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UNIVERSIDAD DE BARCELONA ISSN:  0210-0754
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año VI.   Número: 31
Enero de 1981

LOS DICCIONARIOS GEOGRÁFICOS DE LA ILUSTRACION ESPAÑOLA

Horacio Capel


A lo largo del siglo XVIII la geografía fue perdiendo su antigua vinculación con las ciencias matemáticas, a la vez que la aparición de disciplinas especializadas para el estudio de la tierra reducía el contenido de la geografía general, entendida normalmente como geografía tísica La geografía se va identificando de forma creciente con la descripción de países y bascula necesariamente -por esta pérdida de contenido general-, hacia la geografía particular o especial, al tiempo que refuerza su vinculación con la historia.

El desarrollo de una historia crítica exigía una rigurosa determinación de las fechas y los lugares en que se habían producido los acontecimientos, y por ello necesitaba el apoyo de la cronología y de la geografía, los dos ojos de la historia, según una expresión muy repetida en el setecientos. Ello explica el interés que los historiadores tuvieron por esta última ciencia y la necesidad que para ellos había de una geografía y en particular de la del propio país- como preliminar indispensable de la historia.

Fue en relación con esas necesidades históricas que se empezaron a elaborar, desde fines del siglo XVI diccionarios geográficos e históricos, los cuales se convirtieron pronto en un instrumento como arsenal ordenado de noticias y como medio para detectar las contradicciones de las fuentes antiguas y medievales. Con el tiempo, la tendencia a la realización de diccionarios se enriqueció y dio origen al magno proyecto de resumen ordenado de todo el saber universal, que culminaría en el programa de la Encyclopedie.

La tendencia enciclopédica aplicada a la geografía de países reforzó la antigua línea de los diccionarios geográficos y dio origen a la aparición de proyectos ambiciosos que intentaban abarcar toda la información geográfica, o histórica de un país. Esta empresa interesaba sobre todo a los historiadores, y fueron ellos, con frecuencia, quienes la acometieron.

El tema de los diccionarios geográficos no ha merecido todavía la atención que merece (1) Sin embargo. representa una línea de desarrollo de gran trascendencia para el futuro de la disciplina, y que dará lugar en el setecientos y en el ochocientos a importantes empresas científicas y a monumentales proyectos de erudición. El presente artículo -que forma parte de un proyecto de investigación en marcha sobre la evolución de la geografía a partir de la revolución científica del siglo XVII- trata de penetrar en esta parcela descuidada de la historia de la geografía Y a la vez facilita información sobre una faceta poco conocida de la actividad científica y erudita en la España de la Ilustración.

Diccionarios y enciclopedias, del Renacimiento a la Ilustración

La realización de vastas obras enciclopédicas ordenadas alfabéticamente constituye un proyecto típico del sigo XVII cuando la erudición representaba un elemento esencial de la cultura humanista. La crítica y la erudición histórica, en particular, estimaron mucho la valiosa ayuda de los grandes diccionarios, que permitían a rápida identificación y localización de entidades geográficas o de acontecimientos históricos sin necesidad de acudir a una multitud de obras generales. Una paciente y prolongada labor, apoyada a veces, como en el caso de las órdenes religiosas, por una amplia red de informadores, conseguía reunir y sistematizar en dichas obras una abundante información dispersa en multitud de volúmenes y documentos.

Los diccionarios alfabéticos habían sido formados primeramente por los gramáticos para facilitar la búsqueda de los vocablos(2). Fue la aplicación de esta técnica a la identificación de nombres de lugar, con finalidades cartográficas y de erudición clásica, lo que produjo el primer diccionario geográfico, la Synonimia Geographica de Abraham Ortelio, publicada en Amberes en 1573 En ella el autor dispuso por orden alfabético los topónimos antiguos, dando una explicación de los mismos, indicando los autores que los usaban y facilitando una tabla de equivalencias con los topónimos modernos. La Synonimia, convertida luego en el Thesaurus geographicus, conoció nuevas ediciones en 1596 (Amberes) y 1611 Hannover) y gozó de un merecido prestigio durante todo el seiscientos.

Fue también a fines del siglo XVI, dejando aparte los precedentes bizantinos que podrían citarse, cuando empezaron a usarse los diccionarios concebidos como depósito ordenado de información: y precisamente iniciaron su desarrollo como diccionarios históricos y geográficos. La gran cantidad de sucesos del pasado podía fácilmente sistematizarse según el orden alfabético de los personajes protagonistas o de los lugares en donde acaecieron. Ello facilitaba, además, la crítica histórica, al permitir detectar las contradicciones de los relatos. «El arte de disponer los hechos históricos según el orden alphabético, es el modo más cómodo para facilitar a los hombres el conocimiento de la Historia» se escribió en uno de los grandes Diccionarios de la época (3), y, desde luego. todo indica que muchos historiadores durante el siglo del Humanismo fuertemente convencidos de ello por el entusiasmo que pusieron en la tarea.

Una característica de los diccionarios era entonces. como ahora, la amplia y libre utilización de las obras anteriores, De hecho, muchos de ellos se iniciaron como intentos para poner al día alguno de los existentes convirtiéndose luego, por la acumulación de trabajo y de información, en obras nuevas. Así el que ha sido considerado por algunos como el primer gran diccionario de la época moderna, el Dictionarium historicum ac poeticum (1561) que escribió Charles Estienne, se convirtió luego en el Dictionarium historicum, geographicum, poeticum, por el mismo autor (4); fue ampliado luego por el inglés Nicolas Lloyd o Llodio (1670); sirvió de base al Lexicon Universale de J. J. Hoffman (1677); a The Great Historícal, Geographical and Poetical Dictionary de Edmund Bohun (1694] y al Dictionnaire Historique de Louis Moreri publicado por primera vez en Lyon en 1674 (5)

De manera semejante, las obras del religioso servita y profesor de Matemáticas en la Universidad de Pavía padre Filippo Ferrari (nacido h. 1570-m 1626) fueron también ampliamente usadas luego como base para otros diccionarios. Su Epítome Geographicum in Quattuor libros divisum (Pavia, 1605, 4 vols) (6) la Nova Topographia in Martyrologium Romanum (Venecia, 1609)(7), la Topographia Poetica (Pavia, 1627). y su Lexicon Geographicum (Milan 1627)(8) sirvieron de base al abate Baudrand para realizar su Lexicum Geographicum, publicado primero en París en 1670. La obra de Baudrand, a su vez, fue objeto de otras ediciones en Italia, con el título de Novum Lexicon Geographicum (Eisenach, 1677, Padua, 1697), distinguiendo con tipo de letras distintos las aportaciones de los diferentes autores; traducida al trancés por Maty (17011; y editada en 1705 por Louis Baudrand con el título de Dictionnaire Geographique et historique de Baudrand (Paris, 1705). El Lexicon de Ferrarius fue también editado con correcciones en Londres por Guilhelmus (William) Dillingham en 1657.

A estas grandes obras de la erudición humanística se fueron uniendo durante el siglo XVII obras específicas sobre temas históricos, sagrados y geográficos. Como el Dictionnaire de la Bible realizado por Richard Simon en 1693, el cual permitía localizar los lugares de la Historia sagrada, y que tuvo gran difusión en Francia. También aparecieron en lenguas romances diccionarios geográficos de carácter regional o universal Entre los franceses destacan los diccionarios de Pierre Du Val, L'ABC de tout le Monde (Paris, 1651, 1659) y L'Alphabet de la France (Paris, 1658), el primero de los cuales fue traducido al inglés en 1678. Entre los ingleses pueden señalarse diversos índices de nombres de ciudades, aldeas y lugares realizados en la segunda mitad del seiscientos(9).

Desde fines del XVII y a lo largo del XVIII estos diccionarios sin perder del todo su carácter erudito, irán afirmando su vertiente crítica, y adquiriendo al tiempo una ambición cada vez más enciclopédica. Si el Dictionnaire historique et critique de Pierre Bayle (1697) refelja claramente la agudización de la primera característica, la realización en 1728 de la Encyclopaedia or a Universal Dictionaire of Arts and Sciences por E. Chambers constituyó una prueba de que esta vasta ambición enciclopédica podía convertirse en realidad. En este camino, el proyecto de «reunir las jueces de todas las naciones en una sola obra que servirá de almacén general y de biblioteca universal de cuanto de bello, grande, luminoso, sólido y útil hay en todas la ciencias naturales y en todas las artes nobles», como pregonaba Andres-Michel Ramsay en 1738, pasó a convertirse en un proyecto acariciado por los ilustrados, y culminará en 1751 con la aparición del volumen I de la Encyclopedie de D'Alambert y Diderot.

Este impulso hacia la realización de vastos diccionarios es complementado por otro que conduce a la confección de obras más reducidas, pero no por ello menos importantes: Los diccionarios técnicos y científicos. La publicación de estas obras constituye un aspecto esencial y poco estudiado del proceso de popularización de la ciencia que se produce en toda Europa en el siglo XVIII, y del desplazamiento del latín por las lenguas romances en la bibliografía científica (10). La edición de obras de vulgarización «que tratan de difundir de forma agradable, fácil y familiar» los conocimientos de diversas ciencias, y la desaparición del latín como lengua científica planteaba el problema de la traducción de términos latinos a los diversos idiomas y de la creación de neologismos incomprensibles para el gran público, e incluso durante mucho tiempo, para un cierto número de profesionales.

Esto explica la aparición en toda Europa de diccionarios científicos generales Diccionarios de ciencias y artes, Léxicos técnicos ...) y de diccionarios especiales, cuya existencia reflejaba de alguna manera los cambios en la organización de la ciencia(11).

En España, la defensa explícita de la necesidad de estos diccionarios se observa ya desde las primeras décadas del XVIII. En 1734 Gregorio Mayans proclamaba en sus Cartas Morales, militares y civiles. La necesidad de contar «con Diccionarios de cada ciencia, y en especial de las Matemáticas»(12) y esta necesidad se fue haciendo cada vez mas apremiante según se generalizaba el empleo del castellano en las ciencias que hasta entonces no lo habían usado. La tarea de fijar y definir de forma precisa la terminología era indispensable para el rigor de las descripciones científicas, y se convertía en urgente en aquellas ramas científicas que habían tenido menor desarrollo, como ocurría en particular con la historia natural y las matemáticas. En 1769 Casimiro de Ortega (13) escribía que

«el conocimiento de aquellas producciones [vegetales, animales o minerales], tan util a los hombres, va enlazado con la noticia de los términos que las representan. De aquí dimana que, a proporción del mayor, o menor esmero con que cada Nación ha cultivado la Historia Natural, escasee o abunda en voces téchnicas. Nuestro idioma, que es muy copioso en otras materias no lo es tanto en la denominación de las producciones naturales, porque hasta estos tiempos no se han aficionado bastante los Españoles a la investigación de la Naturaleza».

De ello procede, continúa Ortega, que «aún muchas de las mismas voces que tenemos, fiadas a la tradición y al uso de la gente rústica andan vagas de boca en boca, y de Provincia en Provincia, sin significación fixa, y determinada, representando en diversos ángulos del Reyno diversísimas cosas: y al contrario, hay voces comunes que diferenciándose notablemente en el sonido natural están adoptadas por el uso para una misma cosa». De todo ello se derivaba, según dicho autor, una necesidad apremiante de diccionarios técnicos y científicos, que no tardaron en aparecer.

La Clave médico quirúrgica universal del médico Francisco Suarez de Ribera (Madrid, 1730) se encuentra entre los primeros publicados, y es a la vez un glosario anatómico, mineralógico, botánico, zoológico, farmacéutico, químico e histórico-físico, por lo que a pesar de su predominante interés médico se convierte también en un diccionario científico general (14). De estos el más conocido es el Diccionario Castellano con las voces de Ciencias y Artes (Madrid, 1776-1793), del jesuita Esteban Terreros y Pando catedrático de Matemáticas del Colegio Imperial, y traductor de Pluche; las dificultades encontradas en esa traducción, por la escasez de vocabulario científico castellano, impulsaron a Terreros a componer una obra que pudo ser publicada a pesar de la expulsión, gracias al apoyo del conde de Floridablanca, y que en seguida se convirtió en un diccionario de autoridades (15).

Diccionarios especializados aparecieron también en diversas ramas de la ciencia y la técnica. A botánica se dedica el Diccionario alfabético en que se explican los términos y voces mas usuales de la Botánica, muy útil y conducente para que los dedicados a esta Ciencia logren tacilmente y sin el socorro de los infinitos autores que han escrito sobra ella, la instrucción que necesitan para su inteligencia, incluido en el volumen II de la Flora española de José Quer (Madrid. 1762-64). De términos militares, el Diccionario militar (Barcelona, 1749 traducido del francés por Raimundo Sanz. el autor de unos conocidos principios militares (1776) Dedicado a arquitectura y otras artes es el Diccionario de nobles Artes (Segovia, 1788) del murciano Diego Antonio Rejon de Silva, y el Diccionario de Arquitectura Civil (Madrid, 1802) de Benito Bails. Antonio Sanchez Reguart realizó un Diccionario histórico de las artes de la pesca nacional (1791), y el historiador José de Viera Clavijo un Diccionario de Historia natural de las islas Canarias, publicado póstumamente en el siglo XIX.

La explicación de términos náuticos fue objeto del Vocabulario marítimo de Pedro Manuel Cedillo (16), de la Cartilla marítima (Cádiz, 1777) de Santiago Agustín de Zuloaga. del Diccionario marítimo de J. Avelló Valdés y M. Ayala, y del Diccionario Universal de Tomas Sotuel, que quedó inédito por la muerte de Carlos III, pero permaneció en poder del gobierno y fue luego utilizado para el Diccionario marítimo, publicado en 1831(17) . También quedaron inéditos diversos diccionarios de historia natural, como la Dilatada Historia de Animales, Plantas y Minerales de Antonio Martras, el Diccionario de Historia Natural de Francisco Llobet y el Diccionario razonado de Historia natural de Pedro de Leiva (18). El tema de la utilización de voces técnicas en la lengua corriente fue tratado por Martin Fernandez Navarrete en su Discurso sobre la formación y progresos del idioma castellano, pronunciado en la Real Academia Española el 29 de mayo de 1792.
 
 

Bruzen de la Martiniére, geógrafo de Felipe V

A lo largo del siglo XVIII el modero de los Diccionarios geográficos más ponderado en toda Europa por el cuidado de su realización, fue probablemente el de Aantoine Augustin Bruzen de la Martiniére, publicado por primera vez en 1726-1739 (19), En España es citado en varias ocasiones, y a él alude el padre Florez en su Clave geográfica(20) de forma encomiástica, señalando que

Asi como la publicación de la primera obra geográfica de Ortelio se debe a un Felipe de España, a otro se debe la del último Diccionario Geográfico mas amplio y mas exacto de todos los que Fasta hoy han visto la luz pública: compuesto por Mr. la Martiniere, Geógrapho de nuestro Católico Monarca D. Felipe V y publicado a sus expensas en los mismos Paises Baxos de Abraham Ortelio como manifiesta el mismo autor en su tomo I.

La cita, y el hecho de que, efectivamente, el autor se titula «Géographe de Sa Majesté Catholique Philippe V, Roi des Espagnes et des Indes», suscita sin duda algunos interrogantes desde el punto de vista de la historia de la geografía española. Por ello creemos que vale la pena detenerse un poco en esta obra.

El episodio puede iluminarse acudiendo al testimonio del mismo Bruzen de la Martiniére, en el prefacio de su Diccionario(21) . Las palabras del autor arrojan luz sobre la génesis de una obra como la suya, sobre la naturaleza de las relaciones entre geografía e historia y facilitan interesantes datos sobre el estado de la geografía de carácter enciclopédico a principios del siglo XVIII.

De acuerdo con dicho testimonio las razones por las que se vio llevado a emprender su trabajo se relacionan con el estudio que en 1709, a la edad de 25 años, había emprendido sobre la historia de los hérulos y los vándalos con motivo de su estancia en Europa central, a donde fue como secretario del duque de Mecklenburgo El interés por la historia fue siempre esencial en Bruzen de la Martiniére (cuya vida se desarrolla entre 1682 y 1746), el cual es caracterizado así por los editores de su diccionario: "Hombre muy instruido, muy laborioso, dedicado a la historia, de la que hace su principal estudio(22), cultiva con cuidado la geografía como la rama más esencial de la ciencia de los hechos".

En su trabajo sobre los hérulos y los vándalos, La Martiniére encontró obstáculos imprevistos, en particular en lo que se refiere a la localización de nombres geográficos, y se dio cuenta de la insuficiencia de los diccionarios entonces en uso: «yo me proponía, dice el autor, empezar el estudio de esta historia por el de la geografía, y encontraba que era ésta una materia que ningún autor moderno había desarrollado suficientemente".

Poco después, habiendo muerto el soberano que le había llamado a su corte y «estando turbado por disputas internas el reino de su sucesor, me vi obligado a buscar en otro lugar la tranquilidad» Ello le impidió seguir su estudio histórico, al alejarse de las fuentes que antes usaba, y le indujo a pensar en un trabajo de utilidad más universal: entonces «pareció -afirma- que mi estrella que me destinaba a esta empresa, no me había llevado al primer designio [el estudio histórico] mas que para prepararme al segundo, que yo no hubiera concebido nunca si el otro no me hubiera dado ocasión de descubrir lo que faltaba en los diccionarios geográficos»

La Martiniére examinó los diversos diccionarios geográficos «que tienen alguna reputación hasta hoy». a saber: El Thesaurus de Ortelius que «merece grandes alabanzas»: las obras de Ferrari, Baudrand y Maty: el Dictionnaire Universel, géographique et historique (l708, 3 vols.] de Thomas Corneille, el hermano del dramaturgo; el Universus terrarum Orbis calamo delineatus (Padua, 1713] de Alfonso Lazor de Varea, además de otros que considera de menor importancia (Juigne Moren, Llove, Thevoux, Bayle y Calinet).

El autor dudó primero si elegir uno de los diccionarios existentes y completarlo, pero tras el análisis de todos ellos desechó la idea y decidió «trabajar sobre su propio plan. Una vez tomada la decisión y avanzado el trabajo «hubiera esperado varios años para publicar esta obra a no ser por las relaciones con dos hombres ilustres, ambos italianos, y los dos apasionados por el progreso de las bellas artes y las ciencias.

El primero de ellos era el Marqués de Beretti-Landi, embajador en las Provincias Unidas que "estaba entonces ocupado en romper las medidas que se tomaban para alterar la buena inteligencia que la Paz de Utrecht había establecido» El embajador le alentó a editar sus trabajos publicando entonces La Martiniére «dos ensayos sobre la historia de la geografía con observaciones sobre los principales geógrafos» (Essay sur l'origine et les progrés de la géographie, Amsterdam 1722), fragmentos de una obra más extensa en preparación. El otro personaje que le ayudó y alentó en su empresa fue el conde Marsili (23) que le procuré de Italia « los socorros que necesitaba» y le envió mapas y descripciones de ciudades italianas para la obra.

