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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 69 (50), 1 de agosto de 2000

INNOVACIÓN, DESARROLLO Y MEDIO LOCAL.
DIMENSIONES SOCIALES Y ESPACIALES DE LA INNOVACIÓN

Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

NUEVAS Y VIEJAS FRONTERAS ¿NUEVOS Y VIEJOS ENCUENTROS Y DESENCUENTROS?(1)

Claudia Barros
Perla Zusman



Nuevas y viejas fronteras ¿nuevos y viejos encuentros y desencuentros? (Resumen)

Las reconfiguraciones territoriales asociadas a los procesos históricos que se han desencadenado a partir de la década de 1980 han llevado a que la problemática de las fronteras despertara nuevamente el interés de los académicos desde perspectivas renovadas. Así, a través del abordaje de diferentes formas históricas de construcción de fronteras se pretende mostrar que ellas no han sido y no son sólo objeto de conflicto, sino que también resultan ámbitos geográficos de definición de alianzas, de intercambio y de convivencia.

Palabras clave: frontera/ rururbano/ encuentro/ desencuentro



New and old frontiers: new and old encounters and disencounters? (Abstract)

Territoriality reconfigurations associated with historical processes developed since de eighties carried to a renewed reconsideration of the problematic of the frontier among academics. Through the treatment of differents historical forms of frontiers constructions the aim of this paper is to show that they have not been only places of conflict but also of alliance definitions, interchange and friendship.

Key words: frontier/ ruruban/ encounter/ disencounter.



Durante los últimos años, los estudios sobre la temática de la frontera han despertado un renovado interés(2). Las reconfiguraciones territoriales actuales asociadas a la formación de nuevos bloques económicos y al discurso emergente de un mundo sin fronteras parecerían ser un punto de partida para la discusión en la arena académica.

Los actuales discursos que enfatizan la desaparición de las fronteras contrastan, por otro lado, con otros procesos que tienden a demostrar su multiplicación. Esto último se observa particularmente a partir de los procesos desencadenados luego de la caída del bloque soviético, especialmente con la formación de nuevos estados, aunque también resutla visible en la implementación, por parte de países del Primer Mundo, de políticas destinadas a restringir el ingreso de población proveniente de países del Tercer Mundo. Por otra parte, el intento del capitalismo orientado hacia la ocupación de ámbitos geográficos todavía no incorporados a su esfera de influencia, colabora en situar al tema de las fronteras en el centro de la escena, esta vez, en referencia al "avance" de un sistema económico sobre formas diferentes.

Nuevas problemáticas frente al despertar de nuevos y viejos marcos teóricos en torno de las fronteras

En síntesis, en el contexto de desaparición de algunas fronteras y aparición de otras, ciertas antiguas perspectivas teóricas en torno de la temática son reinterpretadas a la luz de los procesos actuales. En América Latina, en particular, si tuviéramos que rastrear aquellas perspectivas que han influido con más fuerza en las interpretaciones de los procesos territoriales de definición de fronteras, podríamos destacar dos puntos de vista.

El primero de ellos se refiere a la lectura turneriana de la frontera, que propone la visión del avance de las formas capitalistas de producción sobre otras formas de organización del territorio preexistentes(3). Esta visión vinculaba el avance de la frontera con el carácter democrático de la sociedad norteamericana: el colono habría ocupado tierras libres, la sociedad abierta estadounidense habría ofrecido a todos sus miembros la oportunidad de convertirse en un pequeño propietario, la frontera habría sido un lugar de mestizaje y no de opresión de formas antiguas sobre formas nuevas de organización política y espacial(4)

El otro punto de vista que merece ser tenido en cuenta es aquél construido desde la perspectiva geopolítica, para el cual las fronteras aparecen, básicamente, como ámbitos de diferenciación entre Estados. Esta misma postura ha tratado de enfatizar la necesidad de asociar ciertas fronteras políticas con ciertos ámbitos naturales, sea en términos de unidades físicas o en términos de herencias de unidades políticas anteriores a aquellas que son objeto de tratamiento(5).

