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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (62), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

INMIGRACION Y HUECOS EN EL CENTRO HISTÓRICO DE BARCELONA (1986-2000)

Francesc Magrinyà Torner
Gaspar Maza Gutierrez

Universitat Politécnica de Catalunya


Inmigración y huecos en el centro histórico de Barcelona, 1986-2000 (Resumen)

La apropiación de los espacios públicos de los centros históricos se ha basado tradicionalmente en relaciones de proximidad y de cotidianeidad. No obstante, los medios de comunicación han impuesto nuevos discursos sobre la ciudad, entre ellos los de la ciudad rememorada, proyectada e imaginada. Todo ello ha propiciado que la percepción física se confunda con la imagen creada por los medios de telecomunicación. En este marco de mayor complejidad, el discurso del proyecto urbano aplicado a la reforma urbana se ha limitado al esponjamiento y a la decoración de los huecos. Es por ello necesaria una relectura de los espacios públicos donde los mecanismos de movilidad y de relación se han transformado y en los cuales la inmigración se ha convertido en un elemento central. El centro histórico de Barcelona, por su reforma urbana en el periodo 1986-2000, es un terreno privilegiado para el análisis de la complejidad de los nuevos espacios centrales de la ciudad, objeto de todas las miradas urbanas.

Palabras clave: inmigración / multiculturalismo / centro histórico / urbanismo / ciudad / proyecto urbano / espacio público.


Imigration and hollows in the historic center of Barcelona, 1986-2000 (Abstract)

The asumption of public space in historic centers is usually based on proximity and daily life. However, mass media have imposed new speeches of the imagined, projected or remembered city. This has propitiated that the physical perception and the image created by mass media become confused. In this more complex model, the urban project speech applied to the urban reform has limited to the hollowness and decoration of the hollows. It is necessary to revise the public space, where mobility and relationship devices have changed and in which inmigration has become a central point. Due to its urban reform in the period 1986-2000, the historic center of Barcelona is a privileged field for the analysis of complexity of new urban central spaces.

Key-words: imigration / multiculturalism / historic center / urban planning / city / urban project / public space.


"Una ciudad discreta, noble hospitalaria,
Rectilínea y sin plazas. Tal vez interesante.
Una ciudad, querida, en que tú y yo
No viviríamos a gusto. Y, sin embargo,
Por la que no me importa haber pasado."

Carlos Barral.  Parque de Montjuïc.

Los espacios públicos del centro histórico: la constatación de la limitación de los instrumentos urbanísticos actuales

Los transportes y las telecomunicaciones han transformado las relaciones que los habitantes establecen entre sí en las grandes ciudades. Este cambio ha afectado especialmente a los barrios de los centros históricos, donde los habitantes proyectan la mayor parte de las imágenes que tienen de su ciudad. El centro histórico de Barcelona con la reforma urbana de la que ha sido objeto es un ejemplo de ello. Ciutat Vella está confrontada a un proceso de cambio donde se destaca la confluencia de multitud de voluntades, reflejo de las imágenes representadas por cada uno de los grupos sociales de la ciudad. La memoria histórica, la conquista de un nuevo espacio a diseñar, la imagen idílica de la mezcla de gentes, la concentración de la inmigración, son algunos de los componentes más significativos de esta confluencia de proyecciones. Sus espacios públicos se convierten en objetos cada vez más complejos en un tejido en transformación con flujos significativos de inmigración. No obstante, la reforma urbana se sigue centrando en los métodos tradicionales asociados al simple mecanismo de esponjamiento, limitado a la eliminación de la edificación y a la creación de huecos en el tejido urbano. La inserción de nuevas actividades sólo ha sido puntual y en muchos casos ha representado la conquista del espacio central por instituciones externas a la propia realidad preexistente del centro histórico. En este marco, las plazas se han diseñado según el modelo idealizado del ágora, aunque haya sido asociado a un cierto sello de modernidad en sus elementos constructivos. Como resultado, los espacios urbanos diseñados sufren de una gran fragilidad por la ausencia de apropiación de los lugares por parte de sus habitantes, y por la complejidad de las relaciones de los grupos sociales que conviven en ellos. De hecho, son las relaciones finalmente ejercidas en estos nuevos espacios, las que dan el verdadero carácter al espacio público. Por poner un ejemplo, dos espacios del Raval tan cercanos como la Plaza de Les Caramelles y la Plaza dels Angels, dos plazas remodeladas en el mismo periodo, son espacios con un carácter urbano completamente distinto. Los establecimientos que los enmarcan, las poblaciones que los habitan y los distintos tipos de movilidades o formas de interacción ejercidas en ellos, son elementos esenciales para su definición. El diseño del espacio construido no es más que una parte de la definición de un espacio público, y su comprensión no es posible sin analizar la función que este espacio ejerce para el barrio del Raval y para el conjunto de la aglomeración de Barcelona, así como sus interrelaciones. Por ello no es de extrañar, que a pesar de la creación de nuevos espacios de diseño, con esculturas y elementos constructivos de calidad, se haya consumado la creación de guetos y ecosistemas urbanos cerrados en sí mismos. Las posibilidades de mezcla de grupos sociales, la coexistencia de grupos distintos en un mismo espacio, el rol de barrio central nocturno para la aglomeración, el peso de la inmigración en la interrelación entre los habitantes de una aglomeración, se convierten en parámetros clave para una redefinición de un espacio público.
 

El origen de los espacios públicos del centro histórico: revisión de los planteamientos urbanísticos implícitos en la reforma de Barcelona

Previamente al análisis de los espacios públicos es necesaria una revisión de los planteamientos urbanísticos implícitos en la reforma urbana de Barcelona. El espacio público en el centro de la ciudad de Barcelona ha sido reconstruido a lo largo de los siglos XIX y XX a través de diferentes procesos: desamortización de bienes de la iglesia, destrucción de las murallas, derribo de edificaciones para la creación de nuevos ejes viarios, espacios resultado de bombardeos durante la guerra civil. Barcelona tuvo en la desamortización de Mendizábal de 1835 uno de los puntos más significativos en la recuperación de espacios públicos. La destrucción de conventos permitió a la ciudad antigua esponjarse por primera vez. La Plaza de Medinacelli, la Plaza Real, o la forma definitiva de la Plaza de Sant Jaume son algunos de los ejemplos más significativos. Al mismo tiempo, la destrucción de los establecimientos eclesiales representó la aparición de instituciones propias de una nueva época, como el Teatro del Liceo, o los Mercados de la Boquería y de Sta Caterina. Junto a este mecanismo se añadió poco más tarde el sistema de apertura de nuevos ejes como las calles de Princesa y Ferran en 1847, al que se añadían los pasajes con galerías comerciales cubiertas, típicas de ciudades como París o Milan. El Passatge Bacardí conectando la Plaza Real a las Ramblas o el Passatge del Crèdit adyacente a la calle Ferran son dos de estos ejemplos. Unos años más tarde, con ocasión de la reforma de la ciudad, planteada ante la posibilidad de destruir las murallas de la ciudad, el Ayuntamiento de Barcelona convocó un Concurso del Ensanche. Del análisis de los planos presentados se observa cómo los diversos proyectos consideraban la necesidad abrir ejes que unían el Pla de Palau con la parte alta de la ciudad, y conectaban edificios tan significativos como la Catedral al nuevo ensanche. La ciudad se proyectaba hacia el exterior. Este era el contexto del Proyecto de Reforma y Ensanche de Cerdà aprobado en 1859 y convertido en la referencia urbanística más estable para la ciudad, especialmente para el centro histórico durante un siglo y medio. Cerdà proponía en 1859 un esquema de tres vías, retomado por Baixeras en 1886, del que se construyó la Via Laietana en 1907. Este esquema fue recogido en 1976 por el Plan General Metropolitano de Barcelona (PGMB). Con la llegada de la democracia el Ayuntamiento de Barcelona siguió el PGMB de 1976, pero adaptándolo al nuevo contexto a través de la redacción de los Planes de Reforma Interior (PERI) del centro histórico. Su propuesta fue la creación de toda una serie de pequeños espacios públicos bajo el discurso del proyecto urbano frente al plan. No obstante, en el PERI del Raval se desarrollaba una parte de una de las vías del Proyecto de Cerdà, pero asumiéndola como una gran plaza o espacio verde, conformando finalmente la recién inaugurada Rambla del Raval.