La Martiniére hizo notar al embajador español su carencia de datos sobre España, ya que el «único libro razonable sobre el tema era el Etat present de l'Espagne de M. el abad Vayrac» Beretti-Landi le «cerró la boca, comprometiéndose a suplir a ello, interesando a! mismo rey en el éxito y la bondad de mi libro». El párrafo siguiente muestra claramente las circunstancias que permitieron a La Martiniére usar el título de Geógrafo del rey Felipe V:

Nadie ignora los acontecimientos que han ocupado la corte desde 1722 [alude a la abdicación del rey y a la muerte de su hijo Luis I] y que han retardado los soccorros de que tenía necesidad. Pero a pesar de esos obstdculos. hizo más de lo que yo había osado pretender y quiso que este diccionario llevase las soñares públicas de la protección gloriosa que Su Majestad Católica concede a las ciencias útiles. El rey me hizo la gracia de declararme su geógrafo y le plugo añadir a este favor el de nombrar en España personas sabias en las que yo tenía necesidad de ser instruido, con orden de comunicarme las informaciones que he solicitado».

La obra se publicó en Holanda en 10 vols. con el título Dictionnaire geographique, historique et critique (La Haya 1726 1730) y, como dicen elogiosamente los editores franceses de 1768 su masa voluminosa asombro a la Europa culta. Se tuvo al fin un diccionario en que marchaban constantemente de frente la geografía y la historia, iluminadas por la crítica. En 1739 apareció en Paris una nueva edición más reducida en 6 vols., la cual se agotó en 15 años y fue traducida al alemán y editada también en Italia (en francés). Desde 1750 se comenzó a preparar una nueva edición, totalmente refundida por una sociedad de autores, la cual se publicó en 1768.

La obra de La Martiniére, caracterizada por el cuidadoso examen y la cita de las fuentes bibliográficas que se utilizan, permite obtener a través de sus diversas ediciones una idea clara de los diccionarios y obras enciclopédicas de tipo geográfico más apreciados en la España de la primera mitad del siglo XVIII. Cuando se publicó la primera edición, además de la obra de Vayrac ya citada, la fuente fundamental sobre España era la obra de Rodrigo Mendez Silva Población general de España. En cambio en la edición de 1768 a ella se unen el Theatro Universal de España de Francisco Javier Garma y Salcedo (Madrid 1738], la obra de Joseph Perez Valiente (24), y el Rasgo heroyco de Antonio de Moya (Madrid, 1756). Esta última es también una especie de diccionario pues constituye un compendio de heráldica e historia «puesto en méthodo alphabético», en el que se estudian sobre todo, las armas y blasones de las distintas ciudades provincias y reinos de España, con datos históricos sobre su origen y una relación de los autores que han tratado de cada lugar. En cuanto a Portugal se utiliza la descripción de Luis Caetano de Silva, y para la historia de ambos reinos la de Ferreras. Bruzen de la Martiniére utiliza, también ampliamente la Descripción general de Africa de Luis de Marmol y Carvajal probablemente a través de su traducción francesa de 1667.
 

La versión española del Gran Diccionario de Moreri

Durante el reinado de Felipe V se abordó también la traducción al castellano de uno de los grandes diccionarios históricos y geográficos del siglo XVII, el de Luis Moreri. Desde su aparición en 1674 (25) la obra había conocido numerosas reediciones en Francia(26), en Holanda (27), en Suiza (28) y traducciones al inglés (1694, sobre la 6ª edición francesa), al alemán (1709, 1722, 1726, 1739), al holandés (1725). Desde luego, no todo habían sido alabanzas en la historia de este diccionario: Pierre Bayle lo había atacado ferozmente acusando al autor de ser un profesional de la mentira, de aceptar falsedades y de ser en definitiva poco crítico. Pero la naturaleza del censor, representaba quizás una garantía para la difusión del Moreri en los países católicos.

La iniciativa para traducir al castellano el diccionario de Moreri partió del gaditano Joseph de Miravel y Casademonte, autor ya de otras traducciones al francés (29), utilizando la edición de París de 1725. Pronto se llegó a un acuerdo con los editores franceses para continuar la traducción, la cual contó con la aprobación y privilegio real de Felipe V para la impresión, cuyo anuncio apareció ya en 1734 en la Gaceta de Madrid.

La traducción se realizó lentamente Miravell quedó viudo y habiendo abrazado el estado eclesiástico fue "gratificado» por el rey con una canonjía del Sacromonte de Granada en 1734, a la que debió renunciar porque, debido al gran trabajo de la traducción, no había sido ordenado al cabo de un año. Mas tarde fue nombrado académico de la Historia por su traducción del Diccionario, gozando del apoyo de la Academia para esta tarea (30).

Miravell entregó la traducción a los editores de París, pero la impresión no pudo efectuarse inmediatamente. La razón, explican éstos, es que "aviendo antes de empezar reconocido el Manuscrito, no fue poco el sentimiento que nos causo el ver que todo era confusión, no aviendo el Traductor atendido a seguir el orden alphabétíco en la distribución de los vocablos, que en el idioma castellano no tienen las mismas letras iniciales que en el francés. Por otra parte, era tan mala la letra del Manuscrito, que no habrían podido los impresores leerle sino con muy penoso trabajo».

Mientras tanto, se habían ido publicando nuevas ediciones y suplementos (París, 1735, Holanda. 1740, Basilea. 1743), que iban dejando anticuada la edición usada para la traducción. Todo ello, dicen los editores «fueron también poderosos motivos que nos determinaron a echarlo todo otra vez al crisol para sacar la obra más acendrada y más perfecta». Con este motivo se hizo ir a París a dos españoles "que copiasen en mejor letra todo el manuscrito de D. Joseph de Miravell, trasladasen los artículos franceses recién añadidos, y todo lo dispusiesen con aquel orden en que resultase una obra nueva», añadiendo además gran número de noticias «con que nos favorecieron muchos Doctos de España, Portugal e Indias».

Entre las personas que son citadas expresamente como corresponsales se encuentran el portugués conde de Ericeira, el Padre Manuel Medrano, cronista general de la orden de Predicadores, Patricio Bravo de Lagúnez y Castro, presbítero de Sevilla que «remitió descripciones de las ciudades y lugares más notables de España", y el sacerdote mejicano Juan Francisco Sahagún Ladrón y Guevara, cronista general de Nueva España que envió «muchas y curiosas memorias concernientes a toda América en general y en particular a Nueva España».

La publicación de los nueve tomos de El Gran Diccionario Hístórico o Miscellanea curiosa de la Historia Sagrada y Profana pudo hacerse. por fin, en París en 1753, veintitrés anos después de que se emprendiera la traducción. La obra no es únicamente histórica sino que. como recoge en su largo título, incluye también la Descripción de los Imperios, Reynos Repúblicas Provincias Ciudades Islas, Montañas, Ríos y otros lugares dignos de consideración de la antigua y nueva Geographia. Aunque está impresa en Francia está destinada al mercado español. Por e]lo se señala que está ampliada con muchos nuevos artículos «de Historia y Geographía, que dicen alguna relación con los Reynos de España e Indias» y se advierte, además, que «con la mas escrupulosa atención hemos excluido de este Diccionario todo quanto pudiese ofender a la Nación a quien va destinado; y sobre punto de Religión hemos mirado a no admitir cosa contraria a la sana Doctrina de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana»

En lo que respecta a su contenido geográfico, el Diccionario de Moreri sigue las pautas habituales en este tipo de obras. La descripción de cada país incluye siempre la situación, el nombre antiguo y moderno y las calidades del suelo con especial alusión a los accidentes orográficos y datos sobre el «temple» de las provincias. Valga como ejemplo el caso de Persia, sobre la que se indica que

«se halla situada debajo de la zona templada. y la divide una cadena do montañas como el Apenino en Italia Las provincias que estos montos cubren de la banda del norte son muy cálidas, poro las otras que los tienen al mediodia gozan de ayre mas templado»

Siguen luego datos sobre propiedades y costumbres de ese pueblo, la lengua y el calendario, el gobierno. la religión y la cronología de los reyes, finalizando con una relación de autores que tratan de dicho país. Se incluyen también en el Diccionario descripciones histórico-monumentales de las principales ciudades y se presta atención a las relaciones de nuevos viajes de exploración. Por ejemplo en el artículo «China» se hace referencia a la nueva derrota para el viaje a China, dando noticias de la ruta abierta por los rusos desde Moscú a Pekín por tierra.

La ampliación de Miravell sigue en todo las normas de la descripción de países, poniendo todavía más énfasis, sí cabe, en los datos históricos, debido a la formación del adaptador. Puede servir de prueba la disposición de temas que se incluyen en el largo artículo sobre «España» (31). Sucesivamente se van tratando en él la situación. la extensión ríos y montañas, calidades y minas de España, por lo que hace referencia a los aspectos de geografía física. Luego se estudian el genio y propiedades de los habitantes, los pueblos que habitaron España a lo largo de la historia y su gobierno, los estados y órdenes, la religión y la Era de España el estado eclesiástico, el establecimiento, progreso y división antigua de España, en la parte que podríamos considerar más específicamente histórica. Por último, en lo que se refiere a la organización moderna, se pasa revista a la casa y corte del rey y de la reina; al sistema de gobierno y los empleos; las diferentes jurisdicciones y consejos; las universidades y la forma como se asciende a los empleos de las judicaturas; los príncipes de la sangre o infantes de España; los grandes, los vasallos y las prerrogativas de la grandeza. los ducados, condados y marquesados; el comercio y la moneda; la nobleza, las órdenes militares; las Cortes; las principales rentas del rey y la serie cronológica de los reyes de España, finalizando con una relación de los autores que han hablado de este país.

A pesar de los problemas editoriales que planteó, la labor de Miravell es digna de destacar, ya que no se limitó a la simple traducción del original. sino que realizó también una labor de crítica histórica de los datos En la censura de la obra -fechada en 1734- Medrano afirma que el traductor ha hecho «adiciones tan eruditas y copiosas que le ofrece mucho mas enriquecido que estaba en su original». Si tenemos en cuenta, además, las aportaciones de los corresponsales españoles antes citados, puede afirmarse que aun siendo una obra extranjera, la edición castellana del Diccionario de Moreri puede incluirse también entre las aportaciones de la crítica histórica española del siglo XVIII.
 

La versión del Diccionario de Echard por La Serna

El más difundido diccionario geográfico español del sigo XVIII fue el que en 1750 publicó Juan de la Serna, objeto luego de nuevas ediciones, ampliaciones y correcciones durante la segunda mitad del siglo.

La obra editada por La Serna era una traducción desde el francés de un diccionario publicado primitivamente en inglés por el prelado británico Laurence Echard (o Eachard) que vivió entre 1671 y 1730. Traductor de Plauto y Terencio, la actividad intelectual de este clérigo se dedicó esencialmente a la historia, publicando una historia romana (1699 y 1707, traducida al francés en 1728 en 16 vols.), una historia general eclesiástica (1702) y una historia de Inglaterra (1707-1718, 3 vols.), que ha sido considerada la mejor que se tuvo antes de la de Hume»(33). Echard fue también autor de dos obras de interés geográfico; una descripción corográfica de Irlanda (An exact description of Ireland: chorographically surveying of all its Provinces and Counties, Londres, 1691) un compendio de geografía (A most compleat Cornpendium of Geography, General and Special) y un diccionario geográfico para ayuda de gaceteros (The Gazetter's; or Newsman interpreter; beeing a geographical index of all the considerable cities, Bishopsricks, Universities... in Europe, 1ª ed. Londres, 1691) (35). El éxito de esta obra en Inglaterra parece haber sido muy grande pues en 1703 se publicaba ya la sexta edición, dos años más tarde la octava y en 1744 se llegaba a la decimosexta.

El éxito del diccionario se vio asegurado, sin duda, por el carácter manual de la obra que la hacia mucho más accesible y manejable que los grandes diccionarios. Esos diccionarios portátiles o manuales empezaron a realizarse en la segunda mitad del siglo XVII, y facilitaban la enseñanza de la historia, la lectura de los diarios e, incluso, el viaje agradable e instruido.

En Francia existía un mercado para estas obras desde la aparición del ABC du Monde de Duval (1658). El diccionario de Echard fue traducido al francés por el sacerdote Jean Baptiste Ladvocat (1709-1765), bibliotecario de la Sorbona y profesor de hebreo y Sagrada Escritura, el cual lo editó bajo el pseudónimo de Vosgien (por su origen vosgo) con el título de Dictionnaire geographigue portatif (Paris, 1747) (36), a partir de la 13ª edición inglesa de 1730. El éxito fue también inmediato, y en 1786 se alcanzaba ya la 15 edición francesa (37).

Esta fue la obra elegida, con buen criterio, por La Serna para su traducción al castellano. Se publicó «con la esperanza de que será muy útil a todos los que gustan leer los Viages, Relaciones e Historias Modernas. cuya inteligencia sería difícil al que no estuviere muy versado en la Geografía sin el recurso a este Diccionario". El mismo título informaba de forma precisa del contenido y utilidad de la obra: Diccionario Geográfico o Descripción de todos los Reynos, Provincias, Islas, Patriarchados, Obispados, Ducados, Condados, Marquesados, Ciudades, Imperiales y Anseáticas, Puertos, Fortalezas, Ciudades y otros lugares considerables de las Quatro Partes del Mundo, con la noticia de los Reynos, Provincias y Territorios en que se hallan, los Principes de quienes dependen, los Rios, Bahías, Mares, Montes, etc. junto a los quales estan situados; su distancia en leguas Francesas de los Pueblos mas considerables cercanos, las patrias de las personas ilustres, los sitios más famosos que las Plazas han sostenido, los lugares donde se han dado las principales Batallas, con la longitud y latitud de todos los dichos Reynos, Ciudades etc., según los mejores Mapas, y una breve noticia de su abundancia, comercio, genio. etc. Obra útil para la inteligencia de la Historia moderna y negocios presentes.

La obra se publicó en 1760 (38) con censuras, aprobaciones y privilegios que la saludaban como una aportación importante a los esfuerzos que entonces se hacían para la renovación de la ciencia española. El Bibliotecario del Rey, Manuel Martinez Pigarrón, alabó tanto a ja obra francesa, señalando que había sido muy valorada por los padres de Trevoux en 1747, como la traducción castellana, y recomendaba que «se dé a Don Juan la Licencia que solicita»; mientras que el jesuita Tomás Serrano, catedrático de Artes de la universidad de Gandía (39), consideraba asimismo que el traductor era acreedor de la licencia, y «también de las gracias de todos los que se interesan en el adelantamiento de las buenas letras, que en nuestros días vemos felizmente renacer en España». E! interés de la traducción de un Diccionario geográfico se consideraba grande, tanto por presentarse en forma de diccionario, «a mas acomodada al genio de este siglo», como por la materia que trataba, tan agradable al público y, al mismo tiempo, útil y necesaria al historiador que no desee caminar a ciegas «sin atar los sucesos históricos a los lugares». El padre Serrano cree que la traducción del diccionario es una muestra del esfuerzo que se realiza y con el que en breve se han de ver engastadas en nuestra lengua todas las Artes y Ciencias», y afirma además que con la versión de La Serna la geografía «se ve de nuevo restituida a su país», ya que ésta es una ciencia «en cierto modo natural a nuestra España», que había dado en la antigüedad la figura de Pomponio Mela, reconocido según él, como el Padre de la Geografía por los latinos.

Realmente los elogios eran desmedidos y son solo una pruebe de la indigencia del panorama científico español de la época. La obra traducida era simplemente un diccionario manual para el gran público, y el traductor reconocía -es difícil decir si modesta o avisadamente- errores e insuficiencias que, efectivamente existían. La Serna no está seguro de haber acertado en la traducción de topónimos y en la ortografía adecuada aunque se excusa alegando varias razones, a saber: lo poco que hay escrito en castellano en materia de geografía: la reducida utilidad de los diccionarios por estar en francés (La Martinière) o en latín (Baudrand); la escasa autoridad que hay que conceder a los atlas (citando los de Jansonio, y Guistiniani); y el reducido número de nombres de lugares que incluye la que «acaso es la mejor obra de Geographía que hay en nuestra lengua», el Espejo Geográphico de Hurtado de Mendoza (40).

La parte española aparece ampliada, pero no se indican las fuentes de las noticias y de ninguno de los lugares añadidos el traductor se atreve a dar la posición astronómica para no exponerse a errar ante la inexactitud de los mapas existentes. La labor de adaptación es tan escasa que ni siquiera se hace un esfuerzo para convertir las medidas francesas a las españolas. Por último, aunque en los elogios de las censuras y aprobaciones se ensalza la obra como muy útil para los historiadores, el traductor, sin duda inseguro de los datos históricos que contiene advierte a los que pudieran sentirse tentados de hacer reparos que tengan presente «la idea, el fin y méthodo de esta obra, que no es de Historia, sino Summa Geográphica de todo el Mundo» (41).

A pesar de sus insuficiencias, la edición se agotó en poco tiempo. La explicación que dieron los editores atribuyó luego el éxito a « la falta que teníamos de estas obras en nuestra lengua, su utilidad por la materia, La comodidad por su manejo, y finalmente el gusto dominante del siglo, por todo lo que puede concurrir a hacer más inteligibles las Historias modernas, y las Gacetas; todo esto ha sido causa de su pronto despacho» (42).

La segunda edición publicada en 1763 contaba con unas 5.000 voces nuevas y añadía un gran número de lugares de España «que faltan en el Francés y en la traducción de D. Juan de La Serna», añadiendo también en ellos «algunas noticias especiales correspondientes a la Historia, producciones, etc. de los lugares, número de vecinos, señor al que pertenecen» (43). La obra que sirvió de base para la corrección de los datos españoles fue, sobre todo, la Población general de España de Rodrigo Méndez Silva, cuya primera edición se había publicado hacía más de un siglo (1648).

La tercera edición se publicó en 1772 y se reeditó en 1773 y 1782. En esta última se indica todavía que la obra de Méndez Silva «ha servido de guía para la descripción de la Geografía de España», afirmando que con ella se han podido corregir en los mapas antiguos de la Península numerosos errores «que el sabio Méndez Silva hizo patentes», y se valora dicha obra como muy superior a las de Lomsol, Roman, Gaspar Terreyros y Antonio Vasconcellos, autores todos del siglo anterior. La única insuficiencia que los editores encuentran en la obra de Méndez Silva es que «no ha podido servir para señalar los grados de longitud y latitud». En lo que respecta a América, la puesta al día del Diccionario se efectuó utilizando los mapas da América y Filipinas de Pedro Maldonado, Pedro Murillo Velarde, y León, así como el Theatro Americano de José Antonio Villaseñor (1746), aunque con referencia a las Indias se reconoce que « la diminuta y defectuosa descripción que tenemos de aquellos vastísimos Países" es la causa de la imperfecta y mal formada idea que nos dan los extranjeros en sus mapas, proponiéndose los editores ampliar estas noticias en ediciones futuras»

Todos estos datos muestran hasta qué punto la edición de La Serna fue una obra que, aparte de la misma traducción aportó poco a la geografía española del siglo XVIII, limitándose las ampliaciones y modificaciones a simples correcciones realizadas a partir de autores totalmente superados. Incluso puede decirse que, con respecto a la edición francesa, la obra tenía un menor contenido informativo, ya que en la española se redujeron gran número de cifras porque «hacen incómoda la lectura y porque era preciso por esto havernos valido de una letra muy pequeña, que fatigase la vista. Además -añaden los editores- de que nuestro papel es menos delgado que el extrangero y debe por consiguiente hacer mucho más voluminoso cualquier libro» (44).

