Menú principal                                                                                                                          Índice de Scripta Nova
Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 85, 20 de marzo de 2001. 

 INMIGRANTES EXTRANJEROS EN ESPAÑA. NUEVOS COMENTARIOS

Diana Marre
Universidad de Barcelona

Claudia Pedone
Doctoranda en Geografía Humana
Universidad de Barcelona


Inmigrantes extranjeros en España. Nuevos comentarios (Resumen)

Publicamos en este número dos comentarios recibidos al artículo "Los inmigrantes extranjeros en España", publicado en el nº 81 de Scritpa Nova (http://www.ub.es/geocrit/sn-81.htm). Una respuesta del autor a anteriores comentarios ha sido publicada en el nº 83 de esta misma revista (http://www.ub.es/geocrit/sn-83.htm)

Palabras clave migración/ inmigrantes extranjeros en España/ ciudadanía/ identidad e inmigración/ geografía de la población



Foreign immigrants in Spain. New comments (Abstract)

In this issue, we publish two comments to the paper "Los inmigrantes extranjeros en España", number 81 of  Scripta Nova (http://www.ub.es/geocrit/sn-81.htm). An auhor's answer to previous comments was published in the issue number 83 of this review (http://www.ub.es/geocrit/sn-83.htm).

Key words: migrations/ foreign immigrants in Spain/ citizenship/ identity and immigration/ population geography


Indice

Comentarios de Diana Marre
Comentarios de Claudia Pedone


REFLEXIONES DESDE LA "MINORÍA" AL ARTÍCULO
INMIGRANTES EXTRAJEROS EN ESPAÑA DE HORACIO CAPEL

Diana Marre
Universidad de Barcelona


Para fundamentar el título de estas reflexiones sobre los inmigrantes extranjeros a España, resulta útil señalar que las estadísticas elaboradas por el Departament d'Estadística del Ajuntament de Barcelona para junio de 2000 sobre población extanjera en Barcelona muestran que de un total de 58.186 extranjeros registrados por el Ayuntamiento de Barcelona a junio de 2000 el mayor número, 18.832 (32,4 por ciento del total) provenía de América del Sur. A este porcentaje le seguía en escala descendente, con un 23 por ciento, un conjunto heterogéneo denominado "Resta de Països" en los que se incluía a migrantes de los países de la Unión Europea, Andorra, Islandia, Liechtenstein, Malta, Mónaco, Noruega, San Marino, Suiza, Ciudad del Vaticano, Chipre, Estados Unidos, Canadá, Japón y Oceanía. Luego y con menos de la mitad (12 por ciento) se hallaba los procedentes de Africa del Norte y Magreb.

En la misma línea de fundamentación, interesa señalar que de ese 32,4 por ciento de población extranjera procedente de América del Sur, el 57,6 por ciento eran mujeres, el colectivo con mayor proporción de mujeres de todos los relevados por el Ayuntamiento de Barcelona en sus estadísticas de junio de 2000, sólo superado en índice de feminización por el colectivo procedente de América Central, cuyo total no llegaba a constituir un cuarto de la población inmigrante procedente de América del Sur. Esta división entre América del Sur y Central es poco usual en otro tipo de análisis para los que resulta más funcional la categoría de América Latina o Hispanoamérica.

Como parte de ese colectivo de 57,6 por ciento de mujeres inmigrantes procedentes de América del Sur pensé posible acercar algún matiz a la reflexión general realizada en torno al tema de la inmigración de extranjeros en España que se está desarrollando en el ámbito del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona desde el mes de mayo de 2000 y para cuya discusión Horacio Capel elaboró el artículo Inmigrantes extranjeros en España. El derecho a la movilidad y los conflictos de adaptación: grandes expectativas y duras realidades.

Es imprescindible reconocer que todo aquel que da un primer paso en relación con temas de análisis complejos lleva, de alguna manera, la peor parte puesto que todos aquellos que lo leen tienen una base para la discusión, el acuerdo y, también, por supuesto, para la crítica. Desde ese punto de vista, siempre resulta más fácil y estimulante "responder" que "decir", una razón por la cual, reconozco la labor de Capel de lanzar el artículo a debate e, imagino que también deberá reconocerse oportunamente su capacidad para dar la bienvenida a los acuerdos y opiniones y, también, a los desacuerdos.

Como muchos otros colegas que habrán accedido al artículo casi inmediatamente de ser ingresado en la web, el mismo estimuló un conjunto de sorpresas y sugerencias que intentaré resumir siguiendo el hilo argumental del propio texto, aceptando como una manifestación honesta una de las primeras frases en que se señala que "confieso que redacto el artículo con muchas dudas, con algunas ideas claras y otras confusas; la única intención es contribuir a un debate público que creo necesario y que puede permitirnos avanzar hacia un consenso social sobre el tema de la inmigración.".

La "desigualdad" como causa de la inmigración

Así como rescato esa primera declaración de dudas que estimula a participar, también encuentro desde la introducción que el objetivo del análisis, explícito a veces, e implícito otras muchas, no logra acabadamente dar al análisis de la inmigración (al que no llamo "problema" deliberadamente) la perspectiva que el propio autor manifiesta querer darle, es decir, la de la exposición acéptica y desideologizada, abierta al debate y a la búsqueda de soluciones.

En ese sentido, no considero conducente a ese objetivo explícito la afirmación de que "el derecho a la emigración debe aceptarse por razones de equidad", porque ello introduce, de inmediato y como una de las primeras variables de análisis, elementos y sentimientos tan discutibles, subjetivos y propios del ámbito de las decisiones individuales como son la caridad, la beneficencia, la solidaridad o, incluso la exculpación. (1) Un camino, asimismo, que resulta difícil que no acabe en el tratamiento del tema en su conjunto y de los inmigrantes como personas en particular, desde posiciones decididamente paternalistas.

Una perspectiva que no contribuye -o lo hace desde una perspectiva sesgada- a la comprensión de la situación en general porque asienta todo el análisis en la premisa de la desigualdad. Se señala que "la cuestión fundamental es la de si ese derecho a la emigración implica también el de la movilidad a otro país, y la obligación de éste de aceptarla. Y si los Estados pueden oponerse a ello basándose en la obligación que tienen de mirar por el bienestar de sus ciudadanos", es decir, que a la premisa de la desigualdad -entre ricos y pobres (2)- se suma como punto de partida la de que los inmigrantes constituyen -siempre- una amenaza al bienestar de los cuidadanos de los países ricos receptores de inmigración. Una visión que, evidentemente no es exclusiva de este artículo -puesto que quizás sólo se limite a mostrarla- sino de la que también participan unos cuantos científicos sociales e intelectuales de distintas disciplinas, como así también políticos y periodistas y comunicadores, es decir, gente con capacidad de acceso a distintos medios de comunicación masiva y, por ello, con capacidad e influencia para crear opinión pública, como definiera hace ya unos cuantos años J. Habermas.

La "incapacidad" como causa de la "desigualdad"

Sin embargo, cuando se abandonan los "argumentos éticos" desde los cuales analizar el fenómeno de la inmigración y más que de ella, de los efectos que produce en las sociedades receptoras y cómo éstas deberían hacer frente al "problema", que de eso trata el artículo concretamente, para pasar a los aspectos económicos de la cuestión, el hilo conductor no varía.

La desigualdad sigue siendo la premisa base pero, en el caso económico, el origen de la desigualdad se hallaría, como ya lo indicaron los ilustrados de fines del siglo XVIII, no en los efectos y consecuencias de las acciones de los ricos sobre los pobres entre otras cosas, ya se trate de individuos o países, sino en la "incapacidad" de los pobres para hacerse ricos adoptando, individual y socialmente, patrones de vida y trabajo "capitalistas" y "civilizados" (3) o, dicho de forma más "políticamente correcta", la desigualdad se basaría en la "capacidad" de los ricos para hacerse ricos.

Así se señala que, "en efecto, podemos suponer que esa situación de apertura unilateral de fronteras puede generar conflictos e injusticias para los ciudadanos del país receptor. Ante todo, desde el punto de vista económico. Quizás con su esfuerzo y el de sus padres y abuelos han logrado la riqueza que hoy tienen. Como algún economista ya ha señalado, la pobreza es siempre el punto de partida y el estado natural del hombre, mientras que la riqueza es lo adquirido, y lo que hay que explicar. Las situaciones políticas, económicas y sociales existentes en algunos países han permitido a veces que a lo largo de una vida, o de varias, se hayan acumulado rentas que se han invertido en vivienda, en propiedades, en equipamientos y en ahorro. Un sistema impositivo progresivo ha permitido también a veces al Estado obtener recursos para infraestructuras, sanidad y servicios públicos. Todo eso se vería afectado por la llegada masiva de inmigrantes, y los residentes del país habrían de compartir la riqueza y los equipamientos con los nuevamente arribados."