Esta relectura urbanística nos enmarca la reforma de la última etapa. Por una parte se observa que el esponjamiento ha sido siempre la retórica de los urbanistas, el grito de guerra antes de la conquista. Si se analiza el significado que tiene en su literalidad el verbo esponjar se observa que significa ahuecar, hacer más poroso un cuerpo. La noción de hueco tiene asociada implícitamente una noción de vacío. De hecho, la política urbana en el centro se ha basado en el fondo, y para gran parte de su tejido, en una simple técnica de vaciado, asociada al derribo de viviendas y manzanas enteras. En este proceso, el discurso del "esponjamiento" del centro histórico se observa como un tema recurrente. El esponjamiento ha cambiado de aspecto pero ha seguido siempre un mismo mecanismo. Por otra parte se destaca que el esquema para reconquistar el espacio público en este última etapa (1986-2000) se caracteriza más por la tradición urbanística de la desamortización de 1835, basada en la recuperación de plazas, que por el esquema de apertura de una nueva vía, propia de los esquemas de Cerdà o Baixeras.

Si se analiza a los actores protagonistas en cada etapa se constata que alrededor de la reforma se han ido generando diferentes ideologías justificadoras de la apertura de nuevos espacios. Pero siempre ha representado la apropiación, por parte de una nueva clase social, del valor simbólico del centro de la ciudad. En la etapa de la desamortización de Mendizábal fue la eliminación del sistema de gremios y la aparición de una nueva clase burguesa que construyó edificios tan significativos como el Liceu, la Bolsa o los Mercados de la Boquería y de Santa Caterina. La apertura de la Via Laietana en 1907, siguiendo el mismo esquema de apertura que los bulevares haussmannianos, sirvió para la implantación de un nuevo grupo social articulado alrededor del sector industrial y eléctrico, con las ciudades norteamericanas como referentes, y en la que la Lliga Regionalista y Francesc Cambó fueron dos de sus líderes más significados. En la etapa 1986-2000, la recuperación de espacios públicos a ido asociada a la introducción de la industria cultural como nuevo grupo emergente. Establecimientos como el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y otras instituciones culturales como Edicions 62 o el Institut d'Estudis Catalans, por mencionar algunas de las más significativas, así como todas las iniciativas particulares asociadas a la reconquista cultural del espacio central, son los representantes de este nuevo grupo social conquistador del centro. En definitiva, cada reforma ha escondido, bajo un discurso higienista, un fenómeno gentrificador (Smith, 2001) por el cual un nuevo grupo social emergente ha legitimado la reconquista del espacio central.
 

El planteamiento gentrificador y benefactor de la administración municipal a través del discurso del proyecto urbano

El discurso de la intervención del centro se ha basado, en esta última etapa, en un renovado interés histórico y en la recentralización de los centros culturales. Esta reforma urbana ha sido ideológicamente reclamada, a través de opiniones de urbanistas, médicos, periodistas, que han retratado el lugar como zona pobre, enferma, deprimida, de urgencias, de gente de paso. Estos discursos reformistas con sus adjetivos hacia el lugar, han acabado por culpabilizar a todos sus moradores, afectándoles finalmente en lo cotidiano especialmente con la pérdida de espacio privado y el cambio de funciones del espacio publico. Al mismo tiempo, la reforma ha representado la llegada de nuevos capitales después de una época de abandono y la expulsión de antiguos residentes asociados a la llegada de nuevos usos y vecinos. Veamos el discurso de uno de los responsables municipales de la reforma, autojustificando su cosmovisión sobre el centro, así como los excelentes resultados del esponjamiento dirigidos desde la administración (Cabrera, 1999):

Se ha pasado de la idea decimonónica de las grandes demoliciones basadas en el control de la ciudad y el viario, a la recalificación de estas demoliciones en beneficio de una valoración del espacio público y su conectividad. La generación de nuevas plazas por el método de derribo de manzanas enteras situadas estratégicamente, el denominado esponjamiento cualificado, ha tenido resultados beneficiosos y dinamizadores para el entorno más inmediato, pero hay que proceder a otras intervenciones mas necesarias, donde no sea posible o aconsejable este método. Precisión necesaria donde la edificación está condicionada por la falta de las condiciones higiénicas mínimas, donde la estrechez de las calles, la inexistencia de interiores de manzana, hace que un estudio cuidadoso del parcelario aconseje la sustitución parcial con perdida de edificabilidad, provocando efectos benefactores en el entorno inmediato, poniendo en valor la edificación que lo rodea, haciendo atractiva una rehabilitación o sustitución de calidad.


Por una parte se observa que los esponjamientos actuales son considerados mejores porque no son indiscriminados, estableciendo así un cierto maniqueísmo entre esponjamientos buenos y malos. ¿Los anteriores fueron los malos?. Por otra parte, en sus palabras también se puede observar que siempre es necesario acudir a "otras intervenciones" para resolver los verdaderos problemas de hacinamiento. Estas "otras intervenciones", ¿cuáles son?. La respuesta no es clara, y finalmente se confía en la seducción ejercida por los pretendidos efectos de la reforma urbana bajo el discurso del proyecto urbano. Se observa, según el autor, cómo los benefactores no solo cuidan del entorno sino que también son capaces de darle una nueva vida. ¿es que antes el entorno estaba muerto?. En el fondo este discurso representa una falta de respeto por los que viven o han vivido antes de la llegada de los nuevos "señores" o gentrificadores (Smith, 2000). Parece como si el escenario tomase un realce que anteriormente no tenía tras la apropiación de los nuevos benefactores. La gentileza de la administración como la de los nuevos empresarios que se instalan en la zona es así celebrada como un beneficio para todos, cuando son solo negocios asociados a intereses particulares. Su resultado es que imponen al resto una sociabilidad más prestigiosa y convierten a los que no tienen poder ni voz en decorados y complementos de sus visiones. En este sentido es significativa la perspectiva de un periodista (Espada, 1999) quien en una revista municipal elabora un discurso similar al oficial en el que se celebra la llegada al centro de los apodados bares "pioneros" y "civilizados":

Cuando el resurgir cristaliza en el bar, la partida está muy a punto de ganarse. Desde el Raval Bar de Doctor Dou, pionero pero aislado, hasta la apertura del Silenus y la todavía mas cercana en el tiempo de el café que pone, Muebles Navarro, en Riera Alta, se extiende el último esfuerzo del Raval por romper la cuarta muralla.


