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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (87), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

INMIGRANTES EXTRANJEROS EUROPEOS CON EMPRESAS DE TURISMO COMO ALTERNATIVA AL DESARROLLO DE ZONAS DE INTERIOR

Raúl Lardiés Bosque
Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio (*)
Universidad de Zaragoza, España
 


Inmigrantes extranjeros europeos con empresas de turismo como alternativa al desarrollo de zonas de interior. (Resumen)

A raíz de los nuevos flujos migratorios que se están produciendo desde los países del norte de Europa a los del sur, en este artículo se plantea la instalación de empresas turísticas en zonas rurales por parte de inmigrantes extranjeros como una vía para su desarrollo y revitalización. En concreto, se analiza la instalación de este tipo de empresas en tres Departamentos del sureste de Francia, y la posibilidad de que este tipo de instalaciones se extiendan por las zonas rurales españolas.

Palabras clave: migraciones internacionales / inmigración / desarrollo rural / empresas turísticas.


Foreign European immigrants with tourism enterprises as alternatives of development in rural areas. (Abstract)

According to the increasing flows of population from the North to the South of Europe, the aim of this paper is to study the development of tourism enterprises in rural areas of southern European countries (in particular France and Spain), as a way to developed these areas. Specifically, the paper analyses the development of tourism enterprises by northern European immigrants in three Departments of southern France, and the possibility of extending this type of economic initiatives into the rural areas of Spain.

Key-words: international migration / immigration / rural development / tourism enterprises.


La contextualización temporal y temática de los estudios sobre nuevos tipos de migraciones internacionales de población

Al igual que se afirmaba hace menos de veinte años (García Ballesteros, 1985), hoy podemos seguir manteniendo que, dentro de la Geografía, el estudio de las migraciones es uno de los ámbitos de mayor producción científica y en el que se han hecho grandes esfuerzos de conceptualización y metodológicos. Como ejemplo, Noin (1985) afirmaba hace poco más de una década que más de un tercio de los trabajos publicados en Francia se dedicaban a esta temática, de la misma forma que García Ballesteros (1985) consideraba igualmente significativo el porcentaje de los que se dedicaban en España a esas cuestiones, y resaltaba la gran dedicación e interés que existía en otros países.

Pero aunque el atractivo ejercido por los movimientos migratorios no parece haber decaído con el paso de los años (Puyol, 1986), es cierto que han ido variando las aproximaciones y multiplicado los temas de investigación. Con cierta perspectiva se puede afirmar que los investigadores fueron mostrando primeramente interés por el éxodo rural y los movimientos internacionales de trabajadores, mientras que hoy en día el interés se está ampliando a aspectos relacionados con la movilidad de los retornados, con la de grupos concretos de profesionales, de jubilados, o por los movimientos habituales de la población (por trabajo y ocio).

Pero esta renovación temática ha ido también acompañada de la renovación de los métodos y técnicas de trabajo. Así, mientras hace unas pocas décadas los trabajos sobre migraciones mostraban su interés por las técnicas de análisis sencillas (incluidas las de correlación múltiple y regresión) y por la construcción de modelos, con el paso del tiempo parece que ha ido interesando más el conocimiento de los procesos, el comportamiento de los emigrantes y los estudios a escala microespacial (estudios de caso); en esta línea de deben encuadrar los diversos trabajos realizados sobre áreas reducidas, individuales, o sobre colectivos y fenómenos determinados. En definitiva, esta ampliación temática no es negativa, sino más bien el reflejo de que los geógrafos de la población se ocupan, y son sensibles, a los problemas que estos desplazamientos de población suscitan. En definitiva, la causa del aumento de los estudios sobre migraciones es que la población cada vez tiene más movilidad, y cada vez son más comunes todo tipo de desplazamientos.

El trabajo que aquí presentamos lo enmarcamos en estos nuevos estudios sobre migraciones, y da cuenta del impacto que ha tenido la instalación de empresas de turismo por parte de inmigrantes extranjeros procedentes de otros países comunitarios (considerando únicamente los antiguos 12 países de la CEE) en tres de los cinco departamentos que componen la región de Languedoc-Roussillon (figura 1). En concreto, haremos referencia al impacto que estas empresas tienen en el empleo local y a su repercusión positiva en la generación de riqueza en las áreas rurales francesas; los resultados los hemos obtenido de la realización de encuestas personales a empresarios (para cuestiones metodológicas véase Lardiés Bosque, 1999).

Figura 1.
Zona de estudio y país de origen de los inmigrantes extranjeros con empresas

Fuente: Encuestas del autor (1996-97). Elaboración propia.

La razón para elegir como zona de estudio estos tres departamentos es doble. Por un lado, porque este fenómeno está mucho más extendido en Francia que en España, país este último en el que la mayoría de los inmigrantes eligen las zonas costeras y litorales como lugar de residencia. El hecho, por tanto, de que este fenómeno se haya desarrollado escasamente en España, y de que por ello no se hayan realizado todavía importantes estudios al respecto, es lo que nos ha llevado a elegir tres departamentos de Francia en la que realizar una experiencia de "laboratorio" para ver en qué medida y qué tipo de impactos generan la puesta en marcha de estas empresas en zonas de interior. La otra razón de la elección es que se trata de departamentos costeros (los tres con fachada litoral), lo cual nos ha permitido comprobar la influencia que ejerce el sol y el Mediterráneo a la hora de elegir el lugar de destino.