Esta podría constituir una afirmación sobre la cual estar de acuerdo, evidentemente, si ella se formulase sobre la base de la reciprocidad pero resulta cuanto menos sorprendente, si se la formula desde la perspectiva del estado español. Un estado que, por ejemplo, en relación con América Latina, una de las áreas desde la que recibe el mayor número de inmigrantes, hace sólo cien años abandonó otros quinientos de presencia, utilización y aprovechamiento de los recursos y de la mano de obra, un área que también hace sólo cien años le sirvió para descomprimir una situación económica interna insostenible y que condujo a que aún en la actualidad haya, por ejemplo, más habitantes procedentes de ciertas comunidades históricas peninsulares fuera que en sus comunidades de origen, un área, finalmente, que en los últimos años ha recibido el más significativo "desembarco" de empresas españolas al amparo de políticas neoliberales y, por supuesto, de los "tradicionales y estrechos vínculos y afinidades culturales que les unen".

Un estado que, por ejemplo, en relación con el Magreb y, en especial Marruecos, el área desde la que recibe otro gran contingente de inmigrantes, hace sólo veinticinco años abandonó su condición de "protector", donde aún mantiene dos enclaves coloniales y en la que, también al amparo de las "siempre buenas relaciones que han vinculado a los dos países vecinos y a sus monarquías", comienza a producir un desembarco de empresas y capitales acompañadas de un plan de desarrollo para la región con el que el actual presidente ha inaugurado los viajes internacionales de su última legislatura.

Desde esa perspectiva, caben algunas interpretaciones. Una de ellas parece sugerir que lo que el estado español ha tomado y toma a través de sus empresas y, a través de ellas y de la gente involucrada y de los impuestos que pagan y con que se beneficia la totalidad de la ciudadanía española, proviene únicamente de una naturaleza particularmente exhuberante con que esas áreas, América Latina y el Magreb, se habrían beneficiado y que, por lo tanto, resultarían de "libre acceso" para la humanidad, algo así como la Antártida y, de ninguna manera, como lo obtenido por los "ciudadanos del país receptor ... [que] quizás con su esfuerzo y el de sus padres y abuelos han logrado la riqueza que hoy tienen". Es decir, que las riquezas con que contarían no habrían sido el producto del esfuerzo -y la capacidad- de nadie, sino de la buena suerte que los benefició con una naturaleza pródiga.

Una segunda interpretación podría apuntar al hecho de que si América Latina mantuvo cuatrocientos años de presencia española y Marruecos aún la mantiene, ello debe adjudicarse a la incapacidad de sus habitantes para escoger mejor a sus gobernantes, es decir, que cada cual tendría lo que es capaz de conseguir con su capacidad y su esfuerzo. Idéntica reflexión, dentro de esta línea argumental, podría hacerse frente al hecho de que los habitantes de ambas áreas mantengan gobernantes que creyendo -o amparados o beneficiados- por los "tradicionales y estrechos vínculos y afinidades culturales que los unen", para el caso de América Latina, o en las "buenas relaciones que siempre han mantenido los dos países vecinos y sus monarquías", para el caso de Marruecos, aceptan el desembarco masivo de capitales españoles pero no requieren a cambio la aceptación de la movilidad masiva para sus habitantes. Claro que, como antes ocurrió con la lengua, la religión y la cultura para el caso de América Latina, se trata de capitales que tienen, entre otros, el objetivo de contribuir a la "civilización" y a la "modernización" de países periféricos incapaces de hacerlo por sus propios medios.

Se vea desde la perspectiva que se lo vea, resulta difícil mantener desde las ciencias sociales y aunque los análisis vinculados al paradigma marxista estén actualmente cuestionados, la afirmación de que la riqueza y los beneficios de una minoría dependen solamente de su propio esfuerzo, capacidad y tenacidad y de la de sus padres o abuelos. Como ha señalado hace algunas semanas un periodista de El Periódico, todos sabemos que hace falta que unos muchos se mueran de hambre para que unos pocos puedan seguir muriendo de colesterol.

El "problema" de la diversidad cultural

Además de las dificultades económicas a las que tendría que hacer frente una sociedad receptora de inmigración, la española, en este caso, se hallan las cuestiones relacionadas con la identidad. Un tema que también acompañó a la construcción de los estados nacionales desde fines del siglo XVIII, o desde antes según a qué corriente epistemológica se suscriba, y a las decisiones políticas de países receptores de migración masiva, como la Argentina, entre otros, a fines del siglo XIX. (4)

Como se sabe, en la mayor parte de los casos, para la construcción de la nación y para la "integración" de la población, se optó por el modelo francés que ponía en el consenso sobre un futuro en común y no en las particularidades del origen, la base de la nación, de las identidades nacionales y de la ciudadanía. Un acuedo que significaba el acuerdo acerca de una "cultura" común, apoyada la mayor parte de las veces, en una lengua y una religión en común. "Acuerdos" a los que se llegaba, no sin esfuerzos y violencias, como señaló hace ya muchos años E. Renán, la mayor parte de las veces a través de un proceso denominado de "homogeneización" cultural, de "integración" cultural o de "normalización" de alguna naturaleza.

Un mecanismo que, actualmente, corrientes epistemológicas provenientes del multiculturalismo, del interculturalismo o, simplemente, del respeto a la diversidad cultural están cuestionando o matizando. Un cuestionamiento que, no deberíamos engañarnos, no se origina en la necesidad de hallar alternativas para la "integración" de la población inmigrante, aunque también, sino fundamentalmente en la crisis de algunos estados nacionales a partir de las reivindicaciones de las particularidades culturales de algunas de sus regiones históricas, como es el caso de la propia España o de Gran Bretaña, y, frente a ello, de sus dificultades para atender a ello y, a la vez, "integrar" por la vía de la homogeneización a la población inmigrante para defender los derechos de sus ciudadanos.

Si bien en el artículo se señala como un caso hipotético el hecho de que la sociedad receptora ante la inmigración "vería afectada también su propia identidad. La cultura propia podría empezar a percibirse como algo en peligro por la llegada de otras personas con lengua, valores y comportamientos diferentes", existen evidencias de que esto no es sólo una hipótesis o un recurso intelectual para movilizar la discusión en un artículo. Una mirada rápida a un periódico de cualquier día proporciona elementos en relación con ello. Para poner un ejemplo cercano, un periódico de la ciudad de Barcelona del día lunes 12 de febrero pasado resaltaba, en el verso de una de las primeras hojas el hecho de que Barcelona se había convertido el domingo en el centro de la Coordinadora para la inmigración de toda España y en el reverso de la misma, con el mismo espacio, señalaba los problemas de delincuencia relacionados con la inmigración, narrando los enfrentamientos callejeros que se producirían entre "bandas de marroquíes y de suramericanos" luego de la una de la madrugada en lugares tan céntricos como la Plaza Catalunya o el emblemático café Zurich de Barcelona.

Sin embargo, quizás estos artículos no sean los más paradigmáticos en relación con la influencia y la capacidad de los medios de comunicación para gestar opinión respecto del tema, puesto que se trata de dos artículos que, por estar explícitamente dedicados a la inmigración, su intencionalidad resulta fácilmente detectable. Más significativa resulta en este sentido una crónica aparecida en el mismo periódico, en la parte de Espectáculos, de cine concretamente, es decir, un sitio frente al cual ningún lector se prepara para recibir opinión sobre temas como la inmigración, es decir, un sitio al que, por eso mismo, los analistas del discurso y de la comunicación social acudirían para estudiar las representaciones culturales hegemónicas de una sociedad.

Allí y en relación con la primera película que prepara un reconocido grupo de teatro se señalaba que "la barcelonesa calle de Gignás era ayer [por el domingo] el reflejo urbano de una sociedad decadente y multirracial. Sin embargo, esta no es la realidad de la ciudad, sino pura ficción". (5) La vinculación -ni siquiera diré causalidad- entre la multirracialidad y la decadencia de la vida urbana de una ciudad resulta por demás evidente.

Por estas y otras cuestiones similares es que resulta de interés intentar concretar qué se entiende por multirracial si se tiene en cuenta el artículo periodístico o qué se entiende por "otra" cultura. Es decir, en qué se está pensando cuando se habla de "otras personas con lengua, valores y comportamientos diferentes", si nos atenemos al planteo incluido en el artículo, ante cuya presencia la sociedad receptora podría ver amenazada su identidad cultural.

