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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (64), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

MIGRACIONES HACIA LA HABANA.
EFECTOS EN LA CONFORMACIÓN DE SU AMBIENTE SOCIAL

René A. González Rego.
Facultad de Geografía.
Universidad de La Habana.


Migraciones hacia La Habana. Efectos en la conformación de su ambiente social (Resumen)

Del efecto social de las migraciones hacia la ciudad, se puede afirmar, sin temor a dudas que la capital cubana se ha estado convirtiendo en una urbe de inmigrantes, tan es así que si en 1977 el 40,7 por ciento del crecimiento poblacional se debía al saldo migratorio interno, ya en el período 1989-93 este representaba el 74 por ciento del mismo, a lo que se une el hecho de que en 1995 el 53,6 por ciento de las viviendas contaba con al menos un inmigrante.

A partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Migraciones Internas de 1995 y teniendo en cuenta la estructura por sexos y edades, racial, laboral y según lugar de procedencia de los inmigrantes hace pensar en la influencia de los mismos en el entorno citadino, ya sea por la introducción de hábitos, costumbres, formas de comportamiento ajenos a la ciudad, así como por las características de la vivienda, elementos que contribuyen a diferenciar el ambiente social de la urbe desde el punto de vista espacial, a lo que se unen además las dificultades que se crean en el normal desenvolvimiento de la ciudad a partir de las condiciones económicas que impiden absorber a los miles de inmigrantes anuales, dadas las dificultades en satisfacer las necesidades de empleo, viviendas y servicios entre otros a los recién llegados.

Palabras clave: saldo migratorio interno / estructura social / composición social


Migrations to Havana. Effects in its social environment (Abstract)

From the social effect of migrations to the city of Havana, we can say, without any doubt, that the Cuban capital is becoming an immigrant center, if in 1977, 40,0 % of the population growth was due to the domestic migration, in 1989-93 it was 74,0 %, together to the fact that in 1995, 53,6 % of the city houses had at least one immigrant.

The analysis of the results of the 1995 national inquest of internal migrations results show us the incidence of the migrants structure of sex, age, race and labors in the Havana social environment, based in the introduction of different and foreign habits, behavior forms and housing characteristics. Those elements in the current situation of Cuban economic crisis contributed to the spatial differentiation of the Havana social environment and to increase the social, employee, housing and sanitation problems in the city.

Key-words: internal migratory balance / social structure / social composition


El componente migratorio en el crecimiento de la población capitalina. Evolución

La función de capital que ha desempeñado a través de la historia La Habana ha contribuido indudablemente a que al igual que en otras regiones una buena parte de su crecimiento demográfico se deba al efecto de los flujos migratorios, si bien estos flujos migratorios internos mostraron una tendencia al decremento entre los años 1953 y 1993, el comportamiento de los mismos entre 1994 y 1996 sitúa ante la presencia de un boom migratorio que se debió entre otros, a los efectos de la crisis económica que atraviesa el país desde inicios de la década de 1990, la cual ha limitado la acción del proceso inversionista estatal de desarrollo territorial, perdiendo efectividad la política cubana de disminución de las disparidades regionales y de acción indirecta sobre la migración interna.

"Se estima en unas 358.000 personas el saldo migratorio interno de Ciudad de La Habana entre 1960 y 1990, compensando casi el saldo de migrantes externos de la capital, que fue de una 436 mil personas en igual período, siendo los años de mayor auge de las migraciones externas 1970 y 1980, cuando las tasas de saldo alcanzaron un valor de -16,2 y -40,3 por mil habitantes respectivamente. Los migrantes externos de los años 1971-89 representan el 52,7 por ciento de los saldos totales para cuba" (INSIE, 1990).