Las correcciones al Diccionario de La Serna

Las manifiestas insuficiencias, e incluso el gran número de errores, del Diccionario Geográfico Universal en su edición por La Serna, unido a la gran aceptación de que esta obra gozaba, hicieron aconsejable proceder a una profunda revisión de ella, la cual fue encargada al historiador Antonio de Capmany y Montpalau. De esta forma se preparó la 4ª edición del Diccionario, publicada en 1703 a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros, y cuyo autor ocultó su nombre completo y habitual bajo el de Antonio de Montpalau. (45)

Desde el principio se reconoce que esa nueva edición corregida está destinada a colmar las deficiencias de las anteriores:

«La Real Compañía de Impresores y Libreros -se afirma en el Prólogo, persuadida de lo mucho que importa el conocimiento universal de la Geografía, para la instrucción de toda clase de personas, y de la falta que padece la Nación de una obra Manual que con orden, claridad y exactitud facilite útiles curiosas y verídicas noticias: ha ercido hacer un nuevo servicio al público, aunque lo juzgue como una deuda, ofreciéndole esta nueva edición del Diccionario Geografico. La escasez que había de esta obra después de la 3ª reimpresión y las muchas equivocaciones y erratas que se habían notado por falta de exactitud en las cosas y en las voces, hicieron necesaria y executiva una nueva publicación, corregida y enmendada con inteligencia y esmero, aumentada con nuevos artículos y enriquecida de noticias mas seguras e instructivas»

Se añade, además que al tiempo que se trabajaba en la corrección del diccionario «se encontró que los yerros y equivocaciones eran infinitamente más que los que se habían creído", por lo que hubo que hacer un gran trabajo de corrección, añadiendo «casi tantas líneas de enmiendas quantas eran las impresas».

En total, se afirma que se añadieron para esa nueva edición más de 400 artículos nuevos, y se rehicieron con mejores noticias y descripciones cerca de dos mil artículos más, ascendiendo el número de los artículos casi refundidos del todo a otros dos mil. Entre los artículos refundidos se encuentran todos los de España respecto a la cual se añadieron unos 200 nuevos, aunque advierten los editores que no se encontrarán en el diccionario todos los pueblos de la Península, porque este es «un trabajo inmenso, superior a las fuerzas de un solo hombre, imposible de desempeñar bien sin los auxilios inmediatos y eficaces del Gobierno», y se recuerda que esa empresa corresponde en realidad a un Diccionario general de la geografía particular de España, como el que estaba ya realizando en esas fechas la Academia de la Historia.

La 4ª edición del diccionario, primera de las que revisó Capmany, apareció «corregida y enmendada» como hemos dicho en 1783. y se hizo a partir de las anteriores españolas y de la francesa de 1772. además de utilizar «otras obras modernas de Viages. Descripciones e Historias políticas de verídicos escritores Ingleses, Franceses, y Alemanes, de gran mérito y utilidad".

La publicación de esta edición corregida debió de producir grandes resquemores, por las afirmaciones que se hacían en el prólogo. A ellas alude Capmany tres años más tarde en una obra distinta, en la que escribe;

«El editor de esta Obra es el mismo que publicó en 1783 el Diccionario Geográfico Universal, corregido y añadido en tres tomos(47) cuyo prólogo, donde se da razón de las correcciones, enmiendas y addiciones nuevamente hechas en aquella reimpresión, causó un dolor de estomago tan rabioso a cierta persona caracterizada de esta corte, que para desahogar su enojo con indulgencia muy christiana le fulminó, sin conocerle de vista ni de nombre en una tienda pública la sentencia de ser quemado en la plaza con su mismo Prólogo. ¿Quien podía presumir que una obra de Geografía, tan fría e indiferente como de Aritmética para excitar el odio, la envidia o la indignación; donde no se censuran ni comparan naciones, pueblos, religiones, comunidades, escuelas, personas ni clase alguna del Estado, eclesiástica, civil ni militar ¿había de inflamar la sangre de un religioso de condecoración, hasta olvidarse de todo punto de la mansedumbre sacerdotal y humildad evangélica que prometió profesar...?».

Las razones de que se impugnara el prólogo como «escandaloso y provocativo las atribuye Capmany a que el crítico aludido «no lo hallé cortado por el molde de los Prólogos de munición que suelen llevar los libros de surtido» (48)

Realmente la dureza de los juicios que se hacían en dicho prólogo no era corriente. En él se aseguraba que en las tres primeras ediciones el Diccionario Geográfico estaba «tan plagado de defectos y equivocaciones que apenas había palabra que no fuese un yerro, o de imprenta, o de ortografía o de ignorancia"; y que a pesar de haber conocido tres reimpresiones, tenía "la desgracia de que en ninguna los editores entendieran la lengua que traducían" ni parece que supieran la que hablaban, o estaban desnudos de noticias políticas y topográficas de países extranjeros» (49).

Pero las críticas que hacía Capmany de la edición de La Serna estaban plenamente justificadas, al menos desde la perspectiva temporal en que él escribía. El Diccionario necesitaba una urgente revisión. Y la labor que en este sentido realizó Capmany fue tan profunda que dio lugar, en realidad, a una obra nueva, de indudable valor, y cuyo mérito ha de recaer plenamente en el gran historiador español.

La lectura detenida de diversos artículos de uno y otro diccionario muestra la importancia de la aportación de Capmany, al que sin duda hay que situar, por ésta y alguna otra de sus obras, África.

En la traducción de La Serna se trata de un breve artículo traducido todo él del francés(50) y en el que, tras dar los datos habituales de situación y extensión, se informa de que

«está situada en la mayor parte baxo la zona tórrida, lo que es causa del excesivo calor del ayre en algunos parages. Es fértil en las costas donde se encuentran frutos excelentes y plantas maravillosas. Son sus animales muy gruesos y de una carne delicada Hay en algunos territorios minas de oro, plata y sal. Tiene casi en el medio o Centro inmensos arenales, abrasados de sol, bestias feroces que no se encuentran en otras Regiones y desiertos casi inhabitables. El Nilo y el Negro [es la traducción que hace La Serna del Niger] son sus ríos mas principales, y el Atlas el mayor de sus montes. Los Africanos componen tres especies de Pueblos: unos habitan en Ciudades: otros en Tiendas de campaña: y los restantes andan errantes sin habitación fixa. Los Mahometanos e Idólatras ocupan la mayor parte y las restantes los Christianos, Descubrieron los Portugueses el terreno que hay desde los 16 grados de la Línea hasta el Cabo de Buena Esperanza. M. de Lisle divide el Africa en partes que son: El Egypto, Berbería, Guinea, Congo, Cafrería, Abisinia, Nubia Nigricia y las islas que la rodean. Su longitud es de 1 g. 71, su lat. Merid. 1-35; lat. Sept. 1-37 g." (51)

Capmany realiza, en cambio, un artículo mucho más extenso, en el que también comienza con los datos habituales de situación, límites y superficie. Pero luego, tras señalar que el interior de Africa es poco conocido realiza la descripción del continente siguiendo las costas de norte a occidente, indicando los reinos que en ellas se encuentran, sus habitantes calidades del terreno y producciones,con mucha mayor precisión. Así

«Entre el río Volta y el Calbary la costa es llana, fértil bien poblada y bien cultivada, lo que no suceda asi en el Pais que se extiende desde Calbary hasta el río Gabón, el cual está cubierto enteramente de espesas selvas, habitadas mas por fieras que por hombres, en cuyo suelo arenisco ningún etecto causar las copiosas lluvias muy frecuentes bajo el Equador. Al Sur de la línea, y hasta el Zaire la costa presenta una vista agradable; pues baja por un declive insensible, donde se ven campos cultivados mezclados de bosques siempre verdes, y grandes palmares. Desde Zaire hasta Coanza, y aun mas allá, la costa es comunmente elevada y escarpada En su interior se encuentra una llanura cuyo suelo de arena gruesa es bastante fértil. Un poco más allá de Coanza empieza un País estéril que tiene mas de 200 leguas de extensión y remata en los Hotentotes. En este largo espacio no se conocen otros habitantes que los Cimbebos con los quales no se tiene comunicación alguna".

Da luego datos sobre religión de los pueblos, extensión del mahometanismo, difusión del cristianismo, supersticiones e idolatrías de los pueblos del interior, casas, mobiliario, vestido artes y cultivos de los habitantes, relación de ríos y montes. Y acaba el artículo con unos datos que prueban que también Capmany utilizó libremente el diccionario que criticaba, pues reproducen literalmente la parte final del artículo de Vosgien y La Serna, sobre tipos de pueblos africanos (los que habitan en Ciudades, tiendas y errantes),. división de África por De L'Isle y cifras de latitud y longitud.

La comparación de una y otra edición muestra bien las novedades introducidas por Capmany. La fidelidad de La Serna al original anglo-francés es sustituida ahora por una información más rica y precisa, que trata de evitar descripciones retóricas y busca un mayor rigor en los datos. Es lo que imponía el tiempo transcurrido y lo que permitía además la personalidad del nuevo autor.

La 4ª edición del Diccionario se vendió lentamente, a lo largo de un decenio. Sin embargo diez años más tarde el interés por este tipo de obras debió de aumentar fuertemente pues en solo tres años, de 1793 a 1795, aparecieron cuatro ediciones distintas. Con el nombra de Antonio de Montpalau aparecieron una quinta edición en 1793 y una 6ª en 1794. Esta última estaba acompañada de una Adición realizada por Francisco Peré y Casado, el cual la publicó también de forma independiente. Finalmente, en 1795 apareció otra 6ª edición «corregida y añadida» por Antonio Vegas. Sin duda, la avidez de noticias geográficas provocada por la guerra entre España y Francia tuvo mucho que ver con este repentino interés por los diccionarios geográficos.

El motivo de la labor de Peré y Casado está otra vez relacionado con los defectos observados en las ediciones anteriores. El autor, que se presenta como un estudioso de la geografía, afirma que esta ciencia es "uno de los primeros estudios que desde los primeros años de mi juventud me han llevado la atención» y manifiesta una fuerte critica a Capmany y a los editores por no haber cumplido las promesas hechas en el prólogo de 1783 de mejorar mas aun el diccionario en sucesivas ediciones Este incumplimiento es tanto mas grave cuanto que en realidad ése era el único diccionario geográfico disponible en castellano pero muestra que eran, de hecho, intereses comerciales y de oportunidad los que primaban en esas precipitadas reediciones "como esta obra de 1783 mediante su corrección tiene mas mérito que las anteriores -escribe Peré y Casado- en poco tiempo logró la Compañía vender todos sus ejemplares; y habiendo mediado diez años en cuyo espacio esperábamos se verificase lo prometido en dicho prologo, hace quinta edición, y en seguida sexta sin aumento alguno, cuya novedad ha sido sensible a los curiosos, que desean por este medio adquirir conocimientos que por otro son difíciles" (52)

Peré y Casado era oficial de la contaduría del Marqués de Bélgida (53) y abordó la tarea de completar el diccionario por su propia iniciativa, "persuadido que la Compañía ocupada en asuntos de mayor atención no habrá podido completar sus deseos y los del publico a fin de que este no carezca de lo que tanto apetece». Realizó una adicción dividida en tres partes. de manera semejante a como estaban los tomos ya publicados, con el fin de que pudiera fácilmente añadirse a cada uno de ellos. Efectivamente, esto se hizo en algunas impresiones (54), pero también fue publicado de forma independiente. La novedad del trabajo de Peré radica esencialmente, además de la información que añade, en citar cuidadosamente al final de cada artículo las obras utilizadas. Por este cuidado podemos conocer que utilizó ampliamente los grandes diccionarios históricos y geográficos existentes (los de Ferrari, Baudrard. Moreri, Maty, Corneille, La Martiniére, Simler...); obras de geografía general o universal (Duval, Ortelio, De la Croix, Sanson...); obras de topografía y corografía (Carvallo, Corografia portuguesa; Baillet, Topografía, Davity, Arabia Felix; Gaspar Fructuoso y el P. Cordeiro: Historia das Ilhas...); relaciones de viajes (Presser Oleario, Tavernier Dampier, Heberlot...); estudios sobre las antigüedades de diversas regiones (Duchesne: Antiguedades de las ciudades de Tracia...) y obras históricas y geográficas sobre España (Argensola, Espinosa, Alvarez de Colmenar, Estrada..).

El mismo impulso que tuvo Peré y Casado ante la edición de 1793 fue sin duda el que movió a Antonio Vegas para corregir y ampliar el diccionario geográfico, prestando en este caso atención particular a España. La prolongación del título ya indica esta novedad, pues al principal se añade ahora que se trata de la Sexta Edición, Corregida y añadida en lo que corresponde a España la división de sus Provincias, así en general como en Particular: la población de cada una y número de las Ciudades, Villas, Lugares, Aldeas, Iglesias, Concejos y Despoblados, con otras muchas singularidades concernientes a la Geografía de España (55).

La necesidad de esta ampliación de datos españoles se justifica por la ignorancia que tienen los extranjeros y por consiguiente la obra original de Echard y de Vosgien acerca de nuestro país:

«en la Geografía Española no es de estrañar que Echard no tuviese noticia, y si la tuvo fuese tan corta corno se vió en su edición inglesa. y también en la traducción en Francés: por haber sido pocos los viageros estrangeros que han venido a investigar la población y situación de las Provincias en España: y si han venido algunos ha sido a menospreciarla. y ocultar la verdad de lo que vieron y observaron. De una y otra cosa ha nacido la incertidumbre de la población de España en las Cartas Geográficas que han hecho los estrangeros, y en sus Diccionarios o Historias Generales en que les ha sido preciso tratar de esta Nación como una de las más principales Monarquías del Mundo. En la Chorografía histórica han hecho lo mismo, procurando envilecer lo máximo que encierra de si esta hermosa, rica y abundante Península de España" (56)

Alude Vegas también a las insuficiencias que existen respecto a España en los diccionarios extranjeros acerca de la población de los pueblos y ciudades de España, aunque reconoce que «no es fácil la averiguación cierta y verdadera de una población tan dilatada como la de España, en que se cuentan 18.716 pueblos grandes, medianos y pequeños»

Es interesante observar cuáles son los autores y viajeros "mas modernos y mas ciertos" que utiliza para su puesta al día del diccionario. Ante todo, y de forma esencial, Don Antonio Ponz, del que afirma que en su viaje «nos dexó un original verídico de la situación y estado en que encontró la población de este Reyno», considerando a este autor como «el mas moderno y desinteresado, y que habla con la mayor propiedad, dando a cada cosa su valor". También afirma haber tenido en cuenta «el Nomenclator o Diccionario de la población que España tiene, que se formó según las Relaciones originales de los intendentes de las Provincias del Reyno por Orden particular de S. M. que se les comunicó en 1785 y se publicaron en 1784», añadiendo datos sobre señoríos, jurisdicción ordinaria a que pertenecen los pueblos, tribunales, puentes, etc.

Todavía se publicó en 1806 una nueva edición (la séptima se indica, pero en realidad la octava o novena, por lo que antes hemos dicho) del Diccionario Geográfico Universal. De esta manera, el viejo diccionario de Echard, compuesto originalmente en 1691 facilitó el armazón primero sobre el que sucesivas correcciones y añadidos fueron realizándose durante más de un siglo por diferentes autores, poniendo al día sucesivamente lo que seguramente fue la más popular obra geográfica de la segunda mitad del siglo XVIII en España. Como con una bella imagen decía Capmany en su edición de 1794, esta obra «es semejante a un gran río, que después de haber recibido en un curso de 500 leguas las aguas de otros innumerables, conserva en el parage donde se pierde en el océano el nombre que tomó en su pobre nacimiento" (57)

A lo largo de su vida el diccionario fue afirmándose cada vez más como un almacén ordenado de topónimos, excluyendo las definiciones de términos geográficos y evitando cualquier tentación de transformarlo en un sustituto de un tratado sistemático de geografía. Antonio de Capmany advertía en la sexta edición que

"se ha descargado esta reimpresión de las voces científicas de la Cosmografía como son Zona, Clima,Trópico, Polo, Meridiano, Longitud, etc,que por ningún título pueden entrar en la colección alfabética de las descripciones de los paises, mares y lugares porque un Diccionario Geográfico no es un tratado de Geografía. Asimsmo se han quitado los nombres generales descriptivos de objetos indeterminados como son: Cabo, Banco, Golfo, Istmo, etc ya que «estas primeras nociones se deban presuponer a las personas que usan un Diccionario: y quando no se considerase asi no les pertenece lugar en el cuerpo de la obra, sino en un Tratado preliminar".

Para Capmany, la redacción de ese tratado es innecesario porque «este auxilio lo tiene ya el público en los Tratados de Geografía del Padre Mtro. Florez y de D. Tomas López» (58).

Con todas sus limitaciones, la versión castellana del diccionario de Echard y Vosgien facilitó la información fundamental de este tipo al público español. Como decía Capmany en 1794, su éxito extraordinario no ha de atribuirse a su perfección «sino en quanto se compare con otro imperfectísimo el de la Serna: ni por útil y necesario sino en quanto es el único que tiene el público Español en su idioma» (59).
 
 

El diccionario geográfico de América por Alcedo

Mayor interés que los anteriormente citados poseen como aportación española específica a la geografía del siglo XVIII los diccionarios geográficos dedicados a la geografía de América. Sobresale entre ellos por su importancia el realizado por José Alcedo (l786-89).

El Diccionario Geográfico de América (1785-89) de José Alcedo es, sin duda, una destacada aportación española al conocimiento de América en un momento en que el interés por ese continente se había acrecentado en toda Europa como resultado de la independencia de los Estados Unidos. y de la creciente toma de conciencia del interés económico de aquellas tierras «La Historia de Indias -escribe Alcedo- se ha hecho de algún tiempo a esta parte objeto de estudio y el interés de todas las naciones europeas, por el deseo de instruirse en la geografía costumbres, producciones y navegación de aquellos climas, como medios precisos para fomentar el comercio a que aspiran todos cuantos conocen la dependencia y relación en que la variedad de los tiempos y el estado político de Europa, han constituido esta parte del mundo de aquella, mirándola como fuente de riqueza». A ello se une «la necesidad que han introducido el lujo y la costumbre de algunas producciones de América, como cacao, grana, tabaco, lana de vicuña, y la utilidad de muchos específicos de singular virtud para curar enfermedades, como quina, jalapa...». Estas razones habían contribuido a que aumentara mucho en toda Europa el número de libros dedicados a aquel continente, y habían incrementado, si cabe, el interés do los extranjeros por las obras escritas en España acerca de él.