Si se toma el caso del colectivo inmigrante latinoamericano, el más numeroso, como se ha señalado inicialmente, en la ciudad de Barcelona a junio de 2000, ciudad de la que, además, provienen los artículos periodísticos mencionados, no puede menos que preguntarse de qué manera estaría contribuyendo ese colectivo a la multirracialidad decadente. Por otro lado, mayores dificultades parece presentar el hecho de considerarlos culturalmente diferentes. Si bien debe asumirse que cuando se habla de cultura, diversidad cultural o identidad cultural harían falta unas cuantas citas a pie de página para explicitar de qué se está hablando en cada caso y, aún así, posiblemente no resultarían suficientes para que ello fuese totalmente claro y diáfano, podrían aceptarse en este ámbito las variables que Capel ha utilizado, es decir, "lengua, valores y comportamiento".

Si esto es así, aunque más no sea en principio, resulta particularmente difícil incluir a los inmigrantes latinoamericanos puesto que por activa, pasiva, consenso, imposición o violación, adoptó hace ya muchos siglos una lengua y unos valores y comportamientos, es decir, una religión, que son, justamente los españoles, o castellanos, si se atiende a los hechos diferenciales peninsulares -o metropolitanos-.

A menos que se acepte que la frase sobre los "tradicionales y estrechos vínculos y afinidades culturales que unen", a hispanos y americanos, es un slogan político últil para los viajes, de inmigrantes y capitales, en un solo sentido, es decir, desde la Península hacia América, para el caso del colectivo inmigrante latinoamericano la tan recurrida dicotomía ¿homogeneidad o diversidad cultural? a que se acude para explicar las dificultad existentes para consensuar políticas adecuadas para la inmigración en general, resulta inadecuado y, a todas luces, infuncional, por lo que es necesario un esfuerzo intelectual y político adicional para hallar otras.

Ello incluso sin necesidad de recurrir a fenómenos tan modernos y democráticos como la consulta extendida y el derecho a la autodeterminación. Si ello se hiciera surgirían resultados tan paradojales como que, mientras que por evidentes razones de conveniencia, un número significativo de inmigrantes latinoamericanos "ilegales" está convocando a la tolerancia y el reconocimiento del estado español en términos de "madre patria", un número impreciso pero claramente notorio, en este caso sí de ciudadanos españoles "legales" y de pleno derecho, está convocando a la tolerancia y el reconocimiento por parte del estado español pero ya no en téminos de "madre patria" sino de otra frase compuesta por palabras que empiezan por las mismas letras pero que tienen un sentido totalmente opuesto.

En este sentido, junto a la frase del artículo que reconoce a España como un "país sin tradición inmigratoria y que ha expulsado en el último medio milenio a dos importantes minorías, los judíos y los moriscos", parece faltar una frase similar que explicite que, también en ese último medio milenio, España ha invadido, descubierto, conquistado, encontrado o producido, da igual el término que se utilice, a otra importante "minoría", la de los hispanoamericanos. Una "minoría" que ha conducido por ejemplo a que, en la actualidad, sólo poco más del 10 por ciento de los castellano parlantes provengan de la Península Ibérica.

Los "problemas" de la inmigración, ¿una cuestión de cantidades?

Sin embargo, como parece sugerirse en el artículo podría pensarse que la apertura hacia la inmigración de ciertos países sólo se debería al hecho de que cuentan con un espacio territorial mucho más amplio y que, por lo tanto, "necesitan" población y, por ello, no limitan los ingresos. De hecho se ha señalado que a lo largo de la historia es posible hallar algunos países que habiéndose percibido como deshabitados o despoblados han fomentado, y fomentan, la inmigración.

Entre ellos, es verdad que en el caso de Argentina, el proyecto político triunfante tras la emancipación, optó por una política poblacionista que podría ser muy resumida en la célebre frase "Gobernar es poblar" de Juan Bautista Alberdi de 1853 que se incluyó en la primera constitución nacional argentina y que aún se mantiene, luego de la modificación realizada durante el último gobierno de Carlos Menem. Que en el caso argentino, la inmigración recibida del mediodía europeo, mayoritariamente española e italiana, no era la esperada por Alberdi y Sarmiento, es un hecho comprobado como comprobado es también el hecho de que hubo una negación, persecución, exterminio y asimilación de la población indígena. Sin embargo, no resulta tan claro que esa inmigración haya sido percibida como un "fracaso y un obstáculo para el desarrollo" porque se han seguido proponiendo políticas de atracción de población.

En el mismo sentido, y en relación con la afirmación de que "la historia de la emigración europea a América está llena de retornos. Casi la mitad de los italianos y españoles que emigraron a América entre 1880 y 1930 volvieron a su patria, y en el caso de Argentina, de los 6 millones de inmigrantes que llegaron entre 1870 y 1929 solo se radicaron allí un total de 3,25 millones", merece la pena matizar el "sólo se radicaron allí" puesto que si bien ese 3,25 millones de habitantes constituía "sólo" poco más del 50 por ciento del total de los migrantes, al mismo tiempo eran más del 30 por ciento de la población total argentina y, dado que tenían una fuerte concentración urbana, en casos como el de la ciudad de Buenos Aires constituían más del 50 por ciento de su población total. (6) Se trata de cifras que están muy lejos de los porcentajes de población inmigrante que se manejan actualmente para la totalidad del estado español o del 15 por ciento que se da para zonas como las de los invernaderos de Almería. El tema más que de cantidades parece ser de mentalidades.

Si bien es cierto que actualmente "la situación es muy distinta a la que se dio en el siglo XIX. Ya no hay tierras abundantes para poblar y que necesiten colonos agrícolas, ni fábricas que demanden abundantes obreros en un mundo cada vez más mecanizado", también es cierto que los inmigrantes no sólo sirven para poblar sino también para reemplazar a ciertos trabajadores que no desean hacer ciertos trabajos y servicios o para satisfacer la demanda de ciertos empresarios que no desean pagar por esos trabajos lo que las leyes de sus países estipulan. No es una novedad, como señala el artículo, que muchos de los significativos ingresos obtenidos en el sector de la agricultura, la hostelería o la construcción provienen del empleo de mano de obra ilegal a la que se paga entre un tercio y la mitad de lo que se paga a un trabajador legal. Tampoco es una novedad que muchos de los abuelos/as de la envejecida población española está siendo atendida por muchos inmigrantes legales e ilegales por salarios por los que sería imposible hallar ningún trabajador local ni, naturalmente, ninguna residencia digna. Tampoco es una novedad que el decadente crecimiento demográfico español puede recuperarse y hacer frente a las necesidades del Estado del Bienestar, también entre otras cosas, gracias a los aportes poblacionales y al consumo e impuestos de los inmigrantes.

En relación con la noción de cantidad, resulta oportuna una reflexión en torno a su vinculación con la idea de "invasión" a la que el artículo acude para estimular un análisis contrafáctico y, también, para pergeñar las consecuencias de sus posibilidades reales. Si bien cuando se menciona la palabra invasión lo primero que surge es la idea de cantidad, ninguna de las definiciones de invasión que proporciona el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua alude a ello. Para invasión remite a invadir y, para invadir, señala "entrar por fuerza en un lugar" y "entrar injustificadamente en funciones ajenas". (7) Se trata de dos definiciones con un alto nivel de ambigüedad o, si se quiere, con muchas posibilidades de ser utilizadas subjetivamente. Qué y en qué contexto se entiende por entrar a la fuerza o injustificadamente es algo que sería muy difícil especificar.

Sin volver a viejos ejemplos coloniales que demostraron que la invasión no siempre depende de la cantidad, sí podría recurrirse a situaciones más recientes en los que la propia España o muchos de sus habitantes se vieron involucrados. Y no me refiero solamente a la migración masiva ultramarina de fines del siglo XIX o del final de la primera mitad del siglo XX donde los contingentes de población peninsular que se movió hacia algunos países de América Latina o de Europa bien pudieron parecer una "invasión". Podría pensarse también en la migración de peninsulares intelectuales, científicos y de gente de a pie a que dio lugar la instauración del régimen franquista y que en países como México o Argentina y, en especial en algunos de sus ámbitos como la universidad, pudo producir la sensación de una verdadera "invasión" puesto que la ubicación de toda esa valiosa intelectualidad significó, en muchos casos, el desplazamiento o la convivencia forzada con muchos intelectuales locales.

Se dirá seguramente que no se trató de una invasión porque no lo hicieron injustificadamente, puesto que el huir de un régimen opresor constituye en sí mismo una justificación. Una justificación tan legítima como lo son aquellas que se mencionan para hacer referencia a personas migrando por situaciones económicas pero también "políticas, huyendo de la inestabilidad o de la opresión de sus países".

