte llamada Septon (Polemon V, 6).

Solamente León el Africano (siglo XV) indicó que Sabta fue una ciudad de gran importancia, precisando -sin revelar sus fuentes- que se trataba de la capital de toda Mauritania. Esta información errónea, pues la capital de la Tingitana romana fue Tingi, tiene su explicación en el hecho que este autor confundía sistemáticamente las secuencias romanas y bizantinas de la historia del Marruecos antiguo. En este sentido, sí pudiera afirmarse que Sabta fue la capital de la provincia bizantina que agrupaba territorios del Sur de Hispania y de la antigua Tingitana, la Mauritania Secunda.

Por tanto, es indudable que Septon adquirió durante la Antigüedad tardía gran importancia geoestratégica tanto para vándalos como para bizantinos, pero ninguna fuente textual ni arqueológica permite determinar su estatuto jurídico.

El fragmento de inscripción conteniendo la palabra ordo, del que ya hemos hablado supra, y que fue hallado estratigráficamente descontextualizado, no permite afirmar que la ciudad dispusiera en época bizantina de una estructura jurídica municipal. Con todo, el hecho que Septon fuera la capital de la Mauritana Secunda, induce a pensar que así fuera, pudiendo disponer además de las estructuras necesarias para la gestión administrativa, política, económica y religiosa de la ciudad bizantina.

La evolución urbana

Aunque la arqueología ha demostrado que las cetariae septenses funcionaron durante los siglos IV y V d.C.[37], su estudio estratigráfico ha evidenciado una clara ruptura entre las estructuras del Alto Imperio y las de la Antigüedad Tardía. Los niveles arqueológicos altoimperiales de El Paseo de las Palmeras han ofrecido cerámica TSH y TSA A, datada, por lo menos a finales del siglo I d.C. A partir del siglo III d.C: la sigillata clara A fue sustituida por la clara C, sobre todo con la forma Lamboglia 40 bis. Las sigillatas A y C fueron halladas en niveles de abandono de época altoimperial. Por otro lado, los niveles tardoantiguos ofrecieron en abundancia la sigilada clara D, especialmente a partir del siglo IV d.C.[38].

Como hemos dicho antes, las actividades de las cetariae parecen detenerse en un momento indeterminado de la segunda mitad del siglo III d.C.[39]. Este nivel de abandono se detecta a través de las sedimentaciones arenosas que cubren las estructuras de la primera mitad del siglo III d.C.[40].

Asimismo, la aparición en este momento de dos nuevas necrópolis y unas supuestas termas[41] ha sido interpretada como un indicio del aumento demográfico de la ciudad[42]. Se trata de la llamada necrópolis de las Puertas del Campo-Llano de las Damas[43] y de la necrópolis de la basílica paleocristiana, en la zona ístmica[44].

 

El estatuto jurídico y la evolución urbana de Septem en la Antigüedad Tardía (429- 681 d.C.)

El estatuto jurídico

Las fuentes literarias relativas a la Antigüedad tardía aluden a las transformaciones urbanísticas propiciadas por la presencia bizantina.

Procopio, en el Peri Ktismaton VI, 7, 14 (= De Aedificis), expone que la fortaleza de Septon, construida por los romanos, se encontraba ya en ruinas a la llegada de los bizantinos a causa de la negligencia vándala, ordenando Justiniano la restauración de la fortaleza antigua y la construcción de otras nuevas, además de la edificación de una iglesia dedicada a la Virgen María (Theotokos). Gracias a las actividades edilicias de Justiniano, Septon se convirtió en una plaza fuerte totalmente impenetrable.

Isidoro de Sevilla cita a Ceuta bajo la forma de Septe Oppidum (Etym., XV, 1, 73). También alude a ella cuando relata la expedición del rey visigodo Teudis en 548 d.C. Afirma que los soldados bizantinos se habían adueñado de la ciudad después de haber expulsado a los visigodos, los cuales habían ocupado Ceuta después de su victoria sobre los francos. Un domingo, el ejército visigodo, depuso las armas para no profanar el Día del Señor. Aprovechando esta tregua, los bizantinos tomaron la ciudad[45] y destruyeron el ejército visigodo.