Aunque estamos hablando de un fenómeno escasamente generalizado en España, analizando estas experiencias podremos llegar a valorar su idoneidad y posibilidad de implantación/desarrollo en las zonas rurales y de interior españolas de cara a su desarrollo; todo ello, sin olvidar el gran patrimonio natural y cultural con que cuentan las zonas de interior en España, y el gran potencial para que en ellas instalen su residencia cada vez más inmigrantes extranjeros.

En cualquier caso, cuando hacemos referencia a la inmigración extranjera de países europeos no estamos haciendo referencia a un tipo de migraciones de los más frecuentes (por sus causas), ni los que han dado lugar a los mayores volúmenes de emigrantes tanto en la actualidad como en épocas pasadas. Por lo general, los grandes desplazamientos de población se han venido produciendo desde las zonas económicamente más desfavorecidas hacia las menos; y esa constatación, precisamente, es lo que ha orientado muchos modelos sobre la base del principio de atracción-repulsión, basado en el nivel de competitividad existente entre regiones mercados de trabajo, oferta de viviendas y tierras, niveles de vida, etc. (Domenach y Picouet, 1995). De esta forma, el estudio de los grandes y masivos flujos migratorios contemporáneos está todavía estrechamente ligado al de los hechos económicos.

Sin embargo, el tipo de migraciones aquí analizadas escapa a las clasificaciones más comunes, y responde a una nueva situación socioeconómica definida fundamentalmente por la globalización (del turismo), por la mejora de las comunicaciones y por la mayor movilidad internacional. Precisamente por esa excepcionalidad, tampoco son fácilmente clasificables desde el punto de vista de su definición, porque no corresponden ni a lo que tradicionalmente se entiende por migración definitiva, ni tampoco exactamente es un desplazamiento temporal.
 

Los inmigrantes y el desarrollo rural

Algunos de los problemas con los que cuentan la mayoría de los espacios rurales es estar afectados por una creciente despoblación, por ser economías muchas veces dependientes de una agricultura poco rentable o incluso en crisis, por tener una población envejecida, carencia de servicios, y/o por sufrir una notable falta de valorización de los recursos naturales, económicos y humanos, etc. Sin embargo, en muchas zonas rurales están surgiendo (y en otras es previsible que ocurra) nuevas actividades económicas ligadas al establecimiento de inmigrantes, que están favoreciendo un relativo resurgimiento demográfico y socioeconómico.

Según Hoggart y Buller (1996), una de las tres vías gracias a las cuales se puede producir la recuperación económica de zonas rurales es la llevada a cabo por los inmigrantes extranjeros al establecer bien únicamente su residencia en esas zonas rurales, o también alguna iniciativa económica. La segunda vía de desarrollo citada por los autores es cuando las transformaciones tienen su origen en zonas urbanas, y las rurales reciben las consecuencias de la expansión de las ciudades, dando lugar a la urbanización del campo, a los flujos turísticos y de inmigrantes procedentes de los centros urbanos. La tercera vía, menos extendida, es cuando los cambios tienen su origen únicamente en (entre) la población local.

De esta forma, los agentes externos (inmigrantes) que establecen actividades económicas (empresas) pueden jugar un papel muy dinámico en el tejido socio-productivo y en el desarrollo local de muchas zonas. Sin embargo, el potencial que representa la inversión familiar por parte de este tipo de población no siempre se valora de cara al desarrollo rural. Un claro ejemplo de todo esto es el papel destacado que han tenido los inmigrantes extranjeros en las zonas rurales francesas, caracterizadas tradicionalmente por la falta de iniciativas empresariales y de actividad económica y social (Hoggart y Buller, 1996).

En este contexto vamos a comenzar haciendo referencia a que las zonas rurales francesas están recibiendo cada vez mayor número de inmigrantes extranjeros, sobre todo procedentes de otros países comunitarios y del centro-norte de Europa. Eso se ha manifestado, por un lado, en que el número de esos residentes extranjeros ha crecido en todo Francia recientemente de forma muy rápida. Pero junto a ello, también se ha detectado el aumento de iniciativas empresariales en estas zonas rurales, la mayoría de las cuales están relacionadas con el desarrollo del turismo.
 

El crecimiento de los inmigrantes extranjeros y del turismo en las zonas rurales francesas

Para comprender el crecimiento de estas empresas en manos de extranjeros de países comunitarios hay que comenzar haciendo referencia al crecimiento del número de extranjeros que se ha producido en Francia y en los tres departamentos de Languedoc en las últimas décadas. En este sentido, el cuadro 1 permite analizar el origen geográfico de la inmigración extranjera de países comunitarios en estos dos ámbitos geográficos.
 