En esa misma línea de pensamiento, la afirmación de que "la gente prefiere seguir viviendo en el lugar donde nació" merecería ser matizada. Como ha señalado R. Kapuscinski en su libro El Imperio (8) y también el artículo, la noción de que los que migran son los más desfavorecidos en sus sociedades de origen es sólo un tópico puesto que está comprobado que migran quienes tienen alguna posibilidad intelectual o económica para hacerlo. Al mismo tiempo, la idea de que la gente está aferrada al sitio en que nació debería ser reconsiderada abandonando la perspectiva europeocéntrica. Muchos individuos o colectivos procedentes de áreas coloniales o neocoloniales, constituyen a veces sólo la primera o segunda generación nacida en el lugar como lo ha mostrado recientemente una novela de una autora "nacida" española en Guinea Ecuatorial, por lo cual no pareciera lógico ni deslegitimizar la búsqueda de la recomposición de vínculos culturales que no necesariamente coinciden con el territorio de nacimiento, (9) ni la inexistencia de vínculos afectivos territoriales.

Para finalizar y, como también se ha señalado en el artículo aunque desde otra perspectiva, parece necesario procurar una reflexión sobre el fenómeno de la inmigración que no sólo piense, analice y busque soluciones para el "otro" puesto que, como es sabido, todo "otro" se define en relación con un "nosotros". Un "nosotros" que, en el caso del estado español en su conjunto está, en algún sentido, en estado de redefinición o de revisión y para el que, bien podría pensarse que la reflexión sobre el "otro" más que complicar pudiera colaborar a la clarificar. Claro que para ello, es necesario partir del reconocimiento que el "problema" no está solamente en la inmigración.
 

Notas

1.Es decir, se trata de elementos a los que el propio autor menciona como "argumentos éticos".

2.Algunos autores han defendido la necesidad de que las democracias de los países ricos abran plenamente sus fronteras(2). Habría para ello razones de justicia distributiva, superiores a cualquier otra consideración que tenga que ver con la nacionalidad, la raza, la cultura o la economía. Sin duda esa apertura de fronteras y libertad de movimientos a escala internacional permitiría a los que han nacido en países pobres mejorar su posición y sus oportunidades, así como las de sus hijos

3. Aunque ellos conduzcan a situaciones tales como la producción de "vacas locas" para incrementar las rentas de los sectores agrícolas de los países ricos, por otra parte, altamente subsidiados, el tráfico de niños, para subsanar la escasez de nacimientos de niños en los países ricos, capitalistas y civilizados, y de órganos, para solventar los problemas de salud que se ocasionan en la larga vida de los habitantes de esos países para mencionar sólo alguna de las cotidianeidades en este sentido.

4. Marre, Diana, Identidades de clase, de género y de raza en la construcción de la sociedad postcolonial rioplatense. La "china". Barcelona: Universidad de Barcelona, 2000.

5. Las cursivas son mías. Vendrell, Ramón. El Periódico, 12-02-01, espectáculos, 4.

6. GAGGIOTTI, Hugo, La pampa desde Santa Rosa. Construcción y representación de un espacio marginal de Buenos Aires. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1997.

7. DRAE 1992, II, 1184.

8. Barcelona: Anagrama, 1994.

9. Esta es una idea que ya desarrolló Graciela Sarrible en relación con los argentinos en SARRIBLE, Graciela. El regreso a Europa: argentinos en España. Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, nº 59, 1 de marzo de 2000 (http://www.ub.es/geocrit/sn-59.htm).
 

Volver al inicio


LA "OTRA" MIRADA DESDE MI CONDICIÓN DE INMIGRANTE EXTRACOMUNITARIA. COMENTARIOS AL ARTÍCULO DE HORACIO CAPEL INMIGRANTES EN ESPAÑA

Claudia Pedone
Doctoranda en Geografía Humana
Universidad de Barcelona


Interesado por ofrecer en un único texto que de cuenta de la multiplicidad de procesos y visiones involucradas en el proceso inmigratorio, el artículo del Profesor Horacio Capel muestra el manejo de gran cantidad de información y por sobre todo, una vez más, su enorme bagaje de cultura general. No obstante, la abundancia de datos y hechos que nos remontan desde el Imperio Romano hasta retrotraernos a las noticias de prensa sobre la inmigración en España, conducen a una dispersión que no permite analizar el fenómeno migratorio con profundidad. El interés por ofrecer la multidimensionalidad del proceso y las muchas voces que se alzan sobre el tema acaban reforzando aquellos estereotipos instalados en la sociedad y, evidentemente, en algunos ámbitos académicos. Quienes conjugamos nuestra situación de migrante con la de estudiar los procesos migratorios creemos que uno de nuestros objetivos en la producción de un pensamiento crítico es deconstruir estos estereotipos.

El trabajo está escrito de una forma aséptica, ello demuestra su pretensión de construir una reflexión libre de contenido ideológico. Desde los primeros renglones cuando expone "En efecto, podemos suponer que esa situación de apertura unilateral de fronteras puede generar conflictos e injusticias para los ciudadanos del país receptor. Ante todo, desde el punto de vista económico. Quizás con su esfuerzo y el de sus padres y abuelos han logrado la riqueza que hoy tienen". Más allá de no reconocer la expoliación que España realizó durante siglos en América Latina y su dominación, perdón protectorado, en Marruecos, cae en varias de las metáforas que el discurso hegemónico ha instaurado en el debate para homogeneizar y vender el proyecto globalizador.

Según David Harvey (2000) (1), durante los últimos veinte años el término globalización ha sido una palabra clave para organizar nuestras ideas referidas al funcionamiento del mundo. Sin embargo, focalizar en las implicaciones teóricas y políticas que aparecen en el concepto es una tarea en la que aún no se ha profundizado. Tanto Néstor García Canclini (1999) (2) como David Harvey (2000) consideran a la globalización como un proceso cuyos antecedentes se encuentran en la expansión de la economía mundial que pueden rastrearse desde el siglo XVI.

Los Estados con la aplicación de políticas neoliberales han generado un marco propicio basado en la austeridad fiscal y el ajuste estructural, para promover la expansión del capital, mediante la creación de un clima favorable para el desarrollo de los negocios de los grandes grupos económicos, con profundos costos sociales para la mayoría de la población, principalmente en los países pobres.

La globalización crea un nuevo régimen de producción del espacio y del tiempo. La conexión instantánea entre diferentes puntos del planeta conllevó a sostener una supuesta contracción espacio-temporal, donde el mundo desde algunos puntos de vista se transformaría en una aldea global. Desde esta concepción, los flujos y sus nodos adquieren preeminencia sobre los territorios estatales, de allí que algunos autores hablen de la sociedad red (3). Lo cierto es que en este nuevo siglo asistimos a un proceso donde la mundialización de los flujos de capitales comunicacionales y de transporte, por mencionar algunos aspectos, dan la idea de un planeta donde las fronteras se desdibujan y las distancias se acortan.

Justamente esas ideas de aldea global, de desdibujamiento de las fronteras y de acortamiento de las distancias son algunas de las innumerables metáforas que han sido alimentadas por el discurso, también metafórico, de la globalización, emitido por el poder hegemónico.

En realidad, la interacción entre los procesos de expansión del capital y la difusión de las tecnologías están propiciando la constitución de nuevas territorialidades; asociados a las acciones de las instituciones globales en cuestiones de economía, ambiente y política han proliferado nuevas formas de ejercicio del poder sobre el espacio a escalas supranacionales. Un ejemplo de ello es la formación de bloques regionales económicos y fuertes procesos de descentralización.

La formación de nuevas territorialidades se asocia también a la construcción de mercados de trabajo globales estratificados, con un alto grado de flexibilidad a la demanda, principalmente de los trabajadores provenientes de los países pobres. La reunión, en los países centrales, de trabajadores de ingresos altos y capitalistas ricos crea una demanda de empleos en diversos segmentos del mercado. Los trabajadores de los países centrales son reacios a aceptarlos debido a que se trata de empleos mal remunerados, con precarias condiciones tanto en las pautas de contratación y como en las de seguridad laboral y social.

Los procesos de globalización económica acentúan las diferencias entre los países ricos y pobres generando en estos últimos una mano de obra dispuesta a migrar hacia los mercados de trabajo en los países centrales.

La unificación mundial de los mercados materiales y simbólicos opera no para borrar las diferencias sino para reordenarlas con el fin de producir nuevas fronteras, ligadas tanto a los territorios como a la distribución desigual de los bienes del mercado (4). De este modo, las estrategias globales de las grandes corporaciones y de algunos Estados con sus políticas concertadas de flexibilización laboral producen una debilidad sindical, el crecimiento acelerado de los flujos migratorios y de los mercados de trabajo informales conectados con las redes de corrupción de tráfico ilegal de personas, armas y de drogas.