Es de señalar que los espacios públicos básicos para la comunidad autóctona preexistente se sitúan precisamente en los bares quienes han ejercido la función de sede de las entidades comunitarias más significativas: clubs de fútbol o corales (Maza, 2000). En este sentido, el cierre de unos 200 bares por la reforma urbana según cifras oficiales, representa la eliminación de una parte significativa de la vida asociativa de los grupos autóctonos. Se confirma, pues, que en esta última etapa (1986-2000) se ha consolidado un nuevo discurso culturalista y externo al propio centro histórico sobre la reforma urbana, basado en el esponjamiento, pero legitimador en el fondo de un nuevo grupo emergente que permite expulsar a los grupos autóctonos preexistentes.
 

Los discursos sobre la ciudad condicionantes de la evolución del centro histórico

La lectura de los espacios públicos del centro histórico está mediatizada por las visiones que son externas a la propia vida del barrio. La noción de memoria histórica, el mito de la mezcla urbana, la visión de recuperación del espacio público como nuevo espacio conquistado son aspectos que condicionan estructuralmente los barrio del centro histórico. Los sectores más desfavorecidos son recreados y representados según un discurso multicultural, mientras que en realidad su convivencia o apropiación de los nuevos lugares sigue un proceso mucho más complejo y conflictivo tras una dualización del espacio público.

Una lectura de ejemplos significativos de estas perspectivas nos permitirán desentrañar los planteamientos que se esconden detrás. Las posiciones del dramaturgo, del periodista y del arquitecto representan tres de los discursos exteriores más significativos y condicionadores del espacio y de la sociabilidad del centro histórico.

La obra teatral "Olors" de Josep Maria Benet i Jornet. Una visión del centro histórico al servicio de la rememoración del lugar.

"Olors" del dramaturgo catalán Josep Maria Benet i Jornet es una pieza estrenada en el Teatro Nacional de Catalunya en el mes de febrero del año 2000, es decir inmediatamente después de finalizados una buena parte de los trabajos de reforma urbana del centro de la ciudad. En el escenario aparece una imagen de un tejido en proceso de cambio muy impactante escenográficamente, obra de Mario Gas. La escena se sitúa en una azotea de una vivienda situada en el barrio del Raval que tiene como telón de fondo el derribo de las viviendas contiguas del interior de una manzana. Una de las protagonistas es una fotógrafa que realiza un reportaje como si fuera un escenario de guerra. Para ello enfoca su máquina fotográfica sobre los patios en proceso de derribo. Intenta hacer así de testigo de los últimos momentos de un lugar que se transforma. La azotea desde donde toma las fotografías se corresponde con el piso en el que vivió hace muchos años su madre María. En escena también aparece un arquitecto que persigue a los últimos moradores. Estos son inmigrantes magrebíes que se han instalado a vivir en los pisos deshauciados, en los terrados y en los patios. Aparecen así ocupando un lugar inquietante en una ciudad en transformación.

Maria: "Sense ni un racó per guardar la memòria. Uns arquitectes que, com ho has dit en arribar?, espongen el barri, el trastoquen, el desfiguren, el devoren i l'arrasen. L'arrasen! Aquí hi haurà una plaça preciosa. No hi quedarà rès que recordi la manera de viure dels que van fer la ciutat dels pobres. Pobres, què he dit! Quin horror de paraula! Quina paraula tan ridícula! Hem de parlar de pobres a la meravellosa Barcelona d'avui? Per l'amor de Déu, si tots tenen cotxe i televisió! Si fins els magrebins n'arribaran a tenir, de cotxe i de televisió! Fora, fora, una bona neteja i tindrem una ciutat que no ens haurà de fer avergonyir! Cabrons! Estimava tant aquest barri, aquests patis! Tant i tant! I me'l assassinen! Me'ls assassinen!"

Benet i Jornet nos muestra en su obra un momento culminante en el proceso de transformación urbanística de un barrio. Es una mirada del esponjamiento percibida como la pérdida de un lugar íntimo, particular, de memoria. Es una crítica a la destrucción, a los planificadores de los cambios, y a la vez, muestra de desorientación y de inquietud ante el futuro. La obra es evidente que está realizada bajo la perspectiva de la defensa del barrio, de la defensa de los edificios y de los olores y de su memoria tradicional. Sin embargo la protagonista no vive en el barrio. Sus padres sí que habitaron en él pero ya se fueron. La defensa de la memoria se convierte en una defensa burguesa, pese a parecer progresista. El Raval ejerce, de hecho, una función subalterna en la que la clase intelectual y "progre" quiere que se conserve este espacio, para poder mantener así su propia memoria histórica, condicionando de esta forma el funcionamiento del barrio que ya tiene otro carácter.

Nova Ciutat Vella: La "primera mirada" sobre el nuevo espacio. Una lectura de los espacios públicos desde una visión idealizadora de la mezcla.

Nova Ciutat Vella, una revista iniciada en 1998, pertenece a la facultad de periodismo de la Universidad Ramon Llull, situada en el barrio del Raval. Su posición respecto a los cambios es algo diferente a la de Benet i Jornet. En sus artículos se capta una constante celebración de la multiculturalidad instalada en los nuevos espacios urbanos de la zona. En la portada del número de 24 de febrero del 2001, titulado "Places noves, aires nous", aparece una fotografía en la que se muestra a un joven haciendo un salto con un monopatín y a otros jóvenes observando su habilidad, con la Plaza del Angels y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) como fondo, escenificación de esta mezcla idealizada en la que los nuevos espacios públicos del barrio se convierten en nuevos y valiosos "lugares". En el artículo de opinión titulado: "Places noves, vida nova" del mismo número, Rafael Ballbona escribe:

Una plaça és un univers vital per tres raons : llum, espai i gent. Aquestes són les tres caracterítiques principals de les places de Ciutat Vella. La falta de llum i l'angoixa de l´estretor dels carrerons del sector eren un handicap a l'hora de projectar el districte en harmonia amb la nova ciutat que s'estava dissenyant. I Ciutat Vella no podia quedar al marge de tot el procés de canvi democràtic de Barcelona. Al contrari, el seu caràcter central i històric l'havien de fer capdavantera d´aquesta nova empenta urbana. Respecte del tercer element que converteix una plaça en un univers, la gent que l'habita, què voleu que us digui que no pogueu descobrir amb una simple mirada. La ciutat diversa, la ciutat acollidora del nous veïns del Magrib, el Carib o el Pakistan té, a les places del Raval, el Gòtic, la Barceloneta, les Bases de Sant Pere o la Ribera, les seves àgoras postmodernes, el seu punt de trobada, de coneixement mutu, de descoberta de l'altre, en resumen de convivència encara que aquesta no resulti fàcil de vegades, encara que els seus veïns d'origen s´hi mostrin reticents alguns cops. I és que, costi poc o molt, la millor escola de convivència que ens dóna la nostra cultura llatina i mediterrània és la plaça, l'espai públic on tots som iguals i on ens mostren, no tant pel que tenin, sinó simplement pel que som.