Sin embargo, otras perspectivas desarrolladas en los últimos tiempos, han buscado comprender a las fronteras en tanto lugares específicos diferenciados de otros, en los cuales es posible descubrir dinámicas propias. Prácticas ofensivas y/o de alianza, colaboración e intercambio que se dan en el locus de la frontera, se superponen a otras, que corresponden a otras escalas, pudiendo contribuir al encuentro o desencuentro entre los actores situados en estos diferentes niveles(6).

El presente trabajo busca hacer una relectura de algunos procesos de formación de frontera(7) particularmente a partir de los procesos de encuentro y desencuentro entre sociedades que se han dado históricamente a través de las mismas, escasamente rescatados en el tratamiento de la temática. Desde esta perspectiva de análisis , también intenta aproximarse a la definición de algunas nuevas fronteras como es el caso de los espacios rururbanos.

Los encuentros y desencuentros medievales y la constitución de las Extremaduras

En el contexto de avance de la ocupación por parte de los reinos cristianos de terrenos en manos de reinos musulmanes en la península ibérica, se fueron definiendo ciertos lugares con particularidades específicas. Un ejemplo de ello es la alta Meseta del Duero. Villar García(8) caracteriza esta área como de "interposición" para las pretensiones intervencionistas cristianas o musulmanas entre el naciente reino Astur y los territorios de Al-Andalus. Para este autor la historia de la Meseta del Duero hasta el siglo XI no es ni cristiana ni musulmana: no pertenece ni se integra en ninguno de los dos marcos político-administrativos que se enfrentan en la Península. Más allá de la presentación de la Meseta del Duero como vía de paso, ella se muestra como un ámbito híbrido, integrado nominal (desde la representación) y políticamente (en tanto espacio de reivindicación) a los ámbitos de poder de ambos reinos.

Sin embargo, el proceso de señorialización que se observa en el siglo XI conlleva a su incorporación a los reinos cristianos a través de un topónimo particular: el de Extremadura(9). Este término, considerado el antecedente del término frontera, surgió para identificar a las tierras, que a fines del siglo XI, se extendían más allá del río Duero, siendo ese espacio geográfico el que estrictamente constituía la Extrema Durii desde la mentalidad cristiana, castellana o leonesa que iniciaba su expansión sobre ella. A lo largo del siglo XII el término se generalizó a todos los reinos que prolongaban sus espacios a costa de las tierras fronterizas meridionales. Su difusión tiene que ver con ciertos elementos comunes que eran observables en las mismas:configuración de estructuras económicas agro-ganaderas; simultaneidad cronológica en cuanto a su anexión a los Reinos Cristianos; utilización de un modelo de colonización basado en la formación de comunidades ciudad/villa tierra, también denominadas concejos; y organización jurídico-administrativa a partir de una concesión foral inicial. La política de colonización fue complementada con acciones de defensa consistentes en tres líneas de fortines destinados a controlar los movimientos del enemigo a la vez que ofrecer protección a los campesinos y permitir el contacto entre la frontera y pueblos interiores(10)