La composición del diccionario es para Alcedo una aportación a ese conocimiento, mediante un procedimiento más sencillo y realizable que el que supondría la redacción de un tratado sistemático sobre aquel territorio:

«Todas estas razones escribe pedían de justicia una Historia Universal de América, que reuniese cuarto hay en ella digno de noticia. asi de la historia civil, natural y eclesiástica, como de su geografía, producciones, comercio, navegación e interés de las naciones europeas; pero ya se ve cuán dificultosa empresa es esta y qué asunto tan complicado: menos arduo me parecía reducirla a Diccionario, como método mas propio, mayormente cuando está adoptado con tanta generalidad que ya no hay Arte ni ciencia que no tenga el suyo particular y aunque en muchos de ellos hay varios artículos pertenecientes a América, son tan diminutos. escasos de noticias e inexactos que con razón debe clamar el Nuevo Mundo por uno" (60).

Los motivos de que un militar como José de Alcedo (1735-1812) se decidiera a componer esta vasta obra son tanto personales como familiares Ante todo, conocía personalmente América, pues había nacido en Quito en 1735 y pasado los 17 primeros años de su vida en las Indias: solo en 1752 vino a España, ingresando en la Guardia real con el grado de alférez, siguiendo desde entonces la carrera militar. En ella alcanzó los grados de brigadier en 1792, gobernador militar de Alcira y luego mariscal de campo y gobernador de La Coruña, donde se encontraba al producirse la invasión napoleónica.

Pero el conocimiento directo de las Indias y el «haber corrido mucha parte de América y de sus islas», estaba unida en él a la posibilidad de «tener para la mayor exactitud de las noticias la voz viva de un ministro, que habiendo servido en aquellas regiones varios empleos de superior clase [...] por espacio de cuarenta años, logró adquirir una instrucción y conocimiento poco comunes que le constituyeron en la corte como el oráculo de América» Alcedo se refiere a su padre, Dionisio de Alsedo (O Alcedo) y Herrera (1690-1777), alto funcionario que fue también autor de numerosas obras geográficas e históricas sobre América (61).

Sin duda, la base del Diccionario fueron las noticias y papeles que le facilitó su padre, aunque José de Alcedo consultó también una amplia bibliografía, pues confiesa haber utilizado más de 300 libros sobre Indias, con los que compuso una Biblioteca Americana (62).

El Diccionario de Alcedo, publicado en 5 volúmenes entre 1786 1789, tuvo una gran acogida. Su autor fue elegido miembro de la Academia de la Historia (1787) y los ejemplares tuvieron una rápida salida. Su éxito fue tan grande que el gobierno inquieto por la gran abundancia de las noticias que facilitaba prohibió su circulación y su exportación al extranjero, a pesar de lo cual se difundió ampliamente y fue objeto de traducciones al inglés (63).

A pesar de su redacción seca y esquemática, la riqueza de información facilitada por el Diccionario de Alcedo es realmente extraordinaria. Por ello es hoy una fuente insustituible para el estudio de la sociedad y la economía de la época e incluso para la historia de las ideas (64) .
 
 

El Diccionario Geográfico-Histórico de España de la Academia de la Historia

El proyecto más ambicioso de los que se abordaron en España en género de diccionarios durante el siglo XVIII fue el del Diccionario Geográfico-Histórico de España realizado por la Academia de la Historia.

La decisión de realizar este diccionario se tomó en mayo de 1766 cuando a partir de la colección de 10.150 cédulas geográficas reunidas por el académico Juan Manuel de la Parra, se acordó realizar un Indice General Geográfico de España, el cual «vistas las cosas a mejor luz en otras Juntas» se acordó luego convertir en un Diccionario Geográfico de España (65).

La documentación reunida por Parra tenía probablemente que ver con un proyecto abordado en 1746 para la confección de mapas de España al que nos hemos referido en otro lugar (66). Aunque la Academia desistió pronto de ese proyecto se reunieron gran número de materiales y memorias sobre geografía antigua y moderna de España, «hasta fin del año 1750, que se suspendió por la tercera y última vez». Más tarde, la Academia «volvió a tratar de acopiar o ilustrar copia de noticias de la antigüedad topográfica», siendo los avances que se realizaron en este sentido, los que «animaron a la Academia a tratar seriamente de la geografía moderna de España, reducida, a forma de Diccionario Universal» (67).

Hacia 1760 la tardanza en la realización de un Diccionario histórico y geográfico de España había pasado a ser objeto de comentario público y se consideraba un grave incumplimiento de lo establecido en los estatutos de la Academia y una prueba de la inoperancia de esta institución. Así en una obra satírica escrita en 1761, uno de los personajes se lamenta de que la Academia, distraída por trabajos de escaso interés, no hubiera prestado atención a «una obra tan útil y necesaria como el Diccionario Histórico universal Geográfico de España», e ironiza también sobre la escasa producción de la corporación en los veintitrés años transcurridos desde su fundación, afirmando que había oído decir «que el motivo de no publicar ninguna obra concerniente a la Historia era porque faltaba en España una Geografía exacta de aquel Reyno y que hasta tanto que no la huviesse no había que esperar ni Anales ni Diccionario» (68).

La decisión tomada en l766 supondría el comienzo de una larga serie de trabajos que, con notable irregularidad pero con continuidad de objetivos, se prolongaron durante el resto del siglo, y que dieron lugar a una ingente acumulación de informaciones utilizadas ocasionalmente para necesidades de gobierno y traducidas en resultados concretos -aunque parciales- a partir de principios del XIX. Vale la pena detenerse en este magno proyecto científico, cuyas vicisitudes se encuentran tan íntimamente relacionadas con las de la historia política y económica -por no decir científica- del país. El resumen efectuado en 1796 por la misma Academia de los trabajos realizados en torno al proyecto permite seguir paso a paso el largo e ilusionado esfuerzo de gestación de una ambiciosa obra científica, que al final resultaría fallida cuando estaba a punto de culminarse (69).

Los primeros esfuerzos de la Academia se orientaron a conseguir el apoyo real al proyecto, con el fin de obtener documentación gubernamental. En este sentido, se consideró desde el primer momento la posibilidad de utilizar la única Contribución o Catastro de Ensenada, de 1753, para la corona de Castilla y se encargó al Director de la Academia la recogida de noticias sobre la corona de Aragón y reino de Mallorca.

Pero los primeros intentos de conseguir e apoyo gubernamental dieron escaso fruto. De hecho, la Academia sólo contó en esos primeros años con sus propios medios, y el proyecto avanzó lentamente. En 1769 Parra presentó los dos índices topográficos que había formado, uno para los pueblos de la corona de Castilla y otro para los de Aragón: y aunque «con estos buenos principios crecían los deseos de llevar adelante esta grande empresa y la esperanza de que fructificara con el auxilio de todos los individuos, la realidad es que en los dos años siguientes sólo se reseña corno aportación al proyecto el acuerdo, tomado a propuesta del académico Miguel Casiri, de realizar también un vocabulario de topónimos árabes que fue encargado al mismo Casiri (70).

La situación cambió radicalmente poco después y la empresa del diccionario geográfico recibió un decisivo impulso en los años 1772 y 1773. La misma Academia reconoce que "hasta principios del año 1772 no recibió eficaz y general movimiento el Diccionario, que había padecido alguna interrupción o tibieza». Las causas de este repentino impulso están sin duda, relacionadas con el aumento de poder político de Campomanes, director de la Academia desde 1764, y que en esos años precisamente emergió como el personaje clave de la política española en sustitución del conde de Aranda. Inversamente, quizás no sea arriesgado atribuir a la oposición de Aranda al partido de los golillas el escaso eco que tuvieron las peticiones de ayuda real al proyecto durante el gobierno de este ministro (1766-1773).

Pedro Rodriguez de Campomanes, político que unía a su formación una gran capacidad científica, reflejada en numerosas publicaciones mostró siempre un gran interés por la historia y la geografía de España y fue autor de diversos trabajos de carácter mas o menos geográfico (71). Probablemente sea él el verdadero impulsor del proyecto de Diccionario geográfico, como parece demostrarlo el hecho de los primeros acuerdos en firme en ese sentido se tomaran muy poco después de ser nombrado Director de la Academia y la misma participación que tuvo en los años decisivos de 1772-73. Efectivamente, el mismo Campomanes en 1772 «presentó dos tomos manuscritos de carta magna que contenían por orden alfabético los pueblos de estos Reynos» y redactó también «en 21 artículos la instrucción para formar el Diccionario»: instrucción de la que se sacaron copias «para que, distribuidas entre los individuos académicos, y estos enterados de su objeto y naturaleza, eligiese cada uno la provincia de que quisiese encargarse". Todavía más, ese mismo año, «para alentar el trabajo y dar el primer exemplo leyó el mismo Director el estado general topográfico del valle de Aran". Todo lo cual parece indicar que debemos asociar el proyecto de Diccionario de España con la figura de Campomanes.

La Academia aceptó las ideas de su director aprovechando la oportunidad que ahora se presentaba, y consideró que la obra del diccionario «era por su naturaleza y por los auxilios que para formarla franqueaba S. M, la más útil y propia de los objetos del instituto». Los auxilio a que se hace referencia, obtenidos sin duda a través de Campomanes, fueron importantes, y no tardaron en llegar. En marzo de 1772 la Secretaría del Despacho de Hacienda recibía una real Orden para que facilitara a la Academia las noticias que necesitaba de la Unica Contribución, al tiempo que se ordenaba al prior del Escorial que facilitase los manuscritos relativos a geografía y población de España allá conservados. De acuerdo con esta última orden, se enviaron a la Academia las Relaciones Topográficas ordenadas por Felipe II, para sacar copia de ella, utilizándose el modelo del interrogatorio entonces usado para el plan del diccionario El mismo mes la Contaduría general de propios y arbitrios enviaba relaciones de los pueblos y vecindarios de cinco provincias En mayo de ese año se obtuvo «un estado que contenía las fundaciones, dignidades, canonicatos, prebendas y capellanías que tienen las iglesias metropolitanas de España». Tres meses más tarde llegaba la documentación remitida por el Intendente de Salamanca sobre el vecindario de las ciudades, pueblos y entidades de población de dicha provincia. En agosto de 1773 el secretario del tribunal de la Unica Contribución recibía una real orden del ministro de Hacienda «para franquear a la Academia las noticias de los documentos y diligencias de aquella operación».

Al mismo tiempo, la Academia intervenía activamente en el trabajo y se iban presentando por académicos de provincias memorias y noticias sobre pueblos y distritos «en virtud del plan impreso que se les había enviado». Se inició a la vez una operación de compra de libros españoles «que tratan de población» y de mapas impresos y originales y se trató de adquirir relaciones de descubrimientos de antigüedades de algunos pueblos. También se elaboró, en diciembre de l773 un catálogo de los libros impresos y manuscritos de carácter histórico y descripciones particulares de pueblos de España con el fin de adquirirlos para el proyecto del diccionario, «a cuyo fin -señala significativamente la Noticia que utilizamos- no se omitía entonces diligencia ni gasto en adquirir cuantos socorros y materiales puedan ayudar a la exactitud y complemento de los artículos de obra tan vasta». Se estableció también un modelo de las cédulas topográficas que debían elaborarse a partir de la Unica contribución y de otras fuentes acumuladas y «se repartieron las provincias y partidos entre los Académicos, con copia de la cédula descriptiva aprobada como norma general» empezándose en noviembre de 1773 la lectura de las primeras entregadas El proyecto parecía marchar a buen ritmo hacia su realización, y el Diccionario histórico y geográfico parecía ser entonces la empresa científica más importante de la institución.

A pesar de ello, en años sucesivos el plan entró en una fase de letargo «con motivo de haberse distraído la Academia en otros proyectos, que le robaron lo mas preciso del tiempo sin conseguir sus deseos». Solo en 1778 se volvió a establecer el turno semanal de lectura de las cédulas topográficas que se iban realizando a partir de la Única contribución.

A partir de 1782 parece renovarse otra vez la actividad en relación con el Diccionario geográfico de la Academia (72). En ese año se habían ya extractado los 514 tomos de las Respuestas a la única contribución, con lo que en esos datos quedaba completado el trabajo referente a Castilla. El problema radicaba en las informaciones de otros reinos a los que no se extendía el Catastro de Ensenada. Sobre Valencia se contó desde 1782 con la documentación entregada por José Castellano «después de haber leido las descripciones de las gobernaciones o partidos que contiene» dicho reino. Dos años más tarde se constituyó una junta para completar las noticias referentes a otros territorios. encargándose la redacción de las noticias y cédulas a los siguientes individuos: las de Navarra a Domingo Fernández Campomanes, que en aquel momento era ministro del Consejo en dicho reino; las de Guipúzcoa a Manuel de Aguirre: la de Vizcaya a José Joaquin Colón, corregidor de Bilbao; las de Mallorca al intendente Miguel Ximenez; las de Ibiza y Formentera a su Obispo Manuel Abad; las de Menorca al Conde de Cifuentes, comandante General de Baleares y las de las Islas Canarias al historiador José Viera y Cravijo. A todos ellos «se les enviaron instrucciones impresas, con encargo de remitir las historias particulares y los mapas que hubiese en cada provincia respectiva, ofreciéndose la Academia a costear las copias, quando no se encontrasen venales estas cartas».

La aportación de estos comisionados se tradujo en la redacción de memorias sobre los territorios asignados y en el envío de documentos y mapas obtenidos de los archivos; como. por ejemplo, los dos vecindarios de Navarra remitidos en 1785 por Fernndez Campomanes. Además de los citados enviaron también noticias, estados y manuscritos de los territorios 110 incluidos en la corona de Castilla, el fiscal de la Audiencia de Mallorca Antonio de Córdoba sobre dicha isla y Juan Ramis y el canónigo Carlos Posada sobre Menorca e Ibiza respectivamente: Pedro Jacinto Alava, Bernabe Egaña, Bartolomé Olaechea y Juan Manuel de Ituriza sobre el Pa´´is Vasco; Arias de Mon y Antonio Ranz Romanillos, oidores de la Audiencia de Aragón se encargaron de coordinar los trabajos sobre dicho reino y buscar las personas oportunas, consiguiendo la colaboración de Domingo Mariano Traggia, gobernador de Cervera de Alhama de Pedro Blequa, cura de Litera, y de Pedro Doz Espejo, gobernador de las minas del Collado en Teruel. Las informaciones sobre Cataluña parecen haber sido esencialmente bibliográficas, pues no se cita ningún corresponsal en el Principado, indicándose solamente en la Noticia que se adquirieron «diferentes libros, padrones y estados de sus poblaciones, vecindarios y producciones, así del tiempo antiguo como del moderno» Quizá Capmany se encargó de esta parte del trabajo.

Desde el primer momento el Diccionario se había concebido como una empresa ambiciosa para la que se buscaron por parte de la Academia todo tipo de medios y de colaboraciones. Como en él se habían de insertar las cartas particulares de cada provincia en su artículo respectivo» en 1784 se decidió «extender un índice de todos los mapas que había sueltos en la Academia o insertos en los libros así de los pertenecientes a la España antigua como a la moderna, para colocar en un Atlas todos los dispersos por orden alfabético de provincias», con el fin de poderlos utilizar al redactar las cédulas (73).

La búsqueda de colaboraciones exteriores y de canales apropiados para obtener noticias homogéneas fue una preocupación constante de la Academia, y así en 1788, como se experimentara «gran demora en muchas provincias en orden a las remesas de noticias, tantas veces encargadas y recomendadas» se acordó que el Director (Campomanes todavía) pidiera la colaboración de los Obispos en la obra del diccionario «esperando de dichos Señores Diocesanos contribuirían con todas las noticias conducentes al conocimiento de las divisiones de arcedianatos, arciprestazgos abadías, vicarías, y otras qualesquiera, con las noticias de sus respectivos pueblos . La petición no parece haber tenido mucho eco, pues solo se citan las contestaciones de los obispos de Tudela (Francisco Ramón de Larunibe), Santander (Rafael Mendez de Luarca) y Albarracín (José Constantino de Andino).

El año 1785 parece ser otro de los decisivos en la lenta elaboración del diccionario. En ese año se tenía acabado el extracto del catastro de 1753 y «empezó la Academia a recoger algún fruto de sus conatos y de los repetidos y eficaces oficios que había hecho circular por las provincias no sujetas a la Única contribución». Se podía ya empezar a pensar seriamente en la redacción de los artículos, lo que obligaba a una discusión sobre problemas de método y estilo. Por ello, se acordó solicitar «que cada uno de los académicos extendiesen las reflexiones que estimasen conducentes al mejor desempeño de la obra. Esta solicitud provocó inmediatas respuestas, entre las que se destacan las de los académicos Ramón Guevara y Melchor Gaspar de Jovellanos, que reflejan encontradas opiniones sobre lo que había de ser el Diccionario.

El discurso de Guevara, pronunciado en Julio de 1785 (74), se preocupa de la articulación de las diversas partes de la obra, y considera que los artículos deben redactarse «formando un todo regular y sintético cuyas partes se esclarezcan y refuercen mutuamente»; el modelo que se propone es el de la Enciclopedia Británica de 1772, en el cual se establece bien «el enlace científico y la cadena enciclopédica que es lo que faltaba en la Enciclopedia francesa». Guevara concibe el diccionario como una compilación breve (3 o 4 tomos) sistematizada y critica, cuya virtud principal radicaría en el juicio y coordinación de los artículos, de forma que «aun siendo las cosas que digamos sabidas, tomen aquí un mapa o conjunto enteramente nuevo y mas estimable que sus fuentes mismas». La obra debería incluir partes de geografía física a cargo de Tomás López; descripción de costas, para lo que se cita como modelo el Neptuno Francés: y resúmenes del estado interno económico de cada provincia según lo que acababa de hacer Necker en su obra sobre la hacienda de Francia.

Muy distinta es la opinión de Jovellanos. Este centró la atención de su informe en «el lenguaje y estilo propio del Diccionario geográfico» (75), aspecto que considera importante por vivir «en un siglo en el que la singularidad, la solidez y el orden de la doctrina no bastan para hacer recomendable una obra, si su estilo no tiene toda la claridad, toda la exactitud, y principalmente toda la analogía y proporción convenientes a la naturaleza de su objeto». De entre todos los géneros literarios las descripciones requieren un estilo peculiar, «un estilo, afirma, que presente los objetos a la imaginación, y que los grabe en la memoria; un estilo cuyo fin no tanto sea convencer y persuadir como instruir y deleitar». Este estilo es particularmente necesario en una facultad como la geografía «porque abraza tantos objetos como la naturaleza, y su oficio no es otro que el de describimos y pintarlas». Esta concepción de la geografía, explica la idea que Jovellanos se hace de la tarea que corresponde al geógrafo: «el oficio del geógrafo es presentar a sus lectores una idea la mas viva y completa que sea posible de los países que describe, excitando en su imaginación y grabando en su memoria aquella misma sensación que imprimiría en ellos la vista material de los objetos».