En primer lugar se explicita que el barrio se democratiza en la medida que es conquistado por un nuevo grupo social. Por otra parte es de destacar la idealización del ágora posmoderna como un espacio público de mezcla. Es significativo, que para el autor sea necesario que los grupos autóctonos se adapten a esta nueva escenografía idealizada, cuando la mezcla ya se percibe compleja y difícil. Es de destacar al respecto, que pocos días antes de la publicación de esta noticia, se habían producido en ese mismo lugar unos acontecimientos que rompían la mezcla mitificada. Estos jóvenes idealizados en la portada, habían llegado a encerrar a los trabajadores y visitantes del CCCB en el interior del edificio durante unas horas, enfrentándose a los guardias de seguridad del museo. La representación de escenas de multiculturalidad en las que aparecen autóctonos e inmigrantes relacionándose en una plaza pública, o niños de diferentes colores y orígenes compartiendo juegos es de representación frecuente. Se produce así una fácil escena de multiculturalidad virtual producida por la cámara oportuna del fotógrafo o del reportero de TV. En el espacio público, sin embargo, tal como hemos visto en muchas de las plazas del centro de Barcelona, esto es tan solo la constatación de una realidad parcial. Los grupos que generalmente toman las imágenes no son ni vecinos, ni se relacionan normalmente con estas personas, especialmente por las diferencias sociales que existen entre ambos mundos. Otras veces se produce un interés por lo exótico o por traspasar barreras establecidas. Estos grupos tienen, además, el poder de presentar públicamente estas imágenes de los otros. De esta forma, el Raval se ve obligado a acoger un discurso sobre la mezcla urbana en sus espacios públicos con una escenografía en la que sus habitantes deben seguir el guión de la multiculturalidad.

La visión arquitectónica: de ideólogos de la ciudad desde el discurso del proyecto urbano a la profesión de decoradores de espacios

Los arquitectos, a través de la construcción de los espacios públicos, son otro de los grupos generadores de discursos externos al centro histórico. De un discurso inicial sobre la ciudad a través del proyecto urbano, su perspectiva se ha ido centrando cada vez más en los elementos del espacio público: las esculturas, el mobiliario urbano, la iluminación y los elementos primarios de urbanización. El espacio público con sus elementos es percibido en su totalidad. Los objetos de arte como el banco y la plaza forman un todo, y en este marco la búsqueda del arquitecto se centra en la generalización y en la estabilidad formal del diseño de los elementos urbanos (Cáceres, 1993). Para el arquitecto el mobiliario urbano se convierte en un aspecto determinante en la definición de la identidad de toda ciudad, así como en un valor en alza en diseño del espacio público. Frente a un tejido denso se reivindica el espacio urbano por su vacío. Sobre esta noción se construye el espacio como una escenografía magnificando la noción de vacío o hueco:

La plaça com element central del barri tradicional és també sovint un espai simbòlic on el buit, el disseny, els elements urbans i l´art formen un tot indivisible. En aquesta línea trobem espais com el Fossar de les Moreras, on s´enderroquen unes edificacions per obtenir un lloc sacre i on el monument és el buit i el buit es la plaça. Altres exemples en són la Plaça George Orwell on també enderroquen per aconseguir un espai i on, a través d'una escultura i un paviment, amb petits desnivells, es recrea un lloc atractiu (Bardana, 1999)


El dominio del valor simbólico desde la arquitectura es uno de sus referentes y su esfuerzo se focaliza por una parte en la relación entre espacio público y escultura. La ciudad se convierte en un museo al aire libre (Sola Morales, 1987). Se arguye, de esta forma, que el ciudadano tendrá nuevos motivos para apreciar la escultura y valorar a su vez el espacio público. El dominio del espacio público y de la escultura como hito se convierten en la parte central del discurso.

Esta valoración extrema del espacio público como una escenografía lo convierte en un decorado teatral. En él, el usuario debe adaptarse al decorado y el propio escenario se resiente de ello. Surgen pronto las medidas propias de lo que se denomina un anti-urbanismo. Hay que quitar los bancos para evitar que los sin techo los utilicen como camas. Las fuentes se cierran para que los drogadictos no las utilicen para lavar las jeringuillas. Los parterres de las Ramblas se rediseñan en formas inclinadas para que los peatones no los utilicen como asiento. Al final no existe una apropiación de los grupos residentes, llegándose al extremo que los bancos generan usuarios autistas, más al servicio de una escenografía que al propio uso. Todos estos elementos, signo de la fragilidad de los espacios públicos, reducen su calidad y plantean la necesidad de tomar medidas de seguridad ante la apropiación de los espacios por las tribus nómadas. En este sentido, el espacio público, por la rigidez del decorado, diseñado con criterios externos a las necesidades de los usuarios cotidianos del centro histórico, ayuda a una percepción de vacío y de fragilidad del espacio, más propio de un decorado externo que de un espacio público.
 

El discurso de la multiculturalidad y la aparición de la inmigración como un problema

El discurso de la inmigración también es un discurso externo al espacio urbano. En la prensa diaria los debates más en boga son los referidos al tema de la inmigración o al tema multicultural. En la agenda diaria de cualquier periódico es fácil encontrar anuncios de diferentes conferencias y debates sobre este tema, al mismo tiempo que algunas encuestas señalan que una de las principales preocupaciones de los ciudadanos es la inmigración. No obstante, el porcentaje de inmigrantes no es significativamente elevado si se compara con otros países europeos. De hecho están concentrados en barrios segregados. Esa preocupación llega a tal punto que el propio ex-alcalde Maragall llegó a señalar que el problema de la inmigración y su solución se juega en 30 barrios de Catalunya. En unas declaraciones se puede analizar cómo sitúa la responsabilidad de la integración en las clases más pobres (Company, 2001).

Si a la fractura social que viven algunos barrios le añadimos ahora una fractura que se puede justificar por razones étnicas, el resultado puede ser explosivo" Dijo el ex alcalde de Barcelona. Lo cierto es, admitió, que se carga sobre las capas de población que disponen de menos recursos de todo tipo la labor de integrar a los inmigrantes. Maragall sostuvo que la inmigración es un asunto que debe dejarse al margen de la lucha electoral y partidista y apeló a que se actúe por consenso. Si se hace lo que propone, afirmó los barrios populares " se convertirán en máquinas de integrar" y se conseguirá que el multiculturalismo sea esa cosa maravillosa que puede ser. Y no, advirtió, esa cosa "terrible" que puede ser si fracasa.