El efecto de estos saldos migratorios externos sobre el crecimiento de la población de la capital se manifiesta en la disminución de los efectos de las migraciones internas a través del comportamiento de los saldos netos (migraciones internas menos externas) que en el período 1970-80 presentó valores que demostraron pérdida de población, con algunos de sus máximos valores en el año 1980, fecha en que se produjo éxodo de población a través de la ruta Mariel- Florida, y la "Crisis de Los Balseros" de agosto de 1994, en la que miles de cubanos emigraron hacia los Estados Unidos de Norteamérica en rústicas embarcaciones, crisis que provocó una tasa de saldo migratorio total de -7 por mil, a lo que se une la coincidencia de disminución del saldo migratorios interno entre 1997 y 1999 con la presencia de pérdidas de población que se representan con tasas de saldo migratorio de -6,6; -6,5 y -5,1 por mil respectivamente.

El promedio anual de los saldos migratorios internos de La Habana, si bien fueron disminuyendo en los diferentes períodos que median entre 1953 y 1993: 20.547 migrantes (1953-59), 14.144 (1960-70), 9.893 (1971-80), 11.746 migrantes promedio anual en el período 1981-90 y 12.746 migrantes en los años que median entre 1990 y 1993; entre 1994 y 1996 se produce un cambio en esta situación al ascender a 22.852 el promedio anual, sobrepasando los valores de los períodos 1960-70 y 1971-80 con respecto al comportamiento anual de los saldos migratorios y por consiguiente de sus tasas promedios anuales (cuadro 1).
 
 
 

Cuadro 1
La Habana. Saldo Migratorio y Tasa de Saldo Migratorio Interno. 1981-1999
Años
Saldo Migratorio
(uno)
Tasa de Saldo Migratorio
(por mil)
1981 
12.243
6,3
1982 
10.747
5,5
1983
11.334
5,8
1984
12.328
6,2
1985
12.281 
6,1
1986
12.524 
6,2
1987
11.219 
5,5
1988
10.980 
5,3
1989
10.469 
5,0
1990
13.338 
6,3
1991
14.458 
6,8
1992
12.268 
5,7
1993
10.921 
5,0
1994
16.541 
7,6
1995
28.103 
12,9
1996
23.913 
10,9
1997
- 4178
-1,9
1998
- 1.436
-0,7
1999
3.156
1,4
Fuente: Elaboración propia a partir del Anuario demográfico de Cuba 1990-1999.


Si se considera que la mayor tasa de saldo migratorio interno se había alcanzado en el año 1974 con 6,5 por mil (INSIE,1990), y que hasta 1994 no se había logrado sobrepasar este valor (a excepción de 1991), el comportamiento del fenómeno migratorio hacia la capital entre 1994 y 1996 permite asumir la presencia de un boom migratorio producto de la crisis económica.

No obstante, se debe destacar que a pesar de producirse períodos de disminución de los valores de las tasas de migración internas hacia La Habana, las cifras de aumento de la población capitalina por saldo migratorio interno de 1970 a 1996 representan unas 332.557 personas, de los cuales el 67,2 por ciento corresponden al período 1981-96, procedente en su mayoría de las provincias orientales del país.(Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Guantánamo) con el 43,4 por ciento y 47 por ciento del total de inmigrantes en 1990 y 1996 respectivamente (ONE, 1996).

El presidente del Estado Cubano, Dr. Fidel Castro, ha expresado que "es cierto que los problemas se nos han agravado con las inmigraciones" (Castro,1989), ya que "las provincias han llenado la Habana y complica la situación de la vivienda, el agua, de la electricidad (...) se han hecho decenas de miles de viviendas, se alivia, y vuelven a meterse los ilegales (...) no podemos permitir que la situación se agrave si no se pueden construir más viviendas que las personas que llegan" (Castro, 1995).