 
 

Cuadro 1.
Evolución de los residentes extranjeros de países comunitarios en Languedoc y Francia, 1987-92
  LANGUEDOC (1) FRANCIA
1.992 Crec. 1987-92 (%) 1.992 Crec. 1987-92 (%)
Alemania 1.326 -2,6 57.670 13,4
Bélgica 2.629 7,4 57.574 -3,2
Dinamarca 147 81,5 4.371 41,2
España 36.770 -13 246.342 -16,5
Grecia 89 -59,5 7.217 -7,5
Holanda 964 28,8 18.384 18,3
Irlanda 67 9,8 4.778 56,1
Italia 2.607 -18,9 268.047 -18
Luxemburgo 99 90,4 2.455 -2,9
Portugal 4.630 -18,3 700.729 3,8
Reino Unido 1.919 63,4 59.790 39,8
Total CEE 51.247 -10,6 1.427.357 -3,7
(1) Departamentos de Aude, Hérault y Pyrénées-Orientales
Fuente: Ministère de l´Interieur (1996). Elaboración propia


Lo que primero llama la atención del número de residentes extranjeros es que los de origen español, italiano y portugués representaban en 1992 el 85,9 por ciento de todos los residentes extranjeros de países comunitarios en Languedoc y el 85,1 por ciento en Francia (Ministère de l´Interieur, 1996). Por tanto, la población extranjera procedente del resto de países del centro y norte del espacio comunitario es relativamente insignificante en comparación con la procedente de estos tres países mediterráneos.

Sin embargo, aunque los inmigrantes de países del centro y norte de Europa son minoritarios en Francia, son los que más crecieron entre 1987 y 1992; mientras el colectivo de italianos y españoles perdió muchos efectivos entre ambas fechas, crecieron los irlandeses (56,1%), daneses (41,2%) y británicos (39,8%). Aunque estas cifras corresponden únicamente a personas con permiso de residencia (carte de séjour), según el último censo de población realizado en 1990 (INSEE, 1991), salvo la población portuguesa que aumentó entre 1982 y 1990 en todo el país en 43.000, los británicos, alemanes y belgas son también los que más crecieron. Lo mismo ocurre en Languedoc, donde los italianos, españoles y portugueses con permisos de residencia disminuyeron entre 1987 y 1992 alrededor de un 18-19 por ciento, mientras que el número de luxemburgueses aumentó un 90,4 por ciento, los daneses un 81,5 por ciento, los británicos un 63,4 por ciento, y en menor medida los holandeses (28,8%), los irlandeses (9,8%) y los belgas (7,4%).

Una diferencia importante entre la inmigración extranjera en el pasado y la actual es que si los inmigrantes se establecían antes principalmente en zonas urbanas en las que las posibilidades económicas eran mayores, mientras que cada vez más se comprueba que ahora tienden a establecerse en las rurales (Buller y Hoggart, 1994a). Esto nos lleva a considerar que algunas características de la inmigración extranjera en Francia es que ha estado tradicionalmente muy ligada al proceso de urbanización del país, como muestra el hecho de que algo más de dos tercios de los extranjeros residentes en Francia residen en ciudades de más de 100.000 habitantes; junto a esto, también ha sido una inmigración muy concentrada geográficamente (Domenach y Picouet, 1995). Sin embargo, su naturaleza está cambiando, al igual que sus causas.

Un buen ejemplo de ello son los muchos británicos que en las dos últimas décadas han establecido su residencia en zonas rurales, lo cual es paradigmático de que la nueva inmigración de algunos países europeos está abandonando sus preferencias por las zonas urbanas y aumenta su interés por las rurales; así, mientras la región Île de France (y en toda la concentración de París) fue la región de Francia en la que más cartes de séjour se concedieron hasta los años 80 (Hoggart y Buller, 1993). Sin embargo, en la última década han sido regiones que no habían tenido hasta ahora tradición de inmigración como Bretaña y Normandía, y otras que conforman una gran banda que cruza el país desde el litoral atlántico al Macizo Central, las que mayor número de inmigrantes británicos están recibiendo (Rueff, 1990).

Por ello, la noción de "extranjero" en Francia ha sufrido una profunda evolución, y la imagen tradicional del obrero agrícola o industrial llegado de algún país de la Europa mediterránea se ha visto reemplazada por la del extranjero de un país del norte europeo, de profesión liberal o retirado (George, 1986). Esto constituye una novedad, porque salvo en el caso de los temporeros agrícolas, las zonas rurales francesas han atraído tradicionalmente a pocos inmigrantes extranjeros (George, 1986); prueba de eso es que el 92 por ciento de los nuevos inmigrantes extranjeros establecidos en Francia entre 1982 y 1990 se concentraron en zonas urbanas (Hoggart y Buller, 1996). Frente a ello, los permisos de residencia concedidos a ciudadanos extranjeros de países comunitarios en los departamentos con economía agraria y con pocos centros urbanos han crecido desde los años 80 (Ministère de l´Interieur, 1996).

La distribución de esta nueva inmigración extranjera está relacionada con la distribución del turismo, en el sentido de que si las zonas rurales atraen a un buen número de inmigrantes, también son cada vez más visitadas por los turistas extranjeros; prueba de ello es que sólo el 30 por ciento de las estancias de turistas extranjeros se realizaron en 1989 en la región de París y del litoral (Cazes, 1995). Según Cazes, el turismo en zonas rurales es la modalidad que más rápidamente está creciendo. En parte, eso se debe al gran éxito que han tenido en Francia las políticas para la rehabilitación de viviendas rurales y para la oferta de alojamientos de este tipo de turismo, lo cual ha permitido consolidar fuertemente esta actividad en las zonas rurales y del interior del país; no hay que olvidar las diversas actuaciones públicas realizadas en materia turística y de ordenación del territorio (Fourneau, 1998), entre las que destacan la creación de la Maison de France y la red de gîtes ruraux y chambres d´hôtes.