León el Africano[46] indica sobre Sabta que “fut prise par la suite par les Goths[47] qui y installèrent un seigneur. Le pouvoir y resta entre leurs mains jusqu’à l’arrivée des Mahométans en Maurétanie qui s’en emparèrent alors”. Después de tratar la historia de la ciudad bajo la dominación romana, este autor inicia su disertación sobre la historia de la Ceuta visigótica sin hacer ninguna alusión a su ocupación bizantina. Podemos deducir de ello que no diferencia entre la civilización romana y la bizantina. El autor utiliza el adjetivo “romano” para describir unos hechos que constituyen en realidad la historia de la presencia bizantina, bien atestiguada por los hallazgos arqueológicos. Según León el Africano, Ceuta formaba parte de los territorios controlados por los visigodos en el Norte de África, siendo administrada por un gobernador.

A la llegada de los árabes, Juliano (comes Iulianus), uno de éstos gobernadores, fue obligado a cederles todos sus territorios, a excepción de la ciudad de Sabta. Las fuentes árabes afirman que los musulmanes no pudieron tomar la ciudad hasta la muerte de Juliano, afirmación que se contradice con la cita de León el Africano según la cual “les Mahométans s’emparèrent donc de Sebta et la gardèrent au nom de leur pontife El-Gualid, fils d’Habdulmalik, qui avait alors son siège à Damas”[48].

La evolución urbana

A nivel arqueológico, los datos ofrecidos por la Ceuta tardoantigua son escasos, pero de gran interés.

Las excavaciones del Paseo de las Palmeras han revelado también vestigios de época tardía[49]. Se trata de tres piletas, una canalización y una fosa[50] que corresponden a la última fase de ocupación de esta factoría. Este conjunto representa, junto con los demás hallados en el Sur de la ciudad, lo esencial de las estructuras salazoneras septenses[51]. Las piletas sacadas a la luz en esta excavación se encontraban parcialmente atravesadas por un muro de época califal. La canalización, de la que se conservan 5 m., estaba construida en ladrillo, pudiéndose datar por el material recogido (fragmentos de TSA D y restos de ánforas africanas) en el siglo IV d.C. Finalmente, una pequeña fosa circular de aproximadamente 1,5 m. de diámetro por 1 m. de profundidad servía para almacenar productos alimentarios, datándose en el siglo V d.C.[52]. Esta factoría de salazones retomó su actividad en el siglo IV d.C., habiendo revelado la estratigrafía una ocupación continuada durante los siglos IV y V d.C. Su abandono definitivo se data a fines del siglo V d.C. o inicios del VI d.C. gracias a la abundante presencia de cerámica fina del África Proconsular (TSA D)[53].

Los testimonios arqueológicos de este periodo son tan escasos que, en nuestra opinión, dejan entrever un paso muy breve de los vándalos por Septon. De hecho, hasta una época muy reciente, los indicadores de su presencia se reducían a los niveles de incendio y de destrucción que las diferentes excavaciones llevadas a cabo en la ciudad habían sacado a la luz. Posac fue el primero en atribuir estos niveles de destrucción, hallados en distintos puntos de la zona del istmo, al paso del ejército de Genserico[54].

Los trabajos arqueológicos realizados en la Gran Vía ceutí durante los años ochenta han permitido evidenciar otros niveles de incendio. Estos niveles ofrecieron material del siglo V d.C. y fueron asociados, una vez más, al paso de los vándalos por el Estrecho de Gibraltar[55]. No obstante, las excavaciones del Paseo de las Palmeras no han ofrecido niveles de destrucción o de incendio que pudieran ser atribuidos a este pueblo[56]. De este modo, Bernal y Pérez proponen una nueva lectura arqueológica de los niveles de incendio en la zona del istmo: en ausencia de estratos de destrucción en el Paseo de las Palmeras, concluyen que los niveles de incendio estarían más relacionados con las actividades industriales de la ciudad que con el paso de los vándalos[57].

Éstos, por tanto, no destruyeron la ciudad, siendo por el contrario escogida para convertirse en una de sus plazas fuertes en la costa. Las excavaciones realizadas en el Paseo de las Palmeras han puesto en evidencia las transformaciones de la factoría de salazones en el siglo IV d.C., dónde se construyeron nuevas canalizaciones y piletas que funcionaron hasta fines del siglo V-inicios del VI d.C.[58].

