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Scripta Vetera 
EDICIÓN  ELECTRÓNICA DE TRABAJOS PUBLICADOS 
SOBRE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
 
ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE LA CIENCIA Y DEBATE EPISTEMOLÓGICO
 
Horacio Capel
 
Organización administrativa de la ciencia y debate epistemológico, en Journée de Reflexion de la Section 39 du CNRS, Espaces-Territoires-Societés (Vendredi 19 novembre 1993), Paris, CNRS (CL) (en publicación)


La jornada de reflexión organizada por el C.N.R.S. sobre "Espaces, Territoires, Societés" ha de ser valorada, de entrada, de forma muy positiva y hay que felicitar vivamente a los responsables de esa iniciativa. No es muy frecuente que, al margen de los congresos, se reúnan mas de 150 investigadores de un país para discutir intensamente durante todo un día sobre sus temas de investigación y sobre los problemas metodológicos que plantea la interdisciplinariedad.

Para un observador exterior la reunión ofreció el interés de mostrar la interacción entre las decisiones administrativas -como la que condujo a la creación de la sección 39 del CNRS- y el debate epistemológico. También permitió tener una visión general de las preocupaciones de los geógrafos y otros científicos sociales franceses sobre los problemas que plantea la investigación y los contactos con otras disciplinas próximas.

En lo que se refiere a este último aspecto, hay que decir que las investigaciones sociales francesas sobre el espacio y el territorio parecen gozar de gran vitalidad, tanto por el número de investigadores dedicados a estos temas como por la seriedad de sus planteamientos. El coloquio mostró la diversidad de problemáticas, de enfoques, de aproximaciones y de métodos, en un vivo debate que es una prueba evidente del dinamismo de la ciencia francesa actual.

Pienso, sin embargo, que cuando el C.N.R.S. invita a cuatro observadores extranjeros a asistir a esos debates y cuando explícitamente se les pide, como hizo el presidente de la reunión, que realicen un balance crítico, es eso precisamente lo que se está esperando de ellos. Por eso me esforzaré, sobre todo, en dar a este comentario el tono crítico requerido, sin abundar en los aspectos positivos que, por encima de todo, destacan en la reunión.

Desde luego, en esa crítica deben figurar, ante todo, algunos aspectos organizativos. Seguramente el balance habría sido todavía mas positivo si los asistentes hubieran dispuesto de una información previa sobre los temas de investigación, sobre los componentes de los equipos y sobre los objetivos de la reunión, incluyendo los textos de los relatores. El debate vino forzado por los temas previamente señalados, y éstos no siempre eran suficientemente claros y bien delimitados; así por ejemplo, el primero sobre "Análisis social y económico, poder y territorialidad", parecía mas bien una mezcla o yuxtaposición de temas diversos; el segundo sobre "Tejidos urbanos y arquitectura. Formas y usos" condujo la atención de forma clara hacia la morfología, con descuido de los procesos, o de la configuración general de los sistemas urbanos, lo que provocó las oportunas críticas de algunos asistentes.

También habría sido mas favorable el balance si se hubiera dado mas tiempo para los encuentros individuales y si la sala hubiera permitido ver a las personas que intervenían en las discusiones. Pero no todo estaba en la mano de los organizadores y es seguro que algunos de esos requisitos hubieran obligado a prolongar la reunión durante varios días -una posibilidad que no habría que descartar para el futuro.

En cuanto al contenido de las discusiones, la primera impresión que se tiene es que había demasiados geógrafos. Eso provocó que los debates tuvieran un sesgo en el que las preocupaciones geográficas eran netamente dominantes, lo que no estimulaba precisamente la aparición de nuevas ideas y la interdisciplinariedad. Economistas, arquitectos y sociólogos no tuvieron inconveniente en reconocer repetidamente que sus trabajos se han enriquecido con la aportación de los geógrafos, aunque algunos llamaron la atención sobre el hecho de que éstos no tenían el monopolio del espacio. Un reconocimiento de ese tipo no se hizo por los geógrafos, que sin embargo, han utilizado también ampliamente conceptos de otras disciplinas.

Dicho eso, el rasgo mas destacable que puede extraerse de lo que allí se oyó es una cierta sensación de aislamiento de las investigaciones. Se muy bien que es una sensación que no corresponde a la realidad, ya que los investigadores franceses conocen muy bien lo que se hace en el exterior, realizan excelentes investigaciones sobre otras áreas y otras sociedades y son justamente valorados en el extranjero.

No se trata de aislamiento en ese sentido. Es, mas bien, la impresión de que la tradición propia es tan poderosa que las investigaciones pueden autoalimentarse, lo que conduce a un cierto solipsismo comunitario.