El hecho de que Francia fuera el país más poblado de Europa hasta el siglo XVIII lo ha dotado también de un importante legado cultural y arquitectónico que hoy es aprovechado como recurso turístico; además, la fuerte tradición rural que existe en Francia se explica igualmente por ser uno de los países "occidentales" que ha tenido mayor porcentaje de población residiendo en municipios de menos de 2.000 habitantes (un 40%, cuando en Gran Bretaña era el 3% y en EE.UU. apenas el 15%) (Mendras, 1971); junto a eso, es un país que ha sufrido un rápido proceso de urbanización en las últimas décadas (su población urbana ha pasado del 46% en 1950 al 84% en 1990), por lo que quedaron abandonados muchos edificios en zonas rurales.

La imagen hasta cierto punto "idílica" de la vida rural francesa (Daniels, 1993), su tranquilidad ligada al despoblamiento de estas zonas, y los deseos de una vida relajada, son también factores que explican la instalación de estos nuevos inmigrantes. En definitiva, se trata de espacios que representan muy bien las condiciones de ruralidad previas a la industrialización (bajos precios, tranquilidad, no contaminación, calidad de vida, etc.) (Saraceno, 1994). En consecuencia, la residencia en zonas rurales se entiende para muchos de estos inmigrantes como un valor cultural, y la "ruralidad" como un producto de consumo (Cloke y Goodwin, 1992).

Por último, una característica destacada por Buller y Hoggart (1994b) es que un número importante (y creciente) de inmigrantes europeos se han instalado en Francia después de alcanzar la jubilación en su país de origen; por tanto, se trata en su mayoría de población económicamente no activa, lo cual ha influido en que el número de extranjeros inactivos de países comunitarios sea cada vez mayor. Según la OCDE, los residentes extranjeros de países europeos que desarrollaban alguna actividad económica en Francia a mediados de los años 80 eran más del 50 por ciento del total de extranjeros, mientras que en 1990 sólo suponían el 33 por ciento (OCDE, 1992). Estos datos reflejan indirectamente la importancia del ocio y de los factores ambientales a la hora de que los inmigrantes extranjeros de otros países comunitarios se instalen en zonas rurales francesas (Hoggart y Buller, 1996). Sin embargo, no todos son económicamente inactivos, ya que un número relativamente importante desarrolla una actividad económica, y dentro de ellos están aquellos que instalan pequeñas empresas.
 

El establecimiento de empresas turísticas en zonas rurales de Languedoc

Determinar el número de empresarios extranjeros de origen comunitario al frente de pequeñas empresas en zonas rurales francesas es prácticamente imposible, debido a que se trata de inmigrantes estadísticamente "invisibles" y difíciles de controlar por diversas razones (Lardiés Bosque, 1999); puesto que la consulta de las fuentes publicadas no permite estimar ni el número ni la representatividad de las diferentes nacionalidades en el total de extranjeros comunitarios, se ha recurrido a la realización de una encuesta. Los resultados que a continuación exponemos proceden de esa encuesta, realizada durante 1996 y 1997 a 56 empresarios extranjeros que habían instalado empresas de servicios (relacionadas directa o indirectamente con el turismo) en los tres departamentos franceses citados anteriormente (Aude, Hérault y Pyrénés-Orientales); de las 56 empresas, 14 (25%) eran restaurantes, 12 (21,4%) eran viviendas de turismo rural, 8 (14,3%) eran hoteles/pensiones, mientras que el resto lo integraban academias de idiomas (4), bares (3), papelerías/librerías (3), pequeños comercios (6) (sin incluir los de restauración), cafeterías (2) y heladerías (2), y otros (2).

Figura 2.
Localización de las empresas y empresarios extranjeros de países comunitarios

Fuente: Encuestas del autor (1996-97). Elaboración propia.

Si conocer el número exacto de estos empresarios es difícil, su origen geográfico está mucho más claro: al igual que el origen de los residentes extranjeros originarios de estos países, la mayoría de estos empresarios proceden de países del centro y norte de Europa (figura 1), con los británicos a la cabeza (14 de los 56), seguidos de los españoles (10), belgas (9), italianos (7), holandeses (6) y alemanes (5). Por tanto, dos de cada tres empresarios proceden de países septentrionales, mientras que sólo uno de cada tres es de origen español, italiano, portugués o griego.

Otra de las características de estos empresarios es su predilección por las zonas rurales y de interior en estos tres departamentos franceses; en concreto, 50 de los 56 empresarios (89,3%) han instalado sus empresas en zonas del interior, siempre a más de 20 Kms. de la línea de costa (figura 2). De esta forma, la atracción por lo rural queda reflejada tanto en la localización de las empresas, como en las características de sus nuevos lugares de residencia, y en las motivaciones que les llevaron a establecerse en Francia (Lardiés Bosque, 1999); en concreto, 34 de los 56 encuestados señalaron que el clima, el carácter de la gente y la tranquilidad del entorno habían sido las razones principales a la hora de decidir el cambio de residencia.
 