El discurso de Jovellanos ofrece un gran interés por reflejar una concepción de la geografía que debía de ser dominante en el momento que escribía. La Geografía se considera que está «compuesta por la mayor parte de nombres propios muchas veces comunes e innobles, y no pocas extravagantes y exóticos; de nombres insignificantes, siempre ingratos a la imaginación y al oído, y precisada a retratar unos objetos casi siempre parecidos, y pocas veces nuevos y agradables». Por ello, solo las gracias del estilo y su carácter en cierto modo poético podrían hacer llevadera la sequedad de su estudio.

Los problemas del estilo geográfico se agudizan, según Jovellanos, en una obra que ha de incluir artículos tan múltiples y heterogéneos como un diccionario, el cual «según lo acordado», «además de la geografía física y civil debe abrazar también la geografía económica y política de la nación» La única solución a los problemas que se plantean le parece a Jovellanos que es la de atribuir la redacción final de los artículos a un corto número de personas que den a la multiplicidad de noticias recogidas por manos diversas un estilo conciso, uniforme y agradable, como el de Pomponio Mela, cuyas obras originales y las versiones castellanas de Tribaldos y Salas recomienda a los académicos como modelo a seguir.

Los problemas de coordinación y uniformidad a que aludían los discursos de Guevara y de Jovellanos eran realmente grandes en la obra del diccionario, y aparecieron como graves en aquellos años. La narración se vuelve casi un cuento de Borges. La instrucción de 1772 seguía siendo la guía fundamental de los trabajos, pero eso planteaban numerosos problemas por las muchas repeticiones y por las sucesivas discusiones y dictámenes. Como reconocía la misma Academia en 1796 (76), «La multiplicidad y complicación de estas reglas, formadas en diferentes épocas, las unas repetidas, y las otras embebidas en las posteriores han llegado al fin a hacer difuso, obscuro y casi fastidioso el plan de estos cánones, por haberse buscado, con riesgo de contradecirse, siempre lo más perfecto".

Para resolver los problemas de coordinación se decidió en 1792 constituir dentro de la misma Academia la Sala de Geografía «destinada para trabajar y coordinar alfabéticamente todas las cédulas, extractos, apuntamientos y noticias tocantes a la descripción topografica, política e histórica de cada pueblo, uniéndolo todo para extender después el artículo particular». A esta sala se pasó todo el material reunido desde 1772, pero pronto se vio que «no bastando el número de operarios de dicha Sala, ni las tareas de sus operaciones semanales para adelantar con visible progreso esta vasta obra; era preciso dedicar enteramente todas las fuerzas de los Académicos a este trabajo" (77). De hecho, pues, en aquellos años la realización del diccionario geográfico había pasado a constituir una de las tareas esenciales de la Academia de la Historia, y así se reconoce explícitamente en el reglamento de trabajos literarios de la Academia de 1793.

Los trabajos a realizar se hacían inacabables, a pesar de la gran actividad desplegada en 1792-93. Se obtenían nuevos datos, y ello obligaba a volver sobre lo ya hecho. Así ocurrió cuando se mandó sacar copia del libro de las Behetrías para insertar esta información en los artículos correspondientes de Castilla y León, o cuando se obtuvo del Archivo de Simancas copia de las relaciones de población mandadas hacer por Felipe II en 1571. La falta de personal impedía sacar fruto de los materiales reunidos para poner al día los datos de vecindario se pidieron los resultados del censo de 1787, a lo que accedió Godoy, facilitando a la Academia los 56 legajos del mismo, pero cuando a los dos años el gobierno ordenó su devolución la tarea estaba inacabada y sólo se habían revisado unas 4.000 cédulas.

Aparecían, además, nuevas tareas. Cuando se decidió iniciar la elaboración de los artículos de geografía física hubo que empezar por elaborar el índice de topónimos a incluir montes, ríos, lagunas...) y sistematizar la información disponible para facilitar el trabajo a los académicos. Se solicitó también a la Junta General de Comercio y Moneda la información que poseía sobre minas, fuentes, baños y otros aspectos relacionados con la historia natural, lo que obligó a emplear personal de la Academia en ese trabajo. En total el número de cédulas elaboradas pasaba de 22.000 en 1796.

Había, además que homogeneizar los datos, y eso era particularmente difícil en lo que se refiere a pesos y medidas, tan diversas en todo el territorio de la Monarquía. Ello obligó a realizar estudios de medidas itinerarias de España y su correspondencia con las de otros países y a discutir qué medidas podrían ser consideradas patrón. Para reducir a él las todas las demás: en este sentido se acordó reducir las medidas de extensión a la vara de Burgos, las de áridos a la fanega castellana la de líquidos a la cántara de Burgos y los pesos a la libra castellana de 16 onzas y al quintal regular de 4 arrobas (78). Pero para mayor seguridad se imprimieron las conclusiones que se enviaron a provincias para solicitar nuevas informaciones sobre el tema. Se elaboró un Vocabulario de nombres geográficos definiendo de manera precisa y uniforme las voces de carácter general como monte, valle, río y similares (79) y se discutió (desde 1785) la ortografía correcta de los nombres, así como su etimología.

Hacia 1795 se adoptó una decisión que luego se mostraría decisiva para la configuración final del diccionario. La discusión sobre cómo debía repartirse el trabajo entre los académicos, si por orden alfabético o por provincias, se resolvió adoptando este último método, «encargándose cada individuo de aquella que sea mas de su gusto y de que tenga mas conocimiento". En palabras de la Academia, se consideró que «por este medio. esto es, trabajando el diccionario particular de cada provincia una sola mano, auxiliada siempre con todos los documentos y noticias que posee la Academia relativos al país; podrá después el Cuerpo coordinar todas las cédulas alfabéticamente para el Diccionario general (80) . Dos años más tarde, en 1797, se nombré una junta que establecería las normas finales para la formación del diccionario, formada por los académicos José de Guevara Vasconcelos, José Banqueri Miguel de Manuel, José Cornide Saavedra y José Ruiz Celada (81); y por fin en 1799 una junta permanente con poderes para tomar las decisiones que considerasen oportunas con el fin de culminar la empresa del diccionario. Esta junta estaba constituida por el director de la Academia, que era Francisco Martínez Marina, y por Joaquín Traggia, Vicente González Arnau y Manuel Abella, este último como secretario (82).

Fue entonces cuando la decisión previamente adoptada de repartir el trabajo por provincias se reveló determinante. Decididos a culminar, de una vez, el proyecto del diccionario, y ante la evidencia de que -como escribe Abella- «la idea de publicar de una vez todo el Diccionario Geográfico Histórico de España era impracticable, porque no podía empezarse su formación hasta estar recogidas las noticias de la Península", el mismo Abella propuso, coincidiendo con la opinión que ya antes había expuesto Casimiro Gómez Ortega, «que convendría dividirlo en varias secciones, cada una de las quales comprehendiese aquellas provincias limítrofes y que tienen mayor conexión entre si» (83) . Aprobada la propuesta y examinado el material disponible se halló que la parte mas completa era la correspondiente a Navarra y País Vasco, decidiéndose iniciarlo con estas provincias y concentrar los esfuerzos para completar las que faltaban de ellas todavía a saber: 361 descripciones de Navarra, las de 35 hermandades de Álava, las de todos los pueblos de Guipúzcoa y rectificar las del Señorío de Vizcaya (84). La decisión representaba un cambio radical respecto al proyecto inicial, ya que se abandonaba así la idea de una obra de conjunto sobre España -en la que por cierto el artículo España debía ser la base, según pedía en 1785 R. Guevara- y se proponía la publicación parcial, en secciones sucesivas correspondientes a los diversos territorios de los que se fuera completando la información.

El nombre del proyecto no se abandonó, sin embargo, y así la primera publicación aparecida en 1802 llevó el título Diccionario Geográfico-Histórico de España por la Real Academia de la Historia Sección I. Comprende el Reyno de Navarra, Señorío de Vizcaya y Provincias de Alava y Guipuzcoa (85). A éste debía seguir el Diccionario del reino de Aragón, cuya formación se encargó al archivero general de la Orden de Santiago Juan Antonio Fernández de Tudela, pero que no llegó a completarse (86). Los problemas de fines del reinado de Carlos IV y la guerra de la independencia fueron responsables también en este caso, de que un ambicioso proyecto mantenido con continuidad durante medio siglo se viera interrumpido, aunque todavía en 1646 el académico Ángel Casimiro de Govantes publicó el volumen correspondiente a la Rioja (87), al que siguió, cinco años más tarde, un suplemento.

Los volúmenes publicados muestran bien el cuidado y el rigor que pusieron en la empresa los académicos redactores y la riqueza de la información recogida (88). Las discusiones metodológicas habían permitido diseñar un plan en el que se integran descripciones generales y particulares. y en el que se atiende a las descripciones físicas, políticas, e históricas, aunque con un marcado sesgo hacia estos últimos aspectos. Los mismos redactores del Diccionario definieron el método aprobado por la Academia con las siguientes palabras.

Conclusión

Los diccionarios geográficos son un resultado de la necesidad de reordenar y sistematizar el conocimiento geográfico tras los nuevos descubrimientos que ampliaron el horizonte espacial de los europeos a partir del siglo XVI, así como de la necesidad de interpretar y localizar con exactitud la toponimia de las obras clásicas. Se insertan en la línea de erudición y compilación del saber inaugurada en el Renacimiento, y aplicada primeramente a los estudios históricos y a la comprensión de los textos griegos y romanos exhumados por los humanistas. Esta línea se ve reforzada a finales del siglo XVII por otra corriente crítica y metódica que trataba de elaborar un conocimiento sistemático, y «filosófico» del estado del saber, la cual tiene un hito importante en el Dictionnaire de Pierre Bayle (1897) y culminará en el setecientos con la publicación de la Encyclopedie (1751-1765) de Diderot y D'Alambert.

Los diccionarios geográficos trataban de facilitar una información ordenada, amplia y veraz sobre las entidades geográficas (países, ciudades, ríos montañas...). Se concibieron, sobre todo, como instrumentos útiles al historiador, y fueron personas e instituciones con intereses históricos los que, con mucha frecuencia, acometieron su realización. Geografía e historia, ciencias de la memoria, en la clasificación de Bacon, precisaban en gran manera de estas compilaciones para ordenar y analizar el enorme número de datos que manejaban. Su elaboración obligaba a la crítica de las informaciones contradictorias y, sin duda, permitió avanzar a estas ciencias hacia el estadio «crítico» y «positivo» que constituyó el ideal de a segunda mitad del setecientos.

Durante el siglo XIX los diccionarios geográficos siguieron gozando de gran prestigio y popularidad. En España se multiplicaron los Diccionarios Geográficos Universales en varios volúmenes, promovidos frecuentemente por «Sociedades de Literatos» creadas a tal fin, y redactados «a partir de los mas recientes y acreditados Diccionarios de Europa». Con ellos se podían elaborar luego obras de Geografía Universal, aunque también la relación podía ser la inversa: en ocasiones una prestigiosa Geografía Universal se sistematizaba posteriormente en forma de diccionario, como se hizo en el Diccionario Geográfico Universal que contiene la Descripción de todos los paises de las cinco partes del Mundo, coordinada con arreglo a la Geografía Universal de M. Malte-Brun (...) por una Sociedad de Literatos, editado en castellano en París en 1828. No pocas veces estas obras se declaraban «pintorescas» e iban acompañadas de gran número de grabados sobre ciudades y países. También podían continuar el hermanamiento tradicional entre geografía e historia publicándose como Diccionarios histórico-geográficos.

El magno proyecto de Diccionario Geográfico e Histórico de España concebido por la Academia de la Historia no pudo llevarse a cabo, interrumpido finalmente por las vicisitudes de la Guerra de la Independencia. Pero abrió el camino a otras empresas orientadas en la misma dirección. Como el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal de Sebastián Miñano publicado en Madrid entre 1828 y 1829 en l0 volúmenes (mas 1 de suplemento en 1835); la España Geográfica, Histórica, Estadística y Pintoresca de Francisco de Paula Mellado (Madrid, 1845); y, sobre todo, el Diccionario geográfico, histórico y estadístico de España y sus posesiones de Ultramar, de Pascual Madoz, elaborado por numerosos corresponsales de todo el país. y que está esperando el estudio que merece. Una línea que todavía un siglo más tarde daría lugar a otra iniciativa editorial de gran aliento, el Diccionario Geográfico de España de Ediciones del Movimiento (Madrid, 1956-61, 17 vols.), dirigida por el historiador Germán Bleiberg y el geógrafo Francisco Quirós Linares y en el que colaboraron buen número de geógrafos universitarios españoles. No se trata ahora de citar el gran número de obras que durante los dos últimos siglos han prolongado la línea de sistematización alfabética del saber geográfico, sino de señalar la continuidad y la importancia de esta línea que merece una atención mayor que la que ha recibido hasta ahora. Hacen falta, sin duda, inventarios de estas publicaciones pero también análisis detallados de su gestación y contenidos, de la personalidad de sus autores y de la participación relativa que han tenido en su redacción, de valor de las informaciones y de la ideología que transmiten de su difusión y de la influencia reales que han tenido, de su contribución a la creación de estereotipos geográficos sobre los territorios y ciudades, de su rentabilidad como empresas comerciales, de la permanencia e innovación de ideas de unas ediciones a otras. Esperemos que la realización de estos estudios contribuya a fundamentar una sólida historia de la geografía española.
 
 

Notas

(1) Solo ha sido tratado brevemente por WHITE. 1968. Este autor cita y resume una Notice sur les dictionnaires geógraphiques arabes, de J. T. REINAUD (1860), que no he podido consultar.

(2) Fueron efectivamente, gramáticos griegos y filósofos árabes los que primeramente formaron listas alfabéticas de nombres de pueblos y lugares. para usos diversos. El primer precedente le los diccionarios geográficos parece ser la Ethnica de Stephanus de Bizancio, un gramático del siglo VI que compiló listas de nombres gentilicios derivados de lugares. A fines del siglo XI el árabe Al-Bakri realizó también un diccionario geográfico para hacer inteligible la poesía antigua. Véase sobre todo ello REINAUD 1860 y WHITE, 1968. que resume respecto a los árabes las ideas del anterior. WHITE cita también como primer diccionario geográfico moderno el Orbis Breviarum de Zaccaria Lillo publicado primeramente en Florencia (1493)y reeditado en Nápoles (1496) y Venecia (1510 y 1551). La edición de 1551 se hizo en italiano. con lo que se convertiría en el primer diccionario publicado en una lengua romance.

(3) MORERI, Gran Diccionario ed. 1753, vol. 1, Prólogo de los Libreros.

(4) Véase STEPHANUS 1561. El Diccionario de Stephantis tuvo un extraordinario éxito atestiguado por las sucesivas ediciones. Paris, 1561: Ginebra, 1566, s.l. 1567; 1575, 1579, 1581 y 4595. Paris, 1608: Ginebra, l6l8, 1633, 1652, 1660. Como Dictionarium historicum geographicum, poeticum se publicó en Paris, 1620, 1644, 1654; Oxford, 1671; Londres, 1686; Ginebra, 1693. Datos Del Catalogue General de la Bibliotéque National de Paris.

(5) MORERI. 1574. y eds. sucesivas.

(6) FERRARIUS, l605. Tal como se expresa en el título las cuatro partes se refieren respectivamente: a nombres de ciudades, indicando la latitud, longitud y sucesos memorables de ellas; a los ríos, con datos sobre su origen y curso; a las montañas, y a los lagos y pantanos. Dentro de cada parte los nombres se ordenan alfabéticamente.

(7) Véase FERRARIUS Nova Topographía, 1609.

(8) Publicado al año siguiente de la muerte del autor y con unas nueve mil referencias incluye no solo nombres clásicos con sus equivalencias modernas sino también topónimos modernos y nombres de lugares nuevamente descubiertos.

(9) En 1657, en 1680 y en 1690. Citados. aunque no consultados, en WHITE, 1952. pág. 657. Este autor dedica cierta atención al Diccionario de Bohun (1657) En cambio, no valora correctamente la personalidad de Echard.

(l0) Véase en este sentido LAYTON. 1965

(11) LAYTON, 1965, pág. 229

(12) Texto reproducido en MOREU-REY. 1966, pág 32.

(13) En el Prólogo a su traducción de los Viages.de BYRON, 1769.

(14) Suárez de Ribera fue un prolífico autor de obras de medicina. En la B.U.B se conservan la Cirugía methódica Chymica Reformada (Madrid, 1722) y el Arcaísmo antigálico, o Margarita Mercurial (Madrid, 1721). La Febrilogía y la Cirugía Sagrada. Respecto a la Clave médico- quirúrgica, que quedó en la letra C, Colmeiro (1858, página 70) afirma que «la obra está sembrada de extravagancias, como todos los escritos del mismo autor".

(15) Véase SEMPERE y GUARINOS; 1785, VI, págs. 50-Sl. SARRAILH, 1974, pág. 457. Sobre la actividad científica de Torreros, véase CAPEL, 1981, a y b.

(16) sobre esto autor, CAPEL, 1981, cap. IV

(17) DICCIONARIO, 1831. Aunque en la portada no se indica el autor, se sabe que fue redactado por el capitán de fragata Timoteo O'Scanlan, por lo que se dice en el Prólogo. En dicho prólogo, redactado por Martín Fernández de Navarrete. se hace una historia de los sucesivos intentos para formar un diccionario náutico realizados en España desde el siglo XVII, y se relacionan los manuscritos que sirvieron para la redacción definitiva del de 1831

(18) Véanse las referencias en la Bibliografía.

(19) BRUZEN DE LA MARTINIERIE, 1726-1739.

[20) Ed. 1798, pág. 34.

(21) Incluido también en la edición de 1768. que es la que hemos consultado.

(22) Efectivamente, la producción científica de la Martiniére se refiere predominantemente a la historia, ya que es autor de una historia de Polonia bajo Augusto II (1733), de una historia de Federico Guillermo de Prusia [1741), de una introducción general al estudio de las ciencias y de las bellas letras (La Haya, 1731) de un estudio sobre el estado político da Europa (La Haya. 1742-49, 13 vols), y editor de la geografía de Cluvier (según DEZOBRY y BACHELET, 1919). También escribió una importante obra sobre Luis XIV, aunque declara que es simplemente el editor de un manuscrito que le han enviado (BOUSGEOIS y ANDRE, 1913).

(23) Sin duda el conde Luis Fernando de Marsili político, geógrafo y naturalista italiano (1650-1730).

(24) No he podido determinar con exactitud la obra a la que se refiere La Martiniere. Quizás aluda al Apparatus Juris Publicli Hispanici editada por Francisco José Pérez en 1751.