Oyendo las intervenciones pensaba en la importancia que todavía tiene la componente nacional en la ciencia. En el debate nunca se suscitaron los problemas en términos de problemas relevantes que preocupan a la comunidad científica internacional, ni se situaron explícitamente en esa dimensión mas amplia. La ciencia internacional parecía no existir. Y la geografía internacional tampoco -excepto para señalar avances relevantes que se hacen en tal o cual país o en tal o cual campo concreto.

Los debates se refirieron siempre de forma exclusiva a conceptos y teorías relevantes en la cultura y en la ciencia social francesa y eran, además, frecuentemente, repetitivos respecto a otros del pasado: territorio, territorialidad, territorialización, poder, redes, y otros conceptos descubiertos o desarrollados por investigadores franceses. Pero no aparecieron otros que son de uso común en la comunidad científica internacional.

Algunos de los conceptos que se emplearon son muchas veces demasiado generales y polisémicos. La evolución de la geografía durante el último siglo ha popularizado unos u otros y los ha ido cargando de significados diferentes. Pero además, muchos de los conceptos fundamentales que los geógrafos usan mas habitualmente (espacio, espacio geográfico, territorio, milieu, medio ambiente, lugar, área, paisaje...) no parecen ser usados de forma unívoca por toda la comunidad de geógrafos y pueden ser confusos para los especialistas de otras disciplinas. Y determinados problemas esenciales, como las consecuencias e implicaciones de los cambios de escala siguen, al parecer, sin ser resueltos por los geógrafos.

Entre los términos mas repetidos, el de territorio y sus derivados (territorialidad, territorialización) parece gozar de un elevado prestigio. Un término cuya generalización procede del campo de la administración ("ordenación del territorio") y de la etología se ha convertido para muchos geógrafos en un concepto clave, aunque alguna de las intervenciones permitían detectar la cercanía de su origen -como las que aludían a los sistemas de comportamientos que permiten la posesión de un territorio, la territorialidad. La pregunta sobre si el territorio es "petainista" debe probablemente contestarse de forma afirmativa; en todo caso, el sentido de territorialidad es mayor en las clases dominantes y menor entre los pobres y los desenraizados. El debate sobre ese concepto parece a veces resucitar viejas cuestiones de la geografía y, en concreto, el de la singularidad de la región (con su identidad, persolaidad, relaciones específicas...), y suscita asimismo el problema de la explicación en relación con categorías mas generales. En conjunto, la obsesión de algunos por el tema de la territorialidad parece excesiva.

De manera similar, el término poder sigue utilizándose de forma demasiado general y abstracta, y necesita mayores precisiones. Si en un primer momento su difusión pudo tener efectos renovadores, hoy se utiliza de forma tan amplia que puede resultar un término enmascarador. Cuando se habla de poder hay que precisar quién, dónde, cómo porqué y a qué escala se ejerce. Una cosa es la especulación filosófica sobre el poder y otra cómo se practica éste en un territorio o sobre grupos sociales concretos. Y tal como dijeron algunos, además del poder hay que hablar mas explícitamente del conflicto, de la confrontación, de la lucha social, de las estrategias sociales. En realidad, la lectura de los refinados trabajos sobre el poder local efectuados por historiadores o antropólogos permite observar la complejidad de las estructuras de poder y nos sitúa ante el laborioso trabajo que supone reconstruir familias, grupos sociales, alianzas, intereses y estrategias, así como la dinámica conflictiva de las relaciones entre poder local y estatal en las sociedades contemporáneas. Y las investigaciones sobre sociología de las organizaciones muestran a la vez vías interesantes para el análisis de las formas de autoridad y control y la toma de decisiones, asi como de los conflictos entre los grupos que ejercen el poder y las bases subordinadas. Se trata de un campo en el que la colaboración interdisciplinaria se impone; los geógrafos y economistas parecen mostrar a veces una cierta incapacidad para penetrar en los refinados procesos de control hoy existentes, con normas cada vez menos explícitas pero sutilmente influyentes.

Las discusiones de la sección sobre "Análisis espacial" nos conducían también en ocasiones al pasado. Puede aceptarse sin problemas que dicho enfoque constituye el "análisis formalizado de las configuraciones y propiedades del espacio producido por las sociedades humanas", pero no que, como algunos parecían proponer, sea la forma eminente y mas poderosa de aproximación geográfica. Demasiada autoconfianza en los métodos y en el instrumental, y poca atención a los problemas y a las relaciones con otros campos de la investigación. Parece excesiva la pretensión de identificar el análisis espacial con el "estudio espacial", y la pretensión de que éste al considerar sistemas e interacciones sea equivalente de síntesis y totalidad. No es dudoso que el análisis espacial haya abierto nuevas perspectivas a la geografía, tanto teóricas como prácticas pero la afirmación que hizo alguien en el sentido de que los productos del análisis espacial están subutilizados por la sociedad francesa puede ser una indicación de que no todos sus aplicaciones y resultados resultan inteligibles.