El impacto económico de las empresas a escala local

El crecimiento de la inmigración extranjera representa un elemento importante para el futuro socioeconómico de muchas zonas rurales. Pero además, y como todo recurso exógeno, las actividades económicas desarrolladas por estos inmigrantes juegan un papel importante en el desarrollo local, aparte de que estos nuevos grupos de población contribuyen al diseño de una nueva geografía social y cultural de la inmigración extranjera.

Aunque es difícil establecer las consecuencias económicas precisas de la instalación de estas empresas, las encuestas realizadas nos han permitido obtener algunos resultados sobre los impactos de las mismas. Las principales consecuencias de la instalación se podrían dividir en dos tipos: las contribuciones al empleo generado, y el impacto en el mercado inmobiliario producido mediante la adquisición/alquiler de sus viviendas y de los locales donde han instalado las empresas. Además de estos aspectos, tampoco hay que olvidar los beneficios económicos más generales que estas instalaciones comportan.
 

La generación de empleo

Un indicador de las contribuciones realizadas al empleo local es la contratación de trabajadores/obreros para la realización de las obras en el local donde se va a instalar la empresa. El 71,4 por ciento de los extranjeros de origen comunitario con empresas de turismo encuestados (40 de los 56) han llevado a cabo obras de distinta magnitud en los locales en propiedad o en alquiler en los que operan sus empresas (cuadro 2) (estas cifras se refieren únicamente a las obras realizadas en la empresa y no en su vivienda o residencia particular). De entrada, un número bastante elevado de empresarios ha realizado algún tipo de mejoras; de todos ellos, algo más de la mitad han realizado cambios "totales" (1), mientras que un gran número han realizado cambios "importantes". De esto deducimos que los empresarios han tenido gran interés en acondicionar y mejorar el lugar en el que han instalado sus empresas.
 
 
 
 

Cuadro nº 2.
Cambios realizados en las empresas de los encuestados
Tipo de cambios Número Porcentaje
Han realizado cambios 40 71,4 (*)
Cambios totales 21 37,5
Cambios importantes 13 23,2
Cambios pequeños 6 10,7
(*) El porcentaje se refiere al total de empresarios encuestados (56=100%)
Fuente: Encuestas del autor (1996-97). Elaboración propia.


Entre los empresarios que no han realizado ningún tipo de reformas (16 de los 56) los motivos principales para no hacerlo fue que el local estaba ya acondicionado y que las instalaciones se encontraban en buenas condiciones; de todos ellos, la mayoría declaró que el local que iban a ocupar se había dedicado anteriormente al mismo tipo de empresa, por lo que no tuvieron que realizar ninguna mejora (por ejemplo, un local que anteriormente fue un bar y que ahora se destina también a bar). Llama la atención que por tipos de empresas, en las viviendas de turismo rural son en las que más "cambios totales" se han realizado, seguidas por los bares y restaurantes. A propósito de esto y según una encuesta nacional realizada en Francia en 1989 a propietarios de gîtes ruraux (Clary, 1993), antes de abrir al público uno de estos establecimientos, el impacto local generado por las reformas y rehabilitación de los mismos es muy importante; según esta encuesta, sólo en el departamento de Maine-et-Loire, el montante anual de los trabajos realizados para la habilitación de estas viviendas de turismo fue de alrededor de 4 millones de francos franceses.

De los 40 empresarios que han realizado obras en sus empresas, 39 han contratado o empleado a trabajadores (profesionales) para realizarlas (casi el 70% del total), aunque también han ayudado en las obras el propio empresario y otros miembros de su familia. La procedencia de los trabajadores "externos" a la unidad familiar es diversa, aunque por lo general pertenecen a la misma localidad en la que se localiza la empresa o a alguna próxima. En concreto, los empresarios encuestados que han recurrido a trabajadores procedentes fundamentalmente de la misma localidad han sido 36 de los 56, seguidos por aquellos que han contratado trabajadores de una localidad próxima (12 de los 56) (cuadro 3).

Por contra, quienes han contratado a trabajadores de otra región o de algún país distinto son sólo 6 (menos del 11%) (cuadro 3); sólo un empresario con un pequeño comercio ha empleado a trabajadores de fuera de la región, mientras que sólo cinco empresarios han contratado a trabajadores de algún otro país (dos empresarios con viviendas de turismo rural, dos con restaurantes y uno con un pub). En tales casos, más que buscar voluntariamente trabajadores de fuera de la región, su origen responde a que amigos suyos se ofrecieron a realizar las obras; no obstante, ningún trabajador contrató "exclusivamente" a obreros de fuera de la región o extranjeros, sino que contrataron, a la vez, a otros de origen francés.
 
 

Cuadro 3.
Trabajadores contratados o empleados en las reformas de la empresa
Procedencia de los trabajadores Número Porcentaje
Han empleado a trabajadores 39 69,6 (*)
Trabajadores de la misma localidad 36 64,3
Trabajadores de otra localidad 12 21,4
Trabajadores de fuera de la región 1 1,8
Trabajadores de algún país europeo 4 7,1
Trabajadores de algún país no europeo 1 1,8
 (*) El porcentaje se refiere al total de empresarios encuestados (56=100%)
Fuente: Encuestas del autor (1996-97). Elaboración propia.


Hay que tener en cuenta que el pequeño tamaño de los núcleos de población en Languedoc y su carácter rural y aislado hace que se tenga que recurrir a trabajadores de localidades próximas por no haber suficientes más cerca. Por contra, no hay evidencia de que exista un interés explícito por contratar a trabajadores del mismo país de origen que el del empresario (obreros británicos, por ejemplo, si se trata de un empresario de origen británico).