Destaca, pues una visión idílica del multiculturalismo asociada a la inmigración, parecida más a un "ismo", al igual que los distintos movimientos que se han ido sucediendo en la pintura del siglo XX. En cada momento parece que el "ismo" vigente lo cubre todo. De la misma forma, en otras épocas se pensó la realidad bajo el influjo del existencialismo o del marxismo. Ahora es el pensamiento multiculturalista el discurso predominante. Pensar la sociedad y a los demás en términos de clase social parece que ha perdido el encanto que tuvo hace tiempo. La solidaridad y el multiculturalismo, puestos en boga por las llamadas organizaciones no gubernamentales en su versión culturalista, se han convertido en patrimonio de un pensamiento progresista ante la crisis de ideologías. No obstante, la comprensión de la inmigración como un problema esencialmente cultural conduce a poner una máscara a la realidad. De hecho, el concepto de "cultura" es un concepto manipulable, y en este marco el discurso multiculturalista acaba siendo una filosofía fácil para los países desarrollados. Sus ciudadanos durante las vacaciones van a países exóticos y redescubren al "otro" desde una posición de turistas del primer mundo. La mayoría de las veces se reproducen las relaciones de tipo post-colonial en las que se desarrollan los conceptos del "nosotros", formado por los miembros de la metrópolis; y "los otros" exóticos, los miembros de las ex-colonias. En este sentido, se olvida que un país como España, con un desarrollo industrial tardío, hasta hace pocas décadas era considerado como un país "exótico". Actualmente las relaciones entre metrópoli y colonia se han trasladado al interior de las ciudades donde ahora también habitan "los otros". Ello condiciona que la posición tomada respecto a los inmigrantes denote una posición de poder y etnocentrismo. Se ha producido un aumento exagerado de discursos de interpretación sobre quienes son los inmigrantes, de dónde vienen, cuáles son sus costumbres (Delgado, 1998). Constantemente el debate pasa por las explicaciones sobre "ellos" y se evade así el análisis sobre el "nosotros". Es un "otro" con el que en realidad no comparto nada y con el que no voy a compartir nada en un futuro inmediato. De esta forma, tanto sobre el espacio como sobre las personas va ganando terreno la visión estereotipada del inmigrante, que implícitamente es "el otro".

Los discursos sobre la inmigración y el espacio público se encuentran así sometidos a unas dinámicas de falsa interpretación. Se crea la necesidad de un mercado sobre la traducción del otro, en el que se produce un auge de imágenes de simulacros y escenografías de orden "multicultural". De esta forma, el concepto de "inmigrante" se aplica de manera indiscriminada. Inmigrante es la persona que ha llegado a un lugar y que no ha nacido en él. En Barcelona se constata que hay muchos jóvenes que han nacido y han cumplido su escolaridad en Barcelona pero a los que se les sigue considerando inmigrantes. La llamada segunda y hasta tercera generación permanecen completamente tapadas e invisibles. Se piensa erróneamente que todos los inmigrantes acaban de llegar. El plano de la vida cotidiana con sus complejidades queda bajo estos efectos completamente distorsionado. De hecho, las políticas urbanas de reforma sobre el centro también afectan a la inmigración. A los inmigrantes y a los autóctonos, que son vecinos del barrio, se les adjudica el rol de "los otros" frente al "nosotros". La función receptora del centro ha sido transformada y limitada como consecuencia del desarrollo de una reforma urbana producida por un grupo de intelectuales, arquitectos y políticos que constantemente en sus discursos utilizan a la "gente" y al inmigrante como pretexto. Todos ellos sirven de excusa a unos ilustrados "benefactores", regeneradores de un centro urbano enfermo y conquistadores de una ciudad perdida en las tinieblas y de espaldas al mar y a la luz. En este contexto, la inmigración extranjera ha acabado confluyendo en un mismo tipo de interpretación: escenográfica, etnocéntrica y asimétrica según el esquema benefactores-beneficiados. El discurso gentrificador implica, de hecho, una determinada construcción de las personas en esos espacios. Unos ciertos protocolos que nos informan sobre como se debe actuar.

Pensar la inmigración en su relación con los problemas en el espacio publico o el desarrollo urbano en general y los problemas derivados del mismo, es un esfuerzo importante a realizar ya que así podemos pasar de una posición basada en contemplar exclusivamente a los otros, a contemplarnos también a nosotros mismos y las contradicciones de algunas de nuestras posiciones.
 

La inmigración y la apropiación de los huecos del Raval: una puerta de la ciudad que se está cerrando

Las ciudades durante toda su historia se han estado nutriendo de inmigración. El centro urbano de Barcelona ha sido durante un siglo una zona de entrada de la inmigración de la ciudad con periodos de diferente intensidad. El último flujo inmigratorio significativo se produjo a partir de los ochenta con la entrada de inmigrantes extranjeros. En Barcelona la inmigración creció en un 20-25 por ciento mientras que en el Raval lo hizo en un 84-86 % en el periodo 1986-1997. En este sentido, Ciutat Vella y el Raval continúan siendo actualmente la puerta de entrada de la inmigración de Barcelona. La diferencia es que los espacios de acogida se han ido reduciendo. En el año 2001 nos encontramos con la situación de que en el centro urbano han desaparecido 2000 viviendas, y han cerrado mas de 200 pensiones. Las actuaciones urbanísticas han planteado en el fondo un tratamiento médico e higienista clásico. Si hay un cáncer hay que operar. Previamente tratar el tejido con radiaciones y luego extraer los posibles tejidos cancerosos. Sin plantearse que a lo mejor aquel organismo vivía en unas condiciones que llevaban necesariamente a alterar al conjunto de las células del tejido. Una muestra de ello es que en muchos casos las poblaciones expulsadas y no realojadas se han mantenido en el propio centro histórico trasladándose a las calles traseras, como es el caso de la Rambla del Raval, donde la población deshauciada se ha reinstalado en las calles de Sant Ramón y Unió. En este sentido las actuaciones puntuales no han hecho mas que desplazar el problema y hasta cierto punto agravarlo. Una muestra de ello es que si se comparan las condiciones de los pisos del Raval con los de Barcelona se observa un proceso de deterioro de las condiciones higiénicas. Así, mientras en Barcelona la proporción de pisos de menos de 60 m2 es de un 30 por ciento en el Raval llega a un por ciento. Ello, evidentemente ha tenido consecuencias que han afectado gravemente a la vida cotidiana tanto de los últimos en llegar como también de los autóctonos. De hecho, en este último periodo (1986-2000), Ciutat Vella ha añadido a la condición de gueto social la de gueto cultural. El cambio significativo es que antes todo el barrio constituía un gueto social, ahora el espacio se ha dualizado. Así junto a puntos como la Plaza dels Angels coexisten ambientes como el sector del Raval delimitado entre las calles Hospital y Sant Pau con unas condiciones de vivienda más degradadas en su entorno.

Oriol Bohigas, uno de los principales responsables municipales e ideólogos de la reforma urbana en sus inicios, parece que empieza a claudicar de estas posiciones tal vez como una manera de salvarse a ultima hora de los problemas que empiezan a aparecer en un futuro ya muy cercano Significativamente en un artículo titulado "Menos urbanismo y mas sociología" (Bohigas, 2000), alerta sobre las limitaciones de la reforma urbana desde el proyecto urbano:

Hace años que insistimos en la importancia de la forma urbana- los espacios colectivos- no solo para el funcionamiento físico de la ciudad, sino como instrumento para reestructurar y cohesionar la vida de sus habitantes y apoyar la creación de identidades colectivas : un contenedor formalmente expresivo puede promover una ordenación social. Siguiendo este objetivo, muchas ciudades han puesto en marcha diversas operaciones de proyectos urbanos. Así la reconfiguración de una plaza en el suburbio ha comportado muchas veces la creación de una conciencia de barrio, y por lo tanto, una nueva responsabilidad colectiva; el trazado de un paseo urbanizado y formalizado en un espacio residual no identificable ha vertebrado una nueva lectura del barrio, y por lo tanto una nueva vida colectiva (...) Pero últimamente se ha demostrado que del simple proyecto urbano- la reforma morfológica esporádica, no se pueden esperar milagros demasiado radicales cuando las circunstancias son muy deficientes. Es un instrumento eficaz en los sectores donde la conflictividad social no es muy grave, pero es insuficiente cuando no hay ni siquiera un punto de apoyo colectivo para superar una fuerte degradación social. Ultimamente las grandes ciudades europeas- y entre ellas Barcelona- han visto aumentar muchos de sus problemas sociales concentrados en un hecho que no nos atrevemos a afrontar. Me refiero a lo que se llama el Cuarto mundo, es decir, los fondos de pobreza radical dentro de los países considerados ricos y desarrollados, que viven en unas condiciones económicas, físicas y morales quizá peor que las del tercer mundo. A la marginación autóctona, se añade ahora la que proviene de los grandes ritmos migratorios que no se integran en la cultura, la economía y la sociabilidad de la ciudad, creando una discontinuidad de guetos que recrean una propia marginación ya insalvable (...). Hay que convencer a los políticos de que ante estos crecientes desastres, no hay que confiar exclusivamente en el urbanismo, en la arquitectura, en el proyecto urbano. (...) Hay que dejar en segundo término a los urbanistas y los arquitectos y ofrecer la batuta a los sociólogos (...), a los economistas (...), a los pedagogos (...), a los higienistas.


Parece que un cierto fracaso urbanístico tiene que ver, según el autor, con los marginados tanto los autóctonos como los inmigrantes. La solución que se esgrime es que tras el urbanismo tiene que venir la sociología. No obstante opinamos que no es pertinente reclamar ahora la presencia de los sociólogos, los economistas, los pedagogos y los higienistas para arreglar el desastre. El urbanismo no es patrimonio de la arquitectura y el diseño. Más bien son las ciencias sociales quienes debían haber liderado una práctica multidisciplinar como es el urbanismo, donde los constructores no son más que una parte del proceso. En este sentido es necesario volver a planteamientos modernos del urbanismo tal como los concebía Cerdà, basados en el análisis de las relaciones entre continente (contenedor) y contenido, a la escala de la vivienda, de la comunidad de vecinos, de la manzana, de los sectores y de los distritos en que estaba dividido el centro urbano tal como planteaba en la Teoria General de la Urbanización. Esta es la única forma de controlar a todas las escalas los parámetros higiénicos y ambientales del tejido, analizado desde la globalidad y no desde los huecos y su diseño.

El discurso del Proyecto urbano es pertinente en la medida que se aplica el efecto positivo de metástasis propio de las intervenciones puntuales (Bohigas, 1987). A principios de los ochenta, y tras el PGMB de 1976, hacía falta concretar en el proyecto la materialización de las transformaciones. No obstante, si se repasa la aplicación del discurso del proyecto urbano se observa que su extensión al centro histórico no es pertinente. El planteamiento del proyecto urbano se inició en los barrios obreros del cinturón de Barcelona de los años setenta, con unos déficits significativos de equipamientos públicos pero con una población estable, y donde los dirigentes vecinales habían liderado la reclamación de los equipamientos y espacios públicos. Además, los técnicos redactores del PGMB de 1976 habían recogido mecanismos para la reserva de estos espacios, permitiendo un gran margen de maniobra (Magrinyà, 1999). En este contexto el discurso del proyecto urbano encajaba perfectamente. Era aquel instrumento que permitía concretar las demandas sociales y pasar del Plan al Proyecto. En cambio en la etapa 1986-2000 nos encontramos en Ciutat Vella con una población fluctuante, unas organizaciones vecinales debilitadas, y unos discursos sobre el centro histórico externos a los habitantes. La aplicación del modelo del proyecto urbano ha generado, en su aplicación a Ciutat Vella, un abandono en el control de las condiciones higiénicas y ambientales del tejido urbanístico en su conjunto. La deriva se ha producido en el paso del control de los parámetros urbanísticos hacia el control de los parámetros arquitectónicos de los huecos, limitándose finalmente a un diseño de decorados y al control de la escenografía a través de una preocupación extrema por los elementos del mobiliario.
 

La coexistencia de movilidades distintas: hacia la creación de movilidades duales en los espacios centrales

Aparte del control de las condiciones de edificación, esenciales para conseguir unas condiciones estables en las relaciones de los habitantes de un tejido, es necesario comprender los mecanismos de las relaciones establecidas por los usuarios externos al barrio y aquellas de los habitantes cotidianos del lugar, así como su combinación. Un repaso por los nuevos espacios públicos del barrio del Raval nos permitirá desarrollar con más detalle esta mezcla o combinación de movilidades. Para su estudio proponemos un análisis de los efectos de los transportes y las telecomunicaciones como nuevos intermediarios significativos sobre las relaciones establecidas, y las nuevas formas de apropiación de los espacios públicos. Por una parte, los habitantes establecen con los elementos del lugar un mayor o menor enraizamiento territorial. Por otra parte, las relaciones pueden clasificarse en homogéneas, si los habitantes establecen relaciones con miembros de su grupo social, y en heterogéneas, si las relaciones se establecen entre miembros de grupos distintos. Respecto de la variable enraizamiento territorial, se distinguen dos casos extremos. Por un lado existe una población que aprecia vivir en los centros históricos. Por otro lado nos encontramos con una población que puede vivir perfectamente en cualquier punto de la periferia sin ningún vínculo con su entorno. Respecto de la segunda variable se distinguen también dos extremos. Por un lado existe un grupo social que tan solo mantiene relaciones con otros miembros que tengan las mismas afinidades sociales y culturales, y por otro lado existe aquel grupo de gente que busca la mezcla o el encuentro inesperado con miembros de otros grupos. Del cruce de las distintas combinaciones de estas dos variables se generan cuatro grandes grupos de movilidades significativas: de vecindad, dual, fragmentada y de centralidad (Magrinyà, 1998).

La movilidad de vecindario se caracteriza por una relación estrecha del habitante con su territorio, y por una homogeneidad en las relaciones. Un ejemplo paradigmático de este tipo de movilidad es el de un barrio obrero tradicional, donde existe un solo grupo social arraigado al entorno físico. La movilidad dual se caracteriza, en cambio, por una relación estrecha con el territorio, pero en la que ya coexisten varios grupos sociales distintos con comunidades diferenciadas, y en él se establecen relaciones heterogéneas además de las homogéneas de cada grupo. La introducción combinada y masiva de los transportes y de las telecomunicaciones genera una transformación profunda de las relaciones al individualizarlas y al separarlas de su entorno físico. La comunidad cohesiva y compacta situada sobre un mismo espacio físico se ha roto. De ahí surge en primer lugar la movilidad fragmentada. En ella, sus habitantes mantienen relaciones con miembros de un mismo grupo (familia, trabajo, amigos de los hijos, etc) pero en las que la posición en el espacio ya no es un elemento determinante. Paralelamente surge aquella movilidad propia de los grandes centros, donde los habitantes buscan aquellos centros visibles y reconocibles del territorio, normalmente artificiales, que generen además el encuentro inesperado con otros grupos, y a la que denominaremos movilidad de centralidad. Un ejemplo de referencia es el centro comercial. El distinto predominio de cada una de estas movilidades en un espacio va a caracterizarlo de forma determinante.
 