Basándose en el estudio estratigráfico de la necrópolis de la basílica paleocristiana[59], que fue utilizada sin interrupción hasta el siglo VI d.C.[60] afirman que en la parte más oriental del istmo no existía indicio alguno de devastación o incendio durante el siglo V d.C.

La zona del Paseo de las Palmeras es la que ha ofrecido por primera vez niveles de época bizantina en Ceuta[61] que permiten confirmar arqueológicamente los datos de las fuentes textuales según los que en Ceuta se encontraba estacionada una importante guarnición militar de época justinianea. Estos niveles han sido datados de la segunda mitad del s. VI gracias a la aparición de cerámica TS africana y oriental, de cerámica moldeada a mano y de ánforas de la Proconsular y de la Bizacena. Estas excavaciones han sacado a la luz también una estructura doméstica de la primera mitad del s. VI d.C.[62].

Posac[63] pudo recuperar cerámicas sigiladas paleocristianas y diversos objetos entre los que destacaba un exagium bizantino, hallado en la calle Edrissis. Otros vestigios de esta época han sido descubiertos bajo el antiguo bazar Ballesteros, tratándose de un muro y de diversas piezas de un hipocausto doméstico[64].

Un edificio de plan basilical, reutilizado como necrópolis, se halló en la Gran Vía. Bernal y Pérez afirman que esta basílica paleocristiana es en realidad el edificio señalado por Procopio, basándose en que la fecha de construcción de la misma no ha podido ser precisada[65]. Este monumento fue utilizado ininterrumpidamente durante los siglos VI y VII d.C., según los niveles arqueológicos de sus inmediatos alrededores[66].

Hasta hoy, nuestro conocimiento de la Septon visigoda es muy limitado[67]. Solamente se ha ocupado de ella Ripoll publicando una hebilla de cinturón datada entre finales del siglo VI d.C. e inicios del siglo VIII d.C.[68] y relacionando otros hallazgos de la zona con la importancia comercial de Ceuta en esta época[69].

 

Conclusiones

Ningún dato aportado por las fuentes clásicas grecolatinas afirma que la Septem altoimperial haya dispuesto de un estatuto jurídico romano como el de municipium o colonia. De igual modo, los restos arqueológicos de esta época, absolutamente dominados por la presencia de diversas cetariae, se muestran parcos en ofrecer en Ceuta evidencias de edificios vinculados tradicionalmente a una ciudad de estatuto jurídico romano y ni tan siquiera -por el momento- de evidencias de barrios habitacionales. La aparición de un pequeño fragmento de inscripción con las letras ordo, en niveles descontextualizados, no parece, en nuestra opinión, base suficiente para considerar la existencia de un municipium. La breve presencia vándala y visigoda no pudo alterar el urbanismo de Septem. Fue durante la presencia bizantina, cuando Septon devino capital de la provincia Mauritania Secunda, y cuando sin duda adoptó un estatuto jurídico apropiado a su rango. A nivel urbanístico se restauraron las fortalezas existentes, construyéndose de nuevas, así como una basílica. La superposición de la ciudad de época moderna y contemporánea a la ciudad antigua hace muy complejos, a la par que interesantes, los estudios futuros sobre el terreno.

 

Texte Abrégé

Statut juridique et urbanisme en Tingitane (I-VII s. apr. J.-C.). Septem - Septon.

Cet article est le premier d’une série de communications dont l’objet sera d’établir le rapport entre le statut juridique de la ville et son niveau d’urbanisation suivant le modèle romain. L’étude traite des villes de la Maurétanie Tingitane au nord de l’oued Loukkos. Le premier exemple étudié est celui de Ceuta. Cette ville dont l’existence en tant qu’agglomération destinée aux activités de salaisons, est attestée depuis le Ier s. av.-J.-C.

Les sources historiques gréco-romaines et tardives ne permettent pas de savoir quel était le statut juridique de la ville. En décrivant la région de Ceuta, les auteurs gréco-latins citent souvent deux toponymes situés dans la presqu’île. Il s’agit d’Abilem et de Septem Fratres. Le premier à avoir fait allusion aux deux toponymes en même temps est Strabon.