En general, el hecho de que la mayoría de los empresarios hayan realizado obras de cierta envergadura y también hayan empleado fundamentalmente a trabajadores locales para la realización de las obras, refleja que el impacto de la instalación de estas empresas ha sido elevado; además, suponemos que también los materiales de construcción se han adquirido en la misma localidad donde está instalada la empresa (o a lo sumo en alguna próxima), lo cual contribuye a elevar ese impacto.

La adquisición de materiales para las reformas en la misma localidad es un hecho que también han destacado Hoggart y Buller (1996) en sus trabajos, al afirmar que el 42,4 por ciento de los británicos entrevistados que establecieron su residencia en zonas rurales de Francia y que no construyeron una nueva vivienda, realizó cambios estructurales importantes en la que compró como cambiar la disposición de las habitaciones, reparar el techo, etc. (un 11% amplió el tamaño de la casa...); por contra, sólo un 13,1 por ciento no hizo ningún tipo de mejora; según estos autores, la tendencia a mejorar los hogares estaba presente en todas las regiones de Francia; en ese caso, la mayoría de las obras se realizaron para restaurar el parque inmobiliario y para reconvertirlo en uso residencial, para lo que el 66,1 por ciento de los entrevistados que realizaron algún tipo de mejora en la vivienda emplearon únicamente trabajadores franceses.

A la vista de todo esto, se puede afirmar que el establecimiento de empresas en zonas rurales por parte de inmigrantes extranjeros tiene un elevado impacto económico. Pero se trata de un impacto que se puede explicar, en parte, por las propias características de las zonas rurales francesas. A diferencia de la población local (francesa) que compra viviendas, Berger (1986) opina que el beneficio directo de los extranjeros es mayor porque prefieren comprar viviendas viejas y restaurarlas posteriormente —resaltando los rasgos o características tradicionales—, más que modernizarlas. Esto también lo hemos comprobado en el caso de estos empresarios, ya que muchos han optado por dar un aire tradicional a las construcciones; es el caso de aquellos que han llegado incluso a rehabilitar antiguos castillos para destinarlos a viviendas de turismo rural, contribuyendo de esa forma a la conservación y mantenimiento del patrimonio histórico-cultural.
 

Otros impactos generados

Uno de los impactos más directos de la instalación de estas empresas es el producido en el mercado inmobiliario, ya que los empresarios, o bien adquieren en propiedad el local donde instalan su empresa, o bien lo alquilan; los primeros representan el 55,3 por ciento del total (31 de los 56), mientras que los que lo alquilan son 25. Estos datos pueden ponerse en relación con la intención de permanecer más o menos tiempo en la región, aunque es difícil interpretar porqué sólo poco más de la mitad de los inmigrantes encuestados han comprado el local para su empresa, y algo menos de la mitad lo alquilan. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que la emigración raramente constituye un hecho definitivo y que los emigrantes tienden a regresar con el paso del tiempo a sus países de origen, el porcentaje de compras es relativamente significativo; también puede ayudar a explicar este hecho el que muchas empresas sean viviendas de turismo rural, y que el empresario utilice parte de la vivienda en que reside como empresa.

Aparte de los impactos directos a los que nos hemos referido, el impacto económico indirecto que generan estas empresas de turismo es también elevado (en particular el de las viviendas de turismo rural). Debido a la escasa capacidad lingüística de algunos inmigrantes extranjeros, el establecimiento de gîtes y de otros negocios está básicamente orientado a clientes de su propia nacionalidad; a esta conclusión llegaron Buller y Hoggart (1994a) al estudiar el establecimiento de gîtes ruraux por parte de británicos desplazados a zonas rurales francesas. De esta forma, el establecimiento de empresas por parte de inmigrantes desencadena nuevos flujos turísticos, por lo que no hay que desestimar el impacto que tiene la llegada de turistas en la economía local, sobre todo en los sectores del transporte, comercio, restauración, etc.

La instalación de estos establecimientos contribuye al sostenimiento de las infraestructuras y servicios de las zonas rurales, no ya sólo por la inyección económica que supone el equipamiento de la vivienda con materiales adquiridos localmente (desde el material para la obra hasta la compra de electrodomésticos y mobiliario), sino por la vitalidad que estos empresarios y turistas dan a estas zonas. Además, y al margen de los impactos económicos, el papel que cumplen estos inmigrantes y sus empresas desde el punto de vista de los intercambios y transferencias culturales es importante; nos referimos a los valores culturales (formas de vida, gastronomía, etc.) que estos ciudadanos transmiten gracias a sus empresas: un ejemplo es el de bares y restaurantes, ya que la oferta de bebidas y platos determinados tiene un efecto demostrativo y culturizante sobre los turistas extranjeros, pero también sobre la población local.
 

Perspectivas para España. La distribución territorial de los inmigrantes extranjeros en Cataluña

A diferencia de lo que ocurre no sólo en Languedoc, sino también en otras muchas regiones francesas, el impacto de la inmigración extranjera en las regiones españolas es completamente diferente, y hasta se podría afirmar que significativamente menor, teniendo en cuenta la preferencia que la inmigración extranjera tiene por la localización en zonas urbanas y/o litorales.