Las alianzas entre sultanes y reyes cristianos eran habituales. De hecho algunos de ellos como Muhammad XII (Boabdil) colaboraron en la conquista final de Granada con los reyes católicos. Además para sellar las paces luego de períodos de conflictos se firmaban acuerdos que se referían a temas tales como: intercambio de prisioneros, el comercio y la resolución de problemas fronterizos(11). Con respecto al comercio entre Castilla y Granada, los registros del siglo XV señalan que Castilla suministraba a Granada: de Castilla cabras jóvenes, vacas, ropas, prendas de lana, túnicas, aceite, olivas, miel, mientras que Granada dotaba a Castilla de sardinas, lino, frutas secas, azúcar, seda y prendas propias de la vestimenta musulmana. A fin de evitar el contrabando, tan extendido en la frontera, y de cobrar los impuestos aduaneros la Corona de Castilla estableció centros en la frontera para inspeccionar a los mercaderes, conocidos como puertos. Su número y localización dependía de los tratados firmados entre reyes y sultanes. El tratado firmado en 1406 por Enrique III sólo reconocía un único puerto el que se hallaba establecido en Alcalá la Real, la ruta más corta para llegar a la capital Nasrid, sin embargo, en tratados posteriores en número de puertos fue ampliado. Los tratados también establecían las áreas a las cuales se hallaba restringida la penetración de los mercaderes.Acuerdos orales se llevaban a cabo a fin de dejar pastar a los ganados de cristianos en los territorios de Gibraltar, Jimena y Jerez bajo dominio musulmán. Estos recibían a cambio un cierto número de vacas, ovejas, así como aceite de oliva.

Prácticas de intercambio, alianza junto a acciones ofensivas y defensivas fueron constitutivas de las relaciones entre los reinos cristianos y musulmanes hasta la toma de Granada en 1492 por la Corona de Castilla.

Encuentros y desencuentros coloniales

En el proceso de apropiación de los territorios de ultramar las potencias europeas hicieron de las políticas de definición de las fronteras uno de los ejes de las políticas coloniales. Más que las posturas turnerianas desconocidas para los dirigentes de los Estados Absolutistas del siglo XVIII, debió haber sido la experiencia acumulada en Europa la que debió haber sido evocada en estas situaciones(12).

La frontera, desde la política colonial metropolitana era pensada como una línea que, representada a través de una serie de instituciones (misiones, fortines), separaba el área de dominio español de la de dominio indígena, en algunos casos; en otros, el dominio español de los espacios en manos de otras potencias intercoloniales. Las instituciones de frontera definían en primer lugar los territorios a conservar y defender y, en segundo lugar, representaban el avance en la ocupación colonial hispánica, punto desde el cual se emprenderían las nuevas acciones de dominación.

Esta perspectiva del ámbito fronterizo tejida desde la metrópoli, presentaba ribetes más complejos en el propio locus de la frontera. Por ejemplo en el caso de la frontera del Chaco con la Gobernación del Tucumán en el siglo XVIII, la irrupción del Imperio hispánico y portugués en el Chaco resignificó las relaciones entre grupos y parcialidades indígenas que fueron constituyendo alianzas con ellos para enfrentar a sus enemigos. La política colonial tenderá a sacar partido máximo de las luchas interétnicas para participar en el terreno de las alianzas, acumular poder y , por tanto, ganar territorio sobre los grupos indígenas.

Algunos de estos grupos pactan con los españoles y aceptan su incorporación a las reducciones a fin de protegerse de sus enemigos y contar con medios para su subsistencia (vilelas, lules). Otros aceptan la reducción temporal en épocas de crisis de sus economías, mientras que unos terceros hacen de su asentamiento en las misiones un medio para obtener información e infiltrarse en el mundo colonial (tobas).

Por su lado, la penetración europea afecta los modos de vida de los indígenas. La abundancia de ganado salvaje convierte a algunos de los grupos aborígenes en pueblos ecuestres, acelerando su velocidad en la entrada y saqueo de las haciendas. Según algunos historiadores(13) es este contacto particularmente con los portugueses el que les da acceso a armamentos.

Estas dinámicas son las que definen el lugar de la frontera. En ella se entrecruzan los intereses y las prácticas económicas y políticas de los diferentes grupos indígenas y los diferentes sectores del mundo colonial. Mediante este tipo de actuaciones el río Salado se convierte en una frontera política, en el punto de encuentro y desencuentro entre las perspectivas de organización política, económica, social indígena y colonial. Frontera que, luego de la organización del Virreinato del Río de la Plata (1776), se desea prolongar hasta el río Bermejo.