La anterior referencia al boom migratorio llevó a cuestionarse sobre la posibilidad de comenzar a referirse a los mismos problemas que aquejan a las grandes urbes latinoamericanas en La Habana, ya que si se toman en cuenta algunos de los resultados de la Encuesta Nacional de Migraciones Internas de 1996 (ENMI), representativa para la población de 15 a 64 años, se puede afirmar que la capital cubana se ha estado convirtiendo en una urbe de inmigrantes. Tanto es así que "si en 1977 el 40,7 por ciento del crecimiento poblacional se debía al saldo migratorio interno, ya en el período 1989-93 este representaba el 74 por ciento del mismo." (CEDEM, 1996, p.15),

A partir de esta situación se produce un hecho que marca una transformación radical en cuanto a la dinámica de los procesos migratorios más recientes hacia la ciudad:

El 22 de abril de 1997 se establece el Decreto-Ley 217 del Consejo de Ministros sobre las Regulaciones Migratorias Internas para La Habana y sus Contravenciones, el cual plantea la necesidad de establecer los requisitos que deben regir para garantizar condiciones mínimas de habitabilidad y el adecuado espacio habitacional de las personas que pretendan domiciliarse, residir o convivir con carácter permanente o trasladar su residencia hacia la capital, siendo los responsables de su ejecución las Direcciones Provinciales de Planificación Física (DPPF) y las Direcciones Municipales de Arquitectura y Urbanismo (DMAU).

Ante la puesta en vigor de dicho decreto el 9 de mayo del propio año la respuesta de la dinámica migratoria no se hizo esperar con la presencia de saldos migratorios internos negativos entre 1997 y 1999, lo que unido a los valores de los saldos migratorios externos condicionaron disminuciones de población en este período.
 

Migraciones y municipios

En el caso de La Habana, con la actual división político-administrativa se delimitan 15 municipios, los cuales para los efectos del presente análisis, y teniendo en cuenta la clasificación empleada en la Encuesta Nacional de Migraciones Internas de 1996 (ENMI) se subdividen en centrales (Centro Habana, Habana Vieja, Regla, Cerro, Diez de Octubre y Plaza de la Revolución) y periféricos (Playa, Habana del Este, Guanabacoa, San Miguel del Padrón, La Lisa, Boyeros, Arroyo Naranjo y Cotorro).

De manera similar al comportamiento provincial, en el período 1985-95 se revelan ascensos continuos de los saldos migratorios para el conjunto de los municipios capitalinos, aunque con sus lógicas diferencias, marcadas por el emplazamiento geográfico de las actividades productivas y los servicios, así como por las condiciones de trabajo y vida de la población.

De tal forma, en el período 1985-90 se destacan por sus volúmenes de ganancia neta poblacional (más de mil habitantes por año) y su rápido ascenso numérico los municipios periféricos Boyeros, Arroyo Naranjo y Habana del Este, así como Plaza de la Revolución en la zona central.

Entre 1990 y 1995 se revela una etapa de incremento continuo de los valores de saldo migratorio interno, con ganancias netas de 1000 a 3000 personas y las mayores tasas de saldo migratorio, destacándose nuevamente los territorios anteriormente descritos, a los que se unen Habana Vieja, Centro Habana y Playa (cuadro 2)
 
 
 

Cuadro 2.
Tasa de Saldo Migratorio Interno. 
Promedio del comportamiento (1990-95)
Municipio
TSM (por mil)
Habana Vieja
15,3
Habana del Este
13,2
Boyeros
12,2
Cotorro
12,0
Playa
10,7
Cerro
9,7
Marianao
9,3
Arroyo Naranjo
9,2
La Lisa
9,2
Plaza de la Revolución
8,9
Centro Habana
8,5
San Miguel del Padrón
8,3
Guanabacoa
8,2
Regla
6,1
Diez de Octubre
5,1
Fuente: Elaboración propia, a partir del Anuario demográfico de Cuba 1990-1995.


Como posibles condicionantes se debe tener en cuenta que los municipios Boyeros, Plaza de la Revolución, Habana Vieja y Playa se encuentren entre las entidades que mayor nivel de empleo ofrecen, destacándose la categoría obrero, tanto industrial como agropecuario en los municipios periféricos Habana del Este, Boyeros, y Arroyo Naranjo, territorios de por sí extensos y con alternancias de espacios rurales y urbanos (González, 2000, p.64-65).