A la lecture de Pline l’Ancien (Nat., 5.18), il apparaît que vers la deuxième moitié du Ier siècle, la ville de Ceuta n’avait pas encore vu le jour. De fait, Pline ne semble connaître de cette région que ses montagnes, Abila et Septem Fratres, réputées par l’abondance des éléphants. Gozalbes Cravioto pense que le passage de Pline sur Septem Fratres ne prouve pas l’absence d’agglomération à cet emplacement et qu’à cette époque la ville de Ceuta était une cité pérégrine (1990: 170-171). Toutefois, en formulant cette hypothèse, l’auteur semble oublier que Pline a également mentionné les villes qui n’existaient plus à son époque telle que la ville maurétanienne de Tamuda. Ce constat rend cette hypothèse très hasardeuse. Certes, l’archéologie subaquatique a recueilli dans la région de Ceuta un mobilier daté du Ier siècle mais le sol même de la ville n’a jamais livré à ce jour de vestiges qui puissent étayer cette hypothèse.

Au IIe siècle, Ptolémée (IV.1.3) ne fait allusion à aucune ville à proximité ni des montagnes de Ceuta ni de la colonne d’Abila. Cependant, Schmitt (1973: 342), en se basant sur les données de Ptolémée, identifie Ceuta avec Abila. En fait, cet argument topographique ne permet pas d’affirmer l’existence d’une ville à Abila. Il nous semble cependant que si Ceuta -quelle qu’ait été son appellation à l’époque- avait existé au IIe siècle en tant que ville, Ptolémée l’aurait sûrement mentionnée.

C’est avec l’Itinéraire Antonin au IIIe siècle qu’apparaît la première et unique mention des deux stations de Ad Septem Fratres et de Ad Abilem dans la région de Ceuta. Toutefois, il est difficile d’affirmer, en se basant sur les seules données de l’Itinéraire, que cette station se soit développée pour devenir une ville. Solin ne mentionne aucune ville, ou, du moins, aucune station dans la région de Ceuta. Le géographe de Ravenne cite Septem Fratres parmi les villes de la Maurétanie Gaditane. Il fut le premier à parler explicitement d’une ville portant le nom de Septem Fratres sans donner toutefois d’informations sur son statut juridique ni son urbanisme. A l’exception de l’Itinéraire Antonin et du géographe de Ravenne, aucune autre source n’a mentionné de ville dans l’actuelle région de Ceuta. Il semble que Ceuta ait acquis le statut de ville à une époque postérieure au IIIe siècle, ce qui correspond parfaitement aux données des vestiges archéologiques mis au jour dans la péninsule de l’Almina.

En effet, bien que nous admettions que l’appellation de la ville de Septon dans le code Justinien est d’origine romaine, il ne semble pas pour autant dater du Haut-Empire. Il est fort probable que le premier noyau de la ville s’est constitué durant l’Antiquité Tardive. Ce noyau n’a acquis le statut de ville qu’à une époque postérieure, probablement entre la fin du IVe siècle et le début du VI e siècle. Il semble que la ville de Ceuta fut d’abord une forteresse vandale conquise, par la suite, par les Byzantins qui, après l’avoir momentanément perdu après l’attaque wisigothe la reprirent peu de temps après.

L’étude de l’urbanisme surtout à l’époque tardive laisse entendre que l’agglomération a connu un développement urbain, et par conséquent un changement de statut juridique. De fait, à l’époque vandale, Septon est la place forte de la région avant de devenir la capitale de la Maurétanie Seconde à l’époque byzantine. Les sources épigraphiques prêtent à confusion, notamment le fragment avec le mot ordo, découvert hors stratigraphie. Certains chercheurs se sont basés sur cette découverte pour affirmer que Ceuta jouissait déjà, à l’époque romaine, du statut de municipe. Ni les sources historiques ni les recherches archéologiques ne plaident en faveur de cette hypothèse. Ainsi, rien ne permet d’affirmer que Septem, à l’époque romaine, ait été dotée d’un statut juridique de municipe ou de colonie. La ville n’a d’ailleurs pas livré de monuments typiques de l’architecture romaine tels capitole, forum, etc. La ville semble acquérir un statut juridique à l’époque où elle a été désignée capitale de la Maurétanie Seconde; la basilique paléochrétienne témoigne en effet de l’importance de la ville. Toutefois, la superposition de la ville moderne et contemporaine aux vestiges anciens ne facilite guère la tâche des chercheurs qui étudient l’impact du statut juridique sur le paysage urbain de la ville.

 

Notas

[1] Février, 1982, p. 331; Pons, 2012.