Entre el campo y la ciudad

Campo y ciudad, como formas diferenciadas de organización espacial, siempre han resultado nociones de difícil conceptualización. Por un lado, la diversidad de realidades de que cada una de estas ideas pretende dar cuenta y por otro la dificultad de diferenciación en el terreno entre lo que es urbano y lo que es rural, constituyen factores que operan en contra de la conceptualización de estas dos formas de organización del espacio(14). En esta oportunidad, centraremos nuestra atención en la "frontera" que separa (¿o une?) a un espacio definido como urbano de uno definido como rural. Haremos referencia al borde del área metropolitana de Buenos Aires y a su contacto con la zona rural circundante, teniendo en cuenta especialmente algunos cambios recientes.

La formación del área metropolitana de Buenos Aires y la situación de su borde

A fines del siglo XIX, la ciudad de Buenos Aires pasó a constituirse en Capital Federal de la República Argentina; en 1880 el tejido urbano de Buenos Aires ocupaba sólo 24 Km2, pero a partir de esa época una importante cantidad de inmigrantes europeos comenzaron a instalarse en la ciudad y comienzan también a formarse barrios relativamente alejados del centro, en los que varios de estos inmigrantes se convierten en propietarios de sus viviendas

A partir de 1930, ya cesado el gran flujo de inmigrantes provenientes de Europa y agotado el crecimiento del modelo agroexportador, se inicia el proceso de desarrollo industrial orientado hacia el mercado interno y el éxodo rural hacia las ciudades; de esta manera, en los pueblos ubicados más allá del límite de la ciudad se radicaron industrias y barrios obreros lo que llevó a reforzar, a través de la formación del conurbano, el crecimiento del área metropolitana. En efecto, comienzan a hacerse presentes en la ciudad numerosos migrantes internos (y también de países limítrofes) atraídos por las posibilidades de empleo en el sector industrial y en el sector de servicios. La existencia de ferrocarriles y la formación de espacios urbanos periféricos sobre lo que antes eran explotaciones rurales, alentó la instalación de los nuevos grupos sociales a partir de la aparición de loteos económicos, de las posibilidades de autoconstrucción y de la existencia de sistemas de transporte subsidiados(15).

Para toda el área metropolitana el punto de inflexión determinado por el momento en que el crecimiento vegetativo superó al migratorio, se ubica en 1970. En lo que se refiere a la producción de espacios urbanos, el Decreto/Ley 8912 de la provincia de Buenos Aires, promulgado por la dictadura militar en 1977, impuso restricciones que marcaron el comienzo de la disminución de loteos económicos en forma legal y la aparición de algunos ilegales.

Poco después, durante la década del '80, comienzan a aparecer los denominados countries, en la extrema periferia, como residencias secundarias, periurbanas, de sectores de altos ingresos. Es justamente el surgimiento de estas nuevas formas de segundas residencias (que incluye también barrios cerrados, similares a los countries aunque con menos servicios) lo que ha caracterizado a la configuración territorial de los últimos años de los municipios que rodean a la tradicionalmente considerada área metropolitana(16).

Pero estas formas nuevas no se asentaron sobre "espacios vacíos". El área contigua al área metropolitana ha sido, tradicionalmente, una zona agropecuaria dominada por la producción de leche y por la cría de ganado. Desde las zonificaciones agropecuarias, esta área ha sido caracterizada como "cuenca de abasto de lácteos". A partir de la década de 1970 la aparición y consolidación de agroindustrias y la desaparición de algunas pequeñas unidades productoras (17) contribuyó a "liberar" terrenos rurales: varias de las antiguas explotaciones fueron adquiridas por operadores inmobiliarios que las convirtieron en countries o barrios privados, según el caso; otras fueron reutilizadas por sus propietarios quienes las adaptaron para convertirlas en espacios turísticos (viviendas rurales reacondicionadas como hosterías, granjas educativas, etc.), aprovechando el renovado impulso de la zona .