Se debe considerar también en los casos de Playa y Plaza de la Revolución las múltiples opciones de empleo existentes en la actividad turística, construcción inmobiliaria y en las empresas de capital extranjero o mixto. Las cuales, en su etapa de creación de infraestructura generan una gran demanda de trabajadores para el desarrollo de las actividades constructivas.

Con relación al efecto del empleo en las actividades agropecuarias aunque no existe una diferencia marcada en cuanto a la preferencia del asentamiento en el centro o la periferia según niveles de asentamientos de residencia anterior, si debe destacarse los 32,8 miles de personas procedentes de asentamientos rurales que se asientan en los municipios periféricos, contrario a los 19.300 que se ubican en los centrales, debiéndose suponer las preferencias por los espacios menos urbanizados de la capital, como forma de mantener en parte sus condiciones y calidad de vida anterior. A esto hay que añadir el hecho que de los 22.700 inmigrantes procedentes de asentamientos rurales menores de 200 habitantes y dispersos, 14.500 prefirieron asentarse en los municipios periféricos (González, 2000, p. 66).

Como se planteó en la caracterización de la dinámica de las migraciones hacia la capital, a partir de la implementación del Decreto-Ley 217 se produce un cambio en la situación migratoria, al presentarse ya en 1997, en 12 de los 15 municipios, saldos migratorios internos negativos (OTE, 1997), siendo los casos más relevantes en cuanto a volumen de pérdida (más de 500 personas) Playa, Centro Habana, Boyeros, Habana Vieja y San Miguel del Padrón.
 

El efecto de las migraciones en la conformación del ambiente social capitalino

La estructura por edades y sexo, color de la piel, educacional, laboral y según lugar de procedencia de los migrantes hacia la capital permiten inferir el efecto de dicho proceso en el entorno social de la ciudad, ya sea por la introducción de hábitos y formas de comportamiento foráneos, como por las características de la vivienda de los recién llegados. Estos elementos contribuyen, sin duda, a diferenciar el ambiente social de la ciudad desde el punto de vista espacial, unido a las serias dificultades que crean en el normal desenvolvimiento de la capital dadas las condiciones económicas actuales que impiden absorber a los recién llegados por concepto de empleo, vivienda y servicios.

La anterior referencia lleva a cuestionar la posibilidad real de comenzar a referir en la capital cubana problemas semejantes a los que aquejan a las grandes urbes latinoamericanas dados los crecientes contingentes migratorios hacia las mismas, ya que si se toman en cuenta algunos de los resultados de la encuesta nacional de migraciones internas (ENMI) se puede afirmar que la capital cubana se ha estado convirtiendo en una urbe de inmigrantes, ya que "si en 1977 el 40,7 por ciento del crecimiento poblacional se debía al saldo migratorio interno, en el período 1989-93 éste representaba el 74 por ciento del mismo" (CEDEM, 1996, p.15).

Si se parte del aporte sustancial del componente migratorio en el crecimiento poblacional capitalino y se tiene en cuenta además que las magnitudes pueden ser superiores dada la subestimación que pudiera existir en las estadísticas continuas por sólo reflejar los registros oficiales, se torna interesante entonces tratar de desentrañar el papel significativo que puede estar desempeñando las mismas en la estructura y composición social de la población capitalina, más si se tiene en cuenta que el "53,6 por ciento de las viviendas de la Ciudad de la Habana cuentan al menos con un inmigrante" (CEDEM, 1996, p.61):