Las plazas del Raval: ejemplos de diversas formas de apropiación de los espacios públicos

Según esta perspectiva vamos a analizar algunos de los nuevos espacios públicos desarrollados en la reforma del Raval. Un primer ejemplo significativo es el nuevo espacio público de la Plaza de las Caramellas, inaugurada en 1990 que caracterizamos por el predominio de la movilidad de vecindario. Es un espacio generado a partir de viviendas de protección social donde se han trasladado los vecinos del barrio tras el derribo de sus viviendas de la parte baja del Raval. Está conformada por una población autóctona desplazada y con un nivel de renta bajo. El diseño de la plaza es interesante en cuanto a sus elementos constructivos, y el espacio es bien acogido por los nuevos vecinos. No obstante, y desde una perspectiva urbanística es un espacio encerrado en sí mismo. Una muestra de ello es que una de las entradas está cerrada durante gran parte del día. El carácter homogéneo como grupo de sus moradores y el hecho que en su diseño sea más bien un patio interior de manzana condiciona que esta plaza no haya acogido cierta mezcla y no haya generado muchas imágenes para ser exhibidas por la municipalidad. Es más bien un nuevo espacio con movilidad de vecindario tradicional con relaciones entre miembros de un grupo social de bajo nivel económico.

Els Horts de San Pau es otro de aquellos espacios que por su entorno debería tender a una movilidad de vecindario. En este caso el espacio es de unas dimensiones significativas para el barrio (2 ha) y ello condiciona de forma determinante su apropiación al ser diseñado más bien como un espacio con límites y cerrado en sí mismo. Su espacio acoge la iglesia románica de Sant Pau, el elemento histórico más significativo del barrio; un polideportivo, una escuela y un parking. Estos cuatro elementos, aislados entre sí, acogen unos servicios para la ciudad pero no para el barrio. El parking se utiliza para los espectadores de los teatros del Paralelo, el polideportivo ejerce de equipamiento más para la ciudad que para el barrio y Els jardins de l'Hort de Sant Pau fueron diseñados para realzar una mirada sobre la iglesia, pero muy pocas personas y visitantes toman esta perspectiva. Junto a la iglesia había un descampado que tras el incendio de la fábrica se utilizaba como campo de fútbol provisional, pero ahora está vallado y su uso está fiscalizado. En definitiva, Horts de Sant Pau, no es un espacio de circulación, sino un espacio encerrado en sí mismo, con un aspecto de lugar inseguro, compartimentado y parcelado, cuando podría ser un elemento de conexión fácil entre la calle de Sant Pau y la Avda del Paral.lel. La ausencia de planteamientos que potenciasen la apropiación del vecindario han hecho que el espacio se haya convertido en un "no lugar" en el sentido de una falta de apropiación por los grupos autóctonos. Finalmente el espacio ha sido apropiado por la comunidad pakistaní, y al mismo tiempo se ha convertido en un punto de venta de drogas con el aparcamiento como escondite. Se ha generado de esta forma un espacio con movilidad dual, con dos comunidades bien establecidas, la autóctona y la pakistaní.

Junto a estos espacios de unas dimensiones significativas, nos encontramos con multitud de espacios abiertos de dimensiones escasas. Este es el caso de los Jardins de Volta de Encires o de la plaza Pere Corominas, por poner dos ejemplos. Son nuevos lugares, con la característica de espacios intersticiales, sin llegar a tener las dimensiones mínimas como para ser considerados una plaza. Son espacios que disponen de unos bancos en los que coexiste el entorno de fuera y los vecinos de dentro. Ninguno de estos espacios ha acogido una escultura, ni tampoco ningún edificio de relieve o iniciativa cultural significativa. Es significativo paralelamente el caso de las plazas de Jean Genet y Pierre de Mandirgues que serían los representantes de dos homenajes a la memoria literaria, y ejemplos de la aplicación del discurso de la ciudad como lugar de rememoración. Se han bautizado precisamente dos espacios que todavía mantienen este aspecto de mezcla underground. Son espacios en los que se derrumba la manzana, se construyen pisos nuevos y la plaza nueva continua el mismo ambiente. Es el caso de la recién bautizada Plaza Pierre de Mandirgues con la prostitución antes en la acera y después en la plaza; o el ejemplo de la Plaza de Jean Genet, un espacio convertido en plaza de paso y en lugar de conflictos con patrullas callejeras. Son nuevos espacios públicos donde el diseño de la plaza ha representado un simple cambio de decorado.

Junto a los espacios más encerrados en sí mismos, con una combinación de movilidad de vecindario y de dualidad, están aquellos espacios que tienen una relación mayor con la ciudad y están caracterizados por las movilidades duales y de centralidad. Vamos a analizar dos ejemplos significativos: la Plaza dels Angels y la Rambla del Raval. Los dos espacios se caracterizan por el predominio de una movilidad dual, pero en el primer caso, la Plaza dels Angels tiene un componente de centralidad simbólica asociada a los nuevos centros culturales: el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). En este caso nos encontramos con una plaza para ver el museo y para tomar fotografías. Un museo que en ocasiones toma la plaza como exposición y en otras se defiende de la vida de la misma. Este es uno de los lugares de Barcelona que más discursos ha generado. Representa el ideal del contraste entre modernidad y barrio pobre, en el que "conviven" las personas en una escenografía, y en el que el arquitecto toma la función de decorador. Tal como se ha observado, esta escenografía es falsa ya que es un lugar con posibles conflictos. Una muestra de ello es la necesidad de disponer de unos guardas de seguridad alrededor del Museo de Arte Contemporáneo. En el segundo caso, la Rambla del Raval, inaugurada en septiembre del 2000, es un gran vacío. Se diseñó con la referencia arquitectónica de espacios como la plaza Navona, pero se olvidaron de su entorno. El espacio es una confluencia de movilidades de vecindario, duales y de centralidad. La comunidad autóctona sigue siendo predominante, pero recientemente la comunidad pakistaní ha tomado posiciones en el lugar. El lugar se ha fragilizado. Estaba previsto, por sus dimensiones, que fuese un espacio de centralidad pero no ha cuajado todavía, y puede quedar perfectamente como un espacio dual. Una muestra de ello es la apropiación del espacio por las comunidades de inmigrantes quienes celebraron el final de la manifestación de la protesta del movimiento de los "sin papeles". Siguiendo el esquema de espacios de movilidad dual y de centralidad nos encontramos con otro ejemplo paradigmático con la Plaza Orwell. Es un espacio resultado de la eliminación de los edificios de una manzana generando un nuevo hueco en el que se ha instalado una escultura como elemento central. Este espacio, por su proximidad a las ramblas, a la Plaza Real y dentro del ambiente más degradado de la calle Escudillers, ha generado un ambiente underground y de vecinos marginados. Es un buen ejemplo de la mezcla urbana: grupos autóctonos con una movilidad de vecindario, tribus urbanas jóvenes que se apropian de este lugar, una movilidad nocturna con un cierto toque underground, y una movilidad turística de centralidad que busca precisamente la mezcla urbana.