Tomando como ejemplo de análisis Cataluña, puesto que en 1994 era la segunda Comunidad Autónoma en España (tras Madrid) en cuanto a mayor número de residentes extranjeros (Dirección General de Migraciones, 1995), la mayoría de esos residentes se concentran en las zonas urbanas del litoral y muy pocos en zonas de interior. Las razones de dicha distribución parecen estar en el empuje que los grandes centros urbanos ejercen (principalmente Barcelona y su corona metropolitana), en la expansión que a nivel no sólo regional, sino también nacional, está teniendo el turismo en el eje mediterráneo, y en la consolidación de las zonas de agricultura intensiva. Por el contrario, por lo que a las zonas rurales de interior se refiere (de montaña y no), quedan prácticamente al margen del fenómeno masivo de la inmigración, como también ocurre en el conjunto del país (Izquierdo, 1992).

Un dato importante que demuestra la preferencia de la población residente extranjera por las grandes ciudades en lugar de por los pequeños núcleos rurales es su distribución según el tamaño de los municipios. En el cuadro 4 se aprecia que tan sólo el 2,7 por ciento de los residentes extranjeros censados en 1991 eligieron para residir alguno de los 544 municipios catalanes (de un total de 942) de menos de 1.000 habitantes, mientras que sólo en dos municipios (Barcelona y Hospitalet de Llobregat) se concentra casi el 40 por ciento del total; sólo en el de Barcelona residen 23.527 extranjeros (el 35,7 % de todo Cataluña). Por tanto, esta preferencia por las grandes ciudades frente a los pequeños núcleos rurales viene a demostrar que es la economía de los servicios, y no la agraria, la que mueve al desplazamiento y a la fijación masiva de los extranjeros en Cataluña.

A diferencia también de lo que ocurre en muchas regiones francesas (por la elevada inmigración), el porcentaje de población inmigrante respecto a la población local (de derecho) es bastante menor en las regiones españolas, lo cual nos indica que el impacto de esos inmigrantes es, por el momento, menor que en Francia. Teniendo en cuenta la población de derecho de los municipios catalanes en 1991, el porcentaje de residentes extranjeros sobre la población autóctona se puede calificar de relativamente importante sólo en unos pocos municipios del litoral. Como ejemplo, sólo en 113 de los 942 municipios de la región, los residentes extranjeros representa más del 1 por ciento de la población local; en Rosas y Ampurias, los extranjeros suponen más del 8 por ciento de la población, seguidos en importancia de los de Sta. Cristina de Aro, Calonge y Pals, todos ellos en la costa gerundense. Exceptuando la parte del litoral de Girona, que es donde más presencia tiene esta población sobre los locales, el resto de los municipios con más "peso" de foráneos se localizan en la costa en la provincia de Tarragona (al sur y al norte de la capital, en municipios como Cunit, Calafell, Creixell, Altafulla, o Montroig del Camp, Salou o l´Ampolla, todos ellos con unos porcentajes de extranjeros entre el 3 y el 6,5 por ciento sobre la población local.
 
 
 

Cuadro 4.
Distribución de los residentes extranjeros en Cataluña según el tamaño de los municipios, 1991
Tamaño de los municipios Nº de Residentes Extranjeros Porcentaje Nº de municipios
Más de 250.000 hab. 26.091 39,6 2
De 100.000 a 250.000 hab. 7.039 10,7 7
De 50.000 a 100.000 hab. 4.023 6,1 9
De 25.000 a 50.000 hab 7.270 11 19
De 10.000 a 25.000 hab. 9.824 14,9 47
De 5.000 a 10.000 hab. 4.728 7,2 61
De 2.500 a 5.000 hab. 3.378 5,1 91
De 1.000 a 2.500 hab. 1.849 2,8 162
De menos de 1.000 hab. 1.757 2,7 544
CATALUÑA 65.959 100 942
Fuente: IEC (1991). Elaboración propia.


Barcelona también cuenta en su parte costera con los más altos porcentajes de su provincia, aunque, por supuesto, no los más elevados de Cataluña. Se trata de municipios como Castelldefels (4,4 %) Bigues i Riells (4,3 %) y Sitges (3,6 %). Otros se pueden incluir en su área metropolitana como Sant Just Desvern o Sant Cugat del Vallès, mientras que otros están ya más alejados, pero en cualquier caso conservan su condición de costeros (Calella, Cabrils o Premià de Mar). En todos ellos, el porcentaje de residentes extranjeros varía ligeramente del 3 al 3,5 por ciento sobre el total de la población. Sin embargo, la ausencia de municipios leridanos es un reflejo claro de la ausencia de este tipo de población en esta provincia de interior. De los 113 municipios en donde esta población supone más del 1 por ciento de la total, sólo 4 pertenecen a la provincia de Lérida (Bellpuig, Sant Guim de Freixenet, Torrefarrera y Vielha e Mijaran), pero en ninguno de ellos ese porcentaje es superior al 1,4 por ciento.