Como ocurrió hace tres décadas, el análisis espacial abre caminos sugestivos en cuanto a nuevos métodos formalizados de investigación, pero igual que antes, se siguen magnificando los métodos y las técnicas. Tal como se presentó por algunos voceros, el análisis espacial parece un fin en si mismo, y debería ser mas bien una de las formas de abordar el estudio de problemas sociales significativos. Esos sistemas espaciales no son independientes de las estructuras sociales y exigen de forma eminente una aproximación con metodologías históricas, antropológicas y sociales.

En cuanto al término redes, que también se repitió ampliamente en el debate, da la impresión que, de la mano de ingenieros, va adquiriendo un sentido cada vez mas exclusivamente referido a las redes técnicas, con olvido de otros que han podido ser de uso general y que todavía siguen teniendo interés: redes urbanas, redes de flujos o redes sociales.

La problemática suscitada por las áreas culturales parece bien extraña a un observador exterior. Si entendí bien, las áreas culturales agrupan a investigadores de diversas disciplinas unidos por el rasgo común de estudiar un espacio no europeo. Pero las razones por las que pueden haberse constituido esos grupos o centros de investigación son muy diversos, y también las preocupaciones y las interrelaciones que aparecen en su interior. Una cosa es que se trate de colaborar con la política exterior francesa, otra que se pretenda penetrar en una civilización tras un recorrido iniciático individual, y otra muy distinta que se intenten estudiar problemas concretos existentes en esos espacios y que tienen rasgos similares a los de otras áreas y pueden ser abordados con metodologías generales. La cuestión, que alguien suscitó, sobre si existe un saber universal y si hay conceptos que rebasan los marcos culturales merece alguna respuesta en el marco de esas discusiones. Y en lo que se refiere al trabajo específico de los geógrafos, habría que aclarar también las relaciones entre los estudios de áreas culturales y la geografía cultural.

Las discusiones sobre el tema "Sociedad y medio" estuvieron sesgadas por un enfoque exclusivamente geográfico, Una mayor presencia de ecólogos y antropólogos habría dado otro cariz a las cuestiones suscitadas.

Muchos insistieron acertadamente en la necesidad de recrear la geografía física, lo que supone recorrer de nuevo el camino de la geografía como ciencia de las relaciones entre los fenómenos físicos y humanos. Algunos están descubriendo de nuevo la relación hombre-medio a partir de una decisión administrativa. Dicha decisión está impulsando una nueva aproximación al medio físico en su dimensión social. En todo caso, fue muy estimulante escuchar las llamadas a una refundación de la geografía. Me parece muy positivo que los geógrafos físicos que trabajan en el campo de las ciencias de la tierra se integren finalmente con esos especialistas y sean evaluados por ellos. Cada vez parece mas clara la validez de aquella famosa aseveración de que la geografía si no es humana no es geografía. Los únicos geógrafos físicos que merecen estar en el campo de la geografía son los que incluyen el hombre en sus trabajos, los que se preocupan por la relación hombre-medio, por los ajustes humanos y por los procesos sociales que afectan a la naturaleza. El problema de saber cuanta geografía física se necesita para eso -si mucha o poca- es desde luego interesante y ha de ser objeto de debate en relación con la organización de planes de estudio, pero no parece que sea relevante como problema teórico, ya que será resuelto en relación con los problemas concretos que se planteen.

Pensando en una nueva reunión, creo que, en general, habría que apuntar mas a los problemas, en lugar de a debates abstractos sobre conceptos y sobre métodos cuya validez solo puede decidirse en función de la resolución de los problemas planteados por la investigación.

Para el observador lo mas interesante es la constatación de que una decisión administrativa, seguramente acertada, está conduciendo a nuevas problemáticas e interacciones. Los marcos disciplinarios se rebasan hoy sin problemas y la política de desarrollo científico y técnico estimula la interacción. En estos momentos de profunda reestructuración de las disciplinas científicas, que como se sabe no son mas que un resultado de la división social del trabajo intelectual, y de desaparición de muchas especificidades disciplinarias, los mismos marcos institucionales se están reconsiderando y van a obligar a una interacción creciente entre los investigadores de diversas ramas de la ciencia. En lo que se refiere al futuro de la geografía, las decisiones del CNRS parecen consolidar la tendencia a la división entre geografía física y humana en el campo de la investigación, una evolución que se dibuja igualmente en otros países. Es muy posible que el proyecto intelectual de la geografía renazca de sus cenizas en el marco de una nueva ciencia que está encontrando cada vez mas apoyos institucionales, la ciencia medioambiental.



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