Si bien el grado de intensidad de este fenómeno de reconversión territorial varía según los casos, debe tenerse en cuenta que, fundamentalmente, las nuevas configuraciones territoriales reconocen como destinatarios a una clientela urbana. En efecto, los countries y los barrios privados se han poblado y se están poblando con habitantes provenientes de la contigua área metropolitana, quienes ante el deterioro ambiental de la gran ciudad se ven tentados a trasladarse a entornos rurales de modo similar a los neorurales europeos de épocas relativamente recientes(18). El sector social involucrado en este cambio de residencia que comenzó siendo temporario (de fines de semana) para convertirse en permanente, percibe ingresos altos o medio-altos: vivir en un country supone unos altos costes de movilidad individual, de mantenimiento de espacios comunes (canchas de golf, club house, etc.), de construcción de viviendas adaptadas a rigurosas normas arquitectónicas, etc. Por su movilidad se trata de residentes urbanos que, la mayor parte de las veces, desarrollan sus actividades laborales y sociales en el centro de la ciudad o en áreas cercanas a él (cuando se promociona un nuevo country, se hace referencia a la distancia medida en tiempo que lo separa del centro de Buenos Aires).

A pesar de las similitudes con algunos modelos europeos actuales de desarrollo urbano "difuso", esta situación presenta grandes diferencias con el prototipo de ciudad difusa. Básicamente, puede sostenerse que mientras que la ciudad difusa(19) surge y se consolida vinculada a actividades de producción, en el caso de Buenos Aires estamos frente a una tipo de estructura territorial organizada en base al consumo, en este caso, de lugares. Tanto P. Claval como J. Urry(20) se refieren a este fenómeno al que definen, respectivamente, como de "expansión extra-urbana de sectores acomodados" y de "consumo de lugares". En el caso de Buenos Aires, esta situación se ve acentuada por la concentración de la riqueza que se ha verificado durante el último decenio. Desde este punto de vista, es posible afirmar que el caso del área metropolitana de Buenos Aires se acerca más al patrón tradicionalmente latinoamericano de gran diferenciación entre sectores sociales plasmada en el paisaje urbano, que al modelo europeo de ciudad difusa descripto y analizado por F. Indovina. Es por esto que aquí se ha optado por calificar a esta área como rururbana, ya que este término logra hacer referencia a la imbricación de dos formas de organización territorial que conviven en un espacio dado.

El rururbano como frontera: del contacto evitado al contacto alentado

La zona inmediatamente contigüa al área metropolitana está atravesada por Ruta Provincial No 6, que recorre municipios donde el desarrollo rururbano aludido tiene fuerte presencia. En forma de arco de círculo y a una distancia promedio de 60 Km. del centro de Buenos Aires, esta ruta vincula entre sí municipios como Cañuelas (donde el desarrollo de urbanizaciones cerradas es relativamente reciente), General Las Heras, Luján y Pilar (siendo este último donde la presencia de urbanizaciones cerradas se encuentra más consolidada). Pavimentada durante los primeros años del gobierno militar instalado en el poder entre1976 y1983, la Ruta Provincial No. 6 atravesaba áreas claramente rurales, sin embargo, en la actualidad esa misma área puede ser calificada de rururbana.

Para la época de pavimentación de la ruta comenzaron a aparecer voces preocupadas por lo que consideraban el "avance de la ciudad" (en realidad, de los sectores populares) sobre el medio rural:

"Por otra parte, la mancha de aceite que hasta ahora ha supuesto el crecimiento desmedido de la gran urbe, se cierne amenazadoramente sobre nuestras tierras; si, incluso consideramos que en pocos meses se terminar la construcción de la ruta provincial 6, ya estamos en guardia para evitar que la misma sea un nuevo afluente de la maratón de villas de emergencia, más bien consideramos que esa ruta determine el límite preciso del desborde de la gran ciudad. (...) Y así, como reiniciando un proceso inverso al que ocurrió más allá de una centuria, tenemos la convicción -como entonces- que la ruta 6 es la primera línea de contención que el campo habrá de oponer a la ciudad, a la manera de la primera línea de fortines que enfrentaba el avance "tumultuoso" de los indígenas sobre los centros civilizados." Expediente Nro. 4044-32/77. Intendencia Municipal. General Las Heras