En este contexto, la aceleración de las migraciones nacionales e internacionales son una respuesta de trabajadores desplazados de mercado de trabajo raquíticos, que con condiciones laborales cada vez más precarias, provocan que los Estados, lejos de considerar esa problemática como un fenómeno social, aumenten la represión legal e ilegal en intentos fallidos de impedir estallidos sociales y los desplazamientos de la población.

En este nuevo orden global, las fronteras antiguas y nuevas, en lugar de verse disminuidas son cada vez más activas y excluyentes. Así, España cumple con los requisitos que imponen el régimen neoliberal, llevado a cabo por un gobierno de derechas que sigue los dictados de los diversos acuerdos firmados en el marco de la Unión Europea en materia de inmigración, para ser más precisos, en materia de extranjería. Los casos del gobierno de Austria y los referendum en Suiza constituyen antecedentes, junto al Acuerdo de TREVI, el Acuerdo Schengen y el Encuentro de Tampere de las restricciones a la migración extracomunitaria, principalmente por la vía policial, que se ve plasmado en España en la Ley de Extranjería y en la vocación policial del gobierno al derivar el tema de la inmigración al Ministerio del Interior y una Secretaria de Inmigración que depende inmediatamente de éste.

Estos hechos ponen en tela de juicio los entendimientos del profesor Capel cuando afirma que "Se entiende así que la inmigración sólo se permita cuando beneficia a la economía y a los propios ciudadanos de un país, y cuando éstos lo deciden a través de sus representantes políticos parlamentarios" puesto que él mismo prosigue "Y que lo hagan en función de sus propias necesidades, económicas o sociales: para trabajar en la industria o la agricultura, o para los servicios personales que mejoren su propio bienestar (atendiendo a los mayores, sirviendo de camareros, etc. (5)). Este tipo de afirmaciones supone una homogeneidad de intereses dentro de los ciudadanos de un país, ofreciendo poco espacio para incorporar al análisis procesos como las concertaciones que llevan a cabo el gobierno y los empresarios para pautar las modalidades de flexibilización laboral que dará entrada a los inmigrantes extracomunitarios cuando se necesitan, pura y exclusivamente, como fuerza de trabajo, independiente de la posible "integración", "asimilación" y "adaptación" a la sociedad de llegada.

Gobernar es poblar selectivamente

Algunos países latinoamericanos, influenciados por el modelo civilizatorio europeo, incentivaron la puesta en práctica de políticas migratorias. Este proceso es descrito por el profesor Capel de la siguiente manera:

"'Gobernar es poblar' afirmó Juan Bautista Alberdi en 1853, y ese principio pasó incluso a la constitución de Argentina y a las leyes de otros países, de una forma u otra. En muchas naciones americanas se promulgaron en las décadas de 1880, 1890 y 1900 leyes de inmigración para atraer a inmigrantes europeos -en algunos de ellos sin grandes resultados, lo que fue considerado siempre como un fracaso y un obstáculo para el desarrollo". "La opción inmigratoria fue claramente racista, tanto en Estados Unidos como en Iberoamérica. Los países independientes del Cono Sur tenían al lado una amplia reserva de mano de obra indígena, en Los Andes. Sin embargo, no acudieron a ella, sino que intentaron por todos los medios atraer mano de obra de países europeos, en una política consciente de blaqueamiento". Todos estos ejemplos expuestos muy linealmente, exigen un mayor análisis y, en consecuencia, algunas matizaciones.

En el caso de la Argentina, la construcción de un Estado-Nación entre 1860 y 1880, asentado en la preservación del latifundio, que posibilitaba el vínculo de una burguesía internacional en expansión, y en la concentración del poder político en manos de los terratenientes y grandes comerciantes intermediarios, requirió de un discurso -homogéneo en su concepción cosmopolita, europeizante y racista-, impuesto a través de los múltiples resortes del Estado, que procuró en su movimiento englobador producir un único enunciado canónico y ejemplar, borrando o atenuando los rasgos no deseados. Pero mientras se incentivaba la migración desde la propia constitución, no se apoyaba la integración política de los recién llegados, ámbito reservado a las clases acomodadas. El doble mensaje fue resignificado cada vez que los sectores dominantes temieron por sus proyectos en marcha, particularmente a inicios del siglo XX donde la heterogeneidad social y la llegada de migrantes con conciencia política ponía en cuestión los valores sobre los cuales se había erigido el Estado en cuestión. Así, el fingido elogio al inmigrante, alabado en los textos escolares, no pudo ocultar el verdadero desprecio en las consideraciones de la Ley de Residencia, que el Congreso Argentino aprobó en 1902, que autorizaba al Poder Ejecutivo a expulsar del país, en el plazo de tres días y sin necesidad de proceso legal, a "todo extranjero cuya conducta comprometiera la seguridad nacional o turbara el orden público" (6).

La opción inmigratoria fue doblemente discriminatoria, no sólo porque arrinconó y desplazó a la población indígena, sino también porque hubo racismo en la elección de los inmigrantes por su procedencia y también por su religión. Estas acciones gubernamentales no se limitaron a la etapa comprendida entre finales del siglo XIX y principios del XX, sino que estudios realizados en la década de 1990 han constatado el corte racista en la política inmigratoria del Gobierno de Perón para el período de 1947-1949. Leonardo Senkman (1995) estudia la contradictoria práctica inmigratoria y el rol de las agencias estatales intervinientes en su implementación burocrática. Cincuenta años después de finalizada la II.G.M, la apertura de archivos nacionales y extranjeros, han permitido analizar la función que cumplieron, en esta etapa, los consulados argentinos en el exterior, la DAIE (Delegación Argentina de Inmigración en Europa) y los organismos de las Fuerzas Armadas que interesadas en la oferta de talentos para planes de desarrollo nuclear, incentivaron una cadena migratoria de científicos colaboracionistas nazis. Asimismo, la reapertura de la inmigración masiva europea en 1946 no levantó la interdicción de hecho que pesaba desde julio de 1938 sobre los refugiados judíos. La esperanza de los sobrevivientes del Holocausto de encontrar en la política migratoria argentina un estímulo para reiniciar una nueva vida se vió desvanecida también durante 1946 y 1947, precisamente cuando el Plan Quinquenal convocaba a la construcción de la Nueva Argentina a centenares de inmigrantes españoles e italianos. Diversos funcionarios fueron unánimes en reconocer la comprobación de religión necesaria para conceder los permisos de libre ingreso a los efectos de impedir la entrada poblaciones calificada como indeseables, especialmente judíos (7).

Como podemos comprobar, la retórica de exclusión en los discursos de los gobiernos no sólo son patrimonio de los actuales políticos europeos, ni siquiera las metáforas que hoy dan forma al discurso hegemónico son nuevas. El párrafo anterior podría extrapolarse, salvando las diferencias entre poblaciones discriminadas, a un análisis realizado actualmente a la política inmigratoria en España.

Por ello, los ejemplos que muy al pasar menciona Horacio Capel, en el cúmulo de información que incluye en el artículo, dificulta un análisis profundo y refuerza estereotipos en los cuales se ha asentado la construcción de las supuestas identidades nacionales. En este contexto, puede entenderse la representación de la población Argentina sea como netamente europea o como un "crisol de razas"-europeas. El indio, el mestizo, el criollo -componentes presentes de la población del país- sólo aparecen como símbolos de un pasado que alimentan la invención de la tradición que remite al pasado de la nación. Este tipo de estereotipos, junto con el de la "madre patria" utilizado para referirse a los vínculos con España, rotos con las independencias, pero recuperados simbólicamente bajo la figura femenina que habría provocado el surgimiento no traumático de los Estados latinoamericanos ha sido difundido en América Latina por un proyecto educativo de carácter enciclopedista.

Desarrollo desigual y migración

Para Horacio Capel existe una relación directa entre modernidad, expectativas, éxodo rural y migración. Así, "Las presiones para la disminución de esa población agraria en los países menos desarrollados son muy fuertes. Tienen que ver con la presión hacia la modernización de la economía y con el efecto de imitación y el incremento de los deseos de mejora provocado por la mundialización de la información que permite el conocimiento de los niveles de vida existentes en las áreas más ricas".

Se trata, una vez más de una simplificación de un problema estructural en los países pobres, y por ende en América Latina: la propiedad de la tierra. En nuestra región la modernización agrícola, que en algunas regiones comienza en la década de 1970, está agudizando los problemas que genera la concentración de la tierra en manos de grandes empresarios; la mayoría de las tierras disponibles, y sobre todo, las mejores tierras aún están en manos de los grupos dominantes. Los pequeños agricultores, debido a su escasa capacidad de acumulación de capital y, en algunos casos, por las estructuras sociales establecidas desde épocas coloniales, tienen un acceso limitado a la tierra y los trabajadores rurales que no la poseen sólo pueden acceder a este recurso por medio de formas de tenencia indirectas, la mayoría de las veces en condiciones totalmente desventajosas (8).