- Los inmigrantes recientes presentan una regularidad que se cumple en el amplio espectro urbano latinoamericano al producirse la tendencia a vivir en condiciones cada vez más precarias, sobre todo para los que migraron en busca de trabajo, los cuales en un 37,8 por ciento manifestaron haber empeorado su situación habitacional (CEDEM, 1996, p.59) condiciones debidas —en nuestro caso— al déficit de viviendas acumulado y por supuesto por su menor tiempo de residencia; tanto es así que, a partir de 1974 se produce un aumento paulatino de las viviendas de tipo III y IV (las de peores condiciones de habitabilidad), llegando al 23,2 por ciento en los que arribaron entre 1990 y 1995, lo que favorece la proliferación de asentamientos insalubres, fundamentalmente en los municipios periféricos de la ciudad, pudiéndose notar la problemática de la diferente percepción de las condiciones ambientales, ya que aún en estas condiciones precarias de vida, un 60 por ciento de los entrevistados manifestaron como motivos de las migraciones potenciales las mejores condiciones de vida y socioeconómicas de La Habana con respecto a sus lugares de origen.

En un estudio sociodemográfico desarrollado en los barrios y focos insalubres del municipio San Miguel del Padrón realizado por el Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana en 1998, se constató que en la mayoría de estos enclaves es, durante el período 1991-96, donde se producen los mayores volúmenes de llegadas promedios anuales de los jefes de núcleo, constatándose que el 84 por ciento de los mismos no eran nativos de la capital, planteándose en todos los casos la existencia de movimientos migratorios escalonados antes de llegar a su destino (CEDEM,1998, p.12).

En estos tipos de asentamientos deben destacarse las situaciones especiales a que debe enfrentarse el sector salud dadas sus pésimas condiciones de salubridad y la presencia de relaciones sociales desordenadas, caracterizadas, entre otros aspectos, por altos niveles de promiscuidad, comenzando en muchos casos a edades muy tempranas y provocando embarazos en la adolescencia, llevados a término como estrategia de vida para obtener, entre otros, la alimentación y demás facilidades que otorga nuestro sistema de salud.

- Situación diferenciada en el asentamiento de los que arriban a la ciudad, mostrando preferencia por los municipios periféricos (61,5 %), lo que denota un proceso de diferenciación espacial del ambiente social capitalino, predominando en éstos los procedentes de Santiago de Cuba y Granma (42,6 miles y 42,4 miles respectivamente), situación que puede marcar la tendencia a una mayor incidencia de los hábitos y costumbres foráneos en los municipios periféricos de la ciudad (cuadro 3).
 
 

Cuadro 3.
Estructura de los residentes según provincia de nacimiento y zona de asentamiento en La Habana
Provincia de procedencia
Zona de asentamiento
Centro
Periferia
I
II
III
I
II
III
Occidentales
Pinar del Río
14,8
30,8
7,6
33,2
69,2
10,8
La Habana
14,5
33,7
7,5
28,5
66,3
9,1
Matanzas
15,2
43,2
7,8
20,0
56,8
6,4
Municipio especial Isla de La Juventud
0,6
24,0
0,3
1,9
76,0
0,6
Centrales
Villa Clara
20,0
39,2
10,3
31,0
60,8
10,0
Cienfuegos
7,2
41,9
3,7
10,0
58,1
3,3
Sancti Spiritus 
10,9
43,3
5,6
14,3
56,8
4,5
Centro – Orientales
Ciego de Avila
8,2
47,7
4,2
9,0
52,3
3,0
Camagüey 
12,2
46,4
6,3
14,1
53,6
4,5
Las Tunas
10,3
49,8
5,3
10,4
50,2
3,3
Orientales
Holguín
22,4
43,4
11,5
29,2
56,6
9,4
Granma
17,3
29,0
8,9
42,4
71,0
13,6
Santiago de Cuba
24,1
36,1
12,4
42,6
63,9
13,6
Guantánamo
16,8
40,6
8,6
24,6
59,4
7,9
Total
194,5
38,5
100
311,2
61,54
100
Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados de la ENMI (CEDEM,1996, p.27)
Notas al Cuadro nº 3:  I – Miles de inmigrantes; II - Porcentaje con respecto a la provincia de procedencia; III - Porcentaje con respecto al total de inmigrantes.