[2] Augusto: Mahjoubi, 1985; Vismara, 1990; Fantar, 1990; dinastía julio-claudia: Gascou, 1982a, p. 158-159; Remesal, 1986, p. 83-89; Flavia: Gascou, 1982a, p 159-161; antonina: idem, p. 178-179, 192; severos: idem, p. 219; Gascou, 1982b, p. 235-236. Cf. también Desanges, 1972.

[3] Sobre la evolución del topónimo Septem a Ceuta, cf. Gozalbes, 1978 y 1990, p. 45-103; Siraj, 1995, p. 478-480. Sobre la ciudad en época altoimperial, cf. Villada, 1988; Marín y Villada, 1988; Gozalbes, 1990, p. 11-42; Hita y Villada, 1991; Bravo et alii, 1995, p. 441-442, Bernal y Pérez, 1999, p. 19-46; Bernal, 2009, p. 149-150, 152-153 y Enc. Ber. sv. “Ceuta”. Sobre la Ceuta tardorromana y bizantina, cf. Villada e Hita, 1994, p. 1226-1235; Bernal y Pérez, 1999, p. 46-100; Villaverde, 2001, p. 204-220; Hita y Villada, 2007, p. 37-39; Bernal, 2009, p. 186-194. Sobre la Sabta medieval, cf. Siraj, 1995, p. 101-108, 475-480; Picard, 1997, p. 124-125; Hita y Villada, 2007, p. 39-44 y 2009.

[4] Gordillo, 1972, p. 159; Fernández García, 1983, p. 15

[5] Pérez y Bernal, 1995, p. 191; Pérez et alii, 1999; Hita y Villada, 2007, p. 38-39

[6] “En el estado actual de la investigación ratificamos la propuesta esgrimida en su momento de que Septem Fratres constituyó un municipium civium Romanorum desde al menos mediados del siglo II d.C. (época de Trajano o Adriano). Nos basamos para ello en la citada inscripción honorífica con la referencia al órgano que tutelaba la vida municipal romana (ordo decurionum),del cual dependían los duoviros y los ediles, así como en la existencia de un urbanismo estable en la localidad desde al menos momentos avanzados del siglo II d.C.: además de la gran factoría de salazones, contamos con dos necrópolis, unas posibles termas, un posible sacellum dedicado a Isis, por tanto, algunos de los aditamentos básicos de toda ciudad romana. Nuestro conocimiento actual de al menos cinco epígrafes marmóreos fragmentarios de época medio imperial (honorífica de ORDO, exvoto a Isis, dos lápidas en la basílica y un fragmento de la factoría de la calle Queipo de Llano) constituye un buen ejemplo, si atendemos a su dispersión espacial, de cómo no se debe valorar con argumentos ex silentio - ausencia de evidencias- este tipo de cuestiones, debiendo atribuir mas bien al elevado deterioro de los restos romanos la complejidad de adentrarnos en estos temas de investigación”, Bernal, 2009, p. 158-159.

[7] Cf. al apunte metodológico realizado por Bernal, 2009, p. 150.

[8] Contra Bernal, 2009, p. 159: “Asimismo, otros elementos a favor de esta propuesta son el considerar que la mención a los Ad Septem fratres en el Itinerario Antonino como hito geográfico no excluye que, además, en el lugar existiese una ciudad. Contamos además con las citadas inscripciones latinas que nos hablan de ciudadanos romanos, con sus tria nomina, que fueron enterrados en la localidad en los siglos II y III d.C. (…) Por último, apelando a otros argumentos de corte tradicional, contamos tanto con el carácter urbano de las evidencias arqueológicas recuperadas en Septem Fratres, como con un nutrido panorama de importaciones, una fluida circulación monetal y un intenso comercio de todo tipo de bienes de consumo”.

[9] Una fotografía en Hita y Villada, 2007, p. 89, nº 10.933.

[10] Una síntesis en Pons, 2009, p. 107, con bibliografía.

[11] Bernal, 2009, p. 163-164.