En algunas zonas de América Latina, la modernización agrícola y los consecuentes incrementos de la productividad agrícola se han concentrado en las empresas comerciales de dimensión grande o mediana, con considerable utilización de mano de obra temporal y con acceso al crédito y a las nuevas tecnologías. La connivencia empresarial y política lleva a la flexibilización de las condiciones de contratación de la fuerza de trabajo. Así, los Estados nacionales llevan a cabo procesos de desregulación que apuntan a afianzar un orden conservador con distribución del ingreso altamente regresiva. La pregonada liberalización de los mercados es sólo aparente en el mercado laboral. Allí permanecen intactos los mecanismos de regulación para mantener los salarios bajos, puesto que se trata de reducir preferentemente los costos de este factor con el fin de poder competir en segmentos más amplios de los mercados, sin afectar la alta rentabilidad empresarial.

Para el trabajador campesino o para el pequeño productor, estas nuevas condiciones de trabajo implican formas más precarias de asalarización en la mayoría de los países de nuestro continente. La situación los obliga a poner en práctica otras estrategias que los conducen a una movilidad espacial en busca de mejores oportunidades y se incentivan los movimientos de trabajadores entre regiones agrícolas o dentro de la misma región (9).

Esta modernización agrícola conservadora y excluyente junto a la pobreza estructural en la cual está inmersa la mayoría de la población de nuestros países latinoamericanos son una de las causantes de los desplazamientos internacionales rural-rural, como es el caso de la migración boliviana a la horticultura argentina, como de la migración masiva del campo a la ciudad. Son este tipo de causas de carácter estructural las que explican los movimientos migratorios de los habitantes latinoamericanos antes que el deslumbramiento por "las luces" de la ciudad.

Además, el campo, no sólo en América Latina, sigue demandando abundante mano de obra temporal con condiciones precarias de contratación y niveles y calidad de vida, en España se encuentran dos ejemplos elocuentes: Almería y Murcia. Desde hace más de una década la región de El Levante evidencia un sostenido proceso de modernización agrícola debido a la mayor disponibilidad de capital que ha permitido el acceso a las innovaciones tecnológicas, principalmente el riego por goteo y nuevas maquinarias agrícolas, y la introducción de nuevas y mejoradas variedades que ha diversificado la producción. Este dinamismo produjo una fuerte demanda de mano de obra; así estas zonas absorben actualmente parte de la inmigración magrebí y sudamericana, entre esta última, mayoritariamente ecuatorianos y en menor medida colombianos. Estos inmigrantes extracomunitarios se ven sometidos a una explotación laboral que se refuerza con la irregularidad en la documentación, situación que es propiciada por las acciones del gobierno y aprovechada -cuando los accidentes de inmigrantes extracomunitarios no son noticia de primera plana- por numerosos empresarios (10).

Trabajo informal y trabajadores "ilegales"

Estoy de acuerdo que en los últimos años las mafias que realizan el tráfico ilegal de inmigrantes (no de inmigrantes "ilegales") se han incrementado y las ganancias son fabulosas. Sin embargo, en este punto debemos ser cuidadosos para no caer en otra de las retóricas de exclusión que utilizan los políticos de la Unión Europea. Un mayor control policial y considerar a la migración extracomunitaria dentro de los problemas de defensa y terrorismo no constituyen acciones para terminar con las mafias que trafican con personas, sino que estos discursos sólo contribuyen a avalar leyes de extranjería restrictivas en lugar de políticas de migración.

Las restricciones y los "angustiosos" pedidos de los gobiernos para terminar con la inmigración "ilegal", no vienen de acontecimientos tan cercanos en el tiempo como los conflictos generados por la dictadura de Milosevic o la mafia descubierta en Dover, ni tampoco en las calificaciones recientes de la OTAN. Según el profesor Capel, refiriéndose al incremento de la migración de los países del Este afirma que "es posible que haya falsedad o exageración en ello, pero la misma prensa informa de que la OTAN ha calificado ya ese problema de la inmigración clandestina al mismo nivel del terrorismo".

Se sabe que en junio de 1985 cinco países comunitarios firmaron el Acuerdo de Schengen, con el fin de derogar todos los controles fronterizos a partir de 1990. Pero la caída del Muro de Berlín en 1989 suspendió esta decisión en forma temporal. A fines de 1992, los doce países firmantes del Acuerdo de Schengen (Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, España, Portugal, Austria, Grecia, Suecia, Finlandia) establecen entre sí la libre circulación de personas y mercancías. Mientras que la legislación se planteaba cada vez más abierta respecto a la movilidad de los ciudadanos de los países europeos, para las personas de terceros países ésta se hacía más restrictiva y los inmigrantes seguían dependiendo de permisos de residencia y estatutos de refugiados.

La migración procedente de países pobres pasó a ser tratada dentro de los temas de seguridad y se incorporó en la agenda del grupo TREVI (Terrorismo, Radicalismo, Extremismo y Violencia). Este grupo está integrado por los ministros de Justicia e Interior de los países firmantes del Acuerdo de Schengen que insistieron en reforzar los controles principalmente en el Mediterráneo, puesto que consideran a España, Italia y Grecia como fronteras permeables. Estas hipótesis de conflictos y retóricas de exclusión apoyadas, en numerosas ocasiones por la prensa, suscita políticas específicas de defensa ante los problemas y de esa forma quedó reflejado en el Tratado de Mastricht: la circulación de ciudadanos de terceros países figura junto con los temas de control de narcotráfico, terrorismo y prostitución (11).

También en este apartado Horacio Capel hace referencia a las características socioeconómicas de los potenciales trabajadores "ilegales", así sostiene que "según últimas cifras estadísticas del Banco Mundial, 2.800 millones de personas viven con el equivalente a menos de dos dólares diarios; todos ellos son candidatos potenciales a la movilidad, incluso al extranjero. Y no se van porque hay factores que lo limitan (lazos familiares, falta de iniciativa, apego al lugar, etc)". Esta enumeración de los supuestos factores limitantes contribuye al reforzamiento de presupuestos que numerosas investigaciones en ciencias sociales han derribado hace ya algunos años, incluso con los hallazgos desde la historia social que estudia los desplazamientos de migrantes italianos y españoles a América Latina y América Anglosajona. Los potenciales migrantes no son los pobres estructurales, sino aquellos que cuentan con recursos o con una cadena familiar y una red de contactos que puedan facilitarle los recursos necesarios para llevar adelante el proyecto migratorio, éste, a su vez, depende de las estrategias familiares combinadas que de ninguna manera podría llevar a cabo una familia que sólo sobrevive. Otro elemento más a tener en cuenta para seguir deconstruyendo este tópico se refiere a que en gran parte del campo latinoamericano se mantienen presentes relaciones coloniales de trabajo, como mano de obra cautiva con fuertes rasgos de patronazgo y su imposibilidad de movilidad geográfica no se debe precisamente a lazos familiares, falta de iniciativa o apego al lugar (12).

Estereotipos vs. estudios empíricos: cadenas migratorias, movilidad social y adaptación

Como lo afirma el profesor Capel, existe una necesidad imperiosa de realizar estudios para trabajar constructivamente en el fenómeno de la inmigración sin suposiciones a priori que llevan a acciones erróneas. Ello se deriva del hecho de que más allá de la continuidad histórica, hoy en día se puede observar que las migraciones adquieren ciertas dinámicas y especificidades que no se observaron en otras épocas.

Pero esta preocupación que estimula la realización de estudios particulares contrasta con algunas afirmaciones como aquella en se afirma que el varón es el que migra o es el "jefe" del proyecto migratorio.

"Actúan gran cantidad de factores, tales como: el coste del transporte, que puede exigir préstamos en el origen o hipotecas sobre las propiedades familiares, o concentración de recursos familiares para pagar el viaje al varón".

En realidad, si consideramos los estudios sobre determinados colectivos inmigrados en Europa y específicamente en España realizados a partir de la década de 1980, se pueden observar comportamientos diferenciales en los distintos colectivos, en algunos el que inicia el proceso migratorio es el varón, pero en otros es la mujer la que lo lleva adelante o se convierte en el primer eslabón de la cadena migratoria.

Así por ejemplo, las investigaciones que hacen referencia a la inmigración procedente de países andinos, como Perú, hacen hincapié en un desplazamiento mayor de mujeres que se insertan en el mercado de trabajo del servicio doméstico (13), lo mismo ocurre con la migración procedente de otros países andinos como el Ecuador, o del Caribe, en el caso específico de las dominicanas, donde se evidencia una feminización de estos flujos migratorios (14).