(25) MORERI, 1674

(26) 1581, 1683, 1687, 1688, 1691, 1704, 1707, 1712, 1714, 1718, 1725. Datos del Catalogue General BNP.

(27) Amsterdam, 1694. 1698. Amsterdam y La Haya, 1702.

(28) Basilea, 1731, 1733, 1740.

(29) Como los Sermones de Juan de Massillon.

(30) Datos do MORERI, 1753, vol. I, Prólogo de los Libreros; y Diccionario Espasa

(31) MORERI, 1753. vol. III, 2ª parte, págs 1005-1032.

(32)Como ejemplo de la visión que entonces se tenía de la orografía. valga ésta: Los Pirineos separan a España de Francia y se extienden desde cerca de la desembocadura del Ebro hasta Bidasoa, aproximándose luego al Ebro, "hacia cuyos nacimientos vuelven a remontar llamándose Montes de S. Adrian".

(33) ECHARD. The roman history 1705-1707 y D'ORLEANS, 1722. El elogio es de DEZOBRY BACHELET. 1919, I, pág. 935.

(34) ECHARD. 1691 En el prefacio de esta obra Echard la valora afirmando que "en resumen el lector encontrará aquí un vasto número de nombres (más de los que pueden esperarse en un volumen como éste), todo dispuesto con tan buen método y orden que nunca hallará una provincia sin que conozca su posición y dimensión; ni una subdivisión sin que encuentre la situación: ni una ciudad o burgo sin conocer de quien depende». En el Apéndice expone unos principios metodológicos de la geografía y enumera las 72 cuestiones que el geógrafo debería estudiar en cada país. Es interesante señalar que Echard usa en el título de su obra la división entre geografía "general" y "especial". a pesar de lo cual no cita a Varenio en la lista de los principales geógrafos modernos (pág. 220).

(35) 2ª ed, 1693: 3ª ed. 1695.

(36) Aunque en la l5ª edición que hemos consultado parece deducirse que la 1ª edición es de 1767.

(37) También se hicieron ediciones suizas (Lausanne, 1795) y se tradujo al italiano (Venecia, 2ª edición, 1731). Datos según las ediciones reseñadas en el British Museum General Catalogue ot Printed Books, Londres, 1960.

(38) Aunque la Censura, la Aprobación, la Licencia del Ordinario y el Privilegio real están fechados en abril-junio de 1750. Desconocemos a qué puede atribuirse el retraso en la publicación. Palau asigna a esta edición la fecha de 1760 y el British Museum G.C. of Printed Books, la de 1750.

(39) Datos sobre la labor decente y geográfica de Serrano en CAPEL, 1981 b y c.

(40) Sobre esta obra véase CAPEL, 1980, c.

(41) Lo mismo se advertía en la edición francesa: Es un diccionario geográfico portátil cuyo principal objeto es la posición de los lugares y la indicación del soberano. Lo histórico no es más que un accesorio que sólo puede ser usado con cuidado VOSGIEN, Dictionnaire, ed. 1776.

(42) LA SERNA, 3ª ed. 1782. Prólogo.

(43) Según se indica en la 3ª ed. 1783, Prólogo.

(44) LA SERNA, ed. 1782, Prólogo.

(45) A pesar de que en algunos estudios sobre Capmany no se cita esta obra entre las suyas, la atribución puede hacerse con seguridad por lo que se dice más adelante en Nota 47,

(46) MONTPALAU, 1783 Lo mismo se repite en la 6ª ed. 1794

(47) Esta afirmación permite atribuir el Diccionario con seguridad a Capmany, pues aunque la Descripción política de las Soberanías de Europa también va firmado por Antonio de Montpalau. afirma que dicha obra "es una continuación de la Cronología Histórica de las Soberanías de Europa, publicada en 1784. la cual va encabezada por su nombre completo Antonio de Capmany y Montpalau. Por la proximidad de su redacción cabe pensar que Capmany utilizó paralelamente sus informaciones para la redacción del Diccionario y la de estas obras.

(48) MONTPALAU, A de: Descripción política de las Soberanías dc Europa, 1786.

(49) MONTPALAU, 1783, I, pág. II. Estas frases no se reproducen en el prólogo de la edición de 1794.

(50) Hemos comparado con Vosgien, 1749.

(51) LA SERNA, 1760

(52) PERE y CASADO, 1795

(53) Más tarde fue también autor de obras de Geografía de España, y aparece citado elogiosamente por GODOY en sus Memorias. Ed. 1956. vol. I, pags. 230,236.

(54) Así aparece en la 6ª edición, 1794 conservada en la BUB.

(55) VEGAS, 6ª ed. 1795, 7ª ed. 1806.

(56) VEGAS, 1795, Prólogo Las citas siguientes proceden también de esta edición.

(57) CAPMANY y MONTPALAU. 1794

(58) CAPMANY y MONTPALAU. 1794. La misma remisión a estos tratados generales en la edición de Vegas de 1795 y 1806.

(59) CAPMANY y MONTPALAU, 1794.

(60) ALCEDO 1786, vol. I, Prólogo.

(61) Una bibliografía de las obras de dicho autor puede encontrarse en la introducción de PEREZ BUSTAMANTE a la edición del Diccionario en la B.A.E. ALCEDO, 1967.

(62) ALCEDO, José: Biblioteca Americana. Catálogo de los Autores que han escrito de la América en diferentes idiomas y noticias de su vida y patria años en que vivieron y obras que escribieron. Quito, 1965 cit. por PEREZ BUSTAMANTE, op. cit. en nota anterior.

(63) Datos de PEREZ BUSTAMANTE, op. cit pág XXXIII, el cual señala que fue traducido y ampliado con noticias de los jesuitas expulsos y que la traducción al inglés realizada por Thompson en 1812-1815 se agotó rápidamente.

(64) Como ha puesto de manifiesto un estudio de Isaías LERNER, 1971, que lo ha estudiado como una fuerte para las ideas ilustradas.

(65) NOTICIA. en "Memorias de la Academia de la Historia" I, 1796, pág. LXXII.

(66) CAPEL, 1981, cap V.

(67) NOTICIA, en «Memorias de la Academia de la Historia", E, 1796, págs. XXX-XXI.

(68) Diálogos de Chindulza, Ed de AGUILAR PIÑAL. 1967, págs, 491 y 489

(69) La fuente a que nos referimos es la Noticia de origen. progresos y trabajos literarios de 1a Real Academia de la Historia, publicada en la Memoria de la Academia de la Historia, vol. I, 1796. págs. LXXII-LXXXIV. Según PALAU, esta Noticia fue redactada por Antonio de Capmany. Las citas siguientes proceden de esta obra, si no se indica lo contrario.

(70) El arabista Casiri había publicado pocos años antes la Biblioteca Arabigo-Hispana, 1760.

(71) Véase RODRIGUEZ CAMPOMANES, 1747, 1756 y 1762.

(72) Debe recordarse que en 1782 Campomanes fue nombrado gobernador del Consejo y se dedicó a los asuntos administrativos desplegando menor actividad política. (DOMINGUEZ ORTIZ,1976, pág. 319). Quizás ello le permitió atender otra vez al Diccionario.

(73) NOTICIA. 1796, pág. LXXXVI.

(74) Fue encontrado por G. de Reparaz en la Biblioteca Nacional y resumido por él (REPAPAZ. 1943, I, págs. 101-102). Las citas que hacemos de ese texto proceden de dicho autor.

(75) JOVELLANOS, 1788. Sobre la fecha de este discurso hay diferentes versiones, la de 23 junio 1788 es la establecida en el Índice cronológico de la obra de Jovellanos, incluido en el vol. V de las Obras de Jovellanos de la BA.E. (Tomo LXXXVII. página 452). Reparaz en cambio lo considera de junio de 1785 (REPARAZ 1943, pág. 101)

(76) NOTICIA, 1796, pág. LXXX

(77) NOTICIA, 1795, pág. LXXXII.

(78) NOTICIA, 1796. pág LXXXII.

(79) DICCIONARIO, h. 1800.

(80) NOTICIA, 1796. pág. LXXXII

(81) REPARAZ, 1943. pág. 102.

(82) DICCIONARIO, 1802, pág. XXIII.

(83) Manuel Abella en el Prólogo al DICCIONARIO, 802, vol. I. pág. XXIII

(84) DICCIONARIO, 1802, pág. XXIII.

(85) DICCIONARIO, 1802

(86) Véase sobre ello REPARAZ, 943, pág. 104. que afirma haber examinado en la Biblioteca Nacional una parte de los originales de esta obra.

(87) DICCIONARIO, 1846.

(88) Tarea en la que contaron con la colaboración de numerosas personas que remitieron descripciones o documentos y que son citados cuidadosamente en el DICCIONARIO, 1802 vol I, págs. XXVI-XXXII.

(89) DICCIONARIO, 1802, vol. I, pág. XXIV. El plan había sido discutido por lo menos desde 1785. Compárese con lo que se indica en NOTICIA, 1796, pág. LXXVII.
 
 

ANEXO

BIBLIOGRAFIA

A) Obras antiguas

En general, anteriores a 1808. Se indica, en cada caso el lugar donde han sido consultadas, si se trata de Bibliotecas públicas, o la fuente de donde procede la referencia.

Relación de bibliotecas

ALCEDO Antonio de

- Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales ó América, es á saber: de los reinos del Perú, Nueva España, Tierra-Firme, Chile y Nuevo reino de Granada. Con la descripción de sus provincias, naciones, ciudades, villas, pueblos, ríos, montes etc. por D. Antonio Alcedo. Madrid Imprenta de Benito Cano, 1786-1789, 5 vols.

- The Geographical and Historical Dictionary of America and the West Indias, Containing the entire translations of the Spanish work... With large additions. By G A. Thompson, Esq. Londres, James Carpenter, 1812-1815, 5 vols. (Palau).

- Diccionario Geográfico preliminar de las Indias Occidentales ó América. Edición y Estudio por D. Ciriaco Pérez Bustamante, Biblioteca de Autores Españoles, Madrid. Atlas. 1987 4 vols

AVELLO VALDES, Juan de y AYALA, Manuel de

- Diccionario marítimo ó prontuario náutico, compuesto en el año de 1673 hasta la letra R, por D. Juan de Avello Valdés, oidor de la Real Chancilleria de Valladolid, antes fiscal de la Audiencia y Casa de Contratación de Sevilla. Aumentado y concluido por D. Manuel de Ayala, archivero y oficial cuarto de la Secretaria y despacho universal de Indias y Marina Manuscrito. Dos tomos folio en la Biblioteca del palacio Real, Madrid (Fernández Duro 1900. VII, 471).

BAILS, Benito

- Diccionario de Arquitectura Civil, obra póstuma de D., Madrid, Imprenta de la viuda de Ibarra, 1802, 132 págs. (Reedición facsímil, prólogo de E. RODRÍGUEZ BALBIN, Oviedo, Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Asturias, 1973)

BAUDRAND, Michel Antoine

- Lexicon Geographicum... llud primum in lucem edidit Philippus Ferrarrus,.. nunc Michael Antonius Baudrand... hanc editionem dímidia parte auctorem fecit. Parisis, Apud F. Muguet 1670, 2 tomos en 1 vol- in fol. BNP.

- Novum Lexicon Geographicum in quo Universi Orbis, Urbes, Regiones Provinciae, Regna Maria, et Flumina Novis et Antiquis nominibus appallata, suis que distantiis descripta recensentur. Illud primun in lucem edidit Philippus Ferrarius Alexandrinus, S.T.D. et totius Ordinis Servorum Generalis. Nunc vero Michael Antonius Baudrand Parisinus. Protonotarius Apostolicus, Prior de Roboribus, Novo Mercato, et lessenis opus emendavit, illustravit, dimidioque auxit, ut novum plane existat. Acceserunt ex ejusdem M. Antonii Baudrand Geographia excerpta; De Principiis Geographiae Prefatio; Additi Articuli; Archiepiscopatus, et Episcopatus: Urbes Imperiales, Academiae: Urbes et ditiones Venditae: Urbes fictitiae et alia plurima. Patavii (Padua), Sumptibus Jacobi de Codorinis. 1697, 2 vols. 506 + 440 págs. BUB.

- Dictionnaire géographique et historique, Paris. 1705 (Dainville 1940).

-Novum Lexicum geographicum... illud primum in lucem edidit Ph Ferrarius... Nunc vero Michael Baudrand... emendavit illustravit... Venetiis ... Homobonus Bettaninus 1738. 444 págs. BUB.

BERIZTAIN, José Mariano de

- Diccionario Geográfico Histórico de la América, Madrid, 1787 (Gutierrez del Caño, 1889)

- Biblioteca Hispano-Americano Septentrional o Catálogo y noticia de los literatos, que o nacidos o educados o florecientes en la América Septentrional Española han dado a luz algún escrito, o lo han dexado preparado para la prensa. En México: Calle de Santo Domingo y esquina de Tacuba, 1816, vol. II y III, 1819 (Palau).

BOHUN, Edmurd

- The Great Historical, Geographical and Poetical Dictionary... Wherein are inserted the last five years historical and geographical collections of E. Bohun etc. 1694 (British Museum General Catalogue of Printed Books).

BRUZEN DE LA MARTINIERE, Antoine-Augustin

-Essai Sur l’origine et les progrés de la geographie. Amsterdam, 1722 (Dezobry y Bachelet, 1919).

- Le Grand Dictionnaire geographique et critique, par M. Bruzen La Martiniere.... La Haye, P. Gosse, R-C. Alberts, P de Hundt 1726-1739, 9 tomos en 10 vols. BNP.

-Le Grand Dictionnaire Geographique, et critique, Par M. Bruzen de la Martiniére.Geographe de Sa Majesté catholique Philippe V. Roi des Espagnes et des Indes. A. Venise, Chez Jean Baptiste Pasquali, 1737, 10 vols. BUB.

- Le Grand Dictionnaire Geographique, Historique el Critique, Par Bruzen de la Martiniére, Geographe de Sa Majesté Catholique Philippe V Roi des Espagnes et des Indes. Nouvelle Edition. corrigée et amplemert augmentée, A Paris, Chez les Libraires Associés 1768, 6 vols. BCC

- Introduction á l`Histoire de l`Asia, de l'Afrique, et de L'Amerique. Pour servir de Suite á l'introduction a l`Histoire du Baron de Pufendorff. Par Mr. Bruzen la Martiniere. Geoqraphe de S. M. Catholique, Tome Second. A Amsterdam, Chez Zacharie Chatelain MDCCXXXVIII (1788), 426 págs. BUB.

- Véase también PUFFENDORF, Baron de

BYRON

-Viage del Comandante Byron al rededor del Mundo, hecho ultimamente de orden del Almirantazgo de Inglaterra: en el qual se da noticia de varios Paises, de las costumbres de sus habitantes, de las Plantas, y Animales estraños que se crian en ellos, juntamente con una Descripción muy circunstanciada del Estrecho de Magallanes y de cierta Nación de Gigantes. llamados Patagones, con una lamina fina que los representa etc. Traducido del ingles, e ilustrado con notas sobre muchos puntos de Geographia, de Physica, de Botanica, de Uistoria Natural. de Comercio, etc. y con un nuevo Mapa del Estrecho. Por el Doct. D. Casimiro de Ortega, de la Sociedad Botánica de Florencia, y de la Real Academia Médica de Madrid, etc. Segunda Edición, en que se añade el Resumen Histórico del Viajo emprendido por Magallanes y concluido por el Capitan Español Juan Sebastian del Cano. En Madrid: En la imprenta Real de la Gazeta. Año de 1769, 170 + 55 págs. BUB.

CAPMANY y DE MONTPALAU, Antonio de

- Memorias históricas sobre la Marina, Comercio y Artes de la Antigua Ciudad de Barcelona. Publicadas por disposición y a expensas de la Real Junta de Comercio de la misma ciudad, y dispuestas por Antonio de Capmany y de Montpalau, Madrid, Antonio Sancha, 1779-1792, 4 vols. BCC.

- Diccionario Geográfico Universal, que comprehende la descripción de las Quatro Partes del Mundo;... Y de las Naciones Imperios, Reynos Repúblicas, y otros Estados, Provincias, Territorios, Ciudades, Villas y Lugares memorables, Lagos, Rios, Desiertos, Montañas, Volcanes, Mares, Puertos, Golfos, Islas, Penínsulas, Istmos, Bancos, Cabos, etc. que se encuentran en el Globo Terraqueo Quarta Edición corregida y enmendada. Por D. Antonio Montpalau. Madrid. En la oficina de D. Miguel Escribano. A costa de la Real Compañía de impresores y Libreros. 1783, 3 vols. BUB. BCC

- Diccionario geográfico universal... Madrid, Real Compañía de Libreros, 1793, 3 vols. (Palau).

- Diccionario Geográfico Universal, que comprehende la descripción de las 4 partes del Mundo; y de las Naciones. Imperios, Beynos, Repúblicas, y otros Estados, Provincias, Territorios, Ciudades, Villas y lugares memorables, Lagos, Rios, Desiertos, Montañas, Volcanes, Mares, Puertos, Golfos, Islas, Peninsulas, Istmos, Bancos, Cabos, etc, que se encuentran en el Globo Terraqueo. Sexta edición corregida y enmendada, Por D. Antonio Montpalau, Madrid, vol. I. En la oficina do la Viuda e Hijos de Pedro Marin; vol. II En la oficina de D. Blas Romero, vol III. En la oficina de Ramón Ruiz; A costa de la Real Compañia de impresores y Libreros, 1794. BUB y BCC.

- Compendio Cronológico-Histórico de los Soberanos de Europa. Primera Parte. Comprehende los Imperios, Reynos, Principados. Repúblicas, y demás Estados Soberanos de Europa. Por D. Antonio Montpalau, Madrid, En la oticina de D. Miguel Escribano, A costa de la Real Compañía de impresores y Libreros. 1784, 355 págs. Segunda Parte Comprehende los Imperios, Reynos y Principados ya extinguidos o incorporados a otros ya existentes, idem, 116 págs. BCC.

CEDILLO, Pedro Manuel

- Vocabulario marítimo y explicación de los vocablos que usa la gente de mar en su ejercicio del arte de marear, nuevamente corregido y añadido, por D. Pedro Manuel Cedillo. Segunda impresión, Sevilla. 772. (Fernandez de Navarrete, 851, II, 542).

CORNEILLE, Thomas

- Dictionnaire universel geographique et historique, Paris, 1708, 3 vols. (Dezobry y Bachelet, 1919).

DICCIONARIO

- Diccionario de voces españolas geográficas, Madrid, Publicación de la Academia de la Historia, hacia 1800, 86 págs. (Palau, ref. 73000).

- Diccionario Geográfico-Histórico de España por la Real Academia de la Historia. Sección I. Comprehende el Reyno de Navarra, Señorío de Vizcaya y Provincias de Alava y Guipuzcoa. Madrid, MDCCCII, En la Imprenta de la Viuda de D. Joaquin Ibarra [1802),2vols.XXXII+515+569págsBUB.