Por otra parte, dentro del papel que los extranjeros puedan desempeñar en espacios rurales de interior, está el de los retornados, aunque a éstos no se les puede considerar específicamente como "población extranjera". Los retornados a Cataluña con respecto al total de los que regresan a España viene a estar entre el 11 y el 12 por ciento, cifra que no es demasiado alta pensando en que en su día, cuando abandonaron España, Cataluña no fue una de las regiones expulsoras de emigrantes por excelencia. Por término medio, y en los últimos años en que ya se ha ralentizado bastante el fenómeno, están regresando entre 2.000 y 3.000 personas por año, de los cuales, aproximadamente, el 30 por ciento son de procedencia europea (Dirección General de Migraciones, 1995). En su día salieron de un medio rural en España, con escasísima cualificación, y tras volver, con bastante dinero ahorrado, se podía pensar que lo iban a hacer a sus pequeños lugares de origen, y a ocuparse en las mismas actividades agrarias que un día abandonaron. Se podía haber esperado un mayor impacto de esta población en el medio rural. Sin embargo, estudios como el realizados por Rhoades (1978) evidencian que al regresar prefieren la ciudad al campo, y por supuesto, incorporarse a actividades económicas no relacionadas con el campo.
 

Conclusiones

En términos generales, la instalación de empresas turísticas por parte de ciudadanos de origen extranjero en las zonas rurales de los departamentos franceses ha tenido un impacto positivo en las comunidades de destino, ya que esas iniciativas económicas han contribuido al aumento del empleo entre los trabajadores de la zona y al aumento del consumo de bienes y servicios. Además, su presencia contribuye indirectamente a revalorizar las zonas rurales y a incitar a mucha población a establecer su residencia en ellas, como ya ocurre con muchos inmigrantes que se desplazan desde las zonas urbanas del país (Rueff, 1990).

Sin embargo, y por el momento, creemos que estas experiencias empresariales desarrolladas por inmigrantes extranjeros en áreas rurales francesas no son exactamente extrapolables ni tampoco se han observado en el contexto español, a juzgar por las pautas de distribución territorial llevadas a cabo por los residentes extranjeros en nuestro país. Sin embargo, también podemos conceder algunos argumentos al optimismo, y pensar que España puede aprovechar y continuar la experiencia francesa, ya que ambos países son elegidos por muchos inmigrantes noreuropeos para establecer su nueva residencia. Como en Francia, también en España se está detectando un rápido aumento del número de residentes extranjeros de países del centro y norte de Europa (aunque la prioridad de los mismos sea por el momento la costa, en lugar de las zonas rurales o de interior; Lardiés Bosque, 1999), hecho que está ciertamente ligado a la ampliación de las fronteras comunitarias.

Entre las muchas ventajas que las zonas rurales españolas tendrían como lugar de residencia de estos inmigrantes, aparte de la bondad climática (una de las razones principales que explican este tipo de desplazamientos; Lardiés Bosque, 1999) destacan los bajos precios de las viviendas y de las propiedades. El hecho de que los bajos precios del mercado inmobiliario francés sean altamente considerados por los británicos que se establecen en las zonas rurales de ese país, puede tener una doble lectura para España, ya que las propiedades rurales españolas pueden llegar a ser más baratas que las francesas (y que las del resto de países del centro y norte de Europa).

Es cierto que la imagen que los extranjeros tienen de las zonas rurales francesas y españolas es muy distinta. Francia ofrece muchas casas de campo pintorescas, construidas de forma tradicional, y en paisajes casi "idílicos" y de gran carácter rural (Buller y Hoggart, 1994b). Sin embargo, los turistas extranjeros que visitan España lo hacen atraídos principalmente por el clima de este país (Lardiés Bosque, 1999), por lo que la mayoría visitan las zonas litorales y costeras; de ahí que el conocimiento de las zonas rurales sea bastante escaso. Por tanto, el reto está en dar a conocer la riqueza paisajística y cultural del interior de España.

Por ello, no estaría de más desarrollar algún otro tipo de publicidad de estas zonas rurales (paisajes, cultura, tradiciones, etc.), con vistas a la atracción de un potencial colectivo que, sin llegar a ser numéricamente excesivo, podría suponer una cierta recuperación, o al menos un freno, a la despoblación de muchas de esas zonas. Pero no sólo eso. Tampoco sería descabellado que, teniendo en cuenta la despoblación de muchas zonas rurales de nuestro país (y la excesiva concentración de la población nacional y extranjera en zonas urbanas y litorales), las administraciones públicas comenzaran a considerar este fenómeno como una importante vía para su desarrollo y revitalización. Además, ciertas zonas rurales en Cataluña contarían con ventajas añadidas como pertenecer a una región fronteriza, ser litoral, y haber sido tradicionalmente conocida y visitada por el mercado turístico noreuropeo.
 

Notas

(1) Por "cambios totales" se entienden las obras que afectan a la estructura del edificio o del local: reforma de los suelos, techos, tabiques, instalación o reforma de conducciones de gas, agua, electricidad, cubrimiento de paredes, mobiliario, etc., en el caso de que el empresario haya realizado varias de estas mejoras. Si las reformas han sido "importantes" quiere decir que no se han mejorado necesariamente muchos o varios de los aspectos anteriores, sino únicamente alguno/s de ellos (por ejemplo, si se han cambiado los muebles y se ha pintado, o se ha reemplazado la maquinaria, etc.). Finalmente, si los cambios han sido "pequeños", significa que sólo se ha realizado alguno de los cambios anteriores (sólo se he pintado, o introducido algún nuevo mobiliario, etc.).
 

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