Más aún, los últimos estudios nos indican que la emigración de la mujer latinoamericana a España no se debe a la reagrupación familiar, sino a una migración laboral de carácter autónomo. Es en este punto donde encontramos importantes diferencias con otros colectivos procedentes de Africa y Asia, puesto que en estos últimos la migración es predominantemente masculina y la mujer en caso de desplazarse lo hace debido a la reunificación familiar (15).

Estas diferencias también se presentan a la hora de evaluar el final del proyecto migratorio y considerar el retorno como posible. En las últimas décadas, el tema del retorno se ha vuelto recurrente en la literatura sobre las migraciones preferentemente las de carácter internacional. Víctor Espinosa (1997) (16)en su estudio sobre la migración mexicana a Estados Unidos incorpora al análisis dos variables que hasta el momento no se han sido estudiadas en profundidad en relación al tema del retorno: las políticas de género dentro del ámbito doméstico y el problema de pertenencia cultural. Una perspectiva centrada en el género nos ayudaría a entender, entre otras cosas, el papel jugado por la mujer en el proceso de establecimiento en Estados Unidos; mientras que la idea de pertenencia cultural nos permitiría comprender la persistencia del retorno entre los migrantes mexicanos, sobre todo los hombres. Partiendo de estas afirmaciones para el caso mexicano podemos hallar correspondencia en las particularidades que presenta la migración ecuatoriana en España, si bien hasta el momento no se pueden llegar a conclusiones definitivas debido a que la inmigración del país andino todavía no recorre la historia que ha atravesado la migración de mexicanos al país del norte.

En el mismo sentido, Horacio Capel ofrece una visión que no se apoyaría en estudios de carácter empírico sobre el nivel educativo de los migrantes que existen en la actualidad Así Capel afirma:

"Es importante conocer las estructuras sociales de las que proceden los inmigrantes, sus índices de educación y alfabetización, la forma como se realiza el contacto y la integración en la sociedad de acogida. En algún caso será una inmigración de profesionales cultos, cuya convivencia no plantea problemas y que pasa prácticamente desapercibida, como ocurre con los argentinos".

Son justamente estas representaciones respecto a los colectivos de los migrantes que circulan en la sociedad y que han sido construidas por distintos medios, entre ellos los discursos políticos, los medios de comunicación o la academia. Se trata de diversas estrategias que si bien aceptan la diversidad, dentro de la misma establecen jerarquías que aproximarían a algunos migrantes a las sociedades locales, mientras que otros serían alejados. En primer lugar, podría pensarse que estas estrategias culturales persiguen construir alianzas identitarias en la búsqueda de acentuar las identidades locales a la vez que consiguen amortiguar el carácter discriminatorio de las mismas. No es que no se acepte al "otro", sino que hay "otros" que se nos parecen más y "otros" que se nos parecen menos. Además este proceso es dinámico. Por ejemplo, mientras que, a mediados de la década de 1990, la población ecuatoriana era preferida como mano de obra agrícola en relación a la población, porque según testimonios de algunos murcianos "los ecuatorianos rezan en nuestra misma lengua", hoy en día el aumento de la población proveniente de este país andino ha significado la acentuación de la representación de la diferencia entre la población ecuatoriana y la población murciana.

En segundo lugar, la construcción de la imagen de migrantes más próximos culturalmente a la sociedad receptora, podría significar que, una vez más, los aspectos simbólicos podrían actuar como estrategias de legitimación de procesos económicos. Un ejemplo es la aproximación identitaria en la metrópoli, que reafirmaría la visión de que los lazos históricos apoyarían y estimularían las inversiones económicas españolas en los países latinoamericanos.

En tercer lugar, desde el punto de vista del migrante, no siempre su anhelo es ser aceptado por su grado de asimilación, sino a partir de su diferencia que incluye sus propias pautas de vida y de sus valores.

Es en este contexto en que quiero hacer explícita mi posición como migrante que estudia la temática migratoria, tomando en cuenta que es en este marco que Capel remite en un pie de página a un trabajo mío sobre la migración ecuatoriana. Esta cita en realidad no deja claro si yo estudiante de las redes migratorias de la población del país andino en España pertenezco a los argentinos profesionales cultos sin problemas de adaptación o en mi artículo hago uso de este tipo de estereotipos, lo cual sorprendería tanto a aquellos que conocen mi trabajo de investigación como aquellos que saben de mi actuación en el ámbito de los colectivos de migrantes. Ni como inmigrante latinoamericana y argentina, ni como investigadora sobre esta temática, estoy de acuerdo con esta estigmatización de los colectivos de inmigrantes. Mi trabajo tanto a nivel político como académico apunta a deconstruir este tipo de caracterización que refuerzan la visión de una sociedad jerárquica y no contribuyen a la construcción del respeto por la diferencia. Además, en mi trabajo enfatizo como uno de los aspectos más relevantes la alta formación técnica y profesional de la mayoría de las mujeres y hombres ecuatorianos que actualmente trabajan en el mercado de trabajo agrícola de Murcia, rasgo que derribaría la supuesta rápida y poco conflictiva adaptación del profesional culto.

Desencuentros con los "otros"

El profesor Capel sostiene que las múltiples voces que se lanzan frente al proceso migratorio no hacen más que aumentar la tensión social, en los siguientes términos:

"Todo ello se puede ver complicado por la existencia de grupos de presión en favor de los inmigrantes. Una mezcla que puede ser explosiva, ya que estos grupos están constituidos por empresarios que buscan trabajo barato y por las clases medias.....; pero también por ONGs, por asociaciones multiculturales, por movimientos anti-racistas, por abogados progresistas, por movimientos en pro de los derechos civiles, y por científicos sociales muy diversos, especialmente antropólogos convertidos en predicadores de la multiculturalidad, y por políticos andalucistas que encuentran en el pasado musulmán una seña de identidad para unir al seseo, al sombrero cordobés o al traje de faralaes".

Como en todos los procesos que actualmente están definiendo los caminos claves de la política mundial, las migraciones internacionales, que en cierta manera están cuestionando las bases del proceso de globalización, (y es quí donde deben encontrarse las causas de la tensión social, no el el proceso migratorio en sí, ya que, como hemos visto anteriormente sólo es un derivado) ha levantado a un conjunto heterogéneo de voces. Sin embargo, entre ellas es claramente posible discriminar las que se encuentran comprometidas activamente con la causa de la mejora de su situación social a partir de la defensa de sus derechos (Papeles para tod@s, la Red Acoge, Desobecer la Ley, sólo por mencionar algunas), de aquellas que hacen de la temática un uso político para conseguir apoyo en épocas electoralistas.

En el propio ámbito universitario es posible diferenciar aquellos que estamos elaborando argumentos a favor de la regularización de los migrantes y participamos en foros ad hoc con una postura política comprometida con el tema de la inmigración extracomunitaria, de aquellos otros que hacen uso y abuso del discurso de la multiculturalidad para sustentar las realizaciones de acciones como el Foro Internacional de las Culturas propuesto para el 2004 en Barcelona. Mientras que el ayuntamiento se ha apropiado de las perspectivas progresistas sobre la visión del "otro" para sustentar su realización, inversores musulmanes saudíes se disputan su espacio político en este ámbito que pretende repetir el fenómeno olímpico del '92 a partir de colocar a Barcelona en el foco de atención mundial y no al migrante que lucha cotidianamente por la sobrevivencia y la obtención de sus papeles.

Si bien desde el ámbito académico podemos construir interpretaciones totalizantes sobre el proceso migratorio con la contemplación de los aspectos positivos y negativos que ella ha generado a lo largo de la historia, un discurso sustantivo comprometido con su tiempo debería intentar articular una interpretación de este tipo de procesos con argumentaciones y acciones que tuvieran en cuenta la situación, penurias y precariedades de la población que migra y decide luchar por su derecho de ciudadanía en un lugar alejado de su origen. Aquellos que estamos en la calle, en las asambleas, en las manifestaciones, en los encierros, vemos que es aquí donde realmente se están definiendo en la práctica los conceptos de "asimilación", "integración", "adaptación", "interculturalidad" y "multiculturalidad", discusiones que surgen no sólo de las voces inmigrantes sino también de una buena parte la población de la sociedad de acogida. En el encierro de la Iglesia San Pau, una asamblea de mujeres de inmigrantes y autóctonas elaboró una plataforma para peticionar ante la injusticia contenida en la Ley de Extranjería respecto a la situación de la mujer. Mediante esta plataforma se buscan revertir los postulados de dicha ley según la cual la residencia de las mujeres sólo se considera a partir del vínculo conyugal y en caso de separación ésta queda anulada, también la ley priva a la mujer de criar a sus hijos en la sociedad de origen, limitando al máximo el proceso de reagrupación familiar. Este es sólo un ejemplo, donde una vez más, se demuestra que el intelectual tiene mucho por aprender de las prácticas sociales comunitarias y debería conjugar esta actitud junto a la intensa búsqueda de precisión de términos en el Diccionario de la Real Academia Española.