- Diccionario geográfico-histórico do España por la Real Academia de la Historia. Sección II. Comprende Rioja o toda la provincia de Logroño y algunos pueblos de la de Burgos, por D. Angel Casimiro de Govantes, Madrid. Sucs. de la Viuda de Jordan e Hijos, 1846 (En 1851 se publicó un Suplemento a este Diccionario. Palau, 73001)

- Diccionario Marítimo Español, que además de las definiciones de las voces con equivalentes en Francés, Ingles e Italiano, contiene tres vocabularios de estos idiomas con las correspondencias castellanas. Redactado de Orden del Rey Ntro. Sr. De Orden Superior. Madrid. En la Imprenta Real. Año de 1831. XLVIII + 584 + 188 páginas. BUB.

- Dictionnaire geographique de l’Enciclopedie Methodique de Paris, Avec des corrections et des additions. Niza, 1789-1791, 3 vols. BRACB

- Diccionnaire historique et geographique portatif de l’ltalie. Paris. Chez Lacombe.1775, 2 vols. BUMu.

DIDEROT

- Encyclopedie, ou Dictionnaire raisonné des Sciences, des Arts et des Métiers, Par una Societé des Gens des Lettres. Mis en ordre et publié par M. Diderot de l`Academie Royale des Sciences et des Belles Lettres de Prusse; et quant á la Partie Mathematique par M. D'Alembert, de l’Academie Françoise, de l’Academia Royale des Sciences de Paris... A Paris. Choz Briasson, David, e Breton et Durand, 1751-1777, 33 vols. (Vol. VII, 1757) BUB.

D'ORLEANS, F.J.

- The History of the Revolutions in England under the Family of the Stuarts. From the Year 1603, to 1690 in Three Books; Wherein are contained rnany Secret Memoirs relating to that Family, and the last Great Revolution, Anno 1688. By F.J. D'Orleans of the Society of Jesus. Translated from the French Original Printed at Paris. To which is prefixed, An Introduction to this History. By Laurence Echard, M. A. Arch-Deacon of Stowe. The Second Edition. London, Printed for E. Bell. J.Darby... 1722, 12 h. + 328 + 6 h. + 44 págs. BCC

DU VAL, Pierre

- L’ABC de tout le monde, avec les positions geographiques des pais et plusieurs observations pour l’histoire moderne, Par P Du Val... Paris, Chez L'Autheur, 1651, 236 págs. 2ª ed. 1659 BNP.

- L'Alphabet de la France pour trouver sur les cartes geographiques toutes ses provinces, villes, et autres places considerables par P. Du Val 2ª édition Paris. Chez l’auteur, 1658, 234 págs. BNP.

- A Geographical Dictionary (from the original of ... Monsieur Du Val) ...The third edition corrected, H. Brome. London, 1678.

EACHARD, Laurence

- Au exact description of lreland; Chorographically Surveying all its Provinces and counties ... Londres, 1691 (British Museum General Catalogue of Printed Book).

- A most compleat Compendium ot Geography, General and Special; Describing all the Empires, Kingdoms and Dominions, in the Whole World. Shewing their Bounds. Sítuation, Dimensions, Ancient and Modern Names, History Government, Religions Languages, Commodities, Divissions, Subdivissions, Cities, Rivers,. Mountains, Lakes, with their Archbishopricks, Bishopricks, and Universities. In a more Plain and Easie Method, more Compendious and Useful than any of the Lesser Sort. Toghether with an Appendix of General Rules for making a large Geography, With the great Uses of that Science. Very Necessary for the right Understanding of the Transactions of these Times. Collected according to the latest Discoveries, and agreeing wich the Choicest and Newest Maps. The Fith Edition, Corrected and much improved. By Laurence Echard, M. A. of Christ's College in Cambridge. London, Printed for J. Nicholson, at the King's Arms in Little Britain (s.f.) 8 h + 236 págs + 6 h. BCC.

- The Gazetter’s: or News man's interpreter: being a geographical index of all the considerable cities, Bishopricks, Universities .. in Europe. Third edition ...much enlarged and improved, Londres. 1695. (British Museum General Catalogue of Printed Books).

- The Roman History, from the Building of the City, to the Perfect Settlement of the Empire by Auguste Caesar: Containing the Space of 727 Years. Design’d as well for the Understanding of the Roman Aauthors, as the Roman Affairs. The Sixth Edition, Carefully revis’d and much improv’d. By Laurence Echard A. M. of Christ-College in Cambridge, London. Printed for R. Bonwick, J. Tonson ... MDCCVII (1707) 452 págs. + ind. BCC

- The Roman History, from the Removal of the Imperial Seat by Constantine the Great, to the Total Failure of the Western Empire in Augustulus, Containing the Space of 146 Years. Vol III. The Third Edition. Revis’d witthj a Recommendatory Preface, by Laurence Echard, A.M. Being a Continuation of his History. London, Printed bu Jacob Tonson, within Grays-Inn Gate next Grays-Inn Lane 1706, 381 págs + ind. BCC.

- The Roman History, from the Total Failure of the Western Empire in Augustulus, To the Restitution of the Same by Charles the Great. Containing the Space of 324 Years. Vol. IV. By the Author of the Third. The Second Edition. Revis'd by Laurence Echard M.A. Being a further Continuation of his History. London, Printed by Jacob Tonson, within Grays-Inn Gate, next Grays.Inn Lane, 1705, 404 págs. + Ind. BCC.

- The Roman History. From the Restitution of the Empire by Charles the Great, To the Taking of Constantinople by the Turks. Containing the Space of 653 Years. Vol V and last, By the Author of the Third and Fourth. Rhe Second Edition. Revis'd by Laurence Echard A.M. Being a further Continuation of his History. with a Campleat Index to the Whole. London, Printed by Jacob Tonson, within Grays Inn Gate, next Grays-Inn Lane, 1707, 425 págs. + ind. BCC.

- The classical and Geographical Dictionary ... Revised with a recomendatory Preface. by Laurence Echard, Londres. 1715 (British Museum General Catalogue of Printed Books).

- Véase también D'ORLEANS; LA SERNA: CAMPMANY Y MONTPALAU, y VEGAS.

ESTIENNE, Charles

- Dictionarium historicum 30 poeticum, omnia gentium, hominum, locorum, fluminum ac montium antiqua recentioraque, ad sacras ac prophanas historias poetarumque fabulas intelligendas necessaria vocabula... complectens a Carolo Stephano, illlius authore.... adauctum, Lutetiae, apud J. Macaeum, 1561, 326 h. BNP.

FERRARI, Philippo

- Epitome Geographicum in Ouattuor Libros divisum: Quorum Primus Urbium nomenclaturam, longitudinem, latitudinem, et res memorabiles ad illarum dignitates spectantes. Altar Fluviorum origines, et decursus: Tertius Montium, fines et Terminos: Ultimus Lacuum et Paludum nomina situs, et utilitates continent. Sic ordine Alphabeti quod digestum, ut ex eo tamquam ex picta tabulae veterum in rem hanc dogmata, uno oculoru intuitu pateant... Geographis Poetis, Historicis et Gramaticis nedum utile, sed etiam apprime necessarium. Autore Reverendissimo totius Relig. ser. Praesule vigilantissirno F. Alexandrino, S.T. Doctore, Acad. Affidato ac Mathem. Scientiarum in almo ticinensi Gymnasio Profesore. . . Ticini, in Aedibus Andreae Viani, 1605, 234 + 60 + 34 págs. BUB.

- Nova Topographia in, Martirologium ... Auctore F. Philippo Ferrario, Venetiis. Apud B. Junctam, J. B. Ciottum et socios, 1609, 240 bis. BUB.

- Topographia poetica E. Philippi Ferrarii, Ticini, Ex officina J. Archizzoni, 1627, 892 páginas. BNP.

- Novissimae additiones vocabalorum prope innumerabilium, et censurae circa loca geographica in dictionarium R.P.F. Ambrosii Calepini, Authore R.P.F. Philippo Ferrario... Venetiis. Apud J. Guerilium, 1618, 95 págs BNP.

- Lexicon geographicum, Milan, 1627 (Cit. Dezobry y Bachelet 1919, que afirman que «fue reeditado con adiciones considerables por Baudrand en Paris en 1670»).

-Lexicon Geographicum, in quo universi orbis oppida, urbes, regiones. provinciae, regna... antiquis recentibusque nominibus appellata, suisque distantis descripta recensentur ... Editio nova etc. (Edited by W. Dillingham) Londini. 1657 (British Museum G. Cat. of Printed Books).

FLOREZ Enrique

- Clave Geographica para aprender Geographia los que no tienen maestro. Por el R.P. Mro. Fr. Henrique Florez del Orden de S. Agustin, Barcelona. En la Imprenta de Antonio Sastres 1798, 308 págs (1ª Ed. 1747).

JOVELLANOS. Melchor Gaspar de

- Discurso sobre el lenguaje y estilo propio de un Diccionario geográfico. 1788, En Obras de D. Gaspar Melchor de Jovellanos. Tomo I, Biblioteca de Autores Españoles, vol. 46, Madrid. Ediciones Atlas, 1951, págs 309-310.

- Oviedo (Articulo para el «Diccionario geográfico do la Enciclopedia Española»), 1795. En Obras de D. Gaspar Melchor de Jovellanos Tomo II, Biblioteca de Autores Españoles. vol. 50, Madrid, Ediciones Atlas, 1952, pág. 188.

- Discurso sobre el estudio de la Geografía histórica, 1800, En Obras de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Tomo I, Biblioteca de Autores Españoles, vol. 46. Madrid, Ediciones Atlas. 1951, pág. 325.

- Apuntamiento sobre el dialecto de Asturias (Instrucción para la formación de un Diccionario geográfico de Asturias) 1804. En Obras de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Tomo I Biblioteca de Autores Españoles. vol 46 Madrid, Ediciones Atlas, 1951, pág. 343.

[LADVOCAT, Abbé Jean-Baptiste]

- Dictionnaire geographique portatif.... traduit de l’anglois sur la 13e édition de Laurent Echard, avec des additions et des corrections considerables, par M Vosgien ... Paris, Didot. 1743, BNP.

- Dictionnaire historique portatif des grands hommes, Paris. l752, 2 vols. (Dezobry Baehelet, 1919).

- Dictionnaire geographique portatif. Traduit de l’anglois ... par M Vosgien, Paris.1759. BRACB.

- Dictionnaire Geographique-Portatif... Ouvrage tres utile paur l’inteligence de l’Histoire moderne et des affaires présentes. Traduit de l'Anglois sur la treizieme Édition de Laurent Echard. Avec des carrections considerables par Monsieur Vosgien, chanoine de Vaucouleurs Nouvelle Edition revue, augmentée et corrigée. A Paris, Du Fonds de la Veuve Didot, Chez les Librairies Associés 1763, 748 págs. BUB.

- Dictionnaire Geographique portatif... Ouvrage tres-utile poar l'inteligence de l'Histoire, Traduit de l’Anglois, sur la treizieme Edition de Lauren Echard, Avec des additions et des corrections considerables. Par Monsieur Vosgien, chanoine de Vaucouleurs Nouvelle Édition, revue, corrigée et augmentée de la Geographie ancienne. A Paris. Chez les Libraires Associées. 1776. 804 págs. BUB

- Dictionnaire geographique portatif ... Paris 1785. BRACB.

- Dictionnaire geographique portatif, ou Description des royaumnes provinces, villes, evéchés, duchés, comtés, marquisats, villes imperiales, ports, forteresses et autres lieux considerables des quatres parties du Monde... Traduit de l’anglois sur la quinzieme édition de Laurent Echard.avec dos additions et des corrections considerables par Monsicur Vosgien, chanoine de Vaucouleurs, Nouvelle édition, revue, corrigée et augmentée de la Geographie ancienne et d'une explication des Termes de Marine et de Navigation, A Paris, Chez, les Librairies Associés, 1786.840 págs. BCC.

- Dictionnaire Geographique portatif, des Quatre Parties du Monde. Traduit de l’Anglois sur la derniere edition de Laurent Echard, par Vosgien. Nouvelle Edition, Revue, rectifiée, mise en ordre et augmentée de plus de trois mille noms de Villes, Villages, ou Bourgs qui n'avoient point ancore paru dans ce Dictionnaire, par J. Fr. Bastien. A Caen Chez G. Le Roy 1795, 822 pags. BUB.

LA SERNA. Juan de

- Diccionario Geographico, ó descripción de todos los Reynos, Provincias ...del mundo ... Obra ... traducida... al castellano. con varias correcciones y adiciones por lo que mira a España ... por D. Juan de la Serna, Madrid (1750) (British Museum General Catalogue of Printed Books).

- Diccionario Geographico o Descripción de todos los Reynos, Provincias, Islas, Patriarchados, Obispados, Ducados, Condados, Marquesados, Ciudades Imperiales y Anseaticas, Puertos, Fortalezas. Ciudadelas, y otros lugares considerables de las Cuatro Partes del Mundo, con la noticia do los Reynos, Provincias, y Territorios en que se hallan; los Príncipes de quienes dependen, los Ríos, Bahias, Mares, Montes, etc. Junto a los quales estan situados; su distancia en leguas Francesas de los pueblos mas considerables cercanos; las patrias de las personas ilustres, los sitios mas famosos que las Plazas han sostenido, los lugares donde se han dado las principales Batallas con la longitud y latitud de todos los dichos Reynos, Ciudades, etc. Segun los mejores mapas; y una breve noticia de su abundancia, Comercio, Genio, etc ... Obra util para la inteligencia de la Historia moderna, y negocios presentes. Escrita primeramente en el Idioma Ingles, por Lorenzo Echard: traducida al Frances de la XIII. edición de Londres, por M Vosgien, Canónigo de Vaucouleurs, con muchas correcciones, y adicciones. Y ahora nuevamente al castellano, con varias correcciones, y adicciones por lo que mira a España, y aumento de un numero considerable de Pueblos de ella: por D. Juan de La-Serna En Madrid. En la Imprenta de la Viuda de Peralta y Angel Corradi, Mercader de Libros de la Corte MDCLX. Con Privilegio [1760) 583 págs. BUB.

- Diccionario Geográfico, o Descripción de todos los Reynos, Provincias, Islas, Patriarcados, Obispados Ducados, Condados, Marquesados, Ciudades !rnperiales y Anseáticas, Puertos, Fortalezas, Ciudadelas, y otros lugares considerables de las Quatro partes del Mundo, con la noticia de las Reynos, Provincias y Territorios en que se hallan: los Principes de quienes dependen, los Rios, Bahías, Mares, Montes, etc. junto a los quales estan situados: Su distancia en leguas Francesas de los Puertos mas cercanas: la Patria de Personas Ilustres, los Sitios mas famosos, que las Plazas han sostenido, los lugares donde se han dado las Principales Batallas, con la longitud y latitud de todos los dichos Reynos Ciudades, etc.Segun los mejores Mapas, y una breve noticia de su Abundancia. Comercio, Genio, etc. Escrito en Ingles y traducido del Francés al Castellano por Don Juan de La-Serna. Segunda Edición, corregida y aumentada. Con Licencia. Madrid. Por Joachin Ibarra, Año MDCCLXII (1763) 3 vols. BUB

- Diccionario Geografico o descripcion de todos los Reynos, Provincias, obispados, ducados, condados, marquesados, ciudades Imperiales y Anseaticas, Puertos, Fortalezas ... Escrito en inglés y traducido del frances al castellano por D. Juan de La-Serna Tercera edición. Corregida y aumentada, Madrid. MDCCLXXII Por D. Joachim Ibarra. Impressor de Camara de S.M. (1772). 3 tomos (Palau señala tambien una ed. de 1773).

- Diccionario Geográfico o Descripcion de todos los Reynos, Provincias, Islas Patriarchados, Obispados, Ducados, Condados. Marquesados, Ciudades Imperiales. y Anseaticas, Puertos, Fortalezas, Ciudadelas y otros lugares considerables de las quatro partes del Mundo. Escrito en inglés y traducido del Frances al castellano por D. Juan de La-Serna. Tercera edición corregida y aumentada, Madrid, Por D. Joachin Ibarra, Impressor de Cámara de S.M. 1782. 3 vols. BCC.

LEIVA Pedro de

- Vocabulario de Historia Natural en latín, castellano y francés. Diccionario razonado de Historia Natural. (El autor murió en 1793). (Menendez Pelayo, 1954, III, 274).

LLOBET Francisco

- Diccionari de Historia Natural, Barcelona, 1766, Ms. (Font y Sague, 1903, 213).

MARTRAS Antonio

- Dilatada Historia y Diccionario de animales, plantas y minerales y de todo lo demás que a estos tres reinos corresponde, que es la parte que componen los simples medicinales que estan en uso en la Medicina y pertenecen a la Pharmacia ... Ms. 1744, Museo de Ciencias Naturales de Madrid (Colmeiro, 1858, 70).)

MATY, C.

- Dictiononaire geographique universel... tiré du dictionnaire geographique latín de Baudrand, des meilleurs relations, des plus fameux voyages, et des plus fideles Cartes ... Amsterdam F. Halma, 1701. BNP.

MENDEZ SILVA, Rodrigo

- Población general de España. Sus trofeos; blasones y conquistas heroycas. Descripciones agradables, y grandezas notables, excelencias gloriosas y sucesos memorables... Madrid. Diego Diaz de la Carrera. 1645, (Palau).

- Población General de España, sus Trofeos, blasones y conquistas heroycas. Descripciones agradables, grandezas notables, excelencias gloriosas y sucessos memorables con muchas y curiosas noticias. Flores cogidas en el estimable Jardín de la preciosa antiguedad. Reales geneajogias y catalogos de dignidades eclesiásticas y seglares. Por Rodrigo Mendez Sylva, Coronista destos Reynos Añadida y enmendada por el mismo en esta última impresion. Dedicado al Sr. D. Fernando Valenzuela, Cavallero del Orden de Santiago etc. En Madrid Por Roque Rico de Miranda. Año de 1675, 268 págs. BCC.

MIRAVEL y CASADEVANTE, Jose

- Véase MORERI, 1735.

MONTPALAU, Antonio de

- Véase CAPMANY y MONTPALAU, Antonio

MORERI, Louis

- Le Grand dictionnaire historique ou le Mélange curieux de l'histoire Sainte et profane... par le Sr. L. Moreri ..Lyon, J.Girin et B. Riviere 1674, 1346 págs. BNP

- Le Grand Dictionnaire Historique, ou le Mélange Curieux de l'histoire Sacrée et Profane ... Seconde Edition divisée en deux tomes, Revue corrigée er augmentée de la moitié par M. Louis Moren, Docteur en Theologie, A Lyon Chez Jean Girin et Barthelemy Riviere,1681, 4 vols. BUB.

- Le Grand Dictionnaire Historique.. par Mre Morery... NouvelIe el derniere edition...augmentée par M.Vaultier Paris Jean Baptiste Coignard, 1707, 4 vols, BUB.