Destacándose los 34,9 miles de personas procedentes de asentamientos rurales que se asientan en los municipios periféricos, contrario a los 21.200 que se ubican en los municipios centrales, debiéndose suponer la preferencia por los espacios menos urbanizados de la capital para el 17,9 por ciento de los inmigrantes que declaró trabajar como obrero agropecuario antes de su arribo a la ciudad como forma de mantener en parte sus condiciones y calidad de vida, lo que contribuye a modificar el paisaje urbano, en ocasiones de forma negativa dado el déficit de viviendas acumulado y el tiempo menor de residencia, lo que crea el riesgo potencial a que los mismos tiendan a vivir en condiciones cada vez más precarias, a pesar de que según su percepción puedan afirmar que han mejorado sus condiciones de vida.

- Transformaciones paisajísticas al interior de los límites territoriales de la ciudad, dados en muchos casos por la práctica de desmonte para lograr espacios en la construcción de viviendas, para el uso de la leña como combustible doméstico y para la proliferación de pequeñas parcelas familiares, a lo que se deben adicionar las variedades de estilos constructivos en las soluciones individuales a las viviendas, las cuales en la mayoría de los casos contrastan con el entorno, exteriorizando estos aspectos de la imagen urbana, y sin ningún tipo de dudas información subyacente de las características y valores de sus habitantes.

- A partir del análisis de la estructura territorial de la migración a la capital según niveles de asentamientos de procedencia y destino que aparece en los resultados de la ENMI para La Habana (CEDEM, 1996, p.21) se puede señalar que aunque no resulte mayoritaria la presencia de inmigrantes procedentes de zonas rurales no debe soslayarse el 12 por ciento que representan las 52.100 personas que, sin duda, han introducido sus hábitos y costumbres rurales en un ambiente urbano, a los cuales debe agregarse que los mismos presentan menores niveles de escolaridad que los de origen urbano.

- Agudización del predominio del sexo femenino en los inmigrantes, situación que conlleva a una realidad cada vez más desfavorable del Índice de Masculinidad (IM) de la ciudad, téngase en cuenta que si en el período "1989-91 el IM de los inmigrantes era de 85,7 por ciento ya en 1992 su comportamiento era del 65,8 por ciento" (CEDEM, 1996, p.19), resultando asombrosa la proporción de solo 49 hombres por cada 100 mujeres en el grupo de edades de 15 a 19 años (CEDEM, 1996, p. 33)

- Aumento del coeficiente de dependencia, elemento que torna aún más complejo el proceso de desarrollo socio-económico de la ciudad y el familiar, teniendo en cuenta que si bien "el 55 por ciento de los inmigrantes son adultos jóvenes" este saldo migratorio "presenta una relación de 29,9 inactivos por cada inmigrante activo, predominando entre los que no trabajan los sujetos en edad laboral que no buscan trabajo" (CEDEM, 1996, p.19), o sea, una completa situación de desempleo que potencialmente apunta a muy diversas posturas con respecto a las estrategias de sobrevivencia, entre las que podría destacarse el auge del sector informal.

En el trabajo del CEDEM mencionado con anterioridad se constataron en estos barrios con altas proporciones de inmigrantes la presencia de bajos niveles de ocupación, ya que solo el 52,8 por ciento de los hombres y el 21,9 por ciento de las mujeres en edad laboral se encontraban trabajando al momento de la encuesta. Más del 43 por ciento de las mujeres no trabajaba ni estudiaba y en el segmento de 15-59 años el 16 por ciento de los hombres no estudiaba ni trabajaba (CEDEM, 1998, p.19)

- A lo anterior se debe agregar el aumento sostenido de la presión sobre los servicios médicos y de seguridad social de los inmigrantes de más de 60 años, pasando su participación en el saldo de 5,9 por ciento a 9,1 por ciento en 1992, situación que también contribuye al paulatino proceso de envejecimiento de la población y un aumento en el coeficiente de carga demográfica (CEDEM, 1996, p.19)

- Introducción de cambios en los patrones tradicionales de composición familiar capitalina, apuntando hacia el predominio de las familias extendidas (una familia básica más la presencia de otros parientes) y hogares compuestos (presencia de otros no parientes en el núcleo) en los hogares con presencia de inmigrantes.