[12] Villaverde, 2001, p. 206-214, 543

[13] Vázquez, 1995, p. 536-537; Villaverde, 2001, p. 210

[14] Uno de los problemas recurrentes de la historia económica de la provincia Mauretania Tingitana era discernir con qué contenedores se exportaba su enorme producción de salazones. Por un lado disponíamos en época Republicana de abundantes datos sobre los hornos (Kouass) que fabricaron los contenedores de salazones de origen púnico, pero desconocíamos dónde se hallaban las factorías de esta época. Por otro lado, en época imperial, el problema era inverso: se conocían abundantemente las factorías tingitanas pero no los hornos con que se fabricaron las ánforas para la exportación de su producción salazonera. Esto permitió a algunos investigadores, mayoritariamente españoles, proponer el transporte de ánforas vacías desde la orilla europea del Estrecho para suministrar contenedores a la Tingitana. Pons ha criticado reiteradamente esta hipótesis, que considera del todo irracional, indicando que se trataba de una cuestión de falta de datos. La aparición reciente en Thamusida (entre otros) de hornos que fabricaron tipologías anfóricas altoimperiales de salazones permite ya resolver el problema. Cf. Pons, 2007 y 2006 [2008], p. 71-77; Teichner y Pons, 2008; Akerraz y Papi, 2008; Pons: 2009, p. 120-124; Gliozzo et alii, 2009; Bernal, 2009, p. 167-168.

[15] Gozalbes, 1990, p. 133-134.

[16] Hotel La Muralla: Posac, 1971 y 1998.

[17] Bernal y Pérez, 1999.

[18] Pons y Lagóstena, 2010, p. 535.

[19] Posac, 1977, p. 326.

[20] Villaverde, 2001, p. 226, nota 959.

[21] Bernal, 2009, p. 149, 168-169.

[22] Pons, Lagóstena, 2010, p. 535.

[23] Gozalbes, 1990, p. 135-138; Bernal, 2009, p. 169.

[24] Hasta que un estudio detallado de las cotas de nivel por la que habría discurrido su specus ofrezca más datos sobre este punto.

[25] Villaverde, 2001, p. 226, nota 959.

[26] Fernández Sotelo, 2004, p. 18-25, 56-57.

[27] Hernández Guerra, 2005; Vizcaíno Sánchez, 2009: 409.

[28] 1994, p.1224-1225 y 2007, p. 38-39

[29] Posac, 1958, p. 126.

[30] Bernal, 2009, p. 160.

[31] Villada e Hita, 1994, p. 1225.

[32] Villaverde, 2001, p. 206.

[33] Villaverde, 1988 y 2001a, p. 206.

[34] Bernal, 2009, p. 159-160.

[35] “Todos los datos comentados anteriormente permiten valorar la existencia de elementos de gran calado para proponer un hábitat urbano de notable entidad en el istmo de Ceuta. Desgraciadamente, la perpetuación del poblamiento en la misma zona a lo largo del tiempo así como la febril actividad constructiva entre los años setenta y la actualidad han mutilado ostensiblemente nuestro conocimiento sobre la Septem Fratres romana”, Bernal, 2009, p. 172.

[36] Solino (1864 [1962], p. 124), que escribió a mediados del s. III d.C.: no menciona ninguna ciudad ni statio en la región de Ceuta. Cf. también Fita, 1916; Desanges, 1972; Goubert, 1974; García Moreno, 1988; Vallejo, 1999.

[37] Villaverde y López Pardo 1990, p. 455-472; Bernal, 2009, p. 176.

[38] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 64.

[39] Idem, p. 22.

[40] Idem, p. 46.

[41] Bernal, 2009, p. 177-179.

[42] “Durante los siglos IV y V d.C. se producen intensas remodelaciones urbanísticas en la ciudad, que evidencian, desde nuestro punto de vista, la prosperidad de la misma y la ampliación del número de mauretorromanos que vivieron bajo su amparo durante estas fechas. Un indicio evidente del crecimiento poblacional está claramente reflejado en las necrópolis bajoimperiales de Ceuta”, Bernal, 2009, p. 177.

[43] Posac, 1967; Bernal, 2009, p. 176.

[44] Fernández, 2000; Bernal, 2009, p. 177-179.