Lo que resulta relevante destacar es que el avance urbano se veía como negativo ya que sería protagonizado ­según la creencia de entonces- por los sectores populares que eran los que residían en el "borde" de la ciudad para la década de 1970. Veinte años más tarde, esos mismos "bordes" e incluso áreas rurales más allá del mismo también son invadidos por habitantes urbanos pero esta vez no son los sectores populares sino los sectores de más altos ingresos los que protagonizan la "invasión". Dada esta situación, la invasión de la década de 1990 no es vista como un peligro; por el contrario, es alentada y valorada positivamente, en parte por la posibilidad de desarrollo económico debido a los empleos que genera y al alza del valor del suelo que supone(21) en parte por la aceptación/identificación con los que serían los nuevos residentes: sectores de altos ingresos para quienes el campo se ha convertido en un objeto de consumo turístico.

En ambos casos (el de la década de 1970 y el actual), la "frontera" entre lo rural y lo urbano refiere a un área de contacto, de hibridación de formas territoriales y sociales. Sin embargo, lo que se manifestaba básicamente como un desencuentro (el rechazo de parte de una sociedad fuertemente rural hacia una sociedad urbana representada por sus sectores más marginados), comienza a manifestarse como un deseo de encuentro cuando la sociedad urbana que "avanza" (y con esto la remisión a la idea turneriana se hace inevitable) lo hace a través del asentamiento de sus sectores sociales más acomodados.

Las fronteras y la caracterización de los encuentros y desencuentros

Los estudios de casos presentados ofrecen otra visión de la frontera de aquella que la geografía política y aún la perspectiva turneriana nos ha transmitido históricamente. A su vez, tanto las nuevas como las antiguas fronteras no aparecen como áreas de transición entre formas puras (estados, reinos cristianos y musulmanes, áreas rurales y urbanas) ellas se presentan como lugares con dinámicas propias que involucran tanto a aquellos que poseen el poder de organizarlas como a aquellos que viven en las fronteras; estas dinámicas pueden ser identificadas en términos de encuentro y desencuentro.

Sin embargo este tipo de descripción de las acciones políticas, sociales y económicas que se dan en la frontera no debe hacernos perder de vista que los casos analizados, representan un momento en el proceso de extensión de formas de organización política y económica nuevas, que buscan extender su dominio (cristiano, colonial, del consumo de lugares) sobre diversos sujetos, prácticas, formas espaciales y representaciones que estas formas buscan incorporar.
 

Notas

1. La expresión "Encuentros y desencuantros" está utilizada aquí con el sentido dado por Martins de Souza (1996)

2. Para D. Newman y A. Paasi (1998:187) la preocupación académica por la temática se demuestra en la institucionalización de los estudios de fronteras. De hecho se han creado centros de investigación como la Unidad De Investigación en Límite Internacional (International Boundaries Research Unit-IBRU) correspondiente a la Universidad de Durham y la Asociación de Estudiosos de Frontera en Nuevo México, el Centro de Investigaciones Geopolíticas de la Universidad de Londres. Algunos congresos que se vienen realizando y se realizarán también son una muestra de ello. Nos referimos, por ejemplo, al encuentro realizado en Buenos Aires el 26, 27 y 28 de mayo de 1999 bajo el nombre Fronteras, naciones e identidades; al que se realizó en Salamanca en el mes de mayo con el título de Fronteras y al planificado para el año 2002 en Amsterdam por la asociación holandesa de estudios latinoamericanos y del Caribe con la denominación de Cruzando Fronteras en América Latina.