- Le Grand Dictionniare Historique.. dixième edition... Amsterdam, Pierre Brunel. 1717. 4 vols. + 2 t. de Suplemento. BUB.

- Le Grand Dictionnaire Historique... Paris, 1718, Jean Baptiste Coignard 5 vols. BUB.

- Supplement au Grand Dictionnaire Historique ... Genealogique, Geographique etc. de M. Louis Moreri, Pour servir à la dernière Edition de l'an 1732 et aux Précedentes. A Paris, chez la Veuve Lemercier, Jacques Vincent Jean Baptiste Coignard et Antoine Boudet, 1735, 2 vols. BUB.

- El Gran Diccionario Historico, o Miscellanea Curiosa de la Historia Sagrada y Profana, que contiene en compendio la Historia fabulosa de los Doses y de los Heroes de la Antigüedad Pagana: Las Vidas y las Acciones notables de los Patriarchas, Juezes, y Reyes de los Judios, de los Papas, de los Santos Martyres y Confessores, de los Padres de la Iglesia, de los Obispos, Cardenales, Emperadores, Reyes, Principes Ilustres, Capitanes insignes de los Autores antiguos y modernos y de quantos se hicieron famosos en alguna ciencia y arte. El establecimiento y el progreso de las Ordenes Religiosas y Militares: y la vida de sus Fundadores. Las Genealogías de muchas Familias ilustres do España, de Portugal y de otros Paises. La Descripción de los Imperios, Reynos, Repúblicas, Provincias, Ciudades, Islas, Montañas, Ríos y otros lugares dignos deconsideración de la antigua y nueva Geographia, etc. La Historia de los concilios generales y particulares, con el nombre de los lugares donde se celebraron. Traducido del Francés de Luis Moreri: Con Amplissimas Adiciones y curiosas investigaciones relativas a los Reynos pertenecientes a las coronas de España y Portugal assi en el antiguo como en el nuevo mundo. Por D. Joseph de Miravel y Casadevante, de la Real Academia de la Historia, y Canónigo del Sacromonte de Granada. En Paris. A costa de los Libreros Privilegiados, y en León de Francia de los Hermanos Detournes Libreros, 1753, 9 vols. BUB.

MOYA, Antonio de

- Rasgo heroyco: Declaración de las empresas, armas y blasones con que se ilustran y conocen los principales Reynos, Provincias, Ciudades y Villas de España, y Compendio Instrumental de su Historia, en el que se da noticia de la Patria de S. Fernando, Rey de Castilla y Leon. Compuesta en metodo alphabético por D. Antonio de Moya, vecino de Madrid, Quien lo dedica con la mas reverente gratitud a la muy Catholica Real Magestad de el Sr. D. Fernando el Sexto (que Dios Guarde) Por Mano del Ilustríssimo Sr. D. Alphonso Muñiz, Caso, y Ossorio, Marqués del Campo del Villar del Consejo de S.M. Su Secretario de Estado del Despacho Universal de Gracia y Justicia, y Superintendente General de los Positos de España. Con Privilegio. En Madrid: Por Manuel de Moya, Año de 1756, 19 h. + 382 págs. + ind BCC.

NOTICIA

- Noticia de origen, progresos y trabajos literarios de la Real Academia de la Historia, Memorias de la Real Academia de la Historia. Tomo I, Madrid, En la imprenta de Sancha. Año de 1796. Págs. I - CLXF. BCC.

ORTELIUS, Abraham

- Abrahami Ortelii Antuerpiani Synonimia Geographica, Sive Populorum, Regionum, Insularum, Urbium, Oppidorum Montium ... etc. Variae pro Auctorum traditionibus, saeculorum intervallis Gentiumque idiomatis et migrationibus, apellationes et nomina. Opus non tantum Geographis. Sed etiam Historiae et poëseos studiosis utile ac neccessarium, Antverpiae, Ex Officina Christophor. Plantini Archytipographi Regi. 1578, 420 págs.BUB.

- Abraham Orteli... Thesaurus geographicus, recognitus et auctus in quo omnium totius terrae regionum... item oceani, nomina et appellationes veteres, additis magna ex parte etiam recentioribus ... Antverpiae, ex officina plantiniana, 1596. BNP. (Nueva Edi. Hanoviae. apud, G. Antoninum, 1611. BNP)

PERE Y CASADO, Francisco

- Adición al ... Diccionario Geográfico Universal de Echard, que comprehende la descripción de las Naciones, Imperios, Reynos ...que se encuentran en el Globo Terraqueo y no se comprehenden en los tres tomos del Diccionario Geográfico de Lorenzo Echard, escrito en Ingles, traducido y aumentado al Francés y de este al Castellano, que es el único que tenemos mas completo en este idioma, Por D. Francisco Pere y Casado oficial de la Contaduria del Excmo. Sr. Marqués de Bélgida, Mondejar y San Juan de Piedras Albas. En Madrid En la Imprenta Real, Año de 1795, 3 vols. BUB.

- Compendio geográfico, histórico y político de España. Contiene la Geografia antigua de la Peninsula española e islas Baleares. Su extension, circunferencia y cabos en ambos mares, superficie en leguas cuadradas, poblacion y fuerza militar ... Año 1808, 316 págs. y 9 tablas (Palau: No es seguro que se trate de un Impreso).

- Descripción historográfica de los límites o confines de la Francia (cit. por Godoy: Memorias del Principe de la Paz, vol. I pág. 230 y 236).

PUFFENDORF, Baron de

- Introduction a l'Histoire Generale et Politique de l'Univers. Ou l'on voit L'Origine, les Revolutions, L'Etat Présent, et les Interets des Souverains, Par Mr. le Baron de Puffendorf. Nouvelle Edition, Plus ample et plus correcte que les précédentes. On a continué tous les Chapitres jusq'à present et ajouté un Eloge Historique de l'Auteur. Tome VI ou Tome II de l'Histoire de Suede. A Amsterdam. Chez Zacharie Chatelain MDCCXXVIII (1788) 506 págs. BUB.

QUER, José

- Flora Española, o Historia de las Plantas que se crian en España. Su Autor D Joseph Quer. Cirujano de S.M. Consultor de sus Reales Exércitos, Académico del Instituto de Bolonia de la Real Medica Matritense y Primer Professor de Botánica del Real Jardín de Plantas de Madrid. Con Licencia. Madrid, Por Joachin Ibarra, Calle de las Urosas, 1762. 6 vols. (Los vols V y VI constituyen la Continuacion de la «Flora española o Histórica de las plantas de España» que escribia D. Jose Quer, ordenada y publicada por Casimiro Gomez Ortega, Madrid, Joachin Ibarra, 1784, 2 vols.). BUB.

REJON DE SILVA Diego Antonio

- Diccionario de las nobles artes para instrucción de los Aficionados, y uso de los Profesores. Contiene todos los términos y frases facultativas de la Pintura, Escultura, Arquitectura y Grabado y los de Albañileria o Construcción, Carpintería de obras de fuera Montea y Cantería, etc. con sus respectivas autoridades sacadas de Autores Castellanos, según el método del Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española, por D.D.A.R.D.S Segovia, Imprenta de D. Antonio Espinosa, 1788, 218 págs.

RODRIGUEZ CAMPOMANES, Pedro

- Dissertaciones Historicas del Orden, y Cavalleria de los Templarios, O Resumen Historial de sus principios. Fundación, Instituto, Progressos, y etinción en el Concilio de Viena. Con un Apéndice o suplemento en que se pone la regla de esta orden y diferentes privilegios de ella... Su Autor el Lic. D. Pedro Rodríguez Campomanes, Abogado de los Reales Consejos y de los del ilustre Colegio de esta Corte En Madrid: En la oficina de Antonio Perez de Soto. Año 1747, 286 págs, BUB.

- Antiguedad marítima de la República de Cartago. Con el Periplo de su general Hannon, traducido de! Griego e ilustrado Por Pedro Rodriguez Campomanes, Madrid, Imprenta Antonio Perez del Soto MDCCLVI (1756) 16+ 136 + 132 pags. BUB.

- Noticia Geografica del Reyno y Caminos de Portugal, En Madrid, En la oficina de Joachin Ibarra 1762, 226 págs. BCC.

SANCHEZ REGUART, Antonio

- Diccionario Histórico de las artes de la pesca nacional, Madrid, En la imprenta de Ibarra. Año 1791. Cinco vols. in folio, con muchas láminas grabadas en cobre (El complemento, que se titulaba Colección de producciones de los mares de España, formada de orden de S.M. en los años de 1790 á 1795, quedó inédito) (Fernandez Duro, 1900, VIII, 454).

SANZ, Raimundo

- Diccionario militar o recolección alphabetica de todos los términos propios al Arte de la Guerra. Barcelona, Juan Piferrer, 1749, 436 págs. (Palau).

- Principios Miitares, en que se explican las operaciones de la Guerra subterranea o el modo de dirigir, fabricar y usar las Minas y Contraminas en el ataque y defensa de las Plazas, Barcelona, Imprenta de Eulalia Piferrer, Vda., 1776, 285 págs BCC (Otra edición, Barcelona, 1780). (Palau).

SEMPERE Y GUARINOS, Juan

- Ensayo de una Biblioteca de los mejores escritores del reynado de Carlos III. Por D Juan Sempere y Guarinos, Abogado de los Reales Consejos. Socio de Mérito de la Real sociedad Económica de Madrid y Secretaria de la Casa y Estados del Excmo. Sr. Marqués de Villena. En Madrid En la Imprenta Real 1785-1789, 6 vols. BUB.

SOTUEL. Tomas

- Diccionario Universal, teoría y practica de marina, por D, Tomas Sotuel Alférez de navio, año 1777 [Ms Min.Marina] (Fernandez Navarrete. 1851. II, 734)

SUAREZ DE RIBERA, Francisco

- Clave Médico-quirurgica universal y Diccionario médico quirúrgico, anatómico, mineralógico, botánico,zoológico, farmacéutico químico históricopolitico, Madrid, Viuda de Hierro. 1730, 3 vols. (Colmeiro, 1858,70).

TERREROS Y PANDO, Esteban

- Diccionario castellano con las voces de Ciencias y Artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana Su Autor el P. Esteban Terreros Pando, Madrid, En la Imprenta de a Viuda de Ibarra Hijos y Compañía, Con Licencia, 1776-1793, 4 vols. BMMB BUB. (2 vols.).

VEGAS, Antonio

- Diccionario Geográfico Universal que comprehende la descripción de las quatro Partes del Mundo; y de las Naciones. Imperios, Reynos, Repúblicas y otros Estados, Provincias, Territorios, Ciudades, Villas, y Lugares Memorables, Lagos, Rios, Desiertos, Montañas, Volcanes, Mares, Puertos, Golfos, Islas, Paninsulas, Istmos, Bancos, Cabos, etc. que se encuentran en el Globo Terraqueo, Sexta Edicion, corregida y añadida en lo que corresponde a España la división de sus Provincias, así en general como en particular la Poblacion de cada una y número de las ciudades, villas, Lugares, Aldeas, Filigresias, Concejos y Despoblados; con otras muchas singularidades concernientes a la Geografía de España. Por D. Antonio Vegas, Madrid, En la Imprenta de D. Joseph Doblado, 1795, 6 vols. BUB.

- Diccionario Geográfico universal que comprende la descripción de las quatro partes del mundo; y de las naciones, imperios, reynos, republicas y otros estados, provincias, territorios, ciudades, villas y lugares memorables, lagos, ríos, desiertos, montañas, volcanes mares, puertos, golfos, islas, peninsulas, istmos, bancos, cabos, etc. que se encuentran en el Globo Terraqueo. Septima edición corregida y añadida en lo que corresponde a España la division do sus provincias así en general como en particular: la poblacion de cada una, y numero de las ciudades, villas, lugares, aldeas filigresias, concejos y despoblados; con otras muchas singularidades concernientes a la geografía española, Por D. Antonio Vegas, Madrid, Imprenta de D. Joseph Doblado, 1806, 6 vols. BIEM.

VIERA Y CLAVIJO, José de

- Diccionario de Historia Natural de las islas Canarias o Indice alfabético descriptivo de sus tres reinos animal, vegetal y mineral. Por D. José Viera y Clavijo. Impresión promovida por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria; Gran Canaria, Imprenta de la Verdad, l866-1869, 2 vols (Palau)

VOSGIEN

- Véase LADVOCAT, Abbé Jean Baptiste

ZULOAGA, Santiago Agustín de

- Cartilla maritima que contiene el nombre de los palos y vergas de un navío, el uso de las jarcias y cabos de labor, con el largo y grueso que cada uno tiene. La obligación del oficial del mar, las voces que emplean los marineros en las faenas y nombres de las partes y ligazones mas principales de un navío. Nueva edicion aumentada de lo que corresponde al detalle de un navío, Cádiz, en la Imprenta de Guardias Marinas, 1777 (Fernandez Navarrete, 1851, III, 696)
 

B) Obras modernas (posteriores a 1803)

AGUILAR PIÑAL, Francisco: Diálogos de Chindulza (Fragmentos sobre Madrid), «Anales Instituto de Estudios Madrileños», II, 1967, págs 483-506.

CAPEL Horacio: La personalidad geografica de Varenio, en VARENIO: Geografía General (1650), Ediciones Universidad de Barcelona. 1974, págs. 9-84.

CAPEL, Horacio: Institucionalización de la Geografía y estrategias de la comunidad científica de los geógrafos «Geo Crítica» Universidad de Barcelona, nº 8 y 9, 1977, 31 + 27 págs.

CAPEL, Horacio: Institutionalization of Geography and strategies of Change, en David STODDART (Ed.) Geography, ldeology and Social Concern, Cambridge, Basil Blakwell, 1981.

CAPEL, Horacio: Valor didáctico de la Historia de la Geografía, en Actas del Simposio sobre La Historia de las Ciencias y la Enseñanza, Valencia 18 y 19 de Abril 1980. Universidad Literaria de Valencia y Sociedad Española de Historia de las Ciencias. Valencia, 1980, págs. 115-121.

CAPEL, Horacio: Organicismo, fuego interior y terremotos en la crencia española del siglo XVIII «Geo-Crítica» Universidad de Barcelona, nº 27-28, Mayo-Julio 1980, 95 págs.

CAPEL, Horacio: La geografía como ciencia matemática mixta. La aportación del círculo jesuítico madrileño en el siglo XVIII «Geo-Crítica» Universidad de Barcelona, nº 30, noviembre 1980, 35 págs.

CAPEL. Horacio: Sobre clasificaciones, paradigmas y cambio conceptual en Geografia. Reflexiones introductorias a la Ponencia de Pensamiento Geográfico II Coloquio Ibérico de Geografía, Lisboa, 13-17 Octubre 1980.

CAPEL, Horacio: Geógrafos españoles en los Países Bajos a fines el siglo XVII «Tarraco Revista de Geografía». Departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona en Tarragona, vol. II, 1981.

CAPEL. Horacio: La Geografía en los exámenes públicos y el proceso de diferenciación, entre Geografía y Matemáticas en la enseñanza durante el siglo XVIII. «Areas. Revista de Ciencias Sociales» Murcia, Consejo Regional Murciano, vol. I, 1981.

CAPEL, Horacio: Geografía y Matematicas en la España del siglo XVIII, Barcelona, Oikos-Tau, 1982.

CATALOGUE: Catalogue General des Livres Imprimés de la Biblioteque Nationale. Auteurs. Paris. Paul Catin Editeur, 228 vols.

COLMEIRO, Miguel: La Botánica y los botánicos de la Península Luso Iberica, Estudios bibliográficos y biográficos, Madrid 1858.

DAINVILLE, François de: La Geographie des Humanistes, Paris. Beuchesne et ses Fils, Editeurs, 1940, 562 págs.

DEZOBRY. Ch. y BACHELET, Tr.: Dictionnaire géneral de Biographie et d'Histoire Mythologie, Géographie, Antiquites et lnstitutions, 14 édition refondue et augmentée par E. DARSY. Paris, Librairie Delagrave (1919) 2 vols.

DOERFLINGER, Johannes: Die Geographie in der «Encyclopedie» Eine Wissenschaftgeschichtliche Studie, «Österreichische Akademie der Wissenschaften. Philosophische-Historische Klasse», Viena, 304, nº 1, 1976, 116 págs.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Sociedad y Estado en el siglo XVIII español, Barcelona, Ariel, 532 págs.

FERNANDEZ DURO, Cesareo: Armada Española desde la union de los Reinos de Castilla y Aragón. Madrid Sucesores de Rivadeneyra, 1900-1093, Vols. VI. VII y VIII.

FERNANDEZ DE NAVARRETE, Martin: Biblioteca Marítima Española. Obra Póstuma del Excmo. Sr D. Director que fue del Depósito Hidrográfico y de la Academia de la Historia etc. Impresa de Real Orden. Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1851, 2 vols. 671 + 784 págs.

FONT Y SAGUÉ, Norbert: Historia de las Ciencies Naturals á Catalunya del segle IX al segle XVIII, Barcelona, 1908, 258 págs.

GODOY. Manuel: Memorias del Principe de la Paz. Edición y Estudio Preliminar de D Carlos Seco Serrano, Biblioteca de Autores Españoles, vol. 88, Madrid, Atlas, 1956.

LAYTON, David: Diction and Dictionnaires in the diffusion of Scientific Knowledge. An Aspect of the History of the Popularization of Science in Great Britain «The British Journal for the History of Science» Londres, vol. II, nº 7. Junio 1965, págs. 221-234.

LERNER, Isaias: The Diccionario of Antonio de Alcedo as a Source of Enlightened Ideas, en ALDRIDGE, A. Owen (Ed.): The Ibero-American Enlightement, University of Illinois Press. Urbana, 1971, págs. 71-93.

MENENDEZ PELAYO, Marcelino: La Ciencia española, Edición preparada por Enrique Sánchez Reyes, Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, 1953-1954. 3 vols. (1ª edición 1876. 1ª edición en 3 vols. 1887-1888).

MOREU-REY, Enric: El naixement del metre. Palma de Mallorca. Editorial Moll, 1956, 136 páginas.

REINAUD. J.T.: Notice Sur les dictionnaires geographiques arabes, «Journal Asiatique» Ser. 5 vol. 16, agosto-septiembre 1860, págs. 65-l06 (cit por White, 1968).

REPARAZ. Gonzalo de: Historia de la Geografía de España, en J GAVIRA (Dir.): España, la Tierra, el Hombre, el Arte. Barcelona, Editorial Alberto Martin, vol. I, 1943, págs. 9-143.

SARRAILH. Jean: L'Espagne eclairée de la seconde moitié du XVII siecle, Paris 1954. Trad. cast. La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. Madrid. Fondo de Cultura Económica, 1974, 784 págs.

WHITE Robert C.: Early Geographical Dictionnaires «The Geographical Review». vol. 58, nº 4. oct.1968, págs. 652-659.
 

© Copyright Horacio Capel, 1981.
© Copyright Geocrítica, 1981


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