[45] Los investigadores que han trabajado sobre esta cuestión creen observar una contradicción entre el testimonio de Procopio, que afirma que Ceuta pasó directamente de manos vándalas a manos bizantinas, y el testimonio de Isidoro de Sevilla, que afirma que los visigodos fueron expulsados por los bizantinos. Vallejo (1993, p. 54) escribe sobre esto: “La noticia de Procopio referente a la toma de Septem indicaría que ésta pasó directamente de manos vandalas a bizantinas pero es una información contenida en la redacción larga de la Historia Gothorum de Isodoro de Sevilla la que introduce el elemento distorsionador; cuando el de Sevilla relata la expedición del rey visigodo Teudis a Septem en c. 548 introduce un elemento que cambia el proceso: según éste, en una primera ocasión- lógicamente debe ser la misma que la relatada por Procopio- los soldados bizantinos (adversus milites para Isidoro) se habían apoderado de aquel lugar después de expulsar a los godos (Septem Oppidum pulsis Ghotis). Por lo tanto, en algun momento, y sin que conozcamos en qué circunstancias, Septem antes de su primera época de dominio bizantino y después del vándalo fue visigoda”. Esta hipótesis de la presencia visigoda en Ceuta antes de los bizantinos nos parece poco creíble ya que Isidoro de Sevilla relata la expedición de Teudis, que tuvo lugar en 548 d.C., mientras que Procopio relata la conquista de África por Belisario, general de Justiniano, en 533 d.C. El párrafo 42 de la historia de los Godos de Isidoro de Sevilla hace hincapié sobre el paso efímero de los Godos en Ceuta, calificando la travesía del Estrecho de Gibraltar como de “acto irrefelexivo” e indicando que antes del ataque visigodo, la ciudad de Ceuta estaba sin duda en manos bizantinas. Expone : “After the good result of such a happy victory, the Goths acted inconsiderately across the strait of Gibraltar. Indeed, when they had rossed the strait of Gibraltar to attack the soldiers who had occupied the town of Ceuta after driving them away, and after they had taken the fort itself with the mighty force of their struggle, they laid down their arms when sunday came in order that they might not disgrace a holy day by battle. And so the soldiers, as soon as they found this opportunity, attacked the army with a sudden assault and overwhelmed the cowardly and unarmed army so much, after shutting it off by sea and by land on all sides, that not even one man was left to escape the destruction of such a great defeat”, cf. Isid. de Séville, The History, p. 42.

[46] Wazzan, 1983.

[47] León el Africano no precisa de qué pueblo godo se trata. Procopio escribe sobre este punto: “on a connu dans la passé, et l'on connaît encore maintenant, toutes sortes de populations gothiques. Parmi elles, les plus puissantes et les plus considérables sont les Goths, les Vandales, les Wisigoths et les Gépides”, cf. Procop. La guerre, I, p. 29-30.

[48] León El Africano, apud Siraj, 1995, p. 108.

[49] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 32.

[50] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 189.

[51] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 38.

[52] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 50.

[53] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 51; Bernal, 2009, p. 188.

[54] Posac, 1962 [1964].

[55] Hita y Villada, 1994, p. 29.

[56] Bernal y Pérez, 1999, p. 82.

[57] Bernal y Pérez Rivera, 1999, p. 82; Bernal, 2009, p. 185-186.

[58] Bernal y Pérez 1999, p. 82.

[59] Sotelo, 1995, p. 509-526.

[60] Bernal y Pérez, 1999, p. 82; Bernal, 2009, p. 177-178, 181-184.

[61] Pérez y Bernal, 1995, p. 192; Bernal, 1996, p. 22.

[62] Pérez y Bernal, 1995, p. 195; Bernal, 1996, p. 307 y 1999, p. 86.

[63] Posac, 1962, p. 38.

[64] Bernal y Pérez, 1996, p. 27.

[65] Bernal y Pérez, 1999, p. 124; Bernal, 2009, p. 192.

[66] Serrano, 1995, p. 575; Bernal, 2009, p. 177-178, 181-184.

[67] Sayas, 1988, p. 1080; Villaverde, 1992 y 1999.

[68] Ripoll, 1988, p. 1133-1134, fig. 6.

[69] Idem, p. 1336-1142.

 

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© Copyright Lluís Pons Pujol y Sanaa Hassab, 2012
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[Edición electrónica del texto realizada por Miriam Hermi Zaar]

 

Ficha bibliográfica:

PONS PUJOL, Lluís y HASSAB, Sanaa. Estatuto jurídico y urbanismo en la Tingitana (Siglos I-VII D.C.). Septem-Septon. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 29 de febrero de 2012, Vol. XVII, nº 964. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-964.htm>. [ISSN 1138-9796].