3. Turner, 1991

4. Turner ha sido criticado tanto por los geógrafos culturales como por los historiadores estadounidenses por su visión evolucionista y simplista de la ocupación del oeste norteamericano (Bannon, 1993, Sauer 1963). Su narrativa influyó decisivamente sobre algunas elites latinoamericanas como la argentina o brasilera en el momento de incorporar ciertos ámbitos geográficos de su territorio al mercado del capitalismo mundial. Despojados del contenido nacionalista, algunos trabajos se basaron en la lectura turneriana para interpretar el proceso de avance de la llamada frontera agraria (Reboratti, 1982) o para releer la ocupación colonial de los territorios americanos en la época colonial (Vitar Mudski, 1997; Mayo y Latrobuesse, 1998).

5.  Por ejemplo, el discurso geopolítico argentino considera que el territorio de Argentina es la herencia legítima (natural?) del territorio del Virreinato del Río de la Plata. Los límites del territorio del Estado argentino deberían coincidir con los del Virreinato del Río de Plata. Toda discordancia hablaría de la política expansionista de los otros estados que rodean a Argentina (léase Brasil, Chile, entre otros).

6.  Barros, Zusman, 2000.

7. En este trabajo nos inclinamos por no diferenciar el término límite de frontera. Preferiremos hablar genéricamente de frontera. Con dicho vocablo nos estamos refiriendo tanto a los avances de ocupación sobre tierras en manos de poblaciones cronológicas de organización políticas, económicas y culturales diferenciadas como a la definición de las fronteras internacionales. La no diferenciación reside en que consideramos ambos procesos concomitantes e igualmente relevantes.

8. Villar García, 1986.

9. El término frontera será generalizado en el Bajo Medievo para los reinos hispánicos, y en especial para la Corona castellana, en los tiempos en que la frontera por antonomasia se refería al reino de Granada, último reducto islámico. En documentos oficiales y crónicas correspondientes a este período y a este lugar se utilizan expresiones como "frontera", "fronteras", "frontería" o fronterizos (Mitre Fernández, 1997, pags.34-36)

10.  González Jimenez, 1989, pag. 74

11.  López de Coca Castañer, 1989, pag. 132.

12.  Particularmente, la política de la metrópoli española al incorporar en la política territorial de ultramar la definición de fronteras evocaría las políticas ofensivas, defensivas, de alianzas y de comercio mantenidas entre los reinos cristianos y musulmanes en el período medieval a las que nos referimos arriba. Además del conocimiento resultado del encuentro y desencuentro entre reinos cristianos y musulmantes a las que nos hemos referidos en el ítem anterior, Rescataría la experiencia donde las fronteras eran concebidas como lugares de encuentro entre reyes y condes (la marche) (Allies, 1980, pag. 40; Sahlins, 1990, pag. 1428), para resolver diferencias o sellar alianzas, para recibir el tributo o el homenaje. En el momento de firma de tratados intercoloniales tendría en cuenta otras negociaciones de acuerdos con otros Estados Absolutos, como por ejemplo, con Francia, por la demarcación de la frontera con los Pirineos en 1659. Justamente, en este caso el criterio de frontera natural justificó las argumentaciones sobre las cuales se negociaron la distribución de las posesiones.

13.  Santamaría, 1998.

14.  Capel, 1975.

15. Cabe destacar que, además de la urbanización legal aquí mencionada, se produjeron urbanizaciones fuera de mercado que dieron origen a las "villas miseria" en terrenos inundables, fiscales, de propietarios desconocidos, etc., que resultaron contenedoras de un gran número de habitantes con un alto porcentaje de necesidades básicas insatisfechas.

16. Torres, 1993.

17.  Barros, 1997.

18.  Nogué Font, 1988.

19.  Indovina, 1998.

20.  Claval, 1987; Urry, 1995.

21.  García Ramón et al, 1995.
 

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