La combinación de estas distintas movilidades nos permite precisar las relaciones establecidas en Ciutat Vella desde una nueva perspectiva. Como primera conclusión es que aquella imagen idílica del ágora tradicional ha desaparecido. Ni las comunidades son compactas ni cohesivas, ni los espacios están centrados solamente en la apropiación tradicional por la cotidianeidad. Las referencias televisivas, cinematográficas o publicitarias son tan significativas como la apropiación física de proximidad cotidiana. Un habitante puede apropiarse perfectamente de un centro comercial al cual ha ido una vez, pero que es recordado reiterativamente por la publicidad. Los espacios ganan en complejidad por la mezcla de movilidades generadoras de comportamientos distintos en los que el espacio público como unidad y espacio de mezcla no es ni más ni menos que una ilusión.

Del análisis de los espacios se ha observado que los que poseen un mayor predominio de la movilidad de vecindario han continuado encerrados en sí mismos y cuando las dimensiones son significativas los espacios se han fragilizado. Por una parte se observa el asentamiento de guetos culturales, como por ejemplo el caso de los pakistaníes quienes se han apropiado en su totalidad algunos huecos. Esta comunidad se ha apropiado el sector alrededor de la rambla del Raval entre la calle Hospital y la calle Sant Pau. Por otra parte se observa la ocupación por grupos nómadas (niños de la calle, traficantes de drogas, etc.) en aquellos espacios con movilidad de dualidad y de centralidad con una falta de apropiación cotidiana. La Plaza Orwell es un ejemplo de ello. Es un buen lugar para tomar imágenes de los vecinos y del contraste entre modernidad y barrio pobre. No obstante este espacio sufre de la fragilidad por la dificultad de ser apropiado por los vecinos autóctonos o por grupos socialmente estructurados. En definitiva, aquellos espacios en los que no existe una apropiación homogénea, estos espacios surge con facilidad la posibilidad que grupos nómadas como los niños de la calle o ciertas tribus urbanas se apropien momentáneamente del espacio, fragilizando las relaciones que los acogen y creando problemas de seguridad.
 

Hacia una nueva lectura del espacio público que contemple la relación contenedor-contenido

Del análisis de las distintas reformas urbanísticas se ha observado que recurrentemente las transformaciones del centro histórico se han basado en la creación de huecos, a través de vías o de plazas. Esta última etapa (1986-2000) no ha sido una excepción. Frente a la apertura de vías se ha recurrido a la apropiación de plazas y nuevos espacios expropiados, según un modelo más cercano a la desamortización de Mendizabal de 1835, que a la apertura de la Vía Laietana de 1907. Por otra parte se ha observado que en cada reforma siempre ha existido un nuevo grupo social emergente que ha intentado apropiarse de los sectores centrales de la ciudad. La ultima apropiación ha sido la de la industria cultural, generadora de un discurso gentrificador. La idealización de la mezcla urbana y del multiculturalismo en los espacios públicos ha sido su eje central. En este marco el discurso del proyecto urbano se ha trasladado al diseño de los espacios públicos.

En este contexto los medios de comunicación han transformado los mecanismos de formalización de los espacios centrales de la ciudad y ello ha propiciado que la percepción física se confunda con la imagen creada por los medios de telecomunicación. En el discurso post-colonialista la metrópolis generaba una imagen de los países de las colonias. El "nosotros" de la metrópolis, y "el otro" de las colonias. Actualmente este discurso se ha transformado, ya que los inmigrantes de las colonias se han instalado en la metrópolis. Las comunidades de pakistaníes, de filipinos o de dominicanos se han instalado en el centro histórico de Barcelona. Ello ha generado que al centro histórico, configurado como el tradicional gueto social acogedor de los últimos inmigrantes peninsulares y vestíbulo de entrada a la ciudad, se le ha añadido en las dos últimas décadas una inmigración que ha consolidado la condición de gueto cultural. En este nuevo marco, ya no es evidente que estas comunidades se integren en el nuevo grupo. Ello ha provocado que en el discurso sobre el otro, la integración ya tiene poco que ver con la realidad. El protocolo se rompe para unos espacios diseñados como lugares de orden y consenso.

El discurso del proyecto urbano, plenamente pertinente para la renovación urbana de los barrios obreros del cinturón industrial de Barcelona, ya no es válido aplicado al centro histórico de Barcelona. Su aplicación ha ido derivando en la construcción de una escenografía en la que los arquitectos son sus decoradores. La perspectiva de la ciudad como decorado, en el que las personas y los espacios son tratados como elementos de unas escenografías basadas en un discurso benefactor y etnocéntrico, falsifica la propia realidad de los espacios públicos. Se le está diciendo al espacio y a las personas cómo deben actuar. Se marcan unas pautas sobre las relaciones que personas y espacios deben establecer, siempre desde una perspectiva del poder establecido. En este sentido, los centros históricos se han convertido en elementos subalternos de un discurso de la ciudad. Ante un escenario que no es homogéneo y en el cual la dualización del espacio se ha asentado, aparecen personajes y escenas que no estaban previstos en el guión. La vivencia de inseguridad, problemas de convivencia entre vecinos, las patrullas callejeras, niños de la calle. Todo esto no responde a lo previsto para el barrio desde la perspectiva del discurso gentrificador. Los espacios no se han considerado desde la ocupación del entorno, sobre las condiciones (propiedad/alquiler), los tipos de poblaciones. Todo ello hace que algunos de estos espacios sean frágiles. Decisiones como situar establecimientos de instituciones que tienen más bien unos horarios de administración, la utilización de las plantas bajas y de los entresuelos es mucho más decisiva de lo que pueda parecer a simple vista. En este marco la caricaturización del espacio público limitado a una intervención puramente arquitectónica en la que se busca un decorado y el control del mobiliario urbano pone en evidencia la ausencia de unos planteamientos urbanísticos globales, esenciales para un tratamiento de los centros históricos.

Un análisis sobre las relaciones realmente establecidas sobre los espacios públicos nos ha mostrado que los espacios públicos siguen unas reglas de apropiación que dependen de los grupos que los habitan en su cotidianeidad. Los espacios con una composición homogénea de los grupos autóctonos ha generado movilidades de vecindario predominantes. En este caso los espacios viven autónomamente y fuera del discurso gentrificador. Los espacios en los que se crea una dualización definida por los grupos autóctonos y comunidades de inmigrantes de la última generación, el espacio es más frágil. Si los espacios son de grandes dimensiones como Horts de Sant Pau o Rambla del Raval, tiene mayor posibilidad de ser apropiado por grupos nómadas incontrolados y generadores de problemas de inseguridad. Este efecto se refuerza todavía más si son espacios con movilidades de centralidad ya que toma cuerpo un componente de "no lugar" que dificulta la apropiación cotidiana de los lugares, como es el caso de la Plaza Orwell. Las acciones sin control de los "niños de la calle" o la creación de patrullas de seguridad creadas al margen por la comunidad paquistaní es una prueba de la apropiación del espacio por grupos nómadas.

En el fondo, y tal como señala Neil Smith, el discurso de la reforma urbana desde el proyecto, y su concreción en el llamado modelo Barcelona, ha legitimado la elitización y la dualización del centro urbano dirigida por un nuevo grupo social emergente que ha utilizado al gobierno municipal para conseguir sus objetivos (Smith, 2000).
 

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