En síntesis, estas reflexiones desde una mirada transatlántica, no pretenden ser exhaustivas en relación al artículo de Horacio Capel ni a los comentarios posteriores, se orientan a afirmar que como dice Kundera "la vida está en otra parte", y las reflexiones que tiendan a discutir la inmigración extracomunitaria se deberían articular con esta otra parte. Más aún, todo tipo de práctica en la que estemos involucrados debería partir de una perspectiva política humanitaria que sostenga que ninguna persona es ilegal ni tiene que cargar con las consecuencias que dicha estigmatización significa para el desarrollo de su vida cotidiana.
 

Notas

1 HARVEY, David (2000), Space of Hope. Edingburgh: Univer.Press.

2 GARCIA CANCLINI, Néstor. La globalización imaginada. Barcelona: Paidós, 1999.

3 CASTELLS, Manuel. La era de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red. Vol. 1. Madrid: Alianza Editorial, 1996.

4 GARCIA CANCLINI, Néstor. La globalización imaginada. Barcelona: Paidós, 1999.

5 En este etcétera deberíamos agregar el servicio sexual que requieren los prostituyentes o "clientes" como metafóricamente siempre se los ha llamado. HOLGADO, Isabel y PEDONE, Claudia. Comercio (in)justo: inmigración y prostitución en España. Revista por una Educación Intercultural Al hanan, nº1, p. 6-7.

6 CARRIZO, Jorge. Identidad e historia en los tiempos de la "globalización". La Marea. Revista de Cultura, Arte e Ideas. Buenos Aires, Año IV, nº 9, 1997, p. 26-31.

7  El trabajo de Senkman es revelador en numerosos aspectos y riguroso en la consulta de fuentes. El objetivo de su estudio es la elucidación del rol de las instituciones y agencias estatales intervinientes en el proceso de gestación de la política inmigratoria peronista y la comprensión de su práctica burocrática respecto a dos grupos antagónicos que ingresaron y se radicaron en la Argentina entre 1946 y 1949. Por un lado, técnicos alemanes y ex colaboracionistas con los nazis que huían de los Aliados y de la justicia de los países comunistas del este europeo; por el otro, refugiados sobrevivientes judíos del Holocausto muchos de ellos sus propias víctimas durante el curso de la guerra. SENKMAN, Leonardo. Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas nazis, 1947-1949: un caso de cadena migratoria. Estudios Migratorios Latinoamericanos. Buenos Aires, Año 10, nº 31, 1995, p. 673-704.

8 PEDONE, Claudia, Territorios marginales y Globalización. Respuestas productivas y organización social agraria en el margen del Oasis Norte, Mendoza (Argentina).Maestría sobre "Desarrollo Económico en América Latina", Universidad Internacional de La Rabida-CEPAL-ILPES. 1997, pp. 200. (inédito)

9 Existe una vasta literatura sobre el tema de la modernización agrícola en América Latina. Al respecto puede consultarse: BENENCIA, R. La horticultura bonaerense: lógicas productivas y cambios en el mercado de trabajo. Desarrollo Económico, Buenos Aires, nº 133, 1994, p. 53- 73. BENENCIA, R. De peones a quinteros. Movilidad social de familias bolivianas en la periferia bonaerense. Estudios Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires, Nº 35, 1997, p. 63-102. BERNAL, F. (ed.) El campesinado contemporáneo. Cambios recientes en los países andinos. Colombia: Tercer Mundo Editores, 1991. CHONCHOL, J. Los sistemas agrarios en América Latina. De la etapa prehispánica a la modernización conservadora. México: Fondo de Cultura Económica, 1994. LEHMAN, D. La mediería y la transición capitalista en la agricultura: una investigación en la Sierra Ecuatoriana. Estudios Rurales Latinoamericanos, Buenos Aires, nº 3, 1986, p. 5-28. PEDONE, C. Territorios Marginales y Globalización. Respuestas productivas y organización social agraria en el margen del Oasis Norte, Mendoza (Argentina). Tesis de Maestría, Huelva, Sede Iberoamericana Santa María de La Rábida, Universidad Internacional de Andalucía-CEPAL-ILPES,1997. PEDONE, C.. Globalización económica y modernización agrícola conservadora. Vigencia de la aparcería en un área de margen del Oasis Norte de Mendoza (Argentina). Documents d' Anàlisi Geogràfica, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Girona, nº 36, 2000, p. 47-62. PEDONE, C.. Territorios marginales y globalización. Organización social agraria en un área del margen del Oasis Norte, Mendoza (Argentina). Scripta Nova.. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Nº 45 (12), 1999 (http//www.ub.es/geocrit/sn-45-12.htm). POSADA, G. El caso de la mediería en América Latina: formas capitalistas y no capitalistas de producción agrícola. Ciclos, Buenos Aires, nº 11, 1996, p. 189-212. RIVERA, R. El papel del campesinado en la expansión del capital en el sector rural. Estudios Rurales Latinoamericanos, nº 3, 1982, p.253-273. RIVERA, R. Desarrollo capitalista y medierías en Chile. Estudios Rurales Latinoamericanos, nº 1, 1987, p. 37-54.

10 PEDONE, C.. Globalización y migraciones internacionales. Trayectorias y estrategias migratorias de ecuatorianos en Murcia, España. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, nº 69 (49), agosto de 2000 (http/www.ub.es/geocrit/sn-69-49.htm)

11 Tratado de Mastricht. Título VI: "Disposiciones relativas a la cooperación en los ámbitos de justicia y de los asuntos de interior", Artículos K 1 y K 2. Citado en MALGESINI, G. Dilemas de la movilidad. Inmigración y refugiados en España y la CE. In NVV.AA. Extranjeros en el paraíso. Barcelona: Virus, pp. 11-26.

12 PEDONE, C. (1997), Territorios marginales y globalización. Respuestas productivas y organización social en la horticultura del piedemonte de Tupungato, Mendoza (Argentina). Boletín de Estudios Geográficos. Anexo de nº 93, Tomo I, Mendoza, 1997, p. 203-216.

13 Angeles Escrivá en su investigación sobre la migración femenina peruana a Barcelona afirma que es en la década de 1990 cuando se afianzan las redes y se produce una inmigración masiva de peruanos a España, que se caracteriza principalmente por un desplazamiento mayor de mujeres de clase media, ESCRIVA, Angeles. Control, composition and character of new migration to south-west Europe: the case of Peruvian women in Barcelona. New Community, nº 23 (1), 1997, p. 43-57. Al respecto también puede consultarse: TORNOS, A.; APARICIO, R.; LABRADOR, J.; GARCIA, M. y MUÑOZ, H. Los Peruanos que vienen. Madrid: Universidad Pontificia Comillas, 1997.

14 Yolanda Herranz en un estudio sobre la inmigración latinoamericana y su relación con los diferentes contextos de recepción en España afirma que los cambios en la demanda laboral de la sociedad de acogida pueden transformar el tipo de oferta inmigrante, como parece suceder en Madrid, donde se está produciendo una feminización de la misma desde finales de los años ochenta, ámbito donde contextualiza las características de la migración femenina dominicana HERRANZ, Yolanda. La inmigración latinoamericana en distintos contextos de recepción. Migraciones, Madrid, Nº 3, 1998, pp. 31-51.

15 Al respecto puede consultarse KUDAT, Ayse. Consecuencias familiares, personales y sociales de la migración de las mujeres turcas a Europa. In ANDIZIAN, S.; CATANI, M.; CICOUREL, A.; DITTMAR, N.; HARPER, D.; KUDAT, A.; MOROKVASIC, M.; ORIOL, M.; PARRIS, P.; STREIFF, J. y SWETLAND, C. Vivir entre dos culturas. La situación sociocultural de los trabajadores migrantes y sus familias. Serbal/UNESCO, 1983. ; GOLDBERG, Alejandro y PEDONE, Claudia. Cadenas y redes migratorias internacionales. Aproximación a un análisis comparativo de dos casos: senegaleses en Barcelona y ecuatorianos en Murcia. Ponencia presentada en: IV Congreso del CEALC "América Latina, sumado visiones ante el nuevo milenio", Tarragona, mayo de 2000. (en prensa).

16 ESPINOSA, Víctor. El Dilema del Retorno. Migración, género y pertenencia en un contexto trasnacional. México: El Colegio de Michoacán-El Colegio de Jalisco, 1998.
 

© Copyright Diana Marre y Claudia Pedone, 2001
© Copyright Scripta Nova 2001


Volver al índice de Scripta Nova

Menú principal