- A pesar de que la proporción de migrantes recientes con escolaridad superior denota una mejoría con respecto a períodos anteriores se puede plantear como regularidad que los mismos no contribuyen de forma total al mejoramiento de la estructura por niveles de instrucción de la capital, dado que un 85,5 por ciento de los migrantes residentes en la ciudad presentan solamente niveles terminados de enseñanza primaria y secundaria básica.

- Contribución a la mayor heterogeneidad numérica y espacial de los tipos de culto religiosos en la capital, ya que si bien en La Habana lo característico es la religiosidad popular y existe la mayor representatividad de las denominaciones religiosas del país, en especial de templos evangélicos, los movimientos migratorios hacia la ciudad han contribuido a la difusión de ciertas expresiones religiosas que eran prácticamente desconocidas por el ciudadano promedio capitalino.

Así, muchos inmigrantes de las provincias orientales han aportado al contexto religioso capitalino, sobre todo en zonas periféricas diferentes variantes de culto que solo eran observables en sus lugares de origen, tales como el espiritismo, la religión vudú, expresiones y ritos de origen africano, así como expresiones y denominaciones de santerías (Marín, 1999)

Si bien se ha analizado la problemática socioeconómica que representan las migraciones internas para La Habana, no debe dejar de señalarse el hecho de que este proceso es responsable en buena parte de que la población capitalina no haya comenzado a decrecer, más si se tiene en cuenta que la capital es la provincia que más aporta al saldo migratorio externo, el cual constituye una importante sangría anual de población, la cual según opinión del autor está contribuyendo al proceso de envejecimiento de la población ya que estos movimientos se realizan generalmente por jóvenes y adultos jóvenes.

Así, la población de La Habana en 1996 creció en 5.800 personas por crecimiento natural y en 23.913 por movimientos migratorios interprovinciales (ONE, 1996), sin embargo, presentó una pérdida de 10.579 habitantes por salidas definitivas al exterior, las cuales tienen sus consecuencias sociales, entre las que podrían mencionarse sus influencias en el comportamiento de la fecundidad, estructura por edades, destrucción del núcleo familiar, etcétera.

Teniendo en cuenta el efecto socioambiental negativo de las migraciones descrito con anterioridad y traducido en niveles de riesgo social para la presencia de comportamientos inadecuados, se establece la siguiente evaluación cualitativa sobre la base del comportamiento de los valores de la tasa de saldo migratorio y el papel de los 5 principales polos receptores de migrantes de la capital:

- Muy alto riesgo social: Playa, Boyeros, Arroyo Naranjo, Cotorro y Habana del Este, aunque debe reconocerse también el caso de Centro Habana.

- Alto riesgo social: Habana Vieja

- Moderado riesgo social: La Lisa, Marianao y Cerro.

- Bajo riesgo social: Diez de Octubre y Regla.
 

Conclusiones

Si bien para algunos investigadores resulta temprano aún evaluar los impactos o predecir las tendencias a corto, medio o largo plazo de los procesos migratorios a la capital cubana, no quedan dudas de que las particularidades cuantitativas o cualitativas de las mismas, así como de los actores involucrados han estado provocando y provocan una serie de efectos en las muy variadas componentes del ambiente urbano capitalino, en especial de la social, situación que no se debe soslayar y continuar apuntando a su seguimiento y evaluación con el objetivo de prever y tomar las medidas necesarias en los aspectos referidos a las repercusiones sobre el ambiente natural y social, en la cobertura de servicios a la población y en los impactos socioambientales.

Bibliografía

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